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4. EL SIGLO XVII Y EL NACIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA - Clermont Gauthier. En GAUTHIER, C y TARDIF, M.

A pedago-
gía.Petróplis, Editora Vozes, 2014. (Traducción de la cátedra.)

4.3. Algunos factores que influyen en la aparición de la O:


pedagogía y sus consecuencias A fin de aliviar de alguna forma a aquellos que
están en ese trabajo, dándoles cierta facilidad
4.3.2 Los efectos de esos factores para enseñar con menos dificultad y en menos
tiempo lo que la juventud debe saber sobre los
Los efectos combinados de los cuatros factores mencio-
Primeros Principios (BATENCOUR, 1669, prefa-
nados precedentemente (la Reforma Protestante, la Contra- cio).
rreforma Católica, el nuevo sentimiento en relación a la
infancia y el problema urbano causado por los jóvenes) se Esto significa que enseñar a grupos de niños era difícil y
tradujo, por un lado, en un notable aumento del número de que el maestro tenía que enfrentar muchos problemas de
alumnos con la llegada a la escuela de los hijos de las clases disciplina, de motivación, de organización de la clase, etc. De
bajas, de los niños errantes y de las madres jóvenes y, por este modo, más que el dominio del contenido, esa tarea
otro lado, en un aumento del número de escuelas. Efectiva- exigía la instalación de un verdadero sistema de reglas y
mente, Cartier, Compère y Julia (1976) subrayan que, en el procedimientos, sistema que deriva de englobar la totalidad
norte de Francia y en la región Île –de-France (región metro- de la vida de la clase.
politana parisina) en el siglo XVII, de cada cinco parroquias, Es para resolver esos problemas de enseñanza que los
cuatro tenían una escuela. Más aún, ese fenómeno no se maestros de escuela emprenderán la búsqueda de solucio-
limita a Francia, sino que engloba a toda Europa: nes. La solución consiste en aquello que aquí llamamos pe-
Esa marcha hacia la escuela se torna una corrida dagogía, esto es, el establecimiento de un método y de pro-
en masa en el primer tercio del siglo XVII. […] Tal cedimientos detallados y precios para dar clase. Esos proce-
solicitud en torno a los estudios se verifica en el sos implican la consideración de la organización del tiempo,
espacio europeo (CHARTIER, COMPÈRE y JULIA,
del espacio, de los contenidos a ser vistos, de la gestión
1976: 294).
disciplinar; en suma, se trata de un método que rige la tota-
Como ejemplo, los autores mencionan que entre 1575 a lidad de la vida escolar, de los microacontecimientos a los
1625 en Polonia se encuentra la mayor densidad de escuelas aspectos más generales, de la llegada de los alumnos a su
parroquiales urbanas y rurales, además de instalarse una salida, del primero al último día del año lectivo.
primera red de colegios y academias jesuitas. También en ¿Qué es, por lo tanto la pedagogía? Es un discurso y una
Inglaterra las asociaciones en favor de escuelas alcanzan el práctica de orden que pretende contraponerse a toda forma
apogeo y, en Francia, los colegios de los jesuitas tiene una de desorden en la clase. La cuestión pedagógica entonces es
popularidad creciente y albergan más de 40.000 alumnos cómo enseñar a grupos de niños (del pueblo) durante un
(CARTIER, COMPÈRE y JULIA, 1976: 294) período continuo, en determinado lugar y haciéndolo de
Mientras –y eso es lo esencial de nuestra tesis– al haber modo que ellos aprendan un acervo mayor de conocimien-
muchos más niños de edades diferentes que frecuentan la tos, más rápido y en mejores condiciones.
escuela durante períodos de tiempo más largo, eso no deja Nosotros, personalmente, tenemos la audacia
de crear problemas pedagógicos porque, hasta entonces, de prometer una Didáctica Magna, con ello quie-
era utilizada una pedagogía en singular; esto es, una peda- ro decir un tratado completo del arte de enseñar
todo a todos. Y de enseñar de tal modo que el
gogía en que el maestro recibía sucesivamente a los alum-
resultado sea infalible. Y de enseñar deprisa, es-
nos (que son pocos en su clase) y en que el único saber pe- to es, sin suscitar ninguna aversión ni dificultad
dagógico verdaderamente establecido consistía en conocer entre los alumnos y los maestros; más aún, con
la materia enseñada. Ahora, la llegada de un mayor número un extremo placer para ambos. Y de enseñar só-
de niños a la escuela, con frecuencia más asidua, se torna lidamente y no superficialmente y con palabras,
reveladora de la insuficiencia de los métodos de enseñanza, sino promoviendo a los alumnos una verdadera
como los muestran algunas declaraciones de autores de la cultura científica, literaria y artística, las buenas
costumbres, la piedad (COMENIUS, 1952: 33).
época:
La barca de nuestra didáctica dirigirá su proa y La aplicación de un método en enseñanza va paralelo
su popa al logro y el descubrimiento del método con la formación de los maestros, pues se verificaba un gran
que permita a los docentes enseñar menos y a
número de quejas sobre las cualidades de los maestros de
los estudiantes aprender más; a las escuelas te-
ner menos barullo, menos problemas, menos las escuelas urbanas (CHARTIER, COMPÈRE y JULIA, 1976:
trabajo inútil y más ocios, más placeres y solido 67). De hecho, enseñar era apenas una cuestión de conteni-
provecho […]. (COMENIUS, 1952: 31). do, que se limitaba a exigir al maestro el dominio de la ma-
teria sin que fuese obligado a recibir una formación. El do-
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cente aprendía con un colega, o por lo general, era dejado a modo del preceptorado, sino hacer que “todos” tengan
su propio arbitrio y aprendía en la práctica (PARIAS, 1981, t. acceso al contenido, independientemente de sus diferencias
II: 277). Los que ejercitaban tal oficio eran muchas veces individuales. Comenius esboza ya un programa completo de
aquellos que no habían logrado conseguir otro trabajo: pedagogía que solo se conjuga en plural y exige un método:
[…] de allí una extraña mezcla de artesanos, la aplicación de un orden cuidadosamente elaborado, a fin
ex−soldados, sirvientes domésticos sin empleo, de garantir que los alumnos aprendan un acervo mayor de
inválidos de guerra. O son personas extremada- conocimiento, más deprisa y en mejores condiciones.
