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UNIDAD 2
Perspectivas
Comprensivas del
Consumo de Drogas
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ESTE DOCUMENTO CONTIENE LA UNIDAD 2
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ÍNDICE
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PERSPECTIVAS COMPRENSIVAS DEL CONSUMO DE DROGAS
OBJETIVO ESPECÍFICO
Analizar desde una perspectiva comprensiva, los antecedentes históricos, epidemiológicos y legales, así
como los modelos explicativos que inciden en el fenómeno del consumo de drogas en Chile.
INTRODUCCIÓN
“Sentí que había gente que yo le interesaba o que le importaba, igual tuvieron un compromiso
conmigo (…) las gracias por haberme hecho cambiar, por haberme hecho abrir los ojos, por hacer
que yo me diera cuenta que podía hacer mucho más de lo que estaba haciendo en la calle”.
A lo largo del ciclo vital, las personas se relacionan con una amplia red de sistemas sociales como
son la escuela, la familia, los grupos de pares y otras instituciones que influyen, de forma directa o
indirecta, en su desarrollo. Esto, unido a las características individuales del sujeto, conforma una
compleja red de condicionantes que permiten la aparición o recurrencia de conductas, decisiones,
condiciones de vida y hábitos diversos.
De aquí surge que el uso y abuso de drogas —como ocurre con otras problemáticas
psicosociales— está atravesado por distintas interpretaciones y miradas. Dado que se trata de una
problemática social compleja, sus causas, consecuencias e implicaciones pueden ser igualmente
múltiples. De acuerdo a lo expresado por Xavier Pons (2008) se trata de una problemática que
involucra variables psicológicas, médicas, bioquímicas, sociológicas, etnológicas, jurídicas,
económicas, políticas, educativas, históricas y éticas, entre otras.
La complejidad de esta problemática debe invitar a quienes trabajan en el área a analizar todas las
variables que se encuentran asociadas con el fin de entender este fenómeno en toda su amplitud,
evitando las lecturas unívocas y causales. Siguiendo esta línea, los contenidos que se presentan a
continuación buscan situar y contextualizar la problemática del consumo de drogas a partir de tres
aspectos: modelos que buscan explicar las distintas variables intervinientes en el consumo,
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vulnerabilidad del sujeto asociado a factores de riesgo y de protección y normativa legal vigente
en Chile respecto al consumo de drogas.
A continuación se revisarán los principales modelos explicativos del consumo de drogas, los que
han sido utilizados de manera más frecuente para entender este complejo fenómeno.
El modelo jurídico se centra de manera especial en las acciones que se puedan desarrollar con
aquel consumo de sustancias que pueda ser considerada delito o causa de delito y las sanciones
que puedan derivar de aquello. El individuo que consume drogas no legales es considerado
desviado e incluso, un posible delincuente, por lo que el modelo se centra en esas posibilidades,
indicando responsabilidades personales en el acto delictivo y las sanciones que derivan. La droga,
desde este modelo, es percibida como un elemento peligroso y capaz de hacer peligrar la
integridad física de los individuos y de la comunidad. Toda actividad relacionada con las drogas
sería entonces posible de ser catalogada como ilegal y el individuo implicado deberá responder
ante el sistema judicial (Pons, 2008).
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1.2. MODELO DE LA DISTRIBUCIÓN DEL CONSUMO
Este modelo pone el foco en entender el problema de la oferta y disponibilidad de una sustancia
en una población determinada, especialmente referido a las drogas legales y a la importancia que
puede adquirir la disponibilidad de una sustancia como factor explicativo de su consumo. En este
sentido, el problema del consumo de alcohol y otras drogas puede ser entendida a partir de la
mayor o menor facilidad de acceso que tengan los ciudadanos a ellas, es decir, su aporte es
analizar las relaciones existentes entre la oferta y el consumo en un medio social cualquiera (Pons,
2008).
Parker y Harman (1980, en Pons, 2008) han indicado que el modelo de la distribución de consumo
se basa en las siguientes premisas:
Las drogas legales causan enfermedades y accidentes que elevan las cifras de morbilidad y
enfermedades en las sociedades actuales.
