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Seminario de Magíster

El proceso de hacer teología en Guardini


2° semestre de 2019

2. Vida y obra de Romano Guardini


2.1. El contexto
Antes de entrar en el período en que Guardini vive en Alemania, hay que exponer algunos datos
previos, para facilitar la comprensión de lo sucedido durante su vida.

a) antes de 1870
843: por el Tratado de Verdun se divide el Imperio Carolingio; Luis el Germánico recibe las tierras
del Rin al Oriente. Sucesivos fraccionamientos de tierras por herencia dan origen en sus territorios
a más de 300 estados feudales.
962: Otón el Grande revive la idea imperial y funda el Sacro Imperio Romano-Germánico, hoy
conocido en Alemania como Primer “Reich” (reino o imperio). El Emperador reside en Viena, pero
no ejerce mucho poder sobre el resto de los Estados feudales del Imperio. La sucesión no es
hereditaria, sino que el Emperador es elegido por 6 Príncipes Electores (“Kurfürsten”): los
Arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris (Mainz, Köln y Trier) -que luego de la Reforma perderán
este poder- y los Príncipes del Palatinado, Sajonia y Brandeburgo.
1806: el triunfo de Napoleón pone fin al Imperio.
1815: Prusia (capital Berlín) organiza una nueva Confederación o Alianza germánica. La integran 39
Estados (los otros 270 han sido absorbidos ya por éstos), dos de ellos grandes (Prusia y Austria) y 4
medianos (los Reinos de Baviera, Hanover, Sajonia y Wurtemberg).
1866: Prusia y otros Estados de la Confederación alemana quitan a Dinamarca los ducados de
Schleswig y Holstein, se desencadena una guerra entre Prusia y Austria, triunfa Prusia y se deshace
la Confederación. Prusia organiza de inmediato una nueva, con los Estados del Norte. Bismarck es
Canciller desde 1862.
1870: Napoleón III declara la guerra a Prusia. Las derrotas sucesivas lo obligan a abdicar; el nuevo
gobierno sigue la guerra hasta la derrota final: París cae el 28 de enero de 1871. Prusia se queda con
Alsacia y buena parte de Lorena e impone a Francia reparaciones de guerra. Mientras no se termine
el pago, el ejército prusiano ocupa Francia.

b) desde 1871 hasta el fin de la Primera Guerra Mundial


1871: el 18 de enero en Versalles se proclama el Segundo “Reich”, sin Austria, pero con Baviera y
otros Estados del Sur más todos los del Norte; la capital se fija en Berlín. Los emperadores son
Guillermo I (1871-1888), Federico III (1888) y Guillermo II (1888-1918). Bismarck sigue de Canciller
hasta 1890; después de él se suceden otros 7, 4 de los cuales entre 1917 y 1918.
1898: se inicia la construcción de una gran Armada alemana.
1905: primera provocación a Francia en Marruecos.
1911: nueva provocación a Francia en Marruecos.
1914: estalla la “Primera Guerra Mundial”, porque Alemania apoya al Imperio Austro-húngaro que
quiere intervenir en Serbia, contra los deseos de Rusia; Alemania decide atacar a Francia, aliada
principal de Rusia, antes de que ésta esté preparada para la guerra.
1918: el 11 de noviembre se firma el armisticio de la guerra: Alemania sale derrotada y debe ceder
territorios en Europa y todas sus colonias a los vencedores.

c) desde 1918 hasta el ascenso de Hitler (1933)

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1918: la derrota provoca revoluciones que destronan o hacen abdicar a todos los soberanos
alemanes; se implantan Repúblicas en cada Estado y una República Federal en toda Alemania.
Algunos Estados más pequeños son absorbidos por los más grandes.
1919: 11 de agosto entra en vigor la nueva Constitución que establece la capital de la República en
Weimar; es prácticamente igual a la del Segundo “Reich” (incluso conserva el término “Reich”). Sus
Presidentes serán Ebert (1919-1925) y Hindenburg (1925-1934).
1919: abril: el Tratado de Versalles que pone fin a la guerra es extremadamente duro con Alemania:
pierde territorios con 7 millones de habitantes en Europa, la margen occidental del Rin queda
ocupada por el ejército aliado por 5 a 15 años, se prohíbe la conscripción militar y una futura unión
con Austria; el monto de las reparaciones de guerra queda para ser fijado en 1921. Luego de un
ultimátum de los vencedores (volver a invadir Alemania), el Tratado se firma el 28 de junio.
1919-1924: período muy duro. Las reparaciones de 1921 son muy altas. Hay agitación y asesinatos
de connotados hombres del gobierno, realizados por grupos paramilitares de derecha; los tribunales
no actúan con firmeza. Entre los asesinados están Matthias Erzberger, el 29 de agosto de 1921, y
Walter Rathenau ,el 24 de junio de 1922.
1923: Por dificultades con el pago de las reparaciones, las tropas aliadas ocupan el territorio del
Ruhr (la zona más industrializada). La inflación llega a su cumbre en 1923: 4,20 marcos por dólar
antes de la guerra; 162 al empezar 1922 y 7.000 al terminar; 160.000 el 1º de julio de 1923, 242
millones el 1º de octubre y 4,2 billones en el colapso el 20 de noviembre de 1923.
1924: Alemania se estabiliza política y económicamente y empieza un período de enorme y rápido
crecimiento.
1926: Alemania es admitida en la Liga de las Naciones.
1933: triunfa el nazismo en las elecciones y el Presidente Hindenburg nombra Canciller a Adolfo
Hitler el 5 de marzo.

