Sunteți pe pagina 1din 18

Aristóteles

El vigoroso sentido común de este filósofo lo condujo a apartarse de la creencia


de que este mundo no era plenamente real.

Nació en el norte de Grecia, en Estagira, en el año 384 a. C., entre una familia
de tradición científica; su padre había sido médico del padre de Filipo II de
Macedonia. Bajó a Atenas a los 17 años para estudiar en la Academia de
Platón y siguió con el maestro hasta su muerte veinte años después.

Muerto Platón, fue a vivir en Assos, ciudad costera del Asia Menor frente
a la isla Lesbos, cuyo gobernante estaba interesado en la filosofía política
de Platón e incluso tenía de huéspedes permanentes a dos discípulos de
la Academia recomendados por Platón mismo. Había allí una escuela en la
que Aristóteles enseñó por tres años. A los cuarenta años fue a vivir a la
isla Lesbos donde residía su amigo Teofrasto y parece que entonces
comenzó a recolectar el material científico con que trabajaría por el resto
de su vida. En el año 342, el rey Filipo de Macedonia lo invitó a ser el tutor
de su hijo Alejandro, servicio que prestó hasta la muerte de Filipo en el
336. Tres años más tarde volvió a bajar a Atenas para fundar su propia
escuela, el Liceo, llamada así por la proximidad del recinto de Apolo, el
Lykeios. Estableció una biblioteca, tal vez la primera en la historia, y
aumentó su colección de material científico, principalmente biológico,
con la ayuda de sus alumnos.

Cuando en el año 323 llegó la noticia de la muerte de Alejandro, Atenas


quiso liberarse del dominio macedónico y en la marejada política se
inventó un cargo contra Aristóteles –la vieja acusación de impiedad con
que habían matado a Sócrates. Aristóteles se fue a Calcis en la isla Eubea,
donde murió un año después.

El influjo de Sócrates y Platón

Aunque por mucho tiempo Aristóteles aceptó toda la filosofía de Platón, con su
mundo de las ideas como única realidad, con las transmigraciones del alma,
con el conocimiento como recuerdo, su sentido común lo fue llevando a
descubrir y rechazar los errores del maestro y a quedarse con los aciertos.

Platón había aprendido de Sócrates que la explicación de las cosas había que
buscarla en su fin, en su propósito (la palabra técnica usada para referirse a
este enfoque es teleología, del griego telos, fin). Aristóteles lo aprendió de
Platón y se quedó para siempre con esa enseñanza. Conocer de qué materia
está hecha una cosa nos deja a mitad del camino de la verdad porque, al fin de
cuentas, la materia original es común a todas las cosas. En cambio,
preguntarnos para qué está hecha una cosa nos lleva a conocer las
características que la distinguen de las demás, nos lleva a conocer su forma
peculiar porque esa forma peculiar es –toda ella– como una flecha apuntada
hacia la función, fin o propósito de la cosa.

El conocimiento de la forma y la explicación del movimiento

El hombre es capaz de conocer la realidad y de hacer ciencia y filosofía sobre


ella. ¿Cómo si todo cambia permanentemente? Conocer es hacerse una idea
de la cosa, pero la idea permanece inalterada mientras la cosa cambia; algo así
sucede con la fotografía que resulta ser imagen de algo que ya no existe
porque, un instante después, la luz ha cambiado, los colores tienen tonos
diferentes y las nubes otras formas.

Platón había dado por resuelto este problema al transportar la realidad al


mundo de sus "ideas" eternas.

El sentido común de Aristóteles lo mantiene aferrado a lo que ve, oye, gusta,


huele y toca; esa es la realidad, eso es lo que el científico y el filósofo deben
explicar aunque a primera vista parezca inmanejable por cambiante,
inmanejable para la razón humana que trabaja con conceptos permanentes.
Aristóteles resuelve el problema al ir entendiendo cómo opera la mente
humana en su relación con las cosas de la realidad y, simultáneamente, al ir
entiendo mejor la realidad. Llega así a dos conceptos nuevos, relacionados
entre sí y pilares de su filosofía, el concepto de la forma permanente y el
concepto de potencia (dynamis ).
Para aclarar el concepto de la forma permanente recordemos que otra
manera de referirnos a las exigencias del sentido común de Aristóteles es
afirmar que sólo existe lo individual, lo concreto, digamos Pedro, Juan,
Andrés, este caballo concreto, este otro caballo concreto, este gato
concreto, este naranjo que está aquí, este otro naranjo que está más allá.

