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1. INTRODUCCIÓN ANATÓMICA
El proceso visual es un proceso tanto sensorial como motor que nos permite
interpretar la información que del mundo que nos rodea. En este proceso podemos
diferenciar tres etapas. La primera consiste en una etapa física en la que la luz que es
reflejada por un objeto penetra en nuestro ojo y una vez dentro, atraviesa las
diferentes estructuras transparentes (córnea, humor acuoso, cristalino y humor vítreo)
hasta llegar a enfocarse en la retina. En la segunda etapa, este estímulo luminoso que
se ha recibido se transforma en impulso nervioso y se dirige a través del nervio óptico
hasta el lóbulo occipital del cerebro. En la tercera etapa se interpreta el impulso
nervioso que se había recibido.
Para lograr todo este proceso visual básico, es necesario que la anatomía del ojo y sus
estructuras complementarias se desarrollen perfectamente des de la infancia y no
exista ninguna alteración que dificulte el proceso de la maduración del sistema visual.
Globo ocular
Órbita
Párpados
Conjuntiva
Aparato Lagrimal
Músculos Extrínsecos
Cada una de estas estructuras está formada por diferentes componentes, pero solo
nos centraremos en aquellas que puedan tener más relevancia cuando la luz entra
dentro del ojo, ya sea porque sirven de filtro o porque sean estructuras más sensibles a
los efectos de esta luz. Por este motivo, dentro del globo ocular destacaremos cuatro
componentes:
La córnea
El iris
El cristalino
La retina
La córnea se encuentra situada en la parte anterior del ojo por delante del iris.
Presenta una función óptica (refractando la luz que la atraviesa para poder enfocarse
en la retina) y una función de protección. Por la parte anterior está en contacto con la
película lagrimal y limita con los párpados, mientras que por la parte posterior se
encuentra hidratada y nutrida por el humor acuoso existente en la cámara anterior.
Está compuesta por cinco capas, de las cuales destacamos la capa más gruesa,
denominada estroma corneal y que representa el 90% del espesor corneal total, y la
capa más interna, el endotelio, en dónde se encuentran unas células con poca
capacidad de regeneración pero de gran importancia para el mantenimiento de esta
estructura corneal. La disposición regular de las fibrillas, de las células de todas las
capas y el hecho que sea una estructura avascular permiten que sea transparente.
La córnea es el primer filtro natural del ojo, ya que absorbe la luz con una longitud de
onda aproximadamente inferior a los 295 nm, como por ejemplo parte de la radiación
ultravioleta.
El Iris se encuentra por detrás de la córnea y está formado por las células pigmentadas
y células musculares que delimitan una abertura central conocida como pupila. La
dilatación de esta pupila (midriasis) o contracción (miosis) se consigue mediante la
acción del músculo dilatador del iris y por el esfínter del iris, controlando y regulando
así la cantidad de luz que entra en el ojo.
El cristalino es el segundo dioptrio o lente del ojo. Se trata de una lente biconvexa que
es transparente, sin vascularización ni nervios. Se encuentra limitada anteriormente
por el iris (sin entrar en contacto con él) y posteriormente con el humor acuoso.
Mediante los filamentos de la zónula de Zinn que lo unen al músculo ciliar y gracias a la
elasticidad del cristalino, somos capaces de enfocar a diferentes distancias. A medida
que pasan los años, esta estructura va perdiendo elasticidad y transparencia, dando
lugar a la presbicia y a las cataratas seniles.
El cristalino también es el segundo filtro natural del ojo, ya que absorbe las longitudes
de onda entre 320 y 400nm, protegiendo al retina de la radiación del ultravioleta más
cercano. También protege parcialmente la retina de la luz azul, aunque también es
necesaria para el correcto funcionamiento visual y otros ciclos fisiológicos. Este filtro
no tiene la misma eficacia a lo largo de toda la vida, ya que los ojos más jóvenes tienen
una transmitancia más alta para las longitudes de onda cortas. Con la edad, aumenta el
número de cromóforos del cristalino, incrementando su poder de absorción y, con
esto, incrementando también la protección de la retina contra la radiación UV. Por el
contrario, la posibilidad de reacciones fotoquímicas en el cristalino por el efecto de
esta luz, aumenta la probabilidad de padecer cataratas.