d) el período nazi
1933: 31 de marzo: el Parlamento, recién inaugurado, da comienzo al Tercer “Reich” alemán. Se
suprime la organización federal.
7 de abril: se prohíbe a los judíos ser funcionarios del Estado.
14 de julio: una Ley suprime todos los Partidos, excepto el Nazi.
14 de octubre: Alemania se retira de la Conferencia de desarme y de la Sociedad de las Naciones, y
comienza a armarse.
1º de diciembre: una Ley unifica el Partido Nazi con el Estado alemán.
1934: 30 de junio: depuración que asesina a 77 personas.
2 de agosto: muere el Presidente Hindenburg; Hitler es nombrado Presidente y Canciller vitalicio.
1935: 16 de marzo: rompiendo con el Tratado de Versalles, se restablece el servicio militar
obligatorio.
15 de setiembre: se dictan las Leyes de Núremberg, destinadas a velar por la pureza de la raza aria.
Se desencadenan las grandes persecuciones contra judíos, gitanos y otros.
1936: plan para proveer a Alemania de materias primas y lograr la autarquía.
1938: 12 de marzo: Alemania ocupa Austria.
30 de setiembre: Checoeslovaquia cede a Alemania la región de los Sudetes, habitada sobre todo
por alemanes.
1939: 15 de marzo: Alemania ocupa Checoeslovaquia y la zona de Memel en Lituania (cedida luego
de la Primera Guerra).
22 de mayo: luego de mutuas visitas de los Dictadores (en 1937 y 1938), Italia y Alemania firman el
Tratado del “Eje”.
1 de setiembre: Alemania ocupa Danzig (cedido a Polonia luego de la Primera Guerra).

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3 de setiembre: un ultimátum de Inglaterra y Francia, que Alemania no responde, da inicio a la
Segunda Guerra.
hasta 1943, éxito alemán; desde 1943 repliegue y derrota final.
1945: 30 de abril: Hitler se suicida.
7 de mayo: rendición incondicional de Alemania, que es ocupada militarmente por los aliados: EEUU,
Inglaterra, Francia y la URSS.

e) desde 1945
Muy pronto Alemania se convirtió en el país donde de forma más notable se manifestaría la
incipiente Guerra Fría, la confrontación entre las dos superpotencias vencedoras (Estados Unidos y
la URSS).
La Segunda Guerra Mundial no finalizó con la firma de un tratado de paz, como había sucedido en
1919. 4-11 de febrero de 1945: se reunieron en la ciudad de Yalta (Crimea) Churchill, Roosevelt y
Stalin. Los vencedores dividieron el territorio alemán en cuatro zonas de ocupación: la oriental fue
controlada por la URSS, y la occidental por Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. La ciudad de
Berlín, situada dentro de la zona de ocupación soviética, reproducía el mismo esquema de división
en 4 zonas.
1947: Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron integrar económicamente sus respectivos sectores
creándose la Bizona, con sede en Fráncfort. Más tarde se uniría el sector francés, aunque Francia
sentía grandes recelos sobre propiciar la unificación alemana.
Junio de 1948: los aliados occidentales llevaron a cabo una reforma monetaria unilateral emitiendo
un nuevo marco revaluado, distinto del utilizado en la zona soviética.
23 de junio de 1948: las autoridades soviéticas disponen el cierre de todos los accesos de
comunicación (ferrocarril, autopistas y canales), así como los suministros de gas y de electricidad de
Berlín. La ciudad quedó aislada de la Alemania Occidental. El 26 de junio las potencias occidentales
respondieron al bloqueo con un puente aéreo para abastecer a los dos millones de personas que
habitaban Berlín occidental. Se realizaron vuelos día y noche para transportar mercancías (víveres,
carbón y petróleo). Este tráfico aéreo consiguió eludir los efectos del bloqueo, que se levantó
finalmente el 12 de mayo de 1949.

8 de mayo de 1949: se aprobó en Alemania Occidental el texto constitucional que ratificaba la


creación de la República Federal Alemana (RFA), con capital en Bonn. Los partidos mayoritarios
fueron el Demócrata-Cristiano y el Socialdemócrata. Se redactó una nueva constitución para
Alemania, la Ley Fundamental, que reflejaba las lecciones antitotalitarias del reciente pasado.
Ese mismo año: en el este, la zona de ocupación soviética, se creó la República Democrática Alemana
(RDA), donde se gobernó por medio de una dictadura de partido único y signo marxista-leninista.
Su capital fue Pankow; más tarde se transladaría a Berlín.
13 de agosto de 1961: La ciudad de Berlín mantuvo la comunicación entre sus dos sectores hasta
esta fecha, cuando la RDA levantó un muro de división fuertemente vigilado para evitar el paso de
refugiados al lado occidental.

