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Estrategias de intervención con adolecentes por consumo de drogas

UNIDAD 2
Perspectivas
Comprensivas del
Consumo de Drogas

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ÍNDICE

PERSPECTIVAS COMPRENSIVAS DEL CONSUMO DE DROGAS .......................................................... 4


OBJETIVOSESPECÍFICOS ........................................................................................................................................................................4
INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................................................................................4
1. MODELOSEXPLICATIVOSDELCONSUMODEDROGAS ................................................................................................5
1.1. MODELOJURÍDICO...................................................................................................................................................5
1.2. MODELODELADISTRIBUCIÓNDELCONSUMO............................................................................................. 6
1.3. MODELOMÉDICO....................................................................................................................................................7
1.4. MODELOSOCIOLÓGICO..........................................................................................................................................8
1.5. MODELOPSICOSOCIAL............................................................................................................................................9
1.6. MODELOECOLÓGICO........................................................................................................................................... 11
2. VULNERABILIDADYCONCEPTODERIESGOPSICOSOCIAL ......................................................................................... 12
2.1. FACTORESDERIESGOYFACTORESDEPROTECCIÓN ...................................................................................13
2.2. ALGUNASDIFERENCIASENTREFACTORESYCONDUCTASDERIESGO .......................................................... 15
2.3. FACTORESDERIESGOASOCIADOSALCONSUMODEDROGAS ..................................................................16
3. REGULACIÓNJURÍDICALEYDEDROGASN°20000.................................................................................................20
COMENTARIOFINAL.................................................................................................................................................................. 23
REFERENCIAS ........................................................................................................................................................................................ 24

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PERSPECTIVAS COMPRENSIVAS DEL CONSUMO DE DROGAS

OBJETIVO ESPECÍFICO

Analizar desde una perspectiva comprensiva, los antecedentes históricos, epidemiológicos y legales, así
como los modelos explicativos que inciden en el fenómeno del consumo de drogas en Chile.

INTRODUCCIÓN
“Sentí que había gente que yo le interesaba o que le importaba, igual tuvieron un compromiso
conmigo (…) las gracias por haberme hecho cambiar, por haberme hecho abrir los ojos, por hacer
que yo me diera cuenta que podía hacer mucho más de lo que estaba haciendo en la calle”.

(Joven perteneciente al programa Ágora Peñalolén de la Fundación Tierra y Esperanza, donde


relata parte de las experiencias vividas en su proceso de tratamiento).

Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=6dfkGV4Dx_I

A lo largo del ciclo vital, las personas se relacionan con una amplia red de sistemas sociales como
son la escuela, la familia, los grupos de pares y otras instituciones que influyen, de forma directa o
indirecta, en su desarrollo. Esto, unido a las características individuales del sujeto, conforma una
compleja red de condicionantes que permiten la aparición o recurrencia de conductas, decisiones,
condiciones de vida y hábitos diversos.

De aquí surge que el uso y abuso de drogas —como ocurre con otras problemáticas
psicosociales— está atravesado por distintas interpretaciones y miradas. Dado que se trata de una
problemática social compleja, sus causas, consecuencias e implicaciones pueden ser igualmente
múltiples. De acuerdo a lo expresado por Xavier Pons (2008) se trata de una problemática que
involucra variables psicológicas, médicas, bioquímicas, sociológicas, etnológicas, jurídicas,
económicas, políticas, educativas, históricas y éticas, entre otras.

La complejidad de esta problemática debe invitar a quienes trabajan en el área a analizar todas las
variables que se encuentran asociadas con el fin de entender este fenómeno en toda su amplitud,
evitando las lecturas unívocas y causales. Siguiendo esta línea, los contenidos que se presentan a
continuación buscan situar y contextualizar la problemática del consumo de drogas a partir de tres
aspectos: modelos que buscan explicar las distintas variables intervinientes en el consumo,

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vulnerabilidad del sujeto asociado a factores de riesgo y de protección y normativa legal vigente
en Chile respecto al consumo de drogas.

1. MODELOS EXPLICATIVOS DEL CONSUMO DE DROGAS


Numerosos estudios y experiencias han establecido que el consumo de drogas es un fenómeno
multifacético y complejo. La mayoría de los investigadores está de acuerdo en que no es posible
concebir una manera única de comprender el fenómeno, que sea aplicable a todas las personas y
circunstancias. Por esta razón, para comprender este complejo fenómeno, se han utilizado
modelos explicativos que ponen su foco en distintos aspectos de la problemática, con el fin de ir
comprendiendo sus distintas aristas.

A continuación se revisarán los principales modelos explicativos del consumo de drogas, los que
han sido utilizados de manera más frecuente para entender este complejo fenómeno.

1.1. MODELO JURÍDICO


Este modelo aborda el consumo de drogas a través de la consideración de sus implicancias legales
y delictivas, por lo tanto, asume que las drogas no legales pueden ser fuente de daños físicos,
psíquicos y sociales. Su intención es proteger al individuo y a la sociedad de las drogas no legales.

El modelo jurídico se centra de manera especial en las acciones que se puedan desarrollar con
aquel consumo de sustancias que pueda ser considerada delito o causa de delito y las sanciones
que puedan derivar de aquello. El individuo que consume drogas no legales es considerado
desviado e incluso, un posible delincuente, por lo que el modelo se centra en esas posibilidades,
indicando responsabilidades personales en el acto delictivo y las sanciones que derivan. La droga,
desde este modelo, es percibida como un elemento peligroso y capaz de hacer peligrar la
integridad física de los individuos y de la comunidad. Toda actividad relacionada con las drogas
sería entonces posible de ser catalogada como ilegal y el individuo implicado deberá responder
ante el sistema judicial (Pons, 2008).

Con respecto a la intervención en materia de prevención del consumo de drogas, el modelo


jurídico centra sus acciones en la prevención de riesgos colectivos y promoción de la salud. Las
medidas legales forman parte de la prevención de la salud, en conjunto con las áreas educativa,
política o asistencial. Sin embargo, las medidas de prevención desde el modelo jurídico tendrán un
carácter restrictivo y coercitivo y estarían operando a través del sistema legislativo, judicial y
policial. Este modelo ha sido denominado también modelo “jurídico-represivo”, por lo que
representa una perspectiva de lo jurídico orientado a la represión y el castigo (Pons, 2008).

