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BOLILLA II: JURISDICCIÓN

El vocablo “jurisdicción” se utiliza con diversos significados, pero el que nos


interesa es:
a) el que indica la potestad de uno de los poderes del estado, el Judicial; de
tal manera la función jurisdiccional se distingue de la administrativa (propia del
poder ejecutivo) y de la legislativa; y
b) el que, en un concepto más amplio, incluye a la jurisdicción
administrativa y aun a la legislativa, y considera la “jurisdicción” como la
actividad desplegada por un órgano facultado para ello, a fin de resolver un
conflicto entre partes, aplicando el derecho.

Nos abocaremos mas al término en sentido restringido, limitando la jurisdicción


a la función judicial.

Como la propia composición de la palabra lo indica, “juris-dicción”, significa


decir y, en cierta medida, “hacer” realidad el derecho,

Aun cuando debe aclararse que la noción de jurisdicción se caracteriza


porque se refiere sobre todo a quienes dicen un derecho que no hacen, aunque en
ese decir expresen su relativo hacer en otro nivel jurídico, por ejemplo, cuando
ante la ausencia de ley el juez hace un nuevo derecho en su sentencia.

La función del Poder Judicial es la de resolver conflictos de intereses en


su calidad de un tercero imparcial.
El conflicto surge por la no adecuación de la conducta de los sujetos a lo
previsto en la norma jurídica; esta falta de adecuación puede aparecer por una
trasgresión voluntaria de la norma primaria o por causas no imputables a los
sujetos, situación que origina igualmente un conflicto. (Accidente de tránsito)
Además los jueces intervienen aun cuando no haya una trasgresión actual
de la norma, pero que existe una incertidumbre que en sí misma origina un
conflicto y que una de las partes tiene interés en hacer cesar. (Presunción de
fallecimiento)

Algunas veces se permite que el conflicto pueda ser solucionado entre los
interesados, debiendo el Estado acatar lo que éstos hayan acordado; incluso
puede aceptarse que el perjudicado por el incumplimiento resigne su derecho y
no exija el cumplimiento o la aplicación de la sanción que le corresponde al
incumplidor. (CONTRATOS – ACUERDOS)
En otros casos, el estado debe intervenir, aun cuando las partes convengan
la forma de solución del conflicto. Ello es así porque el legislador considera, que
la trasgresión afecta el interés social y de esa manera resulta ineludible la
intervención del juez para subsanar el agravio. (CUESTIONES DE FAMILIA)
En el proceso penal, el damnificado directo no dispone del proceso ni
puede pactar la sanción, es el Estado quién intervendrá.

Jurisdicción de equidad y de derecho: el principio de legalidad


En nuestro sistema, el juez está sujeto al principio de legalidad.
Esto significa que le corresponde a él aplicar la ley al caso concreto, sin
hacer valoraciones de justicia que sólo corresponden al legislador.
Es éste quien formula el derecho mediante leyes de carácter general y
abstracto, dadas antes de que suceda el caso concreto y previendo sólo la
hipótesis de que tal cosa llegue a ocurrir en la realidad.
La Jurisdicción de equidad supone que el juez, cuando es llamado a
resolver un conflicto, no tiene una norma anterior que le indique cómo hacerlo, y
entonces la crea para ese caso individual, dando la solución que él considera más
justa.
El magistrado no aplica el derecho sino que lo crea.

