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Ruth la moabita

Más de 3,000 años separan nuestras experiencias como mujeres modernas de la vida de Rut, la moabita.
Debido a su vida tan simple, primero como una joven pagana y después como judía convertida,
pudiéramos creer erróneamente que hay muy poco que aprender de ella. Después de todo, ¿no hemos
avanzado mucho desde entonces? Puede, incluso, que le tengamos lástima. Se había casado a una edad
tan tierna y luego fue subyugada a una vida de servidumbre, sin la oportunidad de encontrar sus propios
sueños, cautiva por los papeles prescritos de su género dentro de su sociedad anticuada.

No obstante, la vida de Rut nos enseña lecciones valiosas que trascienden tanto el tiempo como la
geografía.

Su historia

El principio de su historia comienza dentro de una de las temporadas más tumultuosas en la historia
judía: la época de los jueces. Hubo gran hambre en la tierra. Toda la familia de Rut, su suegra Noemí, su
cuñada Orfa y sus tres respectivos maridos se mudaron a la tierra pagana de Moab, donde nació Rut, a
fin de encontrar alimentos (Rut1:1-2). Después de diez años en Moab, la situación se deterioró para las
tres mujeres debido a la muerte de sus maridos durante ese mismo período.

Fueron abandonadas e indigentes, puesto que no tenían maridos para suplir provisiones, y tampoco
tenían hijos propios. Esta situación fue equivalente a una sentencia de muerte, para Noemí en especial,
quien ya estaba bastante avanzada en edad para tener hijos y para volverse a casar. Tendría que pedir
limosna por el resto de su vida. Su futuro se veía realmente sombrío.

Por otro lado, Rut y Orfa aún tenían su juventud, probablemente rondando los 25 años de edad. Cuando
Noemí se enteró que el hambre había cesado (Rut 1:6), estaba decidida a volver a Israel. Ella liberó a Rut
y Orfa de cualquier compromiso que tenían con ella. Después de todo, eran de Moab, ¿por qué debían
volver a una tierra extranjera? Ella les aconsejó que se volvieran con sus familias, se casaran
nuevamente, y rehicieran sus vidas. Orfa siguió su consejo, pero Rut se rehusó (Rut 1: 8-18).

Después de diez años viviendo con Noemí, Rut se había convertido una compañera fiel e incluso una
amiga muy cercana.
Rut no tenía obligación alguna para quedarse con Noemí. Su marido se había muerto. Toda adhesión
física a Noemí había sido cortada. La cultura moabita de Rut era muy distinta a la de Noemí. Rut había
adorado a dioses paganos y no al Dios de Noemí. Rut podría fácilmente haber tenido una vida muy
cómoda en Moab, siendo recibida de vuelta en la casa de su padre y casarse nuevamente. A la inversa,
le esperaba un futuro bastante difícil e incierto en Israel, siendo una viuda e inmigrante. El hecho de
volver a Israel aseguraba que Rut sería limosnera y que permanecería sin marido e hijos por el resto de
su vida.

A pesar de todo eso, “Rut se quedó con ella” (Rut 1:14).

Cuando Rut rehusó volver a los dioses de sus padres, de manera simultánea se quedó con el Dios de
Israel. Era de esperarse que durante los diez años que vivió en la casa de Noemí, ellas desarrollaran una
profunda amistad. Es probable que Rut escuchara las historias del Dios de Israel, de Sus grandes obras y
de la liberación de Su pueblo de la mano del Faraón. Puede que su corazón hubiera sido conmovido
mientras escuchaba las historias. No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que cuando le fue dada la
opción, Rut eligió a Jehová, Dios de Israel. Cuando Rut se quedó con Noemí, también se quedó con el
Dios que Noemí adoraba.

Rut no se quedó con Noemí de mala gana. La quería con una devoción inusual. Ella aceptó la realidad de
un futuro desolado y desafiante porque Noemí la necesitaba. Su lealtad a Noemí fue radical y entera:

“Pero Rut le respondió:“No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo
iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, allí moriré,
y allí seré sepultada. Así haga el SEÑOR conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa”, Rut
1:16-17.