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1.2. MODELO DE LA DISTRIBUCIÓN DEL CONSUMO
Este modelo pone el foco en entender el problema de la oferta y disponibilidad de una sustancia
en una población determinada, especialmente referido a las drogas legales y a la importancia que
puede adquirir la disponibilidad de una sustancia como factor explicativo de su consumo. En este
sentido, el problema del consumo de alcohol y otras drogas puede ser entendida a partir de la
mayor o menor facilidad de acceso que tengan los ciudadanos a ellas, es decir, su aporte es
analizar las relaciones existentes entre la oferta y el consumo en un medio social cualquiera (Pons,
2008).

Parker y Harman (1980, en Pons, 2008) han indicado que el modelo de la distribución de consumo
se basa en las siguientes premisas:

 Las drogas legales causan enfermedades y accidentes que elevan las cifras de morbilidad y
enfermedades en las sociedades actuales.

 El patrón de consumo de sustancias legales en una sociedad puede predecir la cantidad de


consumidores que abusan o dependen de ellas: cuanto mayor es la media de consumo, mayor
será la proporción de sujetos que abusan del consumo.

 El control de la disponibilidad de sustancias dañinas se puede ver influido por los cambios en
las normas que regulan su distribución. El modelo de distribución del consumo aparece
asociado a procedimientos de control legislativo, es decir, depositará su confianza en los
recursos legales que se tengan a disposición para controlar la disponibilidad de drogas.
En definitiva, el modelo de distribución del consumo tiene aspectos similares al modelo jurídico,
pero se diferencia de este, porque también se centra en los efectos negativos de las sustancias
legales en la sociedad, buscando afianzar las medidas legislativas tendientes a restringir la oferta y
la disponibilidad de drogas en la sociedad en general.

De acuerdo a Pons (2008) algunas de las medidas que han sido propuestas para limitar el consumo
de drogas son: aumento de los precios, control de la publicidad, incremento de las edades de
consumo legal, restricciones de horarios de apertura de los establecimientos vinculados al
consumo, multas y sanciones a establecimientos que vendan sustancias a menores de edad,
sanciones al consumo en lugares no habilitados o sanciones para conductores ebrios, por ejemplo.

Este modelo es importante para comprender aspectos ligados a la oferta y demanda de drogas y a
las adecuaciones que se van haciendo desde lo legal para limitar el consumo. Sin embargo, es
relevante entender que se trata de un modelo focalizado, que no menciona factores psicológicos y
sociales y, por lo tanto, no se trata de un modelo explicativo integral del consumo de drogas.

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1.3. MODELO MÉDICO
En términos generales, el modelo médico ve la enfermedad como producida por la acción de un
agente etiológico que al actuar sobre un sistema, rompe su equilibrio y altera su estructura o
función. De este modo, la enfermedad, sea cual fuere el factor que la produzca, depende, en
primer lugar, de la perturbación interna del organismo que será la que provoque los síntomas.

Desde esta perspectiva, la dependencia a las drogas es vista como una enfermedad, que podría ser
comparable a otras enfermedades, donde la explicación estaría en la relación entre los procesos
biológicos del sujeto y las características químicas de las drogas. La dependencia a las drogas es
considerada como una enfermedad crónica, progresiva, con alto nivel de reincidencia y que se
caracteriza por una pérdida del control del individuo sobre su consumo (Perales, s. f.).

De acuerdo a Pons (2008), el modelo médico ha aportado conocimientos respecto de las


características psicoactivas de las drogas y del proceso bioquímico de la adicción física de las
drogas. Igualmente ha aportado procedimientos de base médico-farmacológica que han resultado
eficaces en el tratamiento de las adicciones. Además, una innovación, desde el punto de vista
epistemológico, es el que se considere a la persona drogodependiente como un enfermo y no
como un desviado social, un delincuente o vicioso.

Pese a ello, la consideración de una persona drogodependiente como “enfermo” puede tener
efectos contraproducentes, pues en nuestra sociedad el ser enfermo contiene en sí la idea de
pasividad, puede ser usada con una valoración despectiva e igualmente se mantiene la idea de que
la persona enferma es desvalida, inútil, pasiva o distinta.

Por esta y otras razones, el modelo médico no resulta suficiente para explicar la problemática del
consumo de drogas. Pons (2008) indica algunas de sus carencias:

• Poner el foco en las explicaciones biologicistas deja de lado aspectos importantes como los
factores sociales involucrados en el consumo de drogas. El problema del consumo y de la
adicción desde el modelo médico se entiende solo como dentro de la persona que está
involucrada e implícitamente asume un origen desconocido, asumiéndose solo la posible
influencia de factores genéticos.

• El modelo médico no considera el consumo no adictivo, pues centra su atención en la


drogodependencia, es decir, en la patología.

• Se centra en la enfermedad más que en la salud, pese a que contemporáneamente la salud y la


enfermedad se entienden como un continuo.

• Se propone que la prevención debe basarse en la información que se entregue a la población


respecto a los conocimientos de los factores que causan los problemas de salud, suponiendo
que si las personas conocen los efectos de las sustancias serán disuadidas de utilizarlas. Sin
embargo, estudios han demostrado que enseñar las consecuencias dañinas del uso de

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sustancias no es suficiente para detener su consumo. Hay otros factores que se involucran en
que las personas opten por el consumo de drogas como la diversión, la aceptación grupal, la
imagen, el gusto por el riesgo, etc. Además, la opción por el consumo también dependerá de la
etapa del ciclo vital en el que se encuentre cada individuo.

• El modelo médico considera a la salud como ausencia de enfermedad, es decir, que la salud
solo consiste en no estar enfermo y que, al contrario, quien tenga un problema de salud
siempre será etiquetado como enfermo. La OMS, en cambio entiende la salud como un estado
más complejo, donde no todos los problemas de salud pueden ser calificadas como
enfermedades y donde la salud es una experiencia integral de bienestar, que supera a la simple
ausencia de enfermedad.

