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Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Licenciatura en Filosofía

Cátedra: Filosofía Política

Cursada 2012

Trabajo final:

“Soberania, esclavitud y conciencia de libertad civil”

Kubaseck, Max

Legajo: 95274/0
En el siguiente ensayo expondré algunas consideraciones sobre la soberanía: su conformación; su
desarrollo; diferentes factores que juegan un rol importante en ella como por ejemplo el entorno
geográfico y la comunicación, tanto en ella misma como en su relación con otras soberanías. Para tal
exposición me basé en un análisis e interpretación de los Libros I y II de Del Contrato social de Jean-
Jacques Rousseau , así como también tomé la descripción del hombre en estado natural que realiza el
mismo autor en Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. En
efecto, como se verá, considero que muchas de las características del hombre salvaje se reflejan en una
primera instancia del Estado que deberá ser superada para lograr un contrato legítimo. Y, para finalizar
el ensayo, sostendré que, si bien el autor es claro y conciso para explicar el desarrollo de la actividad de
la soberanía y, es consciente de las trabas que pueden surgir en el desarrollo de la voluntad general, la
falta de reconocimiento de los individuos que luego -a lo largo de la modernidad- serán denominados
sujetos históricos, hace que Rousseau no vea el rol esencial que ellos juegan en el desarrollo y
construcción de leyes legitimas para el bien común. Para reforzar mi postura traeré a colación el
ejemplo de Rosa Parks, quien fue una influencia para la eliminación de la segregación racial en Estados
Unidos. Dada esta breve introducción, doy comienzo al cuerpo del ensayo.

La soberanía es la totalidad de los ciudadanos bajo las mismas leyes surgidas de ellos mismos. Esta
totalidad es un cuerpo social y político en la que el ciudadano ya no es el hombre salvaje que hacía su
propia regla independientemente de los demás. Ya no hay una libertad natural y un derecho ilimitado a
todo cuanto le tienta y que puede alcanzar, sino una libertad civil.

Que la soberanía esté conformada por la totalidad de los ciudadanos quiere decir que lo que vale en la
soberanía es la voluntad popular, es decir, una voluntad conformada por todos sus miembros y que
tiene como fin el bien común para todos y cada uno de ellos; una voluntad que, en tanto es general, es
unánime, inclusiva, abstracta y tiene equidad. Cada integrante enajena su libertad natural e individual a
cambio de conseguir una libertad civil. Cada integrante del colectivo se somete al conjunto del colectivo.
Así entonces, como integrantes de la autoridad soberana, se llaman ciudadanos. Y, en cuanto sometidos
a las leyes de Estado, son súbditos. Ahora, tal enajenación ha de ser legítima; tal encadenamiento debe
permitir que cada uno, en tanto obedezca a la convención pactada por la totalidad de los ciudadanos, se
obedezca a sí mismo. Y en este sentido, se es libre. Pero, ser libre no es hacer lo que uno quiere, sino
que es, no estar sometido a una voluntad ajena. En efecto, siguiendo el planteo rousseauniano, como
ningún hombre tiene una autoridad natural sobre su semejante, y, como la fuerza no produce ningún
derecho, queda, pues, las convenciones como base de toda autoridad legítima entre los ciudadanos.

El tema de la esclavitud va y viene en Rousseau, y es muy importante para con lo que sigue en el
desarrollo de este ensayo. Pero por ahora lo dejaré aparte y hablaré sobre el hombre en estado de
naturaleza ya que, por un lado, uno de los propósitos del autor es presentar un contrato en el que la
libertad sea lo más parecido a la libertad salvaje, pero que rijan las leyes, es decir, que no rija la
violencia. Y, por otro lado, algunas de las características del hombre salvaje se reflejarán en una primera
instancia del Estado. Y, esto es importante para entender porqué Rousseau tiene preferencia sobre los
pueblos con experiencia a la hora de hablar sobre una asociación libre, inclusiva e igualitaria.

