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Voces: CONTRATO DE TRABAJO ~ DERECHOS DEL TRABAJADOR ~ COSA JUZGADA ~

PROCEDIMIENTO LABORAL ~ ACUERDO CONCILIATORIO ~ HOMOLOGACION ~ SERVICIO DE


CONCILIACION LABORAL OBLIGATORIA ~ LEY DE CONTRATO DE TRABAJO ~ ACTO
ADMINISTRATIVO ~ IMPUGNACION DEL ACTO ADMINISTRATIVO ~ INTERPRETACION JUDICIAL
~ JURISPRUDENCIA ~ INTERPRETACION DE LA LEY
Título: La cosa juzgada administrativa laboral
Autor: Sappia, Jorge J.
Publicado en: LA LEY 05/09/2013, 05/09/2013, 1 - LA LEY05/09/2013, 1 - LA LEY2013-E, 715 - DT2013
(octubre), 2471
Cita Online: AR/DOC/3169/2013

Sumario: I. Introducción. II. Cuestiones preliminares. III. Contenido de la norma. IV. Requisitos de
validez del acuerdo. V. La cosa juzgada. VI. La cosa juzgada administrativa. VII. Impugnabilidad de la
homologación del acuerdo administrativo. VIII. El estado de la jurisprudencia. IX. Conclusión.

Abstract: "El acuerdo conciliatorio trabado en sede administrativa, que requiere para su validez de la
homologación, aparecería prima facie como no revisable por su asimilación a la cosa juzgada. Empero, es
preciso ratificar que, como todo acto administrativo, está sujeto a la revisión jurisdiccional."
I. Introducción
La temática de la cosa juzgada administrativa en el ámbito del Derecho del Trabajo, tiene su marco
referencial en el art. 15 de la LCT, que establece "Los acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios,
solo serán válidos cuando se realicen con intervención de la autoridad judicial o administrativa, y mediare
resolución fundada de cualquiera de éstas que acredite que mediante tales actos se ha alcanzado una justa
composición de derechos e intereses de las partes." Este texto fue establecido por la ley original en 1974 y no
fue modificado por la disposición de facto 21.297. No ocurrió lo mismo con la ley 23.545, que dispuso agregar
tres párrafos más con intención fiscalista, esto es tendiente a que la autoridad tributaria tomare conocimiento de
tales acuerdos, para intentar determinar si en su celebración se disfrazaban o escondían presuntos o posibles
fraudes a la obligación de pagar impuestos o contribuir y aportar a la seguridad social. El contenido de estos tres
párrafos no será motivo de análisis en esta comunicación, salvo en lo que concierne a la cosa juzgada.
El tercero de los nuevos párrafos agregados al art. 15 es el que dispone asignar a los acuerdos conciliatorios,
transaccionales o liberatorios autoridad de cosa juzgada, condición que no tenían en el texto original. Se
equipara así la homologación administrativa a la que siempre existió en el plano judicial. No obstante cabe
señalar que en Córdoba, la ley 3546, que reguló el funcionamiento del viejo Departamento Provincial del
Trabajo, ya había determinado que los acuerdos celebrados en su órbita adquirían la calidad de cosa juzgada a
los fines de su ejecución en los casos de incumplimiento por parte del deudor.
II. Cuestiones preliminares
Antes de ingresar en el análisis de la norma y de los criterios jurisprudenciales a su respecto, es necesario
hacer referencia a algunas cuestiones que permitan establecer un adecuado marco al tema en examen. En ese
orden de ideas aludir a la tensión que se genera entre conciliación e irrenunciabilidad no es un asunto de menor
cuantía. La doctrina se ha ocupado largamente de ponderar este tópico con opiniones sino enfrentadas, por lo
menos puestas en tela de juicio. Así Krotoschin sostenía que la conciliación acredita su intención de evitar el
distanciamiento total de las partes y procurar soluciones rápidas y amigables, no obstante de reconocer su
posible colisión con el carácter de orden público del derecho laboral y su apego a la irrenunciabilidad de
derechos. (1) Por su parte Podetti (2) aconsejó la utilización del trámite conciliatorio como una contribución a la
paz social, postura resistida por Amadeo Alocatti, para quien la paz social se alcanza mediante la sentencia
judicial que dirime derechos. (3) Estos comentarios que provienen de mediados del siglo pasado, son útiles para
mostrar como la cuestión de la conciliación, desde el inicio de las actividades en la Justicia Laboral, ha
preocupado a la doctrina, sentimiento que aún perdura.

