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La cultura como elemento de transformación social y urbana de la ciudad de

Medellín – Colombia

Nora Elena Espinal Monsalve*


Jonathan Daniel Gómez Zapata**

Resumen

El objetivo de este trabajo es hacer una revisión, a la luz de los conceptos del
desarrollo, de las transformaciones sociales y urbanísticas que se han dado en
Medellín, una ciudad con una tradición limitada de creación artística, sin una fuerte
cultura museística, altamente segregada y en un ambiente de conflicto político,
económico y social sin precedentes en la región. Dichas transformaciones son el
resultado de la puesta en marcha de políticas públicas centradas en la cultura y la
educación. En este trabajo se analizan y evidencian los principales cambios en la
ciudad y los efectos que han tenido para sus habitantes, permitiéndole alcanzar en
reconocimiento internacional de la ciudad más innovadora del mundo en el 2013.

Palabras clave: Desarrollo local, Cultura, Transformación Social, Transformación


Urbana, Medellín.

1. Introducción

La transformación de Medellín responde a una apuesta por la modernidad pero desde


una clara y decidida identidad cultural, que a partir de una concepción del territorio
ligada a las necesidades de sus habitantes se sumaron las energías para poner en
marcha una importante transformación centrada en la cultura como estrategia de
desarrollo local sostenible. Así se construyó una agenda de planeamiento urbano en las
últimas dos décadas. A comienzos del presente siglo una nueva concepción del
gobierno en la ciudad, fue acompañada por el sector privado y la participación de sus
habitantes en torno a un proyecto cultural que le daría a la ciudad el carácter de un
destino turístico y de servicios. Con una visión del futuro y con el arte y la cultura en el
papel principal, en una ciudad con una tradición limitada de creación artística, sin una
fuerte cultura museística, altamente segregada y en un ambiente de conflicto político,
económico y social sin precedentes en la región, las cosas comenzaron a cambiar lenta

*
Doctora en Administración y Dirección de Empresa; Profesora asociada al Departamento de Economía y
Directora del Grupo de Investigación “Economía, Cultura y Políticas” en la Universidad Nacional de
Colombia – Sede Medellín. Correo electrónico: nespinal@unal.edu.co
**
Docente ocasional del Departamento de Economía en la Universidad Nacional de Colombia – Sede
Medellín y Estudiante del Doctorado en Economía de la Universidad de Valladolid (España). Correo
electrónico: jdgomezz@unal.edu.co

1
pero firmemente. Hoy tiene el reconocimiento de la ciudad más innovadora del mundo
en 2013.

Este artículo presenta un esbozo general acerca de las condiciones que llevaron a la
reformulación de políticas públicas centradas en la educación y la cultural que
priorizaron la inversión en los sectores poco favorecidos de la ciudad de Medellín,
superando un estado muy complejo de deslegitimación estatal, violencia, desesperanza
y pauperización de amplios sectores sociales. Estas transformaciones son la expresión
de los impactos a corto y largo plazo de las políticas implementadas y se traducen en
una infraestructura de transporte innovadora, la construcción de espacios culturales y el
reciclaje y adecuación de otros equipamientos de amplia acogida y uso ciudadano, la
presencia de grupos de creadores y grupos artísticos y culturales muy notable, el
incremento en la participación cultural de la ciudad, entre otros. Sin embargo, no se
dispone de datos y estudios que evalúen las políticas y/o midan la contribución al
Producto Interno Bruto y al empleo de las diferentes actividades, programas y proyectos
culturales, ni de metodologías de medición, seguimiento y evaluación de tales políticas
y acciones estatales. Hoy dos décadas después son más evidentes los impactos a largo
plazo de la estrategia de desarrollo centrado en la cultura y la educación.

Este trabajo está organizado de la siguiente forma. Un segundo apartado teórico donde
se presentan los conceptos de desarrollo económico y el reconocimiento de la cultura
como elemento de dinamización, presentando también el papel que juegan las políticas
públicas en este objetivo. En el tercer capítulo se presentan las estrategias y evidencias
que le permitieron a Medellín alcanzar importantes transformaciones urbanísticas y
sociales, mejorando el bienestar de sus habitantes y convirtiéndose en un referente
mundial de cambio e innovación. Para concluir, en el cuarto apartado, con algunas
reflexiones de lo que esta transformación significa y de los retos que aún se tienen.

2. Desarrollo, Cultura y Políticas

2.1 Cultura y Desarrollo

Hoy el concepto de desarrollo económico comprende varias dimensiones: paz,


economía, medio ambiente, sociedad y democracia (Boutros-Ghali, 1995; Bifani, 1997),
dimensiones indispensables cada una de ellas para alcanzar el bienestar del ser
humano:
“sin paz la energía del ser humano no se puede emplear en forma productiva; sin crecimiento
económico faltan recursos que aplicar a los problemas; sin un medio ambiente sano la
productividad devora la base del progreso humano; sin justicia social las desigualdades
consumen todos los esfuerzos, y sin participación política en libertad, el pueblo no puede
expresar su opinión sobre su destino individual y común” (Del Giorgio y Girotto, 2017: 170).

El desarrollo debe garantizar además, el bienestar de la población presente y que se


preserven las condiciones para el bienestar futuro, favoreciendo el progreso equilibrado
de la sociedad (Manilo y Mastromonaco, 2014). Así el desarrollo económico, social y

2
sostenible es un proceso de crecimiento y cambio estructural, basado en las iniciativas
y conocimientos de los habitantes y en el aprovechamiento sostenible de los recursos
disponibles y potenciales de una zona específica; con el fin de construir las
capacidades institucionales y productivas, que conduzcan a satisfacer las necesidades
y mejorar el bienestar de la población de la región o la localidad; entendiendo, que el
territorio, no es solo, un soporte físico de los objetos, actividades y procesos
económicos; sino que, es un agente de transformación económica y social (Boisier,
2001; Clark et al., 2012). Para lograr el desarrollo de todas las dimensiones se
requieren recursos (sistema político y productivo), actores (públicos, privados, sociedad
civil) y el sistema científico-tecnológico (Blanco, 2003; Del Giorgio, 2015;).