Rousseau, en Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres describe
al hombre en estado natural conformado tal y como lo es ahora, es decir, caminando sobre dos pies,
sirviéndose de sus manos y dirigiendo su mirada sobre toda la naturaleza. Sin dones sobrenaturales ni
facultades artificiales, desde chico, el hombre salvaje se ha tenido que adaptar a su entorno, y de esta
manera, creció fuerte y robusto. Dadas estas condiciones, sus facultades mas ejercitadas deben ser
aquellas que tienen por objeto principal el ataque y la defensa. Esto es de suma importancia, ya que
tales características luego se reflejarán en el cuerpo social, y en especial, en relación a otros soberanos.
Terminaré de describir al hombre salvaje, y pasaré a desarrollar ese punto.
Según el autor del Discurso, el hombre salvaje se diferencia de los demás animales por ser un agente
libre. En efecto, el hombre, a diferencia del animal que escoge o rechaza por instinto, estas acciones las
realiza según un acto de libertad. Rousseau, a la hora de plantear las bases del contrato quiere que tal
libertad de escoger o rechazar se dé entre ellos, pero obviamente, determinada por otras condiciones
diferentes a las del estado natural. Además de tener tal libertad, el hombre posee la facultad de
perfeccionarse. Con la ayuda de las circunstancias (arbitrarias), esta facultad desarrolla sucesivamente
todas las demás facultades, y reside entre nosotros tanto en la especie como en el individuo. Entonces,
al igual que la cualidad de ser libre (por naturaleza), la facultad de perfeccionamiento también se dará
dentro de un pacto social. Y si bien en este libro, para su autor, tal característica es negativa porque es la
que genera las primeras desigualdades y, degenera a la especie humana, en Del Contrato Social jugará
un papel positivo, porque es la facultad que llevará al cuerpo político a poder desarrollar un pacto social
legitimo.

Finalmente, hay dos principios constitutivos del ser humano, incluso previos a la razón. Estos son la
piedad y amor de sí. Tales principios son de importancia capital, ya que gracias a ellos el cuerpo social
puede subsistir. La piedad es la repugnancia innata a ver sufrir a un semejante. De ella surgen las demás
virtudes sociales, la generosidad, la clemencia, la humanidad, la benevolencia, la amistad, etc. Y el amor
de sí es la conservación, en principio (estado natural) de uno mismo, y luego es mutua, es decir, de toda
la especie. Como se verá más adelante, la soberanía subsiste gracias a su actividad, y esta es impulsada
gracias al amor de sí, ósea, el deseo de conservación.

Toda esta caracterización se reflejará en un primer Estado. En efecto, a pesar de que algunos seres
humanos hayan estado más desarrollados que otros, todos pasaron por un estado salvaje. Por lo tanto,
tal conjunción de individuos tendrá sesgos de esa naturaleza.

Ahora ¿Por qué Rousseau prefiere un pueblo que ya haya madurado? Porque, en efecto, tal pueblo es
el que ha logrado superar los vicios de su inicio. Entonces, sabrá dirigirse según una legítima convención
(en la que reine la paz, la libertad y la igualdad) y no según pasiones (donde reine la violencia, la
esclavitud y la desigualdad). Estará alerta de quien quiera someterlo y corromper la conciencia de
libertad que lo caracteriza.

Así como hay individuos que tardan más en desarrollar sus capacidades, hay pueblos que tardan más, o
tardan menos en desarrollarse. Y, según Rousseau, hay una época de madurez que es preciso esperar
antes de que aparezcan leyes legítimas; pero la madurez de un pueblo no siempre es fácil de conocer, y
en cada caso el tiempo varía.

Si bien el perfeccionamiento es un proceso azaroso y determinado por las circunstancias, un factor


importante para el desarrollo del pueblo es su entorno geográfico. Si hay demasiado terreno, el cultivo
puede resultar insuficiente, en especial si hay escases de recursos naturales. Este factor puede devenir
en lo que Rousseau llama guerra ofensiva. En efecto, si alguno de sus Estados vecinos está en mejor
situación con respecto al entorno geográfico, deberá estar alerta a tener que defenderse. Desde este
segundo Estado la guerra será defensiva. Todo pueblo que por su posición no tiene más que la
alternativa entre el comercio o la guerra, es débil en sí mismo; depende de sus vecinos, depende de los
acontecimientos; nunca tendrá más que una existencia incierta y corta.