mente jóvenes que improvisan ser maestros de
Para los pedagogos del siglo XVII la naturaleza nos da el
escuela para tener tiempo de conseguir un ver-
dadero oficio (SNYDERS, 1971: 301). método. Vemos en eso, sin duda, la influencia de las ideas
del Renacimiento. Realmente, paraRatichius[Wolfgang Ratke
Pero, a partir del momento en que ocurren problemas de (1571 – 1635)] es preciso respetar la obra de Dios, la natura-
enseñanza ciertos docentes comienzan a reflexionar sobre leza, y obrar secundándola. Esta es esencialmente armonio-
su oficio, a codificarlo. Se percibe que el mero domino del sa. Por consiguiente, la naturaleza provee de un método.
contenido ya no bastaba y el aprendizaje del oficio precisaba La naturaleza, enemiga del desorden, se esfuer-
de una formación específica. En el fondo, se comenzó a za para ordenar todo para que todo sea nor-
comprender que la enseñanza es un oficio especializado, malmente enseñado y aprendido de manera rá-
pida y precisa (RATICHIUS en RIOUX, 1963:
que exige la formalización y el aprendizaje de un código. Se
2449).
atribuye a Charle Démia una de las primeras tentativas de
formación de maestros (MARC, en AVANZINI, 1981: 250). Del mismo modo, para Comenius (1952: 76) es preciso
Démia, que se inspiró copiosamente en la obra de Jacques seguir el orden de la naturaleza:
de Batencour (1669), creó el primer organismo francés de Si procuramos saber en virtud de qué fuerza el
formación de maestros en 1678. Los hermanos de las Escue- universo, compuesto de partes tan distinta, se
las Cristianas, comunidad exclusivamente consagrada a la mantiene en su ser, constatamos que es única-
enseñanza, estableció también una formación rigurosa de mente por el orden, que es la justa disposición
de las cosas en espacio y en tiempo […]. Es por
sus novicios. Los jesuitas, a su vez, se hicieron célebres por la
eso que alguien dice que el orden es el alma de
excelente formación dada a los miembros de su comunidad las cosas.
destinados a la enseñanza. En los dos casos, instauraron un
verdadero orden en las clases: sea entre los jesuitas o entres Y, un poco más adelante, indica lo siguiente:
los Hermanos de las Escuelas Cristiana, todas las clases se [Sería necesario intentar] dar a las escuela una
asemejaban, independientemente si estaban situadas en organización tal que ella sea, en todos los pun-
Francia o Nueva Francia (Canadá) o en otro lugar. tos, tan precisa como un reloj (p. 79).

Más o menos en la misma época, los católicos, como J.


4.4. La pedagogía como nuevo saber metódico sobre la de Batencour (1669), D. Démia (s.d.) y los jesuitas siguen la
enseñanza en las escuelas misma orientación. Por ejemplo, vemos a Batencour (1669:
8) afirmar que “todo lo que es de Dios es según el orden”. En
4.4.1. Un método inspirado en la naturaleza suma, el método en pedagogía se inspira entonces en la
Enseñar es más que la simple administración de un con- naturaleza y esta, obra divina, es perfecta a los ojos de los
tenido, dividirlo en secuencias y transmitirlo; es también pedagogos del siglo XVII: internamente organizada, sin ca-
preocuparse por el educando. La enseñanza implica un mo- sualidad. La pedagogía, como método inspirado en la natura-
vimiento en dirección al otro, el alumno, para comprender- leza, intenta de este modo conjurar el desorden en todas sus
lo, apoyarlo, darle aquello que precisa. Esto supone, pues, formas. Y desde el método dirigir los acontecimientos de
un método que va más allá de las simples consideraciones acuerdo con la pretensión de Comenius, con un resultado
respecto de la materia y que se interesa por aquel al que el infalible.
maestro se dirige. En cuanto la enseñanza se aplicaba a Ese es, pues, el gran ideal pedagógico que se establece
algunos niños simultáneamente y de manera episódica, no en el siglo XVII y su éxito es entonces indiscutible. Efectiva-
había problemas propiamente dichos, pues el maestro esta- mente, Snyders (1971: 289) atribuye precisamente al méto-
ba suficientemente cerca de sus alumnos para ajustarse, de do el éxito de la pedagogía de los jesuitas que se elaboró en
ser necesario, y dirigir los eventualesproblemas. Pero, a el siglo XVII:
partir del momento en que el alumno deja de ser tratado en El carácter más evidente de los colegios del siglo XVII,
singular y se torna un grupo permanente, todo cambia y es y una de las causas del éxito obtenido por los jesuitas,
entonces que hay razones para encontrar un método para fue el esfuerzo para hacer que una juventud turbu-
dirigir ese colectivo. En este caso, el subtítulo de la obra de lenta viviese de una manera metódica.
Comenius (1952) es revelador. En verdad, “enseñar todo a
4.4.2. Las características del método
todos” implica no limitarse al contenido, ni trabajar según el
2
Vimos que la pedagogía es esencialmente método, esto riormente; esos solo fue posible con la invención de la tipo-
es, orden y control meticulosos de todos los elementos de la grafía, por intermedio de la cual el libro se torna cada vez
clase. Examinaremos ahora en detalle la naturaleza de esos menos un objeto de lujo; como lo era en tiempos de Carlo
mecanismos de control. Es preciso comprender que algunos Magno, época en que lo consideraban como un vaso precio-
de estos procesos de control pueden haber aparecido en so ornamentado con diamantes. El libro se vuelve un objeto
épocas anteriores, pero lo que nos parece especialmente de consumo usual. Un mayor acceso a lo escrito modificó la
importante es su aplicación, al mismo tiempo y de modo manera de enseñar. Con la enseñanza simultánea, se tiene
sistemático, y su efecto conjunto, que da nacimiento a lo ahora una alternativa seria para poner fin a la escuela
que convencionalmente se denomina pedagogía. desorganizada y ruidosa, ilustrada por el cuadro de Van
Ostade.
