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N orberto A layón

ABRAS DESCRIPTORAS * Pobreza, derechos humanos, políti­


ca social, asistencia social.

En esta exposición nos proponemos desarrollar algunas opiniones que


enmarquen la oprobiosa situación de pobreza que atraviesan nuestros
países, la consecuente violación de los derechos humanos que emana
de la existencia misma de la pobreza y la necesidad de implementa­
ción de vigorosas políticas sociales que atenúen, por lo menos, los
efectos devastadores que vienen causando en la población la vigencia
t i artículo describe la intrínseca rela­
ción existente entre los extremos nive­ de las llamadas políticas neoliberales, las cuales -en rigor- constitu­
les de pobieza y la consecuente viola­ yen una profunda opción conservadora y reaccionaria para el funcio­
ción de los derechos humanos, que namiento de nuestras sociedades.
emana precisamente de la vigencia de
la pobreza.
Asimismo, resulta necesario aclarar que en algunos pasajes del texto
Se señala que la ptesencia de la pobre­ haremos referencias directas a Argentina, aunque seguramente podre­
za cuestiona x debilita profundamente mos encontrar importantes similitudes con otros países de nuestra cas­
el funcionamiento democrático de la tigada América Latina.
sociedad.

Advertimos, también, que si bien formularemos una descripción crítica


Se rea indica, desde una pasp ectiva
etica v política, la implementación de de la difícil situación por la que atravesamos (cuya responsabilidad de­
vigorosas políticas sociales universa­ viene del fundamentalismo neoliberal aplicado a rajatablas por más de
les, tendiente a recuperar los derechos una década) no obstante ello, Argentina está iniciando un interesante
sociales de la población, demandando proceso de oxigenación política que posibilita ir recuperando el opti­
simultáneamente la concreción de
mismo acerca de un mejor futuro para la Nación.
cambios estructurales que operen
sobre las causas principales de la
omo es sabido, el principio fundante del capitalismo es la desi­
violación de los derechos humanos.
C gualdad. Sin reproducir la desigualdad, el capitalismo no puede
reproducirse a sí mismo. Es por ello que existe una contradicción que
no se puede superar (aunque sí neutralizar) con la democracia, cuyo
principio fundante es la igualdad.

La lógica del capitalismo radica esencialmente en la búsqueda del lucro


y la ganancia. La solidaridad, la cooperación, la equidad, nada tienen
que ver con la lógica del capital, que pone en peligro la reproducción
de las instituciones en que se sostiene y la vida misma de quienes son
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la fuerza de trabajo, por lo cual es contradictoria con conservadores no lograron desmontar- adquiere en
su propia existencia a largo plazo. Los Estados de América Latina una virulencia inusitada”.
Bienestar precisamente constituyen una limitación
política a esa irracionalidad derivada de la naturale­ Y agrega el mismo autor, “...Tocqueville lo tenía
za desigual del capitalismo. muy claro: La democracia supone una sociedad
en la que impera el principio ele la igualdad efec­
Podemos reconocer, entonces, al capitalismo como tiva. Cuando ésta no existe, cuando el parasitismo
un sistema básicamente contradictorio con la vigencia capitalista tritura a los sectores populares y los
de la democracia y con aquellas instituciones que “lumpeniza” -reproduciendo cada día el abismo
limitan su propio poder. En ese sentido, la revalori­ gigantesco que separa una legión de cartoneros y
zación y profundización del sistema democrático, en “cirujas” de todo tipo, de una élite cada vez más
las sociedades capitalistas, constituye un eje estraté­ minúscula- la democracia no puede sostenerse”.
gico de lucha para la construcción de sociedades
más humanas. Pero tampoco hay capitalismo sin Estado, contraria­
mente al pensamiento que impusieron los sectores
El politólogo argentino Atibo Borón (1991) señaló neoconservadores y los respectivos gobiernos. Por
que “La democracia como régimen político no puede eso la disyuntiva no es Estado sí o no, sino qué
perdurar en una sociedad ferozmente dividida en tipo de Estado, qué tipo de régimen político, qué
clases, como la Argentina neoliberal. Con un capita­ tipo de instituciones. La disyuntiva, entonces, estará
lismo salvaje donde los pobres ya no son pobres, sino planteada entre democracia política con fuerte desem­
que se convierten en indigentes y los ricos se trans­ pleo, pauperización y exclusión; o democracia políti­
forman en magnates”, “...los pobres están obligados ca con derechos sociales, plenamente ejercidos por
a vender su libertad y los ricos tienen suficiente todos, hacia la integración social.
dinero para comprarla; entonces el régimen político
se pervierte inevitablemente”. “El capitalismo actual Argentina tiene 37 millones de habitantes. Más de
se caracteriza porque, tanto en los centros como en la la mitad son pobres y de ellos el 30 por ciento son
periferia, manifiesta una tendencia, aparentemente indigentes. En síntesis: un 25 por ciento de la
incontrolable, a marginar y excluir a grandes sectores población son pobres y otro 25 por ciento son
sociales. Esto, que en los países desarrollados se neu­ indigentes.
traliza gracias al Welfare State -que los gobiernos
Según la metodología oficial para establecer las
líneas de pobreza y las líneas de iDiligencia, el
monto de la canasta familiar básica para una pare­
ja y dos hijos asciende a 260 dólares (780 pesos),
H i debajo del cual una familia es “pobre”; y a 120
dólares (358 pesos), debajo del cual una familia es
■Si “indigente”.

