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“Aunque parezca una obviedad es el tener ganas de serlo. Es sobre todo una vocación en el
sentido de que debes tener curiosidad y ganas de contar historias. Lo complicado es lograr
construir un lenguaje propio y un punto de vista. Eso es lo interesante de convertirte en
fotógrafo: tener algo que decir”. Francisco Mata Rosas.
Conozco varios casos, y me incluyo entre ellos, que para dedicarnos a la foto estudiamos
periodismo, comunicación, diseño, arte, incluso sociología o antropología. Alguna ciencia
social que nos permita contar historias y que su plan de estudio incluya a la foto entre sus
materias. Y eso no está enteramente mal pero, repito, en ocho semestres llevas una o dos
veces clases de foto o sólo es una optativa que puedes tomar.
Ojalá fuera diferente. Ojalá existieran más espacios en las universidades públicas
para dedicarte al cien-por-ciento a la fotografía. Donde la educación fotográfica no se limite
Sí, estamos en una época en la que tenemos que ser multitasking y en realidad no
es que “tengamos que” sino que se vuelve tentador y muy útil aprender a contar de distintas
formas, porque siempre hay un formato que permite retratar mejor la historia.
“No hay otra vía para hacer fotoperiodismo más que la pasión por la profesión de contar
noticias a través de la imagen, la constancia y la disciplina para poco a poco llegar a hacer
lo que nos gusta”. Jesús Villaseca.
Busquemos más caminos, acá entran los colectivos. Como muestra de ello voy a
mencionar algunos: Dos Pasos Abajo conformado por Pablo Ramos, Paola Hidalgo, Oswaldo
Ramírez, Octavio Hoyos, Sara Escobar y Nayeli Cruz, se ha vuelto un buen espacio para ver
fotografía documental y un espacio referente de creación. Y en cuanto a fotoperiodismo
está Trasluz foto, de Veracruz, donde los fotógrafos Koral Carballo, Félix Márquez, Yahir
Ceballos y Ali Marín crecen juntos y ahora impulsan el crecimiento de nuevas generaciones
con diplomados e iniciativas como el festival Mirar Distinto.
Los festivales se han vuelto otra alternativa de aprendizaje muy noble y además
divertido. Encontrarnos con personas de diferentes estados o países, hablar de foto,
aprender de los demás, compartir conocimientos, acceder a revisiones de portafolio y
Texto disponible en: https://piedepagina.mx/aprender-fotografia-en-
mexico/?fbclid=IwAR3hVfP0FOzrnWcBYBYSVliWHDCGOZ6faNOabt_z8mqoubWjRZCrjbfWmmY
además una que otra noche de fiesta. Son el sueño. Claro, no siempre puedes desaparecer
una semana del trabajo o de la escuela, pero valen mucho la pena. Mirar Distinto es un
ejemplo pero hay otros encuentros como Fotofestín, FotoMéxico (antes Fotoseptiembre),
el Festival Internacional de Fotografía en Tijuana… y sí, la lista sigue.
El año pasado tuve la oportunidad de tomar un taller con Tamara Merino y Ari Espay.
Fue revelador. No sólo por los conocimientos que nos compartieron sino porque me di
cuenta que el aprendizaje es eso: compartirse. Por ello las clases abiertas, los workshops y
los talleres con fotógrafos de trayectoria valen cada peso. O al menos lo valen cuando son
como Tamara y Ari, que comparten, que no son celosos con sus conocimientos y que
promueven dar las herramientas para que contemos nuestras propias historias. Para que
dejemos de ser contactados para ser fixers y seamos narradores.