Pensando sobre estos seres individuales –todos distintos entre sí y


todos cambiando sin cesar– la mente humana es capaz de ir
descubriendo ciertas formas de ser comunes a unos y ausentes en
otros, al punto que logra clasificarlos, agruparlos mentalmente. La mente
humana ve en Pedro, Juan y Andrés una forma común que llama
"hombre", diferente a la forma común al caballo y al gato, y que llama
"animal"; a su vez diferente de la forma común al naranjo de aquí y al
naranjo de más allá, y que llama "árbol".

Estas formas, comunes a varias cosas o seres, existen en la


realidad. La razón humana las descubre en la realidad, no las
inventa. La forma de Juan, la que nos hace decir que Juan es
"hombre", existe tanto como existe Juan, pero no existe sola,
separada de Juan, independiente de Juan. Existe combinada con
otras cosas que también hacen a Juan. También existe en Pedro,
pero combinada con las otras cosas que también hacen a Pedro.
Por eso Juan y Pedro son iguales entres sí en cuanto hombres,
aunque las otras cosas los hagan diferentes: el cuerpo de Pedro
puede ser más grande que el de Juan.

Estas formas que existen en la realidad aunque sólo existan combinadas


con otras cosas, son permanentes, no cambian. Se las ve primero
envueltas de otras cosas y lucen cambiantes; pero la capacidad
inteligente del hombre las desenvuelve mentalmente, las aparta
mentalmente de las otras cosas, las abstrae, y entonces descubre su
permanencia. Ya puede compararlas, relacionarlas, agruparlas, hacer
ciencia y filosofía, para explicar la realidad, para explicar los seres o
cosas concretas existentes.
Resuelto el problema del conocimiento de la realidad, nos queda algo más que
decir sobre esa realidad en relación a la forma permanente.

Estamos viendo que cada ser o cosa del mundo natural resulta ser una
especie de compuesto. Su forma permanente es uno de los
componentes.

Vista desde otro ángulo, esta misma forma permanente es llamada


substancia (sub - stare; lo que está por debajo). La palabra griega
que usó Aristóteles puede también ser traducida como "realidad
básica". Lo cual significa que los otros componentes de las cosas
no son "básicos" aunque sean reales. Imaginemos un gato blanco.
El gato es una substancia, existe en sí mismo; lo blanco, en
cambio, no existe solo, existe en el gato. El blanco del gato es real,
pero no es algo "básico" porque necesita estar en el gato o en un
caballo o en una pared. El frío tampoco existe solo, aunque existe
en la piedra fría. El calor no existe solo, aunque existe en la piedra
caliente. Una misma piedra (una misma substancia) puede estar
primero caliente y después fría: el componente substancia no ha
cambiado; el componente calor ha desaparecido y ha aparecido el
componente frío. A estos componentes no "básicos" se les ha
llamado después accidentes, palabra que viene del verbo latino
accido y que más o menos significa caer encima, echarse sobre
algo.

Con las cosas reales compuestas de substancia y accidentes Aristóteles


explica el cambio en las cosas del que todos somos testigos y que
tantos dolores de cabeza había dado a sus predecesores.

Los filósofos anteriores no habían logrado explicar el cambio porque


confundían la expresión "esta piedra fría se ha puesto caliente" con la
expresión "el calor se ha hecho frío".

Veamos ahora el segundo concepto anunciado antes, el de potencia


(dynamis ), también fundamental para explicar los cambios que
observamos y muy relacionado con lo que acabamos de decir. Para
Aristóteles, con mentalidad de biólogo, todo tiene un propósito, una
función que cumplir; lo manifiesta su forma. Si estudiamos la forma del
ojo comprendemos que su función es ver. El ojo es para ver. Sin embargo,
los ojos de ciertos animales, recién nacidos, no ven. Cierto, dice
Aristóteles, pero sus ojos tienen la capacidad de llegar a ver; son ojos en
potencia. La substancia del ojo no ha recibido todavía todos los
accidentes requeridos. La forma del ojo no ha alcanzado todavía su
plenitud, está en camino, y avanzará por ese camino gracias a una
dynamis que le es natural hasta llegar a ver, hasta llegar ser ojos en acto.

