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CURSO DE BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN

El Sacramento del Bautismo

El Bautismo en el Siglo III

Tertuliano

- Abogado de profesión. Nació en Cartago el año 155 d.C. Estudió en


Roma y, después de su conversión el año 193, volvió a Cartago a
comienzos del siglo III. Se ordenó presbítero. Marca con su sello el latín
teológico y jurídico. Acuña muchos términos del latín para uso de la
teología. Después de S. Agustín, Tertuliano es el más importante y el
más original de los autores eclesiásticos latinos. Apasionado e
intransigente, rompe con la Iglesia el año 207 para unirse a los
montanistas. Al final de su vida dirige una secta independiente de
tertulianistas, que subsistía aún en la época de S. Agustín. En materia
de penitencia hay que distinguir el Tertuliano católico del montanista.
El Tertuliano católico es testigo de la práctica que se usa en la Iglesia.

De Baptismo II,1 (Católica)

¡Cuánta es la magnitud de la perversidad de hacer caer la fe o de no


recibirla absolutamente, combatiendola en aquello en que consta! No
hay nada que endurezca más la mente de los hombres respecto de las
realidades divinas que la sencillez que se ve en la actuación en relación
a la magnificencia del efecto que se promete. Y de aquí que habiendo
bajado el hombre al agua y habiendo sido bañado entre pocas
palabras y resurgido no más limpio, habiendo realizado todo esto con
tanta sencillez, sin pompa, sin nueva ostentación, a veces incluso sin
gasto alguno, se estime tanto más increíble que así se consiga la
eternidad.
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De Baptismo VI (Católica)

1. No es que en el agua se consiga el Espíritu Santo, sino que


emendados en el agua bajo el ángel, somos preparados para el Espíritu
Santo. Aquí antecedió una figura: así como Juan fue precursor del Señor
preparando sus caminos, así el ángel del Bautismo como árbitro
(administrador) prepara los caminos al Espíritu Santo que ha de
sobrevenir, por medio de la abolición de los pecados que impetra la fe,
sellada en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.

2. Pues si en tres testigos está firme toda palabra de Dios, ¿cuánto más
el don? En virtud de la bendición tendremos los mismos árbitros de la
fe que los que son fiadores de la salvación y los que bastan para la
seguridad de nuestra esperanza, a saber, el número de los nombres
divinos. Pues, habiendose ofrecido en los tres la declaración de la fe y
la promesa de la salvación, es necesario que se agregue también la
mención de la Iglesia, pues donde están los tres, es decir, el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, allí está la Iglesia que es el cuerpo de los tres".

De Corona III,2-3 (Montanista)

2. Preguntemonos, por tanto, acaso la tradición, a menos que sea


escrita, deba recibirse. Negamos que deba recibirse, si no es confirmada
por el ejemplo de otras observancias, que sin el intermedio de alguna
escritura, y a título de la sola tradición y bajo el amparo de la costumbre,
reivindicamos. Por último, entrando a tratar del Bautismo, los que allí
nos acercaremos al agua, un poco antes en la Iglesia, bajo la mano del
que preside, profesamos que renunciamos a Satanás, a sus pompas y a
sus ángeles.

3. Allí tres veces somos sumergidos respondiendo al mismo tiempo


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algo que el Señor en el Evangelio determinó. Después tomadas la leche


y la miel, pregustamos la concordia, y desde aquel día nos abstenemos
durante toda la semana del lavado cotidiano. El Sacramento de la
Eucaristía –en el tiempo del alimento que fue mandado a todos por el
Señor, en la asamblea antes del amanecer– no la tomamos de manos
de otro fuera de los que presiden. Hacemos también oblaciones por los
difuntos en el aniversario del natalicio.

De Corona XI,1

Para tratar la causa de la corona militar, pienso que antes se debe


inquirir acaso en absoluto convenga a los cristianos la milicia. Pues ¿de
qué sirve rehusar las consecuencias, si hay una culpa previa? ¿Creemos
acaso que se pueda anteponer el sacramento humano al divino y que
se pueda responder a otro Señor después de haber reconocido a Cristo,
y que sea lícito abjurar del padre, de la madre y de todos los parientes
que la ley manda honrar y amar después de Dios y a los cuales el
Evangelio también honró, dejando a salvo sólo la preferencia de Cristo?

- Para Tertuliano, junto con toda la tradición, ser bautizado es una


experiencia sensible: entrar en el agua y ser lavado. Tertuliano llama
esta experiencia: «sacramentum aquae nostrae» (opuesto al
Bautismo de otras iglesias).

