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Subjetividad política

Subjetividad
e institucionalidad educativa
• Álvaro Díaz Gómez

Resumen
La institucionalidad educativa expresada en agencias socializadoras ha
centrado su quehacer en los procesos de enseñanza, donde los alumnos
son asumidos como sujetos y, hasta hace muy poco, se rayaba en asumirlos
como objetos, tanto del conocimiento, como para el conocimiento. Los
últimos giros en la pedagogía y en las ciencias sociales y humanas han
permitido que se reconozca el papel creador que tienen los estudiantes
en la construcción del conocimiento. Con ello se ha comprendido que
existen procesualidades que escapan a los mecanismos de control y poder
inherentes a la enseñanza/aprendizaje, con lo que el sujeto, en cuanto
potencia, instituye mundos, se desujeta de las amarras que pretenden
cosificarlo, intenta actos de creación y avanza en su consolidación, lenta
y pausadamente. Así, mediante procesos de subjetivación, los estudiantes
y los mismos docentes desplieguen sus subjetividades. De tal manera, en
el salón de clases lo que se presenta es la institución de un nuevo tipo
de sujeto, de un sujeto con subjetividad. Sobre éstos despliegues, trata el
presente texto.

Palabras clave Revista de Ciencias Humanas • UTP • No. 37 • Diciembre 2007

Sujeto, subjetividad, escuela, potencia.

Abstract
The educational institution, expressed in socializing agencies, has focused
its task on the teaching processes, where the students are assumed as
subjects and, up to recent times, were emphatically assumed as objects
both of knowledge and for knowledge. The late turns of pedagogy and

Fecha de recepción: Octubre 14 de 2007.


Fecha de aprobación: Noviembre 29 de 2007.

• Álvaro Díaz Gómez es profesor del Departamento de Humanidades e Idiomas de


la Universidad Tecnológica de Pereira y profesor de la Facultad de Psicología de la
Universidad de Manizales. Estudiante del doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y
Juventud de la Universidad de Manizales - Cinde.
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social and human sciences have allowed for an acceptance of the creative role
that students have in the construction of knowledge. This has led to the unders-
tanding of the existence of “procedural routines” which escape the control and
power mechanisms inherent in teaching and learning, where the subject, in so
far as a power, institutes worlds, detaches itself from the ties which attempt to
trivialize it to the level of a thing, attempts acts of creation, and slowly advances
toward its consolidation. Thus, through subjectivation processes, the students
and teachers themselves display their subjectivities. So, what is present in the
classroom is the institution of a new type of subject, of a subject with subjectivity.
This is precisely the object of the present paper.

Key words
Subject, Subjectivity, School, Power.

Un punto de referencia desde una experiencia concreta


Él, es un joven de 16 años, vive en un sector popular y ha sido ubicado en
el estrato dos, por parte del SISBEN. Para el mes de septiembre del 2007 no
ha cumplido, en el colegio público donde estudia, con los logros académicos
de química, física y español. Con alguna frecuencia y estando en clases, él se
sale del salón, se queda en el patio con su iPod pegado a la oreja, escuchando
música. Cuando le preguntan ¿por qué se salió de clase?, responde:

“porque estaba aburrido. El profesor ya ha dicho eso muchas veces”.

De tal manera que él aparece como un joven indisciplinado, poco estudioso


y en peligro de reprobar el año escolar. Para el mes de octubre, se presenta a
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las pruebas del Estado, conocidas como el examen del ICFES. Lo hace como
todos los demás, al mismo día, a la misma hora y en el lugar asignado. Al
igual que los otros jóvenes, sólo ingresa con un lápiz de mina negra, borrador
y tajalápiz; no admiten iPod, ni celulares, ni calculadoras, ni computadoras,
ninguno de los mediadores actuales de aprendizaje.

Son dos días en los cuales se encuentra frente a frente con el cuadernillo de
preguntas que sintetizan el conocimiento académico, que de forma conden-
sada (en cuanto éste es infinito), le han transmitido –o que él ha construi-
do- en el colegio. Igual, está uno a uno con la hoja de respuestas, esas largas
columnas, con lóbulos abiertos como si fueran ojos fiscalizadores de su saber,
sus miedos, su expectativa, sus horizontes, sus desencantos. Pero allí está y
debe optar por una única alternativa. La respuesta que escoja, debe señalarla,
como quedará él señalado con el puntaje que obtenga.

