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de la6

WALTER BENJAMIN Y SU LECTURA DE LA

de Filosofía
EXPERIENCIA EN KANT

Kant pp. 51-60


Nicolás Tarnawiecki

y su lectura
Pontificia Universidad Católica del Perú

Estudios
(2007),
Resumen:

Walter Benjamin
experiencia en
El presente artículo tiene como objetivo central analizar algunos ensayos breves de Walter
Benjamin de 1917-1918 en los cuales se evidencia una relectura de la experiencia en Kant.
Especialmente, se hace una revisión desde el ensayo titulado «Programa de la filosofía veni-
dera» de 1918. Hacia el final del artículo se discute la reformulación que hace Benjamin de la
noción de experiencia en aras de una más flexible pero sin dejar de lado el espíritu general
del kantismo.

Palabras clave: Experiencia, subjetividad, absoluto, arte, Ilustración.

«Experience occurs continuously, because the interaction of live creature and


environing conditions is involved in the very process of living. (…) Things are
experienced but not in such a way that there are composed into an
experience. There is distraction and dispersion; what we observe and what
we think, what we desire and what we get, are at odds with each other»1. 51

Las experiencias místicas, la experiencia estética, los sueños diurnos, etcétera,


tienen algo en común: son considerados por la modernidad científica como
pertenecientes a un orden menor o inferior de experiencia. No presentan he-
chos, no develan verdades, son experiencias subjetivas. Pueden ser placenteras
y de un significado personal mayúsculo, pero no contribuyen a la expansión del
conocimiento humano acerca del mundo. Por ello son pensadas muchas veces
como experiencias que tienen un valor menor.

Consideramos que si estas experiencias son de un valor marginal, es porque


nosotros, herederos de la modernidad, las hemos valorado así; hemos devalua-
do estas formas de experiencia. Debemos preguntarnos, entonces, por lo que
hemos dejado de lado en dicha devaluación y, además, por cómo ha impactado
en nuestra experiencia esa opción. Para Walter Benjamin, la decisión moderna
de valorar la conciencia empírica2 por encima de otras formas «marginales» de
conciencia ha terminado en una decadencia o pérdida de la experiencia.

1
Dewey, John, Art as Experience, Nueva York: Putnam-Capricorn Books, 1958, p. 35.
2
Entendida como conciencia individual aislada del sujeto. Dicha conciencia consiste en el
ordenamiento o categorización pasiva de los datos sensibles percibidos, con el que el sujeto
Este artículo desea analizar la lectura que hace Benjamin, en un texto inicial de
Nicolás Tarnawiecki

1918, de la experiencia kantiana, pero no pretende extenderse en el ámbito


más amplio de la filosofía de la experiencia, ni en Kant, ni en Benjamin. El artículo
procederá en cuatro etapas. Al inicio, expondré brevemente algunas de las
principales ideas presentadas por Kant en la Crítica de la razón pura. Aunque es
indebido reducir la explicación de la filosofía teórica de Kant a unos cuantos
párrafos, el propósito es tener esto como base para la discusión que hemos de
seguir. En segundo lugar, veré lo que tiene que decir Benjamin sobre la noción
de experiencia en Kant y la presentación de su «Programa de la filosofía venide-
ra»3. Aquí, el artículo tiene en mente al joven Benjamin, idealista y metafísico
especulativo. En tercer lugar, haré un comentario al ensayo de Benjamin llama-
do «La enseñanza de lo semejante»4 de 1933. De este corto ensayo deseo exa-
minar lo que Benjamin tiene que decir sobre la lectura que hacemos nosotros
mismos de las experiencias en general. Finalmente, el centro de atención volve-
rá a Kant y al espacio crítico de la propuesta benjaminiana. En ese punto deseo
presentar la reformulación que hace Benjamin de la noción kantiana de expe-
riencia, entendida como la emancipación de la filosofía de un concepto de
experiencia que él considera que sólo ha servido para empobrecer y limitar el
discurso filosófico. Así, la reformulación del concepto de experiencia necesita, a
su vez, de una reformulación de la noción misma de filosofía: una filosofía que
52 retoma la valiosa relación con la vida de la cultura o de la estética.