La jurisdicción de derecho, o sistema de la legalidad, no importa


transformar al juez en un autómata sin ninguna posibilidad de valoración.
El juez tiene el deber de encontrar, dentro de todo el ordenamiento
jurídico, las normas que, según su criterio, contemplen el caso a resolver, debe
interpretar el alcance de ellas de acuerdo con las concepciones predominantes en
la sociedad y cuidar que su aplicación no contradiga el espíritu o la letra de otras
de jerarquía superior (por ej. Una ley del Congreso que sea inconstitucional).
También es atributo del juez verificar que los presupuestos de hecho que
tuvo en cuenta el legislador al sancionar la norma general están dados en el caso
concreto.
Pero lo que el juez de derecho no puede hacer, es dejar de aplicar una ley
porque la considera injusta: como dice Calamandrei, la justicia que administra el
juez es, en el sistema de legalidad, la justicia en sentido jurídico; sólo aprecia su
validez dentro del ordenamiento jurídico, pero los criterios subjetivos de justicia
son impuestos por el legislador.
Aplicar la ley no significa ceñirse a sus términos de manera literal sino
darle a ella un sentido axiológico: el juez que autorizó la donación de un riñón
hecha por la ex esposa del receptor, de quien estaba divorciado, a pesar de que la
ley 24.193 sólo permite la donación de órganos entre parientes consanguíneos o
por adopción hasta el cuarto grado, cónyuges o personas convivientes, aplicó
bien la norma no obstante un aparente apartamiento de la letra de ella. Valoró las
circunstancias especiales del caso (existencia de un hijo menor del matrimonio
divorciado, escasa peligrosidad para el donante, dictamen favorable de los
médicos, cumplimiento de los demás requisitos legales, etc.) y concluyó que se
respetaba la intención del legislador al permitir la donación.
El poder judicial debe, igualmente, controlar la legalidad de los Actos de
la Administración pública y la constitucionalidad de actos y decretos y leyes.

Tutela jurisdiccional, se habla de tutela o de “garantía jurisdiccional”, esta parte


de la idea de que el Estado garantiza la observancia de las normas jurídicas que
él mismo establece.
Cuando los sujetos no ajustan su conducta a la norma, es necesario crear
los mecanismos idóneos para compeler al incumplidor o para aplicarle las
sanciones que corresponden al incumplimiento.
Esto es precisamente lo que garantiza el Estado: que existan los medios
destinados a tales fines.
Supuestos de tutela jurisdiccional:
Trasgresión de la norma, es la conducta de las personas que más
comúnmente da origen a la actividad jurisdiccional de Estado. Frente al
incumplimiento de la norma, el estado interviene ejerciendo coacción contra el
sujeto para obligarlo a cumplir o aplicando las sanciones pertinentes.
La coacción puede ser material o psicológica; el primer caso se da cuando
es posible ejercer la fuerza para obtener el cumplimiento (desapoderamiento de
la cosa que se debe entregar al deudor); el segundo, cuando tal cumplimiento no
puede lograrse de manera compulsiva, como, por ejemplo, la inobservancia del
régimen de visitas impuestas a favor del padre, entonces los jueces pueden
utilizar medios indirectos para obtener el cumplimiento.
Falta de certeza del derecho, hay supuestos en los cuales todavía no existe
esa trasgresión, pero si un conflicto latente que justifica el proceder de los
jueces, con la finalidad de hacer cesar un estado de incertidumbre que perjudica
a una persona.
Quien pide una sentencia de mera declaración, el actor tiene que demostrar
el interés en hacer cesar el estado de incertidumbre o, dicho de otra manera,
demostrar que tal estado le causa un perjuicio; la sentencia meramente
declarativa se presenta como el medio necesario para evitar ese perjuicio.

Tutela jurisdiccional con finalidad constitutiva, hay supuestos en que el


conflicto aparece aun cuando no haya trasgresión culpable de la norma sino
simplemente una conducta que no se ajusta a la norma primaria, por causas no
imputables a las partes. Un ejemplo se encuentra en el artículo 404 del Código
Civil el cual dispone que “uno de los cónyuges puede pedir la nulidad del
matrimonio por alteraciones mentales y al tiempo de celebrarse el matrimonio
fue ignorada por la otra parte

Tutela jurisdiccional con finalidad cautelar, no se puede identificar como


una cuarta categoría ya que podría entrar en uno u otro de los supuestos antes
enunciados.
El la mayoría de los supuestos, el proceso cautelar será antecedente del
proceso originado para garantizar el cumplimiento de la sanción que se impone
al trasgresor.

