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La Atención:

Después de tres años de estudio, el monje novicio llega a la morada de su maestro. Entra en la
sala, rebosante de ideas sobre temascomplejos de metafísica budista y bien preparado para las
preguntas profundas que le esperan en este examen.

―Sólo le haré una pregunta —declara su maestro.

—Estoy preparado, maestro ―anuncia.

—En el umbral de la puerta, ¿las flores estaban a la derecha o a la izquierda de la sombrilla?

El novicio se retira, avergonzado, para seguir estudiando tres años más.

La atención empieza por la constatación de que la inconsciencia domina gran parte de la actividad
humana. No advertimos gran parte de nuestra experiencia. Actuamos y nos interrelacionamos de
forma automática, sin pensar demasiado. Ellen Langer, profesora de Harvard y académica líder en
el campo de la atención, realizó un experimento en el que varias personas debían intentar colarse
en una fila de oficinistas que esperaban utilizar una fotocopiadora. Cuando los que pretendían
colarse preguntaban: «¿Le importa que me ponga delante de usted?», recibían una respuesta
negativa. Cuando preguntaban: «¿Le importa que me ponga delante de usted porque tengo que
hacer fotocopias?», les permitían colarse.

Langer ha desarrollado una serie de técnicas para que seamos más conscientes, lo que nos
permite ver el momento presente bajo una óptica nueva. El principio que subyace a dichas
técnicas es el cambio de punto de vista para romper una situación monótona. Por ejemplo, se
asignó a alumnos de décimo curso trabajar sobre un capítulo histórico acerca de Stephen Douglas
y la ley Kansas-Nebraska. Un grupo leyó el pasaje desde el punto de vista de Douglas,
preguntándose qué pensarían y sentirían y también la perspectiva de su nieto. Este grupo
aprendió mucho más que aquel cuyo objetivo sólo era aprender el material.

La atención consciente de la experiencia presente se produce de forma mucho más fácil en un


estado mental lento que cuando uno pasa a toda prisa por una actividad o un acontecimiento
mientras piensa en el futuro. La forma oriental de la meditación se presenta de muchas formas,
pero casi todas ellas, si se practican con regularidad, logran desacelerar la mente de los
occidentales. (Existe información documentada que muestra que casi todas ellas también reducen
la ansiedad.) Esto refuerza a su vez una actitud de atención del presente y hace que sea más
probable recordar que las flores estaban a la izquierda de la sombrilla. La meditación
trascendental es la técnica que está más al alcance de los occidentales, y como alguien que la ha
practicado sistemáticamente durante veinte años y se ha tornado mucho más sereno y menos
ansioso, la recomiendo para alcanzar una atención eficaz. Sin embargo, la meditación
trascendental y las demás técnicas no constituyen una solución rápida.

Para beneficiarse de ella se debe practicar dos veces al dia —en sesiones de por lo menos veinte
minutos cada una— durante un período de varias semanas.
No es fruto de la coincidencia que gran parte de lo que la ciencia ha documentado sobre el
saboreo y la atención derive del budismo. Esta gran tradición se centra en la obtención de un
estado mental sereno que deriva de la madurez. No es éste el lugar ―ni tampoco poseo los
conocimientos necesarios― para analizar el budismo de forma inteligente, pero concluyo esta
sección recomendando encarecidamente The Positive Psychology of Buddhism and Yoga [La
Psicología Positiva del budismo y el yoga] de Marvin Levine, eminente psicólogo cognitivo que
también compuso los poemas que dan comienzo a este libro.

Que pase un buen día:


Esta sección enumeraba los placeres y las alegrías y distintas formas de intensificarlos. La
habituación puede contrarrestarse aumentando el lapso de tiempo entre placeres y realizando un
intercambio de éstos, de manera sorpresiva con la pareja o los amigos. El saboreo y la atención se
alcanzan compartiendo los placeres con otra persona, tomando fotografías mentales,
autoelogiándose, agudizando las percepciones —sobre todo al cambiar el punto de vista— y
mediante el ensimismamiento. Solazarse, agradecer, maravillarse y deleitarse son maneras de
intensificar los placeres. Sólo con una buena dosis de suerte y mediante el empleo de estas
habilidades, hallará la «vida placentera».
Ahora, para poner todo esto en práctica, le conmino —al igual que a mis alumnos― a pasar un
buen día. Resérvese un día libre este mes para abandonarse a sus placeres preferidos. Mímese.
Diseñe, por escrito, lo que hará hora a hora. Utilice tantas técnicas de las anteriormente
mencionadas como le sea posible. No permita que el ajetreo de la vida se lo impida, y ponga el
plan en práctica.

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