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CONCEPCIÓN SIN VOZ, OTRA VÍCTIMA DE LA VIOLENCIA

LAURA MARÍA SANTISTEBAN NIÑO

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR EL TÍTULO DE COMUNICADORA


SOCIAL Y PERIODISTA

DIRECTOR
DANIEL GUILLERMO VALENCIA NIETO

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
COMUNICACIÓN SOCIAL

BOGOTÁ
2012
Bogotá, D.C., 30 de noviembre de 2012

Profesor
JOSÉ VICENTE ARISMENDI
Decano académico
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Ciudad

Respetado señor:

Formalmente hago entrega del trabajo de grado de la estudiante LAURA


MARÍA SANTISTEBAN NIÑO, quien se identifica con la cédula de ciudadanía
Nº 1.1018.416.843 de Bogotá, el cual se titula: Concepción sin voz, otra
víctima de la violencia.
El trabajo cumple con los requisitos teóricos y metodológicos suficientes para
ser aprobado por mi parte, como director del mismo, además de la suficiencia
profesional junto con la constancia y responsabilidad que Laura María
Santisteban Niño mostró en el desarrollo de la investigación.

Cordialmente,

Daniel Guillermo Valencia Nieto


Profesor Investigador
Bogotá, D.C., 30 de noviembre de 2012

Profesor
JOSÉ VICENTE ARISMENDI
Decano académico
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Ciudad

Respetado señor:

A continuación le presento mi trabajo de grado titulado Concepción sin voz, otra


víctima de la violencia, el cual desarrollé dentro del campo periodístico para
optar el título de Comunicadora Social con énfasis en Periodismo.

Atentamente,

Laura María Santisteban Niño


C.C. 1.018.416.843 de Bogotá
Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana

Artículo 23

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los
alumnos en sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada
contrario al dogma y la moral católicos y porque el trabajo no contenga ataques
y polémicas puramente personales, antes bien, se vean en ellas el anhelo de
buscar la verdad y la justicia”.
TABLA DE CONTENIDO

PÁG.

INTRODUCCIÓN 1
Contextualización de la violencia en Santander 5
Violencia bipartidista 5
Los inicios de las FARC y el ELN 6
Las AUC 9
Actuación de los grupos armados ilegales en la Provincia de García
Rovira 11
Concepción sin voz, otra víctima de la violencia 14
Contextualización 14
Crónicas 17
El miedo alcanzó para todos, tras el asesinato de ‘Calca’ 17

Una factura por otra 23

Primero conferencias, luego muertos y bombardeos 29

CONCLUSIONES 37

BIBLIOGRAFÍA 42
INTRODUCCIÓN

Entenderemos el conflicto armado como la confrontación entre las Fuerzas


Militares del Estado y las agrupaciones armadas ilegales, que con relativa
unidad de mando, justifican su actuar por la necesidad de una transformación
política, social y económica del país, así como entre estos y las fuerzas
contrainsurgentes.

La provincia de García Rovira es la más aislada del departamento de


Santander; allí se evidencia el desconocimiento y el abandono que el Estado
ha mantenido por años con esta región y la marginación por parte mismo, que
en consecuencia trajo consigo la violencia armada permanente por parte de
grupos que operan al margen de la ley.

Por su ubicación estratégica, el territorio ha sido cuna de los grupos armados


ilegales y por ende, víctima de múltiples hechos violentos a lo largo de los
años, y no ha habido una voz que narre estas historias, lo cual implica que no
haya una memoria de los hechos, ni de cómo lo vivieron sus pobladores.

El conflicto armado en la provincia de García Rovira se desarrolla mediante


masacres masivas, atroces e innecesarias. Este trabajo pretender tratar el
tema de la violencia en Colombia, circunscrita a un departamento como
Santander, cuya historia de hechos violentos es casi dar por connatural el
ánimo guerrerista de un pueblo que se convierte en objetivo mezquino de
grupos alzados en armas, cuya actitud se ve reflejada en el asesinato de
civiles, masacres, extorsiones y demás delitos que atentan contra los Derechos
Humanos.

Ante el surgimiento de las guerrillas y su pretensión de ganar influencia y poder


de mando sobre la población campesina y urbana, iniciaron una presión sobre
estas obligándolas a vivir sometidas a sus caprichos y agresiones. Con
amenazas, ataques físicos, asesinatos y demás prácticas violentas, los grupos
armados ilegales ultrajan a los campesinos y los utilizaban como blancos para
protegerse de las fuerzas militares.

1
Tanto la presencia de la insurgencia, como la de los grupos paramilitares, y la
confrontación de las fuerzas armadas con la guerrilla de la zona, desestabiliza
los asentamientos sociales que conllevan a que esta población encuentre como
solución desplazarse a otros territorios del país. Adicionalmente, contribuyen a
que el índice de violación a los Derechos Humanos aumente, tanto como la
pobreza y la marginación de los habitantes.

Por ende, en Colombia muchas comunidades urbanas y rurales son el


resultado de migraciones internas vinculadas con diferentes etapas de
conflicto armado que ha caracterizado la historia nacional.

Pese a su prolongación en el tiempo y a su expansión territorial, la guerra en el


departamento únicamente es el reflejo del fracaso de sus protagonistas
(guerrilla, paramilitares y Estado), según el informe de Desarrollo Humano de
las Naciones Unidas.

Por tantos años de conflicto que han cobrado la vida de muchos pobladores, es
preciso preguntarse ¿Por qué en Colombia, y en la Provincia de García Rovira,
el conflicto armado persiste en el tiempo? ¿A qué está atada nuestra guerra?
¿Sobre qué bases se podría poner fin a la guerra interna en la Provincia?
¿Cuáles, en fin, podrían ser las claves de una paz definitiva?

Ahora bien, teniendo en cuenta esta problemática tan compleja que ha


marcado la historia del país y que además ha afectado a miles de colombianos,
surge la idea de realizar este trabajo, pues es el resultado de un compromiso
que nació cuando empecé a reconocer gran parte del territorio donde nací, y
que en medio de los recorridos y encuentros con los pobladores de Concepción
y sus alrededores, terminé siendo testigo de sus memorias.

Todo comenzó como un sueño adolecente que fue madurando hasta


convertirse en una obligación, tanto personal como profesional. Sin embargo,
este no es el producto final de una meta propuesta, es apenas el inicio; pues
las siguientes historias son el panorama del conflicto armado en el municipio de
Concepción que dejó huellas imborrables en los pobladores.

La violencia generada por grupos armados ilegales, no solo tocó las puertas de
mi casa, no solo la vi, no solo la oí, no solo traté de huirle por las calles de un

2
pueblo que, en algún momento, parecía fantasma; sino que arrasó con los
sueños y las esperanzas de muchos que allí habitan, e instauró la cultura de la
venganza y el terror.

Entonces, ante los oídos sordos de un gobierno nacional (como lo reconocen


en gran parte los habitantes de Concepción y de la Provincia de García Rovira),
y el desconocimiento de un conflicto que hace parte de la historia del país,
surge la necesidad de plasmar las voces de aquellos que vivieron en carne
propia las agresiones de las guerrillas y el paramilitarismo; ya que, luego de
recurrir a varios textos en busca de información para conocer la historia de esta
región, se pudo determinar que esa parte del territorio no tenía registros
escritos y que las voces de los habitantes nunca se habían oído fuera del área
afectada.

Asimismo, porque el país no se enteró de que la Provincia de García Rovira fue


la cuna donde reposaron todos los grupos armados ilegales y que allí, así como
en gran parte de Colombia, son jueces y ejercen ‘ley del monte’.

Es por esto que los campesinos, al ver una cámara, no dudaron en depositar
en ella sus recuerdos y sus vivencias; pues son conscientes de lo que quieren:
salir del anonimato.

De esta manera, es posible comprender que la historia de cada persona es una


ficha faltante en el rompecabezas que falta en las memorias del país.

Las historias que se reconstruyen en este trabajo son las voces de sus
protagonistas, porque solo así se puede conocer cómo se vivió el conflicto en
esta región; desde los testimonios y los recuerdos de quienes lo vivieron.

Esas voces son el mejor recurso con el cual se puede conocer la vida de una
persona y de una región; pues solo caminando y escuchando los testimonios
de los protagonistas se puede conocer la verdadera historia que allí se
resguarda.

Estas narraciones intentan dar cuenta de cuáles eran las actuaciones de los
violentos y la evolución de su criminalidad. Asimismo, de cómo vivieron los

3
pobladores del municipio de Concepción esos años, en medio de fuego
cruzado, secuestros, extorciones y asesinatos.

Para tal fin, se partió de una documentación previa sobre la violencia en


Santander y luego, de un recorrido por los rincones del municipio de
Concepción, Cerrito, Málaga y Capitanejo. Allí hubo encuentros con sus
pobladores, largas conversaciones y reconocimiento del terreno donde vivieron
sus historias.

Inicialmente, se pretendió registrar las consecuencias de las actuaciones de los


violentos en cada uno de los municipios que conforman la Provincia de García
Rovira; sin embargo, por la dimensión del territorio, se recopilaron tres hechos
que reúnen y sintetizan el actuar de estos grupos. Además, se eligió como
lugar de estudio e investigación a Concepción ya que allí, su área rural es
amplia y las condiciones montañosas permitieron que las guerrillas se ocultaran
en ese espacio. También porque ese municipio sufrió las consecuencias de los
actos criminales de los tres grupos armados ilegales.

