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Universidad Sergio Arboleda

Optativa Conductual
Manual para el Tratamiento Cognitivo-Conductual de los Trastornos Psicológicos
Santiago Morales Tarazona
02/08/19

Cap. 2 FOBIA SOCIAL


Las primeras investigaciones sobre la fobia social se llevaron a cabo por la Asociación
Americana de Psiquiatría (APA) y por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a
finales de la década de los 80s. Inicialmente las investigaciones se realizaron en torno a
conceptos como la asertividad y las habilidades sociales y no en específico sobre la fobia
social porque para ese entonces no se reconocía como una posible patología. Este
reconocimiento se vino a dar mucho tiempo después, fue un proceso escabroso ya que el
trastorno como tal no se dilucidaba como uno solo, sino que se pensaba que esta ansiedad
social era un efecto secundario de algún otro desorden, también era difícil hacer una
distinción de los síntomas porque todos en algún punto hemos tenido nervios, ansiedad
por hablar en público o conocer nuevas personas, hechos completamente normales que
dificultaron poder discernir entre lo esperado y completamente normal, de lo que no.
La fobia social hace referencia al temor asociado con situaciones sociales/relacionales,
más que todo por el pánico de ser evaluado negativamente por los demás, generado
ansiedad a niveles atípicos y poco funcionales, entorpeciendo el desarrollo de una vida
normal por la persona, afectando su diario vivir. La evaluación negativa de la que se hace
mención funciona como detonante, la persona tiene pavor a que mientras está siendo
observado algo bochornoso ocurra, pasando del anonimato al desprestigio, quedando
como un tonto o algo por el estilo. El carácter social de esta fobia, está relacionado a que
esta persona no tiene ninguna dificultad cuando se comporta de cierta manera y realiza
alguna tarea en privado. Algunas de los escenarios más temidos por las personas con fobia
social son: iniciar y/o mantener conversaciones, citarse con alguien, asistir a una fiesta,
hablar en público, comer/beber en público, etc. Los sujetos con este tipo de fobia
intentaran a toda costa evitar alguna de las situaciones mencionadas y de no ser posible,
experimentaran niveles altos de ansiedad representados en síntomas como la sudoración,
las palpitaciones, tensión muscular, ruborización. El mantenimiento y agravamiento de
esta condición está ligada a factores cognitivos que les da mucha importancia a los
aspectos negativos de su conducta (sobreestimación), una percepción de falta de control
de su propia actuar junto a una excesiva consciencia de sí mismo. El DSM- V establece
la existencia de dos fobias sociales, la fobia social generalizada y la fobia social (discreta)
pese a que muchos otros científicos afirmen que existan más.
Es claro que el inicio del trastorno ocurre a temprana edad, sobretodo en la adolescencia
donde el escrutinio de los demás toma mayor importancia en la vida de las personas y los
comportamientos se ven regulados por la interacción social, es una etapa de la vida en la
que por conocimiento de causa, las relaciones, los grupos, las amistades implica una
evaluación por parte de los demás y esos resultados de esos juzgamientos tienen mayor
trascendencia a esa edad, lo que los demás digan juega un papel más esencial en el
desarrollo, debido a que una vez el trastorno aparece y se desarrolla, este tiende a ser
crónico y durar toda la vida. Como bien se sabe, es muy común que ningún trastorno se
presente por sí solo, existe un alto indicador de comorbilidad para todas las patologías y
la fobia social no es la excepción. De igual forma, se conoce que la fobia social tiene un
gran impacto en el estilo de vida de las personas, por lo que es mucho más probable que
un sujeto con este padecimiento no tenga pareja estable, menos poder adquisitivo, posea
pensamientos suicidas, inestabilidad laboral, sean socialmente asiladas y no tengan
ningún apoyo social.
Ahora bien, cuando se hace referencia de un tratamiento eficaz para este y cualquier otro
tipo de fobia, la estrategia debe estar dirigida desde un plan de intervenciones cognitivo-
conductuales. Como bien se sabe, las fobias son temores aprendidos, por medio del
condicionamiento directo o vicario (el temor es aprendido al observar temor en los
demás). La etiología de la fobia no siempre se debe a un suceso dramático en la niñez,
también puede ser la suma de muchas experiencias negativas donde el mido va
aumentando gradualmente. Los síntomas están relacionados a una respuesta aprendida
por la asociación entre el objeto fóbico y la experiencia negativa, reforzando la conducta
de evitación que a corto plazo calma la sensación de ansiedad, pero a un largo plazo
mantienen la ansiedad, ya que hace difícil la comprensión de que el objeto no es peligros
como piensa el sujeto. Según el condicionamiento vicario, la fobia social se obtiene como
resultado de la observación de individuos que experimentaban ansiedad en situaciones
sociales, sembrando el miedo por una situación parecida, replicando los mismos
malestares. La gente experimenta ansiedad social cuando se cumplen dos condiciones; en
primer lugar, la persona debe estar motivada para causar una impresión determinada en
los demás; en segundo lugar, la creencia misma de que no va a ser capaz de transmitir las
impresiones deseadas y por tanto va generar una impresión muy diferente y no será visto
de la manera que lo desea.
El tratamiento cognitivo-conductual ha arrojado grandes resultados, enseñar un sistema
intergeneracional ha generado frutos, porque el paciente se siente con la capacidad de
