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Equivalencia y puntajes estándar del índice Hurlbert de asertividad sexual

A través de hombres y mujeres españoles

Pablo Santos-Iglesias *, Pablo Vallejo-Medina y Juan C. Sierra

Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Universidad de


Granada. Granada (España)

Título: Índice de asertividad sexual Equivalencia y Baremos del Hurlbert

Entre Hombres y Mujeres Españoles.

Resumen: El objetivo de este estudio fue analizar la presencia de invariante-za de medida y


funcionamiento diferencial del ítem de la versión española del Hurlbert Índice de asertividad
sexual en función del sexo. La muestra estuvo compuesta por 1.600 mujeres y 1.598 hombres
de España, con edatos comprendidos entre los 18 y 84 años. El Hurlbert Índice de asertividad
sexual solo determinado invariabilidad débil entre hombres y mujeres. El análisis de
funcionamiento diferencial del elemento seleccionado que controla el ítem 2 ("Creo que soy
tímido en el ámbito sexual"), funcionamiento diferencial uniforme moderado. De forma más
específica, las mujeres tendieron una respuesta "Siempre" a este ítem de forma más frecuente
que los hogares. Los resultados sugirieron eliminar el ítem 2 resultando en una versión final
compuesta por 18 ítems agrupados en dos dimensiones, con buenos índices de fiabilidad tanto
para hombres como para mujeres. Los baremos detectados para la escala de Inicio y Ausencia
de timidez / Rechazo identificarán la existencia de roles sexuales tradicionales en hombres y
mujeres.

Palabras clave: asertividad sexual; Índice Hurlbert de asertividad sexual; invarianza de medida;
funcionamiento diferencial del ítem; baremos

Resumen: El propósito del presente estudio fue analizar la invariancia de la medición y el


funcionamiento diferencial de los ítems de la versión española del Índice Hurlbert de
Asertividad Sexual a través del género. La muestra estaba compuesta por 1.600 mujeres y
1.598 hombres de España, con edades comprendidas entre 18 y 84 años. El índice Hurlbert de
asertividad sexual solo mostró una invariancia débil para hombres y mujeres. El análisis del
funcionamiento diferencial del ítem mostró que solo el ítem 2 (“Siento que soy tímido cuando
se trata del sexo”) marcó un funcionamiento diferencial moderado uniforme del ítem. Más
específicamente, las mujeres tendían a responder "Siempre" a este ítem con más frecuencia
que los hombres. Los resultados sugirieron eliminar el ítem 2, resultando en una versión final
con 18 ítems agrupados en dos dimensiones con buenos valores de confiabilidad para hombres
y mujeres. Los puntajes estándar tanto de Iniciación como de No timidez / rechazo reflejaban
los guiones sexuales tradicionales para hombres y mujeres.

Palabras clave: asertividad sexual; Índice Hurlbert de asertividad sexual;

invariancia de medida; funcionamiento diferencial del ítem; puntajes estándar.


Introducción

La asertividad sexual se ha definido de varias maneras. Painter (1997) afirmó que la asertividad
sexual es la capacidad de desarrollar comportamientos asertivos en un contexto sexual. Dunn,
Lloyd y Phelps (1979) señalaron que implica el uso de "habilidades conductuales para obtener
satisfacción sexual para usted y su pareja" (p. 294). Morokoff y col. (1997) proporcionaron una
imagen más clara de la asertividad sexual al afirmar que abraza la capacidad de iniciar los
contactos sexuales deseados, rechazar los contactos sexuales no deseados y la capacidad de
prevenir el embarazo o las ITS con una pareja habitual. En línea con esta definición, varios
estudios han explorado la relevancia de la asertividad sexual para la vida sexual humana (para
una revisión, ver Santos-Iglesias y Sierra, 2010a) y concluyeron que ayuda a desarrollar
comportamientos sexuales saludables (por ejemplo, el uso del condón ) y obtener una mayor
satisfacción sexual. Finalmente, los programas de capacitación en asertividad sexual ayudan a
promover resultados y comportamientos sexuales positivos (Kelly, St. Lawrence, Hood y
Brasfield,

1989; Murphy, Coleman, Hoon y Scott, 1980, St. Lawrence et al., 1995).

