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La horrenda masacre anticatólica de La Vendée

FRANCISCO JAVIER SANDOVAL OCHOA


[NOMBRE DE LA EMPRESA] [Dirección de la compañía]
LA FURIA JACOBINA QUISO BORRAR EL CATOLICISMO DE ESTA
REGIÓN
FRANCISCO JAVIER SANDOVAL
OCHOA
La Vendée es una región de Francia
tradicionalmente católica y que tuvo
un evento, que quizás no es muy
conocido, es llamado “La guerra de
La Vendée”. Para poder hablar de
esto tenemos que poner el contexto
histórico. La revolución francesa
comienza en 1789 y se desata un
clima de hostilidad a la Iglesia, que
acabó por desembocar en esta
guerra, en el contexto del periodo
revolucionario. En 1790 se vota la
constitución civil del clero, que a
grandes rasgos se encargaba de
hacer que el clero pasara a ser un
empleado del estado; ya no
dependían de Roma ni tenia nada
que ver con el Papa, y los obispos y
sacerdotes serian elegidos por el pueblo, además las diócesis cambiarían su
delimitación y ahora el gobierno se encargaría de hacerla. Se ordenó que
obispos y sacerdotes la juraran, ciertamente y tristemente hubo quienes la
aceptaron, pero lo gran mayoría no lo hizo, el resultado fue que de 160 obispos
solo 7 aceptaron jurarla, aunque un número considerable de sacerdotes
aceptaron jurarla. De aquí se derivó el término juramentario para todos aquellos
clérigos que juraron la constitución, con su correspondiente cisma y los
refractarios para los clérigos que la rechazaron. Ante esta situación los
revolucionarios impusieron ellos mismos a sus “sacerdotes” sumisos para que
los fieles tuvieran culto, sin embargo el pueblo rechazó a los juramentarios, a
tal punto que en muchos pueblos los únicos que asistían a las celebraciones
religiosas encabezadas por éstos eran los jefes revolucionarios de ese lugar,
con su pequeña corte de masones.
A partir de 1791 se endureció el odio hacia los sacerdotes refractarios, fueron
perseguidos y muchos de ellos guillotinados. Hacia 1793 se dio la parte mas
dura, continuaba el odio hacia lo católico y el ambiente de persecución en
Francia, pero a esto se suma que se empezaron a cerrar iglesias, descolgar
campanas, cambiar el nombre de las ciudades que tenían nombre de santos
por nombres que no tuvieran nada que ver con lo católico, por supuesto se
prohibió la educación cristiana en las escuelas y se promulgó una ley que
condenaba a muerte a los sacerdotes refractarios que ejercieran su ministerio
de forma clandestina, aunque esto ya se vivía, pero no con la autorización
expresa de la ley.
El 24 de noviembre de ese año se dio la máxima
muestra de odio a la religión, algo absurdo y ridículo, con
la introducción de un nuevo calendario creado por los
revolucionarios, este nuevo calendario empezaba con el
22 de septiembre de 1792 (año de la fundación de la
República), cambiando el nombre de los meses, y la
semana ya no era de 7 días sino de 10. Los días ya no
estarían mas asociados a un santo, sino que cada día
estaría relacionado con un animal, una planta o un
instrumento de trabajo. Unos meses después, en
algunas zonas, se les impuso a sacerdotes el
matrimonio, incluso se les obligaba a que renunciaran al sacerdocio de manera
pública y fue cuando sucedió el triste incidente en que la catedral de Notre-
Dame fue profanada y el culto católico fue sustituido para el culto a la “razón y
libertad”. La revolución que tanto había promovido la libertad era la primera en
pisotearla, había libertad para lo anticristiano, pero no había cabida para lo
católico.
El 21 de enero de 1793 guillotinan al rey Luis XVI y esto provocó alzamientos
contrarrevolucionarios. Por otro lado, el nuevo régimen había iniciado
campañas innecesarias contra Inglaterra, Holanda, España y los Estados
italianos, prácticamente contra todo Europa, pero para ello requerían tener
militares y fue cuando el gobierno revolucionario acudió a los pueblos para
reclutar gente para llevar a cabo las guerras, se tenían que reclutar entorno a
300.000 hombres. Una vez que llegaron a la Vendée lo único que encontraron
fue un rechazo al gobierno que había ordenado que desaparecieran los
sacerdotes, en su intención de hacer desaparecer a la fe católica, que habían
mandado guillotinar a su rey y que además venia a reclutar gente para una
guerra innecesaria que llevaría a la exaltación de la revolución de la que los
ciudadanos de la Vendée ya habían visto sus frutos y eran contrarios. Fue
cuando un grupo de hombres se levantaron contra el ejercito, se organizaron
para resistirlos y para buscar la autentica libertad.
Aparece en escena Jacques Cathelineau, un pequeño comerciante que,
