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MICHA EL J. GOLDBERG
l IRKANO DOOKS
Título original: Tire 9 Wavs of Working
I S.B.N.: 84-89897-34-4
I mpreso en España por: Artes Gráficas COFAS. S.A.
Resecados todos los derechos . Este libro no puede reproducirse total ni parcialmente,
en cualquier forma que sea, electrónica o mecánica , sin autorización escrita de la editorial.
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INDICE
Introducción ............................................................................... 7
sensibles y saben respetar los límites, y son capaces de ser unos genios
dentro de su campo de actividad. Pueden ser unos líderes y unos em-
presarios brillantes, intensos y comprometidos, aunque algo remotos,
y unos analistas, teóricos y asesores perspicaces.
Seis: El Solucionador. A los Seis, cautos como son, les preocupan
las situaciones problemáticas. Dan vueltas y más vueltas a la cuestión
de quién es digno de confianza, de si el jefe va por el buen camino y de
qué es lo que puede fallar. A las demás personas les puede inquietar el
exceso de preparativos de los Seis, su tendencia a dejar las cosas para
más tarde y su paranoia. En el mejor de los casos, los Seis pueden ser
unos pensadores originales, dotados de imaginación, fieles, sensibles,
intuitivos y comprometidos, y, en último extremo, defensores valero-
sos de su causa, sobre todo a favor de su equipo, del jefe o de ellos
mismos. Dominan maravillosamente el arte de sacar a la luz las moti-
vaciones ocultas y los intereses de los demás, y también y sobre todo
los posibles obstáculos que se pueden presentar en el camino.
Siete: El Visionario. Los Siete quieren mantener abiertas y activas
todas las opciones positivas. Los Siete, dotados de una fantasía enérgi-
ca, planificadores innovadores y optimistas, también son los clásicos
Peter Pan superficiales que no quieren crecer. Tienen tal apego a las
posibilidades gloriosas de la visión que acarician que les resulta muy
trabajoso percibir su lado negativo y los posibles tropiezos, y rehúyen
cerrar los tratos, los sufrimientos, los conflictos, los compromisos
corrientes v el trabajo rutinario. Son unos creadores entusiastas de
proyectos, pero es posible que no sean capaces de llevarlos hasta el fi-
nal. Las demás personas los pueden considerar narcisistas, quijotescos
e irresponsables. Los mejores Siete son unos visionarios dotados, unos
idealistas perspicaces e ingeniosos, capaces de amalgamar diversas ideas
para inspirar y encantar a los demás, y unos creadores entusiastas de
redes de contactos entre personas.
Ocho: El Cabecilla. Los Ocho quieren ejercer el poder y el con-
trol. A los Ocho, comunicativos y dominantes, les falta moderación y
sienten sus sentimientos (ya sean positivos y negativos) y los expresan
viva y abiertamente. Son pendencieros y buscan los enfrentamientos
(sin darse cuenta de ello en muchos casos), pues creen que tras una
discusión sale a relucir la verdad, y se centran en sus propios poderes y
INTRODUCCIÓN 17
en las carencias del otro. A las demás personas les puede parecer repe-
lente su carácter dominante y desmesurado y su falta de escrúpulos.
En el mejor de los casos, los Ocho pueden ser unas personas clave ex-
celentes y atrevidas, grandes empresarios y creadores de imperios eco-
nómicos, que no titubean ante los obstáculos ni las convenciones socia-
les. Los cabecillas Ocho, paladines natos, suelen proteger y sustentar
con eficacia a los desvalidos que están a su cargo.
Nueve: el Mediador. Los Nueve quieren tener en cuenta todos los
puntos de vista y a todas las personas para evitar las discordias. Los
Nueve son tranquilizadores y aceptan con facilidad soluciones de
compromiso; ven con claridad y se identifican tanto con las necesida-
des, con los entusiasmos y con los puntos de vista de su prójimo, que
las necesidades de los demás se confunden con sus propios deseos.
Los demás pueden tener a los Nueve por unos distraídos y descuida-
dos, por unos rutinarios, por unos burócratas estén donde estén, y a
los compañeros de trabajo de los Nueve les puede desagradar su ten-
dencia obsesiva a mantener dos opiniones (como mínimo), su costum-
bre de abrazar la ambigüedad y su búsqueda deliberada de cosas que
parecen irrelevantes. En el mejor de los casos, los Nueve, dotados de
un corazón bueno y caluroso, dirigen a los demás a base de inspirarlos:
cristalizan las posturas y los deseos ajenos sin que se entremetan sus
propios planes. Los mejores Nueve suelen estar pendientes del aconte-
cer de los sucesos que tienen lugar dentro del grupo y de la organiza-
ción. Esto les permite ser unos excelentes creadores de equipos, interme-
diarios entre posturas distanciadas y diplomáticos (con independencia
del tipo de trabajo de que se trate).
El Mediador
9
El Cabecilla 8 1 El Perfeccionista
El Visionario 7 2 El Colaborador
El Solucionador 8 3 El Productor
El Sabio 5 4 El Artista
INTRODUCCIÓN 19
Cada uno de los puntos del símbolo del Eneagrama está conecta-
do por medio de flechas con otros dos. El movimiento en el sentido de
la flecha conecta el punto con su Punto de Tensión. El movimiento en
contra del sentido de la flecha conecta el punto con su Punto de Alto
Rendimiento (que se llama a veces punto «corazón» o «de la seguri-
dad», porque nos sentimos seguros cuando pasamos a él). Los puntos
de Alto Rendimiento y los Puntos de Tensión son un norte importante
para guiarnos dentro del Eneagrama. El Punto de Tensión describe tu
modo de retraerte cuando estás abrumado. El Punto de Alto Rendi-
miento describe lo que pasa cuando te sueltas y alcanzas un «estado de
flujo».
El Punto de Tensión
Las Alas
Cada uno de los puntos tiene a sus lados dos alas: una, en el senti-
do de las agujas del reloj (el Tres, en el caso del Dos), y otra, en el sen-
tido contrario (el Uno en el caso del Dos). Al ala contraria al sentido
de las agujas del reloj la llamaré «Punto de sombra»; a la otra, «Punto
Aliado». Cuando conozcas las alas de las personas con las que te rela-
cionas en tu trabajo te podrás hacer una idea de qué huyen y de adón-
de quieren ir.
El Punto Aliado
El ala del sentido de las agujas del reloj, el Punto Aliado, viene a
ser un antídoto contra el estilo de nuestro Eneagrama, una fuente
práctica de posibilidades favorecedoras. Dirige la mirada al frente,
hacia el Punto Aliado, para ver qué es lo que te atrae, qué es lo que
te emociona, lo que te sirve de catalizador para el cambio. ¡Qué bue-
no es saber, por ejemplo, que tu compañero de trabajo, un Tres adic-
to al trabajo, quiere y necesita volver a conectar con los deseos de su
corazón (el Cuatro)! ¡O que tu jefe, un Cuatro acalorado, se calma
cuando dispone del espacio y del distanciamiento emocional del
punto de vista observador Cinco, que tú le puedes proporcionar al
instante.
El Eneagrama nos enseña que cuando mejor trabajamos es cuan-
do las alas están en equilibrio. Las personas suelen inclinarse más ha-
cia su Aliado o hacía su Sombra y prefieren explorar las cuestiones de
uno de ellos más que las del otro. Ninguna de las dos posturas es me-
jor que la otra. Pero en cualquiera de los dos casos a estas personas les
24 ENEAGRAMA
Las Tríadas
Según Platón, las tres potencias del alma son los sentimientos, el
intelecto y la voluntad. Siguiendo este principio, el Eneagrama divide
a los nueve tipos en tres grupos:
Los Dos, los Tres y los Cuatro comparan y contrastan para tomar
sus decisiones. ¿Qué es lo que me gusta más? ¿Qué es lo más impor-
tante o qué es lo que arroja mayores dividendos? Lo saben en seguida,
y por eso suelen tomar decisiones bastante rápidas (dentro de sus cam-
pos de conocimientos).
El grupo mental
El grupo de la voluntad
Las cuestiones esenciales para los puntos Ocho, Nueve y Uno son
las relacionadas con la voluntad. «¿Quién tiene más fuerza de volun-
tad, tú o yo?» Los Uno, rectos, intentan imponer «el camino correc-
to». Los Ocho quieren que las cosas se hagan a su manera. Los Nueve
evitan manifestar su voluntad o no están en contacto con ella. Cada
uno de estos tipos tiene una ira característica cuando se frustra su vo-
luntad. Los Ocho explotan, dirigiendo su ira al exterior, hacia los de-
más. Los Uno dirigen su ira sobre sí mismos. Los Nueve, que son plá-
cidos en apariencia y mantienen una actitud ambivalente respecto de
26 ENEAG RAMA
su voluntad, son al mismo tiempo los más tolerantes del Eneagrama (al
principio) y los más tercos (más tarde).
Los Ocho, los Nueve y los Uno toman las decisiones a base de
comparar con los precedentes: ¿Cómo lo hemos hecho otras veces? ¿En
qué categoría podemos encuadrar esto? El Ocho es capaz de reventar
descaradamente los convencionalismos o de justificarse, como hizo
Saddam Hussein, comparándose con un predecesor (Nabucodono-
sor). En cualquiera de los dos casos, el referente es lo que ha sucedido
antes. Los Nueve son criaturas de hábitos fijos («¿Por qué distribui-
mos el correo de este modo? Porque llevamos haciéndolo así desde
que Truman era presidente: por eso.») Los Uno toman sus decisiones
remitiéndose a las reglas establecidas.
El tipo y el contratipo
Virtud
. 9 Celo: Entusiasmo por fines o causas concretas.
• 8 Inocencia: Ejercicio del poder natural, sin pecado, ni culpa,
ni malas intenciones.
•7 Sobriedad: Dar peso y autoridad a la imaginación centrada.
6 Valor: Confianza en nuestro propio poder y en nuestro co-
razón.
0 5 Desapego: Sabiduría compasiva, el Buda iluminado.
28 ENEAGRAMA
Las pasiones son la distorsión de las virtudes. Son, tal como expu-
so Aristóteles, excesos o carencias de las virtudes, o aplicaciones dis-
torsionadas de las mismas. Las pasiones son compañeras de sus res-
pectivas virtudes, pues describen las polaridades gracias a las cuales
nos podemos conocer.
Pasión
• 9 Desidia: Despreocupación; pereza.
• 8 Lujuria: Concupiscencia, deseo desordenado de experien-
cias sensuales.
• 7 Gula: Deseo desordenado de ideas, de experiencias y de
planes.
• 6 Pusilanimidad: Falta de confianza en la fuerza y en la ver-
dad; cobardía.
• 5 Avaricia: Acaparar la información, las posesiones, el pro-
pio yo.
• 4 Envidia: Contemplar con envidia las cualidades de otro y
desear que las pierda.
• 3 Vanagloria: Engreimiento excesivo por los propios logros.
• 2 Orgullo: Concepto exagerado de las propias cualidades y
aptitudes.
• 1 Ira: indignación moralista.
Una advertencia
Virtud La paciencia.
CONOZCAMOS A UN UNO
El caso de John
La premisa básica
Fieles al reglamento
' Srephen Covey, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, Ediciones Paidós
Ibérica, Barcelona, 1997.
40 ENEAGRAMA
La urbanidad
Del mismo modo, a los Uno les interesan mucho las formas de la
etiqueta, las reglas de conducta por las que se rigen las relaciones entre
las personas, las normas de urbanidad. El alcalde de Nueva York, Giu-
lianí, es un Uno, antiguo fiscal, que propugna el cumplimiento estricto
de los límites de velocidad y de las normas que prohiben cruzar las ca-
lles fuera de los pasos de peatones, y se le ha visto reñir a los niños que
visitaban el Ayuntamiento porque hacían demasiado ruido. En un ar-
tículo publicado en el New York Times con el título de «Un alcalde pu-
ritano y sus 7 millones de niños revoltosos» se decía: «En otra época se
podía haber comparado al alcalde Rudolph Giuliani con un predica-
dor puritano que amenazase a los fieles con sus sermones y viese las
obras de Satanás en cada vaso de aguardiente. Pero en estos tiempos
se le puede aplicar una imagen más familiar: la de un padre de mal ge-
nio que se vuelve a mirar a los siete millones de neoyorquinos que van
en el asiento trasero del coche familiar y les amenaza con parar el co-
che en cuanto vuelvan a alborotar» 3.
Psicología
El lado bueno
Gracias a todo esto, son unos visionarios sinceros. Son unos plató-
nicos natos que ven con claridad y precisión la versión ideal de lo que
observan: una persona, un proyecto, una relación de pareja o la solu-
ción de una situación difícil. (Pero olvidan lo que no olvidó Platón:
que la Forma Ideal no puede cobrar realidad tangible.) A consecuen-
cia de ello, los Uno pueden ayudarte a clarificar tu plan de trabajo v
tus metas. Una puesta en común con un Uno antes de emprender un
proyecto o de dirigir una reunión importante te puede servir para re-
conectarte con un sentido profundo del propósito y con los objetivos
claros. A los Uno le suelen encantar las definiciones de misión.
En el mejor de los casos, los Uno están inspirados por los princi-
pios, en vez de estar limitados por las reglas. Buscan unos ideales bási-
cos que les sirvan de orientación en vez de quedarse encorsetados por
tina serie de reglas inflexibles que no tienen otro fin que la regla misma.
Los Uno son la conciencia del Encagrama (y de todos los que están
en él). Tienen conciencia, y están motivados para comportarse como
personas con conciencia. Cumplen su deber según el concepto que tie-
nen de él, porque es lo correcto, no por dinero ni por la fama ni para
recibir ninguna otra recompensa externa. Salga el sol por donde quiera.
Los Uno se consideran vinculados por un código estrecho de conducta,
con independencia de que atribuyan sus motivaciones a la razón, a la
tradición o a la benevolencia. Cuando estás seguro de lo que es correc-
to, cuando te dejas guiar con naturalidad por los principios, te resulta
fácil erigirte en mayoría confiada, aunque sólo seas Uno.
A los Uno les interesa la calidad. W. Edwards Deming, estadístico
cascarrabias que fue el padre del movimiento de la Calidad Total, era
Uno. Para Deming, el camino que conduce a la calidad es el de «redu-
cir las variaciones» a base de mantener unos controles estadísticos
fuertes: he aquí un planteamiento sólido muy propio de un Uno. De-
ming dijo que la calidad debe formar parte integral de un producto: el
método de eliminar los defectos a base de inspecciones (al estilo de los
Seis) supone no haber comprendido bien esta filosofía. Deming con-
denaba la costumbre de conceder los contratos al menor postor: a los
contratistas se les debe exigir calidad y no sólo precios bajos. De he-
cho, Deming veía con desconfianza cualquier cosa que debilitara la
atención a la calidad, incluso la gestión por objetivos, que es un plan-
EL PEREECCIONISI'A 43
Reformistas activos
Todos los Uno quieren ayudar a los demás y aplican mucha ener-
gía y entusiasmo para el bien común. Se esfuerzan para que la empresa
sea una buena ciudadana de la comunidad empresarial. Les interesan
cuestiones tales como la higiene y la seguridad en el trabajo, la calidad
de los productos, el trato justo al cliente, la solidaridad de la empresa y
la participación en la comunidad. Mi amigo Deke, que es un científico
e investigador muy cualificado, pasa muchísimo tiempo conectado a
Internet, discutiendo cuestiones éticas relacionadas con su campo de
estudios. Modera dos foros de debate, uno para científicos y otro para
éticos. Publica mensajes largos y reflexivos. ¿De dónde saca el tiem-
po? Los Uno trabajan incansablemente por aquello en lo que creen.
En una carta publicada en el diario Los Angeles limes, un lector
contaba que había asistido recientemente a un espectáculo de mario-
netas con su hija MacKenzie, de tres años, que empezó a preocuparse
demasiado porque los demás niños no seguían las reglas del juego que
se habían anunciado. Cuando le dijeron que debería preocuparse me-
nos de los demás y un poco más de sí misma, la niña exclamó: «No
puedo hacer eso. Sería egoísta por mi parte» 4.
Perfeccionistas
mente los registros, los diarios y el papeleo. «Mis registros pueden su-
perar cualquier prueba que se haya inventado para controlar la calidad
de unos registros», dice Ethan, un Uno que lleva el programa de con-
trol de calidad en una empresa de fabricación. «Un noventa por ciento
de mis registros son tan buenos como pueden llegar a serlo unos regis-
tros. El otro diez por ciento sólo son muy buenos.»
Art se dedica a impartir cursillos de formación en las empresas.
Cuando sale de viaje para impartir un cursillo nunca se lleva las diapo-
sitivas en una cajita que cabría con holgura en su maletín; en vez de
ello, se lleva todo el carrusel y el proyector de diapositivas. Termina
de colocar las diapositivas en el carrusel unos dos días antes del viaje.
Después, mientras llega la hora de salir camino del aeropuerto, com-
prueba y vuelve a comprobar que las diapositivas están en el orden
correcto. Comparémoslo con su socio, Mike, que es Siete, y que se
prepara la noche anterior: si no consigue que su secretaria se quede a
trabajar tarde y le prepare las diapositivas avisándola con tan poco
tiempo, se las arregla sin ellas.
Los Uno poseen una gran fe en el mantenimiento preventivo. Tie-
nen procedimientos de emergencia dispuestos para casos de avería o
de crisis. Robert, que es Uno y propietario de una empresa de fabrica-
ción de muebles a la medida, ha preparado listas de comprobación de-
talladas para repasarlas en situaciones tan corrientes como hacer una
visita a un cliente nuevo o supervisar la construcción de una pieza, y
pone estos protocolos al alcance de todos los interesados. En su orde-
nador también tiene protocolos personales similares para cubrir situa-
ciones tales como hacer el equipaje para ir de acampada o para entre-
nar al equipo de fútbol de su hijo.
Aunque los demás suelen calificar de «perfeccionismo» la atención
que prestan los Uno a los detalles, los propios Uno no se suelen ver a sí
mismos de este modo. Les parece, más bien, que lo único que hacen es
intentar hacer lo correcto o «cometer el mínimo de errores posible».
Maggi, propietario de una cadena de librerías, dice: «El concepto
de que los Uno quieren ser perfectos es un error que yo, como Uno
que soy, habría detectado, en todo caso. No quiero ser perfecto. Pare-
ce imposible serlo. Pero siempre sé que puedo ser mejor. Siempre hay
alguna manera de mejorar.»
EL PERFECCIONISTA 45
La frase de Émile Coué «Estoy mejorando cada vez más, todos los
días, en todos los sentidos» podría servir de mantra a los Uno.
El lado malo
¿Qué bosque?
más obtener una victoria moral y demostrar que tenían razón que lle-
var a buen término una tarea práctica.
Moralistas y ordenancistas
' David Grcisi y,, «Qu:ditc: 1 ro, t, makc it 'ap., en Basfnres llcrck 8 de u '-si, de
1994.
El. VERFECCIONISFA 47
El Inquisidor Interior
lugar dentro de su cabeza. Los Uno tiene un Inquisidor Interior que vigi-
la su conducta y que la va comentando sobre la marcha. Art, que im-
parte cursillos en las empresas, dice: «Cuando pronuncio una confe-
rencia, mientras me salen las palabras de la boca yo voy criticando al
mismo tiempo qué tal lo hago. ¿Estoy conectando con el público?
¿Estoy hablando con claridad? ¿Les estoy hablando como desde un
pedestal? ¿Estoy hablando por encima de su capacidad? Cuando ter-
mina la conferencia no me hace falta realizar una evaluación. Conozco
con exactitud cómo he quedado.»
La conciencia del Uno, que los hace ser tan conscientes, no habla
con una vocecilla callada. Es Pepito Grillo con anabolizantes: «¿Cómo
has podido ser tan estúpido?» «¡Deberías ser más productivo, más
creativo, más ordenado!» «Deberías estarlo pasando mejor.»
Tener un Inquisidor Interior ya es malo de suyo, pero es que los
Uno creen que todo el mundo tiene dentro un tirano semejante. No
obstante, los Unos creen también que las demás personas no hacen
caso a su tirano, a diferencia de ellos mismos, que cumplen con su de-
ber aunque sea sufriendo. La consecuencia es que cuando el trabajo
de las demás personas no alcanza el nivel requerido, el Uno no sólo les
acusa de un problema de competencia, sino de un delito de relajación
moral intencionada. Tom, que es un ingeniero Uno, dice, hablando de
un joven subordinado suyo: «Sabe hacerlo mejor. Es que no quiere es-
forzarse.»
El Uno no evolucionado es un contable moral que lleva la cuenta
de todos los asientos al Debe y al Haber. Pero Lao Tse ya lo observó:
«El buen contable no utiliza cuentas.»
Ingenuo
Los Uno están en el punto opuesto a los Seis, que entienden que
el trabajo es una cuestión de política y que la gente actúa de manera
interesada. Los Uno creen, por el contrario, en unos valores morales
absolutos que pueden resultar invisibles para otras personas.
Ron, que es jefe de contabilidad en unos importantes estudios de
televisión de Hollywood, y es Uno y ejerce una profesión propia de los
Uno, quiso recompensar a su mejor subordinada, una contable llama-
50 ENEAGRAEMA
Los argumentos que maneja mejor el Uno son los que se basan en
la idea de que algo favorece al bien común, o al bien de la empresa, o
al bien del equipo, o al bien del trabajo mismo. O que es justo. O que
contribuirá a «difundir la palabra». O que aprenderás algo valioso y
que te hará mejor persona.
