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y
política
DERECHAS Y ULTRADERECHAS
EN EL MUNDO
por
siglo
veintiuno
editores
edición al cuidado de ricardo valdés r.
isbn 968-23-2519-6
*
Citada por Pascual Serrano, “Cuando al engaño le llaman transición”, <http://
perso.wanadoo.es/camilofidel/resena-sinconstitucion.htm>.
**
Izquierdas e izquierdismo, México, Siglo XXI Editores, 2002.
[9]
10 INTRODUCCIÓN
Octubre de 2003
octavio rodríguez araujo
1. PROPUESTAS CONCEPTUALES
¿conservadores y reaccionarios?
1
Díada es un concepto filosófico que se refiere a la unión de dos elementos o princi-
pios complementarios recíprocamente.
2
Norberto Bobbio, Derecha e izquierda, Madrid, Punto de lectura, 2001, p. 63.
3
Sobre el significado de la persistencia, David Easton, Esquema para el análisis político,
Buenos Aires, Amorrortu editores, [s.f.e.], pp. 119 y ss.
[13]
14 PROPUESTAS CONCEPTUALES
4
Piotr Stolipin, quien fuera presidente del Consejo ruso en 1906, llevó a cabo una
reforma agraria que disolvió las comunas rurales (propiedad colectiva) denominadas
mir. (Nota del autor.)
PROPUESTAS CONCEPTUALES 15
movilizar a las demás para las reformas, sino qué clase de reformas podrían ser justas,
y beneficiar a la mayoría de la población…5
5
Qin Hui, “Dividing the big family assets”, New Left Review, London, número 20,
marzo-abril 2003 (en Internet).
6
Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino (directores de la obra),
Diccionario de Política, México, Siglo XXI Editores, 12a. ed., 2000.
7
Simone de Beauvoir, El pensamiento político de la derecha, Buenos Aires, Ediciones
Siglo Veinte [1969], p. 12. Esta obra fue originalmente publicada en la revista fran-
cesa Les Temps Modernes en los números 112-113 y 114-115 de 1954 y posteriormente
recogidos y editados por Gallimard con el título La pensée de droite, aujourd’hui, Paris,
1955.
8
El nacionalismo, por ejemplo, era visto como un peligro para los imperios multina-
cionales de Austria y Rusia, y los monarcas de ambos imperios asociaban ese naciona-
lismo a las corrientes liberales de la época. Los progresistas eran, en esos momentos
(en Austria o Rusia), los liberales nacionalistas, mientras que éstos, en Francia y en
Gran Bretaña, serían ya los conservadores. En Francia, después de la guerra con Pru-
sia (1870-1871), el nacionalismo se convirtió en la causa más importante de los con-
servadores, para entonces críticos del liberalismo y, obviamente, de la revolución.
16 PROPUESTAS CONCEPTUALES
09
Norberto Bobbio, Derecha e izquierda, op. cit., p. 125.
10
Es conveniente recordar que el pluralismo fue una reacción del liberalismo indivi-
dualista al Estado absolutista, y que el liberalismo individualista fue la base ideológica
de la burguesía en tanto que no había conflicto de intereses intra e interclasistas.
Como estos conflictos fueron (y son) inevitables (en el capitalismo), el pluralismo
habría de ceder su lugar a la imposición coactiva de los grupos dominantes en el
Estado.
11
Un matiz: en los países llamados socialistas de Europa y en la URSS en tiempos de
Gorbachov, hubo quienes demandaban pluralismo, pero no sólo entendiendo por
éste la terminación del monolitismo político sino ampliando el concepto al campo
de la economía, es decir abrirse al mercado capitalista.
12
Escribía Fukuyama: “si mirábamos más allá de la democracia y los mercados libe-
rales, no había nada hacia lo que podíamos aspirar a avanzar; de ahí el final de la
historia.” <http://www.arrakis.es/~trazeg/fukuyama.html>.
13
Sobre el concepto comunidad teórica y la importancia de éste en el desarrollo y
análisis de la izquierda, véase Octavio Rodríguez Araujo, Izquierdas e izquierdismo. De la
Primera Internacional a Porto Alegre, México, Siglo XXI Editores, 2002.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 17
del absolutismo. Flores Olea, en referencia al carácter absoluto del
monarca, nos recuerda que “el monarca, en la necesidad de unidad
que impone la razón, combate a los elementos disgregadores de
su reino y lucha contra el ‘pluralismo’ y la ‘diversificación’ de la
autoridad y de los poderes en su territorio.”14 Por contraparte, en el
posmodernismo se critica la unicidad y la idea de totalidad: “Nosotros
vivimos ahora en la era de los objetos parciales […] No creemos
más en una totalidad primordial que alguna vez existió, o en una
totalidad final que nos espera en una fecha futura”,15 por lo que, por
un lado, se soslaya la lógica totalizante del capitalismo, afirmando
implícitamente la inmutabilidad de éste como sistema económico,
y se rechaza, por otro lado, la sustitución del capitalismo por el
socialismo (una totalidad final). Como ha podido verse, derecha,
ultraderecha o izquierda no designan contenidos inmutables. Estos
cambian “según los tiempos y las situaciones”.
Nunca, como en los últimos años, se han cuestionado con tan
sólidos fundamentos conceptos tales como progresismo y su contra-
parte: el conservadurismo. Muchos de los niños y los jóvenes de hoy,
con toda razón, están preocupados por lo que les heredará el pro-
greso, por lo que ya les ha dejado y en el que viven. La contamina-
ción y la insuficiencia de agua, para sólo citar dos ejemplos de alto
significado biológico, son temas de profunda reflexión en el siglo
xxi, y de diferencias. Hace dos siglos la industria se veía como pro-
greso y muy pocos, en una lógica humanista y no religiosa, la cues-
tionaban. Hoy se sabe que la industrialización ha resuelto muchos
problemas pero que ha creado otros que se han convertido en una
suerte de monstruo de Frankenstein, como la emisión de dióxido de
carbono, metano y óxido nitroso por el desarrollo industrial, cuyos
efectos en el calentamiento de la Tierra y en los cambios climáticos
serán catastróficos para toda la humanidad.16 Walter Benjamin, cita
Michael Löwy, decía que el progreso técnico e industrial puede ser
portador de catástrofes sin precedente.17 La idea de progreso, como
14
Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores, Crítica de la globalidad. Dominación y
liberación en nuestro tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 108.
15
Gilles Deleuze y Felix Guattari, Anti-Oedipus: Schizophrenia and Capitalism,
Minneapolis, University of Minnesota Press, 1983, p. 42.
16
Estados Unidos emite el 25 por ciento de dióxido de carbono con sólo el 4 por
ciento de la población mundial. Véase, con amplia información, Pablo Clavijo López
(director), Guía Mundial. Almanaque anual 2003, Colombia, Editorial Cinco, 2003,
p. 114.
17
Michael Löwy, “La dialectique de la civilisation: figures de la barbarie moderne
18 PROPUESTAS CONCEPTUALES
au XXème siècle”, en Marcello Flores, Storia, verita, giustizia. I crimini del XX secolo,
Milano, Mondadori, 2001. (Copia proporcionada por el autor.)
18
Karl R. Popper, La miseria del historicismo, Madrid, Alianza Editorial, 1973, §32: “La
teoría institucional del progreso”, pp. 167 y ss.
19
Aun en la Unión Soviética, donde sólo en sus primeros años, sobre todo en el cam-
po, hubo propiedad privada de los medios de producción, la colectivización y el de-
sarrollo acelerado de la industria fortalecieron el desarrollo de una elite burocrática,
jerarquizada y diferenciada del resto de la población. Véase E. H. Carr, “Revolution
from Above”, en New Left Review, London, número 46, noviembre-diciembre 1967,
pp. 17-27.
20
Karl R. Popper, op. cit., p. 174 (las cursivas son mías). Sobre el holismo en Popper,
véase en esta obra el § 7.
21
Después de invadir a Irak, de matar civiles y de imponer un gobernante espurio
en ese país, George W. Bush declaró: “Pienso que un Irak libre será un ejemplo de
libertad y de progreso para todo medio oriente.” La Jornada, México, 16 de abril de
2003. (Las cursivas son mías.)
PROPUESTAS CONCEPTUALES 19
la modernización) se percibe como atentatorio de fundamentos
religiosos, usos y costumbres tradicionales o formas culturales que
han querido mantenerse al margen de las llamadas occidentales.
Curiosamente, algunas izquierdas se han preocupado más por las
víctimas del no progreso relativo (los pueblos marginados, por ejem-
plo) que por las del progreso (en concreto, por los trabajadores). Los
tiempos cambian.
Los defensores del progreso son, también y en cierta forma,
conservadores. Defienden la conservación de una dinámica econó-
mica, política y cultural que, en términos sociológicos, beneficia a
unos cuantos. El desarrollismo de los años 50 del siglo xx en Amé-
rica Latina fue, sin duda, progresista, y contó con el apoyo de las
masas empobrecidas al pensar que mejorarían su situación, pero
fue al mismo tiempo conservador ya que el implícito era evitar
que el orden fuera subvertido y que el comunismo pudiera ganar
influencia.22 Un ejemplo altamente revelador fue el que estudió Mi-
riam Limoeiro Cardoso sobre el gobierno de Juscelino Kubitschek
en Brasil. “La perspectiva política general —escribía— [era] cam-
biar, pero dentro del orden, para garantizar el orden. Al plantear
en estos términos la necesidad del desarrollo, Juscelino [movilizó]
a extensos sectores para el esfuerzo desarrollista.” Y más adelante la
autora decía: “La actitud desarrollista es francamente transforma-
dora, muestra una profunda disconformidad con el presente. Por
otra parte, es abiertamente conservadora, preocupada como está
por garantizar el orden por encima de todo. En cuanto al campo
económico es marcadamente innovadora, al impulsar los sectores
emergentes, al concentrar las inversiones en áreas nuevas, predomi-
nantemente industriales —aunque con eso contraríe la hegemonía
que regía anteriormente.”23 El ejemplo citado de Brasil no fue úni-
co, y menos en esos años.
Por otro lado, el término derecha no sólo podría asociarse a los
conservadores, sino también a los reaccionarios, es decir a quienes
han intentado regresar el reloj de la historia a tiempos y situaciones
previas, como por ejemplo a quienes después de la restauración de
la monarquía borbónica (constitucional) quisieron regresar a la
22
Después del triunfo de la Revolución cubana Estados Unidos diseñó una especie
de nuevo Plan Marshall para América Latina, y éste se llamó, precisamente, Alianza
para el Progreso.
23
Miriam Limoeiro Cardoso, La ideología dominante. Brasil-América Latina, México,
Siglo XXI Editores, 1975, p. 219.
20 PROPUESTAS CONCEPTUALES
24
Véase al respecto Leo Panitch y Colin Leys, Socialist Register 2003: Fighting identities:
race, religion and ethno-nationalism, London, Merlin Press, 2002.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 21
sulmanes y viceversa, nacionalismo contra globalización y viceversa,
etcétera.
Hay muchas confusiones sobre este punto. En sus afanes por
deslindarse de los “viejos” esquemas socialistas de la lucha de clases,
de la dominación fundada en intereses económicos y del imperialis-
mo como una expresión de esta dominación, por ejemplo, ciertos
sectores de las nuevas izquierdas, defensoras de las identidades y de
la pluralidad al margen de las clases sociales, aceptan situaciones
despojadas de su historia, aparentemente neutras, como si su lucha
estuviera basada en una especie de “borrón y cuenta nueva”. Un
ejemplo: en el Foro Social Mundial que se ha llevado a cabo durante
tres años consecutivos en Porto Alegre, Brasil, se acepta, sin cuestio-
namientos, la participación de la Confederación Internacional de
Organizaciones Sindicales Libres (ciosl) en su Consejo Internacio-
nal. Se pasa por alto que, después de la Segunda Guerra Mundial,
Estados Unidos lanzó una grande e intensa campaña, acompañada
de acciones (documentadas) de la Agencia Central de Inteligencia
(cia, en inglés) en contra de los llamados entonces sindicatos ro-
jos. Su consigna era convertir éstos en sindicatos “libres” o formar,
como alternativa, sindicatos pro estadunidenses, es decir “libres
y democráticos”. Se creó, contra la Federación Sindical Mundial
(roja), la Confederación Internacional de Organizaciones Sindi-
cales Libres (ciosl), cuya rama latinoamericana sería la orit (Or-
ganización Regional Interamericana de Trabajadores). Se crearon
igualmente tres sedes del Instituto Americano para el Desarrollo
del Sindicalismo Libre (en México, Honduras y Uruguay) cuyos di-
rectores fueron siempre de la cia. Estos institutos se fundaron (con
la aceptación de los gobiernos de cada país) para formar líderes
sindicales pro Estados Unidos. ¿Será que nadie recuerda el papel de
esas organizaciones, de consuno, contra los sindicatos prosocialistas
y contra gobiernos que, aun siendo liberales, no quisieron alinearse
con Estados Unidos? ¿Nadie recuerda el papel de la ciosl y de la cia
en los golpes de Estado en Brasil y Chile, en 1964 y en 1973 respec-
tivamente, y en otros países?
Aunque parece que el pragmatismo se ha apoderado de las
principales corrientes políticas de nuestro tiempo, incluidas en
éstas a ciertas izquierdas, es la derecha la más pragmática, pues su
ideología es de base empírica-positivista, y más cuando tiene el po-
der (el poder, por definición, es pragmático). La ultraderecha y la
izquierda en general son corrientes que defienden más la ideología
que la derecha. La ultraderecha, incluso cuando ha tenido el poder
22 PROPUESTAS CONCEPTUALES
25
Para dar una idea de las dificultades inherentes al concepto de clase social y de lu-
cha de clases, me permito remitir a la estupenda síntesis del debate sobre el tema en
los apartados correspondientes en Georges Labica y Gérard Bensussan, Dictionnaire
critique du marxisme, Paris, Presses Universitaires de France, (2a. ed.), 1985.
26
Una discusión sobre el interés de clase, anterior al libro de Wright citado en la
siguiente nota, puede leerse en Göran Therborn, ¿Cómo domina la clase dominante?
(Aparatos de Estado y poder estatal en el feudalismo, el capitalismo y el socialismo), México,
Siglo XXI Editores, 1978, pp. 173 y ss.
27
Erik Olin Wright, Classes, London/New York, Verso, 1985, p. 28. Hay traducción al
español, pero tiene muchas imprecisiones.
24 PROPUESTAS CONCEPTUALES
28
Bobbio, Derecha…, Ídem, p. 147 (las cursivas son mías).
29
Ídem, p. 149. (No he citado el párrafo de Bobbio tal como está en su libro, pues hay
algunos errores de traducción que lo hacen ininteligible-ORA.)
30
Es pertinente enfatizar, aunque sea muy sabido, que la idea del socialismo surgió a
partir de la crítica de las condiciones de vida de los trabajadores en el capitalismo, y
que su teoría se basa en la creación de una sociedad en la que las profundas desigual-
dades sociales sean disminuidas al máximo posible.
31
Sobre este tema, entre otros libros, puede consultarse el muy reciente de Michael
D. Yates, Naming the System: Inequality and Work in the Global Economy, New York, Mon-
thly Review Press, 2003.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 25
lismo, es decir las desigualdades que le son propias y convenientes.
Ese poder necesario para preservar el capitalismo, para garantizar la
reproducción del capital es, para los teóricos marxistas, precisamen-
te el Estado, el Estado capitalista.
De lo anterior es pertinente resaltar que las formas de ese poder
(formas de Estado) tienen que ver con la correlación de fuerzas
sociales (nacionales e internacionales) y con las tradiciones en un
espacio y momento dados. A veces esas formas de Estado son demo-
cráticas, a veces autoritarias, en otras se trata de dictaduras y de to-
talitarismos. Pero estas formas, materializadas en gobiernos, no son
las que más felizmente diferencian a las derechas de las izquierdas;
si acaso, las políticas que llevan a cabo: menos igualitarias, más igua-
litarias, siempre en una lógica de dominación/no dominación.
En este razonamiento debe quedar claro que la forma de Esta-
do, un régimen político, es de izquierda o de derecha en tanto sea
tendente a promover un mayor igualitarismo (no eliminación de
los desiguales, como ya dije antes) o un no igualitarismo, respectiva-
mente. Una vez más la palabra tendencia (tendente en este párrafo)
es imprescindible para no caer en confusiones ni en generalizacio-
nes que puedan resultar absurdas. Y esa tendencia de un régimen se
podrá observar por la orientación de las políticas públicas: hacia la
promoción de menores desigualdades o hacia su contrario, la acen-
tuación y reforzamiento de las desigualdades.
Y aquí quisiera llamar la atención sobre una confusión frecuen-
te: el uso de la mayor o menor democracia (sobre todo formal, es
decir sin adjetivos) como indicador de izquierdismo o de dere-
chismo. No tiene nada que ver. La democracia, sobre todo la formal,
es decir la electoral, no hace, por sí misma, más de derecha o de
izquierda a un régimen, aunque sí más soportable. La democracia,
como bien decía Kautsky, no significa la supresión de las clases so-
ciales ni del dominio de una clase sobre otra.32 La promoción de las
llamadas “transiciones a la democracia”, de moda sobre todo desde
mediados de los años 80 del siglo pasado,33 ha servido para genera-
32
Karl Kautsky, La doctrina socialista. Bernstein y la socialdemocracia alemana, Barcelona,
Editorial Fontamara, 1975, p. 244.
33
Desde mediados de los años 80 del siglo pasado se puso de moda la transición
a la democracia. Guillermo O’Donnell y Phillipe C. Schmitter publicaron en 1986
(traducido al español en 1991) su Transiciones desde un gobierno autoritario. 4. Conclu-
siones tentativas sobre las democracias inciertas; y en 1991 (traducido al español en 1994).
Samuel P. Huntington publicó su también famoso libro La tercera ola. La democratiza-
26 PROPUESTAS CONCEPTUALES
ción a finales del siglo XX. Muchos textos sobre el tema se han escrito desde entonces
en varios idiomas.
34
La democracia, que se quiere circunscribir a la existencia de partidos políticos, al
respeto del sufragio, a la alternancia partidaria en el poder, que es la concepción
liberal de democracia, oculta la relación de los diversos ámbitos de poder, incluso
económico, con quienes no lo tienen, relación que sólo por excepción es democrá-
tica. Cuando los ámbitos de poder permanecen a pesar de la alternancia de partidos
y de copiosas votaciones, como es común, no se puede hablar de democracia en sen-
tido real, sino sólo de democracia formal. De aquí que me parezca muy pertinente
citar, por acertado aunque sea letra muerta, el concepto de democracia que sugiere
el artículo 3° de la Constitución Política de México: se considera a la democracia no
solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida
fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
35
Argentina tenía, en los años 60 del siglo pasado, 10 por ciento de pobres. En
octubre de 1998, 32.6 por ciento y en mayo de 2002 aumentó a 51.4 por ciento.
Apud, Bernardo Kliksberg, “Hacia una nueva visión de la política social en América
Latina”, http://216.239.57.100/search?q=cache:vQO5G7Y0NucC:www.bndes.gov. br/
conhecimento/publicacoes/catalogo/KLIKSBERG.pdf+bernardo+kliksberg&hl=es&
lr=lang_es&ie=UTF-8.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 27
formal que he mencionado no es un marco suficiente para garan-
tizar las tendencias al igualitarismo que sirven para caracterizar a
las izquierdas, como tampoco han sido suficientes estas mismas
tendencias sin democracia, ya que dieron pie, como bien se sabe,
a la justificación del totalitarismo en el mal llamado “socialismo
realmente existente”. (Hay algunos autores que han dicho que el
totalitarismo en la Unión Soviética se justificó porque la ideología
que le sirvió de fundamento era humanista y perseguía objetivos
igualitarios, de una sociedad sin clases, en tanto que el nazismo se
basó en la irracionalidad de suprimir a las razas consideradas infe-
riores.36 Ciertamente el marxismo era humanista, incluso cuando
hacía referencia a la “dictadura del proletariado”,37 y el nazismo era
la negación del humanismo; pero la realidad del stalinismo no fue
humanista ni una dictadura del proletariado, ni recuperó el huma-
nismo marxista. Se entiende que una cosa era la revolución y otra
tendría que ser la construcción de una nueva sociedad, de un nuevo
Estado, de un nuevo régimen. Engels escribía: “Una revolución es,
indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por
medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la
otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios auto-
ritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado
en vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus ar-
mas inspiran a los reaccionarios.”38 ¿Por cuánto tiempo? Engels no
dio respuesta a esta pregunta; de esto se encargó la realidad. Al mar-
gen de discusiones, por ahora, sobre si fue o no una dictadura del
proletariado, lo que se construía en la URSS obviamente no se refe-
ría a un régimen humanitario, ni siquiera a una nueva democracia.
36
Sobre estas interpretaciones puede consultarse el inciso “Totalitarismo” de Bobbio,
Matteucci y Pasquino, op. cit..
37
Para Marx y Engels, sobre todo después de la experiencia de la Comuna de París de
1871, la dictadura del proletariado no se entendía como lo opuesto a la democracia
ni como una forma de gobierno, sino más bien el poder social de una clase mayori-
taria sobre una minoritaria que antes ejercía el poder. Véase por ejemplo el prólogo
de 1872 de Marx y Engels al Manifiesto del partido comunista. Este poder social, por las
reivindicaciones implícitas, era, obviamente, más humanista que la dictadura de una
minoría (la burguesía) sobre la mayoría (los trabajadores).
38
Marx y Engels, Obras escogidas, 2 tomos, Moscú, Editorial Progreso, 1966, tomo i, p.
671. El texto citado lo escribió Engels en 1872-1873, cuando el concepto de partido
todavía no tenía la connotación de una organización política acabada ni mucho
menos vanguardista en el sentido leninista del término. No fue sino hasta 1877-1879
que Marx y Engels hablarían ya de partido con masas, dirigentes y disciplina. Véase
O. Rodríguez Araujo, Izquierdas e izquierdismo, op. cit., pp. 65-66.
28 PROPUESTAS CONCEPTUALES
39
Véase J. Arch Getty y Oleg V. Naumov, La lógica del terror. Stalin y la autodestrucción
de los bolcheviques, 1932-1939, Barcelona, Editorial Crítica, 2001, particularmente el
Apéndice 1: “El número de la víctimas del terror”, pp. 473-478.
40
Véase, más adelante, el apartado ii. 4, en el que recupero la discusión sobre este
punto.
41
Michel Chossudovsky, Globalización de la pobreza y nuevo orden mundial, México, cii-
ch (unam)/Siglo XXI Editores, 2002, p. 224.
42
El Departamento del Trabajo de Estados Unidos ha considerado, con datos de
junio de 2003, que el desempleo en este país es de los más altos desde la Segunda
Guerra Mundial. Véase La Jornada, México, 1 de septiembre de 2003.
43
Brasil, por cierto, ocupa el segundo lugar de desigualdad en el mundo, según las
mediciones del Banco Interamericano de Desarrollo en declaraciones de Bernardo
Kliksberg, La Jornada, México, 3 de febrero de 2003. Y Estados Unidos, con base en el
índice de Gini (distribución de los ingresos familiares), presenta mayores desigualda-
PROPUESTAS CONCEPTUALES 29
ocultar la desigualdad como un problema inherente al capitalismo
(bajo un régimen democrático o despótico) y para difundir la idea
de que los individuos, si quieren y se esfuerzan, pueden aprovechar
esas oportunidades para mejorar sus condiciones,44 idea que se
contradice, sin duda alguna, con el crecimiento de los índices de
desempleo y desigualdad en todo el mundo, todavía más graves en
los países subdesarrollados. ¿Qué oportunidades puede aprovechar
quien, además de haber sido expulsado del trabajo, es excluido y
reducido a paria?45
La clave está en la lucha por el socialismo contra la defensa del
capitalismo, no en la democracia como se ha querido entender en-
tre las clases dominantes y quienes les hacen el juego, consciente o
inconscientemente. Esta democracia, que hemos llamado formal,
para distinguirla de una democracia real con alcances sociales, eco-
nómicos y culturales (democracia social), corresponde en su origen
al liberalismo (la ideología dominante en el capitalismo) y ha sido
pensada en una dimensión política, en realidad electoral, incluyen-
do en ésta una de sus principales consecuencias: la representación
política que, con buena dosis de razón, desde hace algunos años se
critica por ser elitista. La democracia formal es, en lo fundamental,
des internas (0.41) que cualquiera de los países de Europa occidental, salvo Turquía
(0.42). Véase <http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/fields/2172.html>.
De hecho, según Platt, Estados Unidos tiene el más regresivo sistema de bienestar
para la población pobre entre todas las naciones desarrolladas del siglo xxi. Véase
Tony Platt, “The State of Welfare: United States 2003”, Monthly Review, New York, vol.
55, núm. 5, octubre de 2003.
44
No es casual que en Estados Unidos se rechace, en general, el concepto de clase
social en el sentido marxista del término, y no así en el sentido de Pareto, por ejemplo.
El estadounidense promedio piensa que en su país el origen social (e incluso racial)
no tiene importancia alguna, ya que es el país de las oportunidades donde cada quien
puede hacer consigo mismo lo que desee; es decir uno es pobre porque no se ha
esforzado por dejar de serlo (la filosofía del propio esfuerzo). La idea es que se trata
de un país de perdedores (losers) y ganadores (winners), no de clases sociales. Sobre
las “oportunidades” para los ricos y los pobres en la sociedad capitalista, incluso en
Estados Unidos, véase Michael D. Yates, op. cit., capítulo 2: “Capitalism and Inequality”.
En Estados Unidos, como en otros países industrializados, las encuestas de opinión le
han dado más importancia a la igualdad de oportunidades que al reparto de la rique-
za. Véase Alberto Alesina, Eward Glaeser y Bruce Sacerdote: “Why doesn’t the United
States have a European-style welfare state?”, Washington, Brookins Papers on Economic
Activity, núm. 2, 2001, pp. 187-277, citado en oit, Revista Internacional del Trabajo, vol.
121, núm. 4, 2002 (versión en Internet).
45
Este punto lo contempla Pablo González Casanova, “Globalidad, neoliberalismo y
democracia”, en Pablo González Casanova y John Saxe-Fernández (coordinadores),
El mundo actual: situación y alternativas, México, unam-Siglo XXI, 1996, p. 53.
30 PROPUESTAS CONCEPTUALES
46
Al respecto puede verse a David Held, Modelos de democracia, Madrid, Alianza Edi-
torial, 2001, pp. 204 y ss.
47
Los países que controlan el fmi son, en primer lugar, Estados Unidos, y le siguen
Japón, Alemania, Francia y Reino Unido. Véase al respecto el libro de Patrick Lenain,
Le FMI, Paris, La Découverte, 1993, donde se explica didácticamente desde la funda-
ción del fmi y el bird (bm) y lo que ahora es la Organización Mundial del Comercio
(antes gatt), hasta los ajustes estructurales impuestos a los países subdesarrollados
y la transición de los países del Este de Europa hacia la denominada economía de
mercado. Sobre el aprovechamiento de las deudas externas y la ofensiva neoliberal,
Eric Toussaint, La bolsa o la vida. Las finanzas contra los pueblos, 2 tomos, México, ca-
dtm-snte-Convergencia Socialista, 2002.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 31
nes de defensa de los trabajadores, desregulación económica del
Estado y apertura comercial y a las inversiones extranjeras. En sínte-
sis, eliminar todos los obstáculos que puedan encontrar los flujos de
mercancías y de dinero en la lógica de la globalización, sin importar
sus efectos sociales. La ecuación implícita es muy sencilla: democracia
igual a libertad de mercados.
La globalización que vivimos ha sido una estrategia planeada para
lograr un sistema corporativo supranacional48 que, por un lado, ha
convertido a los gobernantes de casi todo el mundo en gerentes o en
una suerte de presidentes municipales49 y, por otro lado, ha destruido
y revertido, en todo el planeta y no sólo en los países periféricos, los
avances de bienestar, participación y equidad ganados en décadas.50
De aquí la creciente desigualdad mencionada antes.
En un elocuente gráfico aportado por Bernardo Kliksberg,
actualmente asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (bid)
y de otras instituciones, se establece la disparidad de ingresos entre
el 20% más rico y el 20% más pobre de la población mundial. La
estadística demuestra que la relación de participación en el ingreso
entre los más ricos y los más pobres en 1960 era de 30:1, en 1970 de
32:1, en 1980 de 45:1 y en 1989 de 59:1. Igualmente nos presenta el
famoso gráfico de la copa de champán de las disparidades econó-
micas mundiales, que incluye el producto nacional bruto, la distri-
bución del comercio mundial, los préstamos comerciales, el ahorro
interno y la inversión interna entre el quinto más rico y el quinto
más pobre de la población mundial, y los quintiles intermedios.51
La brecha se abre en todos los casos, y más en los últimos 40 años.
“En los ’80 —escribía Kliksberg— se estimaba que cuatro de cada
diez familias latinoamericanas se hallaban por debajo de la línea
48
El vocablo “corporativo”, en este caso, se usa en el sentido estadounidense, es decir
como grandes sociedades anónimas o de acciones. No confundir, por tanto, con el
corporativismo opuesto a la representación democrática que sugiere la aceptación
de conflicto, de lucha de clases y de diversidad ideológica.
49
Esta idea (de los presidentes municipales) la he tomado en extenso de Paul Hirst
y Grahame Thompson, Globalization in Question (The International Economy and the
Possibilities of Governance), London, Polity Press, 1996, en Octavio Rodríguez Araujo,
“Política y neoliberalismo”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, México,
unam-fcpys, año xli, octubre-diciembre de 1996, número 166.
50
Al respecto véase Víctor Flores Olea, op. cit., particularmente los capítulos iii y iv.
51
Bernardo Kliksberg (compilador), ¿Cómo enfrentar la pobreza? (Aportes para la acción),
Buenos Aires, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo/Centro Latino-
americano de Administración para el Desarrollo/Grupo Editor Latinoamericano,
1992, p. 14.
32 PROPUESTAS CONCEPTUALES
52
Ídem, pp. 12-13. Kliksberg se refiere, obviamente, al compromiso político de los
gobiernos con la solución a los problemas de la pobreza y la desigualdad.
53
Esta posibilidad ha sido planteada ya, desde 1999, por Víctor Flores Olea, op. cit.,
p. 130.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 33
el poder o, simplemente, y no es asunto secundario, para que la
sociedad se pueda expresar sin temor a ser silenciada por “la ley y
el orden”. La democracia, en síntesis, además de ser indispensable
para garantizar un ambiente de libertades, puede ser útil para los
partidos políticos y para que éstos en el gobierno, si los centros de
poder real lo permiten, puedan determinar políticas de izquierda
o de derecha (según las hemos caracterizado), en función de su
orientación real (más que formal) y de su compromiso político.
Sobraría decir que los centros de poder real no suelen permitir
políticas de izquierda aunque un gobierno, resultado de elecciones
democráticas, se las proponga. El ejemplo más contundente, que
no único, fue el golpe de Estado al gobierno de Allende en Chile
(1973), y aunque Mitterrand llegara a decir que Francia no era Chi-
le (puesto que se trataba de la cuarta potencia mundial), lo cierto
es que “el sistema”, en palabras de su viuda, no le permitió muchas
de las reformas que se había propuesto.54
En pocas palabras, la democracia, como concepto aislado, es
decir la democracia formal y sin adjetivos, no nos dice nada para
caracterizar de derecha o de izquierda a un régimen, a un gobierno
o a una organización de la sociedad. Sólo es o sería de izquierda si el
concepto democracia se extiende a los ámbitos social, de las libertades y de
la justicia, es decir como elemento favorecedor de tendencias igualitarias y
que disminuyan o eliminen la dominación de unos sobre otros. Si no es el
caso, estaríamos hablando de un concepto asociado a la derecha o,
mejor dicho, útil para la derecha de raíz liberal en cualquiera de
sus variantes. En este sentido debemos diferenciar a la derecha de
raíz liberal de la ultraderecha o derecha extrema, en particular a
aquella de raíz corporativa (sea tradicional —en la vertiente católi-
ca—, sea dirigista —en la vertiente fascista—) que es antiliberal por
definición y, por lo mismo, contraria a la democracia representati-
va, a pesar de las diferencias entre el corporativismo católico y el
fascista.55 La tradición del corporativismo católico estuvo basada en
la inmovilidad, en el conservadurismo tanto político como econó-
mico, razón por la cual perdió fuerza con la industrialización y con
el resurgimiento ampliado del liberalismo posterior a la Segunda
Guerra Mundial. Fue conservador y en ciertos sentidos también
reaccionario. En cambio, el fascismo que bien pudiéramos llamar
54
Danielle Mitterrand, en entrevista con el autor en París, junio de 1996.
55
Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, op. cit., capítulo sobre
“Corporativismo”.
34 PROPUESTAS CONCEPTUALES
56
Barrington Moore, Jr., Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, Barcelo-
na, Ediciones Península, (2a. ed.) 1976, p. 362. (Las cursivas son mías para enfatizar
la expresión.)
PROPUESTAS CONCEPTUALES 35
y antiliberales, respectivamente, democráticas y antidemocráticas,
también respectivamente, y sean conservadoras o progresistas, no
cuestionan la dominación de unos sobre otros. Ciertamente la
democracia formal (liberal) puede permitir la formación de un go-
bierno “con compromiso político” con las mayorías, pero también su
contrario. Hitler sugería que la democracia occidental había permiti-
do el surgimiento del marxismo, el cual sería impensable sin aquélla,
y tenía razón (fue Inglaterra, el país liberal por excelencia en aquel
entonces, el que no expulsó a Marx en su largo exilio), pero también
permitió el surgimiento del nazismo y que éste suprimiera —negán-
dola— a la democracia occidental.57 Esta es una cualidad nada despre-
ciable de la democracia liberal; pero de aquí no debe desprenderse
que ésta corrija o elimine, por sí misma, las desigualdades y la do-
minación. Quizá por esta razón ha habido teóricos que han pensado
que para terminar con éstas (las desigualdades y la dominación)
sería necesaria una revolución social, ya que las clases dominantes,
que se benefician de la dominación, no abandonan fácilmente sus
privilegios y los medios que les permiten tenerlos. De aquí la idea del
socialismo, es decir la tendencia al igualitarismo.
El problema fue que la construcción del socialismo, hasta ahora
inacabada incluso en los países que persisten en ella, cambió los privi-
legios derivados de la propiedad de los medios de producción por los
privilegios derivados del control de los medios estatales de produc-
ción, con lo cual se logró un mayor igualitarismo económico y social,
pero sin democracia política y sin la eliminación de la dominación,
una nueva forma de dominación, en ocasiones mayor que la existente
en los países gobernados por las derechas liberales, ya que se ha dado
en el marco de formas totalitarias de ejercicio del poder.
Si bien en el pasado las izquierdas desdeñaban las libertades
individuales y sociales y los derechos humanos y ciudadanos en regí-
menes tendentes al igualitarismo (en los países llamados socialistas,
significativamente), hoy en día las cosas han cambiado.58 Una de las
57
La genealogía del nazismo la ha estudiado Enzo Traverso en La violencia nazi. Una
genealogía europea, Argentina, Fondo de Cultura Económica, 2003, donde el autor
señala que “la singularidad del nazismo no reside en su oposición al Occidente sino en
su capacidad para lograr una síntesis entre sus diferentes formas de violencia” (p. 168),
formas de violencia que, en mi interpretación, se encuentran en la “civilización occi-
dental” de manera contradictoria y complementaria con la “democracia occidental”,
también existente en Occidente y que ciertamente negó el nazismo.
58
Es pertinente señalar, sin embargo, que muchos intelectuales de izquierda, espe-
cialmente los que tuvieron fuerte influencia del stalinismo, siguen justificando las
36 PROPUESTAS CONCEPTUALES
falsas igualdades
60
Una interesante reflexión sobre este tema, quizá olvidada por muchos, es la de
ese gran pensador de derecha, Raymond Aron (1905-1983), en su libro Démocratie
et totalitarisme, Paris, Éditions Gallimard, 1965. En este libro, el autor partía de una
confrontación entre Tocqueville y Marx, en la que el primero proponía que la de-
mocracia en las sociedades modernas terminaría por borrar las distinciones de status
y de condición entre los individuos, es decir un cierto igualitarismo. Obviamente
Tocqueville se equivocó.
