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Recursos Didácticos | Secundario | Ciencias Sociales

La democracia
Democracia representativa y democracia directa
La exigencia de una mayor participación en las decisiones políticas parece un componente cons-
tante de nuestras democracias contemporáneas. Grupos más o menos numerosos de ciudadanos
reclaman una democracia más desarrollada. Este reclamo, sin embargo, puede tener distintas
orientaciones.
Hace algunas décadas, por ejemplo, el reclamo se presentaba como la exigencia de extender el
número de ciudadanos con derecho a votar representantes. Hoy en día, el sufragio es universal,
porque todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a determinar, mediante el voto, que
personas tomarán las decisiones políticas que los afecten. Por eso, en la Argentina, ha llegado a su
fin el proceso histórico que extendió el derecho al sufragio a todos los ciudadanos. La democracia
ya no puede ampliar este derecho a una mayor cantidad de ciudadanos, porque todos los ciudada-
nos tienen ya derecho a votar, dado que el sufragio universal garantiza que todos los ciudadanos
participen en el sistema democrático.
Sin embargo, puede reconocerse otra dirección de desarrollo de Ia democracia si se atiende no
al número de ciudadanos con derecho a participar, sino al modo en que lo hagan. Por ejemplo, hay
quienes sostienen que las elecciones son una manera insuficiente de participación de los ciuda-
danos, que debería ser ampliada mediante otras formas. Uno de los modos corrientes de expresar
este reclamo es exigir que la democracia representativa sea acompañada o sustituida por la demo-
cracia directa.
En la democracia representativa, las decisiones políticas son el resultado de deIiberaciones
llevadas a cabo por personas elegidas por los ciudadanos. Estas personas elegidas toman parte en
las discusiones sobre la conveniencia de que el Estado adopte un determinado curso de acción. Eso
significa que, en la democracia representativa, los ciudadanos no participan directamente en las
deliberaciones y en las decisiones políticas.
La idea de representación política implica que los ciudadanos se limitan a elegir a las personas
que participaran en las deliberaciones y tomarán decisiones. Estas personas son representantes
que intervienen directamente en el organismo deliberativo; por ejemplo, en una asamblea legis-
lativa, en lugar de los ciudadanos que los eligieron. Cuando los ciudadanos no se sienten bien
representados, la exigencia de una mayor participación se orienta, muchas veces, hacia el estable-
cimiento de instituciones propias de la democracia directa. En ella, los ciudadanos no son repre-
sentados por intermediarios que participan en la deliberación política, sino que los mismos ciuda-
danos intervienen directamente en las discusiones y en las decisiones políticas. El ejemplo clásico
de la democracia directa es el régimen político ateniense del siglo V a. C.

1
La democracia directa puede ser considerada una forma de democracia más desarrollada,
porque en ella los mismos ciudadanos intervienen en las discusiones sobre las decisiones políticas
que afectarán sus propias vidas no delegan esta tarea en ningún representante. Sin embargo, la
instauración de una democracia directa requiere varias condiciones que muy raramente se dan
de manera conjunta.

1. Relacionen lo leído y piensen qué funciones cumple el centro de estudiantes de su escuela y


presenten ejemplos de decisiones que no están sometidas a la regla de la mayoría.

2. Lean la cita de Rousseau y expliquen por qué el lujo puede tener cada uno de los efectos perni-
ciosos que él le atribuye. Den algunos ejemplos.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) criticó la idea de representación política y defendió la par-


ticipación directa del pueblo en Ia asamblea legislativa. Sin embargo en su libro “EI contrato
social” advirtió las dificultades para establecer una democracia directa. En el siguiente pasaje,
Rousseau presenta las condiciones imprescindibles para establecer este tipo de democracia:
En primer lugar, un Estado muy pequeño en que el pueblo sea fácil de congregar y en el que
cada ciudadano pueda fácilmente conocer a todos los demás; en segundo lugar, una gran sen-
cillez de costumbres que evite la multitud de asuntos y las discusiones espinosas; luego, mucho
igualdad en los rangos y en las fortunas, sin lo cual la igualdad no podría subsistir mucho tiem-
po en los derechos y en la autoridad; finalmente, poco o nada de lujo. Porque el lujo es efecto
de las riquezas o las hace necesarias; corrompe a la vez al rico y al pobre, al uno por posesión y
al otro por ambición; vende a la patria a la molicie, a la vanidad; priva la Estado de todos sus
ciudadanos para hacerlos esclavos unos de otros y todos de la opinión.

En algún sentido, las condiciones mencionadas por Rousseau en este pasaje tuvieron Iugar
entre los ciudadanos de Atenas durante los siglos V y IV a. C., que es el modelo clásico de la
democracia directa. Por aquel entonces, Atenas era una pequeña ciudad Estado de la que sólo eran
ciudadanos los varones mayores de edad cuyos padres eran ciudadanos atenienses. Esta pequeña
cantidad de ciudadanos podía reunirse en una asamblea legislativa. Actualmente, en cambio, las
ciudades son mucho más populosas que las ciudades Estado de la Antigüedad. Los ciudadanos son
tantos que no pueden reunirse todos a deliberar en un lugar y tampoco pueden conocerse todos
personalmente entre sí. Por otra parte, los ciudadanos de los Estados democráticos actuales
valoran especialmente la autonomía de su vida privada, cosa prácticamente desconocida por los
griegos del periodo clásico. Estas condiciones de los Estados actuales parecen volver imposible el
establecimiento de una democracia directa pura.
Aunque la democracia directa puede considerarse un modelo ideal insuperable de participación
de la mayoría, las condiciones imperantes en las sociedades actuales parecen, por lo tanto, impedir
la instauración de una democracia directa. El reconocimiento de esta imposibilidad, sin embargo
no debe conducir a suponer que el reclamo de una mayor participación de los ciudadanos en las

2
"
20 TESIS DE POLITlCA

por

ENRIQUE DUSSEL

L ))((I
siglo
veintiuno
editores
Tesis 1
LA CORRUPCION DE LO POLITICO. EL "CAMPO
POLITICO". LO PUBLICO Y LO PRIVADO

[1.1] La corrupci6n de to politico

[1.11] Habria que intentar en primer lugar debatir sobre 10 que


10 politico "no es", para despejar el campo positivo. Lo politico
no es exclusivamente ninguno de sus componentes, sino todos
en conjunto. Una casa no es solo una puerta, ni solo una pared,
ni un techo, etc. Decir que la polftica es uno de sus componentes
aisladamente es una reduccion equivocada. Hay que saber descri-
birla como totalidad. Pero ademas, en totalidad, hay malas casas,
casas que no permiten vivir bien, que son demasiado pequeiias, 0
inutiles, etc. De la misma manera en 10 politico.
[1.12] Lo politico como tal se corrompecomo totalidad, cuando
su funcion esencial queda distorsionada, destruida en su origen,
en su fuente. Anticipando a 10 que despues explicaremos [-+5],l
es necesario al que se inicia en la reflexion de 10 que sea 10 politi-
co prestar atencion a su desvio inicial, que haria perder completa-
mente el rumbo de toda accion 0 institucion politica.
[1.13] La corrupcion originaria de 10 politico, que denominare-
mos el fetichismo del poder, consiste en que el actor politico (los
miembros de la comunidad polftica, sea ciudadano 0 representan-
te) cree poder afirmar a su propia subjetividad 0 ala institucion
en la que cumple alguna funcion (de allf que pueda denominarse
"funcionario") -sea presidente, diputado, juez, gobemador, mi-
litar, policfa [-+7-8]- como la sede 0 la fuente del poder politico.
De esta manera, por ejemplo, el Estado se afirma como soberano,
ultima instancia del poder; en esto consistiria el fetichismo del
poder del Estado y la corrupci6n de todos aquellos que pretendan

1 La f1echa [ .... ] indica el panigrafo de este trabajo en el que se explica el

asunto.

[13]
14 INTRODUCCION

ejercer el poder estatal aSl definido. Si los miembros del gobier-


no, por ejemplo, creen que ejercen el poder desde su autoridad
autorreferente (es decir, referida a sl mismos), su poder se ha co-
rrompido.
[1.14] ~Por que? Porque todo ejercido del poder de toda ins-
titucion (desde el presidente ha<;ta el polida) 0 de toda fundon
politica (cuando, por ejemplo, el ciudadano se reune en cabildo
abierto 0 elige un representante) tiene como referencia prirnera y
ultima at poder de la comunidad politica [-t3-4] (0 del pueblo, en sen-
tido estricto -t 11). El no referir, el aislar, el cortar la relacion del
ejercicio delegado del poder determinado de cada institucion polfti-
ca (jlecha a del esquema 2.1) con el poder politico de la comunidad
(0 pueblo) (flecha b) absolutiza, fetichiza, corrompe el ejercicio del
poder del representante en cualquier funcion.
[1.15] La corrupciOn es doble: del gobernante que se cree sede
soberana del poder y de la comunidad polftica que se 10 perrni-
te, que 10 consiente, que se torna semil en vez de ser actora de
la construccion de 10 politico (acciones -t6, instituciones -t7-8,
principios -t9-10). EI representante corrompido puede usar un po-
der fetichizado por el placer de t:jercer su voluntad, como vana-
gloria ostentosa, como prepotencia despotica, como sadismo ante
sus enemigos, como apropiacion indebida de bienes y riquezas.
No importa cmiles aparentes beneficios se Ie otorguen al gober-
nante corrompido, 10 peor no son los bienes mal habidos, sino
el desvio de su atendon como representante: de servidor 0 del
ejercicio obediencial [-t4] del poder a favor de la comunidad se ha
transformado en su esquilmador, su "chupasangre", su parfuiito, su
debilitamiento, y hasta extincion como comunidad politica. Toda
lucha por sus propios intereses, de un individuo (el dictador), de
una clase (como la burguesa), de una elite (como los criollos),
de una "tribu" (herederos de antiguos compromisos politicos),
son corrupcion politica.
Tesis 8
LAS INSTITUCIONES DE L>\s ESFERAS DE LA LEGITIMIDAD
DEMOcRATICA Y DE LA FACTIBILIDAD. IGUALDAD Y
LIBERTAD. LA GOBERNABILIDAD