A esta altura es importante subrayar que se ha develado cual es potencial enemigo de un Estado. En
efecto, la guerra no es una relación de hombre a hombre, sino una relación de Estado a Estado en la que
los particulares son enemigos sólo accidentalmente y como defensores de su Estado. En esto Rousseau
es claro: Un Estado solo puede ser enemigo de otro Estado, y no de un individuo ya que en la guerra, lo
que se busca es el sometimiento o destrucción del otro Estado, no de los individuos. Y, como el derecho
de matar a los vencidos no deriva en modo alguno del estado de guerra, tan pronto como un defensor
de su Estado abandona sus armas y se rinde, al dejar de ser enemigo o instrumento del enemigo, vuelve
a ser simplemente un hombre y ya no se tiene derecho sobre su vida.

Entonces, así como en un individuo, dado su entorno, sus facultades mas ejercitadas deben ser
aquellas que tienen por objeto principal el ataque y la defensa. En un pueblo, según su entorno,
también deberá desarrollar sus facultades de ataque o defensa. Pero esto se da en un primer momento.
En efecto, un pueblo maduro que ya haya superado sus pasiones sabrá moverse con moderación, y
lograra hacer pactos interestatales.

Tanto dentro de un Estado como en la relación entre Estados juega un rol muy importante la
comunicación. Si bien se desconoce el origen del uso de la lengua, se le debe mucho al uso de la palabra.
Según Rousseau, en cierto momento los individuos desarrollaron las articulaciones de la voz. Éstas
denotaban algo en especial (sea un objeto, sea un estado o sensación) y esto se determinaba por medio
del consentimiento común. En cuanto se fueron desarrollando, y fue mejor el consentimiento, fue mejor
también la capacidad de entenderse, tanto dentro del Estado como interestatalmente (Se ve claramente
como la facultad de perfeccionamiento juego un rol muy importante, y se ve cuan poco preparo la
naturaleza al hombre para su sociabilidad y cuan poco puso ella de su parte en todo lo que ellos hicieron
para establecer los vínculos).

Así como hubo una instancia en la que los ciudadanos deben lograr una igualdad y libertad para con los
suyos. También habrá una primera instancia en la que dados dos Estados (pueden ser mas, y de hecho,
siempre son mas) uno o los dos puede estar en una etapa naciente y todavía seguirá dirigiéndose por
sus propias pasiones. Esta instancia conflictiva es difícil de superar, y habrá tensión hasta que se acuerde
un pacto de paz.

Dicho todo lo anterior, queda entendido el porqué de Rousseau en su elección de pueblos ya maduros.
El autor plantea su ideal de contrato social con respecto a pueblos donde ya hay un valor y amor a la
patria; pueblos en los que sus ciudadanos son dignos y tienen una sabia independencia y libertad;
pueblos donde hay conciencia de que el acto de asociación entraña un compromiso reciproco de lo
público con los particulares.

Ahora ¿Cómo logra una soberanía llegar a su madurez? ¿Cómo logra regirse a si misma por un legitimo
contrato? ¿Cómo logra que la enajenación que debe realizar cada individuo sea legitima también? ,y
¿Cómo logra que haya igualdad y libertad para cada uno de sus miembros y no esclavitud? Recordaré
que se había dicho sobre la conformación de la soberanía, y sobre la libertad.

Se había dicho que la soberanía es la totalidad de los ciudadanos creando sus propias leyes y
sometiéndose a ellas. Tales leyes legitiman su libertad e igualdad. Igualdad porque todos ellos se
comprometen bajo las mismas condiciones, y todos ellos deben gozar de los mismos derechos: En
efecto, al no haber nadie superior a nadie por naturaleza, nadie puede tener un derecho que otro
ciudadano no tenga. Porque si así lo fuera, ya no habría una voluntad general sino una voluntad
particular, lo que implica que ya no habría libertad. Y, como ya se había dicho, ser libre es -dentro de la
soberanía- no estar sometido a la voluntad de nadie. Las leyes son actos de la voluntad general, y nadie -
ni quien gobierna1- está por encima de las leyes.