61
Esta segunda fórmula ha sido muy bien sintetizada por la democristiana Angela
Merkel, “The political order of freedom, i.e. democracy, and the economic order of
freedom, i.e. the market economy, are inseparable” (El orden político de libertad, es
decir democracia, y el orden económico de libertad, es decir la economía de merca-
do, son inseparables). Véase A. Merkel, The ‘we-society’ – the need for a New Social Market
Economy, en http://www.cdu.de/.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 39
seres humanos en el ámbito formal de la ley y la política: todos los
ciudadanos son iguales, cuando ha sido ampliamente demostrada
su falsedad en la práctica, es decir en la aplicación real y concreta
de la ley y en la exclusión histórica —incluso de la política— por
razones de pobreza, analfabetismo, raza, género o religión (bastaría
recordar que, por ejemplo, el voto femenino —que es equivalente
en número al masculino— fue acordado en Gran Bretaña y en Esta-
dos Unidos en 1918 y 1920, respectivamente, en Francia y en Italia
en 1945, en Argentina en 1951, en México en 1953, y en Suiza a
partir de 1971. Asimismo, que en 1965 se les concedió, por primera
vez, el derecho de voto a los afrodescendientes del sur de Estados
Unidos). 3] El capitalismo ha generado desigualdades sociales y
económicas, no sólo entre los seres humanos sino entre naciones, y
estas desigualdades han aumentado a pesar de la democratización
extendida en los últimos años. 4] Si bien es cierto que en los países
de orientación socialista,62 llamados socialistas, el totalitarismo ha
existido y es frecuente, y que en los países capitalistas la democracia
formal es en la actualidad una categoría más o menos generalizada,
no siempre ha sido así: el fascismo en sus diferentes versiones y las
dictaduras militares han sido recursos del capitalismo para sostener-
se, y el fascismo en cualquiera de sus versiones ha sido totalitario y
capitalista a la vez; 5] Democracia, autoritarismo, dictadura y totali-
tarismo, en su expresión formal, son categorías que corresponden,
típicamente, a la dimensión política; igualitarismo y desigualdad so-
ciales son categorías que, en este contexto, están más determinadas
por la economía que por otras circunstancias, aunque teóricamente
dependan de decisiones políticas de “gobiernos comprometidos”.
62
La expresión “países de orientación socialista”, a mi juicio menos polémica que
la de “países llamados socialistas”, la he usado en otros textos en el pasado y se la
debo a Wladimir Andreff, “Les politiques d’ajustement des pays en développement
a orientation socialiste: un retour a l’orthodoxie”, Paris, 1988, mimeo. Usaré indis-
tintamente ambas expresiones o “socialista”, así entre comillas. Juan Brom, siempre
cuidadoso en los conceptos, les llama “de declaración socialista”, pero también usa
la expresión “orientación socialista” e “intención socialista”. Véase Juan Brom, Para
comprender la historia, México, Editorial Grijalbo, 2003, p. 122.
63
Enzo Traverso, “Hannah Arendt: les origines du malentendu”, Rouge, Paris, 21 de
noviembre de 2002. Véase también su libro La violencia nazi… ya citado.
40 PROPUESTAS CONCEPTUALES
64
Michael Löwy, “Retour sur Hannah Arendt”, <http://www.lcr-rouge.org/archives/
111199/controv.html>.
65
<http://www.worldbank.org/depweb/beyond/beyondsp/chapter5.html>.
PROPUESTAS CONCEPTUALES 41
20% (quintil) más rico de la población recibe aproximadamente
4 veces más que el quintil más pobre, mientras que, en el Brasil,
el porcentaje que obtiene el quintil más rico supera en más de
30 veces al que recibe el quintil más pobre [….] Esa relación es,
como promedio, del orden de 6:1 en los países de ingreso alto.
En el mundo en desarrollo, la desigualdad, medida de la misma
manera, varía según la región: es de 4:1 en Asia meridional; 6:1 en
Asia oriental y Oriente Medio y Norte de África; 10:1 en África al
sur del Sahara, y 12:1 en América Latina.” Estos últimos datos los
usaré más adelante en referencia a América Latina.
Por países (en números redondeados a dos decimales y en di-
ferentes años), Suecia tenía un índice de 0.25, Estados Unidos de
0.40, México de 0.52, Brasil y Sudáfrica de 0.59,66 Sierra Leona de
0.63, Laos de 0.37, Jordania de 0.36, Burundi de 0.33, Moldavia
de 0.41, Turquía de 0.42, Vietnam de 0.36, China de 0.40.67 Laos,
Jordania, Burundi, Vietnam o China, suelen ser considerados como
países no democráticos, y algunos definitivamente no lo son por ser
gobernados por autócratas. Como puede observarse, la democracia
no tiene nada que ver con la desigualdad en un país, ni tampoco con ten-
dencias al igualitarismo. Si se observa históricamente el índice de Gini
queda claro que en Estados Unidos la desigualdad ha aumentado
de 1967 a 1992, mientras que en Indonesia, que no es un país carac-
terizado por su democracia, la desigualdad ha disminuido de 1978
a 1990.68 En 1999 Indonesia tenía un ig de 0.32 (igual que en 1990)
y Estados Unidos de 0.40 en 1997, como ya se mencionó.
66
Otras fuentes ubican a Brasil con un ig de 0.63.
67
Una fuente sobre el ig en el mundo, lamentablemente incompleta, es <http://
www.cia.gov/cia/publications/factbook/fields/2172.html>.
68
Véanse <http://www.frbsf.org/econrsrch/wklyltr/el97-03.html> y <http://www.
agnet.org/ library/image/eb434t1.html>, respectivamente. Más información
detallada sobre el aumento de la desigualdad en Estados Unidos, en <http://
216.239.51.100/search?q= cache:-_sj8m1eqGYC:www.census.gov/ hhes/ www/ img/
p60-191. pdf+gini+ index&hl= es&ie= UTF-8.> y en <http://www.census.gov/ hhes/
income/ incineq/p60204/ p60204txt.html>, información oficial que ofrece datos
hasta 1998 inclusive. Es pertinente mencionar que de 2000 a 2001 el número de
pobres aumentó en Estados Unidos, así como la desigualdad en relación al quintil
de más bajo ingreso de la población. Véase <http://www.census.gov/hhes/income/
income01/prs02asc.html>.
2. DERECHAS
en europa
1
En 1976 el Partido Socialdemócrata Sueco perdió las elecciones en favor de la de-
recha, y las volvió a ganar en 1982, pero debe reconocerse que el llamado gobierno
burgués preservó varias de las políticas de la izquierda. Véase Giles Radice y Lisanne
Radice, Socialists in the Recession, London, Macmillan Press, 1986, p. 86.
2
Véase <http://www.electionworld.org>.
3
“EU shifts right”, Shanghai Star, 20 de junio de 2002 (en Internet).
[42]
DERECHAS 43
visto precisado a ciertas ambigüedades políticas, especialmente por
las presiones de Washington, inconforme con las declaraciones de
campaña y la posición de Schroeder sobre las pretensiones de Geor-
ge W. Bush sobre Irak. Irlanda y Luxemburgo también tienen go-
biernos de derecha, en ambos casos producto de coaliciones de li-
berales con los llamados conservadores. En Bélgica gobierna la
derecha en alianza con partidos socialdemócratas. Y estos nuevos
arreglos políticos pueden marcar la diferencia, no sólo sobre temas
como impuestos, educación, salud, jubilaciones y subsidios (es decir
en políticas tendentes a atenuar las desigualdades o su contrario: a
acentuarlas), sino también sobre tolerancia a la diversidad y al mul-
ticulturalismo.
Una de las explicaciones del ascenso de la ultraderecha en
Europa occidental en los últimos años es, precisamente, el fracaso
de los gobiernos socialdemócratas y de los partidarios del Estado
de bienestar (welfare state) para disminuir la desigualdad social, el
desempleo y la pobreza, si acaso se lo propusieron.4 Pero no es la
única explicación. Hay otra que sólo en apariencia tiene un carác-
ter subjetivo, y que está relacionada con los indicadores anteriores.
Cuando el crecimiento económico requirió más mano de obra, los
gobiernos auspiciaron la inmigración de trabajadores de otros paí-
ses: en Francia, por ejemplo, después de la Segunda Guerra hubo
fuertes migraciones procedentes de Argelia, Marruecos, España y
Portugal; estas migraciones aumentaron en los años de “crecimien-
to intensivo 1962-1973 con yugoslavos, turcos y africanos negros”.5
Fue una inmigración inducida que provocó malestar en las centrales
sindicales y un cierto racismo entre la sociedad. Con la izquierda en
el gobierno las comunidades de inmigrantes fueron relativamente
favorecidas. “De hecho, los documentos de residencia fueron sim-
plificados y se facilitó el reagrupamiento familiar”,6 es decir que las
4
En los años 80 del siglo xx no pocos gobiernos socialdemócratas de Europa occi-
dental adoptaron políticas neoliberales, entre éstas la reducción del Estado o del
intervencionismo estatal. Esta misma política se siguió en muchos otros países del
mundo, independientemente de la orientación de sus gobiernos. América Latina fue
un caso ejemplar. Stiglitz, Premio Nobel de Economía (2001) y ex funcionario del
Banco Mundial, sugiere ahora que en problemas como el desempleo, la desigualdad
y la contaminación, la intervención del Estado sería la única solución, no los merca-
dos, pero esta recomendación implícita, desgraciadamente, no ha logrado extender-
se en los ámbitos de gobierno. Véase Joseph E. Stiglitz, El malestar en la globalización.
Buenos Aires, Taurus, 2002.
5
René Mouriaux, Le syndicalisme face à la crise, Paris, Éditions La Découverte, 1986, p. 108.
6
Ídem, p. 109.
44 DERECHAS
7
Un amplio desarrollo de las consecuencias del neoliberalismo en el trabajo, en
Antonio Ojeda Avilés, “Sindicalismo europeo, su crisis, sus alternativas”, en Sociología
del Trabajo, Madrid, Siglo XXI, número 6, primavera de 1989, pp. 51-77. En esta mis-
ma revista y en otros números, puede consultarse sobre la flexibilidad del trabajo y
sobre el trabajo femenino. El mejor conjunto de textos, a mi juicio, sobre la situación
del trabajo en siete países europeos, es el dirigido por Robert Boyer, La flexibilité du
travail en Europe, Paris, Éditions La Découverte, 1987.
8
Desmond S. King, The New Right. Politics, Markets and Citizenship, London, Macmillan
Education, 1987.
DERECHAS 45
disminuir las desigualdades. “Los defensores de la nueva derecha
—añade King— creen que la desigualdad es un prerrequisito para
el desarrollo social y el ‘progreso’.”9
La vieja derecha (que sólo sería una manera de decir, pues no
podría precisarse qué tan vieja es) tuvo un periodo de aceptación
de la amplia intervención del Estado y de gobiernos fuertes de tipo
laico. Esto se dio principalmente después de la crisis de 1929-1933.
En esos años, que culminaron con el ascenso del nazismo en Alema-
nia, que sin duda fue un movimiento de ultraderecha, el liberalismo
fue visto con desconfianza y luego sustituido por la noción de la
subordinación del individuo al Estado, el totalitarismo en lugar de
la democracia, el partido único en vez del bipartidismo o del mul-
tipartidismo.10 De este modo se puede decir que esa vieja derecha
de los años 30 y 40 del siglo pasado, también tuvo su ultraderecha,
ambas, digámoslo así, estatistas y partidarias de gobiernos fuertes.
La diferencia era de grados, políticamente hablando, porque al
igual que ahora, tanto en Estados Unidos como en Alemania y otros
países europeos, la ultraderecha también era racista, nacionalista y
etnocentrista, xenófoba, anticomunista, antisemita y, más en el dis-
curso que en la realidad, puritana y religiosa de algún tipo.
La importancia de los gobiernos de Thatcher y Reagan como
impulsores de la globalización neoliberal parece innegable, dado
el poder económico de la mancuerna formada por sus respectivos
países. Lo que siguió fue la ampliación del modelo y la adecuación
a éste incluso en países donde la socialdemocracia gobernaba. La
crisis de la deuda en los años 80, que explica ampliamente Eric
Toussaint,11 fue un factor fundamental para involucrar a los gober-
nantes del Tercer Mundo y de los países llamados ex comunistas en
el modelo. El fmi y el bm jugaron muy bien su papel de “salvadores”
9
Ídem, Introducción.
10
No debe haber confusión: la oposición del fascismo (italiano y alemán) al libera-
lismo fue, como señala Marcuse en referencia al Estado total-autoritario, reducida a
una lucha de ‘ideologías’ al mismo tiempo que dejaba “de lado la estructura social
básica del liberalismo”. Herbert Marcuse, “La lucha del liberalismo en la concepción
totalitaria del Estado”, en Wolfgang Abendroth (editor), Fascismo y capitalismo, Barce-
lona, Ediciones Martínez Roca, 1976, p. 50. Por otro lado debe aclararse que partido
único no debe interpretarse en todos los casos como equivalente a una dictadura,
como tampoco multipartidismo como democracia. México, una década después del
fin de la revolución fue monopartidista y así se mantuvo por varios años, pero no fue
una dictadura. Hungría, bajo Horthy, fue una dictadura, pero ésta no gobernó sin
oposición partidaria.
11
Eric Toussaint, op. cit., tomo I, capítulo 7.
46 DERECHAS
12
Amartya Sen, “Desigualdad y desempleo en la Europa contemporánea”, oit, Revis-
ta Internacional del Trabajo, vol. 116, núm. 2, 1997 (Versión en Internet).
48 DERECHAS
pues es obvio que quien no tiene empleo, aunque cuente con sub-
sidios equivalentes a una cuota de salario, se encuentra en desigual
condición que quien sí lo tiene. En Europa occidental los salarios
han aumentado y también el producto interno bruto per cápita. Sin
embargo, el desempleo ha crecido sensiblemente en los últimos
años, especialmente después de 1979-1981, cuando se iniciaron las
medidas de “cambio estructural” y de privatizaciones impulsadas
por la nueva derecha y adoptadas de manera similar por algunos de
los gobiernos socialdemócratas.
Con la información disponible13 los países que, de acuerdo
al índice de Gini (ig), presentaban menores desigualdades, eran
(pues los datos más actuales fluctúan entre 1990 y 1997): Dinamar-
ca y Suecia: 0.25, Finlandia y Noruega: 0.26, Italia: 0.27, Bélgica:
0.29 y Alemania: 0.30. Los países con mayores desigualdades eran:
Turquía: 0.42, Gran Bretaña: 0.37, Irlanda y Portugal: 0.36, Francia,
Grecia, Suiza, España y Holanda: 0.33. Sin embargo hay países en
los que el ig es muy bajo, como Finlandia, pero el desempleo ha
sido alto, particularmente de 1991 a 1997,14 en tanto que otros,
como Portugal, han tenido un ig muy alto y un desempleo mucho
menor que el de Finlandia. También se puede apreciar que hay paí-
ses, como Noruega, Suecia o Dinamarca, con ig y desempleo bajos.
Austria, con un ig de 0.31, ha tenido un desempleo también muy
reducido, ligeramente superior al de Noruega en promedio y más
bajo que en este último país durante 2002.
Con base en los tipos de gobierno de 1945 a la fecha, se aprecia
que aquellas naciones que durante más tiempo han sido goberna-
dos por la socialdemocracia, a menudo en coalición, como ha sido
el caso de los países escandinavos, tienen, con excepción de Fin-
landia, menor desempleo promedio e índices bajos de desigualdad
(aquí incluyo a Finlandia). En oposición a estos países, los que han
sido gobernados por dictaduras por largo tiempo (España y Portu-
gal) tienen un ig alto y, en el caso de España, el mayor desempleo
promedio de la zona del Euro. Vale añadir que el desempleo se
13
<http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/fields/2172.html>, ya citada.
14
1991 fue un momento de crisis muy difícil para Finlandia, puesto que su economía
estaba muy ligada a la de la URSS. Bajaron considerablemente el pib y las inversiones
y aumentó el desempleo; además, fue el inicio de la época de gobiernos conservado-
res y de centro derecha que sustituyeron a la socialdemocracia tradicional que, en
general, había gobernado, con altibajos y en coalición, desde 1946. Véase L’etat du
monde, Paris, Éditions La Découverte, de 1988-1989 a 2003 (en español, El estado del
mundo, Madrid, Akal, desde hace varios años).
DERECHAS 49
disparó a niveles altísimos durante el gobierno de Felipe Gonzá-
lez, muy dudosamente de izquierda pese a haber sido del Partido
Socialista Obrero Español. Gran Bretaña, gobernada por la nueva
derecha desde 1979, presentaba en 1995 el ig más alto después de
Turquía y un desempleo que fluctuó entre 8.2 por ciento y 11.2 por
ciento antes de que Blair asumiera el poder (1997), es decir cuando
los gobiernos conservadores de Thatcher y Major fueron sustituidos
por el laborismo, pese a ser, ahora, de la llamada “tercera vía”.15 En
Francia, salvo pequeños periodos antes de De Gaulle (1958-1968)
y después de Giscard (1974-1981), han predominado los gobiernos
de derecha. Con la “cohabitación” Mitterrand-Chirac se inició la era
de las privatizaciones y, junto con ella, el aumento del desempleo
(arriba de 11 por ciento promedio de 1987 a 2002). Como ya se dijo
antes, las desigualdades sociales en este país son grandes, a pesar de
ocupar el cuarto lugar entre las grandes potencias industriales.
15
Habrá de reconocerse que a partir del gobierno de Blair el desempleo comenzó a
disminuir en la Gran Bretaña, de 8.2% en 1996 a 5.1% en 2001.
50 DERECHAS
16
Véase <http://www.electionworld.org/>
17
Sobre esta Internacional consúltese <http://www.idc-cdi.org/parties/Miembros_
IDC.asp>
18
Para el desarrollo del texto que sigue sobre los partidos europeos me he valido de
diversas fuentes, destacadamente de J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, Political
Systems of the World, (segunda edición revisada y ampliada), Oxford, Helicon, 1996,
Wolfram Nordsieck, Parties and Elections in Europe / Parteien und Wahlen in Europe,
1997-2002 - <http://www.parties-and-elections.de>, <http://www.electionworld.org/>
y L’etat du monde (El estado del mundo), varios años, op. cit.
19
Freie Demokratische Partei (FDP), Partido Liberal Democrático. Ha sido un partido
bisagra en alianza con la democracia cristiana y con la social democracia en diferen-
tes momentos. En la actualidad ha disminuido mucho su influencia electoral.
20
Maxime Mourin, Histoire des grandes puissances (3ª edición revisada y completada),
Paris, Payot, 1958, pp. 209-210. En las notas al pie de la página 210 el autor ofrece
datos sobre los resultados electorales que difieren un poco, por cuanto al número de
asientos, de los datos proporcionados por Wolfram Nordsieck, op. cit.
DERECHAS 51
la fecha Alemania ha sido gobernada por el centro derecha, salvo
de 1969 a 1981, que gobernó el centro izquierda representado prin-
cipalmente por la spd, y de 1998 a la fecha. Con la unión de las dos
Alemanias, el gobierno estuvo formado por Alianza para Alemania
(Allianz für Deutschland), con la participación de dos partidos demó-
crata-cristianos y uno liberal conservador: la cdu ya mencionada, la
Deutsche Soziale Union (dsu-Unión Social Alemana) y el Demokratischer
Aufbruch (Apertura Democrática).
La democracia cristiana en Alemania tuvo su origen en orga-
nizaciones católicas y protestantes existentes desde antes de la sgm.
Sin embargo, como tal, se fundó después de terminada la guerra,
en el verano de 1945. Su primera participación electoral, siempre
con la Unión Social Cristiana de Bavaria (csu- Christlich Soziale Union
in Bayern), fue en 1949. Con la excepción de los años 1972, 1998 y
2002, siempre ha tenido mayor votación en las elecciones legislati-
vas (para el Bundestag) que el Partido Social Demócrata. Éste, por
cierto, se ha visto precisado a hacer alianza con otros partidos para
asegurar su triunfo sobre la cdu. De 58 años transcurridos desde
el final de la sgm, este país sólo ha sido gobernado 21 años por la
izquierda moderada y reformista.21 El gobierno de Schroeder, en
la actualidad, se formó en coalición electoral con el partido de Los
Verdes (Bündnis 90 / Die Grünen).
La cdu siempre se ha considerado un partido popular de cen-
tro. Ha sido y es defensora de la sociedad capitalista, de la libertad
de mercados y de la democracia en su sentido liberal, formalmente
incluyente, y de la oportunidad para todos para crecer y desarrollar-
se. Es, por supuesto, contraria al socialismo. Sus valores se fundan
en el cristianismo y en el liberalismo derivado de la Ilustración eu-
ropea. Sus postulados ideológicos, a partir de Ludwig Erhard, desde
que fue ministro de Economía (1949-1963) y luego canciller (hasta
1966), se basaron en la economía social de mercado. El llamado
“milagro alemán” se explica por esta estrategia económica que pos-
tulaba la prosperidad para todos los alemanes en la lógica de un
sistema de bienestar y de justicia social.22
21
El Partido Social Demócrata Alemán (spd) tuvo su primer triunfo después de re-
nunciar al marxismo (Conferencia de Bad Godesberg), precisamente para hacerse
más atractivo al electorado. En ese tiempo, 1969, el spd hizo alianza con el Partido
Democrático Liberal (Freie Demokratische Partei-fdp). Giles Radice y Lisanne Radice,
op. cit., pp. 16-17.
22
Véase <http://www.cdu.de/>.
52 DERECHAS
23
Véase <http://www.cidob.org/bios/castellano/lideres/h-034.htm>.
DERECHAS 53
han girado alrededor del centro, a veces con inclinaciones hacia la
izquierda y otras hacia la derecha. En este país las alianzas entre los
liberales y los socialdemócratas no han sido extrañas, como tampo-
co entre los democristianos y los mismos socialistas. El actual primer
ministro, Guy Verhofstadt, se ha distinguido por su defensa de los
derechos humanos, por su acercamiento a los socialdemócratas y por
haber reprobado al gobierno austriaco por la incorporación del par-
tido de Haider en su gabinete. De hecho, su gobierno está formado
por su propio partido, el Vlaamse Liberalen en Democraten (vld-Libe-
rales y Demócratas Flamencos), el Partido Socialista, el Socialistische
Partij Anders (sp.a-Partido Socialista otra vía o diferente), el Partido
Reformador y el Spirit, calificado de progresista.
Holanda, políticamente, guarda ciertas semejanzas con Bélgi-
ca: desde el fin de la sgm ha sido gobernada por coaliciones en las
que, en general, ha estado presente el Partido Laborista Partij van
de Arbeid (pvda) de orientación socialdemócrata. Estas coaliciones
se han llevado a cabo entre el pvda y los democristianos. También,
ocasionalmente, con el derechista Partido Popular por la Libertad
y la Democracia, como fue el caso en 1994 en que se dio la que por
primera vez fue llamada la coalición de izquierdas y derechas.24
En las recientes elecciones el gobierno se ha corrido hacia la de-
recha y el partido más combativo contra los inmigrantes, Lijst Pim
Fortuym (Lista Pim Fortuyn), que había tenido un relativo éxito en
las elecciones de 2002, vio reducida sensiblemente su votación en
2003.
En Dinamarca los tres principales partidos han sido el Socialde-
mócrata Socialdemokratiet i Danmark-S), el liberal conservador (Venstre,
Danmarks liberale parti-V) y el Partido Popular Conservador (Konserva-
tive Folkeparti-KF), recientemente disminuido en favor del Partido Po-
pular Danés Dansk Folkparti (df) de ultraderecha. Desde finales de los
años 60 del siglo pasado la derecha ha logrado ganarle a la izquierda
mediante coaliciones. Empero, es pertinente advertir que incluso la
izquierda socialdemócrata es moderada en Dinamarca.
De los otros países escandinavos, Noruega Finlandia y Suecia
sólo este último ha tenido por más tiempo gobiernos de izquierda
moderada. En Finlandia cuatro partidos han tenido el poder desde
la sgm: sdp (Partido Socialdemócrata), kesk (Partido de Centro) kok
(Coalición Nacional), vas (Alianza o Liga de Izquierda, que a partir
de 1987 incluye a Alternativa Democrática).
24
J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit., p. 507.
54 DERECHAS
25
<http://www.u-m-p.org/union/fondements/congres/congres.php>.
DERECHAS 55
con los franquistas en el poder (Arias Navarro y luego Adolfo Suá-
rez al frente del gobierno). Con Suárez se iniciaron ciertas medidas
democráticas, tales como la liberación de prisioneros políticos,
una importante reforma política que establecía un parlamento
bicameral electo por sufragio universal, un referéndum sobre las
nuevas reformas y una votación masiva a favor de éstas. A partir de
esos momentos se pudieron formar sindicatos independientes y el
derecho de huelga cobró nueva vigencia. Para principios de 1977
los partidos políticos fueron legalizados y a mediados de ese año se
llevaron a cabo las primeras elecciones después de la República. En
esos momentos los principales partidos fueron la Unión Centro De-
mocrático (ucd, de Suárez) y el Partido Socialista Obrero Español
(psoe, con Felipe González al frente). Triunfó Suárez.26 Es pertinen-
te advertir que González fue un político centrista, modernizador y
pragmático, contrario al marxismo, en ningún sentido anticapita-
lista, y que, gracias a sus planteamientos moderados, logró que su
partido avanzara de 30.5 por ciento de votos en 1979 a 48.2 en 1982
(de 5.5 millones de sufragios a casi diez millones).27
Suárez promovió un pacto de recuperación económica, de-
nominado de la Moncloa (por el nombre de la residencia del
gobierno), en el que se aceptaron, incluso por parte de la “iz-
quierda”, reducciones al gasto público, topes salariales, aumentos
de impuestos, restricciones al crédito y otras medidas cuyo fin era
reactivar la economía, modernizarla y crear empleos —lo que
ciertamente no se logró, como ya se ha visto anteriormente. El te-
rrorismo vasco y la legalización del Partido Comunista de España,
entre otras razones, predispusieron al ejército contra Suárez. En
1981 el jefe de gobierno renunció y el rey nombró a Calvo Sote-
lo, de centro-derecha. El intento de golpe de Estado del coronel
Tejero, la discusión habida sobre la legalización del divorcio y la
oposición a la participación de España en la otan, fueron factores
que dividieron a la ucd entre moderados y ultras, debilitándola,
y que llevaron al nuevo jefe de gobierno a convocar a elecciones
al mismo tiempo que un anhelo legítimo de la población por la
democratización de España y el reformismo del psoe fortalecían a
éste como alternativa. La ucd, en la elección de 1982 no alcanzó el
26
Richard Gunther, “Democratization and Party Building: The Role of Party Elites in
the Spanish Transition”, en Robert P. Clark y Michael H. Hatzel (editors), Spain in the
1980s, Cambridge, Mass., Ballinger, 1987, pp. 35-66.
27
Ver <http://www.parties-and-elections.de/spain2.html>.
56 DERECHAS
28
J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit., p. 513.
29
Josep Picó, Los límites de la socialdemocracia europea, Madrid, Siglo XXI de España,
1992, pp. 197-245.
DERECHAS 57
la seria crisis económica y el fracaso del gobierno de centro-derecha
de Andreotti, el poderoso Partido Comunista Italiano (pci) estable-
ció un “compromiso histórico” con católicos y socialistas. Sin embar-
go, tal compromiso no resultó, a pesar de que los comunistas alcan-
zaron la mayor votación de su historia: 34.4 por ciento, o quizá por
esta razón.30 Roto el “compromiso histórico” en 1978, los socialistas
del psi, los democristianos (dc) y los republicanos (pri-Partido Repu-
blicano Italiano) mantuvieron su alianza y gobiernos de coalición
encabezados por la dc. En 1983 Bettino Craxi, del psi, se convirtió en
el primer socialista (socialdemócrata) jefe de gobierno en la histo-
ria del país, en coalición con la dc y otras fuerzas de derecha. Al fi-
nal de su gobierno se iniciaría una crisis política que llevaría a un
nuevo espectro partidario a principios de los años 90. Varios políti-
cos se vieron envueltos en escándalos de corrupción, incluso con la
mafia y, como resultado, los viejos políticos se vieron desplazados
por los tecnócratas, tipo Ciampi (ex gobernador del Banco Cen-
tral).31 Durante su gobierno (1993-1994) las fuerzas políticas sufrie-
ron serias transformaciones. En las elecciones de 1994 figuraron
nuevos partidos y nuevas alianzas. El pci desaparecería (fue sustitui-
do por el Partido Democrático de Izquierda, más centrista que su
antecesor), la dc, muy disminuida, se convertiría en el Partido Popu-
lar Italiano. Y entre los nuevos partidos surgiría uno más que habría
de ser importante: el personalista Forza Italia (de Berlusconi). El
fascista Movimiento Social Italiano (msi) daría lugar a Alianza Na-
cional (an) a partir de una división interna. Muchos cambios, nue-
vas fachadas.
Dos grandes alianzas se disputarían el gobierno: Casa delle Liber-
tà, una alianza de partidos de derecha y ultraderecha, entre los pri-
meros el de Berlusconi, y L’Ulivo (El Olivo), que ha sido la alianza de
los partidos de centro izquierda, incluidos los ex comunistas ahora
socialdemócratas, los verdes, democristianos (Margherita) y otros.
Después del fracaso del primer gobierno de Berlusconi (acu-
sado de corrupción), Lamberto Dini, ex ministro del Tesoro del
anterior, inició el saneamiento de las finanzas, entre otras reformas,
y contó con el apoyo de las izquierdas. Este apoyo llevó a Dini a
alinearse con L’Ulivo, alianza de centro-izquierda que, a pesar de
su votación (34.7% contra 52.6 de Casa delle Libertà) y gracias al
30
Véase Anna Libera, Italie: les fruits amers du compromis historique, Paris, Editions La
Brèche, 1978 y <http://www.parties-and-elections.de/italy3.html>.
31
Giampiero Martinotti, “Italia”, en L’état du monde, obra citada.
58 DERECHAS
32
Ídem y <http://www.parties-and-elections.de/italy3.html>.
33
En Francia las principales organizaciones son: la Confédération Genérale du Travail-
cgt, la Confédération Française Démocratique du Travail-cfdt y la Confédération Générale du
Travail - Force Ouvriere. Se estima que estas centrales de trabajadores son de menor
afiliación que las de Italia.
34
<http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/geos/>, y El estado del mundo, op.
cit., 2003.
35
Algunos datos relevantes sobre el desarrollo económico italiano, en Heiner Raulff,
“Italia”, en Wolfgang Benz y Hermann Graml (compiladores), Europa después de la Se-
gunda Guerra Mundial. 1945-1982, tomo 2, (7ª ed.), México, Siglo XXI Editores/Siglo
XXI de España, 2000, pp. 342 y ss.
DERECHAS 59
Ideológicamente, tanto los partidos democristianos como los
“populares”, dos nombres para identificar lo mismo (recuérdese
su organización Internacional de Partidos Demócrata-Cristianos y
Populares), se basan en la filosofía del propio esfuerzo en un mundo
donde supuestamente está garantizada la igualdad de oportunidades
y la libertad. Libertad quiere decir que cada persona (“los indivi-
duos”), con fundamento en la iniciativa personal, tiene derecho
a tomar sus propias decisiones. “Toda persona tiene que contar
con la posibilidad de llegar tan lejos como sus aptitudes y esfuerzo le
permitan. Un Estado más robusto que grande y más ágil que buro-
crático contribuye decididamente a ello.”36 Esto es, individualismo,
esfuerzo y aptitudes, en un mundo de competencia en el que el
Estado sólo habrá de intervenir cuando los particulares lo requie-
ran para su plena realización (incluso empresarial). La sociedad
es un conjunto de individuos (no clases sociales), y el Estado no
debe ser interventor, no debe regular la economía, no debe poseer
empresas (salvo aquellas de las que no puedan hacerse cargo los
particulares). Es un nuevo liberalismo con ingredientes asistenciales
y altruistas, mismos que se denominan solidaridad, es decir el apoyo
“a los más desfavorecidos”,37 no con base en el reparto de la riqueza
por medio de la regulación económica, sino por solidaridad de los
ricos con los pobres mediante mecanismos privados selectivos y,
obviamente, limitados. En suma, darwinismo social y económico en
un mundo de libertades, incluida, prioritariamente, la de los merca-
dos, pues se asume que la pobreza en el mundo no es “consecuencia
de la economía de mercado, sino de la falta de valores democráticos
sobre los que se articulen proyectos políticos”.38
No pocos de los países de Europa oriental, que hasta hace unos años
eran llamados socialistas o comunistas, según la orientación del aná-
lisis, incorporaron a su democratización política la liberalización
económica. Son ahora capitalistas, en buena medida gobernados
—en la actualidad— por ex comunistas devenidos socialdemócra-
36
Ideario del Partido Popular de España, no muy diferente al de otros partidos de la
misma Internacional. Véase http://www.pp.es/turcana/nacional/VerQuePretende
mos.jsp?id=870 (las cursivas son mías).
37
Ídem.
38
Ídem.
60 DERECHAS
39
Sobre el surgimiento de la oposición en la RDA, puede consultarse Jan Patula,
Europa del este: del stalinismo a la democracia, México, Siglo XXI Editores/Universidad
Autónoma Metropolitana, 1993, pp. 372 y ss.
40
Véase Phillip J. Bryson, The Consumer under Socialist Planning: The East German Case,
New York, Praeger Publishers, 1984.
DERECHAS 61
midad interna crecía, al igual que las fugas a occidente vía Hungría
o burlando la vigilancia de Berlín. “Una semana después de la cele-
bración del 40 aniversario de la fundación del régimen este-alemán,
el 17 de octubre de 1989 —escribía Valérie Lainé—, [Honecker] ha
debido renunciar a su puesto de secretario general del partido y de
presidente del Consejo de Estado.”41 En noviembre los alemanes ti-
raron el muro de Berlín, luego hubo elecciones libres y, finalmente,
después de la unificación monetaria, se llevó a cabo la unificación po-
lítica de las dos Alemanias (1990), perdiéndose una, la RDA, en favor
de otra, la RFA. Es en este sentido que la RDA, de los países llamados
socialistas de Europa central y oriental, fue una excepción.
En Europa oriental Moldavia, uno de los países más pobres del
continente, tiene un gobierno comunista que triunfó en elecciones
anticipadas (el 25 de febrero de 2001) y gracias a la división de la
derecha. Con exagerada flexibilidad podría señalarse también a
Rumania, a partir del triunfo de Iliescu (autoritario) y su partido
en las pasadas elecciones del 10 de diciembre del 2000. Por cierto,
en Rumania, como en Francia, la ultraderecha xenófoba antisemita
y contraria a los húngaros y gitanos en ese país (el Partidul România
Mare-Partido de la Gran Rumania),42 obtuvo el segundo lugar en
la primera vuelta de las elecciones mencionadas y el 19.5% de los
votos definitivos para la Cámara de Diputados. En realidad, tanto
Iliescu como su primer ministro Nastase, fueron electos por una
coalición partidaria denominada Polo Democrático-Social de Ru-
mania, formado por tres partidos de orientación socialdemócrata
que aspiran a combatir la pobreza (50% de la población según
sus propias estimaciones), a partir de un sistema que garantice la
igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos en un marco
de valores de igualdad, responsabilidad, solidaridad y justicia social
con libertad de empresa en una lógica, como la planteada por la
democracia cristiana, de economía social de mercado.43
41
Valérie Lainé, “République démocratique allemande. L’année politique : Erich
Honecker joue et perd”, en Thomas Schreiber y Françoise Barry (dir.), L’URSS et
l’Europe de l’Est, Paris, La Documentation Française (Collection «Notes et études
documentaires»), 1989 (número especial), p. 165.
42
<http://www.electionworld.org/romania.htm>.
43
Véase la página electrónica oficial, en rumano, inglés, francés y alemán, del Par-
tido Social Demócrata: <http://www.psd.ro/engleza/index.html, que curiosamente
es la misma tanto para el Partido Democrático Social de Iliescu como para el Partido
Social Demócrata, su aliado. El Partido Humanista de Rumania, el tercero del Polo,
se considera un partido social-liberal. Ver http://www.pur.ro/>.
62 DERECHAS
44
Véase la página electrónica oficial de la sld (<http://www.sld.org.pl/>), lamenta-
blemente sin traducción del polaco.
45
Georges Mink, “Polonia” El estado del mundo, op. cit., 2003, y datos calculados a
partir de la información de <http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/geos/
pl.html#Econ>.
46
Véase Mink, ídem y <http://www.electionworld.org/poland.htm>.