[8.1 J Esfem '1onnal" de la legitimidad Mmocnitica

[8.11] Llamamos "formal" a esta esfera porque se trata de la for-


ma 0 procedimiento que debe usarse para que la accion 0 la institu-
cion (y las decisiones que estan debajo de ambas) sean legftimas.
Lo que en etica es valido es subsumido en politic a como legitimo.
Para que esas mediaciones practicas sean legitimas es necesario,
idealmente, que todos los ciudadanos puedan participar de algu-
na manera simetricamente con razones (no con violencia) en la
formacion del consenso, en los acuerdos que se tomen. En este
sentido la esfera de la legitimidad es la propia de la razon prac-
tica discursiva -en un sentido aproximado al de K.-O. Apel 0 J.
Habermas. La legitimidad fortalece entonces el momento de la
llnidad de las voluntades por e1 consenso.
[8.12] En los ultimos cinco mil ailos (al menos desde las ciu-
dades fenicias del este del Mediterraneo), las comunidades po-
lfticas fueron inventando instituciones que permitfan ir creando
las mediaciones entre la comunidad politica como un todo y
los gobernantes que, necesariamente, son mucho men os. La re-
presentacion, la discusion reglamentada (con votaciones y otros
instrumentos) en organos que deciden y dictan las leyes, la apari-
cion de codigos donde se comienzan a estipular comportamien-
tos definidos que pueden recibir premio 0 castigo, la formacion
de cuerpos cuasi-policiales que pueden aprender a los infracto-
res, la vigencia de jueces con autoridad de juzgar, la superacion
de la ley barbara del talion, el salvaje del "qjo por ojo" -previa a
toda ley y fruto de la venganza y el "hacer justicia con las propias
manos"-, hizo surgir lentamente "sistemas institucionales de le-
gitimacion".

[62]
U,S INSTITUCIONES DE LAS ESFERAS DE LA LEGITIMlDAD DEMOCR..\ TICA ... 63

[8.13] De los diversos sistemas de gobiemo (la monarqufa 0


las republicas) se fue 1entamente decantando la democracia como
el unico factible para alcanzar legitimidad. Hoy, de 10 que se tra-
ta es de determinar 0 mejorar los diversos tipos de democracia
(la democracia republicana, liberal, social democrata, del Estado
de bienestar, populista de los Estados poscoloniales, etc.). Los
diversos sistemas democraticos empiricos son siempre concretos,
inimitab1es en b10que por otros estados y siempre mejorables. La
democrada es un sistema perpetuamente inacabado.
[8.14] La democracia no es solamente una institucion proce-
dimental (una mera forma para llegar a1 consenso), sino que es
normativa. El hecho de intentar siempre una mayor simetrfa y par-
ticipacion de los ciudadanos -nunca perfecta, siempre perfecti-
ble- no es solo un comportamiento externo 0 legal (como harfan
pensar ciertos textos de I. Kant), sino una obligacion subjetiva del
ciudadano que en comunidad ha promulgado ciertas leyes para
fijar 10 que debe obrar y, al mismo tiempo, 10 que debe obedecer
el mismo (ella misma), por haber participado por principio en di-
cha decision. Pacta servanda sunt ("los pactos deben cumplirse").
EI que hizo un pacto es, por definicion, el que debe cumplirlo, y
seria una contradiccion preformativa si dispone algo para otros,
yel mismo que 10 decide no 10 cumple. La obediencia de la ley no
es externa (puramente legal 0 procedimental), es subjetiva, nor-
mativa, porque el actor politico que es soberano al dictar la ley
debe ser obediente en su cumplimiento. EI ejercicio delegado del
poder obediencial, por su parte, cumple con la ley tambien, pero
aun mas obligatoriamente debe obedecer a La comunidad porque es
8U representante [-+4.2].

[8.2] El sistema del derecho y el "Estado de derecho". 19ualdad

[8.21] El sistema de la legitimidad politica tiene un momento cen-


tral referencial, el "sistema del derecho", en sentido amplio. Vease
ellugar de un tal sistema en el esquema 8.1.
64 EL ORDE~ poLiTICO VIGENTE

ESQUEMA 8.1
ALGUNOSPECTD~IR

LA ESFERA }:'ORMAL

Poder politico: pluralidad de voluntades consensuadas (potentia)


(Opinion publica)
Poder instituyente soberano
a~
Poder instituido (potestas)
Poder constituyente
b~
Constitucion
(poder constituido) ~c
Derechos humanos
e d
Poder judicial, .......f - - - - - Sistema del derecho .....f - - - - - - - Poder
el Juez, legislativo
el Juicio .. "Estado de derecho"

pOder~cutivo ~
~ Poder ciudadano
Poder electoral /
t
/

[8.22] Cuando el poder indiferenciado (potentia) decide or-


ganizarse institucionalmente, el ejercicio delegado del poder se
determina (flecha a) en primer lugar como poder instituido (pates-
tas) que, con respecto a una posible Constitucion, se pane a sf mis-
mo como poder constituyente (que se concreta como Asamblea
constituyente, fletha b). La Constitucion (que debe positivizar los
derechus humanas) establece (]lecha c) par su parte necesariamente
un organo que debeni dictar las leyes. Asi nace el puder legislativa
que promulga y actualiza permanentemente (]lecha d) el sistema
del derecho constitucionalmente. Por su parte, el poder judicial j in-

1 La Suprema Corte deJusticia 0 el Tribunal Constiwcional ell llitima illstancia,


debe ser igu<tlmente el quejuzgue la constitucionalidad de las e institucio-
nes, y debiera correspondede algo mas, es decir, el poder juzgar sobre aparicion
de nuevos dem:hos (pOl' las luchas de reconocimiento de movimientos sociales) y
sobrc el hecho de que acontt:zca la nccesidad cit: una Inoliijimcion cOllstirucional.
LAS INSTITUCIONES DE LAS ESFERAS DE LA LEGITIMIDAD DEMOCRATICA ... 65

terpreta el sistema del derecho y 10 aplica a los casos singulares,


resolviendo los conflictos que se presentan en la comunidad polf-
tica (jlecha j). Todos los niveles indicados, y hecho ademas habito
en la comunidad polftica de manera estable, consensual y ultima
instancia normativa, crea un "Estado de derecho". El mismo poder
ejecutivo (que entrada dentro de la esfera de la factibiIidad [-+
8.3]) actua legitima y administrativamente dentro del marco legal
(del derecho). EI poder electoral,2 por su parte, confecciona el pa-
dron y las listas de los candidatos, y juzga la Jegitirnidad de todos
los procesos electorales de todos los poderes restantes y de todas
las instituciones (polfticas y civiles, si 10 requieren estas ultimas).
El poder ciudadano es la ultima instancia fiscalizadora (que debie-
ra ser la culminacion de todo un procedimiento permanente de
participacion de los miembros de la comunidad desde su base)
de todos los demas poderes e instituciones. Todo esto exige una
descripcion muy detallada que debera estudiarse en el futuro. 3
[8.23] Por su parte, la Revolucion burguesa de 1789 propuso
un postulado procedimental-normativo: la igualdad. Sin embargo,
empiricamente, la sera imposible iniplementarlo, pero no solo
por la imposibilidad intrfnseca de todo postulado, sino que, apo-
yandose de hecho en el campo economico en el sistema capitalis-
ta, en vez de situar a los ciudadanos cada vez mas simetricamente,
a 10 largo de los dos siglos de su formulacion las asirnetrias sociales
crecieron inmensarnente, por 10 que la igualdad no se ha conse-
guido, 10 que pone en tela de juicio la legitirnidad misma de la
democracia liberal, moderna, burguesa.

