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Capítulo 1 O

¿Qué lugar ocupa la profecía?


iQuiénes fueron los profetas y qué es profecía?
Los profetas no eran simples videntes o médiums que predecían el
futuro, ni adivinos que manipulaban una bola de cristal para anticipar lo
que habría de suceder. Sencillamente, un profeta era alguien que transmitía
un mensaje de parte de Dios. Los profetas no se limitaban a dar a
conocer el pensamiento de Dios, sino que repetían las palabras que Dios
mismo les decía. A veces, el mensaje era una bendición, en otras ocasiones,
era una advertencia. En cualquier caso, siempre se lo llamaba profecía.
Las profecías no siempre predecían acontecimientos futuros.

Con Moisés como prototipo, los demás profetas que lo sucedieron


también transmitieron el mensaje de Dios y, algunas veces, su labor fue
confirmada mediante milagros; con frecuencia, eran anuncios proféticos
que se cumplían en vida del profeta. En Deuteronomio 18:17-22, se establecen
los criterios que permiten distinguir los verdaderos profetas de
los falsos, y la manera en que el pueblo de Dios debe responder frente a
unos y otros. 2
Sin embargo, en muchas ocasiones, las profecías bíblicas son el anuncio
anticipado de hechos futuros. Estas profecías se dan a conocer con tanta
anticipación que no es posible pensar que el propósito es acreditar al profeta
en vida, aun cuando todo lo que fue profetizado debe cumplirse si
fue dicho por un verdadero profeta. Dios se vale de este tipo de profecías
para revelarse como un Dios fiel que cumple sus promesas y en quien podemos
depositar nuestra confianza. También se revela como el Señor de la
historia, un Dios soberano que puede dirigirla
y alcanzar las metas que se propuso
sin coartar la libertad de elegir del
ser humano.
En las
profecías vemos cómo Dios diseña y conduce la historia valiéndose de
acciones aparentemente inconexas de personas que no comparten ni la
misma época ni el mismo propósito. Piense en alguien que, por accidente,
derrama café sobre una alfombra blanca. Varios años más tarde, otra
persona entra en esa misma habitación y vueJca café sobre la alfombra,
agrandando la mancha. Cien años más tarde, alguien vuelve a volcar
una taza de café. Ahora, imagine que encuentra la alfombra y descubre
que las manchas forman un mapa que puede ser utilizado como una
guía de ruta.

O imagine un estanque cuyo lecho está cubierto


de arena; no hay piedras en el agua, pero hay
piedras planas en la orilla. Ahora, imagine que
un muchacho llega hasta el estanque y comienza
a jugar tirando piedras para que reboten sobre
la superficie del agua. Un siglo más tarde, otro
muchacho también juega a arrojar piedras en
el estanque. Transcurrido otro siglo, un te~cer
muchacho arroja más piedras en el mismo
estanque. Luego, imagine que alguien trepa un
árbol que crece junto al estanque, y descubre un
magnífico retrato en el fondo del estanque en un
mosaico formado por las piedras arrojadas. As/ es
como funciona la profecía.

En el Nuevo Testamento, a menudo vemos que la gente preguntaba si


Jesús era el Mesías, 13 pero nadie preguntaba qué era el Mesías. No necesitaban
aprender nada al respecto, porque el Tanaj contenía numerosas
profecías sobre el Mesías que vendría a rescatar a Israel. Por cierto, tenían
algunas ideas equivocadas con relación al papel y la función que el Mesías
habría de cumplir, pero de cualquier forma, esperaban su llegada.
Esta idea ya estaba presente en la Escritura hebrea; no fue una novedad
introducida por los seguidores de Jesús.
La importancia de estas profecías
no puede ser subestimada. Si se cumplieron,
se ratifica la afirmación según
la cual la Biblia es Palabra de Dios.
También confirmamos la existencia
de un Dios personal, comprometido,
bondadoso y todopoderoso que eligió
revelarse de una manera particular. Por
último, descubrimos a la persona sobre
quien se escribieron estas profecías, la
persona enviada por Dios para ofrecernos
la salvación, la persona que Dios
escogió para revelarse ante nosotros de manera inequívoca y con total
claridad. Si en esa persona se cumplen las profecías, pues entonces debemos
escucharla y considerar seriamente sus enseñanzas.

¿Pero de cuántas profecías mesiánicas hablamos? ¿Tal vez tres, o cuatro,


como en los ejemplos anteriores? Sin duda, lo más probable es que
haya más de una persona entre las que alguna vez vivieron en esta tierra
que pueda cumplir tres o cuatro profecías, y hasta duplicar o triplicar esa
cantidad. Felizmente, el Antiguo Testamento impide esgrimir este argumento.
Según algunos conteos, existen entre 300 y 400 profecías mesiánicas
en el Antiguo Testamento. Otros estudiosos creen que ese número
es algo elevado; aceptan esa cantidad para las alusiones al Mesías, pero
cuentan algo menos de 100 profecías principales. El Diccionario Bíblico
Ilustrado Holman enumera 121 profecías mesiánicas cumplidas.