Rut inmediatamente buscó suplir las necesidades de Noemí. Ella inconscientemente espigó en el campo
de trigo de Booz, un pariente rico del marido difunto de Noemí. Booz tomó en cuenta cuán concienzuda
y trabajadora era Rut (Rut 2:7). Aunque fue viuda e inmigrante, Rut tomó en serio su responsabilidad
hacía Noemí y no comió el pan de la ociosidad.

El hecho de que Rut era joven implicaba un potencial de pretendientes. Sin embargo, debido a su amor y
amistad con Noemí, Rut tomó la iniciativa con Booz. Él era mayor que ella, pero el matrimonio con Booz
aseguraría el retiro del reproche de Noemí. Rut se preocupaba más por la felicidad y el bienestar de
Noemí que por el suyo.

El nivel de desinterés fue asombroso para Booz. Él respondió a la propuesta de matrimonio con el
reconocimiento del sacrificio de ella (Rut 3:10).

Rut y Booz se casaron y tuvieron un hijo. El reproche de Noemí fue eliminado.

“Entonces las mujeres dijeron a Noemí: Bendito sea el SEÑOR que no te ha dejado hoy sin redentor; que
su nombre sea célebre en Israel. Sea él también para ti restaurador de tu vida y sustentador de tu vejez;
porque tu nuera, que te ama y es de más valor para ti que siete hijos, le ha dado a luz. Entonces Noemí
tomó al niño, lo puso en su regazo y fue su nodriza. Y las mujeres vecinas le dieron un nombre, diciendo:
Le ha nacido un hijo a Noemí. Y lo llamaron Obed. El es el padre de Isaí, padre de David” (4:14-17).

Un testimonio para nuestras vidas

El amor de Rut para con Noemí fue la evidencia de un desinterés radical. Este desinterés es el
ingrediente clave para las amistades verdaderas. Todo lo que hizo Rut, lo hizo para el beneficio de
Noemí. Ella puso a un lado sus propios sueños y deseos por el bien de Noemí.

Así es la amistad radical. Así es la amistad a la cual nosotras, como cristianas, somos llamadas a tener
para con nuestras hermanas en Cristo.

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Poner nuestras vidas por las hermanas en Cristo involucra más que dar una palmadita en la espalda. Va
más allá de asistir a grupos de mujeres o retiros. Este amor sacrificial es puesto en práctica diariamente,
mientras llevamos las cargas las unas de las otras al orar fervientemente por nuestras necesidades.

Es un amor y lealtad que nos lleva a abrir nuestros corazones y nuestras casas las unas a los otras. El
desinterés se extiende más allá de las palabras y nos obliga a actuar de inmediato cuando nos damos
cuenta de una necesidad física o espiritual en la vida de otros, incluso cuando nos resulta inconveniente.
Te puedes estar preguntando ¿por qué la historia de Rut y Booz está en la Biblia? ¿Entremetida entre los
libros de Jueces y Samuel? El Mesías prometido por Dios al pueblo de Israel avanzó un paso más por
medio de la vida simple de una mujer moabita. Primero, fue por medio de la línea de Rut y Booz que
vino el rey David y finalmente Cristo Jesús. Así que podemos regocijarnos en la fidelidad de Dios hacia
sus promesas a pesar de las circunstancias difíciles.

La vida de Rut y su amistad desinteresada con Noemí nos debe animar tanto como desafiarnos el día de
hoy. En un mundo que pregona la supervivencia del más apto, somos desafiadas como seguidoras de
Cristo a literalmente poner nuestras vidas por nuestras hermanas en Cristo.

El Señor nos ha dado bondadosamente las unas a las otras. Ya sea que nos regocijamos o lloremos juntas
a través de las pruebas, uno de los mayores dones es una verdadera amiga en Cristo. Nuestras
verdaderas amistades cristianas son “más unidas que un hermano” (Proverbios 18:24). Mientras
estudiamos el ejemplo de Rut, también valoremos y nutramos nuestras amistades cristianas. Y que el
mundo sepa que somos de Cristo por el amor desinteresado y radical que mostramos las unas a las
otras.