desenvolverse en formatos de grupo. Tradicionalmente, se ha asociado este tipo de
intervención con 4 sub-procedimientos que facilitan el trabajo: estrategias de relajación,
entrenamiento en habilidades sociales, exposición y reestructuración cognitiva. Las
estrategias de relajación son maniobras que le permitan al sujeto consolidar herramientas
para afrontar la ansiedad, a fin de poder entrenar las habilidades sociales, incrementar la
competencia interpersonal en situaciones específicas, donde esas dificultades que
corresponden a la ausencia de habilidades tanto verbales como no verbales se puedan ir
superando poco a poco. Por su parte, con la exposición se pretende extinguir la respuesta
aprendida (condicionada) ante los estímulos condicionados, una vez el sujeto asimile que
el estímulo condicionante no significa temor, su condicionamiento irá cediendo. No
obstante, sin duda alguna para este caso en particular, la modificación del pensamiento
resulta ser la fase más desafiante y esto a raíz de que la fobia social se basa en un temor
por la evaluación y percepción negativa de los demás, por eso abarcar temas dentro del
proceso terapéutico como la consciencia sobre sí mismo, la percepción, y los
pensamientos distorsionada es fundamental. La desensibilización sistemática también
podría ser otro mecanismo para darle manejo al tratamiento de la fobia social.
Una vez situados en el proceso de evaluación, como cualquier otra fobia, un acercamiento
desde lo fisiológico, pasando por lo conductual y subjetivo, hasta las consecuencias que
tiene en su vida diaria sería lo ideal. El nivel de gravedad de la fobia reside en el grado
de interferencia del diario de una persona, afectando su estilo de vida e inclusive sus
hábitos y costumbres más interiorizadas. El punto esencial es determinar más allá del
origen de la fobia (hecho que es muy importante) que mecanismos, situaciones, estímulos
son los que mantienen y en su defecto refuerzan la ansiedad. Una gran forma de propiciar
estos análisis es con la entrevista semiestructurada, que permite realizar un tamizaje sobre
la patología, sin ser muy rígido y con la opción de indagar en el momento lo que al
profesional de la salud mental le haya parecido más relevante.
Otro instrumento que brinda garantías acerca de la obtención de información son los
instrumentos de autoinforme, estos ayudan a medir el temor-ansiedad, ansiedad social,
timidez y habilidades sociales. Las más usadas son: (pegar)
El autoregistro concede la posibilidad de conocer el desarrollo de un individuo en su
ambiente natural, facilita recolectar información sobre sus contactos sociales, sus
interacciones, que personas están involucradas, temas de conversación. Es una
autoevaluación de la ansiedad y de la habilidad social. Asimismo, apoyarse en baterías,
test psicológicos que indiquen las condiciones y características de las habilidades sociales
son de utilidad, todo aquello que mida lo conductual será provechoso.
El desarrollo como tal de un programa para el tratamiento implica hacer la diferenciación
de la fobia social discreta y la fobia social generalizada. La fobia social discreta hace
referencia a una respuesta de ansiedad y temor a una o dos situaciones sociales en
específico, y la fobia social generalizada hace referencia a una respuesta de ansiedad y
temor a la mayoría de situaciones sociales que puedan ocurrir. Hecha la salvedad, en la
lectura exponen un programa dirigido en atender el trastorno por grupos, donde de entrada
estar ahí ya significa un logro. Hablan de grupos mixtos, no muy grandes que trabajaran
durante 14 sesiones.
En la primera sesión, los terapeutas y miembros del grupo se presentarán, se explicarán
las reglas que el grupo debe manejar, como también se van abordar los conceptos de
ansiedad, tratamiento, objetivos, expectativas y duración. También se llevará a cabo una
evaluación inicial, sobre que esperar y que no del proceso. Una sesión más que todo
introductoria y de conocimiento mutuo. Así progresivamente con cada sesión se irá
avanzado, de la mano también de los ejercicios para hacer en casa que se revisarán en
cada sesión. También casi que en todas las sesiones se llevarán a cabo prácticas se
relajación que mermen el estrés e incomodidad que surjan durante el proceso, a su vez
que se ejecutan actividades orientadas a la reestructuración cognitiva, a determinar si los
pensamientos son racionales, llevar al cuestionamiento de los mismos. A lo largo de las
sesiones se irán tocando temas sobre el establecimiento y mantenimiento de relaciones
sociales, en que momentos iniciar una conversación, como mantenerla, que gesticulación
realizar. Hablar en público será otro desafío, irán de menor a mayor, discusiones en
grupos pequeños, preguntas en voz alta hasta poder llegar a hacer exposiciones y hablar
enfrente de un auditorio. Otras temáticas llevadas a cabo serán: realizar actividades en
frente de otros, expresiones libres de molestia, disgusto y desagrados, revelar críticas,
aceptar comentarios, hablar con personas de mucha autoridad, etc.
En la última sesión se hace todo un barrido de lo hecho, de las metas alcanzadas, con vista
en un futuro proponer otras, reforzar los ejercicios que se puedan hacer en casa y
nuevamente en un mes establecer el último punto de encuentro y control. En definitiva
un proceso de tratamiento de la fobia social tiene muchas aristas, muchas opciones, pero
sin duda la más prometedora es la reestructuración cognitiva y la exposición, donde la
motivación, el deseo de cambio el paciente faciliten la mejora, la aplicación de las
técnicas y con esto la obtención de buenos resultados.

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