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Esta dicotomía entre la necesidad de otorgar una manera rápida de solucionar los conflictos laborales, dando
respuesta a necesidades obvias del trabajador, y el insoslayable respeto por sus derechos, está presente en el
análisis de la institución de la conciliación y ha motivado decisiones jurisprudenciales en las que se ha negado
factibilidad conciliatoria a casos en que el trabajador aceptaba una suma inferior a la que correspondía no
obstante el reconocimiento por el empleador de un despido incausado. Empero la cosa no es lineal, pues existen
sobrados ejemplos donde se ratifica aquello de que lo bueno es enemigo de lo mejor. Siempre recordé a mis
alumnos de la Facultad de Derecho de la UNC, cuando en los comienzos de mi actividad profesional, un
prestigioso colega me ofreció una suma ínfima ante un despido y en el momento de rechazarla me detuve pues
recordé que debía consultar a mi cliente-trabajador. Este me dijo que poco importaban sus derechos, porque la
cifra ofrecida le permitía levantar la hipoteca de su casa esa misma semana, evitando su remate. Obviamente
conciliamos.
Otro aspecto que considero importante relevar es que el art. 15 LCT, al referirse a los acuerdos, apunta sin
lugar a dudas o interpretaciones diversas, a avenimientos que puedan darse en el plano de las relaciones
individuales del trabajo. Bajo ninguna circunstancia se puede extender el alcance de la norma a situaciones de
índole colectiva, por dos razones. La primera porque alude a la autoridad administrativa o judicial, y tratándose
de conflictos colectivos de tipo jurídico, está claro que no sería aquella la que pudiera decir el derecho, pues ello
es atributo inalienable del poder jurisdiccional. Por lo contrario, si se trata de conflictos colectivos de tipo
económico o de interés, la solución no podrá ponerse en manos del juez, si no en las de la administración del
trabajo la que, en su caso, solo podrá homologar un acuerdo, que asumirá formas de convenio colectivo de
trabajo.
III. Contenido de la norma
El art. 15 LCT alude a los acuerdos "transaccionales, conciliatorios o liberatorios", de un modo que Ramírez
Bosco acertadamente califica de promiscuo. (4) Este autor sostiene que es preciso desechar el concepto de que
la referencia a los liberatorios signifique que se trata de acuerdos que liberan al empleador de su deuda. Por el
contrario propicia entender esa mención como una redundancia del efecto que tienen, o sea extinguir
obligaciones. Respecto de los otros señalamientos expresa que se trata de sinónimos, que no colisionan con el
principio de irrenunciabilidad, en tanto lo que se concilia o transa, como expuse más arriba, son créditos
dudosos o litigiosos, en síntesis pretensiones y no derechos. Es preciso además, poner de manifiesto que la
norma del derecho común traída a la interpretación de la norma laboral, debe entenderse no como referencia a
dos posibilidades alternativas, sino acumulativas, como explicaré más adelante.
Pero también hay que marcar que la duda no puede atribuirse a la aplicabilidad o no de la norma, al menos
en la mayoría de los casos, sino a la posibilidad real de contar con prueba eficaz para alcanzar el efecto deseado
con el reclamo, situación de la más común en las controversias laborales, sobre todo si la probanza de que se
trata, necesita de la prueba testimonial, la menos fiable de las pruebas judiciales.
ALOCATTI, citando a COUTURE señala que la doctrina moderna llama a las formas de resolver
amigablemente el proceso, actos de autocomposición. (5) Recuerda que tales actos admiten tres formas típicas
de avenencia, a saber: el desistimiento, la transacción y el allanamiento. Otorga al primero el concepto de
abandono por parte del trabajador, un acto abdicativo que consiste en reconocer que no se tiene derecho a
demandar con posibilidades de éxito y el allanamiento es el sometimiento del demandado a la pretensión del
actor. De estas tres formas interesa ver lo atinente a la transacción, puesto que las otras dos no ocurren en sede
de la administración del trabajo, ámbito al que me propongo aludir.
La transacción dice el Código Civil en su art. 832, es un acto jurídico bilateral por el cual las partes,
haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones litigiosas o dudosas. En el ámbito laboral esta figura
ocurre cuando el trabajador y un empleador convienen en que éste paga a aquél una suma de dinero destinada a
compensar parcialmente el monto total que importó el reclamo formulado originalmente, y que dio lugar al
litigio. La concesión a que alude la norma del derecho común, implica de suyo, una renuncia del trabajador a lo
que considera de legítima pretensión, circunstancia que deriva la cuestión al examen de la irrenunciabilidad. Es
por ello que la doctrina laboralista ha preferido no hablar de la transacción como un consenso extintivo de un

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litigio, habida cuenta de la trascendencia que se asigna a este impedimento dispositivo que consagra el derecho
del trabajo. Así se dijo que en la transacción es el interés el que compone la disputa, en cambio en la
conciliación los derechos se reconocen y se aplican una vez reducidos los hechos a sus justos límites. (6) La
indisponibilidad mencionada, asume todo su valor cuando se trata de proteger al trabajador, partiendo de su
natural inferioridad negocial, ante hechos que puedan lesionar sus derechos, poniendo en acto el principio
protectorio. (7)
En punto a la conciliación, hay consenso entre los juslaboralistas, para sostener que esta forma procesal es
parte inescindible del proceso laboral judicial, en la medida en que realmente sea expresión de una
autocomposición, por oposición a la composición heterónoma de los derechos e intereses de las partes que
decide el juez en la sentencia. La conciliación, resulta ser un mecanismo de avenimiento en el cual las partes
ajustan sus respectivas pretensiones tratando de encontrar un punto de equilibrio que excluya renuncias no
permitidas en la ley, en el caso del dependiente. Sin embargo, dejando de lado requisitos no exigibles como la
indagación acerca del momento en que el trabajador puede manifestar su renuncia o la demora en que incurra
para hacer valer sus derechos presuntamente lesionados, Centeno decía que "... salvadas las razones que
determinan la sanción de las normas imperativas de orden público, a través del acto de composición..." se puede
lograr el efecto buscado con la conciliación si se atiende adecuadamente a los intereses generales y particulares.
(8) Agregaba el recordado autor del proyecto de la ley de contrato de trabajo, que "La conciliación no afecta
pues el principio de irrenunciabilidad de los derechos y procede en todos aquellos casos en que no fuese
expresamente prohibida". (9)
IV. Requisitos de validez del acuerdo
El art. 15 que vengo examinando ha puesto dos requisitos inexcusables, para que sea válido el acto que pone
fin a un litigio mediante un acuerdo. Ellos son que intervenga la autoridad, sea judicial o administrativa, y que
ésta dicte una resolución fundada que acredite que mediante tales actos alcanza una justa composición de los
derechos e intereses de las partes.
Resulta necesario tratar de entender qué quiso decir el legislador cuando habló de la intervención de la
autoridad, puesto que ese acto puede configurarse de distintas maneras, sobre todo de dos: Que el acuerdo se
materialice merced a los buenos oficios del funcionario actuante o que el acuerdo haya sido pactado entre las
partes, las que después lo han sometido a su aprobación. El tema resulta de singular trascendencia, porque en la
segunda de las hipótesis descriptas quien invista la figura de autoridad, no habrá participado de la construcción
del acuerdo, de modo de poder conocer y evaluar los factores que las partes han tenido en cuenta para llegar a la
conclusión que la composición que se propone es la más adecuada. Bien podría darse que ocurra el caso
prefigurado en el art. 954 del Código Civil, pues en la privacidad del acuerdo el empleador bien pudo explotar la
necesidad, la ligereza o la inexperiencia del trabajador. De allí, que considero apropiado sostener que la
intervención aludida en la ley, atañe a una participación directa y concreta en la elaboración del avenimiento que
se pretende homologar. La ausencia de esta connotación es uno de los factores tenidos en cuenta por la Sala
Segunda de la Cámara del Trabajo de Córdoba, para desestimar la validez de un acuerdo alcanzado en sede
administrativa, sin perjuicio de otras sentencias que referiré más adelante. (10) Debo agregar que no parece
posible, atento a los problemas que representa —según se verá luego— para el funcionario ameritar los términos
del acuerdo sin haber tenido oportunidad de evaluar pruebas
El otro elemento interpuesto como requisito de validez está vinculado a su vez con dos aspectos, uno formal
y el otro sustancial. El primero de ellos está vinculado a que debe existir una resolución fundada de la autoridad.
Esto quiere significar que no basta una sola manifestación del funcionario aprobando el acuerdo, sino que
deberá dictar un acto administrativo formal, que para alcanzar perfección, deberá acreditar que ha sido
materializado cumpliendo con las exigencias del ordenamiento jurídico. Así tendrá validez y eficacia, es decir
que gozará de la presunción de legitimidad y será ejecutorio, esto es que podrá ser puesto en ejecución de
inmediato. (11) Además de este aspecto formal, la resolución deberá ser expresión de un razonamiento que por
lo menos describa los términos del acuerdo y su vinculación con los dispositivos legales y convencionales según
las alegaciones y reconocimientos formulados por las partes.