El control de la disponibilidad de sustancias dañinas se puede ver influido por los cambios en
las normas que regulan su distribución. El modelo de distribución del consumo aparece
asociado a procedimientos de control legislativo, es decir, depositará su confianza en los
recursos legales que se tengan a disposición para controlar la disponibilidad de drogas.
En definitiva, el modelo de distribución del consumo tiene aspectos similares al modelo jurídico,
pero se diferencia de este, porque también se centra en los efectos negativos de las sustancias
legales en la sociedad, buscando afianzar las medidas legislativas tendientes a restringir la oferta y
la disponibilidad de drogas en la sociedad en general.
De acuerdo a Pons (2008) algunas de las medidas que han sido propuestas para limitar el consumo
de drogas son: aumento de los precios, control de la publicidad, incremento de las edades de
consumo legal, restricciones de horarios de apertura de los establecimientos vinculados al
consumo, multas y sanciones a establecimientos que vendan sustancias a menores de edad,
sanciones al consumo en lugares no habilitados o sanciones para conductores ebrios, por ejemplo.
Este modelo es importante para comprender aspectos ligados a la oferta y demanda de drogas y a
las adecuaciones que se van haciendo desde lo legal para limitar el consumo. Sin embargo, es
relevante entender que se trata de un modelo focalizado, que no menciona factores psicológicos y
sociales y, por lo tanto, no se trata de un modelo explicativo integral del consumo de drogas.
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1.3. MODELO MÉDICO
En términos generales, el modelo médico ve la enfermedad como producida por la acción de un
agente etiológico que al actuar sobre un sistema, rompe su equilibrio y altera su estructura o
función. De este modo, la enfermedad, sea cual fuere el factor que la produzca, depende, en
primer lugar, de la perturbación interna del organismo que será la que provoque los síntomas.
Desde esta perspectiva, la dependencia a las drogas es vista como una enfermedad, que podría ser
comparable a otras enfermedades, donde la explicación estaría en la relación entre los procesos
biológicos del sujeto y las características químicas de las drogas. La dependencia a las drogas es
considerada como una enfermedad crónica, progresiva, con alto nivel de reincidencia y que se
caracteriza por una pérdida del control del individuo sobre su consumo (Perales, s. f.).
Pese a ello, la consideración de una persona drogodependiente como “enfermo” puede tener
efectos contraproducentes, pues en nuestra sociedad el ser enfermo contiene en sí la idea de
pasividad, puede ser usada con una valoración despectiva e igualmente se mantiene la idea de que
la persona enferma es desvalida, inútil, pasiva o distinta.
Por esta y otras razones, el modelo médico no resulta suficiente para explicar la problemática del
consumo de drogas. Pons (2008) indica algunas de sus carencias:
• Poner el foco en las explicaciones biologicistas deja de lado aspectos importantes como los
factores sociales involucrados en el consumo de drogas. El problema del consumo y de la
adicción desde el modelo médico se entiende solo como dentro de la persona que está
involucrada e implícitamente asume un origen desconocido, asumiéndose solo la posible
influencia de factores genéticos.
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sustancias no es suficiente para detener su consumo. Hay otros factores que se involucran en
que las personas opten por el consumo de drogas como la diversión, la aceptación grupal, la
imagen, el gusto por el riesgo, etc. Además, la opción por el consumo también dependerá de la
etapa del ciclo vital en el que se encuentre cada individuo.
• El modelo médico considera a la salud como ausencia de enfermedad, es decir, que la salud
solo consiste en no estar enfermo y que, al contrario, quien tenga un problema de salud
siempre será etiquetado como enfermo. La OMS, en cambio entiende la salud como un estado
más complejo, donde no todos los problemas de salud pueden ser calificadas como
enfermedades y donde la salud es una experiencia integral de bienestar, que supera a la simple
ausencia de enfermedad.
Desde esta lógica se puede entender que el uso y abuso de drogas puede convertirse en un sello
de identidad grupal, transgrediendo las normas y legalidades convencionales, pero dando pleno
sentido a su propia subcultura y reafirmando la pertenencia a su grupo de referencia.