De esta manera, el lector encontrará en las siguientes líneas la historia de un


joven, a quien apenas siendo un adolescente, los paramilitares lo privaron de
seguir viviendo junto a su padre. Una historia que representa el sufrimiento de
tantas familias desintegradas a causa de la violencia.

Luego, conocerá cómo fue la incursión de los primeros actores armados en el


municipio de Concepción, desde donde operaban en toda la provincia de
García Rovira, y finalmente; el testimonio de una familia que sufrió uno de los
delitos más comunes de estos grupos insurgentes, la extorsión.

Para terminar, es preciso aclarar que gracias al registro de estas vivencias es


visibilizar a las víctimas y aportarle a la historia del país, una parte de la
memoria histórica que la conforma.

4
1. Contextualización de la violencia en Santander

1.1 Violencia bipartidista

El gran estallido de la conocida violencia bipartidista que azotó a Colombia


durante 1945 y 1965, fue el asesinato del líder político Jorge Eliecer Gaitán.
Esta guerra se libró entre los dos partidos políticos, liberal y conservador,
quienes se disputaban el poder por dirigir la nación. Durante este periodo, los
colombianos vivieron una verdadera batalla en la cual se derramó mucha
sangre, y marcó el futuro del país. Esta época fue una oleada de terror,
violencia, caos, corrupción, inseguridad, cobardía, miseria y la desdicha de
millones de seres humanos.

Gaitán promulgaba su simpatía con el ideal de vivir en un ámbito donde


primara el bienestar colectivo y la libertad, pensamientos que chocaron con los
conservadores, a tal punto que el 9 de abril de 1948 fue asesinado en el centro
de Bogotá. Desde entonces este hecho es conocido históricamente como el
‘Bogotazo’.

De esta manera se ilustra la lucha entre los dos partidos políticos, quienes se
disputaron el poder por gobernar en país, sin tener reparo en utilizar medios
violentos para lograr sus cometidos.

La búsqueda del poder político consistía en implantar las ideas de cada partido en el
gobierno del país, esto se conseguía cuando en el senado la mayoría de los personajes
eran de determinado partido, de esta forma las decisiones que se tomaban eran
aceptadas o denegadas por una mayoría. Esto ocurría durante toda la candidatura del
presidente electo, el partido perdedor mientras tanto se sometía a las leyes impuestas.
Debido a esto se empezó la lucha. (Lizarazo y Cueca, 2012)

Esta situación de violencia bipartidista evidenció más aún, con los choques
electorales, acción política y militar, la formación de guerrillas, bandolerismo
social y grandes temores.

Aunque esta lucha se libró a lo largo y ancho del territorio nacional, en el


departamento de Santander, al igual que en otras regiones del país, existía una
vieja lucha partidista. Desde los inicios de la hegemonía liberal en 1930, los
enfrentamientos entre liberales y conservadores estuvieron a la orden del día.

5
Este tipo de disputas han hecho que el departamento de Santander se
caracterice por ser territorio donde se expresa la violencia, que ha hecho parte
de la historia del país.

Esta violencia se extendió por toda la geografía nacional con una velocidad
incalculable y justamente, con la guerra bipartidista se produjo una agresión
contra los campesinos y sus familias, entonces es cuando estos comenzaron a
armarse para defender a los suyos.

1.2 Los inicios de las FARC y el ELN

La Revolución cubana dio una dimensión continental a la lucha guerrillera


colombiana, y nuevas perspectivas a los cambios en las Fuerzas Armadas
operados después del Bogotazo, cuando volvieron a dedicarse de lleno al
orden público interno. (Palacios, 2003, p. 261)

El surgimiento de estos grupos se puede determinar en dos etapas. La primera


corresponde al periodo de 1949 hasta 1953, la cual tiene un carácter
eminentemente defensivo que responde a la violencia oficial reaccionaria y a la
violencia de los conservadores.

Y la segunda, desde 1954 hasta 1957, se desliga del conflicto entre liberales y
conservadores y responde a problemáticas socio económicas, en la cual se
inicia una lucha por el poder y el dominio del territorio. En este momento los
intereses de los guerrilleros se amplían y ya no se conforman con
autodefenderse sino que ahora pretender tener el dominio de sus pueblos a
través de las armas.

A partir de ese momento, la mutación de las ideologías izquierdistas llega al


deterioro que hoy vive el país. Dichas ideologías se han desdibujado tanto que
ahora se habla de guerrillas delincuentes y terroristas.

Por otro lado, como un factor adicional que permitió la existencia y evolución de
la insurgencia, es la geografía colombiana; la cual ha sido apropiada para la
existencia de la guerrilla, por lo propicio de su territorio y la exuberancia de sus

6
selvas y montañas, que hacen posible el asentamiento de grupos insurgentes.
(Alape, 1985, p. 263)

Esta forma de lucha política, cuyo origen está diversificado en muchas causas
conforma una tradición que por su continuidad, configura un proceso de
carácter histórico.

Para Manuel Marulanda Vélez, Marquetalia simboliza el comienzo de la lucha


guerrillera desde 1964, cuando el gobierno de Guillermo León Valencia ordenó
la ocupación de ese territorio donde se originó el grupo guerrillero.

Mientras tanto, el ELN argumenta la conformación de su organización como el


resultado de la maduración de las contradicciones de clase en la sociedad
colombiana. Así como con la radicalización de la lucha de clases que se abrió
paso a través de la violencia, donde la expresión del pueblo no encontraba otra
salida. Estos son pensamientos que fueron impulsados y motivados por las
ideologías de Camilo Torres.

En el departamento de Santander la violencia política se materializó durante el


siglo XX, esencialmente en luchas entre liberales y conservadores, por el poder
político y la participación. También en confrontaciones que encontraron su
origen en diferencias religiosas, concepciones sobre modelos económicos y las
formas de Estado.

Partiendo de la independencia, a lo largo del siglo XX, la violencia constituyó el


único mecanismo para acceder al poder, designar jefaturas políticas y
candidatos a la presidencia, y expresar el conflicto generado entre los poderes
locales y el poder central. (Hernandez, 2003, p. 46)

Esta violencia fue eminentemente política, en términos de confrontación por el


poder entre líderes políticos y los ejércitos que conformaban y dirigían
militarmente. Esas confrontaciones, en un comienzo, no intentaban sustituir el
sistema político, sino acceder a la participación burocrática.

También, durante ese periodo la violencia se convirtió en la principal fuente de


derecho, dado que algunas confrontaciones incidieron en la expedición de
nuevas constituciones políticas. (Sánchez, 1886)

7
A lo largo del siglo XX, se destaca en el contexto nacional y regional, la
continuidad de la violencia partidista, hasta mediados del mismo, cuando
alcanza su máxima expresión; el surgimiento de nuevas dimensiones o
modalidades de la violencia, y la emergencia y consolidación del conflicto
armado interno, reconocido como el más antiguo del continente. (Hernández,
2003).

Dentro de las diversas modalidades de violencia que hacen presencia en


Santander durante el siglo XX, se identifican:

 Violencia directa: la cual se expresa en las reiteradas confrontaciones


armadas, propias del conflicto interno.
 Violencia estructural: que se materializa en la pobreza y marginalidad
que viven los campesinos; la exclusión política y el alto índice de
necesidades básicas insatisfechas.
 Violencia política: la cual se evidencia en la lucha por el poder, la
resistencia armada, el ‘bandolerismo’.

Además se presenta violencia de tipo económico, cultural, por territorios y por


narcotráfico.

Así pues, el departamento de Santander ha registrado la consolidación de


actores armados ilegales, el crecimiento del conflicto armado y los ataques e
impactos sobre la población civil. Por la tipografía, el territorio ha representado
diversas expresiones del conflicto armado, de confrontaciones armadas entre
grupos armados ilegales y las Fuerzas Armadas del Estado.

La consolidación de la insurgencia en el departamento de Santander se


evidenció en el periodo comprendido entre la década de los ochenta y
mediados de la década de los noventa del siglo XX.

La insurgencia se reflejó en el ejercicio de influencia y control en un alto porcentaje de


municipios, que en el periodo comprendido entre 1987 y 1995, más del 50% de la
población del departamento estuvo expuesta al accionar armado de la guerrilla.
También en el incremento de frentes y bloques de guerra en el departamento, que para
el 2000, se materializó en las FARC-EP, en 12 Bloques de guerra en la zona
Nororiental e importantes milicias; en el ELN, con 14 Frentes y 3 compañías. (Lozada,
citado en Hernández, 2003)

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Desde finales de la década de los noventa, se registran expresiones del
conflicto armado en Santander, que evidencia una contención a la expansión
de la insurgencia reflejada en la pérdida del control de este grupo, en territorios
de tradicional influencia, como Barrancabermeja. Pues se presenta una
confrontación y disputa con las autodefensas, en algunos municipios de las
Provincias de Vélez y García Rovira.

De esta manera, las autodefensas inician su expansión por las zonas que
conforman el departamento.

1.3 Las AUC

El departamento de Santander ha registrado desde mediados de la década de


los sesenta del siglo XX, bajo el amparo de la ley de Defensa nacional, la
emergencia de diversos grupos de autodefensas, y durante las décadas de los
ochenta y los noventa de la misma centuria, la expansión y consolidación de
este actor armado en su territorio. (Vicepresidencia de la República, 200, p. 6).

El origen de las Autodefensas Unidas de Colombia está ligado como la crisis de


gobernabilidad del Estado y la incapacidad de combatir la insurgencia. Pero
también fueron una organización pagada por ganaderos para que velaran por
la seguridad de sus propiedades y de ellos mismos, de tal forma que
garantizaran el final de las extorsiones a las cuales eran sometidos por la
guerrilla.

