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LUIS VILLORO ”~ EL SENTIDO DE LA HISTORIA 1 Historia, ¢para qué? La primera respuests en acudir a Ja mente seria: la historia obe- dece a un interés general en el conocimiento Al historiador le interesa, como a cualquier cientifico, conocer un sector de la realidad; la historia tendria como objetivo el esclare cimiento racional de ese sector. En este sen: tido el interés del historiador no diferiria de’ que pudiera tener un entomélogo al estudiar una poblacién de insectos o un boténico a’ clasificar Jas. diferentes especies de planta: que crecen en una regién. Igual que al ento mélogo o al boténico, al historiador le baste esa aficién por el conocimiento para justifical su empefio. Sin duda asf sucede con cual quier ciencia: se justifica en el interés genera por conocer, el cual cumple una necesidac de la especie. Porque la especie humana re quiere del conocimiento para lograr aquellc que en otras obtiene el instinto: una orienta cin permanente y segura de sus acciones et el mundo. Con todo, quien diera esta respuesta co rreria el riesgo de disgustar a mas de un his toriador. Cualquier historiador pensaria que después de todo, su disciplina tiene una rele vancia para los hombres mayor que la dt un entomédlogo, y que sus investigaciones aunque presididas por un interés en conocer estén motivadas también por otros afanes ma: vitales, ligados a su objeto. Una colonia di 36 Luts VILLORO abejas no puede despertar en nosotros, diria, al mismo tipo de interés que una colectividad humana. Si logramos determinar el objeto al que se dirige la atencién del historiador, fren- te al que retiene la de otros cientificos, da- rfamos quiza con una diferencia especifica del conocimiento histérico. Un acercamiento podria ser: Ia historia responde al interés en conacer nuestra situa cién presente. Porque, aunque no se lo pro- ponga, la historia cumple una funcién: la de comprender el presente. Desde las épocas en que el hombre empez6 a vivir en comunidad y a utilizar un lenguaje, tuvo que crear in- ierpretaciones conceptuales que pudieran ex- plicarle su sitvacién en el mundo en un mo- mento dado, En los pueblos primitivos el pensamiento mitico tiene a menudo un sen- tido genético. Muchos mitos son etiolégicos: intentan trazar el origen de una comunidad, con el objeto de explicar por qué se encuentra en determinado lugar y en tales 0 cuales cir- cunstancias. Algunos pueblos invocan leyen- das para dar razén de la presencia de la tribu en un paraje y de su veneracién por algiin lugar sagrado, por ejemplo: los prime- ros ancestros surgieron del fondo de la tierra por una cueva situada en el centro del terri- forio de la tribu. Otros pueblos atribuyen su origen a un antepasado divino, mas 0 menos semejante al hombre, cuyas actividades, fun- dadoras de costumbres o instituciones, narran Jos mitos. El totemismo tiene, entre otros aspectos, el de remitir a la génesis de una colectividad humana: hay clanes que nacieron de un determinado animal, otros, de otro; esto explica Ia peculiaridad de sus caracteres y habitos. El origen de diferentes institucio- EL SENTIOO DE LA HISTORIA 37 nes, regulaciones y creencias suele también sefialarse en acontecimientos que sucedicron en-un tiempo remoto. Asi, hay mitos para explicar las relaciones de parentesco, que las refieren a un momento en que se establecie- ron, leyendas que justifican el poder de ciertas personas por alguna hazafia de sus anteceso- res semihumanos, mitos que dan razén, por sucesos del pasado remoto, de una émigra- cién, de la ereccién de un poblado, de la pre- ferencia por una especie de caza, de un habito alimenticio. Pareceria que, de no remitirnos aun pasado con el cual conectar nuestro presente, éste resultara incomprensible, gra- tuito, sin sentido. Remitirnos a un pasado dota ’al presente de una razén de existir, ex- plica el presente. Esta funcién que cumplia el mito en las sociedades primitivas la cumple la historia en las sociedades desarrolladas. Un hecho deja de ser gratuito al conectarse con sus antecedentes. A menudo la conexién es inter- pretada como una explicacién y el antece- dente en el tiempo, como causa. En historia se suelen confundir las dos acepciones de la palabra “principio”. “Principio” quiere deci primer antecedente temporal de una secuen- cia”, “inicio”, pero también tiene el sentido de “fundamento”, de base en que descansa la validez 0 la existencia de algo, como cuando hablamos de “los principios del derecho”, 0 ‘del Estado”. La historia quizé nazca, como lo hizo notar Marc Bloch, de lo que él Namé idolo de los origenes” 0’ “idolo de los prin- cipios”, es decir, de la tendencia a pensar que al hallar los’ antecedentes temporales de un proceso, descubrimos también los funda- mentos que lo explican. 