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En la estructura política de los romanos, se llevaban a cabo los comicios (comitia, plural
de comitium), que eran asambleas convocadas y dirigidas por los magistrados que
contaban con el derecho a tratar con el pueblo (ius cum populo agendi). Esta modalidad
Cuando Roma era una joven ciudad, sus habitantes se reunían en los comicios curiados
Luego, de la mano del rey Servio Tulio, llegaron los comicios por centurias (comitia
centuriata). Los patricios, que eran los descendientes de los primitivos romanos y gozaban
de todos los derechos, fueron divididos en 193 centurias (cada una constaba de 100
hombres) y tenían el poder para elegir cónsules, pretores, censores; decidían sobre la
condena a muerte de los juzgados o sobre su destierro; optaban entre la guerra y la paz;
El día de los comicios, los ciudadanos se reunían en el Campo de Marte y cada miembro
de estas centurias escribía en una tablilla, conforme lo que se estuviera decidiendo, ya las
final.
Además, los romanos, previo a los comicios, realizaban unas reuniones, llamadas contio.
Trasladadas a nuestros días, serían como los debates y, quizá también, como los sondeos.
En esta instancia se discutía, se oía la voz del pueblo (vox populi), pero no se votaba.
LA VOZ DE LOS IGNORADOS
En esta Roma, coexistía una mayoría no escuchada, que era la plebe. Eran ciudadanos
decir, magistrados que velaban porque sus derechos no fueran violados de manera tan
sistemática.
A su vez, la plebe se juntaba en concilios (concilia plebis), convocados por estos tribunos,
donde votaba plebiscitos (de allí nos llega esta palabra) que más tarde debían ser
ratificados por el Senado. Más tarde, Hortensio aprobó una norma por la cual se
cierto equilibrio, del que apenas pueden carecer durante mucho tiempo los pueblos libres;