El dominio del grupo: la enseñanza simultánea
La gestión del tiempo
En primer lugar, la enseñanza simultánea implica que el
maestro pueda ver al conjunto de alumnos de un solo vista- En la escuela el maestro debe dirigir el empleo del tiem-
zo, a fin de mantenerlos bajo su control en mejores condi- po. El horario es cuidadosamente preparado de modo que,
ciones. Situándose frente a la clase, frente a los alumnos, desde la llegada de los alumnos hasta su salida, no hay nin-
muchas veces sobre un pequeño escalón llamado tarima, el gún tiempo muerto en el día. Las actividades se suceden
maestro puede dar su clase, sus instrucciones a todos sus rápidamente: entrada, plegaria, comida, clase, misa, cate-
alumnos para la ejercitación del mismo trabajo y, con una cismo, etc. La ociosidad, “madre de todos los vicios”, es vista
simple mirada, controlar el funcionamiento del grupo. Si como una fuente de desorden; conviene, pues, ocupar a los
bien esa forma de enseñanza ya estaba presente, por ejem- niños en todo momento (CHARTIER, COMPÈRE y JULIA,
plo, en la Edad Media en las universidades, no se encontraba 1976: 114). Ninguna etapa del día es dejada al azar: todo es
en las pequeñas escuelas, tal vez porque el reducido número previsto, cronometrado, aprovechado. Cada actividad se
de alumnos no la justificase. Efectivamente, el maestro de desarrolla en una hora determinada, al mismo tiempo para
escuela del siglo XV o XVI enseñaba de modo individual evitar la coincidencia entre ellas, para no omitir aspectos
recibiendo en su mesa a los alumnos, uno a la vez, mientras importantes y para remediar el imprevisto (JOUVENCY,
que el resto se ocupaban por su cuenta del trabajo. 1892: 93). Juan Bautista de La Salle (1951; 262) recomienda
El maestro interroga a los niños bajo la amenaza de la al inspector de escuelas que vele para “que no le reste tiem-
palmeta; durante ese tiempo, los otros, de todos los sexos y po a los maestros, después de haber tomado a todos los
de todas las edades, dispersos por los cuatro costados, jue- alumnos la lectura” y, si hay un número menor de alumnos
gan o escriben, leen o pelean unos con otros (CHARTIER, en el aula que el necesario para aprovechar el tiempo, el
COMPÈRE y JULIA, 1976: 111). maestro deba hacer que “cada alumno lea más o menos
La enseñanza simultánea supone varios elementos que tantas líneas como sean necesarias para ocupar todo el
no estaban reunidos anteriormente, por lo menos en lo que tiempo que debe ser utilizado para leer en clase, no debien-
se refiere a los años iniciales de la enseñanza básica. En do haber tiempo inútil en ninguna clase”.
primer lugar, implica que los niños con las mismas capacida- Esa obsesión con el horario es, según Durkheim (1969),
des sean agrupados. Eso es ahora posible, después de que lo que explica, al menos en parte, el enorme suceso de la
existe la preocupación por la educación de la infancia y, pedagogía de los jesuitas; efectivamente, estos exigían que
particularmente, de los hijos del pueblo, pues las clases son los alumnos estuvieran permanentemente ocupados. Pera
más numerosas. Según comentarios de J. de Batencour evitar que quedaran inactivos, inventaron los deberes escri-
(1669: 49), sacerdote católico que enseña en París, sus cla- tos:
ses podían reunir cerca de cien alumnos. Hay, pues, más Desconocidos en tiempos de la escolástica, los
niños que frecuentan las escuelas y, por eso, una mayor deberes escritos tuvieron un bello destino con
posibilidad de agruparlos de acuerdo con su nivel. Con una los jesuitas. Fue con ellos que nació ese sistema
pedagógico que transforma al deber escrito en
clase de cien alumnos es difícil imaginar que el maestro
el tipo de deber escolar […]. Desde los cursos in-
reciba a cada uno ellos de manera sucesiva para interrogar- feriores, el alumno debía hacer por día por lo
los. Presionados por las exigencias de un nuevo contexto, los menos dos deberes de latín, sin prejuicio de dos
maestros no tienen otra opción que innovar. Se relata que deberes de griego. Pero el número e importan-
incluso los carteles de lectura en las paredes de las aulas cia de los deberes crecían, a medida que se ele-
están en relación con el desenvolvimiento de este método vaba la jerarquía de los cursos (DURKHEIM,
simultáneo (CARTIER, COMPÈRE y JULIA, 1976: 130). Además 1969: 285).
de esto, para que la enseñanza simultánea se concrete, es
La gestión del espacio
preciso que cada niño disponga de un ejemplar del mismo
libro y no solo que lo tenga el maestro, como ocurría ante-
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El maestro también debe administrar el espacio: “para La dirección del niño
evitar la confusión y el bochinche en la escuela, cada niño
debe tener su espacio” (BATENCOUR, 1669: 138). En ese Prontamente, el maestro debe conducir al niño: va a se-
punto también, hay muchas directivas. En primer lugar, ñalarle su postura, sus desplazamientos y su conducta.