Endurecimiento de las relaciones entre los dos bloques: Por el lado occidental, se establecieron una
serie de tratados regionales cuya estrategia consistió en crear un cerco en torno a la URSS y a China
Popular. En abril de 1949 culmina esta política con el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con el que
se pretendía mantener la cohesión entre las dos orillas del Atlántico.
Por el lado oriental, la actuación de occidente provocó como respuesta la formación, en 1955, de
una alianza militar, el llamado Pacto de Varsovia, formado por toda la Europa Oriental (Polonia,
Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, algo más tarde la RDA y Albania) excepto Yugoslavia,

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que junto con Austria y Suiza comprendía un espacio neutral en el centro de Europa. Fuera de
Europa se incorporarían más tarde Cuba, Mongolia y Vietnam.

2.2. Vida y obras


a) Romano Guardini nace en 1885 en Verona, en el norte de Italia, como primer hijo de una familia
de comerciantes, que llegará a tener cuatro hijos varones. Al año siguiente, la familia se traslada a
Maguncia, Alemania, porque el padre abre una empresa dedicada a la importación y distribución de
productos avícolas. Ahí se quedarán los Guardini -salvo una pequeña estadía en Suiza durante la
guerra de 1914- hasta la muerte del padre, acaecida en 1919.
Guardini se cría, así, en dos mundos que en su experiencia se yuxtaponen: el de Italia y el de
Alemania. El de Italia está representado por la madre, que vive prácticamente encerrada en la casa,
dedicada exclusivamente a los hijos; y por las largas vacaciones de verano donde los abuelos,
costumbre que Guardini mantuvo hasta el final de su vida: 15 días antes de su muerte regresó a
Munich de su última visita a los parientes italianos.
El mundo de Alemania está presente en la escuela y en los amigos, que no son muchos; más tarde,
se hará presente con fuerza en la decisión de hacerse sacerdote de la diócesis de Maguncia, decisión
que traerá consigo en 1911 la de nacionalizarse para poder ejercer una parte de su tarea sacerdotal,
la de hacer clases de religión en los colegios; tarea que, por lo demás, dejó de hacer muy pronto,
porque nunca logró tener disciplina en la clase.

b) Una vez terminado el colegio, a mediados de 1903, Guardini ingresa a la Universidad. Durante 5
semestres intenta en vano encontrar su camino. Primero hace dos semestres de Química en
Tubinga; luego, por consejo de su gran -y por ahora casi único- amigo Karl Neundörfer, dos
semestres de Economía en Múnich y un tercero en Berlín. Sólo descubre que no tiene capacidad
para las matemáticas. Su desorientación lo lleva a tomar cursos de Lógica, de Teoría del
conocimiento y de Psicología; es un período traumático, porque tampoco encuentra ayuda en los
Profesores de la Universidad.
Sin embargo, el año que pasó en Múnich tuvo para él dos cosas positivas. Por un lado, frecuentó,
con mucho gozo, círculos de historiadores del arte y de literatura; por otro, sufrió un proceso de
conversión. Guardini procedía de una familia católica practicante; en su infancia había sido piadoso.
Pero en estos primeros años de Universidad la idea kantiana de la autonomía del ser humano lo
hace perder la fe, aunque por poco tiempo. Conversando estos procesos con su amigo Neundörfer,
comentan un día la palabra de Jesús: “El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”;
Guardini siente repentinamente dentro de sí, con fuerza, la decisión de perder su vida. En esta frase
del Evangelio se le ha abierto el camino de la verdad; no una verdad científica, sino la verdad de la
vida, a la que se accede entregando la vida a Dios mediante Jesucristo y su Iglesia.

c) El semestre de Berlín es para Guardini decisivo: junto con darse cuenta de que debe dejar los
estudios de Economía, decide hacerse sacerdote. Pocos días después recibe una carta de su amigo
Neundörfer en que le cuenta que ha tomado la misma decisión.
Pero Guardini no entra de inmediato al Seminario de Maguncia, sino que hace primero dos años de
Teología: un semestre en Friburgo y tres en Tubinga. De estos tres semestres dirá más tarde que
han sido el tiempo más feliz de su vida, compartido con sus dos mejores amigos: Neundörfer y Josef
Weiger, a quien conoce al comenzar los estudios de Teología; se ordenará junto con Neundörfer en
1910, Weiger lo hará al año siguiente.