La descripción que hace Kant de la experiencia, como es presentada en la


Crítica de la razón pura, está basada en un entendimiento científico del mundo.
La noción clásica del proceso cognitivo en Kant se resume en la postulación de
un yo corpóreo e individual que recibe las impresiones mediante los sentidos y
que, en base a ellas, forma sus representaciones; donde este yo tiene un papel
preponderante, el que le da el llamado giro copernicano5. Para Kant, el conoci-
miento del mundo debe conformarse a las condiciones objetivas que constitu-
yen la experiencia pero sin perder lo que tienen de subjetivas: «…los objetos o, lo
que es lo mismo, la experiencia, única fuente de su conocimiento (en cuanto
objetos dados), se rige por tales conceptos [los de la intuición del sujeto]»6. Por
ello su empresa epistemológica consiste en el análisis de las condiciones subje-

designa a los objetos, constituyéndolos así en objetos de experiencia, y por ello en objetos de
conocimiento.
3
Benjamin, W., «Sobre el programa de la filosofía venidera», en: Para una crítica de la violen-
cia y otros ensayos (Iluminaciones IV), Madrid: Taurus, 1991, pp. 75-85.
4
Benjamin, W., «La enseñanza de lo semejante», en: op. cit., pp. 85-89.
5
Cf. Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura (en adelante CRP), sexta edición, prólogo,
traducción, notas e índices por Pedro Ribas, Madrid: Alfaguara, 1988, B XVI-XVII (pp. 19-20).
6
CRP, B XVII (p. 20).
Walter Benjamin y su lectura de la
tivas del conocimiento y de la experiencia. La estructura de la experiencia
kantiana está basada en la relación entre las tres facultades: sensibilidad, en-
tendimiento y razón. Estas tres facultades determinan los límites de la experien-
cia humana. La sensibilidad es una facultad pasiva que recibe las intuiciones, los
datos inmediatos de la experiencia7. La facultad del entendimiento es una fa-

experiencia en Kant
cultad activa que comprende esas intuiciones y las determina conceptualmente.
Sin las intuiciones de la sensibilidad, el entendimiento no tiene contenidos; sin los
conceptos del entendimiento, la sensibilidad es solamente un flujo de sensacio-
nes sin sentido. Como dice Kant: «los pensamientos sin contenido son vacíos; las
intuiciones sin conceptos son ciegas»8.

La estructura de la sensibilidad es descrita según sus formas de intuición: el espa-


cio y el tiempo. La estructura del entendimiento lo es de acuerdo a doce cate-
gorías. Las formas de la intuición son formas a priori y construyen toda sensación
empírica. Es con éstas que toda intuición está estructurada, es decir, son las
condiciones de posibilidad de toda intuición; no se derivan de ninguna expe-
riencia, sino que son los prerrequisitos para toda experiencia. Lo que genera el
entendimiento son las condiciones de posibilidad del conocimiento: las catego-
rías. Kant nos ofrece así una metafísica de la experiencia que se basa en la
presunción de que la conciencia empírica es el único reino de la experiencia y
la única fuente del conocimiento teorético. Toda metafísica que se mueva más 53
allá de la conciencia empírica sería una fantasía. Aquí estamos hablando en-
tonces de un yo que es fundamentalmente conciencia empírica.

Lo que el sistema kantiano ganó respecto a los anteriores es que aseguró cierto
tipo de conocimiento al situar las condiciones del mismo en el sujeto. Pero esto
lo hizo a un costo: dejar de lado todo tipo de conocimiento que no estuviese
marcado por la noción de experiencia que él nos presenta. Así, se anula toda
posibilidad de una metafísica especulativa, una metafísica del absoluto, y es
ello lo que a Benjamin le cuesta aceptar y lo que va a discutir en su ensayo sobre
la filosofía venidera.