Apelar al buen juicio del Uno equivale a mostrarle en qué sentido
concuerdan tus propuestas con el modo en que se hacen las cosas según
la tradición, o según el honor, o según la conciencia, y el modo en que
tus ideas concuerdan con el modo mejor y único de hacer las cosas.
No apeles a la rapidez ni a la posibilidad de obtener un beneficio
rápido. La mayoría de los Uno levantan la bandera roja cuando se les
dice: «Oye, todo el mundo lo hace; así podemos llevarnos un buen pe-
llizco.» A diferencia de los Tres, que comprenden la necesidad de tomar
atajos para no perder posiciones en la carrera de la vida, estas soluciones
de compromiso les parecen a los Uno rastreras, manipuladoras y ver-
gonzosas. Hay una vieja máxima que dice: «Aunque ganes la carrera de
las ratas, sigues siendo una rata.»
Dado que las reglas y el orden son las consideraciones supremas, los
Uno no están dispuestos a hacer excepciones ni a reconocer los casos
especiales. Se trata de la antigua antítesis entre la ley y la justicia.
La ley (que es la mejor amiga del Uno) exige tratar a todos por igual. La
justicia exige establecer excepciones en los casos especiales v legíti-
mos, lo que representa una falta aparente de orden que hace que los
El, PEEFECCIONIS1 A 51
Los mejores Uno son unos líderes sólidos, conscientes, que em-
prenden la tarea teniendo presentes los fines. Tienen una visión clara
del resultado «correcto» y conocen el modo correcto de alcanzarlo.
Lideran a base de compartir de manera compulsiva esta visión y de
manifestarla con su fuerza de voluntad poderosa: tienen que decirte lo
que es, y tú tienes que hacer algo al respecto.
Los Uno están más que dispuestos a corregir a los demás (tienden
a la crítica más que a la alabanza), pero les gustaría más que todo el
mundo supiera sin más qué es lo correcto, como lo saben ellos. Esto
puede significar que te imponen unas normas morales cuya existencia
no conocías siquiera. No titubean a la hora de redactar evaluaciones
del rendimiento u otros instrumentos de valoración del personal.
Los Uno lideran a base de inculcar programas, sistemas y procedi-
mientos. Cada sistema, ya sea financiero, de recursos humanos o técni-
co, tiene su manera correcta de llevarse. Los Uno mandan y prescri-
ben. Mantienen a raya a la gente, y cuando alguien se desvía, vuelven a
llevar al redil al descarriado. Maurice Lippens, presidente de Lippens
AG, grupo europeo de servicios financieros, dice que su estilo de ges-
tión consiste en «aplicar la presión de la ortodoxia».
Los líderes Uno tienden a dejar sentados con claridad los límites
de las funciones. Lo demuestran definiendo claramente las tareas y las
responsabilidades de cada uno y la cadena de mando. Saben quién
debe hacer cada cosa y quién manda a quién. (Podemos compararlo
con el modo de liderar de los Siete, con límites de funciones y cadenas
de mando difusos y en cambio constante.) Así llegan a controlar
fuertemente a las personas que trabajan bajo su mando y a dirigirlas.
EL PERFECCIONISTA 53
La organización Uno
6 Katrina Burger,
«Righteousness Pays», en Forbes, 22 de septiembre de 1997,
p. 200.
7 William Wiggenhorn, «When Training Becomes an
Education», en liarvard Busi-
ness Review, julio/agosto de 1990, p. 71.
EN'EAGIRAit1A
58
sus alas, tan subjetivas, es que están reaccionando ante las necesida-
des de la situación concreta, en vez de estar imponiendo una solu-
ción idealizada.
Cuando los Uno equilibran sus alas, «dejando que las cosas sigan
su curso» (en el lado Nueve) y poniéndose al servicio de los demás
(en el Dos) están accediendo a la virtud del Uno, la paciencia, que se
expresa en la célebre Oración por la Serenidad: «Que Dios me otor-
gue serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor
para cambiar las cosas que puedo cambiar y sabiduría para distinguir
las unas de las otras.» El intervencionista compulsivo se vuelve ade-
cuado.
Sombra
9
1 EL PERFECCIONISTA
4 Tensión
Las Alas
«El Dos me cambia en dos sentidos», dice John. «En lo que se re-
fiere a los analistas que trabajan a mis órdenes, sigo pensando que se
me da muy bien determinar cómo han de ser sus carreras profesiona-
les. Pero en vez de trazarles un plan ideal, presto más atención a lo que
les entusiasma y a sus deseos de corazón, para ayudarles a tomar deci-
siones. Es una cosa más suya que mía.» En un editorial de la revista
Business Week se nos recordaba que la Gestión de la Calidad Total
«sólo da resultado cuando la empresa descubre qué es lo que importa
a sus clientes» s.
El Dos genera comprensión humana, y es la salida del Uno. No
hay verdadera moral (Uno) sin comprensión humana (Dos).
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Uno
por alto (sobre todo los sentimientos de los demás, o bien las
rutas o procedimientos alternativos)?
• Que tu visión de lo ideal y tu entendimiento de lo incorrecto te
sirvan de guía, no de cadena con una bola.
• Saca el corcho a la botella. Te estás tragando todos esos senti-
mientos, juicios y resentimientos reprimidos porque crees que
son inaceptables. Lo que pasa es que son un obstáculo para ti.
Cuando los reprimes, hacen que parezcas mucho más iracundo
de lo crees.
• Cumple tus acuerdos contigo mismo. lodos los Uno que tienen
fijaciones se atormentan seriamente a sí mismos haciéndose
promesas para no cumplirlas después. Cambian las reglas des-
pués de jugar, levantan la valla después de dar el salto. («Cuan-
do haya terminado esto, me tomaré un descanso.»)
• Aprende el concepto de «suficientemente bueno».
• Perdónate a ti mismo.
• Preocúpate de tus cosas. Tómate unas vacaciones del cargo de
superresponsable del buen estado moral de los demás.
• ¿Qué prefieres: tener la razón o estar aquí? Juzga todo lo que
quieras, si lo deseas; pero si tu jefe se cree que lo estás juzgan-
do, olvídate de asistir a las reuniones de las altas esferas. El tra-
bajo no es la Inquisición; la gente no quiere estar rodeada de
moralistas ni de jueces irritantes.
• Anima a los que cometen errores. Tu actitud severa, crítica,
puede llevar a tus subordinados o a tus compañeros a ocultar
sus errores, impidiéndote así acceder a la información, a las va-
loraciones de tu rendimiento o a la sabiduría que necesitas.
• «El que se esfuerza sólo puede perfeccionarse a sí mismo a su
manera, y no de ninguna otra», dijo Martin Buber. El problema
de los Uno es que tienden a tragarse enteras las reglas de los de-
más. Encuentra tu manera propia.
El Colaborador
DOS: EL COLABORADOR
También llamado: EL ÁNGEL CUSTODIO,
EL PODER OcuLTO TRAS EL TRONO,
EL POBRE GENEROSO
Son Dos ... Mary Kay Ash, Max de Pree, Mister Rogers,
la embajadora Pamela Harriman, Leo
Buscaglia, Sally Jessy Raphael, Desmond
Tutu, Mary Richards (el personaje de Mary
Tyler Moore), el pediatra T. Berry
Brazelton, el diseñador de moda Isaac
Mizrahi, Shangri-La.
Virtud La humildad.
Pasión El orgullo.
CONOZCAMOS A UN Dos
El caso de Rhonda
La premisa básica
Los Dos son personas «de trato con personas», y para ellas todo
negocio es un negocio de trato con personas. Jim Autry, conocido eje-
cutivo del sector editorial, resumió el credo de los Dos cuando escri-
bió: «No hay negocios. Sólo hay personas.» Mary Kay Ash, magnate
de los cosméticos que fue, además, una de las mujeres empresarias de
mayor éxito de la historia, es Dos. «Para mí, las pérdidas y las ganan-
cias significaban mucho menos que las personas y el amor»'.
Los Dos centran sus miras en las necesidades emotivas de las per-
sonas que tienen a su alrededor (su jefe, sus compañeros o sus clientes)
y, acto seguido, reaccionan ante ellas con habilidad, de manera activa,
incansable y experta. Son «el pecho que hace las cosas», como los lla-
mó el psicoanalista Harry Guntrip. Son la secretaria o el asistente per-
sonal increíblemente previsor, y el jefe empático, auxiliador, que «se
ocupa de los suyos». Los Dos se consideran a sí mismos como el poder
oculto tras el trono, y suelen serlo.
En calidad de tales, los Dos gozan de un poder y de una influen-
cia considerables. Pueden dar la impresión de que su falta de autori-
dad formal no tiene mayor trascendencia. Cuando yo trabajaba en
una pequeña agencia gubernamental, la secretaria del director de la
agencia, que era una Dos, dirigía toda la oficina, en esencia. Como
cancerbera del jefe (cargo que suelen ocupar los Dos), era ella quien
decidía quién hablaba con él y qué papeles llegaban a su mesa y cuán-
do. El jefe era un Seis que se alegraba de que ella mantuviera a raya a
la gente que venía a exponer sus casos. Ella conocía bien las priorida-
' James Autry, Amor y beneficios, Mandala Ediciones , 1993. Mary Kay Ash, Mari,
KaB Harper & Row, Nueva York, 1987, p. 26.
EL COLABORADOR 73
des de él: manejaba hábilmente las relaciones con los jefes de su jefe y
cuidaba de su persona: no le importaba encargarse de traerle café o el
almuerzo.
Los Dos pueden ser unos verdaderos ángeles custodios de un
proyecto o de una organización. Son responsables y comprometidos.
Como son auténticamente empáticos, organizan sus vidas alrededor
de las personas que les importan. Cuando a alguien se le ha herido en
sus sentimientos , ellos lo perciben y saben qué deben hacer para tran-
quilizar a la persona. Captan la animosidad en potencia entre los
compañeros de trabajo y realizan hábiles gestiones para reconci-
liarlos.
El Dos, por su parte, no pide gran cosa a cambio, de manera di-
recta. Pero hay una pega. Los Dos creen que si son capaces de cubrir
tus necesidades hábilmente también deberían cubrirse las suyas con la
misma habilidad.
Y lo que quieren los Dos como parte del trato es que las personas
a las que valoran ellos (a ti, por ejemplo) dependan de ellos y, por tan-
to, los aprecien. Con su carácter seductor, con sus dotes para tirar de
los hilos ocultos, son tan aficionados a que la gente dependa de ellos
como lo son los Tres a cumplir las tareas . Los Dos se van volviendo
poderosos e influyentes paulatinamente, gracias a que las personas im-
portantes confían en ellos.
El Dos lleva a cabo un juego de poder seductor, basado en la zana-
horia y el palo. La enfermera Dos dice: «Estoy aquí para ayudarle a que
se ponga bueno; y, para que yo pueda ayudarle, las cosas deberán hacerse
a mi manera.» El Dos asume el control, pero es sólo por tu bien.
Les gusta disfrutar de esta gloria reflejada, sobre todo cuando se les
reconoce el mérito de ser la piedra angular, la persona central y esencial,
Cuando mi amiga Susan se entera de los éxitos de alguno de sus pacien-
tes, exclama: «¿Verdad que soy una psicoterapeuta estupenda?»
En el mejor de los casos, los Dos ofrecen un servicio, de corazón,
cortado a la medida de tus necesidades, sin pegas; en el peor de los ca-
sos, te pueden enredar en una maraña de obligaciones tácitas. Muchos
Dos tienen elementos de los dos tipos.
74 ENEACR.-1iIA
El aplauso
Los Dos necesitan que los valoren: para eso valoran ellos tanto a
los demás. La revista de empresa que publica Mary Kay Cosmetics se
llama Aplauso. «A todo el mundo le gusta recibir alabanzas», dice
Marv Kay. «Uno de los pasos más importantes que di en mi vida fue el
de empezarme a imaginar que todas y cada una de las personas que me
encontraba en la vida llevaban colgado del cuello un letrero que decía:
"Haz que me sienta importante." Yo reacciono inmediatamente a este
letrero.
»Si das a alguien un regalo de cuarenta centavos, en una caja de
un dólar, con cien dólares de reconocimiento, resulta mil veces más
EL COLABORADOR 75
eficaz que darle un regalo de cien dólares, en la misma caja, con cua-
renta centavos de reconocimiento.» En sus famosas ceremonias de en-
trega de premios por ventas (en las que premia a sus mejores vendedores
con anillos de diamantes, abrigos de visón, Cadillacs rosa y vacaciones
de lujo) «se pretende conseguir una puesta en escena y una vistosidad
dignas de una película de Cecil B. de Mille»2. En estas ceremonias de
entrega de premios, todos los ganadores dan las gracias a Mary Kay,
con razón, por haber hecho posible todo aquello.
Psicología
El lado bueno
Ibid, p. 169.
80 ENEAGRAMA
Los Dos están motivados por los clientes, a diferencia de los Tres,
que están motivados por el mercado. El Tres dice: «Yo me dedico a
esta actividad, ¡vamos a buscar a los clientes!», y es capaz de propor-
cionar un servicio extraordinario a los clientes. Por el contrario, el Dos
dice: «Yo estoy al servicio de estas personas, ¡voy a dedicarme a esta
actividad!» La cadena McDonald's, que es una empresa Tres, quiere
vender el máximo número de unas mismas hamburguesas. Pero los
Dos reaccionan ante los individuos. Jack, que lleva una joyería fami-
liar, dice: «Sencillamente, soy incapaz de pensar en términos de tareas
o de rutina. Pienso en términos de personas. Tiene que aparecer una
persona en la imagen. Si el que quiere que se haga algo eres tú, enton-
ces lo hago con mucho gusto, sea lo que sea.» La vieja cancioncilla pu-
blicitaria de la cadena Burger King debió de escribirla un Dos: «¡En
Burger King, como usted quiera!»
Mimi, que es Dos y trabaja en una agencia importante de contac-
tos para personas que buscan pareja, dice: «Yo me pongo muy conten-
ta cuando veo cl agradecimiento reflejado en el rostro de las personas.
Tiene mucho valor para mí hacer felices a los demás y conseguir que se
sientan bien. Cuando no soy capaz de hacer felices a las personas, ten-
go la sensación de que he fracasado.»
Los Dos esperan que sus subordinados estén motivados, como
ellos, por el orgullo de servir al cliente. Kevin, que es Dos, gerente de
unos grandes almacenes, dice: «Lo que doy a mis jefes de departamen-
to es su autonomía. Tu departamento es tu tienda. Sólo espero a cam-
bio una cosa: que no me aparezca en mi puerta un problema con un
cliente antes de que tú me lo hayas contado. Cuando se presente ante
mí un cliente quiero poder decirle que el problema ya se ha resuelto.
Estas son nuestras normas de servicio a los clientes.»
El lado malo
Aunque los Dos arrojan la luz de los focos sobre los demás, con-
trolan considerablemente la acción a base de determinar dónde se di-
rige el foco. Una vez que asesoré a una empresa de asesoría de gestión
pasé un día entero reuniéndome con los socios de la empresa, uno a
uno, en la sala de conferencias. Se ocupaba de mí y de la organización
una de las secretarias, Julie, la cual se encargó de poner en la sala de
conferencia flores, muchas bebidas frías y calientes, galletas, dulces y
fruta. Se había enterado de alguna manera que yo tengo alergia al tri-
go. Trajo bollos sin trigo. Pasó el día entero preguntándome a interva-
los regulares si necesitaba algo. Cada conversación con ella parecía un
chorro de luz y de amor. («Estoy maravillosamente», pensaba yoJ Em-
pecé a acariciar la idea de contratarla para mi equipo. Después, entre
sesión y sesión, inc preguntó si podía hablar conmigo. Me preguntó si
consideraría la posibilidad de contratarla. Yo le dije que sí, desde lue-
go. Estaba absolutamente encantado.
84 ENPAGRAMA
Al trabajar con un Dos, las cuestiones a las que puedes apelar con
4 Mary Kay Ash, Mary Kay, You Can Have It i111 Prima Publishing, Roeklin, Califor-
nia, 1995, p. 4.
EL COLABORADOR 85
Max de Prce, Leadershlp Jazz, Dell Publishing, Nueva York, 1992, p. 219.
7 M. de Pree, Leadershrp Is en Art, Michigan Srate University Press, Easi Lansing,
EE UU, 1987.
' L. Spears, op, ca., p. 13.
88 ENEAGRAMA
Unificación de la autoridad
Los Dos son maestros del arte de «dirigir al jefe». Saben instinti-
vamente cómo conseguir que su organización o su jefe tengan buen as-
pecto cuando ellos quieren, y los jefes les siguen, imaginándose que las
ideas de los Dos son ideas propias suyas, de los jefes.
No hace falta animar a los Dos para que cumplan el programa.
Están dispuestos a hacer horas extraordinarias y a trabajar de firme
para conseguir que se haga algo para un jefe al que ellos apoyan. No
necesitan las instrucciones detalladas que exige un Nueve, ni la autori-
dad concreta que quizá hubiera que otorgar a un Seis. Los Dos saben
lo que hay que hacer y lo hacen sin más.
Pero no se equivocan. Aunque los Dos son maestros del trabajo
entre bastidores, son personas emocionales que se sienten a gusto con
el verdadero poder, les gusta estar próximos a él y ejercitarlo. Quieren
EL COLABORADOR 89
figurar entre los actores en las situaciones importantes. Saben con pre-
cisión los rendimientos que esperan obtener y cómo conseguir que re-
caiga sobre ellos el mérito cuando es preciso, incluso en puestos de
trabajo que pueden dar la impresión de que no son puestos de poder.
«A mí me encantaba ser camarera», dice Marilyn, que ahora es di-
rectora de una guardería. «Todavía me dedicaría a ello si no fuera por
la falta de incentivos económicos y porque la espalda no me aguanta.
Cuando trabajas de camarera estás ejerciendo un control. Puedes do-
blar la propina con una sola mirada. No hace falta que digas nada.»
Es un gran incentivo para un Dos trabajar con personas con las
que se llevan bien. Zeke, que trabaja de auxiliar administrativo tempo-
ral para cubrir sus gastos mientras sale adelante como actor en ciernes,
lo expresa así: «¿Que con quién me gusta trabajar? Todo es cuestión
de si soy capaz de conseguir que me aprecien. No me gusta trabajar
con las personas que insisten en estar insatisfechas o que no compren-
den el principio del toma y daca. Mi trabajo consiste en descubrir qué
es lo que quieren de verdad y proporcionárselo. Cuando lo hago así,
entonces la recompensa es muy grande. Me encanta trabajar con per-
sonas que me aprecian y que aprecian mi aportación.»
Los Dos pueden llegar a ser muy inteligentes, pero es raro que
sean eruditos. Mientras que los Cinco pueden disfrutar pasándose un
día entero (o un año entero) a solas con un buen libro o con un buen
módem, los Dos aspiran a mantener tratos más cara a cara con las per-
sonas. A los Dos les va bien en los seminarios, en los debates y en las
demás situaciones en las que pueden intercambiar relatos, sentimien-
tos y vivencias. Cuando mejor aprenden es cuando tienen la oportuni-
dad de conectar con otras personas, de exhibir sus dotes para el trato
personal y su encanto y de que los admiren por mejorar la experiencia
didáctica de los demás.
90 ENEAGRAL\JA
" James 1 filton, £lorizontes perdidos, Plaza & Janés , Barcelona, 1972.
92 EN LAGRA MA
1 Sombra
2 EL COLABORADOR
3 Aliado
4 Alto rendimiento
Las Alas
Los Dos que huyen de su sombra Uno evitan las restricciones, las
reglas y las inhibiciones. Esas cosas son para las masas. Como ellos co-
nocen a mucha gente y dan mucho de sí mismos, las normas corrientes
no se les pueden aplicar a ellos. «Tenemos que atender a las reglas que
nos preparemos tú y yo; o, mejor todavía: no vamos a tener ninguna
regla, sólo nuestro interés y nuestro apoyo mutuo.» Las críticas imper-
sonales, basadas en las reglas (o, ya puestos, las críticas de cualquier
clase) pueden dejar helado a un Dos que busca la aprobación de los
demás.
Cuando la cuestión los afecta a ellos mismos o afecta a las perso-
nas a las que quieren cortejar, la mayoría de los Dos están dispuestos a
forzar las reglas impersonales con el fin de mejorar su imagen dentro
de una relación personal.
Los Dos que mantienen buenas relaciones con su ala Uno interna
no aplican las reglas con demasiada formalidad ni las fuerzan en exce-
so para apoyar a sus favoritos. Las reglas tienen sentido para ellos
como directrices adecuadas.
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Dos
Para ello puede ser preciso que te asomes a tu interior y que pa-
ses un tiempo a solas (¡ay!).
• Retrocede. No te metas. La gente necesita a veces resolver sus
propios problemas y disponer de un espacio propio. Advierte
tu tendencia codependiente a rescatar a los demás y a asumir
como tuyos propios los problemas de los demás. Puede que la
persona en cuestión no necesite que tú vayas a rescatarla. No
compartas demasiado sus sentimientos. Deja claro dónde ter-
minan tus responsabilidades.
• No te pienses que todo el mundo es un Dos (defectuoso): la
gente no será capaz de intuir tus necesidades tan bien como tú
intuyes las de ellos. Puede que no sea tan humillante como pa-
rece el tener que pedir lo que necesitas.