La plantita nueva de mango, que viene saliendo de la semilla caída


en tierra, tiene un progenitor. Entendemos que el progenitor es
autor (causa) de la nueva planta por dos razones: le dio el ser y le
dio la misión a cumplir. La naturaleza (physis )de la nueva planta
consiste en esforzarse por realizar su propia forma específica tal
como aparece en el árbol maduro progenitor.

Para Platón y Aristóteles, el fin, el objetivo, el telos de cada cosa tiene que
existir con anterioridad a ella; ese objetivo existente es una perfección
(aunque sea relativa) por cuya influencia tiene lugar la actividad del
mundo natural.

¿Cuál es el fin, el objetivo, el telos del mundo en su conjunto? Dios, la


perfección absoluta.

Cada cosa en este mundo, al realizar lo más adecuadamente posible su


propia forma específica –al ir de la potencia al acto de su propia forma–
imita, en su manera limitada, la perfección absoluta de Dios. Hacer eso
es la naturaleza de las cosas.

La psyche

Los griegos llamaban psicología al estudio de la psyche, el componente


especial que hace vivos a ciertos seres, eso que no tienen las piedras y sí
tienen las plantas, los animales y los hombres.
Platón había hablado de partes del alma. Aristóteles habla más bien de
potencias: nutrición, reproducción, locomoción, apetito, sensibilidad,
pensamiento. Pero estas potencias se manifiestan en los seres vivos como en
una jerarquía de niveles.

Al nivel más básico de los vivos está la capacidad de nutrirse y


reproducirse. Son las capacidades de la psyche vegetativa. Primer
peldaño en la jerarquía de la vida. La función de los vivos es vivir de
acuerdo a su naturaleza –la planta como planta, el animal como animal, el
hombre como hombre– y producir otro ser viviente semejante a ellos; al
hacerlo, participan de lo divino en cuanto les es posible. Ahora bien, esta
facultad vegetativa puede existir y de hecho existe sin otras facultades de
la psyche, pero estas otras facultades no pueden existir sin la vegetativa.

¿En qué consiste la potencia o facultad sensitiva? Sentir empieza como


una especie de alteración. El que siente padece una acción de otro.
Cuando me toca un objeto caliente mi piel incluso se enrojece. Por tanto,
la facultad sensitiva es una "potencia" que requiere de otro para llegar al
"acto", como sucede con el combustible que no arde por sí mismo. Lo
que lleva al acto de la sensación está fuera del que siente: los seres
visibles, audibles, tocables, gustables, olfateables. Sin la presencia de
estos no puede darse la sensación aunque se tenga la facultad sensitiva.
De ahí que el objeto propio de la sensación sean los seres particulares y
concretos. (El objeto de la ciencia, en cambio, son los conceptos
universales; la mente inteligente los ha abstraído de los seres concretos;
una vez abstraídos están en cierta forma en la mente del que piensa; por
eso pensamos cuando queremos, pero no sentimos cuando queremos;
pensar depende del que piensa mientras sentir depende de la presencia
del objeto sentido, visto, oído, tocado, etc.)

Pero sentir no es sólo padecer la acción de estos objetos externos; la luz actúa
en el ojo como actúa en el agua de una poza y las formas y colores se reflejan
en ambos, pero la poza no "ve" y el ojo sí. Cuando el órgano corporal de la
visión, el ojo, es materialmente afectado por el objeto externo, ocurre algo
enteramente distinto: la psyche sensitiva recibe la forma sensible del objeto
sin el objeto mismo, como la cera recibe la impresión del anillo sin el hierro o el
oro del anillo. Este es el acto psíquico propiamente tal.

De forma similar explica Aristóteles la potencia de la psyche inteligente: al


entender, el alma recibe la forma inteligible del objeto sin el objeto mismo.
Pero "recibir" las formas no es lo más elevado del alma humana ( nous ): lo
más elevado no "recibe" nada porque no es pasivo sino puramente activo,
intuye, discurre y juzga nociones y principios. Las formas inteligibles recibidas
más abajo son el material de su trabajo y no la causa de su trabajo. Por eso los
seguidores de Aristóteles hablaron después de entendimiento pasivo y
entendimiento activo.

¿Qué es el alma?