38 LuIs vILLoRO La historia naceria, pues, de un intento por comprender y explicar el presente acudiendo a los antecedentes que se presentan como sus condiciones necesarias. En este sentido, la historia admite que el pasado da razon del presente; pero, & la vez, supone que el pasado Solo se descubre a partir de aquello que ex- plica: el presente. Cualquier explicacin empi- rica debe partir de un conjunto de hechos dados, para inferir de ellos otros hechos que no estan presentes, pero que debemos supo- ner para dar raz6n de los primeros. Asf tat bién en la historia, El historiador pensara, por ejemplo, que el Estado actual puede expli- carse por sus origenes, pero si se propone esa tarea es justamente porque ese Estado existe, en el presente, con ciertas caracteristicas que plantean preguntas;. y son esas preguntas las que incitan a buscar sus antecedentes. El hiistoriador tiene que partir de una realidad actual, nunca de una situacién imaginari ‘esto es lo que separa su indagacién de la del novelista, quien también, a menudo, escu- drifia en'el pasado. Quiere esto decir que, a Ta vez que el pasado permite comprender el presente, el presente plantea los interrogantes que incitan a buscar el pasado. De alli que Ja historia pueda verse en dos formas: como un intento de explicar el presente a partir de sus antecedentes pasados, 0 como una em- presa de comprender el pasado desde el, pre- sente. Puede verse como “retrodiccién”, es decir, como un lenguaje que infiere lo que pasd a partir de lo que actualmente sucede. Esta observacién podria ponernos en la, pista de una motivacién importante de la: historia. El historiador, al examinar su presente, suele plantearle preguntas concretas. Trata FL SENTIDO DE LA HISTORIA de explicar tal o cual caracteristica de su s tuacién que le importa especialmente, porqt su comprensién permitira orientar ‘la vic en la realizacién de un propésito concret Entonces, al interés general por conocer : afiade un interés particular que depende « la situacién concreta del historiador. Es cie to que ese interés particular puede qued: inexpresado, oculto detrés de la obra; « cierto también que a menudo puede perm necer inconsciente para el historiador, asu to de psicologia,’al margen de los métod: historicos empleados; pero aunque no es dicho, se muestra en las preguntas —exp citas 0 técitas— que presiden la obra hist rica. Asi, el intento por explicar nuestro pr sente no puede menos de estar motivac por un querer relacionado con ese present Benedetto Croce describia as{ la historia: “ acto de comprender y entender inducido p los requerimientos de la vida practica”. F efecto, la historia nace de necesidades de situacién actual, que incitan a comprend el pasado por motivos practicos. Si nos fijamos en esta relacién presen: pasado veremos cémo son intereses partic lares del historiador, que se originan en coyuntura histérica conereta, los que suel moverlo a buscar ciertos antecedentes, preferencia a otros. A modo de ejemplos driamos recordar algunos momentos de historiografia. La historia politica con ba documental tiene sus inicios en historiador renacentistas italianos: ellos necesitaban dagar los antecedentes en que se basaban | pequefios estados de la peninsula, con el jeto de recomendar a los principes Ias me das eficaces para consolidarse. El comien 40 LUIS VILLORO de una metodologia critica se encuentra en historiadores y tedlogos de la Reforma pro- testante. ¢Por qué en ellos? Porque querian hacer de lado lo que consideraban aberracio- nes del catolicismo; habia que explicar por qué la Iglesia se habfa corrompido