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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGOGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR


INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
UPEL – IMPM
EXTENSION EL NULA

ALUMNA:

 TORRES, KARELYS
C.I: 19.033.032

EDUCACION INICIAL

EL NULA, JULIO DE 2019


Una buena alimentación es vital para que el niño crezca sano y fuerte.
Comer bien afecta no sólo a su crecimiento físico, sino también a su desarrollo
intelectual. Una correcta alimentación del niño durante los primeros años de
vida puede repercutir positivamente en su estado de salud, así como en su
habilidad para aprender, comunicarse con los demás, pensar y racionalizar,
socializarse, adaptarse a nuevos ambientes y personas y, sobre todo, en su
rendimiento escolar. Una buena alimentación puede influir notablemente en su
futuro.

LA CONDUCTA ALIMENTARIA DESDE EL PUNTO DE VISTA


EVOLUTIVO

Al considerar la conducta alimentaria desde el punto de vista evolutivo,


se observa que algunas etapas de la infancia están dominadas por las
particularidades del proceso de maduración de todas las funciones
relacionadas con la alimentación. Cuando los niños y niñas son muy
pequeños, su forma de alimentarse es mediante la succión, combinada con la
protrusión de la lengua para exprimir el pezón; es obvio entonces que el
alimento que ha de recibir el niño o niña más pequeños en reemplazo de la
leche materna deberá ser líquido, generalmente ofrecido en biberones.

Un aspecto evolutivo importante al que debe hacerse referencia por su


repercusión en la conducta alimentaria es la dentición, que normalmente
comienza a partir de los 6-9 meses. Esto permite la introducción de nuevos
alimentos más consistentes que la dieta puramente líquida, como es el caso
de las papillas. Alrededor de los 12-14 meses, comienza una etapa de
transición, por regla general bastante difícil, en la que los niños y niñas
comienzan a desempeñar un rol cada vez más activo y adquieren
paulatinamente los hábitos de alimentación del adulto. Es precisamente en
esta etapa cuando ellos suelen mostrar menor apetencia por el alimento.
Ya a partir del segundo año de vida, al aumentar el número de dientes,
puede ofrecérseles un menú más variado, lo que también permite que puedan
ejercer cierto grado de selección y hace del comer una manera agradable de
contribuir a su desarrollo. A los 3 años el niño, desde el punto de vista
alimentario, se ha integrado a la alimentación de la familia. Sus requerimientos
nutricionales son menos exigentes y su intestino y función renal ya han
madurado lo suficiente como para no necesitar preparaciones demasiado
especializadas.

ALIMENTACIÓN DEL NIÑO EN LA ETAPA PREESCOLAR

Alrededor de los dos años, el niño ya debe realizar entre cuatro y cinco
tomas diarias de alimentos (desayuno, Merienda, almuerzo, merienda y cena),
siendo este el periodo clave para el aprendizaje de hábitos alimentarios
adecuados que se inician en el núcleo familiar y se complementan en el ámbito
escolar, jugando aquí un importante papel, la escuela, los padres, maestros y
personas encargadas de la alimentación de los niños.

Los niños en edad preescolar (4 a 5 años) todavía están desarrollando


sus hábitos de alimentación y necesitan que los alienten a comer bocadillos y
comidas saludables. Estos niños están ansiosos por aprender, especialmente
de otras personas y a menudo imitarán las conductas de alimentación de los
adultos. Necesitan supervisión a la hora de la comida ya que están todavía
trabajando en las habilidades de masticar y tragar.

Generalmente no se crean problemas de alimentación en esta etapa,


aunque permanecen aquellos que se desarrollaron en la edad preescolar si no
fueron atendidos a tiempo, en especial los problemas de trastornos
conductuales del apetito por exceso o déficit. Sin embargo, algunos
preescolares con problemas de alimentación lo superan en esta edad.
ORGANIZACIÓN Y PLANIFICACIÓN DE LOS ALIMENTOS EN EL
CENTRO DE EDUCACIÓN INICIAL

Los programas y políticas escolares holísticos y coherentes son clave


para lograr los derechos humanos de los niños a la alimentación, la educación
y la salud. A través de intervenciones complementarias, como comidas
escolares saludables y educación sobre alimentación y nutrición, los alumnos
pueden mejorar sus dietas, desarrollar prácticas alimentarias más sanas y
extenderlas a sus familias y comunidades.