- Tertuliano acuña la palabra «sacramentum». ¿Qué significa? Tiene


dos orígenes: uno profano latino y origen bíblico.

1) En el uso profano es difícil de explicar. Es difícil su etimología y su


evolución semántica. Tiene que ver con «sacer», sagrado, matiz
religioso y con «sanctio», sancionar, matiz jurídico. Según esto
«sacramentum» sería un compromiso religioso. Pero también se usa
en el sentido de la iniciación al servicio militar.
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2) «Mysterion» bíblico. En la comunidad del siglo II al misterio bíblico


teológico se ha agregado un sentido litúrgico sacramental lo cual
coincide con el proceso de latinización de la comunidad de occidente.
(En Oriente a los sacramentos todavía se les llama «misterios»).

- Tertuliano usa la palabra «sacramentum» con una gran variedad de


significados. Abarca toda la economía de la salvación, los ritos
litúrgicos de iniciación y también la «regula fidei».

- Según Tertuliano, por la invocación de la palabra de Dios, es


santificada el agua, se produce la presencia de Cristo en el agua lo
mismo que en el Bautismo de Juan en el Jordán. Según Tertuliano, el
Espíritu actúa sobre el agua bautismal. Comienza así la relación
dogmática agua-Espíritu. ¿Qué función tiene el agua y que función el
Espíritu? (Polémica con los protestantes).

- Tertuliano separa «sacramentum fidei» y «sacramentum aquae»;


pero los relaciona de manera dinámica: la fe no puede existir sin el
Bautismo de agua, que la confirma y le da su vestido definitivo.
Asimismo, la fe antes de la pasión y resurrección de Cristo era
desnuda; después del acontecimiento salvífico adquirió su contenido
y su vestido. La fe justificadora de Abraham (la única que aceptaban
los herejes) no tiene sentido, no tiene contenido, está desnuda, si no
es signada por el agua del Bautismo.

- Conclusión: Tertuliano aporta mucho al tema «sacramentum fidei». El


Bautismo se transforma en una inmersión triple, con renuncia al
diablo y confesión de fe. Hay catecumenado intenso, pero no
organizado. Hay ritos post-bautismales: unción, vestidura blanca,
leche y miel. Respecto al Bautismo, en Tertuliano la teología
tradicional encuentra muchas explicaciones. El centro de la reflexión
teológica lo constituye el «sacramentum fidei», que tiene que
vestirse como con un vestido con el «sacramentum aquae». Se
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inserta en la profundidad trinitaria de donde recibe la garantía de la


salvación. La mención de la Iglesia es necesaria porque ella es el lugar
de vida del bautizado.
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Hipólito de Roma (Mártir)

Parece proceder de Oriente. Es el último escritor eclesiástico de Roma


que escribe en griego. Gran parte de su obra se perdió porque fue
sospechoso de herejía. El año 217, cuando fue elegido Papa Calixto,
Hipólito se constituye en el primer antipapa, pues fue elegido también
Obispo de Roma por un reducido pero influyente grupo. Hipólito acusa
a Calixto de laxismo porque mitigó la disciplina para los penitentes que
se habían hecho culpables de pecado mortal. El cisma comenzado por
Hipólito siguió incluso con los sucesores de Calixto: Urbano (223-230)
y Ponciano (230-235). El emperador Maximino el Tracio desterró a
ambos –Papa y antipapa– a Cerdeña. Ponciano renunció al Pontificado
para que la comunidad de Roma pudiera elegir otro Obispo. Eligieron
a Antero (235-236). En Cerdeña Ponciano e Hipólito se reconciliaron,
Hipólito volvió al seno de la Iglesia y ambos murieron mártires el año
235.

Tradición Apostólica

- Es la obra de Hipólito que ha despertado mayor interés. Después de la


Didajé es la más importante Constitución eclesiástica que nos
transmite reglas y el ritual de la Ordenación y de varios Sacramentos
(de aquí se ha obtenido la Plegaria Eucarística II). Fue escrita antes del
cisma, hacia el año 215.

Tradición Apostólica, 16-21

16. Que los recién llegados se presenten a los doctores para que
los interroguen sobre la razón que los induce a buscar la fe. Los
esclavos deben tener permiso de sus amos y las mujeres de sus
maridos. Deben abstenerse de todo oficio que tenga que ver con la
idolatría. El maestro de letras debe cesar, salvo que no tenga con qué
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subsistir. El que tenga intención de ser soldado no puede ser instruido.


