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25 de julio de 2019
NOTICIA
Lo que parece ser triste es que los mejores mexicanos se están alejando de sus
compatriotas cubanos. Si uno veía la tabla de pareos, podía observar muchas banderas
cubanas y muy pocas mexicanas. En México tenemos jugadores como José González,
Gilberto Hernández o Juan Carlos González, los tres con el título de gran maestro, los
cuales han jugado por muchos años y con mucho éxito tanto en los circuitos
internacionales como los nacionales, pero de pronto, vemos que pasan los años y que no
parece haber una nueva generación de ajedrecistas que empiecen a tomar la estafeta de
la generación anterior. Algo está pasando. Y no se me malinterprete: tenemos a Uriel
Capó, a Luis Ibarra, a Julia Rojas, a Óscar Sánchez, a Luis Torres, entre muchos
jugadores jóvenes que están haciendo un esfuerzo fuerte por empezar a escalar
posiciones, y sé que no es fácil, pero el punto es que todos estos fuertes juveniles siguen
estando lejos del nivel de los mejores lugares y de nuevo, no se me malinterprete, es
claro que todos estos torneos son muy difíciles porque la oposición que enfrentan es muy
fuerte también.
Pero veamos el caso de Cuba. Hay una buena cantidad de juveniles que están
empezando a tomar las posiciones de los grandes maestros de tanto prestigio como
Nogueiras, Vera, Silvino García, entre otros. Siguen desde luego jugadores como Bruzón
o Lenier Domínguez, que se mantienen en los mejores lugares cubanos pero saben que si
se duermen, se los lleva la corriente. Es decir, hay un empuje muy importante para que
los jóvenes cubanos decidan prepararse extenuantemente en ajedrez. Hay motivación,
ganas de progresar en el juego y así convertirse en los siguientes grandes maestros de
elite. Cuba hace además un sinfín de torneos locales y además, hace el Capablanca in
memoriam, en donde juegan en dos o tres grupos, uno de elite, otro de grandes maestros
y finalmente un torneo abierto, en donde también hay muchos grandes maestros jugando.
Hay pues planes, disciplina, trabajo y un esfuerzo organizativo que nos resulta
francamente envidiable.
Quien practica este deporte adquiere una gran responsabilidad, pues debe ser digno de
su nobleza y grandeza, con mayor razón quien de manera oficial lo representa. Sin
embargo desgraciadamente no siempre es así, como lo trataremos de demostrar en
nuestro análisis del artículo que nos precedió
El autor del artículo Manuel López Michelone revira que “Los planes de Hernández son
una mentira más del funcionario público” que usa “un discurso triunfalista y mentiroso” y
que “usa a la Federación Mexicana como su modus vivendi” culpa al presidente de la FNA
del fracaso del ajedrez en México con el siguiente argumento “Los jóvenes talentos no
tienen el mínimo apoyo y desde luego, sin éste ¿Cómo van a poder dedicarse a estudiar
ajedrez con profundidad?” Y remata diciendo “a Raúl Hernández no le interesa el ajedrez
un ápice. Es simplemente el vehículo para vivir una vida tranquila”.
Su Objeto: El presidente de la FNA la dirige con engaños, pues al parecer mintió sobre la
aplicación de su plan “magistral”
La Circunstancia: Los jóvenes ajedrecistas talento mexicanos no tienen apoyo para llegar
al primer nivel mundial y obtener el título de Gran Maestro.
JUICIO MORAL
Por lo que deducimos, que desde el punto de vista de la ética tomista es un acto Malo.