variasrecomendaciones afectan a la escuela en general: esta
debe ser un lugar cerrado al mundo exterior, para evitar La postura
cualquier distracción que pudiera causar desorden. Según El siglo XVII instituyó un verdadero código de las postu-
Batencour (1669), debe estar preferentemente apartada de ras. Se dice que una mala postura es señal de relajamiento
la vecindad o, según La Salle (1951), la escuela no debe te- (desorden); lo exterior es imagen de lo interior. También se
ner ventanas a menos de dos metros del suelo (en el texto sostiene que un cuerpo con buena postura es la expresión
original, se habla de siete pies). de un alma fuerte. Los alumnos adoptan determinada postu-
Otra recomendación se refiere a la organización del salón ra durante las clases, otras durante las plegarias, una tercera
de clase, cuyo espacio está cuidadosamente divido: para los ejercicios de escritura, otra para la la lectura (con el
Cada uno de los alumnos en particular tendrá su dedo cerca de la palabra a ser leída), etc. Por ejemplo, en lo
lugar fijo y ninguno de ellos deberá cambiarse del que respecta a la escritura:
suyo, a no ser por orden y consentimiento del [Después de aprender a sostener correctamente
inspector de las escuelas (LA SALLE, 1951: 251). la pluma], es preciso colocar el cuerpo de quien
escribe de tal manera que no esté ni excesiva-
Esa división del espacio es reglamentada según toda una mente inclinado sobre el papel, ni erecto por
serie de criterios precisos. Por ejemplo, a cada uno le es demás, sino en un agradable término medio: pa-
atribuido un lugar fijo: ra eso observará que el brazo izquierdo esté po-
Los primeros son los alumnos más adelantados, sado confortablemente sobre la mesa y que el
los que estudian latín; después, otros lugares son peso del cuerpo esté enteramente apoyado en él,
previstos para aquellos que aprenden a escribir; a fin de aliviar el brazo derecho, que así quedará
finalmente, de cada lado del aula, se instalan más libre para escribir sin estar incómodo. Es
aquellos que leen sin escribir. A esas grandes ca- preciso mantener el cuerpo recto delante del pa-
tegorías se suman subdivisiones, lugares atribui- pel, no inclinado ni para la derecha ni para la iz-
dos según las capacidades, según la riqueza (¡por quierda, sino apenas bajando ligeramente la ca-
motivos higiénicos!), o lugares especiales para los beza y los hombros para escribir. El brazo dere-
novatos. Los alumnos castigados merecen el ban- cho debe estar sobre la mesa hasta la mitad del
co de la infamia (o banco de los ignorantes), si- intervalo que existe desde la punta de los dedos
tuado atrás de la puerta o en el lugar más sórdido hasta el codo. Que el resto del cuerpo, especial-
de la escuela (CARTIER, COMPÈRE y JULIA, 1976: mente el abdomen, no esté apoyado sobre la
119). mesa, a no ser ligeramente, pues además de ser
desgarbada, esa postura podría causar grandes
Finalmente, se hacen también estimaciones para deter- dolores en el estómago, y es preciso tener cuida-
minar la relación ideal espacio/número de alumnos, las do en cuanto a eso […] (BATENCOUR, 1669: 199-
ilustraciones a fijar, la dimensión de los bancos, etc. (p. 119). 200).
Por ejemplo, Batencour (1669: 138) hace las siguientes re-
Los desplazamientos
comendaciones:
No solo la postura es objeto de un control minucioso,
Las mesas deben ser puestas en los lugares más
claros de la escuela, quedando cada extremo de sino también los desplazamientos. En primer lugar, los des-
ellas cerca de la ventana, de modo que los niños plazamientos de los alumnos en el exterior del aula (o de la
tengan el lado izquierdo en dirección a esa ven- escuela) se ejecutan en orden, en fila. Cada alumno tiene un
tana. Cada alumno debe disponer de catorce pul- lugar que le es designado siguiendo criterios precisos (por
gadas [cerca de 35 cm] para su lugar, si tiene un ejemplo, según el tamaño, de menor a mayor). La fila se
porte medio; si es pequeño, doce [cerca de 30
convierte en el método por excelencia para dirigir los des-
cm], si es grande, dieciséis [cerca de 40 cm].
También es necesario que no todas las mesas plazamientos:
tengan igual altura, sino que haya una parte más Los alumnos de los grados inferiores saldrán an-
altas y otras más bajas, a fin de que los niños se tes que sus compañeros de los grados superiores;
sienten cómodamente, para que escriban bien. los de los inferiores saldrán durante los cánticos.
Los alumnos saldrán de sus aulas y de la escuela
Con todas esas recomendaciones sobre la organiza- de dos en dos, cada uno tomando a su compañe-
ción del lugar vemos que el espacio de la clase se con- rito, que le será asignado por el maestro. Los
vierte en un espacio especializado, cuyo orden sirve a alumnos saldrán de sus lugares en orden, de este
modo: el maestro hace una señal al primero del
fines precisos. Estamos bien lejos de la confusión ilus-
banco para que se levante, ese alumno saldrá de
trada por Van Ostade. su lugar, sin sombrero, de brazos cruzados y, al
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mismo tiempo, aquel que le fue dado como com- denunciarlos al maestro. Ellos constituyen los alcahuetes
pañero […]. Los alumnos, estando fuera del aula, oficiales, que de cierta forma sustituyen al maestro en au-
dejarán de rezar en voz alta y caminaran en silen- sencia de este.
cio y en orden, unos atrás de los otros (LA SALLE,
Más aún, el sistema de vigilancia se refina a tal punto
1951: 111).