[8.3] Las instituciones de la '1actibilidad" politica. La Sociedad civil y


politica. Libertad y gobernabilidad

[8.31] Las instituciones en cuanto tales son mediaciones de fac-


tibilidad. "Hacen posible" (jactibles) usar medios apropiados para

. 2 :Nos estamos anticipando a cuestiones que trataremos en Ia Segunda parte [-+


20], novedad de la Constitucion bolivariana de Venezuela (1999).
3 He concluido una Politim de la liberaci6n, en la que a traves de tres largos vo-

lumenes, indico esta temitica con mayor detalle, a editarse la parte historica en la
Editorial Trotta, Madrid, proximamente.
66 EL ORDEN POLITICO VlGENU

cumplir los fines asignados -seria ejercicio de la razon instru·


mental 0 estrategica, en el sentido de W. \-,",eber 0 M. Horkheimer
Pero, de manera mas estricta, en el campo politico, y en todo siste
rna polftico, son necesarias instituciones no solo materiales (par;'
reproducir y aumentar la vida del ciudadano) 0 de legitimidac
(para operar dentro del consenso mutuamente aceptado), sine
igualmente instrumentos administrativos que permitan cumplil
con los fines de las otra'l dos esferas (la material y la formal indica
das). Esta es la esfera de la factibilidad politica.
[8.32] Par ejemplo. Sin un sistema de recaudaci6n de recur
sos (impuestos) no es posihle financiar todas las instituciones po
lfticas. Un pais inmensamente rico, h~cnia y economicamentt
hahlando, tendd mas recursos que uno pobre. La politic a del pri
mero tendra mas posihilidad (factibilidad) de cumplir sus fines
Hemos visto que la jactibilidad es una de las deterrninaciones de
poder en cuamo tal [-+2.3]. Si no hay factibilidad instrumental (
administrativa (que induye igualmente, por ejemplo, una fuerz;
militar defensiva y popular) la dicha comunidad no tiene pode
suficiente para ser gobernahle.
[8.33] Las micro instituciones de la factibilidad politic a, cuyo
fines publicos son particulares, son todas las instituciones de la soci,
dad civil (aun escuelas privadas, comunidades religiosas, medios d,
comunicaci6n, etc.), y las asociaciones sociales que cruzan el umbre
de 10 meramente social y penetran el amhito propiamente politic.
del Estado (par ahara en sentido ampliado seglin A Gramsci).
[8.34] La macro instituci6n de la factibilidad es la sociedad PI
Utica 0 el Estado (en sentido restringido), cuyos fines universale
engloban toda la comunidad polftica, y ha tenido una larga inst
tucionalizaci6n a traves los ultimos cinco milenios. Forman part
del Estado los cinco poderes ya aludidos, la policia, el ejercito, 13
instituciones de educaci6n publica, ciertas empresas del Estad(
etcetera.

Samir Amin indica que en Egipto el Estado existe desde hace al men(
cinco mil anos, desde las primeras dinastias faraonicas, can sus c1ases dominal
[es, sistema de [ributos, escritura que permitia guardar memoria de los aco:
tecimientos, de codigos legales, etc. Enrique Florescano muestra igualmen
la antiguedad del Estado en eI mundo maya, pOT ejemplo, en [orno a la figw
teogonica de los reyes.
LAS INSTITUCIONES DE LAS ESFElL>\S DE LA LEGITIMIDAD DEMOCRATICA... 67

[8.35] Toda esa estructura del sistema politico torna la vida po-
lftica dentro del campo politico gobernable. La gobernabilidad es una
virtud de un sistema, que en principio es ambigua. Sin goberna-
bilidad no hay vida polftica; con una gobernabilidad fetichizada
[-+5] tampoco hay vida poIitica estable en ellargo plazo. La ex-
presion "gobernabilidad de la democracia" puede ser entendida
como una expresion cfnica;5 en el sentido de que la legitimidad
democratica no es la ultima instancia deljuicio, sino que existiria
una valoracion superior, que no es ya la de la comunidad polftica
misma, sino la de un poder extranjero, metropolitano, imperial,
militarmente poderoso.
[8.36] En esta esfera se situa el postulado burgues de la libertad
(el "primer principio" de J. Rawls). Esta facultad (y derecho) per-
mite al ciudadano obrar con autonomia y sin ataduras, eligiendo
10 mejor. Sin embargo, y nuevamente, la pobreza, por ejemplo,
impide a los ciudadanos necesitados ("el problema social") obrar
libremente, porque no tienen posibilidad objetiva de intervenir
en la vida pt"iblica, acosados por la vulnerabilidad cotidiana.
[8.37] En las esferasde la legitimidad democratica y la facti-
bilidad, la "opinion publica" juega una funcion insustituible. La
"opinion publica" penetra la totalidad del cuerpo politico, siendo
el momenta "hermeneutico" (interpretativo) de todos los otros
aspectos de la vida del campo polftico; de alli su centralidad onto-
logica: es como una precomprension antediscursiva de 10 polftic06
(que no puede de;jarse sin reglamentar jurfdicamente en manos
de las transnacionales privadas del "negocio" de la'l noticias y la
"diversion"). La polftica como "espectaculo", y no como "partici-
pacion" y como "cultura" en la que hay que educar al pueblo, es la

,. Como cuando un miembro del Departamento de Estado de Estados Unidos


declara que H. Chavez pudo ser eJegido mayoritariamente, anotando que 10 mis-
mo aconteci6 con A Hitler. EI Imperio se arroga as! e1 derecho de calificanodo
proceso democratico. Si el elegido es sumiso a la Voluntad de Poder externa, es
declarado verdaderamentedemocratico; si responde al pueblo ejerciendo obedien-
cialmente el poder (y no obedeciendo al Imperio de tumo) no es democratica.
6 Lo que las "imagenes" televisivas determinan como "malo" 0 "iqjusto" (que
siempre es una dena interpretaciOn) se impone al espectador como fa reaJidad mis-
mao El mejor politico puede ser completamente destruido por los medios de co-
municaci6n.
68 EL ORDEN POLITICO VIGENTE

corrupci6n politica de la informacion a la que nos conduce la me-


dia-cracia (el poder politico fetichizado del dinero penetra todos
los intersticios de los sistemas politicos, invirtiendolo: poniendolo
al servicio del poder como dominaci6n [-+ 5] ). La comunidad poli-
tica puede ser alienada.
LOS PRINCIPIOS NORMATIVOS POl.ITICOS 77
- - - - - - - - - - -.................... -~

NiveiB.
Sistema politico historico concreto -Se confi)fman instituciones segun
los principios, postulados, proyec-
tos, etcetera.

Nivel A. AccWnes politicas


7. Proyectos polfticos y fines de la -Se organizan metas de accion
accion concretas
8. Reglas de estrategia de accion -Se fijan desde los fines decididos
9. Reglas cicticas de accion -Son determinados coyunturalmen-
te desde la estrategia
10. yledios politicos a emplearse -Se eligen desde las cicticas
11. Accion concreta polftica (praxis) -Se decide en consecuencia y se
realizan contingentemente
FJectos politicos positivos 0 negativos>
12. Aun los no-intencionales a corto -Se siguen a las acciones inmedia-
plazo tamente
13. Aun los no-intencionales a largo -Diffcilmente previsibles

[10.02] Todas estas distinciones (en numero de 13) se deberan


ir describiendo no solo en esta obra, sino en otras en elaboracion. 6
Por ahora valgan como referencia para la exposicion que empren-
demos a continuacion.

[10.1] El principio democrritico

[10.11] La democracia, esencialmente, es una institucionalizacion


de las mediaciones que permiten ejecutar acciones e institucio-
nes, ejercicios delegados del poder, legitimos. Se implementan con
sistemas de instituciones empiricas, inventadas, probadas, y corre-
gidas durante milenios por la humanidad, a fin de alcanzar una

Desde los efectos negativos se desplegara todo el discurso critico de la filosofla


poHtica, tema de la Segunda parte [-+ 13.1J.
ti Vease E. Dussel, Politica de la liberacion, de proxima publicacion, vol. 2, § 6.
78 EL ORDEN POLITICO VIGENTE

aceptaci6n fuerte par parte de todos los ciudadanos. La finalidad


es un consenso legitimo [-+ 8.1]. Todo este sistema institucional
est} constituido y alentado par dentro par un principia narmativo
(que subsume el principio de validez universal de la etica en el cam-
po politico). La valido en la etica en la politica es 10 legitimo (que
agrega a la mera validez etica instituciones coercitivas cuyo mono-
polio debe tenerlo la potestas, de 10 contrario cada sujeto singular
podria intentar cumplir par venganza una injusticia sufrida: seria
un estado de barbarie anterior al estado de derecho).
[10.12] El principio democratico se encuentra siempre presente
en todos los fi16sofos modernas. Esto no les priva de caer en cier-
tos equivocos. Par ejemplo, J. J. Rousseau escribe, en El contrato
social, de que es necesario:

Eneontrar una jorma de asociacion que defienda y proteja con toda la fuer-
za eomlm la persona y los bienes de eada asociado, y por la eual eada uno
se une a todos no obedeciendose sino a sf mismo, y quedando tan libre
como antes. i

[10.13] La formulaci6n tiene muchas ambigiiedades. En pri-


mer lugar, esa forma de asociacion (es 10 formal procedimental) no
s610 debe defender a cada persona, sino primeramente a toda la
comunidad, parque el punta de partida no son individuos aisla-
dos sino comunidades hist6ricas ya siempre presupuestas (un Ro-
binson Crusoe no perdido sino desde siempre aislado ni podria
nacer (!) -es una contradicci6n-, ni podria devenir humano en
la soledad: ~quien Ie ensenaria, par ejemplo, a hablar?; siempre
hay una comunidad como punta de partida). En segundo lugar, y
en efecto, cuando el ciudadano participa simetricamente dando
razones para alcanzar el consenso "cada uno se une a todos no
obedeciendose sino a si mismo" (ya que libremente decidi6 dicmr
la ley que 10 obliga y debe obedecerla parque el -0 ella misma- la
dict6). Pero en este caso no queda "libre como antes", porque aho-
ra 10 ata una obligaci6n ciudadana que 10 constituye como libre
pero dentro de un orden juridico de jraternidad que Ie impide una