Actividad jurisdiccional de control de la autocomposición del conflicto,


ante la existencia de un conflicto, las partes pueden resolverlos en la forma que
consideren oportuna y el estado debe acatarlos.
A pesar de esto, hay casos en el que el estado interviene debido a que ese
conflicto y su posible solución afectan el “orden público” (conjunto de
condiciones fundamentales que rigen en una comunidad jurídica y cuya
alteración pone en peligro los cimientos en que se asienta la comunidad).
El “Orden Público” limita la libertad de los individuos para disponer sus
derechos, por lo que si esta interesado el orden público, no será posible la
autocomposición del conflicto, ya que es necesario un control jurisdiccional
sobre lo decidido por las partes.
En este control el juez hará una valoración de conductas y decidirá, si lo
acordado por las partes vulnera o no el orden público.

La cognición y la ejecución forzada.


El ejercicio de la jurisdicción judicial comprende dos aspectos: la
cognición y la ejecución.
La Cognición supone el conocimiento del juez para declarar el derecho
que ponga fin al conflicto suscitado.
Para llegar a declarar el derecho aplicable, el juez desarrolla distintas
actividades:
1) determinar cuáles son las cuestiones a resolver, para ello considera la
demanda y su contestación;
2) establecidas las cuestiones sometidas a decisión, el juez busca la norma
o normas jurídicas que contemplen cada una de esas cuestiones,
3) partiendo de la norma elegida, el juzgador separa los presupuestos de
hecho de ellas,
4) luego verifica que esos presupuestos de hechos de la norma, que dan
fundamento a la pretensión o a la defensa, hayan sido debidamente afirmados
por el litigante a quien favorece la aplicación de tales normas,
5) luego comprueba que los hechos afirmados han sido debidamente
probados, haciendo la valoración e interpretación de la prueba,
6) si algún hecho no ha sido probado, el juez establecerá quien tiene la
carga de la prueba, y por lo tanto a quien perjudica su falta.

Después de todos los procedimientos indicados, que exigen razonamientos


lógicos y conocimientos jurídicos, el juez estará en condiciones de emitir su
decisión final.
Para corroborar si esa decisión es correcta, el juzgador hará un
razonamiento de carácter deductivo, elaborando un silogismo en el que la
premisa mayor es la norma jurídica y la premisa menor el hecho cuya certeza se
ha establecido: la decisión final debe ser la consecuencia lógica de las dos
premisas anteriores.
En esta faz de la jurisdicción (de cognición o conocimiento) predomina el
razonamiento, la valoración, el juicio del juez, para declarar el derecho.
Ejecutivo, existen supuestos en que el conflicto originado se soluciona
con la mera declaración del derecho, como sucede con el dictado de las
sentencias declarativas y constitutivas y en otros deja subsistente el conflicto, por
ejemplo, en una sentencia que declara que el actor tiene derecho al cobro de su
crédito, es evidente que ello solo no va a satisfacer al acreedor, será necesaria,
además, la condena que compele al deudor a cumplir su obligación.
El juez debe contar con los medios necesarios para obligar al perdedor a
cumplir las sentencias firmes de condena.
Únicamente el juez tiene la facultad, otorgado de manera genérica, de
autorizar las vías de ejecución.
La administración, a pesar de ser detentadora de la fuerza pública, no
puede, en principio, recurrir a la coerción para ejecutar sus propias decisiones,
solo puede hacerlo cuando una ley expresamente la autorice, y aun así queda
sujeta al control judicial de razonabilidad.
Juicio Ejecutivo, sin haber una condena judicial, el acreedor cuenta con
instrumentos que le permiten una rápida percepción de su crédito.
Son los llamados títulos ejecutivos, que autorizan un conocimiento
limitado del Juez, en estos procesos se advierte un predominio de la fuerza del
Poder Jurisdiccional en detrimento de la faz cognoscitiva.

Funciones del Estado. Éste desarrolla su actividad mediante tres funciones


perfectamente diferenciadas:
a) legislativa,
b) ejecutiva, y
c) judicial.
La división de poderes no puede ser absoluta, ya que cada uno tiene
algunas funciones que sustancialmente corresponden al otro.

Legislativa, por medio de ella se dan a los habitantes normas de carácter


general y abstracto a las cuales aquéllos deben ajustar su conducta. Esta es la
función propia del propiamente en dar leyes en sentido material, tal es el caso
del juicio político, que permite la destitución de determinados funcionarios.