1
Rousseau distingue entre quien crea las leyes -la soberanía-, y quien las ejecuta -el poder ejecutivo, o gobierno-.
Este último puede ser democrático, aristocrático o monárquico. Pero siempre será la soberanía la que debe crear las
leyes para sí misma, a pesar de que siempre habrá tensión entre el soberano y el gobierno, ya que el segundo
siempre querrá dominar al primero.
Entonces, en la soberanía debe regir la libertad y no la esclavitud. “Esclavitud” y “derecho” son
contradictorias: se excluyen mutuamente. Sea de hombre a hombre, sea de un hombre a un pueblo, ya
que donde hay sometimiento de varios a uno sólo no hay soberanía ni voluntad popular, sino más bien
un amo y sus esclavos. Y, así como la guerra no da al vencedor el derecho de matar individuos, tampoco
da el derecho de esclavizar. Y, un esclavo hecho en la guerra o un pueblo conquistado no está obligado a
obedecer salvo a mientras se vea forzado a ello, pero para nada eso es una soberanía. Es el pueblo el
que tiene la dinámica de sus leyes, es él quien decide conservarlas u cambiarlas, incluso las mejores. No
hay ningún Dios ni naturaleza que obligue a la soberanía a otorgar legitimación sobre determinado
orden. Y, así, es el pueblo el que logra, a través de su actividad y movimiento, llegar a un legitimo
contrato. Un contrato en el que rija una convención autentica y no las pasiones, y, que denote,
entonces, un estado de madurez.

Sin embargo, Rousseau es consciente de que si bien un pueblo siempre quiere el bien común, y, a pesar
de que posea una facultad de perfeccionamiento, por sí solo no siempre encuentra los medios para
lograrlo ya que el juicio que lo guía no siempre es esclarecido. La voluntad general puede errar, puede
llegar a engañarse y querer su mal. Por eso, el autor considera que al pueblo hay q hacerle ver los
objetos tal cual son, a algunos hay que obligar a unos conformar sus voluntades a su razón, y a otros hay
que enseñarle a conocer lo que quiere.

Ahora, a pesar de que Rousseau logra ver esta situación, tan sólo logra problematizarla y no llega a dar
una solución práctica. Pues, considera que, a partir de esta necesidad de un guía que necesita el pueblo
para una buena conducción en sus leyes, surge la necesidad de un legislador, figura que sólo logra
idealizar y mistificar, y no, decir a quien le compete tal papel. En efecto, él dice que “para descubrir las
mejores reglas de sociedad que convienen a las naciones, haría falta una inteligencia superior que viese
todas las pasiones de los hombres y que no sintiese ninguna, que no tuviera ninguna relación con
nuestra naturaleza y que la conociese a fondo, que su felicidad fuera independiente de nosotros y que,
sin embargo, tuviera a bien ocuparse de la nuestra; finalmente, que procurándose en el correr de los
tiempos una gloria lejana, pudiera trabajar en un siglo y disfrutar en otro. Haría falta dioses para dar
leyes a los hombres”2.

Según Rousseau, el legislador no podría ser un individuo de la soberanía, porque entonces se


mezclarían su interés propio con el de la voluntad general, y como ya se ha dicho, no habría igualdad ni
libertad. Tampoco, quien sea el gobernador puede dictar las leyes, porque sucedería lo mismo que en el
caso anterior. El autor del Contrato social considera la posibilidad de que un extranjero sea quien dicte
las leyes, ósea, alguien ajeno a la soberanía y, por ende, que los derechos legislativos que dicte no se
ejecuten en él. Pero esto contradice con lo dicho anteriormente, es decir, que las leyes no pueden ser
dictadas por alguien externo a la voluntad general. Y, tampoco los sabios podrían ser quienes
conduzcan en las leyes ya que, al hablarle al pueblo con su lenguaje, el pueblo no entendería. Y así,
como se ha dicho, Rousseau sólo problematiza esta situación que les compete a los pueblos sin dar una
solución práctica. Entonces, para dar una solución a este problema desarrollaré un poco el papel que
tiene los individuos particulares dentro de la soberanía.

En la soberanía la enajenación de la libertad individual por la libertad civil refleja una igualdad entre
todos los contratantes, de manera que, según Rousseau, la unión es tan perfecta como puede serlo y
ningún asociado tiene ya nada que reclamar. Tal unión al pacto social implica el compromiso de cada
ciudadano, el único que puede dar fuerza a la voluntad general. De modo que quien rehúse obedecer a
la voluntad general será obligado a ello por todo el cuerpo, lo cual significa sino se le forzará a ser libre.

