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Cuadro clínico

La primera enfermedad le sobrevino en el otoño de 1884, y a fines de 1885 ya había sanado totalmente.
Flechsig definió su estado como un ataque de hipocodría grave. En junio de 1893 fue designado presidente
del Superior Tribunal, y asumió dicho cargo el 1 de octubre de ese mismo año. En este período sueña que
su anterior enfermedad nerviosa vuelve y, además, en un estado entre el dormir y la vigilia tiene "la
representación de lo hermoso que sería ser una mujer sometida al coito", representación contra la cual se
revuelve con viril indigación. A fines de octubre de 1893 le sobreviene la segunda enfermedad, comienza a
sufrir insomnio y oye crujidos en las paredes. Es internado nuevamente, exterioriza allí ideas
hipocondríacas, sostiene que pronto va a morir, etcétera. Comienzan a aparecer ideas de persecución
basadas en espejismos sensoriales; se pasa horas totalmente absorto e inmóvil (estupor alucinatorio);
poco a poco las ideas delirantes cobran el carácter de lo mítico, religioso.. mantiene trato con Dios, es
acechado por demonios, ve milagros. Se destaca cada vez más el cuadro clínico paranoico. No aparece
confundido ni inhibido psiquicamente, posee excelente memoria y un muy considerable saber. Va
encerrandose en su sistema delirante: se considera llamado a redimir el mundo y devolverle la
bienaventuranza perdida, pero sólo lo conseguirá convirtiendose en mujer. Sostiene sobre ello que él y el
resto de la humanidad no podrían reconquistar el más allá de otro modo que por medio de una mudanza
de hombre en mujer. Dos puntos esenciales en su cuadro: el delirio de redención y la mudanza en mujer
(emasculación), siendo este último el delirio primario, el germen de la formación delirante, y sólo
secundariamente entrando en relación con el papel redentor. Freud sostiene, en cuanto al delirio de
redención, que se trata de un delirio de persecución sexual que se transforma en un delirio religioso de
grandeza; inicialmente, Flechsig es el perseguidor y más tarde, Dios mismo. En cuanto a la emasculación,
Schreber llega a la convicción de que Dios mismo, para su propia satisfacción, le demanda la feminidad.

Intentos de interpretación
Relación entre Schreber y Flechsig
El autor de todas las persecuciones en el delirio de Schreber, es Flechsig, quien sigue siendo su
maquinador durante toda la enfermedad. Schreber tiene la convicción de que su médico tiene las mismas
visiones y que recibe idénticas informaciones sobre cosas supransensibles. En los casos de delirio
persecutorio, la relación del enfermo con su perseguir se resuelve de manera simple. La persona hacia
quien convergen en el delirio todos los hilos del complot es la misma que antes de contraerse la
enfermedad poseía una significatividad similar para los sentimientos del paciente, o una sustitutiva de ella.
El sentimiento entonces es trastornado hacia lo contrario: la persona odiada a causa de su persecución es
alguien que alguna vez fue amado y venerado.
Ante aquel sueño que había tenido de lo hermoso que sería ser una mujer en el coito, se le
instaló una protesta masculina. Pero en la grave psicosis que estalla luego, la fantasía femenina se impone
sin pausa: se trata de un avance de la libido homosexual, que Freud sostiene fue el ocasionamiento de
esta afección; Freud, asimismo, sostiene que es probable que desde el comienzo mismo su objeto fuera
Flechsig, y la revuelta contra esa moción libidionsa produjese el conflicto del cual se engendraron los
fenómenos patológicos. En relación a Flechsig como objeto, Freud argumenta que la sensación de simpatía
hacia el médico proviene de la transferencia, es decir, que éste es sólo un sustituto de alguien más
proximo al enfermo (Freud piensa en el hermano o el padre) al cual se desplaza la investidura de
sentimiento. En otras palabras, Schreber se reencuentra con su hermano o su padre.
PÁRRAFO IMPORTANTE. La ocasión de contraer la enfermedad, sostiene Freud, fue la emergencia
de una fantasía homosexual pasiva, cuyo objeto era el médico. La personalidad de Schreber contrapuso
una intensa y la lucha defensiva escogió el delirio persecutorio. De esta manera el sujeto deseado devino
en perseguidor, y el contenido de la fantasía pasó a ser el de la persecución.
Sustitución de Flechsig por Dios
Para Freud parece significar al comienzo una agudización del conflicto, pero pronto muestra que prepara la
solución del conflicto. Avenirse al papel de mujerzuela frente al médico era imposible, pero ofrecer la
voluptosidad al propio Dios no tropieza con igual resistencia del yo. La emasculación deja entonces de ser
insultante, deviene "acorde al orden del universo". De esta manera se satisface a las dos partes: el yo es
resarcido por la manía de grandeza y a su vez la fantasía de deseo femenina se acepta.
Asimismo, en el delirio, el perseguidor se descompone en Flechsig y Dios, de igual manera que Flechsig y
Dios se escinden en dos personalidad (superior/medio - superior/inferior). Freud sostiene que esta
descomposición es muy característica de la paranoia. Esta fragmentación del perseguir es una reacción
paranoide frente a una identificación preexistente, que para Freud no puede ser otro sino su padre, un
médico socialmente valorado que había fallecido temprano, apropiado para ser transfigurado en Dios en
el recuerdo tierno del hijo. Asimismo, para Freud sería lícito ver la fragmentación de Dios en uno inferior y
otro superior como la expresión del recuerdo de que, tras la muerte temprana del padre, el hermano
mayor ocupó su lugar.
Por otro lado, si la lucha con Flechsig se le revela al enfermo como un conflicto con Dios, esto se traduce
en un conflicto infantil con el padre amado: el padre aparece como el perturbador de la satisfacción
autoerótica buscada por el niño. En el deselance del delirio de Schreber, la fantasía sexual infantil celebra
su triunfo, ya que la voluptuosidad misma es dictada por Dios mismo.