El que ya lo es, sí, con la condición de que se comprometa a no matar,
aunque fuere mandado a ello.

17. El catecúmeno debe instruirse tres años, después de


abandonado los oficios, salvo que dé testimonio de mayor intensidad
de fe con su conducta, en cuyo caso se puede abreviar.

18. Cuando termina la instrucción del maestro, que los


catecúmenos recen aparte de los fieles y las mujeres aparte. Al cabo
de la oración, que se den el beso de la paz.

19. Después de la oración, el doctor, eclesiástico o laico, reza


imponiendoles las manos. Si alguno es detenido por el Nombre, que
no se le haga esperar en la ansiedad. Si sufre violencia y es muerto
antes de recibir el perdón de sus pecados, será justificado porque ha
sido bautizado en su propia sangre.

20. Elegidos los que han sido apartados para el Bautismo, si llevan
una vida santa, que les sea permitido escuchar el Evangelio. Desde el
día en que han sido elegidos que se les imponga las manos cada día
exorcizandolos. Al final, el Obispo exorciza a cada uno examinando si
son puros. Los que se van a bautizar lavense el quinto día de la semana,
ayunen el viernes y el sábado. El sábado, el Obispo, imponiendoles las
manos, conjura a todo espíritu a alejarse de ellos y a no volver más.
Terminado el exorcismo, sopla sobre su rostro y después de haber
sellado su frente, sus orejas y su nariz, que los haga ponerse en pie. Se
velará toda la noche en instrucciones. El que se bautice que lleve otro
vaso que el que debe llevar para la Eucaristía.

21. Al canto del gallo, que se acerquen a las aguas, que deben ser
corrientes y puras. Que se desvistan y se bautice primero a los niños.
Si pueden responder por sí mismos, que respondan. Si no pueden, que
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respondan sus padres o alguien de su familia. Que se bautice, en


seguida, a los hombres adultos y luego a las mujeres, después que ellas
han soltado sus cabellos y han depuesto sus joyas de oro. Que nadie
baje al agua con alguna cosa extraña.

A la hora fijada para el Bautismo, que el Obispo dé gracias sobre el


aceite y lo ponga en un vaso: este es el que se llama el aceite de la
acción de gracias. Que tome el otro aceite y pronuncie sobre él un
exorcismo: se le llama aceite del exorcismo. Que un diácono tome el
aceite del exorcismo y se ponga a la izquierda del sacerdote y otro
diácono tome el aceite de la acción de gracias y se ponga a la derecha
del sacerdote.

Que el sacerdote, tomando aparte a cada uno de los que deben recibir
el Bautismo le ordene abjurar diciendo, vueltos hacia el occidente: «Yo
renuncio a ti, Satanás, y a tus pompas y a tus obras». Después de esta
declaración que se lo unja con el aceite del exorcismo, diciendo: «Que
todo espíritu malo se aleje de ti».

Enseguida, se lo envía al Obispo o al sacerdote que está junto al agua.


Que un diácono baje también al agua con aquel que debe ser
bautizado. Que éste descienda en el agua y que aquel que lo bautiza le
imponga la mano sobre la cabeza diciendo: «¿Crees tú en Dios, el Padre
todopoderoso?». Y aquel que es bautizado responda: «Yo creo». Que
se lo bautice, entonces, una vez, teniendole la mano puesta sobre la
cabeza.

Después, el que bautiza pregunte: «¿Crees en Jesucristo, Hijo de Dios,


que nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo, que fue
crucificado bajo Poncio Pilato, que murió y fue sepultado y que resucitó
vivo de entre los muertos al tercer día, que subió a los cielos y está
sentado a la derecha del Padre y que vendrá a juzgar a los vivos y a los
muertos?». Y habiendo respondido el que es bautizado: «Creo», sea
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bautizado por segunda vez.

Y de nuevo se le pregunte: «¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa


Iglesia y en la resurrección de la carne?». Diga el que va a ser bautizado:
«Creo». Y así se lo bautice por tercera vez.

Y después que haya subido del agua, sea ungido por el presbítero con
aquel óleo santificado, diciendo: «Te unjo con el óleo santo en el
nombre de Jesucristo». Y después se sequen, se vistan y entren en la
Iglesia. El Obispo, imponiendo sobre ellos las manos invoque diciendo:
«Señor Dios que hiciste a éstos dignos de merecer la remisión de los
pecados por el baño de regeneración del Espíritu Santo, infunde en
ellos tu gracia para que te sirvan según tu voluntad, porque a ti es la
gloria Padre, Hijo y Espíritu Santo en la santa Iglesia ahora y por los
siglos. Amen».