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En función de lo expuesto, la autoridad que interviene y dicta la resolución fundada, deberá hacer mérito de
algunas circunstancias que estimo prudente señalar. La primera consiste en averiguar si la materia objeto de la
transacción admitía realmente ser caracterizada como de índole litigiosa o dudosa. Expresa Vázquez Vialard que
no basta que se aluda a un derecho litigioso, sino que además tiene que ser dudoso, por lo cual esa falta de
certidumbre actúa permitiendo la transacción. (12) Es decir que no basta con que el crédito y las obligaciones
sean litigiosas, sino que necesitan exhibirse como dudosas. La calificación de litigiosas necesariamente excluye
admitir como transables o conciliables aquellas situaciones que encuentran reconocimiento demostrable. Por
ejemplo cuando el trabajador tiene en sus manos un telegrama colacionado que lo despide sin causa y la
contraria pretende transar el monto indemnizatorio. Aquí no hay conceptualmente, litigio alguno, sino un intento
de par menos.
Esto se puede observar tanto en el plano fáctico relativo a situaciones donde, por ejemplo, la prueba de la
existencia o inexistencia del hecho causa del despido aparece incierta y plena de dificultades. También sería el
caso en el que no está clara la definición de la naturaleza jurídica del vínculo que unió a las partes, es decir se
discute si hay relación de dependencia. Si estos elementos constitutivos de la duda no se presentan con la
claridad necesaria en el fundamento que requiere la ley, procede el ingreso del tribunal jurisdiccional al fondo de
la cuestión, para resolver definitivamente sobre los términos del acuerdo o de la reclamación que pretenda
rediscutir sobre lo que fue materia de aquél.
Sobre la base del examen sobre si ha existido una resolución fundada que homologue el acuerdo de que se
trate, puesto que la ausencia de ese acto administrativo, produce la invalidez absoluta del acuerdo, cabe como
accesorio a ese requisito de la resolución fundada, pero no menos importante, señalar la necesidad de verificar
que el funcionario administrativo que la dictó acredite suficiente competencia para hacerlo.
El otro requisito exigido por la ley general de contratos de trabajo, consiste en que el juez o funcionario que
dicte la homologación, deberá acreditar que mediante la transacción, conciliación o liberación, se ha podido
construir una justa composición de los derechos e intereses de las partes. Si bien es cierto que en orden a los
derechos e intereses del empleador no está comprometido el orden público, respecto del trabajador la situación
es exactamente la contraria y entonces aquella "justa composición", deberá antes que nada establecer si el
acuerdo de que se trate ha implicado una renuncia del dependiente a sus derechos, los que, normalmente, por
imperio del artículo 12 de la LCT, son irrenunciables. Refiriéndose a esta resolución acreditante que exige la
norma en examen, Etala apunta que se trata de una operación al menos riesgosa, pues el Juez deberá formular un
juicio anticipatorio, una especie de prejuzgamiento, para determinar si existió la junta composición. (13) Mucho
más riesgosa es la emanación si se trata de un funcionario administrativo, que no está dotado de aptitud
jurisdiccional y cuyas manifestaciones son en una proporción importante, intuitivas o solamente limitadas a un
examen de carácter numérico respecto de los montos que integran el acuerdo. Toselli (14) señala refiriéndose a
los acuerdos celebrados en el SECLO (15) que el sistema que atribuye a un abogado contratado por el Estado, la
facultad de promover un acuerdo conciliatorio entre las partes, nace de una ficción por la cual se asigna al
actuante tener el conocimiento adecuado para saber la aptitud jurisdiccional de una eventual demanda que
pudiera formular el trabajador, lo que implica, continua el autor, que se supone que el conciliador conoce el
derecho sustancial y los criterios jurisprudenciales que imperan en los tribunales, lo que resulta harto
improbable y una exigencia desmedida para un funcionario que carece de potestades jurisdiccionales. Ramírez
Bosco (16) recuerda que no hay antecedentes sobre qué quiere decir la expresión justa composición, así como
que nunca fue entendida como que requiriese que la autoridad explique por qué llega a esa conclusión. También
en relación con esta cuestión, este autor pone de manifiesto que algunos criterios ejecutados tanto a nivel
judicial cuanto administrativo, que pregonan como justa composición que los acuerdos superen determinados
porcentajes de lo que resulta del reclamo del trabajador, aparecen por lo menos arbitrarios y desconectados de
algún concepto sólidamente construido.
A estas dificultades adjudicadas a las conciliaciones en sede judicial y administrativa, agrego que no puede
desestimarse la observación de Vázquez Vialard, en el sentido que es difícil que la autoridad pueda determinar si
se obtiene una justa composición, "... ya que por lo común, no puede hacerse un juicio sobre la cuestión, pues