1.4. MODELO SOCIOLÓGICO


El modelo sociológico se centra en entender que podría existir una subcultura de la droga, definida
en términos de su separación y aislamiento con respecto a las normas sociales convencionales. En
este nivel de análisis, se considera que el sujeto puede estar determinado o definido por su
pertenencia a determinados grupos sociales que poseen sus propias redes, sistemas de relaciones
y dinámicas de funcionamiento, lo que determinará el rol que el individuo debe desempeñar o los
patrones de comportamiento a los que debe ajustarse. El origen del abuso de sustancias puede,
desde este modelo, considerarse como el resultado de la interacción del individuo con su grupo
que, muchas veces, tienen un sistema de valores propio, normas de conducta, criterios de estatus,
rituales, léxico y simbolismos que hacen que llegue a conformarse una subcultura propia (Pastor y
López-Latorre, 1993).

Desde esta lógica se puede entender que el uso y abuso de drogas puede convertirse en un sello
de identidad grupal, transgrediendo las normas y legalidades convencionales, pero dando pleno
sentido a su propia subcultura y reafirmando la pertenencia a su grupo de referencia.

Para el modelo sociológico, la intervención implicaría un conjunto de medidas preventivas que de


acuerdo a Juan Carlos Pastor y María Jesús López-Latorre (1993) podrían ser dirigidas en las
siguientes direcciones:

• Medidas represivas sobre las conductas transgresoras presentes en la subcultura de las drogas.

• Medidas socio-asistenciales dirigidas a fomentar la integración social de grupos marginales a


través de la educación, el empleo, la participación en la vida comunitaria.

• Medidas individuales para intervenir en las dinámicas socio-psicológicas, por ejemplo:


entrenamientos en habilidades conductuales y cognitivas.

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1.5. MODELO PSICOSOCIAL
El modelo psicosocial es fundamental para realizar un análisis abarcativo y reconocer que la
complejidad del fenómeno del consumo de drogas merece una mirada amplia y comprehensiva.
Desde esta perspectiva es primordial entender que existe una multiplicidad de factores que están
relacionados con el inicio y posterior persistencia del uso de la sustancia. De la misma forma, en el
rango de personas afectadas por el abuso de sustancias existe una amplia variabilidad de factores
precipitantes y de motivaciones para continuar el uso.

El modelo psicosocial surgió para proveer al campo del conocimiento una mirada más integrada
acerca del uso de sustancias, su prevención y su tratamiento. Este es el modelo al que se recurre
más frecuentemente cuando se planifican programas de prevención y/o de tratamiento,
independiente del hecho que muchos programas no consideren la multiplicidad de factores, sino
que sean más bien específicos. La presencia de este modelo como trasfondo de las
investigaciones, puede explicar más adecuadamente la naturaleza intrincada y compleja de la
dependencia a las drogas. De hecho, este modelo incorpora elementos de todos los otros modelos
que tienen un enfoque menos amplio y, en ocasiones, ha sido denominado modelo biopsicosocial
cuando se incluyen los componentes biológicos de la problemática.

En este modelo se considera que el individuo se constituye en su interacción dinámica con los
otros y con el conjunto de factores ambientales que definen su contexto. El análisis que se realiza
desde esta perspectiva tiene que, necesariamente, considerar tres niveles interrelacionados: la
sustancia consumida, el sujeto consumidor y la situación social en que tiene lugar el consumo. Así,
no hay posibilidades de reducir esta compleja problemática a una relación causa-efecto, sino que
habría diversas variables involucradas en distintas circunstancias específicas.

El primero de los polos hace referencia al nivel o variable “droga”, donde se encontrarían
articulados distintos factores como el tipo de sustancia usada, la cantidad consumida, la frecuencia
de consumo y las vías de administración. Este nivel podría tener similitudes con el modelo médico,
en tanto sería fundamental considerar aspectos bioquímicos relacionados con la sustancia y
biológicos relacionados con el individuo (Pastor y López-Latorre, 1993).

El segundo de los polos hace referencia a la variable “sujeto”. En este registro se encontrarían
articulados elementos como la personalidad del consumidor y sus esferas cognitiva y afectiva
(identidad, autoestima, actitudes, locus de control1, impulsividad, percepciones, emociones, etc.).
Se engloban en este punto, todos los elementos que puedan estar influyendo en la conducta del

1
De acuerdo a Laura Oros (2005, p. 90): “El locus de control se refiere a la posibilidad de dominar un acontecimiento
según se localice el control dentro o fuera de uno mismo (Bandura, 1999; Richaud de Minzi, 1990). Cuando una situación
se percibe como contingente con la conducta de uno, se habla de locus de control interno. En este caso, el individuo
siente que tiene la capacidad de dominar el acontecimiento. Si en cambio esta situación no es contingente con la
conducta del sujeto, se denomina locus de control externo, donde, no importa los esfuerzos que el individuo haga, el
resultado será consecuencia del azar o del poder de los demás”.

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sujeto y que son particulares de ese sujeto en específico, considerándose, además, su momento
en el ciclo vital.

En el tercero de los polos se encuentra la variable “ambiente”, donde quedarían incluidos todos
los factores referentes a la situación social donde se encuentre inmerso el consumidor como:
medio sociocultural, comunitario y familiar, ambiente de crianza, deprivación, marginación,
desempleo, relaciones interpersonales con otros sujetos y con la familia, la escuela o los grupos de
pares, contenidos ideológicos, creencias, valores, representaciones, prejuicios, etc.

Según Pastor y López-Latorre (1993, p. 26) estos tres niveles, considerados de manera conjunta:

“Influyen en el modo en que el sujeto percibe el mundo y se relaciona con él,

manifestándose el resultado de esta compleja y dinámica red de elementos en interacción

en la conducta funcional del individuo en la escuela, en la comunidad y con respecto a sí

mismo, o en un comportamiento disfuncional y desadaptativo representado en el abuso

de sustancias.

