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El lento avance hacia tratamientos para el

envejecimiento humano
El estudio en modelos animales ha ayudado a comprender algunos mecanismos
del envejecimiento y a crear fármacos que aún están por probar en humanos
DANIEL MEDIAVILLA

12 AGO 2019 - 11:15 CEST

Aunque intuitivamente se conocen bien los efectos de la vejez, falta mucho para comprender bien en qué consiste su biología
CHASTAGNER THIERRY

Hace ochenta años, en 1939, un equipo de la Universidad Cornell (EE UU) liderado por Clive
McCay consiguió prolongar la vida de ratas reduciendo las calorías de su dieta. Además, observó
que aquellos animales también sufrían menos enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Estos hallazgos, que se han ido replicando en distintas especies de animales durante las décadas
posteriores, son el primer indicio de que el proceso de envejecimiento no es algo inmutable. Las
ratas de Cornell llegaron a vivir un 33% más gracias a una alimentación restringida que mantenía
los nutrientes necesarios y sirvieron de ejemplo para los científicos que después trataron de
averiguar si prolongar nuestra vida es un sueño descabellado.

Años más tarde, estudios con gusanos Caenorhabditis elegans mostraron que la modificación de
un solo gen, el age-1, podía incrementar la duración de la vida de los mutantes entre un 40 y un
60%, y el trabajo con moscas o roedores ha ayudado a identificar moléculas o manipulaciones
genéticas que pueden hacer variar la longevidad de estos animales. Pero trasladar esos progresos
a nuestra especie es otra historia.
a nuestra especie es otra historia.

Casi un siglo después de los experimentos con ratas de

El envejecimiento es el McCay y los suyos, el Insituto Nacional sobre el


principal riesgo de sufrir Envejecimiento de EE UU advierte que, aunque algunos
multitud enfermedades, estudios indican que la restricción calórica puede tener
pero la causalidad no se beneficios para la salud en humanos, no existen datos
ha probado que demuestren su vínculo con la longevidad. Algunas
medidas para prolongar nuestra vida parecen
prometedores, pero nada es concluyente. No obstante,
una revisión reciente sobre los estudios en torno al
incremento de la longevidad y de los años de vida saludables publicado en Nature sugiere que hay
indicios de que los primeros éxitos pueden estar cerca.

En el trabajo, firmado por Eric Verdin y otros líderes del Instituto Buck para la Investigación del
Envejecimiento en Novato, California, se recuerdan los esfuerzos para comprender qué es el
envejecimiento y por qué afecta tanto a nuestra salud. Pese a los avances, el misterio de lo que
nos sucede con el paso de los años continúa presente en las dificultades para identificar el
envejecimiento como la causa de las enfermedades que se agravan con la edad. “El uso de la
palabra ‘causa’ sigue siendo controvertido porque, aunque el envejecimiento es el mayor factor
de riesgo de una multitud de enfermedades relacionadas con la edad, la causalidad no se ha
probado”, escriben los científicos del Buck.

En un artículo publicado en la revista JAMA en 2018, Tamara Tchkonia y James Kirkland, de la


Clínica Mayo de Minnesota (EE UU), identificaba de un modo amplio cuatro procesos
relacionados con el envejecimiento: la inflamación crónica, la disfunción celular, cambios en las
células madre que pierden su capacidad para regenerar los tejidos y la acumulación de células
envejecidas en los tejidos que está relacionada con las enfermedades.

Según cuenta Verdin, en los primeros años de estudios sobre el envejecimiento, los
investigadores hicieron dos descubrimientos que pueden ser útiles para combatirlo. Por un lado,
el número de genes que pueden manipularse para ampliar la vida de un organismo son muchos
más de los que se pensaban, “algo que sugiere que la plasticidad del proceso de envejecimiento
es mucho mayor de lo esperado”. En segundo lugar, los genes que controlan el envejecimiento
están bien conservados en organismos tan diferentes como las levaduras, los gusanos, las
moscas de la fruta y los humanos. Esto hace que, en principio, las estrategias que se utilizan en
organismos modelo como C. elegans o Drosophila y que han tenido éxito prolongando sus vidas
puedan tenerlo también a largo plazo en humanos.

Entre las sustancias que pueden ser útiles para


MÁS INFORMACIÓN
prolongar la vida en algún momento, Verdin y sus
“Hemos alargado la
colegas señalan algunas cuyo potencial se conoce vida de animales y
desde hace tiempo, pero que están empezando a nada indica que no se
podrá hacer en
acercarse a los ensayos clínicos con humanos. La
humanos”
podrá hacer en
acercarse a los ensayos clínicos con humanos. La
humanos”
rapamicina, que ha logrado prolongar la vida de ratones
de laboratorio en un 38% y puede mejorar el Por qué algunas
personas envejecen
funcionamiento de las células madre en personas
antes que otras
mayores, es uno de los fármacos identificados por el
programa ITP del Instituto Nacional para el
Envejecimiento de EE UU con posibilidades para alargar Cambio de sexo en
ratones para
la vida en modelos animales. Un ensayo clínico ya ha
comprender por qué
probado sus efectos en función cardiaca, cognición, las mujeres viven más
cáncer y esperanza de vida en perros domésticos como
modelo animal previo a su aplicación en humanos.

La metformina es otra de las drogas que despiertan interés desde hace años. Prescrita contra la
diabetes, se ha observado que actúa sobre varios mecanismos relacionados con el
envejecimiento. En pacientes diabéticos, mejora la salud cardiovascular y retrasa la muerte y en
gusanos y ratones ha logrado extensiones vitales del 57 y el 6% respectivamente. Sin embargo,
realizar estudios para ver cómo funciona con humanos sanos no es sencillo. Nir Barzilai, director
del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Escuela Médica Albert Einstein de
Nueva York, ha diseñado un estudio, el TAME, para tratar el envejecimiento con metformina, pero
aún hay dudas sobre si logrará la financiación adecuada para impulsarlo con posibilidades de
éxito.

Los autores de la revisión de Nature recuerdan en cualquier caso que los análisis de tratamientos
contra el envejecimiento deberían medir sus efectos sobre factores relacionados con el paso de la
edad y no solo sobre dolencias concretas. La fragilidad, la demencia o la combinación de
enfermedades de la vejez podrían ser una medida que añadir a otros rasgos como la fuerza de
agarre, la velocidad a la que se camina o la resistencia a infecciones. En este sentido, aún quedan
por desarrollar biomarcadores, como algunas marcas epigenéticas, que sirvan para medir el
envejecimiento y los tratamientos para detenerlo, de un modo objetivo. Además, los científicos
saben que, aunque se desarrollase un tratamiento con cierta eficacia para un grupo de personas,
podría ser inútil o incluso nocivo para otro.

Para quienes vean pocas concreciones en el resumen de avances contra el envejecimiento de


Verdin y sus compañeros, estos científicos ofrecen un consejo y una duda. Ante la falta aún de
tratamientos para ralentizar el efecto del tiempo en humanos, los autores señalan al ejercicio
como la única intervención de eficacia comprobada contra las enfermedades asociadas a la vejez.
“Sus beneficios se pueden ver incluso con una práctica modesta”, aseguran. Sobre la dieta,
aunque aseguran que es una de las principales influencias sobre la salud y el envejecimiento,
consideran que es “muy difícil llevar a cabo estudios rigurosos a largo plazo para comparar los
efectos de distintas dietas sobre la esperanza de vida y el tiempo que se vive con salud”. “Sin
comparaciones directas de este tipo, ninguna dieta específica puede afirmar que es superior a
otra”, concluyen.

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