Cuando se habla de sostenibilidad es imprescindible involucrar la dimensión social;


para el logro del desarrollo social sostenible se requiere la plena participación de la
ciudadanía en las decisiones que regulen y orienten el acceso a los recursos y
aprovechar las oportunidades económicas y empleo. Este tipo de desarrollo fomenta
sociedades estables y justas basadas en la protección de los derechos humanos, la no
discriminación, la tolerancia, el respecto a la diversidad, igualdad de oportunidades,
solidaridad, seguridad e inclusión de todas las personas (Del Giorgio y Girotto, 2017).
Este desarrollo social sostenible se alcanza mejorando la calidad de la educación, para
que los individuos tengan los conocimientos útiles y prácticos, los valores éticos,
culturales y sociales y la capacidad de razonar para que puedan participar en el
proceso social, económico y político del desarrollo.

Sin embargo, no siempre fueron objeto del mismo reconocimiento todas las
dimensiones del desarrollo local, en especial la relacionada con la dimensión
sociocultural. Es a partir de la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales
(Mondiacult) de la UNESCO celebrada en México en el año 1982, cuando se incorpora
explícitamente la dimensión cultural al desarrollo económico, expandiéndose a nivel
mundial esta consideración y adquiriendo importancia en las políticas nacionales y
locales de cada país (Miralles, 2009). De esta forma se produce un giro importante en la
concepción del desarrollo económico, a diferencia de las corrientes imperantes en los
años setenta y principios de los ochenta que explicaban el desarrollo económico desde
una concepción estrictamente productivista:
“La cultura constituye una dimensión fundamental del proceso de desarrollo y contribuye a
fortalecer la independencia, la soberanía y la identidad de las naciones. El crecimiento se ha
concebido frecuentemente en términos cuantitativos, sin tomar en cuenta su necesaria dimensión
cualitativa, es decir, la satisfacción de las aspiraciones espirituales y culturales del hombre. El
desarrollo auténtico persigue el bienestar y la satisfacción constante de cada uno y de todos”
(UNESCO. Declaración de México sobre Políticas Culturales, 1982, Artículo 10).

2.2 Impactos de la Cultura sobre el Desarrollo Económico

Construir una estrategia de desarrollo local centrada en el arte y la cultura puede


generar dos tipos de efectos: a corto y largo plazo (Herrero, 2011). Los efectos a corto
plazo están relacionados con la atracción nuevos consumidores que gastan su renta en
actividades culturales y otros bienes relacionados y que en conjunto representan un
incremento neto de la demanda agregada, que a su vez provoca efectos inducidos en el

3
resto de la economía. Estos pueden descomponerse en: directos, propio de la actividad
cultural; indirectos, asociados a quienes participan en el evento cultural; e inducidos,
que corresponde a los provocados por los dos grupos anteriores sobre el resto de la
producción en el territorio. Estos efectos en conjunto pueden medirse en términos de
producción y de empleo y se calculan utilizando diferentes coeficientes, como
multiplicadores de empleo, Keynesianos y especialmente los provenientes del análisis
input-output (Herrero et al., 2006; Devesa, 2006; Fernández et al., 2008).

Los estudios de impacto económico que recogen los efectos generados por las
actividades culturales en el corto plazo no muestran los costos adicionales, ni la eficacia
a mediano y largo plazo de la intervención cultural o de las inversiones que haya
implicado, por lo tanto, la realización del análisis costo beneficio o la creación de un
sistema de indicadores sobre la evolución de variables relacionadas con el sector
cultural y económico resultan imprescindibles para el cálculo certero de dichos efectos
(Herrero, 2011).

Los efectos de la cultura en el largo plazo tienen que ver con cambios en la estructura
urbana, la estructura social, en la producción local y la transformación de la imagen del
territorio. Herrero (2011) propone distinguir cinco tipos de impactos, el primero se refiere
al rescate, remodelación y restauración de edificios con algún valor histórico o la
creación de infraestructuras culturales o urbanas pertenecientes al ámbito de la
arquitectura de autor, estas intervenciones consiguen cambios en el ordenamiento
urbano y la transformación de los barrios o la recuperación de zonas industriales o
cascos históricos. El segundo tipo de impacto tiene que ver con la capacidad de un
entorno cultural para atraer nuevos residentes, empresas o inversionistas. El tercer
impacto viene dado por la mejora en los niveles de educación y el fomento de la
creatividad, lo que puede generar derivaciones hacia el cambio y la innovación por un
lado y hacia la creación de nuevos productos y experiencias de consumo, por otro. El
cuarto impacto es el efecto competitividad que considera el capital cultural como una
nueva palanca de desarrollo económico, en la medida en que determina la definición de
las ventajas comparativas de los territorios en un nuevo contexto de la sociedad del
conocimiento. Y el quinto impacto, se cifra en los efectos sociales, es decir, en las
externalidades resultado de una mayor cohesión social, un crecimiento del sentimiento
de pertenencia, mejora del orgullo cívico e identificación local. Aspectos que
contribuyen a afianzar una imagen cultural de la región, que la haga deseable para la
atracción de otros habitantes y otros agentes económicos.