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El tiempo de estudio de la teología es decisivo para Guardini. Su amigo Weiger lo llevó a la abadía
benedictina de Beuron; Guardini se fascinó con la liturgia y con la espiritualidad de San Benito,
ingresando como oblato benedictino en 1909, un año antes de su ordenación sacerdotal.
Por otra parte, su Profesor de Teología y director espiritual Wilhelm Koch lo confrontó con el
modernismo; frente a él Guardini descubrió su propia veta teológica.
Se conoce con el nombre de modernismo a un movimiento muy difuso que surge entre intelectuales
católicos de fines del siglo XIX, primero en Francia e Inglaterra, luego también en Italia y Alemania.
Hay entre ellos filósofos y políticos, pero también teólogos y escrituristas; lo que los une es el
profundo malestar que sienten ante el cada vez más evidente divorcio de la Iglesia con el mundo
moderno; ellos quieren contribuir a un reencuentro. Este divorcio se les hace patente sobre todo al
comparar el carácter dinámico y transformador de la modernidad con el estático y fixista que
presenta la Iglesia, cerrada a todo cambio en su liturgia, en su doctrina, en su disciplina y en sus
costumbres, en nombre del carácter sobrenatural de la revelación divina de la que es depositaria.
Por eso, los modernistas subrayan el carácter histórico de la revelación cristiana y lo prolongan
también a la Iglesia, a la que quisieran ver capaz de adaptarse a los sucesivos e incesantes cambios
de la historia humana.
Sabemos que la reacción del Papa Pío X fue tajante: entre 1907 y 1910 -justo los años en que
Guardini estudia la teología- fulminó sucesivas condenaciones al modernismo, que despertaron en
la Iglesia católica oscuras fuerzas de represión, incluso organizadas desde la curia vaticana, que
durante un tiempo hicieron difícil la vida a los teólogos que buscaban honestamente un encuentro
crítico con la modernidad. En cierto modo, el Concilio Vaticano II es un esfuerzo de la Iglesia por
hacer un sereno ajuste de cuentas con el mundo moderno, luego del frenazo que representó la
condenación del modernismo.
En sus años de formación teológica, Guardini logró un muy difícil equilibrio entre la fidelidad a la
Iglesia y a su mejor tradición, por un lado, y la apertura a las preguntas de la modernidad, por otro,
que son las preguntas reales de la gente y que no pueden ser obviadas mediante decisiones
meramente disciplinares, sino que tienen que ser respondidas con seriedad. La clave de este
equilibrio está, a mi juicio, en la recuperación de la centralidad de la persona de Jesús en la fe
cristiana, recuperación a la que Guardini contribuye decisivamente con su predicación y con sus
obras1. Esto le permite, por un lado, liberarse del sistema doctrinal estático en que se ha pretendido
encerrar lo central de la fe -Guardini se mantendrá siempre distante de Santo Tomás, pero sobre
todo de la Neoescolástica, que triunfa desde mediados del siglo XIX en la teología romana- y, por
otro, descubrir el carácter histórico de la revelación, sin caer en los riesgos del modernismo:
Guardini afirmará una y otra vez que Dios se ha revelado no enseñando una doctrina sino actuando
salvíficamente en la historia.

d) Los trece años que van de su ordenación sacerdotal al comienzo de su cátedra en Berlín (1910 a
1923) son años de búsqueda de su camino personal, jalonados de fracasos.
De partida, su estilo fraternal y no paternal de ejercer el sacerdocio, no calza con el ambiente vigente
en la Iglesia. Vale la pena leer un pasaje de sus notas autobiográficas. “Creo que hay diversas formas
básicas de actitud y actividad sacerdotales. Dejando de lado el tipo de sacerdote cuyo centro de
gravedad está en las acciones sagradas y en la oración por la salvación de los hombres, tipo que se
da entre nosotros más bien en las Congregaciones de vida religiosa, veo sobre todo otros dos. El

1 Ver, sobre todo, Romano Guardini, Der Herr. Betrachtungen über die Person und das Leben Jesu Christi. Würzburg,
Werkbund, 1937; trad. castellana: El Señor. 2 tomos. Madrid, Rialp, 1956 (Patmos, Libros de espiritualidad 38 y 39) 550 y
428 pp.; y Romano Guardini, Das Wesen des Christentums. Würzburg, Werkbund, 4ª ed. 1953; trad. castellana: La esencia
del cristianismo. Madrid, Guadarrama, 1964 (Cristianismo y hombre actual 8) 108 pp.