47
El ods fue una de las divisiones del of; los otros dos partidos derivados también
DERECHAS 63
por una alianza de la socialdemocracia, representada por el Ceska
Strana Sociálné Demokratická (cssd-Partido Social Demócrata Checo),
y el derechista ods mencionado, en tanto que ahora, con un presi-
dente de este partido, la Socialdemocracia se ha aliado con los de-
mocristianos-populares y los conservadores de la llamada Coalición
(Koalice) y ha dejado al ods, así como al Partido Comunista, en la
oposición.48 Una diferencia importante de los dirigentes guberna-
mentales checos con los polacos, es que mientras éstos se acelera-
ron en las privatizaciones, ofreciendo las empresas al mejor postor,
los primeros han sido mucho más cautelosos, con planes de largo
plazo especialmente en empresas consideradas estratégicas para el
país y para la población, según consta en el programa del partido
mayoritario en la Cámara de representantes, el cssd.49 Aunque el
producto interno bruto es mucho menor que el de Polonia, como
también es menor su población, el pib por habitante de la República
Checa es mucho mayor que el de su país vecino, como mucho me-
nor es el desempleo (también por comparación con Polonia): 8.1%
contra 18.2% en 2001.50 Vale decir que, como en otros países “ex
comunistas” y en los de la Unión Europea, la socialdemocracia no se
diferencia mucho en sus posiciones de la ya mencionada “filosofía
del propio esfuerzo”, igualdad de oportunidades y de solidaridad de
quienes más tienen con quienes menos poseen, aunque se enfatiza
el papel del Estado para proveer salud, pensiones y ayuda para el
desempleo.51
En Hungría también la derecha ha sido desplazada por la iz-
quierda moderada. El anterior primer ministro, Viktort Orbán, fue
muy cercano a la extrema derecha, al Magyar Igazság és Elet Pártja
(miep-Partido Húngaro de Justicia y Vida), de István Csurka, ultrana-
cionalista y xenófobo.52 Dos años antes del cambio de gobierno, el
partido y los aliados de Orbán, según las encuestas, habían dejado
56
Edith Lhomel, “L’économie albanaise en 1990-1991: la véritable mesure d’un
échec”, Le courrier des pays de l’Est, Paris, núm. 362, septembre 1991, pp. 62-76.
57
Edith Lhomel, “Albanie”, L’etat du monde, op. cit., 1993.
58
Nadège Ragaru, “Bulgaria”, El estado del mundo, op. cit., 2003. Según la oit (Anua-
rio…, op. cit.) en 2001, Bulgaria tenía con 19.4% de desempleados, Eslovaquia 19.2%
y Polonia 18.2%.
66 DERECHAS
59
Sí hubo, por ejemplo en Polonia, organizaciones de izquierda, frecuentemente
clandestinas, especialmente de orientación trotskista, pero eran realmente minorita-
rias. En la URSS había pequeños grupos, de derecha, ligados a rusos anticomunistas
(“blancos”) exiliados en Europa occidental, principalmente, o como parte del sistema
patrimonialista que Gorbachov no pudo terminar. Al respecto puede consultarse Gerald
M. Easter, Reconstructing the State: Personal Networks and Elite Identity in Soviet Russia.
England, Cambridge University Press, 2000.
60
Véase más adelante el desarrollo de este punto en el apartado referido a las dere-
chas en los países “socialistas”.
DERECHAS 67
mico, conservador y que se considera democrático y plural, como lo
ha definido el actual primer ministro Recep Tayyip Erdogan.61 Erdo-
gan sustituyó a Abdullah Gül, quien ganara las elecciones de 2002 y
dimitiera el 11 de marzo de 2003. El nuevo primer ministro conside-
ra que su partido tiene como principal opositor al socialdemócrata
Partido Popular Republicano (chp-Cumhuriyet Halk Partisi).
Las libertades, independientemente de los discursos guberna-
mentales, han estado restringidas considerablemente, en especial
la de prensa, y los derechos humanos han sido violados con fre-
cuencia, contra los kurdos en primer lugar.62 Esta situación, que el
actual gobierno dice que quiere cambiar, ha retrasado el ingreso de
este país a la Unión Europea, que exige la democracia para todas
las naciones miembros. Vale decir que Turquía es uno de los pocos
Estados en los que predomina el islamismo (99 por ciento de la po-
blación)63 y, sin embargo, constitucionalmente el Estado es secular y
sus leyes no están basadas en la religión islámica.64 En estos momen-
tos, aunque hay un alto porcentaje de la población que es partidaria
del ingreso de su país a la Unión Europea, los grupos y partidos
de derecha y nacionalistas (la constitución turca es enfáticamente
nacionalista), que son minoritarios pero con poder, se oponen a la
europeización de Turquía. Pero las medidas económicas y políticas
de Erdogan, incluso las reformas constitucionales que ha prometi-
do, apuntan a la aceptación de este país por la Unión Europea al
ajustarse a las normas de ésta.65 Aceptación que yo veo poco proba-
ble en corto plazo.
(Aunque no está en Europa, no pude soslayarse el avance de la
derecha en Israel como país ligado a occidente más que a oriente u
oriente próximo. El primer gobierno de Ariel Sharon fue resultado
de una coalición de varios partidos, entre éstos el Likud (Consolida-
ción, de derecha nacionalista) al que pertenece el primer ministro.
Esta coalición etuvo formada por Avoda (Partido Laborista, dividi-
do), Shas (ortodoxo sefaradita), ha-Ikhud ha-Leumí e Yisrael Beitenu
(Bloque de Unión Nacional, ultranacionalista, en alianza con Nues-
61
Véase la página de Internet del primer ministro de Turquía, traducción al inglés,
<http://www.basbakanlik.gov.tr/english/59programme.htm>.
62
Étienne Copeaux, “Turquía”, en El estado del mundo, op. cit., 2002.
63
Véase The Muslim World en internet: <http://chasing.8m.com/>.
64
Cfr. Artículo 2 de la Constitución de la República de Turquía, en <http://
www.tbmm.gov.tr/anayasa/constitution.htm>.
65
Programa de gobierno (18 de marzo de 2003), en página de Internet del primer
ministro, ya citada.
68 DERECHAS
tro Hogar Israel, una de las minorías rusas), Yisrael ba-Alaiya (Israel
e Inmigración, otra de las minorías rusas), Am Ekhad (Una Nación,
supuestamente socialista) y otras organizaciones menores.66 A partir
de las elecciones anticipadas de enero de 2003, el nuevo gobierno
de Sharon se constituye con las siguientes alianzas: Likud, ya men-
cionado, con 38 escaños, Shinui (partido liberal), con 15 escaños,
Mafdal (Mifléguet Datí Leumí, Partido Nacional Religioso) con seis
escaños y el también mencionado Bloque de Unión Nacional con
siete asientos. La característica principal de este gobierno, además
de su alianza con partidos ultraderechistas-nacionalistas, ha sido la
explícita intención de “lanzar al ejército contra las regiones autó-
nomas palestinas para aniquilar por completo a la Autoridad y con
ella a su presidente, Yasser Arafat.”67 La tolerancia, que parecía ser
necesaria en una región de muy débil equilibrio, ha sido sustituida
por su contrario, lo cual acerca al régimen israelí a la ultraderecha,
más que a la derecha tradicional de los países “occidentales”.)
En resumen, y muy esquemáticamente, los partidos políticos
que han alternado en el poder en los últimos años (en Europa
occidental después de la sgm, y en Europa oriental a partir de que
rompieron con el bloque soviético y con el llamado socialismo),
han asumido la economía de mercado (capitalismo) como la úni-
ca opción, igual se trate de partidos socialdemócratas (en Europa
oriental varios de ellos ex “comunistas”) que de partidos democris-
tianos o “populares”. Las diferencias entre ambas corrientes son, si
acaso, de matiz. En el caso de los países anteriormente “socialistas”
y que se ubican en Europa (central, oriental, balcánica), todos, sin
excepción, quieren ser admitidos en la Unión Europea, incluida
Turquía, y por lo mismo han ajustado sus economías y formas de
gobierno a las normas determinadas por los países miembros de la
UE y por el Fondo Monetario Internacional. Para todos estos paí-
ses la ecuación democracia igual a libertad de mercados es, más que un
implícito, un imperativo, incluso para quienes fueron dirigentes de
los partidos comunistas y que ahora están en el gobierno o aspiran
a conquistarlo en próximas elecciones. ¿Dónde quedó la izquierda
en los países que antes eran “socialistas”?
66
Véase <http://www.electionworld.org/israel.htm>.
67
Ammon Kapeliouk, “Israel”, en El estado del mundo, 2002 y 2003, op. cit. La actuali-
zación a enero de 2003 se la debo a Juan Felipe Pozo Block.
DERECHAS 69
en américa latina
68
Héctor Malavé Mata, Dialéctica de la inflación, Venezuela, Universidad Central de
Venezuela, 1976, pp. 21 a 60.
70 DERECHAS
69
Hay una buena cantidad de libros sobre los golpes de Estado y las dictaduras en
América Latina. Sartori contabilizó, entre 1951 y 1973, 26 golpes de Estado con éxito.
Véase Giovanni Sartori, Partidos y sistemas de partidos. Marco para un análisis, Madrid,
Alianza Editorial, vol. I, 1980.
70
Para los países gobernados por juntas militares, Véase Matthew White, <http:
//users.erols.com/mwhite28/>, diferentes años, que da una idea general pese a
algunas imprecisiones.
DERECHAS 71
gobernado por una junta militar después del derrocamiento de
Aristide (sacerdote de izquierda en aquellos momentos).71 El res-
to del continente, con la excepción de Cuba, estaría formado por
países con sistemas pluripartidistas y gobiernos considerados, por lo
mismo, democráticos. Sin excepción, todos estos gobiernos eran de
derecha en diferentes grados y matices.72
Si la intención del gobierno de Estados Unidos fue imponer en
América Latina y el Caribe las tres fases estratégicas aquí delineadas,
ha tenido éxito. No es sino a partir de la asunción de Hugo Chávez
como presidente constitucional de Venezuela (1999), luego el triun-
fo de Gutiérrez en Ecuador (que no resultó ser lo que se esperaba) y
hasta ahora el de Lula en Brasil y el de Kirchner en Argentina, que
la correlación de fuerzas o, si se prefiere, la orientación de los go-
biernos respecto de Estados Unidos, ha comenzado a cambiar. Sin
embargo, los partidos de derecha y centro-derecha dominan en la
esfera de poder del mapa latinoamericano, y el gobierno de Duarte
Frutos de Paraguay no sería una excepción a pesar de haberse ma-
nifestado en contra del Área de Libre Comercio de las Américas
(alca), lo que equivaldría a oponerse a Estados Unidos.
Sólo los gobiernos mencionados de Brasil, Argentina y Vene-
zuela (además de Cuba), han hecho explícito su interés prioritario
por disminuir las desigualdades y la pobreza en sus países mediante
reformas y aumentos al gasto social, además de oponerse al alca, con
mayor énfasis Chávez.73 Si lo logran, podrán ser considerados de iz-
quierda, centro-izquierda en realidad. Incluso en Venezuela, a cuatro
años de gobierno, la situación es difusa y, desde luego, como también
lo fue en Argentina hace unos meses, inestable, impredecible.
La ampliación de la democracia en la región latinoamericana
no ha disminuido la pobreza ni la desigualdad. Todo lo contrario.
71
Apenas con ocho meses de gobierno, Jean-Bertrand Aristide, fue derrocado el 30
de septiembre de 1991 por un golpe de Estado dirigido por el general Raoul Cédras.
Más adelante volvió a ser presidente de su país.
72
Los periodos de gobierno socialdemócrata en Venezuela y en Costa Rica no tu-
vieron significación alguna. De hecho, el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez
(Partido Acción Democrática afiliado a la Internacional Socialista) fue destituido en
1993 por dos razones fundamentales: por haber emprendido políticas neoliberales
basadas en el plan de ajuste del fmi y por corrupción. El gobierno de Monge en el
país centroamericano era pro estadunidense, pese a que su partido era miembro de
la Internacional Socialista.
73
Gutiérrez en Ecuador ha cambiado considerablemente su discurso de campaña,
una vez en el gobierno. Ahora es un presidente de derecha más. Lula, por otra parte,
parece estar siguiendo los pasos del ecuatoriano.
72 DERECHAS
74
http://www.worldbank.org/depweb/beyond/beyondsp/chapter5.html (las cursi-
vas son mías). El Banco Mundial aseguró que el número de latinoamericanos en po-
breza extrema, con un ingreso menor a un dólar por día, creció de 48 a 56 millones
entre 1990 y 2000 y también señaló “que el ingreso per cápita de la región aumentará
sólo 0.3 por ciento anual entre 2001 y 2005, lo que representa el peor desempeño de
todas las regiones del mundo en desarrollo, incluido el bloque de países de África al
sur del Sahara”. La Jornada, México, 21 de septiembre de 2003.
75
Francisco Villagrán Kramer y Mario Monteforte Toledo, Izquierdas y derechas en Lati-
noamérica. Sus conflictos internos, Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1968, p. 74.
76
Hugh G. Campbell, La derecha radical en México (1929-1945), México, SepSetentas,
1976, Introducción. En este texto el autor define a la que el llama derecha radical
mexicana como “ultranacionalista, antiparlamentaria y antimarxista”, p. 8.
77
Ezequiel Martínez Estrada, Diferencias y semejanzas entre los países de la América Latina,
México, Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (unam), 1962.
DERECHAS 73
rante el siglo xix se ha presentado, hasta la fecha, un gran contraste
entre las elites y el resto de la población. Pese a los grandes movi-
mientos sociales que han marcado la historia del subcontinente, al
final el perfil de las naciones como tales ha sido el impuesto por
quienes han concentrado el poder económico, político y cultural,
en asociación con otras fuerzas igualmente elitistas o con los inte-
reses directos o indirectos de Estados Unidos, y en este sentido sí se
pueden encontrar similitudes entre los países latinoamericanos.
Por muchas razones que ya han sido estudiadas por gran canti-
dad de autores, pero que no son objeto de esta investigación, las elites
latinoamericanas definieron el destino de América Latina desde fina-
les del siglo xix y principios del siguiente al aceptar un determinado
lugar en la división internacional del trabajo, un lugar subordinado,
dependiente y complementario que, con gran acierto, se ha denomi-
nado subdesarrollo. Subdesarrollo, dicho sea de paso, no es atraso
ni falta de desarrollo, como han querido verlo algunos autores o la
misma Organización de Naciones Unidas o el Banco Mundial (“en
vías de desarrollo”), sino un complemento del desarrollo, una ne-
cesidad de éste y, para el caso, una necesidad de Estados Unidos y
la reedición de su Doctrina Monroe (América para los americanos)
sobre todo después de la segunda guerra mundial.
Antes de ésta hubo movimientos y gobiernos considerados de
izquierda en algunos países de América Latina. En el caso de los
gobiernos se trató más bien de aquellos con orientación populista
que, como señalara Cockcroft, fueron antiimperialistas.78 El popu-
lismo latinoamericano, conviene recordar, se distinguió de otros
populismos. Carlos M. Vilas ha hecho esta distinción y señalaba que
el de América Latina fue una “específica estrategia de acumulación
de capital: una estrategia que hace de la ampliación del consumo
personal —y eventualmente de cierta distribución de ingresos— un
componente esencial.”79 Este populismo, esta estrategia, siguió el
patrón del desarrollo nacional, con todo lo que esto implicaba para
el respectivo fortalecimiento del capital nacional y, además y no
menos importante, en la relación con las burguesías de los países
desarrollados e imperialistas.
78
James D. Cockcroft, América Latina y Estados Unidos (Historia y política país por país),
México, Siglo XXI Editores, 2001, p. 530.
79
Carlos M. Vilas, “El populismo como estrategia de acumulación: América Latina”,
en Críticas de la Economía Política (edición latinoamericana), México, Ediciones El Caba-
llito, número 20/21, julio-diciembre de 1981, p. 98.
74 DERECHAS
80
Alberto J. Pla menciona tres grandes etapas del nacionalismo latinoamericano: el
primero, a finales del siglo xix, de contenido proteccionista; el segundo, a partir de
la crisis de 1930, con contenido antiimperialista; y el tercero, a partir de la revolución
cubana, que se le llamó nacionalismo revolucionario, no sólo antiimperialista sino
también de estatizaciones. Alberto J. Pla, América Latina siglo XX. Economía, sociedad,
revolución, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1980, p. 327.
81
Vargas se suicidó en 1954 y en su testamento político acusa de su muerte a la oli-
garquía nacional y al imperialismo estadunidense. Véase Tres continentes, La Habana,
Prensa Latina, 1966, p. 634.
82
La Constitución peronista de 1949 consagró los derechos de los trabajadores, pero
eliminó el derecho de huelga. Fue un gobierno autoritario, en el que se inhibieron
muchas libertades, entre éstas la de formar oposición y la de prensa, pero al mismo
tiempo logró una mayor distribución de la riqueza entre la población trabajadora.
Véase Ricardo Nudelman, Diccionario de política latinoamericana del siglo XX, México,
Océano, 2001, p. 262.
83
Sobre el populismo de Goulart y el golpe de Estado que lo derrocó, René Armand
Dreifuss, 1964: a conquista do estado, Petrópolis, Editora Vozes Ltda., (3ª ed.), 1981, p.
130 y ss principalmente.
DERECHAS 75
dientes de esos intereses, lo cual es irrelevante para los fines de este
libro. De los detalles se han encargado muchos autores, de manera
destacada James D. Cockcroft en su amplio estudio precisamente
sobre las múltiples intervenciones de todo tipo de Estados Unidos
en América Latina.84
La historia de América Latina ha sido, para los pueblos (por
lo general nacionalistas), la lucha por la independencia, por la
tierra, por sus condiciones de vida, por su derecho a organizarse
con autonomía del poder, por la democracia. Por la justicia social
más que otra cosa. Las izquierdas de diferentes tipos (partidarias,
guerrilleras o sociales no partidarias), han estado cerca o al frente
de todas esas luchas. Las derechas y las ultraderechas han estado del
otro lado, es decir del lado de la represión, de la cooptación, de la
negociación diversionista, de la defensa de los privilegios que han
combatido esos pueblos y esas izquierdas. A lo más, la derecha ha
buscado relaciones negociadas con las potencias económicas que
les garanticen el mantenimiento de sus capitales o los que represen-
tan desde los gobiernos nacionales, sean civiles o militares. Y en los
últimos años, en los años de la globalización neoliberal, ni siquiera
esto; como que dan por hecho una suerte de destino ligado a la eco-
nomía y a los intereses de Estados Unidos (muy pocos gobiernos,
como ya fue señalado, se oponen al proyecto del alca, impulsado
por Washington). En México, por ejemplo, se ha aceptado como
algo natural que el 80 por ciento de su comercio exterior dependa
del vecino país del norte, igual en 1908 que en 2003.
A diferencia de Europa, donde derechas y ultraderechas tienen
puntos de vista antagónicos, por ejemplo respecto del nacionalis-
mo, en América Latina la ultraderecha y la derecha sólo tienen
diferencias de matiz o, si se prefiere, de discurso —salvo en temas
asociados a los intereses de la Iglesia católica, como el aborto y la en-
señanza religiosa en las escuelas públicas, y no en todos los países de
la región. En otras palabras, derechas y ultraderechas en América
Latina, y más en los últimos tiempos, con frecuencia se confunden
y sus diferencias son más bien de grado que proyectos antagónicos,
razón por la cual son incluidas en este capítulo y no en la tercera
parte de esta obra.
Las ultraderechas en la región han sido menos estudiadas, al
menos como tales. En principio se podrían ubicar tres tipos de
ultraderechas: 1] las promovidas directa o indirectamente por la
84
James D. Cockcroft, op. cit.
76 DERECHAS
85
Véase al respecto a Alfonso Torres Robles, La prodigiosa aventura de los Legionarios de
Cristo, Madrid, Foca Ediciones, 2001, especialmente p. 244 y ss., donde se hacen las
principales referencias a la militancia religiosa-política de Martha Sahagún de Fox.
86
Álvaro Delgado, El Yunque. La ultraderecha en el poder, México, Plaza y Janés, 2003.
Un libro también revelador, compuesto por artículos periodísticos, es el de Manuel
Buendía, La ultraderecha en México, México, Océano/ Fundación Manuel Buendía,
1984.
DERECHAS 77
ción Ciudadana (dhiac), Asociación Cívica Femenina (Ancifem) y
Comité Nacional Provida (militantes contra el aborto), también for-
mados en los años 70. La lista de colaboradores del presidente Fox y
de altos funcionarios del pan, incluyendo a su presidente actual, que
han pertenecido a El Yunque, se puede extraer de la investigación
de Delgado.
La estrategia de El Yunque se ha basado en la penetración, similar
al entrismo de no pocas organizaciones de izquierda en partidos polí-
ticos y en sindicatos de trabajadores o en movimientos sociales. Los
yunquistas, además de haber formado organizaciones públicas (no
clandestinas ni secretas), han entrado en sindicatos empresariales
muy poderosos como la Confederación Patronal de la República
Mexicana (Coparmex) o la Confederación Nacional de Cámaras de
Comercio (Concanaco), en el mismo Partido Acción Nacional, en
posiciones de gobierno municipal, estatal y federal. También han
ganado puestos parlamentarios, y tienen influencia en universida-
des, tanto públicas como privadas (de hecho han fundado universi-
dades como la Popular Autónoma del Estado de Puebla). Han sido
financiados por conspicuos empresarios, sobre todo de los estados
del centro del país y apoyados por obispos y arzobispos de la Iglesia
católica mexicana. Ahora, menos que nunca, no puede subestimar-
se su influencia político-ideológica tanto en el medio empresarial
como en la esfera del poder institucional.
La historia de la ultraderecha en México en el siglo xx se re-
monta a la fundación del Partido Católico en 1911, organización
política de corta vida, y al movimiento cristero, que se tradujo en
una guerra civil que duró tres años (1926-1929), y detrás del cual
estuvo tanto la Iglesia católica como las empresas petroleras extran-
jeras.87 De ese movimiento surgieron tres organizaciones: Acción
Católica Mexicana, La Legión y La Base, ésta última en sustitución
de la segunda a partir de 1934, y ambas secretas. En La Base había
dos corrientes principales, la electoralista (moderada) que años
después daría origen al Partido Acción Nacional (1939), y la más
beligerante que se traduciría en la Unión Nacional Sinarquista. La
uns fue fundada en 1937,88 su lema era “Patria, justicia y libertad”,
87
Véase Jean Meyer, La cristiada, 3 tomos, México, Siglo XXI Editores, 1977.
88
Véase Comité Nacional de la uns, Historia Gráfica del Sinarquismo, t. 1 (1937-1947),
México, s.p.i. Véase también Mario Gill, Sinarquismo, su origen, su esencia, su misión,
México, Editorial Olin, (3ª edición corregida y aumentada), 1962. Otro estudio, que
rebate a Gill en varios aspectos, es el de Hugh G. Campbell, op. cit..
78 DERECHAS
89
Carlos Abascal, Secretario del Trabajo del gobierno de Fox, era director general
de la Editorial Tradición que publicaba los libros de Salvador Borrego, ideólogo nazi
y antisemita en México y autor, entre varias de sus obras, de Derrota Mundial, y libros
de Luis Pazos ex diputado del pan y ahora colaborador directo de Fox. Esa editorial
publicaba también el periódico fascista La Hoja de Combate dirigido por Celerino
Salmerón, fundado en 1967 y existente por más de diez años en México, cuyo prin-
cipal articulista era el mismo Borrego. Celerino Salmerón era el líder de las Falanges
Tradicionalistas de México. Luis Pazos es también director del Centro de Investiga-
ciones sobre la Libre Empresa (cisle), fundado en 1984 y ligado a la ultraderecha y
a miembros del ejército de Estados Unidos especializados en liderazgo. Véase <http:
//www.cisle.org.mx/cislillo.htm>.
90
Hugh G. Campbell, op. cit.. pp. 161 y ss., donde se hace referencia a la ruptura de
Abascal con la uns.
91
Las fechas señaladas corresponden a los años en que tuvieron registro oficial. Véa-
se Octavio Rodríguez Araujo, Régimen político y partidos en México, México, Instituto
Electoral del Estado de México, 2002, capítulo 3.
92
Otra organización de ultraderecha, importante porque domina la Universidad
Autónoma de Guadalajara (privada), es la conocida como Tecos (Tarea Educativa y
Cultural hacia el Orden y la Síntesis). Entre sus requisitos de ingreso es no ser fami-
liar de comunistas, de judíos y de masones, ser hijo de católicos y estar convencido
de la defensa de la uag.
DERECHAS 79
ultraderecha ha sufrido cambios ideológicos importantes: ahora
no es ultranacionalista (lo cual la diferencia de la ultraderecha de
Estados Unidos y de Europa), no es antiliberal pero sí antiestatista, y
simpatiza con el gobierno de Estados Unidos y con la globalización
neoliberal (otra diferencia con las ultraderechas europeas y con
algunas de América Latina).
Las ultraderechas modernas latinoamericanas, y no sólo en
México, así como las derechas, no son contrarias en general a Esta-
dos Unidos, ni a la globalización neoliberal ni a los valores religiosos
—principalmente de la Iglesia católica, de mayor influencia que en
el pasado cuando la separación entre Iglesia y Estado era visible en
algunos países latinoamericanos.
En Brasil existe el Partido de Reedificação da Ordem Nacional (pro-
na) registrado oficialmente en 1990.93 El dirigente nacional de este
partido es Enéas Ferreira, y en su ideario propone el fortalecimien-
to de la nación rompiendo definitivamente con el sistema finan-
ciero internacional que incluye “al fmi, el Banco Mundial, la omc
y similares”. Es un partido populista nacionalista de inserción en
pequeñas poblaciones de Brasil y, por lo que se puede conocer de
sus propuestas y acciones, muy poco imaginativo.94 prona no parece
ser una organización anticomunista y fascista beligerante como lo
fue la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y
Propiedad (tfp) de Plinio Correa de Oliveira, que tenía nexos con
fua-muro-guia de México a mediados de los 70 del siglo pasado.95
Por lo demás, todos los gobiernos después de la dictadura y antes
del actual, han sido de derecha. Se interpreta que el gobierno de
Lula sería de centro-izquierda, aunque en su campaña y por sus
antecedentes en el Partido dos Trabalhadores, se le caracterizó de
izquierda.
La ultraderecha en Argentina, como bien es sabido, ha estado
en las fuerzas armadas y, por supuesto, en la dictadura militar de
1976 a 1983, pero antes, durante el gobierno de María Estela (Isa-
bel) Martínez de Perón y su siniestro colaborador López Rega, la
ultraderecha, apoyada por éste, fue la Alianza Anticomunista Argen-
tina (aaa), compuesta por asesinos profesionales y fascistas, organi-
zada por las fuerzas armadas y de seguridad, que actuó con absoluta
93
Véase <http://www.tre-sp.gov.br/partidos/prona.htm>.
94
Véase <http://www.prona-rj.com.br/index.htm>.
95
Juventudes Nacionalistas de México, Deslices de la TFP y contubernio FUA-MURO-GUIA,
México, 1975.
80 DERECHAS
101
Ricardo Nudelman, op. cit., p. 280.
102
La Jornada, México, 31 de julio de 2003. La breve historia del frg puede verse en
el sitio oficial <http://www.frg.org.gt/historia-frg.htm>.
103
A los grupos de ultraderecha y paramilitares, el gobierno de Uribe ha planteado
inmunidad en sus negociaciones con ellos, lo cual ha sido muy controvertido, tanto
dentro como fuera de Colombia. Véase La Jornada, México, 1 de octubre de 2003.
104
Véase el sitio de las auc <http://www.colombialibre.org/#>. Y también, del Minis-
terio de Defensa de Colombia, Los grupos ilegales de autodefensa en Colombia, en <http://
www.mindefensa. gov.co/ publicaciones/ ministerio/ espanol/doc-autodefensas. doc>.
105
Sobre el origen, tipo de armamento y papel de las Convivir, véase <http:
//www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/convivir.html>. Véase también BBC
mundo. com del 8 de agosto de 2002, en <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_
america/newsid_2181000/2181939.stm>.
82 DERECHAS
106
Su biografía puede consultarse en <http://www.cidob.org/bios/castellano/
lideres/f-028.htm>.
107
Véase <http://www.asamblea.gob.sv/diputados/arena.htm>.
108
El fmln alcanzó el 29 por ciento en la elección presidencial de 1999 y el primer
lugar —34 por ciento— en las elecciones legislativas de marzo de 2003. Datos de
<http://www.electionworld.org/elsalvador.htm>.
109
Véase Noëlle Demyk, “El Salvador”, en El Estado del mundo, 2003, op. cit., p. 372.
DERECHAS 83
sara a la presidencia. Por primera vez en la historia del continente
americano soldados de Estados Unidos, entre otros, invadieron un
país para quitar a un dictador y poner en su lugar a un hombre
calificado de izquierda (Aristide); esto ocurrió en octubre de 1994.
Aristide fue sucedido por su antiguo primer ministro René Preval
(1996), que terminaría por subordinarse al Fondo Monetario In-
ternacional y al Banco Mundial, provocando extensas inconformi-
dades en su país. A finales de 2000 Aristide fue electo otra vez para
la presidencia de Haití, en medio de una gran anarquía interior,
del desconocimiento de la oposición al nuevo gobierno, y de una
pobreza y desempleo sin paralelo en el continente. La estabilidad
no se consiguió con su reelección, y el partido gobernante, ahora
llamado Fanmi Lavalas, es considerado simplemente personalista.
En Haití no se piensa que Aristide, el reelecto presidente, sea de
izquierda aunque lo haya sido anteriormente.110 ¿El precio por la
“ayuda” estadunidense, o simple cambio de ideología?
Cuando los sandinistas en el poder convocaron a elecciones
quizá no suponían que la derecha, aliada con la ultraderecha somo-
cista, ganaría el gobierno de Nicaragua. Violeta Barrios de Chamo-
rro formaba parte del partido fundado por su esposo, la Unión De-
mocrática de Liberación (udel), y como tal participó en la primera
Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, constituida en julio
de 1979, y en la que participaba también el empresario Robelo del
Movimiento Democrático Nicaragüense. Meses después, en abril de
1980, la señora Chamorro renunció, y un poco más adelante también
Robelo. Chamorro formó una organización amplia de oposición, la
uno (Unión Nacional Opositora) en 1986, que incluía a organizacio-
nes de ultraderecha y también de izquierda, aunque parezca extraño.
La principal organización de ultraderecha, años después poderosa,
fue el Partido Liberal Constitucionalista (plc), el cual, junto con el
Partido Neoliberal (pali), se escindiría de uno para conformar la
Alianza Liberal (1994). Chamorro, quien no contara con ayuda ex-
tranjera, siquiera semejante a la que había invertido Estados Unidos
para financiar a la contra, llegó al final de su mandato con una Nicara-
gua empobrecida y asediada por las fuerzas más reaccionarias del país
y por los llamados recontras (ex contras). La sucedió en el gobierno
José Arnoldo Alemán Lacayo (1996-2001).
Alemán era hijo de uno de los colaboradores del dictador
Somoza Debayle y un activo contrarrevolucionario durante el
110
Aristide ya no es sacerdote ni partidario de la teología de la liberación.
84 DERECHAS
111
Las biografías de Chamorro, Alemán y Bolaños, con datos sobre los partidos
nicaragüenses de derecha y ultraderecha, en <http://www.cidob.org/bios/
castellano/lideres/>. Sobre las últimas elecciones, <http://www.electionworld.org/
nicaragua.htm>.
112
Véanse los capítulos “Nicaragua”, El estado del mundo, op. cit., diferentes años desde
1989.
113
Véase <http://www.agenciaperu.com/investigacion/2002/dic/posibilismo.htm>
del 15 de diciembre de 2002.
DERECHAS 85
dicha, Perú y su historia, el Perú imperial y no las ideologías extran-
jeras que le son ajenas.114 Un partido que también participa en el
gobierno de Toledo es Unión por el Perú (upp) que se define por
su oposición tanto al populismo como al neoliberalismo, es nacio-
nalista y contrario al centralismo. Podría considerarse de centro-
derecha.115
El presidente de Paraguay, como ya fue mencionado, se ha ma-
nifestado en contra del alca y en favor de una política de desarro-
llo económico que disminuya la pobreza en su país. Sin embargo,
no puede pasarse por alto que se trata del undécimo presidente
consecutivo del Partido Colorado (Asociación Nacional Republica-
na-Partido Colorado) creado a finales del siglo xix. La anr-pc, no
debe olvidarse, fue el partido que apoyó la dictadura de Stroessner
(1954-1989), aunque también debe señalarse que este partido tenía
varias corrientes internas, algunas con grandes diferencias, además
de escisiones. El actual presidente Duarte perteneció a la corriente
estatista populista de la anr (el Movimiento de Reconciliación Colo-
rada) de Argaña, contraria al ex presidente Wasmosy (1993-1998),
partidario del neoliberalismo.116 El gobierno de Nicanor Duarte es,
sin lugar a dudas, de derecha, que ha ofrecido “mano dura” para
llevar a cabo su programa, pero se le considera más conservador (en
el sentido de estatista) que liberal.
Otro Partido Colorado, y más antiguo que el de Paraguay, go-
bierna a Uruguay, con Jorge Luis Batlle Ibáñez en la presidencia.
El Partido Colorado (pc), a diferencia de su homónimo paraguayo,
surgió desde mediados del siglo xix como una organización liberal
y antiestatista de intenciones centristas. Batlle fue opositor de Bor-
daberry (1973-1976) y del poder militar que le acompañó y luego lo
sustituyó hasta 1984. Pero su oposición a la brutal dictadura militar
no debe interpretarse como apoyo a los Tupamaros. Es un continua-
dor de la política de Sanguinetti y defensor del modelo “sugerido”
por el Fondo Monetario Internacional para su país. A su derecha
están los militares que, desde luego, no están de acuerdo con la Co-
misión para la Paz, presidida por el arzobispo Cotugno y que aspira
a investigar los crímenes de la dictadura. Es uno de los principales
114
La “ideología” de Belaunde y de ap puede verse ampliamente desarrollada en
<http://www.accionpopular.org.pe/htm/ideologia/perdoct04.htm>.
115
Los objetivos y el programa de upp pueden consultarse en <http://www.peru.com/
ivota/planes/p_sanroman.asp>.
116
Véase <http://www.cidob.org/bios/castellano/lideres/d-002.htm>.
86 DERECHAS
117
Para mayor extensión véase a James D. Cockcroft, op. cit., p. 453.
118
Rafael Caldera fue fundador del Comité de Organización Política Electoral In-
dependiente (copei), más conocido como Partido Social Cristiano, y presidente de
Venezuela de 1969 a 1974. Véase Ricardo Nudelman, op. cit., p. 62.
119
James D. Cockcroft, op. cit., pp. 463-464.
DERECHAS 87
medidas en contra de la burguesía terrateniente (expropiaciones),
de las empresas petroleras extranjeras y de altos funcionarios de
Petróleos de Venezuela. La reacción no se hizo esperar. Los empre-
sarios agrupados en la Fedecámaras, los sindicatos de trabajadores
afines a Acción Democrática y amplios sectores de la clase media ur-
bana comenzaron una ofensiva patrocinada por la poderosa televi-
sión privada y por algunos militares descontentos. Nunca se ha des-
cartado la muy posible intervención del gobierno de Washington en
esos sucesos ni en el golpe de Estado (fracasado) de abril de 2002
(debe recordarse que Venezuela es el tercer proveedor de petróleo
a Estados Unidos). El presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona,
y una junta cívico-militar se hicieron del gobierno, un gobierno
provisional. Pero los militares rectificaron sus posiciones y lealtades
al conocer los cambios legales que estaba impulsando Carmona. El
contragolpe se hizo presente con gran apoyo de masas, y Chávez,
ahora más mesurado, reasumió la presidencia.120 Las derechas, sin
embargo, no han roto sus lanzas. Todavía puede haber sorpresas.
La historia de las derechas en América Latina es muy extensa,
como la de golpes de Estado y gobiernos militares. Mi intención no
ha sido hacer una historia, obviamente, ni reconstruirla, sino sólo
destacar a las fuerzas de derecha y ultraderecha más cercanas al
presente, entre otras cosas para enfatizar que en el subcontinente
las derechas y las ultraderechas no necesariamente son antagóni-
cas y sí, con frecuencia, copartícipes de un mismo proyecto bien
visto, cuando no auspiciado, por Estados Unidos. Muy pocas de las
ultraderechas latinoamericanas son nacionalistas, y las existentes no
están ni participan en el poder. La mayor parte, por no decir todas,
defiende valores religiosos (principalmente de la Iglesia católica),
como ocurre también en Europa y en los países musulmanes.
120
Véase Claude Pereira, “Venezuela”, El estado del mundo, op. cit., 2002, y Fréderique
Langue, “Venezuela”, ídem, 2003. También <http://www.cidob.org/bios/castellano/
lideres/c-063.htm> y <http://www.electionworld.org/venezuela.htm>.