Las AUC se constituyeron en un actor militar y político en medio de esa


contienda a mediados de los años noventa, oponiéndose a cualquier
negociación entre el gobierno y la guerrilla, y frenando cualquier proyecto
reformista que afectara el statu quo, en particular en el sector rural. (Romero,
2003, p. 35)

Este actor armado se presenta en el departamento de Santander, producto de


la colaboración entre la población civil y la Fuerza Pública, en algunos casos,
como el del municipio de Carmen de Chucurí, y en otros, de la iniciativa de

9
narcotraficantes y esmeralderos, tal es el caso de Cimitarra. (Hernández, 2003,
p. 53)

Su consolidación en el departamento data de mediados de los setenta y los


ochenta del siglo XX, caracterizada por la conformación de estructuras aisladas
en el territorio.

Su incursión se puede segmentar en tres periodos. El primero que se


caracterizó por su capacidad ofensiva a principios de los años ochenta en
Cimitarra; el segundo que comprende desde 1885 hasta 1995, donde las AUC
avanzan hasta San Vicente de Chucurí y Camen de Chucurí, y la tercera,
desde mediados de los años 90 hasta su desmovilización. En este último
periodo lograron expandirse por casi todo el departamento.

En la Provincia de Mares, concretamente en el Magdalena Medio


Santandereano, este actor armado emergió con gran capacidad ofensiva en
1980 donde se presentaron y se dieron a conocer como el MAS (Muerte a
Secuestradores), grupo que se recuerda y se relaciona con el narcotraficante
Pablo Escobar Gaviria.

La primera estrategia de las AUC en la Provincia de Mares fue ejercer dominio


territorial en las áreas que bordean Barrancabermeja, pero luego incursionaron
en el municipio, a sangre y fuego, tomando posiciones donde la insurgencia
dominaba anteriormente. Asimismo, fue su expansión por las demás regiones
del departamento.

Finalizando la década de los noventa, en el 2000, este actor incursionó en la


Provincia de García Rovira, Guanentina, Comunera, Soto y Vélez, y asumieron
el control casi total, como actor armado dominante.

Las autodefensas han actuado en Santander mediante una estrategia militar,


política y económica. (Romero, 2003) A través de estas actuaciones, la
población civil se caracterizó por proceder de dos maneras: siendo
colaboradores e informantes, o siendo víctimas de sus atroces crímenes, ya
que eran considerados colaboradores de la guerrilla si no estaban de su parte.

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2. Actuación de los grupos armados ilegales en la Provincia de
García Rovira

La Provincia de García Rovira está conformada por 12 municipios que son:


Málaga (su capital), Concepción, Cerrito, San José de Miranda, Carcasí,
Enciso, Capitanejo, Guaca, Macaravita, Molagavita, San Andrés y San Miguel.

La principal actividad y fuente de ingresos de los pobladores es el cultivo de la


tierra, la ganadería en pequeña escala, y el comercio informal. Sin embargo,
estas costumbres se han visto afectadas a lo largo de los años como
consecuencia de la presencia de grupos insurgentes y paramilitares en la
región.

Al día de hoy, el municipio más desarrollado o donde fluye un poco más el


comercio es Málaga, la capital de provincia. Este cuenta con sucursales
bancarias, mayor número de colegios en comparación con los demás
municipios, terminal de transportes, microempresas y es el lugar a donde llega
todo el cultivo de las tierras aledañas para su venta.

Ahora bien, respecto al conflicto armado que ha vivido la Provincia, se puede


identificar que así como lo registra el segundo informa de la Comisión Nacional
de Reparación y Reconciliación sobre la reintegración, las formas de actuar de
los grupos armados ilegales en la Provincia de García Rovira, no distan mucho
de las que efectuaron en otros territorios de la geografía nacional, así los
escenarios de control social fuesen distintos, el tipo de violencia ejercida era la
misma.

Los grupos armados ilegales que han emergido buscan reproducir escenarios
de control represivo contra los pobladores, en especial contra comunidades
rurales y urbanas donde concentran su acción y contra determinados sectores
sociales y poblacionales.

Estos grupos han realizado presiones y agresiones que ocasionan


desplazamientos forzados y despojo de tierras, amenazas, homicidios y
desapariciones forzadas. Aunque el número de estas actuaciones no es
generalizado y métodos sí logran ser homogéneos, los cuales se caracterizan
por la cruel ocupación territorial, la siembra de terror en los pobladores, los

11
bombardeos hacia el casco urbano de los municipios y las sádicas masacres
colectivas.

Además, estas agrupaciones ejercen control social y político con diferente


intensidad. Se constituyen en poderes locales de facto, imponen reglas, atacan
violentamente cualquier oposición o resistencia y aplican la llamada ‘limpieza
social’. (Alape, 1985).

Según la Defensoría del Pueblo, el impacto se concentra contra comunidades


más vulnerables, donde estos grupos utilizan el terror y la violencia como
método de control social y como mecanismo para someter a la población civil,
despojarlas de sus tierras, generar una nueva dinámica de poblamiento e
imponer prácticas productivas y culturales que no son propias de las
comunidades en su territorio.

Los ataques y las víctimas producidas por estos grupos no se limitan a los
llamados ‘ajustes de cuentas’ ocasionados por sus propias confrontaciones,
sino que la gran mayoría de las amenazas y muchos de los homicidios,
desapariciones, atentados y desplazamientos forzados se han producido contra
líderes comunitarios, campesinos, indígenas, sindicalistas, lideresas, opositores
políticos, defensores de derechos humanos, integrantes de ONG y dirigentes
sociales.

En la Provincia de García Rovira, de acuerdo a la Defensoría del Pueblo, estos


grupos armados ilegales impiden la consolidación de las bases organizativas
de las comunidades y los sectores sociales del ámbito popular, en especial de
quienes realizan movimientos de exigibilidad de derechos. Por tanto, atacan
sus liderazgos, procesos comunitarios de participación y, en particular, contra
las víctimas, puesto que resultan ser ellas quienes exigen la restitución de sus
tierras, la posibilidad del retorno y la atención de sus derechos.

De otro lado, la población civil muchas veces termina siendo cómplice de los
crímenes ejecutados por las guerrillas y el paramilitarismo, pues estos al
ejercer control sobre el territorio obligan, directa o indirectamente, a los
habitantes a ser informantes o denunciantes de aquellas personas que señalan
como colaborador del grupo opositor al de turno.

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Dicho lo anterior, se puede determinar que el departamento de Santander se
destaca por registrar elevados nivel de intensidad del conflicto armado. Durante
1987 y 1995, Santander ocupó el segundo lugar, después de Antioquia, en
expresión de intensidad del conflicto armado; como consecuencia de su
escalamiento por la convergencia de movimientos insurgentes y grupos
paramilitares, según lo reportó la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

El conflicto armado se ha expresado en la Provincia de García Rovira, así


como en el departamento, en dos dinámicas que comprende el dominio de un
actor armado y el escalamiento o desarrollo del mismo.

Por parte de las guerrillas, en las localidades y zonas donde alcanzó su


consolidación, ejerció de forma excluyente un control social, político y militar
sobre la población civil, y realizó prácticas como la extorsión, el secuestro, el
boleteo y los asesinatos selectivos.

Este es el caso de varios municipios como Concepción, El Cerrito, San José de


Miranda y Capitanejo, los cuales fueron algunos de los más afectados y que
vivieron cada uno de los crímenes mencionados.

El conflicto armado presenta diversos aspectos que lo caracterizan en la zona


García Rovirense:

Uno de estos es cuando emergen grupos de autodefensa o incursionan, en


localidades y zonas donde las guerrillas ejercían control anteriormente, y es
entonces cuando este actor armado entra a disputarle a la insurgencia el poder
y la influencia que alcanzó durante su consolidación.

Otro aspecto es cuando la fuerza pública realiza acciones contrainsurgentes,


en zonas de dominio de la guerrilla, quedando la población civil atrapada en las
sospechas de colaboración con el adversario o colocándose como objetivo
militar. O en su defecto, soportando la violación de sus Derechos Humanos.

También se presenta cuando en contextos de tradicional influencia de la


insurgencia guerrillera, se desarrollan acciones por parte de la fuerza pública e
incursiones de las autodefensas. En estos escenarios, la población civil queda
en medio del fuego cruzado de todos los actores armados.

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Dicho lo anterior, es preciso apuntar que el conflicto que han soportado los
pobladores de la Provincia de García Rovira, ha sido prolongado y que hasta
hoy, se mantiene, en diferente escala y con la ausencia del ELN y las AUC,
pero aún así se mantiene.

Asimismo, este ha sido un conflicto degradador de la sociedad García


Rovirense por su prolongación, desarrollo y fortalecimiento dentro del territorio,
y por utilizar a la población civil como una ficha para complementar su
estrategia de guerra.

En consecuencia, bajo el aprovechamiento de los civiles, estos grupos logran


desarrollar una economía basada en crímenes como la extorsión y el
secuestro, y a su vez degradan y perturban el óptimo desarrollo económico del
sector, coadyuvando así al aumento de la pobreza y a la disminución de
oportunidades de crecimiento de esta comunidad.

Así pues, las pérdidas humanas, la ruptura del tejido social, las
transformaciones culturales y demás dinámicas que construye una sociedad se
ven afectadas por la cultura del terror y la venganza que estos grupos siembran
en el territorio al cual invaden.