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las partes no han acreditado la veracidad de los hechos en los que fundan su pretensión. En unos casos, ante la
falta de certeza de poder acreditar sus asertos, y en otros, para recibir inmediatamente un crédito cuyo cobro se
postergaría en el tiempo, el trabajador opta por esa solución." (17)
Para cerrar lo relativo a la idea de la requerida justa composición, vale recordar el Plenario Lafalce de la
Justicia metropolitana, mal llamada Nacional, que resolvió "La manifestación de la parte actora en un acuerdo
conciliatorio de que una vez percibida íntegramente la suma acordadas en la conciliación, nada tiene que
reclamar de la demandada por ningún concepto emergente del vínculo laboral que las uniera, hace cosa juzgada
en un juicio posterior donde se reclama un crédito que no fue objeto del proceso conciliado". (18) El recuerdo
no tiene por finalidad ponderar aquel pronunciamiento, si no por el contrario, señalar su caducidad, pese a que
continúa vigente para los tribunales de la ciudad de Buenos Aires. Es que buena parte de la doctrina y no pocos
tribunales porteños, lo desautorizaron con el válido argumento que fue dictado antes de la vigencia del art. 15 de
la Ley 20.744, lo que mostraría su direccionamiento a una realidad legislativa diferente. (19) La alusión a este
viejo plenario, tiene atingencia porque aun hoy es común advertir en los acuerdos conciliatorios la aparición de
esta frase, que ya no tiene los efectos que tuvo. Es como sostiene Maza al afirmar que "... la homologación hace
cosa juzgada únicamente sobre las cuestiones litigiosas debatidas en el acuerdo y verificadas por la autoridad, ya
que todo otro rubro litigioso que allí no haya sido tenido en cuenta o al menos mencionado en forma expresa
como parte del convenio transaccional debe considerarse excluido y ajeno a la influencia de la cosa juzgada
derivada de aquel." (20) Puede afirmarse entonces sin temor a equívocos que un aporte inescindible a la
consagración de la justa composición requerida, exige registrar que no hubo en el acuerdo alusiones abstractas a
derechos o pretensiones no individualizadas, entre otros aspectos.
V. La cosa juzgada
Hasta aquí he pasado revista a los acuerdos aludidos en el artículo 15, en forma indiferenciada sin distinguir
si se trata de judiciales o administrativos. Ahora corresponde hacer un examen que distinga.
El concepto de cosa juzgada ha estado referenciado históricamente a las emanaciones de los jueces,
concretamente a sus sentencias a las que por un concepto político, más que jurídico, como explicaba Couture
(21), fundado en la necesidad del Estado de dotar de seguridad jurídica a los negocios de los particulares,
conviene atribuirles inmutabilidad. Se ha distinguido, recuerda ETALA en la obra citada, entre cosa juzgada
formal y cosa juzgada material, otorgando a la primera la calidad de irrevisable por el mismo tribunal que dictó
el pronunciamiento, pero admitiendo la revisión por otro; y la condición inmutable a la segunda, una vez firme y
consentida o agotadas las posibilidades recursivas. Añade todavía, que el Código Civil no ha dado una
definición del instituto de la cosa juzgada, no obstante haber sido receptado por el común de la doctrina y la
jurisprudencia, bien que limitándola a aquellos casos en los que se da una identidad de objeto, causa y partes.
VI. La cosa juzgada administrativa
Se impone una aclaración previa al examen teórico de la cosa juzgada administrativa, en relación con la
determinación de la autoridad a quien se le reconoce legitimación para dictar los actos administrativos que
podrán alcanzar después el estatuto invocado. En ese sentido cabe apuntar en el orden nacional al Ministerio de
Trabajo, Empleo y Seguridad Social, al que deben elevarse los acuerdos que se alcancen por ante los
conciliadores del SECLO, para el dictado de la pertinente homologación, que conforme el art. 22 de la ley
24.635, debe responder a lo previsto en el art. 15 LCT. En el orden provincial, esa función homologatoria
corresponde a los ministerios, secretarías o subsecretarias de trabajo, según la organización de cada estado.
Siempre el análisis se ha referenciado esencialmente con el proceso judicial. La alusión al acuerdo
homologado que pone al fin trámite administrativo mediante un acuerdo suscripto por las partes con
intervención del funcionario, obliga a una indagación puntual. En la versión original de la Ley 20.744 no
aparecía la referencia a la cosa juzgada, sino que la norma se limitaba a citar los requisitos de validez. Recién en
la reforma introducida por la ley "antievasión", Nº 25.345, se incorpora la mención en el cuarto párrafo de la
nueva redacción, al expresar que "En todos los casos, la homologación administrativa o judicial de los acuerdos
conciliatorios, conciliatorios o liberatorios, les otorgará autoridad de cosa juzgada entre las partes que los
hubieren celebrado...".