Aristóteles fue cambiando en su modo de entender el alma. En los diálogos de


su juventud, cuerpo y alma son dos substancias separadas y aun enemigas,
aunque estén unidas externamente; más tarde, el cuerpo y el alma operan en
unidad aunque son seres independientes; después el alma ya es la fuerza vital
con sede en algún lugar del cuerpo. En el libro De Anima desaparece la
dualidad, alma y cuerpo se funden en una unión en la que el alma es la forma
del cuerpo, la que da al cuerpo su sentido, su propósito.

El alma es "la primera actualidad de un cuerpo natural con capacidad de vida"


(De Anima II, 1). Es, pues, la capacidad de ese cuerpo de realizar ciertas
actividades que llamamos vida.

¿Es separable esta capacidad del cuerpo en que está? ¿Puede existir
independiente de él? Por un lado Aristóteles dice: "el problema de si el alma y
el cuerpo son una sola cosa no es más legítimo que el de si la cera y la
impresión en ella del sello son una sola cosa, o, en general, si la materia de
una cosa es uno y lo mismo que la cosa de la que es materia" (De Anima II, 1);
por tanto, el alma no puede existir separada del cuerpo; nos referimos a ella
como algo distinto del cuerpo porque alma y cuerpo son mentalmente
separables. Por otro lado Aristóteles también dice en el mismo libro: "Respecto
de la mente o capacidad de pensamiento activo, aún no tenemos pruebas.
Parece ser un género distinto de alma y ser capaz por sí sola de existencia
independiente de lo perecedero". Y en el tratado científico sobre la Generación
de los Animales dice que la razón es la única de las manifestaciones de la vida
"que entra de afuera y es divina".

En consecuencia, para unos comentaristas Aristóteles negó la inmortalidad del


alma humana, para otros, en cambio, no lo hizo. Lo que sí parece un hecho es
que no se dedicó a pensar sobre el tema. Su afán de entender y explicar este
mundo tal vez no dio lugar a especulaciones sobre el otro. En sus escritos de
ética, como veremos, nos exhorta a dedicarnos a una vida de pensamiento
puro porque es nuestra facultad más elevada, en la que nos parecemos más a
Dios. Sin duda para Aristóteles la inteligencia era algo que el hombre no
compartía con los otros seres vivos y, en cambio, sí la compartía, de algún
modo, con Dios.

Dios

Platón había explicado el movimiento o cambio de una cosa de este mundo con
la acción de otra cosa. Esta última es el motor externo del movimiento de la
primera. ¿Cómo explicaba el conjunto de todos los movimientos de este
mundo? Con un motor externo a todo que impulsa todos los movimientos
incluidos los propios. Es decir, el motor primero –Dios– es motor de todo
movimiento o cambio en el mundo y también motor de sí mismo. Un motor
automotor.

Aristóteles está de acuerdo con el raciocinio de su maestro en cuanto a la


necesidad de un motor externo al mundo para explicar todos los movimientos
del mundo, pero ve una contradicción en el concepto de automotor.

Todo cambio o movimiento es un proceso: lo que comienza como


capacidad de llegar a ser algo (potencia), termina siendo ese algo (acto).
La planta va creciendo hasta llegar a ser árbol maduro; pero este
proceso es posible porque antes de su inicio existía un árbol maduro, de
la misma especie, que fue quien lo puso en marcha. Para que nazca un
niño tiene que existir antes un hombre adulto. Para que un líquido llegue
a 100 grados de temperatura debe haber una agente que tenga de
antemano los 100 grados o más.

Afirmar la existencia de un automotor es afirmar que ese ser es causa


de su propio movimiento; por tanto, cuando comienza el proceso del
movimiento, por un lado no tiene la forma hacia la que va, por otro ya la
tiene puesto que es la causa. Todavía no tiene los 100 grados de
temperatura pero al mismo tiempo ya los tiene.

Aristóteles explica todos los movimientos y cambios del mundo con un motor
externo al mundo pero sin cambio o movimiento dentro de sí mismo. Dios no
está en potencia de nada, es acto puro, perfección completa, motor inmóvil.

