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SED LLENOS DEL ESPIRITU SANTO


Juan Carlos Ortiz

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, antes bien sed llenos del
Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por
todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (Efesios 5:18-20.)

"No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, antes bien embriagaos del
Espíritu..." Quisiera, mis amados hermanos, esta noche transmitirle las verdades tremen-
das que hay en estas palabras, sed llenos del Espíritu. Noten, en primer término, que este
es un mandamiento del Señor. No dice "... antes bien, el que quiere sea lleno del Espíritu,
y el que no quiera que no sea lleno del Espíritu". Sino que está en modo imperativo: Sed
llenos. Todo verbo en modo imperativo es un mandato, una orden. Amados, el ser llenos
del Espíritu Santo no es opcional; no es algo que uno puede elegir si quiere, y si no quiere,
no; es algo que el cristiano no puede evitar. Debe ser lleno del Espíritu Santo.

ASI MANDO JESUCRISTO

Cuando el Señor Jesucristo dejó a los apóstoles y a otros discípulos aquí en la tierra, según
Lucas,
...les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del
Padre... (Hechos 1:4).
Es decir, les dio un mandamiento: les mandó. Yo no sé cómo hay personas que dicen "lo
voy a estudiar", "voy a ver", "me parece", "pueda ser", "más adelante", "esta es cosa que
hay estudiarla mucho", cuando es un mandamiento. ¡Imagínate que tomáramos to dos los
mandamientos de esa manera! El mandamiento de no matar, por ejemplo. —Y bueno,
vamos a ver...—. Algún día, ¿No? ¡Mientras tanto, yo sigo matando! Cuando alguna vez
tenga una revelación especial, ¡dejaré de matar!— Mira, si también tomas así el
mandamiento de no mentir, o no fornicar: ¡la iglesia sería una Babilonia!... Como es, por
no cumplir todos los mandamientos del Señor, tal como El nos dice en su Palabra.
Pablo dice: Sed llenos del Espíritu, y un cristiano que no está lleno del Espíritu no es un
cristiano normal, porque el mandamiento del Señor es que tenemos que ser llenos.
Examina a Jesús; ¿Ves la plenitud de su vida? ¿Notas los ríos que fluyen? Pues exactamente
eso es estar lleno del Espíritu.
Dijo el Señor Jesucristo: ... Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en
mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva (Juan 7:37,
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38). Ser llenos del Espíritu Santo significa, entonces, que ríos fluyan de nuestro interior. No
es venir a Cristo para tomar un vasito de agua saciándose momentáneamente, y venir al
otro culto para tomar otro vasito de agua que nos dé el Señor para atemperar la sed, y
luego irnos para volver al otro culto y otro vasito... ¡No! Cuando venimos a Cristo y somos
llenos del Espíritu Santo, no precisamos más vasitos. ¡Somos ríos! ¡Aleluya! ¡Somos ríos
que fluyen para otros! No sé por qué en la iglesia nos hemos acostumbrado siempre a ser
recipientes, cuando en realidad Dios quiere que seamos canales. Canales que trasladen el
poder de Dios hacia los demás y no simples receptáculos que se llenan con vasitos de
agua...
... Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:13, 14.)
¡Una fuente que salta, que salta para vida eterna!
Ahora, examínate: ¿Eres tú una fuente que salta? ¿Eres tú ríos —en plural, muchos, en
abundancia— de agua de vida para otros? ¿O siempre necesitas que te oren, que te visiten:
y estás por ahí, y no vienes al culto, parece que la batería se te ha descargado, y tiene que
ir el pastor a visitarte y traerte al garaje para cargártela otro poco; porque andas con lo
justito para ser salvo tú y nada más?
¡Oh, amados, este llenamiento de Dios es un poder como de ríos que fluyen para otros!
Es como los camiones tanques de Y.P.F.B.
-Un cristiano sin el bautismo en el Espíritu Santo es como un camión cualquiera, pero un
cristiano lleno del Espíritu Santo es como un camión de Y.P.F.B., que lleva nafta en el
tanque debajo del asiento para su motor, ¡y lleva atrás un tanque grandote para otros
motores! ¡Aleluya!
¡Cuando uno recibe el bautismo del Espíritu Santo, se transforma en una bendición para
otros! ¡Yo no quiero estar sin este poder! Dice la Palabra: Sed llenos del Espíritu Santo.
Es un mandamiento para todos los cristianos. Creo que todos tenemos interés en
obedecer al Señor; pero necesitamos la unción del cielo, precisamos el poder de lo alto si
queremos ser de bendición en este mundo. El mundo está sediento, el mundo está ham-
briento, el mundo está necesitado, y tú y yo somos los únicos canales que hay en esta
tierra para poder regar y sembrar vida a nuestro alrededor. Por eso, si tú y yo no estamos
llenos del Espíritu Santo es inútil todo otro trabajo, porque es el poder de Dios lo que
precisamos para sembrar vida. Por eso a esto se le llama ríos de agua viva que fluyen
de lo interior; y para que no quede duda, Juan añade:
Esto dijo del Espíritu Santo que habían de recibir los que creyesen en él; pues
aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorifi-
cado. (Juan 7:38.)
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Así que no hay duda de que estos ríos de agua viva se refieren al Espíritu Santo; al
bautismo de Pentecostés; y ese mandamiento es para todos los cristianos: Sed llenos del
Espíritu. ¡Amén!
Es un mandamiento. Cuidado con esquivarlo. No es opcional. No se puede elegir. Tenemos
que decir: —Señor si tú mandas que yo sea lleno, ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy! Voy a ser
lleno—. No es cuestión de que si Dios quiere o no quiere; eso es absurdo: ¡Dios quiere!
¿No ves que no solamente quiere sino que manda? Así como también manda que todos
los hombres sean salvos. El que no es salvo, es porque no quiere serlo. El manda que todos
se arrepientan, y el que no se arrepiente es porque no quiere. Y El manda que todos sean
llenos del Espíritu Santo, y el que no es lleno, es porque no quiere. Pero de parte de Dios,
siempre está fluyendo el río del cielo.