Cumple la tarea. Ahora, a esperar los resultados. Cuando éstos son presen-
92 tados mediante la página Web del ICFES (modalidad virtual que caracteriza
los nuevos tiempos. Hace una década se hacía mediante correo postal) él,
ocupa el primer lugar en el puntaje obtenido por los participantes del co-
legio y el primer lugar de la zona. Su deseo: estudiar Diseño Gráfico en la
Universidad.

¿Qué encontramos en esta experiencia?

Una narración, un punto de referencia a manera de pretexto para acercarnos


al tema de la subjetividad. Sin querer reducir la realidad a un caso, pero
sin desconocer que ésta, es en sí, realidad, una realidad que es expresión
de otros procesos vitales, presentaré algunos argumentos respecto de seis
dimensiones constitutivas de la subjetividad –aunque no son las únicas, y
que derivo de tal narración– vistas desde una perspectiva no esencialista,
fundante, ni moderna.

1. La pertenencia a un estrato socioeconómico


Considero esta dimensión importante en cuanto forma parte del entramado
de constitución de la subjetividad. Por ello no le denomino contexto, en
cuanto no es algo que éste fuera de su ámbito, sino que él lo constituye y es
constituido a su vez por las condiciones materiales de vida. En tal sentido, es
trama, enlazamiento, imbricación. A diferencia de los planteamientos de al-
gunas perspectivas clásicas del Marxismo, no comparto que tales condiciones
–pertenencia a una clase social– determinen el modo de ser subjetivo, aunque
si median en las maneras como se presentan configuraciones subjetivas, “Es
conocida la crítica de Marx a la democracia liberal y, por lo tanto a las ideas
de subjetividad y de ciudadanía que la constituyen. Porque la organización
social de la producción determina la organización política y cultural, la se-
paración entre la igualdad política y la desigualdad económica que operan
en el capitalismo es poco menos que ilusoria”. (De Sousa, 1995; 293) Aquí,
la clave está en reconocer que no se adopta un determinismo economicista,
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pero tampoco se le abstrae de temporales condiciones económico-materiales


que tienen maneras específicas y variadas de concreción, aún dentro de una
misma formación económico-social (González, 1999)

2. El vínculo participante con un ethos cultural prevaleciente


Pero, en cuanto no somos sólo seres económicos e históricamente hemos cons-
tituido ethos culturales rizomáticos, somos seres de cultura, seres culturales,
seres culturizados. Esta dimensión adquiere gran importancia en tanto es lo
instituido, lo dado generacionalmente, con lo que nos encontramos a manera
de herencia cultural. Por ello tendemos a naturalizarlo, no reconocemos su
historicidad, su condición cambiante, nos resistimos a su transformación.
Sin embargo, aquí está la tensión con lo emergente. Lo instituido, es la
presencia del carácter conservadurista de la tradición cultural, que se va
desvaneciendo, mientras simultáneamente se instauran otras expresiones
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culturales, a manera de una nueva tradición temporal: lo instituyente. (Díaz,
2007; Castoriadis, 2003)
En el caso que nos está sirviendo como pretexto, el joven convive con el ethos
cultural de occidente, que en cuanto matriz general nos identifica; pero de
manera particular se vincula con y desde la cultura popular; para, de forma
específica vivenciar los rasgos propios de las culturas juveniles, que a su vez
se despliegan en tonalidades (interés por el hip-hop; practicante del graffiti
y los murales callejeros, uso de piercing) que le demarcan un espacio para
la configuración de rasgos identitarios y de subjetividad.
La perspectiva que se deriva de esto, es que no existe una cultura universal,
hegemónica, sino que ésta se expresa de manera trizada, fragmentada, con
múltiples expresiones, por lo que la emergencia de un sentido subjetivo1, no
puede ser más que individual (Díaz, 2006), es el acto instituyente creativo que
cada persona instaura en cuanto participante de un ethos cultural específico
que preexiste (lo que fue), existe (está siendo) y persiste transformado (va
siendo, se está haciendo como novedad).

