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PSICOLOGÍA

CURSO: PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO 2

INTEGRANTES: BERNAL URCIA, EBERT


CHIMPÉN GARCÍA, LARRY
PANTA VILLEGAS, FERNANDA
PERLA ARRASCO, JOSUÉ
VARGAS PARDO, CÉSAR
VÁSQUEZ PARDO, MAURICIO

DOCENTE: CARLOS HUMBERTO FLORES GÁLVEZ

MONOGRAFÍA: DROGAS EN LA ADOLESCENCIA - SITUACIÓN PERÚ

Chiclayo, 06 de abril de 2019


DROGAS EN LA ADOLESCENCIA - SITUACIÓN PERÚ
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................... 3
CONCEPTO DE DROGAS ....................................................................................... 5
Tolerancia ............................................................................................................. 5
Síndrome de abstinencia ..................................................................................... 5
CLASIFICACIÓN DE LAS DROGAS ........................................................................ 6
Drogas sociales ................................................................................................... 6
Drogas ilegales .................................................................................................... 7
Drogas de síntesis ............................................................................................... 8
SITUACIÓN DE LAS DROGAS EN EL PERÚ .......................................................... 8
Microcomercialización ........................................................................................ 8
Lugares o puntos de venta ............................................................................... 10
Consumo ............................................................................................................ 12
ESTUDIOS EN ESCOLARES DE NIVEL SECUNDARIO EN EL PERÚ ................. 15
ADOLESCENCIA Y VULNERABILIDAD AL USO DE DROGAS……………………20
LA FAMILIA COMO FACTOR EN EL CONSUMO DE DROGAS .......................... 23
ASPECTOS PREVENTIVOS .................................................................................. 28
TRATAMIENTO Y REHABILITACIÓN .................................................................... 30
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ....................................................................... 34

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INTRODUCCIÓN
Los problemas relacionados con las drogas se están incrementando en el mundo entero.
La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), en el Informe
Mundial sobre las Drogas 2017 estima que en el mundo unos 250 millones de personas
habrían probado drogas en el 2015, existiendo al menos 29.5 millones de consumidores
que muestran trastornos vinculados con drogas.
El Perú no está ajeno a esta situación. Es uno de los países con mayor producción de
drogas cocaínicas en el mundo, que se distribuyen en el mercado nacional en muchos
lugares a muy bajo precio mientras el resto de la producción llega a mercados
internacionales, incluyendo países limítrofes y otros de América del Norte, Europa y
Asia, donde las ganancias de los grupos delincuenciales se incrementa
sustancialmente, junto con los daños sociales.
Diversos estudios epidemiológicos, reportes estadísticos e informes nacionales sobre el
consumo de drogas en población adolescente del Perú coinciden en que las sustancias
capaces de generar dependencia más consumidas por este sector, y las que originan la
mayor cantidad de problemas de salud pública, son el alcohol, por el lado de las drogas
socialmente aceptadas, y la marihuana, en el rubro de las drogas ilegales.
Sin embargo, en nuestro medio el campo de la investigación en adolescentes
involucrados en el abuso y dependencia a sustancias ha tenido escaso desarrollo, aun
habiéndose confirmado la precocidad del inicio en el consumo del alcohol y de la
marihuana y la notoria incorporación de las mujeres adolescentes en el consumo.
También es importante decir que si bien las dos sustancias mencionadas llegan a tener
los indicadores más altos de consumo, el fenómeno del policonsumo de drogas, o
consumo simultáneo o secuencial de una o más drogas, está llegando a tener notable
presencia.
Está claro que, ciertas características de este período evolutivo -la adolescencia-
pueden facilitar el consumo de alcohol y otras drogas; al igual que el consumo de todas
estas sustancias suele iniciarse en esta etapa de la vida, siendo el alcohol, la nicotina y
la marihuana, una puerta de entrada a otras drogas ilícitas y a patrones de consumo en
la línea de la dependencia y/o adicción, hacia la vida adulta. De este modo se hace
necesario cuales son estas características que hacen de la adolescencia un período de
vulnerabilidad y cuál es el lugar que ocupa el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas
en el mundo de los adolescentes.
También es visible en el medio el reducido campo alcanzado por la investigación en la
familia del joven implicado en el abuso de alcohol y otras drogas, aun habiéndose
establecido que la familia juega un rol en la etiología y prolongación del consumo de
drogas.
El ambiente familiar, es decir, la relación entre padres e hijos, los estilos de crianza,
creencias y mitos, clima familiar, conflictos, capacidad de recuperación de los periodos
de crisis, percepción parental del consumo de alcohol y otras drogas, entre otros
factores, al parecer pueden determinar la proclividad a ciertos factores de riesgo
adolescente o juvenil; o por el contrario, pueden contribuir al empoderamiento
psicológico, emocional, conductual y desarrollo de una buena calidad de vínculos
paternales y del sistema familiar.
En la literatura internacional, un considerable número de investigaciones sostienen que
durante la niñez y adolescencia los padres de familia juegan un papel fundamental en

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el desarrollo de los valores sociales y el fomento de la adopción de actitudes prosociales
y estilos de vida saludables.
La presente monografía a través de una constante búsqueda de información, busca
sensibilizar sobre este tema tanto a la población general como a distintos grupos de
interés (estudiantes, investigadores, consumidores), intentando crear una corriente de
opinión informada que se enfrente a las amenazas de las drogas y por el contrario
promueva un estilo de vida responsable, en salud y lícito.

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CONCEPTO DE DROGA DE ABUSO
El concepto de droga de abuso define mejor lo que habitualmente se entiende como
droga; así, se trata de una sustancia de uso no médico con efectos psicoactivos (capaz
de producir cambios en la percepción, estado de ánimo, conciencia y comportamiento)
y susceptibles de ser auto-administradas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define «droga» como toda sustancia que
introducida en el organismo por cualquier vía de administración produce una alteración
del natural funcionamiento del sistema nervioso central y es susceptible de generar
dependencia, ya sea psicológica, física o ambas.
También es importante establecer la diferencia entre una droga y un medicamento. Esto
no implica criterios farmacológicos, químicos o médicos, sino matices de tipo
instrumental y social: el que sea el propio individuo quien se administra la sustancia sin
prescripción médica y que el objetivo no sea el tratamiento de una patología.
De hecho, algunas sustancias son consideradas drogas o fármacos según el contexto:
los esteroides, por ejemplo, son en principio fármacos de prescripción pero si son
usados en gimnasios para mejorar el rendimiento físico se considerarían drogas.
TOLERANCIA
Es un fenómeno farmacológico que se manifiesta con la pérdida gradual de los efectos
de una droga ante su uso frecuente en el tiempo. Esto obliga al usuario a incrementar
las dosis para recuperar el efecto inicial. Al mantener un patrón de uso con una dosis
mayor, nuevamente el efecto tiende a perderse con el paso del tiempo, lo que genera
una necesidad de incremento de la dosis ingresando a un espiral de consumo sin
control. “La tolerancia tiende a desarrollarse en los pacientes y principalmente en los
dependientes habituados pudiendo llegar a tolerar grandes dosis que pueden
predisponerlos a reacciones adversas”. (Agois, 2018)
SÍNDROME DE ABSTINENCIA
Al interrumpir la administración de la droga de consumo por diversas razones (carencia
de droga, dificultad para conseguirla, etc.), aparecen una serie de síntomas psíquicos y
físicos que crean un intenso malestar y pueden provocar la repetición del consumo: es
el síndrome de abstinencia (Diez Canseco, 2018)
Neurotransmisores:
- Dopamina: principal regulador de la sensación de placer.
- Adrenalina: regulador del estado alerta (iniciativa, buen humor y deseo sexual).
- Noradrenalina: regulador del estado de felicidad (eleva el ánimo, la energía y el
optimismo).
- Serotonina: regulador del estado de ánimo (bienestar y alegría), emociones, y
percepción sensorial.
El consumo crónico de drogas origina variados efectos en el cerebro. Entre ellos:
- Disminución del número de receptores que responden a la droga en la vía
mesolímbica.
- No se aumenta un segundo mensajero en centros neurales como el núcleo
accumbens.
Estos cambios suponen neuroadaptaciones; esto conlleva:

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- Tolerancia: El consumidor cada vez necesita mayor cantidad de droga para
obtener los mismos efectos, esto obedece a la disminución de receptores en el
cerebro.
- Dependencia física.
- Activación de los mecanismos cerebrales de recompensa.
- Necesidad irresistible de droga.

CLASIFICACIÓN DE LAS DROGAS


Por su origen:
- Drogas naturales: Son aquellas sustancias que se recogen directamente de la
naturaleza para ser consumidas por el individuo. Por ejemplo, la hoja de la coca.
- Drogas semi-sintéticas: Son sustancias naturales obtenidas por síntesis parciales. Por
ejemplo, el aislamiento de ciertos alcaloides origina que las drogas sean más potentes,
como es el caso de la cocaína y la pasta básica de cocaína dado que son derivados de
la hoja de coca.
- Drogas sintéticas: Se trata de sustancias químicas que se obtienen en laboratorios
clandestinos, derivadas de una combinación de una serie de sustancias, muchas de
desechos de laboratorio, (Espinosa, 2018). En este contexto, se encuentran drogas
como el éxtasis, metanfetamina, LSD, entre otras.
Por sus formas de uso:
- Drogas sociales: alcohol, tabaco.
- Drogas folclóricas: hojas de coca, ayahuasca, san pedro, etc.
- Drogas terapéuticas: medicamentos.
- Drogas de abuso: marihuana, drogas cocaínicas (cocaína, PBC, crack), opioides.
- Drogas de uso industrial: pegamentos (”terokal”), gasolina, thinner, bencina.
Por sus efectos sobre el Sistema Nervioso Central:
- Drogas estimulantes. Son sustancias que estimulan el Sistema Nervioso Central
generando hiperactividad, locuacidad e incremento de la actividad físico y psíquico. Las
principales sustancias son: las drogas cocaínicas y la anfetamina.
- Drogas depresoras. Son sustancias que alteran al Sistema Nervioso Central,
disminuyendo su actividad; estas sustancias producen aletargamiento, lentitud en los
movimientos y forma de pensar. Generalmente causan sueño y somnolencia. Entre las
sustancias depresoras, la más conocida es el alcohol.
- Drogas alucinógenas. Son sustancias que modifican el funcionamiento del Sistema
Nervioso Central, produciendo distorsión de la realidad y alucinaciones. Así como
originando cambios emocionales intensos y variados, y distorsiones de la personalidad.
Las principales sustancias son Marihuana, el LSD, etc.
DROGAS SOCIALES
Las drogas sociales, legales o lícitas son aquellas sustancias que se pueden obtener o
comprar libremente, incluyen a los medicamentos o fármacos que son prescritos por los
médicos (Flury, 2018). Son producidas de manera industrial, están sometidas a

