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Los héroes del puesto de avanzada 107

12/8/2019 | por Shlomo Horwitz

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En la Guerra de Iom Kipur, 19 soldados israelíes lucharon durante 100 horas contra las
fuerzas superiores de Siria y sobrevivieron.

Cuando comenzó la guerra en 1973, Amos* y otros dieciocho soldados de la Fuerza


de Defensa Israelí estaban pasando Iom Kipur a unos pocos metros de la frontera
con Siria. Ellos lucharon durante 100 horas continuas contra un enemigo más fuerte
e implacable, y sobrevivieron.

Estos son los héroes del puesto de avanzada 107. Esta es su historia.

En 1973, el puesto de avanzada 107, en código llamado “Portugal”, era el puesto


del ejército israelí más cerca de la frontera con Siria. Estaba al lado de Quneitra en
las Alturas del Golán. Amos y sus compañeros formaban parte del Batallón 13 de la
Brigada Golani. Amos era un mortero y respondía a las órdenes de Abraham
Elimelej, el comandante del pelotón.

El puesto de avanzada consistía en una serie de bunkers con puntos de


observación y armas posicionadas. La principal tarea del pelotón era observar las
actividades sirias del lado sirio del Golán. Cerca había una pequeña compañía de
tanques para ayudarlos a repeler cualquier ataque sirio por tierra.

La guerra comenzó ese día con un aluvión de artillería sobre el puesto de avanzada
de las fuerzas de defensa israelíes. La mayoría de las posiciones del puesto fueron
destruidas, incluyendo una gran cantidad de agua potable. Cuatro tanques
dirigidos por Shmuel Yajin del Batallón 74 de la Brigada 188, abrieron fuego y
destruyeron ocho tanques sirios que trataban de cruzar la frontera para atacar.
Camiones cargados con soldados sirios se acercaban hacia el puesto de avanzada.
El pelotón de Golani los destruyó a todos con sus ametralladoras y morteros
pesados.

Esa noche, los hombres vieron un convoy de vehículos militares sirios que llevaban
equipamiento antiaéreo y antitanque. Su comandante, Elimelej, envió una
advertencia por radio al tanque israelí, mientras que Nisim Avidan manejaba la
ametralladora y Amos disparaba una ronda de iluminación con su mortero para
iluminar el escenario. Nisim abrió fuego y el primer camión del convoy explotó. Los
tanques israelíes se unieron a la refriega y el convoy sirio fue destruido. Más tarde
esa misma noche, dos tanques israelíes fueron a recuperar a dos soldados israelíes
y a un prisionero de guerra sirio y los llevaron a los tres al puesto de avanzada. Les
habían disparado y la escalera de uno de los tanques estaba incendiada. Los
hombres del puesto de avanzada montaron guardia sobre los tanques toda la
noche, protegiéndolos de los comandos sirios armados con misiles Sagger
antitanques.
Elimelej Abraham

A la mañana siguiente, el 7 de octubre, el pelotón logró repeler


otro ataque sirio de infantería. Pero los tanques ahora se estaban
quedando sin municiones. El puesto de avanzada estaba aislado y
rodeado, no había forma de hacerles llegar más municiones ni
provisiones. Algunos de los tanques del ejército israelí recuperaron
los proyectiles no utilizados de los tanques israelíes dañados.

Sobre el puesto de avanzada llovieron más bombardeos de artillería. Los soldados


sirios llegaron hasta los portones del puesto, donde los hombres de Golani
lograron neutralizarlos. El pelotón de Golani destruyó más cazadores de tanques
sirios.

El 8 de octubre en la madrugada el puesto fue atacado por seis tanques sirios.


Cinco de los tanques fueron destruidos y el sexto tanque logró acercarse tanto a la
parte oriental del puesto que los tanques israelíes no podían dispararle porque no
era seguro.

Iosi Tzadok

Un par de años antes, Iosi Tzadok, un cabo de Golani que había


llegado en Iom Kipur justo antes del comienzo de la guerra,
había recibido cierto entrenamiento para usar una bazuca, pero
no se destacaba especialmente por su buena puntería. En ese
momento no había tiempo para pensar ni para planificar. Iosi
tuvo que actuar rápido. De inmediato saltó con su bazuca y le
disparó al tanque. Fue un golpe directo, el tanque quedó destruido.

A las 11 de la mañana, 15 tanques sirios T-62 se dirigieron hacia el puesto de


avanzada. Formaban parte de una brigada comandada por Rifat Assad, el hermano
del dictador sirio, Hafetz al Assad. Shmuel Yajin y su pelotón de tanques entraron al
combate, y destruyeron 13 tanques. Dos lograron ocultarse y trataron de escaparse
cuando oscureció. Uno fue destruido por las fuerzas del ejército israelí y el otro
logró escaparse.

Los hombres se estaban quedando sin municiones, pero no había forma de reponerlas
bajo esa embestida.
Los hombres se estaban quedando sin municiones, pero no había forma reponerlas
bajo esa embestida. Esa noche se acercó al puesto de avanzada un transporte
blindado con personal sirio. Cuando entró al perímetro del puesto activó una mina
que mató a todos sus ocupantes, excepto un soldado sirio que fue tomado
prisionero.