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primero lo quiero llamar el del sacerdote paternal. Su punto de partida está por entero en la
conciencia de la función sacerdotal. En este sacerdote se da esa conciencia que tuvo tan
intensamente Pablo: la de ejercer, mediante la Palabra y el Sacramento, la acción de engendrar
espiritualmente hijos y de alimentarlos, protegerlos y guiarlos. Una forma muy hermosa de
sacerdocio, quizá la más originaria; pero yo nunca la pude realizar. Sin basarme en ningún principio,
sino dejándome llevar simplemente por mi actitud espontánea ante las tareas pastorales, encontré
el tipo de sacerdote fraternal, que no parte de la función, sino que la lleva en sí como fuerza; que
no se presenta ante los fieles como portador de la autoridad, sino que se pone junto a ellos. Se
abstiene de imponerles resultados y orientaciones seguras, para más bien entrar junto con ellos en
sus preguntas y búsquedas y encontrar, con ellos, las respuestas. Sé lo que me van a objetar: la
existencia cristiana no procede del hombre sino de Dios y por ello es esencialmente mandamiento,
ante el cual sólo cabe la obediencia. Por ello, en la Iglesia no se descubren verdades hasta ahora
desconocidas, sino que se proclama la única verdad revelada para siempre. Pero lo que trato de
decir se sitúa al interior de este hecho. Se trata de dos actitudes diferentes que atraviesan toda la
actividad sacerdotal: si parto expresamente de la autoridad y exijo obediencia o si me pongo junto
al otro y, con él, trato de desembocar en la obediencia. En ambas actitudes hay autoridad y
obediencia, pero recorren diversos caminos. También hay en ambas actitudes función; sólo que ésta
es en el primer caso por así decirlo el título jurídico del que parte expresamente la actividad; en el
segundo caso constituye la seguridad interior orientadora y la fuerza que guía y sostiene ese
permanente atreverse (...). A partir de aquí todo el problema de la relación entre sacerdote y laico
adquiere un carácter diferente; a menudo he pensado que muchas dificultades desaparecerían si
hubiese más sacerdotes en actitud fraternal”2.
En los dos años en que Guardini fue vicario parroquial se cambió cuatro veces de parroquia, quizá
porque su estilo fraternal no era bien visto por sus párrocos, de estilo paternal. Guardini empieza a
sentir con intensidad que debe cultivar su capacidad intelectual y obtiene permiso de su Obispo
para doctorarse en Teología. En octubre de 1912 parte a Friburgo, pero ya al año siguiente empiezan
a presionarlo de la diócesis para que termine pronto. Mientras tanto ha tenido serias dificultades
para encontrar un tema adecuado. Intenta primero un trabajo sobre la liturgia de las horas, pero el
Profesor guía lo rechaza porque considera que la propuesta es mera literatura. Finalmente hace un
trabajo sobre la redención en Buenaventura3.
A mediados de 1915 regresa con su doctorado a Maguncia. De nuevo empiezan los cambios de
parroquia: otras cuatro hasta octubre de 1916. Entonces se ofrece para hacer el servicio militar -
Alemania está en plena guerra- en lugar de un diácono de la diócesis, para permitir que éste termine
sus estudios y se ordene de sacerdote. Se le asigna trabajo de enfermería, pero en las oficinas. En
eso estará hasta comienzos de 1918. En estos años empieza a trabajar en un movimiento juvenil y
por primera vez experimenta el éxito en la tarea pastoral.
A fines de 1918 aprueba su examen para ser párroco, pero sigue de vicario. Esperaba que lo
nombraran ese año Profesor de Teología sistemática en el Seminario de la diócesis, pero nombran
a otro.
Ese mismo año se publica un libro suyo sobre el espíritu de la liturgia4. Se trata de unas cartas
escritas por Guardini en respuesta a preguntas de un amigo sobre problemas de liturgia; estas cartas

2 Romano Guardini, Berichte über mein Leben. Autobiographische Aufzeichnungen. Aus dem Nachlaß herausgegeben von
Franz Henrich. Düsseldorf, Patmos Verlag, 4ª ed. 1985 (1ª 1984). (Schriften der Katholischen Akademie in Bayern 116), 98-
100, traducción mía.
3 Romano Guardini, Die Lehre des heiligen Bonaventura von der Erlösung. Ein Beitrag zur Geschichte und zum System der
Erlösungslehre, publicada en 1921.
4 Romano Guardini, Vom Geist der Liturgie. Freiburg, Herder, 17ª ed. 1951 (1ª ed 1918); trad. castellana: El espíritu de la
liturgia. Barcelona, Araluce, 1946. 197 pp.

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cayeron en manos de un benedictino, que las mostró al abad del monasterio de Maria Laach, quien
decidió que debían publicarse. De un momento a otro, Guardini salta a la fama. De ese mismo
monasterio le piden su colaboración para editar el recién fundado “Jahrbuch für
Liturgiewissenschaft” (Anuario de ciencia litúrgica), colaboración que durará apenas dos años, pues
su director, Dom Odo Casel, no acepta que junto a la liturgia Guardini se ocupe de manifestaciones
de la piedad popular que le interesan como el Via Crucis y de oración individual ignaciana.
Max Scheler, por ese entonces convertido al catolicismo, le escribe comentándole entusiastamente
su libro y, al final, le pregunta si no ha pensado habilitarse como Profesor universitario. A fines de
1919, luego de la muerte de su padre, Guardini decide pedir permiso para estudiar. Parte en Abril
de 1920 a Bonn, donde se habilita con una nueva tesis sobre Buenaventura, terminada rápidamente
en Junio de 1921, en la que estudia ciertas estructuras de su sistema teológico5. Su clase inaugural
trata sobre el conocimiento teológico, tal como se da en Anselmo de Cantorbery; su base es la
revelación y la fe6. Guardini permanece todavía dos semestres en Bonn, como “Privatdozent”,
Profesor ya habilitado para enseñar, pero que aún no ha recibido un llamado para ejercer en alguna
cátedra de Facultad.
Estos años de Bonn han sido muy fecundos. Guardini ha tomado contacto con filósofos y teólogos
importantes, como Martin Buber, Max Scheler, Odo Casel y otros; ha tenido un muy buen trabajo
pastoral con el movimiento juvenil católico “Quickborn” (palabra del alemán antiguo que significa
fuente que surte o mana), cuyo centro está en el castillo de Rothenfels, y del que muy pronto será
el gran animador, haciéndose cargo de su dirección en 1927 y hasta su supresión por el gobierno
nazi en 1939. Sobre todo, Guardini ha descubierto en estos años la certeza de que su camino no es
la teología tal como se enseña en las Facultades universitarias y en los Seminarios, dividida en
disciplinas y cargada de datos históricos -que Guardini, con su pésima memoria, no logra retener-,
sino contribuir a recrear una “Weltbild” (imagen del mundo) católica, es decir, contribuir a la
interpretación de la realidad de la fe cristiana a la vez en un alto nivel espiritual y con responsabilidad
científica.
El problema es cómo recorrer este camino. Guardini rechaza una cátedra de Liturgia en Bonn,
porque la Facultad le exige dejar su trabajo en la pastoral juvenil. Providencialmente es llamado a
la Universidad de Berlín para una cátedra de Filosofía de la Religión y Cosmovisión
(‘Weltanschauung’) católica. Scheler, a quien consulta, le aconseja que acepte y que haga lo que
dice la palabra ‘Weltanschauung’: que mire el mundo como cristiano responsable y diga, en un nivel
científico, lo que ve; incluso le señala un primer objeto posible de esa mirada, las novelas de
Dostoiewski. En 1923 Guardini se traslada a Berlín y empieza su actividad como Profesor
universitario, que durará hasta que en 1939 el gobierno nazi suprima su cátedra, alegando que el
Estado tiene una cosmovisión, la nazi, que es la verdadera, de modo que toda otra cosmovisión está
de más.
Su llegada a la Universidad de Berlín no fue fácil. Imperaba en ella un ambiente laicista. Ni la Facultad
de Filosofía ni la de Teología, que es protestante, lo quieren admitir en sus claustros. Finalmente, el
Ministro de Educación, que ha creado la cátedra y ha llamado a Guardini, logra que lo acojan en la
Facultad de Teología católica de Breslau, para encargarse permanentemente, desde ella, de los
cursos en Berlín. Para calibrar esta etapa de la vida de Guardini tenemos que detenernos un
momento en lo que era el movimiento juvenil alemán de esa época y en lo que significó en filosofía
la nueva mirada de la fenomenología.