Josh McDowell hizo una excelente investigación sobre las profecías


principales, y según él, son 61. 15 Con toda justicia, las describe como la
acreditación que debía tener toda persona que alegara ser el Mesías.
En la lista confeccionada por McDowell hay un grupo de profecías
relativas a la genealogía del Mesías. Si consideramos solo las profecías
referidas a la genealogía, vemos que es bastante reducida la lista de candidatos
que podrían ocupar este lugar. El Mesías debía ser de la simiente de
Abraham, 16 hijo de Isaac, 17 hijo de Jacob, 18 de la tribu de Judá, 19 del linaje
de Isaí,20 de la casa de David.2

Si avanzamos en el análisis de
las profecías, observamos el uso del
pronombre masculino para referirse
al Mesías; esto excluye a la mitad de
todas las personas que hayan vivido
en la tierra (las mujeres) de la lista de
posibles candidatos. Abraham tuvo
dos hijos, uno de ellos fue Isaac.22
Así, la mitad de los hombres descendientes
de Abraham quedan fuera de
la lista. También Isaac tuvo dos hijos,
uno de ellos fue Jacob;23 esto excluye
a la mitad de los descendientes de Isaac. Jacob tuvo doce hijos, uno de
ellos fue Judá;24 y así quedan eliminados los otros once descendientes.
Judá tuvo cinco hijos, 25 de modo que fueron excluidos cuatro de sus descendientes
varones. Isaí tuvo ocho hijos, uno de los cuales fue David;26
esto excluye a siete de los ocho descendientes varones. Por último, David
tuvo diez hijos varones, de modo que nueve de sus descendientes quedan
fuera de la lista. Es evidente que la identidad del Mesías estaba claramente
establecida y que la lista de posibles candidatos era muy reducida. No
cualquier persona podía arrogarse, así porque sí, esa función y esperar
que la tomaran en serio.

LOS HIJOS DE JACOS


LOS HIJOS DE DAVID
AMNÓN DANIEL! ABSALON ADONiAS SEFATf AS ITREAM SIMEA SOBAS NATÁN S OMON
MESÍAS
Pero las profecías incluyen otros elementos necesarios para acreditar a
alguien como el Mesías. En su libro Science Speaks [Dice la ciencia], Peter
Stoner analizó ocho profecías y calculó la probabilidad de cumplimiento.
Las profecías que estudió fueron las siguientes:
1. El Mesías nacerá en Belén (Miq. 5:2).
2. El Mesías será precedido por un mensajero (Mal. J: 1 ).
J. El Mesías entrará en Jerusalén montado en un pollino (Zac. 9:9)
4. El Mesías será traicionado por un amigo (Zac. 1J:6).
s. El Mesías será entregado por treinta piezas de plata (lac. 11 :2)
6. Quien traicione al Mesías intentará sin éxito devolver las
treinta piezas de plata, y luego las arrojará en el piso del templo
(Zac. 11: TJ).
7. El Mesías no hablará en defensa propia (Isa. SJ:7}.
B. Las manos y Jos pies del Mesías serón traspasados (Sal. 22: 16)

La mayoría de los biblistas no admiten que el texto de Zacarías 13:6


hace referencia al Mesías, de modo que no tendremos en cuenta el cálculo
de Stoner con relación a ese punto. Stoner basó su cálculo de probabilidad
en números obtenidos por él mismo y más de 600 de sus alumnos a
lo largo de unos 10 años. Cuando le parecía que había motivo para revisar
algún número, optaba por una cifra más conservadora. Al analizar estas 8
profecías, Stoner y sus alumnos concluyeron que la probabilidad de que
se cumplieran en un hombre que hubiera vivido en el período comprendido
entre la redacción de las profecías (no más tarde del 400 a.C.) y el
presente, es 1 en 100.000.000.000.000.000 (o cien mil millones de billones,
expresado como 1017
). La probabilidad que le corresponde al cumplimiento

de Zacarías 13:6 fue de 1 en 1000.28 Pero aun si eliminamos este


número de la ecuación, tenemos una cifra astronómicamente alta.

1. El Mesías nacerá en Belén


(Mat. 2:1; Luc. 2:15; Juan 7:24). ' •
2. El Mesías será precedido por un mensajero . . ·: :·;
(Mat. 1:1-11; Mar. 1:1-11; Luc. 1:1-22; Juan 1:6-16). -. . : . '.·"~: · ':.::.:
•. . • · . • ;..'f*. · ...

l. El Mesías entrará en Jerusalén montado en lin poi/in~ :: . : ... : ·. :· . .


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(Mat. 21:1-11; Mar. 11:1-10; Luc. 19:28-18; Juan 12:14·1~)~·. · .. :. r:
. . · ... ' '· · : -· ........ ·
4. (La mayoría de los biblistas no interpretan este _text~ lo'!'o Uf!.t1' · ·
profecía; ver punto 4, pág. 252). · · · · '
. •·
5. El Mesías será entregado por treinta piezas de.plata {M~l-·: ·
..
26:15). ·.
6. Quien traicione al Mesías intentará sin éxito devolirer lps - ·•
treinta piezas de plata, y Juego las arrojará e. n el piso d.e i templo ·
(Mat. 27:1-5). .
7. El Mesías no hablará en defensa propia (Mcit~ - 26:57-27;22; Mar.

.
14:55 -15:15; Luc. 22:54-21:24; Juan 18:11-19:1 6 ). + · • · .
8. Las manos y los pies del Mesías serán traspasados (Mat. 27:15;
Mar. 15:25; Luc. 21:11; Juan 19:18).

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