CUALIDADES DE RUT MUJER VIRTUOSA MOABITA

Pero Rut respondió: "No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú
vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios" RUT
1:16-17

La historia de Rut la encontramos en el Antiguo Testamento en el libro que lleva su nombre RUT. Rut era
la nuera moabita de Noemí que era judía. Rut fue una mujer gentil que sirvió a Dios entre personas
judías. Rut era viuda y extranjera y fue a vivir a tierras extrañas. Rut nos enseña una historia de amor
perfecto.

Aproximadamente un siglo antes de la época del rey David era una época dominada por la anarquía, la
confusión, la infidelidad a Dios y había una hambruna grave en Israel. Esta hambruna forzó a la familia de
Noemí, su esposo Elimelec y sus hijos Mahlón y Quelión a pedir refugio en Moab. Cabe anotar que los
israelitas y los moabitas se despreciaban entre sí.
Pero llega la tragedia a esta familia, muere el padre Elimelec dejando viuda a Noemí y sus dos hijos
Mahlón y Quelión se casan con mujeres moabitas, lo cual no era bien visto por los israelitas. La esposa
de Mahlón que era el mayor fue Rut cuyo nombre significa "amistad". Pero las cosas en lugar de mejorar
empeoran ya que mueren los dos hijos de Noemí. Tenemos a tres mujeres viudas, sin hijos viviendo en
una época de hambruna y estando al borde de la ruina. Rut 1:12

Cuando la sequía termina en Israel Noemí piensa en regresar aunque era viuda, pobre, sin hijos y ya
mujer de edad; sin tierras ni parientes que la reciban y la cuiden. Extrañaba Israel y decide regresar a
Belén. Sus dos nueras Rut y Orfa inician el viaje de regreso con Noemí pero ella luego decidió dejarlas en
libertad. Rut 1:6-14

Pero Rut estaba decidida a permanecer con su suegra Noemí, ya que había desarrollado un fuerte lazo
de amistad y apego con ella. Sentía un cariño sincero por ella y amaba a Israel, por lo cual Noemí no dijo
mas (Rut 1:19). Sus vidas estaban unidas por su amistad y fe común. Al llegar a Belén la gente que
recordaba a Noemí se conmovió por ellas. Rut 1:20-2.

Al regresar con Noemí, Rut aceptó sostener a la anciana ya que siendo Rut joven y fuerte decidió
trabajar en los campos de cebada que pertenecían a Booz que era pariente de Elimelec el esposo
fallecido de Noemí que había prosperado a pesar de la hambruna. Por lo cual pidió permiso a su suegra
Noemí que se lo concedió. Y ese fue el día en que Booz conoció a Rut. En este primer encuentro Booz
quedo impactado de ella. Rut 2:6-16.

Booz sería el "goel" o pariente cercano (varón) que venía al rescate. Era el guardián oficial del honor
familiar que cumpliría la ley del levirato Deuternomio 25:5-10. Booz era el pariente redentor de Rut. Su
goel quien la salvaría de su vida de pobreza y de viudez, sería su libertador. Esto fue comprendido por
Noemí quién hace algo que fue muy adelantado y audaz para su época.

Entre las cualidades de Rut anotamos:

AMOR Y COMPROMISO Rut 1:16-17

CONSTANCIA Rut 1:18

HUMILDAD para espigar, TRABAJADORA, RESPETUOSA Rut 2:2

TEMPLANZA Rut 2:14

RESPONSABLE Rut 2:18-19


FIEL, LEAL Rut 2:23

OBEDIENTE Rut 3:15

SUMISA A LA LEY DE DIOS Rut 3:10

VALORES ETERNOS Rut 3:10

INTERESADA EN LA APARIENCIA DEL MAL Rut 3:14

PACIENTE Rut 3:18

Rut predestinada a una vida de maldición rompió con todas ellas y llego a ser madre en línea real del
primer rey de Israel David. Rut es símbolo de los creyentes y de la Iglesia redimida.