5 El título original de su tesis fue Die Bedeutung der Lehre von der gradatio entium, dem lumen mentis und der influentia
sensus et motus für das theologische System Bonaventuras; fue publicada más de 40 años después como Romano
Guardini, Systembildende Momente in der Theologie Bonaventuras. Leiden, 1964.
6 Romano Guardini, Auf dem Wege. Mainz, 1923.

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El movimiento juvenil católico “Quickborn”, que Guardini asesora, tiene vínculos con el movimiento
juvenil que ha estado desarrollándose en la sociedad alemana, al margen de las Iglesias, desde fines
del siglo anterior, como reacción al cambio social y cultural que ha impulsado Bismarck, cambio que
ha socavado las bases del ideal clásico de formación, que buscaba el cultivo de la personalidad
mediante el pleno desarrollo del ser humano, haciendo completa abstracción de las consideraciones
utilitarias. En efecto, a partir del acceso de Bismarck al gobierno de Prusia, en 1871, se ha ido
imponiendo en Alemania una política de corte pragmático o realista (la llamada ‘Realpolitik’), que
no tiene ideales que la orienten, y se ha puesto en marcha un proceso de industrialización forzada,
que en cuatro décadas ha permitido a Alemania alcanzar el nivel de desarrollo económico de
Inglaterra: Alemania ha dejado de ser una sociedad rural tradicional y han aparecido las masas
proletarias en las grandes ciudades industriales. Estos procesos económicos y políticos han entrado
en resonancia con la influencia creciente de la racionalidad científico-técnica positivista, que va
impregnando poco a poco la cultura con una actitud de progresismo optimista.
Sin embargo, ya a fines del siglo XIX el tono de las voces que predominan en la sociedad se va
haciendo crítico y pesimista, por influencia tanto de Nietzsche como de la llamada Filosofía de la
vida (‘Lebensphilosophie’). Se va haciendo camino la idea de que la razón y la ciencia positiva están
destruyendo la cultura; que, por lo tanto, hay que reemplazarlas por la vida y la intuición, y que el
arte ha de tomar el puesto de dirección que ahora detenta la ciencia. En este ambiente de tonos
neorrománticos surge en la juventud un fuerte movimiento que busca la recuperación de lo natural,
lo orgánico, lo viviente, y que rechaza lo artificial, entre ello, los excitantes como el alcohol y la
nicotina; un movimiento que, además, idealiza la juventud, considerándola como la etapa creativa
de la vida, de la que hay que esperar la salvación de la cultura alemana. En 1896 un estudiante de
enseñanza media funda un club de jóvenes dedicados a salir de excursión para entrar en contacto
con la naturaleza: los ‘Wandervögel’ (aves migratorias), cuyo modelo son los vagabundos
medievales, de vida sobria y tosca pero gozosa; y que subraya la autonomía y la autoformación de
la juventud. El movimiento se difunde con enorme rapidez y se diversifica. Influye también en los
movimientos juveniles de Iglesia, sobre todo en “Quickborn”, donde Guardini toma contacto
profundo y duradero con la juventud.
Guardini aporta a este movimiento el redescubrimiento del valor de los sentidos y del cuerpo,
superando la concepción imperante en la cultura y en la Iglesia, que valoraba una espiritualidad
abstracta, no encarnada. Redescubrimiento vinculado a su comprensión de la liturgia como acción
simbólica, que exige tanto la realización acabada del símbolo como una actitud interior de los
participantes adecuada a él, de manera que se logre la transparencia de lo interior y lo exterior.