que se recurre al propio Dios. “El ojo de Dios te ve”; “Dios te
Hasta el retorno a la casa se hace bajo la responsabi- vigila”. Es aquí que vemos aparecer lo que llamamos vigilan-
lidad de dos “deciarios”, oficiales de la clase que se cia simbólica permanente, que se pone en juego a través de
ocupan de la conducta de los alumnos en las calles. imágenes sacras, ilustrando, entre otros temas, a Jesús cru-
En el interior de la clase los desplazamientos de los cificado o el juicio final o el infierno. Batencour (1669: 52)
alumnos se efectúan discretamente y en silencio. Hasta
dice que la imagen del infierno sirve para dar miedo a las
se toma el cuidado de precisar como los alumnos deben
proceder para hacer sus “necesidades”: al salir, el criaturas cuando comenten una falta y la del paraíso las
alumno toma una varita colgada en la pared y la devuel- estimula a la virtud. La vigilancia va aún más lejos en los
ve a su lugar cuando regresa (DÉMIA, s.d.). Eso evita colegios jesuitas, donde la confesión permite conocer los
que el maestro hable inútilmente y que la clase se vea secretos de los alumnos. En suma, se inspecciona no solo el
perturbada. Ningún alumno puede ir al baño si la varita exterior, sino también se verifica una intromisión en lo inte-
no estuviese colgada en su lugar. Igualmente, para dis-
rior; el alma es escrutada, la intimidad más profunda es
minuir el vaivén en clase, se recurre a los oficiales distri-
buidores y recolectores de papel, que se encargan, co- invadida. Ese es un formidable sistema de intimidación cuya
mo su nombre lo indica, de ejecutar esas tareas (LA eficacia fue largamente reconocida.
SALLE, 1951: 223). Para dirigir mejor la conducta de los alumnos, además
Además de esto, se instaura una serie de señales que del sistema de vigilancia, se modificó la estructura de casti-
permite la ejecución de tareas manteniendo silencio. gos y recompensas. La idea básica es introducir racionalidad
Esas señales permiten una secuencia ordenada entre las en esas prácticas:
actividades y los desplazamientos. Un chasquido, dos
El maestro dispensará con prudencia y precau-
chasquidos con la “señal”1 significa que se debe comen-
ción el elogio y la represión. No prodigará las re-
zar a leer, parar de leer, etc. La campana, en el exterior
compensas al azar y sin medida. […] Y principal-
o en los corredores, así como la campanilla, en el aula,
mente se abstendrá de mostrar odio o aversión a
tiene esa misma función. Esos instrumentos garantizan
quien dirige una reprensión o acusación […].
el orden manteniendo el silencio. Las actividades se
(JOUVENCY, 1892: 89).
suceden sin pérdida de tiempo. El maestro también
puede hacer señales con el cuerpo:
Para mandar a recitar las oraciones, el maestro Se pasó de la relación crueldad/afecto a la de humilla-
juntará las manos. Para hacer repetir las respues- ción/recompensa. En esa perspectiva, Jouvency (1892: 87)
tas de la Santa Misa, se golpeará en el pecho. Pa- declara:
ra mandar a repetir el catecismo, hará la señal de Se observa en nuestras reglas, con mucha sabidu-
la Santa Cruz (LA SALLE, 1951: 126). ría y verdad, que se consigue mucho más con los
niños por medio a la deshonra que por miedo a
La conducta los castigos. […]. Es por eso que un maestro sen-
Además de la postura y de los desplazamientos del niño, sato debe limitarse al uso de estos dos medios, el
las escuelas del siglo XVII ejercen un verdadero sistema de elogio o la reprensión.
vigilancia. La base de ese sistema consiste en no dejar nunca
En lo que se refiere a las puniciones, los culpados son
al alumno solo y hacer que sea siempre vigilado, también
punidos, pero los castigos cambian de forma. Las penas son
simbólicamente. Ese sistema se compone, en primer lugar,
graduadas según la gravedad del delito y toman un carácter
de dispositivos de vigilancia que pueden ser utilizados por el
de humillación. Se habló mucho de la crueldad en la escuela
maestro. Batancour (1669) habla de prever, en la arquitectu-
durante la Edad Media. Aquí, se recomienda a los maestros
ra escolar, una pequeña ventana llamada “celosía”, desde
que no se dejen llevar por sus emociones. Si ellos castigan,
donde sería posible vigilar a los alumnos desde el exterior
debe hacerlo sin cólera ni pasión, con distanciamiento, con
sin ser visto. Pensamos también en la silla elevada, llamada
una seriedad de padre, dice La Salle (1951). El castigo corpo-
“tribuna”, que permite ver a todos los alumnos de un solo
ral no es abolido, pero ahora es la última medida de una
vistazo. La vigilancia también puede ser hecha por los oficia-
serie gradual de castigos. En el siglo XVII se prefiere sustituir
les de la clase, esto es, por alumnos especialmente designa-
los castigos corporales por penitencias que buscan humillar
dos para tomar nota de los nombres de los contraventores y
al alumno: gorro de burro, banco de la deshonra, latomias2
(prisión en la Antigüedad), banco de los ignorantes o copias
1“La señal tradicional se compone de dos astas de madera dura: de textos.
una es gruesa, más voluminosa en el extremo, y la otra es fina y
está prendida a esa extremidad por una cuerdita. Bajando y des-
pués soltando el asta fina, ella golpea la extremidad de la gruesa, 2Nota de la traductora: Eran cuevas que en la antigüedad clásica se
emitiendo un pequeño chirrido” (La SALLE, 1951: 125). utilizaban como prisiones para los esclavos.