Los datos sobre desempleo (15,6 por ciento) y


subempleo (18,8 por ciento) indican que estos pro­
blemas golpean a una proporción importante de
nuestra sociedad y contribuyen al aumento de la
mmrnm pobreza y la exclusión, con su secuela de degrada­
ción social. Prácticamente el 35 por ciento de la
población activa tiene problemas de empleo.
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por el cumplimiento de los derechos estipulados,


fortalece la noción de ciudadanía y la vigencia de
la ciudadanía reconstruye las bases de una demo­
cracia plena.

El debilitamiento, el incumplimiento o la pérdida


lisa y llana de los derechos básicos (llámense eco­
nómicos, sociales o culturales) de los ciudadanos,
al quedar muchos de éstos atrapados en la obliga­
ción de cubrir sus necesidades de sobrevivencia
más básica (alimentación, salud) y por la falta de
perspectivas a futuro, socava la esencia misma de
la democracia.

Con pobreza y exclusión social, la democracia


pierde inexorablemente legitimidad y se contribu­
ye (aunque no se tenga conciencia de ello) al reflo­
A la vez, casi 2 millones de personas reciben un recimiento de posiciones nihilistas y a posturas
subsidio, denominado Plan Jefas y Jefes de Hogar, fundam entalistas, siempre dispuestas a reem ­
por el cual perciben mensualmente 50 dólares (150 plazar autoritariam ente la voluntad y decisión
pesos). Para las estadísticas, estos 2 millones de be­ de la ciudadanía.
neficiarios figuran como ocupados. Objetivamente
son desocupados y si se los considerara como Debemos reconocer que los modelos políticos que
tales, el índice de desocupación se incrementaría priorizan la fría racionalidad del mercado, aplican
al 21,4 por ciento. en lo social un firme criterio democrático: a la ho­
ra de no respetar los derechos, “no le hacen asco a
La desigualdad, que se ahondó gravemente en las nada ni a nadie”. Pueden ser niños, adolescentes o
últimas décadas, no sólo constituye una indigni­ ancianos, trabajadores o jubilados, mujeres u
dad, sino que compromete la existencia misma de hombres. Todos se ven homogeneizados en la épo­
la Nación. Hasta el inicio de este proceso de deca­ ca de la contracción o de la conculcación directa
dencia, en Argentina la expectativa de ascenso so­ de los derechos sociales. O lo que es más preciso,
cial entre generaciones tenía razonable sustento. en la época de la polarización social violenta, que
Las personas podían proponerse y alcanzar metas garantiza sólo derechos para algunos (por la vía
que trascendían el horizonte de esperanzas de la del mercado) y para otros (los más) restricción de
generación de sus padres. A la inversa, la aparición su condición de ciudadanos y, en consecuencia,
de la figura de los “nuevos pobres” consolidó una ubicación simplemente mendicante.
movilidad social descendente. Para muchos jóvenes,
su experiencia está marcada por el deterioro en las Como expresa el sociólogo francés Robert Castel
condiciones de vida de sus familias y por la falta de (1997) “...para ser ciudadano hay que tener un míni­
alternativas para su propio desarrollo. mo de independencia y autonomía, no estar someti­
do a relaciones de clientelismo, de patronazgo”.
La ciudadanía se materializa en la vigencia efectiva
de los derechos que una sociedad considera inclui­ Creemos que en esta época, de marcada polariza­
dos en tal noción; no termina en la sola retórica del ción entre concentración económica y exclusión
