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LAS IGLESIAS LOCALES DEBEN MULTIPLICARSE

Hechos 6:7; 12:24.

INTRODUCCIÓN: Muy buen día a cada uno de ustedes amados pastores, licenciados predicadores,
candidatos al ministerio pastoral, ancianos de iglesia, representantes de uniones y
congregaciones. A propósito de nuestro ya conocido “Proyecto 10”, voy a compartirles el
siguiente breve mensaje que he titulado: LAS IGLESIAS LOCALES DEBEN MULTIPLICARSE. La idea
de multiplicación la estoy tomando especialmente de dos versículos del libro de los Hechos de los
Apóstoles. El primero tiene su contexto después de que fueron electos los primeros diáconos en
la iglesia de Jerusalén. Luego de organizar el trabajo que a estos oficiales les correspondía, dice la
historia: “y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba
grandemente en Jerusalén” (Hechos 6:7). La realidad de la multiplicación de los discípulos indica
que la iglesia crecía no sumando uno más de vez en cuando sino en cantidades mayores a un ritmo
no esporádico sino constante. El segundo texto tiene su contexto tras la muerte del Herodes que
mató al apóstol Jacobo, y encarceló al apóstol Pedro, y “hecho mano a algunos de la iglesia para
maltratarles” (Cf. Hechos 12:1-3). Luego de todo esto dice la historia de esa época: “Pero la
palabra del Señor crecía y se multiplicaba” (Hechos 12:24). Otra vez, se habla de un crecimiento
no al ritmo de suma sino de multiplicación. Esta multiplicación se estaba dando como un proceso
natural y necesario para el extendimiento del evangelio de Jesucristo. De la misma manera, sigue
siendo necesario que los discípulos e iglesias locales entremos en un proceso de multiplicación.

Voy a compartirles algunas breves reflexiones con respecto a la necesidad que tienen nuestras
iglesias locales de multiplicarse, o sea, que a partir de una iglesia, muy pronto debe haber otra
iglesia u otras iglesias nuevas con una formación sana y con visión de crecimiento y multiplicación.

La primera reflexión con respecto a que las iglesias locales deben multiplicarse, es que:

I.- MULTIPLICARSE ES UNA FUNCIÓN.

Incluso antes de que Dios creara al ser humano, luego de haber creado otros seres vivos de la
naturaleza, “Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares,
y multiplíquense las aves en la tierra” (Génesis 1:22). Cuando Dios creó a los seres humanos, dice
el autor del Génesis que “los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra,…”(Génesis 1:28). Los científicos de la actualidad, incluso sostienen que el universo está
creciendo aceleradamente cada día, como una función propia que recibió desde su creación.

Cuando leemos en el libro de los Hechos de los apóstoles que “el Señor añadía cada día a la
iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47b); que “en aquellos días, como creciera el
número de los discípulos” (Hechos 6:1); que “los que creían en el Señor aumentaban más, gran
número así de hombres como de mujeres” (Hechos 5:14); y que “las iglesias eran confirmadas en
la fe, y aumentaban en número cada día” (Hechos 16:5); deducimos sin temor a equivocarnos
que aún antes de la creación cuando Dios planeó la creación de cada iglesia local la diseñó con la
función de multiplicarse, y que también la bendijo para esa función tal como lo hizo con la
naturaleza y con la raza humana. Así que multiplicarse como iglesia es una función natural que
debe darse en toda iglesia local en cualquier lugar del mundo.
Otro aspecto que nos indica que Dios diseñó su iglesia para multiplicarse es cuando vemos que
Jesús comenzó con un grupo de doce discípulos (Mateo 10:1-5), luego ya tenía un grupo de 70
apóstoles (Lucas 10:1,17), luego en el día de Pentecostés se reunía un grupo de 120 (Cf. Hechos
1:15), muy pronto Jesús se aparece ante un grupo de 500 discípulos (1 Corintios 15:6), luego
sabemos que tras una primera predicación del apóstol Pedro hubo una conversión de 3,000
personas (Hechos 2:41), y muy pronto solo el número de varones convertidos rebasaba los 5,000
(Hechos 4:4). Esto es sin duda porque Dios le dio a su iglesia la función no de estancamiento sino
de multiplicación.