Rut rompió las maldiciones de:

RECHAZO por una Vida Predilecta

POBREZA por una Vida de Riqueza

INFERIORIDAD por una Vida de Privilegios

DESAMOR por Amor

TRISTEZAS por Alegrías

MALDICIÓN por Bendición

EXILIO por Refugio

ESCASEZ por Abundancia

DESPRECIO por Estima, Aprecio

CONDENACIÓN por Redención, Salvación.

Está no es solo la historia de una suegra y su nuera. Sino una historia de verdadero amor. El amor que
salva, que redime como el amor de nuestro Padre Dios al enviar a su hijo Jesús a salvarnos del pecado
para darnos la vida eterna y conocerle a través de Su Hijo Amado.

Una mujer excelente


RUT se arrodilla junto al montón de cebada que ha recogido durante el día. Ya está cayendo la noche
sobre los campos, y muchos trabajadores se ponen en camino hacia la entrada de la pequeña ciudad de
Belén, enclavada en una cordillera cercana. Seguro que Rut se siente adolorida después de este largo día
de trabajo, pues casi no ha parado desde la mañana. Pero su jornada aún no ha terminado. Ahora se
pone a golpear la cebada con una vara para desgranarla. A pesar de todo, le ha ido mejor de lo que
esperaba.

¿Están por fin mejorando las cosas para esta joven viuda? Rut siente cariño por Noemí, su suegra, y le ha
prometido quedarse con ella y hacer de Jehová, el Dios de Noemí, su propio Dios. Las dos viudas llegaron
a Belén procedentes de Moab, la tierra de Rut, y ella ha visto que la ley de Jehová contiene disposiciones
prácticas que dignifican a los pobres de Israel, y también a los extranjeros. * Ahora se percata de que en
el pueblo de Jehová, que vive de acuerdo con la Ley, hay quienes se destacan por su espiritualidad y
bondad, y su afligido corazón se conmueve.

Una de esas personas es Boaz, el hombre rico y de cierta edad en cuyos campos Rut ha espigado hoy y
que la ha tratado como a una hija. Rut recuerda satisfecha las bondadosas palabras con que la ha
alabado por cuidar de su suegra, ya mayor, y por buscar refugio bajo las alas del Dios verdadero, Jehová
(Rut 2:11-13).

Aun así, a Rut probablemente le preocupa su futuro. Siendo una extranjera pobre, viuda y sin hijos,
¿cómo va a cubrir sus necesidades y las de Noemí durante los próximos años? ¿Le bastará con espigar?
¿Y quién la cuidará a ella cuando envejezca? No sabemos si la abrumaban estas inquietudes, pero sería
comprensible si así fuera. Hoy día, con las dificultades económicas que existen, a muchas personas les
asaltan esas mismas inquietudes. Al ir descubriendo cómo ayudó a Rut la fe que tenía, veremos muchos
aspectos en los que podemos imitarla.

¿Qué constituye una familia?

Cuando Rut termina de desgranar la cebada y recogerla, ve que tiene aproximadamente una medida de
efá, el equivalente a unos 20 litros de capacidad. Toda aquella cebada pesa nada menos que 14 kilos (30
libras). La amontona encima de una pieza de tela, hace un fardo, se lo coloca sobre la cabeza y emprende
el camino hacia Belén mientras anochece (Rut 2:17).

Noemí se alegra de ver llegar a su querida nuera y quizás hasta suelta un grito de sorpresa al ver el
pesado fardo de cebada que carga. Rut también trae algunas sobras de la comida que Boaz ofreció a los
trabajadores, y con eso cenan las dos. Noemí le pregunta: “¿Dónde espigaste hoy, y dónde trabajaste?
Llegue a ser bendito el que se fijó en ti” (Rut 2:19). Al ver todo lo que Rut ha traído, Noemí se da cuenta
de que alguien se ha fijado en ella y la ha tratado con amabilidad.