3. Concepción sin voz, otra víctima de la violencia

3.1 Contextualización

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Mapa de Concepción, Santander. Disponible en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Concepci%C3%B3n_(Santander)

El municipio de Concepción fue fundado en 1722 por Pedro José Angarita y


José Manuel Cáceres. Está localizado en un terreno llano y despejado, con
temperaturas de alrededor de 18°C. Concepción 686 km², y limita por el norte
con el departamento de Norte de Santander y el municipio de Cerrito, por el sur
con Málaga; Boyacá por el oriente, y San Andrés por el occidente.

El territorio es atravesado por los ríos Servitá y Sartanejo, y tiene


aproximadamente 7.130 habitantes, de los cuales 2.508 pertenecen a la zona
urbana y 4.625 a la rural.

Una de las características culturales que enorgullece a los pobladores del


municipio es su reconocimiento como Capital Lanar de Colombia y porque aún
conservan habitantes pertenecientes a la comunidad indígena de los Uwas.

La división política del municipio es:

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 Área urbana. Segmentada por barrios:

Santander, Los Olivos. El Centro, Miraflores, García Rovira, Los Alares,


Bolívar, La Quinta, Las Villas, Villa Carolina, El Barranco.

 Área rural. Segmentada por veredas:

Centro Apure, Pichincha, Palacé, Bomboná, Ayacucho, Bárbula, Junín,


Tenerife y Carabobo.

La vereda de Carabobo corresponde a una zona de páramo, en la cual se ha


resguardado por más de 25 años la guerrilla de las FARC y el ELN. Esta se
divide, a su vez en sectores:

Tabeta, Tanacuta, Nitaga, Río Colorado, Piedra Azul, Chamaca, Bajo


Chamaca, Cueva Grande, Mojicones, Solón Wilches y Tamara.

Una de las particularidades del los concepcioneros es su costumbre de


apodarse. Comúnmente, los habitantes se identifican unos a otros por su
sobrenombre y esta ha sido una tradición que se mantiene intacta, tal como se
expresa en las historias que continúan líneas abajo.

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3.2 Crónicas

3.2.1 El miedo alcanzó para todos, tras el asesinato de ‘Calca’

Éibar Gustavo Hernández tiene 24 años y recuerda fielmente aquel diciembre


de 2001 cuando, por razones desconocidas, le arrebataron a su papá.

Eso fue para un primero de diciembre. Yo estaba recuperando en el Instituto


porque como el estudio nunca me ha gustado, me tocaba ir. Iba de sexto, hasta
ahora. Mi hermano ya se había graduado y estaba por ahí en la casa,
desocupado, como siempre. Mi papá, cuando eso, trabajaba para la Alcaldía
manejando el Bulldozer, porque esas elecciones las había ganado Ciro
Merchán y le dejó la máquina.

Era un jueves. Yo me acuerdo que la última vez que lo vi fue en el parque, ahí
donde ‘Piña’. Él siempre se levantaba, se bañaba, se vestía y se iba para la
calle; nunca se despedía de uno ni nada. Y ese día yo estaba durmiendo
cuando me dijo:

 ¡Levántese!

Ahí me armó juego y todo.

Mi papá iba para la finca, para el Cucharito, a castrar y a vacunas unos toros
con Willian ‘Mamarro’, don Hermes y su hijo. Yo bajé y me lo encontré en el
parque y le dije que me diera para la gaseosa. Sacó dos mil pesos y me los
regaló.

 Vaya porque va como tarde, me dijo.

Fue raro porque él a uno no le decía nada del estudio, ni de lo que pensara. Él
decía: “ahí vera que hace con su vida… cada quien para su lado”. Y pasó así.

Me fui para el Instituto, era temprano, como las diez de la mañana. Yo estaba
en coordinación. No me acuerdo que diablura había hecho y me llevaron para
allá, cuando llegó Ramiro ‘Tachiboque’, que estaba estudiando todavía, y me
dijo:

 ‘Bitoja’

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 ¿Qué pasó, ‘Miro’?
 ¡Vamos! Mandaron un taxi para irnos para pueblo
 ¡Uy! pero usted si esta botado. ¿Pagó un taxi?
 Sí, vamos.

El hombre no me quiso decir nada, pero sí tenía una cara…

Y me insistió:

 ¡Vamos! ¡Vamos!.

Yo cuando eso estaba muy chino, por ahí pendejo. Tampoco analicé el porqué
me trajo y no me dejó recuperar.

Y repitió:

 Vamos. Es que toca irnos ya.

Entonces no analicé la vaina y dije:

 ¡Ah, bueno! Entonces, vamos.

A mí se me hizo raro y cuando íbamos por el lado de la ‘zancarrona’ me dio


como un recelito y pensé ¿qué pasaría? Eso fue que se jodió alguien porque
para que le mande a uno carros es como ‘arrecho’.

Y le dije, allí en el puente:

 ¿Qué, qué pasó luego? ¿Quién se enfermó o qué?


 No. Ahí que vino este taxi y lo convidé.

Y nos vinimos. Me dejó en el parque, en la caseta de don Hermes y se


despidió:

 Ya vengo.

Volteó el cuerpo y se fue caminando hacia la alcaldía. El caso es que ahí


estaba Adelso y Julio ‘Tachiboque’, el papá de Ramiro, y tenían esos ojos rojos
de tanto llorar.

 ¿Qué pasó? ¿Qué fue, don Julio?, le pregunté

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 Nada, nada, nada.

Adelso no me quiso dar la cara, pero de todas maneras le pregunté:

 ¿Qué pasó, Adelso?


 En la alcaldía lo necesitan.

Me fui para allá, inocente. Por ahí ni pensar que…que…

Llegué y en el Concejo estaban mi mamá y mi hermano llorando.

 ¿Qué pasó, mamá?


 A su papá le pasó lo peor.

Pensé, ¿lo peor? No, pues lo ‘pelaron’ porque qué más.

 Pero, ¿por qué? ¿Qué fue?, insistí.


 Por allá en la finca lo jodieron.

Ahí estaba doña Elvira Villarraga y doña Jenny, las empleadas de la alcaldía,
pasé por el lado de ellas y salí corriendo para la finca.

Salí ‘arriado’ de una vez porque mi papá había quedado en la finca. Iba que
corría frente al puesto de policía, cuando subía Manuel ‘Cutada’ y le gritaron
para que me atajara. Él se me atravesó, me agarró y me llevó otra vez para
adentro.

Si no es por ‘Cutada’, salgo arriba a la finca y encuentro a mi papá, porque lo


recogieron como a las tres de la tarde.

Luego, nos llevaron para el apartamento de don Romualdo, el ex alcalde, y nos


encerraron porque todo el mundo pensaba que venían por nosotros también.

¡Todo el día allá metidos, asustados porque de pronto nos jodían!

Sobre eso nunca se supo a ciencia cierta, qué fue lo que pasó. Cuando mi
mamá y mi hermano intentaron hablar con William, él solo se ponía a llorar y no
quiso contar.

Mi mamá, ese jueves, venía para el parque y se encontró con don Hermes,
cosa que se le hizo extraña.

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 Ustedes ya bajaron y, ¿Gustavo?, preguntó.
 Él se quedó.
 ¿Qué se quedó haciendo, si ese no se demora? Si acaso echa sal y ya,
él no pone ni un ‘tinal’ porque paga para que le hagan todo y se viene.
 No, él se quedó allá, repitió Hermes.
 Pero, ¿por qué se quedó?
 Es que a Gustavo lo jodieron

Y de ahí, no sé quién se la llevó para la alcaldía.

A él lo mataron a la salida de la finca, cerca a una escuela, en toda la curva. La


gente dice que fueron los ‘paracos’. Y tal vez, sí. Aunque no se sabe en
realidad. Lo mataron y ahí se quedó.

Según cuentan, don Hermes fue el que soltó la boca, así medio, medio; porque
a William ‘Mamarro’, usted lo cogía y le preguntaba, y eso se le desgranaban
las lágrimas y no contaba, no contaba.

Él era muy amigo de mi papa, habían sido ‘cachas’ toda la vida. Entonces le
dije a mi mamá, como dice el dicho: “no lo torturemos más”.

Yo sí tengo la intriga por saber qué pasó; pero ya, ¿a quién le pregunto?

Ellos venían saliendo de la finca. En el carro de don Hermes, se subió él y el


chino. Y mi papá dijo:

 Yo me voy con ‘Mamarro’. Y se subió a la moto.

Cuando ya iban a arrancar, salieron cuatro manes; dos, por debajo de la


alcantarilla, y dos, por la parte de arriba, y dizque gritaron:

 ¡Gustavo! ¡Gustavo!

Mi papá respondió:

 ¿Qué fue?
 Venga, lo necesitamos para una cosa.

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Lo apartaron de los otros, como unos 100 metros, pero no se sabe qué le
dijeron. Lo echaron por delante, y a los otros les tocó tirarse al piso.

 Al piso, gran hijueputas, les dijeron.

A mi papá como que le iban a pedir plata, pero también querían que se
humillara, que se pusiera de rodillas y eso él no lo haría nunca; entonces, sacó
la mano y se la templó a uno de esos.

De una le devolvieron el ‘tiestazo’ con dos tiro; uno en el pecho y otro en el


oído. Cayó en toda la mitad de la carretera, lo arrastraron hasta la cuneta, le
colocaron el lazo de cabecera y ahí lo dejaron botado, con el lacito que le tenía.