La retina está situada recubriendo la parte más interna del globo ocular y se encarga
de recibir el estímulo luminoso del medio exterior, transformándolo en un impulso
nervioso para que después sea transmitido a la zona occipital del cerebro para que sea
interpretado. Consta de 10 capas, de entre las que destacaremos la capa de los
fotoreceptores y la capa del epitelio pigmentario de la retina.
Existen dos tipos de fotoreceptores, los conos y los bastones. Los primeros se encargan
de la discriminación más fina y del color. Los bastones son más sensibles a la
percepción de la luz y por lo tanto son los que más utilizamos en condiciones
escotópicas (visión nocturna). Cuando la luz impacta sobre el fotopigmento de los
fotoreceptores, se inicia una cadena de reacciones químicas que provocan que en el
epitelio pigmentario de la retina se transforme este estímulo luminoso en un impulso
nervioso.
2. RIESGOS DE LA LUZ
La luz que vemos proviene del Sol o es luz artificial, como la que proviene de una
bombilla. La luz visible se encuentra entre los 400 y los 700nm y sólo es una parte de
todo el espectro electromagnético.
El daño más importante que puede producir la luz incidente sobre nuestros ojos se
localiza en la retina. Los posibles daños que puede provocar la luz comprendida entre
los 400nm y los 1400nm se pueden clasificar en tres tipos.
Por otro lado, la luz azul también es fundamental en el proceso visual y en otros
aspectos fisiológicos importantes como los ritmos circadianos. Todas las especies del
planeta presentan un gran número de ciclos biológicos que se repiten
aproximadamente cada 24 horas, conocidos como ritmos circadianos y mantienen una
relación importante con el reloj interno del cerebro. Algunos ejemplos pueden ser la
reposición de ADN en las células individuales o el ciclo del sueño/vigilia.
En condiciones de poca iluminación (condiciones escotópicas) los bastones son los más
sensibles a la luz y son los que principalmente utilizamos en la visión nocturna de los
humanos. El hecho que este tipo de fotoreceptores son más sensibles a las longitudes
de onda azul, y el hechos que el objetico que se persigue es poder ver en estas
condiciones, nos ha llevado a la creencia que el alumbrado exterior debería de utilizar
luces de alto contenido en azul. A pesar de ello, todavía existe la incertidumbre en
condiciones mesópicas de iluminación o en situaciones reales, ya que influyen muchos
aspectos como el diámetro pupilar de cada persona, los cambios bruscos de
iluminación o el tiempo de adaptación.
3. LEDS Y VISIÓN
Las incandescentes eran económicas y la luz que proporcionaban tenía un color cálido,
pero tenían muy poca eficacia (tan sólo aproximadamente un 15% de la energía
consumida era traducida en luz visible).
Con las luces halógenas, el cristal era sustituido por un compuesto de cuarzo que
soportaba mejor el calor y producía una mayor eficiencia y una luz más blanca. Pero
como aspecto negativo también se decía que podían emitir más radiaciones de luz
ultravioleta que las bombillas de filamento.
Las lámparas de bajo consumo mejoran la eficacia (consumen menos y pueden durar
más). Desde el punto de vista negativo, se decía que contenían mercurio y podía ser
tóxico, se decía que la vida útil disminuía si se encendían y se apagaban muchas veces,
se decía que tenían un alto consumo inicial, tenían un tamaño más grande, se creía
que la luz que proporcionaban no era tan cálida…
El bajo consumo y la elevada eficiencia mostrada por los sistemas LEDs, juntamente
con un teórico menor mantenimiento, una mayor durabilidad y una mejor
direccionalidad, han colocado estos sistemas en la vanguardia de la tecnología,
jugando un rol bastante importante en la política de energía. Esta tecnología está
creciendo a una velocidad vertiginosa y eso nos obliga a trabajar rápidamente para
aprender de ellas, valorarlas por sus virtudes y mejorarlas en sus defectos.