Acerca del mecanismo paranoico


Deseo homosexual
Freud sostiene que el carácter paranoico reside en que para defenderse de una fantasía de deseo
homosexual se reacciona con un delirio de persecución de esa clase. En el centro del conflicto patológico
se discierne siempre la defensa frente al deseo homosexual. En este punto, Freud habla del narcisismo: el
individuo, para ganar un objeto de amor, se toma primero a sí mismo, a su propio cuerpo, antes de pasar
de este a la elección de objeto en una persona ajena. Tras alcanzar la elección de objeto heterosexual, las
aspiraciones homosexuales no son canceladas ni puestas en suspenso, sino que se alejan de la meta sexual
y son conducidas a nuevas aplicaciones: junto a las pulsiones yoicas constituye las pulsiones sociales
(amistad, sentido comunitario, amor universal por la humanidad). La predisposición patológica de los
paranoicos se ubica en el tramo entre autoerotismo, narcisismo y homosexualidad.

Sepultamiento del mundo (represión) - Reconstrucción (proyección)


El enfermo sustrae del mundo exterior la investidura libidinal. El sepultamiento del mundo es la
proyección de la catástrofe interior. El paranoico, luego, lo reconstruye, lo edifica de nuevo mediante su
delirio. Lo que se considera la producción patológica, la formación delirante, es en realidad para Freud el
intento de restablecimiento, la reconstrucción. El sepultamiento del mundo, por un lado, se cumple mudo,
mientras que el restablecimiento se nos hace notar ruidoso, deshaciendo la represión y reconduciendo la
libido a las personas por ella abandonadas, libido que se había volcado al yo (alcanzando nuevamente el
estadio del narcisismo). En la paranoia, sostiene Freud, este camino se cumple por el camino de la
proyección.

3 fases de la libido que dan cuenta de la formación del síntoma en la psicosis


1) Fijación. Proceso pasivo. Precursora y condición de cada represión. Una pulsión no recorre el desarrollo
previsto como normal y, a consecuencia de ello, permanece en un estadio más infantil. En tales fijaciones
reside la predisposición a enfermar luego.
2) Represión propiamente dicha. Proceso activo. Parte del yo, y es un esfuerzo de dar caza. Son reprimidos
los retoños psíquicos de aquellas pulsiones que primariamente se retrasaron, ante el conflicto entre ellas y
el yo.
3) Fracaso de la represión. Retorno de lo reprimido. Irrupción del delirio. Se produce desde el lugar de la
fijación y tiene por contenido una regresión del desarrollo libidinal hasta ese lugar.

Freud ubica entonces el apogeo de la enfermedad de Schreber en el retorno de lo reprimido. En


este caso, el síntoma del retorno es el sepultamiento del mundo; por otro lado, si bien el delirio se nos
presenta como lo patológico pero es el intento de recatetización del mundo.

La enfermedad de Schreber se trata de una demencia paranoide; da razón de lo parafrénico por la


relevancia de la fantasía de deseo y de las alucinaciones, y del carácter paranoide por el mecanismo de
proyección y el desenlace.

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