En Dios no hay kinesis (paso de la potencia al acto) pero hay energeia , la


actividad propia de cada naturaleza, y la de Dios es conocer, un conocer que
es vida. Dejemos que Aristóteles mismo nos lo diga:

"Inmóvil en su actividad pura, este ser no está sometido a ningún


cambio... Tal es el principio del cual dependen el cielo y la naturaleza. Su
felicidad es idéntica a los goces supremos que nosotros sólo podemos
gustar un instante, pero que él los posee eternamente. Su felicidad es su
mismo acto.... que es el acto de la inteligencia soberana, el pensamiento
puro pensándose a sí mismo... Es admirable que Dios tenga la dicha
que nosotros sólo gozamos alguna vez, pero si la posee en mucho más
alto grado, esto es mucho más admirable todavía; y la realidad es que
así la posee. Y posee también la vida. Porque el acto de la inteligencia
es vida. Ahora bien, Dios es este mismo acto subsistente en sí, tal es su
vida eterna y soberana. Por esta razón se dice que es un viviente eterno
y perfecto; porque la vida que dura eternamente existe en Dios, porque
Dios es esto, la vida misma." (Metafísica, lb. XII, cap. 7 y 9.)

El objeto formal del conocimiento divino sólo puede ser su propia esencia
divina. Añade: es más valioso ignorar que conocer ciertas cosas inferiores.
Algunos interpretan esto como que el Dios de Aristóteles no conoce al mundo,
aunque sea su causa, y es por tanto un Dios en quien no cabe la Providencia.
Otros interpretan que Dios conoce las cosas del mundo en Sí mismo, en su
propia esencia divina.

Ética

Sócrates había preguntado ¿para qué es el ser humano, cuál es su fin, su


función propia, su ergon? Aristóteles responde: el fin del hombre, como el fin de
cualquier otra cosa, es ser lo es. La ceiba es para ser ceiba, y no piedra. El
perro es para ser perro, y no pájaro. El hombre es para ser hombre, y no perro.
El hombre debe actuar como hombre y no como perro. Entonces ¿cuáles y
cómo deben ser las acciones propias del hombre? Las del hombre como
individuo son estudiadas por Aristóteles en sus libros de ética (Ética
Nicomaquea, Ética Eudemiana, Gran Ética y De las Virtudes y los Vicios). Las
acciones del hombre desde el punto de vista de la organización familiar son
estudiadas en el libro Economía Doméstica, y desde el punto de vista de la
organización de la ciudad (estado) en el libro Política. Para Aristóteles el
estudio de la conducta humana no es ciencia o filosofía en sentido estricto
porque las acciones humana son concretas y no puede haber ciencia de lo
concreto. Aunque su pasión era la ciencia y la filosofía, el sentido del deber lo
llevó a enseñar cómo puede aplicarse la razón a las cuestiones prácticas.

El tema de la ética es, pues, las acciones del hombre como individuo: cuáles y
cómo deben ser las acciones propias del hombre considerado individualmente;
no la bondad de las "obras" resultantes de esas acciones, sino la bondad de las
acciones mismas, que equivale a decir la bondad del hombre que actúa.

El enfoque de Aristóteles es eminentemente práctico: "la presente obra no se


propone un fin teórico, como las demás, pues nuestra investigación no mira... a
determinar la naturaleza de la virtud, sino el medio que hemos de emplear para
llegar a ser virtuosos, sin lo cual su utilidad sería nula." (Ética Nicomaquea, lib.
II, c. 2).

"Llegar a ser virtuosos" es llegar a tener la areté humana, alcanzar el estado


que nos permite realizar mejor el fin del ser humano: ser hombre a cabalidad,
teniendo en cuenta el cuerpo y el alma. La energeia (actividad) propia de quien
ha alcanzado el estado óptimo humano es la felicidad (eudaimonia ).

¿Pero cómo saber qué es lo bueno para el hombre? Aristóteles ha rechazado


el mundo de las ideas de Platón y no puede recurrir a ellas para darnos la
definición de bien, de virtud, de justicia, de magnanimidad. Él –como siempre–
va a buscar la respuesta en la realidad de las cosas, en este caso en las
conductas mismas de los hombres y en los juicios que los hombres expresan
sobre esas conductas; de ahí que sus escritos sobre ética abunden en
descripciones de personas y situaciones en las que va buscando los rasgos
propios del ser humano; la observación de especímenes concretos es tan
importante para la ética como la de plantas y animales para la botánica y la
zoología; va en busca del hombre tal como es y va a juzgar su naturaleza con
un patrón también humano; las opiniones de otros, del pasado y del presente,
le ayudan a dar con la naturaleza moral del ser humano.

Aristóteles observa que todos los hombres dicen buscar la felicidad, pero unos
ponen la felicidad en una cosa y otros en otra. ¿Habrá algunos que acierten
más que los otros?