3. Los indicios de una transición epocal


Una característica de la subjetividad es su procesualidad, su mutación, por
lo tanto, su temporalidad (González, 2002, González, 2007). Ésta cambia,
se modifica mediante los procesos de reflexibidad que caracterizan al suje-
to. En ello se diferencia de la identidad, que connota mayor estabilidad y
permanencia. Tal temporalidad esta íntimamente ligada con la epocalidad
prevaleciente por lo que se hace necesario conocer las condiciones de época
que nos corresponde vivir.
Así, en el ámbito escolar se nota la transición epocal de la vida cotidiana
institucional expresada en rasgos materiales, pero con connotación simbólico-
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cultural que desde el caso de referencia que estamos abordando se visibilizan


en el uso del lápiz de mina negra, el borrador, el tajalápiz y el correo postal;
respecto del iPod, el celular, la calculadora, la computadora, los entornos
virtuales. Pero, lo que aquí se encuentra, no es sólo el cambio en los instru-
mentos mediante los cuales se media la construcción del conocimiento, sino
una transformación que le es inherente al uso de las nuevas tecnologías y es
la noción de comunicación. Así,

1. Por sentido subjetivo compartimos el planteamiento de González (2007: 15) quien dice
“En el sentido subjetivo se específica una cierta autonomía de lo emocional, que no
aparece como resultado de la mediación semiótica, sino que la acompaña. Es a esta
compleja unidad, dentro de la que circulan tipos diferentes de emociones que se asocian
de múltiples formas con diversos procesos simbólicos, a la que llamo sentido subjetivo.
El sentido subjetivo es una síntesis de otro orden de la multiplicidad de aspectos que
caracterizan la vida social, y que caracterizaron la historia de cada sujeto y espacio
94 social concreto”
el estudio de la comunicación gana interés si se piensa como
un espacio donde participa no sólo la posibilidad de intercam-
bios técnicos de información- en su sentido estadístico- sino,
también, de construcción de significados en contextos cons-
tituidos de relaciones…Las tecnologías pierden su posición
de neutralidad para jugar un rol significativo como artefactos
culturalmente negociados. (Siles, 2007: 96)
Entre estas ayudas empleadas en los procesos de aprendizaje hay sólo una
década de diferencia, con la presencia tradicional de los tres primeros en las
aulas de clase. Así, el lápiz se introduce en el siglo XVIII, una vez descubierto
el grafito, su relación es directa con la escritura y con los procesos ordenados
y lógicos de escribir de Izquierda a derecha y de arriba abajo, con una noción
de orden, limpieza y rigor, que si no se alcanzaba en el primer intento se debía
repetir previo uso del borrador. Allí quedaba la huella del escritor. La letra era
única, sello de identidad personal; ahora, mediante el procesador de palabras,
la letra no define a una persona, es homogénea, se presentan estilos posibles
de usar a manera de una plantilla, son estándar, universalizan la grafía. La
escritura puede ser hipertextual, con lo que se pierde la linealidad propia del
cuaderno, y se da un giro a las formas de lectura, donde las imágenes son
fundamentales como complemento y desplazamiento del texto escrito.
El celular, por su parte, rompe con la noción espacial de comunicación, ya
no se está atado a un cordón para poder tener contacto, la comunicación es
móvil, nómada, va con el oyente/hablante, lo que genera “profundas mu-
taciones antropológicas en nuestro modo de se ser en el mundo, esto es, de
sentir, pensar y actuar, tanto que estaríamos ante lo que podríamos denominar
el homo cellularis” (Vásquez, 2007: 123). El artefacto es multiuso (teléfono,
cámara fotográfica, Internet, video grabadora) y en formatos miniaturizados
(Ferraris, 2005).
Estos cambios a los que estamos haciendo referencia dan indicios de procesos
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emergentes. No es sólo la presencia de sofisticados dispositivos tecnológicos,


sino la irrupción de nuevas racionalidades, de otra época y de nuevos sujetos
(los niños y jóvenes) quienes las asumen como algo natural, por lo que en
los procesos de interacción tanto con las mediaciones tecnológicas, como con
los otros sujetos, van estructurando subjetividades diferentes que empiezan
a ser estudiadas como cibersubjetividades y sujetos cyborg.

4. Una temporalidad fragmentada


Como lo hemos mencionado previamente, están íntimamente ligadas la
epocalidad y la temporalidad; ésta, es asumida como período de tiempo.
Pero, tal corte, no es más que un artificio para capturar los procesos humanos
finitos en el horizonte de lo infinito.
Por lo tanto, lo que se encuentra en el ámbito escolar es la tensión angus-
tiante entre el tiempo/almanaque/finito y el tiempo/devenir, en el prime- 95
ro el interés se centra en el paso del tiempo cronológico, en el anuario, el
almanaque, el calendario escolar, el programador, el diario de clase, todas
ellas, expresiones de rupturas del tiempo que conducen a nociones linea-
les y contiguas del mismo, en un mundo caracterizado por la sorpresa, lo
imprevisto, lo contingente. En el segundo, se reconoce que lo existente es
una temporalidad académica fragmentada desde la cual se despliega una
subjetividad holística, aunque no compacta, ni pétrea, impredecible en la
temporalidad finita del ser; que se indica, para identificarse y diferenciarse
(como en nuestro ejemplo, 16 años, 2007, mes de octubre, el mismo día, la
misma hora, el mismo lugar, nuevos tiempos) Pero que no es estable, por lo
tanto, no es siempre ella misma. Sí, al fin y al cabo, todo tiempo pasado no
fue mejor, simplemente fue un nuevo tiempo, que entró en declive e hizo el
relevo a otro nuevo tiempo.