En esta lógica, las medidas que destacan desde el modelo psicosocial son las acciones orientadas a
los tres niveles antes descritos. Si bien, desde este modelo, las medidas que se implementan
buscan apuntar de manera integral a todos los niveles —lo que hace que una acción pueda
apuntar a uno o más niveles—, para efectos comprensivos se puede clasificar algunas de las
acciones propuestas por Pastor y López-Latorre (1993) en la siguiente tabla:

NIVELES ACCIONES

Droga Las acciones debieran considerar aspectos bioquímicos específicos de cada


droga. En este sentido, las acciones relacionadas con un tipo de droga no pueden
ser iguales a otra. Por ejemplo: la exigencia de abstinencia, la consideración de
los efectos en cada persona, las repercusiones en el funcionamiento biológico,
fisiológico y neurológico del organismo, entre otras.
Sujeto Las acciones que se pueden realizar en este nivel tienen relación, entre otras,
con:
Entrenar habilidades (asertividad, autocontrol, formas de afrontamiento) que
capaciten al individuo para hacer frente, resistir y rechazar el consumo de drogas.
Promover de competencias personales y sociales dirigidas a fomentar la
autoestima, el autoconcepto positivo, la capacidad de logro y las habilidades
cognitivo-comportamentales.
Dotar a la persona y a la familia de un sentido de pertenencia, de control sobre
sus destinos, de valoración de un locus de control interno.

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Ambiente En este nivel, se propician acciones para fomentar el apoyo y cohesión familiar,
garantizar condiciones básicas de vida y desarrollo, igualdad de oportunidades en
el acceso a la educación, fomento del empleo y aprendizaje profesional, entre
otras.

1.6. MODELO ECOLÓGICO


Este modelo surge a partir de la psicología ambiental y toma como punto de partida la idea de que
existen interrelaciones entre el sistema ambiental, el sistema organísmico y el sistema
comportamental. Desde esta lógica, el modelo ecológico aborda el estudio de las relaciones
interdependientes entre las acciones de una persona dirigidas a una meta y los escenarios en que
tales acciones acontecen, tratando de comprender el impacto del ambiente desde la perspectiva
del individuo. El énfasis se centra en la adaptación del sujeto, en su capacidad para afrontar los
acontecimientos, teniendo como elemento primordial el medio donde se desenvuelve, por lo
tanto su foco de intervención serán los ambientes para maximizar el funcionamiento de las
personas (Pastor y López-Latorre, 1993).

Respecto específicamente al consumo de drogas, el modelo ecológico parte de la premisa de que


la emisión de ciertas conductas está bajo el control de ciertas consecuencias disponibles en el
ambiente y que pueden reforzarse, dependiendo de los efectos esperados.

El consumo y la utilización de drogas será vivido como placentero por el sujeto en la medida en
que le permita producir cambios en el ambiente: atención en los demás, interacción social,
interrupción del dolor, etc. y en la medida en que tales cambios sean buscados y apetecidos por él
(Varela, 1986; en Pastor & López-Latorre, 1993).

En este sentido, el consumo de drogas conllevaría una serie de efectos que tendrán distintas
valoraciones, dependiendo de razones individuales. El uso de una droga dependerá de
condicionantes individuales, disponibilidad, capacidad adquisitiva del sujeto, tolerancia fisiológica,
efectos esperados, etc.

Respecto a la intervención, el modelo ecológico no propone una forma de prevención


estandarizada, sino que aboga por formas de intervención muy particularizadas, del modo uno a
uno, entendiendo que todo sujeto tiene distintas motivaciones para consumir y que su ambiente
puede ser diverso y cambiante.

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De acuerdo a lo anterior: ¿Qué modelo explicativo del consumo de drogas le
parece más adecuado para el trabajo con adolescentes? ¿Por qué?

2. VULNERABILIDAD Y CONCEPTO DE RIESGO PSICOSOCIAL


La vulnerabilidad puede entenderse como la relación de equilibrio y desbalance entre los factores
o mecanismos protectores y la situación de riesgo, que deja a la persona en una situación de
fragilidad que la hace más propensa a reaccionar de forma adversa frente a una situación
determinada (Aron y Milicic, 1999).

Desde este término, se desprende el concepto de riesgo psicosocial que alude a la presencia de
situaciones contextuales o dificultades personales que cuando están presentes, elevan la
posibilidad de desarrollar problemas de distinta índole, ya sean emocionales, conductuales o de
salud.

Cuando se habla de riesgo psicosocial se trata tanto de las características del entorno inmediato o
distante como de las características personales que aumentan la probabilidad de que un
adolescente en particular, manifieste dificultades en su desarrollo y, por ende, en su
comportamiento actual y futuro. En este sentido, el enfoque de riesgo psicosocial es una
perspectiva que permite analizar la complejidad de las características individuales, contextuales y
sociales que contribuyen a generar fenómenos como el abuso de drogas, la delincuencia, el
fracaso y la deserción escolar, entre otros (CONACE, 2007).

La mirada de riesgo psicosocial se basa en la idea de que el proceso y desarrollo de los seres
humanos no se puede entender de manera aislada de su contexto. Esto implica que cuando los
sujetos muestran comportamientos de riesgo, estos no se pueden entender al margen de las
características del contexto en que se manifiestan (SENDA, 2012).

Desde aquí se puede entender el “estar en riesgo” como la interacción de factores externos
(influencia de pares, familia, escuela, comunidad y cultura) con vulnerabilidades individuales
(características cognitivas, capacidad de resolución de conflictos, tolerancia a la frustración, etc.)
que sensibilizan a ciertos sujetos y los dejan expuestos a reaccionar de manera negativa frente a
situaciones adversas (SENDA, 2012).

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2.1. FACTORES DE RIESGO Y FACTORES DE PROTECCIÓN
Son diversos los factores que se han identificado y que diferencian a las personas que usan drogas
de los que no las usan. Estudios hechos durante las últimas dos décadas han intentado determinar
el origen y la trayectoria del uso de drogas, cuándo empieza este problema y cómo progresa. Los
factores asociados con un potencial mayor para el desarrollo de estas conductas de riesgo se
llaman factores de riesgo, mientras que los asociados con una reducción en la probabilidad de esta
conducta se llaman factores de protección. Los factores de riesgo y de protección abarcan
características sicológicas, sociales, familiares y de conducta (NIDA, 2000 en CONACE, 2004).