2.3 Políticas Públicas

No es posible hablar del desarrollo económico de una comunidad, desconociendo sus


valores, creencias, tradiciones y rituales (capital cultural inmaterial) que lo identifican
como grupo, ni de sus elementos materiales y productos de sus creaciones artísticas y
culturales (capital cultural material) (Espinal, 2006; Herrero 2011); es decir, poner a la
cultura en el centro de los procesos de desarrollo, no solo por el reconocimiento de su
impacto económico, expresados en la contribución al Producto Interno Bruto –PIB–, en
la generación de nuevos empleos directos e indirectos y en las actividades comerciales

4
asociadas a la creación de nuevos mercados (Rausell et al., 2007), sino por, el
reconocimiento de las externalidades positivas del desarrollo cultural que redundan en
el bienestar social (Sinning, 2004).

El reconocimiento de la cultura como capital económico y cultural, obliga a las políticas


públicas a reconocer esta doble dimensión y a estar de acuerdo con la diversidad y la
creatividad cultural de su territorio (Matarasso, 2001). El diseño de los planes de
desarrollo debe ser coordinado entre los diferentes niveles de la administración pública,
además de ser concertados con los diferentes actores sociales: sector privado,
creadores, universidades y comunidad en general. Es entonces a través del diseño y
puesta en marcha de las políticas públicas que los gobiernos locales impulsan los
nuevos procesos productivos, que además de su base territorial, contienen elementos
de identidad, sostenibilidad, competitividad e innovación, permitiendo nuevas
oportunidades en la distribución y consumo de bienes y servicios con identidad cultural
(Gómez, 2015).

El impulso y la regeneración de las ciudades como centros potenciales para el


desarrollo se sustenta, en gran medida, en el desarrollo de sus capacidades creativas
(Florida, 2010) para propiciar entornos capaces de generar y atraer un capital humano
que dé lugar a la creación de comunidades diversas: impulsar la calificación del capital
humano, cuidar y conservar el medio ambiente, invertir en la mejora de infraestructura y
en nuevas tecnologías de información y comunicación, apoyar los procesos de
formación e investigación y desarrollar nuevas capacidades (Aparicia et al., 2012):
“los países desarrollados que ya han incorporado la economía creativa como un plan de
gobierno, han logrado motivar cambios circunstanciales en la economía local, ya que han
permitido generar nuevas políticas pública, crear nuevos empleos, aumentar el consumo
consciente de la cultura y la creatividad en una ciudad, la capacitación de recursos ha permitido
un movimiento continuo y un incremento de la riqueza intangible de cada nación” (Plan
Intersectorial, 20018, 10).

Para abordar el análisis de las políticas públicas partimos de la idea acerca de cómo la
dinámica política y la dinámica estatal han de ser estudiados conjuntamente, esto es,
un enfoque que parta de una mirada sociopolítica e institucional. De acuerdo con
Oszlak y O’Donnell (1995) una política pública puede ser definida como una serie de
decisiones específicas asumidas por las autoridades estatales para enfrentar un asunto
de la agenda pública. Para ello hay que poner en el centro de la escena las relaciones
entre Estado y sociedad, a partir de una reconfiguración de la relación entre lo público,
lo privado y lo político, es decir, la relación entre el Estado y los movimientos sociales
(Schuttenberg y Lozano, 2017) y la participación ciudadana y las políticas públicas
(Pagani, 2017).

3. Transformación de Medellín

5
Medellín 1 es la capital del departamento de Antioquia, localizada en la zona
noroccidental de Colombia, cuenta con una superficie de 380,64 km². Es la segunda
ciudad más grande del país con una población estimada para el 2018 de 2.871.133
habitantes (DANE, 2005). Se le conoce como la “ciudad de la eterna primavera” por la
bondad de su clima y la amabilidad de su gente. Es una ciudad moderna que posee el
único sistema de transporte masivo con un sistema de metro integrado a otras
estrategias (buses, cables, tranvía) en Colombia, y cuenta con importantes desarrollos
en los sectores de servicios e industria.

A comienzos del siglo XX Medellín era conocida como “la ciudad industrial de
Colombia”. Durante las décadas de los años 50 a 70, Medellín experimentó prosperidad
en muchos frentes: nuevas empresas, edificios, bancos, terminales de transporte,
universidades, centros comerciales; siendo pionera en los procesos de industrialización
y desarrollo del país. Esta tendencia entra en crisis desde los años 80, como resultado
de las dinámicas globales y nacionales, pues desde 1950 hasta 1985, cuando la ciudad
recibió una buena parte de los campesinos desplazados por la violencia y el desempleo
en el campo, pero la ciudad no poseía una institucionalidad adecuada para enfrentar la
compleja crisis que se tradujo en una falta de acción estatal clara y coherente (Bravo,
2008). La crisis institucional, tanto local como nacional, se profundizó con la corrupción,
cuando los recursos del narcotráfico penetraron a la sociedad y al Estado, proliferando
varias formas de ilegalidad en las entidades públicas y privadas.

La década de 1980 fue un período en que la inseguridad y el miedo dominaron la


ciudad, como consecuencia de la presencia de estructuras armadas, paramilitares,
guerrilleros y pandillas delincuenciales, quienes concentraron sus acciones para
dominar el territorio. La sociedad tuvo entonces que enfrentar una batalla anti-
subversiva, anti-crimen organizado, anti-mafia, sin tener unas políticas claras y eficaces
de seguridad o de justicia, ni herramientas para hacerlo. Esta situación afectó
fundamentalmente a los sectores pobres y periféricos de la ciudad por la ausencia
institucional, por la débil existencia de equipamientos educativos, culturales, de
recreación y de salud, situación que tuvo impacto muy apreciable en la población joven,
la que se debatía entre la falta de oportunidades y las presiones de los diferentes
cuerpos armados para engrosar sus filas como opción de supervivencia. A finales de
los noventa, el 70% de la población vivía en condiciones de pobreza y en algunas
comunas incluso superaba el 85% (Corporación Región, 2007). En resumen, Medellín
padecía una profunda crisis de gobernabilidad que se manifestaban en comunas y
barrios marginales, empobrecidos, desprovistos de urbanismo, de espacios públicos,
controlados por los actores armados ilegales; una institucionalidad deslegitimada por
las prácticas corruptas y clientelistas y una ciudadanía debilitada (Alcaldía de Medellín,
2004).