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Esta frase pondría fin a la discusión sobre si los arreglos administrativos podían admitir algún tipo de
revisión ulterior, al dotarles de la calidad citada. Sin embargo no es así exactamente, según se verá.
El acuerdo conciliatorio trabado en sede administrativa, que requiere para su validez de la homologación,
aparecería prima facie como no revisable por su asimilación a la cosa juzgada. Empero, es preciso ratificar que
como todo acto administrativo está sujeto a la revisión jurisdiccional. Es más, partiendo del concepto de la
desigualdad negocial entre las partes de la relación laboral e invocando el principio protectorio se ha dicho que
no hay "... razón para impedir que la magistratura indague acerca de la procedencia del acuerdo". (22) Sostienen
los autores de tal afirmación que para reconocer la característica de cosa juzgada a la homologación del acuerdo
administrativo se deberían reunir algunos recaudos que aseguran la protección que las leyes quieren brindar a
los trabajadores. Sugieren que serían requisitos que el obrero-actor ante la administración, acuerde patrocinado
por el sindicato respectivo, por un abogado particular o por un letrado de la repartición ante la que se cumple el
trámite. Agregan que en todos los casos debería exigirse que el acuerdo contenga detalladamente "... los rubros
sobre los cuales se conviene para evitar las fórmulas demasiado generales que encubren una transacción".
Comparto aquella ponencia presentada al Congreso Nacional de Derecho del Trabajo de 1973 de la que fui
coautor, en cuanto resulta una muestra inequívoca de cómo debe ser tratada la cuestión de la preservación de los
derechos laborales, en función del principio protectorio. Señalo que en esencia lo que se busca con la aplicación
de este criterio, es que el juez ante quien se inste la revisión del acto administrativo, dilucide si se han dado los
recaudos mínimos para asegurar que el trabajador tuvo posibilidad, por el adecuado asesoramiento, de evaluar
las circunstancias de su controversia individual y si la solución acordada, convertida en una conciliación
homologada, representa realmente una justa composición de los derechos intereses invocados por las partes.
Esto es lo que puede leerse en un pronunciamiento de la justicia nacional donde el juez de primer voto sostuvo
que "En el ámbito nacional, los jueces del trabajo tienen competencia para entender en todos los conflictos
individuales de derecho (art. 20, Ley 18.345), lo que incluye la facultad de apreciar la validez o invalidez de los
actos que incidan en la resolución de los referidos conflictos, aunque los mismos hayan sido homologados por
actos administrativos. Por ello, si de los acuerdos suscriptos por las partes y homologados por el Ministerio de
Trabajo, surgen violaciones al orden público que implican renuncias de derechos (art. 12 LCT), tales actos no
solo pueden ser cuestionados por las vías previstas en la Ley 19.549 o mediante la redargución de falsedad, sino
que, al no haber una justa composición de los derechos e intereses de las partes (art. 15 LCT) pueden ser
declarados inválidos por el juez laboral competente." (23)
VII. Impugnabilidad de la homologación del acuerdo administrativo
De algún modo se ha expuesto como debería funcionar, en mi criterio, el sistema de impugnación a los actos
administrativos homologatorios de acuerdos laborales individuales alcanzados por las partes. Se trata ahora de
precisar más aún tales conceptos.
Los acuerdos atrapados por el art. 15 LCT, pueden ser impugnados aduciendo que las posturas originales de
las partes no referían a cuestiones litigiosas o dudosas, o que se ha renunciado a derechos atrapados por el
concepto del art. 12 LCT. Igualmente pueden cuestionarse invocando que no ha existido la justa composición de
derechos e intereses, con lo que se ha producido una lesión subjetiva al derecho de una de las partes,
notoriamente el trabajador.
Todos los acuerdos homologados en sede administrativa pueden impugnarse por las razones que pueden
cuestionarse los actos jurídicos, conforme las causas de anulación contenidas en el art. 954 del Código Civil,
que son los vicios derivados de error, dolo, violencia, intimidación o simulación. También resulta anulable o
modificable la homologación en tanto el acto administrativo de cuenta que una de las partes, explotando la
necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtenga una ventaja patrimonial desproporcionada e injustificable.
Es evidente que estas causales de anulación, o modificación según el segundo párrafo del artículo citado
incorporado por la reforma de la ley 17.711, pueden ser argüidas por cualquiera de las partes, que están
plenamente legitimadas para ello, pero no es menos cierto que generalmente será el trabajador el que las
invoque.
Obviamente también todas las homologaciones administrativas pueden ser redargüidas de falsedad, como