• Medidas represivas sobre las conductas transgresoras presentes en la subcultura de las drogas.
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1.5. MODELO PSICOSOCIAL
El modelo psicosocial es fundamental para realizar un análisis abarcativo y reconocer que la
complejidad del fenómeno del consumo de drogas merece una mirada amplia y comprehensiva.
Desde esta perspectiva es primordial entender que existe una multiplicidad de factores que están
relacionados con el inicio y posterior persistencia del uso de la sustancia. De la misma forma, en el
rango de personas afectadas por el abuso de sustancias existe una amplia variabilidad de factores
precipitantes y de motivaciones para continuar el uso.
El modelo psicosocial surgió para proveer al campo del conocimiento una mirada más integrada
acerca del uso de sustancias, su prevención y su tratamiento. Este es el modelo al que se recurre
más frecuentemente cuando se planifican programas de prevención y/o de tratamiento,
independiente del hecho que muchos programas no consideren la multiplicidad de factores, sino
que sean más bien específicos. La presencia de este modelo como trasfondo de las
investigaciones, puede explicar más adecuadamente la naturaleza intrincada y compleja de la
dependencia a las drogas. De hecho, este modelo incorpora elementos de todos los otros modelos
que tienen un enfoque menos amplio y, en ocasiones, ha sido denominado modelo biopsicosocial
cuando se incluyen los componentes biológicos de la problemática.
En este modelo se considera que el individuo se constituye en su interacción dinámica con los
otros y con el conjunto de factores ambientales que definen su contexto. El análisis que se realiza
desde esta perspectiva tiene que, necesariamente, considerar tres niveles interrelacionados: la
sustancia consumida, el sujeto consumidor y la situación social en que tiene lugar el consumo. Así,
no hay posibilidades de reducir esta compleja problemática a una relación causa-efecto, sino que
habría diversas variables involucradas en distintas circunstancias específicas.
El primero de los polos hace referencia al nivel o variable “droga”, donde se encontrarían
articulados distintos factores como el tipo de sustancia usada, la cantidad consumida, la frecuencia
de consumo y las vías de administración. Este nivel podría tener similitudes con el modelo médico,
en tanto sería fundamental considerar aspectos bioquímicos relacionados con la sustancia y
biológicos relacionados con el individuo (Pastor y López-Latorre, 1993).
El segundo de los polos hace referencia a la variable “sujeto”. En este registro se encontrarían
articulados elementos como la personalidad del consumidor y sus esferas cognitiva y afectiva
(identidad, autoestima, actitudes, locus de control1, impulsividad, percepciones, emociones, etc.).
Se engloban en este punto, todos los elementos que puedan estar influyendo en la conducta del
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De acuerdo a Laura Oros (2005, p. 90): “El locus de control se refiere a la posibilidad de dominar un acontecimiento
según se localice el control dentro o fuera de uno mismo (Bandura, 1999; Richaud de Minzi, 1990). Cuando una situación
se percibe como contingente con la conducta de uno, se habla de locus de control interno. En este caso, el individuo
siente que tiene la capacidad de dominar el acontecimiento. Si en cambio esta situación no es contingente con la
conducta del sujeto, se denomina locus de control externo, donde, no importa los esfuerzos que el individuo haga, el
resultado será consecuencia del azar o del poder de los demás”.
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sujeto y que son particulares de ese sujeto en específico, considerándose, además, su momento
en el ciclo vital.
En el tercero de los polos se encuentra la variable “ambiente”, donde quedarían incluidos todos
los factores referentes a la situación social donde se encuentre inmerso el consumidor como:
medio sociocultural, comunitario y familiar, ambiente de crianza, deprivación, marginación,
desempleo, relaciones interpersonales con otros sujetos y con la familia, la escuela o los grupos de
pares, contenidos ideológicos, creencias, valores, representaciones, prejuicios, etc.
Según Pastor y López-Latorre (1993, p. 26) estos tres niveles, considerados de manera conjunta:
de sustancias.
