Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
DE M O R A T Í N
LA COMEDIA
NUEVA
EL SÍ
DE LAS N I Ñ A S
E D I C I Ó N DE
JESÚS PÉREZ M A G A L L Ó N
ESTUDIO P R E L I M I N A R DE
F E R N A N D O L Á Z A R O C A R R E T E R
M O R A T Í N EN SU T E A T R O
IX
X F E R N A N D O L Á Z A R O CARRETER
1
Alcalá Galiano mostró también su hostilidad a M o r a t í n , en su estudio
Juicio crítico sobre el célebre poeta cómico D.L.F. de M., glosado por «Azorín»
[1954] •
ESTUDIO PRELIMINAR XI
2
L o editó fragmentariamente J.E. Hartzenbusch, en el t o m o III de las Obras
postumas. L a edición —excelente— del texto completo ha corrido a cargo de
R e n e y Mireille A n d i o c [ 1 9 6 8 ] .
XII FERNANDO LÁZARO CARRETER
3
Concretamente esta situación — l a actriz pública pecadora encarnando a la
V i r g e n — fue argumento que emplearon los ilustrados para combatir la represen-
tación de los autos. J o s é C l a v i j o escribía en 1 7 6 3 : « . . . y así se observa que las
expresiones más tiernas y devotas se convierten en risa y escarnios proferidas
por alguna actriz que haya dado nota, o cuya conducta sea opuesta a la que
se refiere» (E. C o t a r e l o 1 9 0 4 : 1 8 9 ) . Pero el argumento era antiguo ; Luperci o
L . de A r g e n s o l a , en el Memorial sobre la representación de comedias que dirigió
a Felipe II en 1 5 9 8 refirió la misma anécdota que luego contaría M o r a t í n : « R e -
presentándose una comedia en esta corte, de la vida de Nuestra Señora, el repre-
sentante que hacía de persona de San J o s é estaba amancebado con la mujer que
representaba la persona de Nuestra Señora, y era tan público, que se escandalizó
y r i ó m u c h o la gente cuando o y ó las palabras que la Purísima V i r g e n respondió
al ángel: QHO modo fiet istud, etc.» (E. Cotarelo 1 9 0 4 : 6 7 ; la misma incidencia
es narrada en 1 6 8 9 por el P . C a m a r g o y por otros moralistas).
ESTUDIO PRELIMINAR XIII
Ocurrió, sí, que algunos reformadores eran más vehementes que sa-
gaces, y que, en el furor de las polémicas sobre el teatro nacional, arreme-
tían, no sólo contra lo circunstancial, sino contra el arte mismo de sus
grandes creadores. Mas, de su falta de talento crítico, no puede seguirse
una condenación sin atenuantes. No se equivocaban en su finalidad sino
en sus bases de partida, ajustadas al modelo cultural y social francés.
Pero supuesto su error ni era exclusivo ni injustificado: lo mismo ocurría
en toda Europa; al vacío que la extrema degradación del arte barroco
había producido en los diversos países, se respondía con una demanda
a Francia, y a la tradición clásica italiana. Los Moratines nada tenían
contra Lope; le censuraban justamente sus extravíos; injustamente, cuan-
do le recriminaban el no haberse sometido a las reglas; pero lo leían
con avidez. Don Nicolás alcanzará sus mejores momentos líricos cuando
sigue de cerca el vuelo del Fénix. Y de don Leandro, dirá su amigo
Silvela [1845:23] que tributaba a Lope de Vega «una especie de culto
en su corazón» (véase f. de Entrambasaguas 1941). No cabe, por tanto,
confundirlo en la masa de los españoles que intentaban hacer dimitir
al país de sus glorias.
El contexto histórico en que surge y se desarrolla la obra de Moratín
era, pues, sumamente abigarrado y deleznable. Los reformadores que
4
L a historia literaria será manca mientras no caree las obras con el público
y las circunstancias sociales en que aquéllas se producen. E l problema de los
autos sacramentales debe ser planteado desde estos supuestos, aun en su a p o g eo
del siglo anterior.
XIV FERNANDO LÁZARO CARRETER
nos dice Moratín, «pinta a los hombres como son, imita las costumbres
nacionales y existentes, los vicios y errores comunes, los incidentes de
la vida doméstica; y de estos acaecimientos, de estos privados intereses,
forma una fábula verosímil, instructiva y agradable» ("Obras, 320). La
sociedad descrita pertenecerá a los que él llama la «clase media», y sus
fábulas y problemas no serán nunca sublimes, horribles, maravillosos ni
bajos.
Ante la expresión lingüística, observamos la misma moderación, con-
dicionada también por la verosimilitud; en prosa, un diálogo sin excesivo
embellecimiento ni caídas en lo trivial; en verso, el empleo preponderante
del romance, que permite la máxima sencillez.
Y como es natural, además de todas estas condiciones, don Leandro
observará devotamente las tres unidades: «una acción sola, en un lugar
y un día», como había enseñado Nicolás Boileau.
La convicción neoclásica de Moratín fue maciza e insobornable. Ya
en su vejez, su fiel amigo don Manuel Silvela le acusaba de haber proce-
dido en esta materia con escrúpulos de monja, y le argumentaba con
que no debía concederse a una comedia la misma importancia que a
un congreso. Pero Moratín no era atacable por ese flanco; había ocupado
buena parte de su vida en meditar y estudiar las normas clásicas, en
sus modelos eminentes y en los preceptistas, y para él la comedia poseía
mucha, muchísima más gravedad que un congreso. Era la clave central,
la piedra maestra de la regeneración moral del país; y en la observancia
de las reglas, vía única de la perfección, no podía permitirse el más leve
pecado. El se sabía algo más que un mero artista; era el símbolo de
un arte que constituyó la razón de su existencia, famas se extinguirá
en él el amor al teatro; cuando ya había renunciado a los amargos place-
res de la creación dramática, lo veremos ir, sin haber cenado a veces
más que un vaso de agua, a ocupar su luneta en una sala de espectáculos.
3
L a publicación del texto íntegro de su diario ha revelado que no fue parco
en la búsqueda y en la compra de amores efímeros; véase lo que dicen las pp. 1 9 - 2 0 .
XX F E R N A N D O LÁZARO CARRETER
más entre las muchas de que han sido víctimas tantas obras literarias.
Estas, salvo en rarísimas ocasiones, aunque se apoyen en realidades cir-
cunstanciales, no dan testimonio de tales realidades, sino del temple espi-
ritual del artista que las evoca. Como antes hicimos con la historia del
viejo e Isabel, intentemos ahora descubrir algunas facetas del alma com-
plicada de Moratín, a propósito de El sí de las niñas.
F R A N C I S C A M U Ñ O Z Y M O R A T Í N . Conocemos la fecha en
que Inarco Celenio conoció a la muchacha; su diario, el día 22 de
mayo de 1798, puntualiza: «Chez conde, ubi Paquita». El hecho de
que el nombre de ésta no aparezca antes, es indicio, aunque no motivo
concluyente, para la anterior afirmación. Tenía don Leandro treinta y
ocho años. Por plausibles cómputos conjeturales, sabemos que la mucha-
cha debía de andar por los diez y ocho. La diferencia de edades era,
pues, grande, pero no escandalosa, en aquella época de matrimonios entre
niñas y viejos. En la cuenta de valores estimables de Moratín deben
considerarse su admirable ingenio y su prestigio de escritor máximo, bien-
quisto del poder.
Pero hay más: la Muñoz no tenia pretendiente a la vista. Cuando
se rompan sus relaciones con el poeta, habrá de aguardar muchos años
hasta contraer matrimonio. Tenía ya treinta y cinco, como mínimo, cuando
se dirigió por carta a su amigo don Leandro, pidiéndole consejo para
casarse con un militar gordo y machucho, negación viva del D. Carlos
de la comedia.
Los encuentros con la familia Muñoz menudearon a partir de aquel
día de primavera. Al llegar el otoño, don Leandro anota en el diario:
«Chez Conde, cum Paquita scherzi». Es el momento de apogeo máxi-
mo de Moratín, el del goce de su casa de recreo en Pastrana, el del
puntual cobro de los beneficios eclesiásticos, el del respeto unánime, con
odios que honran. El escritor lleva a Paquita y a su madre al corral
de la Cruz. Y ya en pleno verano de 1799, Moratín apunta: «Scherzi
cum Paquita, quam osculavi».
Continúan las visitas sin interrupción; en el estío de 1800, don Leandro
hace a la Muñoz un regalo muy propio: un abanico. Y en septiembre
se lleva a la madre y a la hija a su finca de Pastrana. Por aquella
época está escribiendo El sí de las niñas; la primera alusión a esta obra,
ya terminada, corresponde a julio de 1801. Pero el idilio con Francisca
continúa, ya que ésta, en octubre, le acepta agradecida unos pendientes.
La familiaridad con los Muñoz es total; en agosto de 1802, don Lean-
dro anota: «Chez Conde, magna cum Mother [de Paquita] disputatio
XXII FERNANDO LÁZARO CARRETER
super voyage»; pero vuelve por la tarde a verlas. Así, entre paseos, visi-
tas, representaciones teatrales, comidas, finezas y disgustos, va pasando
el tiempo para don Leandro y la niña. Transcurren ocho años de relación
frecuente y, a todas luces, amorosa. A fines de 1806, el año de estreno
de la comedia, el asunto parece precipitarse. El día 3 de diciembre, Mora-
tín va a casa de su amigo Melón; de la entrevista, sólo poseemos la
noticia: «consultatio over Paquita». Seis días después, esta nueva anota-
ción: «Ici Paquita and Mother, consultatio super casamiento of Paquita;
ego tastamento, tenerezze».
Estas rápidas apuntaciones permiten entrever una especie de ultimá-
tum presentado por las Muñoz a Moratín. ¿Qué casamiento era ése?
¿Había surgido un nuevo pretendiente? Carecemos de noticias, pero, como
ya se ha dicho, la muchacha no contraerá matrimonio hasta nueve años
más tarde. Resulta obvio pensar en el aludido ultimátum. Y don Lean-
dro, acorralado, sabe escaparse con Dios sabe qué habilidades emotivas,
en que era tan diestro.
Con todo, algún pretendiente, con pretensión más o menos inmedia-
ta, debía de haber entrado en el horizonte de Francisca, lo cual pudo
constituir el pretexto para obligar a don Leandro a que se aclarara. La
situación entre poeta y dama quizá se hizo difícil durante algún tiempo.
Moratín pasa los meses de julio y agosto de 1807 en Pastrana; el 4
de septiembre regresa a Madrid y visita inmediatamente a los Muñoz;
Paquita llora. ¿Cuál fue el motivo de su llanto? Podremos imaginarlo
tres días más tarde; Melón y él salen de paseo en coche, y Juan Antonio
le da la noticia de que Francisca se casa. Escuetamente, don Leandro
anota: «Planximus, ego tristis». La noticia —lo sabemos— era falsa.
¿Fue la última finta de las mujeres para atraer al evasivo escritor? Nos
tememos que sí. A no ser que el matrimonio se celebrara realmente —cosa
muy improbable— y no haya aparecido rastro documental.
6
Celebramos que esta opinión, expuesta por nosotros en 1 9 6 1 , parezca ser
compartida por R . y M . A n d i o c , en su edición del diario de M o r a t í n (p. 2 0 ) .
XXIV F E R N A N D O LÁZARO CARRETER
ni cuantos, tras él, han establecido una relación entre lo que acontece
en la comedia y lo que, en la vida, sucedía al poeta, andaban descamina-
dos. Lo que ocurre es que esa relación debe plantearse desde otros supuestos.
Moratín, con toda probabilidad, quiso a la muchacha hasta el límite
que le imponía su exigua capacidad de amar. Pero, por razones de carác-
ter ya explicadas, no se decidió —él, entendámoslo bien— a otorgarse como
esposo, porque le era imposible otorgar, compartir, conceder la más peque-
ña porción de su intimidad. En 179$, exclamaba: «¿Qué sé yo adonde
iré? Y esta incertidumbre me anuncia a cada paso la libertad que gozo».
Muchos años después, en 1823, seguirá exhibiendo su soledad con orgullo:
«Yo soy un pajarraco huérfano, sin pollos y sin nido; me mantengo con
poco; y a pesar de mis cortos haberes, antes me sobra que me falta».
Los mecanismos de la mente son muy complejos, y es muy probable,
7
J o a q u í n de Entrambasaguas [ 1 9 6 0 ] afirma, basándose en hipótesis, que don
Leandro sufrió un g r a v e quebranto sentimental cuando, en sus años m o z o s , su
amada doña Sabina C o n t i , «de la noche a la mañana y ante el espanto del j o v e n
M o r a t í n se casó con su tío don J u a n Francisco C o n t i , que le doblaría la edad
y algo más, resultando a su lado un viejo». Este «amargo dolor» y «desencanto
angustioso» se habrían plasmado, mediante una trasmutación literaria, en El vie-
jo y la niña. Y añade el citado crítico [ 1 9 6 0 : 2 2 ] : «Pero m u c h o más tarde, para
escribir su última comedia [El sí de las niñas], M o r a t í n aún vuelve sobre el tema
extrañamente —para quienes ignoren sus causas—, con esa obsesión del recuer-
do j u v e n i l en la vejez; con el deseo de revivir la j u v e n t u d , que, en el escritor
— c o m o en L o p e de V e g a , en La Dorotea—, se convierte en obra literaria, lle-
vando de nuevo a la escena su inolvidable tragedia, transformada ya en comedia
verdadera, porque, al drama, le ha encontrado otra solución. N i lo que sucedió
en la vida ni el deseo vindicativo de sus primeras comedias [alude a la desconoci-
da El autor y a la conservada El viejo y la niña], sino lo que debiera haber sucedi-
d o , y de ese m o d o vivir la ficción y evadirse de la realidad, merced al perfeccio-
namiento de su arte dramático, en toda su plenitud, y a la necesidad optimista
de su alma que han moldeado los años y las penas». L u e g o nos previene para
que «no incurramos en el frecuente error —acaso buscado p o r M o r a t í n , si no
fue capricho suyo la coincidencia de nombres— de identificar a esta Paquita
[ M u ñ o z ] con la protagonista de El sí de las niñas, doña Francisca también». R .
A n d i o c [ 1 9 7 5 : 1 4 4 ] da acogida a la hipótesis indemostrable del profesor E n t r a m -
basaguas, y concede que «tal vez debamos a este amor m a l o g r a d o [el de don
Leandro por Sabina] la creación de El viejo y la niña. Y también la de El sí
de las niñas...». Pero ¿no es suficientemente explicable esta obra, dentro de la
serie literaria, por L'école des mires? Las obras literarias dan testimonio de su
autor, pero es grave error querer justificarlas a ultranza por motivaciones b i o -
gráficas: antes que nada, son literatura.
ESTUDIO PRELIMINAR X X V
seguro casi, que la dificultad levantada por Moratín como obstáculo para
una boda que en modo alguno deseaba, fuese la diferencia de edades,
real pero no impediente, entre Paquita y él. En aquel ámbito social,
ya lo decíamos, eran frecuentes las bodas desniveladas, y sus consecuen-
cias. Moratín se atrincheró en estas aprensiones, y no se rindió. En sus
manos había caído la obrita de Marivaux, la historia del hombre viejo
que fracasó en amor. Como he dicho, no era tanta la diferencia de edades
entre él y Paquita; Angélique tenía diez años menos que Francisca, y
M. Damis trece más que Moratín. Pero no importaba: la fábula prueba
más y mejor cuanto más polares son sus términos. De que Moratín pen-
saba en su propia situación, no puede cabernos duda: ahí está la protago-
nista, con su nombre alusivo; y ahí están esas docenas de detalles señala-
dos por los comentaristas en la comedia, que apuntan inequívocamente
a la familia Muñoz, a sus amigos y a él mismo. Nuestra hipótesis
conduce a suponer que El sí de las niñas es la resolución literaria del
conflicto que preocupaba al escritor, la formalización de sus aprensiones
y recelos, los cuales eran, a su vez, producto de la irreductibilidad amoro-
sa o sentimental de don Leandro. L'école des méres le vino como anillo
al dedo; como un anillo que no servía, precisamente, de alianza.
Era lógico que D. Francisca no quisiera casarse con D. Diego; pero
a
Paquita Muñoz, que acepta regalos, que llora, que va forjando un senti-
miento del que dará más tarde conmovedoras señales, es seguro que sí
quería a su D. Diego, a su don Leandro?
El sí de las niñas depone, pues, como testigo de su autor. El maduro
pretendiente se retira, como fuan en El viejo y la niña, para no crear
una situación límite, para que el buen orden no sufra alteraciones. Sólo
que aquí, en el suceso real que, injertado en una obrita de Marivaux,
se vislumbra en la escena, el buen orden habría requerido, si mi interpre-
tación es exacta, la boda del caballero maduro y de la dama. Entendámo-
nos: el orden visto desde fuera de Moratín. Desde dentro, consistía en
lo que de veras ocurrió: en que el poeta no abatiese el menor reducto
de su espíritu. En él, libertad se identifica con intimidad intacta. El sí
8
Y a hemos señalado c o m o , en las cartas de M o r a t í n a Paquita, no hay hue-
llas de sentimientos amorosos. Esto confirma el carácter de huida que t u v o el
cese de sus relaciones. El poeta, que había chanceado con la muchacha, d o , in-
cluso, por la asiduidad en la correspondencia que le exigía la M u ñ o z . Si él hubie-
ra sido rechazado, ¿no se habría filtrado, entre tanto testimonio de afecto fami-
liar, un reproche, una insinuación, un indicio m í n i m o de despecho o de amor?
A partir de 1 8 0 6 , Moratín abre una cuenta nueva en sus relaciones con Paquita,
en que lo erótico se evita con s u m o cuidado.
XXVI FERNANDO LÁZARO CARRETER
Horacio, Epístolas, I, 1 9
«Esta comedia ofrece una pintura fiel del estado actual de nuestro
teatro (dice el prólogo de su primera edición); pero ni en los per-
sonajes ni en las alusiones se hallará nadie retratado con aquella
identidad que es necesaria en cualquiera copia para que por ella
pueda indicarse el original. Procuró el autor, así en la formación
de la fábula como en la elección de los caracteres, imitar la natura-
leza en lo universal, formando de muchos un solo individuo.»
En el prólogo que precede a la edición de Parma se dice: «De
muchos escritores ignorantes que abastecen nuestra escena de co-
medias desatinadas, de saínetes groseros, de tonadillas necias y es-
candalosas, formó un D . Eleuterio; de muchas mujeres sabidillas
y fastidiosas, una D . Agustina; de muchos pedantes erizados,
a
2
M o r a t ín antepuso diferentes pró- 3
hambre calagurritana: ' h a m b r e e x -
logos o advertencias a las ediciones de tremada'. Por la que padecieron los ha-
1 7 9 2 , 1 7 9 6 y 1 8 2 5 , además de un b o - bitantes de Calagurris (Calahorra) du-
rrador manuscrito de hacia 1 8 0 7 . A q u í rante el asedio del ejército de P o m p e y o
he optado por dejar tan sólo la de en tiempo de las guerras sertorianas
1825. 0
( 7 6 - 7 2 a. C ) .
IOI
102 LA C O M E D IA NUEVA
4
Varios críticos han insistido, fren- g ú n las leyes. Pasó el asunto al corre-
te a la afirmación del d r a m a t u r g o , en gidor de M a d r i d y j u e z protector de
los valores universales o atemporales los teatros, J o s é A n t o n i o A r m o n a ,
de la obra, llegando a defender que quien solicitó la opinión de D i e z G o n -
su estudio pertenece de pleno derecho zález y M i g u e l de M a n u e l , neoclási-
a la literatura, y no a la historia lite- cos y reformistas ambos. Sus informes
raria. 0
exculparon a M o r a t í n y ridiculizaron
5
Véase la nota 2 6 del acto I . a Cornelia. E l vicario eclesiástico, que
6
El 2 7 de enero de 1 7 9 2 , Cornelia negaba su aprobación sin que se haya
elevó un memorial al conde de Cifuen- averiguado m u y bien por qué, acabó
tes, presidente del C o n s e j o de Casti- cediendo, y las aprobaciones estuvie-
lla, pidiendo que, por tratarse de una ron a p u n t o el 5 de febrero, dos días
sátira directa, se castigase al autor se- antes del e s t r e n o .
0
A D V E R T E N C I A 103
D. ELEUTERIO D. PEDRO
D. a
AGUSTINA D. A N T O N I O
D. a
MARIQUITA D. SERAPIO
D. H E R M Ó G E N ES PIPÍ
7
Se indica aquí el único lugar en de la época, se subraya aquí la senci-
donde va a transcurrir la acción, si- llez e incluso «pobreza» del decorado,
guiendo el criterio y a aplicado explíci- primer elemento que a p r o x i m a al es-
tamente por Nicolás F . de M o r a t í n y pectador a lo realista y cotidiano de la
T o m á s de Iriarte. Según algunos, este acción d r a m á t i c a .
0
ESCENA 1 1 0
D. ANTONIO, PIPÍ
1 0
A diferencia de la comedia barro- ^pajarete: 'vino oloroso fino, elabo-
ca, en que la introducción suele enco- rado en un monasterio p r ó x i m o a J e -
mendarse a la relación de algún gra- r e z ' ; marrasquino: 'licor dulce obteni-
cioso o algún personaje de la obra, do de cerezas a m a r g a s ' .
aquí, con m a y o r artificio, se desen- 1 4
U s o del subjuntivo con el m i s m o
vuelve a lo largo de toda la escena valor que el futuro de s o r p r e s a .
0
primera. 15
Se refiere sin duda al Diario de
1 1
Es alusión al «furor poético», al Madrid, en el que se solía anunciar dia-
«rapto de la mente» que puede con- riamente la cartelera teatral, lo m i s m o
vertirse en simple l o c u r a .
0
que sucedía en el Diario de Barcelona
1 2
Exclamación — h o y en desuso— y otros periódicos de provincias que
de difícil equivalencia, tal vez semejante el local solía poner a disposición de
a ' ¡ N o puede ser!' o ' ¡ E s increíble!'. los clientes, c o m o también ocurre en
L a repite D. A n t o n i o un poco más El café de Barcelona, 3 , de R a m ó n de
abajo. 0
la C r u z .
105
106 LA COMEDIA NUEVA
1 6
E l título recuerda el de la obra de
1 9
E l n o m b r e de H e r m ó g e n e s sigue
Luciano Francisco Cornelia, El sitio de en el santoral al de Eleuterio , los días
Calés, pero se escribieron otras muchas 1 8 y 1 9 de abril. N o debe ser casuali-
comedias heroicas con títulos semejan- dad, pues los avatares de ambos perso-
tes. E l ataque de la obra se dirige con- najes están m u y entrelazados.
tra la comedia heroica y todos los as-
2 0
Cornelia, en el memorial elevado
pectos que la caracterizan en el X V I I I : al presidente del C o n s e j o , alegaba que
e x o t i s m o , acciones maravillosas, con- este j u e g o entre M a r i q u i t a —trasunto
ductas delictivas desde la óptica ilus- de su hija J o a q u i n a , convertida ficti-
trada, personajes que saltan los límites ciamente en hermana— y D . H e r m ó -
de su condición —social o cultural—, genes era una de las «particularidades
mezcla de rasgos propios de la trage- injuriosas que trascienden al "decoro
dia y la c o m e d i a .
0
de su m u j e r " » .
i 7 e l demonio, el d i a b l o ' , forma
( 2 1
Escribe el autor anónimo de unas
vulgar atenuada. Se dice de gente te- «Reflexiones sobre la palabra pedante»
meraria, atrevida y traviesa. ( 1 8 0 6 ) que la pedantería es «a veces el
1 8
L a actitud contra los repentistas arte de aparentar fingida su verdadera
o versificadores de improvisación fue ignorancia» y que «el peor género en-
constante en M o r a t í n . E n la Vida de tre los pedantes literarios es de aque-
su padre narra una curiosa anécdota llos que naturalmente provistos de corta
sobre el tema. A q u í no hace más que dosis de sentido c o m ú n, han leído gran
resaltar los rasgos negativos de D . a
n ú m e r o de libros sin g u s t o ni refle-
Agustina. 0
xión».
ACTO PRIMERO ESCENA I 107
2 2
Quiere decir que no encontraba actores la preferencia del público o bien
el m o d o de concluir adecuadamente la m a y o r entrada que la compañía r i v a l ' ;
rima. E l Arte poética española, de R e n - chupa: 'parte del vestido que cubría el
gifo, lleva una «fértilísima silva de con- tronco, con mangas ajustadas, y sobre
sonantes comunes, propios, esdrújulos la que se solía poner la casaca'; so-
y reflejos». La edición dieciochesca de bresaliente: 'actor que debía suplir la
la obra añadió consonantes y un trata- falta o ausencia de o t r o ' ; partes de por
do de asonantes. M o r a t í n alude bur- medio: 'actores o actrices de segun-
lescamente al tratado de R e n g i f o en La da clase que reciben asignación diaria
derrota de los pedantes. 0
y parte de las utilidades de la c o m -
2 3
'inspiración, n u m e n ' . El giro pañía'.
en + gerundio es rasgo estilístico frecuen- 2 6
Partidario fanático de alguna de
te en M o r a t í n y suele significar ante- las compañías dramáticas. Huerta los
rioridad inmediata a la acción del verbo considera «gente por lo regular oscura
principal o, como aquí, causa de algo. y de ninguna instrucción». E n la épo-
2 4
Este nombre podría provenir de ca de M o r a t í n , y a pesar de las p r o v i -
Séneca. Sin e m b a r g o , la afición mora- dencias gubernamentales —en especial
tiniana por el m i s m o podría arrancar bajo Aranda— para mejorar el desarro-
de la sonoridad indiscutible y algo có- llo del espectáculo, los mosqueteros que
mica de Serapión (acreditada en su poe- ocupaban el patio se dividían en chori-
sía y en El sí de las niñas). 0
zos y polacos. L o s primeros eran hin-
2 5
bullebulle: 'persona inquieta, en- chas de la compañía de M a n u e l M a r t í -
tremetida y de viveza e x c e s i v a '; silla: nez, que solía representar en el teatro
'la silla de manos en que acudían las de la C r u z ; los segundos, de la de Euse-
cómicas al teatro'; dio cuchillada; ' o b - bio R i b e r a , que lo hacía en el Prín-
tener alguna de las compañías o de los cipe. 0
io8 LA COMEDIA NUEVA
29
genes.
D. ANTONIO. ¿Qué me dices? ¿ D . Hermógenes se casa?
PIPÍ. ¡Vaya si se casa! Como que parece que la boda no se
ha hecho ya porque el novio no tiene un cuarto ni el poeta tam-
poco. Pero le ha dicho que con el dinero que le den por esta
comedia y lo que ganará en la impresión les pondrá la casa y paga-
rá las deudas de D . Hermógenes, que parece son bastantes.
D . A N T O N I O . Si serán. ¡Cáspita si serán! Pero, y si la come-
dia apesta y por consecuencia ni se la pagan ni se vende, ¿qué
harán entonces?
P I P Í . Entonces ¿qué sé yo? Pero ¡qué! N o , señor. Si dice
D . Serapio que comedia mejor no se ha visto en tablas.
D . A N T O N I O . ¡ A h ! Pues si D . Serapio lo dice, no hay que
temer. Es dinero contante, sin remedio. Figúrate tú si D . Serapio
y el apuntador sabrán muy bien dónde les aprieta el zapato y cuál
comedia es buena y cuál deja de serlo.
2 7
D e b e referirse a lo que M e s o n e - encomiástico. Y también D . C l a u d i o ,
ro R o m a n o s llama el «mentidero de los en La mojigata, I , 2 suele «fumar don-
representantes», situado en Madrid, en- de nadie fuma»; la misma actitud se
tre las actuales calles de L o p e de V e g a encuentra en C a d a l s o , Cartas marrue-
y Cervantes , entrando por la de L e ó n . cas, V I I , y Jovellanos, Sátira I I , «A A r -
R e c i b í a ese nombre por la iglesia de nesto». L o más refinado seguía siendo
J e s ú s , donde se veneraba la imagen tomar rapé, aunque el m i s m o M o r a t í n
de J e s ú s N a z a r e n o y que fue destruida escribe en su correspondencia que se
durante la Guerra de la Independen- harta de fumar, y parece ser que al re-
cia. L a mención a los peluqueros en- greso de su periplo europeo t u v o p r o -
marca al apasionado sociológicamente. blemas p o r intentar introducir tabaco.
2 8
F u m a r —cigarros, se supone— 2 9
Q u e sea el mosquetero quien
no se consideraba acción demasiado ur- concierta la boda refleja con claridad
bana. Iriarte alude en El señorito mima- la dejación de responsabilidades que
do, I, 2 , a «otras tertulias / perfuma- c o m o pater familias competen a D .
das de cigarro» en tono no demasiado Eleuterio.
ACTO PRIMERO ESCENA I 109
3 0
A u n q u e no sabemos c ó m o se ha- ma versión reduccionista, que también
cía exactamente el ponche, se prepara la crítica tomará c o m o credo: el ori-
a base de ron templado, agua, limón gen francés de las r e g l a s . 0
D . A N T O N I O . ¿Conque es la primera?
P I P Í . La primera. Si es mozo todavía. Y o me acuerdo... Habrá
cuatro o cinco años que estaba de escribiente ahí en esa lotería
de la esquina, y le iba muy ricamente; pero como después se
41
3 5
L a elección de este n o m b r e para 3 7
'ingreso regular, salario o renta'.
el protagonista puede responder al ca- 3 8
«Pipí se explica c o m o todos los
rácter semántico que tiene en latín, de ignorantes que no conciben la dificultad
origen g r i e g o : 'libertad' (las fiestas que lleva en sí la composición de una
eleuterias se dedicaban a J ú p i t e r liber- buena comedia» (Nota de Moratín).
tador y el eleutherium era una especie 3 9
' c ó m i c o especializado en papeles
de collar, signo de libertad); también de persona m a y o r o a n c i a n o ' .
era sobrenombre aplicado a B a c o . E n 4 0
'asombra r y tener é x i t o ' .
esa mezcla de excesiva libertad —res- 4 1
D . Eleuterio había sido escribien-
pecto a las reglas, claro— y la ebrie- te en un despacho de billetes de lote-
dad a que puede conducir la inspira- ría, j u e g o creado bajo el reinado de
ción sin control debe hallarse la Carlos I I I . Establecida por R e a l O r -
explicación del n o m b r e . 0
den de 3 0 de septiembre de 1 7 6 3 , sus
3 6
Era habitual que un «poeta» es- primeras oficinas se instalaron en la pla-
cribiera a destajo para una compañía, zuela de San Ildefonso y en la de los
pues, cobrando unos 1 . 5 0 0 reales por Trinitarios d e s c a l z o s .
0
le han nacido otras dos o tres, viéndose él así, sin oficio ni be-
43
E S C E N A II
4 3
Cornelia alegaba en el memorial nominales de objeto directo es rasgo
ya mencionado estas referencias al ma- constante en Moratín; trampeando: 'uti-
trimonio y al número de hijos c o m o lizar cualquier medio lícito para hacer
propias de su biografía. El se había ca- más llevadera una situación difícil'.
sado —aunque no en secreto— con 4 5
'franco, s i n c e r o ' .
M . Teresa B e y e r m ó n , doncella de la
a 4 6
Las palabras de Pipí dibujan a
marquesa de Mortara, en cuya casa era D . Pedro c o m o un misántropo , pero
familiar y protegido el dramaturgo des- el comentario de D . A n t o n i o alude a
de su orfandad. C u a t r o hijos debían de la dualidad propia del personaje, que
tener en esa época. se revelará especialmente en el de-
4 4
La ausencia de a en los sintagmas senlace.
112 LA C O M E D IA NUEVA
E S C E N A III
4 7
Moratín se esforzó en las diferen- óbice para aceptar los valores univer-
tes «advertencias» por evitar la identi- sales del poeta de f i c c i ó n .0
D . P E D R O . Callo.
D . A N T O N I O . ¿ Y si el silencio de usted le hace sospechoso?
D. PEDRO. Me voy.
D. A N T O N I O . N o siempre puede uno dejar el puesto, y en-
tonces...
D. PEDRO. Entonces digo la verdad.
D. ANTONIO. Aquí mismo he oído hablar muchas veces de
usted. Todos aprecian su talento, su instrucción y su probidad;
pero no dejan de extrañar la aspereza de su carácter.
5 1
La total franqueza o sinceridad es rasgo que ca-
racteriza al hombre de bien en la concepción ilustrada.
5 2
Se recoge aquí la influencia de M o l i e r e .
