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Río Chico:
la huella en el tiempo
Jesús (Chucho) García
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Cuadernos de Historia Regional 15
Presentación
Todos los pueblos, por pequeños que sean, tienen su historia. De ella aprenden
a conocer mejor de donde vienen, y de ella obtienen la fuerza necesaria para en-
frentar con más vitalidad su futuro.
Conocer la historia de nuestro país, aprender la historia de nuestro estado y que
cada pueblo perciba los hechos históricos que le han dado estructura, es una tarea
primordial para revitalizar la memoria colectiva.
El programa Historia de Nuestra Identidad Regional intenta darle respuesta al
proceso de desintegración que están sufriendo nuestras poblaciones, y tiene como
objetivo central proporcionar a nuestro jóvenes y niños una herramienta que los
motive a continuar en la búsqueda de sus propias raíces.
Nuestra historia es lo que nos hace un pueblo con ideales y objetivos comunes.
Revalorizar aquello que nos es común, revitalizar lo que es capaz de despertar un
orgullo y una emoción colectiva: NUESTRA HISTORIA, es el motivo central
de este programa.
Pilarica Romero
(Reproducción del texto original en su primera edición)
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Al lector
El silencio ha sido manto que nos ha llevado a la historia como seres anónimos,
sin existencia propia… Aparecemos en los libros como hombres sin rostros, sin
destino, sin pasado.
Ya no es posible ocultar nuestra presencia, más allá de la denominación etérea
de pueblo o del punto imperceptible en el mapa.
Nuestro pueblo, nuestra gente toma, con la pluma en las manos, su destino
para arrojar luz sobre el camino. Para exaltar nuestros propios héroes, nuestras
diarias batallas, nuestros consumados logros.
Esto requiere de un esfuerzo, de una voluntad superior. Asumir la palabra no es
fácil y no está exenta de tropiezos; pero tenemos que tomar el espacio y recuperar
el tiempo perdido.
En un esfuerzo colectivo de años, las comunidades del estado Miranda hemos
expuesto en diversos escenarios la necesidad de asumir la historia como el patri-
monio esencial que puede alimentar nuestra identidad.
En la memoria de nuestros queridos viejos, en los amarillentos y apolillados
papeles archivados en estantes olvidados, en nuestro diario discurrir está nuestra
historia; todos tenemos la posibilidad de atraparla, a todos nos pertenece.
Hoy presentamos una colección de cuadernos elaborados en las comunidades
mirandinas al calor del trabajo cultural, de sus promotores, sus creadores, sus
cronistas, en los centros de investigación; con la contribución de un equipo de
especialistas, para retomar el camino de la historia y dárselo a nuestros niños y
jóvenes mirandinos en un lenguaje especial.
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Transmitiendo las verdades que tenemos a la mano, las que conocemos, a riesgo
que el futuro nos la corrija, pues de esto se trata: afrontar el reto, aunque algunos
lo hayan rehuido para acechar en las sombras.
Estas páginas muestran ese transcurrir sin atraparlo definitivamente. Corre-
sponde a todos los mirandinos: los padres, maestros e investigadores asumir el
reto con dignidad para preservar nuestra identidad y nuestra patria. Este camino
sólo es transitable si reconocemos al pueblo su labor y permanencia, en oposición
a las manipulaciones utilitarias y efímeras.
José Tomás Ponce Longa
Coordinador de Investigación
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El pasado indígena
Gran parte de los que hoy conocemos como Municipio Autónomo Páez lo
habitaron hombre y mujeres que pertenecían a la civilización tomuza, quienes
fueron los primeros habitantes de estas tierras. Los tomuzas eran una gran
comunidad que tenían relación familiar con otra gran civilización indígena
caribeña, los cuales habitaban la llanura de Barcelona, y cuya lengua era hablada
por los indígenas píritu, pertenecientes todos al área cultural caribe. Los tomuzas
ocupaban los valles de Cúpira, las cabecera del río Chupaquire debido a lo fértil
y ameno de sus tierras. También extendían por toda la costa, desde Unare hasta
la gran laguna de Tacarigua y se adentraban en la llanura de Barlovento hasta los
límites montañosos con el Tuy y Rio Grande.
Según el antropólogo Miguel Acosto Saignes, los indígenas de estos valles
cultivaban tres o cuatro variedades de maíz, yuca, batatas, auyamas, frijoles,
ocumo, mapuey. También algunas raíces llamadas manique y jeriguare.
Además cultivaban curagua, jobos, guayabas, raíces, a través de un rico proceso
de transformación, elaboraban productos para utilizarlos en la vida diaria. De los
frutos del totumo obtenían las taparas para sus bebidas y hábitos alimenticios;
de la planta de curagua y de la ceiba fabricaban sus canoas como medio de
transporte fluvial y marítimo. Del maguey obtenían fibras para elaborar cuerdas
y bohíos; la planta llamada guarema, cuyas hojas soltaban el pan de palo o cazabe,
la cultivaban intensamente, así como el maíz, para extraer de ambos bebidas
alcohólicas. Cultivaban y utilizaban el tabaco por usos medicinales, así como el
guayabo para los trastornos digestivos.