texto de la norma, por lo que la vigilancia y la lucha social, es útil recordar aquella vieja expresión del
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Siglo XVI, de Nicolás Maquiavelo, cuando mani­ trabajo social y no los recursos y, simultánea­
festaba que “el bienestar de todos y no de algunos mente, se verificaban enormes pagos al exterior,
pocos, es el fundamento de un Estado poderoso”. franquicias impositivas a los grupos económicos
altamente concentrados y enriquecidos por el propio
Enfrentar la disyuntiva clave de cómo generar un modelo neo-liberal, enormes despilfarros por la
proceso de acumulación con justicia social, no vía de la corrupción, cuantiosos gastos superfluos
sólo fue dejada de lado en muchos de nuestros y/o frívolos, estábamos en presencia de una
países, sino que se optó por simplificar patética­ decisión objetiva: hablaban de los pobres y del
mente la ecuación: hoy no tenemos acumulación ataque a la pobreza, pero apoyaban fielmente al
alguna, ni tampoco gozamos de justicia social. modelo que generaba la pobreza y afectaba las
Sólo ganaron aquellos sectores articulados al cir­ necesidades más básicas y la vida misma de la
cuito financiero internacional. población, lo cual -en concreto- significa que esta­
ban en contra del bienestar de la gente.
Los Estados que no atacan, por la razón que fuere,
los niveles de pobreza extrema que se registran en Muchos funcionarios, del campo de lo social,
la actualidad, objetivamente están violando los de­ asumieron una suerte de paradigma de esquizofre­
rechos humanos. Porque la pobreza es la viola­ nia, de cinismo o de ingenuidad, en el mejor de los
ción más flagrante de los derechos humanos. casos. Por un lado, apoyaban activamente el mode­
lo político-económico, que incrementaba diaria­
La legítima reivindicación de los derechos huma­ mente la clientela de los programas sociales. Y por
nos -fortalecida en las últimas décadas, precisa­ el otro -com o si el modelo y la agudización de la
mente ante la agudización de la brutal violación de problemática social fueran dos cosas distintas y
los mismos que se verificó durante las dictaduras sin relación- intentaban aparecer como “el rostro
m ilitares- debe reforzar la lucha por el conjunto humano” del mismo proyecto inhumano que
de los derechos sociales, hoy tan vulnerados. sostenían. ¿Cómo se puede invocar la defensa de
los derechos humanos y, simultáneamente, apoyar
La lucha contra la pobreza debiera constituir la de hecho la violación de esos mismos derechos
gran causa nacional, ya que la sociedad tiende a humanos?
olvidar o desestimar el profundo significado de
violencia que entraña el padecimiento de pobreza Los derechos a la alimentación, a la salud, a la
cotidiana. La realidad de la pobreza, en sí misma, educación, a la vivienda, entre los más impor­
es profundamente violatoria y violenta. tantes, deben ser considerados como bienes
públicos, que se deben garantizar al conjunto de la
“La superación de la pobreza no es solamente un población por su mera condición de ciudadanos.
problema ético, es también un problema político. Si se desea fortalecer realmente el funcionamiento
No se puede pretender la legitimación de un siste­ democrático de la sociedad, resulta suicida subal-
ma democrático cuando un amplio sector de la po­ ternizar estos derechos a la lógica del mercado, tal