Después derramando óleo santificado en la mano e imponiendolo


sobre la cabeza diga: «Te unjo con el óleo santo en el Señor, Padre
omnipotente y en Jesucristo y en el Espíritu Santo». Y signandole la
frente le ofrezca el beso y diga: «El Señor esté contigo». Y el que es
signado diga: «Y con tu espíritu». Así haga con cada uno. Y después, ya
junto con todo el pueblo, oren. No oren antes con todos los fieles, sino
después que se hayan hecho todas estas cosas. Y cuando hubieren
orado se ofrezcan la paz.

(Sigue la oblación)

- Después de haber estudiado a Tertuliano, Hipólito no resulta difícil,


pues aclara los datos aportados por Tertuliano. Hipólito constituye un
punto culminante en la pregunta acerca de la liturgia y teología del
Bautismo.
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- Estamos a principios del Siglo III, analizando un testigo privilegiado de


la teología occidental. Hipólito escribe en griego, pero piensa en latín.
Recibe influencia de Ireneo, pero más de Justino. Su obra más valiosa
es la Tradición Apostólica: testigo precioso de la vida de la comunidad
romana. El Cap. 21 se sitúa en la 2ª parte de la obra, donde da
instrucciones a los laicos.

- Elementos más llamativos que emergen de la lectura:

- Bautismo de niños,
- Elemento nuevo: óleo de acción de gracias,
- Forma interrogatoria del Credo,
- Existe la crismación: el Obispo extiende sus manos sobre ellos.
Los unge individualmente, pero la oración de invocación es
colectiva (da origen a la Confirmación; está la realidad, pero no
se explicita aún),
- Ministro (presbítero, sacerdote, Obispo),
- Participación del diácono,
- Renuncia a Satanás,
- Instrucción desarrollada y reglamentada, tres años,
- Se fija la hora y el rito hasta en sus menores detalles,
- Estructura bautismal: triple inmersión.

- La liturgia bautismal se presenta reglamentada como un rito


complejo. Llama la atención la importancia del exorcismo y de la
presencia dañina de Satán. Por eso se renuncia a él. El catecúmeno
abjura de Satán y recién después puede entregarse al nuevo Señor. La
respuesta «Creo» es una triple respuesta gozosa que surge de la
experiencia del poder salvador de Dios. No se usa aún la fórmula
bautismal: «Yo te bautizo...» (El testimonio más antiguo de esta
fórmula está en Eusebio de Vercelli, año 360 d.C., De Trinitate VII, 16,
PL 62,284; Antonianum 33 (1958) 415-422. Lo citamos al final de esta
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Clase).

- Aquí está la fórmula de fe más desarrollada que hemos encontrado


hasta ahora. La estructura trinitaria es muy clara y se acentúa más por
la triple pregunta. Está en el trasfondo Mt 28,19. Es esta la forma cómo
se ha entendido el mandato de Jesús de «bautizar en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». A cada miembro se agregan
títulos, predicados y frases relativas, como estaba ya en germen en
Justino y en Ef 4,4-6. De esta fórmula bautismal usada en Roma a
comienzos del siglo III, se habría desarrollado la forma «Romana
antiquior» del Símbolo (cf. D.S. 11-12).

- Dadas las acendradas costumbres paganas inmorales y opuestas al


Evangelio (exposición de los niños, juegos en el circo, divorcio,
idolatría, etc.) era necesaria una preparación minuciosa y larga:
institución del catecumenado. Para entrar, se examinan los motivos y
la aptitud moral y se exige el testimonio de otros. Se debe renunciar a
algunas profesiones. Cada clase termina con oraciones especiales. El
catequista no tiene por qué ser clérigo. Al cabo del catecumenado se
les hace un examen para ver si efectivamente tienen el espíritu del
Evangelio. Si es aprobado pasa a ser «electus». Luego pasa a
«competente»: tiempo de prueba de parte de Dios que lo sana con
exorcismos. Éstos pueden asistir a la lectura del Evangelio, cosa que
los catecúmenos aún no podían hacer. Tienen exorcismos diarios y al
final hay un exorcismo más oficial de parte del Obispo: «exsuflatio» y
«obsignatio». En todo este período de preparación llaman la atención
dos cosas: fuerte acento en la conversión, metanoia; demonología
muy desarrollada, renuncia a Satanás.