0
114 LA COMEDIA NUEVA
5 3
D . Pedro se presenta a sí m i s m o o cualquiera de sus sinónimos era un
como el polo opuesto del pedante, tipo gesto propi o del erudito a la violeta,
social al que M o r a t í n flageló sin pie- la acepción de 'obra de teatro' , en g e -
dad a lo largo de toda su vida. R e - neral, era de uso frecuente durante el
cuérdense sus versos: «Sólo el pedante siglo. L a relación entre ha comedia nue-
v o c i n g l e r o , hinchado / de vanidad y va y Los eruditos a la violeta es m a y o r
ponzoñosa envidia, / todo lo sabe. En de lo que se ha señalado hasta ahora,
el café gobierna / los imperios del como podrá observarse en las notas que
orbe»; o estos otros: « Y o , que no soy siguen. 0
embrollón, / ni p o n g o mi ingenio en 5 6
'bandeja con encajaduras para ase-
venta, / n i predico en el café / donde gurar los recipientes que se llevan en
retumbaba Huerta». ella'.
5 4
La claridad se impone en todos 5 7
D . Pedro alude a los retorcidos
los niveles de la vida social: el poeta títulos propios de las comedias popu-
debe escribir como el rey reinar; al café lares de la época. Las carteleras, sin em-
se debe ir a tomar café c o m o a la li- b a r g o , también han permitido a la
brería a comprar l i b r o s .0
crítica ahondar y perfilar en el conoci-
A u n q u e Cadalso consideraba que
5 5
miento de la vida y gustos teatrales de
emplear la v o z pieza en lugar de obra ese p e r í o d o .
0
ACTO PRIMERO ESCENA III 115
5 8
A pesar de que se ha indicado y a j a d a tendida, y llorar el otro a m o c o
el parentesco de D . Pedro y D . A n t o - suelto».
nio con Alceste y Philinte, de M o l i è - Hasta la R e a l O r d e n de 1799
5 9
re, no debe olvidarse que Cadalso de- para la reforma de los teatros, la inter-
dica Los eruditos a la violeta a Democrito vención oficial se reducía al control
y Heráclito, «para reír el u n o a carca- ideológico y a la regulación adminis-
116 LA C O M E D IA NUEVA
tar obras nuevas con quien quisiera. do por el mercado, se presentan más
6 0
L a convicción de que el gobier- c o m o mercachifles que c o m o escrito-
no debía premiar a los creadores e in- res profesionales. Pero el café no es el
telectuales o científicos que sobresalie- mercado.
ran en algún c a m p o para estimular los afollas: 'mezcla de fragmentos de
avances en todos los terrenos es rasgo obras teatrales con música'; melodrama;
común a los i l u s t r a d o s .
0
' d i á l o g o acompañado de m ú s i c a ' .
6 1
doblones: 'moneda de oro equiva- C o m p á r e s e J o v e l l a n o s : «tragedias, saí-
lente a sesenta reales'. netes, follas, / autos, loas y zarzue-
6 2
E ra ésta una realidad sociológica las» .
ACTO PRIMERO ESCENA I I I 117
6 5
E l cuarto equivalía a cuatro mara- gos con el m u n d o de la censura de
vedís, y el real, a ocho cuartos y medio. imprentas los ponía sin duda en situa-
6 6
Recuérdese el epigrama que es- ción inmejorable para conocer esa rea-
cribió M o r a t í n : « — C a y ó a silbidos mi lidad.
Filomena. / — S o l e m n e tunda llevaste 6 7
A pesar de lo que aquí se afirma
ayer. / — C u a n d o se imprima verán tajantemente, el autor publicó El sí de
que es buena. / — ¿ Y qué cristiano la las niñas antes de su representación. La
ha de leer?». D . D i e g o , en El sí de las razón de M o r a t í n fue tal v e z allanar
niñas, I, 3 , comenta con cierto desdén: las posibles dificultades mediante una
«Sí, pues ya se v e . T o d o se imprime» . dedicatoria al Príncipe de la P a z ; ade-
Las relaciones de M o r a t í n y sus ami- más, no era «autor n o v e l » .
Ii8 LA C O M E D I A NUEVA
7 2
A ñ a d e la edición de 1 7 9 2 : «Es- [de López de A y a l a ] dio m o t i v o a m u y
tos insectos sucios serán regularmente malas copias. M u c h o s poetas se atro-
arañas, polillas, moscones, correderas. pellaron a describir los horrores de una
D . ELEUTERIO. S í , señor. / D . A N T O - plaza sitiada y sin víveres, en m o n s -
NIO. ¡Estupendo potaje para un ven- truosos dramas que llamaron comedias,
torrillo de Cataluña!». M u e r t o Cornelia haciéndolo con tan ridiculas ideas y en
desde hacía varios años, carecía de sentido tan ruin estilo que no hay más que pe-
aludir a su verdadera patria; además, M o - dir en el género trivial, arrastrado y
ratín mostraría siempre un h o n do agra- mezquino» (Nota de Moratín). 0
7 4
A ñ a d e la edición de 1 7 9 2 la si- je)». Probablemente M o r a t í n la consi-
guiente acotación: «(D. Pedro manifes- deró innecesaria, pues el diálogo lo ma-
tará mucha impaciencia en todo este pasa- nifiesta por sí m i s m o .
n
ACTO PRIMERO ESCENA III 121
7 5
«Este diálogo entre dos o tres per- Grande, de Zavala y Z a m o r a , Las vivan-
sonajes, que hablan y se interrumpen deras ilustres, de Valladares de S o t o m a -
alternativamente, concluyendo todos y o r , y Lograr el mayor imperio por un fe-
con una expresión que viene bien al con- liz desengaño, de Luis M o n c í n . 0
ESCENA IV 7 9
D. HERMÓGENES, D. ELEUTERIO,
D. A N T O N I O , D. PEDRO, PIPÍ
7 8
E l lenguaje vulgar de D . Eleute- Hermógenes con Cristóbal Cladera, ca-
rio para hablar de sus personajes —de n ó n i g o mallorquín que utilizó el seu-
alta categoría social— refleja el de las dónimo de F u l g e n c i o de S o t o y publi-
obras de Cornelia, de las que es buen có algunas críticas contra M o r a t í n .
ejemplo Pedro el Grande, zar de Rusia. Éste, sin e m b a r g o , insistió en que no
D e ese m o d o se intenta atraer la sim- había tenido un solo m o d e l o real. L a
patía del v u l g o hacia los protagonistas sociedad de la época, ciertamente, ofre-
poniéndolos, al menos lingüísticamen- cía numerosos ejemplares semejantes:
te, a su nivel. gente con algunos estudios, desprovis-
7 9
Se ha señalado cierto parentesco tos de un empleo fijo, pretendientes
entre esta escena y M o l i e r e . 0
a puestos en la administración o en ca-
8 0
L a crítica, desde época m u y tem- sas de notables de alcurnia, z u m b a n d o
prana, ha identificado la figura de D . alrededor de revistas periódicas, tertu-
ACTO PRIMERO ESCENA IV 123
8 5
E l párrafo completo que D . Her- redo, n u d o ' ; catástasis: ' p u n t o c u l m i-
mógenes cita en g r i e g o , proveniente de nante'; catástrofe: 'desenlace'; peripecia:
Aristóteles, Poética, 1 0 , viene a decir; 'mudanza repentina'; agnición o anag-
« D e las fábulas, unas son simples y otras nórisis: 'reconocimiento de una perso-
complejas; y es que también las accio- na cuya calidad o identidad se ignora-
nes a las cuales imitan son de suyo ta- b a ' . Son términos corrientes y m u y
les». L a doctrina es aristotélica, pero no frecuentes en los preceptistas desde el
hay que olvidar que L u z á n , en Poéti- R e n a c i m i e n t o ; se ataca el uso de v o -
ca, I I I , 6, la había difundido de nuevo ces exóticas que el propio M o r a t í n no
en el X V I I I . Aconsejaba Cadalso, Erudi- se negaría a u t i l i z a r .0
8 9
R e l a c i ó n , con cierta eufonía có- E n otras palabras, todo el discur-
9 1
9 5
Los define C a d a l s o , Eruditos, to estragado. ¡Bárbaros! N o es el pue-
«Advertencia», como «ineptos que fun- blo quien tiene la culpa: es vuestra i g -
dan su pretensión en cierto aparato ar- norancia, vuestra pereza, vuestra falta
tificioso de literatura», y los critica con de gusto y de instrucción»; L a B r u y é -
el fin «de que los ignorantes no los con- re había descrito a un individuo seme-
fundan con los verdaderos sabios, en jante. 0
las ridiculas ideas que dan de ella los mal hechas, ridiculas y extravagantes'.
que pretenden poseerla, cuando apenas 9 8
Esta y otras afirmaciones explíci-
han saludado sus principios». Los eru- tas en boca de D . Pedro en pr o de la
ditos a la violeta, de C a d a l s o , publicada reforma y su tono discursivo hicieron
en 1 7 7 2 , fue reimpresa en 178Ó y 1 7 9 0 . que Menéndez Pelayo lo considerase el
9 6
Compárese Clavijo y Fajardo, El personaje más antipático de la obra.
Pensador, I X : « Y l u e g o vendrán los Recuérdense los versos de M o r a t í n :
poetas que tienen por asiento el abas- «¿yo he de escribir? N o . Primero / que
tecer al público de necedades y de bar- tal precepto obedezca, / G u e r r e r o y
barie a decirnos que componen malas Casal m e alaben / y a malos sonetos
comedias porque el pueblo tiene el gus- muera». 0
ACTO PRIMERO ESCENA V 127
ESCENA V
D. ANTONIO, D. ELEUTERIO,
D. HERMÓGENES, PIPÍ
de Pioz. 103
9 9
E n la epístola X V I I I de su De gata, I , I , para aludir despectivamente
institutione vitae, ai Lucilium Balbum, a cierto estudiante andaluz que m a l v i -
escribe Séneca: «Sí, mi querido L u - ve y presta libros nocivos a C l a r a .
cilio, una cólera excesiva conduce al «La villa de Pioz está situada tres
1 0 3
ESCENA VI
D. ELEUTERIO. ¡Oh!
D. H E R M Ó G E N E S . Digo, me parece que (sin vanidad) pocos
habrá que...
D. ELEUTERIO. Ninguno. Vamos, tan completo como us-
ted, ninguno.
D . H E R M Ó G E N E S . Que reúnan el ingenio a la erudición, la
aplicación al gusto, del modo que yo (sin alabarme) he llegado
a reunidos. ¿Eh?
D . E L E U T E R I O . Vaya, de eso no hay que hablar; es más claro
que el sol que nos alumbra.
D . H E R M Ó G E N E S . Pues bien. A pesar de eso, hay quien me
llama pedante, y casquivano, y animal cuadrúpedo. Ayer, sin ir
ficultades que ha habido para que esa gente la reciba. Por último,
hemos quedado en que no han de darme nada hasta ver si la pieza
gusta o no.
D . H E R M Ó G E N E S . ¡Oh, corvas almas! Y precisamente en la
ocasión más crítica para mí. Bien dice Tito Livio que cuando..." 3
1 0 9
U n p o l v o de rapé, es decir, de guar exactamente en qué frase o pá-
130 LA C O M E D IA NUEVA
D . E L E U T E R I O . ¿ Y qué dice?
D . H E R M Ó G E N E S . En uno de ellos puse por lema aquel cele-
bérrimo dicho del poeta: Pallida mors aequo pulsat pede pauperum
tabernas regumque turres. 117
1 1 7
H o r a c i o , Odas, I, 4 , 1 3 - 1 4 . El palabra, no hace sino subrayar la i g -
m i s m o M o r a t í n había traducido así norancia del poeta.
estos versos: «La pálida muerte / pisa Las palabras de D . H e r m ó g e n e s
1 1 9
aconseja utilizar para dárselas de le- nus», es decir, 'sin pan y v i n o n o hay
trado. amor f i n o ' . C o n Libero en lugar de B a c o ,
Esta traducción vulgar y errónea,
1 1 8
aparece en Terencio, Eunuco, I V , 6 . E l di-
basada puramente en la eufonía de la cho, también en Cervantes, Persiles, 1 , 5 .
A C T O S E G U N D O
ESCENA I
D. a
AGUSTINA, D. a
MARIQUITA, D. SERAPIO,
D. HERMÓGENES, D. ELEUTERIO
D. a
A G U S T I N A . ¿Pero usted hace caso de ella? ¡Qué ton-
tería! Si no sabe lo que se dice. Y a todo esto, ¿qué hora te-
nemos?
D . S E R A P I O . Serán... Deje usted... Podrán ser ahora...
D . H E R M Ó G E N E S . Aquí está mi reloj, que es puntualísimo.
Tres y media cabales. 2
D. a
A G U S T I N A . ¡Oh! Pues aún tenemos tiempo. Sentémo-
nos, una vez que no hay gente.
1
C o n c e p t o galénico del sueño. G a - Es u n rasgo que acentúa lo i n c o n e xo
leno teorizó la vinculación entre las cos- del batiburrillo cultural de que hace
tumbres del alma y la temperatura del gala D . H e r m ó g e n e s .
0
132
ACTO SEGUNDO ESCENA II 133
D . E L E U T E R I O . A l instante.
E S C E N A II
D. a
AGUSTINA, D. a
MARIQUITA, D. SERAPIO,
D. HERMÓGENES
D . a
MARIQUITA. ¡Qué inquietud! ¡Qué ir y venir! N o para
este hombre.
D. A G U S T I N A . Todo se necesita, hija; y si no fuera por su
a
4
medallas: 'doblón de a ocho u onza partidarios de la de M a n u e l M a r t í n e z .
de o r o, equivalente a 3 . 3 2 0 reales'; lu- Compárese Jovellanos: «Te dirá qué año,
neta: 'espacio del teatro con forma cur- / qué ingenio, qué ocasión dio a los cho-
vada y delante del escenario donde se rizos / eterno n o m b r e ; y cuántas cu-
encontraban las butacas, a diferencia del chilladas, / dadas de día en día, tan pu-
patio'. j a n t e s , / sobre el triste polaco los
5
Los chorizos eran los apasionados de mantiene». Véase la nota 2 6 del acto I .
la compañía de Eusebio R i b e r a y adver- T é n g a s e presente que era la compañía
sarios, en consecuencia, de los polacos o de R i b e r a la que representaba la obra.
134 LA C O M E D I A NUEVA
(Sale Pipí por ¡a puerta del foro con platos, botellas, etc. Lo deja
todo en el mostrador y vuelve a irse por la misma parte.) Vaya que
algunas veces me... ¡ A y , D . Hermógenes! N o sabe usted qué ga-
nas tengo de ver estas cosas concluidas y poderme ir a comer un
pedazo de pan con quietud a mi casa sin tener que sufrir sinra-
zones. 6
a usted!
D . H E R M Ó G E N E S . ¿Pues quién ama tan de veras como y o ,
cuando ni Píramo, ni Marco Antonio, ni los Tolomeos egipcios,
ni todos los Seléucidas de Asiria sintieron jamás un amor compa-
rable al m í o ? 7
le, bruto. 8
6
E l desmesurado afán de M a r i q u i - llan» en la historia por sus relaciones
ta por contraer matrimoni o a pesar de y matrimonio s incestuosos, en tanto
su temprana edad, que más adelante le que los Seléucidas no proporcionan
reprochará D . Pedro, queda aquí sufi- ejemplos famosos de amantes rendidos.
cientemente explicado y justificado. L a mezcla realza la palabrería del per-
7
Si la alusión a Píramo y M a r c o sonaje. 0
singular en todas sus cosas! Pues yo, si me caso, bien sabe Dios que...
D . A G U S T I N A . Calla, majadera, que vas a decir un disparate.
a
9
R e c u e r d a la oposición, en La Ju- sus golpes, / llantos y chilladiza». L o
dith castellana, de Cornelia, entre E l v i - que en un h o m b r e —intelectual y es-
ra —de lenguaje y expresión rebusca- critor, para más señas— era lógico apa-
das— y Gonzalo, que afirma: «yo hablo rece aquí c o m o un factor de caracteri-
siempre liso y llano, / y tú gastas unas zación negativa en la mujer.
frases...». U n a actitud semejante se Decía la edición de 1 9 7 2 : «el otro
1 2
casi todos acaban en of y en graf, para rebutir con ellos sus rela-
ciones... Y entretanto, ni se barre el cuarto, ni la ropa se lava,
19
1 4
Ildefonso L ó p e z R u b i ñ o s publicó de venir los hombres a hacer las labo-
en 1 7 5 4 una edición anotada y amplia- res domésticas?». « N o cose j a m á s , no
da del Vocabulario latino-español de N e - aplancha, / no hace un p u n t o de cal-
brija. Para aprender teología, Cadalso, ceta, / no m u e v e un trasto, ni quiere
Eruditos, «Viernes», asegura que «bas- / ocuparse en las faenas / propias de
tará que tengáis unos cuantos diccio- toda mujer», dice D . Luis en La moji-
narios». E l programa educativo de D . gata, I , l . °
Hermógenes mezcla en incongruente 1 7
manoteando: ' m o v i e n d o las ma-
amalgama elementos ilustrados con n o s ' , aquí ' h o j e a n d o ' . E l uso de ma-
otros de sentido claramente retró- notear confiere m a y or rusticidad a la ac-
grado. 0
ción del poeta y su esposa. La Academia
15
tabardillo pintado: 'tifus exantemá- de la Historia lo convirtió en mano-
t i c o ' , nombre vulgar para una forma seando.
del tifus con erupción en la piel. L a 1 8
El párrafo recuerda a M o l i e r e ,
actriz María Ignacia Ibáñez, amada Las mujeres sabias, I I , 7 .
de C a d a l s o , muri ó «de un tabardillo 1 9
E n la Gaceta de Madrid y el Mer-
m u y fuerte» (Autobiografía, « R e g r e s o curio de España, con secciones dedicadas
a Madrid»). a la política internacional, aparecen fre-
1 6
C o m p á r e s e Clavijo y Fajardo, El cuentemente nombres de diplomáti-
Pensador, X X : «¿Por qué no saben apli- cos y personalidades de sonoridad se-
carse a alguna labor útil? N o d i g o y o mejante. Sin e m b a r g o , la expresión
que tomen la azada, el escoplo, el ti- podía constituir una locución esta-
món de un navio ni las armas. ¿Pero ble para referirse a los periódicos en
qué, no hay otras ocupaciones? ¿ H a n general. C a d a l s o , Cartas, X I V , dice,
ACTO SEGUNDO • ESCENA II 137
con ese sentido: «estuve leyendo gace- podía pertenecer a una academia así.
tas y mercurios». Moratín relaciona al- Parodia evidente de las academias como
gunos de los nombres utilizados en co- la de los Arcades, del mismo modo que
medias de su tiempo: Druch, Apragin, Moratín y sus amigos fundaron la Aca-
Grothau, Patcul, Morosow, Mencicoff, demia de los Acalófilos. 0
q u e sepa c o m p o n e r d é c i m a s y r e d o n d i l l a s q u e la q u e sólo es b u e n a
para hacer u n p i s t o c o n t o m a t e , u n ajo de p o l l o o u n carnero
verde. 2 4
D. a
M A R I Q U I T A . A u n p o r eso en m i casa n o se g a s t a n pis-
t o s , ni carneros v e r d e s , ni p o l l o s , ni ajos. Y a se v e : en c o m i e n d o
versos no se necesita c o c i n a .
D . H E R M Ó G E N E S . B i e n está; sea lo q u e u s t e d q u i e r a , í d o l o
m í o ; p e r o si hasta a h o r a se ha p a d e c i d o a l g u n a e s t r e c h e z (angus-
tam pauperiem 25
que dijo el p r o f a n o ) , de h o y en adelante será otra
cosa.
D. a
M A R I Q U I T A . ¿ Y qué dice el p r o f a n o ? ¿ Q u e n o silbarán
esta tarde la c o m e d i a ?
D. H E R M Ó G E N E S . N o , señora; la aplaudirán.
D . S E R A P I O . D u r a r á u n m e s , y los c ó m i c o s se cansarán de
representarla.
D. a
M A R I Q U I T A . N o , pues n o decían eso a y e r los q u e e n c o n -
t r a m o s en la b o t i l l e r í a . 26
¿ S e acuerda u s t e d , h e r m a n a ? Y aque l
m á s alto, a fe q u e n o se m o r d í a la l e n g u a .
D . S E R A P I O . ¿ A l t o ? ¿ U n o a l t o , e h ? Y a l e c o n o z c o . (Levánta-
se.) ¡ P i c a r ó n , v i c i o s o ! U n o de capa q u e tiene u n c h i r l o en las nari-
ces. 2 7
¡ B r i b ó n ! E s e es u n oficial de g u a r n i c i o n e r o , 2 8
m u y a p a s i o-
nado de la otra c o m p a ñ í a . ¡ A l b o r o t a d o r ! Q u e él fue el q u e t u v o
la culpa de q u e silbaran la c o m e d i a de El monstruo más espantable
del ponto de Calidonia, 29
q u e la h i z o u n sastre, p a r i e n te de u n v e -
cino m í o ; p e r o y o le a s e g u r o a l . . .
2 4
El pisto se hacía friendo pimien- carrera de San Jerónimo. Clavijo y Fa-
tos, tomates y cebollas picados y re- jardo habla de la «erudición de botille-
vueltos (a lo que a veces se añade hue- ría»; también Cadalso aconseja, a fin
vo y patatas); el ajo de pollo solía hacerse de aparentar distracción: «entrar en al-
hirviendo patatas con una salsa de al- guna botillería preguntando si tienen
mendra, ñoras y ajos; el carnero verde botas inglesas».
se guisaba con perejil, ajos, tocino, pan, 2 7
chirlo: 'cicatriz'.
yemas de huevo y especias varias. Las 2 8
'el que hace o vende guarnicio-
recetas, como se sabe, varían de un lu- nes (correajes) para caballerías'.
gar a otro. 2 9
El extravagante título de la co-
2 5
Horacio, Odas III, 2 , I: «estrecha media parece ficticio (al menos no se
pobreza».. encuentra en catálogos de la produc-
2 6
'casa o tienda en que se hacían y ción dramática de la época), pero otros
servían sorbetes, bebidas heladas o re- muy parecidos solían figurar en las car-
frescos'. Moratín las frecuentará a lo teleras de entonces, como La esclava
largo de su vida madrileña, donde al- del Negro Ponto, de Valladares, o El
canzó nombradía la de Canosa, en la hombre más feo del mundo, Esopo el Ja-
ACTO SEGUNDO ESCENA II 13 9
D. a
MARIQUITA. ¿ Q u é t o n t e r í a s está u s t e d ahí d i c i e n d o ? S i
no es ése de q u i e n y o h a b l o .
D . S E R A P I O . S í , u n o a l t o , m a l a t r a z a , c o n u n a señal q u e le
coge...,
D. a
MARIQUITA. S i n o es ése.
D. S E R A P I O . ¡ M a y o r gatallón! 30
¡ Y q u é m a l a v i d a d i o a su
mujer! ¡ P o b r e c i t a ! L o m i s m o la trataba q u e a u n p e r r o .
D. a
MARIQUITA. P e r o si n o es ése, dale . ¿ A q u é v i e n e can-
sarse? E s t e era u n caballero m u y d e c e n t e, q u e n o tiene n i capa,
ni c h i r l o , ni se parece en nada al q u e u s t e d n o s p i n t a .
D . S E R A P I O . Y a , p e r o v o y al decir. ¡Unas ganas tengo de
pillar al tal g u a r n i c i o n e r o ! N o irá esta tarde al p a t i o , q u e si fue-
ra... ¡ e h ! . . . P e r o el o t r o d í a , ¡ q u é cosas le d i j i m o s allí en la pla-
zuela de S a n J u a n ! 3 1
E m p e ñ a d o en q u e la otra c o m p a ñ í a es la m e -
j o r , y q u e n o h a y quien la tosa. ¿ Y saben ustedes (Vuelve a sentarse)
p o r q u é es t o d o ello? P o r q u e los d o m i n g o s p o r la n o c h e se v a n
é l y o t r o s de su pelo a casa de la R a m í r e z , 3 2
y allí se están r e t o -
z a n d o en el r e c i b i m i e n t o c o n la criada; después les saca u n p o c o
de q u e s o , o u n o s p i m i e n t o s en v i n a g r e , 33
o así; y l u e g o se v a n
a p a l m o t e a r c o m o desesperados a las barandillas y al d e g o l l a d e -
ro. 3 4
P e r o n o h a y r e m e d i o ; y a e s t a m o s p r e v e n i d o s l o s apasiona-
dos d e acá, y a la p r i m e r a c o m e d i a q u e echen en el o t r o c o r r a l ,
3 5
El siglo anterior, un autor novel dramático, tan mañero y servicial, que
tuvo que pactar con un zapatero lla- se prestó a tales obsequios? Ninguno;
mado Sánchez, caudillo de los mosque- pero suponiendo en muchos las mis-
teros, para que no le silbaran su co- mas circunstancias que concurrían en
media. Las cosas, en ese sentido, no el triste D. Eleuterio, es verisímil que
habían cambiado demasiado. muchos lo hiciesen, y eso basta para
3 6
«Todo cuanto dice en este pasaje la imitación» (Nota de Moratín). No ha-
D . Agustina no es más que una fic-
a
bía sido ésa la opinión de Cornelia al
ción inverosímil, si bien la ignorancia presentar su memorial, pues aludió a
y la malignidad aplicaron a determina- este párrafo de una manera directa.
dos sujetos una pintura que, aunque 3 7
El resumen que de la acción ofre-
imitaba la verdad, no era la verdad mis- ce D . Agustina es muy parecido al
a
D. S E R A P I O . ¡Toma si g u s t a r á !
D. H E R M Ó G E N E S . Aturdirá.
D. S E R A P I O . Se d e s p o b l a r á M a d r i d p o r i r a v e r l a .
D. a
MARIQUITA. Y a m í m e parece q u e u n a s c o m e d i a s así
debían representarse en la p l a z a de los t o r o s . 38
ESCENA III
D. ELEUTERIO, D. a
AGUSTINA, D. a
MARIQUITA,
D. SERAPIO, D. HERMÓGENES
D. a
A G U S T I N A . Y b i e n , ¿ q u é dice el l i b r e r o ? ¿ S e d e s p a c h a n
muchas?
D. E L E U T E R I O . Hasta ahora...
D. a
A G U S T I N A . Deja; m e parece q u e v o y a acertar: habrá
vendido... ¿ c u á n d o se p u s i e r o n los carteles?
D . E L E U T E R I O . A y e r p o r la m a ñ a n a . T r e s o c u a t r o hice p o -
ner en cada esquina.
D . S E R A P I O . A h , y c u i d e u s t e d (Levántase) q u e les p o n g a n
buen engrudo, porque si n o . . . 3 9
D . E L E U T E R I O . S í , q u e n o e s t o y en t o d o . C o m o q u e y o m i s -
m o le hice c o n esa m i r a , y lleva u n a b u e n a p a r t e d e c o l a .
D. a
A G U S T I N A . E l Diario y la Gaceta la h a n a n u n c i a d o y a ,
¿es verdad?
D. H E R M Ó G E N E S . E n términos precisos.
D. a
A G U S T I N A . P u e s irán v e n d i d o s . . . q u i n i e n t o s ejemplares.
D. S E R A P I O . ¡ Q u é f r i o l e r a ! 40
Y m á s de o c h o c i e n t os también.
D. a
AGUSTINA. ¿ H e acertado?
D. S E R A P I O . ¿ E s v e r d a d q u e pasan de o c h o c i e n t o s ?
D . E L E U T E R I O . N o s e ñ o r , n o es v e r d a d . L a v e r d a d es q u e
3 8
El comentario de Mariquita pone estar más seguro de su eficacia. En un
de relieve el aspecto más llamativo de romance dedicado al conde de Florida-
las comedias populares del día: su uso blanca, anterior a 1 7 9 0 , Moratín le ha-
y abuso de todo lo espectacular. 0
bía aconsejado a su musa: «Y apesta
3 9
engrudo: 'pasta viscosa que se hace al público, grazna, / engruda los es-
cociendo en agua harina o almidón y quinazos, / y Dios te ayude y te dé
se usa para pegar papeles y otras cosas / lectores desocupados».
ligeras'. D. Eleuterio le añade cola para
+ 0
'¡Qué pequenez!'.
142 LA COMEDIA NUEVA
D. a
A G U S T I N A . P o r v i d a m í a q u e es b i e n p o c o .
D. H E R M Ó G E N E S . D i s t i n g o . P o c o , a b s o l u t a m e n t e h a b l a n d o ,
n i e g o ; r e s p e c t i v a m e n t e , c o n c e d o ; p o r q u e nada h a y q u e sea p o c o
ni m u c h o per se, sino r e s p e c t i v a m e n t e . Y así, si l o s tres ejemplares
v e n d i d o s c o n s t i t u y e n u n a cantida d tercia c o n relació n a n u e v e ,
y bajo este respecto los dichos tres ejemplares se l l a m a n p o c o ,
t a m b i é n estos m i s m o s tres ejemplares , r e l a t i v a m e n t e a u n o , c o m -
p o n e n u n a triplicada cantidad , a la cual p o d e m o s l l a m a r m u c h o ,
p o r la diferencia q u e v a de u n o a tres. D e d o n d e c o n c l u y o : q u e
n o es p o c o l o q u e se ha v e n d i d o , y q u e es falta d e i l u s t r a c i ó n
sostener l o c o n t r a r i o . 42
D. a
A G U S T I N A . D i c e bien, m u y bien.
D. S E R A P I O . ¡ Q u é ! ¡ S i en p o n i é n d o s e a h a b l a r este h o m b r e !
D. a
M A R I Q U I T A . P u e s , en p o n i é n d o s e a h a b l a r , p r o b a r á q u e
lo b l a n c o es v e r d e y q u e dos y d o s so n v e i n t e y c i n c o . Y o n o
entiendo tal m o d o d e sacar c u e n t a s . . . P e r o , al c a b o y al f i n , las
tres comedias q u e se han v e n d i d o hasta ahora, ¿serán más q u e tres?
D. E L E U T E R I O . E s v e r d a d y , en s u m a , t o d o el i m p o r t e n o
pasará de seis reales.
D. a
M A R I Q U I T A . P u e s seis reales, c u a n d o e s p e r á b a m o s m o n -
tes de o r o c o n la tal i m p r e s i ó n . Y a v o y y o v i e n d o q u e si m i b o d a
n o se h a de hacer hasta q u e t o d o s esos papelotes se despachen, m e
llevarán c o n p a l m a 4 3
a la sepultura. (Llorando.) ¡ P o b r e c i t a de m í !
D. H E R M Ó G E N E S . N o así, h e r m o s a M a r i q u i t a , desperdicie
usted el tesoro de perlas q u e u n a y o t r a l u z d e r r a m a . 4 4
4 1
Había escrito Voltaire, Cándido, dido relacionar con Moliere, El enfer-
2 2 , sobre «un libro del que sólo se ha mo imaginario, II, 7 , pero algo seme-
visto fuera de la librería el ejemplar que jante, bien que con otro fin, había
me dedicó»; y Moratín redactó este epi- hecho Lope en La esclava de su galán,
grama: «En un cartelón leí / que tu I, I. Pérez Galdós no dudaría en alu-
obrilla baladí / la vende Navamorcuen- dir a la lógica aplastante de D. Hermó-
de... / No has de decir que la vende, genes en su novela La de Bringas,
/ sino que la tiene allí». XXXVII.
4 2
Todo el párrafo es una parodia 4 3
'virgen'. 0
D. A
MARIQUITA. ¡ P e r l a s ! S i y o supiera llora r perlas, n o ten-
dría m i h e r m a n o necesidad de escribir disparates.
ESCENA IV
D. SER API O. ¿ L a t o n a d i l l a ?
D. MARIQUITA. ¿ Q u é dice usted? (Levántame todos.)
A
D. ELEUTERIO. ¿ L a tonadilla?
4 5
tertulia: 'corredor situado encima ba veinte años hace en las representa-
de los palcos terceros, en la parte más ciones era ésta. Empezábase la come-
alta del recinto teatral'; cubillos: 'pe- dia, y al concluir la primera jornada,
queños aposentos situados a ambos la- se echaba un entremés; seguía una to-
dos de la embocadura, debajo de los nadilla, después la segunda jornada, lue-
palcos primeros y próximos al esce- go un saínete, otra tonadilla y, por úl-
nario'. timo, la tercera jornada de la comedia»
4 6
«La distribución que se observa- (Nota de Moratín).
144 LA COMEDIA NUEVA
D. A
AGUSTINA. ¿Pues c ó m o h a n e m p e z a d o tan p r e s t o ?
D. ANTONIO. N o , señora, h a n e m p e z a d o a la h o r a r e g u l a r .
D. A
AGUSTINA. N o puede ser, si a h o r a serán...
D. HERMÓGENES. Y o lo diré. (Saca el reloj.) Las tres y m e -
dia en punto. 4 7
D. A
MARIQUITA. ¡ H o m b r e ! ¿ Q u é tres y m e d i a ? S u reloj d e
usted está s i e m p r e en las tres y m e d i a .