La experiencia es vista por Kant como el área dentro de la cual se posibilita el


conocimiento. Según él, no es posible conocer nada que no se halle dentro de
la experiencia. Kant habla de juicios de experiencia interna (innere
Erfahrungsurteile) y señala que nuestra existencia en el tiempo es consciente
mediante tal experiencia. Para los idealistas alemanes el proyecto será el de dar
cuenta de toda experiencia o, si se quiere, dar cuenta de los fundamentos de
toda experiencia. Según lo que plantea Concha Fernández, esta tesis idealista

7
Cf. CRP, A 19/B 33 (p. 65).
8
CRP, A 51/B 75 (p. 93).
pretende así «establecer una experiencia absoluta que de nuevo vinculará al
Nicolás Tarnawiecki

ser humano con el mundo»9. Fernández, estudiosa de Benjamin, sugiere una inte-
resante diferenciación entre Erlebnis y Erfahrung. La primera significa vivir una
experiencia como aventura, esto es, una experiencia que se ubica en el nivel
psicológico inmediato, junto al del shock; algo que se vive con absoluta inme-
diatez en el corazón de la cultura contemporánea para luego ser abandonado
a cambio de otra nueva vivencia. La segunda, la noción de Erfahrung o expe-
riencia, fue la que utilizó Kant, y es a la que Benjamín le señaló nuevos conteni-
dos. En algunos ensayos de 1917-1918, Benjamin reclama una relectura del siste-
ma kantiano que le haga espacio a una metafísica especulativa sin dejar de
lado el espíritu general del kantismo10.

II

La discusión más profunda que hace Benjamin de esta relectura de la experien-


cia kantiana está en su ensayo de 1918 titulado «Sobre el programa de filosofía
venidera». La razón de tal relectura que presenta Benjamin, reside en que está
convencido de que el sistema kantiano tiene, como producto de su brillante
exploración en el conocimiento, una justificación de la búsqueda de certezas, a
54 la vez que hace posible el desarrollo de una profundidad de análisis que preten-
de ser el adecuado para una nueva y más elevada forma futura de experien-
cia 11. El sistema kantiano tiene, a través de su examen de las condiciones subje-
tivas del conocimiento y de su justificación epistémica, un espacio abierto para
la certeza, pero en defecto nos deja lo que Benjamin considera una empobreci-
da noción de experiencia, una noción histórica y subjetivamente condicionada
por la identificación de Kant con la Ilustración.

Benjamin ve por eso en la experiencia descrita por Kant cierta primitividad. Esta
experiencia singular estaría temporalmente limitada. Dice Benjamin que «fue
además una de las experiencias o concepciones del mundo de más bajo ran-
go»12. El que Kant tuviese que escribir en un contexto bajo influencia de la Ilustra-
ción, hizo, según Benjamín, que lo estudiado fuese una experiencia reducida a
un punto cero, a un mínimo de significación (de «triste significado», dice Benjamin).
La Ilustración, para Benjamin, careció de autoridades, entendidas éstas como

9
Fernández Martorell, Concha, Walter Benjamin. Crónica de un pensador, Barcelona:
Montesinos, 1992, p. 43.
10
Principalmente analizo los ensayos titulados «Sobre la percepción» («On perception«), en:
Benjamin, W., Selected writings. Volume I (1913-1926), Cambridge: Harvard University Press,
1996; y «Sobre el programa de la filosofía venidera», op. cit.
11
Cf. ibid., pp. 75-77.
12
Ibid., p. 76.
Walter Benjamin y su lectura de la
las potencias espirituales que le otorgan un gran contenido a la experiencia. A
esta lectura de la reducción de la experiencia libre de espiritualidad y vitalidad
provistas por la Ilustración, le podemos asociar otra según la cual «el abuso de la
razón abstracta niega la vida y nos petrifica en una existencia objetificada que
eclipsa la dimensión vital» 13. Y es que, para Benjamin, este tipo de experiencia

experiencia en Kant
sólo puede tener como resultado un concepto de experiencia con un significa-
do mínimo y humanamente poco relevante.