y redescubrir el mensaje auténtico del Evangelio, para nor- mar sobre él sus vidas. Para ello tuvieron que establecer métodos mas confiables, que per- mitieran discriminar entre los documentos verdaderos y los falsos, someter a critica la veracidad de los testigos, antiguos padres, legisladores e historiadores de la Iglesia, de- terminar los autores y las fechas de elabo- racién de los textos. Para poder demostrar Ja justeza de sus pretensiones tuvieron que intentar un nuevo tipo de historia. Por més titiles que hayan sido al interés general de‘ Ja ciencia, los inicios de la critica documen- tal estuvieron motivados por un interés par- ticular de la vida presente. Pensemos en ejemplos mas cercanos a no- sotros. La historia de México nace a partir de la conquista. Los primeros escritos res- ponden a un hecho contemporaneo: el en- cuentro de dos civilizaciones; intentan mane- jarlo racionalmente para poder orientar la vida ante una situacion tan desusada. De alli los diferentes tipos de historia con que nos encontramos. Los cronistas escriben con cier- tos objetivos precisos: justificar la conquista © a determinados hombres de esa empresa, fundar las pretensiones de dominio de la cristiandad o de la Corona, dar fuerza a las peticiones de mercedes de los conquistadores © aun de nobles indigenas. Otras obras tienen fines distintos: las historias de los misione- ros estén dirigidas principalmente a explicar EL SENTIDO DE LA HISTORIA a }_Jegitimar la evangelizacisn, esto es, Ia, co- lonizacidn cultural. Un examen superficial de las historias escritas por misioneros basta para percatarnos de que responden a una pregunta planteada por el presente: ¢cémo es posible “salvar” a ese nuevo pueblo, es decir, asimilarlo a los valores espirituales de la cris- tiandad? En el siglo x1x el condicionamiento de la historia por los requerimientos presen- tes es alin més claro. Las historias que ¢s- criben Bustamante, Zavala, Alaman estan re- gidas por la misma idea: urge rastrear en el pasado inmediato las condiciones que expli- quen por qué la nacién ha llegado a la situa- cidn postrada en que se encuentra; al mismo tiempo que contestan preguntas planteadas ién, justifican programas que orientan la accién futura. La historia intenta dar razén de nuestrc presente concreto; ante él no podemos meno: que tener ciertas actitudes y albergar cier tos propésitos; por ello la historia respond a requerimientos de la vida presente. Deba jo de ella se muestra un doble interés: inte rés en la realidad, para adecuar a ella nucs tra accién, interés en justificar nuestra si tuacin y nuestros proyectos; el primero e un interés general, propio de la especie, ¢ segundo es particular a nuestro grupo, nues tra clase, nuestra comunidad. Por ello es tar dificil separar en Ia historia lo que tiene d ciencia de lo que tiene de ideologia. Sin dude ambos intereses pueden coexistir sin distor sionar el razonamiento;, pero es frecuent que los intereses particulares del historiado: ligados a su situacién, dirijan intencionade mente Ia seleccién de los datos, Ia argumer tacién y la interpretacién, a modo de demo: a LuIs vritoRo trar la existencia de una situacién pasada que satisfaga esos intereses. Esta observacién nos conduce a una segunda respuesta. 1 Los requerimientos de la vida presente que nos Hevan a investigar los antecedentes his- tdricos no son individuales. Si lo que trato de explicar es una situacin conflictiva per- sonal, ello me levara a indagar en mi biogra- fia; podra ser un estimulo para hurgar en mi pasado. Ese estimulo estaria cn la base de un anilisis psicolégico, pero no me conduciria a la historia. Las situaciones que nos llevan a hacer historia rebasan al individuo, plantean necesidades sociales, colectivas, en las que participa un grupo, una clase, una nacién, una colectividad cualquiera. Las situaciones pre- sentes que tratamos de explicar con Ia his- toria nos remiten a un contexto que nos trasciende como individuos. Si escribo estas paginas tengo en mente a las personas que podrian leerlas; detras de ellas estén las ideas de otros muchos hombres; al publicarse, estas lineas formardn parte de un complejo colec- tivo de relaciones