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Universidad de la República

Facultad de Psicología

Trabajo Final de Grado

Del origen de la teoría de la pulsión al modelo relacional: un nuevo


paradigma

Monografía

Estudiante: César Augusto Prego Dorse

C.I.: 2.265.218-4

Tutor: Prof. Psic. Rosa Zytner

Montevideo, Uruguay

Octubre 2018

1
INDICE

INDICE ....................................................................................................... 2
RESUMEN ................................................................................................... 3
INTRODUCCIÓN ......................................................................................... 4
Cap. 1) DEL ORIGEN DE LA TEORÍA DE LA PULSIÓN HACIA LOS
PRECURSORES DEL MODELO RELACIONAL ......................... 6
1.1) Algunas conceptualizaciones del psicoanálisis freudiano ............. 6
1.2) Concepto de pulsión en Sigmund Freud y elementos
que la conforman .......................................................................... 7
1.2.1) Clasificación de las pulsiones ............................................... 8
1.2.2) Destinos de la pulsión ........................................................... 9
1.3) Otros aspectos desde la corriente del pensamiento inglés .......... 11
1.3.1) Melanie Klein y la teoría de la relación diádica
(madre – hijo) .............................................................................. 12
1.3.2) Donald Winnicott y la teoría de las relaciones de objeto ....... 13
Cap. 2) UN NUEVO PARADIGMA: EL MODELO RELACIONAL ............ 17
2.1) Psicoanálisis relacional ................................................................. 17
2.2) Matriz relacional ............................................................................ 18
Cap. 3) APORTES DE AUTORES RELACIONALES................................ 22
3.1) Síndrome de Hospitalismo: René Splitz ....................................... 23
3.2) Relaciones objetales: Ronald Fairbairn ........................................ 26
3.3) Psicoanálisis interpersonal: Harry Sullivan ................................... 27
3.4) Feminismo y género en psicoanálisis: Jessica Benjamín ............. 29
Cap. 4) COMPARACIÓN DEL MODELO PULSIONAL Y EL MODELO
RELACIONAL ............................................................................. 31
TABLA COMPARATIVA ............................................................................ 31
CONCLUSIONES ...................................................................................... 34
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................... 37

2
RESUMEN

El presente trabajo está enmarcado en la finalización del Plan de estudios


2013 de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de la República.

Se crea en formato monografía y se propone, como objetivo, realizar una


aproximación mediante el desarrollo y análisis del contenido de las teorizaciones
del concepto de pulsión en Freud y el modelo relacional psicoanalítico.

La propuesta tiene tres etapas: 1) Desarrollar un recorrido teórico y


conceptual desde la teoría de la pulsión freudiana hasta el modelo relacional
(como un nuevo paradigma dentro del campo psicoanalítico). 2) Crear una tabla
comparativa entre ambos modelos para explicar las diferencias conceptuales que
los mismos contienen. 3) Exponer al final de este trabajo un aporte personal a
nivel de conclusiones.

A lo largo de esta monografía se muestran algunos de los conceptos,


propuestas teóricas y técnicas que fundamentan el enfoque contemporáneo
conocido como “Modelo relacional”.

Se exploran relevantes tendencias que convergen en esta perspectiva


desde la mitad del siglo XX: Ronald Fairbairn, Harry Sullivan, Melanie Klein,
Donald Winnicott, entre otros, hasta su integración en una de las áreas de
innovación más significativas en la psicoterapia actual.

A partir del trabajo, fundamentalmente de Stephen Mitchell por ser el


creador de conceptos fundamentales, como la “matriz relacional”. Finalmente se
describen las principales características teóricas y técnicas que aporta este
enfoque para el trabajo clínico.

El término “relacional” hace referencia a focalizar especialmente sobre la


envergadura que tienen las relaciones humanas en la creación y dinámica de la
actividad mental, configurada como una psicología bi-personal, en la que el
impacto del observador sobre lo observado es continuo e inevitable.

Palabras claves: Modelo relacional. Pulsión. Matriz relacional.

3
INTRODUCCIÓN

“Sólo somos personas cuando nos situamos frente a otro, nunca de forma aislada, lo que nos
convierte en personas es el vínculo con el otro, la relación de amor.”

Julia Kristeva (2009)

El presente trabajo se desarrolla mediante conceptos teóricos/ bibliográficos


y tiene por objetivo realizar un recorrido desde la teoría de la pulsión en Freud
hasta el modelo relacional, pasando por diferentes autores, haciendo especial
mención a Mitchell, conocido en la comunidad psicoanalítica por su gran aporte al
nuevo paradigma, concepto que se trabaja en esta monografía.

Se pretende dar cuenta del tránsito de estas formas de pensamiento en la


psicología y particularmente en el rol que toman las relaciones humanas a lo largo
de la vida de los individuos.

El psicoanálisis está influenciado desde hace muchos años por las ideas y
trabajos de su principal creador, Freud. Desde su primer trabajo sobre la afasia y
durante muchos años más, desarrollo su teoría en torno a una idea central: “la
pulsión”, (energía psíquica profunda que dirige la acción hacia un fin,
descargándose al conseguirlo, le da la denominación de “energía oculta”), ese
proceso dinámico que posee un empuje que hace tender al organismo hacia un
fin (Laplanche & Pontalis, 1981).

Freud afirma que la pulsión no proviene del exterior sino por el contrario
proviene del interior del propio individuo.

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Desde la teoría pulsional el hombre está atravesado por un potente
compuesto de tensiones asociales y físicas con las que tiene que vivir en su
vínculo con las demandas de una realidad social, que indudablemente lo influye.
Dichas pulsiones, al chocar con algunas defensas, generan conflicto y por lo
tanto, enfermedad.

Es importante destacar que Freud formuló dos teorías sobre las pulsiones;
la primera teoría de las pulsiones y la segunda. A las pulsiones primarias las divide
en pulsiones de “autoconservacion” o “yoicas” y “pulsiones sexuales”, en el texto
“Pulsiones y destino de la pulsión” creado en 1915 aparecen ampliamente
desarrolladas. La segunda teoría de la pulsión la va a desarrollar
fundamentalmente en el texto “Más allá del principio del placer” en 1920 y en “El
yo y el ello “en 1923, dividirá a las pulsiones en: “pulsiones de vida” y “pulsiones
de muerte”.

Para el desarrollo de esta monografía y con la intención de delimitar las


teorías pulsionales, ésta se centra en la primera teoría pulsional sin dejar de
reconocer la importancia de la segunda.

Con el pasar de los años las ideas psicoanalíticas se transforman, de forma


tal que los autores contemporáneos desarrollan nuevas ideas, dando así forma a
una nueva interpretación del psicoanálisis, un psicoanálisis moderno post
freudiano, como lo dice un contemporáneo “una era esencialmente post freudiana”
Mitchell, (1993).

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CAPÍTULO 1

DEL ORIGEN DE LA TEORÍA DE LA PULSIÓN HACIA LOS PRECURSORES


DEL MODELO RELACIONAL.

Alguna vez aventuré el comentario: “no hay tal cosa como un bebé”. Un bebé no puede existir solo,
sino que forma parte esencial de una relación

D.W. Winnicott (1971)

En este capítulo se aborda el origen de la teoría de la pulsión, enmarcado


dentro de la corriente psicoanalítica. Se pretende realizar un breve recorrido
conceptual y teórico bibliográfico hasta llegar a los precursores de lo que hoy en
día se denomina modelo relacional.