En esta lógica, las medidas que destacan desde el modelo psicosocial son las acciones orientadas a
los tres niveles antes descritos. Si bien, desde este modelo, las medidas que se implementan
buscan apuntar de manera integral a todos los niveles —lo que hace que una acción pueda
apuntar a uno o más niveles—, para efectos comprensivos se puede clasificar algunas de las
acciones propuestas por Pastor y López-Latorre (1993) en la siguiente tabla:
NIVELES ACCIONES
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Ambiente En este nivel, se propician acciones para fomentar el apoyo y cohesión familiar,
garantizar condiciones básicas de vida y desarrollo, igualdad de oportunidades en
el acceso a la educación, fomento del empleo y aprendizaje profesional, entre
otras.
El consumo y la utilización de drogas será vivido como placentero por el sujeto en la medida en
que le permita producir cambios en el ambiente: atención en los demás, interacción social,
interrupción del dolor, etc. y en la medida en que tales cambios sean buscados y apetecidos por él
(Varela, 1986; en Pastor & López-Latorre, 1993).
En este sentido, el consumo de drogas conllevaría una serie de efectos que tendrán distintas
valoraciones, dependiendo de razones individuales. El uso de una droga dependerá de
condicionantes individuales, disponibilidad, capacidad adquisitiva del sujeto, tolerancia fisiológica,
efectos esperados, etc.
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De acuerdo a lo anterior: ¿Qué modelo explicativo del consumo de drogas le
parece más adecuado para el trabajo con adolescentes? ¿Por qué?
Desde este término, se desprende el concepto de riesgo psicosocial que alude a la presencia de
situaciones contextuales o dificultades personales que cuando están presentes, elevan la
posibilidad de desarrollar problemas de distinta índole, ya sean emocionales, conductuales o de
salud.
Cuando se habla de riesgo psicosocial se trata tanto de las características del entorno inmediato o
distante como de las características personales que aumentan la probabilidad de que un
adolescente en particular, manifieste dificultades en su desarrollo y, por ende, en su
comportamiento actual y futuro. En este sentido, el enfoque de riesgo psicosocial es una
perspectiva que permite analizar la complejidad de las características individuales, contextuales y
sociales que contribuyen a generar fenómenos como el abuso de drogas, la delincuencia, el
fracaso y la deserción escolar, entre otros (CONACE, 2007).
La mirada de riesgo psicosocial se basa en la idea de que el proceso y desarrollo de los seres
humanos no se puede entender de manera aislada de su contexto. Esto implica que cuando los
sujetos muestran comportamientos de riesgo, estos no se pueden entender al margen de las
características del contexto en que se manifiestan (SENDA, 2012).
Desde aquí se puede entender el “estar en riesgo” como la interacción de factores externos
(influencia de pares, familia, escuela, comunidad y cultura) con vulnerabilidades individuales
(características cognitivas, capacidad de resolución de conflictos, tolerancia a la frustración, etc.)
que sensibilizan a ciertos sujetos y los dejan expuestos a reaccionar de manera negativa frente a
situaciones adversas (SENDA, 2012).
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2.1. FACTORES DE RIESGO Y FACTORES DE PROTECCIÓN
Son diversos los factores que se han identificado y que diferencian a las personas que usan drogas
de los que no las usan. Estudios hechos durante las últimas dos décadas han intentado determinar
el origen y la trayectoria del uso de drogas, cuándo empieza este problema y cómo progresa. Los
factores asociados con un potencial mayor para el desarrollo de estas conductas de riesgo se
llaman factores de riesgo, mientras que los asociados con una reducción en la probabilidad de esta
conducta se llaman factores de protección. Los factores de riesgo y de protección abarcan
características sicológicas, sociales, familiares y de conducta (NIDA, 2000 en CONACE, 2004).