De este modo, a comienzos de la década de los años 90, se generó un estigma


internacional de ciudad violenta e insegura al alcanzar en 1991, los 381 homicidios por
cada cien mil habitantes (Personería de Medellín, 2013). Ante esta situación, las

1
Su Área Metropolitana comprende 10 municipios, que agrupan 3,5 millones de personas, el 8,1% de la
población del país, y que aporta el 11% del PIB nacional.

6
fuerzas cívicas de Medellín comenzaron a repensar la compleja problemática.
Innumerables propuestas de grupos culturales, juveniles, de creadores artísticos,
emergieron en los barrios populares con un discurso por la vida y la no violencia, y
comenzaron a incidir en la población joven, que inmersa en estos conflictos, optaron por
una nueva vida como alternativa a la violencia padecida hasta entonces (las escuelas y
bandas de música, el teatro callejero, títeres, los grupos de cultura viva, entre otros),
generando un movimiento de organizaciones sociales como resiliencia 2 , ya que el
Estado no daba respuestas adecuadas y la sociedad impotente.

En esta misma década, en el ámbito nacional se da un proceso de rescate de la


institucionalidad para la construcción de un Estado moderno y un nuevo pacto social,
sellado con la promulgación de la Constitución Política de 1991, que consagra la
descentralización administrativa y fiscal, lo que ha contribuido al cambio fundamental en
el ámbito local al consagrar las herramientas para la gestión y participación ciudadana,
convirtiendo a los municipios en protagonistas del desarrollo al otorgarles mayor
responsabilidad y autonomía. Con esta situación institucional más la resiliencia de la
sociedad civil local, los habitantes de Medellín comenzaron a salir del miedo y el terror,
buscaron nuevos lenguajes y conceptos para entender la realidad, y realizaron
ejercicios para definir un nuevo proyecto de ciudad (Bravo, 2008). Este período se
caracterizó por los esfuerzos realizados por los sectores público y privado para
redireccionar y orientar la ciudad. Se empezaron a llevar a cabo iniciativas culturales,
educativas y sociales concretas para contrarrestar la ola de violencia que existía en los
sectores más vulnerables creando centros de pensamiento sobre la ciudad y en alianza
con las universidades convocaron a seminarios que produjeron e incentivaron
numerosas investigaciones y publicaciones significativas. En estos años, a través de un
considerable número de actores públicos y privados, la ciudad participó en una variedad
de ejercicios de planeación estratégica, apuntándole a una propuesta para una ciudad
incluyente, humanizada, gobernable y emprendedora; siempre pensando en un modelo
de ciudad educada y educadora (Duque, 2015).

En esta época se da inicio a importantes proyectos de transformación urbana y


equipamientos culturales, todavía sin un enfoque integral, siendo los más importantes,
el Sistema de Transporte masivo Metro y la nueva sede del Museo de Antioquia como
elemento estratégico en el plan especial de desarrollo del centro de la ciudad,
consolidando el corredor turístico, comercial y cultural de la calle Carabobo. Así a
finales de la década de los 90, se caracteriza un momento histórico por la suma de
dinámicas, resultado de un proceso que involucra una cantidad de actores
comprometidos con la transformación.

Al inicio del siglo XXI surge el Movimiento Cívico Independiente “Compromiso


Ciudadano”, integrado por líderes de grupos académicos, cívicos, empresarios y
personalidades de la vida pública de la ciudad, quienes tomaron el complicado
escenario anteriormente descrito, como oportunidad política para incluir la cultura en la

2
La resiliencia es un concepto que nace por el interés de identificar y comprender aquellos factores que
facilitan a las personas sobreponerse de manera exitosa a la adversidad y dificultades que se presentan
en sus vidas.

7
agenda del planeamiento y desarrollo de la ciudad en las dos últimas década.
Atendiendo con certeza a que:
“son los políticos quienes deciden sobre los cambios en la sociedad y en la ciudad, ya que
poseen el poder administrativo y burocrático para definir prioridades, tienen presupuestos y
recursos para implementarlas, y poseen autoridades y referentes elegidos democráticamente,
parten desde el inicio por tener una legitimidad y represen desde la cual pueden liderar procesos
de cambio y convocar a diversos sectores de la sociedad para que los acompañen” (Fajardo,
2009, libro: Martin y Corrales).

Este movimiento llegó al gobierno de la ciudad en el año 2004, iniciando con el primer
Plan de Desarrollo llamado “Medellín la más educada” y luego “Medellín es solidaria y
competitiva”, la base de lo que se conoce como el “Modelo Medellín”.

Isabel Duque Franco (2015: 34) indica que en Medellín “el estudio de las políticas
urbanas evidencia que la relación entre cultura y planeamiento ha sido abordada desde
tres enfoques complementarios: cultura ciudadana en términos de formación y
convivencia, la cultura como mecanismo de equidad e inclusión social y la cultura como
estrategia de competitividad urbana”. Enfoques que se expresan en las políticas
públicas que consideran las siguientes áreas de gestión, nombradas como “Medellín la
más educada”, “Arte y cultura ciudadana”, “Seguridad ciudadana y convivencia”,
“Inclusión y equidad”, “Urbanismo social, espacio público y vivienda”, “Competitividad y
cultura del emprendimiento”.