ES UN LLENAMIENTO
Pero hay más aquí. No solamente es un mandamiento, sino que es un
llenamiento. ¡Aleluya! Ah, muchos no saben lo que es esto de llenamiento. Llenos
significa... ¡LLENOS! No hay otra palabra. Muchas personas dan un mal testimonio de este
bautismo en el Espíritu Santo simplemente porque no están llenos. El Espíritu Santo
ha llegado hasta cierta capacidad de su ser, pero no ha llenado todo el ser; ¡no lo ha
emborrachado! Como dice aquí, no lo ha "embriagado".
"Llenos" —este ser llenos al cual se refiere Pablo— significa que mi vida es como una
casa, el templo del Espíritu Santo Y claro, uno deja entrar a un amigo a su casa de acuerdo
a la amistad que tiene con él. Si es solamente un vendedor que pasa por la calle, entonces
golpea la puerta, y abrimos un poquito y decimos: —No, no quiero nada—. Le atendemos
ahí nomás en la puerta. Ahora, si es un vecino conocido y golpea, decimos: —Pase—, le
hacemos pasar al living, donde todo está limpio y arreglado.
Pero si es una persona más amiga, más de la casa, decimos: —Venga a la cocina, y mientras
pelo las papas, conversamos—. Y si el que llega es un amigo íntimo, o la amiga íntima, le
llevamos a nuestro dormitorio. —.. .Mira el vestido nuevo que me compré. Mira el traje
que se compró mi marido—. Es decir que, según el grado de intimidad, así dejamos entrar
a una persona a nuestra casa.
Amado, ¿hasta dónde ha llegado el Espíritu Santo en tu vida? ¡Hay algunos que tienen el
Espíritu Santo solamente en el porch! Saben gritar; saben hablar en lenguas también,
pero dan mal testimonio porque más de eso no han experimentado. Cuando han sentido
el toque del Espíritu Santo en seguida reaccionaron. Pero más de allí, no. A pesar de ser
bautizados, y tener una experiencia de lenguas, no han seguido en oración, en meditación;
no se han preocupado por crecer, ni por hacer entrar al Nuevo Amigo al living, y luego a
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la cocina, y al dormitorio, y por todas partes del templo. Entonces, según el grado en que
el Espíritu Santo ha llenado la vida, así es la persona. Creo que debemos hacerlo entrar
más adentro que el porch: debe llenar la cocina, la mente, porque allí es donde se
prepara todo. Lo que sale de la cocina es lo que sirve.
Hay que hacerlo entrar al living, al lugar donde uno más está: donde vivimos, donde
trabajamos. Y los compañeros de trabajo deben decir: —¿Qué pasa con este hombre que
es distinto a nosotros?— Porque, amados, ¿habrá o no habrá diferencia entre uno que es
lleno del Espíritu Santo y uno que no tiene nada de Dios? ¡Tiene que notarse la diferencia!
Entre un joven estudiante lleno del Espíritu, y otros al lado que no tienen nada, tiene que
haber diferencia. Debe decir la gente: —Pero ¿qué es lo que tienes? Algo hay en tí que yo
no tengo—.
—Lo que tengo es el Espíritu Santo.
¡Aleluya! Debe notarse. La gente debería preguntar:
—¿Qué tiene usted? ¿Qué tiene? ¡A mí me falta lo que usted tiene! Y cuando una creyente
llena del Espíritu Santo va a la carnicería o al mercado, al retirarse las otras señoras
preguntarían: —¿Qué pasa con esa señora?— Y el carnicero acotaría:
—Mire, es una de las dientas más singulares que tengo. Cuando entra parece que tiene
una cosa que no tenemos nosotros.
¡Aleluya! ¡Está llena del Espíritu Santo!
Sí, amados, y en la escuela, y en el trabajo, en todas partes, la gente debe ver que tenemos
algo que ellos no tienen; y cuando se den cuenta de ello nos van a preguntar: —¿De dónde
lo sacó? ¿Qué es lo que usted tiene?
—¡Estoy lleno del Espíritu Santo!
El Espíritu Santo, pues, tiene que entrar al living.
También tiene que entrar al dormitorio, a la vida íntima de la persona. ¿Quién mejor debe
saber qué clase de llenamiento tienes que tu cónyuge? ¿Podrá tu esposa decir: —Mi
marido es un hombre de Dios — Los hijos tuyos ¿podrán decir a los compañeros: —Papá
es un hombre de Dios. Tiene un toque del cielo. El está lleno de un poder...—? ¡Aleluya! El
hogar es el lugar donde más se debe notar que una persona está llena del Espíritu ^ Santo.
Muchísimos que dicen estar "llenos" del Espíritu Santo han dado un mal testimonio de
esta bendición en su vida porque realmente no han sido llenados. Y el mandamiento es:
"Sed LLENOS". *
Hermanos, no debemos conformarnos con nada menos. Nada de una "visitación" del
Espíritu. ¡No, no! El Espíritu, cuando viene, viene con valija y todo, para quedarse, para
vivir. No viene de "visitación", como algunos dicen. ¡Y así también son sus vidas!: unas
semanas consagradas, y otras comprometidas. Pero, hermanos, el Espíritu viene para
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morar, y debemos ser llenos del Espíritu continuamente. Esto será un testimonio vivo de
que Dios está en nosotros. Amén.
Así que ya vimos dos cosas: la primera, que el ser llenos es un mandamiento; la segunda,
que es un llenamiento de todo el ser entero, que es la toma de nuestra vida como casa
propia, por parte del Espíritu Santo. ¡Y qué hermoso es! Por eso, cuando uno está lleno,
levanta los brazos al cielo, tiene ganas de andar, de alabar; porque cuando los ríos fluyen
es imposible quedarse tranquilo. Cuando el río fluye hay movimiento. Hay alabanza, hay
gloria, hay bendición, hay oración, hay intercesión, hay profecía; hay un mover, porque los
ríos son movimiento. No es una laguna, son ríos, y ríos que fluyen, fuentes de agua viva
que corren. ¡Oh, qué preciosa es esta vida! Esto es el cielo en la tierra, hermanos. ¡Qué será
cuando estemos allá arriba! ¿Será mejor que esto? ¡Si esto ya es la gloria! Una vida llena
del Espíritu Santo es el anticipo de nuestra herencia en los cielos. De modo que lo que
tengo es un anticipo de la gloria. El Espíritu Santo es las arras, la prenda. ¡Gloria al Señor!