enterado de la situación social, comienza a organizar la resistencia con gente
conocida a la que se le va uniendo gente cansada del régimen revolucionario,
este incipiente ejército se lanza a recuperar la villa de Cholet, y con éxito lo
consiguen, lo que tuvo como consecuencia el hacer despertar el sentimiento
religioso de toda la región de La Vandee.
Así surgió el ejercito del Sagrado Corazón de Jesús, este nuevo ejército llevaba
dicha imagen en tela roja, con las iniciales de Jesús y María en sus camisa,
chalecos, sombreros. La vida en el ejército vandeano era muy distinta a uno
normal, los soldados avanzaban rezando el rosario, el himno que tenían era el
Vexilla Regis, buscaban la confesión y se arrodillaban ante las cruces.
Uno de los mayores meritos que tuvo este ejercito fue la unidad, en él había
obreros y campesinos, pero también nobles que, con su experiencia y
conocimientos de batalla, fueron seguidos por gente sencilla que vivía
alrededor de sus propiedades. Encontramos entre ellos por ejemplo a Maurice
D’Elbèe (llamado el general de la Providencia) que venció en Coron y Beaulieu
y que fue capturado y ejecutado de manera pública por los revolucionarios.
Estaba también Charles Bonchamp (Marqués de Bonchamps) que pidió como
último deseo antes de morir a los 33 años, que se liberaran a los soldados que
habían sido capturados en una batalla contra el ejercito revolucionario. Se
liberaron en torno a 5.000 prisioneros, pero los revolucionarios respondieron a
este favor ahogando en Vihiers a 29 carros de prisioneros católicos. Los
prisioneros que Bonchamps había pedido que fueran liberados se dirigieron a
las inmediaciones de Yzernay, donde 2.000 soldados heridos, ancianos,
mujeres y niños fueron masacrados.
Había también un noble llamado François Athanase de Charette, que fue uno
de los principales generales y que fue fusilado sin juicio previo; destacó por fin
Henri de la Rochejaquelein un joven militar que con solo 21 años era uno de los
generales del ejercito católico y real.
Los revolucionarios no podían quedarse viendo esto, el general Turreau dio la
sentencia “Tenemos que convertir a la Vendée en un cementerio nacional”, y
las represalias comenzaron contra la región de la Vendée, la solución tomada
fue destruirla. A cargo del mismo Turreau y de el general François Amey, se
dividieron la zona en doce, a cada zona correspondería una columna militar,
que serían conocidas y no en balde, como las columnas infernales, y la misión
consistió en destruir todo (casas, bosques, aldeas enteras, sembrados,
iglesias, etc.) y asesinar mujeres, niños y hombres de manera indiscriminada.
El balance final es que hubo más de 100,000 muertos. Hubo toda clase de
atrocidades contra la población, violencia, saqueo, torturas de todo tipo, por
ejemplo se llegó a arrojar a mujeres y niños a hornos de pan.
El 28 de febrero de 1794 hubo una masacre en Lucs-sur-Boulogne,
perteneciente a la región de la Vendée. Se envenenaron las aguas y se ordenó
que se asesinara a toda persona sin excepción. Hubo víctimas en unos 60
pueblos. En Petit-Luc, el párroco, P. Miguel Voyneau, fue buscado para ser
asesinado y, una vez golpeado, maltratado y antes de morir le arrancaron el
corazón y la lengua. Se introdujo a la escasa población que quedaba en la
iglesia del pueblo, y ahí fueron asesinados a bayonetazos todos los presentes y
para cerciorarse de que ninguno quedara vivo, se atacaron con cañones el
campanario y la iglesia, derrumbándose ésta con los vandeanos adentro. Los
que no cabían en la iglesia fueron asesinados a punta de bayoneta, hubo
entorno a cien niños que fueron victimas de este suceso y se calcula un total de
seiscientas personas asesinadas. Nadie se atrevió a poner un pie en ese lugar
hasta 1863, cuando se extrajeron los restos y se les enterró.
El P. Noel Pinot que ejercía su ministerio de manera clandestina en la Vendée,
descubierto, arrestado y condenado a muerte por los cargos de no haber jurado
la constitución y ejercicio del sacerdocio, fue guillotinado el 21 de febrero de
1794. En Nantes hubo alrededor de 4,860 victimas de la “deportación vertical”
que consistía en agrupar a los condenados en un barco, dejar que zarpara y
luego se dejaba que el agua entrara en las bodegas para así ahogar a todos
los condenados.
El resultado de todo esto fue el posterior reconocimiento de la Vendée como
símbolo de oposición al anticlericalismo reinante y fidelidad a la iglesia.
Tuvieron el valor que muchos no tuvieron, dieron el ejemplo a las generaciones
futuras y honraron el nombre de Francia.

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