7 Lib. 1, cap. 6 (Rousseau, 1963, p.61).


LOS PRINCIPIOS NORMATIVOS POLITICOS 79

omnimoda espontaneidad. Ahora la libertad es comunicativa, y


puede ~jercs legitimamen te (yes legitima su libertad si obedece
la ley que eI 0 ella misma dictaron -si es que participaron sime-
tricamente en su institucionalizacion).
[10.14J La democracia, en su fundamento, es un principio nor-
mativo [-+ 3 del esquema 10.1], es un tipo de obligacion que rige
dentm del ambito de la subjetividad (siempre intersubjetiva) de
cada ciudadano, y que anima por dentro Lodos los momentos ar-
quitectonicos de la polftica. Una minima descripcion podrfa ser
la siguiente:
[1O.15J Debemos operar polfticamente siempre de tal manera
que toda decision de toda accion, de toda organizacion 0 de las
estructuras de una institucion (micro 0 macro), en el nivel material
o en el sistema formal del derecho (como el dictado de una ley) 0
en su aplicacionjudicial, es decir, en el ejercicio delegado del poder
obediencial, sea fruto de un proceso de acuerdo por consenso en
el que puedan de la manera mas plena participar los ajectados (de los
que se tenga conciencia); dicho acuerdo debe decidirse a partir de
razones (sin violencia) con el mayorgrado de simetria posible de los par-
ticipantes, de manera publica y seglin la institucionalidad (demo-
cnitica) acordada de antemano. La decision asi tomada se impone a
la comunidad y a cada miembro como un deber politico, que nomla-
tivamente 0 con exigencia practica (que subsume como polftico al
principio moral formal)8 obliga legitimamente al ciudadano.
[10.16] Este principio esta vigente desde el momenta en que
la comunidad decide institucionalizarse originariamente (antes
aun de la Constitucion), y debe ser cumplido en todos los momentos
del despliegue de todos los procesos politicos sin excepcion alguna. El
ceritralismo democratico (un drculo cuadrado contradictorio), la
gobernabilidad de la democracia del Imperio, 0 el lograr gober-
nar siendo minorfa (engafiando a las mayorfas con legitirnidades
aparentes como la weberiana 0 liberal), deben ser rechazadas y
superadas por una atencion continua en el cumplimiento peren-
ne de este principio normativo. En 10 oscurito (10 no-publico), de
la elite en el poder burgues, del Departamento de Estado 0 del

8Vease en mi dela Liberacion (Dussel, ]998), cap.2.


80 EL ORDEN POLITICO VIGENTE

Comite Central, nunca podnin alcanzarse acuerdos legitimos,


democniticos. Es la enseiianza mayor dejada del descalabro del
socialismo real.

[10.2] Implementacion del principio democnitico

[10.21] Todo principio debe ser aplicado empfricamente. Los chi-


sicos llamaban prudencia (fronesis en griego) a la "sabidurfa prac-
tica", que inclinaba al ciudadano a saber aplicar correctamente al
caso concreto los principios universales -la universalidad del
principio no quita, sino que clarifica, la inevitable incertidumbre
de toda decision politica, por 10 que siempre es falible-. En el
presente, sin rechazar esa posicion, debemos integrarla intersubje-
tivamente. La aplicacion al caso concreto se hace comunitariamen-
te, seglin el principio democratico (por simetrica participacion de
los afectados dando razones para llegar a acuerdos). Pero nunca
se puede sino excepcionalmente llegar a la unanimidad. Por ella
habra siempre minorias en desacuerdo, en disenso. Aqui debe to-
marse conciencia de instrumentos multiples que usa la aplicacion
del principio, de los cuales ninguno por separado es democratico
si no 10 anima por dentm el principia normativo en tanto normativo (es
decir, que obliga subjetivamente a los ciudadanos) .
[lO.22] NingurIa decision es perfecta (para ello se necesitarfa
inteligencia infinita, fraternidad pura, tiempo infinito, imposibles
para la finitud humana). Toda decision (que impera las acciones y
funda las instituciones) no es perjecta; es decir, es imperfecta; luego,
siempre cometeni aun no-intencionalmente alglin efecto negativo
[ -+ 12 y 13 del esquema 10.1]. Por 10 general las minorias 0 la opo-
sicion captan dichos efectos negativos, porque los sufren. En la
solucion de los efectos negativos esta el futuro, la transformacion,
el progreso cualitativo de la vida. Respetar la minorfa es honrar el
futuro; es aceptar posibles errores inevitables; es poder corregir-
los (Ia correccion se efectlia usando los mismos principios norma-
tivos enunciados).
[10.23] Toda votacion para cerrar una discusion es por defini-
cion interrumpir un proceso inacabado. Por 10 tanto la decision
adoptada por votacion no es la verdad practica. Solo es el acuerdo
LOS PRINCIPIOS NORMATIVOS POLiTICOS 81

alcanzado hasta el momenta (imperfecto, con efectos negativos


inevitables). Es simplemente un instrumento de la finitud huma-
na en vista del progreso en el futuro de decisiones mejores.
[10.24] Par todo ello, contra]. Habermas, la prudencia mono-
logica del singular tiene siempre importancia, porque al final el
acuerdo es la suma organica de decisiones monologicas impera-
das par la prudencia singular. Ademas, el disidente (que puede te-
ner la razon, fuente de progresos futuros) tiene una conviccion
de su propuesta no por el acuerdo (porque es disidente) sino desde
su singular evaluacion del caso Guicio entonces prudencial). En
resumen, el principio democratico discursivo, comunitario, no
ahorra la responsabilidad singular de cada ciudadano, que debe
tener la valentia de expresar su disidencia cuando la crea fundada
(desde la conclusion de su conciencia politica propia).
[10.25] Lo mismo digase de la representacion. Ante la imposibili-
dad de la democracia directa, es necesario elegir representantes.
La eleccion libre y secreta de representantes es una institucion
inventada de antiguo. No es identica a una eleccion perfecta, ni
es intrinsecamente democrritica. Es un momenta institucional que,
alentada por el principio democratico, sirve,junto a otras institu-
ciones, de mediacion no exentas de posible corrupcion.
[10.26] El total del sistema democratico liberal, por ejemplo,
es, igualmente, un sistema concreto [-+6 del esquema 10.lJ. De
ninguna manera es un principio normativo y ni siquiera un ejem-
plo a imitar. Es fruto de un proceso historico que cada comunidad
metropolitana y colonialista (Reino Unido, Francia, Estados Unidos,
etc.) ensayaron con exito. Los sistemas democraticos poscolonia-
les y perifericos deberan estudiar instituciones concretas y desde
el principio democratico crear nuevos sistemas concretos, facti-
bles, apropiados. 9

[10.3] El principio politico de factibilidad estrategica

[10.31] Tocamos un tema central de la politica, a la que N. Ma-


quiavelo dio tanta importancia en El principe. La polftica fue de-

"Vease Dussel, Polftica riP /n IibeI"(Jrion, vol. 2, § 7.


82 EL ORDEN POLITICO VICENTE

finida por algunos como "el arte de 10 posible". Se trata de una


posibilidad empfrica, pero muy particular. Su limite es 10 imposible.
Hegel nos habla de los proyectos politicos imposiblescuando indica
que "esas abstracciones han producido [ ... ] la mina de todo 10
que existe y tiene ( ... ] como fundamento una pretendida raciona-
lidad".10 Marx, en cambio, muestra la imposibilidad de la politica
(y del mismo capitalismo) cuando se deja todo en manos de las
relaciones mercantiles, sacrificando la vida humana al progreso
del capital exclusivamente, que en F. Hinkelammert se formula de
la siguiente manera:

La sociedad eapitalista es imposible porque es autodestruetora, por tanto,


el progreso desencadenado dentro de la sociedad burgnesa solamente
puede ser orientado en funei6n de la vida humana. ll

[10.32] Ese "controlar" la acci6n 0 la instituci6n (el capital es


tambien una instituci6n) posibles indica el momento normativo
del principio de factibilidad, ahora en el campo politico, que
no es sino el encuadrar la acci6n eficaz sistemica dentro de los
parametros de los otros dos principios politicos normativos ya
enunciados.