Portugal:
Puesto de avanzada 107

Entonces llegaron las malas noticias: necesitaban al pelotón de tanques de Shmuel


para reforzar a las fuerzas israelíes en una batalla feroz que tenía lugar en otro
lugar del Golán. El resto de los soldados de Golani se quedaron sin la protección de
los tanques. Sus municiones y sus porciones de comida eran peligrosamente bajas
y no había ninguna ayuda a la vista.

Al día siguiente, a través de sus binoculares, Amos y sus compañeros vieron


aparecer un tanque sirio en la colina frente a su puesto.

Muy pronto otro tanque sirio apareció detrás del primero. Y luego otro más.

Tres horas más tarde había sobre la colina 110 tanques, casi una división armada
completa, amenazando su puesto.

El pelotón de Golani no tenía ninguna oportunidad. Los tanques rugieron y el suelo


literalmente se estremeció.

—¡Zé avud! – ¡estamos perdidos! —gritaron algunos hombres desesperados.


—¡No se rindan! —Les dijo Amos—. ¡Permanezcan bajo tierra! Quién sabe lo que
los crueles sirios nos tienen preparado si nos atrapan vivos.

Elimelej envió un mensaje por radio al Comando del Norte.

—¡Necesito apoyo aéreo!

—Negativo. No hay aviones disponibles —fue la respuesta.

—¡Entonces necesito apoyo de fuerzas blindadas! —La desesperación en su voz era


obvia para toda la red.

—Negativo, Todos los tanques están luchando al sudoeste de sus posiciones.

—¡Entonces envíen apoyo de artillería! —gritó.

—No hay nada disponible.

”¡Me aseguro que alguien nos recuerde cuando los sirios nos maten a todos!”
Un soldado tomó la carcasa de un proyectil y grabó los nombres de los 19
soldados en la pared del búnker.

—¿Qué haces? —le preguntó Amos.

—¡Me aseguro que alguien nos recuerde cuando los sirios nos maten a todos! —le
respondió el soldado.
Amos, en el
medio, en el puesto de avanzada 107

Los hombres vieron que detrás del masivo convoy de tanques había jeeps que
llevaban oficiales sirios. Ellos se detuvieron y abrieron las mesas para estudiar los
mapas del terreno y planificar los futuros ataques contra Israel. Elimelej le ordenó a
Amos disparar sus dos últimas rondas de mortero a los oficiales. Ellos se
dispersaron y comprendieron que el puesto israelí todavía no había sido destruido.

Los tanques comenzaron a avanzar para aniquilarlos. En ese momento Nisim, el


artillero pesado, hizo una locura.

Él disparó su ametralladora calibre .50 al tanque líder. Las balas rebotaron sobre el
tanque sin hacerle nada. No había forma de que pudieran penetrar el acorazado.
Nadie entendió lo que Nisim estaba pensando.

El tanque principal giró, apuntó hacia Nisim y disparó, pegando directamente en el


emplazamiento de su arma. El arma explotó en un remolino de llamas y humo.
Nadie hubiera podido sobrevivir a semejante explosión. Los otros soldados sólo
podían imaginar lo que había quedado de su amigo.

Amos corrió hacia él gritando: “¡Nisim! ¡Nisim!”

Ante la sorpresa de Amos, Nisim le respondió: “¡Estoy bien! ¡Estoy bien!”. Parecía
estar un poco aturdido, pero había sobrevivido a la embestida sin sufrir ni un
rasguño.
La mayoría de los tanques sirios comenzaron a avanzar hacia el occidente para
enfrentarse a los tanques israelíes, pero algunos giraron hacia el sur para atacar el
puesto de avanzada. Los hombres de Golani ahora enfrentaban la destrucción bajo
el masivo fuego enemigo. Casi no les quedaban municiones. Todo parecía estar
perdido.

Iosi todavía tenía su bazuca, con sólo unas pocas rondas que no podían causar
demasiado daño.

Una bazuca es un arma poderosa que dispara cohetes individuales capaces de


desarmar un tanque, pero tiene una grave limitación. El arma se dispara mientras
se sostiene sobre el hombro del operador y cuando el proyectil sale del cañón
provoca una gran explosión. Por eso se debe disparar en una zona abierta, de lo
contrario la explosión envolvería e incineraría al operador.

Iosi y Amos estaban debajo de la superficie de la tierra, en un laberinto de bunkers.


No había manera de disparar la bazuca sin exponer a Iosi frente a las numerosas
fuerzas que amenazaban en ese momento el puesto de avanzada. ¿Cómo podían
disparar, apuntar bien, y defender su posición?

Era temerario y contrario a las órdenes. Pero lo hicieron de todas formas.