El análisis de los factores de riesgo, tanto del entorno como individuales, permite, además,
rescatar las capacidades del joven que muchas veces son invisibilizadas frente a la estigmatización
del consumo. Hay que asumir, sin embargo que, pese a las adversidades y a los factores de riesgo
asociados, un ser humano puede desarrollar una trayectoria de vida distinta. Por esta razón es
muy importante ser precavidos y criteriosos en esta materia, ya que conocer los factores de riesgo
a los que se ve expuesto un adolescente no produce la certeza absoluta de que se desarrollarán
hábitos de consumo, sino que conocer esos factores de riesgo ayuda a estimar una probabilidad
de ocurrencia.

La clasificación que se presenta a continuación es una propuesta de Trudel y Puentes-Neuman


(2000, en SENDA, 2012) que intenta facilitar el análisis de factores de riesgo en niños, niñas y
adolescentes, categorizándolos en seis ítems, de acuerdo a un continuo que va desde el nivel
individual hasta el nivel sociocultural.

a) Factores individuales:

Los factores de riesgo individuales se refieren a rasgos personales que pueden generar
dificultades en la relación con el entorno como, por ejemplo, una baja capacidad de
resolución de conflictos, actitudes y valores favorables hacia conductas de riesgo, trastornos
de aprendizaje, entre otros.

b) Factores familiares:

Ciertas características familiares como la baja cohesión familiar, padres con enfermedad
mental, presencia de estilos parentales coercitivos, ambivalentes o permisivos, entre otros,
han sido considerados factores de riesgo asociados a diversas problemáticas. También se ha
vinculado la pobreza familiar como un estresor que tiene un importante impacto sobre el
desarrollo de niños y adolescentes.

c) Factores ligados al grupo de pares:

Se considera que el ser rechazado por los pares, el pertenecer a un grupo con una actitud
favorable hacia comportamientos de riesgo como, por ejemplo, el consumo abusivo de

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drogas, son eventos que aumentan la probabilidad de que niños y adolescentes manifiesten
comportamientos problemáticos.

d) Factores escolares:

La escuela es una institución relevante en el desarrollo de niños y adolescentes, ya que en


ellos pasan gran parte de su tiempo, por lo que sus características, proyecto educativo e
historia son variables relevantes a tomar en cuenta. Por ejemplo, si en la escuela se observa
un bajo apoyo de profesores hacia los jóvenes, sentimiento de alienación o tener compañeros
que manifiesten actitudes violentas, esto puede tener efectos importantes sobre los
estudiantes.

e) Factores sociales/comunitarios:

Las organizaciones de nivel mayor, como las comunidades, también influyen en forma
importante sobre la vida de niños y adolescentes por medio del nivel de apoyo que les
entreguen en conjunto, con el nivel de inclusión o exclusión de actividades comunitarias.

f) Factores socioculturales:

Finalmente, la presencia de estereotipos culturales y las asociaciones basadas en prejuicios


como asumir que los jóvenes pobres son delincuentes, también influyen en el desarrollo de
conductas de riesgo. Estos conceptos son manejados por personas e instituciones,
determinando su actitud hacia los adolescentes, como abrirles o cerrarles oportunidades.

Es dable señalar que, entre los factores de riesgo, la OMS (CONACE, 1996) planteó que las
enfermedades, entre ellas la drogadicción, se produce por la interacción y mutua influencia de tres
elementos: huésped (individuo), medio (ambiente) y agente (droga).

Para efectos de los factores huésped (individuo) y medio (ambiente), estos son homologables a los
factores precedentemente señalados.

Respecto del factor agente (droga), la OMS ha estimado importante considerar que la droga, en sí
misma, constituye un factor de riesgo. Concretamente, un tipo de droga difiere de otras en
relación a los efectos que produce, la duración de los mismos en el organismo, la cantidad que se
requiere consumir, la frecuencia del consumo para obtener los efectos buscados o esperados, y las
vías de administración y formas de consumirlas, que implican diversas complicaciones para la
salud.

Con esta revisión es posible concluir que los factores de riesgo pueden tener una variedad de
orígenes y esto nos muestra la complejidad de estas problemáticas. Tal como se señaló
anteriormente, es importante entender que el conocimiento de los factores de riesgo a los que se
ve expuesto un niño o adolescente no expresa la certeza de ocurrencia de una conducta, pues no
es posible establecer relaciones de causa y efecto, sino que la presencia de un número importante

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de factores de riesgo puede indicar una alta probabilidad de que una conducta ocurra. Esta noción
de probabilidad en la predicción de comportamientos de riesgo surge desde la constatación de
que existen niños que, si bien se encuentran en una situación desfavorable desde la perspectiva de
los factores de riesgo, son capaces de salir adelante logrando, por ejemplo, un desarrollo
psicológico sano. Este fenómeno se conoce como resiliencia y es uno de los aspectos a tener en
cuenta al momento de trabajar con población adolescente y vulnerable (SENDA, 2012).

El concepto de resiliencia ayuda a considerar que, frente a la adversidad, las personas no


reaccionan de la misma forma y pueden tener posibilidades de salir del círculo adverso. Así, en un
niño o joven puede coexistir todos los factores de riesgo posibles y, sin embargo, no externalizar
comportamientos de riesgo.

2.2. ALGUNAS DIFERENCIAS ENTRE FACTORES Y CONDUCTAS DE


RIESGO
Cuando se trabaja con el consumo de drogas en la población adolescente, resulta fundamental
distinguir entre los conceptos de factores y conductas de riesgo. Los factores de riesgo, tal como
se explicó, hacen referencia a los antecedentes que aumentan la probabilidad de presentar
problemas emocionales, conductuales, sociales o de salud, mientras que las conductas de riesgo
se refieren al resultado que tiene la acción de estos factores como, por ejemplo, el abuso de
sustancias (SENDA, 2012).