Del mismo modo que todas las fuentes luminosas que hemos vivido, también tienen
aspectos que nos pueden generar dudas en un primer momento. Dos de los aspectos
que se han comentado son la alta intensidad luminosa y una mayor proporción de luz
azul.
La alta intensidad luminosa que proporciona nos puede permitir una mejor visibilidad,
y nos permite utilizar menos potencia o energía para conseguir la misma iluminación
que con los sistemas anteriores o incluso una iluminación superior. Por otro lado, si
existe una sobreexposición, si miramos fijamente al estímulo luminoso o si lo
acercamos a una distancia inferior a 20 cm, puede provocar deslumbramiento y por lo
tanto incomodidad. Pero si hacemos lo mismo con otras fuentes de luz que
conocemos, ya sea con el Sol o con una farola, pasando por el foco de un estadio o por
la bombilla de una linterna, también notaremos en mayor o menor medida esta
incomodidad o deslumbramiento.
Ya hemos comentado la necesidad de la luz azul para un correcto proceso visual y para
determinadas funciones fisiológicas, pero también hemos visto algunos de sus posibles
riesgos con un uso inadecuado. La luz azul forma parte del espectro de luz visible y se
encuentra en todas las fuentes luminosas, en mayor o menor proporción, pero hay
personas que pueden ser más sensibles a sus efectos:
Población más sensible a la luz, como pacientes afáquicos (sin cristalino), pacientes
pseudofáquicos (con lente intraocular) o pacientes con determinadas alteraciones
retinianas como la degeneración macular asociada a la edad.
Del mismo modo que siempre se ha aconsejado una mayor prudencia y protección en
situaciones naturales que comportan una mayor exposición a la luz, como actividades
en la nieve, actividades en el mar o profesiones como pilotos de aviación, también
estas poblaciones han de mantener este principio de prudencia y protección, evitando
un mal uso.
Existen normativas que controlan, regulan y aconseja los límites de exposición para la
radiación de las diferentes fuentes de iluminación y las clasifican según el riesgo. Esta
normativa, se actualiza periódicamente y marca parte de las líneas de diseño y
fabricación de las compañías relacionadas en este sector desde hace muchos años.
A pesar de las ventajas de este cambio del tipo de iluminación, existe una discusión
documentada en relación a los posibles riesgos que tienen en comparación con los
sistemas de iluminación de sodio de alta presión utilizados mayoritariamente hasta la
actualidad. Pero esto no debe generar alarmas sociales y sí que debe servir para
continuar madurando y perfeccionando un sistema que puede aportarnos muchos
beneficios.
En Octubre de 2010, la “French Agency for Food, Enviroment and Occupational Health
& Safety (ANSES)” publicó un informe de aproximadamente 300 hojas
(http://www.anses.fr/Documents/AP2008sa0408.pdf) en donde comentaba algunas
ventajas y los posibles riesgos de estos sistemas de iluminación. También comentaba
posibles recomendaciones para seguir mejorando en el diseño, en la fabricación, en la
seguridad, en la normativa que rodea a esta tecnología y en la información que llega al
usuario y a los trabajadores habituales.
4. CONCLUSIONES
El ojo humano posee filtros naturales para determinadas longitudes de onda, como es
la córnea (filtra aproximadamente <300nm) y el cristalino (filtra aproximadamente
entre 320-400nm y parte de la luz azul). La estructura ocular más sensible a los riesgos
de cualquier luz es la retina.
Los principales riesgos son el deslumbramiento y los riesgos propios de la luz azul. Para
disminuir el deslumbramiento se aconseja no mirar fijamente a la fuente de luz o no
acercarla a menos de 20cm del ojo, consejos válidos para cualquier fuente de
iluminación.
Los niños, los afáquicos, los pseudofáquicos y los profesionales relacionados son los
más sensibles al riesgo de la luz azul