La práctica social y la reflexión pública se establecieron como mecanismos para


construir la coherencia entre la ética y la moral de las personas (comportamiento
individual), la ley como pacto social y la cultural como comportamiento colectivo
(Alcaldía de Medellín, 2004). Así en Medellín comenzó a entenderse la cultura como un
ejercicio permanente de pedagogía ciudadana, enseñando a la comunidad la
autorregulación, el respeto y la solidaridad a través de los encuentros y la iteración con
otros y para esto fue necesaria la construcción de espacios públicos que propiciaran el
uso y disfrute intensivo de la ciudad. Esto se traduce en una intervención integral que
aúna esfuerzos y los coordina de modo coherente, para poder lograr impactos
cualitativamente relevantes y con sostenibilidad. Estas intervenciones logran, a la larga,
disminuir los factores desencadenantes o concomitantes de la violencia y la
deslegitimación estatal.

3.1 Transformación Social

En un primer momento la tradición cultural fue la que enfrentó la ausencia del Estado, al
tiempo que se instauraba en la ciudad el concepto de responsabilidad social
empresarial, esto es, el compromiso de la sociedad civil y de las empresas junto con la
voluntad del Estado para contribuir decididamente a la transformación de la ciudad. Por
ejemplo, no hay que olvidar que en las décadas del 70 y el 80, financiados por el sector
privado, por la textilera más importante, se realizaron las bienales Coltejer e hicieron de
Medellín un referente en el arte en América Latina contemporáneo. Del mismo modo,
otras empresas actúan como mecenas de artistas y creadores, apoyando su trabajo
para acrecentar sus colecciones institucionales.

8
De la misma forma, al tiempo que se hablaba de cultura ciudadana, surgía el urbanismo
social como un enfoque propio de intervención territorial que combinaba la
transformación física, la intervención social, la gestión institucional y la participación
ciudadana (Alcaldía de Medellín, 2008). Dicho enfoque consistía:
“básicamente, en el direccionamiento de grandes inversiones en proyectos urbanísticos puntuales
hacia los sectores populares de la ciudad. Argumentando que la ciudad tiene una deuda histórica
con estos sectores olvidados, se ha apostado a cancelarla mediante la construcción de obras
infraestructurales y arquitectónicas de alta calidad y fuerte impacto tanto estético como social”
(Brand, 2010: 99).

El urbanismo social propició el consumo de bienes y servicios culturales en los sectores


más vulnerables de la sociedad como una forma de inclusión social. Este enfoque
concibe la cultura como un derecho que garantiza la buena calidad de vida y el disfrute
de la ciudad. Por lo tanto, se construían equipamientos para resolver el déficit de
espacios culturales y de encuentro y garantizar el derecho al disfrute de la ciudad de
todos sus habitantes (Duque, 2015). Así, se fue tejiendo el proceso de transformación
de Medellín, gracias a una serie de políticas y programas urbanísticos, educativos,
sociales y culturales altamente innovadores, liderados por los alcaldes de la ciudad
desde el año 2004 resaltando siempre la educación y la cultura como las herramientas
de transformación y reconstrucción de la sociedad. Las escasas cifras de las que se
disponen hoy muestran que más del 60% de los habitantes de la ciudad han visitado,
consideran valiosos y están dispuestos a pagar, por las principales organizaciones
culturales de Medellín como la BPP, los PB, ma y mamm (cifras de la memoria, tesis
profe y ultio de jch)
Con respecto a la participación efectiva de la ciudadanía, de acuerdo con el Informe de Actualización de
Indicadores de Cultura Ciudadana (2017), se encontró que el 26% de la población participó en la
organización de eventos culturales, recreativos y deportivos, siendo esta la principal actividad de
participación.

Para el 2016, 216.040 hogares de la ciudad participaron en al menos una actividad cultural al año.

De acuerdo con los resultados de la Encuesta de Percepción Ciudadana (2016) las actividades culturales a
las que más asistieron los ciudadanos fueron: ir a cine (27%), ir a ferias (26%), leer periódicos y revistas
(20%), leer libros (17%), asistir a conciertos (16%),

El arte y la cultura han sido las formas de resistencia y respuestas de vida con las que
la comunidad ha enfrentado la violencia, y fueron luego reconocidas como estrategias
adecuadas para canalizar la participación de las comunidades, reconstruyendo sus
referentes y su confianza. El impacto de los diferentes programas y actividades
artísticas y culturales se evidencian entre otras, en la disminución de la tasa de
criminalidad, que en el año 1991 fue de 381 por cien mil habitantes y empieza a
disminuir con algunas variaciones hasta el 2017 cuando se registra una tasa de 23 por
cien mil habitantes, como se observa en la Gráfica 1.

Gráfica 1. Tasa de Homicidios por 100 mil habitantes

9
Fuente: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín, en base a la Encuesta de Calidad de
Vida, 2017

Además de la reducción real en el número de homicidios, los informes de las Encuestas


de Percepción Ciudadana 3 muestran que en los últimos años los habitantes de la
ciudad declaran sentir una mejor condición de seguridad en sus barrios. La Gráfica 2
muestra que en promedio, el 70% de las personas que participaron en estas encuestas,
se sienten seguras en los lugares donde residen. Ello refleja, también, como el Estado
va retomando el control del territorio urbano y logra aceptación institucional y
credibilidad como resultado de sus acciones.