blación no se siente representado por el supuesto como se verificó en el período de hegemonía
interés social, no se siente partícipe de la construc­ neoliberal.
ción de ese interés social”. (Isuani y Tenti, 1989)
La tensión que está en el núcleo de la noción de
Cuando muchos de los discursos oficiales hacían ciudadanía es -e n definitiva- la que se da entre
referencia a la crisis económica, a la necesidad de las necesidades de los grupos sociales para su
racionalizar y reducir gastos, a la necesidad de sobrevivencia y reproducción (instituidas como
transferir a la sociedad civil la responsabilidad del derechos) y las “necesidades” del mercado, que
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se imponen sobre aquéllas cuando estos derechos diferenciados, según pertenezcan a uno u otro
se pierden o se debilitan las instituciones que sector social.
deben garantizarlos (el Estado). En ocasiones, los
fundamentalistas de los modelos neo-conservadores, Si el Estado no puede garantizar empleo suficien­
en la cima de su soberbia, pretendieron desem­ te y salarios dignos para el conjunto de los habi­
barazarse de los problemas sociales que generaban, tantes, tiene la obligación de brindar -mientras
como si fuera algo ajeno al modelo que impulsaban. tanto se encara la recuperación- por lo menos una
amplia cobertura asistencial a su población.
Ahora bien, ¿qué hacer, entonces, ante la situación
de millones de ciudadanos que no pueden acceder Para enfrentar la problemática de la pobreza se de­
a la alimentación, a la salud, a la educación, al tra­ ben atacar, simultáneamente, varios frentes. En
bajo, a la vivienda? En primer lugar, cabe recordar primer lugar, modificar el rumbo de las políticas
que es función primordial del Estado velar por el económicas que condujeron a esta situación social
bienestar general de la población, por lo que está y que la agudizarán, fundamentalmente si no se
obligado a actuar para remediar una situación que desarrollan políticas de empleo y de protección y
es inadmisible y para evitar condiciones de sufri­ mejora del salario. Junto con esto, el camino de­
miento y el consiguiente deterioro de las personas. be ser el de las políticas sociales universales que
eviten la caída en la pobreza cuando se producen
El empleo, el salario y las políticas sociales problemas de empleo. Mientras, en lo inmediato,
universales (de carácter preventivo especial­ es indispensable la implementación de políticas de
mente), nos conectan con una propuesta de so­ asistencia dirigidas a atender las situaciones más
ciedad que tienda hacia la integración y no ha­ agudas de la pobreza.
cia la exclusión; hacia la equidad y no hacia la
injusticia social; hacia el fortalecim iento de En materia de políticas sociales podemos identi­
una nación para todos y no hacia la dualización ficar dos grandes lincamientos: las políticas de
de sus habitantes, con derechos m arcadam ente prevención y las políticas de asistencia social
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(es decir, de reparación o compensatorias). Asi­ En última instancia, rescatar la vigencia de las políti­
mismo, las políticas de primer nivel de prevención cas de asistencia social, ante el desligamiento de las
(de carácter estructural) están constituidas por las responsabibdades estatales frente a la agudización
políticas de empleo y por las políticas salariales. de las problemáticas sociales.