En cuanto a la Fenomenología, Guardini entró en contacto con ella gracias a Scheler, quien se la
enseñó como una nueva actitud ante la realidad, que supera a Descartes y a Kant. El hombre
moderno se siente en efecto soberano autónomo y por ello desarrolla una actitud de dominio sobre
la realidad. Desde Husserl se abre paso con la Fenomenología una nueva actitud, hecha de entrega
confiada a lo evidentemente dado, de movimiento amoroso hacia el mundo y las cosas, mirados con
simpatía, con gozo, incluso con voluptuosidad, por su creciente plenitud. Así se supera el
subjetivismo escéptico de Kant, para quien nuestra inteligencia sólo logra conocer el fenómeno (la
cosa tal como aparece), sin poder captar el númeno (la cosa tal como es en sí); fenómeno que es el
resultado de un dato empírico, formado o moldeado por las categorías de la sensibilidad del ser
humano. Superado Kant, se hace posible un conocimiento de lo objetivo, del mundo, que es un
objeto dado y realmente accesible a los sentidos. La actitud que domina en la Fenomenología es,
entonces, la voluntad de percibir las formas (‘Gestalten’) que se dan en la realidad.

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A este fondo común de los fenomenólogos Scheler añadió una importante distinción, decisiva para
Guardini: existen diversas esferas de conocimiento -lo material, lo orgánico y vital, lo humano, lo
religioso- y a cada una de ellas corresponde por parte del sujeto una determinada actitud de
conocimiento, sin la cual se es simplemente ciego ante esa esfera de realidad.
En la línea de esta Fenomenología, Guardini pudo criticar adecuadamente el estéril
antropocentrismo autónomo de la modernidad y abrir el paso a una comprensión del hombre como
imagen de Dios y a la correspondiente certeza de que sólo desde Dios se puede contemplar y
comprender correctamente el mundo y se puede vivir en él con sentido.

e) Los años de enseñanza universitaria en Berlín, 1923-1939, son de mucha actividad y de muchas
satisfacciones para Guardini. Cada semestre su vida se divide en dos partes: el tiempo de Berlín,
dedicado a las clases, y el tiempo sin clases -que en Alemania es al menos de 5 meses-, dedicado a
la animación del movimiento juvenil, y que Guardini pasa en su mayor parte en el castillo de
Rothenfels. Ahí introduce formas de trabajo grupal que hoy son moneda corriente; empieza también
a celebrar la eucaristía de cara al pueblo y cultiva la expresión corporal de los jóvenes, la danza, el
canto, el juego y el deporte. Esta combinación de sus dos actividades, universitaria y pastoral, se
reveló extremadamente fecunda: lo que Guardini pensaba y enseñaba era probado y realizado por
los jóvenes del movimiento, y su experiencia de acompañarlos le abría camino a un nuevo pensar.
La vida que lleva Guardini en Berlín es de mucho trabajo y muy poca actividad social. Como no ha
sido bien recibido por sus colegas de la Universidad no cultiva el trato con ellos, salvo con algunos
pocos Profesores del ámbito de las ciencias del espíritu, entre ellos, por ejemplo, Werner Jaeger.
Asiste a menudo al cine y al teatro y traba amistad con un grupo de artistas y arquitectos que no
pertenecen a la Universidad. De este modo, Guardini pasa un poco inadvertido, lo que lo protege
durante el período nazi, al menos hasta 1939.
Con sus alumnos y para ellos Guardini trabaja mucho. Al comienzo atiende a los que desean
conversar con él los miércoles de 4 a 5 de la tarde. A poco andar, esa hora se hace estrecha y debe
alargar su horario, atendiendo toda la tarde. Luego debe añadir también la tarde del sábado, incluso
la del domingo. Atendiendo a sus alumnos -dice su biógrafa Gerl- Guardini aprendió a escuchar, a
crear el espacio para que el otro no sólo se exprese, sino que se pueda ver a sí mismo en la luz
correcta; porque Guardini busca entender a la persona que cada vez tiene delante desde ella misma,
sin esquemas preconcebidos.
En sus clases, Guardini se acerca a sus temas con esa misma actitud abierta y acogedora, sin juicios
previos condenatorios, sin ese ánimo -predominante en la teología y la Iglesia de su tiempo- de
defensa y ataque, sólo atraído por la verdad, porque sabe que nada verdadero puede ser contrario
a la verdad cristiana. Su actitud al trabajar los temas de sus clases es de profunda obediencia a la
verdad. Sea que se trate de temas antropológicos y existenciales, sea que se trate de
interpretaciones de grandes figuras humanas -normalmente pensadores intuitivos y visionarios, no
sistematizadores-, sea sobre todo que se trate de exponer textos de Escritura o la figura de Jesús,
Guardini se acerca a la realidad buscando reconocer -ver- la verdad que ahí se da, lejos de toda
pretensión -como ocurre en el idealismo- de construir la verdad.

Mientras tanto, su trabajo en “Quickborn” gira en torno a dar a los ideales juveniles su centro
cristiano, esa meta de llegar a ser hombres nuevos, pero no aisladamente sino dando también una
nueva forma al pueblo. Para ello, Guardini se propone integrar tres fuertes tensiones: la
independencia espontánea de los jóvenes con un espíritu de obediencia a la verdad, que es la que
hace libre; la libertad en el trato con el otro sexo –“Quickborn”, para escándalo de muchos en la
Iglesia, es un movimiento mixto- con un espíritu de castidad; y la búsqueda de una relación originaria
con la naturaleza y las cosas con un espíritu de pobreza.