EVIDENCIAS INTERNAS
Otra cosa, amados hermanos, que debemos ver con interés y cuidado son las evidencias
de que una persona está llena del Espíritu Santo. Hay evidencias de adentro, y hay evi-
dencias de afuera. Hay evidencias que las nota solamente la persona que recibe, que está
llena, y hay otras que advierten los de afuera, los que están mirando.
Vamos a mencionar algunas de las nombradas en primer término. La primera evidencia de
que uno está lleno del Espíritu es la UNCION. ¿Qué es unción? La palabra ungir significa
capacitar, autorizar, habilitar a una persona para que haga algo. Es como uno que está por
abrir un negocio, y está tramitando el permiso de la Municipalidad, pero no se lo dar. Sin
embargo, él ya tiene la estantería; ya tiene todas las cosas, tiene mostrador, heladera, pero
no le dan el permiso. Entonces él, como tiene todas las cosas, hace unas ventas por debajo
de la puerta o por la puerta del lado, siempre con un poco de miedo. No lo hace
abiertamente porque las autoridades podrían inhabilitarlo o multarlo. Entonces, a los
vecinos que puede, a Doña María, a Doña Josefa, les va vendiendo algo a hurtadillas, con
miedo, con cuidado: les pasa un poquito de arroz, un kilo de azúcar... pero no puede abrir
porque no está habilitado; tiene miedo.
Pero por ahí le llega la habilitación: Entonces abre las persianas, prende todas las luces,
pone un parlante: —¡Atención! ¡Se abrió...!
—Pero... ¿qué le pasa? Si antes estaba con tanto miedo y ahora está saltando.
—Es que estoy habilitado. Tengo la autorización. ¡Venga todo el mundo a comprar a mi
negocio!
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Algo así pasó conmigo antes de que yo fuera lleno del Espíritu Santo: ¡hablaba del
evangelio como uno a quien no le han dado el permiso! ¡Por eso tenía poquitos clientes!
Pero desde que recibí la habilitación, la unción de Dios, la autorización para hablar en
nombre de Dios con autoridad y unción, entonces abrí todas las cortinas, ¡y ahora sí que
tenemos clientes! ¡Aleluya! Gloria al Señor! Es unción, habilitación, capacitación,
autorización para hab.ar en el nombre de Dios. Eso es unción. Qué maravilla!
Había un muchachito allí que era un pobre pastorcillo. Lo ungieron, y se transformó en un
rey. Y así es con nosotros: Sin la unción, aunque tengamos todos los títulos del mundo, no
valemos nada. Pero con la unción, aunque no sepamos demasiado, valemos mucho para
Dios, porque estamos autorizados por el Señor para hacer su obra. Oh, hermano, no
importa que no consigas algún título teológico, ¡pero cuidadito con no tener la unción!
porque lo que te hace un varón de Dios es la unción del Espíritu Santo.