• Cuando dejes de trabajar por medio de los demás, habrás re-
suelto el dilema central del Dos: independencia o dependencia.
La solución es la interdependencia: ver tu propia importancia
dentro de su contexto, y ser capaz de recibir lo que necesitas de
verdad.
• Asegúrate de que se está realizando el contenido de tu trabajo,
y no sólo sus aspectos relacionados con las personas. Los Dos
tienden a creer que sus problemas son cuestiones personales;
en algunos casos, lo único que pasa es que el trabajo no se cumple.
• Aprende a aceptar las alabanzas sin darlas por descontadas.
• Trata limpiamente, sin manipular. Tú te crees que mereces un
trato especial, teniendo en cuenta que mantienes unas relacio-
nes personales también especiales, pero esto no hace más que
llevar adelante el juego del Dos, que te hace creer que para con-
seguir lo que deseas tienes que engatusar a la gente.
El Productor
TRES: EL PRODUCTOR
También llamado: EL CUMPLIDOR, EL MOTIVADOR,
EL DIRECTIVO, EL VENDEDOR, EI. REALIZADOR
CONOZCAMOS A UN TRES
El caso de Kate
daba tan bien cuidar de los niños que sus amigos dejaron de recomen-
darla como sustituta de sus niñeras habituales. «Es que los niños siem-
pre querían que volviera yo.» Se pagó los estudios universitarios con
su trabajo: organizó y llevó un servicio de limpiezas domésticas, v tenía
la humildad suficiente para trabajar de limpiadora ella misma cuando
hacía falta. Cuenta que en la Harvard Business School «nie sentía
como si fuera una farsante. Todas aquellas cuestiones financieras las
estudiaba por encima. Pero aquello valió la pena de verdad, porque
conocí a gente ambiciosa que ahora figuran entre mis mejores amigos
[y entre mis mejores contactos]».
Uno de sus subordinados dice: «Me encanta trabajar para ella por
lo lista, lo enérgica y lo comprometida que es.. No hay nadie que traba-
je tanto ni que conozca este mercado como ella. Además, es una gran
jefa: conoce las dotes v los puntos flacos de todos, y nos ayuda a fun-
cionar como equipo. Es como un entrenador que hace salir al jugador
adecuado en el momento adecuado, aunque se resientan los egos. A
mí siempre me da la impresión de que está sacando de mí lo mejor que
puedo dar. Cuando se pone detrás de un proyecto, lo saca adelante, y
cuando se pone detrás de una persona, también la saca adelante. Es es-
tupenda en la cuestión del reconocimiento de los méritos y de las re-
muneraciones.»
Pero no todos sus subordinados están tan entusiasmados con ella.
«A veces tengo la impresión de que soy un obstáculo interpuesto entre
la meta y ella. Me pasa por encima. Siempre tiene una prisa terrible
por acabar las cosas. Cuando una situación es compleja y merece algo
de reflexión seria, es casi imposible convencerla para que considere los
pros y los contras. Me da la impresión de que tengo que pedir cita con
ella hasta para decirle buenos días. Además, no es exactamente de esas
personas a las que da gusto acudir cuando tienes enfermos a los chicos
y estás abrumada.»
Cuando Kate acudió a mí para estudiar el Eneagrama me dijo:
«Quiero una guía paso a paso para el directivo que debe abordar di-
versos problemas. Por ejemplo, ¿qué haces cuando un subordinado
tuyo te viene a llorar a tu despacho? Yo quiero tener consideración,
pero tengo un trabajo que hacer.»
¿Reconoces a Kate? Kate es Tres.
EL PRODUCTOR 107
La premisa básica
s El título es una expresión que significa « trabajar duro», pcm que también tiene el
significado de «picar carnee , en alusión a las hamburguesas . (N, del T)
108 ENEAGRAiA
Robert Schuller, que son 't'res los dos, no se refiere tanto a una explora-
ción personal profunda como a ser resistentes, a «tener fe en ti mismo»,
a tener metas y a actuar para llevarlas a la práctica. La capacidad de Pea-
le para el pensamiento positivo, un optimismo aplicado que puede pare-
cer semejante al del Siete, es, en realidad, más pragmática y más orienta-
da a los resultados. Peale nos dice que no seamos «hombres-obstáculo»,
personas que se quedan atascadas en el por qué no se pueden hacer las
cosas (son los Seis). Prepara tu función, y adelante con ella.
La facilidad que ha tenido Estados Unidos para vender a todo el
mundo su cultura no tiene nada de sorprendente ni de accidental. A
los Tres les gusta venderse a sí mismos y se sienten justificados cuando
lo consiguen.
El Eneagrama Tres corresponde al tipo que describió hace una
generación el psiquiatra Michael Maccoby en su célebre obra The Ga-
mesman («El jugador»):
Michael Maceoby, Tbe Gamesman, Simon & Schuster, Nueva York, 1976.
EL PRODUCTOR 109
Conscientes de su imagen
van el fuego en un morral. Aterrizas y te acercas a ellos. Les dices: " Oi-
gan, ustedes son estupendos. Me encanta su manera de vivir. Oigan,
¿saben una cosa? Quiero ser igual que ustedes. ¿Les importaría que
los siguiera? Procuraré resultarles útil." Las gentes de la Edad de Pie-
dra se miran entre sí y dicen: "Está bien. Síguenos si quieres."
»Pasan tres o cuatro meses. Te aplicas de firme al trabajo que haya
que hacer. Estableces algunos contactos. Puede que le caigas bien a la
hija del jefe. Ahora, tienes la oportunidad de salir en una pequeña par-
tida de caza con tres o cuatro de los tipos más importantes de la tribu.
Cuando estáis solos, les dices: "¿Sabéis una cosa? Me encanta cómo
vivimos. Estamos en comunión con la naturaleza, en paz con nosotros
mismos... Por cierto, en mi país hacemos el fuego de una manera dife-
rente. No sé si será mejor que la vuestra, pero quisiera enseñárosla, a
ver qué opináis." Entonces sacas el Bic. Les enseñas el fuego. ¿Qué es
lo más probable que puede pasar? ¡Que te hagan jefe!»
Así pues, cuando los Tres dicen que se visten para triunfar están
hablando de algo más que de la ropa. Los Tres visten también sus imá-
genes. Quieren que la gente se entere de que lo están haciendo bien,
de que son personas de éxito y trabajadoras. Valoran el reconocimien-
to público. Marjorie, tina dienta mía, tiene una empresa de venta de
ropa por correo que funciona en una población pequeña de la costa
del Estado de Oregón. Siempre que hace algo notable (cuando gana
un premio empresarial, cuando hace una presentación importante) se
preocupa de que la revista de su sector se entere. «Todo forma parte
del juego», dice ella.
Podríamos preguntar a un Tres: «¿Qué es lo que le gusta de su
Yo?» El Tres bien podría responder lo que respondió Bert, vicepresi-
dente de márketing Cu una empresa de productos de consuno, al eva-
luar sus propios rendimientos en el trabajo: «'Codos los jefes que he te-
nido en mi vida han dicho que hago las cosas bien y a tiempo, con un
gran nivel de detalle. Y todo el inundo sabe que sé tomar decisiones y
cerrarlos tratos.
»Siempre soy consciente del crédito que tengo dentro de la em-
presa», sigue diciendo Bert. «El ambiente funciona en gran medida en
función del "¿Qué has hecho últinmaniente?". Sé que algunas personas
me toman por un "lameculos", pero yo prefiero considerarlo un "pe-
EL PRODUCTOR 111
lotilleo activo y previsor".» Este interés de los Tres por dar una impre-
sión a los demás y este talento suyo para conseguirlo los vuelve seduc-
tores y carismáticos dentro de sus áreas de interés.
Los Tres no pueden evitar desviar una parte de su energía dedi-
cándola a impresionar a los demás, sin darse cuenta consciente de ello
en muchos casos. Una vez pregunté a un banquero especializado en
hipotecas, de éxito moderado, por qué dedicaba tanto tiempo a la par-
ticipación activa en las sociedades profesionales y en sus actos, y él me
dijo: «Todo este negocio consiste en dar impresión de éxito.» Los Tres
dominan con naturalidad el arte de dejar buena impresión en las reu-
niones.
Psicología
El lado bueno
Los Tres se centran en la tarea que les ocupa. Son unas personas
especialmente comprometidas y ágiles dentro de la esfera del trabajo y
hacen lo que haga falta para realizar la tarea sin arrastrar demasiado
exceso de equipaje, a diferencia de los Uno, que imponen un plan rígi-
do y perfeccionista, y de los Ocho, que gozan del placer de aplastar a
la oposición, o de los Cuatro, cuyo trabajo creativo tiene que ser el
más profundo. Los Tres son sencillos, rápidos y directos, y lo único
que quieren es ganar.
En la película F,n busca del arca perdida, un malvado habitante del
desierto amenaza a Indiana Jones con su manejo hábil y experto del sa-
ble, dando muestras de fuerza, de habilidad y de malas intenciones.
Parece que Indiana Jones no es rival para el duelo que se avecina, pero
cuando el pobre malo termina su exhibición amenazante, Indiana jo-
nes se limita a sacar la pistola y matarlo de un tiro. Así actúan los Tres:
sin adornos, atentos únicamente a los resultados. A lo que funcione,
sea lo que sea.
Los Tres son los apasionados del hacer que las cosas se hagan rea-
lidad, del batirse el cobre. La mayoría de los Tres se creen capaces de
hacer cualquier cosa que se propongan. Jan, directora de una aso-
ciación profesional, dice: «Si no me gusta cómo marcha algo, lo cam-
bio sin más. Tuvimos en el consejo de administración algunos micm-
EL PRODUCTOR 113
1/eloces
Los Tres son como Gale Sayers, antiguo jugador de los Chicago
Bears: son los defensas móviles (le caderas flexibles que confían en su
' Citado por Robert H. AVaterman, lc, en Kenoeación bacía la era'leuda, Ediciones
Polio, 19x9.
Ti. PRODUCTOR 115
El lado malo
Obsesivos
El Capataz Interior
Así como los Uno tienen un Inquisidor Interior, los Tres tienen un
Capataz Interior. El Capataz interior, que viene a ser como un Simon
Legree que ha tomado benzedrina, dice al Tres que la identidad de
EL PRODUCTOR 119
La hipocresía
1 Ken Mdr,se, Madring the Gran Grcener en Your.Vide, Berrett-Kochlee. San Fran-
cisco, 1995, p. 151.
EL PRODUCTOR 123
El autor alude a las palabras bíblicas de Eclesiastés, 9, 11: «Vi debajo del sol que
no es (le los ligeros la carrera...» (N, del T)
126 [NEAGRAMA
La organización Tres
Los Tres han dejado de lado sus sentimientos (así como otras ven-
' john E.. I,ove, McDormld's Bebind fbe Arches, Bantam, Nueva York, 1986, p. 7.
EL PRODUCTOR 129
tajas relacionadas con ellos, tales como las relaciones personales signi-
ficativas, el sentido de la alegría y el sentido de la vocación) en aras de
la aprobación que reciben de los demás por trabajar duro. Cuando
equilibran conscientemente sus alas, los afectan los sentimientos de los
demás (en su Punto de Sombra, el Dos) y sus sentimientos propios (en
su Punto Aliado, el Cuatro). En esas condiciones, los Tres pueden te-
ner sinceridad (la virtud del Tres) consigo mismos y con los demás. De
esta manera, los Tres se liberan para poder ser miembros comprometi-
dos e interdependientes de un equipo (en su Punto de alto Rendimien-
to, el Seis) en vez de ir sólo a lo suyo. Cuando a los Tres sobrecargados
se les funden los plomos, van al Punto de Tensión Nueve para tomarse
un descanso obligado, para reconectarse y para reevaluarse.
Tensión
9
4 Aliado
yy'arren Bennis , Lraríersbip ht' [Un rrc'; Bcnnic, University, of Cincinnati Bres,,
Cincinnati , H' . UU, 1972, p. 26.
EL PRODUCTOR 131
Las Alas
Los Tres, atormentados cuando eran niños por el dilema entre las
aspiraciones que tenían los demás para ellos (en el Dos) y el tirón de
los deseos de su propio corazón (en el Cuatro), percibían sus funcio-
nes de sentimiento como inmovilizadas. Improvisaron la solución de
refugiarse en la productividad y de evitar los sentimientos y las necesi-
dades de los demás, además de las suyas propias. Se asientan al ser
sensibles a los demás y sirviéndoles (en el Punto de Sombra, el Dos);
se cargan de energía haciendo valer su vocación verdadera (en el Punto
Aliado, el cuatro). Los Tres, al equilibrar las alas, pasan de actos hu-
manos a seres humanos.
Ibid., p. 28.
132 rNEACaAmA
Los Tres, que temen venderse a los demás de nuevo, tal como hi-
cieron en su juventud, y perder su independencia ilusoria, reprimen su
Punto de Sombra: cl tirón de los sentimientos de las demás personas.
No quieren que los distraigan de su trabajo.
Pero el reconocimiento de su ala Dos (estar al servicio de los de-
más) asienta el trabajo de los Tres en relación con los demás.
Los Tres asimilan el punto de vista del Dos cuando se acuerdan
de preguntarse: «¿Cuáles son los sentimientos de las personas en esta
situación? ¿Qué puedo hacer yo para tenerles consideración y para
ayudarlas?» Cuando los Tres reconocen su Dos reprimido, que quiere
estar al servicio de las aspiraciones de los demás, dejan de ser unos ca-
pataces tristes y sin sentido y empiezan a trabajar con el corazón.
REGLAS CARDINALES
s Tom Chappell,
The Soul ol a Business, Bantam Books , Nueva York, 1994.
134 ENEAGRAMA
Si tú eres Tres
Pasión La envidia.
CONOZCAMOS A UN CUATRO
El caso de Peter
Así que siempre he estado un poco por debajo de ellos, no llego a ser
socio fundador. Y eso ya no tiene arreglo.»
Otra persona dice de él: «Su trabajo marca la pauta. El problema
más importante que tengo a la hora de trabajar con Peter es que le
preocupa un poco su propia complejidad emocional interior.»
¿Reconoces a Peter? Peter es Cuatro.
La premisa básica
Si se puede decir que los Dos son personas que miran hacia fuera,
que se interesan por las personas, los Cuatro son su imagen inversa:
son unos románticos apasionados, introspectivos, cuyo terreno es la
psique. La moneda de curso en el reino de los Cuatro son los senti-
mientos profundos, la creatividad y la autoexpresión.
Por ello, es natural que los Cuatro se dediquen a las actividades
artísticas de todas clases. Los Cuatro son productores de cine, comisa-
rios de exposiciones, diseñadores, actores, pintores y escritores, y son
también los agentes, asesores y críticos de éstos. Pero también pueden
ser abogados, burócratas y asesores de gestión dotados de un don es-
pecial, con un estilo apasionado, sensible y poético que los distingue.
A semejanza de los Cinco, los Cuatro son personas motivadas que
siguen sus propios intereses y su propia visión. Pero los Cinco son mi-
nimalistas y son capaces de salir adelante bastante bien con poco ma-
terial. A los Cuatro, por su parte, les gusta acceder a su propio pozo
abundante de sentimientos, que es la clave de sus dotes.
La piedra de toque de este estilo es la autenticidad. Lo que distin-
gue a los Cuatro es su insistencia perentoria en los sentimientos más
profundos y en los criterios más elevados. Los Cuatro huyen de la con-
versación superficial, de las imitaciones baratas, del kitsch. Cuando
salgo, me gusta ir a los saldos, pero nunca consigo que mi compañero
Cuatro me acompañe.
La mayoría de los Cuatro tienen una capacidad sobrecogedora
para las presentaciones estéticas, lo cual nos puede hacer sentirnos za-
fios y poco elegantes a todos los demás. Hay un personaje de las histo-
rietas de Nicole Hollander tituladas .Sylvia, «La Mujer Que Lo Hace
144 ENEAGRAMA
Todo Más Bonito Que Tú», que es Cuatro, como lo era Oscar Wilde,
quien decía: «Yo tengo gustos muy sencillos: con sólo que me den lo
mejor me quedo satisfecho.» No debe extrañarnos que los Cuatro sean
las personas que visten de manera más distinguida de todo el Eneagra-
ma. Los Dos visten de manera tierna o seductora, aspirando a agradar,
y los Tres se visten para triunfar, pero los Cuatro suelen marcar las mo-
das dentro de su grupo social.
Los Cuatro pertenecen al tipo del Eneagrama que está menos dis-
puesto de todos a reconocer que pueden pertenecer a un tipo. (iMaldi-
ción eterna a los que quieren reducirme a un tipo del Eneagrama!)
Pero los Cuatro quieren proteger tanto su singularidad que esta misma
tendencia suya los tipifica. Su anhelo de ser especiales puede significar
que una jornada corriente de trabajo resulta bastante dura para un
Cuatro. Joy, que es Cuatro y aspirante a actriz, pero que trabaja de au-
xiliar administrativa, dice: «Soy capaz de trabajar y de aguantar la ruti-
na del horario de oficina siempre que recuerde que estoy representan-
do un papel.» Este sentido de estar representando un papel (como
Cenicienta, que servía a una señora cruel mientras esperaba a su prín-
cipe) es eminentemente Cuatro. (Los Tres también representan un pa-
pel, pero se están representando a sí mismos.)
A diferencia de los Nueve, que a veces se conforman con ser una
pieza dentro de una maquinaria, los Cuatro quieren que su trabajo
tenga un significado personal. Les gusta percibir su impacto. Rudi es
propietario de una compañía editora de arte muy bien considerada,
con sede en el barrio de Soho, de Nueva York, que se dedica a publi-
car tiradas limitadas de obra gráfica, numeradas y firmadas por el ar-
tista. Pocas de sus láminas se distribuyen por los canales convenciona-
les: Rudi vende casi todas sus ediciones a través de una red de relaciones
personales que mantiene con personas de todo el mundo. Rudi afirma
abiertamente: «No me interesa crear una red de distribución. Lo que
me interesa es forjar relaciones personales con clientes sofisticados, de
uno en uno.»
En el trabajo, los Cuatro se sienten atraídos por las áreas en las
que coinciden el comercio y los sentimientos profundos. Margery, di-
rectora editorial de Nueva York, dice: «Esto puede parecer rimbom-
bante, pero la verdad es que yo considero que mi trabajo no es sólo
EL ARTISTA 145
creativo sino espiritual. Hacer salir adelante a los escritores que tienen
algo que decir, y encontrar a su público especial, es una empresa que
vale la pena, incluso en nuestros tiempos.»
El dramatismo alimenta a los Cuatro. Se les suele encontrar en es-
cena cuando se ha despedido a alguien, cuando una sociedad o un ne-
gocio familiar se está poniendo en marcha o se encuentra en una situación
dramática, o cuando se acaloran mucho las adquisiciones de empresas
y las luchas por el poder. Es en estas ocasiones cuando resultan útiles
las dotes especiales de los Cuatro para resolver las crisis humanas y los
sentimientos fuertes.
Por ejemplo, Ben no quiso trabajar en la empresa de su familia,
una cadena de zapaterías, hasta que quedó claro que el negocio iba
mal. Fue entonces cuando se avivaron su interés y su energía. Ben con-
siguió que sus parientes lo eligieran presidente del consejo de adminis-
tración y, contando con asesores expertos, declaró la suspensión de
pagos y consiguió sacar de ella ala empresa de nuevo. Consiguió esta-
blecer una coalición frágil de acreedores, de accionistas y de otras per-
sonas afectadas, a los que mantuvo unidos con la fuerza de su persona-
lidad. Después contrató a personas clave, capaces de volver a levantar
la empresa.
Con independencia de sus dotes y de sus talentos notables, como
más cómodos se sienten los Cuatro es viviendo su vida emocional, rica
y turbulenta en muchos casos. Se distinguen por sus sentimientos y
por sus estados de ánimo profundos, oscuros e introspectivos. Hasta
tal punto, que los sentimientos fuertes de los Cuatro pueden parecer a
veces exagerados, abrumadores y contraproducentes a sus compañe-
ros de trabajo. De hecho, cuando Ben hubo situado en la empresa a las
personas clave, le obligaron a dejar la empresa, pues lo consideraban
demasiado emotivo y variable.
La melancolía ocupa un lugar fundamental dentro de los senti-
mientos del Cuatro. Los Cuatro viven la vida con una tristeza, con una
nostalgia característica, con una sensación de que las cosas no son
como podrían ser. Falta algo o se ha perdido algo: una persona, una
relación entre dos personas, la oportunidad de recibir el reconoci-
miento merecido por parte de los demás. En el trabajo, el Cuatro diri-
ge su atención sobre las partes de una presentación que no están bien,
146 ENEAGRANIA
sobre el compañero que no está y que debería estar, sobre los defectos
o sobre las tensiones emocionales del grupo. «En el mundo de la pu-
blicidad nunca hay nada que salga perfecto», dice Jerry, ejecutivo de
publicidad que es Cuatro. «De manera que intentas dejarte el corazón
en la página, sabiendo que no llegarás a conseguir la perfección. Y,
después, pasas a otra cosa.»
La melancolía del Cuatro puede convertirse en una fuente de crea-
tividad y de profundidad. Cuando ofrecieron al poeta atormentado
Rainer Maria Rilke la posibilidad de que lo psicoanalizara Freud, él
la rechazó: temía perder el acceso a sus demonios interiores que eran la
fuente de su creatividad. Pero muchos Cuatro han vivido también una
crisis de sentimientos más grave, una depresión que los inmoviliza y
que no los deja en una situación creativa sino desesperada.