econémicas, sociales, cul- turales. Lo que escribo puede ser objeto de historia en la medida en que se pone en relacién con esos contextos sociales que lo abarcan y le prestan sentido. En cualquier situacién concreta_podemos descubrir cone xiones semejantes. Todos nuestros actos estén determinados por correlaciones que rebasan nuestra individualided y que nos conectan con grupos ¢ instituciones sociales. Desde el momento en que vamos a comer a nuestra EL SENTIDO DE LA HISTORIA a casa, estamos ya inmersos en una institucién, Ia familia, la que a su vez no puede explicarse més que en el seno de otras instituciones; nos refiere, por ejemplo, a regulaciones |u- ridicas y con ellas a.un Estado. No hay accion humana que no esté conectada con un todo. Pues bien, los requerimientos de que, segin deciamos, partia el historiador, suponen esos lazos comunitarios. Sélo se hacen presentes en la medida en que tenemos cierta concien- cia de estar realizando propésitos en comin y de estar sujetos a reglas que nos ligan Propésitos y reglas. No podria estar realizan- do ahora este acto de escribir si no aceptara implicitamente ciertas reglas de relacidn. Pue- den no ser normas escritas, como las reglas tis elementales de comunicacién entre los hombres, el respeto a las ideas ajenas, Ia ne- cesidad de claridad, la consideracién del lec- tor posible, etc; pueden ser més explicitas, como las que regularin todo el proceso de discusién, impresién y distribucion de estas paginas, Esas reglas responden a propésitos compartidos, en este caso los del desarrollo y critica de una disciplina cientifica, Reglas y Propésitos, al ligar a los miembros de una comunidad, permiten su convivencia, No ha- bria ningin comportamiento social si no se diera esa especie de lazo entre los individuos. Una colectividad, un grupo, una nacién, man- tienen su cohesién mediante las reglas com partidas y los propésitos comunes que ligan entre sia todos sus miembros. La historia, al explicar su origen, permite al individuo com. prender Jos lazos que lo unen a su comunidad Esta comprensién puede dar Jugar a actitudes diferentes. Por una parte, al comprenderlas, las reglas “ LUIS vILLoO y propésitos comunitarios dejan de ser gra- iuitos; en la medida en que los insertamos en un proceso colectivo que rebasa a los viduos, cobran significado. Por eso, dar ra- z6n de ellos los afianza y justifica ante los individuos. Al hacer comprensibles los lazos que unen a una colectividad, la historia pro- mueve actitudes positivas hacia ella y ayuda a consolidarlas. La historia ha sido, de hecho, después del mito, una de las formas cultui les que mas se han utilizado para justificar instituciones, creencias_ypropésitos comuni- tarios que prestan cohesién a grupos, ‘clases, nacionalidades, imperios. En Israel primero, en Grecia y Roma después, la historia actué como factor cultural de unidad de un puchlo e instrumento de justificacién de sus proyec- tos frente a otros. Desde entonces, la historia ha sido un elemento indispensable en la con- solidacién de las nacionalidades; ha estado presente tanto en la formacién de los estados nacionales como en Ia lucha por la sobrevi- vencia de las nacionalidades oprimidas. En otros casos, la historia que trata de regiones, grupos o instituciones, ha servido para cobrar conciencia de la pertenencia de los individuos una etnia, a una comunidad cultural, a.una comarca; ai hacerlo, ha propiciado la inte- gracién y perduracién del grupo como colec- tividad. Ninguna actividad intelectual ha lo- grado mejor que la historia dar conciencia de la propia identidad a una comunidad. La historia nacional, regional o de grupos cum- ple, aun sin proponérselo, con una doble fun- cién social: por un lado favorece la cohesion en el interior del grupo, por el otro, refuerza actitudes de defensa y de lucha frente a los grupos externos. En el primer sentido puede [BL SENTIDO DE LA HISTORIA s ser producto de un pensamiento que propi- cia el dominio de los poderes del grupo sobre los individuos; en el segundo, puede expresar un. pensamiento de liberacién colectiva fren- te a otros poderes externos. Las historias nacionales “oficiales” suelen colaborar a man- ener el sistema de poder