PODER Y SANTIDAD

La unción que uno recibe es una evidencia interna. La otra cosa que uno recibe es PODER.
Poder no significa sacudirse todo, romper un banco, o cosas por el estilo. Hay muchos en
la iglesia que se sacuden mucho, y después tienen un dolor de cabeza y piden una aspirina.
¿Dónde está entonces el poder? O quizá demuestra que tiene mucho poder dentro de la
iglesia, pero después en la tentación: —Ah, hermano, caí en la tentación—. ¿Dónde está
el poder? Poder no significa sacudirse mucho; poder significa vigor, potencia. ¡Aleluya!
Poder significa que cuando el diablo viene para tentarte o hacerte caer, tú le dices: —
¡Pobrecito! ¡Fuera!
—¿Qué te pasó?
—Nada... Vino el diablo... Pero ¡pobrecito de él! Le saqué corriendo.
Resistid al diablo, y él huirá de vosotros (Santiago 4:7), y el diablo ya sabe lo
que es enfrentarse con uno que recibe al Espíritu Santo. Cuando el Señor recibió el Espíritu
Santo en el río Jordán, se lo llevó al desierto... ¡y pobre Satanás! ¡Salió con la cola entre las
piernas! ¡Gloria a Dios! ¡El ya sabe lo que es enfrentarse con uno que está lleno!
Poder, mis hermanos, es para vencer las tentaciones, para vencer las enfermedades. Es
para vencer al mundo, para vencer al pecado, para vivir en santidad. ¡Aleluya! ¡Para eso es
el poder del Espíritu Santo! ¡Vigor espiritual! ¡Músculos en el alma! ¡Gloria al Señor!
Otra evidencia interna es un IMPULSO para trabajar. Usamos la palabra impulso porque
este es un poder que nace de adentro. ¡No hay que empujarlo! No es que haya que decirlo:
—Hermano, venga a repartir tratados. Venga, por favor, sea buenito—. ¡No!—Hermano,
¿por qué no me acompaña para hacer visitas? —Eso no es impulso, eso es compulso.
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El poder del Espíritu Santo es una fuerza de adentro que obliga a la persona a trabajar
para el Señor a decir al pastor:
—Pastor, ¿qué puedo hacer? ¡Qué poquitos cultos que hay en la semana! Pastor, ¿por
qué no hacemos estudios bíblicos? Pastor, ¿dónde vamos a predicar ahora? ¿A los hos-
pitales?
—Pero, ¿qué te pasa?
—No sé, pero tengo aquí dentro un impulso que me lleva a trabajar.
Esta es otra evidencia de que una persona ha sido llenada del Espíritu Santo. El impulso
que tiene para trabajar... ¿No ve los primitivos? No les paraba ni la cárcel, ni hogueras, ni
leones, ni cepos. Les ponían en cepos, y cantaban de las maravillas de Dios. ¡Es que estaban
llenos! Eso es impulso para trabajar. ¡Gloria a Dios!
Otra cuarta evidencia interna es un deseo de SANTIDAD, de pureza. Yo no voy a
discutir teológicamente si el Espíritu Santo santifica o no. Estoy muy seguro que la sangre
de Cristo limpia y santifica. Pero lo hace por la presencia del Espíritu Santo en !a vida ya
que El es santo; y ande usted con un santo todo el día y ¡verá lo que le pasa! Verá que se
despierta en usted un tremendo deseo de ser santo también.
Así que el Espíritu hace varias cosas al llenarnos. Como amigo íntimo, se toma la libertad
de decirnos: —Mira, Juan Carlos, esto está mal, ¿eh? Nos conocemos... Tú sabes que está
mal—. El Espíritu Santo revela nuestros pecados, y luego nos señala la Cruz y la sangre
donde podemos limpiarnos. Por eso es que el Espíritu Santo, llenando nuestro ser, nos
lleva a la pureza y a la santidad.
Puede ser que usted y yo conozcamos a uno que hable en lenguas: como aquel que
alguien me señaló una vez, diciendo: —Mire, pastor, Yo conozco un pentecostal que habla
en lenguas y es un carnal.
—¿Usted conoce uno, hermano?, le digo.
—Sí, hermano.
—Pues yo conozco a muchos. ¡Qué suerte que usted conoce a uno solo!
Lo que pasa es que esas personas tan sólo han hablado en lenguas, pero me pregunto
hasta dónde han dejado al Espíritu Santo tomar posesión de su entero ser. Hermanos,
el Espíritu Santo da un deseo de santidad.
Hay muchas cosas más. Cuando uno está lleno del Espíritu Santo comprende
mejor la Palabra de Dios: porque el Espíritu Santo es el mismo que inspira
esa palabra; y el que inspiró esa palabra es el que nos hace entenderla. Pero para
que el Espíritu Santo pueda hablarnos una palabra e iluminarnos, tenemos que dejar
que nos sacuda un poco para que empecemos a meditar con ese poder en la
Palabra. A mirar los versículos, leerlos, y orar, y seguir leyendo.
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Hay algunos que no saben nada más que hablar en lenguas y moverse. Por
supuesto, no van a ir muy lejos. Pero amados, busquemos entrar en esta plenitud
del Espíritu Santo de Dios, para que El nos ilumine su Palabra.
Y también el que es lleno del Espíritu Santo tiene al Dueño de los dones;
cuando uno llena todo su ser de este poder, no es raro que comiencen a aflorar y a
manifestarse virtudes que antes no tenía. ¡Gloria al Señor! Más discernimiento, más
capacidad espiritual, más madurez, más revelación, más fe, más po der, más salud:
porque está el Dueño de los dones, el Espíritu Santo, dentro de uno.

EVIDENCIAS EXTERNAS

Vamos a ver un poquito las evidencias de afuera, las externas, que también son
importantes. Las evidencias externas, según la Palabra, son, en primer lugar, el
hablar en otras lenguas, porque dice la Biblia: "...fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas". Es una evidencia externa.
Algunos me dicen: ¿Y por qué tiene que ser lenguas? ¡Qué sé yo! ¡Pregúntele al
Señor! El lo hizo así. En el Antiguo Testamento era una nube y un fuego arriba del
tabernáculo. ¿Por qué fuego, por qué nube? ¡Qué sé yo! ¡Pregúntele a El! Pero ahí
estaba. Quizá, como nosotros somos todos templos, en lugar de poner una nube
sobre cada uno, El quería dar un significado de que entraba a morar en la vida; y El
eligió las lenguas... ¡y yo creo que eligió bastante bien! Porque El eligió el miembro
más indomable del cuerpo. Dice Santiago que todo se doma, menos la lengua, que
nadie puede domar. La lengua es lo último que se rinde. Mire, he visto a mucha
gente recibir el Espíritu Santo. He visto de a uno, he visto de a diez; y una vez hasta
sesenta y cinco personas que recibieron el Espíritu Santo en un minuto, ¡así! ¡de
golpe! Y he visto a algunos que caían al suelo, que las manos se les aflojaban, que
temblaban, que las cabezas se les bamboleaban... pero que, sin embargo, lo último
que rendían era la lengua. Tanto que creo que muchas de esas cosas, se evitarían si
hablara en lenguas en cuanto sienten el toque del Espíritu Santo.
Quizás una ilustración nos ayudará a entender las cosas. He visto muchas domas de
potro. Es interesante verlas, porque el caballo, pobrecito, al gobernarse sólo por
sus instintos, cuando le ponen una cosa encima, o lo atan, ya empieza a moverse y
a sacudirse. Luego el domador lo monta. ¡Y qué no hace el pobre caballo! Salta de
aquí para allá; y el otro le da con las espuelas, y el rebenque. Y el pobre animal sufre
mucho porque no sabe cómo actuar. "Tonto, tonto", digo yo. "Si tú fueras más vivo,
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te amansas, te haces el mansito, y no te pegarían más". ¿Se dan cuenta? ¡Queda