De acuerdo con la teoría del guión sexual (Simon & Gagnon,

1984, 1986, 2003), los hombres son típicamente iniciadores de encuentros sexuales, mientras
que se supone que las mujeres son restrictivas de tales contactos. Por lo tanto, los hombres
deben tener una puntuación alta en la asertividad sexual de iniciación (es decir, la capacidad
de iniciar los contactos sexuales deseados), mientras que las mujeres deben obtener una
puntuación alta en la negativa sexual

sertividad (es decir, la capacidad de rechazar contactos sexuales no deseados). Este guión
sexual tradicional ha generado cierta investigación para analizar si los hombres o las mujeres
obtuvieron puntajes más altos en asertividad sexual. En general, los resultados generalmente
han encontrado que los hombres obtuvieron puntuaciones más altas que las mujeres en
asertividad sexual (Haavio-Mannila y Kontula, 1997; Pierce y Hurlbert, 1999; Snell, Fisher y
Miller, 1991), aunque los resultados han sido mixtos (Stulhofer, Graham , Bozicevic, Kufrin y
Ajdukovic,

2007). Por ejemplo, Pierce y Hurlbert (1999) entrevistados

54 individuos no clínicos y 46 individuos clínicos que asistieron a la terapia sexual y mostraron


que los hombres tanto en muestras clínicas como no clínicas obtuvieron puntajes más altos en
asertividad sexual que las mujeres. Por otro lado, Sutlhofer et al. (2007) entrevistó una
muestra representativa a nivel nacional de hombres y mujeres jóvenes y descubrió que las
mujeres obtuvieron una puntuación más alta que los hombres en cuanto a la asertividad
sexual. Estos resultados pueden explicarse por el hecho de que los estudios de Hurlbert et al. y
Snell et al. se basaron en puntajes de asertividad sexual en su mayoría compuestos por
elementos de iniciación, mientras que Stulhofer et al. utilizaron elementos de respuesta
negativa (A. Stulhofer, comunicación personal, 22 de marzo de 2011). Además, un estudio de
Sierra, Santos-Iglesias y Vallejo-Medina (2012) mostró que, a medida que aumentaba la edad,
la asertividad sexual de iniciación era más alta en hombres que en mujeres. Estos autores
también encontraron que la asertividad sexual negativa era mayor en mujeres que en hombres
independientemente de la edad. Estos resultados sugieren que la asertividad sexual podría
seguir los guiones sexuales tradicionales. También notaron que los hombres y las mujeres
generalmente se han comparado sobre la base de su asertividad sexual. Sin embargo, solo el
estudio de Sierra, Santos-Iglesias, et al. probado para la invariancia de la medición y el
funcionamiento diferencial del ítem de una de estas medidas de asertividad sexual.
Encontraron que la asertividad sexual

La escala tenía una dimensionalidad equivalente estricta entre sexos y solo un elemento
marcaba el funcionamiento diferencial del elemento, por lo que concluyeron que no hay un
sesgo significativo en la escala al comparar la asertividad sexual entre sexos.

La invariancia de la medición significa que la probabilidad de un puntaje observado no


depende de la pertenencia al grupo de la persona (Meredith, 1993), es decir: "los encuestados
de diferentes grupos, pero con el mismo puntaje verdadero, tendrán el mismo puntaje
observado" (Wu, Li y Zumbo, 2007, p. 2). Este concepto implica que las construcciones de
medición con el mismo instrumento reflejarán diferencias basadas en el rendimiento / atributo
entre grupos, y no diferencias basadas en variables de confusión. El funcionamiento diferencial
de los ítems (DIF) está relacionado con la probabilidad condicional de responder un ítem en
dos o más grupos después de igualar la capacidad subyacente (Hidalgo y Gómez, 2006; Zumbo,
1999). En el contexto de la asertividad sexual, por ejemplo, las mediciones deben ser
invariables y mostrar falta de DIF para que las comparaciones entre hombres y mujeres
reflejen realmente las diferencias de sexo.

asertividad y no diferencias basadas en elementos sexistas o comprensión de elementos, por


ejemplo. Ambos procedimientos son

fuertemente relacionado (Dimitrov, 2010; Holland & Wainer, 1993)

y se supone que deben probarse juntos como evidencia de validez

ty, especialmente cuando los puntajes de las pruebas se usan para comparar grupos.

El índice Hurlbert de asertividad sexual (HISA;

Hurlbert, 1991) es uno de los instrumentos más utilizados para evaluar la asertividad sexual
(Santos-Iglesias y Sierra, 2010a). En su versión original, estaba compuesto por 25 artículos que
proporcionaban una medida unidimensional de la aser- tencia sexual en parejas. La adaptación
española se acortó a una versión de 19 ítems agrupados en dos dimensiones: (a) Iniciación,
que refleja la capacidad de comenzar contactos sexuales y expresar deseos y fantasías
sexuales; y (b) Sin timidez / rechazo, lo que significa la dificultad de iniciar y mantener
conversaciones sexuales y la incapacidad de rechazar contactos sexuales no deseados (Santos-
Iglesias y Sierra, 2010b). A pesar de que el HISA ha demostrado propiedades psicométricas
adecuadas (Santos-Iglesias y Sierra, 2010b; Sierra, Santos, Gutiérrez-Quintanilla, Gómez y
Maeso, 2008) y se ha utilizado para comparar hombres y mujeres (ver Pierce y Hurlbert ,
1999), ningún estudio ha probado si sus propiedades psicométricas son las mismas para
hombres y mujeres. Por lo tanto, el objetivo principal del presente estudio fue evaluar la
invariancia de la medición y el DIF del Índice Hurlbert de Asertividad Sexual a través del género
utilizando una muestra española. Debido a la falta de datos normativos y su posible utilidad
para las evaluaciones clínicas y epidemiológicas, se desarrollaron puntajes estándar para las
subescalas de Iniciación y No timidez / Rechazo para hombres y mujeres en tres grupos de
edad diferentes (18-34, 35- 49 y 50 años o más).