D. AGUSTINA. A v e r . . . (Toma el reloj de D. Hermógenes, le
A
4 7
El incidente del reloj de D. Her- pasado el tiempo». En la presente es-
mógenes recuerda uno similar —aun- cena, el reloj funciona como recurso
que allí más extenso— en Goldoni, La cómico, rompiendo con su función
hottega del caffé, I, 3 . Cadalso, Erudi- lógica. 0
ESCENA V
D. A N T O N I O , PIPÍ
D . A N T O N I O . ¿ C o n q u e estas dos s o n la h e r m a n a y la m u j e r
del a u t o r de la c o m e d i a ?
P I P Í . S í , señor.
D . A N T O N I O . ¡ Q u é p a s o l l e v a n ! Y a se v e , se f i a r o n del reloj
de D . H e r m ó g e n e s .
P I P I . Pues y o n o sé q u é será, p e r o desde la v e n t a n a de arriba
se v e salir m u c h a g e n t e del c o l i s e o .
D . A N T O N I O . Serán los del patio, que estarán sofocados. C u a n -
d o y o m e v i n e quedaban d a n d o v o c e s para q u e les abriesen las
p u e r t a s . E l calor es m u y g r a n d e y , p o r o t r a p a r t e , m e t e r c u a t r o
d o n d e n o caben m á s q u e d o s es u n d e s p r o p ó s i t o ; p e r o l o q u e i m -
p o r t a es c o b r a r a la p u e r t a , y m á s q u e r e v i e n t e n dentro.
ESCENA VI
D. P E D R O , D. ANTONIO, PIPÍ
D. A N T O N I O . ¡ C a l l e ! ¿ Y a está u s t ed p o r acá? P u e s y la c o -
m e d i a , ¿en q u é estado q u e d a ?
D . P E D R O . H o m b r e , n o m e hable usted de c o m e d i a , (Siéntase)
q u e n o he tenido rato p e o r m u c h o s meses h a .
D . A N T O N I O . ¿Pues q u é ha sido ello? (Sentándosejunto a D.
Pedro.)
D . P E D R O . ¿ Q u é ha d e ser? Q u e he tenido q u e sufrir (gracias
a la r e c o m e n d a c i ó n de usted) casi t o d o el p r i m e r a c to y , p o r aña-
d i d u r a , u n a tonadilla insípida y d e s v e r g o n z a d a , c o m o es c o s t u m -
b r e . H a l l é la ocasión de escapar y la a p r o v e c h é .
D . A N T O N I O . ¿ Y q u é tenemos en cuanto al m é r i t o de la pieza?
D . P E D R O . Q u e cosa p e o r n o se ha v i s t o en el teatro desde
q u e las m u s a s de g u a r d i l l a le a b a s t e c e n . . . 51
Si t e n g o hecho p r o -
p ó s i t o firme de n o ir j a m á s a v e r esas t o n t e r í a s . A m í n o me
divierten; al c o n t r a r i o , m e llenan d e , d e . . . N o s e ñ o r , m e n o s m e
enfada c u a l q u i e r a de nuestras c o m e d i a s a n t i g u a s , p o r malas q u e
sean. E s t á n d e s a r r e g l a d a s, tienen d i s p a r a t e s , p e r o aquellos dispara-
tes y aquel d e s a r r e g l o son hijos del i n g e n i o y n o de la e s t u p i d e z .
T i e n e n defectos e n o r m e s , es v e r d a d ; p e r o e n t r e estos defectos se
hallan cosas q u e , p o r v i d a m í a , tal v e z s u s p e n d e n y c o n m u e v e n
al espectador en t é r m i n o s de hacerle o l v i d a r o disculpar c u a n t os
desaciertos han p r e c e d i d o . 52
A h o r a , c o m p a r e usted nuestros a u t o -
res adocenados del día c o n los a n t i g u o s y d í g a m e si n o v a l e n más
C a l d e r ó n , S o l í s , R o j a s , M o r e t o c u a n d o deliran q u e estotros cuan-
do quieren h a b l a r en razón. 53
D . P E D R O . N o t a n t o c o m o el a u t o r quisiera , p o r q u e a l g u n a s
veces se ha l e v a n t a d o en el patio u n a m a r e t a sorda q u e traía visos
de t e m p e s t a d . 55
E n fin, se acabó el act o m u y oportunamente,
p e r o n o m e atrever é a p r o n o s t i c a r el é x i t o d e la tal p i e z a , p o r q u e ,
a u n q u e el p ú b l i c o está y a m u y a c o s t u m b r a d o a o í r desatinos, tan
garrafales c o m o los de h o y j a m á s se o y e r o n .
D. A N T O N I O . ¿ Q u é dice u s t e d ?
D. P E D R O . Es increíble. A l l í no hay más que un hacinamiento
confuso de especies, u n a acción i n f o r m e , lances i n v e r i s í m i l e s , 56
episodios i n c o n e x o s , caracteres m a l e x p r e s a d o s o m a l e s c o g i d o s ;
en v e z de artificio, e m b r o l l o ; en v e z de situaciones c ó m i c a s , m a -
5 2
tal vez: 'alguna vez, a veces'; uso para mi consuelo. ¿El pueblo, el po-
muy frecuente en la literatura del Si- bre pueblo mostraba estar contento?
glo de Oro. ¿Aplaudía tanto y daba tan terribles
53
La postura de Moratín hacia el palmadas como las que nos aturdieron
teatro del Siglo de Oro se expresa aquí en el coliseo del Príncipe?».
con toda la ambivalencia, pero sin am- 55
mareta: 'rumor de muchedumbre
bigüedad, de casi todos los ilustrados. que empieza a agitarse'. Cuando Mo-
El aprecio-rechazo, no obstante, reci- ratín menciona al patio, se refiere a un
birá algunos matices. Pero la diferen- sector muy determinado del público:
cia entre los grandes dramaturgos ba- el de menor nivel socioeconómico y
rrocos y los mediocres contemporáneos cultural.
queda subrayada. 0
'inverosímiles'; la forma usada
5 6
5 4
Parece seguir a Clavijo y Fajardo, por Moratín es la dominante durante
El Pensador, IX: «Pero dígame Vm. el siglo x v n i .
ACTO SEGUNDO • ESCENA VI 147
m a r r a c h a d a s de l i n t e r n a m á g i c a . 5 7
No h a y c o n o c i m i e n t o de his-
t o r i a , ni de c o s t u m b r e s ; n o hay o b j e t o m o r a l , n o hay lenguaje,
ni estilo, ni versificación, ni g u s t o , ni sentido c o m ú n . 5 8
E n suma,
es tan m a l a y p e o r que las otras con que nos r e g a l a n t o d o s los días.
D. A N T O N I O . Y no hay que esperar nad a m e j o r . Mientras
el t e a t r o siga en el a b a n d o n o en que h o y está, en v e z de ser el
espejo de la v i r t u d y el t e m p l o del b u e n g u s t o , será la escuela
del e r r o r y el a l m a c é n de las extravagancias. 59
D . P E D R O . ¡ P e r o n o es fatalidad q u e , d e s p u é s de t a n t o c o m o
se ha escrito p o r los h o m b r e s más d o c t o s de la n a c i ó n sobre la
necesidad de su r e f o r m a , 6 0
se han de v e r t o d a v í a en n u e s t r a es-
5 7
Añadía la edición de 1 7 9 2 : «¡Y el coles»: «con saber explicar una cámara
estilo! Cuando debe ser noble y afec- oscura y una linterna mágica... no ha-
tuoso es oscuro, campanudo y hueco; brá vieja que no os tenga por tan má-
cuando debe ser sencillo y gracioso es gico en nuestros días como el pobre
chabacano y frío. La moral no la bus- marqués de Villena lo fue en los suyos».
que usted ni en la fábula ni en los ca- 5 8
«La ignorancia con que disponían
racteres: allí no hay otra moral que la sus fábulas dramáticas los poetas con-
que inoportunamente se vierte en unas temporáneos de D. Eleuterio no la di-
largas misiones, que no son otra cosa simulaban con las prendas de estilo, len-
los soliloquios de que está llena la tal guaje y versificación; todo era de igual
comedia. ¡Pero qué moral! ¡Ya se ve! mérito; y el que lea, no una, sino mu-
¿Qué moral ha de enseñar el poeta que chas docenas de aquellos monstruosos
no haya estudiado el corazón del hom- dramas, hallará con cuánta moderación
bre, que no haya observado de qué ma- se censuraron en La comedia nueva sus
nera influyen en el carácter particular desaciertos» (Nota de Moratin).
de cada individuo el temperamento, la 5 9
Expone Moratin, recogiendo tér-
edad, la educación, el interés, la legis- minos de tradición ciceroniana, la fi-
lación, las preocupaciones y costum- nalidad educativa que debe tener el tea-
bres públicas? Si ignora esto y carece tro. En Cadalso, Suplemento a Eruditos,
al mismo tiempo de aquella sensibili- una dama afirma: «la poesía sola ... es
dad con que un buen poeta sabe reves- la única diversión que nos conceden con
tirse de los mismos afectos que finge alguna libertad ... el teatro es la única
e indentificarse con los caracteres que cátedra a cuya asistencia se nos admite».
copia de la naturaleza, ¿qué doctrina 6 0
Añade en 1 7 9 2 : «y, a la vista de
moral ni qué ilusión deberá esperarse?».
los progresos que ha hecho en Europa
El motivo de la supresión de este pá-
la poesía dramática».
rrafo, como el de algunos que siguen,
Alude claramente a los escritos en
no es otro que aligerar el peso discur-
pro de la reforma teatral publicados por
sivo de D. Pedro.
Luzán, Nasarre, Montiano, Clavijo y
Como se sabe, la linterna mágica per- Fajardo, Nicolás F. de Moratin, Ni-
mitía ver, por un juego de luces y som- pho y algunos más. El compromiso de
bras sobre una placa previamente pre- Moratin con la reforma fue más allá
parada, ciertas imágenes en movimien- de las declaraciones puestas en boca de
to. Escribe Cadalso, Eruditos, «Miér- sus personajes. 0
148 LA COMEDIA NUEVA
D. A N T O N I O . C o n t o d o , c u a n d o se v e q u e . . . P e r o ¿ q u é n o -
v e d a d es ésta?
ESCENA VII
D. SERAPIO, D. H E R M Ó G E N E S , D. P E D R O ,
D. ANTONIO, PIPÍ
D. ANTONIO. Y o n o , no traigo.
D. P E D R O . ¿ P e r o q u é ha s i d o ? ¿ E s accidente?
ESCENA VIII
D. a
AGUSTINA, D. a
MARIQUITA, D. ELEUTERIO,
D. H E R M Ó G E N E S , D. SERAPIO, D. P E D R O ,
D. ANTONIO, PIPÍ
D . E L E U T E R I O . S í , es m u c h o m e j o r hacer lo q u e dice D . S e -
rapio.
6 4
agua de melisa: 'remedio tónico y amoníaco'. El lenguaje rebuscado del
antiespasmódico'; álkali volátil: 'sales'; pedante no cede ni ante una situación
éter vitriólico: 'derivado del sulfato de de emergencia.
150 LA C O M E D I A NUEVA
D. SERAPIO. P u e s y a se v e . A n d a , P i p í , en t u c a m a p o d r á
descansar esta s e ñ o r a .
P I P Í . ¡ Q u é ! S i está en u n c a m a r a c h ó n que... 6 5
D. ELEUTERIO. N o i m p o r t a .
P I P Í . ¡ L a c a m a ! L a c a m a es u n j e r g ó n de arpillera y . . .
D. S E R A P I O. ¿ Q u é quiere decir e s o ? 6 6
D. E L E U T E R I O . N o i m p o r t a n a d a . A l l í estará u n r a t o , y v e -
r e m o s si es cosa d e l l a m a r a u n s a n g r a d o r . 6 7
P I P Í . Y o , b i e n , si u s t e d e s . . .
D. A
AGUSTINA. N o , n o es m e n e s t e r.
D. A
MARIQUITA. ¿ S e siente u s t e d m e j o r , hermana?
D. ELEUTERIO. ¿ T e vas aliviando?
D. A
AGUSTINA. A l g u n a c o s a.
D. S E R A P I O. ¡ Y a se v e ! E l lance n o era para m e n o s .
D. ANTONIO. ¿ P e r o se p o d r á saber q u é especie de i n s u l t o
ha sido é s t e ? 6 8
D. PEDRO. N o acabo de c o m p r e n d e r .
D. A
MARIQUITA. S e ñ o r , la cosa es b i e n sencilla. E l s e ñ o r es
h e r m a n o m í o , m a r i d o de esta señora y a u t o r d e esa m a l d i t a c o m e -
dia q u e h a n e c h a d o h o y . H e m o s i d o a v e r l a ; c u a n d o l l e g a m o s
estaban y a en el s e g u n d o a c t o . A l l í había u n a t e m p e s t a d , y l u e g o
un consejo d e g u e r r a , y l u e g o u n b a i l e , y después u n e n t i e r r o . . .
E n fin, ello es q u e al c a b o de esta t r e m o l i n a , salía la d a m a c o n
un chiquillo de la mano, y ella y el chico rabiaban de
6 5
camarachón o camaranchón: 'des- avances de la medicina, y en especial de la
ván o cuarto en lo más alto de la casa iatroquímica, los tratamientos tradicio-
donde solían guardarse trastos viejos'; nales de base galénica seguían en vigor.
aunque algunos editores han modifi- 6 8
insulto: 'indisposición repentina
cado lo escrito por Moratín, tal vez que priva de sentido o de movimiento'.
por no encontrar la voz en ningún dic- 9
Escribió Moratín sobre estas pa-
cionario, él no lo corrigió nunca. 0
labras en el día del estreno: «supo de-
6 6
Añade la edición de 1 7 9 2 : cirlo el actor que desempeñaba este pa-
«PlPÍ.— Y huele todo aquello que...». pel con expresión tan oportunamente
El comentario del camarero no era de- equívoca que la mayor parte del con-
masiado agradable. curso, aplicando aquellas palabras a lo
6 7
Encargado de practicar sangrías que estaba sucediendo, interrumpió con
como terapia médica. A pesar de los aplausos la interpretación».
ACTO SEGUNDO ESCENA VIII 151
h a m b r e ; el m u c h a c h o decía: « M a d r e , d é m e u s t e d p a n » , y la m a d r e
i n v o c a b a a D e m o g o r g o n y al C a n c e r b e r o . 7 0
A l l l e g a r n o s o t r o s se
e m p e z a b a este lance de m a d r e e h i j o . . . E l p a t i o estaba t r e m e n d o .
¡ Q u é oleadas! ¡ Q u é toser! ¡ Q u é e s t o r n u d o s ! ¡ Q u é b o s t e z a r ! ¡ Q u é
r u i d o confuso p o r todas p a r t e s . . . ! P u e s , señor, c o m o d i g o : salió
la d a m a , y apenas h u b o d i c h o q u e n o había c o m i d o en seis días,
y apenas el c h i c o e m p e z ó a pedirla p a n , y ella a decirle q u e n o
le tenía, c u a n d o , para servir a ustedes, la g e n t e (que a la cuenta
estaba y a h o s t i g a d a de la t e m p e s t a d , del c o n s e j o de g u e r r a , del
baile y del e n t i e r r o) c o m e n z ó a a l b o r o t a r s e . E l r u i d o se a u m e n t a ;
suenan b r a m i d o s p o r u n l a d o y o t r o , y e m p i e z a tal d e s c a r g a de
palmadas huecas y tal g o l p e o en los b a n c o s y barandillas q u e n o
parecía sino q u e toda la casa se v e n í a al s u e l o . C o r r i e r o n el t e l ó n ,
abrieron las p u e r t a s , salió r e n e g a n d o t o da la g e n t e , a m i h e r m a n a
se la o p r i m i ó el c o r a z ó n , de m a n e r a q u e . . . 7 1
E n fin, y a está m e -
jor, q u e es l o p r i n c i p a l . A q u e l l o n o ha sido ni o í d o ni v i s t o ; en
u n instante, e n t r a r en el palco y suceder lo q u e acabo de c o n t a r ,
t o d o ha sido a u n t i e m p o . ¡ V á l g a m e D i o s ! ¡ E n l o q u e han v e n i d o
a parar tantos p r o y e c t o s ! 72
B i e n decía y o que era i m p o s i b l e q u e . . .
(Siéntase junto a D." Agustina.)
D. E L E U T E R I O . ¡ Y q u e n o ha de haber j u s t i c i a p a r a e s t o !
D. H e r m ó g e n e s , a m i g o D . H e r m ó g e n e s , usted b i e n sabe lo q u e
es la pieza; i n f o r m e usted a estos s e ñ o r e s . . . T o m e u s t e d : (Saca
¡a comedia y se ¡a da a D. Hermógenes) léales usted t o d o el s e g u n d o
acto y q u e m e d i g a n si una m u j e r q u e n o ha c o m i d o en seis días
tiene r a z ó n de m o r i r s e , y si es m a l p a r e c i d o q u e un c h i c o de cua-
t r o años pida p a n a su m a d r e . 73
L e a u s t e d , lea u s t e d , y q u e m e
d i g a n si h a y concienci a ni ley de D i o s para h a b e r m e asesinado
de esta m a n e r a .
D. H E R M Ó G E N E S . Y o por ahora, a m i g o D . Eleuterio, no
p u e d o e n c a r g a r m e de la lectura del d r a m a . (Deja la comedia sobre
7 0
Demogorgon era genio de la tierra 7 2
Como en la fábula de «La leche-
que vivía en su centro junto a Caos y Eter- ra», con quien Mariquita presenta al-
nidad; Cancerbero, el perro de tres cabe- gunos rasgos en común.
zas que vigilaba las puertas del Infierno. En Federico II, de Cornelia, los
7 3
71
El fracaso de El gran cerco de Viena hijos de Treslow, el héroe, también re-
configura el primer desenlace de la obra, claman pan, pero su mujer muere de
al que seguirá, con otro carácter muy hambre mientras los pequeños se em-
diferente, el de La comedia nueva. 0
baulan un trozo de pan negro. 0
152 LA COMEDIA NUEVA
D. E L E U T E R I O . D i g a n l o q u e q u i e r a n . L o q u e y o d i g o es
que usted m e ha e n g a ñ a d o c o m o u n c h i n o . 7 8
Si y o m e aconseja-
b a c o n u s t e d , si usted h a v i s t o la obra lance p o r lance y v e r s o
p o r v e r s o , si uste d m e ha e x h o r t a d o a c o n c l u i r las otras q u e t e n g o
m a n u s c r i t a s , si usted m e ha l l e n a d o de e l o g i o s y esperanzas , si
m e ha h e c h o usted creer q u e y o era u n g r a n d e h o m b r e , ¿cómo
m e dice u s t e d ahora e s o ? ¿ C ó m o ha tenido u s t e d c o r a z ó n para
e x p o n e r m e a los silbidos, al p a l m o t e o y a la z u m b a d e esta tarde?
D. HERMÓGENES. U s t e d es pacato y p u s i l á n i m e en d e m a -
s í a . . . ¿ P o r q u é no le a n i m a a usted el e j e m p l o ? ¿ N o v e u s t e d
esos autores q u e c o m p o n e n para el teatro c o n cuánta imperturba-
bilidad toleran los vaivene s de la f o r t u n a ? E s c r i b e n , l o s silban,
y v u e l v e n a escribir; v u e l v e n a silbarlos, y v u e l v e n a e s c r i b i r . . .
¡Oh, almas g r a n d e s , para quienes los chiflidos son arrullos y las
m a l d i c i o n e s alabanzas!
7 6
Se insinúa aquí algo del desen- Amar de Borbón en 1 7 8 2 - 1 7 8 6 . Es una
lace sentimental de la obra, puesto que de las defensas de las letras españolas
el dolor apuntado por D . Eleute- contra los ataques de Tiraboschi, Bet-
rio afecta más al sentido de la amis- tinelli y otros. Platón no tiene dema-
tad que al fracaso mismo de la co- siada cabida en este punto.
media. 7 8
Frase vulgar que supone a los
7 7
Francisco Javier Lampillas, jesuí- chinos torpes y faltos de conocimien-
ta expulso, escribió y publicó en ita- to y, por tanto, fáciles de engañar. Ya
liano, entre 1 7 7 8 y 1 7 8 1 , su Ensayo his- a comienzos del siglo XVIII se tenía
térico-apologético de la literatura española, eso por erróneo, considerándolos muy
traducido al español por doña Josefa hábiles e ingeniosos.
154 LA C O M E D I A NUEVA
D. a
M A R I Q U I T A . ¿ Y q u é quiere usted (Levántase) decir c o n
eso? Y a n o t e n g o paciencia para callar m á s . ¿ Q u é quiere usted
decir? ¿ Q u e m i p o b r e h e r m a n o v u e l v a o t r a vez...?
D . H E R M Ó G E N E S . L o q u e q u i e r o decir es q u e e s t o y d e prisa
y me voy.
D. a
A G U S T I N A . V a y a usted c o n D i o s , y h a g a u s t e d cuenta
q u e n o n o s ha c o n o c i d o . ¡ P i c a r d í a ! N o sé c ó m o (Se levanta muy
enojada, encaminándose hacia D. Hermógenes, que se va retirando de
ella) n o m e tiro a é l . . . ¡ V a y a s e usted!
D. H E R M Ó G E N E S . ¡Gente ignorante! 7 9
D. a
AGUSTINA. ¡Vayase usted!
D. E L E U T E R I O . ¡Picarón!
D. H E R M Ó G E N E S . ¡Canalla infeliz !
ESCENA IX
D. ELEUTERIO, D. SERAPIO, D. A N T O N I O , D. P E D R O ,
D. a
AGUSTINA, D. a
MARIQUITA, PIPÍ
7 9
También Trissotin, en Las mu- vela la intrínseca hipocresía del pe-
jeres sabias, decide abandonar a Hen- dante.
riette en cuanto averigua que su padre proporciones: 'ocasiones, oportuni-
8 0
D. a
A G U S T I N A . E s m e n e s t e r q u e tengas u n p o c o de pacien-
cia, M a r i q u i t a .
D . E L E U T E R I O . L a paciencia (Se levanta con viveza) la necesi-
to y o , q u e e s t o y desesperado de v e r l o q u e m e sucede .
D. a
AGUSTINA. Pero, hombre, ¡qué!, ¿ n o has de refle-
xionar?
D . E L E U T E R I O . C a l l a , m u j e r , calla, p o r D i o s , q u e t ú t a m -
bién. . .
D . S E R A P I O . N o señor , el m a l ha estado en q u e n o s o t r o s n o
lo a d v e r t i m o s c o n t i e m p o . . . P e r o y o le a s e g u r o al g u a r n i c i o n e r o
y a sus camaradas q u e , si l l e g a m o s a p i l l a r l o s , solfeo d e m o j i c o n e s
c o m o el q u e han de l l e v a r n o l e . . . L a c o m e d i a es b u e n a , señor,
c r é a m e u s t e d a m í : la c o m e d i a es b u e n a . A h í n o ha h a b i d o m á s
sino q u e l o s d e allá se h a n u n i d o y . . .
D . E L E U T E R I O . Y o y a e s t o y en q u e la c o m e d i a n o es ta n
mala, y que hay muchos partidos; pero lo que a m í . . .
D. P E D R O . ¿ T o d a v í a está usted en esa e q u i v o c a c i ó n ?
D. A N T O N I O . (Aparte, a D. Pedro.) D é j e l e u s t e d .
D. P E D R O . N o q u i e r o dejarle; m e da c o m p a s i ó n . . . 8 1
Y , so-
b r e t o d o , es demasiada necedad , después de l o q u e h a s u c e d i d o ,
q u e t o d a v í a esté c r e y e n d o el señor q u e su o b r a es b u e n a . ¿Por
q u é ha d e serlo? ¿ Q u é m o t i v o s tiene usted para acertar? ¿Qué
ha estudiado u s t e d ? ¿ Q u i é n le h a enseñado el arte? ¿ Q u é m o d e l o s
se ha p r o p u e s t o usted para la i m i t a c i ó n ? ¿ N o v e u s t e d q u e en
todas las facultades h a y u n m é t o d o de e n s e ñ a n z a y unas reglas
que s e g u i r y o b s e r v a r; q u e a ellas debe a c o m p a ñ a r u n a aplicación
constante y l a b o r i o s a , y q u e sin estas circunstancias , unidas al ta-
l e n t o , n u n c a se f o r m a r á n g r a n d e s p r o f e s o r e s , p o r q u e nadie sabe
sin a p r e n d e r ? ¿Pues p o r d ó n d e u s t e d , q u e carece de tales r e q u i s i-
t o s , p r e s u m e q u e habrá p o d i d o hacer a l g o b u e n o ? ¿Qué? ¿ N o
h a y sino m e t e r s e a escribir a salga l o q u e s a l g a , y en o c h o días
z u r c i r u n e m b r o l l o , p o n e r l e m a l o s v e r s o s , darle al t e a t r o , y y a
soy autor? ¿ Q u é ? ¿ N o h a y m á s q u e escribir c o m e d i a s ? Si h a n
de ser c o m o la de usted o c o m o las demás q u e se la p a r e c e n ,
p o c o t a l e n t o , p o c o e s t u d i o y p o c o t i e m p o s o n necesarios; tod a
la v i d a d e u n h o m b r e , u n i n g e n i o m u y sobresaliente , u n e s t u d i o
2
En un poema dedicado a Goya do, sino porque él es un necio, igno-
escribe Moratín: «Vanos mis votos fue- rante y presuntuoso; no por cumplir
ron, / vano el estudio, y siempre de- con las obligaciones de padre de fami-
seada / la perfección, siempre la vi dis- lia, sino por ser un menguado poeta,
tante». Resume D. Pedro en este que sólo escribe desaciertos; no por ha-
párrafo la fusión de inspiración y arte berse aplicado a un ejercicio en que pu-
(preceptos) que forma parte del credo diese adquirir dinero, sino por haber
esencial de los neoclásicos (y de todo elegido una tarea superior a sus fuer-
el clasicismo antiguo y renacentista), zas, teniendo tantos medios de ganar
cuya atemporalidad está fuera de duda. la vida sin volverse loco ni ser moles-
3
«Le hizo [el autor a D. Eleute- to a la sociedad en que vive. En una
rio] hombre de bien, porque sin esta palabra, no por hombre honrado, sino
circunstancia desaparecerían todas las por insensato, presumido y ridículo se
bellezas de aquella figura cómica y todo le castiga» (Nota de Moratín).
el interés y el placer que excita ... D. obligación: 'documento notarial o
8 4
D. E L E U T E R I O . Pues si n o fuera p o r e s o . . .
D. P E D R O . (Aparte.) ¡ I n f e l i z ! Y o , a m i g o , i g n o r a b a q u e del
é x i t o de la o b r a de usted pendiera la suerte de esa p o b r e familia.
Yo t a m b i é n he tenido h i j o s . Y a n o los t e n g o , p e r o sé lo que
es el c o r a z ó n de un p a d r e . D í g a m e u s t e d , ¿sabe uste d contar?
¿ E s c r i b e usted bien?
D . E L E U T E R I O . S í , señor , l o q u e es así cosa de cuentas me
parece q u e sé bastante. E n casa de m i a m o . . . P o r q u e y o , señor ,
he sido p a j e . . . A l l í , c o m o d i g o , n o había más m a y o r d o m o que
yo. 8 6
Y o era el q u e g o b e r n a b a la casa; c o m o , y a se v e , estos se-
ñores n o entienden de eso, y siempre m e porté c o m o todo el m u n d o
sabe. E s o sí, lo que es h o n r a d e z y . . . ¡ V a y a ! N i n g u n o ha t e n i d o
que...
D. P E D R O . L o creo m u y b i e n .
D . E L E U T E R I O . E n c u a n t o a escribir, y o a p r e n d í en los E s c o -
lapios, 87
y l u e g o m e h e soltado b a s t a n t e, y sé a l g u n a c o s a de or-
tografía... A q u í tengo... V e a usted... (Saca un papel y se le da
a D. Pedro.) E l l o está escrito a l g o de prisa, p o r q u e ésta es u na
tonadilla q u e se había de cantar m a ñ a n a . . . ¡ A y , Dios mío!
D. P E D R O . M e g u s t a la letra, m e g u s t a .
D . E L E U T E R I O . S í , señor , tiene su i n t r o d u c c i o n c i t a , luego
entran las coplillas satíricas c o n su e s t r i b i l l o , y c o n c l u y e c o n l a s . . .
D . P E D R O . N o hablo de e s o , h o m b r e , n o h a b l o de e s o . Q u i e -
5
En este aparte se anuncia con cla- quien se subordinaban los demás
ridad el desenlace de tono sentimen- criados'.
tal, aunque cargado de contenido de- Fundadas por San José de Cala-
8 7
sengañador. 0
sanz, las Escuelas Pías acogían y da-
mayordomo: 'jefe principal de al- ban instrucción a niños de familias muy
guna casa ilustre a cuyo cargo estaba pobres. Se insiste así en la baja condi-
el gobierno económico de ella y a ción social y cultural del personaje.
158 LA C O M E D I A NUEVA
Eleuterio es una solución a sus proble- D. Pedro expresa así toda la ter-
8 9
D. A
MARIQUITA. ¡Qué bondad!
D. ELEUTERIO . ¡ Q u é g e n e r o s o !
D. PEDRO. E s t o es ser j u s t o . E l q u e s o c o r r e la p o b r e z a , e v i -
t a n d o a u n infeliz la desesperación y los d e l i t o s , 91
c u m p l e c o n su
o b l i g a c i ó n ; n o hace m á s .
D. ELEUTERIO. Y o n o sé c ó m o he de p a g a r a u s t e d tantos
beneficios.
D. PEDRO. Si usted m e l o a g r a d e c e, y a m e los p a g a .
D. ELEUTERIO. P e r d o n e u s t e d, señor, las locuras q u e he di-
c h o y el m a l m o d o . . .
D. A
AGUSTINA. H e m o s sido m u y i m p r u d e n t e s .
D. PEDRO. N o hablemos de e s o .
D. ANTONIO. ¡ A h , D . P e d r o ! ¡ Q u é lecció n m e ha dado u s -
ted esta tarde!
D. PEDRO. U s t e d se b u r l a . C u a l q u i e r a hubiera h e c h o l o m i s -
m o en iguales circunstancias .
D. ANTONIO. S u carácter de usted m e c o n f u n d e .
D. PEDRO. ¡ E h ! L o s g e n i o s serán d i f e r e n t e s , 92
pero somos
m u y a m i g o s . ¿ N o es v e r d a d ?
D. ANTONIO. ¿ Q u i é n n o querrá ser a m i g o de u s t e d ?
D. SERAPIO. V a y a , v a y a , y o e s t o y l o c o de c o n t e n t o .
D. PEDRO . M á s l o e s t o y y o , p o r q u e n o h a y placer c o m p a r a b l e
al q u e resulta de u n a acción v i r t u o s a . 93
R e c o j a u s t e d esa c o m e -
dia, (Al ver la comedia que está leyendo Pipí) n o se quede p o r ahí
perdida y sirva de pasatiempo a la g e n te b u r l o n a q u e l l e g u e a verla.
D. ELEUTERIO. ¡ M a l haya la comedia (Arrebata la comedia
de manos de Pipí y la hace pedazos), amén, y m i docilidad y m i
t o n t e r í a ! M a ñ a n a , así q u e a m a n e z c a , h a g o u n a h o g u e r a c o n t o d o
9 0
El arrodillarse y el besar de ma- genios: 'la natural inclinación o
9 2
c u a n t o t e n g o , i m p r e s o y m a n u s c r i t o , y n o ha de quedar en m i
casa un v e r s o .
D. a
MARIQUITA. Y o encenderé la pajuela.
D. a
A G U S T I N A . Y y o aventaré las cenizas .
D . P E D R O . A s í debe ser. U s t e d , a m i g o , ha v i v i d o e n g a ñ a d o .
S u a m o r p r o p i o , la necesidad, el e j e m p l o y la falta de i n s t r u c c i ó n
le han hecho escribir disparates. E l p ú b l i c o le ha d a d o a u s t ed
u n a lección m u y d u r a , p e r o m u y ú t i l , p u e s t o q u e p o r ella se r e c o -
noce y se e n m i e n d a . O j a l á los q u e h o y t i r a n i z a n y corrompen
el teatro p o r el m a l d i t o furor de ser a u t o r e s , y a q u e desatinan
c o m o usted, le i m i t a r a n en d e s e n g a ñ a r s e .
EL SÍ D E L A S N I Ñ A S
Éstas son ¡as seguridades que dan los padres
y los tutores, y esto lo que se debe fiar en
el sí de las niñas.