En cl trabajo, mientras que los Tres se identifican con la autoima-
gen idealizada de sus logros, y mientras que los Dos sacan a la luz la
autoimagen idealizada que tú tienes de ti, los Cuatro se identifican con
una autoimagen trágica en la que sus venturas son desventuras y sus
desventuras son venturas. Son venturosos por gozar de una sensibili-
dad y de una penetración emocional que son dolorosas para ellos;
pero, en circunstancias adecuadas, su dolor puede ser fuente de una
gran creatividad y de una gran autenticidad emocional.
Psicología
chan bien. Pero mientras que los Seis temen que alguien o que algo va
a poder con ellos, los Cuatro temen que la gente no les hará caso, que
los abandonarán o los humillarán. No obstante, comparten con los
Seis el hecho de que 10 que los controla mortalmente son las expectati-
vas y no la realidad. Los Cuatro tienen la costumbre de adelantarse a
rechazar a la gente antes de que ésta tenga ocasión de abandonarlos.
Lo hacen con comportamientos elitistas o sintiéndose impotentes.
El jefe Cuatro afirma: «Nunca has estado a la altura que yo espero.» El
subordinado Cuatro piensa: «Los miembros del equipo no me com-
prenderán nunca: son demasiado superficiales, demasiado insensibles,
están demasiado centrados en ganar.»
En el núcleo de la reacción emocional del Cuatro se encierra una
contradicción: el Cuatro desea lo que le falta; si lo consigue, ya no es
deseable. En una historieta de Jules Feiffer aparece su célebre bailari-
na moderna, vestida toda de negro. Es Cuatro, por supuesto. Se pasa
varias viñetas gritando: «¡Quiero esto! ¡Quiero aquello!» Su papá,
que le concede todos los caprichos, pone a sus pies montones de rega-
los y de dinero. «Aquí lo tienes», le dice. Ella observa el botín. «¡No
me gusta!», exclama. Los Cuatro se quedan insatisfechos inevitable-
mente. Son adictos al sentimiento de añoranza, y la posesión real no
siempre los consuela. Están atados a una rueda de envidia: no sólo en-
vidian lo que tienen los demás sino también la satisfacción que les pro-
duce. Esto les permite ser unos grandes mártires, pues transigen triste-
mente, en silencio, para poder seguir adelante.
El lado bueno
fren los propios Cuatro: los pobres, los maltratados, los abandonados
o los incomprendidos.
Singulares
Artistas
Los Cuatro son unos artistas que saben apreciar lo mejor. Las de-
más personas distinguimos lo bueno de lo malo, pero ellos distinguen
lo bueno de lo mejor. De hecho, lo mejor no es lo bastante bueno para
ellos. Quieren que la gente sepa que ellos producen, sirven o propor-
cionan productos o servicios de élite por su calidad. Cuando todas las
productoras de champán de Francia estaban siendo adquiridas por
grandes empresas, Taittinger, que era quizá la más deseada, optó por se-
guir un camino diferente. Claude Taittinger, su presidente, dijo: «De-
cidimos seguir siendo unos artistas y producir una cantidad limitada
del mejor champán del mundo.» He aquí el planteamiento Cuatro.
Los Cuatro aprecian mucho la belleza y la defienden con mucha
energía. A diferencia de los Cinco, quienes dudarían mucho en entro-
meterse en los gustos de sus clientes, los Cuatro asumen «la carga del
Cuatro»: la misión de educar y de refinar los gustos de sus clientes y
de sus compañeros de trabajo. Stanley Marcus, presidente que fue de
Neiman-Marcus, escribió lo siguiente en sus memorias de carácter
Cuatro por antonomasia, tituladas Quesi for the Best (En busca de lo
mejor):
1 Stanley Marcus, Questfor the Best, Viking Press, Nueva York, 1979, p. 148.
EL ARTISTA 153
El lado malo
En el peor de los casos, los Cuatro son unos reyes y reinas del dra-
ma dotados de sentimientos auténticos, apasionados, profundos. Des-
de lo hondo de su pasión sólo hay un camino óptimo, el suyo (en vir-
tud de lo cual, los Cuatro son una versión emocional de los Uno).
Pero a pesar de lo tempestuoso de sus vidas emotivas, los Cuatro
no siempre gestionan sus emociones con habilidad. Los Cuatro tienen
la capacidad de sondear las profundidades de sus propias psiques,
pero están tan absortos en sí mismos que en muchos casos no llegan a
empatizar con los demás ni a comprender el lugar que ocupan ellos
mismos y sus emociones dentro de un contexto más amplio. No es lo
mismo capacidad que dominio.
El problema de los Cuatro no es que depositen su fe en sus senti-
mientos, sino que éstos son el único lugar donde han depositado su fe.
Los Cuatro se han tragado entera la idea de que «eres lo que sientes».
No se dan cuenta de que los sentimientos, sus sentimientos, no son
más que una parte del conjunto total. Rudi dice: «Si empiezas a hacer
ajustes teniendo en cuenta el mercado, no estás siendo fiel con tu arte,
y eso puede ser feo. Cuando yo estaba empezando, desconfiaba mu-
cho de la clase empresarial. Comprendía que tenía que desarrollar ni¡
estilo propio, y esto se convirtió en mi meta: triunfar con estilo, con vni
estilo.» Este planteamiento llega a resultar peligroso para los Cuatro
cuando ellos prestan una atención desmesurada a su estilo, descuidan-
do las realidades del mercado.
En el peor de los casos, los jefes o los trabajadores Cuatro viven
en circunstancias emocionales extremas y no aprecian demasiado a las
personas que no viven así. Y dado que el mundo del trabajo es, en
buena medida, corriente o incluso aburrido, los Cuatro pueden rebe-
larse contra los procedimientos habituales a base de tomar atajos, de
exigir privilegios o de suscitar una montaña rusa de emociones, todo
ello en nombre de su adhesión a su visión grandiosa.
Los Cuatro se quejan, invariablemente, de que les resulta difícil ocu-
EL ARTISTA 155
Melancólicos
GorIHG
La organización Cuatro
A los Cuatro, por su propia naturaleza, les interesan menos los vo-
lúmenes de ventas que ocupar un lugar especial del mercado; en mu-
chos casos, este lugar se encuentra en lo más alto y desde allí se defi-
nen los patrones de calidad de todo el mercado. Los Cuatro crean el
artículo «auténtico»: las plumas estilográficas Mont Blanc, los choco-
lates Godiva, los relojes Rolex. Son maestros de la presentación ele-
gante, como lo son, por ejemplo, Bergdorf Goodman, Tiffany o Henri
Bendel, empresas cuyo lema es la exclusividad.
Aunque los clientes de las empresas Cuatro se quedan impresio-
nados, estas empresas no están orientadas primordialmente al cliente,
como lo están las empresas Dos. Podemos comparar a las empresas
Dos, atentas, entusiastas, dispuestas a ayudar, tales como Nordstrom,
con empresas Cuatro elegantes, como Barney's, Neyman-Marcus o el
162 ENEAGRAMA
1 Alto rendimiento
2 Tensión
3 Sombra
Aliado 5 4 EL ARTISTA
164 ENEAGRAMA
Las Alas
nar. Los Cuatro que carecen del sentimiento Tres reprimen el concep-
to de que a ellos pueda interesarles alguna de estas cosas.
Bill representaba precisamente estos temas rechazados. Cuando
Hellen Anne reconoció la parte de su propia personalidad que era
competitiva y estaba llena de aspiraciones y que merecía el éxito le re-
sultó mucho más sencillo colaborar con Bill. Naturalmente, Hellen
Anne quería que la escuela tuviese una base económica sólida: sin ella
no se podrían hacer realidad ninguna de sus visiones.
REGLAS CARDINALES
• A los Cuatro les gustan los procesos, no las metas rígidas. Diles:
«píntame la situación», o «cuéntamelo»; no les digas «limítese a
los hechos, señora», para conseguir que el Cuatro te comuni-
que datos importantes de carácter impresionista.
• Ten cuidado a la hora de ofrecer una zanahoria. No ofrezcas di-
nero ni prebendas creyendo que podrás convencer así al Cua-
tro de que renuncie a su punto de vista. No conseguirás nada
diciendo: «Si lo haces ami manera, si lo haces de cualquier ma-
nera pero deprisa, te ganarás una buena bonificación.»
EL ARTISTA 167
Si tú eres Cuatro
Virtud El desapego.
Pasión La avaricia.
CONOZCAMOS A UN CINCO
El caso de Roger
una o dos tomas. Rara vez habla con sus actores. Normalmente, les
transmite las pocas instrucciones que les debe dar por medio del pri-
nmcr adjunto de dirección, y acto seguido observa el resultado en un
monitor.
Una de sus estrellas, actor premiado con un Oscar, me dijo: «Ro-
ger es uno de los mejores directores con los que he trabajado. Espero
conocerle algún día.»
La productora de Roger tiene sus oficinas en unos grandes estu-
dios de Hollywood. Los estudios tienen los derechos de distribución
de sus películas, pero apenas mantienen ningún contacto con Roger.
Roger reduce intencionadamente los presupuestos y se mantiene siem-
pre por debajo de ellos para que nadie lo moleste.
Roger organiza su tiempo libre con unos planteamientos no muy
distintos de aquellos en los que basa su trabajo. Tras los muros de su
finca, de aspecto abandonado, situada en las montañas que están al
norte de Los Ángeles, se esconde una magnífica cancha de baloncesto
de dimensiones reglamentarias. En otoño, la pista y las gradas se lle-
nan de actores famosos y de ejecutivos influyentes. Las invitaciones
para jugar en la liga privada de Roger son muy apreciadas y difíciles de
conseguir. En realidad, nadie sabe cuáles son los requisitos: sólo Roger
los conoce,
Cuando Roger no juega se queda sentado aparte y ve el partido
por varios monitores. También dirige un equipo completo de filma-
ción en vídeo, con tres cámaras y un director técnico que maneja una
mesa de mezclas y que graban todos los partidos. Todos los lunes por
la mañana, Roger envía por fax a todos los jugadores los resultados del
partido del fin de semana, con todas las estadísticas imaginables sobre
la actuación de los equipos y de cada jugador. Los detalles de la liga lo
lascinan y se pasa mucho tiempo estudiándolos: lleva las clasificacio-
nes y el calendario de partidos, y hasta se encarga de organizar los fi-
chajes y los intercambios de jugadores.
Tanto en el trabajo como en sus aficiones, Roger quiere ser el amo
del juego. Tiene que conocer y que aprobar casi todo lo que sucede en
su universo privado.
¿Reconoces a Roger? Roger es Cinco.
EL SABIO 175
La premisa básica
tener que salir para nada de las fronteras bien definidas que delimitan
su mundo privado.
Los Cinco son observadores de la vida, y esta postura tiende a apar-
tarlos de la misma. Como unos extranjeros en un país desconocido, es-
tudian o deducen el modo de comportarse, lo que puede llevarlos a
adoptar una conducta «como si», una especie de torpeza en el trato per-
sonal que puede dar la impresión de que conocen la letra pero no la mnú-
sica. Todos conocemos a este personaje por los libros y las películas: el
extraterrestre genial pero que no acaba de comprender la naturaleza de
los sentimientos de los terráqueos y que hace observaciones correctas y
encantadoras pero ingenuas, como el marciano del libro Siranger in a
Strange Land de Robert Heinein, o el personaje de la película Siarman,
con Jeff Bridges. Su inocencia suele ser profunda, pero en la medida en
que aspiran a observar y a comprender las cosas desde un punto de vista
externo, los Cinco no son ni espontáneos ni comprometidos.
En un reportaje sobre Finlandia del programa 60 Minutes, Morley
Safer comentaba, hablando de aquel país remoto y aislado, que «pare-
ce como si la misión nacional fuera que no se fijasen en uno». Añadió:
«Los finlandeses son el pueblo más tímido del mundo [...1 son tan re-
servados que el hecho de que se fijen en uno es vergonzoso, fijarse en
alguien es una afrenta.» He aquí el planteamiento Cinco. Los finlande-
ses son, con gran diferencia, los mayores usuarios de Internet del mun-
do. La comunicación por ordenador es el ideal del Cinco.
Lo mejor que aportan los Cinco al Eneagrama es el grado en que
valoran las facultades prístinas de la mente. Cuentan que una vez pre-
guntaron al filósofo Bertrand Russell, que era Cinco: «Lord Russell,
con toda la inteligencia que tiene usted, ¿no estaría dispuesto a renun-
ciar a una onza de inteligencia a cambio de una onza de amor?» Rus-
se11 respondió: «Ah, no. Es que amo la inteligencia.»
Puede que lord Russell pretendiera provocar un poco con su res-
puesta, pero de lo que no cabe duda es de que para llegar al corazón
de un Cinco hay que pasar por su cabeza. Son los filósofos naturales
del Eneagrama, teniendo en cuenta que «filósofo» significa «el que
ama el conocimiento».
Pero a semejanza de Yoda, el mentor de los maestros Jedi de la
película La guerra de las galaxias, todos los Cinco ocultan su magia de-
El. SABIO 177
Previsión y postvísión
Psicología
El lado bueno
1 l
EL SABIO 181
Poderío intelectual
gusta hacer planes, pero los Siete piensan de manera global, mientras
que a los Cinco les gusta extrapolar, partiendo de su especialidad o de
su experiencia estrecha para ampliar sus conclusiones a los sistemas
mayores. Dave, que es Cinco, director de una sociedad de asistencia
médica privada, dice: «Yo no considero que mi trabajo consista en di-
rigir esta sociedad, sin más. Mi trabajo consiste en afrontar el hecho de
que recibimos todos los días un bombardeo de información nueva.
¿Qué pasa en cada uno de mis sectores? ¿Qué hace nuestra competen-
cia? Quiero toda la información que pueda recoger. Lo que vo pongo
sobre la mesa es la capacidad de evaluar los datos v de combinarlos
para formular teorías y estrategias.»
A los Cinco les encanta buscar el significado oculto de los hechos,
o buscar ese dato especial que sólo conocen los iniciados y que aporta
una ventaja, que sirve de defensa ante los intrusos o que potencia su
seguridad. Puede tratarse de un cierto aspecto del mercado, de un
dato tecnológico suelto o de una reacción pasajera que se refleja en el
rostro de la persona con que están tratando. Sea lo que sea, el Cinco lo
archivará dentro de un marco más amplio o construirá a partir de ello
toda una hipótesis propia.
Los Cinco se esfuerzan por crear hipótesis y teorías de este tipo
que les permitan comprender y controlar los sucesos y la información.
Los Cinco funcionan muy bien cuando se puede establecer una hipó-
tesis abstracta; un buen científico es capaz de cambiar la hipótesis al ir
accediendo a nuevos datos. Pero cuando no se puede formular ningu-
na hipótesis científica ni es posible aplicar ninguna ley general, los
Cinco se debaten, atascados en su fijación.
Podemos añadir a modo de corolario que los Cinco son uno, ,,h- er-
vadores maravillosos de los detalles. En cierta ocasión, en un su,, a-
río sobre el Eneagramna, comenté que no encontraba mis gafas. Untre
el público estaba Jake, ejecutivo de unos estudios cinenatogrificos.
Jake dijo: «Están en el suelo de su coche, detrás del ascnto del pasaje-
ro.» Cuando pasaba junto a mi coche había echado por casualidad rma
mirada a su interior. Esta misma capacidad de Jake era la que le permi-
tía determinar de una ojeada si los productos que se elaboran con li-
cencia de sus estudios no se han fabricado de acuerdo con los térmi-
nos estrictos del contrato de licencia.
EL SABIO 183
Contenidos
Los mejores Cinco (que perciben con tanta sensibilidad los lími-
tes que nos separan) son modestos y respetan a los demás. A semejan-
za de los Uno, pueden ser atentos y educados, incluso ceremoniosos.
Los Uno respetan las normas de etiqueta porque es lo correcto. Los
Cinco las respetan porque son un conjunto de entendimientos que
contribuye a evitar que las personas se entrometan en el terreno de las
demás. Para los Cinco es esencial respetar las sensibilidades y los lími-
tes, los suyos y los de los demás; por eso, son cautos en las relaciones
de trato personal. En algunas ocasiones se interpreta mal su cautela,
que se toma por frialdad o por rechazo, pero muchos Cinco están
abiertos a las alianzas estrechas, e incluso a la intimidad, con tal de que
se respeten los procesos (le sus límites.
La actitud callada y reservada de los Cinco disimula con frecuen-
cia su espíritu empresarial agresivo. El hecho de que los Cinco sean ca-
llados no quiere decir que les falte ambición. La clave para entender a
los Cinco no es tanto su ascetismo ni su aislamiento como su dedica-
ción inflexible a las pasiones intelectuales. El inversor Warren Buffet
llegó a convertirse en el hombre más rico de Estados Unidos (hasta
que lo superó Bill Gates) a base de seguir una teoría basada en com-
prar acciones baratas y mantener después una política increíblemente
contenida a la hora de decidir el momento de vender. Buffet dice que
si te documentas como es debido sólo te hará falta realizar unas pocas
inversiones en toda tu vida. Los Tres pueden engañarse con más facili-
dad porque tienen tal deseo de participar en la carrera que se quedan
con cualquier caballo. Los Cinco son capaces de retirarse sin más.
El lado malo
Cínicos
«Can Al 13are [lis Soul?», en Tirare, 15 de diciembre de 1997, vol. 150, núm. 125.
EL SABIO 185
La Separatio
Retraídos
2
Ibid
GNEAGRAh1A
186
Tacaños
Tal como dijo cierto director financiero Cinco, los Cinco son los
«directivos de operaciones baratas» del Eneagrama. Les gusta adquirir
y acumular. Se cuentan muchas anécdotas de Cinco fabulosamente ri-
cos, como 13i11 Gates, Warren Buffett (de Berkshire-Hathavay) o los
hermanos Mars (de M&M/Mars), que viajan en clase turista y se alo-
jan en hoteles económicos. El célebre multimillonario y avaro Cinco J.
Paul Getty hizo instalar en su finca un teléfono público de monedas
EL SABIO 187
Visión de túnel
Arrogancia intelectual
A los subordinados de los Cinco, las decisiones que toman éstos les
pueden parecer unos edictos totalitarios, unos hechos consumadas, por-
que los Cinco rara vez suelen compartir sus procesos personales. A con-
secuencia de ello, los Cinco pueden llegar a intimidar tanto como los
Ocho. En cierta ocasión asesoré a Gene, vicepresidente de investigación
en una gran empresa multinacional, y a su equipo de trabajo. El director
de recursos humanos, que ya estaba familiarizado con el Eneagrama, me
había advertido de que Gene era una persona huraña y brutal, un Ocho
clarísimo. Organizamos un seminario fuera de la sede de la empresa, en
una residencia, y su equipo se pasó un día y medio debatiendo animada-
mente el Eneagrama mientras Gene miraba con cara de palo. De pron-
to, anunció a todos: «Yo soy Cinco.» Todos los presentes se quedaron
boquiabiertos. Alguien dijo: «Pero... usted se limita a anunciar lo que
quiere para que nosotros lo hagamos. Eso es propio de los Ocho, sin
duda.» «Yo recibo sus informes», dijo Gene, «y me quedo solo y me
pongo a pensar en ellos. Su trabajo tiene una importancia enorme para
mí. Yo lo leo todo con mucho cuidado. Dedico el tiempo que necesito
para decidirlo que debemos hacer, y cuando lo he decidido, se lo digo a
ustedes.» Dedicamos bastante tiempo a estudiar esta visión sorprenden-
te del Gene oculto, a quien sus subordinados consideraban imperioso
pero que, por su parte, se consideraba a sí mismo reflexivo.
y con bastante tiempo para pensar a solas. Todos los Cinco son monás-
ticos por naturaleza, con algo de ermitaños, aunque hagan una vida
mundana y activa. Si observamos las hileras de cubículos de una com-
pañía aeroespacial, en los que los ingenieros meditan a solas, día tras
día, sobre sus cuestiones técnicas especializadas, veremos una cultura
Cinco que no difiere en mucho de la de un monasterio de clausura.
Los Cinco son personas motivadas para las actividades que les in-
teresan. «A diferencia de ciertas personas, yo me motivo solo», dice un
ingeniero aeroespacial. «Si me interesa un tema determinado, lo busco
en Internet; leo muchos libros sobre la cuestión. No me importa mu-
cho que mi jefe lo considere relevante o no.»
En el trabajo, los Cinco desconfían de las exigencias de sus com-
pañeros de trabajo, de sus subordinados, de su jefe; incluso de las exi-
gencias del trabajo mismo. Les gusta trabajar con independencia, en
un entorno que no les plantee exigencias con reglas de supervisión es-
túpidas ni con un exceso de reuniones que les quiten tiempo de
trabajo. (Comparémoslos con los Dos, con los Nueve y con los Siete,
a los que no les importaría pasarse el día entero reunidos.) No les
gusta que los supervisen de cerca. Un investigador de márketing de
una empresa fabricante de automóviles me dijo: «Me gusta hacer las
cosas a solas, sobre todo cuando estoy persiguiendo de cerca alguna
información oscura de la que nadie más que yo sabe nada.» Suzanne,
la directora financiera de la escuela preparatoria de la que hemos ha-
blado, dice: «Siempre he ocupado cargos bastante elevados dentro
de la organización, pero en realidad nadie sabe a qué me dedico. Pre-
tendo asegurarme de que salga de este despacho el papeleo adecua-
do, porque eso me otorga la libertad que me permite trabajar a puer-
ta cerrada.»