Los ‘paracos’ ya llevaban rato, pero por aquí casi no se sentían. Estaba en
Capitanejo y en Enciso, pero al poco tiempo ya eran los que reinaban en todo
esto, entonces eso es lo más seguro. ¡Eso es lo más seguro!

Aunque unos dicen también que era por envidia de la política, porque para ese
tiempo habían ganado Ciro las elecciones. Eso no se sabe.

Después de que mataron a mi papá, los manes dizque iban a coger la moto de
‘Mamarro’ para llevársela, pero encender esa moto era con gallo, y le dieron
pata pero no fueron capaces. Entonces, botaron ese tiesto para la mierda y se
desaparecieron. No se sabe qué se hicieron. Eso fue lo que don Hermes contó
porque de lo contrario, no sabríamos nada.

Porque también, a las profesoras de la escuela les dijeron que colocaran el


equipo a todo volumen y se encerraran con los niños en el salón. Ellas no
vieron nada.

Volví a ver a mi papá en la casa, ya en el cajón. No me dejaron ir al


levantamiento y en el anfiteatro, tampoco pude verlo. Murió de 42 años.

Después de esa muerte, habían dicho que iban a seguir con el resto de la
‘gallada’, y todo el mundo a volar, porque qué más.

Yo estaba puro chino y a mí me llevaron para el páramo, a la casa de mis tíos,


donde me tuvieron como tres meses. Mi hermano se fue para Bogotá. Y mi
mamá quedó sola en Concepción, encerrada en la casa.

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Mi papá nunca tuvo amenazas. Por ahí cuando era joven, como que le
gustaba mucho la pelea, pero imposible que tuviera enemigos desde entonces.

Él nos daba todo. Yo estudie un año más y me retiré. Me puse a hacer lo que
hago ahorita: ‘vaguiar’ porque qué más. -Éibar sonríe- Por ahí me pongo a
arriar ganado y eso.

Mi hermano, al poquito tiempo empezó a negociar ganado, a comprar y a


vender. Esa es la profesión de él.

Sin embargo, todo era un rollo completo porque a la finca no se podía ir. Pues
se podía ir, pero el miedo no dejaba, porque imagínese que lo pelen a uno. El
miedo alcanzó para todos. Nadie iba por allá. La finca duró abandonada como
ocho meses.

Mi mamá fue la que se echó la cruz al cuerpo y se fue. Iba a ver qué pasaba y
a recoger la poquita plata que había para pagar deudas. En ese momento, más
de uno brincó aludiendo que mi papá debía. Les tocó aguantar y poquito a poco
se fue pagando todo.

Desde esa vez, volvimos a ir a ver los tres animales que tenemos, pero eso ya
no es igual. Sin embargo, decidimos mantener la finca, mejor dicho, los dos
potreros que son lo único que nos queda.

A mi papá le gustaba la política. Ciro había ganado y se posesionaba el ocho


de diciembre, pero él nunca estuvo porque lo mataron un primero.

Finalmente, nunca hubo investigación, todo quedó así y nunca se supo nada
con certeza. William nunca habló. Tampoco tuvimos sentimientos de venganza
y menos mi hermano, que es muy noble. Ese es más pendejo que yo.

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3.2.2 Una factura por otra

Después de varios años de violencia generada por el ELN y las FARC, llegaron
a Concepción los paramilitares con ansias de sangre y dinero. Mataron
cruelmente a quienes llamaban colaboradores de la guerrilla, extorsionaron y
amenazaron a los que consideraban ‘con billete’.

Me gustaba ver el piso de mi casa brillante, por eso le echaba montones de


cera, y justo ese día, un martes o miércoles, más o menos, estaba en mi oficio
cuando un tipo, que nunca había visto, preguntó por mi papá. Quedé fría…
Estaba segura de que era un ‘paraco’.

En el pueblo decían que esa gente era terrible, que eran muy malos. Yo los
imaginaba tal cual los veía en las noticias: mandones, malgeniados, pero sobre
todo, matones.

Alejandro Calderón y Marcela Flórez llevan 27 años de casados y tienen dos


hijos, Mariana y Alejandro. Ellos nunca tuvieron la oportunidad de entrar a una
universidad; sobretodo Marcela, a quién la guerra bipartidista la dejó huérfana
de padre cuando apenas tenía 10 años, junto a sus siete hermanos.

Pero esta pareja de trabajadores incansables se propuso darles la mejor


educación y formación académica a sus hijos, y emprendieron la lucha contra
el desempleo que reina en su municipio, Concepción. Alejandro aprendió a
trabajar en el comercio, comprando y vendiendo mercancía, y su esposa se
dedicaba al hogar y a cortar pelo.

De esta manera, poco a poco, iban pagando los estudios de sus ‘chinos’, como
les dicen normalmente, que para entonces estaban próximos a entrar a la
universidad. Pero el panorama cambió con la incursión del paramilitarismo en
el alejado municipio de Concepción, y más aún, cuando tocó las puertas de su
casa, aquella época decembrina del 2002.

“Estábamos los dos con Alejandro, la primera vez”, asegura Marcela.

-No, interviene su hija. Yo estaba encerando cuando llegó el tal ‘Chulo’. Me


acuerdo perfectamente de la cara del man porque en la calle decían que era
alto, negro y feo.

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-¡Ah, sí! El primero que llegó a buscarlo fue el bobo ese, el que trabajaba
sacando cal en Málaga. Me preguntaba por Alejandro, que necesitaba yo no sé
para qué, y yo le dije:

-Pero es que no está ¡Entienda! No está.

Con ese ‘malparío’ nos alcanzamos a agarrar porque me decía que yo lo


estaba escondiendo y que si se le daba la gana se lo llevaba a la fuerza;
recuerda Marcela, muy enojada.

Cuando yo llegué, Marcela me contó que habían ido por mí y esa tarde volvió a
buscarme el mismo man, agrega Alejandro.

-¿Usted es Alejandro?, me preguntó en su segunda visita.

-Sí

-Lo necesita el comandante ‘Flechas’, de la organización, en la Bomba a las 4


de la tarde. Deme el número de teléfono.

-Y ¿para qué?

-Necesitamos hablar con usted.

De una vez se fue. Pasadas las 3 me llamaron para que no fuera porque no
podían estar, pero me advirtieron que no me fuera a salir de la casa, que en el
transcurso de la semana venían a buscarme.

Yo no comía, no dormía, era una sensación horrible y no entendía qué carajos


estaba pasando. Sin embargo, tenía que actuar y ¿qué hice? Al otro día me fui
con Marcela para Málaga; yo tenía una plata en el banco, la sacamos y la
guardamos en la casa de mi suegra. Eran como 7 u 8 millones nada más, pero
esos tipos miraban cuentas.

Después volví a ir en busca de contactos, de alguien que tuviera relación con


ellos y que me pudiera ayudar, pero nada. Nunca pasó nada. Y yo asustado. A
ratos no pensaba en cosas negativas pero después era consciente de lo mal
que estaban tratando a la gente y volvían los miedos.

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Ya después fue cuando llegó el tal Flechas, como a los 8 días. Yo le di la mano
y me preguntó:

-¿Esta casa es suya?

Y la miraba.

-No, es de una hermana.

Y dice Marcela: “el tal vez traía en la cabeza otra cosa. Pensaría que nosotros
teníamos esto llenito de mercancía”. Y le dije:

-Señor, es que ni siquiera la casa es de nosotros.

Después supimos que la Peñaranda les había dicho que, mejor dicho, éramos
ricos.

La Peñaranda, como dice Marcela, era una secretaria de la alcaldía municipal.


Al parecer, y según muchos concepcioneros, una mujer un poco amargada y
chismosa, que se relacionaba con el grupo armado de turno.

Un día que fui a Málaga, un amigo mío, al que le decimos ‘Manga Floja’, sí me
dijo: “ojo que lo van a joder y la de eso fue Elvira Peñaranda”. Ella les había
dado la lista de todos los que le vendían a la alcaldía; entre esos yo, que
apenas estaba comenzando en ese negocio.

Cuando llegó el ‘Flechas’ a la casa estaba, mis hermanas, que había venido
de vacaciones a visitar a mi mamá, apenas lo vieron, se fueron. Yo pensé
¡cómo son de hijueputas! Lo ven y me dejan solo.

-¡Uy, sí! Nosotros dijimos ¡cómo son de hijueputas! Sabían de la situación y nos
dejaron ‘soliticos’, añade Marcela.

A Marcela ni la saludó, yo le di la mano, pero le vi semejante pistolón y ¡uy!,


cuenta Alejandro.

Después me dijo:

-Usted es un testaferro.

-¿Qué es un testaferro?

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-Que usted le saca plata la guerrilla

-Eso es falso. Yo lo único que hago es comprar y vender. Le vendo al


municipio.

Duramos como 10 minutos en esa conversación y finalmente me dijo que tenía


que darle una plata a la organización.

-Y eso ¿cuánto?

- Treinta millones.

-Nooo, yo no tengo eso. Ni porque me dedique el resto de mi vida a trabar para


ustedes reúno esa cantidad.

E insistía que eran 30.

-Un día de estos mando por ella.

Y volteó el ‘culo’ y se fue.

Ahí fue cuando yo le dije a Alejandro, digámosle a Ciro, el alcalde, que nos
ayude. Y él fue el que habló con ese miserable, dice Marcela.

Todo pasó tan rápido. El tipo me volvió a citar y Ciro me dijo que él arreglaba
eso. El caso es que después de ese encuentro, entre ellos dos, supe que la
orden era grave y dura: si no daba la plata me mataban y mataban a los de mi
casa.

