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Según el Nican Mopohua, texto hagiográfico publicado en el siglo XVII, las mariofanías
tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La
fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo
que había acontecido. Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con
sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que
solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es
atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es
publicado el libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe por el
presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que se sabía en la época
sobre la devoción guadalupana.
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profesantes como guadalupanos sin ser necesariamente parte del catolicismo. Las raíces
devocionales primigenias de esta imagen estarían en la Virgen de Guadalupe
(Extremadura, España), debido a que Cristóbal Colón bautizó una isla con este nombre
en 1493.
2 HISTORIA
Relato mariano
Ya adulto y padre de familia, atraído por la doctrina de los padres franciscanos ―llegados
a México en 1524, habría recibido el bautismo y el nombre hispano de Juan Diego, y su
esposa se llamó María Lucía. Se celebró también el matrimonio cristiano. Su esposa
falleció en 1529.
El Nican Mopohua narra que el sábado 9 de diciembre de 1531, mientras se dirigía a pie
a Tlatelolco, en un lugar denominado Tepeyac, tuvo lugar la primera aparición de la
Virgen María, que se le presentó como «la perfecta siempre virgen santa María, madre
del Dios verdadero». La Virgen le encargó que en su nombre pidiese al obispo capitalino
―el franciscano Juan de Zumárraga― la construcción de una iglesia en el lugar de la
aparición. Como el obispo no aceptó la idea, Cuauhtlatoatzin volvió a ver a la Virgen ese
mismo día y ella le pidió que insistiese (segunda aparición).
El día lunes 11 Cuauhtlatoatzin no fue al Tepeyac porque halló a su tío Juan Bernardino
enfermo, su tío le pidió a Juan Diego que al día siguiente fuera a Tlaltelolco en busca de
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un confesor, pues estaba seguro de que iba a morir. Juan Diego obedeció y salió muy de
mañana el día martes 12 de diciembre de 1531, pero recordando que la Virgen lo tenía
citado y temeroso de que lo entretuviera y no lo dejara ir en busca del confesor, quiso
evitar su encuentro y así, en vez de seguir, derecho su camino, subió por entre el Tepeyac
y el cerro al que estaba unido pensando rodear el Tepeyac por la ladera que mira al oriente
hasta llegar a donde ahora queda el frente de la Basílica y tomar ahí el camino de
Tlaltelolco. En su camino la virgen le salió al encuentro (cuarta aparición) y le explicó la
situación de su tío. A esto respondió la Virgen María:
"Oye y ten entendido, hijo mío, el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no
se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No
estoy yo aquí, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No
estás por ventura en mi regazo? No te apene, ni te inquiete otra cosa; no te aflija la
enfermedad de tu tío, que no morirá de ella: está seguro de que ya sanó".
Juan Diego convencido de lo que le dijo, pidió a la Virgen que le diera la señal y el
mensaje para llevarlos al obispo.
La Virgen entonces le dijo que subiera a la cumbre del cerrito donde solía verlo y que
cortara las flores que allí encontraría, invitándole a subir hasta la cima de la colina de
Tepeyac para recoger flores y traérselas a ella. No obstante la fría estación invernal y la
aridez del lugar, Cuauhtlatoatzin encontró varias flores entre ellas rosas de Castilla. Una
vez recogidas las colocó en su «tilma» y se las llevó a la Virgen, que le mandó presentarlas
al obispo como prueba de veracidad. Una vez ante el obispo el santo abrió su «tilma» y
dejó caer las flores mientras que en el tejido apareció, inexplicablemente impresa, la
imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón
espiritual de la Iglesia en México.
Juan Diego no volvió a su casa sino hasta el día siguiente, pues el obispo lo detuvo un día
más. Aquella mañana le dijo: "Ve a mostrarnos dónde es la voluntad de la Señora del
Cielo que se le erija su templo".
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Juan Diego condujo a las personas que el obispo dispuso que lo acompañaran al lugar en
que se había aparecido la Virgen y en el que debería erigirse su Santuario y pidió permiso
de irse, pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa, al llegar a la cual
vieron que su tío estaba perfectamente sano; Juan Diego explicó a su tío el motivo por el
que él llegaba tan bien acompañado y le refirió las apariciones y que la Virgen le había
dicho que él estaba curado. El tío al oír el relato de su sobrino Juan Diego, manifestó que
ciertamente la misma Señora lo había sanado, puesto que a él mismo se le había aparecido
(quinta aparición) y añadió que le habla dicho que dijera al obispo que era su voluntad se
le llamara "la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe".
Con el tiempo, Juan Diego, movido por una tierna y profunda devoción a la Madre de
Dios, dejó a los suyos, la casa, los bienes y su tierra y, con el permiso del obispo, pasó a
vivir en una pobre casa junto al templo de la «Señora del Cielo». Su preocupación era la
limpieza de la capilla y la acogida de los peregrinos que visitaban el pequeño oratorio,
hoy transformado en basílica, símbolo elocuente de la devoción mariana de los mexicanos
a la Virgen de Guadalupe.
Juan Diego Cuauhtlatoatzin, laico fiel a la gracia divina, gozó de tan alta estima entre sus
contemporáneos que estos acostumbraban decir a sus hijos: «Que Dios os haga como Juan
Diego».
3 ANTECEDENTES
En el contexto de la Reconquista española, dos fueron las imágenes que adquirieron
notoriedad como parte de este movimiento social, político y religioso en parte del actual
territorio de España: Santiago —incluso su advocación de Matamoros— y la Virgen de
Guadalupe (Extremadura, España) teniendo una importante presencia en la naciente
hispanidad. Esta imagen, venerada en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe
de Extremadura, tuvo un auge a partir del siglo XIV y hasta el XVII. Según la tradición
católica, esta imagen llamada también Vírgen morena fue esculpida por el propio apóstol
Lucas, y fue hallada en el siglo XII cerca del río Guadalupe en la región de Las Villuercas.
Algunas coincidencias del relato mariano de Guadalupe en España encontrarán
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4 IMÁGENES