88 DERECHAS
121
Jean Ziégler, Sociología de la nueva África, México, Ediciones Era, 1964, p. 11. Véase
también Immanuel Wallerstein, “The decline of the party in single-party African
states”, en Joseph LaPalombara y Myron Weiner (editors), Political Parties and Political
Development, Princeton, Princeton University Press, 1966, pp. 203 y ss.
90 DERECHAS
122
Este libro fue traducido al español: W. H. Friedland y C. G. Rosberg (compilado-
res), África Socialista, México, Fondo de Cultura Económica, 1967.
123
Y vaya que lo ignoraron. Si bien Houphouët-Boigny y su partido Unión Democrá-
tica Africana fueron de los primeros en la lucha anticolonialista de ese continente,
el hecho fue que el líder de Costa de Marfil se quedó 33 años en el poder y ejerció
éste de manera autoritaria y represiva. León M’ba, una vez presidente (1961) de
Gabón, se convirtió en un dictador y sus opositores fueron encarcelados. En 1964
fue depuesto, y con apoyo de las grandes empresas francesas y del gobierno de De
Gaulle, regresó al poder para morir poco después. Para mayor extensión, véase Tres
continentes, op. cit.
124
W. H. Friedland y C. G. Rosberg (compiladores), op. cit., p. 16.
125
También escrito Tanganyika y Tanganika. La mayor parte de su territorio es ahora
Tanzania, República Unida de Tanzania, que incluye a Zanzíbar.
DERECHAS 91
URSS.”126 Nkrumah, el líder de Ghana, decía en su autobiografía que
“sólo bajo el pleno autogobierno [un gobierno nacional e indepen-
diente] estaríamos en posición para desarrollar al país y que nuestro
pueblo pudiera gozar de las comodidades y placeres de la civilización
moderna.”127 Es decir, nacionalismo, gobierno propio, moderniza-
ción, que no son ni eran metas características del socialismo.
Pero esta era la izquierda africana entonces, contraria a la de-
recha que, obviamente, se oponía al proyecto defendido por Nkru-
mah y que, finalmente, auspiciada por el gobierno de Washington,
llevó a cabo un golpe de Estado en 1966 suspendiendo garantías y
declarando ilegales a los partidos políticos, comenzando con el Par-
tido Popular de la Convención (cpp) del presidente depuesto. Los
ultraizquierdistas del presente, habrían cuestionado al líder ghanés,
lo habrían llamado reformista, de la misma manera que lo hicieron
en el Foro Social Mundial de Porto Alegre (2003) al calificar al nue-
vo presidente de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva) y a los dirigentes
del Partido de los Trabajadores de este país. Empero, en los países
africanos, como en otros, los líderes que se decían socialistas repri-
mieron —a veces con brutalidad— a sus opositores y terminaron
por hacer de sus gobiernos, por la vía de partidos únicos, aparatos
de nuevas camarillas no precisamente democráticos aunque pro-
movieron y lograron avances muy importantes en materia de salud,
educación, empleo y vivienda, más en una lógica de “moderniza-
ción occidental” que de igualitarismo.128
El esquema de interpretación, como he querido demostrar, no
es ni puede ser el mismo que en Europa, América y los dos grandes
países de Oceanía. Con muy pocas excepciones, los gobiernos de
África, Medio Oriente y Asia en su conjunto, son o han sido en
años recientes autoritarios en diversos grados y muy poco inclina-
dos a combatir las desigualdades sociales y económicas, entre otras
126
Chandler Morse, “Economía del socialismo africano”, en W. H. Friedland y C. G.
Rosberg (compiladores), op. cit., p. 64.
127
Véase K. Nkrumah, Kwame Nkrumah: un líder y un pueblo, [autobiografía], México,
Fondo de Cultura Económica, (2ª edición), 1962, p. 126.
128
Sobre la situación social y económica de los países del Tercer Mundo en los años
50 y 60 del siglo xx, véase Tres continentes, op. cit.. Contra lo que a menudo se ha queri-
do hacer creer, los regímenes con partido único, incluso en África, no necesariamen-
te han sido sinónimos de dictaduras o de totalitarismos. Un régimen autoritario de
partido único puede derivar en una dictadura o en pluralismo, como lo han señalado
Joseph LaPalombara y Myron Weiner, “The origin and development of Political Par-
ties” en Joseph LaPalombara y Myron Weiner (editors), op. cit., pp. 37-41.
92 DERECHAS
129
Para mayor extensión, véase Pratyush Chandra, “Linguistic-communal politics and
class conflict in India”, en Leo Panitch y Colin Leys, op. cit., especialmente la p. 115.
130
A partir de 1967 Yemen absorbió a Aden y, desde 1990, con diferentes regímenes en
el periodo y dos guerras entre el Yemen del norte y el del sur, es el Yemen de ahora.
131
El gobierno de Nasser tuvo un periodo con influencia relativa de marxismo, más
retórico que real. Véase a Leonrad Binder, “Political Recruitment and Participation
in Egypt”, en LaPalombara y Weiner, op. cit., especialmente p. 229.
DERECHAS 93
como las izquierdas sólo se diferencien en que las primeras aceptan
la dominación, venga de donde venga, mientras que las izquierdas
busquen la que más convenga a sus intereses, sin cuestionar, ambas,
la existencia de la dominación, como ocurre en el mundo occiden-
tal entre los partidos de centro izquierda y de centro derecha de la
llamada posmodernidad.
A principios de los años 70 del siglo pasado, con alrededor de
cinco países todavía coloniales en África y Asia (Península de Indo-
china), las nuevas naciones independientes estaban gobernadas por
dictadores, monarquías absolutas y tradicionales, juntas militares o
regímenes autoritarios con libertades muy limitadas para el pueblo.
Algunos gobernantes fueron progresistas, es decir que rompieron
con las tradiciones e intentaron modernizar a sus países, y otros fue-
ron tradicionalistas o, si se quiere usar el término, conservadores.
Pero en estos casos no puede establecerse correlación indiscutible
entre conservadurismo y derecha o progresismo e izquierda. El sha
de Irán, por ejemplo, fue un modernizador de derecha, y entre sus
opositores, que habrían de unirse en torno al ayatolá Jomeini, ha-
bía izquierdistas (incluso comunistas) que, ante el nuevo régimen
teocrático, pasaron a la oposición y luego fueron reprimidos. La
derecha modernizadora fue sustituida por la derecha conservadora
(y quizá reaccionaria), aunque en algún momento alguien pensó
(quizá por usar esquemas interpretativos occidentales), que se trata-
ba de una izquierda islámica. ¿Habrá izquierdas islámicas? Sí las hay,
de acuerdo a nuestras categorías occidentales. Por lo menos existen
en países islámicos abiertos a posiciones no fundamentalistas a pe-
sar de no ser democráticos. Irak sería un ejemplo. Es un país donde
el 97 por ciento de su población es de religión musulmana. Si bien
de 1974 a 1982, aproximadamente, el gobierno llevó cabo políticas
de distribución de la renta petrolera y encaminadas a disminuir la
pobreza y la desigualdad, con el tiempo, ya con Saddam Hussein en
el gobierno, con el Baath como partido único y, sobre todo después
de los estragos de la guerra contra Irán entre 1980 y1988 (con el
apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, URSS, Arabia Sau-
dita y Egipto132), la inversión en hospitales, escuelas y otros servicios
públicos fue disminuida. Hussein optó por aliarse a los sectores más
tradicionales y por la imposición de un régimen muy cercano al
despotismo y de privilegios para sus allegados. El gobierno perdió
132
Esa guerra, como es sabido, fue con la intención de derrotar al régimen de Jomei-
ni para evitar que la revolución religiosa se generalizara en el mundo islámico.
94 DERECHAS
133
“La oposición de izquierdas a Saddam Hussein”, entrevista a Raid Fahmi, en Rebe-
lión Internacional (internet), 5/02/03. Existían otras fuerzas opositoras de izquierda,
como el Partido Comunista Iraquí, que expresamente se oponían al gobierno de
Husein y a su régimen de “agresión y de terror” al mismo tiempo que a las potencias
imperialistas que quieren dominar a su país.
134
Hay, por supuesto, diferencia entre razas y etnias: las primeras son consideradas
extranjeras, las segundas nativas, sobre todo en el continente africano.
135
Youssef Choueiri, “Islam and Fundamentalism”, en Roger Eatwell y Anthony
Wright (editors), Contemporary political ideologies, London/New York, Continuum,
(2a. ed.) 2001, p. 255.
DERECHAS 95
para nuestra reflexión, no es la defensa de costumbres y tradiciones
de siglos o milenios, sino la intolerancia a otras costumbres, tradi-
ciones y religiones. Esta intolerancia, que en los tiempos actuales
se ha reavivado incluso en los países más desarrollados, es la que
hace del fundamentalismo de cualquier religión una posición, más
que de derecha, de ultraderecha. Esta intolerancia, basada en una
religión que es también política (el islamismo), puede conducir a
regímenes intolerantes, es decir totalitarios. Y el totalitarismo no
permite la existencia de izquierdas ni derechas, es, a lo más, de una
orientación o de otra.136
Otras religiones, también intolerantes en diversos grados y as-
pectos, suelen estar menos ligadas a lo político, entre otras cosas
porque han querido modernizarse, actualizarse, adecuarse, para lo
cual se han visto precisadas a separar la política de la esfera religio-
sa, convirtiendo ambas en complementarias y paralelas; es decir,
separadas aunque una influya en la otra. El islamismo, por cierto,
también se ha modernizado, sobre todo el sunnita (menos extre-
mista que el chiíta) y hoy en día hay países predominantemente
musulmanes que han separado al reino de Dios del reino de César
y donde sus guías religiosos se han vuelto más flexibles, menos orto-
doxos, más liberales o, para el caso, menos influyentes. De aquí que
pueda decirse que también en las religiones hay izquierdas y dere-
chas, no necesariamente relacionadas con el modernismo aunque
sí influidas por éste y sobre todo por grupos y personas radicalizados
y marxistas, como sería, para citar un ejemplo muy conocido en
occidente, la teología de la liberación frente a las interpretaciones
conservadoras de la jerarquía católica ligada a los intereses —em-
136
Señalaba Revelli, citado por Bobbio, que “…un sujeto que ocupara todo el espa-
cio político cancelaría toda distinción entre derecha e izquierda: lo que en realidad
ocurre en un régimen totalitario, en cuyo interior no es posible ninguna división.
Puede ser, como mucho, considerado de derecha o de izquierda cuando se lo com-
pare con otro régimen totalitario.” Bobbio, Derecha e izquierda, op. cit., p. 128. En
términos menos generales se debe entender que no hay totalitarismos puros y que,
aun clandestinamente, se generan oposiciones, como ha ocurrido en regímenes tota-
litarios de orientación socialista. Para Hannah Arendt el hecho de que hubiera, por
ejemplo, literatura, aunque fuera clandestina, refiere a un régimen que ya no puede
ser denominado totalitario “en el sentido estricto del término”. Ella aludía a la Unión
Soviética en tiempos de Jruschov, por comparación al régimen en tiempos de Stalin.
No estoy de acuerdo: si la disidencia o la oposición tiene que manifestarse clandes-
tinamente, estamos hablando de un régimen totalitario, que puede ser menos que
otro pero que finalmente es. Véase Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, 3
tomos, Madrid, Alianza Editorial, 1999, t. 3, Totalitarismo, p. 473.
96 DERECHAS
137
Sobre el origen y las influencias que determinaron la teología de la liberación,
véase Michael Löwy, El cristianismo de los pobres. Marxismo y teología de la liberación,
México, Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública, 1988. Del
mismo autor, en un texto más amplio, The War of Gods. Religion and Politics in Latina
America, London/New York, Verso, 1996.
DERECHAS 97
Más propio sería decir que eran de derecha y de ultraderecha según
el momento. La izquierda no tuvo nada que ver en esta historia.
Hay, sobre todo en Oriente próximo y en algunos países del
Magreb, una suerte de modernización y, si se quiere, de occidentali-
zación a partir de la emergencia y significación económica y política
de empresarios y hombres de negocios. Alain Chenal, especialista
en el estudio del mundo musulmán, ha señalado que estos indicios
de un nuevo sistema no deben interpretarse en el sentido de que
esta modernización y apertura al mundo occidental signifique una
tendencia a la igualdad social y económica o a la justicia social ni,
necesariamente, a una mayor democratización pese a que existen ya
ciertos antecedentes.138
En la India, por otro lado, donde los partidos son tan antiguos
como en Europa occidental,139 los esquemas de interpretación del
capitalismo actual tienen que incluir las identidades tradicionales,
sus conflictos y la hegemonía de unas sobre otras, como parte de su
sistema político y económico. “La casta, la raza y la religión de años
pasados se han vuelto realidades ideológicas, esenciales para repro-
ducir y legitimar el proceso fundamental a través del cual ocurre la
acumulación”,140 pero lo dominante es el juego de intereses econó-
micos y la política social y económica del gobierno. De aquí que la
derecha en la India, representada por el primer ministro Atal Bihari
Vajpayee, no sea muy diferente de la que se ha generalizado en Eu-
ropa de unos años al presente. En la India la derecha también ha
adquirido fuerza, Vajpayee es apoyado, entre otros, por el partido
regional fascista Shiv Sena, y su política social se corresponde con la
que siguen gobiernos neoliberales en otras partes del mundo.141
Es interesante hacer notar que en varios de los países de Asia
(incluso en la India bajo el gobierno de Nehru) y del sureste asiá-
tico se reprodujeron las formas del dominio colonial después de
138
Alain Chenal, “La démocratie dans le monde arabe: un horizon lointain?”, en
Relations internationales et stratégiques, Paris, trimestral, verano, número 14, 1994, pp.
78-87.
139
El Partido del Congreso se fundó en 1885.
140
Pratyush Chandra, op. cit., p. 116
141
Ídem, pp. 127-129. De hecho el Partido del Congreso tuvo la intención, desde hace
mucho tiempo, de construir un país nuevo, moderno y “deshinduizado” (de-Hin-
duized, en inglés), es decir restarle peso a la religión hindú al mismo tiempo que se
aspiraba, en la época del dominio inglés, a indianizar los servicios del gobierno. Véase
Lucian W. Pye, “Party Systems and National Development in Asia”, en LaPalombara
y Weiner, op. cit., p. 384.
98 DERECHAS
142
Véase al respecto a Hamza Alavi, “The State in Post-Colonial Societies: Pakistan and
Bangladesh”, en New Left Review, London, número 74, julio-agosto 1972, p. 59 y ss. Este
autor discute el uso de categorías marxistas para los países poscoloniales, en especial la
formación del Estado y el dominio de las oligarquías burocrático-militares.
143
Lucian W. Pye, op. cit., p. 390.
144
Véanse Isabelle Cordonnier, “La democratization en Corée du Sud”, en Relations
DERECHAS 99
país industrial en pleno desarrollo, que seguiría en crecimiento y
transformación.145 En China, como veremos más adelante, no hay
indicios de algún tipo de transición a la democracia, pese a que se
han adoptado formas de liberalismo económico, especialmente a
raíz del ingreso de este país en la Organización Mundial del Comer-
cio (omc). Esto es, sin democracia, se está intentado el desarrollo
del país, un poco en la lógica de Corea del Sur, pero sin llamarle
abiertamente capitalismo al sistema económico prevaleciente.
La derecha, independientemente de la óptica de análisis, ha
dominado y domina en la mayor parte de los países no occidentales
del planeta, pues a pesar de su peculiaridades a veces étnicas y otras
religiosas y culturales, son países inmersos en una lógica capitalista
en la que los grupos o clases gobernantes no han demostrado nin-
gún interés por disminuir la pobreza y las desigualdades sociales. La
democracia, que no es precisamente el común denominador de
estos países, tampoco ha servido para mejorar las condiciones de
vida de sus pueblos, tanto si han seguido patrones conservadores
(y en algunos casos reaccionarios), como en los que han intentado (y
en ocasiones logrado) ciertos grados de modernización, que en el
contexto ha significado occidentalización y adopción del liberalis-
mo y, más recientemente, del neoliberalismo.
internationales et stratégiques, op. cit., p. 145-149 y T. W. Kang, ¿Será Corea el próximo Ja-
pón?, Bogotá, Editorial Norma, 1989.
145
De haber sido un país agrícola en los años 50 del siglo pasado, en la actualidad
sólo el 10% de la población activa trabaja en ese sector. Su pib per cápita es superior
a 19 mil dólares y para 1993 el índice de Gini fue calculado en 0.32, inferior al de
China e incluso al de Taiwán (es decir con menos desigualdades sociales que en estos
dos países). Véanse los datos de los países mencionados en <http://www.cia.gov/
cia/publications/factbook/geos/>. No se está diciendo que este crecimiento de
Corea no haya generado serios problemas, como el de la contaminación: “En Seúl,
el 67% de las lluvias tienen el nivel de dióxido sulfúrico más alto del mundo”, señala
François Houtart, “Los NICs: ‘modelos’ para (des)armar”, Revista Temas (cultura,
ideología, sociedad), Cuba, núm. 29, abril-junio de 2002.
100 DERECHAS
146
El historiador Juan Brom, op. cit., p. 123, señala, con justa razón, que el problema
es difícil “y la discusión seguramente continuará durante mucho tiempo” y, añadiría
yo, cada vez con menos prejuicios.
DERECHAS 101
(la socialdemocracia, por ejemplo) que defienden la democracia
incluso liberal contra las formas autoritarias de cualquier grado,
con el ánimo de ampliar, desde el poder, este tipo de democracia a
los ámbitos social y económico, aunque no siempre lo hayan hecho
y a veces ni siquiera intentado.
Por lo tanto, analizaré a grandes rasgos si en los países del llama-
do socialismo (particularmente en la URSS) ha habido tendencias
al igualitarismo, si ha habido dominación y por lo mismo jerarquías
y desigualdades y, aunque no sea una categoría definitoria, si ha ha-
bido democracia o no, que en este caso ha sido motivo importante
de oposición en estos países.147 Como se supuso que no había clases
sociales, y la verdad oficial así lo decía, recuperaré también una par-
te significativa del debate sobre la naturaleza de la burocracia en los
países “socialistas”, puesto que tiene que ver tanto con las tendencias
igualitarias como con la dominación. A partir de este análisis quizá
sea más fácil entender la conversión de un supuesto socialismo en
capitalismo y la existencia de las derechas y las izquierdas antes y en
la actualidad y en qué consisten o cómo se manifiestan.
Donde hay izquierda hay derecha y donde no existe una de
estas dos categorías es porque no se permite su existencia; y a un
régimen que no permite la oposición se le denomina totalitarismo.
En el caso de la URSS, hubo por lo menos dos momentos en que
claramente había izquierda: a] en el periodo revolucionario, y b] en
la que debió ser, en el esquema marxista asumido por los dirigentes,
la formación de la dictadura del proletariado.
En el periodo revolucionario era obvia y necesaria la lucha de
una corriente que quería implantar el socialismo (tendencia al igua-
litarismo): los bolcheviques, contra los defensores del régimen an-
terior y de quienes aceptaban el gobierno provisional de Kerensky y
mantener la esencia del Estado y parte del viejo aparato de domina-
ción en una lógica capitalista. El segundo momento se caracterizó
por la pugna en torno de la concepción de dictadura del proleta-
riado como periodo transitorio entre el capitalismo y el socialismo.
En ese segundo momento había izquierda, así autodenominada;
ergo, había, por lo menos para esa izquierda, una derecha, en ese
147
Un interesante y documentado artículo sobre las desigualdades sociales en
el “socialismo” a partir de las determinaciones de clase, de la estructura de puestos
de trabajo, de diferencias entre campo y ciudad y de las posiciones de poder, es el de
Boris Vuškovi, “Social Inequality in Yugoslavia”, en New Left Review, London, número
95, enero-febrero 1976, pp. 26-44.
102 DERECHAS
148
Véase Pierre Frank, La quatrième internationale, Paris, Maspero, 1969, p. 13,
149
Para mayor extensión, véase Octavio Rodríguez Araujo, Izquierdas e izquierdismo,
op. cit., pp. 117 y ss.
150
J. Stalin, Cuestiones del leninismo, México, Ediciones Sociales, 1941, p. 710.
DERECHAS 103
prisioneros en campos de trabajos forzados.151 Era el totalitarismo y,
por cierto, las prisiones en campos de trabajo, aunque disminuye-
ron en número después de la muerte de Stalin, continuaron exis-
tiendo después por varios lustros más.152
Ahora que se conocen muchos de los crímenes de Stalin y de
cómo liquidó a sus opositores, es probable que se acepte que Trotski
y sus compañeros representaban a la izquierda y, por contraparte,
que el primero mencionado representaba a la derecha pese a haber
desarrollado considerablemente a su país. Me anticipo a decir que
esta diferenciación no tiene bases maniqueas, pues modernizar un
país, hacerlo progresar, por ejemplo en términos de industrializa-
ción, no ha sido ni es un atributo de la izquierda: Bismarck convirtió
a Alemania, agrícola y todavía con características feudales, en un
poderoso país industrial en muy pocos años y esto no significó que
su gobierno fuera de izquierda. Hitler levantó también a Alema-
nia de una crisis sin precedentes hasta convertirla otra vez en una
potencia, por añadidura imperialista, y tampoco era de izquierda.
Aún así, muchos pensaron (y quizá todavía piensan) que, por esas
razones, el llamado régimen soviético bajo Stalin fue de izquierda
y socialista.
Se suponía que en ese entonces la Unión Soviética transitaba
del capitalismo al socialismo mediante la dictadura del proleta-
riado, aunque Stalin ya hablaba de socialismo. Todos los estudios
serios sobre la URSS demuestran que el proletariado no tenía el
poder, sino el Partido Comunista. En realidad el poder lo tenía la
burocracia del partido que era también la burocracia del Estado
y, obviamente, no era esa la idea de la dictadura del proletariado.
Como he indicado antes, siguiendo a Marx y Engels, la dictadura
del proletariado debía ser el poder social de una clase mayoritaria
sobre una minoritaria que antes ejercía el poder o, en términos de
Miliband en su interpretación de Marx al respecto, la dictadura del
proletariado “debe entenderse como todo menos un gobierno sin la
mediación popular.”153 En los países de Europa central y oriental la
151
Stalin justificaba sus acciones de la siguiente manera: “La parte más influyente y
calificada de los antiguos intelectuales, ya en los primeros días de la Revolución de
Octubre, se separó de la masa restante de la intelectualidad, declaró la guerra al Poder
Soviético y abrazó el camino del sabotaje. Sufrió por ello el castigo merecido, fue deshecha y
dispersa por los órganos del Poder Soviético.” Ídem, p. 717. (Las cursivas son mías.)
152
Véase Tamara Deutscher, “Soviet Oppositions”, New Left Review, London, número
60, marzo-abril 1970, pp. 52-58.
153
Ralph Miliband, “Reflexiones sobre la crisis de los regímenes comunistas”, en
104 DERECHAS
Robin Blackburn (compilador), Después de la caída (el fracaso del comunismo y el futuro
del socialismo), México, Editorial Cambio XXI/Colegio Nacional de Ciencias Polí-
ticas y Administración Pública/Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (unam),
1994, p. 33.
154
Véase al respecto el análisis de Chris Harman, Bureaucracy and Revolution in Eastern
Europe, London, Pluto Press, 1974, en especial los tres primeros capítulos.
155
Londres, 27 de octubre de 1890, en C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Buenos
Aires, Editorial Cartago, 1973, p. 383. (Las cursivas en el original).
156
Véase Maurice Halbwachs, Las clases sociales, México, Fondo de Cultura Económi-
ca (Colección Breviarios número 32), (2ª ed.), 1954, particularmente el capítulo v
sobre la clase media.
DERECHAS 105
precisara ni sugiriera que se tratara de una nueva clase social, resalta
el hecho de que adquieren intereses particulares que, de suyo, se-
rán diferentes a los de la sociedad que los eligió. En esta lógica, si a
partir de sus cargos y puestos en la esfera estatal se hacen de medios
de producción (fenómeno que en los países capitalistas es común
que ocurra), tendrán un doble papel y al final dominará, al menos
en su actitud, uno de estos dos papeles. Si por tratarse de un Estado
no capitalista no pueden adquirir para sí medios de producción, sí
podrán gozar, en cambio, de privilegios, atesorar ganancias (nor-
malmente en el extranjero) y, eventualmente, hacer negocios fuera
de su país, pero no podrán ser considerados como una clase en el
sentido marxista del término; si acaso, una clase localizada fuera de
la relación principal de explotación en el sistema, para usar la idea de
Wright157 que me parece muy sugerente, y que discutiré más adelan-
te al analizar las consecuencias de las decisiones de la burocracia en
la sociedad de los países supuestamente socialistas. Otro enfoque
también sugerente, y a mi juicio no contrapuesto al anterior, es el
de Therborn,158 que me permito adaptar a mi interpretación, excul-
pando al autor de toda responsabilidad. Cuando los revolucionarios
en Rusia destruyeron el aparato de Estado burgués, no fueron los
trabajadores los que se hicieron de él, como tampoco la burguesía
nacional ni la pequeña burguesía. Fue un sector más capacitado que
el común de los obreros, en teoría su vanguardia y los especialistas,
los que por razones técnicas y culturales, explicaría Lenin,159 tenían
que hacerse cargo del aparato de Estado supuestamente proletario.
De aquí surgió la burocracia en el poder, como una capa social que
no era proletaria en sentido estricto, ni burguesa. Esta capa terminó
por ser dominante y por reproducirse a sí misma en función de sus
propios intereses, intereses que se explicarán más adelante. Erik
Olin Wright, en otro de sus libros,160 intervino en este debate y men-
cionaba las condiciones que hicieron posible la reproducción y el
fortalecimiento de la burocracia al mismo tiempo que se socavó “la
capacidad política de la clase obrera.” Y en su análisis comparativo
de Weber con Lenin, en este mismo libro, llevó a cabo una notable
157
Erik Olin Wright, op. cit., pp. 89-90.
158
Göran Therborn, op. cit., p. 181, principalmente.
159
Véase “Informe sobre el programa del partido” presentado por Lenin al VIII Con-
greso del pc (b) de Rusia, marzo de 1919, en V. I. Lenin, Obras escogidas en tres tomos,
Moscú, Editorial Progreso, 1966, t. 3, particularmente pp. 181 y ss.
160
Erik Olin Wright, Clase, crisis y Estado, Madrid, Siglo XXI de España, 1983, pp. 214 y ss.
106 DERECHAS
161
Ídem, p. 219. (Las cursivas son mías).
162
Véase M. Bakunin, “Socialismo sin Estado: anarquismo”, en Anarchist Archives;
Marxists Internet Archive (MIA), 1999. En español, MIA, 2001.
163
V. I. Lenin, “Economía y política en la época de la dictadura del proletariado”, en
V. I. Lenin, Obras escogidas en doce tomos, Moscú, Editorial Progreso, 1977, t. x (junio
de 1919-abril de 1920), p. 185. (Las cursivas en el original.)
164
El artículo 5 de la Constitución de la Unión Soviética, 40 años después del triun-
fo de la revolución, establecía que “la propiedad socialista reviste en la URSS ya la
forma de propiedad del Estado […], ya la forma de propiedad cooperativo-koljosiana
[en referencia al campo]. Ver Constitución de la URSS, Moscú, Ediciones en Lenguas
Extranjeras, 1960.
DERECHAS 107
cerse muchos observadores y analistas críticos de lo que ocurría en
la Unión Soviética, pues era claro que fue más bien la burocracia la
que tuvo en sus manos el aparato del Estado (y también el poder del
Estado) y que la propiedad de los medios de producción terminó
siendo, como propiedad estatal, administrada por esa burocracia
partidaria y estatal (siempre en nombre, por supuesto, del proleta-
riado).165 Quizá, sin proponérselo, pues no tuvo vida suficiente para
ver lo que ocurriría después en la URSS, Lenin tuvo razón al decir
que la lucha de clases adoptaría nuevas formas.
Más adelante habría críticas, incluso debates sobre el papel de
la burocracia en la Unión Soviética y si la burocracia era o no una
clase social. Este debate, sólo en apariencia ajeno al tema que estoy
desarrollando, ha sido muy importante y servirá para interpretar el
fracaso del proyecto de construcción del socialismo que terminaría
por conducir, de “regreso”, al capitalismo. La responsabilidad de
este proceso la tuvo la dirección del Estado soviético, es decir el
poder, y no puede adjudicársele al resto de la sociedad, ni mucho
menos a los trabajadores —que fueron expropiados políticamente
al suplantarse la “dictadura del proletariado” por la dictadura del
partido, o más bien por la dictadura de la burocracia. Este fenó-
meno no fue exclusivo de la Unión Soviética. El checoslovaco Jiri ˇ
Pelikan decía que en toda Europa del este y no sólo en su país el
partido se hizo cargo del Estado, del parlamento y de los sindicatos,
en tanto que los trabajadores no tenían nada que hacer salvo seguir
las instrucciones del partido.166 Y añadió algo que a mi juicio es muy
importante para el tema: “Yo pienso que esta fue la fuente de la cri-
sis que apareció después. La clase obrera, que había sido muy activa
antes de la guerra, durante la guerra y después de la guerra, fue
sistemáticamente despolitizada por los dirigentes del partido. Los
slogans del partido decían que desde que la clase trabajadora tenía
el poder, el papel de los trabajadores era trabajar para incrementar
la productividad […] y que ésta sería la mejor contribución que
podían hacer para la construcción del socialismo.”167 La idea de los
165
El mismo Lenin, en su “Informe sobre el programa del partido”, op. cit., señalaba
que “hasta hoy no hemos podido lograr que las masas trabajadoras puedan participar
en la administración”. Y las masas trabajadoras no lo lograron, entre otras razones
porque la burocracia adoptó una propia dinámica en función de sus intereses.
166
Este mismo diagnóstico lo hizo Boris Vuškovi, op. cit., para el caso de Yugoslavia.
167
Jii Pelikan, “The Struggle for Socialism in Czechoslovakia” (Interview by Quintin
Hoare & Robin Blackburn), en New Lwft Review, London, número 71, Enero-Febrero
1972, p. 11.
108 DERECHAS
168
Al respecto puede verse el libro de E. Chejarin, El sistema político soviético en la
etapa del socialismo desarrollado, Moscú, Editorial Progreso, 1975, cuyo título mismo,
alrededor de nueve años antes de la perestroika de Gorbachov, nos revela qué tan lejos
estaban los publicistas soviéticos de su propia realidad.
169
Sobre estos grupos y sus diferencias, puede consultarse a Georg Brunner y Hannes
Kaschkat, “Party, State and Groups in Eastern Europe”, en Jack Hayward y R. N. Berki
(Editors), State and Society in Contemporary Europe, England, Martin Robertson, 1979,
especialmente pp. 108 y ss. Véase también, sobre la liquidación de la oposición en
los países del este europeo —por instrucciones de Stalin—, a Chris Harman, op. cit.
Y sobre la uniformidad impuesta por la URSS, véase la cita de Kural Kaplan en Nova
Mysl (1968) que hace Harman en la p. 60.
DERECHAS 109
Europa”, formarían parte de la disidencia y luego del nuevo poder a
partir de 1989, constituyendo “la primera politocracia poscomunis-
ta”, para usar el término de Eyal, Szelényi y Townsley.170 En la URSS,
este proceso sería diferente: habría un traslape de grupos elitistas,
no sin serios conflictos, que terminaría por definirse por los sectores
más inclinados al capitalismo, es decir por la derecha de la derecha,
que en este caso y por comparación entre las corrientes internas
sería la ultraderecha (quiero recordar que estamos refiriéndonos a
conceptos relativos).
Con conclusiones semejantes, Wright171 nos ofrece otro enfo-
que: “Alvin Gouldner y otros —escribía— han argumentado que los
beneficiarios de las revoluciones sociales en la historia no han sido
las clases oprimidas del anterior modo de producción, sino ‘terceras
clases’. Muy notablemente, no fue el campesinado el que devino cla-
se dirigente (ruling class) con la desaparición del feudalismo, sino
la burguesía, una clase que estaba localizada fuera de la relación
principal de explotación del feudalismo. Un argumento similar
puede extenderse a los directivos-burócratas (manager-bureaucrats)
con respecto al capitalismo y a los expertos con respecto al socialis-
mo burocrático de Estado (state bureaucratic socialism): en cada caso
estos constituyen rivales potenciales a la clase dirigente existente.”
Estas “terceras clases”, originalmente fuera de la relación principal de
explotación en el sistema, fueron las que después de las reformas
desestalinizadoras, se fueron conformando no sólo en la URSS sino
en otros países “socialistas”, y son las que le dieron ese carácter de
heterogeneidad a las burocracias dirigentes y a las oposiciones que
surgieron, que se desarrollaron y que disputaron el poder en los
últimos años antes de la caída del llamado comunismo.
No cabe duda que la lucha de clases, como decía Lenin, adop-
taría nuevas formas.
170
Gil Eyal, Iván Szelényi y Eleanor Townsley, “La teoría del gerencialismo poscomu-
nista”, New Left Review (en español), Madrid, Akal, número 9, julio-agosto de 2001,
p. 53.
171
Erik Olin Wright, Classes, op. cit., pp. 89-90.
110 DERECHAS
172
Véase el desarrollo de este concepto en Gilberto Mathias y Pierre Salama, El Esta-
do sobredesarrollado, México, Ediciones Era, 1986.
173
León Trotsky, En defensa del marxismo, Barcelona, Editorial Fontamara, 1977.
174
Ídem, p. 14.
175
Ídem, p. 15.
176
Algunas de las observaciones más importantes de Ciliga sobre la URSS y el surgi-
miento de la burocracia como poder, en Claude Lefort, ¿Qué es la burocracia?, Fran-
cia, Ruedo Ibérico, 1970, capítulo v “El testimonio de Anton Ciliga”, pp. 90-97.
177
Traducido al español como Bruno Rizzi, La burocratización del mundo, Badalona,
Ediciones Península, 1980.
DERECHAS 111
ficción, como el filósofo alemán, Boris Meissner, especialista en el
tema, quien dividiera a la sociedad soviética en cinco capas sociales,
de las cuales la clase superior estaba constituida por los burócratas
de alto nivel y por las elites muy especializadas.
En 1956, sorprendentemente, apareció un estudio de Nemchi-
nov, académico soviético, intitulado “Cambios en la estructura
clasista de la población de la Unión Soviética” que citó y criticó
Ralf Dahrendorf en su famoso estudio sobre las clases sociales en
la sociedad industrial.178 Para Nemchinov, en la URSS no podía
hablarse de clases sociales pues “la propiedad socializada hace im-
posible que los ingresos privados se conviertan en fuente de poder”
(a lo cual podría agregarse que, sin embargo, no fue imposible que
a partir del poder la burocracia pudiera tener ingresos privados). Y
si bien aceptaba que “los criterios objetivos para la determinación
de las clases sociales lo constituyen la situación de miembro de la
sociedad por razón de profesión y tipo de ingresos”, añadía que su
determinación principal estaría dada por “la forma de propiedad
dominante y el tipo de las relaciones de producción, en la que se
hallan unos miembros individuales, respecto de otros miembros en
un sistema determinado de trabajo dentro de la sociedad”. Por lo
mismo, a diferencia de otros autores, para Nemchinov la intelligent-
sia, los altos empleados técnicos y administrativos, los ministros,
los funcionarios del partido y los directores de las empresas de
producción, formaban un grupo social intermedio, y no una clase
social.179 Y Dahrendorf, en su crítica al autor soviético, decía: “si
[…] los titulares de los puestos burocráticos superiores constituyen
una clase en las sociedades occidentales, no se explica por qué en la
Unión Soviética sólo constituyen un mero ‘sector’, una especie de
representación de la clase obrera.”180
En 1959 otro yugoslavo, Milovan Djilas, publicó La nueva clase,
libro que ha servido de reflexión a otros autores.181 En 1960 apa-
reció en polaco un libro de Stawar, publicado en español 17 años
después, titulado Libres ensayos marxistas.182 En su capítulo sobre la
178
Ralf Dahrendorf, Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, Madrid,
Ediciones RIALP, 1962 (originalmente publicado en alemán en 1957).
179
Ídem, pp. 116 a 119.
180
Ídem.
181
Milovan Djilas, La nueva clase, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1961. En
este libro Djilas se refería al nacimiento de “una clase nueva hasta entonces descono-
cida en la historia”, identificada con la burocracia política, pp. 44-45.
182
Andrezej Stawar, Libres ensayos marxistas, México, Editorial Era, 1977.
112 DERECHAS
183
Ídem, p. 51.
184
Disidente soviético que previó la caída de la URSS para 1984 en un libro preci-
samente titulado Will the USSR Survive Until 1984?, citado por Tamara Deutscher, op.
cit., p. 55.