ESQUEMA 10.2
TRES TIPOS DE "POSIBLES" POLITICOS

1. 2. 3.
EI posible del conserva- El posihle del edrieo EI posible del anarquista
dor (Superado por el (Imposible para el con- (Imposible para eI crftico
CI"ftico) servador. Superado y el conservador)
eI

[10.33] EI principio normativo de factibilidad politica podria


ser aproximadamente enunciado de la siguiente manera: Debe-
mos operar estrategicamente teniendo en cuenta que las acciones y
las instituciones polfticas tienen que ser siempre consideradas como

10 Recht.phil., § 258, Comentario; Hegel, ]971, vol. 7, pp. 400-401.


II F. Hinkelammert, ]984, p. 22.
LOS PRINCIPIOS NORMATIVOS POLiTICOS 83

posibilidades factibles, mas allei de la mera posibilidad conservadora


[-+ 1 del esquema 10.2] y mas acade la posibilidad-imposible del anar-
quista eXITemo [-+3 del mismo es-quema] (de derecha en el caso de
R. Nozick 0 de izquierda en M. Bakunin). Es decir, los medios y los
fines exitosos de la acdon y de las instituciones deben lograrse den-
ITo de los "estrictos marcos" --como indicaba R. Luxemburg-):
a] cuyos contenidos estin delimitados y motivados desde dentro por
el principio material polftico (la vida inm£diata de la comunidad),
y b) cuya legitimidad haya quedado determinada por el principio
dernocratico. Lo misrno vale para los medios, las ticticas, las estra-
tegias para cumplir los fines dentro del proyecto politico concreto
que se intentan 12 [-+7-11 del esquema 10.1]. La "pretension de fac-
tibilidad polftica" de la accion estrategica, entonces, debe curnplir
con las condiciones norrnativas materiales y fonnales en cada uno
de sus pasos, ya establecidas en los paragrafos anteriores, pero ade-
,mas, con las exigencias propias de la eficacia politica, en el mane-
jo de la escasez y la gobemabilidad, para permitir a la factibilidad
•normativa del poder dar existencia a un orden polftico que, en el
largo plazo, alcance permanencia y estabilidad, debiendo no solo
atender al efectuar su accion a los efectos positivos (causa de rneri-

1~ EI principio politico de factibilidad se enmarca dentro del horizonte deli-


, mitado por los dos primeros principios normativos polfticos para determinar la
• posibilidad de los fines (fija un Ifmite negativamente: "iNo debes haeer esto porque
: es imposible empiricamente!"), pero c;jerce una acci6n especffica, propia, en eljuicio
~acer de los medios, no 5610 que formalmente cumplan los fines (usando la
I racionalidad formal descrita por M. Weber), sino material y procedimentalmente
en cuanto a la consistencia intrinseca del medio en cuanto normativo ("iOpera
este IT\edio porque afirma la vida, es legftimo y eficaz para el fin!"). No se debe
lOrturar al oponente polftico pam que delate la estrategia de los opositores. Esa
illlposibilidad nonnativo-polftica de la tortura indica que no todos los medios son
(usarlos, juzgarlos, detenninarlos) para los fines (normativos) de la po-
Utica, La objeci6n se expresaria aproximadamente asi: ''(Que utilidad tiene la
normatividad que disminuye las posibilidades estr,ltt?gicas?" La respuesta seria: A
corto plazo pareciera dismiuuir las posibilidades; pero a mediano y largo plazo da
coherencia evitando contradicciones. permite una fundamentacion firme para
convencer al grupo de actores. crea legitimidad, e\"ita los conflictos de origen
material, permite a los actores una honesta pretension politiea dejusticia, da a la
acd6n, ala instituci6n 0 al orden a1callzado mayor permanencia, gobemabilid,ld
\" estabilidad. Ell resumen fortalece el poder (C01110 potentia y como potestas) al al-
canzar el poder-poner medios con plena aceptaci6n de tocias los ciudadanos.
84 EL ORDE),J POLITICO VIGE),JTE

to y honra), sino especialmente debiendo responsabilizarse por los


efectos negativos (causa de crftica 0 castigo), en cuyo caso no dejara
de corregirlos, para que los efectos negativos, aunque sean indi-
rectos 0 no-intencionales,13 no produzcan hechos definitivamente
irreversibles. Debenl considerarse para ello, en primer lugar, a] la
eficacia ante la escasez de recursos (cuantitativamen te finitos ante
una comunidad con necesidades siempre crecientes) en cuanto a
la decision y uso de los medios, y, en segundo lugar, b] la gober-
nabilidad (desde la complejidad de las instituciones), partiendo
de la incertidumbre contingente de 10 indecidible de las acciones
y las instituciones.

Efectos negativos no-intencionales que seran eI punto de partida de la Segun·


da parte de esta obra.
MANUAL DE CIENCIA POLÍTICA
Juan Manuel Abal Medina
IV. EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

llamar “maximalistas” (Collier y Levitsky, 1997) requieren la existencia de ciertos


niveles de igualdad social para considerar a un régimen como democrático (por ejem-
plo, Weffort, 1992). De acuerdo con O’Donnell (2002b) este tipo de definiciones que
equiparan a la democracia con un grado importante de igualdad social presentan dos
problemas: por un lado no son demasiado útiles analíticamente y por el otro tienden a
menospreciar a la democracia existente. Es por ello que el autor propone tomar en
consideración dimensiones que se encuentran más allá del régimen, como el estado o
la sociedad, pero en relación particularmente con la igualdad de los individuos en
tanto portadores de derechos y obligaciones.

Más allá del régimen: las características del estado y de la sociedad

La definición de la democracia basada estrictamente en el régimen, de origen


schumpeteriano, no tiene en cuenta las características del estado ni de la sociedad. O’Donnell
(2002b) cuestiona esta definición estrictamente política de la democracia en la medida en
que el régimen democrático presupone la idea de agencia, es decir, que cada adulto es
responsable por sus propios actos y, en consecuencia, el sistema legal respaldado por el
estado le asigna un conjunto de derechos y obligaciones políticos sobre una base
universalista e incluyente. Para O’Donnell entonces la teoría de la democracia debe tener
en cuenta el grado de democraticidad del estado de derecho (en relación con distintas
dimensiones como la extensión del sistema legal o el trato que las instituciones del estado
le brindan a los ciudadanos) y las situaciones sociales (tales como la pobreza y el temor)
que socavan el presupuesto de la agencia sobre el cual se sustenta la democracia: “Si la
privación de capacidades acarreadas por la pobreza extrema tiene como resultado que las
personas sufran severas limitaciones para ejercer su agencia en varias esferas de su vida,
entonces parece equivocado, tanto moral como empíricamente, afirmar que la democracia
no tiene nada que ver con semejantes impedimentos socialmente determinados” (O’Donnell,
2002b: 310).

IV. Las distintas formas de gobierno de los regímenes


democráticos

Como se ha señalado, el gobierno constituye las posiciones en la cúpula del estado que
se encuentran abocadas a la toma de decisiones. Es posible diferenciar a los gobiernos en
función del grado en que el poder de decisión se concentra en un solo depositario del
poder, lo cual sería el máximo nivel de concentración, o bien se distribuye entre distintas
instituciones. Existen dos dimensiones principales de concentración-descentralización del

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Manual de Ciencia Política

poder de decisión: la horizontal y la vertical. La horizontal hace referencia al principio


jurídico de separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los cuales son
independientes entre sí y ninguno de ellos puede usurpar el ámbito de actuación del
otro. La particular relación entre el poder ejecutivo y el legislativo (completa separa-
ción o mayor fusión) dio origen a la distinción entre gobiernos presidenciales y go-
biernos parlamentarios. Con respecto a la dimensión vertical o territorial, la modali-
dad de descentralización más importante está dada por el federalismo que supone la
delegación de facultades a subunidades territoriales. Esta dimensión dio origen a la
diferenciación entre gobiernos unitarios y gobiernos federales.

IV.1 División horizontal del poder: parlamentarismo - presidencialismo

Como lo hemos anticipado, un criterio para distinguir entre diversos regímenes


democráticos se basa en la división horizontal del poder, es decir, cómo se distribuye
el poder entre las estructuras de toma de decisiones. Dicho criterio da lugar a la clasi-
ficación de las democracias en parlamentarias, presidenciales o semipresidenciales.
Tres aspectos resultan particularmente apropiados a la hora de distinguir entre es-
tos tipos de regímenes democráticos. El primero es la fuente de legitimidad (directa o
indirecta) del ejecutivo. El segundo refiere a la estructura (colegiada o unipersonal)
del ejecutivo o gobierno en sentido estricto. El último aspecto destaca la relación entre
las estructuras de toma de decisiones, particularmente entre el ejecutivo y el legislativo
y sus atribuciones (separación o fusión).
En términos generales se puede decir que en el parlamentarismo, el legislativo,
que es elegido por sufragio popular, nombra al primer ministro, por lo cual este último
tiene legitimidad indirecta y posee la facultad de designar a los miembros del gabinete.
En el presidencialismo, tanto los miembros del parlamento como el presidente son
elegidos por el pueblo de manera separada y el presidente tiene a su cargo el nombra-
miento de los ministros del gabinete. Por lo tanto, la legitimidad independiente de
ambos poderes en el presidencialismo implica una mayor dispersión del poder en este
sistema, mientras que la fusión de poderes del parlamentarismo supone una mayor
concentración. Finalmente, en el régimen semipresidencial, también el parlamento y
el presidente son elegidos separadamente, pero es la asamblea la que designa a los
integrantes del gabinete (Colomer, 2001).

IV.1.1 Parlamentarismo

Origen del parlamentarismo


El origen del parlamentarismo está asociado con el pasaje de la monarquía absolu-
ta a la monarquía constitucional, de la mano de la Revolución Gloriosa que tuvo lugar

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IV. EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

en Inglaterra en 1688, producto de la cual fueron eliminadas las prerrogativas reales.