1
En la edición de 1 8 0 5 , sigue esta V . E . la disculpa que necesitan, porque
dedicatoria, que sería suprimida tanto nadie es más indulgente cuando exa-
en 1 8 0 6 como en todas las ediciones mina los productos de las artes que el
posteriores: «Al Excmo. Sr. Príncipe hombre ilustrado y sensible, capaz de
de la Paz, etc., etc., etc. — Excmo. conocer todas sus bellezas, que sabe
Señor:— No hago más que desempe- cuan difícil es aproximarse a la perfec-
ñar la estrecha obligación que me im- ción y cuan limitado el talento huma-
pone mi gratitud dedicando a V . E . la no para conseguirla. — Nuestro Señor
presente obra, y añadirle una recomen- guarde la importante vida de V . E . mu-
dación la más favorable con el nombre chos años. — Madrid, 2 8 de noviem-
de V . E. que la ilustra. — Los de- bre de 1 8 0 5 . — Excmo. Señor. —
fectos de que abundará sin duda no B . L . M . de V . E . — Leandro Fernán-
dejarán de hallar en el concepto de dez de Moratín». 0
ADVERTENCIA
2
Debe recordarse que el teatro del de organizar una representación en la
Príncipe estaba cerrado por el incen- que varios de sus miembros realizaron
dio que el II de julio de 1 8 0 2 destru- todos los papeles de la comedia.
yó lo que había sido el famoso corral 4
'que llenan muchas hojas'; término
de la Pacheca. La compañía que habi- despectivo, que alude sin duda a quienes
tualmente representaba allí, dirigida por rebutían los periódicos y revistas de la
Isidoro Máiquez, hubo de trasladarse época con palabras, muchas palabras.
a los Caños del Peral hasta la recons- 5
La afirmación de Moratín no es
trucción del edificio. cierta del todo. El Memorial Literario
3
Fue don Manuel del Inca Yupan- y la Minerva o el Revisor General publi-
qui quien le contó a Moratín, en carta caron cartas en contra y en pro de la
del 2 2 de febrero de 1 8 0 6 , la impre- obra. Pero es verdad que muchas críti-
sión que la obra había causado en la cas, como la de Bernardo García, y no
nobleza zaragozana, hasta el extremo pocas defensas, no fueron publicadas.
163
IÓ4 E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
6
La alusión parece apuntar directa- contiene proposición ni cláusula al-
mente a José Antonio Caballero, se- guna digna de censura teológica». Abo-
cretario de Gracia y Justicia, a quien lida la Inquisición bajo José I y vuel-
recurrió el tal Bernardo García —autor ta a establecer con Fernando VII, el
de la Carta crítica y, según todos los Santo Oficio, tras un proceso que
indicios, testaferro de quienes tenían duró cinco años, acabó incluyendo El
en su punto de mira no tanto a Mo- sí de las niñas entre las obras prohi-
ratín como a su valedor, el Príncipe bidas. 0
8
Siete actores de segundo y ter- Luna, María García, García Parra,
cer orden fueron los que participaron Antonio Ponce, Antonio Pinto o Ma-
en el estreno, incluido este Andrés riano Querol— quedaron fuera. Mo-
Prieto que vino expresamente para in- ratín no quería nombres, sino los
corporarse a la representación. Las actores más funcionales para su co-
grandes figuras de la compañía —Rita media.
P E R S O N A S
D. DIEGO RITA
D. CARLOS SIMÓN
D. a
IRENE CALAMOCHA
D. a
FRANCISCA
9
Recuérdese que La dama boba de de la época, Moratín, como ya había
Lope comienza en una posada de Illes- hecho en sus obras anteriores, se re-
cas y parte de la acción de Entre bobos duce a lo esencial y realista. El resto
anda el juego, especialmente la jornada del aparato teatral queda en manos
segunda, transcurre en un mesón. De de las indicaciones contenidas en el tex-
modo parecido a la sala con tres puer- to y del sentido común. Parecidos re-
tas en que se desarrolla El señorito mi- cursos habían propuesto Jovellanos e
mado de Iriarte, aquí todo tiene lugar Iriarte. 0
ESCENA I
D. DIEGO, SIMÓN
D. D I E G O . H a sido c o n v e n i e n t e el h a c e r l o así. A q u í m e c o n o -
cen todos, 1 4
y no he querido que nadie m e v e a .
1 2
Se ha señalado en varios lugares lo modificó. En cuanto al estado de-
que no deja de constituir una contra- plorable de las posadas españolas, fue
dicción la negativa de D. Diego a salir señalado por numerosos viajeros nacio-
durante los dos primeros días de es- nales y foráneos. Ya en el siglo ante-
tancia —tal vez por sus dudas— y su rior era tópico repetido; así Lope en
repentino deseo de hacerlo más adelan- La dama boba, I, o Rojas Zorrilla, en
te. Precisamente, y a pesar de la justi- Entre bobos anda el juego, II. El mismo
ficación, es el primer hecho el que ex- Moratín le escribía a Jovellanos en
plica el segundo. 0
1 7 8 7 : «y lo que es peor, ¡qué meso-
13
patanes: 'hombres zafios, toscos y nes! ¡qué cocinas! ¡qué humos sulfú-
campesinos'. La mención del hijo pró- reos! ¡qué camas! ¡qué sillas! y lo que
digo fue tenida por irrespetuosa y cons- es peor aún ¡qué clérigos montaraces!
tituyó el primero de los aspectos con- ¡y qué posaderas javalinas!». 0
167
168 E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
SIMÓN. S í , señor.
D . D I E G O . Pues b i e n . . . P e r o te v u e l v o a e n c a r g a r q u e a nadie
lo d e s c u b r a s . 17
S I M Ó N . B i e n está, s e ñ o r . J a m á s he g u s t a d o de c h i s m e s .
D . D I E G O . Y a lo sé. P o r eso q u i e r o f i a r m e de ti. Y o , la v e r -
dad, nunca había v i s t o a la tal D . a
P a q u i t a . P e r o , m e d i a n t e la
amistad c o n su m a d r e , he tenido frecuentes noticias de ella; he
leído m u c h a s de las cartas q u e escribía; h e v i s t o a l g u n a s de su
tía la m o n j a , c o n quie n ha v i v i d o en G u a d a l a j a r a ; en s u m a , he
tenido cuantos i n f o r m e s pudier a desear acerca de sus inclinaciones
y su c o n d u c t a . Y a he l o g r a d o v e r l a ; he p r o c u r a d o o b s e r v a r l a en
estos p o c o s días y , a decir v e r d a d , c u a n t o s e l o g i o s h i c i e r o n de
ella m e parecen escasos.
S I M Ó N . S í , p o r c i e r t o . . . E s m u y linda y . . .
D . D I E G O . E s m u y linda, m u y g r a c i o s a , m u y h u m i l d e . . . Y ,
sobre t o d o , ¡aquel c a n d o r , aquella i n o c e n c i a ! V a m o s , es de lo q u e
n o se encuentra p o r a h í . . . Y t a l e n t o . . . S í señor, m u c h o talen-
laga —Juan de Atienza y Antonio Ja- molieresco de La escuela de las mujeres ha-
bonero en sus días— los conocía y tra- bía hecho educar a la niña en el conven-
taba personalmente Moratín, como to para lograr las virtudes deseadas. 0
to... l S
C o n q u e , para acabar de i n f o r m a r t e , lo q u e y o he p e n s a d o
es...
SIMÓN. No hay que decírmelo.
D. D I E G O . ¿No? ¿Por qué?
S I M Ó N . P o r q u e y a lo a d i v i n o . Y m e p a r e c e e x c e l e n t e i d e a . 10
D. D I E G O . ¿Qué dices?
SIMÓN. Excelente.
D. D I E G O . ¿ C o n q u e al i n s t a n t e has conocido...?
SIMÓN. ¿ P u e s n o es c l a r o ? . . . ¡ V a y a ! . . . D í g o l e a usted que
me parece m u y buena boda. B u e n a , buena.
D . D I E G O . S í s e ñ o r . . . Y o lo he m i r a d o b i e n y lo t e n g o por
cosa m u y acertada.
SIMÓN. Seguro que sí.
D . D I E G O . P e r o q u i e r o a b s o l u t a m e n t e que n o se sepa hasta
que esté h e c h o .
SIMÓN. Y en eso hace usted b i e n .
D . D I E G O . P o r q u e n o t o d o s v e n las cosas de u n a manera, y
no faltaría q u i e n m u r m u r a s e y dijese que era u n a l o c u r a y me...
S I M Ó N . ¿ L o c u r a ? ¡ B u e na l o c u r a ! . .. ¿ C o n una chica c o m o ésa, eh?
D . D I E G O . P u e s y a ves tú. E l l a es una pobre... Eso sí... 2 0
P e r o y o n o he b u s c a d o d i n e r o , que d i n e r o s t e n g o . H e buscado
modestia, recogimiento, virtud. 2 1
18
Se ha señalado que el orden en capitán Urbina quiere casarlo a él.°
que se relacionan las virtudes de D . a
Las ediciones de 1 8 0 5 y 1 8 0 6
2 0
Francisca refleja el poco aprecio que te- añaden: «Porque, aquí entre los dos,
nía el autor por la inteligencia femeni- la buena de D . Irene se ha dado tal
a
SIMÓN. E s o es l o p r i n c i p a l . . . Y , sobre t o d o , l o q u e u s t e d
tiene, ¿para q u i én h a d e ser?
D. D I E G O . D i c e s b i e n . . . ¿ Y sabes t ú l o q u e es u n a muje r a p r o -
vechada, hacendosa, q u e sepa cuidar de la casa, e c o n o m i z a r , 22
es-
tar en t o d o ? . . . S i e m p r e l i d i a n d o c o n a m a s , q u e si u n a es m a l a ,
otra es p e o r , r e g a l o n a s , e n t r e m e t i d a s , h a b l a d o r a s , llenas d e histé-
rico, 23
viejas, feas c o m o d e m o n i o s . . . N o señor , v i d a n u e v a . T e n -
dré quien m e asista c o n a m o r y fidelidad, y v i v i r e m o s c o m o u n o s
s a n t o s . . . Y deja q u e hablen y m u r m u r e n y... 2 4
D. D I E G O . Y y o , a u n q u e gracias a D i o s e s t o y r o b u s t o y . . .
C o n t o d o e s o , m i s c i n c u e n t a y n u e v e años n o h a y q u i e n m e l o s
quite. 3 6
SIMÓN. P e r o si y o n o h a b l o de e s o .
D. D I E G O . ¿ P u e s de q u é hablas?
SIMÓN. D e c í a q u e . . . V a m o s , o usted n o acaba de e x p l i c a r s e
o y o l o entiendo al r e v é s . . . E n s u m a , esta D . P a q u i t a , ¿ c o n quién
a
se casa?
D. D I E G O . ¿ A h o r a e s t a m o s ahí? C o n m i g o .
SIMÓN. ¿ C o n u s t e d ?
D. DIEGO. C o n m i g o .
2 2
'hacer economías, recortar gastos 2 5
A la clarificación de las cosas si-
y ahorrar', pero también 'llevar la eco- gue el silencio del criado, un silencio
nomía doméstica'. 0
que debe entenderse aquí como de sor-
2 3
regalonas: 'no acostumbradas al presa reprobatoria. Más adelante, sin
trabajo o fatiga'; histérico: 'relativo al embargo, otros silencios reflejarán eva-
útero', probablemente a los trastornos sión, falta de confianza o ruptura de
menopáusicos, usado como sustantivo la comunicación. 0
masculino. 0 2 6
Como han señalado algunos crí-
2 4
El parlamento sintetiza los dos ticos, D . Diego se encuentra en la edad
aspectos esenciales de la perspectiva ma- convencionalmente tenida como lími-
trimonial que se propone, racionalmen- te que separa la madurez de la vejez.
te, el personaje: bienestar doméstico y La relación con uno de los caprichos
realización afectiva. 0
de Goya carece de sentido. 0
ACTO PRIMERO ESCENA I
D. D I E G O . Pues no señor.
SIMÓN. Pues b i e n está.
D. D I E G O . ¡ M i r e usted qué idea! ¡ C o n el o t r o la h a b í a de
ir a c a s a r ! . . . N o señor; que e s t u d i e sus matemáticas. 2 9
2 7
'¡Pues estamos bien!', con dis- fesiones, VII, en su visita a cierta dama
gusto; «medrados estamos», dice Chan- veneciana. 0
ese sentido recuerda a Rousseau, Con- ferido por el rey tenía carácter honorí-
172 E L SÍ D E L A S NIÑAS
D . D I E G O . S í s e ñ o r ; t o d o es v e r d a d , p e r o n o v i e n e a c u e n t o .
Yo s o y el que me caso.
S I M Ó N . Si está u s t e d b i e n s e g u r o de que ella le q u i e r e , si n o
la asusta la diferencia de e d a d , si su e l e c c i ó n es libre... 33
D. D I E G O . ¿Pues n o ha de s e r l o ? . . . 3 4
¿ Y qué sacarían c o n en-
g a ñ a r m e ? Y a ves tú la r e l i g i o s a de G u a d a l a j a r a si es m u j e r de
j u i c i o ; esta de A l c a l á , a u n q u e n o la c o n o z c o , sé q u e es una s e ñ o r a
de excelentes p r e n d a s ; m i r a tú si D . a
I r e n e q u e r r á el b i e n de su
hija: pues todas ellas m e han d a d o c u a n t a s s e g u r i d a d e s p u e d o ape-
t e c e r . . . L a criada, que la ha s e r v i d o en M a d r i d y m á s de c u a t r o
años en el c o n v e n t o , se hace l e n g u a s de e l l a ; 35
y , sobre todo, me
ha i n f o r m a d o de que j a m á s o b s e r v ó en esta c r i a t u r a la más r e m o t a
i n c l i n a c i ó n a n i n g u n o de los p o c o s h o m b r e s que ha p o d i d o ver
en aquel e n c i e r r o . B o r d a r , c o s e r , leer libros d e v o t o s , oír m i s a y
c o r r e r p o r la h u e r t a detrás de las m a r i p o s a s y e c h a r a g u a en los
a g u j e r o s de las h o r m i g a s , éstas han sido su o c u p a c i ó n y sus d i v e r -
siones... 36
¿ Q u é dices?
SIMÓN. Y o nada, señor.
D . D I E G O . Y n o pienses tú q u e , a pesar de tantas s e g u r i d a d e s ,
Irene s i e m p re la i n t e r r u m p e ; t o d o se lo h a b l a . . . Y es m u y b u e n a
mujer, buena...
SIMÓN. En fin, señor , yo desearé que salga c o m o usted
apetece. 37
D. D I E G O . S í , y o espero en D i o s q u e n o ha de salir m a l . A u n -
q u e el n o v i o n o es m u y de tu g u s t o . . . ¡ Y q u é fuera de t i e m p o
m e r e c o m e n d a b a s al tal s o b r i n i t o ! ¿Sabes tú lo enfadado q u e e s t o y
c o n él?
SIMÓN. ¿ P u e s q u é ha hecho?
D. D I E G O . U n a de las s u y a s . . . Y hasta p o c o s días ha n o l o
he s a b i d o . E l año p a s a d o , y a l o v i s t e , e s t u v o dos m e s e s en M a -
d r i d . . . , Y m e c o s t ó b u e n d i n e ro la tal v i s i t a . . . E n f i n , es m i s o b r i -
n o , b i e n dado está; p e r o v o y al a s u n t o . L l e g ó el c a so de irse a
Z a r a g o z a , a su r e g i m i e n t o . . . 3 8
Y a te acuerdas de q u e a m u y p o -
cos días de haber salido de M a d r i d recibí la noticia de su l l e g a d a .
SIMÓN. S í , señor.
D. D I E G O . Y que s i g u i ó e s c r i b i é n d o m e , a u n q u e a l g o p e r e z o -
so, siempr e c o n la data de Z a r a g o z a .
SIMÓN. A s í es la v e r d a d .
D. D I E G O . Pues el p i c a r o n o estaba allí c u a n d o m e escribía
las tales cartas.
SIMÓN. ¿ Q u é dice usted?
D. D I E G O . S í señor. E l día tres de j u l i o salió d e m i casa y
a fines de s e p t i e m b re aún n o había l l e g a d o a sus p a b e l l o n e s . . . ¿ N o
te parece q u e para ir p o r la p o s t a h i z o m u y b u e n a d i l i g e n c i a ? 39
S I M Ó N . T a l v e z se p o n d r í a m a l o en el c a m i n o , y p o r n o darle
a u s t ed u n a pesadumbre...
D. D I E G O . N a d a de e s o . A m o r e s del señor oficial y d e v a n e o s
3 7
Consideraba un crítico contempo- nías de Zaragoza. Son notables las se-
ráneo que el hombre inteligente ve aquí mejanzas entre el héroe de comedia y
ya el fundamento de la comedia, adi- el personaje real.
vinando el enredo y el fin moral. 3 9
ir por la posta: 'viajar utilizando
3 8
Algunos editores no han leído la las postas o caballos de alquiler', es de-
preposición que precede a «su regimien- cir, 'ir deprisa'; diligencia: 'pronti-
to», pero está en el texto. tud'. Por antífrasis, el significado no
También Cadalso, oficial de caballe- es otro que 'para ir deprisa, llegó muy
ría, tenía su regimiento en las cerca- tarde'.
174 E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
(Simón se va por la puerta del foro. Salen por la misma las tres
mujeres con mantillas y basquinas. Rita deja un pañuelo atado sobre
42
ESCENA II
D. a
IRENE, D. a
F R A N C I S C A , RITA, D. DIEGO
D. a
F R A N C I S C A . Y a e s t a m o s acá.
D. a
IRENE. ¡ A y ! ¡ Q u é escalera!
D. D I E G O . M u y bien venidas, señoras.
D. a
IRENE. ¿ C o n q u e u s t e d , a lo q u e p a r e c e , n o ha s a l i d o ?
(Se sientan D. a
Irene y D. Diego.)
D. D I E G O . N o , señora. L u e g o , más tarde, daré una vueltecilla
p o r a h í . . . H e leído u n r a t o . T r a t é de d o r m i r , p e r o en esta p o s a d a
n o se d u e r m e .
4 0
'que hace trampas en el juego'. dia, aludiendo a la necesidad de que
De ahí el sentido de las «cartas» que se pintasen las costumbres nacionales,
ha de jugar. tal y como había hecho Lope en su
4 1
mayoral: 'el que gobierna el tiro tiempo.
de muías o caballos'.
4 3
La crítica, aun considerando bue-
4 2
'especie de falda que usaban las na la exposición que tiene lugar a lo
mujeres sobre la ropa interior'. Mora- largo de la primera escena, ha con-
tín consideraba que la comedia espa- siderado que está demasiado forzada
ñola debía «llevar basquina y mantilla», por la necesidad, acumulando casuali-
prendas características de la clase me- dades. 0
ACTO PRIMERO ESCENA II 175
D. a
F R A N C I S C A . Es v e r d a d que n o . . . ¡ Y qué m o s q u i t o s ! ¡ M a l a
peste en ellos! A n o c h e n o m e d e j a r o n p a r a r . . . P e r o m i r e u s t e d ,
m i r e usted (Desata el pañuelo y manifiesta algunas cosas de las que
indica el diálogo) cuántas cosillas t r a i g o . R o s a r i o s de n á c a r , cruces
de c i p r é s , la r e g l a de San B e n i t o , una pililla de c r i s t a l . . . Mire
u s t e d qué b o n i t a . Y dos c o r a z o n e s de t a l c o . . . ¡ Q u é sé y o c u á n t o
v i e n e a q u í ! . . . ¡ A y ! y una c a m p a n i l l a de b a r r o b e n d i t o par a los
truenos!... 4 4
¡ T a n t a s cosas!
D. a
I R E N E . C h u c h e r í a s que la han d a d o las m a d r e s . 4 5
Locas
estaban c o n ella.
D. a
F R A N C I S C A . ¡Cómo me quieren todas! ¡ Y m i tía, mi
p o b r e tía l l o r a b a t a n t o ! . . . E s y a m u y viejecita .
D. a
I R E N E . Ha sentido m u c h o no conocer a usted.
D. a
F R A N C I S C A . S í , es v e r d a d . D e c í a : ¿ p o r q u é n o ha v e n i -
do aquel señor?
D. a
I R E N E . E l padre capellán y el r e c t o r de los V e r d e s nos
han v e n i d o a c o m p a ñ a n d o hasta la puerta. * 4 5
D. a
F R A N C I S C A . T o m a , (Vuelve a atar el pañuelo y se le da
a Rita, la cual se va con él y con las mantillas al cuarto de D. Irene) a
g u á r d a m e l o t o d o allí, en la e s c u s a b a r a j a . 47
M i r a , llévalo así de las
puntas... ¡Válgate Dios! ¡ E h ! ¡ Y a se ha r o t o la S a n t a G e r t r u d i s
de alcorza! 48
ESCENA III
D. a
IRENE, D . a
FRANCISCA, D. DIEGO
D. a
F R A N C I S C A . ¿ N o s v a m o s a d e n t r o , m a m á , o nos q u e d a -
mos aquí?
D. a
I R E N E . A h o r a , niña, que q u i e r o descansar un rato.
D. D I E G O . Hoy se ha dejado sentir el c a l or en forma. 4 9
D. a
I R E N E . ¡ Y qu é fresco tienen aquel l o c u t o r i o ! E s t á h e c h o
un cielo... 50
(Siéntase D. a
Francisca junto a su madre.) M i herma-
na es la que s i g u e s i e m p r e b a s t a n t e d e l i c a d i t a . H a p a d e c i d o m u c h o
este i n v i e r n o . . . P e r o , v a y a , no sabía qué hacerse c o n su s o b r i n a
la b u e n a s e ñ o r a . . . E s t á m u y c o n t e n t a de n u e s t r a e l e c c i ó n .
D . D I E G O . Y o c e l e b r o que sea tan a g u s t o de aquellas p e r s o -
nas a quienes d e b e u s t e d p a r t i c u l a r e s obligaciones.
D. a
I R E N E . S í , T r i n i d a d está m u y c o n t e n t a ; y en c u a n t o a
C i r c u n c i s i ó n , y a lo ha v i s t o u s t e d . 51
L a ha c o s t a d o m u c h o des-
p e g a r s e de ella, p e r o ha c o n o c i d o q u e , s i e n d o p a ra su b i e n e s t a r ,
es necesario pasar p o r t o d o . . . Y a se acuerda u s t e d de lo e x p r e s i v a
que estuvo y...
D. DIEGO. Es verdad. Sólo falta qu e la parte i n t e r e s a da
quillas y alcorzas con que le habían re- piada a mano por el propio Moratín
galado unas monjas, cuyo convento se dice: «Los nombres poco usitados
acababan de visitar». 0
de que se vale el autor para nombrar
4 9
'bien y cumplidamente'. El co- a ciertas monjas manifiestan sus deseos
mentario sobre el calor, además de ser- de hacer ridicula la buena práctica de
vir para ubicar la acción en un día de los conventos en la adopción de los so-
verano, refleja una de las característi- brenombres de santos», a lo que otro
cas obsesiones moratinianas. 0
crítico le respondió considerándolo
5 0
En las ediciones de 1 8 0 5 y 1 8 0 6 , «hombre que no sabe distinguir las ma-
D . Francisca interrumpe aquí a su ma-
a
terias de religión de las de pura credu-
dre para decir; «Pues con todo (Sentán- lidad y superstición» e insistiendo en
dose junto aD. Irene), aquella monja tan
a
que «la tontería, la vana credulidad y
gorda que se llamaba la madre Angus- el fanatismo son despreciables y perni-
tias bien que sudaba... ¡Ay, cómo su- ciosos». El Santo Oficio los juzgaría
daba la pobre mujer!», para devolver la irreverentes a causa del «sacro signifi-
palabra a D . Irene. La poco respetuo-
a
cado que llevan consigo». La edición
sa alusión a la monja debió inducir a Mo- de la Academia de la Historia los su-
ratín a suprimir el pasaje. 0
primió y convirtió a las monjas en «la
5 1
En una crítica contemporánea co- tía de acá» y «la de allá». 0
ACTO PRIMERO ESCENA III 177
t e n g a la m i s m a satisfacción q u e m a n i f i e s t a n c u a n t o s la quieren
bien. 5 3
D. a
I R E N E . E s hija o b e d i e n t e y n o se apartar á j a m á s de lo
que d e t e r m i n e su madre. 5 3
D . D I E G O . T o d o eso es c i e r t o , pero...
D. a
I R E N E . E s de b u e n a s a n g r e y ha de p e n s a r b i e n , y ha
de p r o c e d e r c o n el h o n o r q u e la c o r r e s p o n d e .
D . D I E G O . S í , y a e s t o y ; p e r o ¿ n o p u d i e r a , sin falta a su h o n o r
ni a su sangre...?
D. a
F R A N C I S C A . ¿ M e v o y , m a m á ? (Se levanta y vuelve a sen-
tarse.) * 5
D. a
IRENE. No pudiera, no señor. U n a niña bien educada,
hija de b u e n o s padres, n o p u e d e m e n o s de c o n d u c i r s e en todas
o c a s i o n es c o m o es c o n v e n i e n t e y d e b i d o . U n v i v o r e t r a t o es la
chica, ahí d o n d e usted la v e , de su abuela que D i o s p e r d o n e , D. a
J e r ó n i m a de P e r a l t a . . . 55
E n casa t e n g o el c u a d r o , y a le h a b r á us-
ted v i s t o . Y le h i c i e r o n , s e g ú n m e c o n t a b a su m e r c e d , par a en-
viársele a su tío carnal, el p a d r e fray S e r a p i ó n de S a n J u a n Crisós-
t o m o , electo o b i s p o de Mechoacán. 5 6
D. D I E G O . Ya. 5 7
D. a
I R E N E . Y m u r i ó en el m a r el b u e n r e l i g i o s o , q u e fue un
quebranto para toda la familia... Hoy es y todavía esta-
mos s i n t i e n d o su m u e r t e ; p a r t i c u l a r m e n t e m i primo D . Cucu-
5 2
El intento —indirecto— de D. a Moratín. En cuanto a San Juan Cri-
Diego por averiguar la opinión y los sóstomo, había sido, como el tal Sera-
sentimientos de Paquita choca con la pión, monje y obispo. El cargo de obis-
palabrería, seguramente intencionada, po electo de Mechoacán, en México,
de D . Irene.
a 0
existía en la realidad. Por otra parte,
53
Es lo mismo que dice la mamá de en carta del 8 de noviembre de 1 8 2 2 ,
Angélique en Marivaux, La escuela de Moratín aconseja a la mamá de Paqui-
las madres, 4 . ° ta Muñoz que le cuente a su yerno «el
5 4
El gesto de la niña resulta alta- viaje del Guárico y el de Veracruz, y
mente expresivo: ante la materia en que aquello del obispo que tomó el breva-
quiere entrar su futuro esposo y en cier- je del indio y cagó los kiries». Véase
to modo presa de un nerviosismo ine- la nota 2 2 del acto I de La comedia nue-
vitable, no quiere seguir entre quienes va. El juego cómico de los nombres
tejen su futuro. 0
tiene precedentes en el Quijote, I, I.
5 5
Isabel de Peralta es el nombre de El laconismo del comentario se
5 7
fate, 58
r e g i d o r p e r p e t u o de Z a m o r a , n o p u e d e o í r hablar de Su
I l u s t r í s i m a sin deshacerse en lágrimas.
D. a
F R A N C I S C A . ¡Válgate Dios, qué moscas tan...!
D. a
I R E N E . P u e s m u r i ó en o l o r de santidad. 59
D. a
I R E N E . L o cierto es que el a u t o r , q u e es s o b r i n o de mi
h e r m a n o p o l í t i c o , el c a n ó n i g o de C a s t r o j e r i z , 6 2
n o la deja de la
m a n o ; y a la h o r a de ésta lleva y a escritos n u e v e t o m o s en folio
que comprenden los nueve años primeros de la vida del santo o b i s p o.
D. D I E G O . ¿ C o n q u e para cada año un tomo?
D. a
I R E N E . S í s e ñ o r , ese p l a n se ha propuesto.
D. D I E G O . ¿ Y de qué edad m u r i ó el v e n e r a b l e ?
D. a
IRENE. De o c h e n t a y dos años, tres m e s e s y catorce
días. 63
5 8
Un crítico de la época juzgó el de comedias durante algún tiempo en
uso del nombre de Cucufate, en una 1 8 0 0 , y más aún su buen amigo Me-
comedia de prosa llana y natural, como lón—. Asimismo, se alude al volumen
«afectado e inverosímil». 0
de obras religiosas y vidas de santos,
5 9
La Inquisición propuso que se su- que seguía ocupando una gran parte
primiese desde aquí hasta que D . Ire- a
de la producción impresa. 0
D. a
F R A N C I S C A . ¿Me voy, mamá?
D. a
I R E N E . A n d a , vete. ¡Válgate Dios, qué p r i s a tienes!
D. a
F R A N C I S C A . ¿ Q u i e r e uste d (Se levanta y, después de hacer
una graciosa cortesía a D. Diego, da un beso a D." Irene y se va al
cuarto de ésta) que le h a g a una cortesía a la francesa, señor D . Diego?
D . D I E G O . S í , hija m í a . A ver.
D. a
F R A N C I S C A . M i r e usted, así.
D. D I E G O . ¡Graciosa n i ñ a ! ¡ V i v a la P a q u i t a , viva! 6 4
D. a
F R A N C I S C A . P a r a u s t e d una c o r t e s í a , y para m i mamá
un beso. 6 5
ESCENA IV
D. a
IRENE, D. DIEGO
D. a
I R E N E . Es m u y gitana y m u y mona, 6 6
mucho.
D. D I E G O . Tien e un d o n a i r e n a t u r a l qu e arrebata.
D. a
I R E N E . ¿ Q u é q u i e r e u s t e d ? C r i a d a sin artificio ni e m b e l e -
cos de m u n d o , 6 7
c o n t e n t a de v e r s e o t r a v e z al l a d o de su ma-
dre, y m u c h o más de c o n s i d e r a r tan i n m e d i a t a su c o l o c a c i ó n , no
es m a r a v i l l a que c u a n t o hace y dice sea una g r a c i a , y máxime a
los ojos de u s t e d , q u e t a n t o se ha e m p e ñ a d o en favorecerla.
D . D I E G O . Q u i s i e r a sólo que se e x p l i c a s e l i b r e m e n t e acerca
de n u e s t r a p r o y e c t a d a u n i ó n , y...
D. a
I R E N E . O i r í a u s t e d lo m i s m o que le he dicho ya.
D . D I E G O . S í , n o lo d u d o ; p e r o el saber q u e la m e r e z c o a l g u -
6 4
El entusiasmo de D. Diego, ex- de la afectación gestual de las damas
presado de manera algo distante a las y de la afición a los animales de com-
actuales, revela la atracción a un tiem- pañía, entre los que los monos goza-
po física y afectiva que siente. Está ena- ban de cierta preferencia. 0
morado, tal vez sin saberlo y sin que- Imita un fragmento del diálogo
6 7
D. a
I R E N E . N o t e n g a u s t e d sobre ese p a r t i c u l ar la m ás leve
desconfianza, p e r o h á g a s e u s t e d c a r g o de q u e a u n a niña n o la
es lícito decir c o n i n g e n u i d a d ' lo q u e siente. M a l parecería, se-
6
ñ o r D . D i e g o , q u e u n a doncella de v e r g ü e n z a y criada c o m o D i o s
m a n d a se atreviese a decirle a u n h o m b r e : y o le q u i e r o a u s t e d .
D. D I E G O . B i e n ; si fuese u n h o m b r e a q u i e n hallara p o r casua-
lidad en la calle y le espetara ese f a v o r de b u e n a s a p r i m e r a s , 7 0
D. a
I R E N E . C o n m i g o usa de más f r a n q u e z a . A cada instante
h a b l a m o s de u s t e d , y en t o d o m a n i f i e s ta el p a r t i c u l a r cariño q u e
a usted le t i e n e . . . ¡ C o n q u é j u i c i o hablab a a y e r n o c h e , después
q u e u s t ed se fue a r e c o g e r ! N o sé lo q u e h u b i e r a d a d o porque
hubiese p o d i d o o í r l a .
D. DIEGO. ¿ Y qué? ¿ H a b l a b a de m í ?
D. a
I R E N E . Y q u é bien piensa acerca de lo preferible q u e es
para u n a criatura de sus años u n m a r i d o de cierta e d a d , e x p e r i -
m e n t a d o , m a d u r o , y de conducta... 7 2
D. DIEGO. ¡ C a l l e ! ¿ E s o decía?
D. a
I R E N E . N o , esto se lo decía y o , y m e escuchaba c o n u n a
atención c o m o si fuera u n a m u j e r de c u a r e n t a a ñ o s , lo m i s m o . . .