2
Jean-Jacques Rousseau, Del Contrato social, Alianza, Madrid, Libro II, pág. 45.
Rousseau no sólo plantea que será obligado por todo el cuerpo, sino que considera que, aquel
miembro que no sólo rehúsa obedecer sino que también viola las leyes, cesa de ser miembro de la
soberanía, e incluso le hace la guerra, y, debe ser suprimido mediante el exilio como infractor de pacto,
o mediante la muerte como enemigo público, en el caso de que no se lo pueda conservar sin peligro.

Sobre esta consideración de Rousseau hace falta aclarar dos cosas. Los primero es que, al platear que
tal individuo infractor es un enemigo del Estado, Rousseau se está contradiciendo a sí mismo, ya que en
un primero momento sostenía que el Estado solo podía tener como enemigo a otro Estado, y no a un
individuo. Y, lo segundo es considerar si un individuo que viola las leyes es necesariamente enemigo de
la soberanía. Desarrollaré lo segundo y justificaré porqué tal individuo no necesariamente es enemigo.
En cuanto a la primera aclaración, se puede solucionar distinguiendo dos tipos de enemistades. Es decir,
un Estado enemigo sería un enemigo moral y, un individuo infractor, sería enemigo físico3.

¿Acaso la libertad dentro de una soberanía es inclusiva para todo individuo dentro de ella desde su
inicio? Sí y no. La respuesta es afirmativa si uno es consciente de que ha habido, en donde está
establecido un Estado, personas que conviven con el Estado, pero que no forman parte de él; que no
son ciudadanos, y por ende, no tienen los mismos derechos. Y, la respuesta es negativa si uno considera
que tales personas, por el hecho de convivir con ese Estado, deben formar parte del Estado. Siguiendo la
respuesta negativa, considero que si un individuo -que no recibe los mismos derechos que otros dentro
de un Estado y, por ende, no está en la misma condición de igualdad- rompe las reglas, no es
necesariamente enemigo siempre y cuando tal acción es en pos de sus derechos y en pos del bien
común de la soberanía.

Para reforzar mi postura traeré a colación el ejemplo de Rosa Parks: En los años `50, el sur de los
Estados Unidos se caracterizaba por tener una población racista y una de sus leyes era que, en los
autobuses públicos, los negros solo podían usar los asientos traseros ya que los demás asientos eran
destinados para la “raza blanca”. En 1955, en Montgomery, Rosa Parks fue encarcelada por negarse a
obedecer al chofer de un autobús público, el cual quería obligarla a ceder su asiento a una persona
blanca. En respuesta al encarcelamiento, Martin Luther King, condujo la protesta a los autobuses
públicos de Montgomery. Esto llevó a que la autoridad del transporte público terminara la práctica
de segregación racial en los autobuses y también, este suceso inició más protestas contra otras prácticas
de segregación.

Con el ejemplo anterior se puede ver entonces cómo la infracción cometida por un individuo generó un
movimiento en la voluntad popular e hizo que las leyes de la soberanía sean modificadas en pos del bien
común. Y así, una de las soluciones al cómo logra la soberanía un legitimo contrato, y con ello, llegar a su
madurez, es a través de considerar las acciones de individuos particulares que logran generar una
concientización en la voluntad general. También se puede ver como el amor de sí se refleja en el cuerpo
social. En efecto, el deseo de conservación a veces logra que se produzca un desarrollo en el contrato
social.

Rousseau busca escribir y dar soluciones en miras de una asociación inclusiva e igualitaria. Las reglas
deben surgir de la voluntad general, entonces, no hay lugar para excepciones individuales. Pero, este
tipo de individuos son los que luego, a lo largo de la modernidad, serán denominados grandes hombres
universales o sujetos históricos. Es decir, sujetos dotados de clarividencia y voluntad que por seguir su
propio interés, logran hacer un bien común y un desarrollo para la creación de una sociedad igualitaria e
inclusiva, y que, si bien en un principio parecen ser enemigos, luego la historia los legitima y demuestra
su contribución a la voluntad general.

3Un Estado sería un enemigo moral ya que ambos Estados tendrían distintas constituciones civiles y distinta
moralidad. Y un individuo seria un enemigo físico por el hecho de ser un individuo particular.
Bibliografia:

 Jean-Jacques Rousseau, Del Contrato social, Alianza, Madrid.


 Jean-Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los
hombres, Alianza, Madrid.
 Sobre Rosa Parks: http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Parks

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