En efecto, a partir de entonces tanto las decisiones del rey como las de su Consejo de
Estado quedaron sujetas a la aprobación del parlamento. Es así que la monarquía ab-
soluta pasó a constituirse en una monarquía constitucional (Loewenstein, 1976). Sur-
gió entonces la figura del primer ministro, que era el consejero principal de la corona
y que adquirió la función de presidir el Consejo Real, y comenzó a desarrollarse la
concepción de que la responsabilidad política de dicho consejo o gabinete frente a la
Asamblea sería mejor asegurada si sus miembros fueran simultáneamente miembros
del parlamento.
De esta manera, se pasó de un gobierno monista (con un solo centro de poder: el
monarca) a un gobierno de legitimidad dual: por un lado, la legitimidad tradicional
representada por el rey, que ejercía el gobierno a través de su primer ministro y su
gabinete y aún preservaba el poder de disolver la Asamblea; y por el otro, la legitimi-
dad popular (aunque limitada), cristalizada en el Parlamento, que estaba a cargo de la
función legislativa y sin cuyo consentimiento ni las decisiones reales podían entrar en
vigor ni el Primer Ministro designado por el monarca podía asumir su cargo. En con-
secuencia, se equiparó la jerarquía del Parlamento a la del rey (Zelaznik, 2003).
El resultado de este proceso histórico que abarcó más de un siglo y medio fue el
pasaje de la monarquía constitucional a la monarquía parlamentaria, en el que fue
declinando el poder real y se fue fortaleciendo simultáneamente el Parlamento como
órgano político. En este marco, el primer ministro y su gabinete se independizaron
del rey, apropiándose gradualmente de sus prerrogativas gubernamentales e
incrementando su dependencia del órgano legislativo (el cual integran y al que de-
ben responder). Así, el primer ministro se convirtió en el jefe de gobierno, al tiempo
que el monarca mantuvo el cargo de jefe de estado, una posición formal y simbólica
(Zelaznik, 2003).

Características del parlamentarismo


Los sistemas parlamentarios, como su nombre lo indica, se caracterizan por la
soberanía del parlamento. Este principio implica que la relación entre el poder ejecuti-
vo y el poder legislativo se caracteriza por la fusión de ambos, es decir que los gobier-
nos son designados, apoyados y destituidos a través del voto del parlamento (Sartori,
1994). El jefe del ejecutivo –que puede adoptar diversos nombres como primer minis-
tro, premier o canciller, pero al que nos referiremos genéricamente como primer mi-
nistro– es elegido por el legislativo, poder ante el cual es responsable junto a su gabi-
nete, pues depende de su confianza y puede ver revocado su mandato a través de un
voto parlamentario de censura o de no confianza. Resulta entonces lógico que la
duración del mandato del ejecutivo no esté sujeta a plazo alguno, ya que se mantiene
mientras conserve el apoyo parlamentario. Como contrapartida a la potestad de inves-
tir y destituir a los miembros del gabinete que posee el parlamento, el primer ministro

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tiene a su vez la facultad de disolver el parlamento y convocar a elecciones para la


conformación de uno nuevo (Lijphart, 1991).
La noción de fusión de poder no sólo sugiere que el ejecutivo está sujeto a la
confianza del legislativo, sino también que los parlamentarios pueden ser a la vez
miembros del parlamento y del gabinete (Lijphart, 1991). En consecuencia la fuente
de legitimidad del gobierno es indirecta en tanto el primer ministro es elegido por el
parlamento, cuyos integrantes a su vez son elegidos por sufragio popular para cumplir
funciones legislativas. En los sistemas parlamentarios existe una distinción de funcio-
nes entre el jefe de gobierno –el primer ministro–, encargado de la dirección política y
administrativa, y el jefe de estado, que ejerce un rol simbólico y ceremonial (en las
monarquías este cargo es ocupado por un rey y en las repúblicas por un presidente
elegido por el parlamento). Si bien es el jefe de estado quien propone la designación
del primer ministro, su poder es meramente formal, puesto que depende del consenti-
miento del parlamento. Por su parte, la designación de los integrantes del gabinete por
lo general tiene lugar posteriormente, en base a las propuestas del jefe de gobierno y
depende también del consentimiento del parlamento. En cuanto al mecanismo de in-
vestidura, éste puede adoptar dos modalidades. La primera consiste en un voto de
confianza del parlamento, es decir, una votación en la cual la mayoría expresa su
apoyo al candidato. La otra modalidad es implícita en tanto el legislativo lo acepta de
manera tácita no vetándolo (Orlandi y Zelaznik, 1995).
En cuanto a la estructura del gobierno, en los parlamentarismos el cuerpo ejecuti-
vo es de carácter colectivo y está integrado por el primer ministro, que lo preside, y el
gabinete o consejo de ministros. Al respecto, Sartori (1994) destaca que el jefe del
ejecutivo puede relacionarse con los demás integrantes del gobierno de diversas for-
mas: como un primero (primus) por encima de sus desiguales; como un primero entre
desiguales; o como un primero entre iguales. Un primero por encima de sus desiguales
es el jefe del ejecutivo que realmente dirige el gobierno y que a la vez es jefe del
partido, por lo que difícilmente puede ser destituido por el voto del parlamento. Ade-
más, designa o remueve según le place a los ministros de su gabinete, que le son en
efecto subordinados. Este es el caso de un primer ministro británico. Un primero entre
desiguales es el jefe de gobierno que puede destituir a los miembros de su gabinete,
pero éstos no lo pueden remover a él. Un ejemplo de este tipo es el canciller alemán, el
cual tiene menor preeminencia que el primer ministro británico, pero sigue siendo un
primus entre desiguales. Finalmente, un primero entre iguales es un primer ministro
que cae con sus ministros, que generalmente debe incluir en el gabinete a ministros
que le son impuestos y que presenta poco control sobre el grupo. Este es el caso de
Francia durante la Tercera y la Cuarta República.
Finalmente, el modelo puro de parlamentarismo supone la soberanía del legislati-
vo y por ende la inexistencia de la revisión judicial de las leyes emitidas por éste. El
parlamento tiene la última palabra. Si bien en las últimas décadas este rasgo ha sido

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IV. EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

matizado (o incluso eliminado) en prácticamente todos los países parlamentarios,6 se


trata de una diferencia importante con los presidencialismos.

El modelo Westminster
El modelo Westminster es el modelo inglés, que recibe ese nombre porque en
Gran Bretaña el parlamento se encuentra en el palacio de Westminster. La nota predo-
minante de las instituciones parlamentarias y gubernamentales británicas es el domi-
nio de la mayoría. De manera más rigurosa, este sistema se caracteriza, siguiendo a
Lijphart (1991), por los siguientes rasgos centrales.
El primero es la alta concentración de poder en el ejecutivo, debido a que el gabi-
nete normalmente está compuesto solamente por miembros del partido que tiene la
mayoría de bancas en la Cámara de los Comunes, excluyendo de las decisiones ejecu-
tivas a una importante minoría.
Segundo, existe en este sistema cierta fusión entre los poderes ejecutivo y legisla-
tivo, con preeminencia del gabinete sobre el Parlamento, ya que los miembros del
gabinete, además de tener su origen en el Parlamento, son líderes partidarios, por lo
que conducen el comportamiento del bloque político en el poder legislativo –que ya
de por sí es mayoritario.
El tercer elemento es el bicameralismo asimétrico, donde la asimetría está asociada
con el poder de decisión que tiene cada una de las dos cámaras. En Inglaterra la Cáma-
ra de los Comunes posee mayor poder de decisión, ya que sus miembros representan
a los ciudadanos, en oposición a la Cámara de los Lores, cuyos miembros acceden a
su cargo por herencia, que sólo cumple funciones de acompañamiento.
La cuarta característica es el bipartidismo, lo que implica que se observan dos
partidos con caudal electoral bastante parecido. Esto no significa que no haya más
partidos, sino que hay dos que, históricamente, tienen más peso que los otros y que se
“alternan” en el poder.
Además, el sistema británico presenta partidos unidimensionales, porque tienen como
principal punto de discrepancia una única dimensión: los asuntos socio-económicos.
En quinto lugar, el sistema electoral es de mayoría relativa. En este modelo los
distritos están representados en forma uninominal: quien obtiene la mayoría de los
votos en un distrito se lleva el total de la representación del distrito. Esto es diferente a
los sistemas de representación proporcional, los cuales le dan la posibilidad a la mino-
ría de acceder a una posición minoritaria dentro del parlamento.
En sexto lugar, el sistema de gobierno británico es unitario y centralizado. Las
distintas regiones tienen gobiernos que tienden a tener poca autonomía, es decir un
bajo nivel de decisión con respecto a su forma de obtener recursos y de utilizarlos.

6. Incluso en Gran Bretaña, donde este modelo estuvo vigente más tiempo, el ingreso a la Unión Europea
supuso el fin de la supremacía parlamentaria ilimitada en dicho país, dada la existencia de normas europeas
superiores a las sancionadas por el Parlamento Británico.

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Manual de Ciencia Política

Finalmente, el caso inglés se caracteriza por no tener una Constitución escrita y


por la soberanía parlamentaria. No existe una ley fundamental que unifique todos los
criterios que tienen que ver con la estructura de gobierno, los derechos políticos, etc.
Este tipo de democracia tiene una serie de leyes que cubren distintos temas y hay
costumbres y convenciones reconocidas por la sociedad civil. El parlamento es el
poder soberano para decidir sobre las reglas que ordenan el funcionamiento del régi-
men político y, por ende, se asocia a la inexistencia de un control judicial de
constitucionalidad que limite la competencia legislativa del parlamento.