La segunda reflexión con respecto a que las iglesias locales deben multiplicarse, es que:

II.- MULTIPLICARSE EVITA LA EXTINCIÓN.

¿Saben que puede suceder cuando cualquier especia animal o humana deja de reproducirse? De
las cinco etnias nativas de Baja California, todavía existe la etnia nativa de los Kiliwas, que hace
unos años hicieron un pacto de muerte para extinguirse como etnia. Su razón es porque están
cansados de las injusticias históricas, principalmente el despojo de sus tierras, de que han sido
objeto, y la indiferencia gubernamental. De acuerdo al Sistema Nacional de Indicadores sobre la
Población Indígena de México en el año 2000 solo quedaban 80 kiliwas de los cuales 75 de ellos ya
eran mayores de 70 años de edad. Solo 5 eran jóvenes. En el año 2006 sólo quedan 54 personas
pertenecientes a esta etnia[1]. En la actualidad no tengo los datos precisos de cuántos kiliwas
quedan en Baja California, si del 2000 al 2006 murieron 26 de ellos, del 2006 al 2016 han de
quedar muy pocos de ellos, lo que deja claro que cuando se deja de reproducir, cualquier ser u
organismo vivo, inevitablemente avanza hacia la extinción.

Lo mismo puede ocurrir a una iglesia local en la actualidad. En realidad, hay iglesias que están
muriendo, líderes o discípulos que no se están multiplicando, lo que indica que tales iglesias van
hacia la extinción. Espero que sea una equivocación lo que una vez escuché de que un sociólogo
diagnosticó que la Iglesia Nacional Presbiteriana se está autoperfilando a extinguirse para el año
2050. Eso podría suceder si las iglesias presbiterianas locales se dejan de reproducirse, por eso no
en vano hemos adoptado la visión de “SER o TENER IGLESIAS CAPACES DE MULTIPLICARSE”. La
voluntad de Dios es que su iglesia se multiplique en todas sus facetas. Los discípulos se tienen que
multiplicar, los líderes se tienen que multiplicar, y las iglesias también se tienen que multiplicar (Cf.
Mateo 28:19-20; 2 Timoteo 2:2).

La tercera reflexión con respecto a que las iglesias locales deben multiplicarse, es que:

III.- MULTIPLICARSE SIGNIFICA SOLUCIÓN.

Ayer platicaba con uno de nuestros consiervos que luego de haberse casado, decidieron no tener
hijos sino hasta 6 años después. Durante esos años, la gente todo el tiempo les bromeaba ¿y
ustedes cuándo? Sus propios familiares les decían lo mismo cada vez que tenían la
oportunidad. Esa presión social o cultural, crea de alguna manera alguna tensión en la
pareja. Imagínese también las tensiones que vive una pareja que por alguna razón no pueden
tener ni un solo hijo. Ya sea de manera externa o aún de manera personal o como pareja, se
genera conflictos sicológicos en la pareja. Pero, ¿qué pasa si la pareja se somete a un proceso de
tratamiento de fertilidad, y hay éxito en este proceso? La pareja se siente satisfecha y realizada, al
mismo tiempo que desaparecen sus tensiones propias de su incapacidad de procrear.

En el ámbito de la iglesia local, una iglesia que no se multiplica e incluso se estanca en su


crecimiento, no es una iglesia sana. No importa si es una iglesia, congregación o centro misionero,
sino tiene visión y proyecto de crecimiento y multiplicación, constantemente se hace evidente que
lo único que impera en su interior son los conflictos. Surge en su interior grupos que se tratan
antagónicamente, porque no están pensando en una visión de crecimiento, mucho menos de
multiplicación. Sin embargo, si hubiese un proyecto que todos tengan en común, y enfoquen sus
esfuerzos en ello, dejarían de enfrascarse en sus conflictos y diferencias personales o
grupales. Por eso digo que multiplicarse es una solución.

La cuarta reflexión con respecto a que las iglesias locales deben multiplicarse, es que:

IV.- MULTIPLICARSE IMPLICA PROCLAMACIÓN.