185
Henry Jacoby, La burocratización del mundo, México, Siglo XXI Editores, 1972, p.
199.
186
Ídem, p. 202.
187
Rudolf Bahro, La alternativa, Barcelona, Materiales, 1979, p. 280. Castoriadis ob-
servaba que en la URSS el partido debía “existir para la burocracia y no la burocracia
para el partido.” Cornelius Castoriadis, La societé bureaucratique, T. 2 (la révolution
contre la bureaucratie), Paris, Union Générale d’Éditions 10/18, 1973, p. 170.
DERECHAS 113
burocratismo, escribía Bahro, “hace tiempo que ha dejado de ser
una mera forma externa, sobrepuesta. Se ha convertido en la forma
de existencia política en alguna medida natural de un gran grupo
de personas con intereses particulares muy determinados y que ha
cristalizado en torno a las raíces, el tronco y las ramas del aparato
de poder. […] Este grupo social comprende en lo esencial la ocupa-
ción de las instancias oficiales principales en toda la pirámide política,
estatal y ‘social’ de dirección, incluyendo las ramas militares, poli-
cial e ideológica, o sea, precisamente el extenso funcionariado del
partido, el Estado y la economía en el sentido más amplio”.188
Voslensky, tres años después del libro de Bahro, denominaría
a ese funcionariado, a esa “politburocracia”, nomenclatura. Tituló
su libro La nomenclatura. Los privilegiados en la URSS,189 y explicaba
que “en la lengua burocrática soviética corriente, ‘nomenclatura’
significa: 1] Lista de puestos de dirección de la jurisdicción de las
autoridades superiores. 2] Lista de personas que ocupan esos pues-
tos o que están en reserva para esos puestos.190 Para Voslensky la
nomenclatura era una clase.191 “El grupo de los ‘dirigentes’ —escri-
bía— constituye en la URSS una clase, una clase de la sociedad so-
viética que se disimula. En la medida en que el lugar de esta clase en
el sistema de producción social es preponderante, en que ella dispone
de los medios de producción, en que su papel en la organización so-
cial del trabajo es director, se trata de la clase dominante de la sociedad
soviética, cosa que se le oculta al mundo.”192 Jean Elleinstein, en su
prólogo al libro de Voslensky, decía que “la nomenclatura no es una
clase banal. Ella dispone de un poder sin precedente en la historia,
puesto que ella es el Estado mismo”.193
Djilas decía, refiriéndose a los países llamados comunistas, que
“es la burocracia la que usa, administra y controla oficialmente tan-
to la propiedad nacionalizada y socializada como la vida entera de la
sociedad. El papel de la burocracia en la sociedad, es decir la admi-
nistración monopolista y el control de la renta y los bienes naciona-
les, le da una posición especial privilegiada. Las relaciones sociales
188
Ídem, p. 277 (las cursivas son del original).
189
Michael Voslensky, La nomenklatura. Les privilégiés en U.R.S.S., Paris, Pierre
Belfond, 1980.
190
Ídem, p. 76.
191
Se calcula que para 1980 la nomenclatura estaba formada por un cuarto de millón
de personas.
192
Ídem, p. 40 (las cursivas en el original).
193
Ídem, p. 24.
114 DERECHAS
194
Milovan Djilas, op. cit., p. 42. La noción de capitalismo de Estado, como ya se
señaló antes la utilizó también Charles Bettelheim, op. cit.
195
Bruno Rizzi, op. cit., p. 55.
196
Ídem, p. 79.
197
Jean Elleinstein, “Prólogo” a Voslensky, op. cit., p. 20.
DERECHAS 115
te, absolutamente análoga a la burocracia soviética. Pero el Estado
fascista no pertenece a la burocracia más que ‘en cierta medida’…
Si Hitler intenta convertirse en propietario del Estado y, con ello,
convertirse en propietario de la propiedad privada, completamente
y no ya sólo ‘en cierta medida’, se topará con la oposición violenta
de los capitalistas…”.198 Pero en la URSS no había capitalistas, por
lo que tampoco podía darse una “oposición violenta” de estos si la
burocracia intentara, cosa que logró, convertirse en propietaria del
Estado, “en cierta medida” —concedamos.
En síntesis, del análisis anterior pareciera que no ha habido
acuerdo sobre si la burocracia soviética era una clase social o no; sin
embargo, con éste u otro nombre se insinuaba su caracterización
como clase, al aceptarse que esa burocracia se apropiaba una parte
de la renta nacional, que sería un poco la concepción weberiana de
clase social definida, no por los modos de posesión (Besitzklassen,
en alemán), sino por los modos de adquisición (Ewerbsklassen).199
Atrás del debate sobre la caracterización de la burocracia dirigente
estaba el punto esencial: no se estaba construyendo el socialismo, es
decir las condiciones para un cierto igualitarismo o, para decirlo en
términos marxistas ortodoxos, la desaparición de las clases sociales.
Mi conclusión, a partir de Löwy, pero reinterpretándolo, es que
sí había clases sociales en los países llamados socialistas; nuevas cla-
ses, pues se ubicaban tanto en el proceso de producción, puesto que
lo dirigían y se beneficiaban de él, como en relación con instancias
extraeconómicas de la estructura social, es decir en lo político.200
198
León Trotsky, En defensa…, op. cit., p. 234.
199
Véase al respecto a Georges Gurvitch, Teoría de las clases sociales, Madrid, Editorial
Cuadernos para el diálogo, 1971, p. 141.
200
Löwy decía, en relación con los intelectuales, que éstos “no son una clase sino una
categoría social; no se definen por su lugar en el proceso de producción sino por su rela-
ción con instancias extraeconómicas de la estructura social; igual que los burócratas y
los militares se definen por su relación con lo político, así los intelectuales se sitúan por
su relación con la superestructura ideológica.” Véase Michael Löwy, Para una sociología
de los intelectuales revolucionarios, México, Siglo XXI Editores, 1978, p. 17.
116 DERECHAS
201
En Voslensky, op. cit., p. 22.
202
La situación descrita por Elleinstein tiene antecedentes en los años finales de los
20. Con el Primer Plan Quinquenal (1928-1932) se llevó a cabo la colectivización de
la agricultura; sin embargo, la producción no aumentó de acuerdo con las metas
del Plan. Ciertamente la industria pesada rebasó las previsiones, pero a costa de la
industria ligera, de otros sectores económicos y del consumo de la población. Esta
situación se mantuvo hasta la muerte de Stalin e incluso después, salvo en el periodo
de la guerra durante el cual el énfasis se puso en la producción de armamentos, que
era lo lógico.
203
Maxime Mourin, op. cit., pp. 382 y ss.
204
Constitución que, si bien establecía formalmente las libertades de conciencia, de
palabra, de prensa, de reunión y de manifestación, declaraba como enemigo del pue-
blo a cualquiera que atacara la propiedad socialista o fuera negligente en su vigilan-
cia. Véase, además de Mourin, p. 387, Comisión del Comité Central del P. C. (b) de
la URSS, Historia del Partido Comunista (bolshevique) de la U. R. S. S. (compendio), Moscú,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1939, p. 405. (“bolshevique” en el original).
DERECHAS 117
1938.205 En la economía, por otro lado, la situación no mejoró: la
industrialización a toda costa, exitosa en muchos sentidos, llevó no
sólo a la desincentivación de la producción en el campo, sino al
hambre generalizada, sobre todo entre la población rural.)
Los señalamientos de Elleinstein habrían de dar pie, aunque
no se lo propusiera, a uno de los puntos centrales de las reformas
de Gorbachov. Abel G. Aganbeguian, el primero de los consejeros
económicos de Gorbachov, señalaba que “en este momento [1987]
el sistema administrativo de dirección y de gestión de la economía
[en manos de la vieja burocracia] se ha transformado plenamente
en un mecanismo de freno de nuestro desarrollo” y “el nivel de vida
ha dejado de aumentar”.206
De lo mencionado anteriormente se puede llegar a una con-
clusión irrefutable: independientemente de si la burocracia era
una clase sui generis o una “categoría social”, como la llamó Löwy,
lo cierto es que había una burocracia política que, desde el aparato
del Estado y del partido, no sólo dirigía a la sociedad entera (y el
proceso de producción) sino que la dominaba, sin permitir o sin
importarle cubrir las necesidades crecientes de la población —para
no hablar del socialismo. Esa burocracia, sobre todo en el largo pe-
riodo de Brézhnev, habría de convertirse en la nueva derecha de la
Unión Soviética y también de los otros países llamados socialistas de
Europa dominados por aquélla. Fue una burocracia que ciertamen-
te, como decía Nemchinov, no obtuvo su poder de los ingresos pri-
vados de una economía socializada (que más bien fue estatizada),
pero que sí obtuvo beneficios y privilegios al ejercer el poder. Fue
una burocracia que, impedida para vender las empresas estatales,
usufructuaba los beneficios de éstas y de su administración y gestión
que, muy probablemente, dado el ambiente de corrupción existen-
te e innegable, capitalizaba para su provecho personal (cuando se
confiere a un burócrata el poder de repartir, decía en alguna parte
Trotski, nunca se olvida de sí mismo). Las mafias rusas, por ejemplo,
y que ahora son famosas por su fuerza económica, no surgieron
ni podían surgir por generación espontánea a los pocos meses del
205
Además de Mourin, véase Elizabeth Wiskemann, La Europa de los dictadores, 1919-
1945 (5ª edición), México, Siglo XXI Editores [1966 en inglés], 1983, pp. 148 y ss.,
donde la historiadora dice: “La muerte de Kirov convirtió a Stalin en el monstruo de
las grandes purgas.”
206
Abel G. Aganbeguian, Perestroïka, le double defi sovietique, Paris, Economica, 1987,
p. 31.
118 DERECHAS
207
Citado por Pilar Bonet, “Putin, el nuevo amigo de occidente”, El País Sema-
nal, Madrid, 9 de diciembre de 2001. (Las cursivas son mías.) Puede consultarse
en <http://www.iespana.es/rusiaonline/Nivel2/4Lecturas/Lecturas_archivos/
amigo_Occidente.htm>. La biografía de Putin puede consultarse en <http://
www.cidob.org/bios/castellano/lideres/p-017.htm>.
208
Koljós, propiedad agrícola colectiva. Sovjós, gran explotación agrícola administra-
da por el Estado. Para mayor extensión, Maxime Mourin, op. cit., pp. 380-382.
DERECHAS 119
sistema de dirección económica por mandato y órdenes. Se tiene
la intención de desembarazarse de este sistema y de renunciar a las
directivas de un plan impuesto imperativamente.”209 La perestroika
sugería cambiar las cosas, y sustituir la gestión administrativa por la
económica, bajo criterios de desconcentración y descentralización.
Se hacía énfasis en el desarrollo de la democracia económica, la pla-
nificación y el centralismo realmente democrático, con transparen-
cia, con libertad de prensa y de expresión, con sindicatos libres,
etcétera. ¿En qué consistía la reforma radical de gestión? Aganbeguian
contestaba de la siguiente manera: “Ella no consiste en renunciar
a tal o cual conquista del socialismo. […] Se trata, ante todo, de
respetar principios tales como la supremacía de la propiedad socia-
lista del pueblo entero, el desarrollo planificado y proporcional, la
división del trabajo, el principio del centralismo democrático en la
organización de la gestión, la intensificación de la producción mer-
cantil y de las relaciones de negocios y monetarias, etcétera.”210 En
otras palabras, modernización científica, tecnológica, de gestión, y
democracia y autogestión como condiciones indispensables para la
refundación.211
Al margen de los eufemismos propios de quien fuera un fun-
cionario importante en el Estado soviético, queda claro que las
reformas de Gorbachov afectarían enormes intereses de la alta bu-
rocracia de ese país. Quienes se sintieron amenazados, sobre todo
por la perestroika y por la glasnost, habrían de conformar la principal
oposición al gobierno.212 Ésta y otras oposiciones habrían de mani-
festarse gracias a la demokratizatsiya (una suerte de democratización)
que abría las posibilidades de elegir, entre varios candidatos, a quie-
nes debieran ocupar cargos locales en el partido, en el gobierno
y en las legislaturas también locales. Estas reformas no permitían,
al principio, la formación de partidos, pero poco a poco se fueron
conformando grupos políticos tolerados que se irían convirtiendo,
algunos de ellos, en nuevos partidos políticos, particularmente a
partir de 1988. Los reformistas tendrían mayores oportunidades de
expresión, y entre éstos los liberales pero también la oposición en
209
Abel G. Aganbeguian, op. cit., p. 124.
210
Ídem, p. 123.
211
Ídem, p. 68.
212
Al descentralizar las decisiones económicas y al racionalizar la administración de
la economía y concretamente de la producción, Gorbachov afectó intereses de la
burocracia central y de las principales empresas.
120 DERECHAS
213
Entre los cambios llevados a cabo por Gorbachov, se puede citar el ejemplo de la
sustitución total del equipo de Relaciones Exteriores anterior a su gobierno.
214
Esta racionalización implicó una reducción drástica del gasto militar. Véase al
respecto Anne de Tinguy, “[Union soviétique] Politique étrangère: un nouveau
départ après le retrait d’Afghanistan”, en Thomas Schreiber y Françoise Barry (dir.),
op. cit., p. 77.
215
Diario La Jornada, México, 19 de agosto de 1990.
216
Robin Blackburn, “Fin de siècle: el socialismo después de la caída”, en R. Blackburn
(compilador), op. cit., p. 201. (Las cursivas son mías.)
DERECHAS 121
del Partido Socialista Soviético en la que se decía que “las relaciones
de mercado son necesarias, pero no deben convertirse en el prin-
cipal regulador de la economía y la vida social. El mercado debe
representar el papel de un mecanismo regulador, facilitando la
capacidad de respuesta de la economía, pero sus acciones no deben
extenderse a la esfera extraeconómica y no deben determinar las
prioridades de desarrollo”.217
Propuestas como la anterior fueron ignoradas, salvo por el Par-
tido Comunista de la Federación Rusa (fundado en junio de 1990
y dirigido por Ziuganov 218), entre otras razones porque las “nuevas
clases políticas” de expertos, especialistas, ex yuppies comunistas y
democratizadores más liberales que socialistas, por un lado, fueron
proclives al capitalismo, sin pensar o discutir otra opción, y porque
los sobrevivientes de las burocracias civiles y militares, por otro lado,
quisieron mantener el poder: unos en contra de posiciones pro oc-
cidentales, y otros a favor.
Desde 1987 se había abierto la economía a las empresas conjun-
tas (joint ventures) con capitales extranjeros, primero minoritarios y
luego mayoritarios y bajo control y dirección de éstos, lo que con
el tiempo, para 1990, llevaría a la pérdida gubernamental del con-
trol de buena parte de las condiciones económicas de la URSS. La
consecuencia fue una disminución sensible del pib y un aumento
considerable de la inflación para mediados de 1991.219 El consumo
de la población habría de disminuir todavía más de lo que tradicio-
nalmente había sido, pues nunca fue una de las prioridades de los
gobiernos soviéticos. La inflación habría de aumentar a 2 500 por
ciento en 1992, 847 por ciento al año siguiente y 250 en 1994. El
resultado fue que, para 1997, 21 por ciento de la población vivía
por debajo de la línea de pobreza, cifra que aumentó a cerca de 40
por ciento en 1999, mientras un número muy reducido de “nue-
vos rusos” (entre 1 y 2 por ciento de la población total) vivía con
grandes comodidades e incluso en la opulencia. Más de la mitad de
217
Ídem, pp. 212 y 233n.
218
Véase <http://www.nns.ru/e-elects/e-persons/zyugan.html. Véase también el
programa mínimo del Partido Comunista de la Federación Rusa en “Las diez tesis de
Guennadi Ziuganov”, Pravda rossii, traducido al español en rebelión.org, 17 de agosto
de 2003>.
219
Para J.Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, una de las consecuencias de la transi-
ción al capitalismo en los países de Europa central y oriental fue “una severa contrac-
ción del pib regional y nacional de por lo menos 20%, entre 1989 y 1994”, además de
un gran incremento de la inflación y del desempleo. Op. cit., p. 247.
122 DERECHAS
220
Mark R. Beissinger, “Russia”, en Joel Krieger (Editor in Chief), The Oxford Com-
panion to Politics of the World, (2nd. Edition), New York, Oxford University Press, 2001,
pp. 745-746. Véase también con datos más actualizados, “Russia”, The World Factbook
2002, CIA, Internet.
221
Para mayor extensión, con información de 2002, véase Myriam Désert, “Rusia”, El
estado del mundo, 2003, op. cit., pp. 522-529.
DERECHAS 123
nación es antidemocrática), y si unos tienen privilegios y otros no,
también hay desigualdad, aunque se trate de un país en donde las
necesidades básicas de la población hayan estado o estén garantiza-
das mediante políticas estatales. La opresión (o la dominación) es
incompatible con el marxismo y con el socialismo, aunque se pueda
aceptar, como diría Mandel, que se trata de un régimen opresor
“históricamente progresista comparado con el régimen que ha re-
emplazado”.222
Reformas semejantes a las de la URSS también se llevaron a
cabo en la mayoría de los otros países “socialistas” de Europa. Sze-
lényi, en referencia a estos países, señalaba que la vieja burocracia
“se había venido abajo” y que, ante la ausencia de una burguesía
nacional, los únicos contrincantes serios para sustituirla, como tam-
bién señalara Wright, serían los miembros de la intelligentsia y los
yuppies comunistas, una “nueva clase política” que, a principios de
1990 (es decir como países ex comunistas), presentaba ya luchas de
poder y por el poder entre sus facciones.223 Pareciera que tal como
lo ha dicho Szelényi la expresión no fuera del todo exacta, pues en
algunos países la sustitución de altos y medios funcionarios fue mí-
nima, como ocurrió en el caso de la misma URSS-Rusia, Eslovaquia,
Moldavia, Lituania y de alguna manera Letonia en sus primeros
años de independencia (ya que el entonces influyente partido Ca-
mino Letón-Latvijas Cels estuvo formado por un buen número de ex
comunistas224), sin embargo la descomunización propiamente dicha
sólo se llevó a cabo en la República Checa, en Alemania del este y
en Estonia. En los otros países las nuevas elites dirigentes fueron ex
comunistas o miembros de la tecnocracia de afiliación comunista
(los yuppies).
En los primeros años del vuelco al capitalismo debió parecer
sorprendente la gran cantidad de partidarios de este sistema eco-
nómico y de las libertades que en general se les negaban en nom-
bre del socialismo-comunismo. Y más sorprendente debió parecer
puesto que tenían que haber pasado desapercibidos incluso para
222
Ernest Mandel, “On the Nature of the Soviet State”, New Left Review, London,
número 108, marzo-abril 1978, p. 29.
223
Iván Szelényi, “¿Los intelectuales en el poder?, en Robin Blackburn (compilador),
op. cit., p. 253.
224
J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit., p. 293. Posteriormente el Latvijas Cels
fue disminuyendo su votación hasta pasar de 18.4% en 1998 a 4.9% en 2002. Véase
<http://www.parties-and-elections.de/latvia.html>.
124 DERECHAS
225
ˇ Pelikan, op. cit., p. 18.
Jiri
DERECHAS 125
Si la política y el poder fueron determinantes del modelo eco-
nómico impuesto en los países “socialistas”, y ese poder se usó para
dominar a la población que, por cierto, no fue conducida a ningún
paraíso, no debería sorprender que la rebeldía de esa población se
orientara contra ese poder y contra el modelo económico agrietado
desde dentro y desde fuera. Cuando esa oposición soterrada tuvo
oportunidad de manifestarse, se lanzó contra las formas del poder
y contra el modelo económico que, en efecto, atravesaba una crisis
muy severa.
Pero así como hubo una derecha en la URSS y luego en la Fede-
ración Rusa, también se fue gestando una ultraderecha. El ejemplo
más evidente de este tipo de organizaciones es Pamyat (en español,
algo así como memoria), que se presenta como Frente Nacional Pa-
triótico Pamyat. El escudo de esta organización, como puede verse
en su sitio oficial en Internet, está compuesto por un águila de dos
cabezas, con una espada en una pata y una corona con una cruz en
la otra pata. En el centro contiene una imagen típica del cristianis-
mo ortodoxo, rodeada por los cuatro brazos de una cruz gamada o
svástica.226 Su líder es Dimitry Vasyliev. Dice ser una organización or-
todoxa, monárquica y la unión nacional de los ciudadanos leales del
poder ruso. Es partidaria, además de la monarquía y del nacionalis-
mo extremo, de la reinstauración de una autocracia como forma
de gobierno y es furiosamente antisemita. Según Cox y Shearman
tuvo sus defensores en los más altos niveles de la vida soviética. “Por
ejemplo —dicen los autores citados—, en 1987, Vadin Kozhinov,
un prominente crítico literario, si bien criticaba lo que él calificó
de infantilismo e ignorancia de la organización, urgió a que los as-
pectos positivos de sus actividades no debieran ser pasados por alto.
En 1988 —contiúan Cox y Shearman—, Valentin Rasputin, quien
posteriormente se uniría al Consejo presidencial de Gorbachov, no
sólo denunció lo que él llamaba la desviación de ‘izquierda’ de la
prensa por etiquetar a todos los patriotas rusos tipo Pamyat como
Black Hundreds (¿centurias negras?), sino que atacó a aquellos que
indiscriminadamente calumniaban a sus seguidores.”227 Pamyat no
es una organización de masas, pero sí es influyente por sus ideas y
sus acciones.
226
Véase <http://abbc.com/pamyat/>. Tiene traducción al inglés.
227
Michael Cox y Peter Shearman, “Alter the fall: nationalist extremism in post-com-
munist Russia”, en Paul Hainsworth (editor), The politics of the Extreme Right, London/
New York, Pinter, 2000, p. 230.
126 DERECHAS
228
Ídem, p. 231 y J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit., p. 312. Es pertinente
señalar que una de las razones del éxito inicial de Zhirinovsky fue que nunca per-
teneció al Partido Comunista de la Unión Soviética ni a las altas esferas de la alta
burocracia de su país.
229
Véase <http://www.parties-and-elections.de/russia2.html>.
230
Boston Globe, 21 de octubre de 1993, citado por Cox y Shearman, op. cit., p. 238.
DERECHAS 127
231
La biografía de Zhu Rongji puede verse en <http://www.cidob.org/bios/
castellano/lideres/z-009.htm>. Zhu, durante la Revolución Cultural, fue acusado de
reaccionario y confinado a uno de los campos de trabajos forzados eufemísticamente
llamados campos de reeducación política.
232
Véase la biografía de Hu Jintao en <http://www.cidob.org/bios/castellano/
lideres/h-001.htm>.
128 DERECHAS
233
<http://www.electionworld.org/china.htm>.
234
Sobre el proceso de incorporación de China al capitalismo, véase Françoise
Lemoine, La nouvelle économie chinoise, Paris, Éditions La Découverte, 1994.
235
Lucian W. Pye, op. cit., p. 390.
236
Con Park Chung Hee, Corea pasó de ser agrícola a industrial a partir del gobierno
DERECHAS 129
Por otro lado, el impresionante crecimiento económico de Chi-
na (calculado entre 8 y 9 por ciento anual) no se ha traducido en
mejoras para el grueso de la población, al contrario. En este país “la
clase obrera no tiene derecho a sindicatos ni a negociaciones labo-
rales”.237 Por las privatizaciones238 y el cierre de empresas obsoletas e
improductivas, se han dado millones de despidos. Por la corrupción
en la administración pública local, donde tradicionalmente había
repartos de poder, los nuevos gobiernos han apretado pinzas de
control (incluso con condenas a muerte), que también han deri-
vado, directa e indirectamente, en despidos masivos.239 Como con-
secuencia de los impuestos (se cobran impuestos al consumo) y de
la pobreza en las zonas menos desarrolladas del país, más de cien
millones de campesinos han emigrado a las ciudades industriales
en búsqueda de trabajo que no obtendrán fácilmente.240 Las des-
igualdades sociales y económicas son visibles, pese a que el produc-
to interno bruto por habitante ha aumentado considerablemente
en los últimos diez años, pero sigue siendo todavía inferior al de
un país subdesarrollado y capitalista latinoamericano, por ejemplo
Perú. El índice de Gini, en 2001, fue calculado en 0.40, semejante
al de Estados Unidos (0.41),241 es decir al de un país capitalista de
reconocidas desigualdades sociales, pero esto sí, China es ahora
miembro de la Organización Mundial del Comercio, con todo lo
que esto implica. El trato a los campesinos y la ausencia de derechos
de los trabajadores, permiten una mano de obra barata, controlada
y dependiente, que es, como señala Qin, la clave del “milagro de
competitividad” de China en el mercado mundial. El Estado y su
legitimidad, añade este autor, no están basados en ningún principio
de contrato social. “El poder del Estado de ninguna manera corres-
ponde a las responsabilidades del Estado” con su población.242
243
En 1994, cuando el crecimiento del pib en China era un poco mayor que en la ac-
tualidad (alrededor de 9.5%), The Economist (1de octubre de 1994) estimaba que, de
continuar a este ritmo, en 2020 este país sería la economía más grande del mundo,
incluso mayor que Estados Unidos.
244
Sobre la expropiación de la renta del campo para el desarrollo industrial y sobre
las desigualdades sociales que se crearon gracias a los incentivos materiales en el medio
rural, durante la época de Mao (y no sólo después de su muerte), véase Livio Maitan,
Party, Army and Masses in China: a Marxist Interpretation of the Cultural Revolution and its
Aftermath, London, New Left Books, 1976, p. 55.
DERECHAS 131
de la población (crecientemente igualitaria), la democracia en el
sentido liberal del término podría resultar irrelevante, y más si la
dominación de unos sobre otros es difusa o, al menos en apariencia,
mínima. Este podría ser el caso de Cuba, si acaso la gran mayoría de
la población no simula su apoyo al régimen político, como parece
haber ocurrido en la Europa “socialista”.
Para los fines de este estudio no nos importan aquí los grados de
democracia en la patria de Martí (que son tema de otra dimensión
—y discusión—, como ya he señalado), sino las desigualdades que
puedan darse a partir de la doble economía peso/dólar que se ha
instaurado en la isla en los últimos años. El escritor cubano y de iz-
quierda, Fernando Martínez Heredia, nos alerta sobre esta cuestión
en un magnífico escrito reciente:
245
Fernando Martínez Heredia, “El socialismo: problemas conceptuales y de estrategia”,
Revista América Libre, Buenos Aires, número 20, en Internet. (Las cursivas son mías.)
132 DERECHAS
246
Para mayor extensión sobre el presente y la perspectiva de Cuba, véase Octavio
Rodríguez Araujo, “Cuba 2003 en la encrucijada”, Revista Memoria, México, núm.
172, junio de 2003.
247
J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit., p. 249.
248
Véase L’etat du Monde, op. cit., 1993.
249
Daniel van Eeuwen, “Cuba”, L’etat du monde, ídem, 1993.
DERECHAS 133
de la URSS de Gorbachov con los países “socialistas” motivó una
crisis muy severa, sin que se arriaran las banderas de la transición
al socialismo, en Europa central y oriental fue motivo, como hemos
visto, de un viraje de 180 grados y de liberación de la tutela soviética.
Los resultados son distintos, pero persiste el peligro de que termi-
nen siendo semejantes. Lo que sí quedó claro, también a diferencia
de Cuba, fue que en la mayor parte de los países de Europa central
y oriental, en cuanto se aflojaron los controles soviéticos (políticos,
económicos y militares), se intentaron formas democráticas de ejer-
cicio del poder y diversos grados de liberalismo económico. Por lo
que se refiere a las repúblicas que se independizaron de la URSS,
ocurrió algo semejante, salvo en algunos pocos países. Pero éste
sería tema de otro análisis.
3. ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
1
Un enfoque en favor de este concepto puede verse en Roger Griffin, “¿Interregno
o final de partida? El pensamiento de la derecha radical en la era posfascista”, en
Roger Griffin et al., La extrema derecha en Europa, Barcelona, Temas Clave/Historia y
Vida, [2002].
2
El orden social determinado por Dios es todavía, a principios del siglo xxi, argu-
mento de no pocas organizaciones de ultraderecha religiosa en el mundo, incluso
en Estados Unidos.
[134]
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 135
luego contra los protestantes tanto en la misma España como en
Francia, donde fueron asesinados alrededor de tres mil “hugono-
tes” (protestantes calvinistas) en la famosa Noche de San Bartolomé
(1572). La censura, la intolerancia, la imposición de un pensamien-
to único y el rechazo a cualquier manifestación científica fueron
temas de esa ultraderecha ligada a la Iglesia católica durante la larga
noche de la Edad Media, y mucho tiempo después, hasta la fecha.
Pero también fueron argumento para confiscarles sus bienes a per-
sonas adineradas que no se sometían a quien en un momento dado
tuviera el poder, como ocurrió 500 años después, en la Alemania de
Hitler, también con los judíos. El fanatismo religioso (y no sólo cris-
tiano) fue, y sigue siendo, una constante y a veces un pretexto de la
ultraderecha para hacer más atractivo su discurso, un discurso basa-
do en el dogma y no en el discernimiento, en la razón.
La ciencia y la libertad de pensamiento y de expresión (incluso
en las artes) han sido elementos peligrosos para los representantes
y defensores más o menos fanáticos de las religiones, y más cuando
éstas se han usado como medio de control sobre determinados
sectores de la población. Sirva un ejemplo: los religiosos cristianos
han rechazado, desde finales del siglo xix, al darwinismo (teoría
considerada científica durante muchos años, sobre la evolución de
las especies). Argumentaban (y todavía argumentan) que en la Bi-
blia se explica con absoluta claridad no sólo la creación del mundo
sino del ser humano.3 Los racistas, en cambio, apoyan de alguna
manera (y a veces explícitamente) el darwinismo, dado que en la
trayectoria biológica del ser humano —dicen— los blancos son los
más evolucionados y los más fuertes (las razas superiores), que son
los que merecen sobrevivir (selección natural).4 El fascismo, en
3
Una extraordinaria película, protagonizada por George C. Scott y Jack Lemmon
(Inherit the Wind-Heredarás el viento) y dirigida por Daniel Petrie en 1999, plantea esta
pugna (Biblia-darwinismo), con base en sucesos reales ocurridos en 1925, en un
juicio legal contra el profesor John T. Scopes que enseñaba la teoría de la evolución
de Darwin en una ciudad del sur de Estados Unidos.
4
En mi opinión Darwin no fue intencionalmente racista, pero definitivamente lo
era, sobre todo en su The Descent of man (1871) y particularmente en el capítulo 6
(este libro se puede leer completo en <http://www.literature.org/authors/darwin-
charles/the-descent-of-man/index.html>). Cuando él se refería a razas civilizadas y
razas salvajes, siendo las primeras las europeas, no era original. En el siglo xix incluso
pensadores como Marx y Engels escribían (1850) sobre arrastrar a los “reacios pueblos
bárbaros al comercio mundial, a la civilización.” Ver Karl Marx y Friedrich Engels, Mate-
riales para la historia de América Latina, México, Cuadernos de Pasado y Presente-Siglo
XXI Editores, 1972, p. 192. (Las cursivas son mías.)
136 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
en el pasado
5
Para los fascistas italianos el racismo no formaba parte de su marco ideológico.
6
Simone de Beauvoir, op. cit., pp. 51-52. La teoría racista más elaborada se le atribuye
al aristócrata francés Joseph-Arthur, conde de Gobineau (1816-82), autor de Essai sur
l’inégalité des races humaines, usado por los nazis como prueba de su supremacía racial
y de que los pueblos latinos y semitas habían degenerado en el curso de la historia
como consecuencia de su mestizaje.
7
Elizabeth Wiskemann, op. cit. Una fuente de consulta de gran utilidad sobre la his-
toria política sintetizada de los países mencionados en el siguiente párrafo, y que he
complementado con otras fuentes, es J. Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 137
Para 1920 había gobiernos autoritarios en Hungría, Albania8 y
Bulgaria.9 En 1922 se agregaron Grecia e Italia, y al año siguiente
España. En 1926 se sumaron Polonia, Lituania10 y Portugal. Por
un breve periodo, caracterizado por pugnas políticas, Grecia tuvo
una relativa democracia que volvió a perderse a partir de 1927.11
Yugoslavia vivió un régimen autoritario a partir de 1929, que para
1935 adoptó formas fascistas de organización corporativa después
de haber instituido un sistema monopartidista (1932).12 En España
8
Al término de la pgm Albania fue presa de Grecia, Yugoslavia e Italia. Su economía
y el poder institucional estaban en manos de terratenientes muy atrasados. Los
primeros partidos, personalistas en su mayoría, surgieron después de la guerra.
Paradójicamente el partido más conservador era el Progresista, opuesto a cualquier
tipo de reforma agraria (el principal terrateniente del país era el líder de este par-
tido). La democracia y el liberalismo eran bienes desconocidos en Albania antes
de 1924 cuando Fan Noli, por muy poco tiempo, asumió el gobierno como primer
ministro y tomó medidas antifeudales y estableció un gobierno de tipo occidental.
A partir del golpe de Estado de Ahmed Zogú, una brutal dictadura dominó a ese
país hasta 1939 que fue invadido de nuevo por Italia. Un libro con referencias
a Albania en ese periodo es el de Joseph Rothschild, East Central Europe Between
the Two World Wars, Seattle, University of Washington Press, 1974, y más concre-
tamente Richard J. Crampton, Eastern Europe in the Twentieth Century, New York,
Routledge, 1994.
9
Durante el gobierno de Stamboliiski, bajo el zarismo de Boris III, Bulgaria tuvo
un régimen autoritario y, desde luego, represivo; pero a partir de su asesinato en
1923, y especialmente durante los gobiernos de Tsankov y de Georgiev, el poder se
endureció todavía más, fue el reino del terror hasta 1926 inclusive. Tsankov, ya sin
el gobierno, formaría en 1932 el primer partido fascista en Bulgaria, el Movimiento
Nacional Socialista por imitación del partido de Hitler. Puede consultarse Richard
J. Crampton, A Short History of Modern Bulgaria, Cambridge, Cambridge University
Press, 1987, y del mismo autor Eastern Europe…, op. cit.
10
La república de Lituania, lograda después de su independencia en 1920, fue de
breve duración. Terminó con ella un golpe de Estado en 1926; y bajo el gobierno
de Antanas Smetona se prohibieron los partidos, salvo el del gobierno, y la libertad de
prensa. Véase John Hiden y Patrick Salmon, The Baltic Nations and Europe: Estonia,
Latvia and Lithuania in the Twentieth Century, New York, Longman, 1991 y R. J.
Crampton, Eastern Europe…, op. cit.
11
Con el restablecimiento de la monarquía (1935), el rey Jorge II nombró a Ioannis Me-
taxas primer ministro. En agosto de 1936 éste instauró una dictadura de imitación fascis-
ta, que fue continuada después, con mayor brutalidad, al ser Grecia ocupada por Italia,
Alemania y Bulgaria en 1940-1941. Apud Richard Clogg, Parties and elections in Greece,
London, Hurst & Co., 1987. De 1967 a 1974 Grecia volvió a ser dominada por militares.
Un análisis de esta última dictadura, en Nicos Mouzelis, “Capitalism and Dictatorship in
Post-war Greece”, New Left Review, London, número 96, marzo-abril de 1976.
12
Para mayor información puede consultarse Vladimir Dedijer et al, History of Yugos-
lavia, New York, McGraw-Hill, 1974. Véase también E. Wiskemann, op. cit.
138 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
13
Estonia ganó su independencia en 1918, reconocida en 1921 después de que
fuera derrocada la autoridad soviética. Estableció una república democrática hasta
el golpe de Estado de Konstantin Päts. Su gobierno fue dictatorial. Ver John Hiden y
Patrick Salmon, op. cit. y R. J. Crampton, Eastern Europe…,op. cit.
14
Letonia, como los otros países bálticos, conquistó su independencia en 1920.
Durante 14 años, a pesar de una gran inestabilidad política, hubo democracia. La
amenaza de golpe de Estado en 1934 llevó a las fuerzas políticas a proponerle a
Ulmanis (héroe de la independencia y varias veces primer ministro) que se hiciera
cargo del gobierno. Ulmanis, populista de mano dura, prohibió los partidos políticos
y algunos periódicos, pero intentó mantenerse distante tanto de la URSS como de la
Alemania nazi. Véase John Hiden y Patrick Salmon, op. cit. y R. J. Crampton, Eastern
Europe…, op. cit.
15
En este país al inicio de los años 20 Corneliu Zelia Codreanu fundó en Moldavia
(entonces territorio rumano) la Guardia de Hierro, organización antisemita y anti-
comunista que sembraba el terror a su paso. No tuvo el poder, pero fue tolerada por
el gobierno. Puede consultarse Z. Barbu, “Rumania”, en S. J. Woolf et al, El fascismo
europeo, México, Editorial Grijalbo, 1970.