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también pueden ser motivo de recursos administrativos fundados en las normas locales de derecho
administrativo en los casos de las provincias o la ciudad de Buenos Aires, o de la ley 19.549, en el ámbito de las
relaciones donde se admita la federalización del procedimiento. Esta impugnación deberá versar sobre defectos
en la formación y perfeccionamiento del acto homologatorio, tales como la ausencia de participación del
funcionario en la celebración del acuerdo, su falta de competencia o la carencia de motivación fundante de la
resolución.
Está claro que la acción tendiente a lograr la nulidad del acto administrativo por vía de recurso, debe
sustanciarse por ante la misma administración, sin embargo en todos los casos la impugnación, sin que fuera
necesario observar los plazos del derecho administrativo, puede ejercerse sin limitación alguna por ante el juez
del trabajo, bien que recordando los plazos de la prescripción.

La cosa juzgada administrativa en las leyes locales


Corresponde mirar hacia el costado procesal, puesto que en las regulaciones locales, se alude también a la
temática de la cosa juzgada proveniente de la administración laboral. La Ley 24.635 (24) impuso como trámite
previo a cualquier juicio laboral, la obligación de las partes de intentar un acuerdo conciliatorio. Ese requisito
insoslayable, salvo algunos casos especiales, se ocupó de regular los acuerdos administrativos, pero en relación
a sus efectos, se limitó en su artículo 22 a señalar que la homologación que emita el Ministerio de Trabajo,
deberá considerar que el avenimiento alcanzado "... implica una justa composición del derecho y de los intereses
de las partes, conforme a lo previsto en el art. 15 de la ley de contrato de trabajo." No solo del texto transcripto
surge la ausencia de referencia al instituto de la cosa juzgada, sino que la alusión al art. 15, formulada en abril
de 1996, fecha de promulgación de la ley 24.635, no puede interpretarse relacionada con la ley 25.345, que rige
desde noviembre de 2005, y que incluyó el concepto de cosa juzgada administrativa al reformar el art. 15 LCT.
Esto indica que en el ámbito de la capital federal, solo se puede hablar de la validez formal del acto
administrativo que involucra la homologación, que como todo acto de tal naturaleza goza de la presunción de
legitimidad que ya he citado antes, pero admite absoluta posibilidad de revisión judicial por cualquiera de las
razones que expliqué antes y las que agregaré más adelante.
La ley provincial de Buenos Aires, 10.149, no se expidió sobre las formas y los contenidos necesarios de las
resoluciones que ponen fin a las controversias individuales. Tampoco lo hizo la ley provincial de Córdoba, nº
8015, cuyo artículo 21, solo dispone que logrado el avenimiento, el Director en ejercicio (se refiere al entonces
Director del Departamento Provincial del Trabajo) dictará una resolución homologatoria debidamente fundada,
describiendo circunstanciadamente el objeto del acuerdo.
Debe interpretarse entonces, que con relación a las situaciones locales, primará sin objeciones el criterio
expuesto en el artículo 15, en su redacción actual, que otorga carácter de cosa juzgada, a los actos de
homologación de los acuerdos conciliatorios, pero admitiendo la eventual revisión judicial.
En orden a la nulidad que la jurisdicción puede aplicar en su acción revisora, considero interesante rescatar
un voto en minoría de la Cámara de Trabajo de Tucumán que sostuvo "El acuerdo celebrado entre trabajador y
empleador y homologado en sede administrativa, adquiere calidad de cosa juzgada, motivo por el cual la
declaración de nulidad requiere petición expresa en tal sentido". El interés reside en que se planta un novedoso
criterio según el cual la revisión judicial en vista a la nulidad de una homologación administrativa, pasada en
autoridad de cosa juzgada, no puede proclamarse de oficio. (25)
VIII. El estado de la jurisprudencia
Podría afirmar que en general la jurisprudencia ha marcado los conceptos que se han esbozado en esta
comunicación, desde un criterio totalmente amplio y altamente valorativo del acuerdo homologado en sede
administrativa, hasta la apertura total a la revisión judicial. En esta última tesitura se debe ubicar al fallo ya
citado de la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, caso Vivas. En las antípodas cabe citar al
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, que sostuvo: "El juzgador omitió tener en cuenta que entre las partes
se arribó a un acuerdo en orden a las pretensiones reclamadas y de conformidad a las exigencias normativas
condicionantes de su eficacia, todo lo cual fue oportunamente corroborado por la autoridad de aplicación
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mediante la homologación pertinente." (26) Es evidente que el texto transcripto exhibe un apego ortodoxo a la
validez del acuerdo administrativo homologado, lo que mueve a considerar que el fallo atribuye a ese acto el
carácter de inmutable. No obstante esa consideración, en el mismo decisorio el Tribunal Superior ha agregado
"La sentencia en crisis no aporta razón válida para obviar que la voluntad expresada por el trabajador lo fue en
un marco de garantías que la propia legislación establece como medio para atribuirle eficacia." Es posible que
esa expresión pudiera ser tomada como la apertura del sentenciante a una posible revisión judicial, pero limitada
a que se invoque —y se pruebe— una buena razón para admitir que existieron vicios que minaron la voluntad
del trabajador.
El Tribunal Superior de Córdoba, insistió en aquella tesis en un fallo de setiembre de 2012 (27) en el cual
sostuvo que "... no se verifica afectación del orden público laboral cuando no están involucrados mínimos
irrenunciables —art. 12 LCT—, ni se impidió el acceso a la justicia de los trabajadores...". Afirmación esta que
me permite declarar que a contrario sensu, para el Máximo Tribunal cordobés, si se acredita algún tipo de
afectación a derechos no renunciables o se hubiera impedido el acceso del trabajador a la justicia, hubiera
quedado abierta la revisión judicial del acto homologatorio administrativo.
En línea con la tesis del más Alto Tribunal provincial, transcribo que "Si la relación de trabajo se extinguió
por mutuo acuerdo de los otorgantes y ello fue objeto de oportuna homologación administrativa, resultan
operativas las previsiones del art. 15 LCT, que acuerdan validez a los convenios, transacciones, conciliaciones o
liberatorias, homologadas por la autoridad administrativa." (28) También en el ámbito de Córdoba, la Sala
Tercera de la Cámara del Trabajo, se pronunció declarando "En cuanto al valor atribuido a los acuerdos en sede
administrativa, Krotoschin señala que también los acuerdos de partes, adoptados con intervención de la
autoridad administrativa y aprobadas por ésta, tienen el carácter y los alcances de la cosa juzgada". (29)
En otro plano, que atiende a valorar la acreditación de los recaudos del art. 15 LCT, se ha dicho que "El
acuerdo conciliatorio mediante el cual las partes pactan el pago de los rubros salariales derivados de la relación
laboral —en el caso, delegado gremial que es despedido injustificadamente— carece de autoridad de cosa
juzgada cuando la autoridad administrativa no homologa la cláusula liberatoria y de justa composición de los
intereses de las partes por no reunir los recaudos del art. 15 de la LCT, máxime cuando surge de sus términos
una desproporción económica irrazonable con el crédito del trabajador". (30)
Por otra parte la ausencia de intervención del funcionario de la autoridad de aplicación en un acuerdo en el
que se pactó el pago en cuotas de una suma menor que la que correspondía, ante un despido arbitrario, consagra
la nulidad en "... lo que se abonó de menos con relación a lo que el trabajador debería haber percibido en virtud
del distracto, ya que su consentimiento pudo estar condicionado por tal circunstancia." (31)
En el mismo sentido contrario a la validez del acto administrativo, la Corte bonaerense dijo que "Si el
acuerdo conciliatorio celebrado en sede administrativa no fue homologado por la autoridad de aplicación, debe
rechazarse la excepción de cosa juzgada opuesta por la demandada." (32)
En un caso en el que el trabajador no tuvo asistencia letrada, la autoridad administrativa rechazó el pedido de
homologación del acuerdo y se probó que el actor evidenció una renuncia de derechos actuando en un estado de
desigualdad notoria con respecto al empleador, el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (33) no sólo declaró
la nulidad de la conciliación sino también de la sentencia que la había ratificado. Es interesante poner de relieve
que en este pleito el acuerdo indicaba que se había conciliado el distracto en la suma de mil pesos y el trabajador
contaba con una antigüedad de dieciséis años y cuatro meses.
En un fallo que fue citado líneas arriba, mediante el voto del Dr. Fernando Farias, la Sala Segunda de la
Cámara del Trabajo de Córdoba descalificó un acuerdo celebrado en forma privada entre un grupo de
trabajadores y su empleadora, que fue llevado a la sede administrativa, para su homologación con certificación
notarial de las firmas. (34) En lo que interesa, es importante destacar que la desestimación del convenio radicó
en que el funcionario no intervino en la celebración del acuerdo, sino que se limitó a homologar un pacto
concebido sin su presencia. Sin embargo ese pronunciamiento adoleció de un razonamiento que resulta
trascendente a la hora de valorar un acuerdo administrativo, y es que no se advirtió que la homologación
desestimada había sido dictada por la delegación en Córdoba, del Ministerio de Trabajo de la Nación,