establecido y mane- jarse como instrumentos ideolégicos que jus- tifican la estructura de dominacién imperan- te. Con todo, muchas historias de minorias oprimidas han servido también para alentar su conciencia de identidad frente a los otros y mantener vivos sus anhelos libertarios. Pero el acto de comprender los origenes de los vinculos que prestan cohesién a una co- munidad puede conducir a un resultado dife- rente al anterior: en lugar de justificarlos ponerlos en cuestién. Revelar el origen “hu mano, demasiado humano” de creencias < instituciones puede ser el primer paso pare dejar de acatarlas. Al mostrar que, en iltimc término, todas nuestras reglas de convivenciz se basan en la voluntad de hombres concre tos, la historia vuelve consciente la pos dad de que otras voluntades Jes nieguen obe diencia. Las historias de la Iglesia, desde Reforma hasta el moderno liberalismo, con tribuyeron tanto como la critica filosdfica : la desacralizacién del catolicismo. La “histor re des moeurs” del siglo xvi fue un facto importante en la desmistificacién del absc lutismo. Desde Herodoto, la historia, al mos trar la relatividad de las costumbres y creer cias de los distintos pueblos, ha sido u estimulo constante de critica a la inmovilida de las convenciones imperantes. En otros casos, los estudios “antioficiales’ al poner en cuestién las versiones histérica 46 LUIS VILLORO en uso y develar I9s hechos ¢ intereses reales que dicron origen a las ideologias vigentes, han servido también para desacreditarlas. Comprender que las reglas y propésitos que el Estado nos inculca fueron producto de in- tereses particulares puede arrojar sobre ellos el descrédito. La historia obtiene también este segundo resultado cuando se propone mos- trar los procesos de cambio de instituciones y normas de convivencia. Entonces revela como, detras de estructuras que se pretenden inmutables, esta la voluntad de hombres con- cretos y cémo otras voluntades pueden cam- biarlas. Tal sucede en la historia de los pro- cesos revolucionarios 0 liberadores. Desde Michelet hasta Trotski, la historia de las re- voluciones ha servido'de inspiracién a mu- chos movimientos libertarios. éPara qué la historia? Intentemos una se- gunda respuesta: para comprender, por sus ‘origenes, los vinculos que’ prestan cohesién a. una comunidad humana y permitirle al indi viduo asumir una actitud consciente . ante ellos, Esa actitud puede ser positiva: la hi toria sirve, entonces, a la cohesion de la comunidad; es un pensamiento integrador; pero puede también ser critica: la historia se convierte en. pensamiento disruptivo. Por- que, al igual que la filosofia, la historia puede expresar un pensamiento de reiteracién y con- solidacién de los lizos sociales o, a la inversa, un pensamiento de ruptura y de cambio. um ¢Se agotarfan aqui nuestras respuestas? Mui- 74 no. Tenemos Ja sensacién de que, en las EL SENTIDO DE LA HISTORIA a dos respuestas anteriores, algo hemos dejado de lado. No siempre expresa la historia un interés concreto en nuestro presente y en la comunidad a que pertenecemos. ¢Acaso no nos interesa, apasionadamente a veces, cono- cer la vida ‘de pueblos desaparecidos, aleja- dos para siempre de nosotros, remotos en el tiempo y en el espacio? ;No tendriamos un interés especial, incluso, en la historia de los seres racionales mas distintos a nosotros, los que pertenecieran a una civilizacién extrafia © incluso a un planeta lejano? Estas pregun- tas podrian abrirnos a un interés mas pro- . fundo que los anteriores, quizas el mds entrafiable de los que mueven a hacer his- toria, Seria el interés por la condicién y el destino de la especie humana, en el pedazo del cosmos que le ha tocado vivir. Este in- terés se manifiesta en dos preguntas, nunca expresadas, presupuesias siempre en cual- guier historia: la pregunta por la condicién humana, la: pregunta por el sentido. La historia examina, con curiosidad, cémo se han realizado las distintas sociedades, en las formas mas ‘disimbolas; la multiplicidad de las culturas, de los quehaceres del homb: de sus actitudes y pasiones, el abanicu en- tero, en suma, de las posibilidades de vida humana se despliega ante sus ojos. La suce- sién de los