¡ B u e n a s cosas la dije! Y ella, que tiene m u c h a p e n e t r a c i ó n a u n q u e
m e esté m a l el d e c i r l o . . . ¿Pues n o da l á s t i m a , s e ñ o r, el v e r c ó m o
se hacen los m a t r i m o n i o s h o y en el día? C a s a n a u n a m u c h a c h a
de quince años c o n u n arrapiez o de d i e z y o c h o , 7 3
a u n a de d i e z
y siete c o n o t r o de v e i n t e y d o s ; ella n i ñ a , sin j u i c i o ni e x p e r i e n -
70
favor: 'expresión de agrado que II, 5, donde Frosine adopta la mis-
suelen hacer las damas'. ma actitud hacia los matrimonios en-
7 1
Asegurado el beneplácito de la tre jóvenes para sacarle dinero a Har-
madre y demás familiares, lo que re- pagon. Es rasgo que también incorpo-
clama D. Diego es una manifestación ra Marivaux, La escuela de las ma-
directa del amor de la niña. Las pala- dres, 5 . 0
D. D I E G O . C i e r t o q u e es un d o l o r el v e r r o d e a d o s de hijos
a m u c h o s que carecen del t a l e n t o , de la e x p e r i e n c i a y de la v i r t u d
q u e son necesarias para d i r i g i r su educación. 75
D. a
I R E N E . L o q u e sé decirle a usted es q u e aún n o había
c u m p l i d o los diez y n u e v e c u a n d o m e casé de p r i m e r a s nupcias
c o n m i difunto D . Epifanio que esté en el c i e l o . 76
Y era u n h o m -
b r e q u e , m e j o r a n d o lo presente , no es p o s i b l e hallarle de más res-
p e t o , más c a b a l l e r o s o . . . Y , al m i s m o t i e m p o , m á s d i v e r t i d o y
decidor. 77
Pues, para servir a usted, y a tenía los cincuenta y seis,
m u y largos de t a l l e , 78
c u a n d o se casó c o n m i g o .
D. D I E G O . B u e n a e d a d . . . N o era un n i ñ o , pero...
D. a
I R E N E . P u e s a eso v o y . N i a m í p o d í a c o n v e n i r m e en
aquel entonces u n b o q u i r r u b i o c o n los cascos a la j i n e t a . . . 7 9
No
s e ñ o r . . . Y n o es decir t a m p o c o q u e e s t u v i e s e achacoso ni que-
brantado de salud, nada de eso. Sanito estaba, gracias a D i o s , c o m o
una m a n z a n a ; ni en su v i d a c o n o c i ó o t r o m a l sino u n a especie
de a l f e r e c í a 80
q u e le a m a g a b a de c u a n d o en c u a n d o . P e r o , l u e g o
que nos c a s a m o s , dio en darle tan a m e n u d o y tan de recio q u e
a los siete meses m e hallé v i u d a y encinta de u n a criatura que
nació después y al c a b o y al fin se m e m u r i ó de a l f o m b r i l l a . 81
7 4
Es la misma idea que, con otro Irene algunos rasgos comunes. Intro-
tono y finalidad, aparecerá en Larra, duce, de paso, un tema vital para el
«El casarse pronto y mal». novio: los hijos. 0
7 5
Anacoluto en la concordancia,
7 7
'que habla con facilidad y
pues debiera ser masculino; probable- gracejo'.
mente a causa del género de los dos 7 8
'bien cumplidos', metafóricamen-
últimos sustantivos mencionados. te, es decir, muy cerca de los cincuen-
7 6
D . Irene intenta convencer a D.
a
ta y siete.
Diego de que a una chica como Pa- 7 9
boquirrubio: 'mozalbete presumido
quita le conviene un hombre de edad; de lindo y enamorado'; con ¡os cascos a la
se pone ella misma como ejemplo para jineta: 'de poco asiento o reflexión'. 0
D . D I E G O . ¡ O i g a ! . . . M i r e u s t e d si dejó sucesió n el b u e n o de
D. Epifanio.
D. a
I R E N E . S í s e ñ o r , ¿pues p o r qué no?
D . D I E G O . L o d i g o p o r q u e l u e g o saltan c o n . . . 8 2
Bien que si
uno h u b i e r a de hacer c a s o . . . ¿ Y fue niño o niña?
D. a
IRENE. Un niño m u y h e r m o s o. C o m o una plata era el
angelito.
D . D I E G O . C i e r t o q u e es c o n s u e l o tener, así, una c r i a t u r a y . . .
D. a
I R E N E . ¡ A y , señor! D a n m a l o s r a t o s , ¿ p e r o q u é i m p o r t a ?
Es mucho gusto, mucho.
D . D I E G O . Y a lo creo.
D. a
I R E N E . Sí s e ñ o r .
D . D I E G O . Y a se v e que será u n a delicia y . . .
D. a
IRENE. ¿Pues no ha de ser?
D . D I E G O . . . . u n e m b e l e s o el v e r l o s j u g u e t e a r y r e í r , y acari-
ciarlos, y m e r e c e r sus fiestecillas inocentes. 83
D. a
I R E N E . ¡ H i j o s de m i v i d a ! V e i n t e y dos he t e n i d o en los
tres m a t r i m o n i o s q u e l l e v o hasta a h o r a , de los cuales sólo esta
niña m e ha v e n i d o a q u e d a r ; p e r o le a s e g u r o a u s t e d que... 8 4
8 2
Los puntos suspensivos dejan en La cifra de veintidós parece exa-
8 4
ESCENA V
SIMÓN, D. a
IRENE, D. DIEGO
ESCENA VI
D. a
IRENE, RITA
D. a
I R E N E . ¡ V á l g a m e D i o s ! A h o r a que m e a c u e r d o . . . ¡ R i t a ! . . .
M e le habrán dejado m o r i r . ¡Rita!
R I T A . Señora. (Saca debajo del brazo almohadas y sábanas.)
D. a
I R E N E . ¿ Q u é has hecho del t o r d o ? 8 5
¿ L e diste de c o m e r ?
R I T A . S í , s e ñ o r a. M á s ha c o m i d o que un a v e s t r u z . A h í le puse
en la v e n t a n a del p a s i l l o .
D. a
IRENE. ¿ H i c i s t e las camas ?
R I T A . L a de uste d y a está. V o y a hacer esotras antes q u e ano-
chezca p o r q u e si n o , c o m o n o h a y m á s a l u m b r a d o q u e el del can-
dil y n o tiene g a r a b a t o , 8 6
me veo perdida.
D. a
I R E N E . Y aquella chica ¿ q u é hace?
85
Algún crítico consideró que la lidad para lo que sucederá en III,
aparición del tordo en la comedia 2 , pero tiene valores de más enjun-
no tenía ninguna justificación, o que dia. 0
D. a
IRENE. ¡ Q u é p e r e z a t e n g o de escribir! (Se levanta y se
entra en su cuarto.) P e r o es p r e c i s o , q u e estará c o n m u c h o c u i d a d o
la p o b r e C i r c u n c i s i ó n .
RITA. ¡ Q u é c h a p u c e r í a s! N o h a dos h o r a s , c o m o q u i e n dice,
que salimos de allá y y a e m p i e z a n a ir y v e n i r c o r r e o s . ¡ Q u é p o c o
m e g u s t a n a m í las mujere s g a z m o ñ a s y z a l a m e r a s ! 88
(Entrase en
el cuarto ie D." Francisca.)
ESCENA VII
CALAMOCHA
Sale por la puerta del foro con unas maletas, botas y látigos.
Lo deja todo sobre la mesa y se sienta
¿ C o n q u e ha de ser el n ú m e r o t r e s ? 8 9
V a y a en g r a c i a . . . Y a , y a
c o n o z c o el tal n ú m e r o tres. C o l e c c i ó n de b i c h o s m á s a b u n d a n t e
n o la tiene el G a b i n e t e de H i s t o r i a N a t u r a l . . . 9 0
M i e d o m e da d e
entrar... ¡ A y , ay!... ¡ Y q u é a g u j e t a s ! E s t a s sí q u e s o n a g u j e t a s . . .
P a c i e n c i a , p o b r e C a l a m o c h a , p a c i e n c i a . . . Y gracias a q u e los caba-
llitos d i j e r o n : n o p o d e m o s m á s , q u e si n o , p o r esta v e z n o veía
y o el n ú m e r o tres, ni las p l a g a s de F a r a ó n q u e tiene d e n t r o . . . 9 1
8 7
Este modo de personificar al pá- pasó al edificio del actual Museo del
jaro pretende contribuir a su individua- Prado. Se convirtió en el Museo de
lización, a la vez que responde a una Ciencias Naturales de Madrid. Clavi-
tradición plasmada en Berceo, cuyas jo y Fajardo, que había traducido la
obras conocía Moratín en la edición de Historia natural de Buffon, llegó a ser
Tomás Antonio Sánchez ( 1 7 7 9 - 1 7 9 0 ) . su vicedirector en 1 7 8 5 . Moratín lo so-
8 8
'que afectan virtud y adulan en lía frecuentar de joven, y siguió ha-
exceso'. ciéndolo después. 0
8 9
Se refiere sin duda al de la habi- 9 1
En Éxodo, 7 , 8 y 1 0 , se mencio-
tación que les han dado en la posada. nan, entre las diez plagas que azota-
Recuérdese que las puertas están «nu- ron Egipto, la segunda, que fue de ra-
meradas» todas. nas, la tercera, de mosquitos, la cuarta,
9 0
Institución fundada por Carlos de tábanos, y la octava, de langostas.
III en 1 7 7 1 sobre la base de las colec- Comenta Cabellera, Entre bobos anda
ciones de D . Pedro Franco Dávila, el juego, II: «Pulgas lleva el don Luisi-
nombrado su director vitalicio. Se es- 11o; / pero no me maravillo, / que hay
tableció en la calle de Alcalá y pronto muchas en el mesón».
ACTO PRIMERO ESCENA VIII I8 5
ESCENA VIII
RITA, CALAMOCHA
9 2
Aprovecha para aludir a la quin- Lo cual no debía de ser poco frecuente.
ta plaga {Éxodo, 9 ) , que consistió en Juega, aunque Rita parece no
9 4
u n a m i g o m i e n t r a s se d i s p o n e a l g o q u e c e n a r . . . 9 6
É s t a es la his-
toria.
RITA. ¿ C o n q u e le t e n e m o s aquí?
C A L A M O C H A . Y e n a m o r a d o más que n u n c a , c e l o s o , a m e n a -
z a n d o v i d a s . . . A v e n t u r a d o a q u i t a r el h i p o a c u a n t o s le d i s p u t e n
la p o s e s i ó n de su C u r r i t a idolatrada. 97
9 6
Sólo puede aludir al Colegio Ma- gros, es personaje de Orlando furioso,
yor de San Ildefonso, en Alcalá, fun- donde se le pinta amante, amado y es-
dado por el cardenal Cisneros y abier- poso de Angélica, princesa de Catay
to en 1 5 0 8 . La amistad colegial de D. por quien luchara Orlando y de quien
Carlos es otro elemento que redunda se enamoró Reinaldo, y sobre cuyos
en la caracterización social del per- amores escribió Góngora un hermoso
sonaje. 0
romance; Gaiferos es primo de Roldan
9 7
Currita: diminutivo cariñoso de y protagonista de algunos romances
Francisca. La verborrea chulesca del asis- seudocarolingios, como el que comien-
tente, muy en la tradición del criado za «Asentado está Gaiferos / en el pa-
áureosecular, hiperboliza la predisposi- lacio real»: locamente enamorado de su
ción del galán, pero ayuda a percibir el esposa Melisendra, aparece en el Qui-
sentimiento apasionado del joven. 0
jote, II, 26; chiquillo de la doctrina: 'el
9 8
Gazul figura en algunos roman- que recibe las primeras letras', aquí en
ces, señaladamente en los que incluyó el sentido de ser meros aprendices de
Pérez de Hita en Las guerras civiles de amante. 0
donde se le presenta como «el valero- sólo se usa con bien o mal.
so Gazul» enamorado «de su dama Lin- La Academia de la Historia la
1 0 0
de r e s p o n d e r q u e estaba p r o n t a a t o d o lo q u e la m a n d a s e n . . . P e r o
no te p u e d o p o n d e r a r c u á n t o l l o r ó la p o b r e c i t a , q u é afligida estu-
v o . N i q u e r í a c o m e r , ni p o d í a d o r m i r . . . 1 0 1
Y , al m i s m o t i e m p o ,
era preciso d i s i m u l a r para q u e su tía n o sospechar a la v e r d a d del
caso. E l l o es q u e c u a n d o , pasado el p r i m e r s u s t o , h u b o l u g a r de
discurrir escapatorias y a r b i t r i o s , 102
n o h a l l a m o s o t r o q u e el de
avisar a tu a m o , esperando q u e , si era su c a r i ñ o tan v e r d a d e r o
y de b u e n a l e y c o m o nos había p o n d e r a d o , no consentiría que
su p o b r e P a q u i t a pasara a m a n o s de u n d e s c o n o c i d o , y se perdie-
sen para s i e m p r e tantas caricias, tantas l á g r i m a s y t a n t o s suspiros
estrellados en las tapias del c o r r a l . A p o c o s días de haberle e s c r i t o ,
cata el c o c h e de colleras y el m a y o r a l G a s p a r e t c o n sus media s
azules, y la m a d r e y el n o v i o q u e v i e n e n p o r e l l a . 103
Recogimos
a toda prisa nuestros m e r i ñ a q u e s , 104
se atan los cofres, nos des-
p e d i m o s de aquellas buenas mujeres y en dos l a t i g a z o s l l e g a m o s
antes de a y e r a A l c a l á . L a d e t e n c i ó n ha sido para q u e la señorita
visite a o t r a tía m o n j a q u e tiene a q u í , tan a r r u g a d a y tan sorda
c o m o la q u e dejamos allá. Y a la ha v i s t o , y a la h a n b e s a d o bastan-
te, una p o r u n a , todas las r e l i g i o s a s , y creo q u e m a ñ a n a t e m p r a n o
s a l d r e m o s . P o r esta casualidad n o s . . .
C A L A M O C H A . S í . N o digas m á s . . . P e r o . . . ¿ C o n q u e el n o v i o
está en la p o s a d a ?
R I T A . E s e es su c u a r t o (Señalando el cuarto de D. Diego, el de D."
Irene y el de D. " Francisca), éste el de la m a d r e y aquél el n u e s t r o . 105
101
Otro simple detalle que permite También D . Isabel, en Entre bo-
105 a
'carruaje tirado habitualmente por seis el cuarto de la criada, siendo más re-
muías o caballos aparejados con colleras'; gular que lo hiciese en el de su madre,
Gasparet es diminutivo, catalán o de in- particularmente en un mesón, y así se
fluencia catalana, de Gaspar, con el que hubiera quizá evitado el pasito de la
se da nombre e individualiza al mayoral; música, el cuchicheo desde la ventana
Guadalajara era posta obligada en el ca- y la tiradura de la carta; pero ésta era
mino de Aragón y Cataluña. 0
la única escapatoria del poeta». 0
1 0 4
'falda interior rígida y amplia, a Equívoco fácil, muy en la línea
veces con aros'; por extensión, 'perte- de la tradición barroca, pero restringi-
nencias'. do a los criados.
188 E L SÍ D E L A S NIÑAS
R I T A . N o , p o r c i e r t o . A q u í d o r m i r e m o s esta n o c h e la s e ñ o r i t a
y y o ; p o r q u e ayer, m e t i d a s las tres en ése de e n f r e n t e , ni c a b í a m o s
de p i e , ni p u d i m o s d o r m i r u n i n s t a n t e , ni r e s p i r a r siquiera.
CALAMOCHA. B i e n . A d i ó s . (Recoge los trastos que puso sobre
la mesa en ademán de irse.)
RITA. ¿ Y adonde?
CALAMOCHA. Y o me entiendo... 107
P e r o el n o v i o ¿trae c o n -
s i g o criados, a m i g o s o d e u d o s q u e le q u i t e n la p r i m e r a z a m b u l l i d a
que le amenaza? 1 0 8
1 0 7
Sintagma muy frecuente en la co- «Calamocha parodia a los galanes
111
media del Siglo de Oro, con funciones enamorados tradicionales tales como los
y sentidos diferentes. veían los neoclásicos, esto es, como
zambullida: 'treta de esgrima para
1 0 8
unos perdonavidas mezcla de quijotes
dirigir la espada al corazón del adver- y de majos» (Andioc).
sario'. Existe un evidente paralelismo
1 1 2
1 0 9
Elípticamente, a bien morir. O —aunque aquí en clave cómica— con
sea, que se vaya encomendando a Dios, la despedida entre D. Carlos y D . Fran- a
pues poca vida le queda. cisca en II, 9 . Los términos que usan
'está en peligro'. Algunos giros
1 1 0
son propios de las clases bajas, con lo
de estar junto a de, habituales todavía que se da al diálogo cierto desenfado
en el x v m , han cambiado el régimen que en el XVIII se llamaría «aire de
preposicional. taco».
ACTO PRIMERO ESCENA IX 189
ESCENA IX
D. a
FRANCISCA, RITA
R I T A . S e ñ o r i t a , p o r D i o s , n o se aflija usted.
D. a
F R A N C I S C A . Y a , c o m o tú n o la has o í d o . . . Y dice q u e
D . D i e g o se queja de que y o n o le d i g o n a d a . . . H a r t o le d i g o ,
y bien he procurado hasta ahor a m o s t r a r m e contenta delante
de él, q u e n o lo e s t o y , p o r c i e r t o , y r e í r m e y hablar n i ñ e r í a s . . .
Y t o d o p o r dar g u s t o a m i m a d r e , que si n o . . . P e r o b i e n sabe
la V i r g e n q u e n o m e sale del c o r a z ó n .
R I T A . V a y a , v a m o s , q u e n o h a y m o t i v o s t o d a v í a p a r a tanta
a n g u s t i a . . . ¡ Q u i é n s a b e ! . . . ¿ N o se acuerda uste d y a de aquel día
fino:
113
'amoroso, seguro, constan- vía de escape y relativa conquista de
te y fiel'. libertad. No es el caso de Paquita, cuya
1 1 4
Clara, de La mojigata, había simulación es puramente circuns-
adoptado la actitud de fingir y men- tancial. 0
D. a
F R A N C I S C A . ¡ A y ! ¿ C ó m o puedo o l v i d a r l o ? . . . ¿Pero qué
me vas a c o n t a r ?
R I T A . Q u i e r o decir que aquel caballero que v i m o s allí con aquella
cruz verde," 7
tan g a l á n , tan fino...
D. a
FRANCISCA. ¡Qué rodeos!... D . Félix. ¿Y qué?
RITA. Que nos fue a c o m p a ñ a n d o hasta la c i u d a d . . .
D. a
F R A N C I S C A . Y b i e n . . . Y l u e g o v o l v i ó , y le v i , p o r mi
desgracia, m u c h a s v e c e s . . . Mal aconsejada de ti." 8
" Intendente del ejército sobre el lieve el carácter público o social de lo que
que se volverá a hablar en III, 1 0 . ella entiende por «escándalo», la hones-
" La propia de la orden de Alcánta-
7
tidad pese a todo de las relaciones entre
ra, mencionada en I, i. Debía llamarse los jóvenes y, contra la idea dada a en-
verde por el peral de ese color que figu- tender por Paquita sobre el papel de la
raba en su centro. La Crónica de Don Juan criada en estos amoríos, el interés de la
//cuenta cómo el rey le pidió al papa que joven por D. Carlos.
mandase los caballeros de Alcántara «tra- 1 2 0
Debe de referirse a las abundantes
xesen cruces verdes como los de Calatrava novelas francesas e inglesas que circula-
las traían coloradas». La relación entre ban traducidas; o, como parece sugerir
D. Carlos y este amante de Paquita po- una variante de La mojigata, a las nove-
día realizarla ya todo espectador que co- las amorosas de María de Zayas y Pérez
nociera el detalle. de Montalbán. También Clara, en La mo-
118
Paquita subraya el papel negativo jigata, leía a escondidas la misma clase de
como mala consejera de la criada, que en literatura: «historias / de amor, obrillas
la tradición de la comedia áureosecular ligeras, / novelas entretenidas, / filosófi-
se había convertido en un lugar común. cas, amenas, / donde predicando siempre
Al mismo tiempo que resalta su inocen- / virtud, corrupción se enseña» (I, l).°
cia, aparece con más claridad lo fulgu- sonora: 'instrumento de cuerda,
1 2 1
D. a
F R A N C I S C A . ¡ A y , R i t a ! S í , de t o d o m e a c u e r d o , y m i e n -
tras v i v a c o n s e r v a r é la m e m o r i a . . . P e r o está a u s e n t e . . . Y entrete-
nido acaso c o n n u e v o s amores.
R I T A . E s o n o l o p u e d o y o creer.
D. a
FRANCISCA. Es hombre, al fin , y t o d o s e l l o s . . .
R I T A . ¡ Q u é bobería! D e s e n g á ñ e se usted, señorita. C o n los h o m -
bres y las mujeres sucede l o m i s m o q u e c o n los m e l o n e s de A ñ o -
ver. 1 2 2
H a y de t o d o ; la dificultad está en saber e s c o g e r l o s . 123
El
q u e se l l e v e chasco en la elección quéjese de su m a l a suerte, p e r o
n o desacredite la m e r c a n c í a . . . H a y h o m b r e s m u y e m b u s t e r o s , m u y
p i c a r o n e s ; p e r o n o es creíble q u e l o sea el q u e ha d a d o pruebas
tan repetidas de perseverancia y a m o r . T r e s meses d u r ó el terrero
y la c o n v e r s a c i ó n a o s c u r a s , 124
y en t o d o aquel t i e m p o b i e n sabe
usted q u e n o v i m o s en él u n a acción d e s c o m p u e s t a ni o í m o s de
su b o c a u n a palabra indecente ni atrevida.
D. a
F R A N C I S C A . E s v e r d a d . P o r eso le quise t a n t o , p o r eso
le t e n g o ta n fijo a q u í . . . a q u í . . . (Señalando el pecho.) ¿ Q u é habrá
d i c h o al v e r la c a r t a ? . . . ¡ O h ! Y o b i e n sé l o q u e habrá d i c h o . . . :
¡ V á l g a t e D i o s ! ¡ E s lástima ! C i e r t o . ¡ P o b r e P a q u i t a ! . . . Y se aca-
b ó . . . N o habrá dicho m á s . . . N a d a m á s .
R I T A . N o señora, n o ha d i c h o e s o .
D. a
FRANCISCA. ¿ Q u é sabes t ú ?
R I T A . B i e n l o sé. A p e n a s h a y a leído la carta se h a b r á puesto
en c a m i n o y v e n d r á v o l a n d o a c o n s o l ar a su a m i g a . . . P e r o . . . (Acer-
cándose a la puerta del cuarto de D. a
Irene.)
D. a
FRANCISCA. ¿Adonde v a s ?
R I T A . Quiero ver si...
D. a
FRANCISCA. Está escribiendo.
R I T A . Pues y a presto habrá d e dejarlo, q u e e m p i e z a a anoche -
celebrados melones. 0
rrese la palabra a oscuras por indicativa
123
«Como los melones son los hom- de sentido siniestro e indecente», pero
bres: algunos, buenos melones; muchos, la Academia de la Historia la dejó en
melones apepinados; y los más, pepinos su sitio; terrero: 'galanteo desde la ca-
amelonados», dice un refrán recogido lle', en expresión similar a 'pelar la
por Rodríguez Marín; «El melón y el pava' y otras semejantes; compárese
casamiento, acertamiento»; «El melón Lope, La dama boba, I: «pretende la
y la mujer, malos de conocer»; «El me- bobería / desta dama, y a porfía / ha-
lón y el casar, todo es acertar», dicen cen su calle terrero». 0
192 E L SÍ D E L A S N I N A S
fineza:
125
'acción o dicho con que más personas, formando diferentes figu-
uno da a entender el amor que tiene ras y movimientos'. Calabazas, en Casa
a otro'. Este uso de la conjunción si, con dos puertas mala es de guardar, de Cal-
muy frecuente en la prosa moratinia- derón, III, 1 7 , comenta: «¡Qué linda
na, acentúa el carácter interrogativo. danza / se va urdiendo». La crítica ha
1 2 6
contradanza: 'cierto género de interpretado esta alusión al baile como
baile que se ejecuta entre seis, ocho o clave para la comprensión de la obra. 0
ACTO PRIMERO ESCENA IX 193
p o s i b l e a p a r t a r m e de su m e m o r i a , q u e n o h a b r ía p e l i g r o s que le
d e t u v i e r a n ni dificultades q u e n o a t r e p e l l a r a p o r mí?
RITA. S í , bien me acuerdo.
D. a
F R A N C I S C A . ¡ A h ! . . . P u e s m i r a c ó m o m e dijo la v e r d a d .
(D. a
Francisca se va al cuarto de D." Irene; Rita, por la puerta del
foro.)127
ESCENA I
D. a
FRANCISCA
N a d i e parece a ú n . . . 2
(Teatro oscuro. D." Francisca se acerca a la
puerta del foro y vuelve.) ¡ Q u é i m p a c i e n c i a t e n g o ! . . . Y dice m i
m a d r e que s o y una s i m p l e , que sólo p i e n s o en j u g a r y reír y q u e
n o sé l o q u e es a m o r . . . 3
S í , diez y siete años y n o c u m p l i d o s ,
pero y a sé lo q u e es querer b i e n , y la i n q u i e t u d y las l á g r i m a s
q u e cuesta.
ESCENA II
D. a
IRENE, D. a
FRANCISCA
D. a
IRENE. S o l a y a oscuras m e habéis dejado allí.
D. a
F R A N C I S C A . C o m o estaba usted acabando su carta, m a m á ,
p o r n o estorbarla m e he v e n i d o a q u í , q u e está m u c h o más f r e s c o .
D. a
IRENE. P e r o aquella m u c h a c h a ¿ q u é hace que n o trae
una l u z ? Para c u a l q u i e r a cosa se está un a ñ o . . . Y y o , q u e t e n g o
un genio c o m o una p ó l v o r a . (Siéntase.) Sea t o d o p o r D i o s . . .
¿ Y D . D i e g o ? ¿ N o ha v e n i d o ?
D. a
FRANCISCA. M e parece q u e no. 4
D. a
IRENE. Pues c u e n t a , niña, c o n l o q u e te he d i c h o y a .
Y m i r a que no g u s t o de repetir u n a cosa dos v e c e s . E s t e caballero
está sentido, y c o n m u c h í s i m a razón...
D. a
F R A N C I S C A . B i e n , sí señora, y a lo sé. N o m e riña u s t e d
más.
D. a
I R E N E . N o es esto reñirte, hija m í a , esto es a c o n s e j a r t e .
1
Rasgos opuestos ha destacado la sa su verdadera intimidad ante su cria-
crítica en este segundo acto. 0
da, su amante y el público. 0
2
parece: 'aparece'. 4
En las dos primeras ediciones, fi-
3
Angélique, en Marivaux, La escue- guraba en este lugar la siguiente aco-
la de las madres, 4, se queja en otros tación: (Se irá oscureciendo lentamente la
términos de la educación que ha reci- escena, hasta que al principio de la escena
bido de su mamá. Paquita sólo expre- tercera vuelve a iluminarse) P
194
ACTO SEGUNDO ESCENA III 195
P o r q u e c o m o t ú no tienes c o n o c i m i e n t o para c o n s i d e r a r el b i e n
q u e se nos ha entrado p o r las p u e r t a s . . . Y lo a t r a s a d a 5
que me
c o g e , que y o no sé lo que hubiera sido de tu pobre m a d r e . . . Siempre
c a y e n d o y l e v a n t a n d o . . . M é d i c o s , b o t i c a . . . Q u e se dejaba p e d i r
aquel caribe de D . B r u n o ( D i o s le h a y a c o r o n a d o de g l o r i a ) los
v e i n t e y los treinta reales p o r cada papelillo de pildoras de c o l o -
q u í n t i d a y a s a f é t i d a . . . M i r a q u e u n c a s a m i e n t o c o m o el q u e vas
6
D. a
F R A N C I S C A . Y o nada, mamá. 9
D. a
I R E N E . Pues n u n c a dices nada. ¡ V á l g a t e D i o s , señor!...
E n h a b l á n d o t e de esto n o te o c u r r e nada q u e decir.
ESCENA III
RITA, D . a
IRENE, D . a
FRANCISCA
Sale Rita por la puerta del joro con luces y las pone sobre la mesa
D. a
I R E N E . V a y a , m u j e r , y o pensé q u e en t o da la n o c h e n o
venías.
R I T A . S e ñ o r a , he tardado p o r q u e han t e n i d o q u e ir a c o m p r a r
las velas. C o m o el tufo del v e l ó n la hace a uste d t a n t o d a ñ o . 1 0
D. a
I R E N E . S e g u r o q u e m e hace m u c h í s i m o m a l , c o n esta j a -
q u e c a que p a d e z c o . . . L o s parches de alcanfor al c a b o t u v e que
quitármelos," ¡si no m e s i r v i e r o n de nada! C o n las obleas me
5
'endeudada'. curso que le había espetado D. Diego
6
caribe: 'salvaje, animal'; coloquínti- en I, I . Ambos reflejan, más que inca-
da: 'purgante vegetal'; asafétida: 'an- pacidad para contestar, disconformidad
tiespasmódico obtenido de la resina que con lo que se les dice y respeto para
produce la planta del mismo nombre no contradecir al superior.
y de olor muy desagradable'. 0 10
El velón, que podía tener una
7
Algo parecido dice Mme. Argan- o varias salidas para la mecha, fun-
te en Marivaux, La escuela de las ma- cionaba a base de aceite, por lo que
dres, 5 . 0
emitía un humo negro y espeso, el
8
La actitud de madre e hija son se- tufo.
mejantes en Marivaux, La escuela de las
11
Aunque el alcanfor se suele utili-
madres, 5 . 0
zar como estimulante cardíaco, los par-
9
La respuesta de Paquita es exacta- ches se empleaban para combatir el do-
mente igual a la de Simón ante el dis- lor de cabeza.
196 E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
parece que m e v a m e j o r . . . 1 2
M i r a , deja u n a l u z ahí y llévate la o t r a
a m i c u a r t o , y c o r r e la c o r t i n a , n o se m e llene t o d o de m o s q u i t o s .
R I T A . M u y b i e n . (Toma una luz y hace que se va.)
D. a
FRANCISCA. (Aparte, a Rita.) ¿ N o ha v e n i d o ?
R I T A . Vendrá.
D. a
I R E N E . O y e s , aquella carta q u e está s o b r e la m e s a , dásela
al m o z o de la posada para que la lleve al instante al c o r r e o . . . 13
(V'ase
Rita al cuarto de D." Irene.) Y tú, n i ñ a , ¿ q u é has de cenar? P o r q u e
será m e n e s t e r r e c o g e r n o s presto para salir m a ñ a n a de m a d r u g a d a .
D. a
F R A N C I S C A . C o m o las m o n j a s m e h i c i e r o n m e r e n d a r . . .
D. a
I R E N E . C o n t o d o e s o . . . S i q u i e r a unas sopas del p u c h e r o
para el a b r i g o del e s t ó m a g o . . . (Sale Rita con una carta en la mano,
y hasta el fin de la escena hace que se va y vuelve, según lo indica
el diálogo.) M i r a , has de calentar el c a l do q u e a p a r t a m o s al m e d i o
día, y haznos u n par de tazas de sopas, y tráetelas l u e g o q u e estén.
RITA. ¿ Y nada m á s ?
D. a
I R E N E . N o , nada m á s . . . ¡ A h ! , y h á z m e l a s b i e n c a l d o s i t a s .
R I T A . S í , y a lo sé.
D. a
IRENE. Rita.
R I T A . (Aparte.) Otra. ¿Qué manda usted?
D. a
I R E N E . E n c a r g a m u c h o al m o z o q u e lleve la carta al i n s -
t a n t e . . . P e r o , n o señor , m e j o r e s . . . N o q u i e r o q u e la l l e ve é l ,
q u e son u n o s b o r r a c h o n e s q u e n o se les p u e d e . . . H a s d e decir
a S i m ó n que d i g o y o q u e m e h a g a el g u s t o de echarla en el c o -
r r e o . ¿ L o entiendes?
R I T A . S í , señora.
D. a
IRENE. ¡ A h ! , mira.
R I T A . (Aparte.) Otra.
D. a
I R E N E . B i e n que ahora n o c o r r e p r i s a . . . E s m e n e s t e r q u e
l u e g o m e saques de ahí al t o r d o y c o l g a r l e p o r a q u í , de m o d o
que n o se caiga y se m e lastime... (Vase Rita por la puerta del
foro.) ¡ Q u é n o c h e tan m a l a m e d i o ! . . . ¡ P u e s n o e s t u v o el a n i m a l
toda la n o c h e de D i o s r e z a n d o el G l o r i a P a t r i y la o r a c i ó n del
Santo S u d a r i o ! . . . 1 4
E l l o , p o r otra p a r t e, edificaba, c i e r t o . . . P e r o
c u a n d o se trata de dormir...