Los tiempos actuales son los de la velocidad, aquellos que generan lo que
se ha dado en denominar “una vida fast” y que crean la sensación de no al-
canzar para la realización de las múltiples actividades que debemos llevar a
cabo. Tal tiempo, se ve trastocado en el ámbito escolar con la implementación
de la virtualidad y las tecnologías multimediales. Mediante la Internet los
tiempos de aprendizaje se vuelven asincrónicos, cada quien ingresa a la red
cuando lo desea, desde donde desea y durante el tiempo que desea. Pero,
además, genera comunidades académicas con personas quienes no conoce
y con quienes se van generando vínculos más inestables y pasajeros que los
que se pueden tener en al ámbito tradicional de la institucionalidad escolar.
Por lo tanto, va emergiendo un nuevo sujeto, con nociones diferentes del
espacio/tiempo, con otras competencias en el uso de las tecnologías de la
comunicación, con otras mediaciones en el aprendizaje y la producción del
conocimiento. En últimas, la subjetividad se despliega en otras condiciones
de temporalidad.
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5. Unos dispositivos de control social


En cuanto no es posible la existencia individual por fuera de los vínculos
sociales, el sujeto genera mecanismos de subjetivación que le permiten la
configuración de sentidos subjetivos característicos de su subjetividad. Pero,
lo anterior se encuentra atravesado por procesos de sujetación de los sujetos
a lógicas institucionalizadas mediante dispositivos de control/poder/domi-
nación. Tal expresión no debe entenderse como determinismo en cuanto se
reconozca que tanto las lógicas como los dispositivos de poder se pueden
subvertir, justamente desde el despliegue de la subjetividad y la reflexibidad
que le es inherente.

Nuevos planteamientos sobre el poder abren esta opción comprensiva. Así,


Pál (2006) reconoce dos grandes ejes desde los cuales se aborda el poder
actualmente, lo que él denomina eje de la biopolítica y eje de la biopotencia,
96 veamos algunos rasgos de cada uno de ellos:
1. Eje de la biopolítica. Se expresa en las teorías de Foucault, así como de
quienes desarrollan y amplían su propuesta; ésta se sintetiza en que:

El cuerpo, la psique, el lenguaje, la comunicación, la vida oníri-


ca, así como la fe, nada de eso preserva ya cualquier exterioridad
en relación con los poderes, no siendo posible, por lo tanto,
servirles de contrapeso o de ancla crítica en la resistencia a ellos.
Los poderes operan de manera inmanente: no más desde afuera,
ni desde encima, sino como por dentro, al incorporar, integrar,
monitorear e invertir hasta de forma anticipada, los posibles
que se van engendrando para colonizar el futuro. (p. 9)

2. Eje de la biopotencia. Se desarrolla desde Italia a partir de una relectura


de los planteamientos de Spinoza, del marxismo y la apropiación original
de Foucault y Deleuze

podríamos sintetizar ese movimiento así: el biopoder responde


al a biopotencia; al poder sobre la vida responde la potencia de
la vida, pero ese “responde” no significa una reacción, ya que
la potencia se revela como el opuesto más íntimo, inmanente
y coextensivo al propio poder. La vitalidad social, aun cuan-
do está dominada por los poderes que la succionan, aparece
súbitamente en su primacía ontológica, potencia primaria que
el poder persigue y sobre la cual él se construye y se ancla,
que goza virtualmente de una fuerza soberana y constitutiva,
inaugural e indomable. (p. 9)

El biopoder y la biopotencia se expresan de múltiples formas, siendo el


lenguaje y de manera más amplia, la comunicación, los dispositivos por ex-
celencia. Mediante ellos, en el ámbito escolar, el maestro o maestra permite
que se reproduzcan ciertas concepciones del mundo y no otras, implementa
practicas sociales que asume adecuadas para la sociedad, deseables para el
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educando e imperativo de ser enseñadas por él o ella.