Los factores de riesgo tienen un efecto acumulativo, es decir, no se presentan en forma aislada y
es muy improbable determinar relaciones lineales, pues, muchas veces, los mismos factores de
riesgo influyen en el desarrollo de múltiples conductas de riesgo. Lo que sí se puede plantear es
que si hay muchos factores de riesgo a los que están expuestos los sujetos, es más probable la
existencia de conductas de riesgo asociadas. Por lo tanto, si se trabaja con los factores protectores
de riesgo es posible disminuir la probabilidad de aparición de las conductas de esta índole si se
enfoca en potenciar los factores de protección que se encuentran asociados.

Los factores protectores son las variables asociadas a la reducción de una conducta de riesgo, en el
caso que se está trabajando estaría asociado a la reducción del uso de drogas. Estos factores
actuarían disminuyendo o contraponiéndose a los factores de riesgo a los que el sujeto se ve
expuesto. Mientras los factores de protección se vean fortalecidos, será posible disminuir los
efectos negativos de los factores de riesgo y, con ello, disminuir las conductas de riesgo como, por
ejemplo, el consumo problemático de sustancias (SENDA, 2012).

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2.3. FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS AL CONSUMO DE DROGAS
De acuerdo a SENDA (2012) en nuestra sociedad es relativamente frecuente un cierto grado de
experimentación con el alcohol y el tabaco a partir de la adolescencia. La mayoría de las personas,
luego de un periodo de experimentación, adoptan un patrón de consumo aceptable socialmente y
no tienen problemas futuros. Hay, sin embargo, un número de adolescentes que avanzan hacia
otros tipos de consumo más perjudiciales. Las razones de este salto de un patrón de consumo
experimental a otro más dañino pueden ser múltiples y la mayoría de las investigaciones que han
analizado las características de este fenómeno han aludido a esas múltiples variables explicativas.

Dichas investigaciones han establecido que las condicionantes psicosociales y los ámbitos cercanos
al adolescente como la familia, la escuela y los pares pueden tener una gran importancia a la hora
de explicar esta problemática, aun cuando no se resta importancia a otras variables de naturaleza
macrosocial o individual.

Si se consideran los ámbitos cercanos al adolescente, se ha encontrado que uno de los factores de
riesgo de consumo en ese rango etario es la facilidad de acceso a las drogas, lo que se ha
relacionado fuertemente con un mayor consumo. Otros hallazgos muestran que, mientras más
alta sea la permisividad social hacia el consumo, más frecuente será la implicación de los jóvenes
en él. En este sentido, se hace referencia tanto a la “permisividad formal” que tiene que ver con
las normas y leyes sobre el consumo como a la “permisividad informal”, es decir las actitudes y
valores sociales favorables al consumo (SENDA, 2012).

En cuanto al ámbito individual, varios han sido los factores que se han reconocido como
importantes en una posible conducta de riesgo de consumo, e incluirían aspectos cognitivos,
emocionales, personales y conductuales. Un ejemplo es que se ha encontrado que una valoración
positiva hacia el consumo de drogas puede preceder al inicio de la conducta de consumo en
adolescentes.

Finalmente, el uso de drogas que comienza a edades tempranas también ha sido señalado como
un predictor de una conducta problemática futura. De acuerdo a CONACE (2004), cuanto más
temprano sea el inicio en el consumo de una droga, más aumenta la probabilidad de que el sujeto
llegue a abusar de esa sustancia o se implique en el consumo problemático.

A continuación se describen factores de riesgo y de protección asociados a diversas áreas de


interés para niños y adolescentes. En una adaptación realizada por CONACE de la Guía de
intervenciones: Menores y consumo de drogas, Madrid, España (2002) se describen esos factores,
organizados por área: recursos personales, familia, grupo de pares, escuela, comunidad-barrio y,
por último, ocio y tiempo libre (CONACE, 2004).

Las tablas tienen una gran importancia, en tanto permiten poner en contraposición algunas de las
conductas que pueden aparecer como factores de riesgo o protección en el sujeto y que lo
predisponen o no para presentar consumo problemático de drogas.

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RECURSOS PERSONALES

Factores de riesgo Factores de protección


 Niveles bajos de autoestima.  Concepto positivo de sí mismo.
 Falta de autonomía en la acción y  Adecuada autoestima.
toma de decisiones.
 Autonomía acorde a su edad.
 Dificultad para asumir
 Responsabilidad.
responsabilidades.
 Interiorización de límites y normas.
 Ausencia de normas y límites.
 Manejo en la resolución de problemas.
 Ausencia de adultos para apoyar al
adolescente.  Autocontrol emocional y conductual.
 Incapacidad de autocontrol,  Habilidades sociales.
impulsividad y baja tolerancia a la
 Capacidad para expresar y reconocer
frustración.
sentimientos.
 Actitud evasiva ante los
 Tolerancia a la frustración.
problemas/conflictos.
 Disponibilidad de adultos que sirvan de
 Dificultad para reconocer y expresar
apoyo al adolescente.
sentimientos.
 Tener metas personales y proyecto de
 Patología psiquiátrica.
vida.

RELACIONES CON LA FAMILIA

Factores de riesgo Factores de protección

 Ausencia de afectividad y  Límites y normas claras.


comunicación.
 Reconocimiento y aceptación del
 Actitudes y comportamientos. hijo/a.
permisivos y/o positivos ante la droga.
 Experiencia de refuerzos positivos ante
 Falta de cohesión del grupo familiar y el esfuerzo y valoración del
aislamiento emocional de sus rendimiento y motivación de la
miembros. eficacia; apoyo para superar los
fracasos.
 Pérdida de roles de las figuras de
autoridad: ausencia de límites y  Ambiente familiar afectivo y
normas claras. comunicación positiva.
 Incoherencia en la supervisión:  Cohesión del grupo familiar.
excesiva exigencia en determinados
 Actitudes y comportamientos
aspectos y excesiva tolerancia en
contrarios al consumo de drogas;
otros.
rechazo de las conductas de riesgo.
 Exceso de protección; disciplina

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ESTE DOCUMENTO CONTIENE LA UNIDAD 2
severa.  Modelos de conductas positivas en los
padres.
 Falta de reconocimiento y aceptación
del/la hijo/a.  Roles claros y presencia de figuras de
autoridad.
 Ausencia de participación y disfrute en
el tiempo libre.  Supervisión y procedimientos de
control adecuados sobre sus
 Alcoholismo y/o drogadicción de
conductas.
algunos de los miembros de la familia.
 Seguimiento y apoyo en el rendimiento
 Situación de estrés de la familia por
y asistencia escolar.
problemas económicos, de pareja, etc.
 Participación y disfrute en el tiempo
libre familiar.
 Adecuado estilo de resolución de
conflictos (no violento), ambiente de
humor y calidez.