5
[El lugar del asno] donde se colocará un peque- alumnos que se sientan en el mismo banco; en sexto lugar,
ño rastrillo con freno; un viejo pedazo de rienda el catálogo de los visitadores , completado por los “oficiales
de caballo, donde se pondrán a los perezosos; e visitantes” que van hasta la casa de los alumnos, indagando
incluso debe haber colgado encima un viejo bo-
la causa de la ausencia de los alumnos.
nete de papel con grandes orejas de papel pe-
gadas, que se debe poner en la cabeza de los pe- Además de tener establecido un sistema de vigilancia y
rezoso, y una pequeña placa cuadrada de made- una nueva estructura de las penas y las recompensas, los
ra donde se pintará la figura de un asno y un pe- pedagogos del siglo XVII implementaron un verdadero sis-
queño clavo para colgarlo. Habrá allí algún viejo tema de emulación, cuyo primer paso consiste en confiar
trapo para servir de adorno en la espalda del responsabilidades a los oficiales. Batencour (1669: 69) indica
asno y aquel que fuera puesto en ese lugar será el sentido de esa función de la siguiente manera:
vestido con esas bellas vestimentas de asno y lo
Para conducir bien un Reino, un ejército, una Ciu-
pasearán por la escuela, con una escoba en la
dad, una familia es preciso que haya orden. Y
mano y tomado con el rastrillo por el brazo
aquel que es el Jefe debe servirse de diversos Ofi-
ocupando el lugar del asno,durante el tiempo
ciales que mantenga con él una relación de
que el maestro considere conveniente será abu-
subordinación. Es lo que se debe practicar exac-
cheado por todos los alumnos (CHARTIER,
tamente en una escuela, donde el maestro que es
COMPÈRE y JULIA, 1976: 119, citando a BATEN-
el jefe debe servirse de sus alumnos, que lo ayu-
COUR).
darán no solo a conducir a sus compañeros, sino a
llevarlos a ellos mismo a la perfección de la Virtud
Del mismo modo, las recompensas no son las mismas. y de la ciencia, por emulación […] Como el desig-
Por lo contrario, en vez de dedicarse a manifestaciones de nio del Maestro en relación a los niños consiste en
afecto, a gestos amistosos, el maestro no debe dejarse do- conservar el orden en la escuela, él cría oficiales:
minar por la pasión del momento, sino recompensar con lo que servirá para llevarlos por emulación, entre
racionalidad. Él mantiene cierta reserva en su entusiasmo unos y otros, a comportarse bien, ya que esos ofi-
para remarcar el buen comportamiento de los alumnos. Las cios solo serán dados a aquellos que los tuvieran
merecidos por su trabajo o por su Virtud; además
recompensas son graduadas: por ejemplo, hay un orden de
de eso, estos han de ser sustituidos, cada tanto, a
“dignidad” en los lugares de los alumnos que serán atribui- fin de dar coraje a cada uno para aspirar a eso,
dos cada quince días a aquellos que los merecen (BATEN- por su piedad y diligencia.
COUR, 1669: 234). El maestro también puede atribuir puntos
de “diligencia”, cuya contabilidad conserva en un gran libro La lista de oficiales es larga, incluye intendentes, explica-
(p. 35). Puede también distribuir libros como recompensa dores, vigilante, lectores, recitadores de plegarias, oficiales
(recompensa extraordinaria), figuras piadosas o figurillas de de escritura, encargados de tinta y de papel secante, barre-
yeso y finalmente, en la mayoría de las veces, sentencias dores, acarreadores de agua, porteros, tesoreros, visitantes,
impresa en grandes caracteres (LA SALLE, 1951: 145). En porta rosarios, porta aspersores, señaleros, inspectores,
suma, las prácticas ampliamente difundidas de recompensa observadores, distribuidores y recolectores de papel. El
y de punición por gestos amistosos o castigos corporales son sistema de emulación también se ejerce por la competencia
sustituidos por un sistema racional que controla las exagera- entre alumnos. La competición puede hacer dentro de un
ciones afectivas a través de la aplicación de gratificaciones y grupo designado para el mismo banco, donde el primer
de sanciones graduales. lugar es reservado para el mejor alumno y así sucesivamente
Los pedagogos del siglo XVII también instauran una serie hasta el último. Esta modalidad fue llevada a su máxima
de registros (los catálogos) “bien establecidos” para “man- expresión por los jesuitas, que introdujeron sistemáticamen-
tener el orden en las escuelas” y que se añaden a los siste- te la competición entre los alumnos de sus clases. Son escla-
mas de vigilancia. Juan Bautista de La Salle (1951: 132) men- recedoras las declaraciones de Jouvency (1892: 87), que
ciona seis de ellos: en primer lugar, el catálogo de recepción, defiende la necesidad de establecer luchas entre los alum-
en el que son escritos los nombres de todos los alumnos nos:
admitidos en la escuela, del inicio a fin de año; en segundo Que ninguno de ellos [los alumnos] por ejemplo,
lugar, el catálogo de los cambios de la lección, que permite lea solo su deber; él debe tener un rival que esté
anotar la lección donde está cada alumno en escritura, arit- presto a corregirlo, presionarlo, combatirlo, ale-
grarse con su fracaso. Del mismo modo, no se
mética, etc.; en tercer lugar, el catálogo de las órdenes de
puede provechosamente interrogar a alguien
lección, que permite mantener al día todos los nombres de individualmente; es necesario que haya un an-
los alumnos por orden de lección; en cuarto lugar, el catálo- tagonista para ayudarlo a levantarse si se tropie-
go de las buenas y malas cualidades de los alumnos, que za en las respuestas, que lo reemplace si duda, y
permite trazar el retrato personal de cada niño, su persona- hable en su lugar si permanece en silencio. Dejar
lidad, su comportamiento; en quinto lugar, el catálogo del que una clase superior se enfrente con una infe-
banco, que permite registrar los atrasos o ausencia de los rior; escoger combatientes en los dos campos;
establecer jueces, invitar a espectadores, sean
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de la casa o externos y en cuanto a estos últimos escribientes, que las convirtieron no solo en un oficio, sino
escoger, si es posible, personas ilustres. también en un poder (para escribir la letra M era preciso
dominar sus doce componentes).