distintos rostros del hombre es un espejo de las posibilidades de su con cién; al través de ellos puede escucharse lo que hay de comin, de permanente en ser hombre. Historia magistra vitae: no porque dicte normas 0 consejos edificantes, menos atin porque dé recetas de comportamiento practico, “maestra de la vida” porque ensefia, 50 LUIS VILLORO sefia é grupo nias ampio; el’uitird, nécia cual podria trascender nuestra individu: dad? La respuesta ha variado. En las prime- ras civilizaciones, el mito primero, la historia después, otorgan sentido al individuo al in- jo en una tribu o en un pueblo, pero ese pueblo sélo cobra sentido ante la mirada del dios. La historia judia no rebasa, en este aspecto particular, la perspectiva_reducida de los anales egipcios 0 asirios. En Grecia el horizonte empieza a ser ms amplio: mas allé de la integracién de los pueblos helé- nicos se apunta a una colectividad en la que Jos actos tanto de los griegos como de los barbaros cobrarian sentido. Herodoto abre su historia con estas palabras: “Herodoto de Halicarnaso expone aqui sus investigaciones “historia” en griego, puede traducirse por “investigacién"| para impedir que lo que han hecho los hombres se desvanezca con el tiem- po y que grandes y maravillosas hazafias, recogidas tanto por los griegos como por los barbaros, dejen de nombrarse.” Herodoto quiere impedir que un momento de vida se borre de la mente de otros hombres y, en este punto, no hace diferencia entre griegos y bar- baros; lo que lo mueve es, en ultimo término, permitir que esa vida subsista en la concien- cia general de la especi Sin embargo, ni griegos ni romanos tuvie- ron’ una idea clara del papel que podrian BL SENTIDO DE LA HISTORIA st economia divina. Més tarde, a partir de Vico,, las leyes que gobiernan a la historia huma- na se conciben inherentes a ésta. Los grandes ciclos de la vida de la humanidad o bien su progreso hacia una meta final es lo que puede otorgar sentido a cualquier historia particu- lar, Por eso la mayor trascendencia que pue- de alcanzar la historia esta ligada’a la histo- tia universal. En la historia universal cada individuo quedarfa incorporado a la especie, en una comunidad de entes racionales. En ese empefio Iegaria a su final el afan de integrar toda vida individual en un todo que Ja trascienda. ¢Llegaria a su fin en verdad? Si los actos humanos cobran un nuevo sen- tido al integrarse a una comunidad y, al tra- vés de ella, a la humanidad, ¢no podriamos preguntar también: y qué sentido tiene la especie humana, en la inmensidad del cos- mos? La historia actual no puede dar una respuesta, como no puede darla ninguna cien- -cia, s6lo la religién puede atreverse a balbucir alguna. Pero gcudl seria la comunidad ultima en que pudiera integrarse la historia de la especie? Sélo la comunidad de todo ente ra- cional y libre posible. Tal vez, en un futuro incierto y lejano, en su persecucién nunca satisfecha de una trascendencia, el hombre busque el sentido de su especie en el papel que desempefie en el desarrollo de la razén en el cosmos, tal vez entonces la historia uni- 32 urs vition0 versal de la especie se ligue a tina historia cOsmica. ‘Bastard una observacién para mostrar que ese ideal est4 ya presente.en nosotros.-Sin duda se nos ha ocurrido la posibilidad de que, en una catéstrofe futura, causada por Jos ‘mismos hombres o por un acontecimien« to césmico, Ja, humanidad dejara de existir. ¢No seria para nosotros una -necesidad dejar un testimonio de lo que fuimos? Ante una amenaza scmejante, pensarfamos en. dejar alguna sefial, lo més completa posible, de lo que fue la especie humana, para que, si en épocas: futuras, comunidades racionales de otros planetas vinieran al-nuestro, rescataran, nuestra humanidad del olvido. Este serfa,.en.suma, el ultimo movil de la- historia, su’“‘para. qué” més~profundo: dar un sentido a. la vida del hombre al com- prenderla en funcién ‘de una. que~ Ia abarca y de Ia cual forma,parte: la co- munidad restringida” de otros hombres pri- mero, la especie. hurnana después. y, tal. vez, en su limite, la comunidad posible. de_los entes racionales y libres del universo.

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