Entre las principales políticas sociales de preven­ En discipbnada sintonía con las directivas de
ción se consideran las siguientes: organismos internacionales, aparecieron diversas
propuestas de programas focalizados hacia alguna
a) salud (políticas hospitalarias, vacunación, ali­ problemática puntual; mientras, a la vez, fueron
mentación, saneamiento); estos mismos organismos internacionales los que
impusieron severas restricciones fiscales que afec­
b) educación; taron principalmente a las políticas sociales uni­
versales y dieron lugar (al sumarse a las estruc­
c) vivienda; turas sociales de poder internas y a los
condicionamientos de las entidades y bancos
d) infraestructura urbana y sanitaria (agua, cloacas, acreedores) a políticas tributarias regresivas, éstas
recolección de basura, luz, gas, pavimento); sí de carácter universal. Como todos sabemos, en
la actualidad dichos organismos internacionales
e) seguridad social (obras sociales, jubilación, continúan ejerciendo presiones diversas para que
pensiones). los gobiernos aseguren el superávit fiscal que les
garantice cobrar la deuda externa.
En el marco de las políticas de asistencia social, tene­
mos aquellas dirigidas a atender las necesidades de Es decir, para los derechos sociales (a la salud, a la
grupos en condiciones de “vulnerabüidad biológica” educación, a la alimentación, a la vivienda, a la se­
(ancianos, embarazadas y niños, enfermos crónicos, guridad social), se proponían algunas políticas foca-
etc.); y otras destinadas a la atención de emergencias tizadas hacia los sectores de mayor riesgo. Mientras
ocasionales (inundaciones, incendios, terremotos, etc.). que, por el contrario, para la recaudación impositiva
se aplicaban inequitativas políticas universales para
Asimismo, al agudizarse la pobreza, han adquirido que pagaran todos, hasta los más humildes.
mayor envergadura las políticas de asistencia dirigidas
a atender la “emergencia social”, es decir, cuya Cuando el modelo de ajuste logró atrasar la mayor parte
población objeto es aquella que se encuentra en de las conquistas sociales y comenzaron a expresarse
situación de “vulnerabüidad social”. Esta población es los estallidos populares (como reacción ante la pérdida
la que no puede satisfacer sus necesidades como con­ de los derechos históricamente obtenidos), aparecieron
secuencia de las restricciones de carácter estructural, los paternales consejos de los “benefactores” interna­
que impiden la obtención de los recursos para el con­ cionales y luego, también, de los émulos locales.
sumo, por vía del salario u otros ingresos monetarios.
Como bien señaló el economista argentino José
Obviamente, como señalamos, una adecuada prio- Luis Coraggio (1999), “el modelo neoliberal da lu­
rización indica la pertinencia de valorar, en primer gar a una política social asistencialista que otorga
término, la vigencia de políticas de empleo y salaria­ beneficios sociales que resultan mínimos en rela­
les que cubran digna y plenamente las necesidades ción con las necesidades insatisfechas, focalizando
de la población. En segundo término, cabría en los sectores más pobres, con la perspectiva de
destacar la prevalencia de las pobticas sociales de reincorporarlos al mercado, que es visto como el
prevención sobre las políticas de asistencia social. sistema ideal de asignación y acceso a recursos”.
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Pero nosotros, ¿por qué no podríamos invertir la En la década de los 90, nítidam ente pudim os
ecuación en estos otros términos? Garantizar ple­ observar cómo se fue cristalizando el reenvío
namente los derechos de la ciudadanía, por la vía de la asistencia (como derecho social) hacia la
de políticas sociales universales y gravar imposi­ caridad privada (como gracia arbitraria). Si, en
tivamente, de manera focalizada, a los sectores el transcurso histórico, veníamos avanzando de
económicos más poderosos, que tanto se han be­ la caridad y la beneficencia hacia las políticas
neficiado en los últimos tiempos. sociales, en dicho período se retrocedió verti­
ginosam ente y resultó claro el retom o desde
Debemos reinvindicar una vieja y nueva aspiración las políticas sociales (entendidas como dere­
(democrática, de solidaridad y de equidad social): cho) hacia la caridad privada (como figura
que contribuyan más los que más han acumulado. optativa, a asum ir voluntariam ente por los sec­
Seguro que, si asumiéramos esta otra opción, esta­ tores pudientes).