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regímenes tributarios específicos, pudiendo incluso ser objeto de publicidad en los
medios de comunicación.
- ALCOHOL: El abuso de alcohol y consumo recurrente genera dependencia,
denominada de manera corriente como alcoholismo. El alcoholismo como
enfermedad, se caracteriza por la dificultad para controlar el consumo de
bebidas alcohólicas. El deterioro en la capacidad de controlar su consumo
puede ser intermitente y muy ligero, en las fases iniciales de la enfermedad;
pero puede llegar a ser continuado e intenso, más adelante. Conduciendo a
una automatización progresiva de la conducta de auto-administración de la
bebida y, a una pérdida de la capacidad de auto controlarse permanente, tan
grave como la de cualquier otra conducta adictiva a sustancias.
- TABACO: La nicotina es un alcaloide natural que está presente en las hojas
de tabaco, y es el principal responsable del uso prolongado del tabaco pese
a sus efectos nocivos (Reich, 2018). A pesar que existen diferentes métodos
para administrarse nicotina, fumar cigarrillos es la forma más prevalente de
adicción a la nicotina. Esta es una sustancia que se absorbe esencialmente
por inhalación, en los pulmones, o a través de la piel, comenzando su acción
al unirse a los receptores colinérgicos- nicotínicos.
- TABACO Y ALCOHOL, UNA COMBINACIÓN MUY FRECUENTE:
El alcohol y tabaco son, con una gran diferencia, las drogas con el mayor
número de adictos y adictas en el mundo. También son las drogas que
generan el mayor costo sanitario y social. Comparten la legalidad de su
consumo y ello les permite estar permanentemente presentes en nuestra
sociedad.
DROGAS ILEGALES
Las drogas ilegales o ilícitas son aquellas sustancias, cuyo consumo está prohibido por
ley. Las personas involucradas en su comercialización ingresan en el ámbito delictivo y
son perseguidas por las fuerzas del orden. Sin embargo, el uso de sustancias ilegales,
como es el caso de la marihuana, se ha extendido a tal punto en el país que es la
sustancia de abuso de mayor consumo por todos los grupos etareos sin distinción de
estrato social ni de educación.
- MARIHUANA: La marihuana (cannabis sativa); los cannabinoides, al igual que
el resto de las drogas de abuso, inducen conductas de auto- administración
repetida en animales de laboratorio y provocan un marcado condicionamiento.
Su intenso, prolongado consumo y estado de salud mental del usuario puede
inducir tolerancia, abstinencia y dependencia, pudiendo sensibiliza, dependiendo
del perfil del consumidor, a modificaciones en la neurobiología del cerebro.
- CLORHIDRATO DE COCAÍNA: Los efectos del clorhidrato de cocaína varía
según la dosis, frecuencia, vía de administración y grado de adulteración y la
combinación con otras sustancias (Roman, 2018). El consumo controlado
habitualmente es experimental o recreativo y precisa cantidades moderadas de
sustancia (menos de 1/4 de gramo por ejemplo); y todavía se mantiene cierto
autocontrol sobre el consumo. En cambio, el consumo patológico o compulsivo
es caracterizado por la compulsión del consumo, donde se usa una mayor
cantidad de droga, muchas horas o días seguidos y existe incapacidad de
abstenerse a pesar de las consecuencias negativas evidentes.
- PASTA BÁSICA DE COCAÍNA: La Pasta Básica de Cocaína (PBC) es un
poderoso estimulante del SNC. Es una mezcla de diversas sustancias que se

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produce durante el proceso de extracción de los alcaloides de la hoja de coca.
El componente principal es la cocaína que, en la sustancia no adulterada, debe
representar más del 80% de su masa. A los efectos devastadores del consumo
de esta droga se añade un componente particular: el prematuro deterioro
comportamental, social y familiar. En efecto, la rápida incorporación de
conductas antisociales o psicopáticas
DROGAS DE SÍNTESIS
Se considera como drogas sintéticas a aquellas sustancias producidas o 'sintetizadas'
en laboratorios clandestinos que tienen como objetivo producir, mediante variaciones en
su estructura química, sustancias con efectos similares o más potentes que las drogas
tradicionales (Vega, 2018). En algunos contextos son conocidas como 'drogas de
diseño' al considerar que son sustancias elaboradas 'ad hoc' para producir determinados
efectos.
- ANFETAMINA: es un agente adrenérgico sintético, poderoso estimulante del SNC. Se
trata de un derivado químico de la efedrina. Su presentación es en forma de pastillas o
cápsulas de diferente forma y color. Sus principales efectos son la sensación de alerta,
confianza, incremento de la energía y de la autoestima y disminuye la sensación de
hambre y de sueño. Es una sustancia adictiva, capaz de generar dependencia con
mucha facilidad.
- METANFETAMINA: Es un poderoso estimulante del SNC con capacidad de generar
dependencia. Es la segunda droga más consumida en el mundo luego de la marihuana.
Se trata de un polvo blanco, cristalino, sin olor y con sabor amargo que se disuelve
fácilmente en agua o licor. La dependencia a la metanfetamina conlleva riesgos
neurológicos importantes debido a disfunciones en la producción del neurotransmisor
dopamina. Este desbalance está relacionado con síntomas similares a enfermedad de
Parkinson
- MDMA O “EXTASIS”: La MDMA (3,4-metilenodioximetanfetamina), conocida como
'éxtasis', es una base sintética derivada de la feniletilamina y relacionada
estructuralmente con la sustancia estimulante psicomotora anfetamina y la sustancia
alucinógena mezcalina, compartiendo propiedades de ambos compuestos. Se la
considera como una droga recreativa debido a su contexto de consumo como suelen
ser las discotecas, pubs y bares.
Sus efectos varían en función de la dosis, el grado de adulteración, las expectativas y
la personalidad del usuario, entre otros factores.
- KETAMINA: Es un anestésico disociativo que continúa siendo aceptado en la medicina
humana y en la veterinaria. Pero también tiene propiedades alucinógenas, psicodélicas
y estimulantes que han motivado su consumo con fines no terapéuticos (Espinosa,
2018). El consumo de la ketamina afecta a varias áreas del cerebro, como el referido al
del glutamato, dopamina (con efectos similares a la cocaína, incluyendo el bloqueo de
la recaptación de dopamina), serotonina, opioides, noradrenalina y cortisol. En los
efectos del consumo destacan las sensaciones que van desde un sentimiento agradable
de flotar hasta la sensación de separación del cuerpo.
SITUACIÓN DE LAS DROGAS EN EL PERÚ
MICROCOMERCIALIZACION
Las estrategias y acciones de control de la exportación de las drogas cocaínicas
principalmente al mercado norteamericano, europeo y asiático; los métodos de
interdicción que buscan desarticular las grandes mafias de traficantes, sumado a las

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acciones de los diversos programas de sustitución de cultivos de plantaciones de la hoja
de coca entre otros factores, han contribuido en una mayor disponibilidad de drogas
cocaínicas, marihuana y otras sustancias en el mercado interno del país dentro de un
proceso de significativo abaratamiento de los precios, fenómeno observado en Lima y
otras ciudades urbanas del Perú.
Hoy, es fácil corroborar que el precio del clorhidrato de cocaína ha decrecido
significativamente, así como el de la pasta básica de cocaína, llegando a ser en este
último a tener un precio exiguo. Esta situación podría guardar relación con variados
factores como la producción a gran escala de las sustancias cocaínicas.
La UNODC (2013) ya advertía que el promedio de costos de un kilogramo de PBC en
las zonas de producción era de 800 dólares (2,400 soles) en promedio, mientas que el
de la cocaína era de 1,200 dólares (3,600.00 soles). Estos precios a su vez, como se
cita en UNODC (2017), se calcula que unos 250 millones de personas, es decir,
alrededor del 5% de la población adulta mundial, consumieron drogas por lo menos una
vez en 2015. Estos precios se han mantenido estables hasta el 2017, al parecer la gran
producción nacional, sumada al generado por Bolivia, estarían evitando el incremento
del precio de la cocaína y de la pasta lavada.
Al parecer este mismo fenómeno se estaría dando en el tráfico interno para el consumo
nacional. Así, las rutas de acceso para trasladar la cocaína y derivados hacia Lima y
otras ciudades de la costa si bien son dinámicos y con características variadas, las
drogas cocaínicas no han experimentado un incremento en sus precios, más bien se
observa que los precios de la cocaína y de la PBC en determinados espacios se han
reducido. La explicación de estos nuevos escenarios de abaratamiento podría estar en
las nuevas drogas químicas y principalmente en la fuerte tendencia del consumo
múltiple o consumo secuencial o simultaneo de dos o más drogas. Si bien no se dispone
de evidencia científica sobre la adulteración de estas sustancias, se infiere que los micro
comercializados también tengan ciertas dificultades en el proceso de falsificación de las
drogas considerando que por ejemplo el precio de un “kete” de PBC (menos de un
gramo) desde hace años su precio exiguo se mantiene inalterable. (ver gráfico 1)
Estos nuevos escenarios acompañados de las redes sociales han impulsado a los micro
comercializadores a expandir y mejorar su red de ventas mediante la modalidad de
“delivery”, para esos efectos utiliza la telefonía móvil e internet.
Anteriormente, el comprador (consumidor) tenía que arriesgarse e ir en busca de su
proveedor de drogas ilegales a lugares peligrosos en donde se exponía a que le roben
o a que la policía lo intervenga.
Esta situación ocasionaba que, en muchos casos, por miedo, el consumidor se inhibiera
de ir a comprar las sustancias. Ahora podemos observar como mediante el uso de los
teléfonos móviles y las redes sociales el contacto que se establece con el vendedor es
inmediato y se puede acordar donde será la transacción. Normalmente la sustancia es
llevada a las fiestas, o a un lugar cercano a la vivienda del consumidor, generando así
una sensación como de seguridad en la transacción.
También se ha observado que el perfil del vendedor de drogas ha evolucionado con el
tiempo. Ya no hablamos de una persona que podríamos considerar “un delincuente” o
un “hampón”, sino que ahora los vendedores podrían ser cualquier chico, universitario,
hijo de familia o vecino de cualquier barrio, la incursión de nuevos vendedores dedicados
al comercio de las nuevas drogas sintéticas, presentan nuevos perfiles de expendedores
que en muchos casos difieren a los que venden PBC o cocaína.