Mediante la comunicación el, o la docente ejerce el poder e intenta impedir


la implementación de prácticas nuevas, por ejemplo: el uso del cabello largo
por parte de los estudiantes, las jóvenes embarazadas en los colegios; de
otros lenguajes que le dan características a la vida escolar en tiempos y épo-
cas específicas, así se oye decir: profe (en cambio de profesor o profesora),
porfa (en lugar de por favor), Lauris, (en reemplazo de Laura). Además de
otros lenguajes específicos que se presentan según estratos socioeconómicos
y subculturas particulares.

Ahora, que los y las docentes intenten frenar estas expresiones no implica
que lo logren, generalmente los jóvenes siguen en el ejercicio de instituir sus
propuestas de vida al margen de la institucionalidad, aunque pertenezcan
a ella. Lo hacen “de espaldas al poder”, burlándose de él, oponiendo otros
mecanismos y lógicas de comprensión y vivencia del mundo; 97
un aspecto muy evidente es que la diversidad de identidades
juveniles emerge en la universidad y hace visible no sólo cons-
trucciones estéticas de los cuerpos sino también concepciones de
sociedad, prácticas culturales y narrativas vitales diferenciadas.
En contraste con el colegio, la universidad constituye un esce-
nario en donde la singularidad juvenil tiene más posibilidades
expresivas, por tanto diversidad de ideologías, vestuarios, len-
guajes y consumos culturales circulan en la vida universitaria.
(Escobar, 2007: 56)

Es en últimas, despliegue de la subjetividad, generación de sentido subje-


tivo, opciones instituyentes, expresión de la biopotencia, términos que se
emplearán según la tendencia teórica que se adopte.

Los dispositivos de control y de poder son lo instituido y se renuevan para


darle sentido de unidad a la acción conservadurista de la cultura, para bus-
car y lograr procesos de sujetación de los sujetos a sujeciones no visibles,
pero poderosas en cuanto mantienen “el orden establecido”, así, el sistema
educativo obliga a la presentación de pruebas de Estado, a manera de una
veeduría sobre la calidad de la educación impartida. Con éste mecanismo
vigila y castiga a estudiantes, docentes e instituciones mediante las escalas
y reconocimientos sociales que establece para tal fin. En un nivel operativo
tales dispositivos se expresan en instrumentos materiales tales como los
cuadernillos de preguntas, las hojas de respuestas, los formatos con los
resultados obtenidos, entre otros.

6. El despliegue de unas narrativas


La manera como se inicia el presente texto es atípica en la presentación de
un documento académico, en cuanto se supone, éste, debe ser presentado
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de forma objetiva, neutral, enunciado en tercera persona, con lenguaje for-


malizado, técnico y dirigido a comunidades especializadas. Sin embargo, lo
que se encuentra en el presente caso –al inicio del texto– es una narración,
asumida como una forma cotidiana del habla mediante la cual nos comu-
nicamos, expresamos lo que ocurre en nuestros mundos de la vida. Por lo
tanto no es un lenguaje especializado en cuanto tiene como pretensión la
comunicabilidad de las acciones humanas, el entendimiento respecto de lo
vivo, lo vital de la existencia expresado en lo biológico, lo psicológico, lo
sociológico, lo antropológico y lo ecológico.

En tanto la subjetividad se despliega en la vida cotidiana y en cuanto sus


referentes están dados desde las lógicas de la interacción humana, esta se
reconoce mediante su enunciación –que en tal sentido, es biográfica– por lo
que la manera privilegiada para compartirla es la narrativa. Esta, “siempre
será algo más que mera configuración de relatos de palabras, es también
98 vehículo de comprensión e interpretación de las personificaciones, tramas
de relaciones, metáforas de sentidos contextualizados en el tiempo y en el
espacio”, dirán Ospina y Botero (2007: 814).

En ella no hay linealidad discursiva, se presentan entramados vivenciales que


no muestran de forma clara los sentidos subjetivos, sino que se entrecruzan
con la anécdota, fluyen el viejo y el nuevo recuerdo, se pasea por el humor,
se salta del comentario sobre las relaciones familiares a los encuentros entre
amigos, se hace travesía por los amores y desamores, se evoca lo realizado y
lo que aún no se ha realizado. La subjetividad se expresa, por lo tanto, como
narración biográfica de, sobre y desde la vida cotidiana. He ahí su potencia,
es vida viva.

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