Para Benjamin el reto para la filosofía está en fundar un concepto más alto de
experiencia, sin perder el espíritu mismo de la filosofía kantiana. En otras pala-
bras, nos está pidiendo un concepto que pueda extender a la experiencia más
allá de la esfera de la conciencia empírica. Tal vez un concepto que permita
incluir una experiencia del absoluto, del infinito, de lo incondicionado de toda
experiencia. La tarea de la filosofía venidera sería entonces «(...) reconocer y
segregar los elementos del pensamiento kantiano para decidir cuáles deben ser
conservados y protegidos, y cuáles desechados o reformulados»14. En este senti-
do, parece que Benjamin piensa que es posible rechazar la disposición de Kant
respecto a la estructura y los límites de la experiencia, y, a su vez, mantener los
«más altos determinantes del conocimiento»15, es decir, la función sintética y
configurativa de las categorías. Por ello, el sistema de las categorías, como está
puesto en Kant, es demasiado restrictivo para Benjamin. En la capacidad de la 55
configuración categorial de la experiencia observa Benjamin la vital importan-
cia del sistema kantiano, por lo que debe ser preservado, pues, para él, como
veremos luego, toda experiencia es la experiencia de una configuración activa
y categorial de apariencias. La experiencia es la presentación a la conciencia,
un aparecer de configuraciones ordenadas por medio de categorías.

La filosofía crítica de Kant presupone una noción de experiencia que está redu-
cida a la conciencia empírica humana del reino de los objetos. Esta noción
rechaza o excluye todo conocimiento del absoluto; por ello es una exclusión de
la posibilidad de la experiencia mística o religiosa, lo que para Benjamin denota
una deficiencia de la noción. Para él la experiencia obliga a la integración del
sujeto concreto a un contexto social de carácter más amplio, a través de la
tradición. La integración en un contexto tradicional es lo que favorece la apari-
ción de «el aura», esto es, «la experiencia donde se vive la realización y contac-
to irrepetibles y únicos del ser humano con los objetos del mundo»16. Así, Benjamin

13
Krebs, Víctor «Más allá de Pigmalión. El pensamiento del cine y la modernidad». Conferen-
cia dada dentro del ciclo de conferencias sobre Modernidad, septiembre-noviembre, 2005.
Manuscrito inédito.
14
Benjamin, W., «Sobre el programa de la filosofía venidera«, op. cit., p. 77.
15
Benjamin, W., «On Perception», op. cit., p. 93. La traducción es propia.
16
Cf. Fernández Martorell, Concha, op. cit., pp. 45-46.
supera la mera noción acumulativa de información para orientarse en pos de
Nicolás Tarnawiecki

una experiencia más duradera y profunda de lo humano.

En su crítica de la noción kantiana de experiencia, Benjamin nos alerta acerca


de lo doloroso que llega a convertirse para el hombre moderno un acercamien-
to directo a las cosas del mundo. Entre nosotros y éste se han levantado una
serie de elementos, desde un complejo arsenal conceptual hasta un sistema
moderno de regulaciones propias de los medios masivos de comunicación. Por
ello, la crisis de la experiencia implica la dificultad que tiene el sujeto concreto
de disfrutar de un hallazgo abierto y no mediado con el mundo. La nueva no-
ción de experiencia que Benjamin presagia podría tomar, en cambio, otras for-
mas más allá de la religiosa o la metafísica. Al considerar al lenguaje como
constituido por múltiples capas, estaríamos abriendo la posibilidad de una más
completa experiencia de la comunicación intersubjetiva. Para Benjamin, la ten-
dencia del mundo moderno a reducir la noción de experiencia es el rechazo a
reconocer otra dimensión de ella más allá de la conciencia empírica, y ese
rechazo tan sólo denota la pobreza de la experiencia que se originó con la
Ilustración y que devino en los siglos XIX y XX. Pareciera ser que la modernidad
desea «controlar la profunda variabilidad de la contingencia y de nuestra con-
dición temporal»17, puesto que dicha pobreza de la experiencia, que muestra
56 Kant, restringe toda experiencia a los límites de la conciencia empírica. Para
Benjamin, esa concepción no llega a entender a la experiencia como «la plura-
lidad unitaria y continua del conocimiento»18.