La organización de los saberes Contar es el último aprendizaje escolar y se hace siempre
en relación con la vida cotidiana. Se enseña a contar con
Esa forma de organización es, evidentemente, la más an- fichas y con otros objetos familiares. Entre tanto, la mayoría
tigua y más difundida. Ya que la escuela siempre fue organi- de los niños dejan la escuela antes de adquirir este aprendi-
zada en torno a los saberes a trasmitir, dicha organización zaje.
es objeto de especificación y formalización desde hace va-
rios siglos. En primer lugar, el territorio de los saberes a El perfeccionamiento de las costumbres: la civilidad.
trasmitir fue dividido. Para las escuelas, tres órdenes de A partir del suceso del libro de Erasmo sobre la civilidad,
saber fueron delimitados: en primer lugar, la formación este tema tiene una vigencia incuestionable. Desde el siglo
cristiana; en segundo lugar, el domino de los rudimentos XVI, la civilidad se convierte en un tema escolar (CHARTIER,
(leer, escribir, contar); y, en tercer lugar, el perfecciona- COMPÈRE y JULIA, 1976: 137). Mientras que otrora las reglas
miento de las costumbres, la civilidad. de la civilidad eran reservadas a la élite, al mundo de la cor-
te, ahora, con la Reforma Católica, el aprendizaje de la civili-
La formación cristiana dad se torna accesible a un mayor número de personas.
Desde la Edad Media, la escuela tiene una función de Junto al catecismo y la predicación, su aprendizaje
conversión religiosa. Se trata de influenciar profundamente es uno de los medios para eliminar las malas cos-
a los alumnos, de elevar su alma, de instruirlos correctamen- tumbres, civilizar una sociedad aún violenta y con-
te sobre las verdades de la religión. La escuela del siglo XVII trolar las exageraciones peligrosas de afectividad
no modifica esa función original; ella continúa modelando al (CHARTIER, COMPÈRE y JULIA, 1976: 138).
buen cristiano, creyente y fiel practicante. Es la misma idea,
Es preciso decir que, para los cristianos, lo visible es la
tanto para los católicos como para los protestantes. Los
imagen de lo invisible, el cuerpo refleja el alma. Así, se dis-
maestros de escuela, como vimos, son uno de los instrumen-
pone de una serie de consejos y preceptos en cuanto a la
tos fundamentales de la Reforma y la Contrarreforma. Los
apariencia, las ropas, la risa, la manera de comer, de limpiar
tratados de pedagogía –siendo escritos, en su mayoría, por
la nariz, etc. Por ejemplo, cruzar los brazos es señal de pere-
religiosos– reservan un gran espacio a la enseñanza de la
za, encarar es señal de impertinencia, etc. Son pues disposi-
religión. En general, el énfasis se hace sobre tres vertientes
tivos de control de la afectividad. Se trata de contener los
de la formación cristiana: el catecismo, la misa diaria y las
sentimientos excesivos y evitar cualquier exageración.
plegarias.

No solo el territorio de saber trasmitir fue dividido en


El domino de los rudimentos
tres grandes regiones, sino que cada región fue divida en
Es interesante ver como aparecen nuevas ideas sobre la
múltiples partes, repartidas sobre una escala que será
enseñanza de la lectura. Muchas veces, los alumnos comien-
aprendida, comenzando por la parte más simple hasta llegar
zan aprendiendo a leer en latín y, en seguida, en francés, lo
a la más compleja. Esa división va paralela a la división del
que es recomendado hacer conjuntamente según Batencour
tiempo. Se distinguen, por ejemplo, varias etapas en el
(1669). En los colegios de los jesuitas todo se hace igualmen-
aprendizaje de la lectura. Batencour (1669) enumeraseis,
te en latín. Es preciso decir que el latín es la lengua de la
Démia (s.d) siete y La Salle (1951) nueve. En el interior de
Iglesia y que al no tener ninguna sílaba muda, facilita su
esas grandes divisiones hay toda una serie de microetapas a
aprendizaje. En contrapartida, en el siglo XVII, se comienza a
atravesar, de modo que la trayectoria del saber escolar a
favorecer cada vez más el aprendizaje de la lengua materna.
dominar se diseña como una larga escalinata.
Juan Bautista La Salle (1951) declara que es más fácil y más
Juan Bautista de La Salle (1951) esboza, por ejemplo, una
útil aprender primero el francés, que no tiene el defecto de
idea de ese orden general para el aprendizaje de la lectura:
ser una lengua muerta.
Mapa del alfabeto: 2 meses. Mapa de las sílabas:
En esos siglos que no se puede contar ni con el teléfono
1 mes. Silabario: 5 meses, los principiantes 2
ni con la radio, ni con la televisión, ni con ningún proceso de meses; medios, 1 mes; avanzados, 1 mes. Dele-
grabación, la escritura asume una importancia capital. Es treo en el primer libro: 3 meses (1 mes en cada
preciso, pues, ser capaz de escribir y de escribir bien, en el orden). Deletreo y lectura en el segundo libro: 3
sentido de tener dominio de la caligrafía. Los tratados de meses (1 mes en cada orden). Solo lectura en el
pedagogía contienen mil y una precisiones sobre la postura segundo libro: 3 meses (1 mes en cada orden).
del cuerpo, sobre cómo asegurar la pluma, las técnicas de Lectura en el tercer libro: 6 meses (2 meses en
cada orden). Lectura en latín en el Salterio: 6
recortar las plumas de ganso, etc. Se simplificaron mucho, a
meses (2 meses en cada orden). Lectura en la Ci-
pesar de todo, las técnicas de escritura de los maestros vilidad: 1er orden, 2 meses; 2do orden, en cuan-
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to volvieran a frecuentar la escuela (LA SALLE, en Yo estaba convencido de que no sería inútil dar
(CHARTIER, COMPÈRE y JULIA, 1976: 118). parte al Público de aquello que el uso y la expe-
riencia me enseñaron en ese Ejercicio.