Iosi y Amos tuvieron una idea. Amos pondría un casco sobre un rifle y lentamente
levantaría el rifle sobre la superficie de la tierra. Si eso atraía el fuego de los
tanques, lo bajaría rápidamente y sabrían que ese lugar era demasiado peligroso
para disparar. Entonces irían a otro punto y volvería a intentarlo. Si Amos no recibía
disparos, saltaría con sus binoculares, determinaría el rango y la posición del
tanque al que querían disparar y se lo diría rápidamente a Iosi. Entonces saltaría
Iosi, exponiéndose por completo al enemigo, y efectuaría su mejor disparo.

Era temerario.

Suicida.

Contrario a todas las órdenes.

Pero lo hicieron de todas formas.

Amos sostuvo el casco y de inmediato le dispararon. Él y Iosi se alejaron unos 6


metros y Amos volvió a intentarlo. Nadie disparó, así que rápidamente tomó sus
binoculares y trató de identificar un objetivo. Amos vio un tanque y le dio a Iosi el
rango y la posición. Iosi saltó y disparó. Amos oyó el zumbido a su lado y sintió el
tremendo calor del estallido sobre su cabeza. Iosi saltó hacia atrás.

IMAPCTO. ¡Un blanco perfecto! El misil penetró al tanque y algunos enemigos


murieron o fueron heridos. Un tanque menos.

—¡Amos! ¡Vamos a movernos y volvamos a intentarlo! —gritó Iosi.

Amos lo siguió. Y volvieron a hacerlo. Una y otra vez.

Con la valentía de Amos para encontrar el rango y la posición, Iosi destruyó cuatro
tanques en un día. Los otros tanques bombardearon mortalmente sus posiciones,
furiosos porque un pobre puesto de avanzada israelí estaba atacando sus tanques
de batalla de fabricación rusa.

Al día siguiente continuaron los ataques. En medio del ruido del bombardeo, Iosi
gritó:

—Amos, ¡vamos a bajar más tanques!

—¡No tenemos nada que pueda perforar un acorazado! ¡No contamos con ningún
arma contra un tanque!

—¿Qué es lo que nos queda?

—Fósforo blanco.

El gesto de Iosi lo dijo todo. Ambos sabían que el fósforo blanco era impotente
contra los tanques sirios. Por lo general lo utilizaban para iluminar un área antes de
un bombardeo, para crear un humo espeso o para quemar combustible o
municiones, pero no infligiría ningún daño. ¿Para qué molestarse en usarlo?

—Amos, intentemos dispararlo lo mismo. ¡Quizás logremos asustarlos!

—Muy bien —Dijo Amos, y cargó el proyectil de fosforo blanco dentro del tubo del
arma. Iosi estaba listo.

—¡Encuéntrame un objetivo!

Amos levantó el casco sobre un rifle. Nadie le disparo. Rápidamente enfocó sus
binoculares y le gritó a Iosi por encima del ruido de los disparos constantes un
rango y una posición.
Si el mínimo temor, Iosi saltó y disparó la bazuca. Otro blanco perfecto, pero
ambos sabían que era un chiste. Una nube blanca envolvió al tanque. No penetró al
acorazado. No había ningún peligro para los tripulantes sirios del tanque.

Amos y Iosi observaron sorprendidos cómo la tripulación enemiga abandonaba el


tanque que no había sufrido ningún daño.
Pero ocurrió algo sorprendente. Amos y Iosi observaron sorprendidos cómo la
tripulación enemiga abandonaba el tanque que no había sufrido ningún daño.
Evidentemente se habían aterrorizado por el estallido y el humo, y porque sabían
que los israelíes habían destruido cuatro tanques un día antes. Los sirios salieron
del tanque y huyeron a pie hacia Siria. Otro tanque menos.

Los otros tanques comenzaron a abandonar el área, dejando en paz al puesto de


avanzada. Se vieron enfrentados a lo que quedaba de las Divisiones 188 y 7 del
ejército israelí en algunos combates muy difíciles.

Iosi fue el único soldado que resultó herido en el puesto de avanzada 107. Poco
después sufrió graves heridas de esquirlas en el pecho y fue evacuado a un
hospital. Todos los otros 18 hombres estaban ilesos a pesar de haberse encontrado
durante 100 horas bajo un ataque constante.

A Iosi le llevó varios meses recuperarse de sus heridas. Por su heroísmo en la


batalla, Iosi fue condecorado con el Itur Hamofet, el tercer reconocimiento israelí al
valor. Durante los últimos 45 años él y Amos se mantuvieron unidos como
hermanos.

Después de la guerra, Amos sintió que no podía negar los milagros que había visto.
Que Nisim se salvara. El ataque unilateral de Iosi, con su ayuda. Destruir a
enemigos mucho más poderosos a pesar de tener armas mínimas y pocas
municiones.

Esto lo llevó a replantearse su vida y sus prioridades. Eventualmente, Amos decidió


profundizar su compromiso con el judaísmo y fue a estudiar a una ieshivá.

Incluso en la actualidad, los ojos de Amos se llenan de lágrimas al recordar cómo


vio la mano de Dios, como uno de los héroes del puesto de avanzada 107.

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