Benjamin desea así que la filosofía salga de los límites de la verificación empíri-
ca. Su metafísica especulativa de la experiencia es tal que podría incluir las
dimensiones espirituales de actividades tales como la clarividencia o el discurso
oracular, como campos de experiencia legítima del pasado. Para él estas son
formas de experiencia que han sido legítimas y efectivas para comunidades
históricas particulares, y son evidencia de una más amplia noción de experien-
cia pues abren la posibilidad de un nuevo entendimiento de la misma que se
mueve más allá del campo de la conciencia empírica. Son evidencia de una
noción de experiencia que ha de venir. De esta manera, abre a la filosofía hacia
la exploración de la posibilidad, en vez de limitarla a la descripción de la actua-
lidad. Benjamin usa ejemplos como los de la astrología no porque esté conven-
cido de su eficacia, sino porque funcionan para ilustrar un paralelo, recurriendo,
por eso, a ejemplos de concepciones antiguas de la experiencia, como vehículo
para desestabilizar la rígida concepción de la experiencia kantiana. En otras pa-
labras, hace uso de estos ejemplos porque no puede predecir cuál será el futuro.

17
Krebs, Víctor, op. cit., p. 4.
18
Benjamin, W., «Sobre el programa de la filosofía venidera», op. cit., p. 84.
Walter Benjamin y su lectura de la
Al discutir sobre la clarividencia, la astrología, el animismo, la «conciencia de-
mente», Benjamin está asimismo tratando de remarcar que la «experiencia
kantiana es metafísica y mitológica» 19; ello en el sentido en que «la representa-
ción colectiva de conocimiento sensible y espiritual, tanto de la época kantiana,
de la prekantiana o de la nuestra misma, no deja de ser una mitología»20. Esta

experiencia en Kant
afirmación podría ser tomada como un completo rechazo al concepto kantiano
del conocimiento, aunque, al decir que el kantismo es tan mitológico como el
conocimiento producido por la clarividencia o la locura, es posible entender
que Benjamin no está sino implicando que el kantismo, como paradigma de
toda conciencia empírica, está restringido a su entendimiento de la experien-
cia. Kant reduce el mundo cognoscible a un sistema determinado causalmente
de objetos espacio-temporales. Su incapacidad de ir más allá limita también las
posibilidades de ir más allá en el entendimiento del mundo.

Contra la posición que nos presenta a un Benjamin antikantiano encontramos


en su correspondencia de la misma época algo muy distinto. En una carta del 22
de octubre de 1917, le dice a su amigo Gerhard Scholem que: «Sólo en Kant (…)
creo que la filosofía puede volverse doctrina»21. Ahora bien, con respecto a la
alusión de entender el sistema kantiano también como mitología, afirma: «La
terminología kantiana es probablemente la única terminología filosófica que en
su integridad no solo no apareció, sino que fue creada»22. 57

Ya hemos dicho que el reclamo que le hace Benjamin a Kant es que el recuento
que hace Kant de la experiencia sólo es uno dentro de un infinito de posibles
experiencias. Para Howard Caygill, Benjamin le está reclamando que su noción
de experiencia sólo describe una capa de la misma. Por eso Benjamin reintroduce
la dimensión especulativa, reclamando que no sólo puede haber una infinitud
de configuraciones en cualquier capa o superficie de la experiencia, sino que
también cada capa de configuración es solo una superficie dentro de un infini-
to número de superficies. Así, cada capa es un aparecer incompleto, constitu-
yendo una fragmentaria e inadecuada manifestación del absoluto23.

19
Ibid., p. 79.
20
Ibid.
21
Th. Adorno y G. Scholem (eds.), The Correspondence of Walter Benjamin 1910-1940, Chicago:
University of Chicago Press, 1994, p. 97. La traducción es propia. También menciona algo
parecido en «Sobre el programa de la filosofía venidera«, al hacer explícita su intención de
«crear, sobre la base del sistema kantiano, un concepto de conocimiento que corresponda a
una experiencia para la cual el conocimiento sirve como doctrina«, op. cit., p. 84.
22
Th. Adorno y G. Scholem (eds.), op. cit., p. 103. Carta a Gerhard Scholem del 2 de diciem-
bre de 1917.
23
Cf. Caygill, Howard, Walter Benjamin: The Colour of Experience, New York: Routledge, 1998,
pp. 10-13.
En la lectura que hace Caygill de Benjamin, la filosofía trascendental, pero espe-
Nicolás Tarnawiecki