12
obleas: 'hojas delgadas de masa de versos caminos del país estaban encar-
harina y agua con que se envuelven cier- gados de transportar también el correo.
tos medicamentos'. Era la sustancia que 14
La Inquisición consideró impío
se utilizaba para «dorar la pildora». este fragmento, y la Academia de la
13
Los carruajes que cubrían los di- Historia lo depuró: «cantando el Mal-
ACTO SEGUNDO • ESCENA IV 197
ESCENA IV
D. a
IRENE, D. a
FRANCISCA
D. a
I R E N E . Pues m u c h o será que D . D i e g o n o h a y a tenido
a l g ú n e n c u e n t r o p o r ahí y eso le d e t e n g a . C i e r t o q u e es u n señor
m u y mirado, m u y puntual... ¡ T a n buen cristiano! ¡ T a n atento!
¡ T a n b i e n h a b l a d o ! ¡ Y c o n q u é g a r b o y g e n e r o s i d a d se p o r t a ! . . .
Y a se v e , u n sujeto de bienes y de p o s i b l e s . . . 15
¡ Y q u é casa tie-
n e ! C o m o u n ascua de o r o la t i e n e . . . E s m u c h o a q u e l l o . ¡ Q u é
r o p a b l a n c a ! ¡ Q u é batería de c o c i n a ! ¡ Y q u é despensa, llena de
cuanto D i o s c r i ó ! . . . 1 6
P e r o tú n o parece q u e atiendes a l o q u e
estoy diciendo.
D. a
F R A N C I S C A . S í , señora, bien lo o i g o , p e r o n o la quería
interrumpir a usted.
D. a
I R E N E . A l l í estarás, hija m í a , c o m o el p e z en el a g u a .
Pajaritas del aire q u e apetecieras las tendrías, p o r q u e c o m o él te
quiere tanto y es u n caballero tan de bien y tan t e m e r o s o de D i o s . . .
P e r o m i r a , F r a n c i s q u i t a , q u e m e cansa de veras el q u e siempre
q u e te h a b l o de esto hayas d a d o en la flor de n o responderme
palabra... 17
¡Pues n o es cosa p a r t i c u l a r, señor!
D. a
FRANCISCA. M a m á , n o se enfade usted.
D. a
I R E N E . N o es b u e n e m p e ñ o d e . . . ¿ Y te parec e a ti q u e
n o sé y o m u y bien de d ó n d e v i e n e t o d o e s o ? . . . ¿ N o ves q u e c o -
n o z c o las locuras que se te han m e t i d o en esa cabez a de c h o r l i -
t o ? . . . Perdóneme D i o s.
D. a
FRANCISCA. P e r o . . . ¿ P u e s q u é sabe u s t e d ?
D. a
I R E N E . ¿ M e quieres e n g a ñ a r a m í , eh ? ¡ A y , hija! H e v i v i -
d o m u c h o , y t e n g o y o m u c h a trastienda y m u c h a p e n e t r a c i ó n para
q u e tú m e e n g a ñ e s . 18
D. a
FRANCISCA. (Aparte.) P e r d i d a s o y . ' 9
D. a
I R E N E . S i n c o n t a r c o n su m a d r e . . . C o m o si tal m a d r e
n o t u v i e r a . . . Y o te a s e g u r o q u e , a u n q u e n o h u b i e r a sido c o n esta
o c a s i ó n , de t o d o s m o d o s era y a necesario sacarte del c o n v e n t o .
A u n q u e h u b i e r a t e n i d o q u e ir a p i e y sola p o r ese c a m i n o , te
h u b i e r a sacado de a l l í . . . ¡ M i r e u s t e d q u é j u i c i o de niña éste! Q u e
p o r q u e ha v i v i d o u n p o c o de t i e m p o entre m o n j a s y a se le p u s o
en la cabeza el ser ella m o n j a t a m b i é n . . . 2 0
N i q u é e n t i e n d e ella
de e s o , ni q u é . . . E n t o d o s l o s estados se s i r v e a D i o s , F r a s q u i t a ,
p e r o el c o m p l a c e r a su m a d r e , asistirla, a c o m p a ñ a r l a y ser el c o n -
suelo de sus trabajos, ésa es la p r i m e r a o b l i g a c i ó n d e u n a hija
obediente. 21
Y sépalo u s t e d , si n o lo sabe.
D. a
F R A N C I S C A . E s v e r d a d , m a m á . . . P e r o y o n u n c a he p e n -
sado abandonarl a a usted.
D. a
IRENE. S í , q u e n o sé y o . . .
D. a
F R A N C I S C A . N o , señora. C r é a m e usted. L a Paquita nunca
se apartará de su m a d r e , ni la dará d i s g u s t o s .
D. a
IRENE. M i r a si es c i e r t o l o q u e dices.
D. a
FRANCISCA. S í señora, q u e y o n o sé m e n t i r .
D. a
I R E N E . P u e s , hija, y a sabes l o q u e te he d i c h o . Y a v e s
lo q u e pierdes y la p e s a d u m b r e q u e m e darás si n o te p o r t a s en
todo como corresponde... C u i d a do con ello.
D. a
FRANCISCA. (Aparte.) ¡ P o b r e de m í !
1 0
Uso del verbo ser como atributi- Argumento muy del gusto de
2 1
ción entre ambas que se avecina. Las sin embargo, muy clara. La Inquisi-
dos madres son miopes ante la reali- ción propuso suprimir todo el pá-
dad del amor que sus hijas sienten. rrafo. 0
ACTO SEGUNDO ESCENA V 199
ESCENA V
D. DIEGO, D. a
IRENE, D . a
FRANCISCA
D. a
IRENE. ¿Pues c ó m o tan tarde?
D . D I E G O . A p e n a s salí t r o p e c é c o n el r e c t o r de M á l a g a y el
doctor Padilla, 22
y hasta que m e han h a r t a d o b i e n de c h o c o l a t e
y b o l l o s n o m e han q u e r i d o s o l t a r . . . {Siéntase junto a D. a
Irene.)
Y a todo esto, ¿ c ó m o va?
D. a
IRENE. Muy bien.
D. DIEGO. ¿ Y D . a
Paquita?
D. a
IRENE. D . a
P a q u i t a siempr e a c o r d á n d o s e de sus monjas.
Y a la d i g o que es t i e m p o de m u d a r de b i s i e s t o 2 3
y p e n s a r sólo
en dar g u s t o a su m a d r e y obedecerla.
D. D I E G O . ¡ Q u é d i a n t r e ! ¿ C o n q u e t a n t o se acuerda de...?
D. a
I R E N E . ¿ Q u é se a d m i r a u s t e d ? S o n n i ñ a s . . . N o saben l o
que q u i e r en ni lo que a b o r r e c e n . . . E n una edad así, tan...
D . D I E G O . N o , p o c o a p o c o , eso n o . P r e c i s a m e n t e en esa e d a d
son las pasiones a l g o más enérgicas y decisivas que en la n u e s t r a
y, por c u a n t o la r a z ó n se halla t o d a v í a i m p e r f e c t a y d é b i l , los
í m p e t u s del c o r a z ó n son m u c h o más v i o l e n t o s . . . 2 4
(Asiendo de una
No p e r m i t a D i o s qu e y o la dé q u e sentir .
D . D I E G O . P e r o eso lo dice u s t e d tan afligida y...
D. a
I R E N E . Si es n a t u r a l , s e ñ o r . ¿ N o ve usted que...?
D. D I E G O . Calle usted, por D i o s , D . a
Irene, y no me diga
usted a m í lo q u e es n a t u r a l . L o que es n a t u r a l es q u e la chica
esté llena de m i e d o y n o se a t r e v a a decir una p a l a b r a q u e se o p o n -
g a a lo q u e su m a d r e q u i e r e q u e d i g a . . . P e r o si e s t o h u b i e s e , por
vida mía que estábamos lucidos.
D. a
F R A N C I S C A . N o , s e ñ o r ; l o q u e dice su m e r c e d eso d i g o
y o , lo m i s m o . P o r q u e en t o d o lo q u e m e m a n d e la o b e d e c e r é . 2 7
D. D I E G O . ¡ M a n d a r , hija m í a ! . . . 2 8
E n estas m a t e r i a s tan de-
licadas los padres que tienen j u i c i o n o m a n d a n . I n s i n ú a n , p r o p o -
nen, aconsejan, eso sí, t o d o eso sí, ¡ p e r o m a n d a r ! . . . ¿ Y quién
ha de evitar después las resultas funestas de lo que m a n d a r o n ? . . . 2 9
2 5
La acotación, que muestra un de- trimonio desigual entre D. Roque y
seo de proximidad física y anímica a la D . Isabel ha producido. Las «conse-
a
2 7
Respuestas así ofrece Angélique en den: «¿Cuántas veces una desdichada
Marivaux, La escuela de las madres, 5 . mujer halla anticipada la muerte en el
Pero son de uso corriente en la época. 0
encierro de un claustro porque su ma-
2 8
Toda esta larga tirada de D. Die- dre o su tío se empeñaron en regalar a
go se ha relacionado, aunque sin un Dios lo que Dios no quería?». La expe-
análisis detallado, con la comedia la- riencia inquisitorial le indujo a Mora-
crimosa de La Chaussée y Diderot, así tín a autocensurarse incluso más de lo
como con la mezcla de ingenuidad y debido, puesto que en La mojigata las
ternura de Rousseau. expresiones para aludir al claustro son
2 9
Había escrito Moratín en El vie- aún más fuertes: «sepultarme en vida»
jo y la niña: «Estas resultas esperan / (I, 7 ) o «vivir siempre emparedada»
tales casamientos» (III, 1 2 ) , refiriéndose (III, 1 ) . En El viejo y la niña, donde el
a las nefastas consecuencias que el ma- matrimonio ya ha sido consumado, Isa-
ACTO SEGUNDO ESCENA V 20I
bien!... M i r e usted, D . a
P a q u i t a , y o n o s o y de aquellos h o m b r e s
q u e se d i s i m u l a n los defectos. Y o sé que ni m i f i g u r a ni m i edad
son para e n a m o r a r p e r d i d a m e n t e a n a d i e ; 31
p e r o t a m p o c o he creí-
d o i m p o s i b l e q u e una m u c h a c h a de j u i c i o y bie n criada l l e g a s e
a q u e r e r m e c o n aquel a m o r t r a n q u i l o y c o n s t a n t e q u e t a n t o se
parece a la a m i s t a d y es el ú n i c o q u e p u e d e hacer los m a t r i m o n i o s
felices. 32
P a r a c o n s e g u i r l o n o he i d o a b u s c a r n i n g u n a hija de fa-
milia de estas que v i v e n en una decente l i b e r t a d . . . 33
D e c e n t e , que
y o n o c u l p o lo q u e n o se o p o n e al ejercicio de la v i r t u d . ¿Pero
cuál sería e n t r e todas ellas la q u e n o estuviese y a p r e v e n i d a en
favor de o t r o a m a n t e m á s apetecible q u e y o ? Y en M a d r i d , ¡ f i g ú -
rese u s t e d en u n M a d r i d ! . . . 3 4
L l e n o de estas ideas, m e pareció
que tal v e z hallaría en u s t e d t o d o c u a n t o y o deseaba.
D. a
I R E N E . Y p u e d e u s t e d creer, señor D . D i e g o , que...
D. D I E G O . V o y a acabar, señora , d é j e m e u s t e d acabar . Y o
m e h a g o c a r g o , querida P a q u i t a , de l o q u e h a b r á n i n f l u i d o en
una niña tan bien inclinada c o m o u s t e d las santas c o s t u m b r e s q u e
ha v i s t o p r a c t i c ar en aquel i n o c e n t e asilo de la d e v o c i ó n y la v i r -
tud; 35
p e r o si, a pesar de t o d o e s t o , la i m a g i n a c i ó n acalorada, las
circunstancias i m p r e v i s t a s , la h u b i e s e n h e c h o e l e g i r sujeto m á s d i g -
n o , sepa u s t e d que y o n o q u i e r o nada c o n v i o l e n c i a . Y o s o y i n g e -
n u o : m i c o r a z ó n y m i l e n g u a n o se c o n t r a d i c e n j a m á s . " E s t o m i s -
3
m o la p i d o a u s t e d , P a q u i t a : s i n c e r i d a d . 37
E l c a r i ñ o que a u s t e d la
t e n g o no la debe hacer i n f e l i z . . . S u m a d r e de u s t e d n o es c a p a z
de querer u n a injusticia, y sabe m u y b i e n q u e a nadie se le hace
d i c h o s o p o r fuerza. Si u s t e d n o halla en m í prenda s que la i n c l i n e n ,
si siente a l g ú n o t r o cuidadillo en su c o r a z ó n , 38
c r é a m e usted, la m e -
n o r d i s i m u l a c i ó n en esto nos daría a t o d o s m u c h í s i m o que s e n t i r . 39
D. a
IRENE. ¿ P u e d o hablar y a , s e ñ o r ?
D . D I E G O . E l l a , ella debe hablar , y sin a p u n t a d o r y sin i n t é r -
prete.
D. a
I R E N E . C u a n d o y o se lo mande.
D . D I E G O . P u e s y a p u e d e u s t e d m a n d á r s e l o , p o r q u e a ella la
toca r e s p o n d e r . . . C o n ella he de c a s a r m e ; c o n u s t e d no.
D. a
I R E N E . Y o c r e o , señor D . D i e g o , q u e ni c o n ella ni c o n -
m i g o . ¿ E n q u é c o n c e p t o nos tiene u s t e d ? . . . B i e n dice su p a d r i n o ,
y bien claro m e lo escribió p o c o s días ha, c u a n d o le di p a r t e de
este c a s a m i e n t o . Q u e a u n q u e n o la ha v u e l t o a v e r desde q u e la
t u v o en la p i l a , la q u i e re m u c h í s i m o , y a c u a n t o s pasan p o r el
B u r g o de O s m a les p r e g u n t a c ó m o e s t á , 4 0
y continuamente nos
e n v í a m e m o r i a s c o n el ordinario. 41
cho respecto a las monjas o criticará prendas siempre serán las mismas, pero
los efectos comprobados de la educa- los defectos, particularmente los físicos,
ción que ha recibido Paquita —y las irán aumentándose necesariamente».
jóvenes en general—. Su tono respon- En la carta antes citada, comen-
3 9
de más bien al deseo de preparar el te- ta Moratín: «No hay disculpa para una
rreno para conseguir con suavidad la mujer cuando sin tener amor hace un
sinceridad de la chica. 0
disparate». El cambio que se produce
3 6
Véase la nota 5 1 del acto I en La entre dos momentos de la intervención
comedia nueva. de D. Diego, que pasa de hablar de
3 7
Este hondo deseo de D. Diego un «amante más apetecible» a «sujeto
choca frontalmente con el temor y la más digno» y de verla «afligida» a su-
obediencia de Paquita, por lo que ésta poner que siente algún «cuidadillo», ha
no va a acogerlo en ningún momento, hecho que a algún crítico le suene a
ni siquiera en la situación más intensa falso todo lo que dice el personaje. 0
3 8
cuidadillo: 'afecto o pena de es pueblo —y fue mercado importante—
amor'. El 1 3 de marzo de 1 8 1 6 le ha- en la provincia de Soria, junto al camino
bía escrito Moratín a su prima: «Si no de Madrid hacia Aranda del Duero. 0
por sus buenas prendas, no te cases con este modo. Cadalso opinaba, en su
él; y la razón es porque estas buenas Autobiografía, que el sistema ofrecía
ACTO SEGUNDO ESCENA V 203
D. D I E G O . Y b i e n , señora, ¿ q u é escribi ó el p a d r i n o ? . . . O,
p o r m e j o r decir, ¿ q u é tiene que v e r nada de eso c o n lo q u e esta-
mos hablando?
D. a
I R E N E . S í señor q u e tiene q u e v e r , sí s e ñ o r . Y aunque
y o lo d i g a , le a s e g u r o a u s t e d q u e ni u n padre de A t o c h a h u b i e r a
p u e s t o u n a carta m e j o r q u e la q u e él m e e n v i ó s o b r e el m a t r i m o -
n i o de la n i ñ a . . . 4 2
Y n o es n i n g ú n c a t e d r á t i c o , ni b a c h i l l e r , ni
nada de e s o , sino u n c u a l q u i e r a , c o m o q u i e n d i c e , u n hombre
de capa y e s p a d a , 43
c o n u n e m p l e í l l o infeliz en el r a m o del v i e n -
to, 4 4
q u e apenas le da para c o m e r . . . P e r o es m u y l a d i n o , 45
y sabe
de t o d o , y tiene una labia, y escribe que da g u s t o . . . C u a s i t o d a
la carta v e n í a en l a t í n , 4 6
n o le p a r e z ca a u s t e d , y m u y buenos
consejos q u e m e daba en e l l a . . . Q u e n o es p o s i b l e sino q u e a d i v i -
nase lo q u e nos está sucediendo.
D . D I E G O . P e r o , s e ñ o r a, si n o sucede nada, ni h a y cosa q u e
a usted la deba disgustar.
D. a
I R E N E . ¿ P u e s n o q u i e r e usted q u e m e d i s g u s t e o y é n d o l e
hablar de m i hija en t é r m i n o s q u e . . . ? ¡ E l l a o t r o s a m o r e s ni o t r o s
c u i d a d o s ! . . . P u e s si tal h u b i e r a . . . ¡Válgame D i o s ! . . . La mataba
a g o l p e s , m i r e usted... R e s p ó n d e l e , una v e z que quiere que hables y
que y o n o chiste. C u é n t a l e los novios que dejaste en M a d r i d cuando
tenías d o c e a ñ o s, y los que has a d q u i r i d o en el c o n v e n t o , 4 7
al
lado de aquella santa m u j e r . D í s e l o para que se t r a n q u i l i c e y . . .
D. D I E G O . Y o , señora , e s t o y m á s t r a n q u i l o que usted.
4 3
'sin títulos académicos ni nobilia- como el padrino.
rios', lo que llamaríamos 'ciudadano
4 7
Aunque es evidente que D . Ire- a
D. a
I R E N E . Respóndele.
D. a
F R A N C I S C A . Y o n o sé q u é decir. Si ustedes se e n f a d a n . . .
D. D I E G O . N o , hija m í a . E s t o es dar a l g u n a e x p r e s i ó n a l o
q u e se dice; p e r o e n f a d a r n o s , n o p o r c i e r t o . D . a
Irene sabe l o
q u e y o la e s t i m o .
D. a
I R E N E . S í señor q u e l o sé, y e s t o y s u m a m e n t e agradecida
a los favores q u e usted nos h a c e . . . 4 8
P o r eso m i s m o . . .
D . D I E G O . N o se hable de a g r a d e c i m i e n t o ; c u a n t o y o p u e d o
hacer, t o d o es p o c o . . . Q u i e r o sólo q u e D . a
P a q u i t a esté c o n t e n t a .
D. a
I R E N E . ¿ P u e s n o h a de estarlo? R e s p o n d e .
D. a
F R A N C I S C A . S í señor q u e l o e s t o y . 4 9
D . D I E G O . Y q u e la m u d a n z a de estado q u e se la p r e v i e n e
n o la cueste el m e n o r sentimiento.
D. a
I R E N E . N o señor, t o d o al c o n t r a r i o . . . B o d a m á s a g u s t o
de todos no se p u d i e ra imaginar. 3 0
D. D I E G O . E n esa inteligencia, 51
p u e d o asegurarla q u e n o ten-
drá m o t i v o s d e arrepentirse después. E n nuestra c o m p a ñ í a v i v i r á
querida y adorada, y espero q u e a fuerza d e beneficios he d e m e r e -
cer su estimació n y su a m i s t a d . 52
D. a
F R A N C I S C A . G r a c i a s , señor D . D i e g o . . . ¡ A u n a huérfa-
na, p o b r e , desvalida c o m o y o ! . . . 5 3
4
Mme. Argante siente el mismo quita. Su madre vuelve a ser «apunta-
agradecimiento por los favores que le dor e intérprete».
hace M . Damis en Marivaux, La es- 'en ese supuesto'.
51
4 9
Esta respuesta lacónica y forzada acompaña la búsqueda de una posible
es lo mejor que puede escuchar D. Die- vida hogareña. 0
gunta ya no sale de los labios de Pa- guna cosa'. La misma intención expresa
ACTO SEGUNDO ESCENA VI 205
D. a
FRANCISCA. B i e n lo c o n o z c o .
D. a
IRENE. ¡ H i j a de m i v i d a ! ¿ H a s de ser b u e n a ?
D. a
FRANCISCA. S í , señora.
D. a
I R E N E . ¡ A y , que n o sabes tú lo que te quiere tu m a d r e ! 55
D. a
FRANCISCA. ¿ P u e s q u é , n o la q u i e r o y o a u s t e d ?
D . D I E G O . V a m o s , v a m o s de a q u í . (Levántase D. Diego, y des-
pués D. a
Irene.) N o v e n g a a l g u n o y nos halle a los tres l l o r a n d o
como tres c h i q u i l l o s . 56
D. a
IRENE. S í , dice usted bien.
ESCENA VI
RITA, D . a
FRANCISCA
R I T A . V o y a cuida r de aquella g e n t e . . . V a l o r , s e ñ o r i t a , y r e s o -
lución. 58
(Rita se entra en el cuarto de D. a
Irene.)
D. a
FRANCISCA. No, no, que yo también... 5 9
Pero no lo
merece.
ESCENA VII
D. CARLOS, D. a
FRANCISCA 6 0
D. C A R L O S . ¡ P a q u i t a ! . . . ¡ V i d a m í a ! Y a e s t o y a q u í . . . ¿Cómo
va, hermosa, c ó m o va? 6 1
D. a
F R A N C I S C A . Bien venido.
D . C A R L O S . ¿ C ó m o tan t r i s t e ? . . . ¿ N o m e r e c e m i l l e g a d a m á s
alegría?
D. a
F R A N C I S C A . E s v e r d a d ; p e r o acaban de s u c e d e r m e cosas
que m e tienen fuera de m í . . . Sabe u s t e d . . . S í , b i e n lo sabe u s t e d . . .
D e s p u é s de escrita aquella carta, f u e r o n p o r m í . . . M a ñ a n a a M a -
d r i d . . . A h í está m i madre. 6 2
D. C A R L O S . ¿En dónde?
5
La conducta de Rita se parece a crítico. Moratín, además, había escri-
la de las criadas barrocas, censurada por to en La mojigata: «Que estaban ha-
Moratín en su «Lección poética», donde blando a oscuras / mi sobrina y el mo-
escribía: «Esclava fiel, astuta en el em- ñudo / botarate de D. Claudio. / ¡Qué
pleo / de enredar una trama delincuente libertades! ¡Qué excesos!» (II, 4). Pero
/ y conducir amantes al careo»; pero no debe olvidarse lo ya señalado: es una
la limpieza de las relaciones entre los situación límite para ambos. 0
D. a
F R A N C I S C A . A h í , en ese c u a r t o . (Señalando al cuarto de
D." Irene.)
D. C A R L O S . ¿Sola?
D. a
FRANCISCA. N o , señor.
D . C A R L O S . E s t a r á en c o m p a ñ í a del p r o m e t i d o e s p o s o . 6 3
(Se
acerca al cuarto de D." Irene, se detiene y vuelve.) M e j o r . . . ¿Pero
n o h a y nadie m á s c o n ella?
D. a
F R A N C I S C A . N a d i e m á s ; solos e s t á n . . . ¿ Q u é piensa u s -
ted hacer?
D . C A R L O S . Si m e dejase l l e v a r d e m i p a s i ón y d e l o q u e esos
ojos m e inspiran, u n a t e m e r i d a d . . . P e r o t i e m p o h a y . . . E l t a m b i é n
será h o m b r e de h o n o r , y n o es j u s t o insultarle p o r q u e quiere b i e n
a u n a m u j e r tan d i g n a de ser q u e r i d a . . . 64
Y o n o c o n o z c o a su
m a d r e de u s t e d , n i . . . V a m o s , ahor a nada se p u e d e h a c e r . . . S u
d e c o r o de usted m e r e c e la p r i m e r a atención.
D. a
F R A N C I S C A . E s m u c h o el e m p e ñ o q u e tiene en q u e m e
case c o n él.
D. C A R L O S . N o importa.
D. a
F R A N C I S C A . Q u i e r e q u e esta b o d a se celebre así q u e lle-
guemos a Madrid.
D. C A R L O S . ¿Cuál?... N o . Eso no.
D. a
F R A N C I S C A . L o s d o s están de a c u e r d o , y d i c e n . . .
D. C A R L O S . B i e n . . . D i r á n . . . Pero n o p u e d e ser.
D. a
F R A N C I S C A . M i m a d r e n o m e habla c o n t i n u a m e n t e de
o t r a m a t e r i a . . . M e a m e n a z a , m e ha llenado de t e m o r . . . E l insta
p o r su parte, m e ofrece tantas cosas, m e . . .
D . C A R L O S . Y usted ¿ q u é esperanza le d a ? . . . ¿ H a p r o m e t i d o
quererle mucho? 6 5
D. a
F R A N C I S C A . ¡ I n g r a t o ! . . . ¿Pues no sabe usted q u e . . . ? ¡ I n -
grato!
D . C A R L O S . S í , no l o i g n o r o , P a q u i t a . . . Y o he sido el p r i m e r
amor.
3
Parece calco de la expresión ita- cupación por el honor de la dama, etc.,
liana. Recuérdese el título de Manzo- no podían sino acentuar la mala com-
ni, / promessi sposi, siempre traducido prensión de su figura. 0
D. a
FRANCISCA. Y el ú l t i m o .
D. C A R L O S . Y antes perderé la v i d a q u e r e n u n c i a r al l u g a r
que tengo en ese c o r a z ó n . . . T o d o él es m í o . . . ¿ D i g o bien? (Asiéndola
de las manos.)
D. a
FRANCISCA. ¿ P u e s de q u i én ha de ser?
D. CARLOS. ¡ H e r m o s a ! ¡ Q u é dulce esperanz a m e anima!...
Una sola palabra de esa b o c a m e a s e g u r a . . . 6 6
P a r a t o d o m e da
v a l o r . . . E n fin, y a e s t o y a q u í . . . ¿ U s t e d m e l l a m a para que la de-
fienda, la libre, la c u m p l a un a o b l i g a c i ó n m i l y m i l veces p r o m e t i -
da? Pues a eso m i s m o v e n g o y o . . . Si ustedes se v a n a M a d r i d
m a ñ a n a , y o v o y t a m b i é n . S u m a d r e de usted sabrá quié n s o y . . .
A l l í p u e d o c o n t a r c o n el f a v o r de u n anciano respetable y v i r t u o s o
a quien más que tío debo llamar a m i g o y p a d r e . 6 7
N o tiene o t r o
deudo más i n m e d i a t o ni q u e r i d o q u e y o ; es h o m b r e m u y rico
y si los dones de la f o r t u n a tuviesen para usted a l g ú n a t r a c t i v o
esta circunstancia añadiría felicidades a nuestra unión.
D. a
FRANCISCA. ¿ Y q u é vale para m í toda la r i q u e z a del
mundo? 6 8
D. C A R L O S . Y a l o sé. L a a m b i c i ó n n o p u e d e a g i t a r a u n a l m a
tan inocente.
D. a
F R A N C I S C A . Q u e r e r y ser q u e r i d a . . . N i apetezc o más
ni c o n o z c o m a y o r fortuna.
D. C A R L O S . N i h a y o t r a . . . P e r o usted debe serenarse y espe-
rar que la suerte m u d e nuestra aflicción presente en durables dichas.
D. a
F R A N C I S C A . ¿ Y qué se ha de hacer para q u e a m i p o b r e
m a d r e no la cueste un a p e s a d u m b r e ? . . . ¡ M e quiere tanto!... Si
acabo de decirla q u e n o la d i s g u s t a r é ni m e apartaré de su l a d o
j a m á s , que siempr e seré obedient e y b u e n a . . . ¡ Y m e abrazaba c o n
tanta ternura! Q u e d ó tan consolada c o n lo p o c o q u e acerté a de-
c i r l a . . . Y o no sé, no sé qué c a m i n o ha de hallar usted para salir
de estos a h o g o s . 6 9
6 6
'tranquiliza, da confianza'. los no se presta ya a ninguna duda. 0
6 7
Lo mismo cree Eraste, en Ma- 6 8
La niña no sabe ni quiere conce-
rivaux, La escuela de las madres, 4. der importancia al dinero. Su madre
Y también el héroe del mismo autor sí. D. Diego también. Sus palabras son,
en La madre confidente I, I . A partir al mismo tiempo, reflejo de su falta de
de este momento, para el espectador contacto con el mundo real. 0
ESCENA VIII
RITA, D. CARLOS, D. a
FRANCISCA
7 0
melancolías: 'tristezas por algo La posible separación definitiva de
que causa pesadumbre'. los amantes como causa de su muerte
71
Aunque no hay indicación algu- va a subrayarse en varios lugares, acen-
na, estas exclamaciones deberían cons- tuándose en el acto III. Un sutil desli-
tituir un aparte. zamiento se produce entre la simple
7 2
A l prescindir del artículo deter- muerte por dolor de ausencia y la bús-
minado, Amor aparece comofigurami- queda voluntaria de la misma.
tológica, recurso harto frecuente en la 73
Se ha querido ver en este diálo-
lírica dieciochesca y en la del propio go practicidad de la joven frente a va-
Moratín. guedad del galán. 0
210 EL SÍ D E L A S NIÑAS
D. C A R L O S . Adiós, Paquita.
D. a
F R A N C I S C A . Acuéstese usted y descanse .
D. CARLOS. ¿Descansar con celos? 7 6
D. a
F R A N C I S C A . ¿De quién?
D. C A R L O S . Buenas noches... D u e r m a usted bien, Paquita.
D. a
F R A N C I S C A . ¿ D o r m i r con amor?
D. C A R L O S . Adiós, vida mía.
D. a
F R A N C I S C A . Adiós. (Éntrase al cuarto de D." Irene.)
ESCENA IX
7 4
camisola: 'camisa de lienzo delga- La misma reacción, aunque con
7 7
D. CARLOS. ¿Qué?
CALAMOCHA. ¿ N o v e usted lo q u e v i e n e p o r allí?
D. CARLOS. ¿Es Simón?
CALAMOCHA. Él mismo... 8 4
¿ P e r o q u i é n d i a b l os l e . . . ?
D. CARLOS. ¿ Y qué haremos?
CALAMOCHA. ¿ Q u é sé y o ? . . . S o n s a c a r l e , m e n t i r y . . . ¿ M e
da u s t e d licencia para que...?
D. C A R L O S . S í , m i e n t e lo que q u i e r a s . . . ¿ A q u é habrá v e n i d o
este hombre?
ESCENA X
SIMÓN, D. C A R L O S , CALAMOCHA
8 4
Algunos editores han visto artí- habitual en nuestros días. Podría ser
culo donde había pronombre, como se calco del italiano.
observa en las primeras ediciones de la 8 6
Lo mismo que 'cada vez'; locución
obra, ya que el acento aparece clara- adverbial temporal e iterativa que habi-
mente en 1 8 2 5 . tualmente prescinde de la preposición.
8 5
Adiós con el sentido de 'hola', y Moratín, sin embargo, la utiliza en va-
expresando tal vez sorpresa, que no es rias ocasiones en sus Obras postumas. 0
ACTO SEGUNDO ESCENA XI 213
S I M Ó N . ¿ Q u é sé y o ? A l g u n o s v a n p o r la p o s t a y tarda n m á s
de c u a t r o meses en l l e g a r . . . 9 0
D e b e d e ser u n c a m i n o m u y m a l o .
CALAMOCHA. (Aparte, separándose de Simón.) ¡Maldito seas
tú y tu c a m i n o y la b r i b o n a q u e te d i o p a p i l l a ! 91
D . C A R L O S . P e r o a ú n n o m e has d i c h o si m i t í o está en M a -
d r i d o en A l c a l á , ni a q u é has v e n i d o , n i . . .
SIMÓN. B i e n , a eso v o y . . . S í s e ñ o r , v o y a decir a u s t e d . . .
C o n q u e . . . Pues el a m o m e dijo... 9 2
ESCENA X I
8 7
Pueblo próximo a Alcalá, en la Repite Simón, aunque exageran-
9 0
debía obtener de ella el nivel de rentas te parió'. Es éste otro ejemplo nítido
que se le supone a D. Diego. 0
sobre el proceso de embellecimiento a
8 8
maula: 'persona tramposa o mala que Moratín somete el lenguaje colo-
pagadora'. En la correspondencia de quial.
Moratín abundan las protestas contra La escena, que ha consistido en
9 2
D. D I E G O . Q u í t a t e de ahí.
D. C A R L O S . Señor.
D. D I E G O . Q u í t a t e . . . N o sé c ó m o n o l e . . . ¿ Q u é haces a q u í ?
D. C A R L O S . S i u s t e d se altera y . . .
D. D I E G O . ¿ Q u é haces a q u í ?
D. C A R L O S . M i desgracia m e h a t r a í d o .
D. D I E G O . ¡Siempre d á n d o m e que sentir, siempre! P e r o . . . (Acer-
cándose a D. Carlos.) ¿ Q u é dices? ¿ D e veras ha o c u r r i d o a l g u n a
desgracia? V a m o s . . . ¿ Q u é te s u c e d e ? . . . ¿ P o r q u é estás aquí? 9 5
CALAMOCHA. P o r q u e le tiene a u s t e d l e y y le q u i e r e b i e n
y- 9 6
D. D I E G O . A ti n o te p r e g u n t o n a d a . . . ¿ P o r q u é has v e n i d o
de Z a r a g o z a sin q u e y o l o s e p a ? . . . ¿ P o r q u é te asusta el v e r m e ? . . .