El análisis de los factores de riesgo, tanto del entorno como individuales, permite, además,
rescatar las capacidades del joven que muchas veces son invisibilizadas frente a la estigmatización
del consumo. Hay que asumir, sin embargo que, pese a las adversidades y a los factores de riesgo
asociados, un ser humano puede desarrollar una trayectoria de vida distinta. Por esta razón es
muy importante ser precavidos y criteriosos en esta materia, ya que conocer los factores de riesgo
a los que se ve expuesto un adolescente no produce la certeza absoluta de que se desarrollarán
hábitos de consumo, sino que conocer esos factores de riesgo ayuda a estimar una probabilidad
de ocurrencia.
a) Factores individuales:
Los factores de riesgo individuales se refieren a rasgos personales que pueden generar
dificultades en la relación con el entorno como, por ejemplo, una baja capacidad de
resolución de conflictos, actitudes y valores favorables hacia conductas de riesgo, trastornos
de aprendizaje, entre otros.
b) Factores familiares:
Ciertas características familiares como la baja cohesión familiar, padres con enfermedad
mental, presencia de estilos parentales coercitivos, ambivalentes o permisivos, entre otros,
han sido considerados factores de riesgo asociados a diversas problemáticas. También se ha
vinculado la pobreza familiar como un estresor que tiene un importante impacto sobre el
desarrollo de niños y adolescentes.
Se considera que el ser rechazado por los pares, el pertenecer a un grupo con una actitud
favorable hacia comportamientos de riesgo como, por ejemplo, el consumo abusivo de
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drogas, son eventos que aumentan la probabilidad de que niños y adolescentes manifiesten
comportamientos problemáticos.
d) Factores escolares:
e) Factores sociales/comunitarios:
Las organizaciones de nivel mayor, como las comunidades, también influyen en forma
importante sobre la vida de niños y adolescentes por medio del nivel de apoyo que les
entreguen en conjunto, con el nivel de inclusión o exclusión de actividades comunitarias.
f) Factores socioculturales:
Es dable señalar que, entre los factores de riesgo, la OMS (CONACE, 1996) planteó que las
enfermedades, entre ellas la drogadicción, se produce por la interacción y mutua influencia de tres
elementos: huésped (individuo), medio (ambiente) y agente (droga).
Para efectos de los factores huésped (individuo) y medio (ambiente), estos son homologables a los
factores precedentemente señalados.
Respecto del factor agente (droga), la OMS ha estimado importante considerar que la droga, en sí
misma, constituye un factor de riesgo. Concretamente, un tipo de droga difiere de otras en
relación a los efectos que produce, la duración de los mismos en el organismo, la cantidad que se
requiere consumir, la frecuencia del consumo para obtener los efectos buscados o esperados, y las
vías de administración y formas de consumirlas, que implican diversas complicaciones para la
salud.
Con esta revisión es posible concluir que los factores de riesgo pueden tener una variedad de
orígenes y esto nos muestra la complejidad de estas problemáticas. Tal como se señaló
anteriormente, es importante entender que el conocimiento de los factores de riesgo a los que se
ve expuesto un niño o adolescente no expresa la certeza de ocurrencia de una conducta, pues no
es posible establecer relaciones de causa y efecto, sino que la presencia de un número importante
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de factores de riesgo puede indicar una alta probabilidad de que una conducta ocurra. Esta noción
de probabilidad en la predicción de comportamientos de riesgo surge desde la constatación de
que existen niños que, si bien se encuentran en una situación desfavorable desde la perspectiva de
los factores de riesgo, son capaces de salir adelante logrando, por ejemplo, un desarrollo
psicológico sano. Este fenómeno se conoce como resiliencia y es uno de los aspectos a tener en
cuenta al momento de trabajar con población adolescente y vulnerable (SENDA, 2012).
Los factores de riesgo tienen un efecto acumulativo, es decir, no se presentan en forma aislada y
es muy improbable determinar relaciones lineales, pues, muchas veces, los mismos factores de
riesgo influyen en el desarrollo de múltiples conductas de riesgo. Lo que sí se puede plantear es
que si hay muchos factores de riesgo a los que están expuestos los sujetos, es más probable la
existencia de conductas de riesgo asociadas. Por lo tanto, si se trabaja con los factores protectores
de riesgo es posible disminuir la probabilidad de aparición de las conductas de esta índole si se
enfoca en potenciar los factores de protección que se encuentran asociados.
