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Tecnología y medición del PIB


Por Martin Feldstein, presidente del Consejo Asesor Económico del presidente Reagan

(Extracto, The Wall Street Journal, 9.9.17)


Las estadísticas oficiales no capturan el verdadero crecimiento de los salarios reales ni del PIB. Aún cuando el
salario nominal de las personas ha subido muy lentamente en las últimas décadas, el nivel de vida ha crecido
muy rápido porque ese salario ahora compra nuevos y mejores productos a un costo extra muy bajo o,
simplemente, sin costo adicional alguno. Las estadísticas oficiales no toman en cuenta correctamente el
mejoramiento del poder de compra. La afirmación de que los ingresos reales de la clase media no han subido
en 30 años es falsa. Además, la mayoría de los jóvenes de la nueva generación tendrán mayores ingresos
reales que sus padres a la misma edad.

Las estadísticas gubernamentales subestiman fuertemente el valor del aumento de la calidad de bienes y
servicios existentes. Adicionalmente, los gobiernos ni siquiera intentan medir la contribución completa de los
bienes y servicios nuevos.

Un ejemplo ilustrativo es cómo los estadísticos miden un mejoramiento de la calidad de un producto. Los
funcionarios hacen dos preguntas: 1) ¿Se ha modificado el producto en el último año? y 2) Si se ha
modificado, ¿cuánto más costaría producirlo ahora respecto de lo que costaría sin las modificaciones
introducidas? Si la respuesta es que hubo modificaciones pero el costo no aumentó, el gobieno concluye que
no hubo aumento de la calidad. Si la respuesta es que sí hubo un aumento en el costo, el gobierno concluye
que el valor del producto para el consumidor se incrementó en la misma proporción que el costo.

Esta es una forma incorrecta de medir un aumento de la calidad. En la realidad, las empresas mejoran la
calidad sin
que ello signifique un mayor costo y, en muchos casos, el costo es incluso menor. El gobierno no mide el valor
de un bien para los consumidores, sino su costo en materias primas contenidas.

Así, las cuentas oficiales subestiman el aumento de la calidad de los productos y servicios existentes y, por lo
tanto, el aumento de los salarios reales y del nivel de vida.

Las estadísticas tampoco capturan los beneficios de los nuevos productos y servicios. Cuando un nuevo
producto se lanza al mercado, su valor de mercado se incorpora al PIB nominal. Pero no hay intento alguno
para medir el valor completo, real creado por el nuevo producto. Por ejemplo, la nueva droga Estatina que
reduce el colesterol y disminuye las muertes por ataques cardíacos, se convirtió en 2003 en el medicamento
más vendido de la historia. El monto en dólares de las ventas de Estatina fue incluido en el PIB, pero las
estadísticas oficiales nunca midieron los mejoramientos en salud que causó, como la reducción en un tercio
de la tasa de mortalidad cardíaca.

El economista de la New York University, William Easterly recientemente comentó un aviso publicitario de
RadioShack de 1991 señalando que todos los productos del aviso (radio despertador, calculadora, teléfono
celular, grabadora, reproductor de compact disc, cámara de video y computador personal), hoy “están
disponibles en un teléfono inteligente de 200 dólares”. Los beneficios para los consumidores de estos avances
tecnológicos no se reflejan en el PIB por la forma errada en que se miden.

También los servicios como Facebook o Google son excluidos del PIB a pesar de que poseen un valor
sustancial para los consumidores. El crecimiento de servicios y apps de alto valor y bajo costo para los
consumidores, implica una cada vez mayor subestimación del valor real del PIB.

Estimo que la verdadera tasa de crecimiento del PIB es superior a la oficial en 2 puntos porcentuales o más.
Los gobiernos tienen un gran desafío: medir correctamente el aumento impresionante del bienestar real de las
personas.

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