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LA PRACTICA DOCENTE
Mg. Walter Erickson Lizano Troncos
1. Introducción
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Ortega Reyes Rafael; (2012): Identidad Docente. Una experiencia en si mismo
de la práctica docente, siempre y cuando logre estimular la reflexión, personal y
compartida, sobre la propia actitud vital, sobre las propias actitudes morales como
profesionales, sobre el contexto moral que rodea a la enseñanza y sobre las
posibilidades que tenemos de cambiar en positivo lo que nos parezca mejorable.
Pero no basta con el abordaje ético desde lo individual, es necesario involucrar a la
comunidad educativa, a los actores educativos para un ejercicio ético de la profesión,
lo que generaría una dinámica y movilización positiva para la mejora de la docencia en
todos los niveles educativos.
Siguiendo a (Martínez Navarro, 2010, pág. 9) diremos que la ética bien entendida no
pretende en absoluto dogmatizar sobre el bien y el mal del que los seres humanos
somos responsables, sino más bien elaborar y compartir algunas reflexiones
racionalmente fundamentadas, con la esperanza de que esas reflexiones tal vez
puedan ayudar a las personas a aclarar sus propios pensamientos y a orientar su
comportamiento de la mejor manera posible. Esto mismo es lo que hemos de hacer
los profesores en cuanto a la educación moral de nuestros alumnos, incluso de los
más pequeños: Evitar la moralina y procurar que aprendan a pensar por sí mismos
para que sean personas razonables, sensatas, capaces de hacerse responsables de
sus actos, de sus vidas personales y del cuidado de la comunidad, tanto de la
comunidad local como, en la medida de lo posible, de la comunidad global a la que
todos pertenecemos. Pero los profesores no podemos ofrecer una educación moral de
ese tipo si previamente no hemos interiorizado la actitud que haga de nosotros un
ejemplo vivo para el alumnado. Por eso es necesario que los profesores accedan a
una buena educación ética.
Finalmente, la tercera dimensión que nos ocupa para la mejora de la práctica docente
es determinar que saberes, habilidades y competencias pedagógicas, son necesarias
Incorporar a mi práctica pedagógica, para afrontar de manera exitosa las demandas
actuales y las del Siglo XXI, Como Formador De Educación Superior Docente.
Al Respecto, Pellegrino y Hilton (2012), en su Modelo de Competencias Siglo XXI, nos
Plantea tres dimensiones y 11 competencias o habilidades necesarias para el siglo
XXI, así tenemos el siguiente cuadro que nos ilustra las referidas competencias:
Tener estas competencias y habilidades contribuye a las dos dimensiones
anteriormente señaladas para mejorar mi práctica docente y aproximarla a una práctica
pedagógica de calidad. Coincidimos en precisar que la calidad de la educación se
construye con la participación efectiva del docente, buenos docentes, generan buenas
prácticas educativas, prácticas de calidad, así, para bien o para mal, los profesores
determinan la calidad de la educación, todas las influencias sobre la calidad de la
educación están mediadas por el docente y por su práctica pedagógica. Tienen la
posibilidad de aumentar la calidad de la educación dando vida al currículo e
infundiendo en los alumnos la curiosidad y el aprendizaje autodirigido. Y también
pueden degradar la calidad de la educación merced al error, la pereza, la crueldad o
la incompetencia. (Clark, 1995, p. 3).
4. Conclusiones
Por lo anteriormente señalado, me reafirmo en señalar que el “el fortalecimiento de la
identidad docente, la ética profesional y el saber pedagógico, se constituyen en
herramientas efectivas para la mejora de mi práctica pedagógica como formador de
educación superior.
Es en esa perspectiva que, me defino como un docente apasionado de la educación,
amo lo que hago, me emociono cuando hago docencia, me considero un docente con
principios éticos y morales sólidos, que procura tener y proyectar una fuerte coherencia
entre lo que se dice y lo se hace. Procuró tener una permanente preocupación por
incorporar en mi práctica docente lo que la teoría pedagógica ofrece y que se puede
contrastar en mi practica y construir saber pedagógico. Me considero un docente con
competencia profesional y con una permanente preparación académica y apertura
para la creatividad e innovación basada en la investigación.
Finalmente, en mi práctica docente tendré en cuenta lo que señala Haavio (1969),
citado por (Day C. , 2017) que identificó tres características clave del buen docente:
Discreción pedagógica: la capacidad de utilizar la enseñanza más adecuada para
cada persona. Amor pedagógico: el instinto de cuidar, es decir, el deseo de ayudar,
proteger y apoyar. Consciencia vocacional: se apodera de tal manera de la
personalidad del docente que está dispuesto a hacer todo lo posible en virtud de su
vocación y encuentra en ella gratificación interior y la finalidad de su vida.
Bibliografía
Day, C. (2017). Pasión por enseñar. Identidad personal y profesional del docente y sus valores.
Madrid: NARCEA, S. A. DE EDICIONES Madrid.
Day, C. (2017). Pasión por enseñar. La Identidad personal y profesional del docente y sus valores.
Madrid: NARCEA,S. A. DE EDICIONES.
Martínez Navarro, E. (2010). Ética profesional de los profesores . Bilbao: Universidad Jesuitas.