Las dos se ponen a hablar, y Rut le cuenta a Noemí lo amable que ha sido Boaz con ella. Noemí,
conmovida, responde: “Bendito sea él de Jehová, que no ha abandonado su bondad amorosa para con
los vivos y los muertos” (Rut 2:19, 20). Para ella, las bondades de Boaz venían de Jehová, pues él impulsa
a sus siervos a ser generosos y promete recompensarles por sus buenas acciones (Proverbios 19:17). *

Noemí aconseja a Rut que acepte la oferta de Boaz de continuar espigando en sus campos cerca de las
jóvenes de su casa para que los cosechadores de otros campos no la molesten. Rut le hace caso y,
además, “sigu[e] morando con su suegra”, lo cual pone de relieve una vez más su cualidad distintiva: el
amor leal (Rut 2:22, 23). ¿Y nosotros? ¿Honramos a nuestra familia, apoyándola y ayudándola cuando
hace falta? Jehová siempre se percata de los actos de amor leal.

¿Se puede decir que Noemí y Rut constituían una familia? En algunas culturas se cree que para que una
familia lo sea en el pleno sentido de la palabra tiene que contar con un padre, una madre, hijos, abuelos,
etc. Pero el caso de Noemí y Rut nos ayuda a ver que cuando uno es siervo de Jehová, su familia —
aunque pequeña y tal vez incompleta— puede llevarse muy bien y rebosar de bondad y amor.
¿Agradecemos la familia que tenemos? Jesús recordó a sus seguidores que aun quienes no tienen familia
la pueden encontrar en la congregación cristiana (Marcos 10:29, 30).

“Es uno de nuestros recompradores”

Rut se queda espigando en los campos de Boaz desde la cosecha de la cebada (alrededor de abril) hasta
la del trigo (alrededor de junio). Las semanas transcurren, y seguro que Noemí sigue pensando en lo que
puede hacer por su querida nuera. Antes de partir de Moab, Noemí estaba convencida de que jamás
podría encontrarle otro esposo a Rut (Rut 1:11-13). Pero ahora empieza a pensar de otra forma. Aborda
a Rut y le dice: “Hija mía, ¿no debo buscarte lugar de descanso[?]” (Rut 3:1). En aquellos tiempos la
costumbre era que los padres se encargaran de buscar cónyuges para sus hijos, y Rut había llegado a ser
una verdadera hija para Noemí. De ahí que Noemí quisiera encontrarle a Rut un “lugar de descanso”, es
decir, un esposo y un hogar que le proporcionaran seguridad y protección. Pero ¿qué puede hacer
Noemí?
Cuando Rut mencionó a Boaz por primera vez, Noemí dijo: “El hombre es pariente nuestro. Es uno de
nuestros recompradores” (Rut 2:20). ¿Qué quería decir con eso? La Ley que Jehová dio a Israel incluía
unas disposiciones amorosas para aquellas familias que atravesaban dificultades por haber caído en la
pobreza o haber perdido a un ser querido. Si una mujer enviudaba sin haber tenido hijos, su dolor se
veía incrementado por el hecho de que su esposo no tendría posteridad y su nombre se perdería. Pero la
Ley de Dios permitía que el cuñado se casara con la viuda para que esta diera a luz un heredero que
perpetuara el nombre del difunto y heredara los bienes de la familia (Deuteronomio 25:5-7). *

Noemí le explica a Rut su plan. Podemos imaginar cómo se le abren los ojos a la joven al escuchar
sorprendida a su suegra. Probablemente Rut aún no conoce bien la Ley, y muchas de sus costumbres de
seguro le resultan extrañas. Pero como respeta tanto a Noemí, escucha con atención todo lo que le dice.
La recomendación que le da tal vez le resulte chocante o bochornosa y, en cierto sentido, hasta
humillante. No obstante, Rut accede y obedientemente responde: “Todo lo que me dices lo haré” (Rut
3:5).