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En el movimiento juvenil alemán extraeclesial prima una idea kantiana de libertad, centrada en la
autonomía individual, por lo tanto en la negación de la autoridad. Como Guardini ha experimentado
en carne propia que esa concepción lleva a perder la fe, lucha por convencer a los jóvenes de que la
libertad auténtica supone la autoridad, porque sólo es libre el que es lo que debe ser según su
esencia; pero se trata de una obediencia creativa, no de esclavo.

f) Aunque su trabajo en Rothenfels está siendo vigilado desde 1933, puede seguir todavía. El año
crítico es 1939: en enero le quitan su cátedra de Berlín y Guardini opta por jubilarse
anticipadamente, pues las entradas que recibe por sus muchos libros le alcanzan para vivir. En
agosto es confiscado el castillo de Rothenfels y cesa su actividad de pastoral juvenil.
Pero el trabajo no se detiene: sigue celebrando los domingos la eucaristía para universitarios, siguen
las largas horas de atención a los alumnos. Las clases son inmediatamente reemplazadas por series
de conferencias en Berlín y en otras ciudades, dadas en Institutos culturales o en templos.
En 1943 se obliga a salir de Berlín a los civiles. Guardini se va donde su amigo Josef Weiger, párroco
en Mooshausen, en el sur de Alemania. Aquí se dedica a escribir, poniendo en práctica el consejo
que desde un comienzo ha dado a los jóvenes: el trabajo permite dar a la existencia una estructura
de orden, incluso dentro de la mayor destrucción, sobre todo cuando se trata de situaciones que
uno no puede cambiar en el corto plazo.
En estos dos últimos años de la guerra Guardini se da cuenta de que no ha prestado hasta ahora
suficiente atención al fenómeno político, junto al cual ha pasado con cierta ceguera. Pero ya es tarde
para incorporarlo en su actividad pastoral con los jóvenes, porque no la retomará una vez que se
restablezca la paz.

g) Lo que sí retomará son las clases universitarias. Terminada la guerra, es llamado a la Universidad
de Tubinga, donde se crea para él en la Facultad de Filosofía la cátedra de Cosmovisión cristiana.
Acepta sin vacilar y desde octubre de 1945 vuelve, rejuvenecido, a la enseñanza universitaria. Hace
también series de conferencias en la iglesia, para que la gente pueda escuchar teología sin pagar -
son años duros en Alemania los primeros de la posguerra-; y lo hace en traje negro, sin ninguna
vestimenta litúrgica, para que también los alejados de la Iglesia, incluso los no creyentes, puedan
sentirse cómodos.
En octubre de 1948 se traslada a Munich en cuya Universidad se ha creado para él, también en la
Facultad de Filosofía, la cátedra de Cosmovisión católica. Aquí morirá el 1º de octubre de 1968,
luego de enseñar hasta su jubilación y nombramiento de Profesor emérito en 1962, fecha en que lo
sucedió en su cátedra Karl Rahner.
Se sabe que en 1965 Pablo VI lo quiso hacer Cardenal, pero Guardini rehusó, porque sentía que la
figura de Cardenal era algo muy alejado del mundo juvenil en el que él se había movido.
Su vida había estado marcada por dolencias físicas, sobre todo estomacales, y síquicas, por su
tendencia depresiva; en 1955 le empezó una neuralgia al nervio trigémino que no lo abandonó hasta
su muerte, a pesar de los muchos médicos, los muchos tratamientos y las tres operaciones a que
fue sometido. Un año antes de morir perdió la capacidad de crear y dejó, sin darle la revisión final,
su obra póstuma, largamente meditada, sobre la existencia del cristiano7.8

7 Romano Guardini, Die Existenz des Christen. Herausgegeben aus dem Nachlaß. München, Ferdinand Schöningh, 2ª ed.
1977 (1ª ed. 1976). VIII+520 pp.

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Guardini es un hombre multifacético, inclasificable. Quizá porque no quiso entrar en las
clasificaciones disciplinarias, y buscó toda su vida recuperar la visión de la totalidad. En la
“Vorbemerkung” (nota previa) de Freiheit, Gnade, Schicksal (Libertad, Gracia y Destino) dice: “Die
Untersuchungen dieses Buches gehen aus dem gleichen Bestreben hervor, das die Sammelbände
‘Welt und Person’ (…) ja im Grunde meine ganze Arbeit bestimmt hat: den Blick auf den
Zusammenhang des christlichen Daseins zu gewinnen” (p. 11) (“Las investigaciones de este libro
proceden del mismo intento que ha marcado los volúmenes de artículos ‘Mundo y Persona’ (…) que
ha marcado en verdad todo mi trabajo: lograr una mirada sobre el conjunto de la existencia
cristiana”). Su última obra, publicada en 1976 (pero lista y revisada por él en 1966), se llama Die
Existenz des Christen (La existencia del cristiano), lo que confirma lo citado.

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