Administrativa, mediante esta función, el Estado tiende a la satisfacción


del interés general de manera continua, manteniendo así el orden jurídico.
Esta actividad se asemeja a la judicial, porque ambas propenden a la
aplicación y concreción de las normas generales dadas por el legislador, pero se
aparta de ella en cuanto no persigue la solución de un conflicto sino que es
desempeñada, de manera continua, previendo el conflicto y organizando los
servicios esenciales para la vida en sociedad.
La función administrativa comprende diversas actividades entre ellas
recaudar los fondos necesarios para la marcha del estado, garantiza la seguridad
exterior y la paz interior y proveer las comunicaciones, la educación, la
asistencia médica, etc. Y en general asegurar los servicios públicos. El poder
Ejecutivos es quien tiene a su cargo la función administrativa.

La función judicial se encuentra, en principio, vedada al Poder Ejecutivo,


ya que el artículo 109 de la CN prohíbe al Presidente ejercer poderes judiciales.
No obstante, la misma CN faculta al presidente a indultar o conmutar las penas
por delitos sujetos a la jurisdicción federal (art. 99 inc 5º)
La función judicial se ha definido como la potestad de resolver conflictos de
intereses.

La jurisdicción voluntaria
En ocasiones, a pesar de no existir conflicto alguno por resolver, el
legislador impone que ciertos trámites se realicen ante los jueces, esto obedece a
razones de política legislativa, tales son los casos: rectificación de partidas,
inscripción tardía de nacimientos, trámites sucesorios, etc.
Estos procedimientos se denominan de jurisdicción voluntaria termino que
resulta un tanto confusa, porque no se trata de actividad jurisdiccional, ya que
está supone un conflicto actual o eventual, y en los trámites mencionados no hay
conflicto alguno que resolver sino simples peticiones hechas a los magistrados
judiciales, por eso quienes hacen esas peticiones no son propiamente partes sino
meros peticionarios.
El termino voluntaria se puede pensar en oposición a una jurisdicción
obligada, lo cual no es exacto ya que ninguna persona se encuentra obligada a
reclamar sus derechos a la jurisdicción, es por esto que es preferible trocar la
denominación de jurisdicción voluntaria por la de procedimientos no
contenciosos o no jurisdiccionales.
No debe confundirse la ausencia de conflicto de intereses con la falta de
controversia judicial.
Puede no existir esta pero aun así tratarse de una cuestión jurisdiccional,
este es el caso del allanamiento del demandado a las pretensiones del actor, o en
los supuestos en los que, a pesar de no existir discrepancias entre las partes sobre
la forma de resolver el conflicto, la ley impone la declaración judicial.

Tribunales administrativos.
Por la forma en que cumplen sus funciones, esas dependencias
administrativas son designados como tribunales de la administración, estos
tribunales no ejercen funciones judiciales ya que esto están expresamente
prohibidos en el artículo 18, y especialmente por el artículo 109 de la CN.
La diferencia entre las atribuciones de los tribunales administrativos y a de
los miembros del Poder Judicial surge con nitidez ya que en los primeros falta el
carácter de tercero imparcial que revisten los segundos.
El juez constituye el vértice del triángulo donde convergen las partes
enfrentadas, dando cada una de ellas argumentos opuestos para que él pueda
extraer sus conclusiones.
En los procedimientos administrativos, cualquiera que sea la forma que
adopte la Administración Pública para tomar decisiones, falta ese requisito
esencial que es la existencia de un tercero imparcial.
No se debe confundir los procedimientos administrativos con la
denominada jurisdicción contencioso administrativa, que tiene por finalidad
revisar las decisiones del poder administrador en el desempeño de su actividad
reglada.

Jurisdicción contenciosa administrativa.