A l g o has h e c h o . S í , a l g u n a l o c u r a has h e c h o q u e le h a b r á d e c o s -
tar la v i d a a t u p o b r e t í o .
9 3
En esta exclamación se resume la cresía en estas palabras. El afecto por
revelación que para D. Carlos repre- su sobrino es real, y la ignorancia de
senta la presencia de su tío en la posa- los amores entre los jóvenes le permi-
da. No se precisan ulteriores aclaracio- te esta reacción. 0
D. C A R L O S . N o s e ñ o r , n u n c a o l v i d a r é las m á x i m a s de h o n o r
y p r u d e n c i a que u s t e d m e ha i n s p i r a d o tantas v e c e s .
D. D I E G O . ¿Pues a qué v i n i s t e ? ¿ E s desafío? ¿ S o n deudas?
¿Es a l g ú n d i s g u s t o c o n tus j e f e s ? . . . 9 7
S á c a m e de esta i n q u i e t u d . . .
C a r l o s . . . H i j o m í o , sácame de este afán.
CALAMOCHA. Si t o d o ello no es m á s que...
D. D I E G O . Y a te he d i c h o que c a l l e s . . . V e n acá. (Tomándole
de la mano, se aparta con él a un extremo del teatro y le habla en
voz baja.) D i m e qué ha s i d o .
D. CARLOS. U n a l i g e r e z a , u n a falta de s u m i s i ó n a u s t e d . . .
V e n i r a M a d r i d sin pedirle licencia p r i m e r o . . . B i e n arrepentido
e s t o y , c o n s i d e r a n d o la p e s a d u m b r e q u e le he d a d o al v e r m e .
D. DIEGO. ¿ Y q u é otra cosa h a y ?
D. CARLOS. Nad a más, señor .
D. D I E G O . ¿Pues q u é desgracia era aquella de q u e m e hablaste?
D. C A R L O S . N i n g u n a . L a de hallarle a u s t e d en este p a r a j e . . .
y haberle d i s g u s t a d o t a n t o , c u a n d o y o esperaba s o r p r e n d e r le en
M a d r i d , estar en su c o m p a ñ í a a l g u n a s semanas y v o l v e r m e c o n -
t e n t o de haberle v i s t o .
D. DIEGO. ¿ N o hay más?
D. CARLOS. No, señor.
D. DIEGO. Míralo bien.
D. CARLOS. N o , s e ñ o r . . . A eso v e n í a . N o h a y nada m á s .
D. D I E G O . P e r o n o m e digas tú a m í . . . Si es i m p o s i b l e q u e
estas escapadas s e . . . N o s e ñ o r . . . ¿ N i q u i é n ha de p e r m i t i r q u e u n
oficial se v a y a c u a n d o se le antoje y a b a n d o n e de ese m o d o sus
b a n d e r a s ? . . . Pues si tales ejemplos se repitieran m u c h o , adiós dis-
ciplina m i l i t a r . . . V a m o s . . . E s o n o p u e d e ser.
D. C A R L O S . C o n s i d e r e usted, t í o , q u e estamos en t i e m p o de p a z ,
que en Z a r a g o z a no es necesario u n servici o tan e x a c t o c o m o en otras
plazas, en que n o se p e r m i t e descanso a la g u a r n i c i ó n . . . Y , en f i n ,
p u e d e usted creer que este viaje s u p o n e la a p r o b a c i ó n y la licencia
de mis superiores, que y o t a m b i é n m i r o p o r m i e s t i m a c i ó n , y q u e
c u a n d o m e he v e n i d o e s t o y s e g u r o de que n o h a g o f a l t a . 98
9 7
Las preguntas del tío aluden a los los superiores podían obtenerse con re-
peores vicios a que podía darse un jo- lativa facilidad lo demuestra el caso de
ven noble. 0
Cadalso, que en su Autobiografía men-
9 8
A pesar de que se le censuró en ciona varias licencias bien para ir a Za-
sus días este abandono del regimiento, ragoza ciudad, bien para desplazarse a
que tales aprobaciones o licencias de Madrid, donde pasaría muchos meses.
216 E L SÍ D E L A S N I N A S
9 9
El oficial del ejército es padre de volver a las formas jerárquicas. 0
ESCENA XII
D. DIEGO, D. CARLOS
105
'con profusión y sin reparo'. Aznar —nombre ficticio— debe de ser
Equivalente a unos ó.000 reales,
1 0 6
el banquero con quien D . Diego tiene
cantidad nada despreciable si se tiene tratos en Zaragoza, pero Moratín no
presente que Moratín cobraba en el se conforma con lo general y ha de con-
obrador de joyería, allá por 1 7 8 0 , 1 2 cretizar. D . Lucas, en Entre bobos anda
reales diarios, y que su sueldo como el juego, III, está muy preocupado por
secretario de Interpretación de Lenguas los gastos que le ocasiona su compro-
era de 2 9 . 0 0 0 reales anuales. El señor miso con D . Isabel.
a
ACTO SEGUNDO ESCENA XIII 219
ESCENA XIII
D. DIEGO
ESCENA XIV
D. a
FRANCISCA, RITA
1 0 7
'dócil, sumiso'. Aunque algún presa en que está embarcado; asimismo,
crítico consideró ocioso este monólo- realza el afecto hacia su sobrino y la
go, su función no es otra que poner confianza en su virtud y obediencia.
de relieve la mala conciencia de D. Die- En las ediciones anteriores se
1 0 8
ni y o tendría q u e d i s i m u l a r m i r e p u g n a n c i a . . . 1 0 9
P e r o y a es o t r o
t i e m p o , R i t a . D . F é l i x ha v e n i d o y y a n o t e m o a n a d i e. E s t a n d o
m i fortuna en su m a n o , m e considero la más dichosa d e las mujeres.
R I T A . ¡ A y ! A h o r a q u e m e a c u e r d o . . . Pues p o q u i t o m e l o en-
c a r g ó . . . Y a se v e , si c o n estos a m o r e s t e n g o y o t a m b i é n la cabe-
z a . . . V o y p o r é l . (Encaminándose al cuarto de D." Irene.)
D. a
FRANCISCA. ¿ A qué vas?
R I T A . E l t o r d o , q u e y a se m e o l v i d a b a sacarle de allí.
D. a
F R A N C I S C A . S í , tráele, n o e m p i e c e a r e z a r c o m o a n o -
che... 1 1 0
A l l í q u e d ó j u n t o a la v e n t a n a . . . Y v e c o n c u i d a d o , n o
despierte mamá.
R I T A . S í . . . M i r e usted el estrépito d e caballerías q u e anda p o r
allá a b a j o . . . H a s t a q u e l l e g u e m o s a nuestra calle del L o b o , 1 1 1
nú-
mero siete, c u a r t o segundo, n o h a y q u e pensa r en dormir...
Y ese m a l d i t o p o r t ó n , q u e rechina que...
D. a
FRANCISCA. T e puedes llevar la l u z .
R I T A . N o es m e n e s t e r , q u e y a sé d ó n d e está. (Vase al cuarto
de D. a
Irene.)
ESCENA X V
SIMÓN, D. a
FRANCISCA
D. a
FRANCISCA. Y o pensé q u e estaban ustedes a c o s t a d o s.
S I M Ó N . E l a m o y a h a b r á h e c h o esa d i l i g e n c i a , p e r o y o t o d a v í a
n o sé en d ó n d e he de t e n d e r el r a n c h o . . . 112
Y buen sueño que
tengo.
D. a
FRANCISCA. ¿ Q u é g e n t e n u e v a ha l l e g a d o a h o r a ?
ESCENA X V I
RITA, D . a
FRANCISCA
D. a
FRANCISCA. ¡ D i o s m í o d e m i a l m a ! ¿ Q u é es e s t o ? . . .
N o puedo sostenerme... ¡ D e s d i c h a d a ! (Siéntase en una silla junto
a la mesa.)
R I T A . Señorita, y o vengo muerta. (Saca la jaula del tordo y
la deja encima de la mesa; abre la puerta del cuarto de D. Carlos
y vuelve.)
D. a
F R A N C I S C A . ¡ A y , q u e es c i e r t o ! . . . ¿ T ú l o sabes t a m b i é n ?
R I T A . D e j e usted, q u e t o d a v í a n o creo l o q u e he v i s t o . . . A q u í
n o h a y n a d i e . . . N i maletas ni r o p a n i . . . ¿ P e r o c ó m o p o d í a e n g a -
ñ a r m e ? S i y o m i s m a los he v i s t o salir.
D. a
FRANCISCA. ¿ Y eran ellos?
R I T A . S í , señora. L o s d o s .
D. a
FRANCISCA. ¿ P e r o se h a n i d o fuera d e la c i u d a d ?
R I T A . S i n o los he perdido de vist a hasta q u e salieron p o r Puerta
de M á r t i r e s . . . " 5
C o m o está u n paso de aquí.
D. a
FRANCISCA. ¿ Y ése es el c a m i n o de A r a g ó n ?
R I T A . E s e es.
D. a
FRANCISCA. ¡Indigno!... ¡Hombre indigno! 1 1 0
RITA. Señorita...
D. a
FRANCISCA. ¿ E n q u é te ha o f e n d i d o esta infeliz?
R I T A . Y o e s t o y t e m b l a n d o t o d a . . . P e r o . . . S i es i n c o m p r e n s i -
b l e . . . Si no alcanzo a discurri r q u é m o t i v o s h a p o d i d o haber para
esta n o v e d a d .
D. a
FRANCISCA. ¿ P u e s n o le quise m á s q u e a m i v i d a ? . . .
¿ N o m e ha v i s t o loca d e a m o r ?
RITA. No sé q u é decir al c o n s i d e r ar u n a acción tan i n -
fame.
D. a
FRANCISCA. ¿ Q u é has de decir? Q u e n o m e ha q u e -
rido nunca ni es h o m b r e de bien... ¿ Y vino para esto?...
¡Para e n g a ñ a r m e , para a b a n d o n a r m e así! (Levántase, y Rita la sos-
tiene.)
R I T A . Pensar q u e su v e n i d a fue c o n o t r o d e s i g n i o n o m e pare-
ce n a t u r a l . . . C e l o s . . . ¿ P o r q u é ha de tener c e l o s ? . . . Y aun eso
m i s m o debiera e n a m o r a r l e m á s . . . É l n o es c o b a r d e , y no h a y q u e
decir q u e habrá t e n i d o m i e d o de su c o m p e t i d o r .
D. a
F R A N C I S C A . T e cansas en v a n o . . . D i q u e es u n p é r f i d o ,
di q u e es u n m o n s t r u o de c r u e l d a d , y t o d o l o has d i c h o .
R I T A . V a m o s de a q u í , q u e p u e d e v e n i r a l g u i e n y . . .
D. a
F R A N C I S C A . S í , v a m o n o s . . . V a m o s a l l o r a r . . . ¡ Y en q u é
situación m e d e j a ! . . . ¿ P e r o ves q u é m a l v a d o ?
R I T A . S í señora, y a l o c o n o z c o .
D. a
FRANCISCA. ¡ Q u é bien supo f i n g i r ! . . . ¿ Y c o n q u i é n ?
1 1 7
Voz de hondas resonancias tra- 118
La semipenumbra enmarca el es-
dicionales, proveniente de la lírica tro- tado de desesperación en que se halla
vadoresca y el amor cortés. Toda la la heroína. Con menos significación
escena participa de lleno en las carac- simbólica, las luces y la oscuridad son
terísticas propias de la comedia la- esenciales en el desarrollo de la jorna-
crimosa. da II de Entre bobos anda el juego. 0
ACTO TERCERO
ESCENA I
D . DIEGO, SIMÓN 2
1
Han transcurrido entre tres y cua-
4
Tema horaciano que Moratín
tro horas desde el final del acto ante- también había desarrollado en sus
rior. Es, pues, la única pausa algo brus- poesías. 0
224
ACTO TERCERO ESCENA I 225
S I M Ó N . ¿ Y q u i é n será el a m a n t e infeliz q u e se v i e n e a p u n t e a r
a estas horas en ese callejón tan p u e r c o ? . . . 7
Apostaré que son
a m o r e s c o n la m o z a de la p o s a d a , q u e parece u n m i c o . 8
D. D I E G O . P u e d e ser.
SIMÓN. Y a empiezan, oigamos... 9
(Tocan una sonata desde
y ésta en que la vas a hablar / sólo «D. CARLOS. (Canta desde adentro al
es hora de buscar / a la moza del me- son del instrumento y en voz baja. D. Die-
són». Prototipo de posadera poco agra- go se adelanta un poco, adentrándose a la
ciada, y en quien tal vez pensaba Mo- ventana.) Si duerme y reposa / la bella
ratín, es Maritornes, cuyos cabellos «en que adoro, / su paz deliciosa / no turbe mi
22Ó EL SÍ D E L A S NINAS
D. D I E G O . N o , d e j a r l o s . . . ¡ P o b r e g e n t e ! ¡ Q u i é n sabe la i m -
portancia que darán ellos a la tal m ú s i c a ! . . . 1 2
N o g u s t o y o de in-
c o m o d a r a nadie. (Salen de su cuarto D. Francisca y Rita, encami-
a
terior. 0
11
Añadía la edición de 1 8 0 5 : «a ese
1 0
La asociación barbero y guitarra ruiseñor».
formaba parte de la tradición. Sin ir Parece recordar aquí Moratín lo
1 2
ESCENA II
D. A
FRANCISCA, RITA, D . DIEGO, SIMÓN
RITA. C o n t i e n t o , señorita.
D. A
F R A N C I S C A . S i g u i e n d o la p a r e d , ¿no v o y bien?
trás de ella. Los puntos suspensivos indican las interrupciones más o me-
nos largas.) 17
Y o soy ¿ Y q u é había de p e n s a r v i e n d o l o
que u s t e d acaba de h a c e r ? . . . 1 8
¿ Q u é fuga es é s t a ? . . . R i t a (Apar-
1 4
Proseguía la edición de 1 8 0 5 : «ya diferente de puntos, lo hace con clara
canta. D . CARLOS (Canta.). Si duerme finalidad indicativa de la duración de
y reposa / la bella que adoro...». los silencios: son una acotación más.
15
'buenas noticias'; originariamen- La edición de 1 8 2 5 puso puntos sus-
te, el regalo o regalos que se daba al pensivos normales (cuatro, en vez de
portador de las buenas nuevas. tres) y, aunque Moratín no lo retocó
Cierto crítico contemporáneo se- en sus correcciones, creo preciso res-
ñaló que el lance de la ventana era «vul- taurar lo publicado en la edición de
garísimo entre nuestros poetas», a lo 1805.
que otro respondió: «no sé qué razón 1 8
La edición de 1 8 0 5 añade: «Pero
haya para que ... se quiera privar al salgamos de dudas...». Los recortes a
autor de acudir a semejantes lances de que sometió Moratín este parlamento
ventanas». 0
responden claramente al deseo de ajus-
1 7
Normalmente, Moratín utiliza los tar las palabras de Paquita, y la dura-
puntos suspensivos para indicar lo en- ción de su actuación, a las circunstan-
trecortado del lenguaje coloquial. En cias que se suponen de agitación y
este parlamento, y de ahí el número apresuramiento.
228 E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
ESCENA III
D. DIEGO, SIMÓN
D. D I E G O . ¿ Q u é g r i t o fue ése?
SIMÓN. U n a d e las f a n t a s m a s , 23
q u e al retirarse tropezó
conmigo.
1 9
Este fragmento aparecía en 1 8 0 5
2 1
Añade la edición de 1 8 0 5 : «No,
de este modo: «¿Qué fuga es ésta? De- yo quiero absolutamente que usted me
sengáñeme usted, y sepa yo lo que debo diga por qué se va, qué inquietud es
esperar ¿Para siempre? ¡Triste de ésa, qué lenguaje misterioso, oscuro,
mí! ¿Qué habla usted de obliga- desconocido para mí...».
ción? ¿Tiene usted otra que la de con-
2 3
Aquí parece justificarse la presen-
solar a esta desdichada? ». cia del tordo desde el comienzo de la
2 0
El recurso a la carta, útil desde obra.
el punto de vista de la economía dra-
2 3
Esta voz, como algunas otras (ti-
mática y del respeto a la unidad de lu- gre, tema), presentó cierta indetermi-
gar, había recibido la censura de algu- nación genérica hasta bien entrado el
nos preceptistas, entre ellos Luzán.° siglo x i x .
ACTO TERCERO ESCENA IV 229
ESCENA IV
D. DIEGO
ESCENA V
RITA. B u s c a b a . . . Y o le diré a u s t e d . . . P o r q u e o í m o s u n r u i d o
tan grande...
D. DIEGO. S í , ¿eh?
RITA. C i e r t o . . . U n r u i d o y . . . y m i r e u s t e d (Alza la jaula que
está en el suelo), era la j a u l a del t o r d o . . . Pues la j a u l a e r a , n o tiene
duda... ¡ V á l g a t e D i o s ! ¿ S i se habrá m u e r t o ? . . . N o , v i v o está,
v a y a . . . A l g ú n g a t o habrá s i d o . . . P r e c i s o .
SIMÓN. S í , a l g ú n g a t o .
RITA. ¡ P o b r e a n i m a l ! ¡ Y q u é asustadillo se c o n o c e q u e está
todavía!
SIMÓN. Y c o n m u c h a r a z ó n . . . ¿ N o te p a r e c e ? S i le h u b i e r a
pillado el g a t o . . .
RITA. Se le hubiera c o m i d o . (Cuelga la jaula de un clavo que
habrá en la pared.)
SIMÓN. Y sin p e b r e . . . 2 7
N i plumas hubiera dejado.
D. DIEGO. T r á e m e esa l u z .
2 5
Es una versión moratiniana del
2 6
A partir del hallazgo y lectura de
«Words, words, words» de Hamlet, la carta por D. Diego su actitud cobra
que él mismo tradujera como «Palabras, una dimensión en cierto modo irónica
palabras, todo palabras». Del protago- y en gran medida paternal y protectora.
nista shakespeariano a la criada del es- 2 7
'salsa de pimienta, ajo, perejil y
pañol. 0
vinagre'.
ACTO TERCERO ESCENA VI 231
ESCENA VI
D. a
FRANCISCA, RITA
D. a
FRANCISCA. ¿ H a p a r e c i d o el p a p e l ?
R I T A . N o , señora
D. a
F R A N C I S C A . ¿ Y estaban a q u í los dos c u a n d o tú saliste?
R I T A . Y o n o lo sé. L o c i e r to es q u e el c r i a d o sacó u n a l u z
y m e hallé de repente, c o m o p o r m á q u i n a , 2 8
e n t r e él y su a m o ,
sin p o d e r escapar ni saber q u é disculpa darles. (Coge la luz y vuelve
a buscar la carta cerca de la ventana.)
D. a
F R A N C I S C A . E l l o s eran, sin d u d a . . . A q u í estarían cuan-
d o y o hablé desde la v e n t a n a . . . ¿ Y ese p a p e l ?
R I T A . Y o no le e n c u e n t r o , señorita.
D. a
F R A N C I S C A . L o t e n d r á n ellos, n o te c a n s e s . . . Si es l o
ú n i c o que faltaba a m i d e s d i c h a . . . N o le b u s q u e s . E l l o s le tienen.
R I T A . A lo m e n o s p o r a q u í . . .
D. a
FRANCISCA. ¡ Y o e s t o y loca! (Siéntase.)
R I T A . S i n haberse e x p l i c a d o este h o m b r e , ni decir s i q u i e r a . . .
D. a
F R A N C I S C A . C u a n d o iba a h a c e r l o , m e avisaste, y fue
preciso r e t i r a r n o s . . . P e r o ¿sabes tú c o n q u é t e m o r m e h a b l ó , q u é
a g i t a c i ó n m o s t r a b a ? M e dijo q u e en aquella carta v e r í a y o los m o -
t i v o s j u s t o s q u e le precisaban a v o l v e r s e , q u e la había escrito p a r a
dejársela a persona fiel q u e la pusiera en mis m a n o s , suponiendo
q u e el v e r m e sería i m p o s i b l e . T o d o e n g a ñ o s , R i t a , de u n h o m b r e
aleve q u e p r o m e t i ó lo q u e n o pensaba c u m p l i r . . . 2 9
V i n o , hall ó
2 8
'mediante un efecto especial de ajeno a la propia dinámica dramática
tramoya'; traduce la expresión deus ex para provocar un cambio de situación
machina con que, en terminología tea- o el desenlace.
tral, se alude a cualquier mecanismo aleve: 'traidor, infiel, desleal'.
2 9
232 E L SÍ D E L A S NIÑAS
ESCENA VII
D. D I E G O , SIMÓN, D. a
F R A N C I S C A , RITA
SIMÓN. V o y e n t e r a d o , no es m e n e s t e r más.
D. DIEGO. Mira y haz que ensillen inmediatamente al
Moro, 3 1
mientras tú vas allá. Si han salido, v u e l v e s , m o n t a s a ca-
ballo y en una b u e n a carrera que des los a l c a n z a s . . . ¿ L a s dos a q u í ,
eh?... 3 2
C o n q u e v e t e , no se pierda t i e m p o . (Después de hablar los
dos junto al cuarto de D. Diego, se va Simón por la puerta del foro.)
SIMÓN. Voy allá.
D . D I E G O . M u c h o se m a d r u g a , D . a
Paquita.
D. a
F R A N C I S C A . S í , Señor.
D. D I E G O . ¿Ha llamado ya D . a
Irene?
3 0
La reacción de D . Francisca es
a
Todas las ediciones en vida de
3 2
D. a
F R A N C I S C A . N o , s e ñ o r . . . M e j o r es q u e v a y a s allá p o r
si h a d e s p e r t a do y se q u i e r e v e s t i r .
ESCENA VIII
D. DIEGO, D. a
FRANCISCA
D. D I E G O . U s t e d n o habrá d o r m i d o b i e n esta n o c h e .
D. a
F R A N C I S C A . N o , señor. ¿ Y usted?
D. D I E G O . Tampoco.
D. a
F R A N C I S C A . H a hecho demasiado calor.
D. D I E G O . ¿Está usted desazonada?
D. a
F R A N C I S C A . Alguna cosa.
D . D I E G O . ¿ Q u é siente u s t e d ? (Siéntasejunto a D. a
Francisca.)
D. a
F R A N C I S C A . N o es n a d a . . . A s í , u n p o c o d e . . . N a d a . . . ,
no t e n g o nada.
D. D I E G O . A l g o será, p o r q u e la v e o a u s t e d m u y abatida ,
llorosa, inquieta... ¿ Q u é tiene u s t e d , P a q u i t a ? ¿ N o sabe u s t e d
que la q u i e r o tanto? 33
D. a
F R A N C I S C A . S í , señor.
D. D I E G O . ¿Pues p o r q u é n o hace u s t e d m á s c o n f i a n z a de
mí? 3 4
¿Piensa usted q u e n o tendré y o m u c h o g u s t o en hallar oca-
siones de c o m p l a c e r l a ?
D. a
F R A N C I S C A . Y a lo sé.
D . D I E G O . ¿Pue s c ó m o , sabiendo q u e tiene u s t e d u n a m i g o ,
no d e s a h o g a c o n él su c o r a z ó n ?
D. a
F R A N C I S C A . P o r q u e eso m i s m o m e o b l i g a a callar.
33
Ese estado —reflejado en los ges- ha sido destacada) para lograr la sin-
tos más que en el lenguaje— la mos- ceridad de la niña. Las respuestas des-
traba ante los espectadores como ver- lavazadas de ésta no son tanto fruto
dadera y única víctima del sistema, de un supuesto papel femenino —que
produciendo momentos de hondísima le impediría estructurar un discur-
ternura y llanto. D. Diego parece de- so— como resultado de la angustia y
sarmado ante ese estado. Afectado por el deseo de seguir callando. 0
D. a
FRANCISCA. N o señor , n o señor.
D. D I E G O . M í r e l o usted bien.
D. a
FRANCISCA. ¿ N o le d i g o a usted q u e n o ?
D . D I E G O . ¿ Y he de creer, p o r d i c h a , q u e c o n s e r v e usted tal
inclinación al r e t i r o en q u e se ha criado q u e prefiera la austeridad
del c o n v e n t o a u n a v i d a m á s . . . ?
D. a
F R A N C I S C A . T a m p o c o , no señor.. . N u n c a he pensado así.
D . D I E G O . N o t e n g o e m p e ñ o de saber m á s . . . P e r o de t o d o
lo que acabo de oír resulta una g r a v í s i m a c o n t r a d i c c i ó n . 38
Usted
no se halla inclinada al estado r e l i g i o s o , s e g ú n p a r e c e . U s t e d m e
asegura que n o tiene queja n i n g u n a de m í , q u e está p e r s u a d i d a
de l o m u c h o q u e la e s t i m o , q u e n o piensa casarse c o n o t r o ni
debo recelar q u e nadie m e dispute su m a n o . . . ¿ P u e s qué l l a n t o
es ése? ¿ D e d ó n d e nace esa tristeza p r o f u n d a q u e en tan p o c o
t i e m p o ha alterado su semblante de usted en t é r m i n o s q u e apenas
le r e c o n o z c o ? ¿ S o n éstas las señales de q u e r e r m e e x c l u s i v a m e n t e
3 5
Aumenta la cercanía física y tam- «le quiera» por «la quiera», pero la idea
bién la confianza, pero la confesión del de Moratín no se presta a dudas: se
amor que Paquita oculta no sale de su refiere al amor que ella pueda sentir
boca. 0
hacia algún joven que la corresponda.
3 6
También M . Damis interroga de Del caos entrecortado de Paquita
3 8
D. a
FRANCISCA. ¿ Y q u é m o t i v o s le he d a d o a usted para
tales desconfianzas?
D . D I E G O . ¿ P u e s q u é ? Si y o prescind o de estas c o n s i d e r a c i o -
nes, si apresuro las diligencias de nuestra u n i ó n , si su m a d r e de
usted s i g u e a p r o b á n d o l a y llega el caso d e . . .
D. a
FRANCISCA. H a r é lo que m i m a d r e m e m a n d a y m e
casaré c o n usted.
D. D I E G O . ¿ Y después, Paquita?
D. a
F R A N C I S C A . D e s p u é s . . . y m i e n t r as m e d u r e la v i d a , seré
m u j e r de b i e n . 4 0
D . D I E G O . E s o n o lo p u e d o y o d u d a r . . . P e r o si usted m e c o n -
sidera c o m o el q u e ha de ser hasta la m u e r t e su c o m p a ñ e r o y
su a m i g o , d í g a m e u s t e d , estos títulos ¿ n o m e dan a l g ú n d e r e c h o
para m e r e c e r de u s t e d m a y o r c o n f i a n z a ? ¿ N o he de l o g r a r q u e
usted m e d i g a la causa de su d o l o r ? Y n o para satisfacer u n a i m -
pertinente c u r i o s i d a d , 41
sino para e m p l e a r m e t o d o en su c o n s u e -
l o , en m e j o r a r su s u e r t e , en hacerla d i c h o s a , si m i c o n a t o y m i s
diligencias pudiesen tanto. 4 2
D. a
FRANCISCA. ¡ D i c h a s para m í ! . . . Y a se a c a b a r o n .
D. D I E G O . ¿Por qué?
D. a
FRANCISCA. N u n c a diré p o r q u é .
D. D I E G O . Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!...
C u a n d o usted m i s m a debe p r e s u m i r q u e n o e s t o y i g n o r a n t e de
lo q u e h a y .
D. a
F R A N C I S C A . Si usted lo i g n o r a , señor D . D i e g o , p o r
3 9
Se anuncia con un juego de lu- mente idéntico al de «hombre de
ces cierta esperanza en la asfixiante si- bien». Esta ha de ser sensible, ino-
tuación de la niña, a pesar de que D. cente, fiel, recatada, modesta pero
Diego todavía va a presionarla, lo mis- sociable, buena ama de casa y buena
mo que hará con su sobrino. No es madre.
aún el alba, que hará innecesaria la luz Recuérdese el título y tema de la
4 1
artificial de la escena X I . 0
novelita intercalada por Cervantes en
4 0
El concepto de «mujer de bien», el Quijote, «El curioso impertinente»
por lo que se desprende de las co- (I. 3 3 - 3 5 ) -
medias moratinianas, no es exacta- 4 2
conato: 'esfuerzo, empeño'.
236 EL SÍ D E L A S N I Ñ A S
D. a
FRANCISCA. Y a lo sé.
D. D I E G O . V e a q u í los frutos de la e d u c a c i ó n . 4 4
E s t o es lo
q u e se l l a m a criar b i e n a u n a niña: enseñarla a q u e d e s m i e n t a y
oculte las pasione s m á s inocentes c o n u n a pérfida disimulación.
Las j u z g a n honestas l u e g o que las v e n instruidas en el arte de
callar y m e n t i r . S e o b s t i n a n en q u e el t e m p e r a m e n t o , la edad ni
el g e n i o no h a n de tener influencia a l g u n a en sus i n c l i n a c i o n e s ,
o en q u e su v o l u n t a d ha de torcerse al c a p r i c h o de q u i e n las g o -
b i e r n a . T o d o se las p e r m i t e , m e n o s la s i n c e r i d a d . C o n tal que
n o d i g a n lo q u e sienten, c o n tal q u e finjan a b o r r e c e r lo q u e m á s
desean, con tal q u e se presten a p r o n u n c i a r c u a n d o se lo m a n d e n
u n sí p e r j u r o , s a c r i l e g o , o r i g e n de t a n t o s e s c á n d a l o s , 45
y a están
bien criadas, y se l l a m a e x c e l e n t e e d u c a c i ó n la q u e inspira en ellas
el t e m o r , la astucia y el silencio de u n e s c l a v o .
D. a
FRANCISCA. Es verdad... Todo eso es c i e r t o . . . Eso
e x i g e n de n o s o t r a s , eso a p r e n d e m o s en la escuela que se nos
4 3
Las palabras de D. Diego mues- y la niña (comedia que también topó
tran con nitidez que toda esperanza en con la Iglesia en forma de vicario ecle-
el amor de D . Paquita ha desapareci-
a
siástico): «¿No sabéis que nos enseñan
do y que lo que sigue no dejan de ser / a obedecer ciegamente, / a que el
pruebas que realiza, intentos de acla- semblante desmienta / lo que sufre el
rar lo que para él ya está claro. La sen- corazón? / Cuidadosamente observan
cillez y realismo del diálogo debió de / nuestros pasos, y llamando / al disi-
conmover a un auditorio poco acos- mulo modestia, / padece el alma y...
tumbrado a tales cosas. no importa; / con tal que calle, pa-
4 4
Todo este párrafo recibió la más dezca» (III, 1 3 ) . El alegato contra la
severa crítica por parte del Santo Ofi- educación no se encuentra en Ma-
cio: «La deformidad moral e irreligio- rivaux. 0
da... 4 6
P e r o el m o t i v o de m i aflicción es m u c h o m á s grande. 4 7
D . D I E G O . S u b u e n a m i g o de u s t e d . . . Y o . . . ¿ C ó m o es p o s i b l e
q u e y o la a b a n d o n a s e . . . ¡ c r i a t u r a ! . . . en la s i t u a c i ón d o l o r o s a en
que la veo? (Asiéndola de las manos.)
D. a
F R A N C I S C A . ¿ D e veras?
D. D I E G O . M a l conoce usted m i corazón.
D. a
F R A N C I S C A . B i e n le c o n o z c o . (Quiere arrodillarse; D. Die-
go se lo estorba, y ambos se levantan.)
D. D I E G O . ¿ Q u é hace u s t e d , niña?
D. a
F R A N C I S C A . Y o no s é . . . ¡ Q u é p o c o merece toda esa b o n -
dad u n a m u j e r tan i n g r a t a para c o n u s t e d ! . . . N o , i n g r a t a n o , in-
feliz... ¡ A y , q u é infeli z s o y , señor D . Diego! 5 0
4 6
U n crítico de la época, indigna- está más cerca del laicismo deísta en
do ante las palabras con que Paquita que se funden razón, crítica, sinceri-
responde a D. Diego, la increpó ima- dad y amor al prójimo.
ginariamente: «¡Bendita sea tu boca, 4 9
Hallándose Paquita verdadera-
hija mía, que así honras a tu tía la mon- mente sola y desvalida e impotente en
ja que te educó!». este momento, la figura de D. Diego
4 7
La respuesta de Paquita revela se recorta como la del buen amigo y
que la crítica contra la educación que el buen padre. Su gesto da forma al
reciben las señoritas o contra el pro- sentimiento de gratitud y cariño. Y el
yecto de un matrimonio desigual no silencio está lleno de afectos y compli-
es el tema de la obra. Éste trasciende cidades.
en mucho esos aspectos puramente apa- Muy distinta es la reacción de
5 0
que la t e n g o . . . L o d e m á s t o d o h a s i d o . . . ¿ q u é sé y o ? . . . u n a e q u i -
v o c a c i ó n m í a y n o o t r a c o s a . . . P e r o u s t e d , ¡ i n o c e n t e ! , uste d n o
ha tenido la c u l p a .