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En el fenómeno del tráfico al menudeo también se observa que muchos vendedores
permanecen indefinidamente en el negocio ilícito en razón que mayoritariamente
también son consumidores. A esto se le suma la corrupción que existe en diferentes
esferas de nuestro país, específicamente hablando, algunos malos elementos de la
policía, que a cambio sobornos (“coimas”) pueden “incrementar o perdonar” el acto
delictivo.
El micro comercio o venta al menudeo de drogas, es la venta al por menor que busca
proveer de drogas al consumidor generalmente dependiente o adicto. Este escenario se
caracteriza por la presencia de mafias locales, pandillas e incluso familias (padre,
madre, hijos, tíos, etc.), dedicadas a este ilícito negocio. Los micro comercializadores
suelen ser aprovisionados de drogas por los abastecedores, quienes a su vez la
compran a los traficantes, para su distribución y venta a los consumidores finales en
determinadas zonas de influencia.
De esta manera se ha llegado a estructurar redes de comercialización bajo distintas
modalidades de venta, como:

 Puntos de venta extendidos en la ciudad de Lima, Callao y otras ciudades. En la


actualidad es común que el expendio de drogas se lleve a cabo en viviendas,
casas abandonadas, lugares públicos, como calles, parques, plazas, etc., a
donde acuden los consumidores para adquirir las drogas. Hay que decir que en
no pocos casos estos puntos de venta también son lugares de consumo.
 El comercio de drogas de abuso en espacios de diversión juvenil. Comprende
encuentros multitudinarios o fiestas juveniles, discotecas, eventos como
conciertos, entre otros, escenarios donde independientemente de la intensa
oferta de alcohol, también se ofrecen sustancias a través de los micro
comercializadores.

 A domicilio o “delivery”. El consumidor solicita por telefonía móvil a un proveedor


el envío de la droga a su domicilio u otro lugar. Esta modalidad se ha extendido
en el ámbito nacional, llegando a las principales ciudades urbanas del país.

 A través del internet. En nuestro medio incluye el expendio de marihuana y


semillas, drogas cocaínicas y sustancias sintéticas como el éxtasis, ketamina,
LSD, PCP, metanfetamina y otras drogas.

LUGARES O PUNTOS DE VENTA

El mercado de expendio de las drogas ilícitas, como el de las sustancias cocaínicas,


cocaína, PBC y crack, y el de las drogas sintéticas, tanto en Lima metropolitana como
en las principales ciudades del país, ha experimentado una expansión importante a
partir de la venta de estas sustancias a través de Internet, las redes sociales y otros
espacios virtuales.

Sin embargo, la venta tradicional de drogas -el expendio en diversos puntos de la


ciudad- aún subsiste en la mayoría de los distritos de Lima y Callao y en las principales
ciudades del Perú, como Arequipa, Tacna, Chiclayo, Trujillo, Tumbes, Pucallpa, Iquitos,
Huancayo, entre otras ciudades.

CEDRO, a través del servicio de atención en casos de abuso de drogas Lugar de


Escucha, desde hace varios años viene sistematizando la información y condensando

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la misma en un plano sobre los puntos de venta de drogas en la ciudad de Lima y el
Callao. Dicha información procede de los mismos pacientes atendidos, quienes
voluntariamente proporcionan el nombre de los lugares donde suele adquirir la droga.

Al año 2018, el número de puntos de expendio de cocaína, PBC y marihuana pasan los
1,500. Cabe mencionar que muchos de estos puntos de expendio, a la vez, son espacios
para el consumo. (Ver gráfico 2)

Grafico 1: DINAMICA DE LA CADENA DE DROGAS

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Grafico 2: ZONAS DE MICROCOMERCIO DE DROGAS EN LIMA

CONSUMO
El consumo de drogas constituye un problema de salud pública, que se inicia en la
adolescencia y la juventud, y trae consecuencias graves para la salud además de la
adicción. El último estudio de consumo de drogas publicado por Cedro en 2017
«Epidemiología de Drogas en la Población Urbana Peruana 2017. Encuesta de
Hogares» muestra los resultados de 8424 encuestas aplicadas en 13 ciudades: Lima
Metropolitana, y 4 ciudades por cada región natural del país (costa, sierra y selva), a
pobladores de 12 a 65 años.
La Prevalencia de vida es un indicador general que refleja la tasa de personas que han
usado una sustancia al menos una vez en la vida. La prevalencia de vida es mayor para
las drogas legales alcohol (PV=79.2%) y tabaco (52.5%). La Prevalencia de vida de las
drogas ilegales es mayor para la marihuana (Cannabis) (PV= 8.1%), la Pasta básica de
cocaína (PBC, PV=2.0%) seguida del clorhidrato de cocaína (1.6%), el éxtasis (MDMA)
tiene una prevalencia de vida menor al 1%.
Los estudios epidemiológicos realizados por Cedro en el país desde la década de los
sesenta del siglo pasado han mostrado la existencia de diferencias en el consumo de

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drogas sociales e ilegales en los distintos grupos poblacionales y que influyen en la
prevalencia y la incidencia del consumo de drogas en el país: el sexo, edad, nivel de
instrucción y lugar de residencia. Asimismo, se han reconocido factores de riesgo y
protección para el consumo de drogas en los jóvenes. (ver gráfico 3)
Uno de los factores de riesgo más importantes para la iniciación del consumo de drogas
por los adolescentes es la disponibilidad de la droga. Cuanto mayor es la disponibilidad
y oferta de drogas, mayor es el número de adolescentes y jóvenes que se inician en el
consumo de drogas. Por ello En la Encuesta de Hogares realizada por Cedro en 2017,
se incorporó el indicador ofrecimiento de drogas.
La oportunidad de ofrecimiento de drogas es elevada en nuestro país, y se observa que
más de la cuarta parte de la población encuestada de 12 a 65 años recibió al menos un
ofrecimiento para consumir drogas ilegales en su vida.
También se muestra que existe un mayor ofrecimiento de Marihuana y éxtasis en
provincias (29.5% y 3.0% respectivamente) que en Lima (24.9% y 2% respectivamente),
asimismo que existe un mayor ofrecimiento de drogas cocaínicas en Lima que en
provincias, La marihuana es la droga más ofrecida tanto en Lima como en provincias.
La población percibe una oferta importante de drogas en el mercado ilícito de las
ciudades estudiadas en 2017. La droga con mayores reportes de oportunidad de
ofrecimiento es la marihuana (26 de cada 100 personas), seguido por la PBC (10 de
cada 100), la cocaína (8 de cada 100) y el éxtasis (3 de cada 10). El ofrecimiento de
drogas es mayor en Lima que en provincias, salvo para el caso del éxtasis. (CEDRO:
Zavaleta A, Tapia L, Chávez V. y Vertiz R. 2017).
El INEI (2017) ha publicado recientemente algunos datos sobre la relación del consumo
de alcohol y tabaco, a los que considera factores de riesgo para el desarrollo de
enfermedades crónicas junto con la baja ingesta de frutas y verduras y la obesidad. El
uso abusivo de alcohol está considerado como un factor de riesgo en el padecimiento
de algún tipo de cáncer, cirrosis hepática y enfermedades cardiovasculares. De acuerdo
con los resultados de la ENDES 2016, el 91,6% de las personas de 15 y más años de
edad declararon haber consumido alguna bebida alcohólica, alguna vez en su vida.
Siendo mayor este porcentaje en los hombres con 95,1% que en las mujeres 88,3%. El
mayor porcentaje de personas que tomaron algún tipo de licor, alguna vez en su vida,
se encontró en Lima Metropolitana (95,6%), seguido del Resto Costa (94,9%). Los
menores porcentajes se hallaron en la Sierra con 86,5% y en la Selva con 91,0%. Estas
cifras son similares al 2015. (INEI 2017).
El tabaco es la segunda droga más consumida en el Perú. Su consumo se inicia cada
vez a menor edad y con mayor gravedad en los adolescentes, jóvenes y mujeres. Los
escolares son más susceptibles a la iniciación en el consumo del tabaco por las
influencias externas de la industria tabacalera, la publicidad y por la labilidad de la
adolescencia entre otros factores. En el Perú en los últimos 20 años, el consumo de
tabaco fumado (cigarrillos) en escolares ha sido mayor en los hombres que en las
mujeres. Sin embargo, este perfil al parecer está cambiando. Hacia el patrón europeo
donde las mujeres fuman más que los hombres. Según los datos de la Encuesta Global
de Tabaquismo en escolares Perú (2008) realizado en la ciudad de Ica, el consumo fue
mayor en mujeres escolares que en hombres. En esta ciudad se realizó el primer
hallazgo de una variación hacia el patrón europeo de consumo de tabaco con un rápido
incremento del consumo en las adolescentes del sexo femenino. (Zavaleta y col, 2008).