domado! Pero él, al hacer tanto movimiento, revela su falta de inteligencia.
Cuando el caballo dobla ya la cabeza, y empieza a obedecer, dicen: —Lo domó, lo
domó. Ya lo puede manejar. Bien, hermanos; nuestra lengua es lo indomable de
nuestro cuerpo; por eso es, seguramente, que el Señor eligió ese miembro.
Es como cuando hay una revolución: entonces Radio Nacional está hablando
todavía de que está todo en calma, que anda todo bien, que no hay problemas. Y
se oye: —Pero, parece que hay revolución.
—No —dicen. —Está todo bajo control.
Y por ahí ¡cae Radio Nacional!
—Atención, ¡la revolución!... ¡CAYO EL GOBIERNO! —Si cae Radio Nacional, es por-
que ya cayó el Gobierno.
Pues la lengua es como Radio Nacional. ¡Será por eso que el Señor la ha tomado
como señal! Cuando la lengua se somete, y empieza a hablar por inspiración divina,
es porque el Espíritu controla todo.
Cuántos hay que critican a otros (Yo... ¿decir lo que dice éste, así...?) y des pués
hacen cosas que si les grabáramos se avergonzarían. Y no se dan cuenta que el
Señor les quiere domar, les quiere decir: —Yo ahora te domino a ti. Cuando uno habla
en otras lenguas, el Señor puede decir: —Ya controlo Yo. ¡Ya está domado! Ya está bajo
control. Porque la lengua es el último miembro que uno rinde. Uno puede levantar las
manos o marchar si se lo piden; arrodillarse si es necesario o decir ¡Gloria a Dios! si se lo
requieren, y sin embargo no estar rendido. Pero cuando el Espíritu Santo toma la lengua,
que es lo más difícil, es que todo ya está bajo control. Aleluya.
Si una persona con dudas —en cuanto a que algún libro de la Biblia sea inspirado, o que
el Génesis esté bien, por ejemplo— si esa persona recibe el Espíritu Santo y habla en
lenguas, ¡las dudas se le disipan como por encanto! Me dijo un hombre bien escéptico
que se creía cristiano, que no podía aceptar lo de Jonás. ni el Génesis, ni otras muchas
cosas de la Biblia". Un día tuvo la experiencia de hablar en lenguas y dijo: —Hermanos,
ahora aunque me digan que Jonás se tragó a la ballena ¡yo lo creo! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!
Estoy hablando en lenguas, —dice. —¿Puede haber algo más grande que esto?— Amados,
es tremendo esto de hablar en lenguas; es una evidencia que Dios escogió.

UNA DIMENSION NUEVA


Hay otra razón por la cual el hablar en lenguas es una evidencia importante, y esto lo
he notado en mi experiencia y en la de miles de otros: Cuando uno comienza a hablar
en lenguas entra en una nueva dimensión en la adoración, en la alabanza, en la oración.
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Una dimensión nueva: algo que nunca antes experimentó. El que ora mucho, pero que
nunca oró en lenguas, todavía no sabe lo que es la oración. El que alaba al Señor mucho,
pero todavía no lo alabó en otras lenguas, no sabe lo que es la dimensión de una alabanza.
Es otra esfera, es una liberación que uno recibe. Es como un perrito que está atado a la
cadena, y usted ve que allí todo alrededor está marcado con sus patas, y no hay pasto ni
nada; y él está ahí siempre caminando; pero alguien lo suelta. Entonces empieza a correr
de aquí para allá y a saltar... Es decir, experimenta una liberación. ¡Así es cuando uno se
suelta del castellano y entra a las nuevas lenguas! Se libera tanto que hasta a veces, como
dice Pablo, hay que llamarle la atención, porque hace cosas que no van con el orden.

