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Muerde
'Nuestro hijo empezó a morder cuando le salieron los primeros dientes. Lo
hace sobre todo cuando se enfada, pero otras veces lo hace por las
buenas. Tenemos miedo de que muerda a sus compañeros cuando llegue
el momento de llevarle a la escuela infantil'.
¿Qué hacer?
Lo mejor es retirar al niño y decirle con calma y firmeza: '¡eso no
se hace!', pero no hagáis demasiados aspavientos, porque pueden
funcionar como estímulo. Acto seguido hay que procurar desviar su
atención con juguetes o canciones.
Si vemos que el hábito persiste y se hace demasiado frecuente,
habrá que cambiar el procedimiento: cada vez que muerda, hay que
suspender inmediatamente la comunicación con él, darle la espalda
y alejarse. Todos los adultos en contacto con el niño deben ponerse
de acuerdo para reaccionar de la misma manera.
No hay que llamarle 'malo', ni darle unos golpecitos en la boca.
Tampoco debes devolverle el mordisco para que él también vea
que duele.
Es conveniente es que el niño tenga un sitio para jugar y desfogarse
libremente, de modo que no acumule tensión que luego desahogue
de esa manera.
El hábito de morder suele desaparecer con el tiempo, pero a veces
es muy persistente. Si el niño empieza la escuela infantil, deberías
advertir a los educadores para que anden sobre aviso.
Dominar los impulsos
Desde el primer año de vida y hasta los tres años aproximadamente, los
niños tienen que aprender a autorregularse. Cuando muerden, arañan o
pelean ponen a prueba su capacidad para controlar sus impulsos frente a
determinadas situaciones.
No nacen sabiendo dominar sus emociones y sus deseos. Aprenden a
controlarlas a medida que se relacionan con los adultos y con otros
pequeños, en situaciones sociales y espacios como la escuela infantil.
El mejor modo de ayudarles es predicar con el ejemplo. Debemos
mantener la calma y no responder a su agresividad con la nuestra.
Es importante ayudarles a superar esta etapa para que sepan modular sus
impulsos y frustraciones en años posteriores.
¿Nene malo?
'Cuando regañamos a nuestro hijo de un año se da cachetes a sí mismo y
dice 'nene malo'. Nosotros nunca le hemos pegado, nos limitamos a
reñirle y a decirle que es malo cuando se porta mal'.
¿Qué hacer?
Si un niño se abofetea a sí mismo, podemos abrazarle y decirle que no se
pegue, porque él no es malo, sino bueno, y nosotros le queremos mucho.
Si le decimos que es 'malo' él se lo tomará al pie de la letra y adoptará
comportamientos auto agresivos.
Los niños pequeños necesitan mucho cariño, y no solo de palabra,
sino también a través del tacto: besos, caricias, achuchones y
contacto corporal. También hay que dedicarles compañía y tiempo
para que la educación no sea fría y racional y no exigirles un
autocontrol prematuro para su edad.
Con los niños de un año no son eficaces las regañinas; aún tienen
una capacidad muy escasa para obedecer las órdenes, instrucciones
o prohibiciones verbales. Cuando deseamos impedir que hagan algo
lo mejor es decirles con firmeza 'eso no se hace' o 'eso no se toca' y
simplemente retirar el objeto en cuestión o retirarles a ellos del
lugar o situación.
Solo a base de tiempo y paciencia las instrucciones acabarán por
surtir efecto.