"Hemos pues de considerar cuál es la naturaleza de la virtud."

(Aunque había dicho que no pretendía hacerlo).

"Puesto que en el alma hay únicamente pasiones, capacidades de


acción y disposiciones adquiridas, la virtud debe pertenecer a una de
estas tres clases. Llamo pasiones a la concupiscencia, la ira, el miedo, la
temeridad, la envidia, la alegría, la amistad, el odio, la añoranza, la
emulación, la piedad; en una palabra: todo aquello que va acompañado
de placer o dolor. Llamo capacidades a nuestras posibilidades de
experimentar estas pasiones... Las disposiciones, en fin, nos sitúan
respecto de las pasiones en una posición buena o mala; por ejemplo,
respecto de la ira, si uno se deja llevar demasiado de ella o demasiado
poco, tenemos malas disposiciones; si nos dejamos llevar de ella
moderadamente, tenemos buena disposición..."
"...ni las virtudes ni los vicios son pasiones, porque no se nos declara
buenos o malos a causa de nuestras pasiones... (en cambio) a causa de
las virtudes y los vicios se nos dispensan alabanzas o se nos hacen
recriminaciones."

Nótese que la fuerza del argumento está en la opinión que la gente tiene.
Pronto veremos, sin embargo, que no es la opinión de cualquiera o la opinión
de la mayoría la que hay que escuchar.

"...la ira y el temor no provienen de nuestra voluntad, mientras que las


virtudes connotan una elección consciente..."

"Estas mismas razones hacen que las virtudes y los vicios no sean en
nosotros meras posibilidades. No se dice que somos buenos o malos
por el solo hecho de poder experimentar pasiones... Por lo demás, si la
naturaleza nos ha dado estas posibilidades, no es ella la que hace que
seamos buenos o malos..."

"Si, pues, las virtudes no son ni pasiones ni meras posibilidades, solo


queda que sean disposiciones adquiridas." (Ética Nicomaquea, lib. II,
c. 5).

"Sin embargo, no es suficiente decir que es una disposición; hay que


precisar qué clase de disposición es."

"Hay que decir que toda virtud, según la cualidad de que ella es
perfección, es lo que produce esta perfección y la que proporciona,
mejor que nada, el resultado esperado... la virtud del hombre será una
disposición susceptible de hacer de él un hombre bueno y honesto,
capaz de realizar la función que le es característica."

Pero ¿cómo se llegará a ello?

"...llamo posición intermedia en una magnitud a aquello que se halla a


igual distancia de los dos extremos, y ese punto intermedio es uno e
idéntico para todos; (en cambio) respecto de nosotros, llamo medio lo
que no connota ni superabundancia ni escasez... (este medio) no es ni
único ni idéntico para todos. Por ejemplo, si diez es la cantidad grande y
dos la pequeña, seis es el medio según la proporción aritmética. Pero
respecto a nosotros no hay que mirar las cosas de esta manera. No sea
que del hecho de que diez minas de alimento son una ración excesiva y
dos minas una ración débil, vayamos a concluir que el maestro de
gimnasia prescribirá seis minas de alimento para todos lo atletas. Pues
esta ración puede ser, según la persona, excesiva o insuficiente... Así,
todo hombre instruido huye del exceso y del defecto, y busca el término
medio... no en relación al objeto, sino en relación a nosotros."

"...la meta que se propone la virtud puede bien ser un prudente término
medio. Hablo de la virtud moral, que es la que tiene relación con las
pasiones y las acciones humanas, que son las que connotan exceso,
defecto o justo medio. Por ejemplo, los sentimientos de temor, de
confianza en sí mismo, de concupiscencia, de ira, de piedad, en una
palabra, de placer o de dolor, pueden afectarnos o demasiado o
demasiado poco, y en ambos casos de manera defectuosa. Pero si
experimentamos estos sentimientos en el momento oportuno, por
motivos satisfactorios, respecto de personas que los merecen, por fines
y en condiciones convenientes, nos mantendremos en un excelente
término medio, que es lo característico de la virtud; de la misma manera,
hay en las acciones excesos, defectos y términos medios."

"Hay que añadir... que las faltas pueden presentar muchas formas
distintas... mientras que, por el contrario, no hay más que una manera
de realizar el bien. Por esta razón es fácil apartarse de la meta y es
difícil alcanzarla."