Cuando yo recibí este bautismo en el Espíritu Santo en una reunión de jóvenes pasé a la
sala y dije: —Señor, yo no me voy de aquí hasta que me bautices. ¡Aquí estoy y aquí me
quedo! —Recuerdo que yo era muy cuidadoso en el vestir: siempre usaba traje azul
marino, cuello duro, gemelos: en fin, un chico de diecisiete años. Pero, hermanos, aquel
día, caí al suelo, no me cuidé en absoluto. Barrí el piso de una punta a la otra; de acá para
allá y de allá para acá. Sin embargo, no recibía; y lloraba y buscaba y clamaba. Y con las
lágrimas me ensucié toda la cara; pero cuando recibí la promesa y hablé en otras lenguas,
me levanté de allí y ya no me importó más nada. Me llevaban mi hermana y un amigo,
sosteniéndome de los brazos, y yo iba por la calle cantando —¡Aleluya! Gloria a Dios.
—¡Cállate! que vamos a tomar el colectivo, me decían.
—¿Qué me importa? Y delante del guarda, y en el tren. —Aleluya. ¡Gloria al Señor! —
gritaba yo. Por entonces era estudiante en el seminario. Y aquello sucedió un día sábado.
El domingo yo estaba que me caía todo el día, como embriagado, y el lunes fui al semi-
nario. De noche no podía dormir. Por tres noches no dormí. Sentía tanto la llenura que esa
noche empecé a orar, a dar gracias de lo que había en Génesis hasta Apocalipsis, ¡toda la
noche! proclamando todo, el sol, la luna, las estrellas, Adán y Eva y Noé... Cantando y
alabando a Dios. Los estudiantes fueron a ver al director, rogando e: —Señor Director,
dígale a Ortiz que se vaya a dormir. No podemos descansar. Hace dos noches que no
dormimos.
—Bueno, si no pueden dormir, pónganse a orar con él, —contestó. ¡Aleluya!
Uno entra a una nueva dimensión, hermanos. Algunos dicen: —¿Por qué ustedes están
tanto con que el Espíritu Santo, con que las lenguas...? —Hermano querido, ¡esto es
tremendo! ¡es grandioso, es glorioso! ¡es el cielo en la tierra! ¡Aleluya! Por eso Dios escogió
las lenguas, porque nos da una liberación grande y gloriosa. Este es un don tan grandioso
que el Señor lo escogió como el mejor de los dones para la devoción privada. No es el
mejor para la devoción en la iglesia; pero sí es el mejor para la oración a solas. Pablo dice:
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"Yo hablo en lenguas más que todos vosotros"; pero no en la iglesia; él hablaba en privado.
Si él hablaba más que todos, me imagino cómo haría; me imagino porque así hago muchas
veces yo. Mientras voy a mi casa de la Iglesia —que vivo a cuatro cuadras— voy hablando
en lenguas por la calle. Y cuando estoy un rato solo, pues hablo en lenguas, porque es
glorioso, y así uno se edifica a sí mismo (1* Cor. 14:4).
Al hablar en lenguas, uno habla misterios con Dios; y ¿no será acaso que cuando a uno le
viene un pensamiento nuevo sobre la Palabra, que es una interpretación de la lengua que
estuvo hablando? Me ha pasado muchísimas veces al estar estudiando la Palabra y
ponerme a hablar en lenguas: hablo y hablo, e inmediatamente después tomo el lápiz y
escribo y escribo... ¡Y eso debe ser, quizá, la interpretación de la lengua que estuve ha-
blando! Hermanos, esto de hablar en otras lenguas, es una bendición hermosa.
Hay muchos que, al leer 13 Corintios 14, dicen: —Pero ahí Pablo, si bien dice que la lengua
es algo bueno, y que quiere que todos hablen en lenguas, y que el don de lenguas debe
utilizarse, también es cierto que pone algunas reglas. —¡Claro que sí! En un culto público,
él pone reglas, porque es un don más bien para lo privado. En cambio la profecía es un
don para el culto público.
Esto lo ilustro siempre de la siguiente manera: El traje, la corbata, la camisa, son para ir al
culto. Ahora, cuando vengo de la reunión a la noche, no me pongo corbata y camisa: me
pongo el piyama. Para mí no hay mejor cosa que el piyama para dormir (no sé si para
usted le será más cómodo el saco y la corbata). Ahora bien, en la iglesia, por más que yo
me sienta cómodo, ¡yo no puedo venir en piyama! Estaría fuera de lugar. Tengo que venir
con saco y corbata. Pues bien, el don de lenguas es como el piyama: se usa en privado. Y
no hay mejor cosa, cuando uno sale del culto, que ponerse el piyama. ¡Qué agradable!
¿No es cierto que se siente uno bien al no tener que andar con saco y camisa? Pero no se
puede venir en piyama al culto. "Al culto", dice Pablo, "en traje". El piyama es para el
dormitorio. Así, hermanos, el don de lenguas no es para el culto público: es para un lugar
donde uno podría estar en piyama, para la adoración privada. En el culto, tenemos que
usar los dones de profecía o de interpretación de lenguas; en fin, tenemos que tener otros
dones que son de beneficio para la congregación.
Ahora bien, que el don de lenguas no sea bueno para el lugar público, no significa que no
sea bueno para lo privado. El hecho de que el piyama no sea bueno para estar en público
no significa que no sea bueno para dormir. ¡Si es lo mejor que hay para dormir! Así
hermanos, el don de lenguas es lo más grande que hay para la devoción privada. ¡Aleluya!
Es una bendición hablar en otras lenguas; y es una evidencia externa de este bautismo en
el Espíritu Santo.
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GOZO QUE REBOZA