RELACIONES CON EL GRUPO DE PARES

Factores de riesgo Factores de protección


 Excesiva dependencia del grupo.  Capacidad crítica y desarrollo del
criterio propio.
 Inclusión en grupo proclive a la
transgresión y con actitudes positivas  Toma de decisiones personales.
hacia el consumo de drogas.
 Inclusión en grupos con ausencia de
 Oportunidades para incurrir en conductas desadaptativas.
conductas problemáticas.
 Modelos de amigos no consumidores
 Exposición a modelos que manifiestan de drogas.
conductas de riesgos (amigos o
 Participación en grupo de carácter
consumidores).
positivo (asociaciones, clubes
 Dificultad para establecer relaciones deportivos, etc.).
personales.
 Red amplia de amigos.
 Dificultad para identificarse con otros
 Competencia social para las relaciones
grupos no relacionados con el
personales.
consumo.
 Desarrollo adecuado de habilidades
 Escaso desarrollo de habilidades
sociales.
sociales.

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RELACIONES CON LA ESCUELA COMUNIDAD – BARRIO

Factores de riesgo Factores de protección


 Dificultades de adaptación. Sensación  Organización social adecuada.
de inutilidad y desmotivación.
 Cohesión social en el barrio.
 Ausentismo escolar y pasividad.
 Relaciones positivas de vecindad.
 Mal rendimiento académico unido a Integración e inclusión social.
autoconcepto bajo.
 Apoyo social y protección a los
 Ausencia de hábitos de trabajo y de adolescentes.
recursos culturales.
 Recursos comunitarios suficientes para
 Ausencia de modelos de referencia en el adolescente, conocimiento y
los profesores tutores. accesibilidad a los mismos.
 Poca integración con sus compañeros.  Dificultades de acceso a las sustancias.
 Desinterés hacia lo escolar entre sus
iguales.
 Problemas de integración de normas.
 Experiencia de poca competencia:
fracaso escolar y abandono temprano
de los estudios.
 Falta de preparación y de
oportunidades, intereses y niveles de
aspiración bajos.
 Relación distante de los profesores
con sus alumnos.
 No abordaje de la prevención del uso
de drogas en la institución educadora.
 Situación socioeconómica precaria.
 Problemas de integración e inclusión
social.
 Desestructuración social.
 Ausencia de apoyo social: escasos
recursos comunitarios.
 Degradación de la zona (barrios
conflictivos del entramado urbano).
 Accesibilidad a las sustancias y tráfico
de drogas.

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OCIO Y TIEMPO LIBRE

Factores de riesgo Factores de protección


 El joven no tiene estructurado sus  El joven logra organizar sus momentos
momentos de ocio y tiempo libre. de ocio y tiempo libre y las diferencia
de sus rutinas habituales de trabajo y/o
 Implantación del modelo de ocupación
estudio.
del tiempo libre (“carretes” y
diversión) asociado al consumo de  Aficiones diversas.
drogas y alcohol.
 Acceso a actividades y recursos
 Pautas culturales de diversión positivos para el ocio y otras
asociadas al descontrol. actividades informales.
 Escasez de alternativas de uso del  Actitud crítica ante el modelo de
tiempo libre. ocupación de ocio.
 Ausencia de asociación: diversión =
consumo de drogas.
 Inquietud cultural, deportiva,
recreativa.

3. REGULACIÓN JURÍDICA LEY DE DROGAS N° 20000


Para completar la contextualización que se ha realizado, es importante conocer algunos elementos
básicos de la regulación jurídica que existe en Chile, respecto al consumo de sustancias.

La Ley 20000, conocida como Ley de Drogas, es una ley que tipifica delitos y faltas relacionados
con la venta y el consumo de drogas y entrega facultades específicas a las autoridades para actuar,
dependiendo del caso. Fue promulgada el 2 de febrero de 2005 y sustituyó a la Ley 19366 que
sancionaba el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, dictaba y modificaba
diversas disposiciones legales y derogaba la Ley 18403.

En el caso específico del consumo de sustancias, de acuerdo a la Ley 20000, el consumo es una
falta —no un delito—, por lo que no tiene penas privativas de libertad. En el artículo 50 se
establecen especificidades respecto al consumo, señalándose, por ejemplo, que las personas que
porten o consuman drogas en lugares públicos o quienes consuman dichas drogas en lugares o
recintos privados, si se hubiesen concertado para tal propósito, tendrán sanciones diversas como:

 Multas de una hasta diez UTM.

 Obligatoriedad de asistir a programas de prevención, tratamiento o rehabilitación en


instituciones de salud.

 Exigencia de participar en actividades comunitarias o de beneficio a la comunidad gestionados


y ofrecidos desde alguna municipalidad. En este caso, el juez es quien especifica cuál será el

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ESTE DOCUMENTO CONTIENE LA UNIDAD 2
lugar, cantidad de horas y tipo de actividad que deberá desarrollarse, sin perjudicarse las
actividades laborales o estudiantiles del individuo.

 Se plantean además, como pena accesoria, la suspensión de la licencia para conducir vehículos
motorizados por un plazo máximo de entre seis meses y dos años (si hay reincidencia).
Del mismo modo, se mencionan algunas faltas especiales como realizar el consumo en lugares
específicos como lugares de detención, recintos militares o policiales por personas ajenas a él o en
un establecimiento educacional o de salud por quienes se desempeñen como docentes o
trabajadores. En tales casos la multa debe ser siempre pagada en su máximo grado.