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En el estudio epidemiológico de Cedro 2017, las mayores prevalencias de vida de
tabaco se evidencian en los grupos de mayores de 25 años (61.0% a 68.8%) y la menor
en el grupo de 12 a 18 años de edad (20.2%). Es importante señalar, que la edad de
inicio promedio de primer consumo en el Perú se ubica en los 18.4 años.
En la población escolar, el consumo de drogas legales fue mayor en hombres
(PV=25.1%) que en mujeres (PV=21.5%). También el consumo de drogas ilegales fue
mayor en hombres (PV=4.5%) que en mujeres (PV=3.1%). El consumo fue mayor en
los estudiantes de mayor edad (17 a 20 años) que en los de menor edad (11 a 13 años).
(DEVIDA, 2013)
En los escolares el consumo de marihuana fue mayor en escolares de colegios privados
que en los públicos (relación 1.31 a 1). Las prevalencias de consumo de PBC y éxtasis
fue mayor en los estudiantes de colegios públicos que en los privados.
Especial mención requiere el consumo en edad escolar. El estudio de consumo de
drogas realizado por DEVIDA en población escolar secundaria peruana en el 2012
mostró que cerca de 900,000 (PV=40.5%) adolescentes escolares habían probado una
droga legal en su vida (alcohol o tabaco), y 177,000 (PV=8.1%) habían consumido
alguna droga ilegal en su vida. La prevalencia de vida de consumo de drogas médicas
alcanzo a 120,000 escolares (PV 5.5%) (DEVIDA 2013).
En el mismo estudio la edad promedio de inicio del consumo de alcohol y tabaco en los
escolares peruanos fue de 13.3 años. En las drogas ilegales, la edad promedio de inicio
oscila entre los 12 y 14.3 años. El éxtasis registró una edad promedio de inicio similar a
la de la marihuana, PBC y cocaína. (DEVIDA, 2013).
Las evidencias obtenidas por Cedro y otras instituciones demuestran que el consumo
de drogas ilegales muestra que el problema del consumo de drogas es muy grave para
el país y requiere la mayor atención por parte de las autoridades educativas, policiales,
políticas y aquellas encargadas de la juventud y la mujer. En el país se producen drogas
que llegan a la población a bajos precios y en muchos puntos de distribución; sin
embargo, es necesario redoblar los esfuerzos necesarios para identificar cuáles son los
factores de riesgo que afectan a la población y enfrentarlos directamente; solo de esa
manera será posible ir venciendo la amenaza de las drogas.
Uno de los objetivos principales del combate al consumo de las drogas es la prevención
a fin de impedir y/o distanciar el primer consumo de la droga y nuestros adolescentes.
Un segundo objetivo debe ser alejar a la droga del alcance de nuestros adolescentes y
jóvenes mediante las medidas de interdicción.

14
Gráfico 3 PREVALENCIA DE VIDA DE DROGAS ILEGALES Y LEGALES EN EL PERU

ESTUDIOS EN ESCOLARES DE NIVEL SECUNDARIO EN EL PERÚ


ASPECTOS EPIDEMIOLÓGICOS
Según (Milton J. Rojas Valero y Alejandra B. Rodríguez Chacón 2013):
Existe suficiente información epidemiológica para sostener que los púberes y
adolescentes son los más vulnerables al consumo de sustancias legales, ilegales y
drogas médicas dado que su identidad se encuentra en un estadio de formación,
además de la marcada fluctuación de estados de ánimo que los sensibiliza al uso
experimental y recreativo.

15
Estudios en escolares
Según DEVIDA (2013):
Confirman que el alcohol sigue siendo la sustancia legal más consumida por los y las
escolares; y si bien la edad promedio de iniciación es 13 años, la edad de inicio más
baja de consumo se ubica en los 8 años. Uno de cada cuatro estudiantes, es decir el
25%, que declara haber consumido alcohol alguna vez en su vida se inició en la ingesta
de alcohol entre los 8 y los 11 años. Sin embargo, el 50% de los bebedores escolares
comenzaron la ingesta cuando tenían entre 12 y 14 años. Por otro lado, del 40.5%
(900,000) de escolares encuestados que informan haber probado alguna droga legal,
sea alcohol o tabaco, el 23.3% admite que lo hizo en el último año y el 12.3% en el
último mes antes de la encuesta. En la Tabla 1 se presentan los indicadores de consumo
de alcohol y otras drogas de abuso legales, ilegales y médicas.
TABLA 1:

Alcohol
Se observa en la Tabla 2 la prevalencia de año del consumo de alcohol en función del
tipo de colegio. En esta se informa que los colegios privados obtienen un porcentaje alto
de consumo, 27.4%, respecto de los colegios públicos, 16.7%

16
TABLA 2:

En la Tabla 3 se aprecia que el consumo de bebidas alcohólicas se incrementa en


función de la edad y el año de estudio de los estudiantes.
TABLA 3:

El entorno familiar, que incluye a padres y hermanos, 19.4%, y otros familiares (primos,
tíos, etc.), 17.1%, es el principal ambiente de inicio del consumo de bebidas alcohólicas,
36.5 %, seguido de los amigos del barrio, 24.3%, y los compañeros de estudio, 23.8%.
En lo que respecta a la tasa de incidencia anual de alcohol, el estudio determinó que
cada año más de 230 000 escolares se inician en el consumo de bebidas alcohólicas.
La misma investigación exploró en los escolares el patrón de consumo problemático de
alcohol. Para los efectos, se aplicó la escala Crafft a los usuarios recientes de bebidas
alcohólicas, siendo los indicadores de detección el riesgo psicosocial, la percepción
negativa del modo en que se consume alcohol, incapacidad para controlar el consumo
y la pérdida de la capacidad de memoria. Los resultados se presentan en la Tabla 4.

17
TABLA 4:

De la Tabla 4 se desprende que el 46.1% (198,706) de escolares que bebieron en los


últimos 12 meses son consumidores problemáticos; dentro de esta misma categoría
observamos que los varones obtienen una tasa de 47.3%, mientras que las mujeres un
porcentaje cercano, 44.7%, y mayoritariamente proceden de colegios públicos, 47.2%.

Marihuana
Según (Milton J. Rojas Valero y Alejandra B. Rodríguez Chacón, 2013) la marihuana,
es la droga ilegal con uno de los más altos índices de consumo en el mundo con un
ritmo de crecimiento sostenido, a lo que se agrega una preocupante disminución en la
edad de inicio. Esto último tal vez sea lo más riesgoso desde la perspectiva de la salud
pública si consideramos que cuanto más precoz sea el inicio en la adolescencia
temprana, más perjudiciales serán los efectos respecto a un inicio tardío.
En el Perú, los patrones de las prevalencias de vida, año y mes del consumo de la
marihuana siguen encabezando las estadísticas del consumo de las drogas ilícitas. Esta
tendencia viene acompañada por una mayor cantidad de peticiones de consejería y
tratamiento en los establecimientos de salud.
Los profesionales de la salud a los que se dirige esta demanda se encuentran ante un
número creciente de púberes, adolescentes y jóvenes que comunican los problemas
asociados con el consumo de esta sustancia (dependencia, insomnio, crisis de
ansiedad, pánico, apatía, irritabilidad, episodio psicótico, etc.) y que solicitan ayuda
especializada para interrumpir el uso sea de carácter temporal o indefinido
En la última década, la conciencia de riesgo asociada al consumo del cannabis ha
disminuido y se ha incrementado el nivel de vulnerabilidad entre los escolares y
estudiantes de instrucción superior. Su uso ocasional es considerado como inocuo e
indicativo de estar a tono con el mundo por la mayoría de los jóvenes; lo que sustenta
la relación entre el alto consumo y la baja percepción de riesgo.
Ahora bien, los datos del estudio en escolares de DEVIDA (2013) informan que el 4,3 %
de los encuestados (94,790) admiten haber consumido marihuana alguna vez en su
vida, mientras que el 2.2% (47,234) informan haberlo hecho en el último año (Tabla 5);
también se observa que el cannabis llega a obtener una incidencia de 1.5%. Esto quiere
decir que de cada 100 estudiantes que no consumían esta sustancia un año antes de la
encuesta, 1.5% se iniciaron en el uso en los últimos 12 meses. La edad promedio de

18
inicio del consumo es 14.3 años, coincidiendo con las edades de iniciación de la PBC,
cocaína y MDMA o éxtasis (Tabla 1).
TABLA 5

En la Tabla 6 se presenta la prevalencia de año del consumo de cannabis, según edad


y año de estudio, en la que observamos que la prevalencia se incrementa en función a
la edad y año de estudios, concluyendo que el consumo se duplica en los estudiantes
que tienen entre 17 y 20 años, respecto a los de entre 11 y 13 años, observándose un
patrón similar en cuanto al año de estudio.
TABLA 6

En cuanto a la prevalencia del consumo de cannabis en función del tipo de colegio


(Tabla 7) encontramos que la tasa es significativamente más alta en las instituciones
educativas privadas, 2.7%, que, en las públicas, 1.9%. El estudio de DEVIDA (2013)
estima que por cada 100 escolares de instituciones públicas que usan sustancias ilícitas,
131 estudiantes de centros privados también lo hacen. El mismo estudio sostiene que
el consumo de drogas legales, ilegales y médicas es más alto en los colegios privados
que en los públicos.
TABLA 7

19
En la Tabla 8 observamos que las instituciones educativas de varones obtienen la tasa
más alta de consumo de cannabis, 2.8%, en relación con los colegios de mujeres, 1.4%,
y mixtos, 2.2%. Sin embargo, el reconocimiento del consumo de marihuana por parte de
las mujeres no es marginal y es el más alto respecto a las demás drogas ilícitas en el
rubro del consumo femenino que examinó el estudio.
TABLA 8

ADOLESCENCIA Y VULNERABILIDAD AL USO DE DROGAS


En la adolescencia el sujeto está experimentando una serie de cambios decisivos para
su vida futura. En esta etapa evolutiva el universo de valores, intereses, actitudes vitales
y comportamientos adultos quedan, si no fijados, al menos orientados, y la propia
identidad personal se va configurando, experimentando un desarrollo emocional,
comportamental y físico que lo llevará a tratar de independizarse de sus padres y a
buscar su propia identidad.
De acuerdo a Maturana (2011), desde una perspectiva individual, debemos recordar
que la pubertad se manifiesta por profundas modificaciones fisiológicas que
evidentemente tienen importantes repercusiones psicológicas y/o sociales, tanto a nivel
de la realidad concreta como a nivel de lo imaginario y lo simbólico.
El cuerpo se transforma a un ritmo variable, pero de forma global, enfrentándose el
sujeto a una serie de modificaciones corporales que le cuesta integrar y que sobrevienen
a un ritmo rápido. Vestido o a veces disfrazado, el cuerpo representa para el adolescente
un medio de expresión simbólica de sus conflictos y de sus formas de relación.
En el ámbito neurobiológico, se sabe desde hace mucho tiempo, que las funciones
integrativas superiores están contenidas dentro de la corteza cerebral. La mente
humana depende en parte del encéfalo, el cual se desarrolla en secuencia evolutiva
para varias estructuras y funciones biológicas (Maturana, 2006).
Con la pubertad se da inicio a la adolescencia, etapa en la cual el cerebro está sometido
a un sinnúmero de cambios que lo hacen más sensibles a un sinnúmero de estímulos,
entre ellos los estímulos químicos generados por las distintas drogas. Estos estímulos,
tienen la potencialidad de producir cambios, que tenderían a perdurar en el tiempo,
generando ciertas modificaciones en la circuitería cerebral, base fundamental de la
adicción en el adulto.
La corteza prefrontal, estructura involucrada en el juicio, planificación y toma de
decisiones, es la última en desarrollarse en el adolescente, esto puede ayudar a
explicar, por qué los adolescentes tienden a tomar riesgos, por qué estos son
particularmente vulnerables al abuso de drogas y por qué la exposición a drogas en este
periodo crítico, puede afectar la propensión para adicción futura.