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notoriamente incompetente para este tipo de situaciones. Con la misma orientación se pronunció Gabriel Tosto,
integrando el Tribunal Unipersonal de la Sala Novena de la Cámara de Trabajo de Córdoba. (35)
Hay que anotar cuatro sentencias más de los Tribunales de Córdoba, en los que se analizan acuerdos
celebrados en sede administrativa por trabajadores del transporte urbano de pasajeros, que habiendo perdido sus
empleos, en empresas de transporte urbano de pasajeros declaradas en quiebra, fueron reincorporados por la
nueva empresa estatal de la actividad, TAMSE, con la condición de aceptar un recorte de sus remuneraciones.
En los cuatro casos se realizan importantes exámenes y aportes sobre la validez de los acuerdos administrativos,
concluyendo los cuatro magistrados en que los acuerdos carecen de validez por haber incurrido en violación del
art. 12 LCT, que proclama la irrenunciabilidad de derechos por parte del trabajador. Son casos paradigmáticos,
puesto que los actores de esas cuatro causas, acreditaron que logran su ingreso a la flamante empresa del Estado
municipal sobre la base de declinar buena parte de los adicionales remuneratorios integrados al convenio
colectivo de trabajo aplicable, lo cual queda expuesto en un acuerdo que firman las partes. Distinto hubiera sido
si se hubiese celebrado un convenio colectivo de trabajo entre la TAMSE y la UTA. Sin embargo parece claro
que además del elemento irrenunciabilidad, existió una razón excluyente de todas las demás para declarar la
invalidez de tales acuerdos y es que no acreditaron haber sido homologados por un funcionario de la
Administración del trabajo con competencia para dictar tal acto. (36) Pongo el acento en esta cuestión, pues
tanto la ausencia del acto homologatorio cuanto la falta de intervención de funcionarios en la construcción del
acuerdo o su carencia de competencia, son elementos cuya constatación impiden otorgar validez en forma
absoluta a un acuerdo celebrado en sede administrativa.
Con disímil resultado puesto que se resuelve la causa por la validez del acuerdo celebrado en sede
administrativa, se ha aceptado también la facultad revisora de la justicia, respecto de aquel. Así expuso en su
voto Henry Mischis, con adhesión del resto de la Sala: "... descarto en consecuencia la configuración de ningún
proceso simulatorio que altere la legitimidad de los actos celebrados o acredite vicios en la voluntad del actor.
También descarto, por los motivos expuestos y la prueba relacionada precedentemente, que con relación a la
celebración del acuerdo por parte del actor el mismo se haya encontrado en dicho momento afectado en su
razonamiento a consecuencia de su estado de necesidad, ligereza o inexperiencia." (37) Como se deja ver, el
tribunal acepta a contrario sensu que si se acreditan los actos simulatorios, o las hipótesis del segundo párrafo
del art. 954 del Código Civil, no cabe duda que el acuerdo admitiría la revisión judicial y su declaración de
nulidad.
Por su parte la Sala VII de la Cámara del Trabajo de la ciudad de Bs. Aires, fue absolutamente categórica en
materia de impugnación de las homologaciones administrativas al sostener que "Los jueces del Trabajo tienen
competencia para entender en todos los conflictos individuales de derecho, lo que incluye la facultad de apreciar
la validez o invalidez de los actos que incidan en la solución de los referidos conflictos aunque los mismos
hayan sido aprobados por actos administrativos. Por ello, si de los acuerdos suscriptos por las partes y
homologados por el Ministerio de Trabajo surgen violaciones al orden público que implican la renuncia de
derechos (art. 12 LCT), tales actos no solo pueden ser cuestionados por las vías previstas en la Ley 19.549 o
mediante redargución de falsedad, sino que, al no haber una justa composición de los derechos e intereses de las
partes (art. 15 LCT), pueden ser declarados inválidos por el juez competente." (38)
Para cerrar este paneo sobre las posturas jurisprudenciales, resulta novedoso el criterio del Juez de
Conciliación de Novena Nominación de Córdoba, que ha resuelto que los acuerdos de extinción del contrato de
trabajo, alcanzados en el marco del art. 241 LCT, no merecen homologación. Resolvió el Dr. Toledo que el
acuerdo extintivo es un "... acto jurídico voluntario y bilateral que tiene aptitud desobligante y que no genera
consecuencias indemnizatorias..." preguntándose si ello requiere homologación. Se contesta por la negativa, "...
porque el dispositivo aplicable solo requiere para su perfeccionamiento ser realizada por ante autoridad judicial
o administrativa, siendo la homologación una formalidad no impuesta (cfr. Art. 241 primer párrafo, LCT".
Concluye que la exposición "... de las partes tampoco permite al Tribunal emitir juicio de valor sobre la
legitimidad, razonabilidad o justicia de lo convenido, toda vez que no emerge una controversia, un conflicto o
pugna de derechos o de pretensiones." (39)

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De acuerdo con este pronunciamiento si trabajador y empleador comparecen por ante autoridad competente
o en un acta notarial, según el art. 241 LCT y manifiestan simplemente su voluntad de dar por terminada la
relación que les vincula, sin más trámite ni cuestionamiento alguno por ninguno de los participantes del acto, ni
el funcionario de la autoridad administrativa de aplicación ni el Juez deberían indagar nada. Obviamente ello sin
perjuicio de la potestad revisora de la Justicia respecto de cualquier acto jurídico acusado de estar viciado. Pero
aún así, se asumiría entonces que la condición impuesta por el artículo citado solo tendría sentido en punto a
darle fecha cierta al acuerdo y verosimilitud a las firmas. Es decir que el recaudo del primer párrafo serviría para
el registro del acto extintivo, sin que fuere necesaria su homologación. En relación con esta temática, cabe citar
un fallo de la Sala de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo que declaró "El acuerdo mediante el cual
las partes pusieron fin a la relación laboral debe reputarse inválido, dado que se comprobó que la trabajadora fue
llevada sin auténtica libertad a suscribirlo, en tanto el acta del escribano público, fue elaborada en el domicilio
de la empleadora, sin patrocinio letrado y refleja todas las cláusulas beneficiosas para la empresa". (40) Decisión
que comparto, en cuanto admite la posibilidad revisora de la justicia, en punto a los principios protectorio y de
irrenunciabilidad, es decir, vinculados a verificar si no ocurrió en el acto extintivo una vulneración de los
derechos laborales del trabajador.
IX. Conclusión
En síntesis, cabe concluir señalando que la resolución que homologa un acuerdo individual o pluriindividual
celebrado en sede administrativa, solo adquirirá condición de cosa juzgada administrativa cuando se verifiquen
las siguientes circunstancias:
a. Formales
- Que el acuerdo se haya celebrado con la participación del funcionario administrativo en su concepción,
elaboración y terminación.
- Que el funcionario dicte una resolución homologando el acuerdo, debidamente fundada, describiendo las
circunstancias del caso.
- Que el funcionario actuante acredite ser competente para el acto.
b. Sustanciales
- Que si el acuerdo es transaccional, se acredite que ha versado sobre cuestiones realmente dudosas o
litigiosas, que coloquen la contienda en el ámbito de la incertidumbre.
- Que si el acuerdo es conciliatorio, se acredite que se ha alcanzado una justa autocomposición de derechos e
intereses.
- Que en ningún caso se configure algunas de las causales de nulidad prefiguradas en el art. 954 del Código
Civil.
- Que en ningún caso se demuestre que hubo violación del art. 12 de la LCT.
(1) KROTOSCHIN, Ernesto, Instituciones de Derecho del Trabajo, p. 627, De Palma, Buenos Aires, 1947.

(2) PODETTI, Ramiro J., Tratado del Proceso Laboral, t. I, p. 235, Ediar, Buenos Aires, 1950.

(3) ALOCATTI, Amadeo, Derecho Procesal del Trabajo, en Tratado dirigido por Deveali, t. V, p. 69, Ed. La
Ley, Buenos Aires, 1972.