A los jóvenes a veces les resulta difícil obedecer los consejos de quienes son mayores y tienen más
experiencia, pues piensan que no son capaces de entender los retos y problemas que afronta la
juventud. Pero el ejemplo de humildad de Rut nos recuerda que hacer caso de la sabiduría de las
personas mayores que nos aman y velan por nuestros intereses puede ser muy provechoso. Ahora bien,
¿cuál fue el consejo de Noemí? Y ¿resultó premiada la obediencia de Rut?

Rut en la era

Al atardecer, Rut se va a la era, un espacio llano, de tierra firme, al que varios agricultores llevan su mies
para trillarla y aventarla. Normalmente se escogía un lugar que estuviera en la ladera o la cima de un
monte, donde las brisas soplaran con fuerza al atardecer. A fin de separar el grano de la paja y el tamo,
se utilizaba un bieldo o una gran pala para echar la mies al viento, que se llevaba el tamo y la paja. Al ser
más pesados, los granos caían de nuevo en la era.

Rut contempla con discreción cómo los aventadores terminan poco a poco su trabajo conforme va
anocheciendo. Boaz ha estado supervisando el aventado de su mies, y ya ha juntado una gran cantidad
de cereal. Come con ganas y luego se acuesta al lado de su montón de grano. Posiblemente esa era una
práctica común en aquella época para proteger la preciada cosecha de ladrones y merodeadores.
Cuando Rut ve que Boaz se acuesta, sabe que ha llegado la hora de llevar a cabo el plan de Noemí.
Con el corazón acelerado, Rut se le acerca sigilosa y al constatar que está profundamente dormido, sigue
las instrucciones de Noemí: le destapa los pies, se acuesta allí y espera. Pasa el tiempo, que para Rut
debe ser como una eternidad. Entonces, a medianoche, Boaz empieza a moverse. Temblando de frío se
incorpora, probablemente para cubrirse de nuevo los pies. Pero nota que hay alguien. El relato bíblico lo
expresa así: “¡Mire!, ¡una mujer acostada a sus pies!” (Rut 3:8).

“¿Quién eres?”, pregunta él. Ella responde, tal vez con voz temblorosa: “Soy Rut tu esclava, y tienes que
extender tu falda sobre tu esclava, porque tú eres un recomprador” (Rut 3:9). Algunos comentaristas
modernos han tratado de insinuar que las acciones y las palabras de Rut tenían cierto trasfondo sexual,
pero pasan por alto dos detalles. En primer lugar, Rut estaba siguiendo las costumbres de la época,
muchas de las cuales no se entienden hoy día. Así que sería un error juzgar sus actos según las bajas
normas morales y la mentalidad retorcida propias de estos tiempos. En segundo lugar, la reacción de
Boaz indica que, a sus ojos, la conducta de Rut era moralmente casta y muy encomiable.

Boaz, sin duda con un tono dulce y tranquilizador, le dice: “Bendita seas de Jehová, hija mía. Has
expresado tu bondad amorosa mejor en el último caso que en el primer caso, al no ir tras los jóvenes,
fueran de condición humilde o ricos” (Rut 3:10). “El primer caso” se refiere al amor leal que mostró Rut
al acompañar a Noemí hasta Israel y cuidarla. “El último caso” es este. Boaz reconoce que una joven
como Rut podía haber buscado un esposo mucho más joven, fuera rico o pobre. Pero ella quiere hacerle
bien no solo a Noemí sino también al difunto esposo de Noemí, es decir, desea perpetuar el nombre de
este en su tierra natal. Es fácil ver por qué le impresiona a Boaz el altruismo de Rut.

Boaz añade: “Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Todo lo que dices lo haré para ti, porque toda persona
en la puerta de mi pueblo se da cuenta de que eres una mujer excelente” (Rut 3:11). Le agrada la idea de
casarse con Rut y puede que no le haya extrañado del todo que le pida ser el recomprador. Pero Boaz es
un hombre justo, y no solo busca satisfacer sus propias preferencias. Le dice a Rut que, en vista de que
hay otro recomprador con una relación de parentesco más cercana, le va a dar a él la oportunidad de
casarse con ella.