20
Esto enfatiza la relevancia de sustancias consideradas bajo el término de “droga puerta
de entrada”, las cuales producirían cambios neurobiológicos que aumentarían la
respuesta del Sistema Nervioso Central a otras sustancias adictivas (Fergusson, Boden,
& Horwood, 2006).
La droga puerta de entrada se define como la secuencia en la cual el uso de una
sustancia precede y aumenta de alguna manera la probabilidad del uso de otra
sustancia ilícita. Algunos ejemplos estudiados son cannabis, tabaco y alcohol.
(Fergusson, Boden, & Horwood, 2006).
Es posible que el efecto directo del alcohol, la nicotina y las otras diferentes drogas
potencialmente adictivas en los sistemas dopaminérgicos, tienda a alterar los circuitos
neurobiológicos involucrados, promoviendo los cambios neurobiológicos observados en
los trastornos por uso de sustancias en el adulto (Chambers, Taylor, & Potenza, 2003).
A estas modificaciones anatomofisiológicas se une tanto el movimiento intrapsíquico
como los cambios relacionales, procesos que están ligado a la experiencia de
separación de las personas, influyentes en la infancia, a un cambio en las formas de
relación y en los proyectos elaborados en común; este movimiento puede compararse
al de un trabajo de duelo, que puede re-editar pérdidas y/o separaciones en períodos
previos o de la pequeña infancia.
En relación con los conflictos previamente evocados, el adolescente debe crear o
recurrir a ciertas defensas o medidas defensivas y a procesos adaptativos. La elección
de objetos va mostrando mayor variación individual. Los procesos cognitivos se hacen
más objetivos y analíticos. Aparecen jerarquizaciones de las funciones del yo, lo que
hace que sobresalgan diferentes intereses, capacidades, habilidades y talentos que son
probados experimentalmente en el uso y mantenimiento de la autoestima.
Sin embargo, en muchas oportunidades los adolescentes recurren a ciertos mediadores
poco adaptativos, como ciertas conductas de riesgos entre ellas principalmente el uso
de alcohol nicotina y otras drogas, para ayudarse en este proceso de adaptación
señalado en el párrafo anterior.
Otro elemento a considerar en el sujeto adolescente, es la gran importancia que
adquieren en él, los órganos de los sentidos, lo que permite una percepción hiper-aguda
de la realidad, con especiales características. Tal vez esto ayude al yo a aferrarse al
mundo de los objetos que está en constante riesgo de perder: la naturaleza, las
manifestaciones artísticas, se descubren en toda su belleza y experimentan en relación
con ellas, estados emocionales exaltados. También se pueden observar sentimientos
de exaltación del yo en los estados autoprovocados de dolor, esfuerzo y agotamiento
físico que son típicos de los adolescentes. Aquí aparece la importancia del yo corporal,
que les permite mantener la identidad, cuando el “yo psicológico” está envuelto en tantas
vicisitudes. Desde este punto de vista la droga como objeto provocador de distintos
estados que son mediados por lo sensorial y lo emocional, adquieren particular
importancia.
Como consecuencias de estos importantes cambios y adquisiciones de capacidades, el
concepto que tiene el adolescente de sí mismo y su relación con el mundo cambia,
generando tensiones y preocupaciones que muchas veces lo llevan a manifestar
conductas desadaptativas o incomprensibles para los adultos. En este sentido, se puede
decir que la adolescencia es potencialmente crítica, sin embargo el grado en que estos
cambios afectan la vida personal y social del joven dependen de las habilidades y

21
experiencias ya adquiridas en la infancia y de las actitudes de quienes lo rodean en ese
momento (Maturana, 2011).
Por lo tanto, la adolescencia debe considerarse dentro del continuo de la vida total del
individuo y tomando en cuenta el papel que la cultura juega en la determinación de las
características de este período.
Además, es importante destacar de este proceso evolutivo, que en él se suceden
etapas, acontecimientos y circunstancias, algunas de las cuales serán enriquecedoras
y estabilizadoras y otras problemáticas, cada adolescente vive esta etapa de una
manera particular y subjetiva, en un contexto de espacios y comunidades humanas que
producen diferentes maneras de ser adolescente y por último los adolescentes expresan
sus conflictos normalmente en términos sociales. Es decir, la vivencia individual de
conflicto suele normalmente expresarse de un modo social.
Desde esta perspectiva social, este proceso tiene algunas características que lo hacen
un período de especial vulnerabilidad a las conductas de riesgos, entre ellas la de
consumo de diversas sustancias (Arbex, 2004).
a) Necesidad de reafirmación: la formación de una identidad propia es una de las tareas
evolutivas más críticas de la adolescencia, existiendo por lo tanto una tendencia a
preocuparse en exceso por su imagen y a cómo son percibidos por los demás. Sin duda,
muchas de las conductas en las cuales el adolescente se involucrará estarán asociadas
a esta imagen. Ellos necesitan reafirmar su identidad y para hacerlo han de compartir
ritos específicos. Existirían “ritos” en la actualidad, como los relacionados a los propios
de los fines de semana nocturnos, entre ellos el consumo de alcohol y otras drogas
utilizadas como objetos/sustancias iniciáticas generadoras de vínculos sociales.
b) Necesidad de transgresión: a los adolescentes actuales no se les ha dejado el
espacio para la transgresión. Los padres de los adolescentes de hoy, a fuerza de querer
ser liberales, han perdido la capacidad de indignación con sus hijos. “Se trata de una
generación de padres que ha venido predicando la idea de libertad como el valor
supremo, como la idea central del ambiente cultural, del orden de los valores… y ahora
no encuentra ningún otro valor que justifique las limitaciones de ésta”. De este modo,
parece ser que el espacio de transgresión para los adolescentes se reduce a ciertos
temas como por ejemplo, las relaciones sexuales o el consumo de drogas vinculado
habitualmente a sus espacios de tiempo libre. Contravienen el orden social establecido,
viviendo cada acto (o paso al acto) como una provocación frente al mundo adulto y sus
normas.
c) Necesidad de conformidad intragrupal: la necesidad para el adolescente de estar en
grupo responde a requerimientos educativos, sociales y psicológicos individuales. En
efecto, los grupos son un medio de intercambio de diferentes informaciones que cada
uno puede haber recogido en situaciones familiares personales, actividades de ocio o
intereses personales que él ha tenido la ocasión de trasmitir a sus pares. Además el
grupo permite al adolescente sentirse integrado en la sociedad y más particularmente a
la clase de edad que caracteriza esta sociedad.
Desde el punto de vista psicológico o intrapsíquico individual, el adolescente puede
también re-elaborar lo que se denomina el ideal del yo, constituyéndose así el grupo, en
un medio de acceso a lo que se sueña adquirir, conquistar o ser. El grupo de iguales
pasa a ser un elemento de referencia fundamental, sirviendo como refugio del mundo
adulto en el que pueden explorarse una gran cantidad de papeles. No extraña, por

22
consiguiente, que la experimentación precoz con el tabaco, alcohol y otras drogas tenga
lugar dentro del grupo de iguales.
Por otra parte, este grupo de iguales puede constituir un factor de riesgo importantísimo
en esta etapa, representando una caja de resonancia o un amplificador potentísimo de
conductas inadecuadas, siendo muy difícil para el joven resistir la presión. Sin embargo,
conviene apuntar que la vulnerabilidad a la presión de grupo, viene modulada en gran
medida por los recursos personales del menor, tales como la autoestima, asertividad,
habilidades sociales, etc.
En relación con el grupo de pares varones, el riesgo principal se vincula con los tipos de
comportamiento y socialización fomentados por él. Ésta es la instancia en donde los
chicos “prueban y ensayan los papeles de macho” y es este mismo grupo que hace vida
en la calle, el juzga qué actos y comportamientos pueden considerarse “viriles”. Sin
embargo, las versiones de virilidad que a veces fomentan pueden ser homofóbica, cruel
en sus actitudes hacia las mujeres y apoyar la violencia como forma de demostrar la
propia hombría y resolver los conflictos.
d) Sensación de invulnerabilidad: existen tres condiciones que se incrementan a esta
edad: el egocentrismo, la omnipotencia y la búsqueda de nuevas sensaciones derivada
de su orientación a la novedad y a la independencia. Los adolescentes tienden a pensar
que sus experiencias son tan únicas e irrepetibles que nadie las ha vivido anteriormente
ni sería capaz de entenderlas. Se sienten envueltos en una “coraza” personal que les
protege mágicamente de todos los peligros. Pletóricos de salud y vitalidad, no tienen en
consideración las advertencias en torno a conductas de riesgo. Por lo tanto, la
conclusión más frecuente que ellos hacen frente a los mensajes atemorizantes y a la
vez atemorizados del mundo adulto es: “yo controlo”.
e) El rechazo a la vida del adulto: la creciente necesidad de autonomía que experimenta
el adolescente le lleva a rechazar la protección de los adultos y a enfrentar conductas
de riesgo que pueden representar una importante amenaza para su desarrollo posterior.
En este punto es necesario tener en cuenta la socialización de género, sobre todo en
los varones en quienes los comportamientos están poco orientados a acercarse a los
adultos y a pedir ayuda. En Alemania, los estudios de muchachos de 14 a 16 años
pusieron de manifiesto que en épocas de conflicto, el 36% prefería estar solo y el 11%
decía que no necesitaba consuelo; el 50% de los chicos recurría a su madre y menos
del 2%, a su padre.
f) Susceptibilidad frente a las presiones del entorno: los adolescentes pueden ser
particularmente sensibles a las campañas de publicidad diseñadas para asociar el
consumo de drogas, como por ejemplo el alcohol, con una determinada imagen. “Temas
relacionados con la identidad y la imagen pública, la curiosidad y las ganas de
experimentar sensaciones nuevas… pueden aumentar de forma sustancial la
susceptibilidad general frente a la publicidad y otras influencias sociales que promueven
el uso de sustancias”.
LA FAMILIA COMO FACTOR EN EL CONSUMO DE DROGAS
El adolescente es un ser que reclama con energía su autonomía e individualidad,
aunque es profundamente dependiente de su familia, principalmente de sus padres, que
a menudo aparecen como uno de los factores determinantes de lo que se ha definido
como “la crisis del adolescente”.