Gráfica 2. Percepción ciudadana sobre la seguridad en su barrio

3
Realizadas desde el 2006 por el Programa Medellín Cómo Vamos, el cual tiene como objetivo evaluar,
desde la ciudadanía, los cambios en la calidad de vida de Medellín.

10
Fuente: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín, en base a la Encuesta de Percepción
Ciudadana, 2017

La magnitud del impacto de las diferentes políticas municipales sobre la transformación


de Medellín se evidencia y se expresa con la tendencia creciente del Índice
Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV) 4. Una red de organizaciones sociales y
barriales de apoyo sumadas a un buen gobierno es la fórmula para lograr tales
resultados como se muestran en la Gráfica 3. La obtención de la mejora en estos
indicadores de calidad de vida5 demuestran que la sociedad es cada vez más justa,
menos violenta y con ciudadanos más solidarios.

Gráfica 3. Evolución IMCV Medellín

4
El IMCV surge como una iniciativa para comprender el avance en las condiciones de vida y desarrollo
humano de los Medellinenses; permitiendo entender que factores inciden en que un ciudadano tenga un
alto (o bajo) valor en sus dimensiones de bienestar, y de esta forma definir medidas de política pública
para la corrección de posibles desequilibrios. El IMCV para Medellín incorpora 15 dimensiones: entorno
de la vivienda, servicios públicos, medio ambiente, escolaridad, desescolarización, movilidad, capital
físico, participación, libertad y seguridad, vulnerabilidad, salud, trabajo, recreación, percepción de la
calidad de vida e ingreso per –cápita–. Para su lectura, este tiene valores de 0 a 100, siendo 100 el
máximo nivel de condiciones de vida (Informe de Calidad de Vida, 2017).
5
La preocupación por la construcción de indicadores de calidad de vida en Medellín es reciente, solo a
partir de 2004 aparecen los primeros índices de calidad de vida y desarrollo humano pero de forma
independiente. Desde 2010 se adopta una metodología coherente y robusta sobre los aspectos
fundamentales de medición del bienestar.

11
Fuente: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín, en base a la Encuesta de Calidad de
Vida, 2017

Estos resultados son las consecuencias de los diferentes programas consignados en


los dos planes de desarrollo de cultural de la ciudad. En 1990 Medellín formuló el Plan
de Cultura “Una afirmación de la vida y de la creatividad”, que fue el primer plan de esta
categoría en una ciudad colombiana y cuyo principal objetivo fue “abordar la planeación
de la ciudad desde una perspectiva cultural y presentar instrumentos que coadyuvan a
consolidar la acción cultural como factor estructurante y prioritario del orden social en
una ciudad que se debate entre las imágenes de la vida y las imágenes de crueldad”.
Este plan tuvo como antecedente las Bases para el Plan de Desarrollo Cultural, que
formuló la Gobernación de Antioquia en 1986, y que abrieron el horizonte en el que la
planeación cultural empezó a tener una significación preponderante en los procesos de
desarrollo cultural en el país.

En 2001 por mandato de la Constitución Política se formuló el Plan Nacional de Cultura


2001–2010 “Hacia una ciudadanía democrática cultural”. Posteriormente, el Plan de
Desarrollo Cultural de Medellín 2011–2020 se da con el objetivo de “promover y
consolidar a Medellín como un espacio cultural abierto al mundo, equitativo, incluyente,
deliberativo y diverso que promueve la implementación de políticas culturales
participativas al servicio de la consolidación de la ciudadanía cultural” (Alcaldía de
Medellín y Universidad de Antioquia, 2011: 62). Busca la democratización de la
producción y el consumo cultural, ofreciendo condiciones para que los habitantes de la
ciudad puedan “crear, difundir y hacer circular sus producciones culturales” y al mismo
tiempo acceder a la oferta de bienes y servicios culturales 6. Este plan apuesta a la
6
Para democratizar el acceso a la cultura y crear espacios públicos, desde la Alcaldía se ha establecido
como política subsidiar el ingreso gratuito para varios museos y centros culturales de la ciudad, en otros
espacios para niños menores de 12 años, adultos mayores y en general personas de los estratos socio
económicos más bajos. Esta iniciativa, que había sido implementada desde 2005 por el Museo de
Antioquia, supuso un incremento del 1000% en la cantidad de visitantes del museo (Alcaldía de Medellín
y BID, 2009).

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inserción de Medellín en la economía de la cultura mundial, vinculando el sector cultural
con otros procesos de internacionalización de la ciudad como el turismo de negocios y
las ferias y convenciones 7 , lo que generaría recursos para la inversión en cultura
(Alcaldía de Medellín y Universidad de Antioquia, 2011). Estos planes reconocen los
cambios socioeconómicos de la ciudad y la región, que pasa de tener un modelo
industrial a una ciudad basada en servicios y turismo, gracias a la recuperación de la
imagen internacional de la ciudad y el país.

Al revisar los Informes de Gestión de las últimas administraciones municipales, se


encuentra que de 2004 a 2015, la inversión en cultura aumentó en 121%, estos dineros
fueron destinados al desarrollo de proyectos y programas culturales incrementando la
oferta cultural y los estímulos para los creadores (ver Gráfica 4).

Gráfica 4. Inversión en Cultura

Fuente: Elaboración propia basado en los Informes de Gestión de la Alcaldía de Medellín

Como consecuencia de esta inversión, en promedio el 80% de los habitantes de la


ciudad manifestaron estar satisfechos con la oferta cultural entre 2006 y 2017 (Medellín
cómo vamos, en línea).