Volvieron y me citaron a las 8 de la noche en un potrero, cerca al cementerio.


Me tocó ir solo. Iba a llevar a la perra pero no me dejaron. Ellos fueron por mí.
Yo me eché 2 millones de pesos en la pretina del pantalón y me puse la ruana.

Sentí mucho miedo. Creí que me iban a matar. Empezamos a hablar pero el
comandante no se bajaba de los 30 millones. Duré como media hora tratando
de que me rebajara pero él insistía en que sobre mí había información grave.

Sacó un radio y llamó a un tal ‘Douglas’, el matón más duro que había, y
hablaban en cable. ‘Flechas’ le decía:

-Aquí está el hombre.

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-Pero el precio es el que ya se dijo y si no, hay que proceder, decía ‘Douglas’.

Yo no sé si sería matarme o qué. Después, apagó el radio y de una le dije:

-Mano, ¿pero a usted no le gusta la plata?

-Claro que sí

-Entonces yo le doy algo, pero bájele a la letra porque de verdad, toda esa
plata no la tengo. Nunca me he ganado eso, tampoco he cobrado un cheque
por 50 millones, como usted dice. Yo no puedo declarar toda esa cantidad.

-Usted cobró cheques por 70 millones

-El contrato más grande ha sido de 30 millones, la ley tampoco lo permite y yo


no voy a caer en la trampa de los torcidos.

Me decía también que yo era colaborador de la guerrilla.

-No es sea colaborador, es que estamos bajo la ley de ellos y ahorita ya


llegaron ustedes y nos toca bajo la ley de ustedes. Ya mañana ustedes se van,
llegan otros y la misma cuestión.

Me recibió los 2 millones y me dejó claro que el resto se los tenía que dar en
una semana. Quedamos en que serían 15.

-Y que no le vaya a faltar nada a esa cuota porque se agrava la situación,


aclaró.

Pagué en tres contados. Ahí entregué el trabajo de un montón de años. Ahí se


fueron las matrículas de mis hijos. Me salió caro retomar las noches de
tranquilidad.

Cuando terminé de pagar todo me dijo:

-Usted siga trabajando y cualquiera que llegue a chantajearlos nos avisa o


cuando yo me vaya le presento al comandante que llegue. Me dio la mano, se
despidió y ya.

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A mí también me había alertado Tito, mi amigo. Él había escuchado muchos
comentarios en las oficinas de Cotrans, una empresa de transporte
intermunicipal.

Pero a ellos nos les bastó con sacarme la plata. También fui su mensajero.
Para ese entonces yo había comprado, en sociedad, un camión de carga con
mi primo y nos tocó, durante un mes, recoger las ‘vacunas’ por todo el pueblo.
Eso a todo el mundo le sacaron plata, hasta a un zapatero, como de a 10 mil
pesos. Eso era una ‘chichigua’. Duro me tocó a mí y todo por mala información.

-Necesito una carrera, dijo ‘El Chulo’

-Sí señor, contestó el taxista

-Espéreme aquí que voy para donde un ‘hijueputa’ que tiene billete, agregó.

Hoy, alias ‘El Chulo’ está trabajando en la mina de cal, tal cual lo hacía antes
de sentirse poderoso por cargar un arma en su pantalón y decir que era
miembro de las AUC.

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3.2.3 Primero conferencias, luego muertos y bombardeos

Me llamo Ciro Borrero Maldonado y vivo en la vereda Bomboná. A mis 65 años,


he sido concejal de Concepción dos veces y en esa época fue que nos tocó
recibir a la guerrilla. Primero fue el ELN y después las FARC. Yo no me
acuerdo de fechas, pero sí sé que fueron periodos durísimos. Por ejemplo,
tocaba salir a las citas y ellos (el ELN) una vez hicieron un paro de ocho días.

Alberto Ríos llega a la casa de ‘Mono Ciro’, su amigo. Se sientan en el patio y


empiezan a charlar de la poca gestión del actual gobierno municipal, el de
Romualdo Reyes. De repente, Ciro mira hacia las montañas que están al otro
lado del río Servitá, frente a su casa, y le pregunta a su visita:

-¿Usted se acuerda que de aquella loma era que le daban al pueblo?

-No, eso era más abajo.

-De aquí también, eso las lucecitas se veían brillar.

E inicia el recuento, de lo que para ellos, fue el infortunado inicio de los grupos
guerrilleros en la zona.

Las conferencias

“Esos empezaron a aparecer en el gobierno de Alejandro Reyes y en el de


Alejandro Mejía”, dice Ciro. Es decir, en 1990, aproximadamente.

La vez del paro estuvo ‘jodido’. Duró como una semana, sacaron a la gente del
campo y la echaron para Bucaramanga a pie. El Comandante de los elenos era
‘Santander’, no sé cómo se llamaba, pero así se presentaba. Entonces, nos
tocó llamar a la Gobernación de Bucaramanga para que vinieran porque no
entraba comercio, ni nada, y hasta Málaga llevó del bulto porque para allá
tampoco pasaba nada de comida, sobre todo. El caso es que de la
Gobernación nunca hubo presencia y fuimos nosotros quienes dialogamos con
Santander para que levantaran el paro, que en realidad, nunca entendí cuál era
el objetivo. Hacerse sentir y notar, supongo.

Constantemente, nos mandaban a llamar, a nosotros los concejales, con un


informante y nos decía que bregáramos a subir.

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Íbamos al páramo, a Piedra Azul o Cueva Grande. Allá nos atendían en alguna
casa o en las escuelas del páramo y nos daban unas conferencias. Me acuerdo
de las primeras, cuando nos explicaron el porqué mataron a unas ‘peladas’ del
pueblo.

-A ellas tocó ajusticiarlas porque se metieron con los policías, decían.

Y en eso sí tenían razón, aunque no para matarlas, pero es que llegan esos
policías casados unas 3 o 4 veces y agarran de una vez a esas ‘tontas’, las
dejan embarazadas, se largaban y por aquí ni volvían.

Los elenos cogían a la gente y le decían la verdad en la cara, en parte tenían


razón.

En las conferencias nos hablaban de la oligarquía colombiana, todo lo más de


comunismo y de ideologías leninista, aunque uno prácticamente no tenía
mucho conocimiento de eso. Pero también nos daban la palabra para que
dijéramos lo que quisiéramos.

Nos hablaban del petróleo y nos decían que acá venían los gringos y se lo
robaban. Que teníamos que defender eso. Y que por la misma razón era que
ellos se armaban, porque tenían que luchar por lo que le pertenecía al pueblo.
Que era necesario amparar las riquezas del país

Yo ese día me paré y le dije a Santander, que era un tipo preparado:

-Vea, lo que pasa es que aquí en Colombia hay muchos ingenieros, pero esos
no saben coger ni una válvula. En cambio, los gringos llegan y esos sí saben.

Yo vi cuando llegó un gringo en un avión, se bajó y se puso unos guantes. Nos


fuimos a hacer una cerca, agarró una barra y empezó hacer unos huecos y
nos enseñaba cómo era que se hacían.

-Entonces vea, le dije a Santander. Eso no lo hace un ingeniero colombiano y si


los gringos están en eso, es porque saben.

A veces se ponían de mal genio porque uno les decía que no le parecía alguna
cosa y ellos de una vez mostraban el arma. Pero un día me tocó decirle al

30
comandante que habláramos de hombre a hombre porque eso con armas, no.
Ya el diálogo no es igual cuando un hombre está con fusil.

Otro tema que siempre tocaban, era el de los proyectos. En cada reunión, lo
primero que preguntaban era sobre qué proyecto estábamos trabajando para
presentárselo al alcalde y como nosotros no sabíamos hacer eso, entonces nos
regañaban:

-¿Cómo así? Entonces, ¿qué diablos hacen ustedes? Esa es su labor, pasar
proyectos para que arreglen las carreteras de las veredas, las alcantarillas,
toda esa vaina que se necesita. La plata del pueblo es de ustedes, del pueblo.

Esas conferencias, como las llama Ciro, duraban un solo día e incluían las
meriendas respectivas. Alrededor de las cinco de la tarde, los guerrilleros se
encargaban de llevar nuevamente a los concejales hasta un punto donde
pudieran conseguir transporte hasta Concepción. Normalmente, los dejaban en
la entrada del municipio vecino, el Cerrito.

Los primeros que cayeron

Después se puso más dura la situación, cuando mataron al comandante Darío,


que era oriundo de acá, de Concepción. Era yerno de Candela, un funcionario
de la Caja Agraria. A él lo mató el Ejército en el páramo, más arribita del
Cerrito. Darío se estaba cepillando los dientes en la casa de unos campesinos,
porque a eso acostumbran; a llegar e instalarse y ¿quién les dice que no?

Pero la gente dice que cuando el Ejército llegó al rancho, Darío ya estaba
muerto. Supuestamente lo mató el mismo compañero, un tal ‘Jimmy’. Ellos
preferían un disparo de sus propios combatientes que de los otros. Es más,
más de uno se tiró del puente ‘Mataperros’, que separa a Concepción del
Cerrito, por donde pasa el río Servitá.

Así bautizó la comunidad el puente porque efectivamente, desde ahí arrojaban


los perros que no querían tener en sus fincas; pero después, ratificaron el
nombre al ver cuando los guerrilleros se tiraban de ahí porque venían
huyéndole al Ejército.

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Los primeros muertos que dejó el ELN fueron los cuidanderos de mi finca de
Mojicones, asegura Alberto.