23
El adolescente debe convencer no solo a sus padres sino también a una parte de sí
mismo de que no tiene necesidad de ellos, de que él mismo y sus padres son diferentes.
Por lo tanto, el adolescente que cree percibir que no es aceptado, valorado o amado por
su familia, llega a sentirse con baja autoestima y autoconcepto, generando una
proclividad gradual a diversos tipos de riesgo.
Diversos estudios han determinado que los adolescentes y jóvenes actúan por simple
curiosidad, imitación, sentimiento de invulnerabilidad, rebeldía o afán de independencia.
Muchos de ellos y ellas enfrentan el peligro de iniciarse en el consumo y posteriormente
escalar a la adicción. Las y las adolescentes colocan la droga en el lugar que desea, por
lo tanto, la acción de esta no depende solo de sus características como droga, sino de
lo que de ella se espera, de lo que buscan quienes la consumen y la suministran, y de
lo que dicta el entorno.
En la cadena de factores de riesgo que pueden afectar al adolescente encontramos a
los trastornos afectivos como la depresión y ansiedad, trastornos de déficit de atención
y trastornos de comportamiento como la agresividad y los rasgos antisociales. No son
menos importantes algunos factores coadyuvantes como el bajo rendimiento, el fracaso
y la deserción escolar; el embarazo temprano en las adolescentes, la presencia de
disfunción familiar, trastornos psiquiátricos y antecedentes de adicciones en el entorno,
principalmente en los progenitores.
Por otro lado, los adolescentes y jóvenes que experimentan con drogas ilícitas como las
sustancias cocaínicas, marihuana, medicamentos de prescripción, suelen dar razones
o argumentos similares, aunque no idénticos a los anteriores, es decir, la compañía, la
presión de los amigos, invulnerabilidad, moda, estrés, aburrimiento, rebelión, estados
emocionales como la depresión, entre otros factores. Hay estudios que confirman que
muchos adolescentes y jóvenes tienen el ejemplo en casa, en sus padres, cuando beben
alcohol o fuman tabaco o marihuana. Por tanto, muchos de ellos solo buscan probar en
una sola ocasión para experimentar qué se siente, aunque muchos se habituarán al
consumo.
Los adolescentes que están en lucha interna con sus sentimientos, que no logran
canalizar y descargar adecuadamente y de forma constructiva sus inquietudes y
emociones, suelen encontrar en los efectos de las drogas la mejor salida a su angustia
o desesperación, dado que la droga los libera artificialmente de esas tensiones; así, el
joven aprende a evadir de la realidad.
Otro factor que interviene tanto en el inicio como en la habituación del consumo es la
familia misma. Los riesgos pueden ser la percepción y actitud de los padres respecto al
alcohol y otras drogas y al consumo, la educación y las medidas disciplinarias
inconsistentes con respecto al consumo de sustancias de los hijos, la vulnerabilidad
genética, etc. Otro problema que enfrenta el adolescente es el estrés generado por
sucesos familiares como la separación o el divorcio de los padres, la formación de
parejas nuevas o el fallecimiento de uno de ellos, enfermedad, y otros. Finalmente, hay
ciertas características de la personalidad y el comportamiento de los adolescentes que
pueden servir de indicadores cuando están involucrados en el abuso o dependencia a
sustancias, como son los factores ambientales que influyen en el desarrollo de la
habituación, como el rendimiento y abandono de los estudios, apatía, déficit
motivacional, alejamiento de la familia, actitud pro consumo, cambios en el carácter,
pocas actividades extraescolares y la débil comunicación con los padres, porque los
adolescentes consumidores son más proclives a experimentar altas tasas de ansiedad
y depresión, frente a los que no consumen sustancias.

24
Estilos de crianza y acompañamiento parental en el periodo de la adolescencia:
La crianza es un proceso dinámico y complejo que incluye, por un lado, la obligación de
los padres de cubrir las necesidades básicas del niño, tanto físicas como afectivas y
psicosociales, y por otro, facilitarle pautas de aprendizaje y ciertas condiciones de
estímulo que favorezcan un desarrollo biopsicosocial saludable.
Los modelos de crianza entendidos como la forma de inculcar disciplina, hábitos o
valores, no se desarrollan de forma unilateral en los padres, sino que se dan en un
marco de relaciones, donde los padres reciben mensajes verbales y no verbales de sus
hijos y con ello modulan sus estilos de crianza. Padres e hijos reciben la
retroalimentación (feedback) bidireccional que irá configurando su estilo educativo. Las
características personales de los padres y de los hijos (saludables o con patologías)
influirán sobre los propios modelos de crianza que se desarrollen en el entorno familiar.
En este contexto, Bullard (1997) llevó a cabo una investigación con padres de niños y
púberes de 6 a 12 años con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Para los efectos realizó un análisis cualitativo de las percepciones que tenían los padres
de familia con niños con TDAH y el impacto que les había generado el problema de
salud. En los resultados se encontró que los padres manifestaban:
• Alteraciones en las relaciones matrimoniales, en la relación con los hermanos
y con la familia extensa.
• Aislamiento social de los padres: menos visitantes en su casa y reducción de
las visitas fuera de casas debido a los problemas de la conducta del niño o del
púber, la desaprobación de los otros y el nivel de demandas que requiere el niño.
• Dificultades en la escuela: relación con figuras de autoridad, profesores,
exigencia de una mayor planificación y supervisión de las tareas escolares.
• Sentimientos emocionales de frustración, culpa, desesperación y agotamiento.
Familias disfuncionales
Diversos investigadores han considerado a las familias disfuncionales o desorganizadas
como un fuerte factor de riesgo, generador de individuos con problemas
comportamentales o de adaptación. Al respecto, Estévez, Musitu y Herrero (2005)
sostiene que las familias desorganizadas lo son porque rompen con la función
socializadora de los hijos. Esta condición las predispone a la incorporación de estilos de
vida y comportamientos desadaptativos, ya que de hecho dificultan la tarea de los
padres en la educación de los hijos, entorpecen y sabotean la labor de la escuela como
transmisor de conocimiento y, además, permiten, con su ausencia de control, que los
hijos se asocien con amigos que suelen tener valores antisociales.
En la época contemporánea las familias multiproblemáticas y las familias
monoparentales han crecido exponencialmente. Existen numerosos factores que
intervienen en este fenómeno, como es el caso del desempleo, la ausencia física y
emocional de los padres, la deficiente calidad de los vínculos entre los miembros del
sistema familiar, problemas económicos, la migración de uno o ambos progenitores en
busca de mejores fuentes de ingreso (Morla, Saad de Janon, y Saad, 2006).
Pero también intervienen otros factores que, del mismo modo, precipitan los procesos
de desestructuración del núcleo familiar como es el caso de ciertas condiciones que
obligan a que ambos cónyuges trabajen fuera del hogar. Este hecho suele generar

25
déficit en el grado de involucramiento de los padres con los niños y adolescentes en
cuanto al acompañamiento emocional y físico en periodos trascendentales de su
desarrollo.
El impacto negativo del proceso de disolución familiar tiene por objetivo el subsistema y
más concretamente el vínculo filial. Las repercusiones principalmente se darán en el
orden emocional y psicológico, en particular cuando el hijo o hija están en las fases de
pubertad o adolescencia, donde se operan cambios en la estructura general de la
persona. Al respecto, varios investigadores como Morla et al. (2006) y Coletti y Linares
(1997) se refieren a la familia disfuncional cuando se encuentra desatendida algunas de
las siguientes responsabilidades:
• Afecto. Unión marital entre adolescentes, sobreinvolucramiento, dependencia
emocional de la pareja a sus familias de origen, codependencia.
• Socialización. Ausencia de uno de los padres, abuso o dependencia del alcohol
u otras drogas y adicciones sin sustancias, desempleo, conductas antisociales
en el entorno familiar, problemas legales, fugas del hogar, fracaso escolar,
prostitución
• Cuidado. Violencia intrafamiliar, hábitos alimentarios deficientes, mala higiene
personal, ausencia de cuidados en la salud, ausencia de tratamiento en casos
de enfermedad y detecciones oportunas no efectuadas. 41 Abuso de drogas en
adolescentes y jóvenes y vulnerabilidad familiar • Reproducción. Embarazo no
deseado o no planeado, abortos espontáneos o provocados, disfunción sexual,
embarazo en adolescentes, excesivo número de hijos.
• Estatus. Inestabilidad laboral, enfermedades relacionadas con la pobreza,
dependencia económica de las familias de origen, separación o divorcio,
incapacidad laboral, diferentes expectativas entre los padres y los hijos, cambios
frecuentes de domicilio o ciudad.
La familia vista como un sistema:
Una excesiva rigidez en las normas y valores del ambiente familiar y social pueden
enrigidecer precozmente los rasgos de carácter del joven, convirtiéndolos en ciertos
comportamientos desadaptativos.
Autores como Cicchetti y Rogosch (2002) han investigado algunos trastornos
psicológicos de la infancia y pubertad desde el marco teórico de la psicopatología del
desarrollo. Para ellos el objetivo de esta disciplina es el estudio del desarrollo de la
conducta anormal desde la interacción compleja que se establece entre los diferentes
sistemas, biológico, psicológico y social de las personas, a lo largo del periodo evolutivo.
Durante el proceso de desarrollo del niño se produce una interacción entre sus
características propias y las características de su ambiente social y familiar. Por una
parte, existe una predisposición biológica específica en cada persona que la hace
vulnerable a desarrollar patologías específicas. De otro lado, las características
constitucionales de los niños influyen en las relaciones padres-hijos; son rasgos de
personalidad de aparición temprana que consolidan las peculiaridades de cada persona
y perduran en el tiempo. 42 Abuso de drogas en adolescentes y jóvenes y vulnerabilidad
familiar En cuanto al temperamento; los niños se pueden diferenciar en niños fáciles o
estables, y difíciles. Los niños fáciles son aquellos que poseen humor positivo, se
adaptan con facilidad a los cambios, mantienen reacciones de baja intensidad ante
estímulos nuevos y están preparados para este tipo de estímulos. Por el contrario, los