ríamos más cerca de resolver los graves problemas
que afectan a nuestras sociedades. La pérdida de la noción de la asistencia como derecho,
se emparentó con los procesos de refilantropización.
Como nos recuerda el sociólogo francés Pierre Cabría recordar, de paso, que siempre los filántropos
Bordieu, 1999 (aunque no se verifica en todos necesitaron más a los pobres, que los pobres a los
los casos), “la historia enseña que no hay políti­ filántropos.
ca social sin un movimiento social capaz de im ­
ponerla”. Alguna vez tendremos que comprender profunda­
mente que la prevención -además del intrínseco
Otro economista argentino, Rubén Lo Vuolo contenido ético- siempre resulta más eficiente y
(2001), expresa que “Un elemento sustancial de también más económica, que atender los efectos
un nuevo régimen de organización social, que últimos de cualquier problemática, cuando la
ponga la economía al servicio de la cuestión degradación y el deterioro ya han avanzado
social, es la necesidad de crear una nueva matriz importantemente y - a m enudo- se transforman en
cultural y social donde el empleo deje de ser el irreparables.
fundamento que da derecho a tener otros derechos
sociales. No es sensato seguir adosando al empleo Desde ese punto de vista (evitar el sufrimiento y el
remunerado la plenitud de los derechos económi­ consiguiente deterioro moral de las personas) el
cos (ingreso), de los derechos sociales (protección componente preventivo de la asistencia social debe
social) y políticos (representación de intereses ser seriamente reivindicado, mientras simultánea­
colectivos). Esquemáticamente, un sistema alter­ mente se arbitren los medios y se encaren las recti­
nativo de políticas sociales debería asentarse en ficaciones estructurales en la política económica.
tres pilares universales:
No hace falta reafirmar lo que es obvio: la sola asis­
a) garantía de ingresos básicos; tencia no erradica la pobreza. Como todos sabemos,
la asistencia social ha estado históricamente ligada
b) salud; a la problemática de la pobreza. Pero la pobreza
(tanto en su generación como en la eventual erradi­
c) educación. cación de la misma) no pertenece al campo de la
asistencia social, sino al campo de la economía. La
Complementariamente, programas selectivos que se asistencia social opera como instrumento mediador
ocupen verdaderamente de cuestiones excepcionales entre la economía y los efectos y resultados de los
(patologías específicas, discapacidades, etc.)”. modelos económicos en vigencia.
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Pero esto no debe im pedir que el Estado asista a) son asistenciales precisamente en relación a la
en m agnitud adecuada a quienes se hallan en problemática que debe ser reparada inmediata­
una situación de padecimiento. Las corrientes mente: satisfacer necesidades de alimentación,
conservadoras y ciertas posiciones presunta­ abrigo, salud, alojamiento; y
mente progresistas y/o de izquierda suelen
coincidir -erróneam ente- en el rechazo a la b) son, a la vez, preventivas del deterioro a que
asistencia por principio, sin advertir la perti­ lleva el sufrimiento y que deviene en otras
nencia y la obligación de actuar en lo inm edia­ problemáticas sociales difíciles de reparar,
to ante la necesidad. tales como el abandono de hogar por parte de
los adultos responsables y de niños que pier­
“Asegurar un mínimo de bienestar universal que den toda contención; la mendicación, la dro-
permita el ejercicio de las potencialidades indi­ gadicción, la delincuencia, etc.
viduales y colectivas no es una acción caritativa
o identificable con la beneficencia. Es un reco­ No reparar, siquiera, las necesidades insatisfechas
nocimiento de un derecho individual a integrar de alimentación y abrigo y servicios fundamen­
la sociedad, 1 1 que se verá beneficiada cuando tales para toda la población, puede conducir a la
todos sus miembros puedan desarrollar sus capa­ potenciación de los problemas sociales, derivando
cidades creativas”. (Isuani y Tenti, 1989). a los individuos hacia la agudización y extensión
de la conflictiva que padecen.
En este sentido, las políticas de asistencia social
cumplen básicamente dos funciones: de cobertura Las sociedades que asumen modelos politico­
inmediata y también de prevención: económicos con un gran componente de violencia
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estructural (como la pobreza), terminan cosechan­ condiciones de desprotección. Si las personas