Esta aversión al trato social puede sorprender a un Cinco cuando
una reunión de negocios se vuelve personal, tal como descubrió Mar-
garet, coordinadora de fabricación internacional, que hizo de anfitrio-
na en una recepción que se daba en honor de una colega de India.
«Cuando llegó la invitada principal, me quedé patidifusa», recordaba
Margaret. «Era una persona muy abierta, una gran mujer que me dijo
abiertamente cuánto se alegraba de conocerme y cuánto deseaba que
yo fuera a India, porque mis conocimientos podían venirles muy bien
EL SABIO 195
La organización Cinco
cañería y por su paranoia. Los hermanos Mars, dos solitarios que diri-
gen la compañía, son multimillonarios pero viajan en clase turista, uti-
lizan bonos de descuento en los hoteles y alquilan coches utilitarios. Se
ha dicho que la Mars es «una empresa ermitaña, obsesionada por la in-
timidad. En comparación con ella, Howard Hughes parecería un
hombre de mundo»4. Sus ejecutivos no conceden entrevistas ni permi-
ten que se hagan fotografías. Los hermanos Mars no tienen despachos
privados; tienen sus escritorios en una sala grande (sin mamparas de se-
paración) para poder estar pendientes de lo que hace todo el mundo.
La falta de comunicación es frecuente en las organizaciones Cinco
defectuosas. Es posible que se deje de lado a personas que deberían
participar en una cuestión. Las reuniones informales, que son una
fuente importante de creatividad en la empresa, son impensables por-
que se consideran un derroche de tiempo y de recursos, en vez de ad-
vertir que son el adhesivo social que mantiene la cohesión del sistema.
Los memorandos por escrito y el correo electrónico se convierten en el
orden del día. Uno de los lemas de la división de ingeniería de una
gran compañía aeroespacial es EOV: «Evite las órdenes Verbales.»
Todas las directrices se exponen por escrito o por correo electrónico.
Sc evitan los contactos cara a cara.
Alto rendimiento 8
Aliado 6
EL SABIO 5 4 Sombra
El caso de Paulette
rar de todas las ideas y posibilidades que veía para el nuevo puesto.
Apenas se detuvo a respirar. Su entusiasmo sin bases sólidas no cayó
bien al comité de selección,
Cuando conversamos más tarde, me dijo: «No es una cosa mala del
todo. Al menos, he plantado cara en vez de retirarme como suelo hacer.»
Al Cinco y el Ocho, que son las dos caras de una misma moneda,
les interesa esencialmente el poder y el control del entorno, Los Cinco
mantienen el control a base de encerrarse en sí mismos, y los Ocho sa-
liendo de sí mismos: son los dos extremos de este intervalo continuo
del poder que es la línea Cinco-Ocho. Mientras que los Cinco se de-
fienden del contacto, los Ocho se lanzan a él. Los Cinco actúan en un
estado de flujo cuando se comprometen sin esfuerzo y sin miedo en el
trato con la gente, cuando están dispuestos a ser visibles (a «pasar ma-
los ratos» y a incorporar sus ideas, sus visiones y sus posturas. El Cin-
co aprende en el Ocho que comprender sin actuar es llevarse un mero
premio de consolación en la vida.
Como cualquier directivo, Paulette tenía la tarea de contribuir a
apoyar las carreras profesionales de sus subordinados. Paulete creía que
estaba haciendo eso mismo cuando volvía a redactar sus informes, pero
llegó a darse cuenta de que estaba rehuyendo su responsabilidad de
orientar a su gente al limitarse a rehacer el trabajo de ésta. En el punto
Ocho aprendió a sustentar y a proteger a los suyos. Estaba dispuesta a
tratarse con ellos, a ofrecerles opiniones y consejos personales. Aprendió
a defender el trabajo de ellos (y el de ella misma) dentro de la empresa.
Las Alas
Los Cinco más sensibles tienen el dedo puesto en la fisura del di-
que del Cuatro; se debaten para no dejarse abrumar por una riada de
202 ENEAGRAiMA
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Cinco
Virtud El valor.
Pasión La pusilanimidad.
CONOZCAMOS A UN SEIS
El caso de Sarah
La premisa básica
Los Seis son los preocupados del Eneagrama. Los tipos que más se
angustian de todos son los Cuatro y los Seis. Los Cuatro se angustian
emocionalmente; los Seis están atrapados en una rueda mental. Dudan
de su propia capacidad. Se inquietan pensando en las intenciones de
los demás. Se preocupan temiendo que los van a fastidiar sus jefes, sus
subordinados o la competencia.
Los Seis son los guardametas del Eneagrama, unos especialistas
en defensa hiperalertas, que temen tanto que les meta un gol su propio
equipo como los rivales. No bajan la guardia ante las amenazas reales o
i maginarias. Se asoman detrás de las apariencias para descubrir lo que
hay en realidad. Los Seis son absolutamente opuestos a los Tres, quie-
nes creen que lo que ves es lo que hay. Los Seis, por su parte saben
que las palabras y los actos de las personas se rigen por motive: ul-
tos y por planes no expresados. Aunque no sepan necesariamente de
qué se están defendiendo, toman todas las protecciones posibles.
Nunca viene mal.
Para los Seis, la preocupación es algo más que una red de seguri-
dad: es una piedra de toque familiar; es un medio de orientación. De
hecho, la ausencia de preocupaciones resulta desconcertante para el
Seis. Hace muchos años, mi socia Joan se puso a enseñar una técnica
de relajación en un retiro que impartíamos a los altos directivos de una
EL SOLUCIONADOR 215
del puenting. Los Seis antifóbicos duermen con el enemigo, tal como
hace Mary Matalin, antifóbica y miembro del Partido Republicano
que se casó con James Carville, destacado asesor de campañas de los
demócratas. Muchos Seis tienen elementos de los dos tipos.
Los Seis tienen el concepto de que la vida es dura, de que tienen
que luchar para conseguir lo suyo; tienen la sensación de haberse di-
plomado en la escuela de los golpes. Suelen estar resentidos con las
personas a las que parece que todo les resultó mucho más fácil: es el
caso de Richard Nixon, Seis, que admiraba a John Kennedy, Siete, lo
envidiaba y sentía resentimiento hacia él.
La virtud fuerte, característica y ganada con un duro esfuerzo de
los Seis es el valor Con tantos conspiradores en potencia y tantos cam-
pos de minas por todas partes, los Seis tienen que tener valor para
aguantar la jornada. A diferencia de los Ocho peores, que suelen ser
simples matones descerebrados, los Seis sí sienten miedo.
Pero aunque los Seis sepan que están en peligro siguen adelante
en todo caso. Desarrollan una tenacidad y una fortaleza que es valero-
sa y afirmadora de la vida. Es sorprendente la capacidad de un Seis,
aun tan apurado como lo estuvo Richard Nixon, que fue denostado a
fondo en sus diversas encarnaciones políticas, para volver una y otra
vez en contra de todas las posibilidades. Tal como expresó Woody
Allen, «un noventa por ciento del éxito consiste simplemente en
presentarse». Y la tendencia a seguir presentándose es pura fuerza
moral Seis. Los Seis son unos supervivientes.
Psicología
B. B. KING
' Citada en «Richard M. Nixon», de Ton Wicker, en (,'Uaracter Aboca All, Robert A.
Wilson (cd.), Sitnon & Schuster, Nueva York, 1995, p. 137.
218 E NBA G RAm1A
dad y con devoción hacia una persona, hacia un grupo o hacia una serie
de principios: es lo que hacen algunos miembros de sectas, o algunos po-
licías, o algunos psicoanalistas. Son las personas a las que el filósofo y
descargador de muelles Eric Hoffer llamó <dos Verdaderos Creyentes»:
creen en el jefe, en el equipo de trabajo, en la empresa, en el producto.
Otros Seis se saltan estas misma preguntas a base de dudar de todos para
que no los engañen. Éstos son los «Abogados del Diablo», desconfiados
y discrepantes. «No te fíes de nadie que haya cumplido los treinta», dijo
Abbie Hoffman. Cualquiera de las dos posturas aporta al Seis una sensa-
ción de alivio respecto de sus dudas y de sus preocupaciones constantes.
Los Seis quieren creer, en sí mismos, en los demás, en lo que ven.
Su problema es que están buscando constantemente las pruebas de
que pueden creer con seguridad. Pero mientras los Seis no hayan en-
contrado una autoridad fiable (que serían ellos mismos) deben actuar
con cautela y no fiarse de nadie, y desde luego no fiarse de ti.
El lado bueno
Los Seis gozan de las ventajas notables que les otorga el poder del
pensamiento negativo. Su búsqueda de lo que puede salir mal y de
quién puede hacerles algo malo los mantiene atentos y en el presente.
Debra es promotora inmobiliaria y propietaria de locales comer-
ciales. «Naturalmente, me preocupo por todas las cosas que pueden
salir mal», dice. «Por eso, todos mis contratos son muy extensos y cu-
bro con ellos todos los puntos que puedo. La gente siempre me dice lo
mismo que me ha dicho hoy mismo un cliente, una empresa nacional:
" Nunca habíamos visto un contrato tan extenso." Mi abogado intenta
contenerme. "No puedes prever todas las situaciones posibles", me
dice. Pero si yo consigo grandes contratos es, precisamente, porque
me preocupo. Cuando se presenta una situación, sé exactamente cómo
se va a afrontar.»
Los mejores Seis, preocupados por los detalles y por las cuestio-
nes concretas, son personas centradas, fiables y responsables. La ten-
dencia de los Seis a pensarlo todo a fondo puede hacer que tengan las
ideas claras y lógicas. La reflexión es lo que se impone para tomar de-
El. SOLUCIONADOR 219
Valor
Solucionadores
CHARLES KEITERING
Buenos detectives
Como a los Seis les interesa tanto lo que pasa por debajo de la su-
perficie tienen grandes dotes para observar a la gente y son unos psi-
cólogos natos que siempre están atentos a la conducta reveladora. Es
frecuente que sus compañeros no lo sepan: los Seis recogen datos co-
piosos sobre sus compañeros de trabajo de una manera absolutamente
discreta.
Para no llamar la atención, el Seis lleva a cabo sus investigaciones
de manera indirecta, como un detective que estudia un caso. Actúa de
manera oblicua, como el teniente Columbo, que es Seis. Observa las
pistas; los titubeos del habla y la falta de cumplimiento de obligacio-
nes de menor importancia significan mucho para él.
Mi amigo Thomas, que suele acudir a mis reuniones para perso-
nas Seis, es instructor de artes marciales. En su clase se pone encima
treinta kilos de protecciones y enseña a la gente a atacarle: es un buen
trabajo para un Seis. «Yo observo las indicaciones corporales de la
gente con muchísimo cuidado», dice Thomas. «Observo los gestos de
su cara, les observo las manos. Aunque tengan las manos detrás de la
espalda, observo si las tienen relajadas o no. Les miro a los pies para
ver si se inclinan hacia delante o hacia atrás. Lo que busco son fugas de
información. Puede que digan algo con palabras, pero yo observo para
ver si el cuerpo coincide con sus palabras.» Todos los Seis comprueban
si lo que se dice concuerda con lo que se quiere decir.
Harvey Mackay considera que su éxito se basa en la recopilación
de información acerca de los clientes. «No se creerían cuánto sabemos
acerca de nuestros clientes en la Mackay Envelopc Corporation [em-
presa fabricante de sobres]. Ni las autoridades de Hacienda se creerían
cuánto sabemos acerca de nuestros clientes. Todos nuestros vendedo-
res rellenan un perfil de sesenta y seis preguntas acerca de cada uno de
EL SOT.UCIONADOR 223
El lado malo
MARK TWAIN
Los Seis pueden ser tan inflexibles como los moralistas Uno;
pero, a diferencia de los Uno, que te dicen de buena gana lo que haces
mal, los Seis tienen una mentalidad de búnker. Se sienten más seguros
albergando un juicio o un resentimiento secreto. (Pueden llegar a creer
que tú estás haciendo lo mismo.) Para los Seis, como para los Cinco, el
conocimiento secreto es el poder: se sienten mucho más cómodos
cuando tú no sabes lo que piensan.
Los Seis son catastrofistas: «He llegado a darme cuenta de que mi
primera reacción ante la mayoría de los problemas que me comunican
es verlos peores de lo que son», dice Tom, ejecutivo de una empresa
fabricante de automóviles. «Ahora procuro reservarme incluso mi jui-
cio privado hasta conocer todos los datos.»
Hasta los contratos por escrito son arriesgados. ¿Qué puede ha-
cer el Seis?
Cierto cliente mío, fabricante del Medio Oeste de Estados Unidos,
me contó que había pedido a su gestor de riesgos que encontrase el
modo de «asegurar por partida doble» algunos posibles riesgos de la fá-
brica. «En serio: quiero tener dos pólizas de seguro», me dijo. «No quie-
ro cobrar indemnizaciones dobles, ya sé que eso es ilegal. Lo que quiero
es asegurarme de verdad de que nuestra compañía de seguros cumpla
sus compromisos.» Este Seis quería asegurar su seguro.
224 ENEAGRAMA
Los Seis son personas que llevan cinturón y tirantes a la vez. Saben
que no hay rosa sin espinas. Una vez enseñé a mi padre mi ordenador
nuevo con todas sus posibilidades, con sus imágenes extraordinarias.
Navegamos por lnternet: era la primera vez que él lo veía. Bajamos al-
gunos artículos. Enviamos un mensaje electrónico a un amigo suyo.
Me di cuenta de que mi padre estaba impresionado. «¿Qué te parece,
papá?», le pregunté. Al cabo de un rato, él me preguntó: «¿A quién
llamas cuando se estropea este aparato?»
La necesidad compulsiva de los Seis de esperar lo peor suele blo-
quear su espontaneidad y su creatividad, apagando las iniciativas que los
llevan a innovar, a comprometer recursos o a correr riesgos. Cierto edi-
tor de textos electrónicos, que es Tres, hablaba así de un antiguo socio
suyo, que era Seis: «Joe y yo estábamos preparando una base de datos
informática para el sector. Joe habló con millones de expertos del ramo.
Descubrió millones de posibles tropiezos. Le decían que la base de da-
tos era superflua, que ya estaban inundados de datos. Joe se desanimó y
se retiró. Yo confié en mi instinto y seguí adelante. La base de datos tuvo
un éxito inmediato. Me di cuenta de que ni¡ socio Seis no intentaba
descubrir por qué se iba a suscribir la gente, sino por qué no!»
La reacción protectora
Los Seis y los Uno son los tipos del Eneagrama más dados a seña-
lar a la gente con el dedo. Pero a diferencia de los Uno, que critican a
los demás pero que en realidad se culpan a sí mismos, los Seis te atri-
buyen a ti sus propios sentimientos y sus fracasos. El Seis se proyecta
sobre ti diciéndote: «Parece como si tuvieras algo en la cabeza, ¿Qué
es lo que no quieres decir? ¿Qué estás ocultando?» Cuanto más preo-
cupados se sienten dentro de sí más buscan la fuente en el exterior,
atribuyendo a los demás las culpas y las acusaciones.
Los Seis albergan un victimísmo inherente: tienen la idea de que
han sido perseguidos o agraviados, y esto también se cumple en los
Seis que parecen activos y batalladores. Todos los Seis sienten que es-
tán reaccionando: al peligro, a los insultos, a la venalidad o a la incom-
petencia. El Seis lucha en defensa propia, nada más. A veces, la agresión
del Seis parece plenamente justificada como «reacción protectora»: el
Seis ha reaccionado ante lo que podría haber pasado si él no hubiera
reaccionado.
Este proceso de proyección es, en realidad, una manera extraña
EL SOLUCIONADOR 227
La mejor manera de conseguir que un Seis vea las cosas tal como
las ves tú es, sin lugar a dudas, exponerle de manera clara y sistemática
los peligros reales y en potencia de tu propuesta y cómo piensas reac-
cionar tú ante ellos. Así, el Seis se lleva la sensación de que has estable-
cido correctamente las prioridades: de que te preocupas tanto como él
del peligro de que todo el mundo acabe de mala manera.
Si al Seis no le presentas los aspectos negativos él se lleva la impre-
sión de que no te has preparado a fondo. Fred, alto funcionario guber-
namental de Estados Unidos, que es Seis, dice: «Existe entre mis jefes
de departamento la tendencia nefasta a adornar las evaluaciones de su
personal. Esta actitud de encubrimiento va a terminarse. Si en la eva-
luación no aparece un informe equilibrado que señale dónde se en-
cuentran las dificultades [y me refiero a dificultades verdaderas, no a
eso de que "trabajan demasiado"], la devolveré.»
Estate dispuesto a poner de manifiesto tus propios intereses per-
sonales. En general, a los Seis no les parece creíble del todo el altruis-
mo puro (actitud que puede hacer difícil la vida de los Dos, que tanto
procuran agradar a la gente). Doug, que es Seis y se dedica a la selec-
ción de ejecutivos, dice: «De ninguna manera recomendaré a nadie
para un puesto si la persona no es capaz de decirme qué pretende sa-
car en limpio. Esas tonterías del "Ah, quiero estar allí porque me gusta
tratar con la gente" no me valen. Prefiero que me digan: "Este trabajo
me hará dar de mí hasta el máximo de mi capacidad", o, mejor toda-
vía, "es que mandar a la gente es lo mío". Pero me río de I a gente a la
que le gusta tratar con la gente".»
La toma de decisiones no representa un problema para los Seis, a
diferencia de lo que les sucede a los Nueve. Los Seis tienen las mentes
despiertas y toman las decisiones con rapidez. El problema es que, una
228 ENBAGRAMA
ra de todos los demás antes de tomar una decisión personal; por ello,
como es natural, le resulta muy difícil tomar decisiones espontáneas y
sobre la marcha.
SHAKESPEARE, Enrique IV
Los Seis son maestros del arte de formar un círculo con los carros
para defenderse de un enemigo común. En una situación así pueden
comportarse como unos verdaderos líderes. George Bush, que es Seis,
procuró asegurarse amplio apoyo nacional e internacional antes de
emprender operaciones militares contra Irak. Durante la guerra del
Golfo, Bush supo mantener unida hábilmente esta coalición tenue y
heterogénea contra el Ocho Saddam Hussein, sobre todo a base de re-
calcar la necesidad de actuar concertadamente contra Hussein; no era
indispensable reunirse bajo la bandera de George Bush como líder. El
centro de atención alrededor del cual se formaba la coalición era el
enemigo. (Comparémoslo con un líder Uno como Margaret Thatcher,
que subrayó los conceptos de «el bien y el mal» para justificar la guerra
de las Malvinas; comparémoslo también con un Tres como George
Washington, bajo cuya bandera se podían reunir todos.)
Los Seis tienden a hacerse cargo de lo que tienen delante. Gestio-
nan. Pero puede costarles un gran esfuerzo dirigir a base de inspirar a
los demás. Cuando concluyó la guerra del Golfo, Bush fue incapaz de
articular una visión activa y positiva propia de un líder. A Bush le pa-
reció siempre que la prensa cargaba injustamente sobre sus espaldas lo
que él llamaba «eso de la visión», una crítica que él no comprendió
nunca.
En vista de los problemas que tienen los Seis con su propia autori-
dad, muchos de ellos tienden a sentirse incómodos al desempeñar el
papel público de jefes. A consecuencia de ello, el Seis que ostenta un
cargo de autoridad puede comportarse como un jefe autoritario que
230 ENEAGRAMA
tarea nueva para examinar más tarde de cerca sus componentes. Dedi-
ca cierto tiempo a estudiar los detalles y no sólo a la visión general.
¿ Qué problemas pueden esperarse? ¿Cómo pueden resolverlos? Lo que
más valoran los Seis es el modo en que tus enseñanzas les ayudarán a
estar «más preparados para lo que se encuentren por el camino».
La organización Seis
Alto rendimiento
9
Aliado 7
EL SOLUCIONADOR 6 3 Tensión
Sombra 5
los dos en las posibilidades; los Siete están aferrados a las posibilida-
des positivas y los Seis a las negativas. Los Seis se cargan de energía y
se transforman cuando incluyen las opciones positivas. El Punto de
Sombra del Seis es el Cinco. Los Seis se asientan con una mirada obje-
tiva, no partidista, desapegada, y recibiendo toda la información que
necesitan, que es el punto de vista del Cinco.
El caso de Bonnie
Bonnie, que es una ejecutiva dinámica que trabaja para unos gran-
des estudios cinematográficos, tenía problemas con su nuevo jefe.
Bonnie sabía que ella era Siete: entusiasta y emprendedora, con mu-
chas ideas, muchos proyectos y una energía sin límites. Viajaba con fre-
cuencia a Europa y a Asia, en primera clase, naturalmente, y cerraba
acuerdos importantes con un apretón de manos. Era una estrella nacien-
te y parecía que conocía a todo el mundo. Había creado casi en solitario.
de la nada y a base de valor, la división importante y rentable que dirigía.
Después, los estudios fueron adquiridos por una compañía grande
que no pertenecía al mundo del espectáculo. Dentro de un estricto proce-
so de observación se encomendó a un miembro del nuevo equipo de di-
rección la evaluación de cada uno de los altos ejecutivos de los estudios.