Para ello, en primera instancia se realiza una lacónica referencia al


psicoanálisis freudiano para llegar a comprender el origen de la teoría pulsional.
Luego se aborda el concepto de pulsión, los elementos que la definen, la
clasificación de las mismas y los destinos de pulsión. Finalmente, se hace
referencia a la escuela psicoanalítica inglesa considerada un eslabón fundamental
como precursora del modelo relacional.

1.1 Algunas conceptualizaciones del psicoanálisis freudiano


A los efectos de comprender la teoría pulsional se torna fundamental hacer
alusión al psicoanálisis dado que en él se encuentran las bases del origen del
concepto de “pulsión”. De hecho, Freud (1920) creador de la teoría y técnica
psicoanalítica, considera la teoría pulsional como una parte muy importante de su
corriente, de la cual la psicología no puede prescindir.

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El psicoanálisis es una práctica terapéutica y un método de investigación
creado por Freud en 1896. Según Jean Laplanche y Jean Bertand Pontalis (1981)
consta de tres aspectos: “A) Un método de investigación B) Un método
psicoterapéutico C) Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas”. (p.
316).

En sus comienzos, Freud realiza un tratamiento clínico que consiste


en atender a pacientes con histerias, fobias y otros padecimientos psíquicos. Ello
le permitió observar y desarrollar su teoría sobre el funcionamiento psíquico, en
donde las pulsiones, entre otros conceptos (como el de represión, resistencia,
sexualidad, etcétera) cobran un papel fundamental, aspectos que exceden los
alcances de este trabajo.

1.2 Concepto de pulsión en Freud y elementos que la conforman.


En “Pulsiones y destinos de la pulsión” (Freud, 1915) este autor define a la
pulsión como “un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un
representante psíquico que provienen de lo interior del cuerpo y alcanzan el alma”
(p. 117). De esta forma, la entiende como una representación psíquica que
proviene de lo somático, del interior del organismo y no del mundo externo.

De acuerdo a la etimología del término la palabra Pulsión


proviene del francés pulsión, que se origina en el latín ulsio y pulsum, derivados
del verbo pulsāre: pujar, impeler. Esto da cuenta de que es un concepto dinámico,
en la que interviene la propia experiencia del individuo y su historia.

El autor plantea diferencias entre la pulsión y el instinto, considerando que


éste último es propio de los animales, vinculándose a lo hereditario y utilizando
siempre el mismo objeto para su satisfacción, siendo un concepto más básico y
simple.

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En la conceptualización de la pulsión, Freud (1915) hace referencia a cuatro
elementos que componen a la misma y la caracterizan, diferenciándose así del
instinto: energía, fuente, meta y objeto. En relación a la primera (“energía o
esfuerzo”), esta refiere a entender la pulsión como una fuerza constante, es decir,
implica una actividad y un movimiento. No es algo estático. De hecho, en la propia
etimología del término, se visualizaba este dinamismo.

Otro de los elementos es “la fuente”, referente a lo somático en donde se


origina la pulsión y de dónde proviene la excitación. “La meta” alude a la
satisfacción, siendo el fin de toda pulsión alcanzar ello. Finalmente el “objeto” es
aquello a través de lo cual se puede alcanzar la meta, siendo algo que puede
variar.

Resumiendo, cabe citar la definición que utilizan Laplanche y Pontalis


(1981) sobre la pulsión, donde toman las conceptualizaciones freudianas y
condensan en la misma de manera clara lo expresado hasta el momento. La
pulsión refiere entonces a un“proceso dinámico consistente en un empuje (carga
energética, factor de motilidad) que hace tender al organismo hacia un fin. Según
Freud, (1915) una pulsión tiene su fuente en una excitación corporal (estado de
tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional;
gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin.” (p. 325).

1.2.1 Clasificación de las pulsiones

A lo largo de la elaboración del Psicoanálisis, Freud formula dos teorías


sobre las pulsiones, de acuerdo a sus avances y a la observación clínica.

En el trabajo “Pulsiones y sus destinos” (1915) plantea una primera


clasificación, distinguiendo “pulsiones yoicas o de autoconservación” y “pulsiones
sexuales”.

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Las primeras buscan conservar el “yo” y están relacionadas con las
funciones corporales y a las necesidades básicas (hambre, sed, etcétera). Opone
a ellas las pulsiones sexuales, las cuales tienen como fin la obtención del placer.

Considera que estas pulsiones se apuntalan en las pulsiones yoicas, es


decir, nacen al satisfacer las necesidades primarias básicas y luego de a poco, se
independizan de estas.

Por ejemplo, cuando un bebé es amamantado satisface su hambre pero


además obtiene un plus, relacionado con el placer del chupetear. A raíz del
hambre y de buscar la satisfacción de ello, descubre el placer oral. Esto se vincula
con la sexualidad y según el desarrollo psico-sexual del niño, se observará el
camino de las pulsiones sexuales pasando por la etapa oral, anal, la fase fálica,
intermediado por un período de latencia llegando finalmente a la sexualidad adulta
relacionada con la genitalidad.

1.2.2 Destinos de la pulsión

En el mismo texto, Freud (1915) también se dedica a indagar las vías que
transita la pulsión para alcanzar su meta, destacando cuatro destinos de las
pulsiones sexuales. Estos son: el trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la
propia persona, la represión y la sublimación.

En las pulsiones sexuales la meta puede resultar displacentera para alguna


parte del aparato psíquico al ser inconciliable con normas sociales y culturales.
Por ello, estos destinos pueden implicar también defensas, siendo diferentes
caminos que toma la pulsión para satisfacerse sin dañar al sujeto.

En relación al primer destino, “el trastorno hacia lo contrario”, Freud plantea


la vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad, como sucede en el caso del
sadismo al masoquismo.

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La meta activa refiere al sadismo (martirizar) y lo pasivo al masoquismo (ser
martirizado). Otro ejemplo se vincula con el pasaje del voyerismo (mirar) al
exhibicionismo (ser mirado).También plantea dentro de esto, el trastorno en
cuanto al contenido; o sea, la mudanza del amor en odio.

Otro de los destinos, “la vuelta a la persona propia” se vincula con un


cambio de objeto. Es decir, el masoquismo puede ser entendido como un sadismo
vuelto hacia el propio yo.

Por otro lado, “la represión”, es entendida como un mecanismo de defensa,


el estudio de la misma condujo a Freud a postular que existe el mundo
inconsciente y a entender los trastornos histéricos. El objetivo de la represión es
evitar el displacer, siendo aquellas experiencias que los individuos consideran
inaceptables enviadas al inconsciente. Se reprime la representación de la pulsión.

El individuo puede ignorar lo que reprimió, sin embargo, esto no la anula. La


pulsión lucha por manifestarse de alguna forma a través de elementos como los
sueños, lapsus y actos fallidos, incluso como síntomas.

El último destino planteado es el de “la sublimación”. Siguiendo a Laplanche


y Pontalis (1981) este es un “proceso postulado por Freud para explicar ciertas
actividades humanas que aparentemente no guardan relación con la sexualidad,
pero que hallarían su energía en la fuerza de la pulsión sexual (p.439)

Es decir, existe una transformación de la pulsión sexual en un elemento


socialmente aceptado por la cultura. Freud describió como actividades vinculadas
con esto principalmente la actividad artística y la investigación intelectual. “Se dice
que la pulsión se sublima, en la medida en que es derivada hacia un nuevo fin, no
sexual y apunta hacia objetos socialmente valorados” (p. 439).