Otra evidencia es el gozo que uno recibe. Y es tan grandioso, que dan ganas de hacer
otras cosas, aparte de hablar en lenguas y que uno no las hace por prudencia. Hay veces
que tengo ganas de bailar. ¡Sí, sí, sí! Usted dice:
—Hermano, pero usted está exagerando.
—No estoy exagerando.
—Bueno, es su temperamento.
No, no se debe a mi temperamento. Permítame que se lo ilustre:
Hace poco, yo estaba en casa de unos familiares míos. Antes, éramos todos de los
Hermanos Libres, y muchos todavía son, pero ahora están recibiendo la Promesa. Así que
somos una mezcla. Y fui a la casa de uno de ellos, y le hablaba de las lenguas.
—No, no, —me decía. —Yo nunca voy a poder recibir algo semejante. ¡Nunca! Porque yo
no tengo un temperamento como para levantar las manos, saltar... ¡No!
—No hace falta que saltes —le aclaré—. No hay que levantar las manos.
—No, no, pero yo nunca hablaré así; tengo un temperamento prudente, quieto, vergon-
zoso.
—Bueno, está bien —le dije. Pero justo a los diez minutos tocan el timbre. Es el cartero, y
trae carta del novio. Así que yo salgo a la puerta y recibo la carta. —Carta de tu novio —
le digo.
—¿Quién, quién . . . y se puso a saltar a mi lado, para sacármela, pues yo no se la daba.
—Dame la carta, dame, dame...
—Un momentito. ¿No era que tú tenías un temperamento quieto...?
Hay otros que dicen: —Yo nunca voy a hablar en lenguas. Pero cuando hace un gol
su cuadro favorito —el de Boca, por ejemplo— ¡Gol, GOOOL! —gritan. ¿Cómo?
Parece que le toca mucho más un gol de su cuadro que el toque de Dios en su vida.
Y cuántos hay que nos critican porque alzamos la voz un poquito a veces, cuando
ellos mismos se van a la cancha de fútbol y se vuelven afónicos.
¿Y a qué le gritaron? A un cuero cosido.
Y nosotros, hermanos, que decimos "¡Gloria al Señor!", "¡Aleluya!", ¿somos locos
porque alabamos cuando sentimos la presencia del poder de Dios? ¡Cuántos
creyentes hay que van al cine y ven una película conmovedora, y se les caen las
lágrimas!... y luego critican que alguno llore en la Iglesia. Amados, tengamos
cuidado, porque estamos tratando con las cosas de Dios. Dios ha hecho los
sentimientos, y cuando uno siente la presencia de El, no puede gozarla sin
emociones, eso es cuento.
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"No, hermano. Yo adoro con el espíritu, con el corazón. . ." No, hermano, porque
cuando tú tienes una alegría, lo demuestras de muchas maneras. Llamas por
teléfono a un amigo, abrazas a tu esposa. La alegría se demuestra. Entonces, ¿por
qué no decir "Aleluya" en el culto? Si es mucho más espontáneo decir "¡Aleluya!"
que cantar "A-a-a-a-le-e-e-e-l-l-u-u-u-ya". Si lo dices cantando, lo puedes decir
orando, o alabando al Señor.
Algunos dicen: —Hermano, lo que pasa es que yo alabo con el corazón. —¡Pues de
la abundancia del corazón habla la boca! Si tú tienes adentro alabanza, tiene que
salir alabanza. Si tú tienes adentro poder, tiene que salir poder. No puede ser que
uno tenga dos personalidades, una para adentro y otra para afuera. Si uno es
sincero, como Natanael, si es abierto, si es transparente, lo que hay adentro
rebozará también afuera. Yo no puedo entender que un creyente se sienta nervioso
cuando otro empieza a decir —¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! —Ten cuidado. Porque yo
te vi en la plaza una vez. y al lado tuyo había uno cantando tangos y tú estabas bien
sonriente. No te exasperabas. ¿No será tu propio yo? ¿No será tu propio egoísmo?
¿No será que eres rebelde v que no quieres ceder, no quieres doblegarte ante el
Señor? ¡Gózate cuando otro alaba al Señor! Haz como el director de la escuela
bíblica que dijo: —Si no pueden dormir, vayan a orar con él. —Alaba tú también al
Señor. ¡Aleluya! Une tu voz a aquellos que han sentido el toque del cielo y no
puedan estar callados. ¿QUIEN puede callar cuando DIOS se mueve?
Dije recién que cuando uno tiene a Dios, y cuando ama a Dios y se entrega a El de
lleno, lo tiene que manifestar de alguna manera. Me acuerdo la noche que me casé,
cuan do mi esposa entraba por el atrio, y estaba el hermano Bruce del Monte
cantando "No sé por qué Dios te puso en mi camino", y a mí se me caían las lágrimas.
Yo tenía ganas de correr y abrazarla y levantarla en alto... Cla ro, hubiera quedado
feo hacerlo en el culto. ¡Pero cuando quedamos solos, sí que lo hice!... ¡Aleluya!
¡Porque estaba tan contento al ver a mi amada con ese vestido blanco que le
asemejaba a un ángel del cielo...! ¡Me parecía que era el único hombre en la tierra
que tenía la dicha!

DAVID Y LA GLORIA
Cuando una persona se entrega a Dios y siente su presencia es como David.
¿Ustedes recuerdan a David, cuando traían el arca? ¿Recuerdan lo que hizo? Cuando
David traía el arca, por supuesto, como todo rey, con el sacerdote al lado; el
sacerdote con su vestimenta, y el rey con su bastón y su corona y su ropaje. ¡Todo
un ceremonial! Y d e repente, David empezó a sentir la gloria de Dios. Aleluya". Y
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y a le molestaba la corona; y ya le molestaba también el bastoncito; y por ahí no


aguantó y se sacó la corona; y se quitó la ropa real y la espada y se puso en cima
una bolsa de lino. ¡Y empezó a saltar! ¡Aleluya! La esposa, Mical, se ofendió tanto,
que le recriminó:
—Pero, ¿qué haces? ¡Qué vergüenza! ¡El rey parecía un mono allí delante! ¡Qué rey!
¿Cómo has hecho eso, quitándote la ropa delante de todos? Te hiciste vil delante
de las sirvientas.
—Oh querida, —responde David. —La próxima vez me haré más vil todavía. Porque
lo hice delante de la presencia de Jehová. ¡Aleluya!
Oh, mis amados hermanos, cuando uno está lleno del Espíritu Santo no hay cosa
que lo pueda contener. Tú puedes tener los pies en el cepo, estar atado con cadenas en
la cárcel, tener la espalda llena de heridas, y sangrante, y ser ya la media noche oscura, y
estar con sueño y muchos dolores; y sin embargo mantener a todos despiertos cantando
y alabando a Dios. ¡Aleluya!
—¿Ustedes están locos? ¿Cómo están cantando? Nunca vimos dos presos que canten a
dúo así toda la noche con los látigos encima.
—Aah, pero estamos llenos del Espíritu Santo. Y apenas pudieron, ¡bautizaron al carcelero!
Aun cuando estaban con las espaldas llenas de llagas... ¡Qué maravilla!
Esa es una vida llena del Espíritu Santo, llena de gozo y de poder. Oh, amado, yo te invito
a que no pases más tiempo sin empezar a gozar de esta nueva dimensión en la vida
espiritual: el bautismo en el Espíritu Santo, el llenamiento de Dios.