Método

Participantes

Los participantes fueron reclutados de la población general en España. La muestra final estuvo
compuesta por 1,598 hombres y

1.600 mujeres. Dado que el HISA evalúa la asertividad sexual dentro de las parejas, los
participantes debían involucrarse en una relación romántica que incluía actividad sexual en el
momento del estudio. La edad media de los hombres fue de 39,47 años (DE

= 13.38, rango 18-81), mientras que el de las mujeres fue de 36.98 años (DE = 13.41, rango 18-
84). El nivel educativo, la religión y la frecuencia de la práctica religiosa se presentan en la
Tabla 1.

Medidas

Se administró un cuestionario de antecedentes para obtener información sobre sexo, edad, si


los participantes estaban involucrados en una relación romántica, si tenían actividad sexual
con sus parejas, nivel educativo, religión y frecuencia de práctica religiosa.

Índice Hurlbert de asertividad sexual (HISA; Hurlbert,

1991). Se utilizó la versión en español de Santos-Iglesias y Sierra (2010b). Incluye 19 elementos


agrupados en dos factores: Iniciación y Sin timidez / Rechazo. Los participantes respondieron
usando una escala Likert de 5 puntos de 0 (nunca) a 4 (siempre). Los puntajes más altos
indicaron una mayor asertividad de iniciación (subescala de iniciación), y falta de timidez y una
mayor asertividad de rechazo (subescala de timidez / rechazo). Santos-Iglesias y Sierra
informaron una consistencia interna (omega de McDonald's) de .83 para cada factor y .87 para
la escala global. Mostró correlaciones positivas por encima de .10 con la versión en español de
la Escala de Asertividad Sexual (Sierra, Vallejo-Medina y Santos-Iglesias, 2011) y por encima de
.18 con la versión abreviada en español de la Escala de Ajuste Diádico (Santos-Iglesias , Vallejo-
Medina y Sierra, 2009).

Procedimiento
Los participantes fueron reclutados de la población general española. Se usó un método de
muestreo de conveniencia de cuotas para obtener el mismo número de hombres y mujeres,
distribuidos en diferentes grupos según la edad (18-34 años,

35-49 años y 50 años o más), tamaño del pueblo o ciudad de residencia (una población menor
de 50,000 y mayor de 50,000), y área geográfica (norte y sur de España). Se requirió que los
participantes estuvieran involucrados en una relación heterosexual estable con la actividad
sexual (porque la asertividad sexual implica negociación de conductas sexuales) durante al
menos 6 meses al momento del estudio. Las pruebas fueron realizadas individualmente en
diferentes entornos por investigadores bien entrenados (bibliotecas públicas, centros sociales
y lugares públicos). En las aulas universitarias, los participantes fueron evaluados
colectivamente. El propósito del estudio se explicó brevemente a todos los participantes. Se
obtuvo el consentimiento informado verbal y se garantizó el anonimato y la confidencialidad,
así como el uso exclusivo de las pruebas con fines de investigación.

Análisis de los datos

La invariancia de la medición se probó usando LISREL 8.51 (Jöreskog & Sörbom, 2001)
siguiendo el procedimiento descrito por Wu et al. (2007) para el análisis factorial confirmatorio
multigrupo (MG-CFA). Se evaluaron cuatro modelos: (a) la invariancia de configuración
restringió el número de factores y el patrón de cargas libres y fijas en ambos grupos; (b) la
invariancia débil probó la igualdad de las cargas de factores entre los grupos; (c) la fuerte
invariancia probó la igualdad de las intersecciones para ambos grupos; y (d) la invariancia
estricta suponía que las variaciones residuales para todos los artículos eran iguales entre los
grupos. Estos cuatro pasos se estimaron utilizando la máxima probabilidad. Para evitar
problemas con el tamaño de la muestra, se utilizaron tres índices principales para evaluar el
ajuste: el error cuadrático medio de aproximación (RMSEA), el índice de ajuste no normalizado
(NNFI) y el índice de ajuste comparativo (CFI). En este contexto, los valores de NNFI y CFI por
encima de .90 y los valores de RMSEA por debajo de .05 se usaron como indicadores de buen
ajuste (Cheung y Rensvold, 2002, Wu et al., 2007). Además, para evaluar el ajuste de los
modelos anidados, como el MG-CFA, se examinaron los cambios en los índices de ajuste
(Cheung y Rensvold, 2002; Wu, et al., 2007). Cheung y Rensvold (2002) recomendaron usar
∆CFI y propusieron ∆CFI -.01 como un buen indicador de la invariancia de la medición.