(4) RAMIREZ BOSCO, Luis E., Acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios", en Ley de
Contrato de Trabajo Anotada, Comentada y Concordada, Rodríguez Mancini Director, t. 1, p. 496.

(5) ALOCATTI, Amadeo, en Tratado de Derecho del Trabajo, dirigido por DEVEALI, T. V, p. 50.

(6) SCIARRA DE ARICO, María A., TAMANTINI, José B., PAVAN Orlando, SAPPIA, Jorge J. y ARIAS
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DE HIDALGO, Beatriz, "La Conciliación en el proceso Laboral", Anales del Vº Congreso Nacional de Derecho
del Trabajo y la Seguridad social, p. 298, Buenos Aires, 1973.

(7) Incorporado a nuestro orden jurídico por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, en cuanto manda
que "... el trabajo en cualquiera de sus formas gozará de la protección de las leyes...".

(8) CENTENO, Norberto, "La conciliación en el proceso laboral", relato sobre el Tema II, Anales del Vº
Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y la Seguridad social, p. 65, Bs. Aires, 1973.

(9) CENTENO Norberto, ob. cit., p. 66.

(10) CTCórdoba, sala IIª Unipersonal, voto del Dr. Luis Fernando Farías, en "Doitcheff Juana del Rosario y
otros c. Asociación Colonia de Vacaciones del Personal del Banco de la Provincia de Buenos Aires", 29/04/06.

(11) MARIENHOFF, Miguel, Tratado de Derecho Administrativo, t. II, p. 368.

(12) VAZQUEZ VIALARD, Antonio, "Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social", Astrea, Buenos
Aires, 9ª edición, t. I, p. 129.

(13) ETALA, Carlos Alberto, en "Los alcances de la cosa juzgada y la modificación del artículo 15 de la ley
de contrato de trabajo por la ley antievasión", DT, 2001-A, 731.

(14) TOSELLI, Carlos, en "Cosa Juzgada Administrativa", Actualidad Jurídica de Córdoba, Año III, Vol. 70,
p. 5321.

(15) Servicio de Conciliación Laboral Obligatorio, creado por la Ley 24.635 de aplicación por ahora, solo
en la ciudad de Buenos Aires.

(16) RAMIREZ BOSCO, Luis E., ob. cit. p. 503.

(17) VAZQUEZ VIALARD, Antonio, "Ley de Contrato de Trabajo comentada y concordada", t. I, p. 226,
Rubinzal Culzoni, 2005.

(18) CNAT en pleno, "Lafalce c. Casa Schuster", Acuerdo n° 137, 29/09/70.

(19) RAMIREZ BOSCO, Luis E., ob. cit. p. 504.

(20) MAZA, Miguel Ángel, Comentario al art. 15 LCT, en Ley de Contrato de Trabajo comentada y con
cordada, 2da. ed. Rubinzal Culzoni, t. I, p. 181.

(21) COUTURE, Eduardo, citado por ETALA, Carlos Alberto, en ob. cit. pp. 728 y 729.

(22) SCIARRA DE ARICÓ y otros, ob. cit. en nota 7 precedente.

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(23) C.N.A.T., sala V, 19/05/06, "Vivas Miguel Ángel c. Peugeot Citroën SA s/despido", voto de los Dres.
Zas y Simón.

(24) Se toma este cuerpo legislativo como ley local, habida cuenta de que solo ha tenido vigencia en sus
diez años de vida, en la ciudad de Buenos Aires.

(25) C.Trab., Tucumán, sala V, 25/02/13, "Quevedo c. HSBC Bank Argentina", DJ, Año XXIX, nº 25, p. 94.

(26) TSJ Córdoba, sala laboral, 11/04/06, "Brandan José I. c. Perkins Argentina S.A.I.C.".

(27) TSJ Córdoba, sala laboral, 13/09/12, Brombin Marcelo c. Empresa Ciudad de Córdoba".

(28) CNAT, sala I, 27/02/98, "Cortez José H. c. YPF", DT, 1998-A, 1215.

(29) CT Córdoba, sala III, Unipersonal Dr. Carlos Tamantini, 26/05/06, "Pavón Néstor Mario c. Matricería
Austral S.A.-Demanda".

(30) CT Córdoba, sala X, 16.08.00, "Romero Vicente c. La Voz del Interior S.A.", LLC, 2001-1195.

(31) CT Tucumán, sala I, 28/07/00, "Rodríguez Luis R. Antonio Luquín SA", LLNOA, 2001-188.

(32) CS Buenos Aires, 06/07/91, "Ijurco Juan c. Torrano Guillermo", DT, 1991-B, 2034.

(33) TSJ, sala laboral, 28/03/12, "Décima c. Asociación Japonesa de Córdoba", Actualidad Jurídica Laboral,
Año VII, Volumen 168, p. 3199.

(34) Fallo cit. en nota 7.

(35) CT Córdoba, sala IX, "Muñoz Horacio Ignacio c. Asociación Colonia de Vacaciones del Personal del
Banco de la Provincia de Buenos Aires".

(36) CT Córdoba, sala II, 07/10/05, Unipersonal Dr. Luis Fernando Farias, "Cargnelutti Ruben Luis c.
TAMSE"; CT Córdoba, sala II Unipersonal Dra. Silvia Díaz, 22/05/06, "Romero Oscar Armando c. TAMSE";
CT Cba, Sala V Unipersonal Dra. Ana María Moreno de Córdoba, 03/05/06, "Gamarra Hugo Alberto c.
TAMSE"; CT Córdoba, sala X, Unipersonal Dr. Carlos Toselli, 02/05/06, "Palacios Jorge Alberto c. TAMSE".

(37) CT Córdoba, sala IV, 03/05/06, "Paz Belidoro c. Renault Argentina S.A. - Ordinario".

(38) CNAT, sala VIII, 07/04/12, "Vega c. Orígenes AFJP" Actualidad Jurídica Laboral, Año VII, Volumen
171, p. 3502.

(39) Juzg. Conc. IXª Nom. Córdoba, 27/11/12, "Ghirardo c. Comino" Actualidad Jurídica Laboral, Año VII,
volumen 179, p. 4424.

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(40) CNAT, sala I, 31/05/12 "Lescano c. Glaxosmithkline", DT, Año LXXII, Nº 100, p. 2643.

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