Por último, es importante destacar que en el artículo 53, se establecen algunos elementos que
aplican a los menores de 18 años:

“Las disposiciones de este Título se aplicarán también al menor de dieciocho años, el que

será puesto a disposición del juez de menores correspondiente. El juez, prescindiendo de

la declaración de haber obrado o no con discernimiento respecto del que tuviere más de

dieciséis años, podrá imponer al menor alguna de las medidas establecidas en la ley Nº

16618 o de las siguientes, según estimare más apropiado para su rehabilitación:

a) Asistencia obligatoria a programas de prevención, hasta por sesenta días, o tratamiento

o rehabilitación, en su caso, por un período de hasta ciento ochenta días, en instituciones

consideradas idóneas por el Servicio de Salud de la ciudad asiento de la Corte de

Apelaciones respectiva. Esta medida se cumplirá, en lo posible, sin afectar la jornada

escolar o laboral del infractor.

b) Participación del menor, con acuerdo expreso de este, en actividades determinadas a

beneficio de la comunidad, a propuesta del departamento social de la municipalidad

respectiva, hasta por un máximo de treinta horas, o en cursos de capacitación por un

número de horas suficientes para el aprendizaje de la técnica o arte objeto del curso. El

juez de menores deberá indicar el tipo de actividades de que se trate, el lugar en que se

desarrollarán y el organismo o autoridad encargada de su supervisión. Esta medida se

cumplirá sin afectar la jornada escolar o laboral del infractor.

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Revise los artículos 50 y 54 de la Ley 20000 (disponible en:
http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=235507) y luego analice:

¿Qué recomendaciones haría respecto de estos artículos? ¿Son adecuadas las sanciones?
¿Sería necesario distinguir los tipos de drogas? ¿Por qué?

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COMENTARIO FINAL
La contextualización que se ha realizado permite reafirmar una idea que se ha mencionado en
varias ocasiones: el consumo problemático de drogas es un fenómeno complejo, multicausal,
difícil de entender si no se analizan todas las aristas implicadas en su aparición.

Por eso, para aportar en el abordaje de la complejidad del problema, se ha transitado por tres
grandes áreas que permiten entregar un marco comprensivo y de contextualización. En primer
lugar, los modelos explicativos del consumo de drogas han permitido entender que existen
diversas formas de comprender este fenómeno, de abordarlo y, por lo tanto, diversas formas de
intervenir.

Respecto a ello, sin desmerecer los aportes que han entregado los distintos modelos que se han
revisado, es el modelo psicosocial el que parece más apropiado para trabajar con adolescentes,
pues considera un análisis más integral de las distintas variables que pueden estar influyendo en la
presencia del fenómeno de consumo abusivo de drogas. La interacción dinámica entre distintos
niveles: la sustancia consumida, el sujeto consumidor y la situación social en que tiene lugar el
consumo, provee de los elementos necesarios para identificar la problemática e intervenir de
manera oportuna e integral en ella.

En segundo lugar, se revisó el marco comprensivo basado en los factores de riesgo y factores de
protección, que permite entender de mejor manera por qué una persona puede estar más
vulnerable a presentar consumo problemático de drogas. En este aspecto, se reconoció de manera
enfática que la presencia de numerosos factores de riesgo no permite establecer la certeza de
aparición de consumo problemático de drogas, sino solo una probabilidad de ocurrencia. En este
ámbito, el concepto de resiliencia permite nombrar la situación que hace que una persona
enfrente la adversidad, aun cuando tenga numerosos factores de riesgo asociados.

Por último, la revisión de la Ley de Drogas 20000 (sobre los artículos relacionados con consumo de
drogas) ha entregado un marco mínimo legal para entender las regulaciones y sanciones que
existen en Chile respecto a las drogas ilegales.

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REFERENCIAS
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mejoramiento. Santiago, Chile: Editorial Andrés Bello.

Observatorio Regional de Drogodependencias de la Comunidad de Madrid. (s. f.). Casos clínicos en

psiquiatría relacionados con el consumo de cannabis. Recuperado de:

http://www.patologiadual.es/docs/libro_casos_clinicos_psiquiatria.pdf

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herramientas para la prevención. Santiago, Chile.

CONACE. (2004). Orientaciones técnicas para el tratamiento y rehabilitación del consumo

problemático de sustancias en población de niños, niñas y adolescentes, desde una mirada

comprensiva evolutiva. Santiago, Chile.

CONACE. (2007). Orientaciones técnicas Tratamiento del consumo problemático de alcohol y

drogas y otros trastornos de salud mental en adolescentes infractores de ley. Área Técnica

de Tratamiento y Rehabilitación, Ministerio del Interior, Chile.

Ley 20000 (2005). Sustituye la Ley Nº 19366, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y

sustancias sicotrópicas. Publicada en el Diario Oficial el 16 de febrero de 2005. Disponible

en: http://bcn.cl/1m10w

Oros, L. (2005). Locus de control: Evolución de su concepto y operacionalización. Revista de

Psicología de la Universidad de Chile, vol. XIV, n° 1, pp. 89-98.

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Pastor, J. y López-Latorre, M. (1993). Modelos teóricos de prevención en toxicomanías: Una

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Perales, A. (s. f.). Capítulo 8: Modelos conceptuales de enfermedad en la enseñanza de la

psiquiatría. En Rotondo, H. (s. f.). Manual de psiquiatría. 2ª edición. Recuperado de:

http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/psicologia/manual_psiquiatr%C3%ADa/cap-

8.htm

Pons, X. (2008). Modelos interpretativos del consumo de drogas. Polis, vol. 4, n° 2, pp. 157-186.

Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, SENDA.

(2012). A tiempo. Una estrategia de detección precoz y trabajo preventivo del consumo de

drogas y alcohol en adolescentes. Ministerio del Interior y Seguridad Pública, Chile.

PARA REFERENCIAR ESTE DOCUMENTO, CONSIDERE:

IACC (2015). Perspectivas comprensivas del consumo de drogas. Intervención con adolescentes por

consumo de drogas. Unidad 2.

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