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Estas cuestiones mencionadas dan cuenta de la complejidad del concepto
así como de lo fundamental de la teoría pulsional para el funcionamiento del
aparato psíquico desde el psicoanálisis.

1.3 Otros aspectos de la corriente del pensamiento psicoanalítico


inglés.

Sumado a los aportes anteriormente explicitados sobre la teoría pulsional,


se considera relevante hacer mención al pensamiento psicoanalítico inglés, ya que
abre luz sobre cuestiones no visualizadas en la teoría freudiana, aportando
complejidad a la temática. Asimismo es un modo de ir acercándose al modelo
relacional, tras un recorrido histórico.

Los aportes del pensamiento psicoanalítico inglés se vinculan con la teoría


de las relaciones objetales, otorgando un papel fundamental al ambiente y al
vínculo con otros (en primera instancia la madre, luego otros individuos) en el
desarrollo del sujeto y del aparato psíquico. Sus aportes modifican el concepto
solipsista desarrollado por la teoría freudiana, complejizando el entendimiento del
desarrollo psicológico del ser humano. Esta corriente contribuye a desplazar la
centralidad del complejo de Edipo en la explicación de la patología.

El foco en el yo y en sus relaciones objetales internas llevó a un interés


ampliando en la idea de sí-mismo y principalmente en la relación entre el sí-mismo
y ese otro primario que es la madre.

Dentro de la corriente inglesa, se tornan referentes y precursores del


modelo relacional, entre otros Winnicott y Klein. Estos trabajan en las relaciones
de objeto, interesándose especialmente en el vínculo temprano “madre – bebe”.
Sus teorías marcaron un rumbo para el estudio de las relaciones objetales y
crearon los cimientos para una nueva epistemología. Por tal motivo, se abordan a
continuación aquellos planteamientos de los mismos que se consideran relevantes
para el objetivo de esta monografía.

11
1.3.1 Melanie Klein y la teoría de relación diádica (madre - hijo)

Klein nace en Viena en 1886 y fallece en 1960. Su obra transcurre


principalmente en Inglaterra, su interés radica en el psicoanálisis infantil, siendo
pionera en su época.

Se enfoca particularmente en el psicoanálisis (teoría y práctica) con niños


pequeños, planteando que la primera relación objetal es con la madre.

Previo a desarrollar los conceptos de esta autora, se debe mencionar


también a Ana Freud, contemporánea de Klein y Winnicott, por la relevancia de
su trabajo con niños. Esta autora afirma, entre otros aspectos, que el psiquismo
en los niños no está formado. Sin embargo, por la especificidad de su teoría, y las
divergencias con Klein en sus conceptualizaciones, no será tenida en cuenta
para el desarrollo de la temática de este trabajo.

Klein (1952), desarrolla el concepto de “fantasía inconsciente”,


presentándola como la manifestación mental de los impulsos instintivos que se
presentan desde el momento de nacer y que es una función del yo, dicho yo es
quien establezca vínculos con los objetos en lo referente a la realidad y a la
fantasía (pág. 83).

Define este concepto como la expresión mental de los impulsos instintivos


que existen desde el nacimiento y que son una función del yo. El yo va a entablar
relaciones con los objetos tanto en la fantasía como en la realidad. Para esta
pensadora, la fantasía y la realidad se encuentran invariablemente fusionadas a
las experiencias reales y constantemente están relacionadas con ellas.

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Afirma que para comprender el desarrollo del niño, es importante considerar tres
aspectos que resultan fundamentales: con qué tipo de objeto interactúa el niño, que
mecanismos de defensa utiliza y el tema expuesto en este apartado: las “fantasías
inconscientes”.

Susan Isaacs clarifica este concepto planteando: “La fantasía inconsciente


es descripta como un acontecer constante y permanente de la mente, se expresa
tanto en los fenómenos inconscientes como en los conscientes”. (pág. 83).

El trabajo de Klein con los niños le hace enfatizar, con respecto al


desarrollo y la estructura mental, el mundo de los objetos internos. Se trata de un
área mental con múltiples objetos que relacionados entre sí, crean significados. La
autora describe las fantasías inconscientes como los componentes fundamentales
de ese mundo interno o realidad psíquica.

Desde la perspectiva de un pensador francés como Green (2000) que


intenta explicar a Klein, plantea un cambio de paradigma, haciendo referencia
sobre la relación del yo con los objetos. El progreso de la teoría de las relaciones
objetales obtiene significado, en oposición y sustitución de la teoría de las
pulsiones. Es aquí donde la teoría de las relaciones con otros objetos, nacen
dentro de la comunidad psicoanalítica.

Menciona Klein (1952), que esta teoría se mantiene en una relación


diádica (madre - hijo), basada en la existencia de un objeto real interno, para lo
que se requiere la existencia de un objeto real externo. Dicha diádica madre-hijo
ha ido obteniendo cada vez más jerarquía en los fundamentos psicoanalíticos. Se
puede decir siguiendo a Jessica Benjamín (1996), que este pasaje de lo edípico a
lo pre-edípico (del padre a la madre) ha cambiando todo el marco del pensamiento
psicoanalítico.

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1.3.2 Donald Winnicott y la teoría de las relaciones de objeto

Énfasis a las relaciones objétales

Fue un reconocido pediatra y psicoanalista británico Nació en Plymouth en


1896, murió en Londres en 1971. Sus estudios estuvieron particularmente
enfocados en la relación madre-bebé, considerando esta relación como una
unidad indisoluble. Asimismo fue el creador de la teoría del «objeto transicional».

. Según Roudinesco (2011):

[…] su trabajo durante la guerra con los niños desplazados y por lo tanto privados de la
presencia de la madre, llevó a Winnicott a desarrollar un conjunto de ideas nuevas. Su
teoría se puede dividir en tres grandes áreas: 1) El proceso de maduración. 2) El rol de la
madre con respecto al desarrollo del niño. 3) Los beneficios y obstáculos que se
encuentran en este proceso. (p.132).

Es a partir el año 1945 es donde este autor comienza a desarrollar todos


sus trabajos en base al modelo de relación.

Winnicott (1971), afirma que el niño invariablemente necesita vivir y crecer


en relación. Para el no existe "un lactante", sino por el contrario existe "un lactante
con alguien”. Esto da cuenta de que el desarrollo psicológico de cada ser humano
está íntimamente relacionado con esos vínculos.

Por ello, habla de la importancia de que exista un “ambiente facilitador”


apostando a la idea de una “madre suficientemente buena”. En el caso de que
dicho ambiente y/o cuidados no existan o sean deficientes, el niño estará expuesto
a posibles situaciones traumáticas, ante las cuales no puede hacer frente,
apareciendo lo que este autor denomina “angustias primitivas mortíferas” o
“angustias impensables”

14
Winnicott (1979), en la obra Escritos de pediatría y psicoanálisis sintetiza la
importancia de lo relacional en su famosa frase:

“No existe nada que pueda ser denominado bebé”. Me sentí alarmado al oírme
pronunciar estas palabras y traté de justificarme señalando que si me muestran ustedes
un bebé ciertamente me mostrará también a alguien que cuida del mismo... “. ”…lo que
vemos es una pareja de crianza” (pág. 142).

Esto significa que el bebé por sí mismo no existe; sólo existe como parte
integrante de una relación.

Es de destacar que este autor se presentó como un admirador de las ideas


freudianas y reconoce su trabajo como de gran importancia para entender el
psicoanálisis. Sin embargo no es suficiente el concepto del Complejo de Edipo
para comprender las dificultades que presenta el desarrollo emocional del niño.