El funcionamiento diferencial de los ítems se probó mediante análisis logístico discriminante


(Hidalgo y Gómez, 2006; Hidalgo y Gómez-Benito, 2010) a través de SPSS 17.0. Se siguió un
procedimiento jerárquico de 3 pasos. El Paso 1 probó la contribución de cada puntaje de la
subescala (Iniciación y Sin timidez / Rechazo). El Paso 2 probó si el puntaje del ítem contribuyó
significativamente a las diferencias entre hombres y mujeres (variable dependiente), y el Paso
3 probó la interacción entre el puntaje de la subescala y el puntaje del ítem. Importancia del
Paso 2: el Paso 1 (Paso 2 en sí mismo) indicó DIF uniforme, mientras que la importancia de

Paso 3 - El Paso 2 (Paso 3 en sí) se consideró evidencia de DIF no uniforme. El tamaño del
efecto se probó a través del aumento en el R2 de Nagelkerke, de modo que los valores de
hasta .035 indicaron DIF insignificante, los valores entre .035 y .070 mostraron DIF moderado,
y los valores superiores a .070 indicaron DIF grande (Jodoin y Gierl, 2001). Se realizó un
procedimiento de purificación gradual para todos los artículos que muestran DIF. Finalmente,
para analizar la categoría de respuesta en la que existía el DIF, se realizó un análisis logístico
discriminante utilizando un modelo de probabilidad acumulativa en cada ítem que muestra DIF
(Mellenberg, 1995).

Resultados

Invarianza de medida

La invariancia de la medición comenzó probando la invarianza de configuración. Los resultados


mostraron que el modelo era el mismo para hombres y mujeres (ver Tabla 2). Aunque el valor
de 2 fue extremadamente alto debido al gran tamaño de la muestra, CFI y RMSEA mostraron
un ajuste adecuado. El paso 2 implicó probar si se admitía la invariancia débil o la equivalencia
de carga de factores. El NNFI, el CFI mostraron un buen ajuste, y el RMSEA estuvo cerca de un
buen ajuste, y el aumento en el CFI fue de -.002, lo que indica un buen ajuste para los modelos
anidados entre el modelo 1 y el modelo 2. El paso 3 probó una fuerte invariancia o
equivalencia de las intersecciones a través de grupos Los resultados mostraron un aumento en
el RMSEA y una disminución en el GFI, NNFI y CFI, por lo que no se admite una fuerte
invariancia. Además, los cambios en el CFI alcanzaron .023, lo que significaba que este modelo
anidado no se ajustaba a los datos y, por lo tanto, no se admitía una fuerte invariancia. En este
punto, los índices de modificación en la matriz Tau-x fueron evaluados y revelaron que los
ítems 2, 9 y

13 tenían grandes valores de modificación (110.19, 62.58 y 57.39, respectivamente) y grandes


valores de cambio esperado también (.149; -

.152; y -.149, respectivamente). Esto sugirió probar nuevamente la fuerte invariancia sin
restricciones para estos tres elementos. Aunque los resultados mostraron una ligera
disminución no significativa en el CFI ( CFI = -.01), los valores de NNFI, CFI y RMSEA tampoco
respaldaron una fuerte invariancia parcial. Dado que no se admite la invariancia fuerte y la
invariancia fuerte parcial, no verificamos la invariancia estricta entre géneros (Byrne y van de
Vijver, 2010; Wu et al., 2007).

Funcionamiento diferencial del artículo

Como se muestra en la Tabla 3, el único ítem que marcó DIF moderado uniforme entre
géneros fue el ítem 2 ( R2 = .059; “Siento que soy tímido cuando se trata de sexo”). El proceso
de purificación mostró que, después de eliminar el ítem 2 del puntaje correspondiente, el DIF
uniforme aún era moderado ( 2 = 144.55, p <.001, R2 =

.059). Los resultados del análisis logístico discriminante realizado en las categorías de escala de
respuesta revelaron DIF uniforme moderado en la categoría de respuesta 4 (siempre) para el
ítem 2 ( 2 = 158.56, p <.001, R2
= .065), lo que indica que las mujeres eligieron este ancla más frecuentemente que los
hombres (OR = 0.37).

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