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Creo encontrar, en la obra poética de Citlalli, una continuidad en esa
intensidad —y subrayo la palabra intensidad porque la poesía es palabra en su
más alto punto de tensión— que se cumple en una suerte de dialéctica que va de
la utopía compartida a una reflexión intimista no exenta del desencanto para
expresarse en una propuesta ético-estética. Trataré de explicarme.
¿Cómo explicar esa tensión que parte en ¿Por qué mirarnos?; se detiene
en Geometría de la incertidumbre; busca signos en los Trazos de un día;
desemboca en Días de polvo; se afirma en Revelación para un camino incierto; y
concluye, provisoriamente, en Soles de fuego?
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sangró el vientre / para florecer en gladiolas / y vivir sin ficciones en la palabra
rota."
Soles de fuego está armado a partir de dos poemas entre los cuales median
tres años. Necesario es reconocer que el tiempo de la poesía no es el tiempo
lineal que recorre nuestras vidas; es, quizá, un tiempo circular, recurrente; un
tiempo en el que las imágenes vuelven por sus fueros para encontrar el acento
que mejor las exprese. Así, si en Sol de Historia Citlalli nos dice: "Camino por este
valle de lágrimas / donde los cielos cóncavos de obsidianas / laceran de tintas
rojas / el tiempo de los perros / los cantos roncos del cuervo / y la idiotez lasciva
de la hiena", otorgando su visión poética de nuestro desgarrado tiempo; en Sol de
Historia II —a partir de la imagen del humilde diente de león— sostiene, con una fe
que sólo puede venir de la poesía, lo siguiente: "El camino desborda de sol / para
ofrendar el sueño. / Quizá la noche de los hombres nunca llegue".
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No trato de convencer con esta mi lectura de que las razones antes
mencionadas sean únicas. No soy un lector desapasionado. La mía es una lectura
parcial que declara lo que cree haber encontrado. Estas palabras prosadas
apresuradamente quieren invitar a la lectura del libro Geometría de la
incertidumbre. La poesía nos es necesaria como el pan de cada día —
perdóneseme el plagio a Gabriel Celaya. Citlalli nos convoca a un diálogo, a un
encuentro de nuestras soledades, a un encuentro de nuestras sensibilidades: la
suya como poeta, la nuestra como lectores. Hagamos posible el milagro del
encuentro. No dejemos que la lealtad a nuestras incertidumbres sea mayor que
nuestra lealtad a la poesía. (JCB)
Muchas gracias.