Se observa así que si bien la obra de Freud es de gran peso y su trayectoria


es indiscutible aportando conceptos que han sido clave en el mundo del
psicoanálisis, se torna fundamental ampliar la mirada atendiendo a otros
elementos que anteriormente no habían sido visualizados. Esto se vincula con lo
fundamental de la relación con otro en el desarrollo de cualquier ser humano. Tal
como expresa Octavio Paz (1983): en su poema “Piedra de sol”, nos dice: “Los
otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia” (pág.14).

Se visualiza así un pasaje de un modelo pulsional, caracterizado por deseos


sexuales y agresivos que luchan por expresarse (que domina durante los primeros
50 años en la comunidad psicoanalítica) hacia un modelo relacional. He aquí la
importancia de la escuela inglesa psicoanalítica, siendo la base para que otros
autores continúen investigando en el tema hasta llegar a este nuevo paradigma: el
“modelo relacional”.

15
También es importante mencionar el concepto de apego desde Bowlby,
puesto que comparten varios puntos en común con Winnicott. Ambos, desde sus
teorías, trabajan con el concepto de las relaciones entre los individuos, en donde
lo principal es que no se puede pensar al ser humano sin tener en cuenta a su
contexto interpersonal e intersubjetivo. La visión que ambos tienen del individuo es
que no se lo puede entender sin su contexto social y su ambiente.

Para Bowlby (1989), el apego está compuesto por el vínculo afectivo del
cuidador y el bebé medianamente constante en el tiempo, en donde ese otro
individuo es elemental como un sujeto único y no reemplazable con el que se
desea mantener cercanía. Su principal característica es brindar al bebé protección
mediante la proximidad para asegurar la supervivencia.

De esta manera se convierte en un lazo insustituible específico y


discriminativo-dependiente en las prácticas de crianza. Bowlby y Winnicott
colaboran en su interés y entrega al estudio de la influencia que la conducta de
los padres tiene sobre el desarrollo evolutivo del niño.

Carillo (2008), destaca en Bowlby: “.El apego consiste en un vínculo


afectivo entre el cuidador y el niño, que se desarrolla gracias a las interacciones
repetidas entre ellos; este vínculo involucra diferentes sistemas comportamentales
que se activan en situaciones de estrés, peligro o enfermedad”. (citado por
Carrillo, 2008, p.104).

Sintetizando, Winnicott enfoca las relaciones, dando importancia especial


al ambiente, a un espacio transicional, a un objeto transicional y a la relación dada
en función de dicho ambiente. Por su parte, Klein pone el acento en las fantasías
inconscientes.

16
En el año 1987 se crea un nuevo grupo del Programa Postdoctoral
Psicoanalítico de la Universidad de Nueva York, el “Grupo relacional’. Con esta
denominación se busca ampliar el objeto de estudio del psicoanálisis, al integrar
las dimensiones externas e internas de la relación con los otros (lo interpersonal y
lo intrapsíquico), las cuales habían sido tratadas de manera dicotómica
tradicionalmente Bedoya (2012).

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CAPITULO 2

UN NUEVO PARADIGMA: EL MODELO RELACIONAL

“Los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”.

Octavio Paz (1983)

En este capítulo se abordan los principales elementos conceptuales del


psicoanálisis relacional entendiéndolo como un nuevo paradigma, en donde, a
diferencia del psicoanálisis clásico, la dinámica intrapsíquica pasa a ser explicada
a través de la intersubjetividad. Se expone así la importancia de la relación con
otros en la construcción del psiquismo, destacando el concepto de “matriz
relacional”, central desde esta nueva perspectiva.

2.1. Psicoanálisis relacional

Una obra fundamental es la de Mitchell y Greenberg (1983), denominada


“Las relaciones del objeto en la teoría psicoanalítica”. Aquí se plantean las dos
teorías psicoanalíticas utilizadas para explicar la naturaleza humana: el “modelo
pulsional” y el "modelo relacional”. Estos modelos fueron creados en diferentes
momentos histórico-culturales, lo cual explica en parte las diferencias existentes.
Para los autores, éstos no son compatibles, ya que ambos están fundados en
nociones epistemológicas diferentes.

En cuanto al modelo relacional, estos autores plantean que se organiza de


acuerdo a dos estrategias: estrategia de la alternativa radical y estrategia del
ajuste. La primera sustituye completamente el modelo pulsional clásico por un
marco conceptual nuevo. En la segunda, los estrategas del ajuste siguen fieles a
la teoría pulsional, recurriendo a ciertas maniobras, buscando reforzar y resucitar
el modelo pulsional, adecuándolo a fin de concederle cada vez mayor importancia
a las relaciones objetales.

18
El psicoanálisis relacional no busca renunciar a lo intrapsíquico, sino más
bien integrar lo interpersonal para comprender en forma amplia a los sujetos.

Mitchell (1993), apuesta a la construcción de un “método relacional


integrado”. El psicoanálisis relacional tiene un enfoque ecléctico y abierto,
tomando aportes provenientes de diferentes teorías: del psicoanálisis interpersonal
(Sullivan), de la escuela Inglesa de las relaciones objetales (Fairbairn) y de
teóricos independientes (como Donald Winnicott, Michael Balint). Incluye también
perspectivas psico-sociales psicoanalíticas (Madeleine Baranger), la psicología del
self (Heinz Hartmann, Heinz Kouth), intersubjetivistas (Robert Stolorow, Margaret
Atwood), entre otros.

Si bien son muchos los pensadores relacionales que aquí convergen,


Mitchell (1993) postula que el modelo relacional puede integrarlos ya que este
nuevo paradigma es un lugar de encuentro para las diferentes concepciones, un
lugar de inclusión e integración. Lo diverso y lo heterogéneo de los conceptos
aportan para poder comprender el desarrollo de la personalidad guiado y
estructurado por “la matriz relacional” que contiene aspectos tan relevantes como
las relaciones objetales, lo interpersonal y los vínculos.

De esta forma, a través del concepto de “matriz relacional” Mitchell (1993) busca
superar las clásicas dicotomías: mundo interno y mundo externo, subjetividad e
inter-subjetividad.

2.2. Matriz relacional


Mitchell (1993), postula que la mente tiene un origen social y emerge de lo
que denomina “matriz relacional”. La mente es fruto de la matriz cultural y
lingüística, en donde el sujeto es un partícipe interactivo. El terreno de las
relaciones crea la experiencia individual, siendo la persona inteligible solamente
dentro de la trama de sus relaciones pasadas y presentes.

19
Explica Mitchell (1993), que la matriz relacional es un concepto complejo
que en un sentido amplio y paradigmático abarca la relación innata como los
“esquemas de reacción” de John Bowlby. Las preferencias y capacidades de
percepción de los recién nacidos, el “propósito motivacional” como “la búsqueda
del objeto” de Fairbairn y la “pulsión hacia la reparación” de Klein y los procesos
interpersonales implícitos que intervienen en la autodefinición como el “medio
facilitador” de Winnicott y las relaciones entre el self y el objeto de Kohut.

Expone Mitchell (1993), que el punto de partida es entender que el ser


humano tiene plena capacidad de estar en relación con otros, siendo ésta su
característica más importante (de esta forma reformula la noción de pulsión). Un
bebé no se transforma en un ser sociable (ni mediante la adaptación al ambiente
y/o realidad, ni por el aprendizaje).
Está en la propia naturaleza del mismo, es decir, sus propias necesidades
lo llevan a relacionarse con otros. Estas forman parte fundamental del proceso
evolutivo desde lo perinatal y jamás se detienen, viven en constante cambio
durante la existencia. Esto da cuenta de un proceso complejo y dinámico. De esta
forma los teóricos relacionales entienden la mente como diádica y en busca de
contacto con otras mentes. Es en la relación con el otro que aparece expresado el
“deseo”. Por ello, relacionarse con los demás es una necesidad y un fin en sí
mismo.