El estado actúa en un doble carácter:
a) como persona de derecho privado, cuando compra, vende o alquila
bienes de su dominio privado y
b) como persona de derecho público, cuando, en cumplimiento de sus
funciones, realiza actos de autoridad pública.
En el primer caso no hay duda que los conflictos que se suscitan como
consecuencia de dichos actos deben ser resueltos por el poder judicial.
Pero cuando los actos realizados por el Estado como autoridad pública
lesionan derechos de particulares, cabe preguntarse si esos actos pueden ser
revisados por otro poder, sin afectar el principio de división de poderes.
En nuestro sistema, los actos del poder administrador, actuando el estado
como persona de derecho público, pueden ser revisados por el Poder Judicial,
mediante el ejercicio de acciones que se deducen ante lo que se ha dado en
llamar “jurisdicción contencioso administrativa”.
No es fácil precisar cuándo la contienda con el Estado debe ser resuelta
por los tribunales con competencia en lo contencioso administrativo.
En primer lugar, descartamos los juicios que se originen como
consecuencia de actos del Estado, en los casos en que éste actúe como persona
de derecho privado.
En segundo lugar, quedan también fuera de la jurisdicción contencioso
administrativo los llamados actos de gobierno, ya que éstos, en principio, no son
revisables por el Poder Judicial y sólo conllevan, para los funcionarios que los
han realizado, una responsabilidad política (por ej.; la declaración de estado de
sitio, restringiendo los derechos de los habitantes o la declaración de guerra).
Son los llamados actos administrativos del Estado los que están sujetos al
control de los jueces en lo contencioso administrativo.
Cuando nos referimos a los actos del Estado estamos aludiendo no sólo al
Estado nacional sino también a los Estados provinciales, a los municipios y a las
entidades autárquicas.
Un acto es revisable por medio de la llamada jurisdicción contencioso
administrativo cuando lesiona un derecho de carácter administrativo, emanado
de una ley, decreto, reglamento u otra disposición administrativa preexistente o
bien cuando los conflictos suscitados entre la Administración pública y los
administrados surgen con motivo de actos o hechos regidos por el derecho
administrativo.
Tomada en su sentido estricto, la jurisdicción contencioso administrativa
permite a los jueces controlar la legalidad del acto administrativo, sin resolver
definitivamente el conflicto suscitado con la Administración. Un ejemplo: si el
estado llama a licitación para otorgar la concesión de un servicio público, el
particular que se presentó a dicha licitación y no obtuvo la adjudicación puede
plantear la nulidad de ella.
Los jueces con competencia en lo contencioso administrativo deben
decidir exclusivamente acerca de la regularidad del acto administrativo, si
consideran que se han trasgredido disposiciones legales vigentes, anularán el
acto de adjudicación y, entonces la administración deberá llamar a una nueva
licitación
Punto 6 de la Unidad III
El juez.
Así como definimos a la jurisdicción como el atributo de uno de los
poderes del Estado (el Judicial). El Poder Judicial está desempeñado por los
jueces de la Nación y de las provincias, con quienes colaboran los funcionarios,
empleados y auxiliares.
Nombramiento y remoción, la forma surge de la Constitución nacional y
de las respectivas Constituciones Provinciales, las que deben asegurar, entre
otras cosas, su administración de justicia.
El sistema representativo republicano al que se deben sujetar exige dotar a
los jueces de diversas garantías que aseguren su independencia, como la
inmovilidad, intangibilidad de sus sueldos, etc.
En el orden nacional, los magistrados de la Corte Suprema serán
nombrados por el Presidente de la Nación, con acuerdo del Senado, por dos
tercios de sus miembros presentes, en sesión pública convocada, al efecto.
Los demás jueces de los tribunales nacionales serán designados en base a
una propuesta vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo
del senado, se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos.
Los jueces de todas las jerarquías permanecen en sus cargos mientras dure
su buena conducta.
Para poder ser nombrado juez se requiere de ser ciudadano argentino, tener
título de abogado expedido por una universidad nacional o privada autorizada, o
un título extranjero habilitante revalido; con ocho años de ejercicio para ser
miembro de la Corte Suprema, de seis para integrar las Cámaras de Apelaciones
y de cuatro para ser juez de primera instancia, y una edad mínima de treinta años
para el primero y veinticinco en el tercero.
Una vez designados deben prestar juramento “de desempeñar sus
obligaciones, administrando justicia bien y legalmente, y en conformidad a lo
que prescribe la constitución”-los poderes o facultades del juez en el proceso no
son estrictamente tales; son atribuciones que “necesariamente” tiene que ejercer
cuando se dan las condiciones previstas, por ej., reprimir las inconsultas
procesales, intentar una conciliación, esclarecer los hechos controvertidos, etc.
Son instrumentos que el legislador ha puesto en manos del juez para que
éste realice mejor su tarea de administrar justicia, y que lo debe utilizar cuando
entienda que ellos contribuyen al mejor ejercicio de su función jurisdiccional.
Deberes propiamente dichos, el código procesal civil y comercial regula
estos deberes en el art. 34; entre ellos se encuentra el de asistir a las audiencias
de prueba, habiéndose agregado en el art. 125 bis que las audiencias de
absolución de posiciones, es decir, las designadas para provocar la confesión de
los litigantes, deben ser tomadas por el juez, bajo sanción de nulidad.
Entre los otros deberes enunciados en el art. 34 se encuentran:
a) dictar las resoluciones judiciales dentro de los plazos que se indican en la
norma, b) fundar toda sentencia definitiva o interlocutoria bajo pena de nulidad;
c) dirigir el procedimiento, concentrando en lo posible n un mismo acto o
audiencia todas las diligencias que sean necesarias
d) señalar antes de dar trámite a cualquier petición, los defectos u omisiones de
que adolezcan, ordenando que se subsanen en el plazo que fije,
e) disponer de oficio toda diligencia que fuere necesaria para evitar nulidades.
Esto último se conoce como despacho saneador, ya que le indica al juez su
deber de impedir que se desarrolle el proceso con un vicio que, en definitiva,
anularía todas las actuaciones.
También son deberes del juez mantener la igualdad de partes en el proceso
(garantía constitucional del art. 16 de la CN), prevenir y sancionar todo acto
contrario a la lealtad, probidad y buena fe, y vigilar para que en la tramitación de
la causa se procure la mayor economía procesal posible.
Asimismo, el art. 34 incluye como deber del juez declarar, en oportunidad
de dar la sentencia definitiva, la temeridad o malicia en que hubieran incurrido
los litigantes o profesionales intervinientes.