26
niños difíciles tienden a exteriorizar las dificultades conductuales y a desarrollarlas con
facilidad, son irritables, manifiestan rabietas, conductas agresivas, dificultades en la
capacidad de adquisición de rutinas y de adaptación a los cambios, y ello genera en los
padres inseguridad y dificultades importantes para ejercer el control de los
comportamientos del niño. Por otro lado, los ambientes concretos en que se desarrolla
el niño pueden aumentar, mantener o reducir la probabilidad y frecuencia de estas
patologías. En ese sentido, las variables ambientales pueden considerarse como de
riesgo si aumentan la probabilidad de aparición de trastornos, o de protección si
disminuyen o amortiguan el impacto de los acontecimientos de riesgo. Estas variables
ambientales modulan la evolución de los trastornos, pero normalmente no son factores
causales.
Miranda (1985) y Burns (1990), por su parte, sostienen que existen otros factores
familiares que posibilitan un buen funcionamiento psicológico del niño y adolescente,
como la aceptación adecuada por parte de los padres, la existencia de una relación
paterno filial con una definición clara de límites de las conductas y respeto de las
iniciativas individuales de los hijos, dentro de los límites establecidos.
Dinámica familiar y severidad de los problemas relacionados con el consumo
inicial y la habituación del consumo de drogas en adolescentes y jóvenes
Diversas investigaciones han determinado que la familia es una de las variables más
importantes en la etiología y mantenimiento del abuso de drogas. Las relaciones entre
el uso y abuso de drogas y la dinámica del funcionamiento familiar ha sido objeto de
numerosas investigaciones, Herman y McHale (1993), Otero, Mirón y Luengo (1989),
entre otras. Al respecto el equipo de Castillo, Saénz y Pampliega (2004) llevaron a cabo
una investigación, donde se evalúa la situación de 140 personas con diagnóstico por
trastorno adictivo a sustancias no alcohólicas que inician tratamiento en 15 centros de
tratamiento en España y se explora el funcionamiento familiar y su relación con los
problemas derivados o asociados a esta situación. Los instrumentos utilizados fueron el
Family Assessment Package y el EuropASI.
En el análisis de los datos se utilizó técnicas de correlación. En los resultados se
encuentra que hay una valoración diferencial de la severidad de la adicción entre el
evaluador y el evaluado. También se encontró que una peor situación médica y
psiquiátrica se asocia positivamente con un mayor estrés familiar, y el uso de drogas se
asocia con un mayor estrés familiar, con una más baja satisfacción familiar, y con una
44 Abuso de drogas en adolescentes y jóvenes y vulnerabilidad familiar peor
comunicación y recursos familiares. Así, se estableció la relación entre la severidad de
la adicción y el funcionamiento familiar, tanto desde la apreciación del clínico como
desde la del propio paciente.
Muchas de estas investigaciones destacan la necesidad de involucrar activamente a la
familia tanto en las acciones de prevención como en los de tratamiento de la
dependencia a sustancias. Algunos estudios, como los de Herman y McHale (1993) y
Otero, Mirón y Luengo, (1989) y Latimer et al. (2000) han confirmado la relación entre el
consumo de drogas en los hijos y un ambiente familiar conflictivo y hostil. Se sostiene
que la crianza de niños de familias con alto nivel de conflicto es un poderoso factor de
riesgo para el desarrollo e internalización de comportamientos desadaptativos, Bragado,
Bersabé y Carrasco (1999). Algunos factores característicos de la estructura familiar,
tales como la comunicación, el nivel de satisfacción, los recursos de manejo en las
relaciones familiares y el nivel de estrés han demostrado evidencia de su impacto. A

27
continuación repasaremos algunos factores que han demostrado relevancia tanto en la
iniciación del consumo como en la perpetuación de las conductas adictivas.
Estrés familiar
Algunas investigaciones sobre el uso y abuso de drogas, como las de Carvalho et al.
(1995), y McQueen, Getz y Bray (2003) han logrado establecer asociaciones entre el
uso de sustancias y eventos estresantes de la familia como desavenencias conyugales,
disputas entre los padres, etcétera. Un número importante de investigaciones sustenta
la hipótesis de Lewis (1989), quien identifica la calidad de la relación marital como uno
de los factores más importantes asociados al nivel de competencia o de salud de la
familia. Tampoco pasa inadvertido, como lo advierten Coviello et al. (2004) y Lewis
(1989), que la convivencia familiar está marcada por un continuo y alto nivel de estrés
cuando alguno de sus miembros adolece de una enfermedad o es usuario de drogas.
Para Muñoz-Rivas y Graña (2001), entre otros, factores del ámbito familiar se hallan en
la etiología de los problemas del abuso de drogas, pero también constituyen factores
implicados en la prolongación del abuso y la dependencia. Desde esta perspectiva, la
hipótesis subyacente es que un desajuste en este tipo de factores familiares estará
claramente presente entre personas jóvenes que solicitan tratamiento por abuso o
dependencia de drogas.
ASPECTOS PREVENTIVOS
La prevención es un proceso activo de implementación de iniciativas orientadas a
modificar y mejorar la formación integral y la calidad de vida de los individuos,
fomentando el autocontrol individual y la resistencia colectiva ante la oferta de drogas.
Hablar de prevención implica también hablar de programas preventivos. Podemos
definir por programa preventivo al conjunto de acciones que tienen el objetivo específico
de impedir o retrasar la aparición del problema al que se dirige dicho programa
preventivo, en el caso de las drogas es impedir, o retrasar, la aparición de conductas de
consumo y abuso de las distintas drogas.
Los objetivos que busca conseguir la prevención de las drogas pueden ser:
a) Retrasar la edad de inicio del consumo de drogas.
b) Educar a los individuos para que sean capaces de mantener una actitud madura
y responsable con las drogas.
c) Potenciar los factores de protección y disminuir los de riesgo para el consumo
de drogas.
d) Modificar las condiciones del entorno socio-cultural y proporcionar alternativas
de vida saludables.

Además, la prevención puede enfocarse desde diversos ámbitos, entre ellos tenemos:
La prevención escolar: Permite llegar a los adolescentes escolarizados, esta es la edad
de máximo riesgo para el consumo de las distintas drogas, facilitándose así de modo
importante realizar la prevención. Esto en parte es debido a que al estar la mayoría de
los niños y niñas escolarizados constituyen teóricamente «muestras cautivas», dado
que teóricamente tenemos acceso a todo el grupo diana que nos interesa.
Prevención Familiar: La familia es uno de los principales agentes de socialización del
niño y del adolescente. Los programas de prevención familiar fomentan habilidades
educativas y de comunicación en el seno familiar, incrementan el sentido de

28
competencia de los padres y sus capacidades para la resolución de problemas y
generan conciencia respecto a la importancia que tienen como agentes de salud para
sus hijos e hijas.
Prevención Comunitaria: La prevención en su sentido más amplio debiera ser
comunitaria. Sin embargo, siendo lo comunitario tan amplio suele optarse por tipos de
prevención más realistas y parcializados. La prevención comunitaria lo que pretende es
prevenir el consumo de drogas en una comunidad concreta poniendo en marcha
distintos recursos para lograr este fin. El objetivo que pretende es reforzar los mensajes
y normas de la comunidad en contra del abuso de drogas y la preservación de la salud.
Implica poner en marcha distintos recursos y medios comunitarios y, con ello, la
participación y movilización de distintas instituciones, organizaciones, colectivos, grupos
y personas de la comunidad. Esto indica que un programa comunitario es comprensivo
y puede abarcar cualquier aspecto de la comunidad
Hacer la prevención desde una perspectiva comunitaria tiene claras ventajas, como que
se puede incidir en más factores de riesgo en distintos niveles, podemos conseguir una
mejor consistencia en los mensajes, poder conseguir una mejor difusión al disponer de
más canales, por ello, es muy importante en este tipo de programas que haya una buena
planificación, coordinación, puesta en práctica y medios para el mismo.
Se debe tener en cuenta que la información que se brinde a los jóvenes, contenga datos
apreciables para ellos, tales como los efectos a corto plazo; ya que los jóvenes ven los
efectos a largo plazo, como muy lejanos e inalcanzables.
Cuando se abordan programas para adolescentes y jóvenes existen una serie de
principios que hay que tener en cuenta, como partir de un modelo teórico adecuado que,
basado en datos empíricos, nos permita elaborar un adecuado programa con el que es
previsible obtener buenos resultados.
Se han identificado factores que inciden de forma clara en los programas de prevención
de la enfermedad y promoción de la salud en la infancia y adolescencia, entre ellos: el
uso de técnicas de modificación de conducta, consideración de la etapa de desarrollo,
influencia paternas, sociales y de los medios de comunicación entre otros.
Existen enfoques que nos permiten abordar las acciones preventivas que se
emprenderán en un ámbito en específico, entre ellas están:
Enfoque informativo: que se usó en un primer momento del trabajo preventivo, no ha
sido ni es suficiente por sí mismo para disuadir a las personas del consumo de drogas.
Es así que se han ido añadiendo otros elementos, haciendo que los programas
preventivos puedan ser más efectivos.
El enfoque afectivo: que desarrolla sentimientos de la valía propia, es decir de la
autoestima, también ha sido usado en los programas preventivos, aunque los resultados
han mostrado que tiene una baja correlación con la eficacia de los mismos.
El enfoque psicosocial: modelo que parece más prometedor para la prevención del
consumo de drogas, considera que los jóvenes consumen drogas debido a la presiones
de los pares, de la familia, los medios de comunicación; también debido a las presiones
internas que cada uno tiene. Para contrarrestar esto se desarrollan las Habilidades para
la Vida, entre las cuales se encuentran las habilidades sociales, habilidades para la
comunicación y habilidades para la resistencia a la presión de los pares, también
llamadas habilidades para el rechazo, habilidades de seguridad, donde se ubican las
habilidades para protegerse uno mismo en una situación relacionada con las drogas.