Desde otra óptica, Jessica Benjamín, en su libro “Los lazos de amor” (1996)
plantea que es importante reconocer al otro como un centro equivalente de
experiencias, siendo su lema “...donde estaban los objetos han de devenir
sujetos”.

20
Mitchell (1993), afirma que los significados se crean en la relación. Incluso
se postula que las necesidades corporales elementales como el hambre, la
defecación y el orgasmo se distinguen a través de las texturas simbólicas de la
“matriz relacional” y en ese contexto se interpretan. En ese sentido Posada
(2014), plantea que ciertos fenómenos psíquicos y comportamientos humanos
(sexualidad, afectividad, agresividad, miedo, etc.) son entendidos como
experiencias interactivas en las que los otros ocupan un lugar esencial y
constitutivo.

No hay factores innatos como causas del comportamiento. Mitchell


(1993), también lo expone al considerar que los individuos no son una
configuración psíquica basada en necesidades biológicas condicionadas, sino -
como se ha planteado anteriormente en este trabajo- están involucrados en una
matriz de relaciones con otros, en donde se lucha por conservar los vínculos con
los demás y lograr diferenciarse de los otros.

Por su parte Mitchell (1993), afirma que:”de hecho, los conflictos también
son relacionales”. Continúa diciendo que: “Los antagonistas de los conflictos
psicodinámicos medulares son las configuraciones relacionales, las inevitables
pasiones conflictivas que surgen en cualquier relación y las exigencias contrarias,
por fuerza incompatibles, de las diferentes relaciones e identificaciones
significativas” (p.22).

De acuerdo a todo lo planteado, se observa entonces cómo, desde esta


perspectiva, se asigna un papel fundamental al otro en la construcción de la
experiencia del ser humano. Diversos autores resaltan la relevancia de las
situaciones traumáticas que se generan en las tempranas y fallidas interacciones
del bebé y su contexto (Green, 1980; Bergeret, 1974; Ferenczi, 1934, entre
otros).

21
En esta línea es necesario aquí introducir el concepto de “trauma”
definido por Ferenczi (1934). En esa línea, el autor destaca la necesaria
participación del objeto en el origen del trauma. El trauma tiene dos tiempos, uno
inicial vinculado a la conmoción psíquica y la experiencia de ser arrasados. Se
afecta la posibilidad de sentirse integrado, quebrándose el sentimiento de sí y
apareciendo la angustia de muerte. Esto no es necesariamente patógeno si existe
una familia atenta y receptiva, que realiza un acto sostenedor hacia ese bebé,
permitiéndole validar su experiencia subjetiva.

El segundo momento del trauma se activaría en función de la negación


ante esa experiencia que proviene de los adultos que rodean al niño. Entonces
para que el traumatismo sea patógeno, debe existir una falla en el medio que
rodea al niño Ferenczi (1934),
enfoco su trabajo, al momento en que el trauma pasó a ser su principal objetivo y
donde llego a concluir que podía ser muy destructivo en el niño: el abandono
emocional por parte de los padres hacia el niño. Un concepto tan importante no
puede pasar inadvertido en este párrafo cuando se habla de la participación del
otro en la construcción de la experiencia humana.

Asimismo, Bergeret (1974), plantea que en los estados límites ha existido


un traumatismo psíquico precoz real, que implicó un riesgo de pérdida de objeto,
en una época previa al Complejo de Edipo. Este traumatismo sería el primer
organizador. Nuevamente se observa la relación entre otro y el trauma.

Otro autor interesante al respecto del tema en cuestión es Green (1980),


plantea que la ausencia de la función materna puede producir un traumatismo
primario. El objeto materno está presente pero no catectiza, es decir, no hay
reflejo en la mirada de la madre, siendo una figura lejana. Este traumatismo
genera, entre otros aspectos, un déficit en la conformación del narcisismo
primario, que es en gran parte uno de los motivos determinantes de la
dependencia anaclítica del objeto. Por lo tanto, experimentan una intensa

22
necesidad de afecto, pero por su frágil narcisismo pueden temer tanto la intrusión
del objeto, como su pérdida (Bergeret, 1974).

Por todo lo expuesto en este capítulo se resalta que, en el modelo


relacional el núcleo de estudio no es cada persona como una unidad separada y
aislada, sino que el foco de atención está puesto en la relación en sí misma, es
decir, en la psicología de “dos personas”. Esto implica un cambio de paradigma
que se apoya en una epistemología intersubjetiva, donde la materia prima de la
vida mental pasan a ser las relaciones. El aparato psíquico no es algo cerrado, se
complejiza al entender que somos construidos en el encuentro con otro. La
exploración analítica no puede prescindir de la expresión intra e interpersonal de
los conflictos.

De esta forma Mitchell (1993), plantea que la búsqueda analítica implica el


descubrimiento, la participación, la observación y la transformación de estas
relaciones y de sus representaciones internas. Esto también brinda mayor
importancia a la relación terapéutica como una forma más de organizar la
experiencia.
Si bien son muchos los pensadores relacionales que aquí convergen, cada
uno con su teoría que es muy diferente de los otros autores, Mitchell dice que el
modelo relacional puede integrarlos a todos ya que este nuevo paradigma es un
lugar de encuentro para las diferentes concepciones, un lugar de inclusión,
integración.
Lo diverso y lo heterogéneo de los conceptos aportan relevante
importancia al desarrollo de la personalidad que está guiado y estructurado por
esta matriz que contiene aspectos tan relevantes como, las relaciones objetales, lo
interpersonal y los vínculos, estos aspectos están atravesados por múltiples
causas siendo la fuente del desarrollo de la vida cotidiana de los individuos.
De toda la diversidad existente en cuanto a los pensadores relacionales,
en el próximo capítulo se seleccionan cuatro de ellos que tendrán aportes teóricos
fundamentales para continuar desarrollando esta monografía.

23
CAPITULO 3

APORTES DE LOS AUTORES RELACIONALES

Tal y como se ha expuesto, son diversos los autores que han contribuido al
desarrollo del paradigma relacional. En este capítulo, se hará mención a cuatro de
ellos: Spitz, Fairbarn, Sullivan y Benjamín.

La elección de estos pensadores radica en la riqueza de los aportes de sus


teorías y propuestas para el modelo relacional en psicoanálisis.

Se parte así del “Síndrome de Hospitalismo” de Spitz (1974),


considerándolo como una manera gráfica de presentar ciertas consecuencias que
emergen por la privación de la relación con un otro. Se incluye a Fairbarn (2003),
por ser un autor que trabaja de manera profunda las “relaciones objetales” y pone
especial énfasis en la historia relacional de las personas.

Asimismo se destacan los aportes desde el psicoanálisis interpersonal de


Sullivan (1959). Finalmente se incluye a Benjamín (1996), por ser una autora
moderna y contemporánea con aportes singulares para el desarrollo del
paradigma.

3.1 Síndrome de Hospitalismo: Rene Spitz

Spitz (1974), psicoanalista austro-estadounidense, desarrolla una teoría


basada en observaciones y experimentaciones, tomando como base el
psicoanálisis freudiano. Sin embargo, otorga un papel decisivo a los primeros
contactos humanos. Logra dar cuenta que el infante es incapaz de sobrevivir por
sus propios medios, necesitando para crecer y desarrollarse psicológicamente,
establecer y desplegar relaciones de objeto significativas.