Boaz insta a Rut a que vuelva a acostarse y descanse hasta que se acerque el amanecer; así podrá
marcharse sin ser vista. Él desea proteger la reputación de ella y también la suya, pues alguien pudiera
pensar equivocadamente que han incurrido en algún tipo de conducta inmoral. Rut vuelve a acostarse a
los pies de Boaz, quizás más tranquila en vista de que él ha respondido con tanta bondad a su petición.
Unas horas después, mientras todavía está oscuro, Boaz le llena la capa de cebada, y ella regresa a Belén
con el generoso regalo.
Rut debe sentirse sumamente satisfecha de que Boaz haya dicho que todo el mundo la considera “una
mujer excelente”. Seguro que algo que ha influido mucho en que tenga tan buena reputación es su
anhelo de conocer a Jehová y servirle. Además, ha demostrado una gran bondad y sensibilidad hacia
Noemí y su pueblo, pues ha estado dispuesta a adaptarse a una cultura y unas costumbres que
seguramente desconocía. Si imitamos la fe de Rut, nos esforzaremos por tratar a los demás, así como su
cultura y costumbres, con profundo respeto. Y si lo hacemos, puede que también nos labremos una
excelente reputación.

Un lugar de descanso para Rut

“¿Quién eres, hija mía?”, dice Noemí cuando Rut llega a la casa. Aunque es posible que con la oscuridad
no la haya podido reconocer, lo que seguramente quiere saber Noemí es si Rut todavía es la misma viuda
de antes, una mujer sola y sin compromiso, o si ya tiene la perspectiva de casarse. Rut enseguida le
cuenta a su suegra todo lo que ha pasado y le entrega el generoso regalo de cebada que Boaz le envía
(Rut 3:16, 17). *

Noemí, con la sensatez que la caracteriza, exhorta a Rut a sentarse en casa tranquila y no salir ese día a
espigar en los campos. Luego le asegura: “El hombre no tendrá descanso a menos que haya acabado con
el asunto hoy” (Rut 3:18).

Y eso es precisamente lo que hace Boaz. Va a la puerta de la ciudad —donde suelen reunirse los
ancianos de Belén— y espera hasta que pase el hombre que tiene un parentesco más cercano con la
familia de Elimélec, el difunto esposo de Noemí. Delante de testigos, Boaz le ofrece la oportunidad de
ser el recomprador casándose con Rut. Pero el hombre no acepta, alegando que con ello arruinaría su
propia herencia. Entonces, ante los testigos que ha reunido allí, Boaz declara que él será el recomprador
y comprará todo lo que le pertenecía a Elimélec y se casará con Rut, la viuda de Mahlón, su hijo. La razón
para obrar así, según las propias palabras de Boaz, es “para hacer que el nombre del muerto se levante
sobre su herencia” (Rut 4:1-10). Desde luego, Boaz es un hombre recto y altruista.

Boaz se casó con Rut y, como dice el relato bíblico, “Jehová le concedió a ella concebir, y ella dio a luz un
hijo”. Las mujeres de Belén bendijeron a Noemí y alabaron a Rut por serle mejor que siete hijos varones.
Con el tiempo, como añade el relato, el hijo de Rut llegó a ser antepasado de un gran rey: David (Rut
4:11-22). David, a su vez, fue antepasado de Jesucristo (Mateo 1:1). *
Rut fue realmente bendecida, y también Noemí, quien la ayudó a criar al niño como si fuera suyo. La vida
de estas dos mujeres constituye un claro recordatorio de que a Jehová Dios no le pasan desapercibidos
todos los que trabajan duro efectuando tareas humildes para mantener a su familia y, al mismo tiempo,
le sirven lealmente con su pueblo escogido. Jehová siempre recompensa a las personas fieles que se
labran una reputación excelente a sus ojos, como hizo Rut.

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