La virtud es, pues, una disposición adquirida para cuando hay que
decidir, que consiste en buscar un medio relativo a nosotros,
definido por la razón y como lo definiría un hombre razonable. Y
ocupa el término medio entre dos extremos malos." (Ética Nicomaquea,
lib. II, c. 6).
Al mando está la razón: ella señala el punto medio "relativo a nosotros", de un
lado asistida por la disposición adquirida y del otro por los ejemplos y opiniones
de los hombres "razonables". Otras traducciones usan la expresión "hombres
de sabiduría práctica"; Aristóteles mismo usa otro adjetivo para referirse a los
hombres que saben escoger la acción virtuosa: prudentes. La virtud de la
prudencia, como veremos más adelante, es sabiduría práctica.

Mientras tanto aclaremos un poco más el tema de la virtud. Según la razón que
escoge, es un termino medio, pero

"en relación con el bien y la perfección, se halla la virtud en el punto más


alto" (Ib. lib. II, c.6).

Además

"no toda acción, como tampoco toda pasión, admite este término medio.
Es posible que el nombre de algunas de ellas sugiera inmediatamente
una idea de perversidad; por ejemplo, la alegría experimentada por la
desgracia de otro, la desvergüenza, la envidia y, en el orden de los
actos, el adulterio, el robo, el homicidio. Todas estas acciones... suscitan
la recriminación, porque son malas en sí mismas y no en su exceso o en
su defecto. En ellas no se está jamás en el camino recto, sino siempre
en la falta. Respecto de ellas no se puede plantear la cuestión de saber
si se obra bien o mal; no se puede preguntar respecto de qué mujer, ni
cuándo, ni cómo se puede cometer adulterio".

No es fácil escoger el punto medio:

"cuanto más nos atraen los objetos por una inclinación natural, tanto
más repugna... el término medio; por ejemplo, cuanto más nos inclina la
naturaleza a los placeres, tanto más propensos somos a la licencia... (y)
dificultoso ser virtuoso. Alcanzar el medio en cada caso es algo que
supone un esfuerzo... Por consiguiente, es preciso que el que aspira al
justo medio comience por alejarse de lo que dista más de ese medio."
"Es necesario, pues, examinar en qué sentido nos sentimos
especialmente inclinados... Podemos con facilidad conocer nuestras
inclinaciones por el placer y el dolor que experimentamos. Es, por tanto,
necesario que nos movamos vivamente en dirección opuesta a aquella a
que nos sentimos inclinados o movidos." (Ib. lib. II, c.8 y 9).

La virtud no consiste en obras virtuosas esporádicas sino que es una


disposición adquirida de la que brotan naturalmente obras virtuosas.
Disposición adquirida, porque no se nace con ella, pero sí nacemos con la
capacidad de adquirirla. Toda persona tiene la areté humana en potencia.
¿Cómo la va haciendo acto, cómo va mejorando su forma de ser humano? Con
la repetición de actuaciones virtuosas, con la disciplina de seguir el consejo de
los hombres de sabiduría práctica, se irá adquiriendo la costumbre, el hábito de
la virtud.

Nacer con la capacidad de adquirirla no significa nacer con la seguridad de


adquirirla. Podemos escoger acciones malas. Su repetición nos dará la
costumbre del mal. Con lo que vemos que la virtud no es sólo un saber como
decía Sócrates sino una actuación de la voluntad.

Las virtudes morales presuponen las virtudes del conocimiento, de las que
también nos habla Aristóteles.

"Puesto que la virtud moral es un comportamiento precedido de


elección y esta elección deliberada es una tendencia acompañada de
reflexión, es necesario, en consecuencia, que la razón sea justa y que
la tendencia sea recta... Esta reflexión y esta verdad tienen, pues, un
carácter que dice relación a la acción." (Ib. lib. VI, c.2).

La prudencia es la virtud de la razón que la hace juzgar con rectitud el acto


que vamos a realizar y nos hace querer hasta el final lo que así ha sido juzgado
bueno. Por eso la gente llama prudentes a los que tienen "la capacidad de
decidir convenientemente lo que es útil y bueno..., no parcialmente, como en el
caso de lo que se refiere a la salud... sino en general, en lo que concierne a la
felicidad". (Ib. lib. VI, c.5).
Perfilando más el concepto, la prudencia es

"una disposición, acompañada de razón, dirigida hacia la acción y con


referencia a lo que es bueno o malo para el hombre." (Ib. lib. VI, c.5).