Tras sus observaciones en niños logra dar cuenta de las consecuencias


negativas que conlleva la privación de afectos en las primeras etapas de vida.

24
De esta forma, acuña los términos “depresión anaclítica” y “síndrome de
hospitalismo” los cuales son diferentes que se explicitan a continuación.

En relación a la “depresión anaclítica”, siguiendo el diccionario de


psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (1981), ésta es definida como un: “trastorno
(…) que sobreviene de modo progresivo en el niño privado de su madre después
de haber tenido con ella una relación normal, por lo menos, durante los seis
primeros meses de vida” (p. 93).

Al decir de Spitz (1974), es un cuadro clínico donde en el primer mes los


niños se muestran exigentes y llorones. Luego, van rechazando el contacto con
otros. Suele incluir insomnio y pérdida de peso, así como retardo motor
generalizado y rigidez en la expresión facial.

Spitz (1974), plantea que si la madre vuelve con su hijo o existe un sustituto
materno, este estado puede desaparecer. De esta forma, la gravedad de los
síntomas tiene una relación directamente proporcional a la carencia afectiva. El
tiempo que duren las mismas es clave para conocer si dicha situación es
reversible, y si dejarán secuelas permanentes o no. Puede agravarse, tornándose
crónica, llegando al “Síndrome del Hospitalismo”.

Con respecto al síndrome de hospitalismo es planteado por Spitz tras


investigaciones en un orfanato y observaciones comparando diversos grupos de
niños. Este cuadro alude a un “...conjunto de perturbaciones somáticas y psíquicas
provocadas en los niños (durante los primeros meses de la vida) por la
permanencia prolongada en una institución hospitalaria, donde se encuentran
completamente privados de su madre” (Laplanche y Pontalis, 1981, p. 176).

En general, se trata de niños internados en una institución donde los


cuidados se establecen de forma anónima e impersonal, no existiendo lazos
afectivos. Spitz (1974), da cuenta de que si bien los niños pueden tener
satisfechas ciertas necesidades básicas como la alimentación y la higiene y

25
mantener sus conductas basales, lo determinante es la ausencia de cuidados
afectivos. Las consecuencias suelen ser duraderas, irreversibles y en los casos
más críticos llegar a la muerte.

Spitz (1974), plantea que el “hospitalismo” se manifiesta con retardos en el


desarrollo somático, en el dominio de la manipulación, en la adaptación al
ambiente, en el lenguaje y la percepción afectiva. Diferencia con la
“hospitalización”, lo cual implica prolongadas recuperaciones hospitalarias que
pueden producir reacciones semejantes.

Desde el punto de vista psicoanalítico, la explicación radica en que la libido


y especialmente la agresión suelen descargarse en la madre. Si dicha madre está
ausente esto queda libre y en consecuencia no tiene posibilidad alguna de ligarse,
volviéndose contra el propio niño.

De esta forma se observa que el origen de estos trastornos remite a una


carencia prematura en los cuidados y/o las demostraciones de afectos dentro de
una institución, la ausencia/presencia de la figura materna y cambios críticos en la
continuidad de esta relación en esta etapa tan importante de vida.

Los niños que sufren el síndrome de hospitalismo tienen todas las


necesidades básicas cubiertas para sobrevivir, pero no cuentan con el contacto
afectivo. No existe el vínculo afectivo cercano, o sea no se les brindó "amor". De
esta forma, Spitz (1974), llega a la conclusión de que los individuos pueden morir
por falta de una relación especialmente de tipo amorosa con otro ser humano.

Por lo tanto sus postulados muestran la importancia de las relaciones de


objeto, su desarrollo y cómo las anomalías en ellas repercuten en el desarrollo
psicológico posterior. Todo ello muestra las contribuciones de Spitz a la teoría de
las relaciones objetales.

26
En relación a la misma, se torna interesante acercarse a las
conceptualizaciones de Fairbairn, debido a que estudia de manera profunda las
relaciones objetales, con aportes originales dentro del movimiento psicoanalítico
para la época.

3.2. Relaciones objetales: Ronald Fairbairn

Las aportaciones de Fairbain resultan relevantes para el paradigma


relacional, dado que se encuentra en los orígenes del mismo y por ello se
incluyen. Este autor plantea la “teoría de las relaciones objetales”, la cual da
cuenta de una epistemología inter-subjetiva ya que postula como objeto de estudio
las relaciones objetales. Se aparta así de las concepciones energetistas de la
época, acercándose al enfoque anticartesiano de autores recientes como Mitchell
o Stollow, Rodríguez Sutil (2007).

Continuando con el pensamiento de Fairbairn (2003), considera que los


individuos son el resultado de su historia relacional, es decir, de las formas de
relacionarse con los demás y con uno mismo. El postulado central de su teoría es
la idea de un “yo dinámico originario”, planteando que la libido no busca la
descarga sino al objeto, diferenciándose de esta forma del psicoanálisis clásico.

El placer libidinal sería un medio para relacionarse con el objeto. La


búsqueda de objeto es innata, siendo las identificaciones y vínculos con otras
personas un puente del mundo personal. De esta forma el sufrimiento no sería el
resultado inevitable de las condiciones pulsionales sino de las circunstancias
vividas. Las relaciones y los intercambios con otros individuos crean la realidad
psicológica primordial.

27
Así también, entiende que los trastornos del desarrollo pueden producirse
cuando no hay un otro que haga sentir al niño que lo ama, siendo el entorno
materno importante para la aparición o no del trauma.

Mitchell (1993), explica que la teoría interpersonal y el modelo relacional


es una teoría social de la mente, entrando en este grupo la teoría de las relaciones
objetales, textualmente dice: “la mente por su propio origen y por su naturaleza, es
un producto social” (pág.30).

No solo la teoría de las relaciones objetales forma parte de lo que hoy en


día se denomina psicoanálisis relacional. Rodríguez Sutil (2007), plantea que él
mismo toma forma al integrar junto a las teorías de las relaciones de objeto, las
tradiciones interpersonales y del self. En ese entendido, se considera de especial
relevancia destacar a Sullivan dentro del psicoanálisis interpersonal, exponiendo
ideas centrales de su teoría. Es por tal motivo que a continuación se desarrolla en
este capítulo el concepto de Psicoanálisis interpersonal.

3.3. Psicoanálisis interpersonal: Harry Stack Sullivan

A partir de las observaciones clínicas con pacientes expone una variante al


psicoanálisis clásico, denominado “psicoanálisis interpersonal”.

Considera al ser humano inseparable de la matriz social de la cual forma


parte, los individuos son fundamentalmente sociales, por tanto según este
concepto se aleja de la concepción del ser humano como unidad aislada.

Plantea que las necesidades humanas no se pueden entender por fuera


del campo interpersonal, es decir, el niño no busca relaciones afectuosas, sino
que estas están en la naturaleza de sus necesidades.

28
Siguiendo a Sullivan (1959), plantea que los individuos nacen y viven en
relación desde sus interacciones más precoces, incluyendo los periodos pre, peri
y post-natal. La historia de vida personal debe ser entendida desde los contextos
sociales culturales y familiares en los que están incluidos. Estos determinan la
personalidad.

Considera que las relaciones humanas son un pre-requisito para un buen


desarrollo psicológico, constituyéndose las mismas en una protección frente a la
ansiedad.