SIEMPRE LLENOS
Ser llenos del Espíritu Santo involucra, según este pasaje, mantenerse llenos del Espíritu
Santo. Aquí tengo otra crítica para muchas personas que se dicen llenas porque lo tienen
anotado en la Biblia. Recibió aquella vez, habló en lenguas, y lo anotó. Pero yo te pregunto,
¿estás lleno hoy? Porque a mí no me importa nada que en tal fecha estabas lleno: ¡Lo
importante es hoy! El ayer ya pasó. Otros dicen: —Mañana... yo ya voy a buscar—. Eso
tampoco me interesa. Es hoy lo importante. ¿Estás lleno del Espíritu Santo ahora? Sé
sincero.
A veces cuando vamos a elegir diáconos en las iglesias que creen en este bautismo, deci-
mos: —Tiene que estar bautizado en el Espíritu Santo... A ver, pónganse de pie todos los
hermanos que tengan el Espíritu Santo—. Se levantan, y yo miro a algunos, y digo para
mí: ¡Ay, Señor! porque un montón de hermanos que todavía no están bautizados están
más llenos que esos que se pararon. Ellos dicen que están llenos porque una vez hablaron
en lenguas. Y a la verdad, para saber si están llenos o no, hay que preguntarles. ¡Porque
lo disimulan muy bien!
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Cuando en la iglesia primitiva decían: "Buscad hombres llenos..." no eran hombres que
anotaron en la Biblia el día que recibieron; sino que estaban llenos en el momento que
tenían que ministrar.
Pedro, cuando habló, fue lleno del Espíritu en ese momento; Esteban, lleno del Espíritu en
ese momento; Pablo también lleno en ese momento. Hay muchos cristianos que recibieron
hace años, pero que ahora están vacíos y que en este momento no sirven ni para diáconos,
ni para ancianos, ni para maestros de la escuela dominical, ni para nada.
Es como si usted le preguntara a uno: —¿Usted comió?
—Sí yo comí... la semana pasada. ¡Eso no sirve para hoy! Si te pregunto: —¿Comiste?—,
se supone que es ahora. Lo mismo si te pregunto si estás lleno del Espíritu.
—Sí, a ver..., le voy a decir cuándo, hermano . . . El 5 de enero de 1948...
No, no, no. Llenos ahora. ¡Hay que mantenerse llenos! Algunos me dicen:
—Hermano, ¿Cómo hay que hacer para mantenerse lleno?— Les respondo:
—¿Cómo hizo para llenarse la primera vez?
—Bueno —dicen—, me puse a orar. Iba a los cultos de oración; hacía algunas vigilias. Me
acuerdo que ayunaba y que vivía en santidad. ..
Bien, haz eso otra vez. Es la única cosa. Sigue orando, sigue vigilando, sigue consa-
grándote, sigue hablando en lenguas y te mantendrás lleno. ¡Aleluya! Es muy sencillo. Pero
amados, recuerden que el testimonio para el mundo son los cristianos llenos del Espíritu
Santo y de poder. Y el mundo está buscando en los cristianos, testigos de la resurrección
de Cristo, testigos llenos del poder de Dios.
SED LLENOS DEL ESPIRITU SANTO. Es un mandamiento para todos. Es ineludible. No es
optativo, no es opcional. SED LLENOS... Es un llenamiento completo de todo el ser, hasta
que uno rebose. Las evidencias internas son: unción, poder, impulso para trabajar, un
deseo de santidad, iluminación en las Escrituras y afloramiento de nuevas virtudes en la
vida cristiana. Las evidencias externas son: primero las lenguas. Cuando una persona habla
en otras lenguas es una señal que ya está bajo el dominio del Señor. Y debe seguir
hablando, hasta que rebose, hasta que los ríos fluyan con libertad. Hay otras evidencias
que no son directamente del Espíritu Santo, que son reacciones nuestras pero que también
son posibles y permisibles cuando son en el lugar adecuado y con el decoro indispensable,
aun la danza, y el batir palmas y el saltar; porque uno está recibiendo nada menos que a
la tercera Persona de la bendita Trinidad, el Espíritu Santo de Dios. Hay fiesta, hay gozo,
hay algarabía, porque el Espíritu Santo llena la vida.
¡Sed llenos del Espíritu Santo! Es un mandamiento del Señor. ¿Seguirás así no más sin ser
lleno? ¿Te quedarás allí donde estás sin esta bendición? ¿Podrás seguir viviendo sin la
unción? ¿Sin el poder? ¿Sin el impulso de trabajar y sin ese ardiente deseo de santidad y
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pureza? ¿Podrás seguir viviendo sin ellos? ¿Rechazarás las evidencias bíblicas que Dios
mismo dio cuando El envió su Espíritu? Les hizo hablar en otras lenguas. ¿Vas a rechazar?
¿Con qué autoridad, mi amado? Y o sé que no, yo sé que nunca te atreverás a juzgar a
Dios por lo que El hace, y más, cuando oyes personas que te dicen: "Oh, la gloria de hablar
en lenguas, y el beneficio que trae a la vida en privado". ¡Aleluya! Tú, ahora mismo, debes
ser llenado del Espíritu Santo.

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