La Secretaría de Cultura Ciudadana es la encargada de la formulación, implementación


y gestión de la política cultural, por lo tanto de ejecutar estas inversiones, según la
Encuesta de Percepción Ciudadana de 2014 el 81% de la población manifestó tener
una imagen favorable de esta entidad de la administración pública.

7
Ferias Anuales de Colombiamoda, Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo en el 2009, IX
Juegos Suramericanos en el 2010, VII Foro Urbano Mundial a realizarse en el 2014, entre otros.

13
3.2 Transformación de la gestión de la Educación

El elemento central de la transformación social y urbana de Medellín basado en la


cultura, se centró en la transformación de la gestión de la educación. La optimización de
los recursos financieros provenientes de la descentralización de la educación prevista
en la nueva Constitución Política de 1991, sumado a los recursos de la ciudad, se
inviertieron en la modernización de la infraestructura del sector educativo y en la
construcción de nuevos espacios para la cultura, el arte, la ciencia y la investigación,
tales como: diez Parques Biblioteca8 y doce Unidades de Vida Articuladas9 (UVA); el
Parque de la Ciencia y Tecnología Explora, el Parque de Emprendimiento y Desarrollo
del Centro Cultural de Moravia, tanto nuevas instalaciones físicas como la
reconceptualización de su rol en la cultura de la ciudad, como la aparición de nuevos
espacios como el Museo de la Memoria, consolidó a Medellín como una ciudad
educadora. El presupuesto de Educación de la ciudad llegó al 40%, cifra de las más
altas en Latinoamérica (Fajardo, 2008).

A este propósito se sumaron las universidades, colegios privados y ONG´s, en definitiva


todos los sectores de la sociedad señalaron, participaron y estuvieron de acuerdo en
que el motor de transformación de la ciudad fuera la educación desde la primera
infancia hasta la universidad. Se emprendió un ambicioso plan para los maestros, para
potenciar su talento y conocimiento en las diferentes pedagogías y áreas del
conocimiento y se puso en marcha un programa de acceso a la educación superior con
ampliación de cupos, orientación profesional y becas para incrementar el paso a este
nivel de formación. En la Gráfica 5 se evidencia que los ciudadanos de Medellín tienen
un nivel alto de satisfacción con los programas de Educación de la ciudad, este
indicador se ha mantenido en un nivel promedio del 80%.

Gráfica 5. Nivel de satisfacción con la Educación

8
Los Parques Biblioteca son entendidos como un centro de desarrollo cultural, que trasciende el
concepto tradicional de la Biblioteca, que constituyen el eje central del Sistema de Bibliotecas Públicas de
Medellín conformados además por: la Biblioteca Pública Piloto para América Latina y sus filiales, las
Bibliotecas de Proximidad y los Centros de Documentación.
9
Creadas por la Administración Municipal con el objetivo de desarrollar espacios dinamizadores de
cultura, recreación y esparcimiento, ubicados en los barrios de niveles económicos más bajos con el
criterio de inclusión y equidad.

14
Fuente: Departamento Administrativo de Planeación de Medellín, en base a la Encuesta de Percepción
Ciudadana, 2017

3.3 Transformación urbanística

En Medellín, las diferentes formas de abordar la cultura, acorde con los diagnósticos y
soluciones locales con su resonancia con tendencias globales, se han traducido en
intervenciones urbanísticas desarrolladas en las zonas periféricas de la ciudad,
construyendo nuevos espacios públicos y equipamientos culturales, considerados de
calidad en términos de diseño y oferta de servicios, que se han convertido en los
nuevos símbolos de la ciudad, constituyéndose en su nueva imagen, los más
significativos son los Parques Biblioteca y el Centro de Desarrollo Cultural Moravia.

Los Parques Biblioteca construidos en zonas que han estado marginadas del
planteamiento urbano y el Centro de Desarrollo Cultural Moravia, ubicado en el barrio
de mayor densidad poblacional de la ciudad; sin servicios de educación, de salud ni
culturales, fue el antiguo basurero de Medellín, donde se instalaron inmigrantes pobres,
territorio de guerra, con índices altos de necesidades básicas insatisfechas. Este centro
se ha convertido hoy en un referente de gestión cultural pero sobretodo de integración
social. De esta manera el gobierno de la ciudad enfrenta las tensiones sociales con
proyectos estratégicos que inviten a la comunidad a disfrutar de los espacios públicos
para el consumo cultural, el entretenimiento y su educación. De modo paralelo, estos
espacios dignifican y crean lazos de pertenencia a los pobladores.

Estos nuevos equipamientos culturales, instalados en las zonas más vulnerables de la


ciudad aparecen como una forma de hacer justicia social (Alcaldía de Medellín y BID,
2009). Además de estos nuevos equipamientos, se pusieron en marcha las líneas del
Metrocable, las rutas Integradas de buses, el Metroplus, el tranvía y las escaleras
eléctricas ubicadas en la vía pública que beneficia a más de doce mil personas y que es
la primera en su estilo en el mundo, consolidando el Sistema Integrado de Transporte

15
Público de la ciudad. Para mejorar las condiciones sociales y ambientales en los barrios
periféricos se desarrollaron los Proyectos Urbanos Integrales (PIU) interviniendo las
mallas viales y espacios recreativos, cobertura de quebradas y cauces de aguas,
puentes que salvan accidentes geográficos entre los barrios de la ciudad.