Su teoría interpersonal se basa en el entendido que el self se organiza a


través de la internalización de patrones interactivos con los otros significativos
reales, en el esfuerzo por evitar o disminuir la ansiedad que surge en esas
relaciones. Esa ansiedad cuando es intensa impide que la experiencia sea
recordada, codificada, elaborada y conectada con otras experiencias. Entiende
entonces la aparición de conflictos vinculada con factores procedentes del
entorno, brindando una significación especial a la relación diádica.

Nuevamente se observa la idea de una mente desarrollada a partir de una


matriz relacional, generándose la psicopatología cuando hay alteraciones en las
relaciones interpersonales.

El niño no busca relaciones afectuosas, están en la naturaleza de sus


necesidades. Considero que las necesidades humanas son inseparables del
campo interpersonal y que centrarse en lo individual sin considerar el pasado y el
presente relacional no era ir en una buena dirección. Le otorga la aparición de
conflictos a factores procedentes del entorno, se brinda una significación muy
especial a la relación diádica.

Ve al ser humano como inseparable de la matriz social, influido e influyendo


en el entorno interpersonal, el entorno es determinante.

Los autores hasta aquí explicitados dan cuenta de los orígenes del
psicoanálisis relacional, mostrando como las diversas aportaciones fueron

29
complejizando el campo de estudio y abriendo luz sobre una epistemología
relacional.

Actualmente el psicoanálisis relacional es una corriente que sigue


creciendo, llevada adelante por diversos referentes. Entre ellos, en este apartado,
se destacará a Benjamín por ser una exponente relevante de este modelo a nivel
mundial. Sus trabajos han contribuido a desarrollar y mejorar este paradigma.

3.4 Jessica Benjamín: Feminismo y género en psicoanálisis

Psicoanalista contemporánea reconocida por sus aportes al campo del


psicoanálisis relacional, las teorías de la intersubjetividad y sus estudios sobre
feminismo y género. Se torna uno los exponentes más importantes en el modelo
relacional a nivel mundial, contribuyendo sus trabajos a desarrollar y mejorar dicho
paradigma.

Se interesa particularmente por la temática de la subjetividad buscando


investigar la forma en que las las relaciones sociales interactúan con los vínculos
de intimidad en el psiquismo de los individuos.

Entre sus producciones, se destaca su libro “Lazos de amor” (1996), en el


cual desarrolla su concepción de “intersubjetividad”. Entiende a la misma como
una relación donde existe un mutuo reconocimiento, donde cada persona tiene la
experiencia de la otra como un sujeto, es decir, como cada una de ellas capta la
mente del otro. Describe las capacidades que emanan de la interacción entre el
self y los otros. Elemento crucial que se explora es la representación del self y el
otro como seres distintos pero interrelacionados.

Aquí entra en juego “la terceridad”, otro concepto interesante dentro de su


teoría. Lo entiende como una dimensión relacional, que permite el reconocimiento

30
mutuo. Es un proceso intersubjetivo cuyos cimientos están en las experiencias
primarias y en el intento de ser reconocido por el otro y reconocerlo.

Explica que la posición de objeto es solo temporal en el otro, ya que cada


individuo es un centro subjetivo en sí mismo. La autora también hace referencia a
ideas de Winnicott en el “uso de un objeto” por parte del niño, quien lo ataca para
destruirlo. Plantea que sólo cuando no logra destruir dicho objeto se aceptará la
existencia del mismo.

El objeto debe ser destruido dentro de nosotros y sobrevivir, para poder


reconocerlo como un objeto externo. El sobrevivir implica que la agresividad con el
otro no lo daña, ni provoca abandono. De esta forma, el reconocimiento del otro se
logra luego de sobrevivir a la destrucción.

A partir del recorrido teórico y los diferentes conceptos trabajados en los


capítulos previos de esta monografía, se prosigue a relacionar e integrar los
mismos. Con ese objetivo, se presenta a continuación, una tabla comparativa del
modelo pulsional y el modelo relacional, a los solos efectos de la temática
abordada, dejando afuera otros conceptos que exceden a los límites de este
trabajo.

31
CAPITULO 4
TABLA COMPARATIVA DEL MODELO RELACIONAL y MODELO PULSIONAL
PSICOANALÍTICO

MODELO PULSIONAL MODELO RELACIONAL

Principal exponente: Sigmund Freud. Principal exponente: Stephen Mitchell.

Conceptos desarrollados: principios del Conceptos desarrollados: mitad del siglo XX


siglo XX. en adelante.

Objeto de estudio: la pulsión. Objeto de estudio: la relación.

Fases establecidas por: relaciones


Fases establecidas por: la pulsión.
objetales.

Teoría monádica de la mente. Teoría diádica de la mente.

Unidades básicas para el análisis: el Unidades básicas para el análisis: vínculos de


deseo. relación.

Enfoque privilegiado en: el ambiente, el


Enfoque privilegiado en: las defensas
campo interpersonal y los afectos para
y los impulsos pulsionales.
sobrevivir.

Principal necesidad del niño: el placer y Principal necesidad del niño: establecer una
la gratificación. fuerte relación con otra persona.

Principal concepto teórico: la pulsión. Principal concepto teórico: matriz relacional.

32
Como puede apreciarse en la tabla comparativa, si bien existen puntos de
encuentro, son relevantes las diferencias entre ambos modelos y esto se debe al
hecho de que parten de paradigmas y epistemologías diferentes, construidas
también en distintos momentos socio-históricos. Desde los orígenes del
psicoanálisis freudiano hasta el psicoanálisis relacional actual, son diversos los
autores y las teorías elaboradas, que han permitido ampliar el paradigma
conceptual abriendo luz sobre cuestiones que en otros momentos pasaban
invisibilizadas.

A pesar de las diferencias, es importante destacar que el psicoanálisis


relacional no prescinde de la teoría pulsional, sino que reinterpreta varias de sus
concepciones. La pulsión no es eliminada, sino integrada desde una perspectiva
intersubjetiva. La libido busca objetos; la motivación primaria es la relación. Las
relaciones con otros adquieren un valor protagónico desde el momento de nacer y
durante toda de la vida, siendo estructurantes para la construcción de la
personalidad, juegan un rol fundamental para entender muchas patologías. Por
ello, el núcleo conceptual en este modelo relacional es la “matriz relacional” y no la
pulsión. Los patrones de relaciones tempranas tienden a ser recreadas en
situaciones posteriores; de allí también la importancia del vínculo analista-
paciente.

Se observa entonces que la principal diferencia entre los modelos radica en


cómo se entiende la conformación y el funcionamiento del aparato psíquico y el
status dado a las pulsiones en un caso y a la relación con otros en el otro. En el
modelo de las pulsiones la mente se define como monádica, es decir, el contenido
de la misma se vincula con energías psíquicas pulsionales. En el caso del modelo
relacional la mente es diádica: todo se erige al interactuar con el otro. Las
experiencias de relación introducen modificaciones y nuevas configuraciones en la
mente; el inconsciente se crea en la relación.

33
Para complejizar este análisis entre ambos modelos y a pesar de las
divergencias observadas, la teoría pulsional no es solipsista, ya que logra dar
cuenta de la existencia del ambiente y por su parte, la psicología relacional no es
exclusivamente ambientalista, ya que en dicho modelo se reconoce la importancia
que juegan los procesos orgánicos al momento de interactuar con otros individuos.

En ambos intervienen otros factores que influyen en la vida de los


individuos: la genética, el medio ambiente, la política, el aspecto socio/cultural, etc.