Una disposición de la mente a buscar la acción más acorde con el ser humano
en cada situación. El arte es también una disposición acompañada de razón,
pero dirigida hacia la creación o producción de algo; la prudencia, en cambio,
no mira a la producción de algo sino a la acción misma, al bien obrar.

Por eso reconocemos prudencia "en Pericles y en personas así: son


capaces de determinar lo que es ventajoso para ellas mismas y para los
hombres... capaces de dirigir una familia o una ciudad." (Ib. lib. VI, c.5).

"Lo que sobre todo caracteriza al hombre prudente... es la deliberación


bien llevada. ... El hombre de buen consejo es aquel que, siguiendo los
cálculos de la razón, tiende hacia lo mejor que pueda realizar el
hombre. Además, la prudencia no mira solamente a lo general; le es
también necesario conocer las circunstancias particulares, pues ella
tiene en cuenta la acción y la acción se dirige a los casos individuales".
Ib. lib. VI, c.7).

Confirma lo dicho ver que "...los jóvenes pueden llegar a ser geómetras,
matemáticos, y pueden adquirir habilidad en estas materias; pero no
ocurre lo mismo con la prudencia. La razón de ello está en que la
prudencia mira a los casos particulares que no son conocidos más que
por la experiencia, y el joven es inexperto" (Ib. lib. VI, c.8).

Si la prudencia es la inclinación de la razón a deliberar con rectitud sobre los


actos humanos concretos, la prudencia es la sabiduría práctica. Sin ella las
virtudes morales quedarían sin guía (Ib. lib. VI, c.9 y 13). Sin embargo, no es la
expresión más alta de la psyche humana o, como dice Aristóteles "no implica la
parte más elevada del alma". La capacidad más elevada del hombre es la
contemplación de la verdad y su acto o ejercicio es la suma felicidad.
"...esta facultad es... divina o lo que en nosotros hay de más divino; la
actividad de esta parte de nosotros mismos... es lo que constituye la
felicidad perfecta... ella no supone la búsqueda de ningún bien exterior a
ella misma; connota un placer que le es propio y que es perfecto ya que
acrecienta aún su misma actividad... Ella constituirá realmente la
felicidad perfecta si se prolonga durante toda la vida."

"Sin embargo, una existencia así podría estar por encima de la condición
humana. El hombre no vive ya entonces en tanto que hombre, sino en
cuanto posee un carácter divino... No hay, pues, que prestar atención a
las personas que nos aconsejan, con el pretexto de que somos
hombres, no pensar más que en las cosas humanas y, con el pretexto
de que somos mortales, renunciar a las cosas inmortales. Sino que, en
la medida de lo posible, debemos hacernos inmortales y hacerlo todo
para vivir de conformidad con la parte más excelente de nosotros
mismos, pues el principio divino, por muy débil que sea en sus
dimensiones, aventaja con mucho a cualquier otra cosa por su poder y
su valor."(Ib. lib. 10, c. 7).

El juicio de Maritain

Aristóteles "supo acomodar a la realidad los principios que Platón había


descubierto y aplicado erróneamente y hacer entrar a sus grandes
concepciones dentro de la mesura y buen juicio trascendental; y así salvó todo
lo que en la filosofía de Platón llevaba en sí un principio de vida.

Hizo todavía más. Fundó para siempre la verdadera filosofía. Si supo salvar
todo lo bueno y recto que había... fue por haber conseguido asegurar
definitivamente las conquistas de la inteligencia humana en el terreno de la
realidad. Su obra es no solamente el fruto maduro de la sabiduría griega... sino
que contiene igualmente el germen enteramente formado y dotado de
posibilidades ilimitadas, de la sabiduría humana entera.
Puede decirse que hasta Aristóteles la filosofía se encontraba en estado de
formación embrionaria. En adelante y una vez formada, va a poder
desarrollarse indefinidamente. Inventum philosophicum semper perfectibile." (1)

(1) Jacques Maritain, Introducción a la Filosofía (Buenos Aires: Club de


Lectores), p. 63-4.

Página preparada por


Asociación Libro Libre
Apartado 1154-1250. Escazú. Costa Rica. América Central.
Tel. (506) 228 2333. Fax: (506) 228 6028.
E-mail: llibre@sol.racsa.co.cr

S-ar putea să vă placă și