D. A
FRANCISCA. V a m o s . . . ¿ N o viene usted?
D. D I E G O . A h o r a n o , P a q u i t a . D e n t r o d e u n r a t o i r é p o r allá.
D. FRANCISCA. V a y a usted presto. (Encaminándose al cuarto
A
ESCENA I X
SIMÓN, D . DIEGO
ESCENA X
D. CARLOS, D. DIEGO
D. D I E G O . V e n g a usted acá, s e ñ o r i t o , v e n g a u s t e d . . . 52
¿En
d ó n d e has estado desde q u e n o n o s v e m o s ?
D. CARLOS. E n el m e s ó n de afuera.
D. DIEGO. ¿ Y n o has salido de allí en toda la n o c h e , eh?
D. CARLOS. S í señor, entré en la ciuda d y . . .
D. DIEGO. ¿ A q u é ? . . . Siéntese u s t e d .
D. C A R L O S . T e n í a precisión de hablar con u n sujeto... (Siéntase.)
D. DIEGO. ¡Precisión!
D . C A R L O S . S í , s e ñ o r . . . L e debo m u c h a s atenciones y n o era
p o s i b l e v o l v e r m e a Z a r a g o z a sin estar p r i m e r o c o n é l .
D . D I E G O . Y a . E n habiendo tantas o b l i g a c i o n e s de p o r m e -
d i o . . . P e r o v e n i r l e a v e r a las tres de la m a ñ a n a m e parece m u c h o
d e s a c u e r d o . . . ¿ P o r q u é n o le escribiste u n p a p e l ? . . . M i r a , aqu í
he de t e n e r . . . C o n este papel q u e le hubieras e n v i a d o en m e j o r
o c a s i ó n no había necesidad de hacerle t r a s n o c h ar ni m o l e s t a r a
nadie. (Dándole el papel que tiraron a la ventana. D. Carlos, luego
que le reconoce, se le vuelve y se levanta en ademán de irse.)
D . C A R L O S . Pues si t o d o lo sabe u s t e d , ¿ p a ra q u é m e l l a m a ?
¿ P o r q u é n o m e p e r m i t e s e g u i r m i c a m i n o y se evitaría u n a c o n -
testación de la cual ni usted ni y o q u e d a r e m o s contentos?
D. D I E G O . Q u i e r e saber su tío de usted l o q u e h a y en e s t o ,
y quiere que u s t e d se lo d i g a .
D. CARLOS. ¿ P a r a qué saber m á s ?
D. DIEGO. P o r q u e y o lo q u i e r o y lo m a n d o ¡oiga!
D. CARLOS. B i e n está.
D. D I E G O . Siéntate a h í . . . (Siéntase D. Carlos.) ¿ E n d ó n d e has
c o n o c i d o a esta n i ñ a ? . . . ¿ Q u é a m o r es éste? ¿ Q u é circunstancias
han o c u r r i d o ? . . . ¿ Q u é o b l i g a c i o n es h a y e n t re los d o s ? ¿Dónde,
c u á n d o la v i s t e ? 53
5 2
Aunque recurre al uso de «us- a jugarlas con una habilidad que no exi-
ted», al acompañarlo del diminutivo se me del dolor.
intuye un cambio de tono en D. Die- 53
Ante la extensión del relato, D.
go. Ya no es el hombre irritado, sino Diego lo va a interrumpir en varias
el consciente de la realidad y que, co- ocasiones. La dinámica teatral lo exi-
nocedor de todas las cartas, se dispone gía.°
240 E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
D. C A R L O S . V o l v i é n d o m e a Z a r a g o z a el año p a s a d o , l l e g u é
a Guadalajara sin á n i m o de d e t e n e r m e , pero el i n t e n d e n t e , en c u y a
casa de c a m p o nos a p e a m o s , se e m p e ñ ó en q u e había de q u e d a r m e
allí t o d o aquel día p o r ser c u m p l e a ñ o s de su p a r i e n t a , S4
prome-
t i é n d o m e q u e al día s i g u i e n t e m e dejaría p r o s e g u i r m i viaje. E n t r e
las g e n t e s c o n v i d a d a s hallé a D . a
P a q u i t a , a q u i e n la señora había
sacado aquel día del c o n v e n t o para q u e se esparciese un p o c o . . .
Y o n o sé q u é v i en ella que e x c i t ó en m í u n a i n q u i e t u d , un deseo
c o n s t a n t e , irresistible, de m i r a r l a , de oírla , de h a l l a r m e a su l a d o ,
de hablar c o n ella, de h a c e r m e a g r a d a b l e a sus o j o s . . . E l i n t e n d e n -
te dijo entre otras c o s a s . . . , b u r l á n d o s e . . . , que y o era m u y e n a m o -
r a d o , y le o c u r r i ó f i n g i r q u e m e l l a m a b a D . F é l i x de T o l e d o . 5 5
5 4
Es decir, su esposa. Calderón». No debe olvidarse que el ena-
55
Las ediciones de 1 8 0 5 y 1 8 0 6 aña- morado de D . Isabel en Entre bobos anda
a
den: «nombre que dio Calderón a algu- eljuego parece llamarse D. Pedro de To-
nos amantes en sus comedias». Y así es, ledo. También Eraste y M . Damis, en
efectivamente, en Antes que todo es mi La escuela de las madres, de Marivaux,
dama, Los empeños de un acaso y Tam- adoptan una falsa identidad. 0
D. D I E G O . V a y a . . . V a m o s , s i g u e adelante.
D . C A R L O S . M i asistente (que, c o m o uste d sabe, es h o m b r e
de travesura y c o n o c e el m u n d o ) , c o n m i l artificios q u e a cada
paso le o c u r r í a n , facilitó los m u c h o s e s t o r b os q u e al p r i n c i p i o ha-
l l á b a m o s . . . L a seña era dar tres p a l m a d a s , a las cuales r e s p o n d í a n
c o n otras tres desde u na v e n t a n i l l a q u e daba al corral de las m o n -
jas. H a b l á b a m o s todas las n o c h e s , m u y a d e s h o r a , c o n el recato
y las precauciones q u e y a se dejan e n t e n d e r . . . S i e m p r e fui para
ella D . F é l i x de T o l e d o , oficial de un r e g i m i e n t o , e s t i m a d o de
m i s jefes y h o m b r e de h o n o r . N u n c a la dije m á s , ni la hablé de
m i s parientes ni de m i s esperanzas, ni la di a entende r q u e casán-
dose c o n m i g o p o d r í a aspirar a m e j o r f o r t u n a , p o r q u e ni m e c o n -
venía n o m b r a r l e a usted ni quise e x p o n e r l a a q u e las m i r a s del
interés y n o el a m o r la inclinasen a f a v o r e c e r m e . D e cada v e z
la hallé más fina, más h e r m o s a , más d i g n a de ser a d o r a d a . . . C e r c a
de tres meses m e d e t u v e allí; p e r o al fin era necesario separarnos,
y un a n o c h e funesta m e despedí, la dejé rendida a un d e s m a y o
m o r t a l y m e f u i , c i e g o de a m o r , a d o n d e m i o b l i g a c i ó n m e l l a m a -
b a . . . Sus cartas c o n s o l a r o n p o r a l g ú n t i e m p o m i ausencia triste,
y en una q u e r e c i b í p o c o s días ha m e dijo c ó m o su m a d r e trataba
de casarla, q u e p r i m e r o perdería la v i d a q u e dar su m a n o a o t r o
q u e a m í , m e acordaba mis j u r a m e n t o s , m e e x h o r t a b a a c u m p l i r -
l o s . . . M o n t é a c a b a l l o , c o r r í p r e c i p i t a d o el c a m i n o , l l e g u é a G u a -
dalajara, n o la e n c o n t r é , v i n e a q u í . . . L o d e m á s bien l o sabe u s t e d ,
no h a y para q u é decírselo.
D. D I E G O . ¿ Y qué p r o y e c t o s eran los t u y o s en esta v e n i d a ?
D. CARLOS. C o n s o l a r l a , j u r a r l a de n u e v o un e t e r n o amor,
pasar a M a d r i d , verle a u s t e d , e c h a r m e a sus p i e s, referirle t o d o
lo o c u r r i d o y p e d i r l e , n o r i q u e z a s , ni herencias, ni p r o t e c c i o n e s ,
n i . . . eso n o . . . S ó l o su c o n s e n t i m i e n t o y su b e n d i c i ó n para verifi-
car u n enlace tan s u s p i r a d o , en q u e ella y y o f u n d á b a m o s tod a
nuestra felicidad.
D. D I E G O . Pues y a v e s , C a r l o s , q u e es t i e m p o de pensar m u y
de otra manera. 57
D. CARLOS. S í , señor.
5 7
No puede entenderse lo que dice su sobrino, poniéndolo a prueba para
D. Diego como un intento de conti- averiguar el tipo y calidad del afecto
nuar pugnando por el amor de Paqui- que siente hacia la joven, para obrar
ta. Es evidente que está tanteando a en consecuencia. 0
242 E L SÍ D E L A S N I N A S
D. D I E G O . Si t ú la quieres, y o la q u i e r o t a m b i é n . S u m a d r e
y t o d a su familia aplauden este c a s a m i e n t o . E l l a . . . , y sean las q u e
fueren las p r o m e s a s q u e a ti te h i z o . . . , ella m i s m a n o ha m e d i a
hora m e ha d i c h o q u e está p r o n t a a obedecer a su m a d r e y d a r m e
la m a n o , así q u e . . .
D. C A R L O S . P e r o n o el c o r a z ó n . (Levántase.) *5
D. D I E G O . ¿ Q u é dices?
D . C A R L O S . N o , eso n o . . . Sería o f e n d e r l a . . . U s t e d celebrará
sus b o d a s c u a n d o g u s t e ; ella se p o r t a r á s i e m p r e c o m o c o n v i e n e
a su h o n e s t i d a d y a su v i r t u d ; 5 9
p e r o y o h e sido el p r i m e r o , el
ú n i c o objeto de su c a r i ñ o , l o s o y y l o s e r é . . . U s t e d se l l a m a r á
su m a r i d o , p e r o si a l g u n a o m u c h a s veces la s o r p r e n d e y v e sus
ojos h e r m o s o s i n u n d a d o s en l á g r i m a s , p o r m í las v i e r t e . . . N o la
p r e g u n t e usted j a m á s el m o t i v o d e sus m e l a n c o l í a s . . . Y o , y o seré
la c a u s a . . . L o s suspiros q u e en v a n o p r o c u r a r á r e p r i m i r serán fine-
zas d i r i g i d as a u n a m i g o ausente. 60
D. D I E G O . ¿ Q u é t e m e r i d a d es é s t a ? 61
(Se levanta con mucho
enojo, encaminándose hacia D. Carlos, que se va retirando.)
D. C A R L O S . Y a se l o dije a u s t e d . . . E r a i m p o s i b l e q u e y o
hablase una palabra sin o f e n d e r l e . . . P e r o acabemos esta odiosa c o n -
v e r s a c i ó n . . . V i v a usted feliz y n o m e a b o r r e z c a , q u e y o en n a d a
le he q u e r i d o d i s g u s t a r . . . L a p r u e b a m a y o r q u e y o p u e d o darle
de m i o b e d i e n c ia y m i respeto es la de salir de a q u í i n m e d i a t a m e n -
t e . . . P e r o n o se m e n i e g u e a l o m e n o s el c o n s u e l o de saber q u e
usted m e p e r d o n a . 6 2
5 8
La brusca afirmación de D. Car- viejo y la niña, D. Juan le dice a su ama-
los y su gesto automático, seguido por da ya perdida: «Quiéreme bien, piensa
las palabras en que habla de Paquita en mí, / tal vez hallará consuelo / mi
como posible malcasada, representan el dolor cuando imagine / que de la her-
grado máximo de rebelión a que va a mosa que pierdo / alguna lágrima, al-
llegar el galán. Reclama los derechos gún / tierno suspiro merezco» (II, 1 1 ) .
del amor y anuncia la desgracia que va Respetado el orden familiar con su sa-
a significar la violación de los mismos, crificio, lo único que le queda a D. Car-
pero no por ello desafía a su tío. 0
los de esa pasión es el sueño de un adul-
5 9
Del mismo modo que lo había terio platónico y a distancia.
hecho, a pesar de todo, la Isabel de El
6 1
No se trata de la temeridad a que
viejo y la niña. Renuncia semejante hace aludía D . Carlos, para descartarla, en
Ergaste en Marivaux, La madre confi- II, 7 . Mas bien parece tratarse de otra
dente, III, 4 . 0
temeridad: la de la insumisión o el de-
6 0
Recuérdese la cancioncilla que safío a la autoridad. 0
D. D I E G O . ¿ C o n q u e en efecto te v a s ?
D . C A R L O S . A l instante, señor... Y esta ausencia será bien larga.
D. D I E G O . ¿Por qué?
D . C A R L O S . P o r q u e n o m e c o n v i e n e verl a en m i v i d a . . . S i
las v o c e s q u e c o r r e n de u n a p r ó x i m a g u e r r a se l l e g a r a n a verifi-
car... 6 3
Entonces...
D . D I E G O . ¿ Q u é quieres decir? (Asiendo de un brazo a D. Car-
los le hace venir más adelante.)
D. C A R L O S . N a d a . . . Q u e apetezco la guerra porqu e soy soldado.
D. D I E G O . ¡ C a r l o s ! . . . ¡ Q u é h o r r o r ! . . . ¿ Y tienes c o r a z ó n para
decírmelo?
D. C A R L O S . A l g u i e n v i e n e . . . (Mirando con inquietud hacia el
cuarto de D. Irene, se desprende de D. Diego y hace que se va por
a
ESCENA XI
D. a
IRENE, D. DIEGO
D. a
I R E N E . C o n q u e , señor D . D i e g o , ¿es y a la de v a m o n o s ? . . .
Buenos días... 6 4
(Apaga la luz que está sobre la mesa.) 6i
¿Reza
usted?
D . D I E G O . (Paseándose con inquietud.) S í , para rezar e s t o y ahora.
D. a
I R E N E . Si usted q u i e r e , y a p u e d e n ir d i s p o n i e n d o el c h o -
c o l a t e , y que avisen al m a y o r a l par a q u e e n g a n c h e n l u e g o q u e . . .
¿Pero qué tiene u s t e d , s e ñ o r ? . . . ¿Hay alguna novedad?
D. D I E G O . Sí, no deja de h a b e r novedades.
D. a
I R E N E . ¿Pues q u é ? . . . D í g a l o usted, por Dios... ¡Vaya,
v a y a ! . . . N o sabe u s t e d lo asustada q u e e s t o y . . . C u a l q u i e r a cosa,
así, r e p e n t i n a , m e remueve toda y m e . . . D e s d e el ú l t i m o mal
p a r t o q u e t u v e q u e d é tan s u m a m e n t e delicada de los nervios...
Y v a p a ra diez y n u e v e a ñ o s , si n o son v e i n t e ; p e r o desde e n t o n -
ces, y a d i g o , c u a l q u i e r a friolera m e t r a s t o r n a . . . N i los b a ñ o s , ni
caldos de c u l e b r a , ni la c o n s e r v a de t a m a r i n d o , nad a m e ha servi-
do, de m a n e r a que... 6 6
D . D I E G O . V a m o s , ahora n o h a b l e m o s de m a l o s p a r t o s ni de
c o n s e r v a s . . . H a y o t r a cosa m á s i m p o r t a n t e de qu e t r a t a r . . . ¿ Q u é
hacen esas m u c h a c h a s ?
D. a
I R E N E . E s t á n r e c o g i e n d o la r o p a y h a c i e n d o el cofre para
que t o d o esté a la vela y n o haya detención. 6 7
6 4
La absoluta ceguera de D . Irene a
como laxante ligero y refrescante. Aun-
ante lo que sucede se pone de relieve que estos remedios no eran bien vistos
por este sencillo procedimiento: mien- por los ilustrados, formaban parte de
tras las pasiones se agitan y se masca la una medicina popular en la que sí creía
tragedia, ella ha dormido plácidamente. D . Irene. Moratín, en carta del 1 2 de
a
6
Los baños se recomendaban a ne en el estreno de la obra—, entre
personas con trastornos nerviosos —el burlas y veras: «Cuídela usted y dis-
mismo Moratín los tomó por prescrip- tráigala de sus melancolías y, aun si
ción médica—; la culebra tiene gran- fuera necesario, hágala creer que los cal-
des virtudes medicinales, tanto su car- dos de culebra y la conserva de tama-
ne como su piel, y ocupó un lugar muy rindos la pondrán como nueva».
importante en la farmacopea de Euro- estar a la vela:
6 7
'estar preparado,
pa; el fruto del tamarindo se utiliza sin faltar detalle'.
ACTO TERCERO ESCENA XI 245
D. D I E G O . M u y b i e n . Siéntese u s t e d . . . Y n o h a y q u e asustar-
se ni a l b o r o t a r s e (Siéntanse los dos) p o r nada de lo q u e y o d i g a ;
y cuenta, n o n o s abandon e el j u i c i o c u a n d o más le n e c e s i t a m o s . . .
Su hija de u s t e d está enamorada...
D. a
I R E N E . ¿Pues n o lo he d i c h o y a m i l v e c e s ? S í s e ñ o r q u e
lo está, y bastaba q u e y o lo dijese para q u e . . .
D. D I E G O . ¡ E s t e v i c i o m a l d i t o de i n t e r r u m p i r a cada p a s o ! . . .
D é j e m e usted hablar.
D. a
IRENE. Bien, v a m o s , hable usted.
D. D I E G O . E s t á e n a m o r a d a , p e r o n o está e n a m o r a d a de m í .
D. a
IRENE. ¿ Q u é dice usted?
D. DIEGO. L o q u e usted o y e .
D. a
IRENE. ¿ P e r o q u i é n le ha c o n t a d o a u s t ed esos dispa-
rates? 6 8
D. D I E G O . N a d i e . Y o lo sé, y o lo he v i s t o , nadie m e lo ha
c o n t a d o , y c u a n d o se lo d i g o a usted bien s e g u r o e s t o y de q u e
es v e r d a d . . . V a y a ¿ q u é llanto es ése?
D. a
IRENE. ¡ P o b r e de m í ! (Llora.)
D. DIEGO. ¿ A qué v i e n e eso?
D. a
I R E N E . ¡ P o r q u e m e v e n sola y sin m e d i o s , y p o r q u e s o y
u n a p o b r e v i u d a , parece q u e todos m e desprecian y se c o n j u r a n
contra m í !
D. DIEGO. Señor a D . a
Irene...
D. a
I R E N E . A l cabo de m i s años y de m i s achaques v e r m e
tratada de esta m a n e r a , c o m o un e s t r o p a j o , c o m o u n a p u e r c a ce-
nicienta, 60
v a m o s al d e c i r . . . ¿ Q u i é n lo creyera de u s t e d ? . . . ¡ V á l -
game Dios!... ¡S i v i v i e r a n m i s tres d i f u n t o s ! . . . C o n el ú l t i m o
difunto que me viviera, que tenía un genio como una ser-
piente... 70
6 8
El padre de D . Isabel, Entre bo-
a
muchos visos de plausibilidad— al úl-
bos anda el juego, III, ante los posibles timo marido de D . Irene con el es-
a
friolera, h a r t ó de m o j i c o n e s a u n c o m i s a r i o o r d e n a d o r , 71
y si no
h u b i e r a sido p o r dos padres del C a r m e n q u e se p u s i e r o n de p o r
m e d i o le estrella contra u n poste en los portales de Santa C r u z . 7 2
D . D I E G O . ¿ P e r o es p o s i b l e q u e n o ha de atender usted a lo
q u e v o y a decirla?
D. a
IRENE. ¡ A y , n o s e ñ o r ! , q u e b i e n lo sé, q u e n o tengo
p e l o de t o n t a , n o s e ñ o r . . . U s t e d y a n o quiere a la niña y b u s c a
p r e t e x t o s para zafarse de la o b l i g a c i ó n en q u e e s t á . . . ¡ H i j a m í a
de m i alma y de m i c o r a z ó n !
D. D I E G O . Señora D . a
I r e n e , h á g a m e usted el g u s t o d e o í r -
m e , de n o r e p l i c a r m e , de n o decir d e s p r o p ó s i t o s , y l u e g o que
usted sepa lo q u e h a y , l l o r e y g i m a , y g r i t e y d i g a c u a n t o quie-
ra... 7 3
P e r o , e n t r e t a n t o , n o m e a p u re usted el s u f r i m i e n t o , por
el a m o r de D i o s . 7 4
D. a
I R E N E . D i g a usted lo q u e le dé la g a n a .
D. D I E G O . Q u e n o v o l v a m o s o t r a v e z a llorar y a . . .
D. a
I R E N E . N o señor, y a n o l l o r o . 7 5
(Enjugándose las lágrimas
con un pañuelo.)
D . D I E G O . Pues hace y a cosa de u n a ñ o , p o c o más o m e n o s ,
que D . a
P a q u i t a tiene o t r o a m a n t e . Se han h a b l a d o m u c h a s v e c e s,
se h a n escrito, se han p r o m e t i d o a m o r , fidelidad, constancia...
Y , p o r ú l t i m o , exist e en a m b o s una pasió n tan fina q u e las difi-
cultades y la ausencia, lejos de d i s m i n u i r l a , han c o n t r i b u i d o efi-
c a z m e n t e a hacerla m a y o r . E n este supuesto...
D. a
IRENE. ¿ P e r o n o c o n o c e u s t e d , s e ñ o r , q u e t o d o es u n
c h i s m e i n v e n t a d o p o r a l g u n a m a l a l e n g u a q u e n o nos q u i e r e b i e n ?
D . D I E G O . V o l v e m o s otra v e z a l o m i s m o . . . N o s e ñ o r a, n o
es c h i s m e . R e p i t o de n u e v o q u e lo sé.
D. a
I R E N E . ¿ Q u é ha de saber u s t e d , señor, ni q u é traza tiene
eso de v e r d a d ? ¡ C o n q u e la hija de m i s entrañas, encerrada en un
7 1
'el que, en las provincias donde se manifestaba en III, 4, vuelve a re-
hay tropas, distribuye las órdenes a los petirse aquí: no es gesto gratuito ni
otros comisarios'. racionalidad fría, se trata de aceptar lo
7 2
En la calle de Atocha, muy cer- razonable de la fuerza de la naturaleza
ca de la plaza Mayor madrileña. que se paga en moneda de sentimiento.
7 3
Las quejas y llantinas que carac- 7 5
En esta expresión —propia del
terizan a D . Irene eran cosa muy fre-
a
niño a quien se regaña y acaba indu-
cuente en la casa de Paquita ciéndosele a que deje el llanto— cul-
Muñoz. 0
mina, en boca de D . Irene, la extra-
a
7 4
El dolor de la renuncia, que ya ña ilación de ideas que le ha precedido.
ACTO TERCERO ESCENA XI 247
c o n v e n t o , a y u n a n d o los siete r e v i e r n e s , 76
a c o m p a ñ a d a de aquellas
santas r e l i g i o s a s ! ¡ E l l a , q u e n o sabe l o q u e es m u n d o , que no
ha salido t o d a v í a del cascarón c o m o q u i e n d i c e ! . . . 7 7
B i e n se c o -
n o c e q u e n o sabe usted el g e n i o q u e tiene C i r c u n c i s i ó n . . . Pues
b o n i t a es ella para haber d i s i m u l a d o a su sobrina el m e n o r d e s l i z .
D . D I E G O . A q u í n o se trata de n i n g ú n d e s l i z , señora D . a
Ire-
ne; se trata de una inclinación honesta de la cual hasta ahora n o
h a b í a m o s t e n i d o antecedente a l g u n o . S u hija de u s t e d es una niña
m u y h o n r a d a y no es capaz de d e s l i z a r s e . . . L o q u e d i g o es q u e
la m a d r e C i r c u n c i s i ó n , y la S o l e d a d , y la C a n d e l a r i a , 78
y todas
las m a d r e s , y usted, y y o el p r i m e r o , n o s h e m o s e q u i v o c a d o so-
l e m n e m e n t e . L a m u c h a c h a se q u i e r e casar c o n o t r o y n o c o n m i -
g o . . . H e m o s l l e g a d o tarde; usted ha c o n t a d o m u y de l i g e r o c o n
la v o l u n t a d de su h i j a . . . V a y a ¿para q u é es c a n s a r n o s ? L e a usted
ese papel y v e r á si t e n g o r a z ó n . (Saca el papel de D. Carlos y se
le da a D. Irene. Ella, sin leerle, se levanta muy agitada, se acerca
a
7 6
Los siete viernes que siguen a la 1 7 9 3 apareció un compendio anónimo.
Pascua de Resurrección y en los cuales Esta clase de interjecciones le debían
el ayuno hacía merecedor a ciertas in- de gustar a Moratín, quien acude a una
dulgencias. La Inquisición pidió que se Virgen de Copacabana en un poema
borrase esta alusión «por ser cosa im- burlesco que compuso en edad ya
popular mezclar cosas santas y buenas avanzada. 0
7 7
Dice el refrán: 'Aún no ha sali- deja de ser un subterfugio, puesto que,
do del cascarón y ya tiene presunción'. en realidad, ella no puede enterarse de
7 8
La edición de la Academia de la lo que sucede ya que, como se va a
Historia prefirió suprimir todos los ver, los nervios no la dejan leer.
nombres de las monjas, supliéndolos 8 1
Es evidente que Moratín piensa
por.un genérico «todas las tías, y las en el título de la comedia de Tirso,
parientas». La prudencia en la mujer, con D . Ma- a
7 9
A' lo largo del siglo se publica- ría de Molina por heroína. En una gra-
ron varias ediciones de la historia de ciosa escena, D . Irene logrará sus ob-
a
ESCENA XII
D. a
FRANCISCA, RITA, D . a
IRENE, D. DIEGO
R I T A . Señora.
D. a
FRANCISCA. ¿ M e llamaba usted?
D. a
I R E N E . S í , hija, sí; p o r q u e el señor D . D i e g o nos trata
de un m o d o q u e y a n o se p u e d e a g u a n t a r . ¿ Q u é a m o r e s tienes,
hija? ¿ A q u i én has dado palabra de m a t r i m o n i o ? ¿ Q u é enredos
s o n é s t o s ? . . . Y tú, p i c a r o n a . . . Pues tú t a m b i é n lo has de s a b e r . . .
P o r fuerza lo s a b e s . . . ¿ Q u i é n ha escrito este p a p e l ? ¿ Q u é d i c e ? . . .
(Presentando el papel abierto a D." Francisca.)
R I T A . (Aparte, a D." Francisca.) S u letra es.
D. a
F R A N C I S C A . ¡ Q u é maldad!.. . Señor D . D i e g o , ¿así cumple
usted su palabra?
D . D I E G O . B i e n sabe D i o s q u e n o t e n g o la c u l p a . . . V e n g a
u s t e d a q u í . . . (Tomando de una mano a D." Francisca, la pone a su
lado.) N o h a y q u e t e m e r . . . Y u s t e d , señora, escuche y calle, y
n o m e p o n g a en t é r m i n o s de hacer u n d e s a t i n o . . . D é m e usted
ese p a p e l . . . (Quitándola el papel.) P a q u i t a , y a se acuerda u s t e d de
las tres palmadas de esta n o c h e .
D. a
FRANCISCA. Mientras viva me acordaré.
D. DIEGO. Pues éste es el papel que tiraron a la venta-
na... N o h a y q u e asustarse, y a lo h e d i c h o . (Lee.) Bien mío:
Si no consigo hablar con usted, haré lo posible para que llegue a
sus manos esta carta. Apenas me separé de usted, encontré en la posada
al que yo llamaba mi enemigo y, al verle, no sé cómo no expiré
de dolor. Me mandó que saliera inmediatamente de la ciudad y fue
preciso obedecerle. Yo me llamo D. Carlos, no D. Félix. D. Diego
es mi tío. Viva usted dichosa y olvide para siempre a su infeliz amigo.
— Carlos de Urbina.
D. a
IRENE. ¿ C o n q u e h a y eso?
D. a
FRANCISCA. ¡ T r i s t e de m í !
D. a
I R E N E . ¿ C o n q u e es v e r d a d lo q u e decía el señor, g r a n d í -
sima p i c a r o n a ? T e has de acordar de m í . (Se encamina hacia
D. Francisca muy colérica y en ademán de querer maltratarla. Rita
a
y D. Diego lo estorban.)
D. a
FRANCISCA. ¡Madre!.. . ¡Perdón!
ACTO TERCERO ESCENA XIII 249
D. a
IRENE. No señor, que la he de matar.
D. D I E G O . ¿ Q u é l o c u r a es ésta?
D. a
I R E N E . He de matarla.
ESCENA XIII
D. CARLOS, D. DIEGO, D . a
IRENE,
D. a
F R A N C I S C A , RITA
D . C A R L O S . E s o n o . . . D e l a n t e de m í nadie ha de o f e n d e r l a . 83
D. a
F R A N C I S C A . ¡Carlos!
D . C A R L O S . (A D. Diego.) D i s i m u l e usted m i a t r e v i m i e n t o . . .
He visto que la insultaba n y n o me he sabid o c o n t e n e r .
D. a
I R E N E . ¿ Q u é es lo q u e m e sucede, D i o s m í o ? ¿Quién
es u s t e d ? . . . ¿ Q u é acciones son é s t a s ? . . . ¿ Q u é e s c á n d a l o . . . ? 8 4
D . D I E G O . A q u í n o hay e s c á n d a l o s . . . E s e es de q u i e n su hija
de u s t e d está e n a m o r a d a . . . Separarlos y m a t a r l o s v i e n e a ser lo
mismo... Carlos... No i m p o r t a . . . A b r a z a a tu mujer. 8 5
D. a
IRENE. ¿ C o n q u e su s o b r i n o de usted?... 8 6
D. a
IRENE. ¡ C o n q u e el b u e n o de D . C a r l o s ! V a y a que...
D . D I E G O . É l y su hija de usted estaban locos de a m o r , m i e n -
tras usted y las tías fundaban castillos en el aire y m e llenaban
la cabeza de ilusiones que han desaparecido c o m o u n s u e ñ o . . . E s t o
resulta del a b u s o de a u t o r i d a d , de la o p r e s i ó n q u e la j u v e n t u d
p a d e c e , éstas son las seguridade s que dan los padres y los t u t o r e s ,
y esto lo q u e se debe fiar en el sí de las n i ñ a s . . . 9 0
P o r u n a ca-
sualidad he sabido a t i e m p o el e r r o r en que e s t a b a . . . ¡ A y de aque-
llos q u e l o saben tarde!
D. a
I R E N E . E n fin , D i o s los h a g a b u e n o s , y q u e p o r m u c h o s
años se g o c e n . . . V e n g a usted acá, señor, v e n g a u s t e d , q u e q u i e r o
D . D I E G O . P a q u i t a h e r m o s a (Abraza a D. a
Francisca), recibe
los p r i m e r o s abrazos de tu n u e v o p a d r e . . . N o t e m o y a la soledad
terrible que a m e n a z a b a m i v e j e z . . . V o s o t r o s (Asiendo de las manos
a D. a
Francisca y a D. Carlos) seréis la delicia de m i c o r a z ó n ; y
el p r i m e r fruto de v u e s t r o a m o r . . . S í , hijos, a q u é l . . . N o h a y re-
m e d i o , aquél es para m í . Y c u a n d o lo acaricie en mis b r a z o s p o d r é
decir: a m í m e debe su existencia este n i ñ o i n o c e n t e ; si sus padres
viven, 9 4
si son felices, y o he sido la causa.
D. C A R L O S . ¡Bendita sea tanta b o n d a d !
D. D I E G O . H i j o s , b e n d i t a sea la de Dios. 9 5
9 1
La obrita de Marivaux también Recoge esta alusión la velada
9 4
pecto negativo. 0
ñada de la creencia y exaltación de un
9 3
La amistad de Rita sustituye a la Dios bondadoso que ha dado al hom-
mala madre despótica y arbitraria. La bre la inteligencia —razón y sensibi-
criada ocupa un lugar sin semejanza en lidad— para alcanzar por sí mismo la
la comedia áurea. verdad. 0
TABLA
MORATÍN EN SU T E A T R O IX
PRÓLOGO
LA C O M E D I A NUEVA
Advertencia IOI
E L SÍ D E L A S N I Ñ A S
Advertencia 163
BIBLIOGRAFÍA 327
355