16
Sobre la evolución del autoritarismo en Europa durante el siglo xx, véase Matthew
White, <http://users.erols.com/mwhite28/govt1920.htm>, diferentes años.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 139
todo el mundo capitalista llamado también occidental. De hecho
—señalaba Crouzet—, para 1933 no existía un sólo régimen liberal
en el mundo, con la excepción de Estados Unidos, Gran Bretaña
y sus dominios, los países escandinavos, Bélgica y Holanda, Suiza y
Checoslovaquia.17 Y aun en este grupo de países el peso del poder
central y del Ejecutivo aumentó, incluso donde el parlamentaris-
mo era una tradición. El liberalismo económico fue suplantado
por diversos grados de intervencionismo estatal, con frecuencia
acompañado de formas autoritarias de ejercicio del poder. En los
pocos países democráticos de esos años surgieron grupos fascistas,
algunos con fuerte influencia política e ideológica. Pero de aquí no
debe desprenderse que las dictaduras de la Europa entreguerras
fueran todas y necesariamente fascistas, ni tampoco que todas fue-
ran producto de una reacción antiliberal. El fenómeno fue mucho
más complejo, entre otras razones porque el liberalismo en algunos
países, sobre todo en el sureste europeo, fue secundario ante la
preocupación nacionalista (incluso de definición de fronteras) y de
desarrollo económico o ante los intereses oligárquicos que estaban
en peligro en algunos de estos países.
Fuera de Europa y de sus colonias en África y Asia, también
había dictaduras o gobiernos autoritarios, pero difícilmente podría
decirse que tuvieran relación directa con los motivos del autorita-
rismo europeo posteriores a la pgm. En América Latina durante los
años 20 del siglo pasado las dictaduras de Venezuela, Guatemala
o El Salvador, por ejemplo, eran anteriores a la pgm, y aun las que
siguieron hasta la segunda guerra mundial (sgm), que no fueron
pocas, nunca se generalizaron tanto como en los años 70.18 La dic-
tadura de Juan Vicente Gómez en Venezuela no tuvo nada que ver
con la crisis del liberalismo o con el ascenso de la lucha de clases.
Los autócratas anteriores a la dictadura de Ubico, y esta misma en
Guatemala, tampoco correspondieron a este esquema. Las familias
oligarcas de El Salvador y Honduras, menos. En Ecuador podría de-
cirse que el liberalismo fue derrotado en la llamada revolución de
julio de 1925, pero en realidad fue derrotada la plutocracia supues-
tamente liberal que dominaba en el país. El autoritarismo caracte-
rizó a la política ecuatoriana sobre todo a partir del golpe militar
17
Maurice Crouzet, La época contemporánea, Volumen vii de Historia general de las civili-
zaciones, 7 volúmenes, Barcelona, Ediciones Destino, 1961, pp. 197-198.
18
En América del Sur, en 1977, sólo Colombia, Venezuela y las Guyanas eran países
no gobernados por militares.
140 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
19
El gobierno de Villarroel (1943-1946) fue, formalmente, civil aunque su origen era
una coalición del ejército y el Movimiento Nacionalista Revolucionario. Véase James
Cockcroft, op. cit., p. 563.
20
Véase al respecto a Helena Hirata, “El populismo como impulsor de Estado ca-
pitalista ‘semi-industrial’: el caso de Brasil”, en Críticas de la economía política (Edición
latinoamericana), México, Ediciones El Caballito, número 20/21, julio-diciembre de
1981, pp. 177-195.
21
M. Crouzet, op. cit., p. 225.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 141
Se ha abusado del término fascismo, como también del de dicta-
dura. No en todos los países donde se incubaron organizaciones fas-
cistas éstas tuvieron el poder o el poder fue fascista con todo lo que
esto implica. El fascismo es una organización que aspira al poder o
a influir en él, o es una forma de Estado. Como forma de Estado,
es decir con el fascismo en el poder y la sustitución de una forma
estatal por otra —como decía Dimitrov22—, se trata en principio
de una dictadura, pero no todas las dictaduras son o han sido fas-
cistas. Deben cumplirse, de acuerdo con el modelo clásico, ciertas
condiciones, pues una forma estatal que sea una “dictadura terro-
rista abierta”, no es condición suficiente para que sea fascista. Para
Dimitrov no sólo Italia y Alemania serían fascistas, también Austria,
España, Polonia, Bulgaria y Finlandia.23 Interesaría analizar estos
casos, y también los de Portugal, Rumania y Hungría. Bastaría, sin
embargo, la revisión de algunos de estos países para luego terminar
con los ejemplos indiscutibles y clásicos de fascismo.
Austria
22
Jorge Dimitrov, Obras escogidas, La Habana, Editora Política, 1965, p. 129 (“El ca-
rácter de clase del fascismo”). Este autor escribía en agosto de 1935: “la subida del
fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la
sustitución de una forma estatal de la dominación de clase de la burguesía —la demo-
cracia burguesa— por otra, por la dictadura terrorista abierta.”
23
Ídem, pp. 136-140.
24
Es pertinente señalar que la unidad de la nueva República no fue fácil ya que una
cosa fue el territorio del Imperio y otra el que habría de constituir el nuevo país. Las
nuevas provincias sólo tenían en común la lengua y sus ataduras a la dinastía de los
Habsburgo. Véase Barbara Jelavich, Modern Austria: Empire and Republic, 1815-1986,
Cambridge, Cambridge University Press, 1987.
142 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
25
El antisemitismo del csp era más por la identificación de los judíos con el liberalis-
mo y el socialismo, sus principales adversarios, que por razones raciales.
26
La inclinación de la corriente Social Demócrata por la unificación con Alemania
no fue sostenida después de que Hitler llegó al poder en 1933.
27
En noviembre de 1918 la Asamblea Nacional, por unanimidad, declaró que
“la Austria alemana es parte constituyente de la República Alemana”. Véase K. R.
Stadler, “Austria”, S. J. Woolf, op. cit., p. 107.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 143
Ständestaat (Estado corporativo o estamental), en oposición tanto a
la economía clásica y al liberalismo como al socialismo. Su plantea-
miento era la sustitución de la democracia formal (Formaldemokra-
tie) por la democracia corporativa (Ständische) a la que el individuo
debía someterse.28 Las milicias de la Guardia Patriótica, por inicia-
tiva de su líder, habrían de formar en 1930 su ala política llamada
Heimatbloc (Bloque Patriótico), que participaría en las elecciones
parlamentarias de ese año, aunque con resultados mucho menores
que los dos grandes partidos.
Las diferencias entre los partidos impidieron que éstos se com-
prometieran con la nueva Constitución. El gobierno socialdemó-
crata no contó con aliados importantes y en 1922 perdió en favor
del partido socialcristiano (csp), cuyo dirigente, Seipel, ocuparía la
Cancillería. Con el nuevo gobierno se recortaron los gastos sociales
que había iniciado el gobierno de Renner. La economía seguía en
crisis. En la elección de 1930 los socialdemócratas recuperaron vo-
tos, lo cual llevó al csp a buscar una nueva alianza con los Nacionales
pangermánicos, la Heimwehr y la Liga Campesina ya que el sdap re-
husó a aliarse con los socialcristianos (por segunda vez).29 En 1929
Seipel fue sustituido por el antiguo director de la policía en 1927,
Schober, quien curiosamente no simpatizaba con la paramilitar
Heimwehr ni con la idea de reformar la Constitución por medios no
constitucionales como querían las fuerzas más reaccionarias. Fue
depuesto y le sucedió un fuerte simpatizante de esta organización
paramilitar, Karl Vaugoin. A la muerte de Seipel, en 1932, Dollfuss,
del csp, hizo alianza con el Bloque Patriótico (brazo político de la
Heimwehr) para formar gobierno. Los socialdemócratas y el nuevo
partido nazi, rama austriaca del alemán, se opusieron al resultado
de las elecciones pues la mayoría era cuestionada.
Dollfuss endureció su política, mucho más que sus antecesores,
incluso que Seipel. Declaró ilegales al pequeño Partido Comunista
y al Partido Nazi y anunció la formación de un Estado corporati-
28
K. R. Stadler, ídem, p. 98.
29
La posición de Otto Bauer, líder del sdap, era la de no colaborar con un gobierno
burgués, ya que nada bueno había resultado de la primera coalición con los social-
cristianos del csp y menos después de la matanza de trabajadores en 1927. Seipel era
contrario a la democracia y enemigo de los socialistas. Su apoyo principal, además
de la Iglesia católica (él era sacerdote católico), era la Heimwehr. Véase G. D. H. Cole,
Historia del pensamiento socialista, 7 tomos, México, Fondo de Cultura Económica,
1963, tomo vii, Socialismo y fascismo (1931-1939), pp. 145-146.
144 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
30
En este caso coincidieron la influencia del corporativismo italiano y la del corpo-
rativismo católico de la Heimwehr, pero en realidad dicho corporativismo no se puso
en práctica de manera definitiva.
31
G. D. H. Cole, op. cit., pp. 76 y 152-158.
32
Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid, Espasa-Calpe, 1926, Suplemento Anual 1936-
1939, primera parte, editado en 1966, capítulo sobre Austria, p. 1104.
33
K. R. Stadler, op. cit., p. 92.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 145
Hungría
34
Ver Miclós Molnár, De Béla Kun a János Kádár, Paris, Presses de la Fondation
Nationale de Sciences Politiques/Institut Universitaire de Hautes Études
Internationales, 1987, pp. 21, 32 y 52. Véase también Jerzy W. Borejsza, La escalada del
odio. Movimientos y sistemas autoritarios y fascistas en Europa, 1919-1945, Madrid, Siglo
Veintiuno de España Editores, 2002, pp. 152-157.
35
Más de cinco mil personas fueron ejecutadas y alrededor de 75 mil fueron encarce-
ladas. El “terror blanco” obligó a más de cien mil húngaros a emigrar, en su mayoría
socialistas, comunistas, intelectuales y judíos de clase media. Puede consultarse al
respecto Jorg K. Hoensch, A History of Modern Hungary, 1867-1986, London, Long-
man, 1988.
36
Miclós Molnár, op. cit., p. 54. También puede verse el ensayo de J. Erös, “Hungría”,
en Woolf et al, op. cit., pp. 120-122.
37
J. Erös, ídem, p. 127.
146 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
38
Un alto porcentaje de la industria, probablemente cerca del 80 %, así como los
principales bancos, eran propiedad de judíos en Hungría.
39
Jerzy W. Borejsza, op. cit., pp. 154-155.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 147
alemanas en Budapest lo arrestaron,40 e impusieron al dirigente de
Cruz Flechada, Szálasi, como primer ministro.
Los grupos fascistas nunca lograron unidad y tampoco lograron
un poder suficiente, por sí solos, para llevar a Hungría al fascismo.
El fascismo húngaro, escribía Erös, comenzó como “una conspi-
ración militar, terminó como un movimiento militar”,41 con serias
divisiones y sin capacidad para hacerse del poder. Aunque en esos
años (1919-1944) el anticomunismo fue común denominador y el
chauvinismo tuvo expresiones significativas (teñido de racismo a
partir de la segunda mitad de los años 30), no puede decirse que el
régimen haya sido totalitario (aunque sí dictatorial) ni que el fascis-
mo haya tenido el poder propiamente dicho, pese a su fuerza nada
despreciable. Tampoco hubo un cuerpo ideológico o un programa
fascista de sustentación, ni apoyo significativo de masas, quizá por la
división de las agrupaciones fascistas y de las que estaban cerca de
estas posiciones. La dictadura de Horthy fue el poder de las clases
sociales tradicionales, no de los fascistas.42 Pero éstos lograron que
muchas medidas de corte fascista, más alemán que italiano, se im-
pusieran. No pienso que a las víctimas de ese fascismo incompleto o
inacabado de Hungría les hayan importado estas sutilezas.
Polonia
40
Ídem, p. 131. Véase también a Elizabeth Wiskemann, op. cit., p. 268.
41
Ídem, p. 139.
42
Mihaly Vajda, Fascism as a mass movement, London, Allison & Busby, 1976, p. 12.
Vajda fue discípulo de Agnes Heller, seguidor de Lukács y miembro del Partido Co-
munista húngaro, de donde fue expulsado en 1973. En este libro Vajda plantea una
interesante discusión sobre el concepto de bonapartismo para el caso del fascismo.
Véase también Andrzej Stawar, op. cit., en especial el apartado titulado “Bonapartis-
mo y Fascismo, pp. 19 y ss., donde el autor critica a aquellos que llaman fascismo a
todo “régimen reaccionario que actúe con medios arbitrarios y dictatoriales”.
148 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
43
Jerzy W. Borejsza, op. cit., p. 165; y Andrzej Ajnenkiel, “Aprés le coup d’État de
Piłsudski”, Pologne (Manuel), Varsovie, Éditions Interpress, 1978, pp. 98 y ss.
44
S. Andreski, “Polonia”, en S. J. Woolf, op. cit., p. 163. El autor señalaba que Piłsudski
“se abstuvo de ocupar el puesto de presidente o el de jefe del gobierno, y, hasta su
muerte, siguió siendo ministro de la Guerra”. Pero tenía el poder (p. 164).
45
Jerzy W. Borejsza, op. cit., p. 162.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 149
burguesía, tuvo buenas relaciones con la nobleza terrateniente y
con la gran burguesía urbana formada principalmente por judíos.
De hecho el gobierno puso fuera de la ley a los fascistas de la ONR-
Falanga, así como al Partido Comunista, pues la dictadura también
era anticomunista, como las otras dictaduras europeas.
En mayo de 1935 murió Pilsudski, y como consecuencia Polonia
entraría en una crisis política. El poder sería disputado por las dis-
tintas fuerzas en esos momentos. Varias de éstas eran fascistas. “La
lucha por el poder —escribía Andreski— se efectuaba entre una
burocracia pseudofascista y militarizada, y un partido semifascista
de chauvinistas antisemitas y ultracatólicos.”46 El nuevo gobierno lle-
vó a cabo una política de intimidación, arbitrariedad y persecución
tanto de opositores como de movimientos sociales de protesta, pero
aun así no podría ser considerado fascista, aunque sí militarista y
autoritario, semejante al franquismo español, pero más tolerante
que éste.
El contraste entre los gobiernos dictatoriales polacos con lo
que significó la invasión nazi, es fácil de establecer. Después de
la invasión alemana, sin previa declaración de guerra, se prohibió
todo tipo de actividad política, cultural y social. Semanas después del
1 de septiembre de 1939, fecha de entrada de las tropas alemanas,
comenzaron las matanzas y las deportaciones de polacos tanto a
campos de concentración como a campos de exterminio. Sólo en
Auschwitz perdieron la vida, en las cámaras de gas, alrededor de
3.5 millones de personas.47 (Al parecer la Unión Soviética, en 1940,
tampoco fue ajena a la matanza de polacos, por ejemplo en el bos-
que de Katyn a manos de la nkvd [Narodny Kommisariat Vnutrennikh
Del] dirigida entonces por Beria.48)
En Polonia los fascistas no tomaron el poder. La dictadura po-
laca, a diferencia de la española y la portuguesa, no aprovechó a los
grupos declaradamente fascistas para fortalecer su dominio. Ante
la agresión alemana, el pueblo se unió contra el nazismo, con muy
pocas excepciones. La lucha del ejército polaco y de la resistencia
civil y clandestina contra los nazis fue verdaderamente heroica, tan-
46
S. Andreski, op. cit., p. 178.
47
A. Ajnenkiel, op. cit., p. 102.
48
El bosque de Katyn está cerca de Smolensk, Rusia, al oeste de Moscú. Ahí fueron
asesinados cuatro mil polacos que habían sido tomados prisioneros cuando la URSS
invadió a Polonia en 1939. Véase <http://www.geocities.com/Athens/Troy/1791/>,
y también en <http://www.katyn.org.au/map.html>.
150 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
Portugal50
49
Véase Elizabeth Wiskemann, op. cit., capítulo xvi.
50
Muchas de las reflexiones sobre Portugal se las debo a mi amigo, el escritor y ana-
lista portugués, Miguel Urbano Rodrigues. Sin embargo, él no es responsable de los
posibles errores de este texto.
51
Mário Soares, Portugal: la lucha por la liberación, Caracas, Monte Ávila Editores,
1973, p. 31.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 151
Nacional contaba sólo con miembros de Unión Nacional, y así era
imposible que hubiera oposición al gobierno.52 Se podría establecer
una analogía, como partido, entre União Nacional y el Bloque Extra-
partidos de Colaboración con el Gobierno de Piłsudski o quizá con
el Bando de la Unidad Nacional que le sucedió a la muerte del dic-
tador polaco. Algunos autores han señalado que en los regímenes
fascistas fue determinante la existencia de un partido único como
elemento hegemónico de la coalición gobernante, pues parten del
principio de que los gobiernos fascistas no son de una sola persona,
sino de un grupo de intereses (“alianza informal en el poder”).53
Esta apreciación, interesante, es discutible. Como demostraré en
los apartados correspondientes, en Italia el Partido estaba subor-
dinado al Estado, y éste estaba representado por il Duce, indepen-
dientemente de que existiera el rey como jefe formal del Estado. En
Alemania tanto el Estado como el Partido estaban subordinados al
führerprinzip, es decir a Hitler.
Bajo la dictadura de Salazar, nos recuerda Borejsza, “se pro-
hibieron por decreto las huelgas y se disolvieron los sindicatos de
clase para poner en su lugar los sindicatos compuestos de patronos
y obreros según las distintas ramas profesionales54 […] Se garantizó
de manera formal la libertad individual, aunque en realidad reinó
el terror; internamientos y encarcelamientos estuvieron a la orden
del día. La tristemente célebre pide, la policía política, tomó como
modelo a la Gestapo”.55 Pero, según este autor, no podría afirmarse
que fuera un régimen fascista, ni del tipo italiano ni del tipo alemán.
Lo que no nos dice el historiador polaco es por qué el fascismo por-
tugués no podía ser precisamente eso: fascismo portugués, ni por
52
A partir de 1945, en las llamadas medidas democráticas de Salazar, surgieron nue-
vos partidos, como el Movimento de Unidade Democrática—mud, que tuvo un cierto
peso en aquellos años.
53
Véase, por ejemplo, a Ismael Saz, “Escila y Caribdis: el franquismo, un régimen
paradigmático”, en Joan Antón Mellón (coordinador), Orden, jerarquía y comunidad.
Fascismos , dictaduras y postfascismos en la Europa contemporánea, Madrid, Tecnós, 2002,
pp. 163 y 167.
54
Se formó la Cámara corporativa, que fue un órgano cuya atribución principal era
examinar las propuestas de ley presentadas a la Asamblea nacional y emitir dictá-
menes. Véase Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid, Espasa-Calpe, Suplemento anual
1935, 1938, “Portugal”, p. 751.
55
Jerzy W. Borejsza, op. cit., pp. 229-230; véase también H. Martins, “Portugal”, en
S. J. Woolf, op. cit., pp. 314-315, donde se proporcionan datos de la represión tanto
policíaca como de los grupos paramilitares.
152 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
qué para ser fascista tenía que haber seguido el modelo italiano o el
alemán que, entre sí, tuvieron importantes diferencias.
El salazarismo fue una dictadura muy ligada a la alta jerarquía
de la Iglesia católica y, desde luego, a los terratenientes. Y aunque
no fue racista ni partidario de un Estado totalitario en nombre del
pueblo, de la raza o de una ideología, no dejó de ser totalitario al
no permitir oposición.56 Por lo mismo fue un régimen antidemo-
crático, anticomunista, contrario al individualismo, corporativo y
orgánico, según Gil Robles, un político conservador de tiempos de
Salazar y de Franco.57 El corporativismo portugués estaba basado en
el artículo V de la Constitución del Estado Novo que establecía “la
base unitaria y corporativa de la nación”, una característica fascista
que, como otras, habría de profundizarse al paso del tiempo.58 El
régimen era tan unitario y tan personalista, que cuando en 1934 Ro-
lão Preto (y sus “camisas azules”) intentara dar un golpe de Estado,
fue desterrado a pesar de haberse creído amigo de Salazar (Salazar
no tenía amigos, usaba a la gente como muchos políticos).
A partir del inicio de la guerra civil en España, el régimen sala-
zarista se endureció más y reforzó su carácter fascista al crear, por
ejemplo la organización paramilitar Legião Portuguesa y una orga-
nización juvenil, de afiliación obligatoria, que se llamó la Mocidade
Portuguesa (los camisas verdes) y que sería algo así como el semillero
de la Legión.59 “El nuevo Estado portugués —decía la Enciclopedia
Espasa-Calpe— quiere ser potente, autoritario y portador de valores
eternos, pero no ilimitado ni divino; no principio primero y fin últi-
mo de las personas, tanto individuales como colectivas que integran
la nación. ‘Cuanto más profundo sea este sentimiento de la realidad
nacional —decía Salazar, citado por la Enciclopedia—, tanto más se
impone el desconocimiento de las facciones, de los partidos, de los gru-
56
Véase a António de Figueiredo, Portugal: Fifty Years of Dictatorship, New York, Holm-
es and Meier, 1975. En el pensamiento de Salazar había un cierto racismo, sobre todo
dirigido a las colonias portuguesas de ultramar; él decía que había razas decadentes
y atrasadas que había que civilizar, pero no más.
57
Citado por Joseph Sánchez Cervelló, “El Estado Novo Salazarista: una dictadura
autoritaria y corporativa”, en Joan Antón Mellón (coordinador), op. cit., p. 198. José
María Gil Robles fue fundador de la ceda (Confederación Española de Derechas
Autónomas) en 1933.
58
Para mayor extensión sobre el corporativismo en este país, véase, Howard J.
Wiarda, Corporatism and Development: The Portuguese Experience, Amherst, University of
Massachusetts Press, 1977.
59
H. Martins, op. cit., pp. 308-309 y 311.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 153
pos en que accidentalmente pueden encuadrarse los individuos.’ ”60
Una forma muy alambicada de referirse a un régimen totalitario, al
menos en lo político, que es también otra característica del fascismo
y no necesariamente de cualquier dictadura.
Por lo que se refiere a la relación del gobierno con el capital,
el salazarismo no combatió a la propiedad privada de los medios
de producción ni de las escuelas, por ejemplo. Salazar decía que el
Estado debía apartarse tanto del “monopolio absorcionista como de
la intervención por medio de la concurrencia”. Así dicho, se trataba
de una política de intervencionismo de Estado, no muy diferente,
formalmente hablando, del estatismo de aquellos años en otros
países europeos. El fascismo portugués, como fue el caso de otros
fascismos, tampoco tuvo interés en disminuir las desigualdades
existentes, sino más bien lo contrario.61 Las políticas fiscal y econó-
mica del salazarismo, orientadas por una dinámica de austeridad,
recayeron principalmente sobre los hombros de los obreros y de
los trabajadores rurales y los campesinos pobres, impidiéndoles, de
este modo, que pudieran mejorar sus condiciones de vida. En este
sentido no sólo fue un régimen totalitario sino de derecha, al igual
que las otras dictaduras que hemos analizado hasta aquí.62
Si pensáramos en un país donde el conservadurismo ha sido
importante, tendríamos que destacar a Portugal. Antes de los años
60 del siglo pasado, es decir antes de que se iniciara un cierto cre-
cimiento económico acelerado, Portugal era un país donde no se
percibía la movilidad social ni interés particular por la industria-
lización. Algunos autores llegaron a sugerir que en este país sólo
había dos clases: la alta, obviamente minoritaria y elitista, ligada a la
política, al ejército, a la Iglesia católica, a la propiedad territorial y a
60
Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid, Espasa-Calpe, 1926, Suplemento Anual 1936-
1939, segunda parte, editado en 1966, p. 1976 (las cursivas son mías). Es pertinente
señalar que en esos años la Enciclopedia era, si acaso dejó de serlo, ostensiblemente de
derecha. En el tratamiento de España sus autores fueron franquistas.
61
Algunos datos estadísticos sobre Portugal, especialmente sobre las consecuencias
de las políticas económicas de Salazar en la población, pueden verse en Christian
Rudel, Le Portugal et Salazar, Paris, Éditions Économie et Humanismo/Les Éditions
Ouvrières, 1968, pp. 19 y ss. Véase también Alvaro Cunhal, A revolução portuguesa. O
passado e o futuro, Lisboa, Editorial Avante! (Documentos políticos do Partido Comu-
nista Portugués), 1976, pp. 32 y ss.
62
Hay autores que después de describir el totalitarismo durante la dictadura de Sala-
zar llegan a la conclusión de que ésta no fue totalitaria. Es el caso de Joseph Sánchez
Cervelló, ya citado, p. 242. Sin comentarios.
154 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
63
Una referencia al respecto es Harry M. Makler, “The Portuguese Industrial Elite”,
en Lawrence S. Graham y Harry M. Makler (editors), Contemporary Portugal: the revolu-
tion and its antecedents, Austin, University of Texas Press, 1979, pp. 147-165.
64
Christian Rudel, op. cit., p. 37. En 1934 el valor de los productos industriales ape-
nas representaba alrededor de 20 por ciento de los productos agrícolas; en 1960 los
primeros eran 50 por ciento superiores a los agrícolas más los forestales y pesqueros
juntos. Sobre la industria en manos extranjeras, véase en esta misma obra, las pp.
41-43.
65
Salazar no tenía familia ni amigos, “rehuía el fasto de las recepciones mundanas”,
era “de voz gangosa, sin ningún magnetismo para las masas […] era incapaz de ha-
blar en público sin la ayuda de un texto escrito […] Hoy resulta difícil comprender
cómo un hombre así pudo reinar en Portugal durante cuarenta años como amo
absoluto.” Este testimonio se puede leer en Mário Soares, op. cit., p. 27.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 155
España
66
Entre estos autores destaca Stanley Payne, quien hablaba de los varios tiempos del
franquismo y de que toda caracterización del régimen tendría que ser válida para
todos ellos. Puede consultarse Stanley G. Payne, El régimen de Franco (1936-1975),
Madrid, Alianza Editorial, 1988, entre otras de sus obras.
67
Ismael Saz, op. cit., pp. 166-167 (las cursivas son mías).
68
El hecho de que Franco fusionara los partidos de derecha extrema en abril de
1937 no significó que se apoyara en ellos. Su apoyo principal, particularmente en
los momentos de la guerra civil, era el ejército; los partidos eran un complemento,
órganos auxiliares del Estado y del ejército.
156 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
69
Andreu Nin, La revolución española, Barcelona, Editorial Fontamara, 1978, pp. 21
y ss.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 157
las organizaciones obreras, […] la ausencia de grupos políticos or-
ganizados con más o menos coherencia, […] la apatía y la pasividad
general del país.” Sin embargo, el dictador intentó, siguiendo a
Mussolini, dotarse de bases de apoyo mediante la Unión Patriótica
y, con ésta, organizar al país según el modelo corporativo italiano
y un Estado unitario. No tuvo éxito, y en enero de 1930 presentó a
Alfonso XIII su renuncia.
Después de un periodo incierto, en las elecciones de abril de
1931 los monárquicos perdieron las elecciones en las ciudades.
Georgel escribía que se llevó a cabo una segunda revolución pacífica
al tomar el poder en Madrid un comité revolucionario (14 de abril
de 1931) y al exigir la abdicación del rey. Éste se fue a Francia ese
mismo día, y comenzó la república con un presidente provisional:
Alcalá Zamora. Pero la república no fue estable ni tuvo una misma
orientación en su breve duración; en muchos sentidos fue contra-
dictoria, incluso con Manuel Azaña después de reemplazar a Zamo-
ra a los pocos meses de su gobierno. El nuevo gobernante adoptó
medidas que no satisficieron a nadie. La izquierda anarquista estaba
inconforme, los socialistas también. La derecha se reorganizó y for-
mó la Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas (jons), apoyadas tanto
por la Iglesia como por los militares. Se creó también la Falange
dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del anterior dic-
tador, con una posición originalmente fascista y nazi claramente
asumida pero que más adelante fue matizada con el argumento
de que, por encima de todo, la organización era española.70 Para-
lelamente se creó la Confederación Española de las Derechas Au-
tónomas (ceda) dirigida por José María Gil Robles.71 Esta derecha
reorganizada ganó las elecciones de 1933. La contrarrevolución
social se inició en esos momentos. Los militares se reorganizaron
también. La república se veía en peligro. Para 1936, “la república
llegó al mismo tiempo a su apogeo y a su agonía”, concluyó Geor-
gel en una síntesis notable.
El 16 de febrero de 1936, después de un lustro de inestabilidad
y enfrentamientos, la izquierda ganó la mayoría en las elecciones
70
El pensamiento político de José Antonio Primo de Rivera se puede consultar en
Obras completas de José Antonio Primo de Rivera (Recopilación de Agustín del Río Cis-
neros), Madrid, Sección Femenina de la fet y de las jons, 1959, en donde se cita un
discurso del fundador de la Falange en el que dice que ésta no es fascista (¡!).
71
Jacques Georgel, Le Franquisme, histoire et bilan (1939-1969), Paris, Éditions du Seuil,
1970, pp. 26-30.
158 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
72
El ejército de Franco estaba compuesto por fuerzas regulares estacionadas en
Marruecos, tropas marroquíes y batallones de la Legión Extranjera. Se le unieron
también los Carlistas, que habían resurgido en 1931, que contaban con milicias
clandestinas conocidas como los requetés. Mussolini puso su parte, enviando 50 mil
soldados en su apoyo. Alemania, además de bombardear Guernica, le facilitó a los
Nacionalistas una gran cantidad de armamento y aviones. Véase, entre otras muchas
fuentes, el libro ya citado de Elizabeth Wiskemann, pp. 155 y ss., y, desde luego,
Pierre Broué y Émile Témime, La revolución y la guerra de España, (2 tomos), México,
Fondo de Cultura Económica, 1962, T. 2, capítulo II, en donde se analizan no sólo
la brutalidad de “los moros” de Franco y las declaraciones de éste sobre fusilar, si
fuera necesario, a la mitad de España, sino también los diversos apoyos de Alemania
e Italia, por vía directa o por medio de la complicidad de Salazar.
73
La “Declaración-programa de la Junta de Defensa Nacional”, en la que se presen-
tan sus posiciones al país, en la franquista Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid,
Espasa-Calpe, Suplemento anual 1935, “España Nacional”, pp. 1401-1408.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 159
perdió las palabras ‘del Gobierno’ para quedar en jefe del Estado”,
el Caudillo (“por la gracia de Dios”) de un régimen de tentaciones
totalitarias y vocación dictatorial.74 El Caudillo, que sólo era respon-
sable ante Dios y ante la historia, como rezaban los estatutos de la
Falange, tenía en común con el fascismo italiano “la [aspiración a
la] unanimidad nacional en torno al jefe, así como el principio de
la unidad y de la totalidad del poder, concentrado en las manos
de este jefe.” El programa de la Falange devendría programa del
Estado.75
Personalmente Franco era conservador y antirrepublicano,
poco interesado en las ideologías por su formación de militar profe-
sional y, por lo mismo, pragmático. Se concebía a sí mismo como el
salvador de España, de su inestabilidad y del caos que reinaba y que
ponían en peligro, según él, la unidad del país. Fue enemigo de la
democracia parlamentaria y de los partidos políticos, especialmente
de los de izquierda. Con el poder en sus manos se apoyó por igual
en la derecha tradicional, en el ejército y en los fascistas. Los enemi-
gos a vencer por los Nacionalistas, eran lo republicanos y, con éstos,
los comunistas, los socialistas, los trotskistas, los anarquistas y la
masonería que, en su mayoría, tenían grandes diferencias entre sí.
La Guerra Civil terminó en 1939 con el triunfo de los Nacionalistas.
Varias centenas de miles murieron en combate, otros tantos emi-
graron. Fue una guerra fratricida entre las izquierdas y las derechas
sobre la que hay una enorme cantidad de estudios publicados.
El franquismo obligaba a los trabajadores a formar parte de sin-
dicatos verticales, y se les negó el derecho de huelga. Al igual que
en el salazarismo portugués, empleadores y trabajadores tenían que
buscar la armonía para el bien común, para el bien de la nación,
como sugería la Encíclica Rerum Novarum de León XIII (1892). Las
Cortes (parlamento español) no tuvieron funciones legislativas, que
eran atribución exclusiva del Caudillo. Por lo mismo no podían vo-
tar contra el gobierno. La legitimidad del nuevo gobierno provenía
del Movimiento Nacional (única organización política reconocida)
y de la Iglesia católica romana. Su apoyo principal era el ejército.
La membresía del Movimiento Nacional (mn) estaba compuesta
por falangistas, católicos conservadores, monárquicos, empresarios,
burócratas y demás, sin importar los traslapes existentes entre unos
74
José Andrés Gallego, España en el siglo XX (1900-1978), México, Rei/Biblioteca
Iberoamericana, 1991, p. 113.
75
Jacques Georgel, op. cit., pp. 100 y 107.
160 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
76
Ídem, pp. 119 y ss. En estas páginas el autor menciona los cambios ideológico-políti-
cos sufridos en el interior de la misma Falange para esas fechas, cambios que califica
como las antípodas del pensamiento de su fundador.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 161
banqueros.77 Se intentó un crecimiento económico autárquico,
que fue un fracaso, por lo que después de la Segunda Guerra los
empresarios presionaron por abrir las fronteras. Se iniciaría una
liberalización económica, que no política. Esta apertura económica
enfrentó a los falangistas con los tecnócratas del Opus Dei de gran
influencia en esos años. La creciente industrialización de los años
60 produjo también el crecimiento del proletariado industrial. En-
tre éste se fue gestando un movimiento organizativo, clandestino
por supuesto, con apoyo de sectores izquierdistas y democráticos de
la Iglesia católica (los curas obreros, por ejemplo). Fueron los años
del Segundo Concilio Vaticano y el surgimiento de la teología de la
liberación. Pero la fuerza de la Iglesia en España no fue mermada
por sus corrientes progresistas.
El franquismo, en síntesis, no fue lineal ni uno solo. Tuvo varias
etapas y el común denominador en éstas fue la dictadura de un
hombre con dos apoyos constantes: la jerarquía católica y el ejér-
cito. ¿Fascista? En ciertos aspectos, no en todos. Podría decir que,
a semejanza del régimen portugués, el franquismo fue un fascismo
español, sobre todo en sus primeros 20-25 años. Como tal, no impul-
só la mejoría de los niveles de vida de la población. Para 1954, por
ejemplo, el ingreso per cápita era inferior al de 1935. Las desigualda-
des sociales y económicas eran inmensas para un país europeo de la
posguerra. Los grandes capitalistas fueron los únicos beneficiados.
Terratenientes, industriales y banqueros fueron el tercer apoyo de
Franco, no hay duda.
Muy esquemáticamente, en España y Portugal fueron los mili-
tares, originalmente, los que se hicieron del poder y aprovecharon
a los grupos fascistas existentes. En Italia y en Alemania los fascistas
fueron los que asumieron el poder y subordinaron al ejército. Es
en estos países donde el fascismo se desarrolló, aunque algunos
autores afirman que debería incluirse a Japón, como por ejemplo
Barrington Moore, pero otros, como Woolf, presentan dudas al
respecto.78 Pienso que las formas más acabadas del fascismo, a pe-
sar de sus diferencias, contradicciones y cierta ambigüedad en sus
planteamientos, fueron precisamente Italia y Alemania. De hecho,
para el neofascismo (como tal o como neonazismo), estos países,
77
Desde la formación de la Junta en Burgos hasta 1962, Franco prohibió la for-
mación de nuevos bancos con el objeto de proteger a los existentes que, sin duda,
habían aportado fondos para su alzamiento.
78
Barrington Moore, op. cit., capítulo v; y S. J. Woolf, op. cit., introducción.
162 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
Francia
79
En una gráfica comparativa de Francia con Italia, Alemania y el Reino Unido, Bers-
tein demuestra cómo, con la excepción de los años 1935 y 1936, los salarios mínimos
tuvieron un aumento muy superior al costo de la vida. Serge Berstein, 1936, anée
décisive en Europe, Paris, Armand Colin, 1969, p. 7.
80
R. A. C. Parker, El siglo XX. Europa, 1918-1945, (22ª ed.), México, Siglo XXI Editores,
2000, Colección Historia Universal Siglo Veintiuno, vol. 34, p. 192.