Democracias mayoritarias y por consenso

De acuerdo a Lijphart (1991), el dominio de la mayoría que caracteriza al modelo


parlamentario británico resulta propicio para las sociedades homogéneas, pero no
para las sociedades plurales. Esto se debe a que se corre el riesgo de que las minorías
existentes se encuentren constantemente excluidas del gobierno y, por ende, de parti-
cipar en las decisiones que las afectan directamente: “En las sociedades plurales, por
lo tanto, norma de la mayoría significa dictadura de la mayoría y contienda civil antes
que democracia” (1991: 39). De esta manera, Lijphart destacó otro tipo de democracia
distinta a la del modelo británico: la democracia por consenso que permite plasmar la
heterogeneidad existente en la sociedad en las estructuras de gobierno. Este tipo de
democracias tiene las siguientes características: formación de coaliciones en el poder
ejecutivo, separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, existencia de dos
cámaras en el poder legislativo en donde una de ellas otorga representatividad a las
minorías, sistemas pluripartidistas en la que ningún partido es mayoritario, sistema de
partidos multidimensional que refleja los distintos clivajes existentes en la sociedad
(religiosos, socioeconómicos, lingüísticos, etc.), sistema electoral proporcional que
impide que los grandes partidos estén sobrerrepresentados, un sistema federal que
permite distribuir el poder y una constitución escrita que sólo puede ser modificada
por mayorías especiales.

El modelo Alemán
El modelo del parlamentarismo británico es el más conocido y el que ha inspirado
a otros parlamentarismos. En palabras de Loewenstein (1976), el modelo británico es
el parlamentarismo clásico. No obstante, es posible encontrar otros regímenes parla-
mentarios que se distinguen del modelo clásico por la introducción de cambios
institucionales importantes. Este es el caso de Alemania, a partir de la Ley Fundamen-
tal de Bonn de 1949 (con enmiendas), que pertenece a lo que el mencionado autor
define como parlamentarismo controlado.

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IV. EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

Alemania es una república federal, organizada como un sistema parlamentario,


donde existe una división de las funciones entre el jefe de gobierno y el jefe de estado.
El primer cargo es desempeñado por el Canciller Federal y el segundo por el Presiden-
te Federal, que se limita a realizar tareas ceremoniales y representativas. Asimismo,
presenta un parlamento bicameral. La cámara baja se denomina Bundestag (o Dieta
Federal) y sus miembros son elegidos cada cuatro años por voto popular en un sistema
electoral mixto, que combina la representación directa y la proporcional. La Cámara
Alta llamada Bundesrat (o Consejo Federal) representa a los estados federados (o
Länders) y sus miembros no son elegidos por sufragio popular, sino que son delega-
dos enviados por los gobiernos estaduales.
El mecanismo innovador que se introduce en este modelo es el voto constructivo
de censura el cual implica que el parlamento puede destituir por un voto de censura al
canciller sólo si se ha aprobado por la mayoría absoluta de los parlamentarios quién
será su sucesor. Esta herramienta otorga estabilidad al régimen en tanto resulta más
fácil reunir una mayoría para expulsar a un gobierno que reunir una mayoría para
nombrar a un nuevo canciller (Sartori, 1994).

El modelo de Asamblea
Finalmente, Sartori (1994) refiere a un tipo de parlamentarismo que considera par-
ticularmente disfuncional, al que denomina “de Asamblea”. En estos casos (que inclu-
yen a la III y IV Repúblicas Francesas y a la I República Italiana, principalmente), el
sistema de partidos está fragmentado y el ejecutivo está formado por una amplia coa-
lición de gobierno. Por lo tanto, el gobierno no prima sobre el Parlamento, sino que
cada uno de los partidos que integran la coalición posee el poder para derribarlo,
retirando su apoyo legislativo. Aquí, el retiro de un partido de la coalición (expresado,
por ejemplo, en la renuncia de un ministro) alcanza para disolver a un gobierno. Este
modelo, que es el de un parlamentarismo más puro (aquel donde el parlamento es
auténticamente soberano) conduce a recurrentes crisis y caídas de los gobiernos, que
no cuentan con mayorías estables y disciplinadas en el legislativo. Según Sartori, los
países latinoamericanos (que no cuentan con partidos políticos fuertes y disciplinados,
en la mayoría de los casos) se convertirían en parlamentarismos de asamblea, si opta-
ran por este sistema de gobierno.

IV.1.2. Presidencialismo

El origen del presidencialismo: el caso estadounidense


El presidencialismo estadounidense es el modelo original a partir del cual esta
forma de gobierno ha ejercido su influencia, principalmente limitada a los países lati-
noamericanos. Sartori (1994) argumenta que el motivo por el que Europa carece de
regímenes presidenciales puros obedece más bien a cuestiones históricas y no a una

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Manual de Ciencia Política

decisión deliberada. En este sentido, cuando los estados europeos comenzaron a adoptar
gobiernos constitucionales eran monarquías, por lo que ya contaban con un jefe de
estado hereditario. Por el contrario, en el continente americano, cuando los nuevos
países conquistaron su independencia principalmente como repúblicas, debieron ele-
gir a sus jefes de estado, es decir a sus presidentes.
El caso de los Estados Unidos es paradigmático por ser el primer régimen presi-
dencial. En el marco de las discusiones que tuvieron lugar de cara a la formulación de
la constitución estadounidense en 1787 existían dos preocupaciones centrales para los
intelectuales de la época. La primera tenía que ver con cuáles iban a ser los poderes
que se le otorgarían a la figura del presidente. El principal temor residía en que este
tipo de régimen estuviera cambiando un tirano por otro. En este sentido, los fundado-
res de la constitución norteamericana se preocuparon por diferenciar claramente al
presidente del rey británico: el presidente tendría origen en el consentimiento del pue-
blo, un mandato de cuatro años y una vez concluido el mismo volvería a someterse a
la voluntad popular. Además, mientras el poder de veto del rey era absoluto, el del
presidente sería limitado debido a la capacidad de insistencia del legislativo que se
proponía. Asimismo, el presidente, a diferencia del rey, podría ser acusado y removido
constitucionalmente, no podría declarar la guerra ni reclutar ejércitos unilateralmente
y necesitaría la aprobación del senado para la celebración de tratados internacionales
(Etchemendy, 1995: 5).
En segundo lugar, les preocupaba el riesgo de que la república representativa se
convirtiera en un despotismo del poder legislativo. Así pues, consideraron que el me-
jor antídoto frente a este peligro era fortalecer la figura presidencial. Con este objetivo
propusieron la condición unipersonal del cargo, su elección indirecta7 y su facultad de
oponerse al congreso a través del veto en el trámite legislativo (Etchemendy, 1995: 5).
De esta forma quedó definido un sistema con tres poderes independientes –los pode-
res ejecutivo, legislativo y judicial–, que atienden áreas específicas, que interactúan en
diferentes ámbitos, con capacidad para ejercer controles mutuos, en algunos casos
logrando así un equilibrio de poder.

Características del presidencialismo


Una de las características predominantes del sistema presidencialista es la separa-
ción de poderes que conlleva la independencia de las ramas ejecutiva y legislativa, en
abierta oposición a la fusión de las mismas que se constata en el parlamentarismo. Esta
separación de poderes se evidencia en que la elección del presidente y su perdurabi-
lidad en el cargo son independientes del congreso. En este sentido, el período de
mandato del presidente es por un tiempo constitucionalmente prescrito –el cual puede

7. En Estados Unidos los votantes emiten su sufragio y votan por los que serán los miembros de los Colegios
Electorales que finalmente definen al ganador presidencial.

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IV. EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

variar de cuatro a ocho años– y en circunstancias normales no puede ser obligado a


dimitir por voto parlamentario de censura (aunque es posible destituir a un presidente
a través del proceso de impeachment). De igual modo, el presidente carece de capaci-
dad para disolver el congreso. La separación de poderes se observa también en la
norma que establece que la misma persona no puede desempeñar a la vez cargos en
ambas esferas (Lijphart, 1991). Es decir, a diferencia del parlamentarismo, el presiden-
te y los ministros de gobierno no pueden ser al mismo tiempo parlamentarios.
El hecho de que el presidente no sea miembro del parlamento nos lleva a uno de los
rasgos estructurales que define a un sistema presidencial, que es la elección popular del
presidente, sea de forma directa o a través del colegio electoral –como ocurre en Estados
Unidos y como sucedía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994–. Lo
distintivo reside en que la fuente de legitimidad del gobierno, a diferencia de los parla-
mentarismos, es el pueblo y no el parlamento. Esto contrasta con la estructura colegiada
del esquema parlamentario, donde el primer ministro y el resto de los integrantes del
gabinete comparten la misma fuente de legitimidad, que es el Parlamento.
En cuanto a la estructura del poder ejecutivo, en los sistemas presidenciales el
presidente es quien dirige el ejecutivo y los miembros del gabinete son nombrados y
destituidos de manera discrecional por el primer mandatario, el cual adquiere una
absoluta predominancia (Sartori, 1994). Este ejecutivo unipersonal se encarna en la
figura del presidente, quien concentra en su persona los roles de jefe de estado, de
carácter ceremonial, y de jefe de gobierno. Por último, en relación al proceso de revi-
sión judicial, en los presidencialismos la separación de poderes implica la existencia
de un poder judicial capaz de revisar la constitucionalidad de las normas.
Resulta relevante aquí hacer referencia a un debate que aún hoy tiene actualidad
sobre las ventajas y desventajas del presidencialismo con respecto al parlamentaris-
mo. El presidencialismo ha sido tradicionalmente asociado con gobiernos efectivos y
estables en comparación con el parlamentarismo debido a que su estructura de gobier-
no unipersonal le permite tomar decisiones de forma rápida y su independencia del
poder legislativo le permite completar su mandato más allá del nivel de apoyo legisla-
tivo del que disponga. En contraposición a esta postura, Linz (1990) señaló ciertas
desventajas del presidencialismo al sostener, sobre la base de que la mayoría de las
democracias con más larga duración en el mundo tienen sistemas parlamentarios, que
éste era menos propicio que el parlamentarismo para brindar estabilidad a los regíme-
nes democráticos. Las razones que destacó Linz de esta mayor inestabilidad son: i) la
existencia de un conflicto latente entre el poder ejecutivo y el poder legislativo en torno
a la representación de la voluntad popular en tanto el origen y la supervivencia de cada
uno es independiente del otro, ii) la rigidez producida por el período fijo de mandato que
provoca que el presidente pueda permanecer sin apoyo ya que resulta muy difícil remo-
verlo o que éste pueda reforzar su autoridad por medio de un voto de confianza o la
disolución del parlamento, iii) la existencia de una lógica de ganador único en tanto la