Facultades disciplinarias, son para mantener el buen orden y decoro en


los juicios, están enunciadas en el art. 35 y son : “mandar que se teste toda frase
injuriosa o redactada en términos indecorosos u ofensivos, excluir de las
audiencias a quienes indebidamente perturben su curso, aplicar las correcciones
disciplinarias autorizadas, la ley orgánica y el reglamento para la justicia
nacional.
El código se refiere a la sanción de multa en los siguientes casos, falta de
devolución del Expte. entregado en préstamo, o pérdida del mismo, etc.
El decreto-ley 1285/58 autoriza a los jueces a sancionar con prevención,
apercibimiento multa y arresto personal hasta de cinco días a los abogados,
procuradores, litigantes y demás personas que obstruyan el curso de la justicia o
que cometan faltas en las audiencias, escritos o comunicaciones de cualquier
índole, contra su autoridad, dignidad y decoro.

Facultades ordenatorias e instructorias, se encuentran enumeradas en el


art. 36 que deben ser utilizadas por el juez a fin de resolver el conflicto sometido
a su decisión de la mejor manera.
Estas son:
a) tomar medidas tendientes a evitar la paralización del proceso, a tal
efecto, vencido un plazo, se haya ejercido o no la facultad que corresponda, se
pasará a la etapa siguiente en el desarrollo procesal, disponiendo de oficio las
medidas necesarias, y
b) ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la verdad de los
hechos controvertidos, respetando el derecho de defensa de las partes; a ese
efecto el juez podrá: disponer en cualquier momento la comparecencia personal
de las partes para intentar una conciliación o requerir las explicaciones que
entienda necesarias, decidir en cualquier estado de las causas la comparecencia
de los testigos, peritos y consultores técnicos, para interrogarlos acerca de lo que
crea necesario y, conforme a las formalidades prescriptas en el Código, mandar
que se agreguen documentos existentes en poder de las partes.

