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Primera lectura
Bar 5, 1-9 (El texto de Baruc es poco comentado por los Padres)
Sal 125
Cristo murió por nosotros para que, muertos para que él viva para
siempre. Agustín, Mira el salmo: “Los que sembraron con lágrimas, con
regocijo segarán. Al ir, iban y llorando, lanzando su semilla.” Eso es lo que
estábamos cantando en este momento; hagamos lo que hemos cantado.
Sembremos nuestras almas en este tiempo, como el maíz en invierno, para que
podamos cosechar en el tiempo eterno, como el maíz en época de verano. Esa
es la forma en que los santos mártires, la forma en todos los justos, trabajando
duro en la tierra, llorando al emitir su semilla; esta vida, después de todo, está
llena de lágrimas. Y lo ¿que sigue? “Pero, al llegar, ellos vendrán con gran
alegría, llevando sus gavillas” Su semilla es el derramamiento de su sangre; su
gavilla la recepción de su corona. (Sermón 313d, 3)
Confiar en Dios para el Cosecha de nuestro trabajo. Agustín: Es oportuno,
hermanos, que os diga estas cosas. Mirad por los pobres, independientemente
de que puedan caminar o no. Mirad por los pobres; practicad obras buenas. Los
que acostumbráis a practicarlas, seguid practicándolas; y los que no
acostumbráis, comenzad a hacerlas. Aumente el número de los que obran el
bien, puesto que aumenta también el de los fieles. Aún no veis cuán grande es
el bien que hacéis, como tampoco ve el labrador la mies cuando siembra, pero
confía en la tierra. ¿Por qué no confías tú en Dios? Llegará el día de nuestra
cosecha. Piensa que ahora sufrimos el cansancio, que trabajamos en medio de
fatigas para luego recibir, como está escrito: Al ir, iban llorando, arrojando su
semilla; en cambio, al volver, volverán con alegría, trayendo sus gavillas
(Sermón 102,5)
Segunda Lectura
Flp 1, 4-6.8-11