Los cronistas españoles que estuvieron por estas tierras, a finales del siglo XVII,
consideraron que el conuco era el método más eficaz para explotar el suelo, pues
no araban ni cultivaban la tierra, sino que la rozaban y la quemaban y al llegar
después las lluvias y estando la tierra blanda procedían a sus diversos cultivos.
Todas estas características nos indican que los tomuzas tenían un grado de
desarrollo socioeconómico que le permitía convivir con la naturaleza de una
forma armónica y comunitaria.
La civilización tomuza practicaba el trabajo colectivo como norma social para
El pasado indígena 7
la preparación de los conucos, la construcción de las casas, de las embarcaciones;
para la defensa contra los peligros que amenazaban a la comunidad, así como
también para la pesca, la caza y el comercio de algunos productos de subsistencia
con otras comunidades hermanas como los píritu, los guaribe y los cumanagotos.
Sus casas estaban distribuidas en forma dispersa en pequeños aglomeraciones.
La organización social de los tomuzas tenían características de familia extendida;
es decir, se trataba de formas de convivencia donde una pareja de cónyuges
mayores compartían con los hijos y los nietos y sus descendientes.
Tenían un amplio conocimiento del hilado, el tejido y la cerámica; prueba de
ello está en las hamacas y los guayucos que pintaban con guarema.
Recientemente se realizaron excavaciones arqueológicas en las cercanías del rio
Cúpira y se consiguieron restos de cerámicas construidas por los tomuzas.
Con estos argumentos podemos afirmar que los tomuzas poblaron todo el área
geográfica del Municipio José Antonio Páez.
Tiempo de conquista 9
El procedimiento violento de la conquista siempre fue repelido por la resistencia
de los tomuzas, y quienes defendían dignamente su modo de vida, su cultura y
su espacio libertario.
Garci González
Río Chupaquire
De Chupaquire a Cúpira 11
De Panaquire al Guapo
Para las tres primeras décadas del siglo XVIII, en Barlovento se habían iniciado
la fundación de otros pueblos, tales como Caucagua, Curiepe y Panaquire.
Panaquire, cuyo nombre deriva del verbo ipanaquiry que en la lengua
cumanagoto significa orejas, fue un punto geográfico importante para avanzar
hacia la región nororiental del país.
Este pueblo había sido fundado por el isleño Juan Francisco de León, quien más
tarde conduciría la rebelión antimonopólica contra la Compañía Guipuzcoana,
liderizando a los hacendados de Barlovento, Caracas y los valles de Aragua.
Fue Juan Francisco de León quien descubrió, recorrió y examino unas tierras
realengas en el valle y río que llaman El Guapo.
Pretendían los isleños recibir estas tierras para su explotación agrícola. Esta
petición la hicieron en 1748, pero no se concreta de inmediato debido a la
rebelión que estalla en Panaquire en 1749.
No obstante, en 1775 don Nicolás de León, hijo de Juan Francisco de León,
realizaría la empresa de fundación, para 1748, El Guapo tenía numerosas
haciendas de cacao, que producían para ese año dos mil fanegas, donde cada
millar de matas de cacao dejaba alrededor de treinta fanegas de cacao. Pero
además de cacao, en El Guapo se producían plátanos, yuca, ñames, frijoles, caña
dulce de buena calidad, maíz, algodón y todo cuanto se sembraba.
Contaba este pueblo en 1784 con 488 almas entre blancos, negros, mulatos,
esclavos, libres hombres y mujeres de todas las clases.
El proceso fundacional de El Guapo por los isleños que Vivian en Panaquiere
fue el segundo paso importante para la ocupación del espacio que más tarde se
llamara Río Chico.
Río Panaquire
Fuentes Bibliográficas 35
Contenido
Pág.
Presentación 4
Al lector 5
El pasado indígena 7
Tiempo de conquista 9
De Chupaquire a Cúpira 11
De Panaquire al Guapo 12
Periodismo cultural 32
Fuentes bibliográficas 35
La Gobernación del estado Miranda, convencida de que la difusión de la Historia de
las regiones mirandinas favorece la valoración y el rescate de los elementos socioculturales
que identifican y conforman la región, así como la ubicación de la presencia regional en el
pasado, en el presente y dentro del contexto nacional y la construcción de un bosquejo de
identidad regional con los elementos significativos que la delimitan (economía, política,
sociedad y cultura), decide publicar, a través de la Fundación Fondo Editorial “Simón
Rodríguez” y el Instituto Autónomo de Bibliotecas e Información de Miranda, la segunda
edición de la colección Cuadernos de Historia Regional.
Es así como Fundación Fondo Editorial “Simón Rodríguez”, en su interés por difundir
las creaciones referidas a la tradición mirandina, integra la antigua colección Cuadernos
de Historia Regional a la colección Identidad.