EL SOLUCIONADOR 235
tumbre, presionaba para que se cerraran los tratos con el fin de poder
presentar resultados tangibles. Presionaba a todo el mundo para que
trabajaran con más fuerza.
Afortunadamente, Bonnie empezaba a comprender a su jefe Seis.
Recordó a Morí todas las horas de trabajo que había dedicado ella. Le
hizo ver que presentaba sus tareas dentro de plazo y le tranquilizó ase-
gurándole que los informes por escrito que él esperaba estarían listos a
tiempo. Cuando los Seis están en el Tres, el secreto es alinearse con sus
metas (Tres) en vez de con sus miedos (Seis). La valoración de la reali-
dad, presentada sin frustraciones ni agitación, resulta muy útil y eficaz
para el Seis.
«En realidad, no me molesta tanto en el Tres», dice Bonnie. «Por
lo menos, allí está centrado en el movimiento y en la actividad.»
Las Alas
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Seis
«Prométete a ti mismo:
Ser tan fuerte que nada pueda afectar a tu
paz mental. Hablar de salud, de felicidad y
de prosperidad a todas las personas con que
trates. Hacer que todos tus amigos sientan
que tienen algo. Ver el lado bueno de todas
las cosas, y hacer que tu optimismo se haga
realidad. Pensar sólo en lo mejor, trabajar
sólo por lo mejor y esperar sólo lo mejor.
Tener tanto entusiasmo por el éxito ce los
demás como lo tienes por el tuyo propio.
Olvidar los errores del pasado y seguir
adelante hacia los logros mayores del futuro.
Tener siempre el rostro alegre y dedicar tina
sonrisa a todos los seres vivientes que te
encuentres. Dedicar tanto tiempo a
mejorarte a ti mismo que no te quede tiempo
para criticar a los demás. Ser demasiado
grande para preocuparte, demasiado noble
para enfadarte, demasiado fuerte para tener
miedo y demasiado feliz para permitir la
presencia de problemas.»
CONOZCAMOS A UN SIETE
El caso de Merle
Merle dirige una empresa de ventas directas que oferta a los con-
sumidores artículos poco corrientes por medio de publicidad en la te-
levisión por cable e impresa. Tiene su domicilio principal en Taos, en
el estado de Nuevo México, a un paso de la aldea de los indios pueblo
de Taos, y es un coleccionista entendido en la artesanía de los indios
pueblo. Va a trabajar varios días por semana a Los Ángeles, a donde
viaja pilotando su propio avión. Se sirve de la tecnología informática y
de telecomunicaciones más avanzada para dirigir su empresa desde su
casa o, lo que es más frecuente, mientras va de viaje. Tiene otras resi-
dencias en Portobello Road, de Londres, y en la costa norte de la isla
de Maui, y viaja a ellas con frecuencia.
A Merle le encanta el negocio de las ventas. Le gusta ir de proyec-
to en proyecto. Le divierte promocionar un producto nuevo. Sobre
todo, le encanta vivir de su ingenio y tener éxito.
EL VISIONARIO 249
La premisa básica
Psicología
Los Siete hablan casi siempre de su infancia feliz, pero a poco que
se escarba por debajo de la superficie se descubre que fue en realidad
una infancia problemática y dolorosa. En general, llegó un punto en la
infancia de los Siete (divorcio de los padres, o el niño quedó abando-
nado, pasó de mano en mano entre sus parientes o simplemente no le
hacían caso) en que el niño se dio cuenta de que el mundo era doloro-
so y temible. En aquel instante, los Siete se limitaron a negar que aque-
llo pudiera ser así, lo dieron la espalda y siguieron jugando. Desde en-
tonces, siguen fingiendo.
Para poder mantener las apariencias de que todo va bien, los Siete
evitan acercarse en serio al lado psicológicamente duro de la vida, a la
nostalgia, la pérdida y la tragedia. Aunque tienen ánimo, y suelen te-
ner inspiración además de aspiraciones, tienden a carecer de vida inte-
rior del sentido del yo lleno de sentimientos, que es donde residen los
Cuatro. En vez de ello, los Siete generan posibilidades como modo de
rehuir las responsabilidades y los compromisos.
Los Siete son unos niños de oro que se creen benditos de una ma-
nera especial y liberados en gran medida (gracias a su inteligencia) de las
obligaciones, de las penalidades y de las tribulaciones corrientes de la
vida cotidiana. Pero así como los Ocho sobrevaloran su propio poder
y subestiman la fuerza de los demás, los Siete se centran demasiado en
su propia brillantez a la vez que subestiman la de los demás.
254 RN[AC RAMA
El lado bueno
Visionarios
Lúdicos
un Siete que tira por tierra las jerarquías. Todos y cada uno de los seis
mil trabajadores de Virgin tienen el teléfono del domicilio particular
de Branson y todos lo llaman por su nombre de pila.
Branson quería que la Virgin Airways ofreciera el mejor servicio
posible al mejor precio y quería que toda la experiencia fuera diverti-
da. Dijo en cierta ocasión: «Si te invito a ni¡ casa, intento que lo pases
bien; no me limito a ponerte delante un pollo asado y dejarte mirando
una pared vacía.» En algunos vuelos de la Virgin hay actuaciones en
directo: músicos, ilusionistas, humoristas, además de servicios de ma-
nicura y de masajes, con lo que se consigue un ambiente festivo, verti-
ginosamente Siete 5.
«Creo que lo lúdico debe ser un factor motivador de todas las ac-
tividades empresariales», dice Branson. «Creo que si hemos tenido
éxito es porque hemos contado con un montón de gente estupenda.
Hemos hecho las cosas de otra manera, y gracias a eso la vida ha sido
más lúdica y más agradable que si hubiésemos adoptado un plantea-
miento ligeramente más conservador. Yo me he empeñado en pasarlo
bien.»
Los Siete son expertos en sacar el mejor partido posible de las si-
tuaciones negativas, en hacer cabello de ángel si les dan calabazas. Es
posible que los Siete no reconozcan siquiera el concepto de fracaso,
dado que están orientados hacia las vivencias, más que hacia los resul-
tados. «Bueno, lo pasamos bien mientras duró. ¿Qué más se puede
pedir?»
Motivadores
El lado malo
Escurridizos
Falta de perseverancia
En las nubes
Diletantes
6 T. Peters, op cit.
EL VISIONARIO 261
Con un Siete volarás alto si eres capaz de proponerle una idea que
apele a su sentido de la aventura, de lo que se sale de lo corriente o de
lo avanzado y, acto seguido, te brindas a llevarla a la práctica tú mis-
' Randall Lane, «I Want Gross», en Forbes, 154, n.' 7 ( 26 de septiembre de 1994),
p. 107.
262 ENEAGRAMA
me. Pero recuerda que el Siete es el tipo del Eneagrama que más insis-
tirá en que el responsable seas tú y no él.
A los Siete les asustan los finales y las clausuras, donde tocan a su
fin las potencialidades y las posibilidades. Lo que a ti te puede parecer
una decisión definitiva no es para ellos más que la idea más interesante
del momento, la que más destaca entre muchas dentro de un caleidos-
copio de ideas, de personas y de sucesos que cambian constantemente.
Siempre que puedas, garantiza al Siete que tendrá la oportunidad de
volver a plantearse la cuestión en el futuro.
Teniendo en cuenta lo extraño que resulta para el Siete el concepto
de decisión definitiva, no es raro que dominen muy bien la técnica del
bombardeo de ideas. Les encama que les hagan preguntas y ofrecer hi-
pótesis a modo de respuesta. Después, se escuchan a sí mismos con de-
lectación para percibir el alcance impresionante de su pensamiento.
Los Siete, visionarios, dirigen a los demás a base de tratar con to-
dos. Formulan una visión y la transmiten a base de carisma. Del mis-
mo modo que los Dos, piensan en términos de redes de personas, y no
de jerarquías ni de organigramas piramidales. Pero los Dos establecen
redes de intercambios emocionales, mientras que los Siete establecen re-
des de ideas.
Los Siete son unos igualitarios descentralizadores. Elliott, socio y
directivo de una empresa de asesoría dice: «Aquí hago estragos como
directivo. Y lo hago de esta manera: tiro el poder y las responsabilida-
des por la ventana.» Los Siete saben potenciar a los demás maravillo-
samente, pero la autoridad (la suya propia y la de los demás) les plantea
tantos problemas como a los Seis. La solución de los Siete es difumi-
nar la autoridad descentralizando el poder y quitando escalones a la je-
rarquía, con lo que, casualmente, se reduce al mínimo la responsabili-
dad de ellos mismos. Pero ostentar una autoridad verdadera significa
ser responsable, y a muchos Siete no les gusta que les pidan responsa-
bilidades. «Estoy dispuesto a trabajar con cualquiera, pero no trabajo
a las órdenes de nadie», dice Elliott.
EL VISIONARIO 263
• Flexibilidad.
• Cambios rápidos.
• Mucha profesionalidad con poca supervisión.
• Expertos interdependientes.
• Ideas interdisciplinarias.
• Innovación.
• Complejidad.
• Planificación por adelantado.
• Optimismo acerca del futuro.
" Lee Smith, «The Lures and Limits of Innovation : 3M», en Fortune, 20 de octubre
de 1980, p. 86.
268 ENEAGRAM A
dimiento del Siete, que es el Cinco. Cuando los Siete están sometidos a
tensión sólo ven un único camino recto, como el Uno rígido y suscep-
tible, en vez de ver múltiples opciones.
Los Siete huyen de sus temores (en su Punto de Sombra, el Seis).
Cuando aceptan sus temores ya no les hace falta huir de ellos. Pero el
Siete es el punto del Eneagrama que más se sorprende al descubrir su
sombra. La intervención clave para el Siete es aterrizar en el planeta en
su Punto Aliado terrenal, el Ocho, para adquirir poder e impacto ver-
dadero.
Aliado 8
EL VISIONARIO 7
Sombra 6
Alto rendimiento 5
El caso de Oliver
mero en la cuerda floja con red. Pero es preciso establecer una serie de
consecuencias claras y acordadas para el caso en que el Siete no esté a
la altura de lo acordado. Los informes periódicos resultan muy útiles
para los Siete: les obligan a organizarse, a evaluarse y a reflexionar (su
Punto de Alto Rendimiento es el Cinco). De lo contrario, se limitarían
a flotar hasta llegar a una nueva experiencia divertida.
Los Siete son peones de todos los oficios; los Cinco son maestros
de uno.
Cuando se tiene siempre la puerta abierta, como hacen los Siete,
la oportunidad no puede llamar a la puerta. Lo único que puede hacer
es entrar arrastrada por la brisa y puede volver a salir del mismo
modo. Los Siete bloqueados no tienen la puerta cerrada, no tienen el
EL VISIONARIO 271
Las Alas
Los Siete son unos narcisistas que han perdido el contacto con su
propia sombra, corno le pasaba a Peter Pan. (Les hace falta encontrar-
se con un Dos agradable, corno Wendy, para que vuelva a cosérsela.)
La sombra aporta a los Siete esa profundidad que ellos ansían pero de
la que huyen.
Los Siete carentes de sombra son como unas Pollyanas promis-
cuas. Aparentando ser pensadores positivos, son unos soñadores.
Aparentando ser líderes visionarios, son unos flautistas de Hamelin.
Huyen de las dificultades y de los problemas verdaderos que tienen
delante a base de imaginarse las maravillas que pueden producirse en
el futuro. Llenos de posibilidades pero caprichosos, trabajan a solas y
a su aire.
Por el contrario, los Seis son coherentes y fiables. Cuando han en-
trado, se quedan para largo. Pero la mayoría de los Seis son mucho
más conscientes de lo que les preocupa que los Siete. Los Siete, muy
empeñados en negar que cualquier persona o cosa pueda ser menos
que positiva, y menos que lo puedan ser ellos mismos, no están dis-
puestos a someter a escrutinio sus propios procesos y sus propias mo-
tivaciones. Aunque los Seis suelen culpar a los demás también practi-
can bastante el autoexamen y se dan cuenta de que la mejor manera de
dejar atrás los problemas es pasando por ellos. Cuando los Siete reco-
nocen su punto de Sombra Seis, el cambio salta a la vista : los Siete sa-
ben de qué huyen. Pueden optar por detenerse.
Los Seis rechazan el desapego, mientras que los Siete rechazan la
fidelidad. Los Seis son estrategas prudentes, mientras que los Siete
prosperan entre el desorden. Cuando el Siete reconoce su sombra deja
de gobernarlo el miedo. Los paranoicos (los Cinco, Seis y Siete) ven
demasiado grandes sus aprensiones. El hecho de reconocerlas les per-
mite verlas con la perspectiva adecuada.
8i. VISIONARIO 273
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Siete
Virtud La inocencia
CONOZCAMOS A UN OCHO
El caso de Sam
«Lo que quiero decir es que me esfuerzo por que todo el mundo
se entere de lo que quiero», responde él, riéndose de sí mismo.
Sam tiende a actuar primero y a pensar después. Otra persona
que ha trabajado mucho tiempo a sus órdenes dice: «Es demasiado es-
trepitoso. Le gusta hablar y oírse hablar a sí mismo. Jamás es sutil.
Siempre te lo dice todo a la cara. Usa un martillo pilón cuando le bas-
taría con usar un matamoscas. Por eso se comporta a veces como un
matón. Desde luego que se guarda los rencores y que se venga de las
cosas.
»Pero tengo que reconocer que trabajar con él puede ser diverti-
dísimo. Tienes la sensación de que estás trabajando en algo grande.
Nunca te inquieta pensar que la verdadera acción tiene lugar en otra
parte. Sí, es exigente, pero yo no dudo ni por un instante de que me
hace dar de mí lo mejor que puedo dar. Me destroza como destroza a
todo el mundo, pero yo lo aprecio. Lo aprecio de verdad. Sam es un
gran jefe.»
¿Reconoces a Sam? Sam es Ocho.
La premisa básica
Psicología
El lado bueno
Los Ocho son los héroes del Eneagrama. La vida es para ellos una
serie de combates en los que aplican su fuerza para aplastar a los crue-
les y a los antipáticos, a los idiotas y a los aspirantes al trono, mientras
protegen a la gente que vale la pena y que no es capaz de protegerse a
sí misma. (Podemos compararlos con los Tres, que valoran la pericia y
el éxito pero que en general no están motivados por la venganza ni por
la reivindicación.)
Los llamados Angeles Custodios son un grupo Ocho caracterís-
tico: son grupos parapoliciales que se toman la ley por sus propias
manos para proteger a los ciudadanos. Los Ocho defienden a cual-
EL CABECILLA 287
Paladines
Leo Rosten, People 11lave Knoicn, Laved or Admired, McGram-Hill, Nueva York.
1970, p. 66.
288 ENEAGRANIA
Siempre que la gente me pregunta por las técnicas para los re-
botes, yo me río. Quieren que les explique mis secretos para coger
los rebotes. A la mayoría de los jugadores jóvenes les han dicho que
al principio deben concentrarse en el cuerpo a cuerpo bajo el table-
ro. La mayoría de los entrenadores dicen: «Busca a un hombre y
échale el cuerpo encima.» Después, dicen a los jugadores que inter-
preten el efecto y la trayectoria de la pelota para prever en qué di-
rección saldrá del aro y hasta dónde llegará. Bueno, pues todo eso
son chorradas.
Lo que yo siempre digo es: «Sí, tengo una técnica. Se llama:
"¡Coge la pelota, maldita sea! "»'
2 Charles Barkley y Roy S. Johnson, Ousrageour!, Simon & Schuster, Nueva York,
1992, pp. 47-48.
290 I? N GAGRA.M A
»Uno de los métodos que aplico para conocer mejor a esos tipos
es presionarlos físicamente. Así me entero de qué van, de quién nme
puedo fiar y de quién no. A veces me devuelven la presión. Es tarea
mía saberme capaz de aguantar lo que sea. Procuro civilizarlos sin
romperles la moral. Cuando he terminado con ellos están preparados
sin duda alguna para el mercado de trabajo.
»Mi segundo problema es asegurarme de que las empresas cons-
tructoras tratan a estos tipos con justicia», añade Richard.
«¿Cómo lo consigues?», le pregunté yo.
«Los convenzo», dice con un guiño. «Les hago una oferta que no
pueden rechazar. Les explico que cuando estén construyendo edificios
en la comunidad cn que viven los que han seguido nuestros cursillos,
el hecho de contratar a éstos les "vendrá bien".»
A los Ocho, descarados y directos, les gusta hacer todo lo que les
apetece. No les asusta intimidar a otras personas para que se plieguen
a sus deseos. Presionan con fuerza en contra de las convenciones res-
trictivas de la empresa y de la sociedad. Y consideran que la polémica
resultante no es más que la consecuencia de decir la verdad, de desen-
mascarar la falsedad y la injusticia, en un mundo lleno de gente estira-
da que no está acostumbrada a la verdad. El jugador de baloncesto
Charles Barkley dice: «Me aplican con mucha frecuencia el adjetivo de
polémico, y, francamente, me ofende. A lo que algunos pueden llamar
ser polémico yo lo llamo decir la verdad. No genero polémicas: las po-
lémicas están allí mucho antes de que yo abra la boca. Lo único que
hago yo es llamar la atención de la gente sobre ellas. Si eso es ser polé-
mico, así sea»'.
Los Ocho creen que la verdad os hará libres. Meg, la antigua al-
calde, dice: «Creo que, como cultura, hemos reprimido la energía del
Ocho. Hemos llegado a considerar que ser directos es lo mismo que
ser conflictivos. Pues bien, lo más devastador de nuestra sociedad es
el hecho de que hemos pasado tanto tiempo "siendo amables' que
no hemos resuelto maldita sea la cosa. Si pones sobre la mesa la sin-
ceridad de la gente te encontrarás sobre esa mesa las mejores solu-
ciones.»
El lado malo
1 Karen Horneg Oar Inner Con 1/jets. W W Normn, Nueva York, 1945, p. 68.
292 ENEAGRAMA
Los Ocho componen con los Uno y los Nueve la tríada de la ira.
La ira es el sello característico de los Ocho. Seguros como están de
que todos los que los rodean están tan interesados como ellos mismos
por el poder y por el control, los Ocho pueden ser dominantes, intimi-
datorios y arrogantes. Como no les preocupan los formalismos socia-
les, creen que «la verdad sale a la luz tras una pelea». Para ellos, una
buena pelea es un encuentro, es un intercambio útil de información.
Henry, que es Ocho, abogado especializado en divorcios, dice: «Me
gustan los tipos que me devuelven los puñetazos. Las personas con las
que puedo mantener una discusión.»
Los Ocho no sólo quieren pelear. Quieren vencer. Y no sólo quie-
ren vencer: quieren pulverizar al adversario. (Mientras que los Uno
cauterizan a sus compañeros de manera limpia y eficiente, los Ocho
prefieren destriparlos, dejando un rastro de heridas y de destrucción.)
Un compañero del director ejecutivo de Disney, Michael Eisner, dijo
de éste: «Hay un exceso que siempre me ha inquietado. Disney realiza
unos contratos demasiado duros, y cuando un contrato es demasiado
duro, al final nunca funciona». Se dice que Eisner «valoraba la fiereza
de sus ejecutivos. [...1 Gozaba de las disputas; de hecho, animaba a sus
colaboradores a que se enfrentasen con él, pues creía que del crisol de los
"que te jodan" 1, de los "estás loco" surge una verdad más pura» (las cur-
sivas son nuestras) 1. Los Ocho creen que la verdad sale a relucir tras
los combates.
Desde el punto de vista del Ocho, la ira que siente está justificada.
Pero a pesar de toda su explosividad, su vivencia interna es en realidad
de contención y de frustración, de que son los tontos los que lo empu-
jan hasta sacarlo de sus casillas. Los Ocho se preguntan, de manera
muy semejante a los Cuatro: «¿Por qué yo?» Pero en vez de labrar su
propia desgracia poniéndose a buscar las razones, como hacen los
Cuatro, los Ocho se limitan a quitar de en medio al ofensor. La mode-
ración no es su fuerte.
' Barrv Diller, citado por Robert Sam Anson en «Heave-he, Heave- ho! Mike Eisn-
ner Irives TV Head out o( his Gnmip, Kingdon », en Nen lb r.& Oiserurr, 27 de marzo
de 1995, p. 20.
` R. S. Anson, op. en, p. 20.
EL CABECILLA 293
Provocadores y vengativos
La lujuria
\X'1I.LIAM Bi.AKI:
El poder es personal
Luis XIV dijo: «L'État, c'est moi.» Los Ocho tienen instinto terri-
torial. Son los soberanos de sus dominios. En cierta ocasión, cuando
Lyndon Johnson era presidente, se disponía a subir a bordo de un he-
licóptero que estaba a punto de despegar. Un joven soldado de infan-
tería de marina le dijo: «Señor Presidente, su helicóptero es aquél de
allí.» Johnson le dijo: «Hijo, todos los helicópteros son míos.»
Consecuencia práctica del instinto territorial de los Ocho es que
los jefes Ocho consideran que pueden entrometerse con toda libertad
en las actividades de sus subordinados, quienes, al fin y al cabo, son
simples extensiones de ellos mismos. Cuando yo trabajaba para el go-
bierno, tuve una vez un jefe Ocho (Bob, el asesor general) que hizo
abrir ventanas interiores en los despachos de todo su personal profe-
sional para poder observar desde el pasillo lo que pasaba dentro. Solía-
mos decir que la manera más rápida de ver a Bob era cerrar la puerta.