Los factores protectores son las variables asociadas a la reducción de una conducta de riesgo, en el
caso que se está trabajando estaría asociado a la reducción del uso de drogas. Estos factores
actuarían disminuyendo o contraponiéndose a los factores de riesgo a los que el sujeto se ve
expuesto. Mientras los factores de protección se vean fortalecidos, será posible disminuir los
efectos negativos de los factores de riesgo y, con ello, disminuir las conductas de riesgo como, por
ejemplo, el consumo problemático de sustancias (SENDA, 2012).
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2.3. FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS AL CONSUMO DE DROGAS
De acuerdo a SENDA (2012) en nuestra sociedad es relativamente frecuente un cierto grado de
experimentación con el alcohol y el tabaco a partir de la adolescencia. La mayoría de las personas,
luego de un periodo de experimentación, adoptan un patrón de consumo aceptable socialmente y
no tienen problemas futuros. Hay, sin embargo, un número de adolescentes que avanzan hacia
otros tipos de consumo más perjudiciales. Las razones de este salto de un patrón de consumo
experimental a otro más dañino pueden ser múltiples y la mayoría de las investigaciones que han
analizado las características de este fenómeno han aludido a esas múltiples variables explicativas.
Dichas investigaciones han establecido que las condicionantes psicosociales y los ámbitos cercanos
al adolescente como la familia, la escuela y los pares pueden tener una gran importancia a la hora
de explicar esta problemática, aun cuando no se resta importancia a otras variables de naturaleza
macrosocial o individual.
Si se consideran los ámbitos cercanos al adolescente, se ha encontrado que uno de los factores de
riesgo de consumo en ese rango etario es la facilidad de acceso a las drogas, lo que se ha
relacionado fuertemente con un mayor consumo. Otros hallazgos muestran que, mientras más
alta sea la permisividad social hacia el consumo, más frecuente será la implicación de los jóvenes
en él. En este sentido, se hace referencia tanto a la “permisividad formal” que tiene que ver con
las normas y leyes sobre el consumo como a la “permisividad informal”, es decir las actitudes y
valores sociales favorables al consumo (SENDA, 2012).
En cuanto al ámbito individual, varios han sido los factores que se han reconocido como
importantes en una posible conducta de riesgo de consumo, e incluirían aspectos cognitivos,
emocionales, personales y conductuales. Un ejemplo es que se ha encontrado que una valoración
positiva hacia el consumo de drogas puede preceder al inicio de la conducta de consumo en
adolescentes.
Finalmente, el uso de drogas que comienza a edades tempranas también ha sido señalado como
un predictor de una conducta problemática futura. De acuerdo a CONACE (2004), cuanto más
temprano sea el inicio en el consumo de una droga, más aumenta la probabilidad de que el sujeto
llegue a abusar de esa sustancia o se implique en el consumo problemático.
Las tablas tienen una gran importancia, en tanto permiten poner en contraposición algunas de las
conductas que pueden aparecer como factores de riesgo o protección en el sujeto y que lo
predisponen o no para presentar consumo problemático de drogas.
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RECURSOS PERSONALES
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severa. Modelos de conductas positivas en los
padres.
Falta de reconocimiento y aceptación
del/la hijo/a. Roles claros y presencia de figuras de
autoridad.
Ausencia de participación y disfrute en
el tiempo libre. Supervisión y procedimientos de
control adecuados sobre sus
Alcoholismo y/o drogadicción de
conductas.
algunos de los miembros de la familia.
Seguimiento y apoyo en el rendimiento
Situación de estrés de la familia por
y asistencia escolar.
problemas económicos, de pareja, etc.
Participación y disfrute en el tiempo
libre familiar.
Adecuado estilo de resolución de
conflictos (no violento), ambiente de
humor y calidez.
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RELACIONES CON LA ESCUELA COMUNIDAD – BARRIO
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OCIO Y TIEMPO LIBRE
La Ley 20000, conocida como Ley de Drogas, es una ley que tipifica delitos y faltas relacionados
con la venta y el consumo de drogas y entrega facultades específicas a las autoridades para actuar,
dependiendo del caso. Fue promulgada el 2 de febrero de 2005 y sustituyó a la Ley 19366 que
sancionaba el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, dictaba y modificaba
diversas disposiciones legales y derogaba la Ley 18403.