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Por medio de estas habilidades los jóvenes adquieren la posibilidad de rechazar el
ofrecimiento de drogas, de resistir la presión del consumo y de mantener esta decisión.
Factores de riesgo y protección:
Se entiende por factor de riesgo un atributo y/o característica individual, condición
situacional y/o de contexto ambiental que incrementa la probabilidad del uso y/o abuso
de drogas. Por factor de protección entendemos al atributo o característica individual
condición situacional y/o contexto ambiental que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad
del uso y/o abuso de drogas.
Cuando hablamos de vivir en un entorno muy desfavorecido, nos referimos a factores
de riesgo social, la carencia de lazos familiares o la actitud favorable de los padres hacia
las drogas, son factores de riesgo familiares. Estos factores actúan de manera
simultánea e incrementan la probabilidad de aparición de una conducta no deseada,
como es el caso del consumo de drogas.
Sabemos que el joven como tal, tiene una serie de factores de riesgo, que lo hacen más
vulnerable al consumo. Por un lado está su difícil mundo interno, con una búsqueda de
su identidad, su gran curiosidad por experimentar el mundo y lo que se encuentra a su
alrededor, y la gran exigencia que tienen de madurar. Aspectos que tienen que
atenuarse para sacarles el sello de riesgo.
También está el difícil mundo externo que enfrenta el joven, con riesgos presentes en el
contexto familiar, social, comunitario o escolar. Las familias que en vez de ser
protectoras se colocan como facilitadoras del consumo, con su falta de protección,
afecto, acompañamiento, supervisión o límites, o también siendo modelos de consumo
de drogas, ya sean legales o ilegales.
En general, la idea es actuar sobre todos estos factores de riesgo para disminuir la
vulnerabilidad de los jóvenes, pero es conveniente trabajar con los factores de
protección, que atenúan o neutralizan el impacto del riesgo. Por ejemplo, se puede
fortalecer el vínculo estrecho que tiene un profesor con un adolescente y cuyo padre
está ausente, para que tenga un soporte emocional y mediatice esta ausencia. Y así se
trabaja diferentes factores de riesgo y protección que sean relevantes a cada joven
TRATAMIENTO Y REHABILITACIÓN
Es conocido que el abuso y la dependencia a sustancias generan problemas sociales y
de salud graves, generalizados y costosos. Más allá de la concepción personalizada
que se pueda tener de las conductas adictivas (delito, mala costumbre, pecado, o
enfermedad), la sociedad tiene derecho a esperar que una política pública o un
planteamiento eficaz para abordar el problema de las drogas, sirva para disminuir la
delincuencia, el desempleo, la disfunción de las familias y las alternativas de tratamiento
que en países como el Perú son escasos, desproporcionados y focalizados en varones
adultos.
Si bien la ciencia ha hecho grandes progresos en los últimos años, aún no se pueden
explicar completamente los procesos fisiológicos, psicológicos y conductuales que
transforman el consumo voluntario y controlado del alcohol o de otras drogas en un
comportamiento adictivo e incontrolable, para lo cual todavía no existe un tratamiento
que revierta y controle totalmente la capacidad de control frente a la droga.
Investigaciones realizadas en esta primera década del milenio dan cuenta que en el
estado actual de los conocimientos de la conducta adictiva a las drogas, es necesario

30
considerar a la dependencia a sustancias como trastorno crónico recurrente. Hay
coincidencias en el hecho que no todos los casos de dependencia son crónicos dado
que algunos con diagnóstico de dependencia logran recuperarse satisfactoriamente.
Si consideramos nuestra realidad, lo cierto es que las personas involucradas en la
enfermedad adictiva al alcohol, tabaco y a las drogas cocaínicas, registran múltiples
recaídas después del tratamiento y se ha asumido que la vulnerabilidad a las recaídas
es permanente a lo largo de toda la vida. Al momento actual es imposible predecir en
qué plazo de tiempo una estrategia de cuidados y tratamiento puede dar lugar a la
remisión completa de la enfermedad.
Ahora bien, la UNODC (2003) y algunos estudios de meta-análisis, como los de Simpson
y Joe (2004), y Zlotnick et al. (2009) respecto a eficacia de los diversos modelos de
tratamiento en la dependencia a sustancias son categóricos en cuanto a los siguientes
puntos:
- La educación por sí sola no corrige la adicción. No se trata simplemente de un
problema de falta de conocimientos. De hecho existen muchas personas con educación
superior con problemas de adicción.
- Las consecuencias negativas del abuso de alcohol y drogas (resaca, pérdida del
trabajo, detención, accidentes, etc.) pueden ser poderosos estímulos de motivación para
el tratamiento.
- En el caso de adictos infractores de la ley, muy pocos dependientes de uno y otro
sexo logran beneficiarse de un planteamiento de tipo correctivo por sí solo. Los estudios
en todas las formas de intervención de justicia penal confirman que las tasas de recaída
bordean el 70%.
- El tratamiento en dependencia a sustancias va mucho más allá de la desintoxicación
o el abordaje exclusivamente médico. No se trata de que la persona se desintoxique o
elimine las drogas del organismo. Se sabe que las tasas de recaída después de los
tratamientos solo de desintoxicación son casi las mismas que después del
encarcelamiento.
- Los mejores resultados del tratamiento para el abuso de drogas tienen que ver con
una combinación de terapia ambulatoria, medicación y seguimiento psicológico y socio
familiares continuados con objeto de obtener los máximos beneficios posibles y
mantenerlos.
En lo que respecta a la terapia farmacológica, en recientes investigaciones se han
probado ciertos medicamentos que han resultado prometedores en el tratamiento de la
dependencia al alcohol, la nicotina y los opiáceos. En el caso de las drogas cocaínicas,
también se han probado gran cantidad de medicamentos para tratar la sobredosis, la
toxicidad, el craving, el bloqueo de la euforia, o aquellos que buscan la disminución de
los síntomas de la abstinencia o efectos aversivos. Sin embargo, no hay hasta hoy
fármacos específicos indiscutibles para ninguna de estas indicaciones (UNODC, 2013;
Volkow et al., 2006)
En el Perú, las alternativas que se brindan a la población afectada por los problemas
asociados al abuso y la dependencia a sustancias se presenta segmentada y
fragmentada. En efecto, la oferta de tratamiento se ha desarrollado casi margen del
sector público, en una red asistencial privada, integrada principalmente por
establecimientos o unidades no integradas, a cargo de particulares o de organizaciones
de tipo comunitario, donde tienen gran relevancia las asociaciones de carácter religioso.

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En varios centros informales aún continúan las denuncias sobre violación de los
derechos humanos de los usuarios, situación que genera varias preguntas, incluyendo
una que alcanza a la Ley que regula el establecimiento y ejercicio de los centros de
atención para dependientes que operan bajo la modalidad de comunidad terapéutica,
Ley 29765. No hay que olvidar que en el año 2012 en Lima fallecieron 35 internos en un
incendio en dos centros sumándose 2 personas en el 2017, donde el hacinamiento y la
falta de criterios mínimos de calidad de atención eran evidentes indicaciones en la salud
de las personas y darles oportunidades de disfrutar una vida plena y mejor
La realidad del tratamiento de las adicciones en el Perú tiene las siguientes
características:
- Subsisten algunos obstáculos importantes en la accesibilidad y en la prestación de
servicios en casos de abuso y dependencia a sustancias.
- Persiste la tendencia al tratamiento involuntario sin un procedimiento legal de pacientes
afectados por la enfermedad adictiva.
- En algunos programas se prohíbe el acceso a visitantes o la participación de la familia,
incurriendo, de esa manera, en una falta respecto a derechos fundamentales de los
pacientes.
- Varios de los centros de tratamiento en nuestro medio se prestan sin la supervisión
clínica básica (medicina general, psicología y sociofamiliar), sin contar con los
estándares mínimos de atención o las medidas de seguimiento y evaluación, que
garanticen su cumplimiento
- En nuestro medio el costo del tratamiento por lo general debe ser cubierto directamente
por el paciente o familiares. Representando ello un gran obstáculo en cuanto a la
accesibilidad a la mayoría de los pacientes dependientes de sustancias, quienes
mayoritariamente no cuentan con seguro de salud y son de recursos económicos bajos.
- Hay un segmento de personas con enfermedad adictiva sin hogar y otros grupos
marginados, que no tienen acceso al tratamiento. - El estado no invierte lo suficiente
para satisfacer la demanda de tratamientos relacionados a las adicciones.
En el Perú, según estimaciones de CEDRO, para el año 2010 había 6,000 pacientes en
las diversas modalidades de tratamiento, tanto en la modalidad de internamiento, como
en la ambulatoria. Dicha estimación fue hecha en base a información sobre pacientes
internados, número de camas disponibles, tasas de retención y tasa de ocupación de
camas.
No hay información confiable sobre el número de centros de tratamiento que operan
bajo la modalidad comunidad terapéutica, donde la mayoría de ellos carecen de
programa profesionalizado y son dirigidos por ex consumidores supuestamente
recuperados. Sin embargo, si hay número reducido de CT profesionalizadas, con
programa científico y que operan dentro del reglamento de Ley 29765. A su vez, según
DEVIDA (2017) y el Ministerio de Salud, se estima que hay alrededor de 300 centros de
tratamiento en el Perú. De ellos, el 80% estarían ubicados en Lima Metropolitana y el
Callao, donde muchos de ellos son reacios a la formalización y a la apertura del enfoque
científico. En general se puede decir que la oferta terapéutica para los pacientes
dependientes sigue siendo insuficiente. Este déficit, desde el sector público, es más
sentido frente a una población demandante de tratamiento que al parecer ha crecido en
los últimos años, principalmente en adolescentes, jóvenes y mujeres. Al respecto,

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CEDRO, sobre la base de estudios epidemiológicos en población nacional urbana,
estima lo siguiente en relación a número de adictos:

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