Dentro de su sentido de ser los señores de sus dominios, los Ocho
se sienten capacitados para ocuparse con toda libertad y distraerse con
detalles o con irritaciones de menor importancia. Así, Robert Max-
well, magnate de la prensa británica, se empeñaba en aprobar perso-
nalmente gastos ridículos por su insignificancia para desaprobarlos
más tarde a veces, con lo que desautorizaba y humillaba a sus directi-
vos más altos.
E L CABECILLA 297
Los Ocho son tiranos por naturaleza. En la antigua Grecia, los ti-
ranos eran unos hombres forjados a sí mismos que alcanzaban el po-
der sin haberlo heredado como lo heredaba un rey. Muchos tiranos
fueron muy populares; otros eran autoritarios.
Algunos Ocho dirigen a base de rabietas y del miedo a las repre-
salias. Otros son unos dictadores benévolos. De cualquiera de las dos
maneras, a los Ocho les gusta dirigir por decreto en vez de confiar en
los procedimientos establecidos que les atan las manos. Borís Yeltsin
se empeñó en adquirir autoridad de esta especie cuando llegó a presi-
EL CABECILLA 299
Ocho les gusta poner a prueba los límites , asegurarse de que tú tengas
claro dónde están ellos.
La organización Ocho
marca sus límites y para observar los hechos con mayor perceptivo.
Los Ocho evolucionan cuando, en vez de comportarse como po-
tros indómitos y de aprovechar su poder para apoderarse de lo que
creen que les hace falta, lo aplican al servicio de los demás, según la vi-
sión del Punto de Alto Rendimiento del Ocho, que es el Dos.
Los Ocho, que son unos pragmáticos duros, dejan sus ilusiones (y
su idealismo) en su Punto de Sombra, el Siete. Cuando los Ocho equi-
libran el idealismo del Siete acerca de cómo deberían ser las cosas con
la aceptación del Nueve de cómo son las cosas, entonces obran con un
poder natural alineado con «la Fuerza» sin malicia: la virtud del Ocho
es la inocencia. El Punto Aliado Nueve es el reino de la paz del Ocho: es
lo que desea todo rey león o toda reina leona.
Aliado
9
2 Alto rendimiento
Tensión 5
más fácil y más agradable negociar un acuerdo cuando todas las partes
principales y todas las abogadas eran mujeres, pues, según me dijo: «Con
independencia de dónde venimos todas, nos reunimos en el Dos. Todo
mi planteamiento cambia. 'l'odo el mundo se centra en conseguir que el
acuerdo refleje los intereses de todos los demás. Nadie intenta atropellar
a nadie, pues ponemos todos nuestros sentimientos sobre la mesa con
todo lo demás, para que lo vean todos. Existe una atención mutua que,
sencillamente, no se produce nunca en este mundillo. Todos velan por
todos los demás, y todos confían en que nadie intenta hacer daño a nadie;
si lo intentaran , les caería encima centuplicado.»
Las Alas
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Ocho
CONOZCAMOS A UN NUEVE
El caso de Tom
uno de sus colaboradores más importantes, dice: «Su rasgo más desta-
cado es el espíritu de colaboración. Es hombre dado a asociarse para
trabajar. Gracias a ello, está muy bien considerado, incluso por algu-
nos bandos que no se llevan bien entre sí.» Tom no es dado a la micro-
gestión: emite directivas muy amplias y deja bastante campo abierto
para aplicarlas.
Nancy, que es uno de los jefes de departamento que están a sus ór-
denes, dice de él: «Jamás le he oído levantar la voz ni perder la calma.
Sabe ver muy bien sus propios puntos débiles y lo que hay de verdad en
lo que dicen los demás. Entras a discutir con él, ¡y él te anima, e incluso
está de acuerdo contigo! De esa manera, tú mismo pierdes gas.»
Aunque Tom es tranquilo, parece que sus subordinados siempre
están discutiendo por algo. (Yo te señalé que tienen la atención de
ocuparse de discutir por él.) Discuten sobre todo qué rumbo deben
seguir, a falta de orientaciones claras por parte de Tom. «Es un gran
tipo», dice uno de los subordinados. «Sólo que me gustaría que dejase
más claro lo que quiere que hagamos acerca de estas cuestiones difíci-
les. Pero no le gusta nada que lo presionen. Lo peor que puedes hacer
es presentarte ante él con aire de urgencia e intentar obligarle a tomar
una decisión. Él te escucha y asiente con la cabeza amablemente, pero
no hace nada. Pero cuando nos presentamos ante él y le exponemos
un desacuerdo claro entre nosotros, es genial. Da la impresión de que
cobra vida. Así es como le gusta decidir las cosas. Nos deja discutir, y
después hace de mediador para llegar a una solución.
»Tom creó un programa que mereció alabanzas en todo el país, en
virtud del cual se ofrece la mediación como alternativa al "proceso re-
gular de arbitraje" para las personas acogidas a la beneficencia que
quieren oponerse a los dictámenes del departamento. "Los juristas, los
del departamento financiero y los burócratas tenían todos sus objecio-
nes respectivas", cuenta Tom; "pero ese programa de mediación tenía
vida propia. Se les acabó el gas a todos."
"El programa de mediación garantiza a todos la oportunidad
de expresar su postura", añade Tom. "Después, las soluciones apare-
cen solas. "»
Tiene en la pared de su despacho una cita de Scott Fitgcrald. Dice
así: «La piedra de toque de una inteligencia de primera categoría es la
Ei. MEDIADOR 317
La premisa básica
Los Nueve son los más tolerantes de todos los tipos del Eneagra-
ma. Con su facilidad para establecer soluciones de compromiso, están
tan sintonizados con las intenciones de su prójimo que pierden de vis-
ta sus propias intenciones, sus deseos, sus propósitos y sus necesida-
des. Su desprendimiento y su sensibilidad ante los puntos de vista de
las demás personas, irreconciliables en muchos casos, los convierte en
artífices naturales de la mediación, del asesoramiento, del consenso y
del apaciguamiento.
Los Nueve son lentos y pausados. ( Mel Brooks, en el papel del
hombre de dos mil años, Nueve, aconsejaba: «No corras nunca tras el
autobús. Siempre habrá otro.») Los Nueve se resisten a someterse a la
presión, sobre todo a la presión en el sentido de cerrar un trato. «Pasa-
rá cuando pase», dice el Nueve. Se toman el tiempo necesario para es-
cuchar tu caso, para discutir los pros y los contras de tu proyecto y
para dejar que vaya surgiendo de manera natural el rumbo adecuado.
Al mismo tiempo, esta actitud sosegada supone que a los Nueve les
falta a veces un sentido de la decisión. Sus compañeros de trabajo pue-
den considerarlos unos burócratas distraídos y descuidados, que ha-
blan despacio y que se mueven despacio, que se abruman con facili-
dad y que no hacen lo que dicen.
Mientras que el Tres activo y ambicioso es un estilo característico
de las dos costas de Estados Unidos, el Nueve es un estilo social carac-
terístico del centro del país. Muchos presidentes de la era moderna
que eran Nueve procedían de la región central de Estados Unidos y te-
nían estas características: Eisenhower, Ford y Reagan fueron personas
apreciadas, de carácter alegre y dotados de un sano respeto a las tradi-
ciones; eran unos hombres eminentemente del pueblo, como la gente
amable de campo que se sienta junto a una cerca, y como ella sabían
mantener la tranquilidad y el calor humano entre el tumulto que gira-
318 GNFACRA67A
Psicología
El lado bueno
Mediadores natos
Los Nueve perciben por instinto lo que ya sabían los antiguos sa-
bios orientales: que los principios que parecen opuestos no son en rea-
li dad más que diferencias en los puntos de vista. Tienen una capacidad
fuera de lo común para producir equilibrio. Saben tolerar las paradojas
y las contradicciones mejor que nadie del Eneagrama. Son capaces de
ver la verdad simultáneamente en las opiniones opuestas (y en los esti-
los opuestos del Eneagrama) y de desplazarse con integridad de posi-
ción en posición. Los mejores Nueve son los verdaderos maestros del
Fneagrama.
Los Nueve, por su propia naturaleza, abarcan dos mundos, o dos
bandos, o dos puntos de vista. Althea trabaja para una organización
que busca puntos de acuerdo entre los judíos y los cristianos. Nathan
es médico y abogado, hace de mensajero entre los dos mundos. La ha-
bilidad alquímica propia de los Nueve es la unión de dos elementos
aparentemente opuestos para crear un todo mayor: es el proceso lla-
mado coniunclio.
EL MEDIADOR 321
Mediadores y colaboradores
La gente confunde a veces a los Nueve con los Dos, dado que pa-
rece que ambos tipos se centran en servir a los demás. Pero los Dos si-
guen hábilmente la pista de tus sentimientos sin perder de vista sus
' Charles R. Dae. Ir., «Kene Campbell», en Indzistn U22vk, 7 de noviembre de 1994.
página 36.
EL MEDIADOR 323
propias metas, y ajustan su máscara sin ajustar sus planes. Los Nueve,
por su parte, no cambian de máscara, pero sus planes son tan malea-
bles como la plastilina. Los Dos buscan activamente las necesidades y
los deseos concretos de los demás y reaccionan intencionadamente
ante ellos; los Nueve, por su parte, te abren la oportunidad de que seas
tú mismo en vez de saltar a cubrir tus necesidades concretas. Lisa, que
es Nueve, jefa de relaciones públicas de una gran universidad, dice:
«Me esfuerzo mucho para conseguir que los altos directivos me dedi-
quen tiempo. Cada uno de ellos es diferente. A algunos les gusta tener
una agenda de trabajo formal con unas horas asignadas. Al rector le
gusta que yo esté disponible para llamarme por teléfono los domingos
por la tarde. A muchos decanos les gusta cazarme al vuelo cuando
paso por su lado. La mejor manera que tengo de hacer mi trabajo es
dar facilidades a las personas con las que trabajo para que encuentren
el tiempo necesario para comentar conmigo sus cuestiones priorita-
rias. Para ello, soy enormemente flexible y adaptable. Le ruego que no
se crea que no soy agresiva. Armonizo agresivamente con sus planes
de trabajo y con sus estilos. No es tarea fácil crear tiempo y espacio
para otros.»
Orgánicos
Los Nueve son los miembros del Eneagrama que mejor saben
«dejarse llevar por la corriente». A diferencia de los Uno, es raro que
impongan un plan de trabajo rígido o, como hacen los Cinco, un mar-
co para la resolución de problemas. Son sensibles a las reacciones de
las demás personas, tienen el sentido del cuadro general y como más a
gusto se sienten es dejándose guiar por sus sensaciones. Para los Nue-
ve, la vida y el trabajo son unos procesos orgánicos complejos que sólo
se pueden manipular corriendo un riesgo. Chester Barnard, ejecutivo
de una compañía telefónica, era un Nueve que fue el teórico de la ges-
tión más influyente de los años treinta y cuarenta. Dijo: «Existe un nú-
mero enorme de cosas que tiene que hacer la gente en este mundo y
que tienen que funcionar como funciona el sistema fisiológico, sin con-
trol consciente. En cuanto las piensas conscientemente, pierdes el
control.» Este planteamiento organizativo orgánico de los Nueve está
324 J NI:AG RAhiA
Coherente y comprometido
Los Nueve son coherentes. Los Siete son unos grandes planifica-
dores; tienen grandes ideas y grandes entusiasmos, pero no se puede
confiar en ellos un día tras otro. Los Nueve son criaturas de costum-
bres que posibilitan la planificación. Donna, la directora de recursos
humanos, dice: «Me gusta llegar a la hora de siempre, tomarme un
café, leer el periódico y meterme después en mi rutina. Mis subordina-
dos saben cómo me gustan las cosas. Mis jefes saben lo que pueden es-
perar de mí. Saco adelante mucho trabajo. Siempre he observado que
te valoran mucho por el mero hecho de ser coherente»
Aunque puede que prefieran no actuar o pueden que esperen qui-
zá a verse obligados a actuar, cuando los Nueve se ponen en marcha, y
al igual que sus compañeros de la tríada del poder, los Ocho y los Uno,
son unos buenos trabajadores, muy metódicos y cuidadosos.
El lado malo
La desidia
GROUCHO MARX
cosas cada vez que realizan un cambio: sus propios puntos de vista, los
de sus compañeros y los de la empresa, los puntos de vista de sus
clientes y de su competencia, la política y la tecnología, una larga his-
toria de lo que sea; hasta consideraciones éticas y filosóficas. Los Nue-
ve obsesivos rumian por naturaleza estas cosas, dentro de un hilo de
pensamiento que tal vez no note apenas la gente. Para ellos no hay
cambio pequeño: sólo existe la perspectiva del agotamiento.
June, por ejemplo, es muy lista, pero se ha establecido en un
puesto de cataloguista en una gran empresa de ventas directas, a pe-
sar de que se formó como programadora de ordenadores. Cuando sa-
len trabajos de programación en la empresa, lo cual suele suceder con
cierta regularidad, se marca ella sola a fuerza de «consideraciones»:
«Ay, fulano también está cualificado, y le interesa más que a mí», o
bien: «Estoy bien donde estoy: ¿para qué revolver las cosas?» Hace
poco tiempo se hizo amiga del jefe de otro departamento, quien la
ofreció un puesto de programadora que era exactamente lo que
quería, según llevaba diciendo ella misma desde meses atrás. A June
le agrada que el jefe se lo haya ofrecido (muchos Nueve prefieren
que los descubran antes que ofrecerse ellos). ¿lía aprovechado ale-
gremente la oportunidad? Todavía no. «Es mejor que no me emo-
cione», me dijo, «porque si te emocionas demasiado te puedes des-
equilibrar. El problema es que si yo quisiera de verdad trabajar de
programadora seguramente podría encontrar uno un poco mejor en
otra empresa.
»No me gusta nada llevarme desilusiones. Si no lo deseo lo sufi-
ciente, entonces no lo haré. Nunca persigo nada con todas mis fuerzas;
así, cuando no lo consigo, me consuelo un poco.»
No comprometidos
Ci IESfER BARNARD
lAN MCNE....1
San Agustín, que era Nueve, dijo: «Obrar es pecar.» A los Nueve
les gusta rumiar. Van de aquí allá y se contentan con rumiar sus cosas.
Obligarles a tomar una decisión puede parecer una intromisión en
los procesos de la naturaleza. Por eso puede resultar difícil obligar a los
Nueve a concretarse. Prefieren esperar a que las cosas se resuelvan
solas. «Si esperamos el tiempo suficiente, surgirá la línea de acción
conveniente», dice el Nueve, aunque sin decirlo abiertamente dando
la cara.
Los Nueve suelen evitar tomar decisiones pidiendo más informa-
ción o aconsejando prudencia o moderación («No es el momento
oportuno»), o bien señalando las repercusiones que puede tener la de-
cisión sobre otras partes afectadas. Una de las tácticas dilatorias de los
Nueve es insistir en que es preciso escuchar las opiniones de más per-
sonas.
Cuando los Nueve aceptan directamente la toma de decisiones
pueden obtener unos resultados notables gracias al hecho de que tie-
nen en cuenta tantas posturas diferentes. A los Nueve les gusta que se
corroboren sus decisiones. Como muchos Nueve, Ronald Reagan tenía
EL MEDIADOR 333
3 Ibid., 1, 341.
EL MEDIADOR 337
La organización Nueve
tener que allanar hasta la última minucia. Los Nueve tienen un don es-
pecial para salir adelante de una manera u otra.
El lado malo de las burocracias, como el lado malo de los Nueve,
es la falta de sustancia: las organizaciones Nueve se aferran demasiado
a la rutina y a los procedimientos (al cómo se hacen las cosas) y evitan
centrarse en metas que puedan causar agitación, como por ejemplo
aclarar la misión, reducir costes o ser más agresivos en el mercado. En
las organizaciones de este tipo resulta difícil a veces medir los resulta-
dos del propio trabajo. No se advierten etapas claras donde uno pueda
detenerse a evaluar. Todos los resultados tienden a tener el mismo va-
lor y su importancia es menor que la de seguir las costumbres y los
procedimientos que mantienen libres de conflictos las relaciones inter-
personales. Da la impresión de que las decisiones «se producen, sin
más», y, aunque afectan a todos, nadie es responsable de ellas. El pro-
ceso se desboca.
Las peores organizaciones Nueve se sienten hundidas en un loda-
zal de pasividad o de resignación, como si no pudieran ejercer ningún
efecto sobre el flujo inexorable de los hechos. Se sienten abrumadas
por la entrada enorme e inacabable de materiales o de datos. Puede
que sus trabajadores no adviertan ninguna oportunidad de tomar la
iniciativa, de detener el flujo o ajustarlo, y que vean que, aunque pu-
dieran, la pesada inercia de La Institución impediría a ésta reaccionar.
La situación es semejante a la del viajero que quiere pasar la aduana al
entrar en India: hay un volumen tan asombroso de gente que es muy
difícil que se atienda a tus necesidades particulares; los retrasos son
inevitables; las reglas y las rutinas son opresivas; hay un ambiente de
resignación, de que al fin y al cabo no puedes cambiar tu karma y no
debes intentarlo, y de que 10 mejor que podemos hacer todos es some-
ternos al proceso y dejarnos llevar.
EL MEDIADOR
9
Sombra 8 ,^ / _\ 1 Aliado
i i
El caso de Mike
reuniones a las que debe asistir. No cumple demasiado bien las reglas
de la compañía, cosa que me molesta y que no pasaríamos por alto en
un directivo de fabricación, pero confiamos en Mike en otros sentidos.
»Pero ahora mismo tenemos un problema», sigue diciendo Davc.
«Como la mayoría de las demás empresas. hemos tenido que plantear-
nos la cuestión de reducir plantilla. Sólo necesito que Mike me indi-
que a uno de los suyos: tiene a cinco y podrá quedarse con cuatro.
Dejé en sus manos la decisión de a cuál despedir. Mikc me dijo: "De
acuerdo, me doy por enterado." Esto fue hace casi un mes. No ha pa-
sado nada.»
Mike me dijo que quería esperar a ver si cambiaban las cosas. «A
lo mejor se arregla solo», me dijo Mike. «A lo mejor conseguimos un
contrato grande o algo así.»
Pero Dave ya no tenía más tiempo. Dijo a Mikc: «Mira, o eliges tú
o elijo vo.»
«Estoy destrozado de verdad», dijo Mikc. «Comprendo perfecta-
mente la postura de Dave.»
Las Alas
DRYDEN
REGLAS CARDINALES
Si tú eres Nueve
' Presentamos aquí algunas ideas iniciales sobre las relaciones entre los tipos, sólo
como punto de partida. Para las relaciones representadas por las líneas del Eneagrama,
consultar también los capítulos que tratan de cada uno de los tipos.
354 1LNLAGRAiMA
Tanto los Uno corno los Cuatro son unos perfeccionistas y les
preocupa el alejamiento entre cómo son las cosas y cómo deberían ser.
Los ideales del Uno son morales, con criterios «objetivos»; los ideales
del Cuatro Artista son emotivos y estéticos, con criterios subjetivos.
En el trabajo, a ambos les gusta que las cosas se hagan de manera
i mpecable y exquisita. Los Cuatro son tan críticos y tan desdeñosos
como los Uno cuando la gente no está a la altura. Ellos saben lo que
está bien y los demás no lo saben. Ambos son incansables y enérgicos
cuando se trata de conseguir que las cosas estén al nivel adecuado.
A ambos les puede costar trabajo percibir otras posibilidades ade-
más de sus criterios tan elevados. Transigir les parece soportar una
afrenta personal grave.
Para los Uno, las reglas tienen una estética propia: la forma sigue
a la función. La belleza es consecuencia de la armonización con la fun-
ción, sin pretensiones ni adornos. Es la gracia austera pero profunda
del estilo de la arquitectura y del mobiliario característico de la secta
Shaker («ser sencillos es un don»). Para los Cuatro, como para los
Dos, las reglas deben forzarse para satisfacer necesidades, evidente-
mente más importantes, del corazón y del alma, así como de la creati-
vidad.
Los creadores Cuatro suelen tener a su servicio a un administra-
dor o a un contable Uno eficiente. Esta disposición puede dar unos re-
sultados excelentes. El Cuatro aporta la visión; el Uno organiza, desarro-
lla las políticas, codifica los sistemas, ultima los contratos, lleva los
archivos y evita que el Cuatro se salga del presupuesto.
cia su prójimo, sumado a una tendencia a dejar para más tarde el pla-
cer y la satisfacción personal. Son los dos tipos más tendenciosos de
todo el Eneagrama: cuando asumen una postura verás que se ponen a
defenderla con vigor.
Ambos exigen lealtad: los Seis, a su bando o a su causa; los Uno, a
los principios en los que se basa su trabajo.
A ambos les emociona lo que podía ser. Los Siete ven las posibili-
dades emocionantes y los Uno ven la posibilidad de una ejecución im-
pecable.
Son idealistas, en cierto sentido. No obstante, ambos son rígidos.
El Uno se empeña en su visión estrecha y desprecia a los que no la
comparten. El Siete es igualmente rígido en cuanto a la necesidad de
compartir sus entusiasmos y desprecia igualmente a esos anquilosados
que no los comparten. Igualmente, son poco prácticos, o porque tie-
nen la cabeza en las nubes (el Siete) o porque se aferran a los princi-
pios más que a la eficacia (el Uno).