En el caso específico del consumo de sustancias, de acuerdo a la Ley 20000, el consumo es una
falta —no un delito—, por lo que no tiene penas privativas de libertad. En el artículo 50 se
establecen especificidades respecto al consumo, señalándose, por ejemplo, que las personas que
porten o consuman drogas en lugares públicos o quienes consuman dichas drogas en lugares o
recintos privados, si se hubiesen concertado para tal propósito, tendrán sanciones diversas como:
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lugar, cantidad de horas y tipo de actividad que deberá desarrollarse, sin perjudicarse las
actividades laborales o estudiantiles del individuo.
Se plantean además, como pena accesoria, la suspensión de la licencia para conducir vehículos
motorizados por un plazo máximo de entre seis meses y dos años (si hay reincidencia).
Del mismo modo, se mencionan algunas faltas especiales como realizar el consumo en lugares
específicos como lugares de detención, recintos militares o policiales por personas ajenas a él o en
un establecimiento educacional o de salud por quienes se desempeñen como docentes o
trabajadores. En tales casos la multa debe ser siempre pagada en su máximo grado.
Por último, es importante destacar que en el artículo 53, se establecen algunos elementos que
aplican a los menores de 18 años:
“Las disposiciones de este Título se aplicarán también al menor de dieciocho años, el que
la declaración de haber obrado o no con discernimiento respecto del que tuviere más de
dieciséis años, podrá imponer al menor alguna de las medidas establecidas en la ley Nº
número de horas suficientes para el aprendizaje de la técnica o arte objeto del curso. El
juez de menores deberá indicar el tipo de actividades de que se trate, el lugar en que se
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Revise los artículos 50 y 54 de la Ley 20000 (disponible en:
http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=235507) y luego analice:
¿Qué recomendaciones haría respecto de estos artículos? ¿Son adecuadas las sanciones?
¿Sería necesario distinguir los tipos de drogas? ¿Por qué?
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COMENTARIO FINAL
La contextualización que se ha realizado permite reafirmar una idea que se ha mencionado en
varias ocasiones: el consumo problemático de drogas es un fenómeno complejo, multicausal,
difícil de entender si no se analizan todas las aristas implicadas en su aparición.
Por eso, para aportar en el abordaje de la complejidad del problema, se ha transitado por tres
grandes áreas que permiten entregar un marco comprensivo y de contextualización. En primer
lugar, los modelos explicativos del consumo de drogas han permitido entender que existen
diversas formas de comprender este fenómeno, de abordarlo y, por lo tanto, diversas formas de
intervenir.
Respecto a ello, sin desmerecer los aportes que han entregado los distintos modelos que se han
revisado, es el modelo psicosocial el que parece más apropiado para trabajar con adolescentes,
pues considera un análisis más integral de las distintas variables que pueden estar influyendo en la
presencia del fenómeno de consumo abusivo de drogas. La interacción dinámica entre distintos
niveles: la sustancia consumida, el sujeto consumidor y la situación social en que tiene lugar el
consumo, provee de los elementos necesarios para identificar la problemática e intervenir de
manera oportuna e integral en ella.
En segundo lugar, se revisó el marco comprensivo basado en los factores de riesgo y factores de
protección, que permite entender de mejor manera por qué una persona puede estar más
vulnerable a presentar consumo problemático de drogas. En este aspecto, se reconoció de manera
enfática que la presencia de numerosos factores de riesgo no permite establecer la certeza de
aparición de consumo problemático de drogas, sino solo una probabilidad de ocurrencia. En este
ámbito, el concepto de resiliencia permite nombrar la situación que hace que una persona
enfrente la adversidad, aun cuando tenga numerosos factores de riesgo asociados.
Por último, la revisión de la Ley de Drogas 20000 (sobre los artículos relacionados con consumo de
drogas) ha entregado un marco mínimo legal para entender las regulaciones y sanciones que
existen en Chile respecto a las drogas ilegales.
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IACC (2015). Perspectivas comprensivas del consumo de drogas. Intervención con adolescentes por
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