81
La Tercera República se estableció en 1870 y tuvo vigencia hasta 1940. En este
periodo tuvo más de cien diferentes administraciones. Véase J. Denis Derbyshire y
Ian Derbyshire, op. cit., p. 482.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 163
El historiador inglés Parker escribió dos observaciones a mi
juicio muy importantes y que merecen nuestra reflexión, incluso en
referencia al presente: “Si la derecha podía imponer sus puntos de
vista por los cauces parlamentarios no había necesidad de recurrir a
la violencia.” Y más adelante, otra observación no menos importan-
te y complementaria de la anterior, que me permito resumir en mis
propios términos: la amenaza del fascismo en Francia fue detenida
cuando la derecha tuvo un gobierno derechista después de que los
trabajadores habían tenido su gobierno de izquierda.82 Esto es, la
aparente inestabilidad política, expresada en cambios frecuentes
de gobierno, a veces de izquierda, otras de derecha, alentaba y
frenaba, consecutivamente, a las organizaciones fascistas. Warner
citaba un ejemplo: a principios de 1934 la ultraderecha organizó
un motín en París que tuvo como saldo varios muertos y centenas
de heridos. El resultado fue el reemplazo del gobierno de Daladier,
en ese momento considerado de izquierda, por el de Doumergue,
más conservador.83 Ciertamente parecería demostrarse que con los
cambios de gobierno de izquierda a derecha se lograba disminuir la
beligerancia de la ultraderecha, lo cual no deja de ser preocupante
incluso como perspectiva en la actualidad.84 Clemenceau, Poincaré,
Tardieu, Blum, Chautemps, Daladier y muchos otros, fueron gober-
nantes de izquierda y derecha, de poca duración en general: “Entre
las dos guerras se dieron en Francia cuarenta y dos gobiernos, o
treinta y tres si excluimos a los formados de nuevo bajo el mismo
primer ministro.”85
Como en otros países de Europa, en Francia el periodo com-
prendido entre 1933 y 1944 fue “aquél en que el fascismo era un
tema de gran importancia política…”.86 Desde antes de estos años
ya se habían fundado movimientos de ultraderecha, tales como: Ac-
tion Française, los Camelots du Roi, Jeunesses Patriotes,87 Faisceau, Croix
82
Ídem, pp. 194 y 205, respectivamente.
83
Véase G. Warner, “Francia” S. J. Woolf, op. cit., p. 253. Véase también Maxime
Mourin, op. cit., pp. 31-32, donde se mencionan como participantes en el motín a las
ultraderechistas Action Française, Jeunesses Patriotes, Croix de Feu y Solidarité Française y
por parte de la izquierda al Partido Comunista.
84
Las elecciones presidenciales de 2002 en Francia confirmarían en cierta medida la
hipótesis subyacente en el planteamiento de Parker: para detener a la ultraderecha
representada por el Frente Nacional de Le Pen, incluso la izquierda votó, en la se-
gunda vuelta del 5 de mayo, por la derecha encabezada por Chirac.
85
Parker, op. cit., p. 210.
86
G. Warner, ídem.
87
Fundadas en 1924 en contra de la izquierda.
164 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
88
Fundada en 1929 y posteriormente dirigida por De la Rocque. A partir de 1934,
señalaba Warner, simbolizaba “la amenaza fascista de Francia” aunque dudosamente
era fascista de acuerdo con su ideario. Warner, op. cit., pp. 255-257.
89
Era una organización fundada por el industrial François Coty y confusa en sus
planteamientos. Warner mencionaba que era una organización antisemita y que al
mismo tiempo reclutaba norafricanos desempleados.
90
Vichy estaba en el territorio francés ocupado por los nazis pero con administración
autónoma, a diferencia del resto de Francia administrado por los alemanes.
91
Maxime Mourin, op. cit., p. 70.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 165
las libertades que con dificultades se habían conquistado en ésta.
Esas libertades habían permitido tanto la existencia de fuerzas de
izquierda como de derecha y de ultraderecha, pero esta última no
había logrado el poder por sí misma, si acaso se lo propuso.
En el verano de 1944 terminaron la ocupación alemana y el
gobierno colaboracionista. Laval fue fusilado y Pétain fue primero
condenado a muerte y luego a cadena perpetua.
Es pertinente resaltar que las características más relevantes de
los movimientos de ultraderecha en Francia fueron, además de su
furioso anticomunismo, su nacionalismo a ultranza y su inclinación
hacia regímenes dictatoriales. La consigna “Francia para los france-
ses” de Solidarité Française,92 sería retomada varios años después de la
Segunda Guerra por la nueva ultraderecha.
Italia
92
La expresión, escribía Warner, fue acuñada por la organización antisemita Solida-
rité Française, fundada en 1933. Véase G. Warner, op. cit., p. 255.
93
Los propietarios de la industria ligera en Italia, partidarios del liberalismo, eran
los que apoyaban a Giolliti. Los dueños de la industria pesada, en cambio, se reco-
nocían “mejor en el nacionalismo y en su ideología corporativista e imperialista”.
Véase Robert Paris, Los orígenes del fascismo, Barcelona, Ediciones Península, 1976,
pp. 35-36. Algo semejante ocurrió en Alemania, donde los dueños de la industria
pesada, más que los de la ligera, estaban interesados en el rearme de su país con fines
expansionistas. Añádase a lo anterior que desde 1914, en el seno de la II Internacio-
nal, la corriente mayoritaria de la socialdemocracia europea quiso ver en la guerra
la lucha entre naciones y no una lucha entre burguesías nacionales, lo cual implicó
la defensa de la patria contra otros países. Esta concepción de la Gran Guerra, como
también se le llamó, fortaleció a las tendencias nacionalistas, no sólo en Italia sino
en toda Europa.
94
La Asociación Nacionalista se sumaría al Partido Nacional Fascista en 1923. Véase
Martin Durham, Women and Fascism, London/New York, Routledge, 1998, p. 8.
166 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
95
Véase el reciente libro de G. Bruce Strang, On the Fiery March. Mussolini Prepares for
War, New York, Praeger Publishers, 2003.
96
Georg Lukács, El asalto a la razón, México, Fondo de Cultura Económica, 1959, p.
398.
97
Simone de Beauvoir, op. cit., pp. 12-13.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 167
el significado del fascismo, no lo hizo, no lo inventó, aunque ya
había, en el campo de la filosofía, un cierto germen. Aprovechó,
también, que el fascismo representaba un enemigo crecientemente
poderoso de los comunistas y de los socialistas, un enemigo que
usaba la violencia, que podía imponerse por medio de ésta y de
su organización paramilitar (es decir disciplinada y armada) a los
trabajadores, que podía sustituir a la policía y a la guardia nacional
sin comprometer constitucionalmente a los gobiernos. (Otra cosa
fue cuando el fascismo tomó el poder.) Sustitución de la policía y
de la guardia nacional no quiso decir que éstas no fueran cómplices
al dejar hacer, al desentenderse de lo que ocurría a su alrededor
contra los trabajadores, igual en la calle que en un mitin o en una
fábrica. Ni la policía ni el ejército intervinieron cuando los fasci di
combattimento, el 15 de abril de 1919, se lanzaron armados contra
los trabajadores en Milán y luego a destruir el periódico Avanti! del
Partido Socialista.98 Impunidad total. El fascismo, como proceso, ya
existía y creció, entre otras razones, porque los gobernantes lo per-
mitieron; y lo permitieron porque convenía así a los intereses que
representaban, que no eran otros que los de la burguesía preocu-
pada y molesta por el ascenso de las luchas de los trabajadores del
campo y de las ciudades influidos por las ideas socialistas.
Benito Mussolini interpretó, a partir de la guerra, que en su
país el sentimiento nacionalista era una fuerza política e ideológica
con más potencialidades que la implícita en la lucha de clases y en
las aspiraciones socialistas. No importa aquí la explicación de por
qué Mussolini cambió sus inclinaciones socialistas por las fascistas
(hay muchas interpretaciones sobre esto, entre éstas la influencia
de Georges Sorel y su libro Reflexiones sobre la violencia publicado en
1908), sino el hecho de que el fascismo nació como un movimiento
tan nacionalista como anticomunista, lo cual le valió apoyos en mu-
chos países, Gran Bretaña y Estados Unidos incluidos y, obviamente,
de los grandes capitalistas italianos (terratenientes e industriales).
Los principios de la lucha de clases —se interpretaba— promovían
la división de la sociedad, y esta división impedía la unidad de la
nación, su engrandecimiento, su prosperidad. Uno de los porta-
voces del fascismo y en ese tiempo su principal teórico, Alfredo
Rocco, logró una síntesis muy clara de su visión del ya entonces
poder fascista (1925). El fascismo, dijo Rocco, ha tenido una virtud
98
Para mayor extensión, véase Néstor Luján y Luis Bettonica, Y Mussolini creo el fascis-
mo, Barcelona, Plaza y Janes, 1972, pp. 49 y ss.
168 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
99
Citado por Herbert L. Matthews, Los frutos del fascismo, México, Fondo de Cultura
Económica, 1944, p. 22.
100
G. D. H. Cole, op. cit., p. 20.
101
Mihaly Vajda, op. cit., p. 62.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 169
Revelli, que un régimen totalitario y que por lo mismo no permite
la existencia de izquierdas ni derechas en cuanto tal, es, a lo más, de
una orientación o de otra. Añadiría ahora que el fascismo italiano,
comparado con el alemán, fue menos extremista que éste, menos
ultradrechista si quiere decirse así,102 o, en términos de Borejsza, un
“totalitarismo incompleto”.103
Ciertamente, después de la Gran Guerra, había en Italia un
fuerte movimiento de masas. Como en otros países de Europa, e
incluso de América Latina, a finales del siglo xix se creo el Partido
Socialista (1892). Ya había fuerte resistencia obrera a los dueños de
las fábricas en el norte, y movimientos en el campo que presionaban
por tierras en el sur y en el centro. Las instituciones nacionales y el
primer gobierno de Giolliti se desprestigiaron. La nueva burguesía
no era suficientemente fuerte para imponerse, estaba en proceso
de consolidación. La industria metal-mecánica vio un rápido cre-
cimiento en los primeros años del nuevo siglo, junto con ella los
trabajadores asociados a esa industria y a otras no menos importan-
tes. La fuerza numérica de los trabajadores no era despreciable, y
tampoco la de los socialistas: en las elecciones de 1919 los fascistas
lograron un poco más de cuatro mil votos, los socialistas casi dos
millones. Hubo intentos revolucionarios por el poder económico.
Gramsci escribía, a propósito de la huelga general de abril de 1920
en Turín, que “por primera vez en la historia se dio efectivamente
el caso de un proletariado que se lanza a la lucha por el control de
la producción sin ser movido a esa acción por el hambre ni por el
paro”.104 Se movilizaron más de medio millón de trabajadores, fue
una huelga de masas, en la que no participaron el Partido Socialista
y ni la central obrera, y en la que fueron afectados, según Gramsci,
alrededor de cuatro millones de habitantes. Esos años fueron de
efervescencia obrera y de trabajadores rurales. Si en 1918 hubo 292
huelgas en la industria y diez en la agricultura, al año siguiente el
número de huelgas industriales subió a 1 626 con 1 078 869 huel-
guistas, y en el medio agrícola las huelgas fueron 208 con medio
102
En sus conclusiones al estudio del totalitarismo, Mario Stoppino sugiere que el
fascismo italiano no era totalitario. Véase Bobbio, Matteucci y Pasquino, Diccionario
de Política, México, Siglo XXI Editores, 12a. ed., 2000, p. 1587.
103
Jerzy W. Borejsza, op. cit., pp. xxv y 29.
104
Antonio Gramsci, Antología (Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán),
México, Siglo Veintiuno Editores, (4a. ed.) 1978, p. 83. La huelga, nos explica Sa-
cristán, fue por la jornada de trabajo y como respuesta a la represión por parte de
la patronal.
170 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
105
“Italia”, en Enciclopedia Universal Ilustrada, Madrid, Espasa-Calpe, 1926.
106
Mihaly Vajda, op. cit., p. 65. En los años 1920-1922 el partido fascista contaba con
150 mil miembros, de los cuales 90 mil eran no obreros (propietarios de tierras, de
comercios e industrias, profesionales, empleados y estudiantes), y el resto estaba
formado por trabajadores agrícolas y de las ciudades, principalmente desempleados.
“En 1930 —decía Crouzet— la proporción no ha variado y de los 308 jefes fascistas
italianos 254 proceden de la pequeña burguesía”. Véase Maurice Crouzet, op. cit., p.
203.
107
Enciclopedia Espasa-Calpe, ya citada. Mussolini pidió plenos poderes a la Cámara
de diputados “manifestando que si no se le concedían, los tomaría él, y la Cámara
accedió por 275 votos contra 90”, ídem.
108
Paolo Spriano, Storia del Partito comunista italiano, t. ii, Gli anni della clandestinitá,
Torino, Einaudi, 1969, p. 62. En este tomo, y particularmente en el capítulo iv, se
mencionan con detalle los actos de represión del fascismo de Mussolini contra los
trabajadores, los comunistas y socialistas, y los opositores al régimen. Hannah Arendt
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 171
Surgió el Estado llamado corporativo. Mussolini —como tam-
bién Hitler después— concebía al Estado como un organismo y su
organización ideal como corporativista. Con base en la filosofía de
Giovanni Gentile, el individuo debía subordinarse a la nación, la
nación estaba representada por el Estado, y en éste, por lo mismo,
no tenía cabida el liberalismo basado en el individualismo. La socie-
dad, como el Estado, era un organismo y el destino del organismo
era el que importaba, no el individuo. Igualmente se rechazaba el
igualitarismo socialista y su punto de partida apoyado en la realidad
de la división en clases sociales y en la necesidad del conflicto de cla-
ses, que en la perspectiva del fascismo desunía a la sociedad, es decir
al organismo unitario que debía estar bajo el Estado. No es exage-
rado decir que el régimen fascista intentó eliminar, de la historia, la
lucha de clases mediante el nacionalismo y el Estado corporativo.
El Estado sería envolvente, y esto significaba que fuera de él
ningún valor, ninguna expresión cultural, ninguna disidencia po-
drían existir. Se trataba, en una palabra, de un Estado totalitario,
concepto acuñado precisamente en la Italia fascista como opuesto
al Estado liberal y asumido por Mussolini a pesar de que original-
mente había sido un calificativo crítico al fascismo.109 Y totalitarismo
quiso decir pensamiento único: en los medios de comunicación,
en la educación, en la producción filosófica y teórica, en cualquier
lugar en donde la propaganda del régimen pudiera ser rebatida o
113
Véase <http://www.econlib.org/library/Enc/Fascism.html>. Véase también “Fas-
cismo” en la Enciclopedia Espasa-Calpe ya citada.
114
Nicos Poulantzas, Fascismo y dictadura, México, Siglo Veintiuno Editores, 1971, p.
133.
115
Wladimir Woytinsky, Les conséquences sociales de la crise, Genéve, Bureau
International du Travail, 1936, p. 245. En la página 241 se presenta una clasificación
de las capas sociales que entonces eran consideradas como parte de las clases medias.
Se incluyen, obvio, a los pequeños productores y comerciantes independientes,
además de empleados públicos y privados de un cierto nivel.
116
Ídem, pp. 248 y ss. En el cuadro 31 de de esta obra se proporcionan los datos de
las empresas industriales alemanas entre 1925 y 1933, según el número de personas
ocupadas por empresa. Las empresas con uno a tres trabajadores (más de millón y
medio de establecimientos), aumentaron en el periodo 105 por ciento. Las empresas
con 4 a 10 trabajadores, disminuyeron en alrededor de 87 por ciento. Las grandes
empresas, es decir con más de 200 trabajadores por establecimiento disminuyeron
de 7 298 en 1925 a 4 508 en 1933 (61.8%). Puede decirse que la crisis afectó más a
Alemania que a Italia, lo cual sería correcto, pero la primera era mucho más indus-
trializada que la segunda, considerada todavía entonces un país agrícola en las tres
cuartas partes de su economía.
117
Con base en la Organization of European Economic Cooperation, Industrial statis-
tics, 1900-1955, Paris, 1956, de la industria manufacturera, la metalurgia, ingeniería y
químicos, especialmente las dos últimas, revelaron índices muy altos, así como tam-
bién electricidad, gas y agua. Construcción y textiles, en cambio, aumentaron muy
poco. Con base en el istat, Sommario di statistiche storiche italiane 1861-1955, Rome,
1958, de 1923 a 1938, la producción de hierro en bruto pasó de 236 mil toneladas
a 864 mil, la de acero de 1 142 000 a 2 323 000 y la de automóviles de 22 820 a 70 777
174 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
unidades (la Fiat produjo 15 162 autos en 1923 y 56 053 en 1938). En todos los casos
la producción disminuyó considerablemente para 1943, más o menos a los niveles
de 1923.
118
Ernest Mandel, El capitalismo tardío, México, Ediciones Era, (2a. ed.), 1979, pp.
146-147.
119
En aquel entonces y por mucho tiempo después, se entendía, por una distinción
establecida por Lenin, que los comunistas eran revolucionarios y los socialistas o
socialdemócratas eran reformistas.
120
“En Italia, el partido está ‘incorporado al Estado’; el partido es un órgano del
Estado, un ‘partido de Estado’.” Franz Neumann, Behemoth. Pensamiento y acción en
el nacional socialismo, México, Fondo de Cultura Económica, [1943] 1983, p. 88. En
“Doctrina fascista”, artículo publicado en la Enciclopedia Italiana en 1932, se lee: “Para
el fascista, todo radica en el Estado, y nada de valor, ni humano ni espiritual, existe
fuera del Estado. En este sentido, el fascismo es totalitario, y el Estado fascista, como
síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla y domina toda la vida de
los pueblos”. Véase también Borejsza, op. cit., p. 15.
121
Para mayor extensión, véase, en G. Bruce Strang, op. cit., el capítulo “Mussolini’s
Mentalite”.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 175
además de los grupos conservadores dentro del gobierno, apoyaron
a Mussolini como alternativa para terminar con los movimientos so-
ciales considerados subversivos y contrarios al fortalecimiento de la
nación (es decir, contrarios a la acumulación capitalista). Las liber-
tades fueron canceladas y se impuso no sólo un régimen dictatorial
sino totalitario, basado en las fuerzas del orden, en la propaganda
y la demagogia, en los símbolos y rituales, en el partido único (de
tipo totalitario), en la intolerancia y en el pensamiento uniforme.
A diferencia del fascismo alemán, el italiano no estuvo preocupado
por el racismo ni el antisemitismo a pesar de que durante la segun-
da guerra mundial hubo, sin identificación con el régimen ni con
las creencias de Mussolini, literatura contraria a los judíos y fuertes
presiones por parte de Alemania para que estos fueran persegui-
dos.122 Por cuanto a la mujer, el régimen fascista la quiso convertir,
mediante diversos tipos de apoyos (incluso fiscales) y prohibiciones
(del aborto, por ejemplo), en un elemento necesario e indispensa-
ble para aumentar la población (lo que, por cierto, no logró). Y en
relación con el trabajo, se le dieron a la mujer oportunidades para
empleos “no masculinos” “ni necesarios de la fuerza viril” (mecanó-
grafas, telefonistas, etcétera), pero definitivamente, antes de la gue-
rra, se inhibió su contratación en las fábricas y en la administración
pública bajo el argumento de que, de ser contratada, aumentaría el
desempleo.123
Es claro que el fascismo italiano fue un recurso contra los so-
cialistas y comunistas, con apoyo de los capitalistas —amenazados
por aquellos— y de las clases medias empobrecidas o en proceso de
proletarización por la secuela de la guerra. Parece ser una regla que
cuando las clases medias temen por su seguridad y su estabilidad
tienden a abrazar propuestas políticas que les garanticen orden y
progreso, aun a costa de sus libertades individuales y de sus niveles
de ingreso. “El punto de partida del fascismo —decía Mandel—, es
una pequeña burguesía desesperada y empobrecida.”124 Temerosa
y resentida, añadiría yo. Sin duda tenía razón Simone de Beauvoir
cuando dijo: “situarse a la derecha es temer por lo que existe”. Pa-
rafraseando a Gilbert Badia,125 los fascistas han logrado convertir los
122
Aun los asesinatos en masa cometidos bajo la dominación italiana de Etiopía, no
demuestran que obedecieran a motivos racistas.
123
Martin Durham, op. cit., capítulo 1.
124
Ernest Mandel, op. cit., p. 293.
125
Gilbert Badia, “Fascisme”, en Georges Labica y Gérard Bensussan, op. cit.
176 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
Alemania
126
Antonio Ramos-Oliveira, Historia social y política de Alemania, 2 tomos, México, Fon-
do de Cultura Económica (Colección Breviarios, número 71), 2a. ed., 1964, t. i, p. 330.
Quiero señalar que la expresión “régimen democrático” del autor en referencia al
gobierno de Ebert no la comparto. Sobre la contrarrevolución de Ebert y compañía
véase Franz Neumann, op. cit., pp. 37 y ss.
127
El mariscal Hindenburg obtuvo en esas elecciones más de 14 millones de votos,
a pesar de haber sido partidario de la monarquía y un representante de los militares
más conservadores. Fue, en realidad, un instrumento de la derecha alemana, entre
la cual los industriales tenían un peso considerable. Posteriormente sería reelecto en
marzo de 1932 con el apoyo de quienes siete años antes lo habían combatido: cató-
licos y socialdemócratas. Al parecer esta táctica fue para impedir que Hitler pudiera
ganar el poder (Hitler ya había conseguido la nacionalidad alemana, precisamente
el 26 de febrero de 1932).
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 177
marco cayó vertiginosamente, los precios cambiaban por hora. No
es una metáfora decir que los marcos en billetes se cargaban en cos-
tales, pues no valían nada en 1923. ¿Quién invertiría su fortuna en
esas condiciones? El desempleo, a partir de 1923, comenzó a aumen-
tar, como en otros países europeos. En 1924 fue de 14.7 por ciento
y en 1926 de 18.3 por ciento, es decir de alrededor de dos millones
de desempleados para comenzar a disminuir poco a poco. Aun así,
en pleno periodo de prosperidad, en 1929, había 13.6 por ciento de
parados.128 Esta prosperidad, sin embargo, no duró mucho tiempo
pues la crisis económica del capitalismo mundial pronto alcanzó a
Alemania. Para 1933, del total de la población económicamente ac-
tiva (32 296 000), el 18 por ciento estaba sin trabajo y los salarios se
redujeron a la mitad. El mayor desempleo se dio en la industria: 32
por ciento (en los servicios era de 13 por ciento y en la agricultura
y pesca de 3.3 por ciento).129 El hecho de que las microempresas de
uno a tres trabajadores, así como la nueva clase media formada por
empleados y funcionarios aumentaran, al tiempo que las pequeñas,
medianas y grandes, especialmente estas últimas, disminuyeran en
número de 1925 a 1933, nos habla del crecimiento de una clase me-
dia no muy próspera (más bien pobre, en general) y que en muchos
casos tuviera ingresos inferiores a los de la clase obrera propiamen-
te dicha.130 La crisis afectó principalmente a los bancos (muchos de
estos quebraron), luego a las grandes empresas industriales, y muy
cerca de éstas a las medianas. Pero esta dinámica cambiaría a partir
de 1933-1934, ya que la crisis y la política intervencionista del nazismo
permitió la concentración del capital y, por lo mismo, de empresas
que disminuyeron considerablemente en número a pesar del gran
aumento de las inversiones y de trabajadores empleados. “En 1939
—señalaba Crouzet—, 195 firmas, o sea el 3.6 % de las sociedades,
disponen del 58 % del capital-acción; en 1938 la industria química
cuenta con 258 empresas con un capital-acción de 1 924 millones de
128
Maurice Crouzet, op. cit., p. 72.
129
Wladimir Woytinsky, op. cit., anexo 21-b, p. 367. En el sector servicios se incluyen
a los empleados de la administración pública, servicio doméstico, transportes y
comunicaciones, profesiones liberales, comercio y otros. Crouzet, op. cit., p. 132,
señalaba que “Alemania, en 1932, contaba con el 43.7 % de parados absolutos entre
los obreros sindicados, un 22.6 % que trabajaban según un horario reducido y sólo el
33.7 % estaban ocupados regularmente durante la jornada completa.” El dato sobre
los salarios, en la página 161.
130
Véanse Woytinsky, op. cit., p. 248 y Nicos Poulantzas, op. cit., p. 302.
178 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
Fuente: Jean Marie Vincent, “Sobre el ascenso y la victoria del nazismo”, en María
Antonieta Macciocchi (coordinadora), Elementos para un análisis del fascismo, 2 tomos,
España, Madrágora-El Viejo Topo, 1978, t. i, p. 43.
131
Crouzet, op. cit., p. 149.
132
Martin Durham, op. cit., pp. 18-19. En Mi lucha Hitler ya se refería a la necesidad
de aumentar la población, razón por la cual Alemania iba a necesitar más territo-
rios, de preferencia hacia el Este, como puede leerse en A. Ramos-Oliveira, op. cit.,
t. ii, p. 14.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 179
Y no menos elocuente es este otro cuadro de las:
133
Maurice Crouzet, op. cit., pp. 204-205.
134
Fritz Thyssen fue uno de los más importantes y acaudalados productores de acero
180 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
140
Mahmood Mamdani, “Making sense of political violence in post-colonial Africa”,
en Leo Panitch y Colin Leys, op. cit., pp. 134-135. El autor nos recuerda que uno de
los discípulos de Fischer fue Joseph Mengele, el encargado de las cámaras de gas en
Auschwitz.
141
Un estudioso del antisemitismo, Jacques Gabayet, menciona que “la persecución
de los miembros de la cultura hebrea, en el tiempo que transcurre, desde los oríge-
nes de la Europa cristiana hasta la consolidación de las naciones, cuenta con muchos
siglos de existencia.” Véase Jacques Gabayet Jacqueton, “El antisemitismo, corazón
de la derecha”, Rino, México, número 34, otoño de 2002, p. 20.
142
El vocablo “antisemitismo”, según Moshe Zimmermann, tuvo su origen en tér-
minos políticos y raciales, y no sólo contrarios a los judíos, en Wilhelm Marr (1819-
1904), un demócrata más o menos de izquierda que devino derechista y creador de
la primera Liga Antisemita. Véase http://www.oup-usa.org/isbn/0195040058.html.
El historiador Heinrich von Treitschke (1834-1896) apoyó los puntos de vista de
Marr, y entre sus frases famosas destacaron: “Ninguna cultura ha sobrevivido sin
sirvientes”, “Los judíos son nuestra desgracia”. Von Treitschke fue un defensor del
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 183
147
G. D. H. Cole, op. cit., p. 47. Véase también a Antonio Ramos-Oliveira, op. cit.,
tomo ii, pp. 12-14.
148
Carl Amery, op. cit., pp. 70-71.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 185
la que se adoptó en Italia con el fascismo, por lo que sería ocioso
desplegarla, pero sí es pertinente recordar que para éste, incluso
el Partido Nacional Fascista debía subordinarse al Estado y que en
Alemania “las dificultades derivadas de la relación extremadamente
equívoca entre el partido y el Estado están resueltas jurídicamente
por el principio del liderazgo”, como bien señalara Neumann,149 el
führerprinzip.150 Su oposición al liberalismo también es semejante,
aunque en el caso alemán Hitler contó con un teórico más sólido
que Gentile: Carl Schmitt. (No deja de ser curioso que algunos
ideólogos del posmodernismo y de la democracia radical de finales
del siglo xx y principios del xxi, usen como apoyos tanto a Nietzsche
como a Schmitt.151)
Hitler era austriaco, y el primer país que anexó a Alemania fue
Austria (marzo de 1938). Era católico, y la primera religión perse-
guida y obstaculizada en sus funciones docentes, en sus publicacio-
nes y en su organización, fue la católica. En 1936 prohibió que los
jóvenes mestizos “con sangre judía” pudieran ascender en el servicio
militar, que era obligatorio, y a los judíos “genuinos” se les prohibía
cualquier servicio activo en las fuerzas armadas. Con Italia y Japón
se firmaron acuerdos de lucha conjunta en contra de la Internacio-
nal Comunista (1937), es decir en oposición a los comunistas en sus
respectivos países y a la política de los frentes populares que propo-
nían, desde 1935, una alianza de clases en los países llamados de-
mocráticos para enfrentar el avance del fascismo. Católicos, judíos
y comunistas fueron perseguidos. En los primeros campos de con-
centración fueron encarcelados “los comunistas alemanes, socialistas,
socialdemócratas, romas (gitanos), testigos de Jehová, homosexuales,
clérigos cristianos, y personas acusadas de comportamiento ‘asocial’
o anormal”.152 Después de la anexión de Austria “los nazis arrestaron
149
Franz Neumann, op. cit., p. 94.
150
El Führerprinzip quiere decir no sólo liderazgo, sino también el derecho de las
“mentes superiores” a la obediencia incuestionable y a un trato especial por parte
de los seguidores.
151
Véase por ejemplo el artículo de Chantal Mouffe, “Radical democracy or liberal
democracy?”, en David Trend (editor), Radical Democracy, New York, Routledge, 1996.
En la página 21 Chantal Mouffe escribió que Carl Schmitt fue “quizá el más brillante
crítico de la democracia liberal”, y más adelante cita a Schmitt, quien decía que “el
bolchevismo y el fascismo […], como todas las dictaduras, son ciertamente antilibe-
rales, pero no necesariamente antidemocráticas” (sic).
152
Véase Enciclopedia del Holocausto, <http://www.ushmm.org/wlc/sp/index.php?M
oduleId=10005754>. No deja de ser paradójico que el primer grupo de Hitler, “el
grupo de sus íntimos”, escribía Ramos-Oliveira, estuviera formado, entre otros, por
186 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
tres “homosexuales notorios”: Röhm, Christian Weber y Julio Streicher; que “Emi-
le Maurice, el chofer de Hitler, [fuera] un sádico”; que “Göring, [fuera] un sujeto
brutal, degenerado, gran consumidor de drogas estupefactivas”. A. Ramos-Oliveira,
op. cit., t. ii, p. 18.
153
Enciclopedia del Holocausto, ídem.
154
Mihaly Vajda, op. cit., p. 13. “El carácter definitivo de la dictadura fascista —escri-
bía— es que ella surgió de un movimiento de masas y, como una forma capitalista de
dominio, dependió del apoyo de ese movimiento.” (Cursivas en el original).
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 187
—como el fascismo— no tendió al igualitarismo, fue demagógico al
hablar de éste, como lo demostrara la concentración de capital y la
depauperación de la población mayoritaria. Por añadidura, fue más
que antidemocrático: su propuesta fue una dictadura, totalitaria y
basada en el terror, que no permitió oposición y, mucho menos, la
posibilidad de una oposición que pudiera derrotarlo, aunque en-
frentaba un problema que no sabemos cómo se hubiera resuelto:
la existencia misma de la burguesía y su colosal poder económico
(ya que en el caso de Italia la monarquía hacía tiempo que había
aceptado su sustitución de facto por el jefe del gobierno). ¿Si no
hubieran perdido la guerra Italia, Alemania y Japón, aliados todos,
qué hubiera ocurrido? ¿No hubieran surgido contradicciones entre
los grandes capitalistas y los fascistas, sobre todo en Alemania? No
lo sabemos, ni lo sabremos, pero sí que los neofascistas, y sobre todo
los neonazis, existen y que, especialmente en Europa, han avanzado
electoralmente. Hitler decía que la democracia y el liberalismo per-
mitieron que el marxismo pudiera desarrollarse, pero no dijo que
también permitieron el ascenso y el desarrollo del fascismo, como
ocurrió en Italia y en Alemania hace más de 80 años, pues en ambos
casos, como hemos visto, tomó el poder por vía legal aprovechando
las vías abiertas por la democracia en condiciones de crisis econó-
mica y política. De aquí podría desprenderse que el mejor antídoto
contra el fascismo no es sólo la existencia de democracia formal
sino, más que todo, una política tendente al igualitarismo, es decir
desarrollo económico con distribución de la riqueza, pleno empleo
e inclusión y tolerancia, independientemente de razas, religión,
cultura y formas de vida.
en el presente
Bush proclama urbi et orbe la guerra preventiva. Dwight Eisenhower en 1953 no dudó
al respecto: “La guerra preventiva es un invento de Adolfo Hitler, francamente yo no
me tomaría en serio a nadie que me viniera a proponer una cosa semejante”.
Pero ¿guerra preventiva contra quién? Bien es sabido que la primera víctima de
una guerra es la verdad. Y Bush lo primero que hace para fabricar su guerra preven-
tiva, tras el ‘incendio del Reichstag’, es mentir a lo Goebbels a un grado tan primitivo
que nadie terminó creyéndole algo. Primero dijo que Irak apoyaba a Al Qaeda. Cu-
ando se comprobó el odio irreconciliable entre Saddam Hussein y el ex empleado
de eeuu, Osama Bin Laden, Bush apeló a incluir a Irak en la corriente fundamen-
talista musulmana. Difícil de creer en el país más laico del mundo árabe. Apelaron
entonces a la existencia de armas de destrucción masiva. Afirmaron que Irak no iba a
163
USA Patriot Act, que puede verse en <http://thomas.loc.gov/cgi-bin/query/
z?c107:H.R.3162>, especialmente las secciones 201 a 225.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 191
permitir las inspecciones y cuando las permitió, aseveraron que no iba a dejar entrar
a la onu en los Palacios y otros lugares preservados. Cuando también se reveló que
tal negativa era falsa, dijeron que las armas estaban bien ocultas. Finalmente no en-
contraron ni una sola. Cuando todos los argumentos fueron sepultados pidieron la
renuncia o el exilio de Saddam Hussein y admitieron la única verdad real: queremos
ocupar el territorio Iraquí pese a quien pese y decidir quién lo va a gobernar.164
164
Federico Fasano Mertens, “De Hitler a Bush”, La República, Uruguay, 30 de marzo
de 2003.
165
Véase Mari Jo Buhle, Paul Buhle and Dan Georgakas (editors), Encyclopedia of the
American Left, Urbana & Chicago, University of Illinois Press, 1992, pp. 354 y ss.
192 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
166
La Primera enmienda se refiere a la libertad de palabra y la Quinta a que nadie
puede testificar en contra de sí mismo o auto incriminarse.
167
Ellen Schrecker, The Age of McCarthyism: A Brief History with Documents, Bos-
ton, St. Martin’s Press, 1994, capítulo 3, que puede consultarse en <http://www.
english.uiuc.edu/maps/mccarthy/schreker1.htm>.
168
Otro de los casos de repercusión mundial fue el de Julius y Ethel Rosenberg eje-
cutados en junio de 1953 por supuestas actividades de espionaje.
169
Mari Jo Buhle, Paul Buhle and Dan Georgakas (editors), op. cit., el capítulo “Mc-
Carthism”, pp. 457 y ss.
170
Roy Cohn, asesor del senador McCarthy, fue miembro de esta organización. Véase
<http://watch.pair.com/jbs-cnp.html>. Cohn era judío y persiguió por igual a los ju-
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 193
fundador, Robert Welch, quiso rescatar la memoria de John Birch,
quien había sido misionero cristiano en China a partir de 1940
y luego militar, además de anticomunista. Welch fue opositor a
Franklin D. Roosevelt, ultranacionalista, republicano y anticomunis-
ta, defensor del liberalismo y, por lo mismo contrario al welfare state.171
La John Birch Society (jbs), en teoría, no podría ser muy diferente del
pensamiento de Welch. Sin embargo, a pesar de que sus plantea-
mientos difícilmente podrían ser considerados neonazis, ya que la
organización se presenta como ultraliberal e individualista, partidaria
de un gobierno mínimo (less government), contraria a cualquier forma
de totalitarismo, defensora de las libertades, religiosa, patriota (en
el sentido del nacionalismo extremo no pragmático y chauvinista) y
xenófoba (anti-inmigrantes), hay opiniones que difieren de lo que la
jbs aparenta ser.172 Su actual dirigente es John F. McManus.
Un año después del surgimiento de la jbs, George Lincoln Ro-
ckwell fundó el Partido Nazi de Estados Unidos (American Nazi Par-
ty—anp). Rockwell se inició como un macartista anticomunista, pero
luego se convirtió en un antijudío igualmente anticomunista. Fue
asesinado en 1967. Como otras organizaciones de la ultraderecha
estadunidense, ésta planteaba que los negros deberían ser deporta-
dos a África y los judíos esterilizados y despojados de sus pertenen-
cias. Entre sus principios destacaban (¿destacan?) el evolucionismo
progresista, el funcionamiento de la sociedad como un organismo
y la subordinación de los individuos a éste. Adolfo Hitler fue un
regalo de la providencia para detener la catástrofe judeo-bolchevi-
que y una fuente de inspiración para un nuevo orden mundial.173
Algunos estudiosos de este partido han opinado que no tiene más
de 200 miembros, pero es difícil corroborarlo ya que se necesita una
contraseña para consultar su página en Internet.
díos que a los comunistas. Era homosexual y también persiguió a los homosexuales.