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elección popular directa del presidente debilita la construcción de coaliciones y iv) la


posible intolerancia con la oposición en tanto el presidente, al ser jefe de estado y jefe de
gobierno al mismo tiempo, se siente representante de toda la nación.
Estos argumentos fueron ampliamente difundidos en los años ’80. Con la recupe-
ración democrática, muchos intelectuales e incluso gobernantes latinoamericanos (en
países como Brasil y la Argentina) concluyeron que el presidencialismo era el respon-
sable de la continua inestabilidad democrática en la región, y propusieron reformas
institucionales tendientes al parlamentarismo. En años siguientes, sin embargo, el con-
senso que existía en el mundo académico comenzó a diluirse. En estudios que toma-
ban mayor cantidad de casos y períodos de tiempo más extensos que los analizados
por Linz, las conclusiones resultaban menos contundentes. Autores como Scott
Mainwaring y Matthew Shugart (1994) criticaron fuertemente la hipótesis de Linz al
afirmar que este autor no había tomado en consideración que casi todos los esfuerzos
por establecer sistemas presidenciales se habían realizado en países subdesarrollados.
De esta manera, sostuvieron que los quiebres democráticos no obedecían al sistema de
gobierno presidencialista, sino al menor desarrollo económico de esos países. En na-
ciones de bajo grado de desarrollo (en América Latina, Asia y África), países
presidencialistas y parlamentarios experimentaron similares niveles de inestabilidad
democrática. Si bien ésta es una discusión aún no saldada por la literatura de política
comparada (ver importantes trabajos de Przeworski et al., 2000; Cheibub, 2007), es
claro que la evidencia sobre la estabilidad democrática ya no condena claramente al
presidencialismo como lo hacía Linz.
Las diferencias de Linz con autores posteriores no se limitaron al plano empírico,
sino también a algunos de sus argumentos. Mainwaring y Shugart afirmaron que el
“juego de suma cero” que Linz atribuía al presidencialismo en verdad no era tal, ya
que la existencia de poderes divididos permite a distintos partidos controlar diferentes
ámbitos de poder. Si bien la presidencia es una sola, el control del poder legislativo es
una posibilidad abierta para la oposición. En cambio, en países parlamentaristas de
tipo “Westminster” (como Gran Bretaña), donde un mismo partido controla ambos
poderes, la oposición realmente se queda con las manos vacías. La gran concentración
del poder de los parlamentarismos Westminster puede ser una fuente de inestabilidad
democrática, si existen minorías sistemáticamente excluidas de los cargos estatales.
A la vez, la experiencia latinoamericana de las últimas décadas mostró que los
presidencialismos efectivamente son compatibles con la existencia de gobiernos de
coalición (Chasquetti, 2006). A pesar del carácter unipersonal del poder ejecutivo,
numerosos países de la región se encuentran gobernados por coaliciones de varios
partidos, con participación en el gabinete y un trabajo legislativo común. La forma-
ción de coaliciones de gobierno ha permitido a gobiernos inicialmente minoritarios en
el congreso ampliar su respaldo legislativo, evitando el riesgo de “bloqueo” entre
poderes que indicaba Linz.

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IV. EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

De lo anterior se puede afirmar que la experiencia más reciente sugiere que el


presidencialismo es compatible con la estabilidad democrática al tiempo que éste ha
desarrollado instrumentos (aunque con un bajo grado de formalización) para resolver
crisis de gobierno basados en la sustitución legislativa de los presidentes que se acer-
can a la lógica parlamentaria (Carey, 2006). Tal fue el caso de Argentina cuando, ante
la crisis política y social de 2001 y la renuncia del entonces presidente De la Rúa, el
congreso eligió a Rodríguez Saá y posteriormente a Duhalde en su reemplazo.

IV.1.3. Semipresidencialismo

El semipresidencialismo es una forma de gobierno que combina elementos del


régimen presidencial y el parlamentario. Dicha categoría está asociada al modelo fran-
cés de la V República que surgió en 1958 con Charles De Gaulle. El objetivo de la
nueva constitución era dotar al país de la estabilidad y la eficiencia de las que había
carecido durante las anteriores repúblicas. Con tal propósito, se reforzó el papel del
presidente y del primer ministro, reduciendo el poder del parlamento.
El semipresidencialismo comparte con el presidencialismo la elección directa y
popular del presidente, o por lo menos éste no es electo por el parlamento. No obstan-
te, el régimen semipresidencial se aleja del presidencialismo en la medida en que se
define como una estructura de autoridad dual, con dos cabezas, asemejándose más en
este aspecto al modelo parlamentario. De esta manera, el presidente, en tanto jefe de
estado, debe compartir el poder con un primer ministro, que es el jefe de gobierno y
que está sujeto a la confianza del parlamento. Así, el gobierno es ejercido por el primer
ministro y los miembros del gabinete, cuyos integrantes también son parlamentarios.
Cabe advertir que en el semipresidencialismo la legitimidad del jefe de estado es
democrática al igual que la del parlamento, contraponiéndose al modelo parlamenta-
rio donde el jefe de estado presenta una legitimidad tradicional. Adicionalmente, en el
marco del régimen semipresidencial, el presidente no cumple un rol meramente ceremo-
nial y simbólico sino que adopta un poder regulador, adquiriendo una mayor relevancia
en comparación con el jefe de estado de los sistemas parlamentarios, aunque su gravita-
ción es menor en relación a la función del presidente en los sistemas presidenciales.
De acuerdo a Orlandi y Zelaznik (1995), es posible reconocer diferencias entre
distintos tipos de semipresidencialismo en función de tres elementos. El primero se
refiere a las prerrogativas constitucionales otorgadas al presidente. Donde las prerro-
gativas son escasas, el presidente se asemeja a un jefe de estado parlamentario, como
en Irlanda. Donde las prerrogativas son mayores, como en Islandia y Finlandia, el
presidente se torna un actor central de la dinámica política. Otro elemento decisivo
consiste en la disposición de los presidentes a la utilización de las facultades habilita-
das por el texto constitucional. En este contexto vale la pena mencionar por ejemplo
que Francia, donde las prerrogativas concedidas al presidente son menores, es el caso

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que más se ha aproximado al presidencialismo. Por el contrario, aunque en Islandia el


presidente cuenta con mayores prerrogativas, la forma de funcionamiento del gobier-
no lo acerca más al parlamentarismo.
Finalmente, el tercer elemento que permite establecer distinciones entre regímenes
semipresidenciales tiene que ver con la coincidencia de la mayoría presidencial con la
parlamentaria. En esta dirección, los autores proponen tres tipos de interacción básica.
En la primera, la mayoría presidencial y la parlamentaria son distintas, por lo que la
función del presidente se limita al rol de regulador del proceso político, cercano al rol
del jefe de estado parlamentario, pero con algo más de relevancia. En Francia, estos
casos reciben el nombre de cohabitación y tuvieron lugar entre 1986 y 1988 y entre
1992 y 1995. La segunda interacción ocurre cuando la mayoría parlamentaria coinci-
de con la presidencial, pero el líder del partido mayoritario es el primer ministro y no
el presidente. En esta situación, el primer ministro hace efectivo su rol de jefe de
gobierno y el jefe de estado se transforma en un símbolo, asemejándose a su par
parlamentario. Por último, cuando el presidente es el líder del partido mayoritario en el
parlamento, éste adquiere un poder similar a su par de cualquier régimen
presidencialista. En este caso, el primer ministro y el resto del gabinete se constituyen
en apéndices del jefe de estado, quien, en efecto, es el que ejerce el gobierno.

IV.2. División vertical del poder: gobiernos unitarios y gobiernos federales

La distribución del poder entre los diferentes niveles de gobierno y autoridad (el
gobierno central o nacional y los gobiernos regionales o subnacionales) se organiza de
diversas maneras. Una modalidad es cuando el poder local o regional está directamente
controlado y ejercido por el poder central, que caracteriza a los gobiernos unitarios. Una
segunda modalidad es la delegación de facultades realizada por el gobierno central ha-
cia los gobiernos locales o regionales, que caracteriza a los gobiernos federales.

Definición clásica de federalismo

[El federalismo es] “una organización política en la que las actividades del Estado han
sido divididas entre gobiernos regionales y un gobierno central, de tal manera que cada
tipo de gobierno tiene ciertas actividades sobre las que toma las decisiones finales” (Riker,
1975: 101 [traducción propia]).

Los gobiernos unitarios generan una fusión del poder, unificando todas las instan-
cias de decisión de manera vertical. Esta forma de gobierno limita la capacidad de

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