do lo que siembran. con ocupación en el m ercado de trabajo
perciben salarios paupérrim os -co m o ocurre
Por ello se torna urgente que las autoridades -en im portantem ente en la actualidad- no cabe la
particular- y la sociedad toda, tomen conciencia menor duda que habrán de transform arse en
de esta grave situación y de la necesidad de adop­ pobres y hasta en indigentes.
tar, por lo menos, amplias medidas reparatorias
por medio de políticas sociales y asistenciales. En Argentina no hace demasiado tiempo que la
Confederación General del Trabajo reconocida
Con frecuencia, los pobres más marginalizados oficialmente y las Cámaras Empresariales, en el
ni siquiera son objeto de políticas de control marco de la negociación salarial, firmaron un
social. Van “quedando” meramente recluidos en acta en la que reconocen la necesidad de “recu­
sus ámbitos físicos o sólo son objeto de acciones perar el poder alim entario” de los sueldos. Sin
de represión. Se redujeron sus derechos, se debi­ eufemismo alguno, se convalida que la capaci­
litaron las políticas sociales universales, se redu­ dad reproductiva de los salarios que perciben los
jeron las políticas de asistencia focalizadas, la trabajadores ni siquiera está cubriendo las
cacareada filantropía empresaria brilla por su necesidades básicas de alimentación.
ausencia. Para estos sectores de compatriotas,
parece que sólo les va quedando la posibilidad Si se reconoce, con semejante soltura, que se de­
de algunas acciones caritativas, luchar “horizon­ ben aumentar los salarios para “recuperar el poder
talmente” entre ellos por la disputa de algunas alimentario”, tácitamente se está aceptando que la
migajas o esperar resignadamente la enfermedad remuneración que percibe una enorme masa de
o la muerte. Esta oprobiosa realidad no sólo trabajadores no permite satisfacer las necesidades
compromete el presente sino también el futuro, ligadas a la salud, a la vestimenta, a la educación,
por décadas o tal vez por centurias. a la vivienda, a la recreación, etc. El salario al­
canzará apenas para comer.
Como país, obviamente retrocedimos brutal­
mente. Perdimos los derechos sociales a la Este fenómeno, marcadamente violatorio de los
salud, a la educación, a la vivienda, a la seguri­ derechos humanos, nos retrotrae a los inicios del
dad social, al empleo, a la intangibilidad de los capitalismo, en el Siglo XVIII, cuando a los ejér­
salarios, a la autonomía de los recursos y servi­ citos de menesterosos, sin protección alguna, sólo
cios estratégicos (petróleo, com unicaciones, se les ofrecía condiciones infrahumanas de traba­
aeronavegación, electricidad, gas, agua, etc.) y jo, en extensas y agotadoras jornadas a cambio de
ahora encima avanzaron sobre los ahorros de la un pago miserable.
población. En términos de consignas podríamos
decir que: primero vinieron por los derechos Para enfrentar esta cruda realidad, creemos que
sociales, ahora vinieron por los ahorros y tendremos que apelar a aquella afirmación del ita­
mañana (que ya casi es hoy)... por las tierras. liano Antonio Gramsci, cuando planteaba “la ne­
cesidad de ejercitar al mismo tiempo el pesimismo
La pobreza actual dejó de relacionarse exclusi­ de la razón y el optimismo de la voluntad”.
vamente con el desempleo. Ahora está también
muy estrecham ente ligada con los fenóm enos El pesimismo emana de los datos objetivos de to­
de explotación exacerbada. No sólo son pobres dos los días. Nadie lamentablemente, de buena fe,
los desempleados, sino también aquellos que tienen los puede negar. A nosotros nos corresponderá tra­
trabajo pero con bajísimo nivel de ingresos y en bajar sobre el eje de rescatar “el optimismo de la
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voluntad”, que creemos que debe pasar simultá­ en los derechos de todos y para todos, es decir en
neamente por la resistencia y las propuestas. la equidad. El apoyo o generación de alternati­
vas solidarias para atender la extendida proble­
La resistencia, que implique el ejercicio activo de mática social actual, pueden constituir un rease­
defender, en cada caso, lo poco o mucho que nos guro estratégico para la construcción de una
quede de derechos, en todos los ámbitos en que es­ sociedad más humana.
temos involucrados. La resignación y el escepticismo
operan como las mejores recetas para garantizar la No proponemos, en modo alguno, renunciar a la
pérdida definitiva de los derechos. Cabrá volver a rei­ lucha por la generación de cambios más estruc­
vindicar -una vez más- el papel de los hombres en la turales. Pero, a la vez, sugerimos no desatender
historia. Porque la historia de las sociedades, la segui­ los cambios que aparecen como menos relevan­
mos construyendo los hombres y las mujeres, aunque tes. Es decir, aunar, amalgamar lo macro con lo
en condiciones muy difíciles y estructuradas, pero no micro, en pos de propiciar la reconstrucción de
definitivamente inmutables. una sociedad que, por lo menos, vaya disminu­
yendo los brutales niveles de inequidad y de
Las propuestas de acción, por modestas que marginación existentes.
sean o parezcan, que reparen y/o prevengan los
agudos niveles de malestar social existentes, es Simultáneamente, como siempre, tendremos que se­
decir que apunten hacia el mejoramiento de la guir pensando y actuando en pos de contribuir a la ge­
sociedad, permitirán contribuir al perfilamiento neración de alternativas políticas estructurales para
de otro estilo de funcionamiento social basado sustraer a la Nación de este hundimiento generalizado.

B ibliografía
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