Sanciones conminatorias, llamada astreintes, reguladas en el art. 37 del


CPCC y en el art. 804 del Código Civil, son sanciones pecuniarias que los jueces
aplican contra quienes deliberadamente desobedecen sus decisiones. Sus
caracteres son:
1 la discrecionalidad en cuanto a la fijación del monto, que queda librado al
arbitrio judicial,
2 la provisionalidad de la decisión que la impone, ya que puede dejarse sin
efecto.
3 La ejecutabilidad es decir la posibilidad de que el beneficiario de la
medida la ejecute por vía pertinente.
4 La progreisvidad por la renuencia en el cumplimiento de la orden judicial,
ya que si persiste en el incumplimiento puede aumentarse
progresivamente.
5 La supletoriedad de estas sanciones rigen cuando no hay otro medio para
procurar el efectivo cumplimiento del mandato.
Recusación y excusación.
Por medio de estas instituciones se logra el apartamiento del juez de la
causa y el pase de las actuaciones a otro magistrado para que siga entendiendo el
proceso, se persigue con esto lograr la absoluta imparcialidad de los jueces.
En la recusación el apartamiento se obtiene por iniciativa de los litigantes
mientras que en la excusación es el propio magistrado que se desprende de la
causa.

La recusación puede ser con o sin expresión de causa:


Con expresión de causa, el art. 17 del CPCC enuncia los distintos
supuestos en que las partes pueden recusar:
-el parentesco por consanguinidad dentro del cuarto grado y segundo de afinidad
con alguna de las partes, sus mandatarios o letrados.
-tener el juez o sus consanguíneos o afines dentro del grado expresado en el
inciso anterior, interés en el pleito o en otro semejante, o sociedad o comunidad
con alguno de los litigantes, procuradores o abogados, salvo que la sociedad
fuese anónima.
-tener el juez pleito pendiente con el recusante.
-ser el juez acreedor, deudor, fiador de alguna de las partes, con excepción de los
bancos oficiales.
-ser o haber sido el juez autor de denuncia o querella contra el recusante, o
denunciado o querellado por éste con anterioridad a la iniciación del pleito.
-ser o haber sido el juez denunciado por el recusante en los términos de la ley de
enjuiciamiento de magistrados, siempre que la corte suprema hubiere dispuesto
dar curso a la denuncia.
-haber sido el juez defensor de alguno de los litigantes o emitido opinión o
dictamen o dado recomendaciones acerca del pleito antes o después comenzado.
-haber recibido el juez beneficios de importancia de alguna de las partes.
-tener el juez con alguno de los litigantes amistad.
-tener contra el recusante enemistad, odio o resentimiento que se manifieste en
hechos conocidos.
La enumeración tiene carácter taxativo, es decir que no puede aplicarse
por analogía otras causales similares. Esta cuestión se resuelve por vía incidental
y es irrenunciable.
La recusación debe ser deducida por el actor al entablar la demanda o en
su primera presentación, por el demandado en su primera, antes o al tiempo de
contestarla o de oponer excepciones.
Si la causal fuera sobreviviente, sólo podrá hacerse valer dentro del quinto
día de haber llegado a conocimiento del recusante y antes de quedar el Expte. En
estado de sentencia (art. 18 CPCC).
Dentro de las causales causa confusión la prevista en el inc. 7 del art. 17
englobada dentro de la denominación genérica de prejuzgamiento.
Debe entenderse como a la emisión de opinión anticipada sobre el
resultado del proceso, la que debe ser intempestiva y sobre cuestiones pendientes
y futuras que aún no se han encontrado en la etapa procesal de ser resueltas.
Se requiere el pronunciamiento expreso del Juez sobre la cuestión de
fondo a decidir en el pleito.
Con relación al inciso 10 que se refiere a la enemistad, odio o
resentimiento de alguno de los litigantes con el juez, la salvedad que hace la ley
en cuanto a que ningún caso procederá la recusación por ataques u ofensas
inferidas al juez después de que hubiere comenzado a conocer en el asunto, tiene
por fundamento evitar la posibilidad de una actividad o actitud maliciosa por
parte del recusante, para crear una situación que le permita lograr el apartamiento
del juez en el conocimiento de la causa.