- Ritos post-bautismales: Unción con el óleo de acción de gracias en


todo el cuerpo (este es todavía parte del Bautismo; en Oriente la
unción con óleo es la Confirmación; en cambio, en Occidente la
Confirmación se administra por imposición de manos). Luego viene la
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invocación del Espíritu Santo con imposición de manos. Este rito, que
es parte de la Confirmación, se reserva al Obispo. Se trata de una
unción individual acompañada de epíclesis colectiva (La invocación del
Espíritu Santo es simple y breve; después se introduce la invocación
septiforme basada en Isaías).

- Conclusión: Hipólito se ubica en la tradición que interpreta el


Bautismo como baño de regeneración con agua y Espíritu. A pesar de
que hay inmersión con insinuación de la muerte y resurrección de
Cristo, Hipólito parece no trabajar con la línea de S. Pablo. Sigue la línea
joánica de regeneración. En la tradición representada por Hipólito se
da al Espíritu Santo el mismo énfasis que S. Pablo da a la unión con
Cristo. El Espíritu es el don del Padre, que lo da al Hijo ungiendolo (a
Cristo en el Jordán). Se considera la persona del Espíritu constituyendo
a Cristo (Ungido) y a los fieles que entran en la Iglesia.

- Resumen general:

En toda la primera época patrística, el Bautismo es signo sensible que


consiste en baño de agua tomado en el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Se toma generalmente como inmersión, admitiendo la infusión.
Se llega a la triple inmersión con invocaciones de las Personas de la
Trinidad a las cuales se agregan cualificaciones (línea de Justino,
Tertuliano y culmina con Hipólito). Se encuentra la noción de «pactio
fidei»: alianza con renuncia a Satanás y aceptación de Cristo como
Señor.

Preparación al Bautismo: hay desarrollo y progreso a partir de la


Didajé hasta Hipólito. Se llega en germen hasta la Confirmación.

Respecto a la teología hay tres grandes líneas. Están ya en el N.T. pero


se desarrollan sucesivamente y es lo que hemos ido observando:
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1) remisión de pecados;

2) nuevo nacimiento (es la línea más fuerte, la línea joánica);

3) don del Espíritu (después se desarrolla en la Confirmación, sin


llegar a afirmar que el Bautismo no confiera el Espíritu Santo).

La línea paulina está ausente en el siglo III; pero reaparece con fuerza
en el S. IV

La dimensión de la Iglesia que acoge como lugar donde se realiza la


salvación, está siempre presente. Pero la reflexión teológica eclesial no
está muy explícita, salvo algo en Tertuliano. Esta realidad se vive
intensamente pero no se reflexiona sobre ella.

Se explicitan otros aspectos presentes en el N.T.


- Bautismo como iluminación,
- Bautismo como sello.

Como está claro en el N.T. es Dios el que toma la iniciativa, pero espera
la respuesta del hombre en la fe. La realidad de la fe es muy rica (cf.
Clemente de Alejandría y todos los otros) hasta hacernos comprender
el Bautismo como «sacramentum fidei».

Eusebio de Vercelli, año 360 d.C., De Trinitate VII, 16, PL 62,284 (J.P. Migne
atribuye este tratado De Trinitate a Vigilio de Thapse); Antonianum 33
(1958) 415-422.
Aprende que una es la operación en la naturaleza del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, pues la obra que opera el Padre, la misma obra
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unitariamente se demuestra que es del Hijo y del Espíritu Santo. Y asimismo


lo que el Hijo opera, esta misma obra se refiere al Padre y al Espíritu
principal. De la misma manera, lo que opera el Espíritu Paráclito esta misma
obra se declara ser unitariamente del Padre y del Hijo. ¿Ves que es unitaria
la operación de ellos en la única naturaleza de la divinidad?
Pregunta: Te ruego que me instruyas aun con la autoridad de las Escrituras.
Respuesta: Dime, ¿cuántas veces te ha sido ya indicado el texto: «Vayan y
bauticen a todos los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo»? Y si quieres contradecir, es decir, que el único don del Bautismo
no esté contenido en el Nombre de la divinidad unitariamente en la
Trinidad, ¿por qué tú, quitado el Nombre de la divinidad, del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, bautizas diciendo: «Te bautizo en el Padre y en el
Hijo y en el Espíritu Santo», y no en un sólo nombre?... Si hubiera de
celebrarse el Bautismo en un solo Nombre o repitiendo el Nombre en cada
Persona, tendrían razón los Arrianos; ellos afirman que allí donde se
indican los nombres de las personas, allí junto con sus nombres, se indican
sustancias individuales y diversas de cada una...".

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