Hace 24 años, desde el año 1992 que conocí por primera vez la estadística de que como iglesia
presbiteriana solamente tenemos presencia en 69 de los 106 municipios de nuestro estado de
Yucatán. Pero ya hace más de 24 años que la iglesia presbiteriana dejó de multiplicarse en el resto
de nuestro estado, a pesar de que en la actualidad somos 5 presbiterios los que la
representamos. Me parece que en Yucatán solamente hubo un período activo de multiplicación
de nuestras iglesias presbiterianas que van desde los años 1887 cuando el Rev. Maxwell Philips
llegó a Yucatán[2], hasta 1947 año en que se constituyó nuestra R. Asamblea General, y nos
independizamos de los misioneros americanos. Desde entonces las iglesias presbiterianas locales
en Yucatán seguimos presentes solamente en 69 municipios, y a la fecha llevamos 69 años sin
alcanzar los otros 37 municipios. Claro que no negaremos que en algunas comisarías de esos 37
municipios hay por lo menos un centro misionero o una congregación, incluso alguna ha de tener
una iglesia, pero en sus cabeceras municipales que tienen una mayor población con las que se
puede trabajar, todavía no hemos llegado. ¿Se imagina usted cómo sería la iluminación nocturna
de nuestras calles si pusiéramos un poste con luz cada 3, 4, o 5 calles? Dejaremos grandes
intervalos de distancia en la obscuridad; pues nuestra falta de proclamación que frena nuestra
multiplicación, es como si tuviéramos un poste de luz del evangelio cada dos o tres municipios, lo
cual no es un buen indicador de multiplicación en nuestra labor como iglesias
presbiterianas. Todo lo anterior indica que llevamos 69 años de atraso en la proclamación del
evangelio de Jesucristo con visión de multiplicarnos para la gloria de Dios. Ya es tiempo de tener
iglesias capaces de multiplicarse, y eso sucederá solamente cuando aumente nuestra labor de
proclamación del evangelio fuera de nuestras comunidades.

En los dos textos que utilicé al principio de esta serie de reflexiones, antes de explicar que había
una multiplicación de discípulos y de iglesias, primero decía que “crecía la palabra del Señor” o “la
palabra del Señor crecía” (Cf. Hechos 6:7; Hechos 12:24), lo que indica que para que haya
multiplicación, primeramente tiene que haber proclamación de la palabra. Esto evidencia que si
nuestras iglesias locales no están creciendo ni multiplicándose, o si lo están pero a un ritmo muy
lentísimo que no significa multiplicación, es porque hace falta la proclamación de la palabra por
parte tanto de oficiales como de miembros en general. Sin proclamación de la palabra del
evangelio no podemos esperar crecimiento, mucho menos podemos esperar una multiplicación.

CONCLUSIÓN: Amados hermanos, nuestro actual “Proyecto 10” es un buen punto de partida,
pero no necesariamente estamos comenzando a multiplicarnos. Primero porque las 10
congregaciones incluidas en este proyecto son congregaciones que tienen en su mayoría de 30 a
45 años de antigüedad, años en las que sus respectivas iglesias madres dejaron de
multiplicarse. Todavía así, tenemos 5 iglesias que en este momento no tienen ni una congregación
ni un centro misionero a su cargo, ni siquiera que la hayan adoptado de otra iglesia, mucho menos
que hayan comenzado una propia. Y estas iglesias ya llevan entre 15 a 50 años de haber sido
organizadas como iglesia. Por otra parte nos podemos dar cuenta que ni siquiera se están
multiplicando nuestros pastores ni nuestros seminaristas. Este año nuestro seminario sinódico
solamente matriculó a 7 estudiantes, provenientes del resto de la república, pues ninguno fue de
nuestro estado de Yucatán, mucho menos de nuestro presbiterio. Todo esto es una alerta de que
tenemos problemas para multiplicarnos en diversos aspectos. Sin embargo, nuestras 37 iglesias
locales actuales tenemos por la gracia de Dios el potencial de multiplicarnos. Solamente hace falta
que los ancianos de las iglesias, los ministros de evangelización, y los pastores, organicemos a los
hermanos para cumplir esta función muy propia de la naturaleza de la iglesia de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo.

Quiera Dios que nuestro Honorable Presbiterio del Mayab, cumplamos a través de sus iglesias,
congregaciones, centros misioneros, presbíteros, licenciados predicadores, candidatos al
ministerio pastoral, ministros de evangelización, y miembros de las iglesias locales, la función de
crecer y multiplicarse.

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