34
CONCLUSIONES

En el presente trabajo se traza como objetivo poder analizar el pasaje


desde el origen de la teoría de la pulsión al modelo relacional. El autor de esta
monografía considera que a lo largo del mismo se ha intentado dar cuenta de ello,
a través de un recorrido teórico-bibliográfico en donde se resaltan los aportes de
diferentes autores que han contribuido al cambio de paradigma.

Se destaca que para lograr este objetivo se seleccionan algunos autores


referentes que brindan significativos aportes para la comprensión tanto del cambio
como del nuevo paradigma; pero existen muchos otros que no es posible incluir
por los límites de la presente monografía.

La teoría pulsional ha imperado durante muchos años, y continua vigente


hasta la actualidad, considerándose, dentro del psicoanálisis, un modelo de
explicación relevante del aparato psíquico y la experiencia humana. Se visualiza la
evolución de las teorías y cómo los autores aportan desde diversas perspectivas,
observándose puntos de encuentros y desencuentros, hasta llegar a conformar
hoy en día el campo del psicoanálisis relacional.

De esta forma, el recorrido conceptual expuesto da cuenta que el


psicoanálisis, en sus más de 100 años de desarrollo teórico y clínico, se ha ido
transformando mediante un proceso evolutivo dinámico y por momentos pujante.

El psicoanálisis relacional, como ramificación del psicoanálisis clásico, se


torna una corriente relevante y en constante desarrollo en la actualidad. Ello
evidencia la permanente revisión de sus conceptualizaciones y la actualización de
las mismas, que requiere una reflexión crítica. En ese sentido, se valoran los
aportes de muchos de los autores reseñados, que en varios casos exponen ideas

35
innovadoras a pesar de ser diferentes o incluso contrarias a las sostenidas
anteriormente.

En este apartado de conclusiones se hará foco en algunas de las ideas


desarrolladas a lo largo del presente trabajo, tales como “matriz relacional”,
“fantasías inconscientes”, “intersubjetividad”, “relaciones objetales”, y “apego”; sin
dejar de reconocer la importancia de otras tantas que están desarrolladas en otros
capítulos.

Como se ha expuesto, el modelo relacional no es cerrado, por el contrario,


dentro de él se integran diversas teorías, fruto también de las vicisitudes
situacionales del proceso de conformación. Se resalta a Mitchell (1993) por
considerarlo un autor de relevancia, especialmente su obra “Conceptos
relacionales en psicoanálisis: una integración”, que abarca elementos
fundamentales para poder comprender el enfoque dicho modelo, su teoría y cómo
se utiliza en clínica.

Se trata de un trabajo profundo, que contiene una crítica a la teoría de las


pulsiones tomando un posicionamiento dentro del campo psicoanalítico
contemporáneo muy arriesgado.

Dentro de sus ideas, el concepto de “matriz relacional” se torna esencial,


dado que condensa gran parte de las ideas centrales de este nuevo campo.
Mediante el mismo se entiende que toda conducta humana, en cualquiera de sus
ámbitos de expresión (emociones, afectos, sexualidad, etc.) se comprende desde
las experiencias con otros. Ello marca, en definitiva, una considerable diferencia
con la teoría de la pulsión, más individualista y endógena.

Las divergencias entre los modelos radican fundamentalmente en la


concepción epistemológica en la que se asienta cada uno y en los diferentes
momentos socio-históricos en que las teorías fueron creadas. Sin embargo, no se
hubiera podido llegar al psicoanálisis relacional hoy, sin los desarrollos teóricos
previos. Por lo tanto, como también se ha mencionado, no se trata de excluir lo

36
pulsional ni lo intrapsíquico, sino re-interpretarlo desde lo “intersubjetivo”,
entendiendo que es desde el intercambio subjetivo en donde surgen los afectos.
De esta forma, el término “Matriz relacional” se convierte en un concepto que
supera la dicotomía entre lo intrapsíquico y lo interpersonal.

Asimismo se considera de especial relevancia la mención realizada en el


presente a dos clásicos precursores de este campo como lo son Klein y Winnicott.

Estos aportan perspectivas interesantes e innovadoras para la época que


contribuyen considerablemente para forjar el complejo campo relacional actual;
siendo eslabones fundamentales.

Por su parte, Klein se enfoca en las “fantasías inconscientes”, presentes en


el funcionamiento de la mente e interpretadas como relaciones con los objetos
que causan sensaciones. Con ella, comienza a cobrar relevancia la teoría de las
relaciones objetales y el vínculo que el yo establece con ese otro, tanto en la
realidad como en la fantasía para el desarrollo del niño.

Por otra parte, Winnicott con su famosa frase “no existe un lactante” sino
que existe “un lactante con alguien”, se expone la importancia del otro en el
desarrollo psíquico, como estructurante y necesario. Si por alguna razón los
cuidados de ese otro fallan, no están presentes o son inadecuados, el niño
inevitablemente estará expuesto a posibles situaciones traumáticas, sin poder
enfrentarlas, emergiendo lo que este pensador llama “angustias primitivas
mortíferas” o “angustias impensables”.

Otro aspecto de gran importancia es el trabajo de Bowlby y “la teoría del


apego”. Este autor pondera como una necesidad humana el entablar vínculo con
otros. Propone que el apego es el centro en el cual gira la vida de las personas,
compuesto por el vínculo afectivo del cuidador y el bebé que se mantiene
constante en el tiempo. El otro pasa a ser fundamental ya que asegura la
supervivencia.

37
Por lo tanto, la necesidad de mantener relaciones con ese otro que está
presente y protege es primaria. Estas relaciones forman la conducta, los deseos, y
las necesidades, siempre incluidos en el enfoque relacional. Las mismas forman
patrones que serán recreados en el futuro en las nuevas interacciones con otros
individuos.

Como se puede observar, más allá de las diferentes teorías propuestas,


todos coinciden en la importancia del otro para el desarrollo de la mente humana.

La mente se estudia como diádica e interactiva y en constante búsqueda de


contacto con otras mentes y es en base a estas interacciones cómo se organiza el
psiquismo. De esta forma el modelo relacional se instala en el campo
psicoanalítico como una nueva opción conceptual y terapéutica, en donde la
característica ecléctica permite integrar a las relaciones objetales, el psicoanálisis
interpersonal y a la psicología del self.

La matriz relacional produjo la fusión selectiva de diversas teorías


renunciando a otras que no son compatibles a esta forma de organización. Tal
cambio dentro de la comunidad psicoanalítica da a este modelo un lugar
importante dentro del campo psicoanalítico contemporáneo. Brinda un nuevo
horizonte para la clínica psicoanalítica, permitiéndole ampliarse, complejizarse y
crecer; lo cual es fundamental en la teoría y la práctica. Ofrece nuevos
instrumentos para continuar investigando y entender el psiquismo.

Asimismo se trata de un campo emergente, actual y fértil, donde diversos


teóricos continúan aportando sus conceptos. Es necesario seguir profundizando y
ahondando en la temática, quedando recorrido por trazar en esta línea.

Por todo lo expuesto y a modo de cierre, el recorrido teórico realizado y las


lecturas sobre los diversos autores, habilitan al presente autor a reflexionar y
complejizar sobre el campo del psicoanálisis, brindando nuevas herramientas para
pensar al ser humano y la situación clínica.

38
De esta forma se constituye en un estímulo para continuar construyendo
saberes desde el lugar relacional, habilitando la posibilidad de elegir un lugar
desde el cual tomar posición como futuro psicólogo.

39
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