3.4 Reconocimientos de la Transformación

La Medellín del siglo XX no existe más: gracias a una serie de políticas y programas
educativos y culturales, se ha logrado una transformación urbanística y social, liderada
por el gobierno local y con el apoyo de todos los sectores de la sociedad. Estos
cambios le han merecido a la ciudad reconocimiento de diferentes organizaciones
internacionales, entre las que se encuentran (ver Tabla 1):

Tabla 1. Reconocimientos Internacionales de Medellín


Año Premio
2000 Premio internacional Dubai / ONU-HABITAT por Mejores Prácticas
2007 Premio Global Knowledgde Partnership para la Red de Bibliotecas Públicas.
Premio HOLCIM a la mejor obra iberoamericana de arquitectura y urbanismo por la
2008 Biblioteca España
Primer lugar en la XVI bienal panamericana de Quito por el proyecto urbano integral
2009 City to City Barcelona FAD Award por el modelo de gestión “Medellín la más educada”
Premio como la Ciudad más Innovadora; reconocimiento otorgado por el Wall Street
2013
Journal y el Urban Land Institute
Red de Ciudades Creativas y Musicales de la UNESCO por su política cultural de Red de
2015
Escuelas de Música
Premio Lee Kuan Yew World City Prize por su apuesta urbanística sostenible e
2016
innovadora
Premio al mejor destino turístico de Sur América Traveller´s Choice otorgado por
2018
TripAdvisor
Fuente: Elaboración propia.

Estos reconocimientos no sólo afianzan y validan un modelo de intervención y


coordinación de acciones de diversas agencias, sino que plantean nuevos retos:
consolidación, afianzamiento, apropiación sostenible, creación de metodologías y de
medición y evaluación de acciones de modo más certero y adecuado.

También, importantes publicaciones internacionales han hecho reconocimientos


explícitos en sus publicaciones a la transformación de Medellín, como son Habitare en
Italia, Architekturell, New York Times, El País, el Washington Post, entre otros.

4. Conclusiones

La transformación de Medellín respondió a una agenda de trabajo alcanzable


sustentada con una visión estratégica, esfuerzo compartido y capacidad de gestión. La
innovación institucional, la voluntad colectiva y el compromiso ciudadano, surgen como

16
una fórmula magistral para superar dificultades, creando soluciones innovadoras para
contextos locales específicos. A partir de una concepción del territorio ligada a las
necesidades de sus habitantes, se sumaron las energías necesarias para poner en
marcha una importante transformación urbana que incluyó en primer lugar el sistema
educativo y de cultura, como las bibliotecas y los parques culturales, los museos, el
espacio público, los medios de transporte y el emprendimiento comunitario; en
resumen, la apuesta por la modernidad pero desde una clara y decidida identidad
cultural. Esto implicó desde el sector público, un estilo de gobierno abierto y
transparente, haciendo alianzas estratégicas con la sociedad civil y el sector privado.

La cultura y la educación se presentan como elementos fundamentales en la


planificación del desarrollo, tanto por los efectos económicos que pueden generar en
términos de empleo, ingresos, producción, entre otros; como por ser instrumentos útiles
y eficaces para el fortalecimiento de la independencia, la soberanía y la identidad. De
esta forma la cultura y la educación aparecen como respuesta a unos contextos críticos
en materia de seguridad y convivencia, de exclusión y gobernabilidad que vivía Medellín
a finales del siglo XX.

En el desarrollo de los diferentes planes y programas culturales de Medellín se asume


la cultura como un derecho ciudadano, un mecanismo de inclusión social y un
instrumento económico en la medida en que le da competitividad a muchos
emprendimientos creativos y proyecta a la ciudad a nivel internacional, propiciando la
inserción de esta en la red de la economía global. La transformación física, social y
cultural de Medellín es un punto de referencia, que le ha hecho merecedora a nueve
premios y reconocimientos en la última década.

El objetivo de este trabajo fue hacer una revisión, a la luz de los conceptos del
desarrollo, de las transformaciones sociales y urbanísticas que se han dado en Medellín
como resultado de la puesta en marcha de políticas públicas centradas en la cultura y la
educación. Se evidenció que en lo que ha corrido del siglo XXI los índices de
criminalidad bajaron en tanto xx%, el 80% de los habitantes manifiestan estar
satisfechos con la calidad de la educación que tienen y con la oferta cultural. El 70% se
sienten seguros en su entorno inmediato y en la relación con los otros ciudadanos. Tal
vez el indicador más revelador es la tendencia creciente en la transformación de la
ciudad nos lo da el IMCV, la medida más completa del bienestar social.

Aunque es indiscutible la transformación social y urbanística que ha tenido Medellín, se


evidencia la ausencia de metodologías coherentes, de datos y de modelos de
seguimiento y evaluación sistemática de las acciones implementadas por los gobiernos
locales con este objetivo; no existen datos que nos permitan comparar a Medellín entre
los siglos XX y XXI y tener una mejor medición de los efectos que ha generado la
implementación de políticas basadas en las dimensiones del desarrollo: paz, economía,
medio ambiente, sociedad y democracia. Parte de la tarea pendiente es levantar datos
y construir indicadores que permitan la evaluación económica de los proyectos de
ciudadanía y desarrollo de la ciudad, complementando los indicadores objetivos y
subjetivos que se han venido construyendo en los últimos años y que se reportan en los
informes de Calidad de Vida y en la Encuesta de Percepción Ciudadana. Se espera que

17
el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), ofrezca al Estado y a
los investigadores datos de la ciudad sobre economía, cultura, medio ambiente,
inclusión Medellín, pues estos se encuentran en agregados regionales.

Definitivamente, Medellín es una ciudad de gente emprendedora y creativa de


ciudadanos capaces de enfrentar los más complejos retos y de sobreponerse una y otra
vez a múltiples adversidades. Ese gran capital humano que hoy forma parte de
colectivos, organizaciones sociales, universidades, empresas privadas y el sector
público, son la base y la materia prima que brindan a la ciudad condiciones propicias
para emprender desarrollos resilientes.

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