Sin expresión de causa, en ciertos supuestos excepcionales la ley permite


que, a pesar de existir alguna causal, el recusante omita expresarla; es por eso
que la ley habla de recusación sin expresión de causa y no de recusación sin
causa.
Esta vedada en los procesos sumarísimos y en las tercerías, además las
partes podrán usar de ella sólo una vez en cada caso: el actor al entablar la
demanda o en su primera presentación, y el demandado en su primera
presentación, antes o al tiempo de contestarla, o de oponer excepciones o de
comparecer a la audiencia señalada como el primer acto procesal.
Cuando sean varios los actores o los demandados, solamente uno podrá
recusar al juez sin expresión de causa.
A diferencia de la recusación con expresión de causa, el caso que estamos
analizando no afecta el orden público, por lo tanto, debe estimarse válida la
renuncia anticipada a este derecho.
La recusación efectuada en el proceso principal produce la recusación
implícita respecto de los incidentes y viceversa, aunque en ellos no fuere parte el
recusante.

Excusación, mediante este instituto, el juez que no se considere hábil para


entender en una causa en forma imparcial tiene la facultad de excusarse,
constituye un deber de los jueces el abstenerse de intervenir en el proceso ante
determinadas circunstancias previstas en la ley, a fin de no comprometer su
posición de tercero imparcial, es también un derecho, ya que no se le puede
imponer al magistrado que resuelva un litigio cuando no se considere en
condiciones de hacerlo en forma equitativa.
Las causales de excusación son las mismas que para la recusación, así lo
dice el art. 30 del CPCC, agregando que el juez también podrá excusarse
“cuando existan otras causas que le impongan abstenerse de conocer en el
juicio, fundadas en motivos graves de decoro o delicadeza”. La enumeración no
es taxativa.

Formas alternativas de solución de conflictos.


Además de la clásica forma de resolver los conflictos se intenta encontrar
otras que satisfagan en mayor medida los intereses de las partes y de la
comunidad que necesita que tales conflictos encuentren una vía rápida de
solución con economía de tiempo y dinero.
Negociación, se denomina negociación a las tratativas que llevan a cabo
las partes sin presencia de un tercero ajeno a ellas, esto es, las partes tratan de
solucionar un conflicto por sí o por medio de apoderados y asistidas o no por
otras personas que colaboran en la negociación, aunque éstas actúan con
parcialidad, tratando de obtener la solución más favorable para su representado o
asistido.
Conciliación, es un acto procesal celebrado ante el tribunal de la causa, o
ante un organismo administrativo, a fin de que un tercero logre que las partes
lleguen a un acuerdo que ponga fin al conflicto. La conciliación es un acto
trilateral, realizado con la colaboración de un tercero que propone fórmulas para
avenir a quienes están en conflicto.
Mediación, en este supuesto un mediador colabora con las partes para que
ellas encuentren la solución que satisfaga sus pretensiones, asegurando la
confidencialidad de las actuaciones. El acuerdo al que se arribe en el trámite de
mediación sigue siendo bilateral ya que el mediador, a diferencia del conciliador,
no integra el mismo, el que queda librado al arbitrio de los interesados, por ello
sólo corresponde este procedimiento para los conflictos originados n derechos
disponibles.
Las actuaciones referidas a la mediación son confidenciales, debiendo
concurrir las partes personalmente con asistencia letrada obligatoria.
La mediación suspende el plazo de prescripción desde que se formaliza el
requerimiento ante a mesa de entradas y opera contra los requeridos, en las
mediaciones privadas la prescripción liberatoria se suspende por una única vez.
El cómputo del término de suspensión se reanuda después de veinte días
corridos desde la fecha del acta de finalización de la mediación.
Arbitraje, por este medio, las partes deciden someter sus conflictos a la
decisión de “jueces privados”. La decisión del árbitro (laudo) es obligatoria y
tiene la misma eficacia que una sentencia judicial. Sin embargo, se puede prever
un laudo no obligatorio.
El arbitraje es una institución de derecho público, a pesar de que se origina
en la decisión de las partes, porque el Estado ejerce una función de control del
procedimiento seguido y del laudo en el que se pronuncia.

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