Mojicones es un lugar muy alejado. Zona rural del municipio de Concepción


que ha sido cuna de los dos grupos guerrilleros por sus facilidades para
esconderse. Esta es un área totalmente natural, está en medio de la selva,
prácticamente. Allí no hay carreteras, ni puentes, ni energía eléctrica.

-Mataron a Gumersindo y a Gabriel Carvajal, padre e hijo. Al ‘chino’, que tenía


por unos 16 años, le gustaban mucho las armas. Entonces, cuando pasaba por
ahí el Ejército se les pegaba y lo mismo hacía con los elenos. Al papá le
alcanzaron a advertir, ellos mismos:

-Pilas con ese chino. Dígale que deje la ‘compinchería’ con esos manes.

Pero Gustavo no hizo caso, cuando su papá le transmitió el mensaje. El ELN


llegó a su casa y se los llevó a los dos para un campamento. Ahí le hicieron la
acusación al joven y decidieron que lo iban a matar. Los pusieron a los dos a
cavar el hueco y el pobre viejo dijo:

-Si lo van a matar a él, a mí también me tienen que matar.

El hueco sirvió para los dos, recuerda Alberto.

Pero cuando empezó a llegar la guerrilla de las FARC, esos sí llegaron hechos
unos arrechos y empezaron a desplazar a los elenos, rapiditico. Sin embargo,
el ELN alcanzó a bajarse al comandante de las FARC, a un tal Rozo.

Los grandes temerarios: ‘La Flaca’ del ELN y ‘Gumu’ de las FARC

Una vez hicimos un cabildo abierto y ahí llegó la nueva comandante del ELN,
Yaneth, le decían ‘La Flaca’. Ella duro unos 2 o 3 años y murió en combate con
el Ejército, en la vereda de Tabeta. Pero a esa vieja sí le tenían miedo, era muy
estricta, muy rígida, muy matona. Esa decía que aquel que la cagara, la
llevaba; recuerda ‘Mono Ciro’.

Esa comenzó a ordenar los hostigamientos. Esa era una ‘caca’. Era de las que
veía al Ejército y les peleaba, si le daban papaya les daba bala. Yo me la

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encontré en la finca y allá duraron como unos diez días, luego pasaron y se
instalaron en la de don Enrique Castellanos, agrega Alberto.

Pero esa nos ponía unas tareas medio jodonas, interviene Ciro. Una vez nos
mandó a llevar unas matas de aquí para sembrarlas por allá arriba, y yo si me
le arreché y le dije:

-Es que esto debería ser tarea del UMATA

Ahí me atreví a rezongar, pero donde Yaneth hubiera estado con el tal
‘Bateman’, me hubiera quedado calladito.

-¡Uy, sí! A ese man lo mataron en Capitanejo, pero era de los que si pasaban 8
días sin matar a alguien, se volvía loco. Él fue quien mató a William Niño
Redondo, sobrino del ex contralor nacional, Rodolfo González. Dice Alberto. Y
continúa narrando cómo fue la muerte del loco de las armas.

A él lo mató la policía. Lo venían persiguiendo porque acababa de matar a un


taxista al que le decían ‘Chapa de Oro’, y se metió en unas arroceras, pero
como estaban llenas de agua, no pudo correr y la policía le disparó.

Pero de los malos, malos; ‘Gumu’, continúa Alberto.

Yo venía ese día del campo con Fabio Gallo y en el Cucharito, una vereda de
Concepción, cuando empezó una balacera entre el Ejército y ellos (las FARC).
Esa fue una balacera pero ‘arrecha’, como a las 3 de la tarde.

El Gumu estaba enmarihuanado y borracho. Y eso usted lo viera. Era un bobo,


un bobo, un bobo; es que ni para limpiarse las babas, dice cuenta Alberto, con
cara de sorprendido.

En fiestas de Servitá se lo topaba uno, agrega Ciro.

Una vez me tocó ir a una cita con la guerrilla y allá fue donde lo conocí, y me
pregunté ¿esta es la guerrilla? ¿Para qué le sirve un bobo de esos? Pero ¡ja!,
la gente oía ‘Gumu’ y salía a volar.

Por ejemplo, a mí me gustaba irme a tomar unas cervezas con Eliecer Bello y
con Arturo Peña, a la tienda de don Álvaro, y cuando eran por ahí las 7 de la

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noche, hora en la que estábamos medio entonados y contentos, empezaba
Álvaro a decir:

-Bueno, para la casa

-Ahorita, no empiece a ‘joder’, le contestábamos.

-Ahí viene ‘Gumu’

Y todos hágala, recuerda Alberto y empieza a reír.

La vez que tuve que reunirme con ellos fue porque el hijo del cuidandero de la
finca me había robado un toro. Era el hijo de don Moisés, se llamaba Raúl.
Pero a él lo había mandado otro tipo y el chino vino y lo trajo al pueblo para
venderlo.

Yo estaba durmiendo y vino a llamarme un muchacho que se llamaba Alfonso:

-Oiga, que allá en la plaza hay un toro, que ¿en cuánto lo da?

-Yo no estoy vendiendo nada

-Entonces fue que se lo robaron, respondió

El toro lo reconoció un señor y dijo “ese es de Alberto Ríos y él nunca trae


animales al pueblo para vender”.

Yo nunca puse en conocimiento eso porque sabía que aquí no pasaba nada,
entonces yo esperé que viniera el viejo, el papa, y le hice el reclamo, pero él
estaba inocente de eso. Y lo volvieron a subir a la finca.

Después empezó la gente a criticarme, me decían que yo tenía ladrones


metidos en la finca. Pasó el tiempo hasta que me mandaron llamar.

Me tocó ir al Cedro, una vereda. Había varios ‘guerrillos’, entre esos ‘Gumu’,
quien me dijo:

-Si quiere amarramos a ese hijueputa y lo pelamos.

-No, no, no.

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Entonces me dijeron que los sacara de ahí. Y tuve que hacerlo porque si no el
problema iba a ser para mí.

Siempre era así. Nadie acudía acá a la policía, ni mucho menos al juzgado. La
ley era la del monte.

Por ahí robaban ganado, pero no era muy común y cuando empezó a llegar la
guerrilla, a los primeros que mataron era esos ‘pícaros’. Sobre todo en el
páramo, donde era tradición que entre vecinos se robaran.

Así fue como conocí al famoso ‘Gumu’. Ese hizo historia y más, cuando se robó
20 millones de pesos del Banco Agrario y salió como si nada de ahí, pasó por
la estación de policía, bajó por el río y salió a la loma llevando la plata en un
costal.

Lo contradictorio era que la guerrilla mataba a los ladrones, pero ellos después
empezaron a robarse las cargas de los camiones, entonces eso terminó
convirtiéndose en delincuencia.

Por esa razón, interviene Ciro, es que los que entendemos un poco, no les
creemos nada. Terminaron saqueando a lo loco, cuanto camión pasaba por el
páramo.

Los dos amigos, quedan en silencio durante un par de minutos. Alberto toma
nuevamente la palabra y comenta:

Al principio querían ser ideólogos (el ELN); con la llegada de las FARC
empezaron con las vacunas y ahí fue cuando mataron a Argemiro, el alcalde,
porque él sí era de izquierda, de los tiraba piedra en Bogotá y no les ‘comía’.
Es más, en varias oportunidades, cuando se lo llevaban, para el monte, él
terminaba dándoles cátedra, les abría la mente porque ese sí sabía lo que
significaba ser de izquierda.

Los elenos no le quitaban nada a la gente del pueblo, ni de las veredas; de


hecho, uno pensaba que por acá no iban a operar porque esta es una zona
muy pobre, entonces ellos se limitaron a robar y las FARC a bombardear el
pueblo para quedarse con el control absoluto y poder caminar por las calles del
pueblo, como si fuera su casa.

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También, a matar a la gente en las calles, a cualquier hora y por chismes que
nunca confirmaban.

La primera toma guerrillera de las FARC

Alberto es un hombre de 60 años, que nació y se crió en el campo, pero ahora


vive en el casco urbano de Concepción.

La primera balacera, a la que le dieron al pueblo con todas las ganas, fue a las
tres de la tarde, hace como unos 20 años.

Mis hijos estaba pequeñitos, tenían 3 y 4 años, y nos habíamos ido a caminar
hasta el puente, con mi mujer, Nelly, la que nos cuidaba a los ‘pelados’ y ellos.
En el trayecto, nos encontramos con unos siete tipos y más arriba, ya había
otros cuantos disfrazados. De una vez, nos devolvimos. Alcanzamos a llegar a
la casa cuando empezó la ‘fiesta’. Después le daban al pueblo cada 8 días.

Otra día yo venía de Mojicones y estaba oyendo música en la loma, ya


llegando al pueblo, y vi aun man. Pensé que era Nelson ‘Babario’ que venía de
trastear los terneros, cuando se acercó y ya le vi el fusil y dije ¡mierda, la
guerrilla!

El tipo se me acercó y me preguntó:

-¿Usted tiene dónde quedarse por aquí?

-No.

Yo traía bolsa de duraznos y le di

-Es que vamos a echar plomo, toca que se regrese

-¿Para dónde diablos me regreso si no tengo a donde ir?

Y ahí ya llegó ‘Charuzo’, un guerrillero que era del pueblo, y me conoció

-Este ‘pingo’ ¿qué hace por aquí?

-Vengo de Mojicones.

También le di duraznos y le dije:

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-‘Mano’, déjeme llegar al pueblo

-Le doy 15 minutos. La demora es mientras estamos en aquella loma. Hágale y


no le cuente a nadie ¡a nadie!