En 1992, bajo la dirección Frank Pierson, se estrenó la película Citizen Cohn (USA)
protagonizada por James Woods (Roy Cohn) y Joe Don Baker (como senador Joseph
McCarthy). Hay varias biografías de Cohn en Internet.
171
Su anticomunismo lo llevó a acusar a Eisenhower de ser simpatizante de los co-
munistas y de la URSS. Véase la página de The John Birch Society en internet: <http://
www.jbs.org/visitor/about/aboutrwelch.htm>.
172
Véanse, por ejemplo, http://watch.pair.com/jbs-cnp.html y <http://watch. pair.
com/JBS.html>. También puede consultarse Benjamin R. Epstein y Arnold Forster,
The Radical Right: Report on the John Birch Society and Its Allies, New York, Vintage Books,
1967.
173
Véanse los principios del nacional socialismo según Lincoln Rockwell en <http://
www.theneworder.org/principles.htm>.
194 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
174
Véase <http://www.natall.com/>.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 195
listas, obviamente antisemitas, xenófobos, racistas, neonazis y tienen
antecedentes en el fundamentalismo cristiano.175 Para Butler, Jesu-
cristo ha sido el más grande personaje de la historia, y Adolfo Hitler
el segundo.176 La organización de Butler, después de designar como
su sucesor a Harold Ray Redfeairn (con antecedentes criminales),
se dividió recientemente conformándose tres nuevas organizacio-
nes. Una de éstas, dirigida por Redfeairn, es la Church of the Sons of
Yahweh (Iglesia de los hijos de Yahvé), una de las organizaciones de
ultraderecha más violenta y extremista en el presente.
La más antigua de las organizaciones de ultraderecha en Esta-
dos Unidas, fundada después de la Guerra de Secesión (diciembre
de 1865), y que ahora se presenta como un partido político, The
Knights Party (Partido de los Caballeros), es el Ku Klux Klan. Esta or-
ganización no comparte necesariamente los implícitos en la teoría
de la evolución de las especies (el darwinismo social). Expresamen-
te dicen “A nosotros no nos importa quién es superior y quién no
lo es. Dios nos hizo a todos. Nosotros simplemente creemos que los
Estados Unidos de América fue fundada como una nación blanca
y cristiana”.177 Aceptan que hay grupos que odian, literalmente, a
personas de otras razas, pero que probablemente —dicen— ello
se deba a que perdieron su trabajo gracias a las políticas de acción
afirmativa (ver más adelante sobre este tema), o a la influencia de
películas y noticias que enfatizan el odio de los blancos y cristianos
a los no blancos y no cristianos. Vale decir que en el pasado, acep-
tando sin conceder que en la actualidad el odio racista no sea una
característica del Knights Party, la principal oposición a la liberación
de los esclavos negros y luego a la integración racial, ha sido una
política extendida entre los miembros del kkk, especialmente cuan-
do su organización estaba basada en hermandades con frecuencia
secretas (el “imperio invisible”) que, al menos formalmente, no es
el caso de su partido. El Partido de los Caballeros del Ku Klux Klan
es en realidad una organización más o menos reciente, ya que fue
fundada en 1956 en Louisiana. Su primer dirigente fue David Duke,
quien transformó al kkk de pequeños grupos regionales en una or-
175
Véase <http://www.aryan-nations.org/>. Hay otra organización llamada también
Aryan Nations que, aunque tiene más o menos los mismos postulados, especifica que
no está afiliada a Church of Jesus Christ Christian. Al respecto puede consultarse su sitio
en la Web: http://www.twelvearyannations.com/ourposition.html.
176
Véase la biografía de Butler en <http://www.adl.org/learn/Ext_US/butler.asp?x
picked=2&item=2>.
177
Véase <http://www.kukluxklan.org/>.
196 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
178
Véase <http://www.tolerance.org/maps/hate/index.html#criteria>.
179
Posse Comitatus (Poder del condado, de la comunidad) fue fundada a finales de los
60 del siglo xx por William Potter Gale, coronel retirado y ex ayudante del general
Douglas MacArthur en el Pacífico sur. Gale fue también líder del grupo paramilitar
llamado California Rangers. Posse Comitatus se basa en la idea de que el poder debe des-
cansar en los condados ya que el sistema social dominante llevará a la destrucción de
la nación. Es una organización ligada a Christian Identity de ultraderecha en Estados
Unidos. Véanse: <http://www.dojgov.net/posse_comitatus_act.htm>, y, sobre todo,
con muy precisa información: <http://www.nizkor.org/hweb/orgs/american/adl/
paranoia-as-patriotism/posse-comitatus.html>. También puede consultarse <http://
www.adl.org/learn/Ext_US/butler.asp?xpicked=2&item=2>, ya citada.
180
The Order es una organización formada por ex seguidores de Butler, ex miembros
del kkk y de Alianza Nacional. Es partidaria de la violencia, del asesinato, del terroris-
mo y de robos armados. Su fundador fue Robert Mathews, asesinado en 1984. Véase
la biografía de Butler ya citada.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 197
organizado grupos paramilitares (llamados militias-milicias181), que
armados y entrenados por ex militares, se plantean la defensa del
país a partir de las comunidades donde viven, pues consideran que
la esencia de Estados Unidos está en esas comunidades (blancas,
por supuesto), y no en los ámbitos federales y el poder nacional
dominados por los políticos, los dos mayores partidos y las grandes
empresas industriales, comerciales y de comunicación, además de
los bancos, “controlados por judíos”. En estas milicias, que acostum-
bran autodenominarse patriotas, y cuyos miembros suelen pensar
que existe una conspiración de las elites para controlar a la pobla-
ción común, participan neonazis, skinheads, y toda suerte de per-
sonas, por lo general incultas y provincianas, de ideología cristiana,
racista, xenófoba y ultra nacionalista, además de partidaria de las
armas para toda la población.182
Vale decir que hay una organización judía, considerada de
ultraderecha, que es también partidaria de las armas para toda la
población y que opina que el control de armas en Estados Unidos es
una medida racista. Me refiero a la organización Jews for the Preserva-
tion of Firearms Ownership (Judíos por la preservación de la posesión
de armas de fuego), cuyo argumento es que la policía no protege
a los ciudadanos comunes ni los indemniza en sentido alguno por
los crímenes que se llevan a cabo por esa falsa protección.183 Por
otro lado, también hay organizaciones ultraderechistas entre la
población de origen africano en Estados Unidos. Una de las expli-
caciones del racismo entre la población negra podría ser el hecho
de haber sido discriminados por la población blanca durante tan-
tos años (y todavía en ciertos casos y lugares). Los racistas negros,
al igual que los racistas blancos, son contrarios a los matrimonios
181
Sobre las milicias en Estados Unidos, el origen del vocablo, la justificación de
su existencia, los lugares en los que radican y tienen influencia, etcétera, puede
consultarse <http://www.constitution.org/mil/cs_milit.htm> y las páginas que de
ahí se derivan.
182
En 2001 se calculaban 43 grupos de skinheads, 209 de neonazis y 109 del kkk en
Estados Unidos. Listas impresionantes de las organizaciones llamadas de “odio”
(ultraderechistas), incluso por estado y con mapas, en www.tolerance.org. Aunque
no ha sido la mejor película de Costa-Gavras, Betrayed (1988), con Debra Winger y
Tom Berenger, muestra cómo se organizan los granjeros blancos de ultraderecha en
Estados Unidos, sus campos de entrenamiento militar y de adoctrinamiento de niños
y jóvenes. Por la trama de la película podría pensarse que se trata de organizaciones
como The Silent Brotherhood (The Order).
183
Véase la página oficial de esta organización en <http://www.jpfo.org/>. Su diri-
gente es Aaron Zelman, de Hartford, Wisconsin, EUA.
198 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
Una reflexión aparte, y que tiene que ver con la ultraderecha, sería
el problema de las acciones afirmativas en uso desde hace unos 30
años, sobre todo en Estados Unidos, y que en el último lustro han
disminuido. La idea de las políticas de acción afirmativa, asumida
por la Organización de Naciones Unidas para todos los países
miembros, aunque reconoce que aquéllas no están suficientemente
definidas, se ha extendido con la intención de evitar discriminación
por razones de raza, de género y otras distinciones que han sido
motivo de exclusión. La propuesta de la acción afirmativa surgió en
la lógica de igualdad de oportunidades para las llamadas minorías
en Estados Unidos, que tiene su origen en la Ley de Derechos Civi-
les de 1964 que ya contemplaba la prohibición de la discriminación
por razones de raza, religión, sexo o antecedentes nacionales de
origen. Al principio fue pensada para el empleo, luego también
para el sistema educativo, con el objeto de que ni minorías ni mu-
jeres estuvieran en desventaja. Estas políticas han dependido en
buena medida de la orientación de los gobiernos en ese país.185 Sin
embargo —y por eso usé la palabra “problema”—, para unos las
políticas de acción afirmativa no siempre han propiciado la equidad
en términos de méritos, porque —dicen— han resultado muy con-
184
Véase <http://www.tolerance.org/maps/hate/group.jsp?map_data_type_id=1>.
185
George W. Bush, actual presidente de Estados Unidos, ha manifestado pública-
mente desacuerdos con las políticas de acción afirmativa aunque haya dicho que
está de acuerdo en la diversidad racial. Véase el comentario de María Elena Salinas
de Univisión, 29 de enero de 2003, en <http://www.vidaenelvalle.com/opinion/
spanish/story/6018377p-6975110c.html>.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 199
trovertidas en aquellos ámbitos en los que ciertas capacidades son
necesarias para la realización de un trabajo, sea en una empresa, en
la administración pública o en los centros de educación e investiga-
ción. Para otros son demagógicas pues en realidad se trata de “cuo-
tas” que sólo han sido aceptadas en ciertos niveles de empleo o en
ciertos centros educativos que no son de primera importancia (es
decir las universidades que no son de la Ivy League186). Quienes así
piensan han argumentado que los afroamericanos o los de origen
latino o asiático, que han logrado escalar altas posiciones de empleo
o espacios en las principales universidades de ese país, lo han hecho
con independencia absoluta de las políticas de acción afirmativa.
Dicen, también, que una política de auténtica igualdad de oportu-
nidades tendría que partir de una igualación previa de los factores
que permiten el desarrollo de capacidades, talento, aptitudes; es
decir, ingresos familiares, ambientes de vida, cultura, salud, etcé-
tera. Finalmente, los sectores cercanos a la derecha extrema o de
esta posición, y sobre todo los que son expresamente racistas y
xenófobos, no están de acuerdo con estas políticas y consideran
que han sido prácticas demagógicas de partidos y candidatos para
ganarse el voto de las minorías provocando nuevos problemas, en
especial para la población blanca. La ultraderecha que no ha que-
rido ser señalada como racista (aunque lo sea), suele argumentar
que la evaluación de la gente para empleos o acceso a los centros
educativos debe ser por méritos y no por su origen étnico, hacien-
do abstracción de que las minorías suelen ubicarse en los estratos
socio-económicos más bajos y que para romper el círculo vicioso
se requieren esfuerzos extraordinarios que no necesariamente
realizan quienes han vivido en condiciones ventajosas económica
y culturalmente.
Toda medida que tienda a evitar la discriminación de un ser hu-
mano es, por lo mismo, una tendencia al igualitarismo. Si la llamada
acción afirmativa sirve para esto, y no como artificio demagógico,
podría ser considerada una política de izquierda en el exclusivo ámbi-
to de la discriminación/no discriminación de raza, género, religión,
preferencias sexuales, o antecedentes nacionales de origen. Más
allá de este ámbito se trataría, en realidad, de disminuir diferencias
sociales y económicas que, en el capitalismo, tienen como límite
las razones estructurales y propias de este sistema económico. La
tendencia a disminuir las diferencias sociales y económicas es, a mi
186
Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth, Harvard, Penn, Princeton y Yale.
200 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
en europa
resultados electorales
de partidos de ultraderecha en europa occidental
(elecciones parlamentarias)
187
Véase el reporte de asuntos jurídicos del 27 de agosto de 2001 sobre la inmu-
nidad parlamentaria de Blocher en relación a sus posiciones racistas, en <http:
//www.parlament.ch/afs/data/f/bericht/2001/f_bericht_n_k12_0_20010045_
01.htm>. El ideario político y la historia del svp-udc puede consultarse su página
oficial <http://www.svp.ch/index.html?page_id=675&1=3>.
188
Véase <http://foros.hispavista.com/politica_espana/1005/>.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 203
primeros dirigentes, entre los que destacaba Giorgio Almirante,
habían sido militantes fascistas. Participó en elecciones desde 1948
y en varios de los comicios obtuvo más del cinco por ciento de los
sufragios.189 Diferencias entre su dirigente, Pino Rauti, y Gianfranco
Fini, líder ahora de Alianza Nacional, condujeron a la división, lle-
vándose el nuevo partido a la mayor parte del viejo. Las diferencias
fueron muy evidentes. El msi es partidario del estatismo, de la eco-
nomía corporativista,190 del bienestar social y los altos impuestos, de
la familia unida (es decir contrario al divorcio y al aborto) y, como
otros partidos de ultraderecha, defensor de la “ley y el orden”.
Alianza Nacional, en cambio, se considera a sí misma como un
partido de “derecha social” subordinado totalmente a Berlusconi y,
por lo mismo, se ubica (o quiere ubicarse) como un partido liberal
que no quiere ser identificado con el fascismo (postfascista, le llama
Martinotti191). El msi casi no existe en la actualidad.
La Liga del Norte (ln), por otro lado, es una organización
partidaria de la independencia del norte de Italia (República de
Padania, la denominan), es contraria a la globalización neoliberal y
a los inmigrantes; anticomunista de origen, es en muchos sentidos
más fascista que an, a la derecha de ésta y del msiantes de que dejara
su lugar a an. El discurso de su dirigente, Umberto Bossi, es incen-
diario, y tan violento como carente de contenido. Lo único en que
más o menos coinciden la ln y el msi es en su oposición al neolibera-
lismo, a la economía globalizada y en su discurso también populista,
populista de derecha.
Un común denominador de los partidos de ultraderecha alia-
dos a Forza Italia de Berlusconi, fue la promesa de éste de combatir
la inmigración ilegal, sobre todo venida de los países del este euro-
peo y de África. Para entonces la inmigración legal representaba
189
Donald Sassoon, Contemporary Italy, politics, economy and society since 1945, London
& New York, Longman, 1986, Cuadro 8.1, p.167; y también puede consultarse <http:
//www.parties-and-elections.de/italy3.html>, con los datos de cada elección.
190
Cuando los fascistas se refieren al corporativismo, en la economía o en la política,
implican una posición contraria al liberalismo, es decir basado aquél en la supuesta
armonía interclasista y un cierto monolitismo ideológico, ambos subordinados al
Estado bajo esquemas de control y disciplina. Esto es, intenta evitar el conflicto entre
clases sociales, competencia empresarial y en el plano ideológico-político; si es posi-
ble, neutralizar el conflicto aun en forma antidemocrática (muy común a todas las
expresiones del fascismo).
191
Giampiero Martinotti, “Italia”, en El estado del mundo, op. cit., 2002. Véase tam-
bién la página web oficial de an, <http://www.alleanza-nazionale.it/presidente/
profilo.html>.
204 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
192
Véase <http://www.cidob.org/bios/castellano/lideres/h-034.htm>.
193
Para mayor extensión véase: <http://www.adl.org/backgrounders/joerg_haider.
asp>. Véase también la página ya citada <http://www.cidob.org/bios/castellano/
lideres/h-034.htm>.
194
La Coalición entre el Partido de la Libertad y el Partido Popular para formar
gobierno se formalizó el 1 de febrero de 2000, poniendo fin a la coalición de largo
tiempo del Partido Popular con la socialdemocracia. Véase la página en internet de
la Anti-Defamation League (<<http://www.adl.org/adl.asp>)sobre Joerg Haider.
195
Véase La Jornada, México, 1 de marzo de 2000.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 205
En Alemania occidental los nazis no desaparecieron con la de-
rrota de Hitler (tampoco, dicho sea de paso, en Alemania oriental
pese a la orientación socialista que tuvo el régimen). Aunque no se
permiten partidos expresamente nazis o neonazis,196 no ha habido
obstáculo alguno para que se formen partidos abiertamente nacio-
nalistas de ultraderecha, en el que participaron personas y grupos
de clara afiliación nazi o que habían pertenecido al partido de Hitler,
como el general Otto Ernst Remer.197 Este general nazi fue uno de
los líderes del srp (Sozialistische Reichspartei-Partido Socialista del
Reich) que fue el primer partido importante de la ultraderecha en
la nueva República Federal Alemana, que no el único. Este partido,
además de expresarse en contra del sistema democrático se refería
al “socialismo alemán” como una manera de evadir la mención del
“nacional-socialismo”. Más adelante, a finales de 1964, se formó el
ndp (Nationaldemocratische Partei-Partido Nacional Democrático), a
partir de una amalgama de varios otros partidos y grupos nacionalis-
tas también de ultraderecha. El ndp fue un partido nacionalista neo-
nazi con relativos éxitos electorales, expresamente al canalizar lo
que se conoce como el voto de protesta.198 Al igual que en el srp, en
el ndp varios de sus fundadores fueron miembros de Partido Obrero
Alemán Nacional Socialista (el nsdap, por sus siglas en alemán).199
Años después, en 1971, se fundó el neonazi Deutsche Volksunion-DVU
(Unión del Pueblo Alemán), bajo la presidencia de Gerhard Frey,
cuya membresía era de alrededor de 17 mil afiliados en 1999.200 Pos-
teriormente, en noviembre de 1983, se fundó el partido Die Repu-
blikaner (Los Republicanos), también de ultraderecha y que existe
hasta la fecha.201 Este partido, como casi todos los de ultraderecha
196
Para mayor información puede consultarse, en internet, el Informe 1998 de la
oficina Federal para la Protección de la Constitución (Bundesamt für Verfassungsschu-
tz). Vale decir que una buena cantidad de la propaganda neo-nazi en Alemania, de
acuerdo con las autoridades de este país, proviene de los grupos equivalentes de
Estados Unidos, donde no están prohibidas las organizaciones nazis.
197
Gerard Braunthal, Parties and politics in modern Germany, USA, Westview Press,
1996, p. 104.
198
Véase mayor detalle en Stephen Padgett y Tony Burkett, Political Parties and Elec-
tions in West Germany, London, Hurst & Co., 1986, pp. 145-146.
199
nsdap: Nationalsozialistische Deutsche Arbeitpartei.
200
Véase <http://www.idgr.de/lexikon/stich/d/dvu/dvu.html, y su página oficial
http://www.dvu.de/>.
201
Su fundador fue el ex oficial de la ss (Schutz Staffel) Franz Schönhuber. Véase J.
Denis Derbyshire y Ian Derbyshire, op. cit., p. 490.
206 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
202
El Partido Socialdemócrata de Alemania (spd) obtuvo el mismo porcentaje de
votos que la coalición Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana (cdu-csu):
38.5%. Los Verdes lograron 8.6% de los votos y 55 escaños. “Sumados a los 251 del
spd, significan 306 escaños en un Parlamento de 603 plazas. Los conservadores, con
248 escaños, no alcanzan mayoría ni con un hipotético pacto con los liberales del fdp,
cuyo 7.4% les valió sólo 47 diputados”. Véase <http://es.news.yahoo.com/020923/
159/27r46.html>.
203
Véase Susann Backer, “Right-wing extremism in unified Germany”, en Paul Hain-
sworth, op. cit., p. 100
204
Erich Honecker fue tan poco flexible que, al final de su mandato, todavía en
1989, llegó a prohibir los periódicos soviéticos en la RDA, por considerarlos no sólo
revisionistas sino liberales.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 207
York). La influencia punk en la RDA y otros países de Europa oriental
era principalmente de Inglaterra, de los jóvenes que después de estu-
diar no tenían trabajo ni expectativa alguna. Una década más tarde,
también en la RDA y como rechazo al régimen que no resolvía los
problemas de la juventud trabajadora y estudiantil (poco preparada y
de baja cultura), aparecieron tardíamente205 los skinheads, que adop-
taron varias de las posiciones del nazismo y, desde luego, la creencia
de la superioridad de la raza aria (etnocentrismo). Conviene recor-
dar que en la RDA, a diferencia de la RFA y del resto de los países más
desarrollados de Europa occidental, la inmigración “no blanca” fue
muy reducida, apenas perceptible. Cuando se unieron las dos Alema-
nias, los trabajadores “orientales” que anhelaban mejorar sus ingre-
sos, entre otras razones para compensar la pérdida de prestaciones
sociales al convertirse su país al capitalismo, vieron en los inmigrantes
no alemanes serios competidores para los puestos de trabajo. De ahí
a ser racistas, aunque fuera inconscientemente, sólo había un pequeño
paso. No debe pasarse por alto que los alemanes orientales devinieron
de facto, a partir de la unificación política de octubre de 1990, ciudada-
nos de segunda clase incluso por su capacitación laboral, insuficiente
para la alta tecnología de occidente. El desempleo también aumentó
pues el aparato productivo de la ex RDA, obsoleto en muchos sentidos,
fue dejado a su suerte, cuando no desmontado. Agréguese a lo ante-
rior, como ya fue señalado, que el desempleo ya estaba extendido, y en
aumento, como en el resto de Europa occidental.
Fue este fenómeno una de las principales razones para el creci-
miento de las organizaciones y partidos de ultraderecha en Europa
(y, por cierto, no sólo en el occidente de ésta). La diferencia de los
últimos años con la ultraderecha anterior a la crisis y a los cambios
estructurales es que el antisemitismo que la caracterizaba y carac-
teriza, ahora suele ocultarse dada la importancia que se le ha dado
a los inmigrantes y más si éstos no son cristianos. En Alemania, el
pequeño partido Die Christliche Mitte (Partido Cristiano del Centro)
exigió una “Alemania para los cristianos” en clara alusión al porcen-
205
Los skinheads ingleses surgieron en Inglaterra a finales de los años 60 del siglo
pasado (los rude boys) y, en principio, no eran racistas. Fueron las organizaciones de
ultraderecha, como el Britsh National Party, las que cooptaron a algunos en los años 80
e influyeron en ellos. En Estados Unidos el racismo fue parte de su origen, al igual que
el odio y la violencia contra los no blancos, pero también hay grupos antirracistas como
sharp (Skinheads Against Racial Prejudices). Más en extenso, con explicaciones detalla-
das, en <http://www.geocities.com/Athens/Crete/7892/skin/skinhead.htm>.
208 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
206
Véase Marta Durán de Huerta, “La inundación que salvó a Schroeder”, La Jorna-
da, 29 de septiembre de 2002 (Suplemento Masiosare).
207
Algunos autores como el profesor de la Universidad católica de Bruselas, Marc
Swyngedouw, ubican el nacimiento del vb en 1978. Véase su artículo “Belgium: ex-
plaining the relationship between Vlaams Blok and the city of Antwerp”, en Paul Hain-
sworth (editor), op. cit., p. 127. Pienso que la página oficial de este partido puede ser
más exacta en este dato. Véase <http://www.vlaamsblok.be/> (tiene traducción al
inglés y al francés).
208
Marc Swyngedouw, ídem, pp. 123 y ss.
209
<http://www.parties-and-elections.de/belgium2.html>.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 209
de 15 por ciento, hasta ser desplazado por el Partido Popular (Dansk
Folkeparti).210 En Noruega, en cambio, el Partido del Progreso es
más influyente ahora que en sus primeros años. En Suecia, no fue
sino a partir de 1990 que se fundara un partido de ultraderecha, el
Nueva Democracia (muy pequeño), además del Partido Liberal del
Pueblo (Folkpartiet Liberalerna) que no podría clasificarse como de
ultraderecha. En realidad la ultraderecha en los países escandinavos
es, por comparación con la de otros países, moderada, pues, al igual
que en Holanda (Lijst Pim Fortuym), no es precisamente fascista.211
Su oposición a los inmigrantes (en estos países) no es tanto porque
les quiten puestos de trabajo, sino porque consideran que ha aumen-
tado la inseguridad (atribuida a aquellos) y por razones culturales
y religiosas: no aceptan el multiculturalismo y consideran que las
religiones de muchos de los inmigrantes, especialmente musulma-
nes, alteran las formas de vida de su población, tradicionalmente
cristiana (una manera de esconder su racismo). En la presentación
del Partido Popular Danés se expresa con absoluta claridad este
ideario. Dinamarca es una nación cristiana y con una cultura propia
que habrá que preservar para seguir siendo una nación civilizada
[sic]. “Dinamarca no es un país de inmigración y nunca lo ha sido.
En consecuencia, no aceptaremos que el país adquiera un carácter
multiétnico.”212 En Suecia, el Partido Liberal del Pueblo y Nueva
Democracia usaron el problema de los inmigrantes como bandera
electoral y el primero se vio beneficiado con un aumento considera-
ble en el número de representantes en el Parlamento. En Noruega
el Partido del Progreso usó más o menos los mismos argumentos.
En Gran Bretaña el British National Party (Partido Nacional Britá-
nico), cuyo discurso es contrario a los inmigrantes y asilados no
blancos, para quienes pide la expulsión del país, había obtenido 0.2
por ciento de las votaciones parlamentarias de 2001, y en la elección
de concejales del 1 de mayo de 2003 obtuvo un promedio de 13.75
por ciento en los lugares en que se presentó, a pesar de que su líder,
Nick Griffin, no fue electo.213 También en Gran Bretaña, pero como
210
<http://www.danskfolkeparti.dk/>, con traducción al español.
211
El Pim Fotuym se opone a la inmigración y al Islam, al mismo tiempo que es libe-
ral. Véase la página “Fascist Faces” en Internet <http://www.angelfire.com/home/
government/FascistFigures.html>.
212
<http://www.danskfolkeparti.dk/>, citada.
213
Véase Isaac Bigio, “Elecciones británicas: revés para Blair”, en http://www. rebe-
lion. org/internacional/030505bigio.htm>. Véase también <http://www. bnp. org.
uk/news/2003_may/news_may02a.htm>.
210 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
214
Véase www.nationalist.org. Barrett fue fundador también, en 1968, de Youth for
Wallace (posteriormente llamada National Youth Alliance) en apoyo de la campaña
presidencial del ultraconservador George Wallace.
215
Me parece interesante destacar que características análogas fueron las fortalecie-
ron el fascismo en Italia y España en los años 30 y posteriores del siglo pasado. Véase
al respecto a Gino Germani, “Political Socialization of Youth in Fascist Regimes:
Italy and Spain”, en Samuel P. Huntington y Clement H. Moore (eds.), Authoritar-
ian Politics in Modern Society (The Dynamics of Established One-Party Systems), New York,
Basic Books, 1970, pp. 339-340. Un aspecto que quisiera resaltar de este artículo de
Germani es la explicación de por qué las clases medias apoyaron al fascismo: la “crisis
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 211
sólo la pertinencia de regresar al proteccionismo económico, sino
también el peligro de la hegemonía de Estados Unidos en la econo-
mía mundial y en Francia en particular, además de la amenaza que
representa para los usos y costumbres de los franceses al introducir
valores que no consideran propios. Debe recordarse el enorme peso
que los franceses le han dado siempre a lo que ellos consideran su
influencia civilizadora: sus cursos de idioma, para citar un ejemplo
elocuente, son referidos a la langue et la civilisation française.
El aumento de popularidad del Frente Nacional en la primera
vuelta de las elecciones presidenciales de Francia (el 21 de abril
de 2002) provocó una gran preocupación en diversos círculos
intelectuales y políticos en el mundo. Nunca antes, en la historia
de la Quinta República francesa, un partido de ultraderecha había
conquistado el segundo lugar en la primera vuelta electoral para
la presidencia de la República, por encima de la socialdemocracia
(Partido Socialista) y muy cerca de los votos obtenidos por el presi-
dente saliente (tres puntos porcentuales de diferencia).216
El hecho fue significativo, tanto que incluso partidos de extre-
ma izquierda (en la segunda vuelta del 5 de mayo, como ya se men-
cionó), se sumaron a la candidatura de Jacques Chirac, de derecha,
para evitar que el neofascismo pudiera, eventualmente, disputar en
serio la jefatura del Estado en el país galo. Chirac supo capitalizar
esa situación, y llamó a los franceses a “unirse en defensa de los de-
rechos humanos para garantizar la cohesión del país, para afirmar
la unidad de la República y restaurar la autoridad del Estado”.217
Su partido, el rpr (Rassemblement pour la République), que había
obtenido la más baja votación para un presidente saliente, logró
en la segunda vuelta el 82 por ciento de la votación total. Un gran
triunfo de la unión de las izquierdas y las derechas en contra de la
ultraderecha, lo cual no dejó de ser una paradoja.
El fn se constituyó con antiguos poujadistas (dirigidos por Pierre
Poujade en los años 50 del siglo pasado) y con quienes fueron parti-
darios de una Argelia francesa (también en esa época) que formaron
218
Para mayor desarrollo, véase Octavio Rodríguez Araujo, “Elecciones en Francia”,
Perfil de La Jornada, México, abril de 1988.
219
Cf. Maurice Duverger, La cohabitation des français, Paris, puf, 1987.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 213
empresarios. El desempleo persiste y la concentración de capital,
como en el resto del mundo, es innegable. Lo que ha planteado Le
Pen, además de su oposición a las políticas migratorias, es un fuerte
rechazo a la globalización, una suerte de nacionalismo a ultranza,
libre de capitales extranjeros dominantes y de mano de obra no
francesa (léase no blanca). Este discurso se presenta en un país
donde la sindicación ha disminuido considerablemente, en el que
el desempleo (datos de 2002) era de 9.1 por ciento de la población
económicamente activa (pea) y donde tanto los trabajadores agríco-
las como los industriales mantienen una tendencia a la baja (4 y 24
por ciento de la pea, aproximadamente).
La izquierda, por otro lado, ha mostrado una tendencia descen-
dente desde hace muchos años, además de que está muy dividida. Los
comunistas, desde que se socialdemocratizaron (el llamado euroco-
munismo en su momento), aceleraron su caída electoral y, con ésta,
su influencia en el ámbito de los trabajadores. La izquierda radical
no ha logrado sumar esfuerzos.220 La socialdemocracia, representada
en Francia por el Partido Socialista, tiene el estigma, para los ultra-
nacionalistas, de haber apoyado la idea de una Europa unida que,
al final, sólo ha favorecido a los grandes capitales, tanto franceses
como extranjeros o a ambos asociados. Y todas las corrientes de la
izquierda se vieron ante la disyuntiva de apoyar a la derecha o, por
omisión, permitir que pudieran ganar los neofascistas. Otra para-
doja: la derecha, representada por Chirac (con Jean-Pierre Raffarin
como primer ministro) ganó gracias a la amenaza de la ultraderecha
y a la unión de partidos de derecha (supuestamente moderados) y
de centro en la ump (Union pour la Majorité Présidentielle)221 dirigida
por Alain Juppé, pero también ganó la mayoría absoluta en las elec-
ciones legislativas obteniendo 289 asientos (de 577) en la Asamblea
Nacional.222
220
Algunos autores han querido presentar los votos de la extrema izquierda francesa
como un avance de esta corriente, avance que ciertamente fue real y sin precedente
en Francia u otro país europeo, pero omiten la mención de que los diversos partidos
de izquierda radical, como también la llaman, se presentaron por separado y no,
justamente, sumando esfuerzos.
221
La ump reunió a los partidos rpr, dl (Démocratie libérale) y udf (l’Union pour la
démocratie française). Raffarin era, desde 1997, vice presidente de dl. La biografía de
Raffarin puede consultarse en la página de internet del primer ministro del gobierno
francés (<http://www.premier-ministre.gouv.fr/fr/p.cfm?ref=411>) y <http:// news.
bbc.co.uk/1/hi/world/europe/1970512.stm>.
222
Véase la página de la Union pour la Majorité Présidentielle <http://www.u-m-p.org/
index.php> del 31 de agosto de 2002.
214 ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE
223
American Cause, fundada en 1993, es dirigida por Patrick J. Buchanan y Angela
“Bay” Buchanan. Véase www.theamericancause.org.
224
Bobbio añadiría que este éxito de la extrema derecha se debe más bien al fracaso
de los moderados, de izquierda o de derecha, ante los problemas señalados. Véase
Norberto Bobbio, Derecha e izquierda, op. cit., capítulo ii “Extremistas y moderados”.
ULTRADERECHAS: PASADO Y PRESENTE 215
Esta falta de homogeneidad de la ultraderecha permite ciertas
analogías con el fascismo histórico u original (el italiano y el ale-
mán), en realidad con algunos de sus elementos característicos,
pero no con todos, como por ejemplo en referencia a las institu-
ciones y las libertades democráticas en varias de las organizaciones
de esta corriente en la actualidad.225 Y esta circunstancia hace a la
ultraderecha una realidad de conjunto indeterminado, difícil de en-
marcar en un todo sistémico, entre otras razones porque sus partes
(partidos, asociaciones y movimientos), a veces contradictorias, no
constituyen una unidad conceptual de contenidos definidos y más o
menos permanentes, que en buena medida sí tuvo el llamado fascis-
mo histórico a pesar de sus diferencias. Pero aún así, la ultraderecha
es una realidad en ascenso, lo que no debe desdeñarse y menos si el
desempleo no es solucionado en corto plazo.
225
Véase el análisis comparativo de José Luis Rodríguez, “La nueva extrema derecha
europea: las claves del éxito”, en Roger Griffin et al, op. cit., pp. 89 y ss.
FUENTES CITADAS
[217]
218 FUENTES CITADAS
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ÍNDICE DE NOMBRES Y LUGARES
[237]
238 ÍNDICE DE NOMBRES Y LUGARES
64, 66n, 91, 93, 101, 102, 103, 104, Walker, Georje H., 189
106n, 107, 108n, 109, 110, 111, 112, Wallace, George, 188, 210
113, 115, 116n, 118, 120, 121, 122, Wallerstein, Immanuel, 89, 150, 158
123, 124, 125, 128, 132, 133, 138, Warner, 163, 164n, 165n
149n, 193 Washington, 43, 70, 74, 75, 87, 91, 96
Uruguay, 21, 70, 85 Wasmosy, 85
Weber, 105, 106, 186
Vajda, Mihaly, 147, 168, 170, 171, 186 Weimar, 176, 180, 181
Vajpayee, Atal B., 97 Weiner, Myron, 89, 91n, 92n, 97n
Valonia, 52 Welch, Robert, 193
Van der Lubbe, 181, 190 White, Matthew, 70, 138n
Van Eeuwen, Daniel, 132n Wiarda, Howard J., 152
Vargas, Getulio, 74, 140 Win, Ne, 98
Vasyliev, Dimitri, 125 Winger, Debra, 97n
Vaticano, 161, 172 Wiskemann, Elizabeth, 117n, 136, 137n,
Vaugoin, Karl, 143 147
Venezuela, 69, 71, 86, 87, 139 Witos, 148
Verhofstadt, Guy, 53 Woolf, S.J., 138n, 142n 145n, 148n,
Vicent, Jean M., 178 151n, 161
Vichy, 164 Woytinsky, Wladimir, 173, 177
Víctor Manuel II, 20 Wright, Erik O., 23, 105, 109, 110, 123
Víctor Manuel III, 170 Wright, Anthony, 94n
Viena, 183
Vietnam, 41, 127, 188 Xiaoping, Deng, 127-128
Vilas, Carlos M., 73
Villagrán Kramer, Francisco, 72 Yates, Michael D., 24n, 29n
Villaroel, 140n Yeltsin, 118, 127
Vincent, 179 Yemen, 92
Von Papen, 180 Yong Sam, Kim, 98
Von Schönerer, 142 Yugoslavia, 22, 104, 107, 137, 138, 146
Von Schuschnigg, Kurt, 144 Yvon, 110
Von Seiss-Inquardt, 144
Von Starhemberg, Ernst R., 142 Zanzíbar, 90n
Von Treitschke, 182n Zelman, Aron, 197
Voslensky, Michael, 112, 113, 114n, 115, Zemín, Jiang, 127
116n Zhirinovsky, Vladimir, 126
Vranitzky, 52 Ziégler, 89
Vuškovi, Boris, 101n, 107n Zimmermann, Moshe, 182
Zinoviev, 102
Wagner, Richard, 183 Ziuganov, Guennadi, 121
Walesa, 62 Zogú, Ahmed, 137n
índice
introducción 00 9
propuestas conceptuales 0 13
¿Conservadores y reaccionarios?, 13; Dominación,
Desigualdad y democracia, 22; Falsas igualdades, 38
derechas 042
En Europa, 42; En América Latina, 69; En los países
“no occidentales”, 87; En los países socialistas, 99
se terminó de imprimir el
3 de mayo de 2004