Los alimentos se pueden organizar de la siguiente manera:

• Granos. Alimentos que se hacen a partir de trigo, arroz, avena,


harina de maíz, cebada u otros granos de cereales son productos de granos.
Los ejemplos incluyen salvado, arroz integral y harina de avena.

• Verduras. Varíe sus verduras. Elija una variedad de verduras


coloridas, incluidas verduras verde oscuro, naranjas y rojas, legumbres
(arvejas y chauchas) y verduras ricas en almidón.

• Frutas. Cualquier fruta o jugo con 100 por ciento de jugo de fruta
cuenta como parte del grupo de frutas. Las frutas pueden ser frescas,
enlatadas, estar congeladas o secas, y pueden ser enteras, estar cortadas o
en puré.

• Lácteos. Los productos lácteos y muchas comidas hechas a


partir de leche se consideran parte de este grupo alimentario. Concéntrese en
productos sin grasa o bajos en grasa, como también en los que son altos en
calcio.

• Proteína. Sea austero con la proteína. Elija carnes y aves


magras o con poca grasa. Varíe su rutina de proteína: elija más pescado,
nueces, semillas, arvejas y chauchas.

Un ejemplo de menú escolar para niños en edad preescolar puede ser


TRASTORNOS INFANTILES RELACIONADOS CON LA
ALIMENTACION Y VIGILANCIA NUTRICIONAL Y ALIMENTARIA

Los trastornos de la alimentación afectan más a determinadas familias,


dado que los modos de comer y la relación con la comida se aprenden. La
madre transmite al hijo el concepto de alimentos «buenos» y «malos», de
«buen» y «mal» sabor, el momento de comer y las cantidades razonables. Es
frecuente que comer se convierta en un modo de compensación de las
frustraciones y adquiera un contenido emocional en la vida de la persona. La
manera de comer es, para el niño, un modo de relacionarse con la madre.
Comer, conocer y querer va muy unidos.

Entre los trastornos más comunes se encuentran: la anorexia, la cual


se caracteriza por la necesidad de controlar el peso y por un miedo intenso a
engordar y a perder el dominio de lo que se come, que lleva a la restricción
paulatina de alimento. Seguidamente la bulimia, que consiste en la ingestión
incontrolada de grandes cantidades de alimento, seguida de vómitos
provocados y de sentimientos de culpa y desprecio, unidos a la pérdida de
control sobre la alimentación, una preocupación excesiva por la figura y miedo
a engordar; y por último la obesidad, quien se diferencia de la bulimia en que
los impulsos de comer no son seguidos de vómitos provocados. El régimen de
alimentación es igualmente desordenado.

Los TCA (trastornos del comportamiento alimentario) son


enfermedades psicosomáticas de compleja etiopatogenia originadas por la
interacción de factores predisponentes, precipitantes y mantenedores. Estos
factores inciden en una población susceptible, sometida a influencias
socioculturales presentes de algún modo en el inicio y mantenimiento del
trastorno, que potencian un determinado modelo estético, el de delgadez
extrema.

La vigilancia de la nutrición, crecimiento y desarrollo permite conocer la


evolución física, mental y emocional del niño, así como identificar y corregir
oportunamente alteraciones que obstruyan la formación plena e integral del
individuo en los primeros años de su vida.

Para finalizar este tema se puede decir que, la alimentación es la base


necesaria para un buen desarrollo físico, psíquico y social de los niños. Por
ello, una dieta saludable es vital para que su crecimiento sea óptimo. Es
recomendable no abusar de las grasas vegetales y comer al menos, cinco
veces al día frutas y verduras. Una buena nutrición y una buena salud están
directamente conectadas a través del tiempo de vida, pero la conexión es aún
más vital durante la infancia. Durante este período, los niños pueden adquirir
buenos hábitos alimenticios en lo que se refiere a la variedad de los alimentos
y al sabor de las comidas. Los efectos de la desnutrición en la primera infancia
(0 a 8 años) pueden ser devastadores y duraderos. Pueden impedir el
desarrollo intelectual, el rendimiento escolar y debilitar la salud de los niños.

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