Los Uno echan chispas cuando los Siete comenten errores por la
poca atención que prestan a los detalles o al seguimiento del trabajo.
El Uno que comprende que los vuelos de la fantasía de los Siete
pueden ser inspiradores se encuentra en su Punto de Alto Rendimien-
to. Característicamente, los clientes o los subordinados se quedan en-
cantados con el carisma y con la exuberancia del Siete, pero recurren
al Uno para obtener información fiable, para el seguimiento del traba-
jo e incluso para que influya sobre el Siete y lo obligue a mantener sus
planes de trabajo y sus acuerdos. E)EMP1.o: La Hormiga (1) y la Ci-
garra (7).
tos. Para los Uno, la virtud es el máximo poder. Para los Ocho, el po-
der es la máxima virtud.
Desde el punto de vista Ocho, centrado en desenmascarar las
mentiras, el moralismo del Uno parece una hipocresía farisaica e inte-
resada. Al Uno, la iconoclastia intencionalmente provocadora del
Ocho le parece una herejía autocomplaciente y autodestructora, El
Cabecilla Ocho y el Perfeccionista Uno encajan con precisión el uno
con el otro, como soluciones inversas que son para un mismo proble-
ma (la ira que suscita la frustración de la voluntad).
Tanto los Uno como los Ocho sienten ira porque las cosas no son
como deberían ser. En su intento de cambiar lo que existe son despia-
dados y constantes; pisotean a los demás y dejan un rastro de senti-
mientos heridos, a veces sin saberlo siquiera.
A los Uno les gusta establecer reglas y procedimientos claros.
Para el Ocho, las reglas, los reglamentos los procedimientos y las con-
venciones (que son la especialidad del Uno) son como un capote rojo
que se agita delante de un toro. Este control estricto es precisamente el
cebo que requiere el Ocho para animarse a poner a prueba los límites.
Si eres jefe Lino, procura asignar a tus subordinados Ocho su propio
feudo para que puedan sentir la libertad de disfrutar de su naturaleza
expansiva dentro de unos límites.
Siendo Ocho, sueles imaginarte que te estás basando en unos
principios cuando en realidad lo único que logras es hacer valer tu po-
der. Los Uno aportan a los Ocho estabilidad, moderación y continen-
cia, que es precisamente lo que necesitan los Ocho para canalizar su
poder y su empuje y dedicarlos a construir cosas duraderas. EJEMPLO:
Tomás Moro (1) y Enrique VIII (8).
Todos los puntos contiguos del Eneagrama son opuestos entre sí,
pero esto resulta especialmente evidente en el caso del Uno y el Nueve.
Los Uno son pulcros, ordenados, centrados, dados a los juicios de valo-
res y activos. Los Nueve son descuidados, difusos y pasivos. En el mejor
de los casos, los Uno aportan el orden y la forma que necesitan los Nue-
ve para resolver su caos, mientras que los Nueve enseñan a los Uno a re-
nunciar a controlarlo todo y a practicar la empatía y la colaboración.
El modo normal de dirigir de los Uno (corregir las excepciones)
no da buen resultado a largo plazo con los trabajadores Nueve. Para
poder aceptar críticas, los Nueve tienen que sentirse aceptados y apre-
ciados, no por su rendimiento sino por quienes son (la consideración
positiva e incondicional). Cuanto más empujas e intentas corregir a los
Nueve (que son los objetos inmóviles del Eneagrama), más se plantan
ellos. Los Nueve tardan cierto tiempo en reaccionar a una orden tuya
porque se ponen a revisar el contexto: para ver si mantendrá su validez
a lo largo del tiempo al ir cambiando los acontecimientos, o para ver si
hablas en serio o si vale la pena cumplirla. Ejemplo: Felix Unger (1) y
Oscar Madison (9).
A los ejecutivos Dos les gusta el poder: les gusta que confíen en
ellos, les gusta repartir dádivas; y, cuando tienen su nombre escrito en
la puerta no dudan en influir directamente.
que recibe el Cuatro por su voz singular y profunda. Los Cuatro, que
se suelen sentir poco integrados, acostumbran envidiar lo fácil que pa-
rece la vida para los Dos, que tanto agradan a la gente y que tan sensi-
bles son para las cuestiones de poder.
La línea del Eneagrama que une a estos dos tipos se refiere al
equilibrio de las necesidades emocionales adecuadas del vo con las de
los demás. Los Cuatro pueden considerar que los Dos son frívolos y
superficiales, que carecen de centro emocional o de vida propia. A los
Dos les puede parecer que los Cuatro están insoportablemente centra-
dos en sí mismos. En el mejor de los casos, los Cuatro se orientan ha-
cia su interior para dejarse guiar por su propio corazón y por su creati-
vidad. En el mejor de los casos, los Dos son unos colaboradores
trascendentes, que se orientan hacia el exterior, hacia las necesidades
de los demás. Cada uno de ellos evoluciona precisamente a base de
abrazar el punto de vista interno del otro.
1 1
LAS RELACIONES MUTUAS... 365
les iban bien las cosas, que estaban tan a gusto juntos que ella Ic co-
mentó como sin darle importancia que la primera vez que se fijó en Cl
se trazó un plan para «conseguir gustarle» y que lo persiguió. Ll no te-
nía la menor idea de e11o, y se desanimó mucho cuando se enteró de
que existía un plan táctico secreto del que él no era consciente, a pesar
de ser el blanco del plan. Ahora se siente manipulado. Los Seis creen a
veces que han desvelado una perfidia por el mero hecho de haber des-
cubierto un plan oculto. Ella no comprende cuál es Cl problema: creyó
que él la felicitaría por el éxito de su plan y por haber alcanzado Si]
meta. ¿Acaso no son los resultados lo que importa?
La línea del Eneaerama que une al Productor Tres con cl Sohicio-
nador Seis alude al equilibrio entre el impulso que nos nueve a seguir
adelante (Tres) con la necesidad de tener prudencia (Seis). Los Tres
que siguen adelante demasiado aprisa pueden pasar por alto proble-
mas importantes. Pero los Seis pueden ser una rémora para una em-
presa ágil que tiene que cerrar los contratos ahora mismo para arreglar
los problemas más tarde. Esta díada funciona bien cuando el «arre»
adecuado se equilibra con el «so» adecuado.
Los Tres consideran que tienen éxito debido, en parte, a que no ha-
cen caso de los mensajes que les anuncian los fracasos. Pero los mensajes
que anuncian fracasos no son malos necesariamente. Las especialidades
Seis (reflexionar, dudar, dar vueltas a las cosas) profundizan la experien-
cia del'i'res y le aportan significado. Los logros del Tres, a su vez, consti-
tuyen un material importante para que reflexione sobre él el Seis.
Los Seis pueden ser unos Solucionadores estupendos y reflexivos,
capaces de detectar los problemas en potencia y (le señalar lo que se
está pasando por alto el Tres. Pero el Seis tiende a agrandar los proble-
mas desproporcionadamente hasta que éstos lo paralizan. La ambiva-
lencia del Seis y su tendencia a dejar las cosas para mañana puede pro-
vocar frustraciones al Tres.
'1 'res, mientras que su carácter tajante desanima a los Siete. Siempre
que sea factible, da por supuesto que el Siete contará con la oportuni-
dad de volver a revisar la cuestión en el futuro: así se animará inmedia-
tamente.
El Siete, con su entusiasmo y su brío, puede aportar al Tres preci-
samente la magia que necesita éste, como hizo el Mago de Oz, que era
un farsante Siete, cuando dio al Hombre de Hojalata, que era Tres, un
corazón (o le recordó que ya lo tenía). Los Tres suelen ser un regalo de
los dioses para los jefes Siete. Concretan los proyectos y los hacen rea-
lidad. Trazan esquemas y planes de acción. Cuando el Siete da la or-
den de avanzar, ellos avanzan. Las cosas se hacen.
Los Productores Tres y los Cabecillas Ocho son los tipos más acti-
vos y ambiciosos del Eneagrama, y son los que nos encontramos con
mayor frecuencia en los seminarios que impartimos en las empresas.
Ninguno de los dos tiene reparos a la hora de asumir responsabilida-
des y de ejercer un impacto. Con frecuencia, un Ocho de edad avanza-
da, duro y brusco, funda una empresa, y después sus jóvenes Tres su-
peractivos, con másters en administración de empresa, se encargan de
llevarlo, de la planificación, de crear una estructura y de ajustar la' acti-
vidad a los mercados.
Los Ocho quieren ejercer el poder y el dominio; los Tres quieren
ser eficientes y competentes como cualidad indispensable para triun-
far. En cierto modo, los Ocho están más comprometidos con su propia
manera de hacer las cosas, con su proceso, que es el empleo directo
del poder y el disfrute del mismo. Pasarán por encima de los obstácu-
los que se encuentren en su camino. Los Tres, por su parte, sortearán los
obstáculos o los resolverán con astucia. Los Tres darán forma a su pro-
ceso, e incluso a su propia imagen personal externa, en función de su
meta, lo que no harán los Ocho.
Los Tres son unos personajes prácticos que tienden a no guardar-
se los rencores. No tienen tiempo para volver atrás a vengarse porque
están avanzando a toda marcha. En todo caso, con cualquier ajuste rá-
LAS RELACIONES MUTUAS... 373
pido del sector, el que antes era tu enemigo podría acabar en tu bando.
Los Ocho, por su parte, saborean las ofensas como cosa personal y no
descansan hasta que las cuentas quedan ajustadas con una venganza
adecuada.
Los Ocho deben tener la posibilidad de dirigir su propio feudo.
Si eres un Tres y tienes a un Ocho a tu servicio, el secreto consiste en
dejar sentados unos límites firmes y justificables y en dejar claras las
metas. Así, el Ocho puede sentirse libre para llevar sus asuntos como
quiere para alcanzar las metas como desea. Pero estate prevenido: a los
Ocho les resulta divertido forzar estos límites, actitud que suelen justi-
ficar como si se tratara de una prueba legítima para determinar hasta
dónde pueden aguantar las cosas.
Los Ocho tienden a inventarse el juego sobre la marcha y de vol-
ver atrás para revisar el mismo y sus obstáculos. Los Tres son muy fle-
xibles, pero han de tener una idea muy clara de lo que significa ganar.
Si eres jefe Ocho, señala a tus subordinados Ocho unos puntos claros
que permitan medir sus logros a lo largo del camino.
A los Ocho les gusta que sus compañeros «defiendan su terreno»
para que el propio Ocho pueda ver «dónde están». Los Ocho tienen
como misión desenmascarar la mentira y atacan a los que toman por
Tres livianos y escurridizos que intentan engañarlos.
Los dos Cuatro , se lleven bien el uno con el otro o no, trabajan
siempre movidos por un sentido de la intención estética: intentan ha-
cer algo hermoso , significativo o dotado de una calidad especial. Tal
como sucede con los dos Uno, la cuestión clave es si sus visiones con-
cuerdan entre sí.
En caso positivo , cada uno de los dos puede pensar al principio:
«¡Ay, por fin me comprenden!», y los dos compartirán un mundo pri-
vado, lleno de entendimientos y de comunicaciones secretas , un mun-
LAS RELACIONES MUTUAS... 375
más: dan por supuesto que ellos saben lo que conviene mejor y que tú
estarás de acuerdo con ellos con toda seguridad. Si tú eres el jefe Cua-
tro de un Cinco, te conviene respetar la sabiduría especial de tu subor-
dinado y proteger su espacio privado.
Si eres Cuatro, quieres hacer que las cosas sean especiales. Quie-
res que el folleto esté impreso a todo color. Prefieres celebrar la reu-
nión de negocios en el café de la esquina, tan agradable. Pero el Cinco
teme que le obligues a contraer unos compromisos de tiempo, de ener-
gía o de dinero que tenga que lamentar más tarde; o, más directamen-
te, teme que lo abrumes emocionalmente. Justifica con el Cinco tus
planes y tus decisiones en términos de lógica y de pruebas tangibles,
aunque los hayas trazado y las hayas tomado basándote en tus senti-
mientos y en tu intuición.
Si tú eres el jefe Cinco, pueden causarte dificultades la impulsivi-
dad de tus subordinados Cuatro y su falta de disciplina emocional.
Pero el Cuatro, a su vez, te puede considerar a ti insensible y retraído.
Como mejor resultado da esta configuración es cuando el Cinco con-
siente al Cuatro que le active la manifestación de los sentimientos, y
cuando el Cuatro permite que el Cinco le enseñe paciencia y el valor
de la observación imparcial.
Con toda la atención que prestan a lo que falta, los Artistas Cua-
tro pueden complacerse esperando con deleite lo que ha de venir, para
descubrir más tarde que la realidad no suele ser tan buena como lo
que esperaban. Los Solucionadores Seis son todo lo contrario. Se pre-
ocupan por lo que ha de pasar, pero, cuando pasa, las cosas no suelen
ser tan malas como esperaban ellos.
Tanto los Cuatro como los Seis han sufrido traumas y están un
poco cansados del mundo. Ambos buscan la realidad, el significado
oculto o la verdad que no se expresa. Pero los Seis buscan hechos y los
Cuatro buscan sentimientos. Los Seis buscan con los ojos y con el ce-
rebro pistas, datos sueltos, incongruencias. Reprimen sus emociones
fuertes en un intento descaminado de seguir pensando con lógica. Los
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Los Sabios Cinco son los tipos del Eneagrama que están ceñidos
por unas fronteras más marcadas. Los Mediadores Nueve son los más
libres de fronteras. Los Nueve son personas sociables y convenciona-
les y les interesa evitar los conflictos y la desaprobación. Los Cinco no
son especialmente sociables y son poco convencionales dentro de su
mundo privado. Los Cinco son vigorosos y centrados. Los Nueve
aportan un punto de vista amplio, difuso en muchos casos. Ambos
pueden sentir una cierta desesperanza, una tendencia a desesperar o a
rendirse demasiado pronto. Esta relación entre los dos puede funcio-
nar bien gracias a que los Nueve son criaturas de costumbres que tien-
den a aceptar las cosas v a que a los Cinco, por su parte, no les gustan
las sorpresas. Los Cinco son el tipo del Eneagrama al que menos le
gusta que le exijan cosas. Los Nueve son los que menos tienden a exi-
gir cosas.
El Cinco quiere poseer la información, conocer los datos fríos y
directos. Los encuentros personales no deben agotarlo. Se pone ner-
vioso, o algo peor, cuando ve que el Nueve se dedica a hablar, a diva-
gar, dando la impresión de que su discurso va para largo. Es mucho
mejor que el Nueve exponga al Cinco la tarea y los puntos de decisión,
y acto seguido ponerse en marcha.
Los Cinco están motivados, pero a los Nueve hay que darles un
empujoncito. Una de las maneras posibles de enrolar al Nueve consis-
te en hacerlo participar en actividades de grupo o en colaboración que
tengan algún atractivo especial para él. Los Nueve ponen en juego sus
mejores dotes de mediadores cuando el Nueve está salvando distan-
cias entre varios grupos, cuando se encarga de mantener las comunica-
ciones entre equipos de trabajo o entre proyectos. A los Cinco se les
suele olvidar cubrir estos espacios entre grupos o entre proyectos y de-
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seguro. Para los Siete, todo es posible. Los Siete creen, como Pollyana,
que el lío impenetrable que tienen delante se arreglará solo por arte
de magia. Los Siete sospechan que, aunque parece que todo marcha
bien, todo quedará dentro de poco en agua de borrajas.
El jefe Seis puede preguntarse si puede confiar en el trabajador
Siete que adorna las cosas de una manera tan evidente y que quizá
no lleve las tareas hasta el final. La manera de engañar al engañador
Siete es tornarlo en serio, con independencia de que él se tome a sí
mismo en serio o no, y hacerle cumplir su palabra, estableciendo
objetivos claros y consecuencias evidentes en caso de incumpli-
miento.
La cuestión de la autoridad es tan problemática para los Siete
como para los Seis. Característicamente, los Siete procuran repartir la
autoridad cuando ellos son los subordinados. El subordinado Siete
dice: «Aquí todos somos personas, aunque yo tenga un poco más de
i maginación.» Pero el Seis suele basarse en su lugar jerárquico para
determinar su identidad y su autoridad, aun cuando el poder que os-
tenta esté mitigado o sólo sea tácito.
Si eres Siete, la clave para hacerte valer ante un jefe Seis es que
termines los trabajos, la regularidad, la fiabilidad y cumplir tu palabra;
todo esto cuesta mucho esfuerzo al Siete, pero todo ello es fundamen-
tal para el desarrollo personal del Siete.
Si eres el subordinado Siete, debes saber que es muy fácil que a tu
jefe Siete no le gusten tus escepticismos y tus inquietudes constantes.
¿Por qué le estás aguando la fiesta? Los Siete quieren que haya buenas
vibraciones. No formules las preguntas como cínico o copio escéptico,
sino como persona tan entusiasta como él. Pon en marcha al Siete con
un bombardeo de ideas y déjale que te ayude: «¿Cómo podemos llevar
adelante esto?»
Si tú eres el jefe Siete, tu subordinado Seis está buscando una au-
toridad en la que pueda confiar. La lleva buscando desde niño. Cuan-
do los Siete son jefes, la autoridad suele parecer difusa e intranscen-
dente. Ayuda a tu Seis a sentirse a salvo respondiendo a sus preguntas
de manera directa y responsable en vez de responderle con comenta-
rios que manifiestan desprecio o condescendencia, en los que se refle-
ja tu propia inseguridad corno autoridad. Tómate en serio tu propio li-
388 liNl'.AG KAhL1
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LAS RELACIONES MUTUAS... 389
Si eres Seis, jefe de un Nueve, recuerda que a los Nueve les gusta
sentirse aceptados para poder empezar a brillar. Tu natural carácter
crítico y desconfiado lo impide. Los Seis suelen desear que empieces
por demostrarte a ti mismo. En vez de ello, pide al Nueve quc presen-
te decisiones tangibles para la acción: que considere las posibilidades
alternativas, las interpretaciones, las consecuencias y las partes afecta-
das que a ti se te pueden haber pasado por alto, pero que el Nueve
percibe de manera natural. EIEMPI O: George Costanza (6) y Jerry
Seinfeld (9).
Los Ocho y los Siete son dos versiones de una misma cosa, física y
mental respectivamente. Las cosas se llevan hasta el exceso: en el caso
del Ocho, las experiencias mentales; en el caso del Siete, las ideas y los
planes. Los Siete son unos conceptistas que vuelan por el aire. Los
Ocho son unos concretistas que recorren la tierra. A ambos les gusta
crear emociones, provocar a los poderes establecidos y poner en tela
de juicio la sabiduría convencional. Además, a ambos les gusta propa-
sarse, apostar y revolver las cosas, hasta el punto de enturbiar las aguas
en muchos casos.
Los Ocho son unos maestros constructores que saben llevar ade-
lante las cosas ejerciendo un verdadero impacto sobre el mundo. Los
Siete son unas criaturas del aire que tienen cierta repugnancia a los im-
pactos (cuando están fijadas). A los Ocho les pueden desagradar los
cambios de rumbo frívolos del Siete, o les puede desilusionar el que
éste no los apoye aparentemente. Los Siete pueden parecer insustan-
ciales, con alergia a los compromisos, unos diletantes livianos o unos
parlanchines que no hacen más que hablar y que apenas hacen nada
práctico. Los Ocho tienen que tener la sensación de que el Siete los
está apoyando, de que el Siete no está distraído ni seducido por otros
392 ENEAGRAMA
intereses y de que el Siete estará allí cuando haya que arrimar el hom-
bro de firme.
Los Ocho pueden parecer demasiado terrestres y pesados a ojos
de los Siete, tan aéreos y de espíritu tan libre. A los Ocho, que avanzan
en línea recta (como el Cíclope de un solo ojo) pueden perder visión
por los lados porque se les pasan por alto premisas importantes o por-
que han cambiado las premisas. Es raro que a un Siete se le pase por
alto el cambio de una premisa. Los Siete abren a los Ocho a una multi-
tud (le alternativas y de posibilidades.
' Martin Buber, Ilncidirna aud Modern Marx, FFarper & Row, Nueva York. 1958,
p. 140.
400 EN8AGRAMA
2. Calipso, la ninfa Dos que ofrece a Ulises todos los bienes terre-
nales e incluso la inmortalidad si quiere quedarse con ella.
1. Los feocios, huéspedes perfectos a la manera de Martha Ste-
wart, en cuyo país lo que más cuenta es el honor, el respeto, el
juego limpio y los buenos modales, además de las comidas ma-
ravillosamente aderezadas.
9. El país de los lotófagos, Nueve olvidadizos y soñadores.
8. Los cíclopes, unos gigantes Ocho, poderosos y vengativos.
«Cada uno vive en su propia cueva de la montaña y administra
ruda justicia a su esposa y a su hijo, indiferente a los actos de
los demás»'.
7. Eolia, la isla Siete que flota a su capricho por el mar, arrastrada
por el viento, cuyos habitantes Siete celebran fiestas y ban-
quetes.
6. Los laestrigonios paranoicos, unos Seis que atacan a Ulises sin
mediar provocación alguna.
5. Circe, la hechicera Cinco solitaria y astuta.
' Agradezco a Oscar Ichazo que me diera a conocer la obra de Llull. [Conversación
privada con el autor.]
'James Webb, The Hannonious Circle, Shambala, Boston (EE UU), 1987.
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AGRADECIMIENTOS 409