culativa, es aquella en la que las condiciones trascendentales kantianas se apli-


can a una superficie particular, a una superficie en un orden abierto de superfi-
cies 24. La nueva noción de experiencia que demanda Benjamin para la filosofía
venidera implica un regreso a la metafísica rechazada por Kant, pero no a una
metafísica dogmática sostenida en la autoridad. El énfasis de esta metafísica
reformulada estaría siempre en la justificación del conocimiento. Como apunta
el propio Benjamin: «Este nuevo concepto de la experiencia, fundada sobre
nuevas condiciones del conocimiento, sería de por sí el lugar lógico y la posibi-
lidad lógica de la metafísica»25.

III

El ensayo de Benjamin de 1933, «La enseñanza de lo semejante», sirve para ilus-


trar algunas de las cosas dichas hasta aquí. Uno de los temas de este ensayo es
la idea de entender la percepción como una lectura de las configuraciones
posibles en una superficie. Benjamin muestra que, cuando un concepto de lec-
tura es reducido a un solo tipo de lectura posible, el resultado es de carácter
marginante. Más ampliamente, este ensayo explora la facultad mimética de los
58 seres humanos26. En su exploración de los orígenes filogenéticos de la facultad
mimética, Benjamin cuenta la historia de personas prehistóricas para quienes
toda percepción era una lectura de lo que nunca fue escrito27. Los humanos de
la prehistoria veían («leían») el cielo y hacían predicciones sobre el clima, leían a
la naturaleza y los signos naturales, y a las estrellas para determinar el destino.
Todo esto era una lectura de lo que no había sido escrito, una lectura de las
varias capas de la percepción. La naturaleza suplía las condiciones de la per-
cepción, es decir, las condiciones para toda posible lectura. La evolución de
esto llevó a la peculiar característica de los humanos modernos: la de reducir su
lectura a una sola superficie de la experiencia. Se pregunta por ello Benjamin si
se trata de la agonía de la facultad mimética lo que vive nuestra época, o si
tuvo lugar simplemente una transformación de ella28, subrayando que la facul-
tad mimética, que es empleada en el descubrimiento de la similitud sensible y
extrasensorial, ha sido transferida al lenguaje y a la escritura. Pero este paso se
dio sin tener en cuenta la magia de las formas pasadas de lectura. En otras
palabras, la facultad mimética pasó al terreno del lenguaje sin transportar la

24
Cf. ibid., p. 3.
25
Benjamin, W., «Sobre el programa de la filosofía venidera», op. cit., p. 80.
26
Cf. Benjamin, W., «La enseñanza de lo semejante», op. cit., pp. 85-86.
27
Cf. Caygill, op. cit., p. 5.
28
Cf. Benjamin, W., «La enseñanza de lo semejante», op. cit., p. 86.
Walter Benjamin y su lectura de la
magia que estaba presente en la lectura de otras formas de semejanza
extrasensorial, como por ejemplo en la astrología.

Lo que sí hay que dejar en claro es que Benjamin no es un reaccionario que


busca el regreso a un pasado ideal donde los videntes o astrólogos («físicos na-

experiencia en Kant
turales») eran considerados partícipes de prácticas sociales de vital importan-
cia. Él sólo los usa como ejemplos cuyo poder reside en hacernos ver cómo y
con qué rapidez descartamos estas formas de práctica social, pues reside en
nuestro interior el deseo de marginar estas posibles lecturas. Lo que Benjamin
está haciendo es mostrar la crisis que vivimos en el presente, identificando posi-
bilidades de lectura que en algún punto fueron descartadas. Estas posibilidades
indican que las opciones tomadas por la filosofía moderna no son las únicas
posibles; las cosas podrían ser de otra manera. Su estrategia para reevaluar la
percepción no pretende hacernos volver a formas del pasado, pero sí desea
ampliar las posibilidades de percepción o de lecturas posibles. En vistas a lograr
un campo más amplio de experiencia, uno debe poder moverse entre distintos
órdenes de configuración categorial y no tomar uno solo por absoluto.