4.5. El siglo XVII marca la aparición de un nuevo orden
Y, más aún, las palabras de La Salle, en 1706, en el prefa-
escolar
cio de su Conducta de las conductas cristianas:
Esa Conducta solo fue redirigida en forma de re-
Como acabamos de ver, los maestros del siglo XVII se
glamento después de un gran número de confe-
vieron obligados a solucionar nuevos problemas, que hasta rencias con los hermanos de este Instituto, los
entonces no ocurrían con tanta asiduidad. Ellos llevaron al más antiguos y más capaces de hacer bien a la es-
papel sus ideas, que asumieron la forma de tratados de cuela, y después de una experiencia de varios
pedagogía. La originalidad de estos textos, su importancia y años…
su repercusión nos hacen afirmar que la pedagogía es obra
Es también el caso de los jesuitas que, después de treinta
del siglo XVII. En verdad, si existía el cuidado de dar tantas
años de prácticas de las instrucciones de Ignacio de Loyola,
directivas a los maestros fue porque la enseñanza se había
coordinan y fijan los resultados de su experiencia en un
vuelto una preocupación y exigía un saber metodológico
documento que se vuelve célebre, más conocido con el
específico. La importancia de ese siglo en el plano pedagógi-
nombre de Ratio Studiorum (DURKHEIM, 1969: 275).
co es raramente enfatizado, por el hecho de parecer menos
Fundamentalmente, como vimos, ese nuevo saber peda-
brillante que el Renacimiento (Rabelis, Erasmo, Montaigne)
gógico puesto en práctica tiene como objetivo eliminar la
o el Siglo de las Luces (Rousseau, Diderot, Volteaire). Entre
casualidad y el desorden, fuente de pecado, regulando cada
tanto, es realmente en el siglo XVII que se encuentra el ma-
aspecto de la enseñanza. Esa pedagogía, tanto del lado cató-
yor número de indicaciones precisas para los docentes res-
lico como del protestante, quiere someter a los cuerpos y las
pecto a la organización de la enseñanza en el aula; y que se
almas a las buenas costumbres, haciendo de cada niño un
elaboran los primeros enunciados de un saber pedagógico,
individuo civilizado, instruido y cristiano.
saber que se sitúa en un nivel diferente al de las doctrinas,
Es por eso que los tratados de pedagogía del siglo XVII
de las concepciones teóricas, tal como las encontramos
nos parecen fundadores de un nuevo orden. Ellos son, así, el
expuestas, por ejemplo, en las obras de Erasmo y de Rabelis.
signo manifiesto de una nueva preocupación e inauguran un
Los pedagogos del siglo XVII buscan, más bien, organizar
método para dar clase. Esos tratados son concebidos para
la práctica escolar. Así, los protestantes, bajo el estímulo de
definir las acciones del maestro en la enseñanza de grupos
Ratichius (RIOX, 1963), producen una Introducción general a
de niños del pueblo. No se limitan a consejos para uso de un
la didáctica o arte de enseñar. Más tarde, Comenius (1952)
preceptor, ni una perspectiva individual; traspasan la lógica
escribe Didactica Magna. Tratado del arte universal de en-
del contenido como siempre ocurrió, y van más lejos que dar
señar todo a todos; según su autor, esa obra será “una de las
una crítica teórica, como hicieran los humanistas del Rena-
primeras, sino la primera tentativa de sistematización de la
cimiento. Esos tratados de pedagogías sistematizan proce-
pedagogía y de la didáctica” (COMENIUS, 1952: 18). Los
dimientos de enseñanza y definen completamente la rela-
católicos también se manifiesta. Jacques Batencour (1669)
ción con el otro (el grupo) a fin de garantir en mejores con-
redacta La escuela parroquial o la manera de enseñar bien
diciones su instrucción y su educación.
en escuelitas; Juan Bautista de La Salle (1951) publica Con-
El método para enseñar la pedagogía, instaurado en el
ducta de las escuelas cristianas; y los jesuitas marcan la
siglo XVII, se difundió con bastante fidelidad según las direc-
época con su Ratio Studiorum (Programa y reglamento de
tivas de los fundadores como recuerda, por ejemplo, La
los estudios de la Compañía de Jesús).
Salle, 1951, prefacio) en Conducta de las escuelas cristianas:
Hecho nuevo, esos tratados de pedagogía no son obra de
Los superiores de las casas de este Instituto y los
una élite intelectual sin relación con la enseñanza. Al contra-
inspectores de las escuelas se aplicaron a apren-
rio, para escribir tratados de pedagogía tan precisos sobre la derlo bien (esto es, el libro de Conducta de las Es-
manera de enseñar, era necesario haberse esforzado perso- cuelas) y al dominar perfectamente todo lo que
nalmente en la práctica del oficio durante años; son discur- está allí encerrado y el procedimiento, de modo
sos pedagógicos construidos en el terreno del aula, por do- que los maestros no fallen y observen exactamen-
centes experimentados y para docentes. Esos pedagogos te todas las prácticas que allí son prescriptas, has-
explicitan su saber pedagógico, su saber en la acción, fruto ta las menos importantes, a fin de proporcionar,
por ese medio, un gran orden en las escuelas, una
de muchos años de experiencia en la enseñanza. Todos
conducta bien regulada y uniforme en los Herma-
estos tratados mencionan ese elemento capital. Es, por nos que serán encargados de aplicarlas, y un fruto
ejemplo, el caso de J. de Batencour (1669, prefacio), sacer- considerable para los niños que allí serán instrui-
dote y profesor de carrera: dos.
Consecuentemente, nada se parece más a un colegio
de los jesuitas que otro colegio de jesuitas, o una escuela
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de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La pedagogía, código uniforme de saber-hacer, una tradición pedagógi-
así instituida, se constituye poco a poco como tradición. ca compuesta de un conjunto de respuestas, prescripcio-
Las habilidades de los maestros son después trasmitidas nes, ritos cuasi sagrados a reproducir.
a sus sucesores que, a su vez, las legan a aquellos que los
suceden. De este modo se cristaliza progresivamente un

REFERENCIAS

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