Yo que hijuemadre, eso fue en bombas que llegué y al único que le dije fue a
José ‘Chiquito’ que me lo encontré entrando al pueblo.

-“Guárdese, ‘Chiquito’”.

Y el viejo sí pescó el mensaje y salió a toda carrera.

Llegue a la casa, toqué y empezaron los primeros disparos. Lo primero que


pregunté fue ¿los chinos? Y estaba adentro, porque esos se la pasaban en la
calle jugando. Y empezaron con esa pistola que tiene patas y eche plomo.

Ellos cortaban la luz y siempre tenían unos carros más arriba en las carreteras
para volarse, y ya.

Las FARC se adueñaron de toda la zona y desplazaron al ELN. Algunos de ese


último grupo, se cambiaron de bando porque estaban aguantando hambre. Es
que los primeros (ELN) sí daban risa porque si usaban camisa camuflada, no
tenían pantalón y ni gorra. En cambio las FARC sí se veían bien ‘engallados’,
hasta por el tipo de armas, uno se daba cuenta.

Desde entonces, se amañaron acá. Es que la ‘Concia’ es un vividero,


definitivamente, puntualizan los amigos.

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CONCLUSIONES

La historia de Colombia ha estado marcada por la violencia y el departamento


de Santander fue uno de los territorios desde donde ésta se gestó, iniciando
con la guerra bipartidista y luego, con la incursión de grupos armados ilegales
como el ELN, las FARC y las AUC.

A pesar de que la Provincia de García Rovira hace parte del departamento,


esta no cuenta con registros bibliográficos de los hechos violentos que vivieron
y fueron víctima sus pobladores, a causa del conflicto armado, entre dichos
actores y la fuerza pública; lo cual genera un desconocimiento y olvido de una
población.

La violencia que se vivió en la región santandereana, se puede conocer desde


las experiencias de los concepcioneros, pues en su municipio, ocurrieron tantos
acontecimientos atroces, que de una u otra manera, se replegaron y se vieron
afectados los pueblos aledaños. Además, por Concepción pasaron todos los
grupos armados ilegales y hasta hoy, aún se convive con uno de ellos, las
FARC.

Esta problemática, que lleva más de 25 años, según las narraciones de sus
pobladores, tuvo varios matices.

El primer grupo guerrillero que hizo presencia en esta región fue el ELN, quien
pretendió desempeñar un rol de ideólogo. No obstante, esta faceta no perduró
ya que se dedicaron a delinquir y a cometer asesinatos. Por tal motivo, la
población que en algún momento simpatizó con ellos, perdió toda credibilidad
por sus actuaciones.

Inicialmente, el ELN pretendió inculcar en los concejales de Concepción,


ideales de lucha, de inconformismo con las políticas establecidas por el Estado,
y de rebeldía. Asimismo, se mostró como una organización que vela por los
intereses de una comunidad; cosa que les funcionó, aunque por poco tiempo,
porque los pobladores llegaron a creer más en ellos que las autoridades
gubernamentales.

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No obstante, el desconocimiento de la figura estatal se debió a la incapacidad
de combatir la violencia y los actos terroristas que allí ocurrían. Pero, sobre
todo, los habitantes del municipio de Concepción culpan al Estado por su
abandono y desconocimiento.

Luego del ELN, incursionó la guerrilla de las FARC en este territorio, y se


caracterizaron por ser aún más crueles y despiadadados. Con su presencia, el
miedo y el terror se empezaron a apoderar de la población. Y con ellos se
ratificó que la ley judicial no existía en el municipio; la que en realidad operaba
era “la ley del monte”.

Las FARC es el grupo que se ha mantenido en la región por más tiempo, a


pesar del desplazamiento temporal que vivió con la llegada de los
paramilitares. Con ellos inició la modalidad de atacar el casco urbano a través
de bombardeos. Todo por la lucha por el territorio.

Este objetivo lo lograron en los municipios de Cerrito y Capitanejo, pero no en


Concepción. Por eso, han sido tan insistentes. Incluso, se pudo determinar que
ese era su fin y para ellos debía debilitar a la policía con bombardeos
constantes y cada vez, más fuertes.

Con la presencia de las FARC a la provincia de García Rovira, los pueblos se


volvieron sumisos y vulnerables a sus actuaciones. Allí no había juez o entidad
que tuviera más poder que ellos; poder que lograron gracias a las amenazas y
asesinatos. De esta manera, lograron que muchas personas recurrieran a ellos
para denunciar robos, inconvenientes con los vecinos y demás problemas que
se presentaban en la comunidad, rural y urbana.

Debido al impacto generado por los actos terroristas de este grupo guerrillero,
su nombre quedó grabado en la memoria de todos los habitantes. Asimismo, su
reconocimiento como ente de poder se difundió con rapidez por la región.

En consecuencia, Concepción llegó a parecer un pueblo fantasma, donde


después de las cuatro de la tarde, nadie se atrevía a salir de sus casas por
temor a quedar en medio del fuego cruzado entre la guerrilla y la policía o el
ejército, en su defecto.

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Ese municipio presenta serios problemas sociales, que se agudizaron por la
presencia de los actores violentos. Su desarrollo y crecimiento es mínimo y las
posibilidades de tener una vida digna, con empleo, salud, educación de calidad,
como mínimo, son prácticamente nulas.

Más adelante, hacía el año 2001 la situación de orden público empeoró con la
aparición de las Autodefensas. El paramilitarismo, a diferencias de las guerrillas
que operaban y vivían refugiadas en zonas rurales, se instaló en el casco
urbano, de distintos municipios de la Provincia.

Asimismo, su modo de actuar distó mucho del de las guerrillas. Sus agresiones
contra la población civil fueron más silenciosas y macabras. Las AUC fueron
protagonistas de las torturas, las extorsiones y las amenazas.

También fue un aspecto distintivo, los espacios de acción de cada organización


ilegal. A pesar de que todos ellos ejecutaron acciones delictivas en el área rural
y urbana, las guerrillas; por su parte, se refugiaban en los campos del
municipio, mientras que los paramilitares se instalaron en el casco urbano,
donde eran identificados como tal y aún así, paseaban por las calles sin
ninguna persecución por parte de la policía o el ejército nacional.

Los grupos armados ilegales han tenido mayor poder de decisión sobre la
población de la región García Rovirense, que las figuras judiciales del Estado.
Ellos fueron ‘los jueces’ que ajusticia con o sin motivos, de maneras
sangrientas.

Finalmente, es preciso resaltar que las dinámicas de acción de los pobladores


de la región se modificaron, luego de la presencia de los actores armados
(ELN, FARC y AUC). El comercio disminuyó significativamente, pues si una
familia cultivaba y comercializaba sus cosechas, fácilmente podía ser señalada
como adinerada y posteriormente extorsionada. Por ende, era preferible
comprarlo todo porque tener un poco de estabilidad económica podía ser
motivo suficiente para los insurgentes secuestraran, extorsionaran y hasta
asesinaran.

Del mismo modo, las dinámicas sociales y de interacción entre los pobladores
reflejan el terror y el miedo que estos grupos han sembrado; pues se perdieron

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las costumbres de hacer visitas, de charlar sobre temas políticos o de
pronunciarse ante alguna inconformidad, porque quien lo hiciese podría ser
denunciado con la organización delictiva de turno y víctima de sus métodos de
ajusticiar.

Respecto a la temática de crear memoria histórica como papel fundamental del


periodismo sobre conflictos de gran nivel de afectación, se puede concluir que
en la región no se evidencia una comunicación ni un interés por parte de los
medios de comunicación con la ciudadanía, puesto que los registros
bibliográficos sobre los hechos que han marcado la historia, tanto de la
Provincia de García Rovira como de cada uno de los municipios que la
conforman, son prácticamente nulos.

Por lo tanto, la responsabilidad del periodista de visibilizar a las víctimas como


uno de sus papeles fundamentales, así como de investigar los hechos que
afectan a la población, también se ven afectados a falta del oficio en esta
región.

Con lo cual se impide que la historia del país cobre vida cuando a través de las
memorias de sus víctimas se reconstruya, para conocer la verdad, o lo más
cercano y fiel a ella, ese rompecabezas que conforma una historia de país,
dentro del cual cada ficha es una pieza clave para formar el conglomerado que
lo identifica como nación.

Sin embargo, la falta de garantías en el oficio del periodismo se puede


identificar como una de las principales causas que generan la ausencia de la
labor periodista en el territorio señalado.

Es por esto que comprendí que la historia del país se conoce escuchando a
sus habitantes. (Molano, 2005)

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Bibliografía

Alape, A. 1985, La paz y la violencia: testigos de excepción. Hechos y


testimonios sobre 40 años de violencia y paz que vuelven a ser hoy palpitante
actualidad, Bogotá, Planeta Colombiana Editorial S.A.

Castro, G. 2011, Colombia amarga, Bogotá, Editorial Planeta Colombiana S.A.

Castro, G. 2011, El Karina, Bogotá, Editorial Planeta Colombiana S.A.

“Derechos Humanos” (2012) -en línea-, disponible en:

Gutiérrez, J. y Martínez, A. 1996, La Provincia de García Rovira. Orígenes de


sus poblamientos urbanos, Bucaramanga, Ediciones UIS.

Hernández, E. 2003, Inocencia silenciada…Niñez afectada por el conflicto en


Santander, Bogotá, Editorial Códice.

Palacios, M. 2003, Entre la legitimidad y la violencia. Colombia, 1875-1994,


Bogotá, Editorial Norma.

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