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La otra gran influencia en la historia de Egipto fue el río Nilo, sin el Nilo Egipto sería un
desierto sin vida. El Nilo riega toda la extensión del país (unos 1.000 km. de norte a sur). El
río es la principal vía de comunicación de Egipto y la única fuente de agua efectiva, puesto
que en cualquier parte del país el índice pluviométrico anual es bajo. Desde el lago
Victoria, en el corazón de África, donde tiene su origen, el Nilo penetra, por el límite sur de
Egipto, en un largo y estrecho valle.
Hasta que se concluyó la presa de Asuán, en 1971, el río ha crecido por la lluvia y la nieve
derretida de las remotas montañas de Abisinia. Todos los meses de agosto inundaba gran
parte de este valle y extendía una capa de cieno hasta el final del desierto. Cuando las
aguas se retiraban, y durante los pasados 7.000 años o más, los labradores egipcios
sembraron en el légamo que aquellas dejaban. Todos los años maduraba la cosecha bajo
el sol egipcio. En esa verde faja a lo largo del tramo final del Nilo fue donde surgió y
floreció la civilización egipcia.
El vastísimo desierto de Egipto
Más allá del nivel alcanzado por la marea alta, el valle del Nilo es árido desierto, la
transición de las ricas tierras de cultivo al páramo estéril es repentina. Los antiguos
egipcios llamaron a la faja fértil la Tierra Negra y al desierto la Tierra Roja. La tierra negra
contenía los campos y las viviendas de sus moradores; más allá, el bajo desierto era el
dominio de la muerte, dónde se edificaban las grandes pirámides y los templos funerarios
de los faraones, y donde los nobles hacían excavar sus tumbas. También ahí se hallaban
los más modestos cementerios, donde innumerable generaciones de egipcios humildes
fueron enterrados.
El desierto bajo se extiende hasta los riscos que señalan el límite del valle del Nilo, en
algunos lugares a unos pocos cientos de metros de la fértil Tierra Negra, en otros a la
distancia aproximada de los 16 kilómetros. Estos riscos constituían los confines del antiguo
mundo egipcio. Por encima de ellos, el alto desierto se extiende a lo lejos: por el este, 160
kilómetros hasta el Mar Rojo; por el oeste, cerca de 5.000 kilómetros, a través del
impracticable Sahara, hasta la costa occidental de África.
El Nilo y la agricultura