IV
59
El encuentro de Benjamin con Kant implica el rechazo de la cientificidad del
concepto de experiencia kantiano. Hay que aclarar que este rechazo no es una
invalidación del punto de vista newtoniano, ni de la mirada científica del mun-
do, sino que tiene como efecto rechazar la unilateralidad y mostrar la naturale-
za incompleta de dichas formas científicas. Puesto en otras palabras, en la expe-
riencia kantiana pareciera que el sujeto tiene activas solo sus facultades. Al sa-
car a la filosofía de este concepto de experiencia finito, Benjamin la está conec-
tando con la vida de la cultura, pues lleva a la filosofía a que se relacione con el
arte, con la literatura.

Aunque Benjamin no nos provee de ejemplos concretos de cómo debemos en-


tender este nuevo concepto de experiencia que nos propone para el futuro, sí
alude a que prácticas como el psicoanálisis tienen el potencial para abrir di-
mensiones que sobrepasan lo empírico-objetificable. Otras intuiciones29 dejadas
por Benjamin pueden verse en su texto «La obra de arte en la época de su

29
Digo intuiciones, ya que Benjamin no deja ningún ejemplo sistemático, debido posiblemen-
te al estilo fragmentario en el que desarrolla su filosofía, o, como lo pone Adorno: «(…) una raíz
de sus intenciones filosóficas es hacer accesible, por medios racionales, ese rango de la ex-
periencia que se anuncia en la esquizofrenia», en: Th. Adorno y G. Scholem (eds.), op. cit., p.
XVII.
reproductibilidad técnica»30, donde discute la posibilidad de explorar lo que él
Nicolás Tarnawiecki

denomina el «inconsciente óptico» a través del cine y la fotografía, así como los
efectos de éstos sobre la experiencia humana. Allí menciona que los nuevos
medios pueden darnos presentaciones del mundo de las cuales no somos total-
mente conscientes, presentaciones del mundo que pasan desapercibidas en
nuestra vida cotidiana. También indica que las formas apriorísticas de la intui-
ción kantiana, como el espacio y el tiempo, pueden verse radicalmente trans-
formadas por el cine, ofreciéndonos otras formas de experimentar el espacio y
el tiempo, que hubieran sido imposibles antes del desarrollo de estas nuevas
tecnologías que nos presentan maneras de reconfigurar los fenómenos espacio-
temporales, desestabilizando la familiaridad de la experiencia ordinaria, la ex-
periencia empírica de objetos en el espacio y el tiempo, esto es, haciendo que
lo familiar se sienta como no-familiar.

La experiencia resulta para Walter Benjamin el tema de una filosofía que pasa
de la contemplación a la acción de comunicar nuevos sentidos de lenguaje
capaces de incidir sobre la realidad. En su texto sobre la obra de arte en el
tiempo de la reproducción técnica, el autor berlinés intuyó que el arte pasa de
lo ritual religioso, o de la belleza, a una práctica política, a una relación dialéc-
tica capaz de dinamitar los diques clásicos de la contemplación y enfrentarnos
60 a un tenaz reto de transformación en las maneras de percibir nuestro mundo31.
Esa transformación la elabora el filósofo en aras de un lenguaje que cruza por el
centro mismo los sucesivos magmas o sedimentos de la expresión simbólica hu-
mana: mito, religión, razón, arte.

Entonces, volviendo al proyecto de la filosofía venidera, Benjamin nos deja la


tarea de enriquecer el concepto mismo de filosofía, como búsqueda de un con-
cepto más alto de experiencia y de un «concepto más alto de filosofía»32. Las
experiencias religiosas, los sueños y fantasías, el cine y el arte en general –todas
las experiencias que han sido marginadas o excluidas de la concepción cientí-
fica del mundo– permiten ver por dónde buscar la ampliación del concepto de
experiencia. La reformulación que hace Benjamin de Kant le da cabida a estos
aspectos de la experiencia antes descartados.

30
Benjamin, W., «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (I)», en: ECO.
Revista de la cultura de Occidente, Colombia, Tomo XVI, No. 5, 1968, pp. 471-509.
31
Cf. ibid., p. 509.
32
Caygill, op. cit., p. 23.

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