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SÍMBOLOS DE LA PALABRA DE DIos

La palabra de Dios tiene varios símbolos que el Espíritu Santo revela a través de la Biblia, su
instrumento por excelencia. Tales símbolos son descriptivos en diversos ámbitos porque la
palabra de Dios es comparada con ellos. Algo de muy buen nombre, pues, lleva a nuestras
mentes imágenes claras que redundan para provecho y edificación espiritual de nuestras
vidas.

A continuación enumero nueve símbolos de la palabra de Dios. Lámpara: (Sal. 119:105),


Fuego: (Jer. 5:14), Martillo: (Jer. 23:29), Semilla: (Lc. 8:11), Espada: (Ef. 6:17), Pan: (Det.
8:3 y Mt. 4:4), Leche: (1 P. 2:2), Luz: (Pr. 6:23) y Vara de Almendro: (Jer. 1:11-12).

A propósito de Lámpara: El salmista declara lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera


a mi camino (Sal. 119:105). En el presente la palabra de Dios alumbra nuestro camino, cada
paso de nuestros pies y en el futuro es lumbrera en el tránsito hacia nuestro destino. Es la
palabra perfecta (Sal. 19:7), usada por el Espíritu Santo para iluminar nuestras tinieblas, a
fin de darle justicia y seguridad a nuestros caminos, tanto en tiempo de bonanza como de
aflicción (Fil. 4:12). Además, el “Sal. 119:130”, destaca la sabiduría espiritual que la
palabra de Dios ofrece al simple cuando dice: “La exposición de tus palabras alumbra” hace
entender a los simples. Es una verdad que advierte de tomar decisiones basadas en razones
equivocadas, engańos humanos o siguiendo metas falsas. Y sabemos que la simpleza lleva a
todos estas cosas, pues, el simple es el ingenuo, quien no ha sido equipado, entrenado,
preparado y nutrido con la palabra de Dios. O recibiendo una buena palabra se ha quedado
sin provecho, porque no entiende, y se mantiene en una revelación muy básica. Pero una
familia no vive en un casa en los fundamentos. Basta de inventos, volvamos nuestros pies y
camino a la luz de la lámpara eterna. Permitamos que la palabra de Dios nos guie, corrija,
instruya, dirija, enseńe y confirme. Jamás nos apresuremos a actuar sin ella.
Fuego: Dios le dijo al profeta Jeremías: “He aquí yo pongo mis palabras en tu boca por
fuego, y a este pueblo por leńa, y los consumirá” (Jer. 5:14). Y reitera ¿no es mi palabra
como fuego, dice Jehová? (Jer. 23:29).

En un tiempo de anuncio de retribución al reino de Judá por su desobediencia, Dios dice


Jeremías que sus palabras serán por fuego en su boca que consume, en comparación con el
viento (Vers. 13) que representa a los falsos profetas. Además reprende a los profetas de
sueńos falsos diciendo: el profeta que tuviere un sueńo, cuente el sueńo; y aquel a quien
fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja en el trigo? Dice
Jehová. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová (23:28-29). Aquí se usa un símil, como
fuego, en tanto que en Jeremías 5:14, dice que la palabra es fuego. Fuego que quema, la
escoria del pecado, fuego que destruye todo lo de mal nombre, fuego que purifica al
creyente.
En el camino a Emaus el Cristo vencedor le declaró a Cleofás y al otro hermano, lo que las
escrituras decían de que los ojos le fueron abiertos, cuando el Seńor partió el pan y
desapareció de su vista. Se decían el uno al otro ¿No ardía nuestro corazón en nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las escrituras? (Lc. 24:32), muy
comprensible de que la palabra al ser bien ministrada con revelación frescura y belleza, es
puro fuego en los corazones y conciencias de quienes escuchaban, produce un incendio en el
corazón que quema el pecado y purifica el alma. Es vida sobrenatural de la palabra de Dios
al ser explicada.

Martillo: Por la pluma del profeta Jeremías dice el Dios de Abraham: ¿No es mi palabra como
fuego dice Jehová, y como martillo que quebrante la piedra? (Jer. 23:29). En lo que respecta
al martillo es un instrumento de metal usado manualmente en la antigüedad en carpintería,
en el trabajo con madera. Dios pregunta en un tiempo de desobediencia espiritual en Judá
¿No es mi palabra como martillo que quebranta la piedra? Significa que usa un símil o
comparación para expresar que su palabra tiene solidez contundencia y peso del martillo,
para quebrantar la piedra que alude al corazón endurecido del hombre desobediente.

En palabras de consolación a Israel el profeta Ezequiel dice: “Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne” (Ez. 36:26). El corazón de piedra es quebrantado con el
martillo sobrenatural de la palabra de Dios, ningún hombre puede resistir la contundencia de
la palabra de Dios, ella es irresistible porque nunca la palabra que salió de la boca de Dios,
volverá a él vacía, sino que hará lo que él quiera, y será prosperada en aquello para que
la envió (Is. 55:11). Que el martillo del Reino siga quebrantando los corazones de piedra de
los hombres para que se conviertan a Cristo.

Espada de Justicia: Arma de corto alcance, viene de la palabra hebrea: Cherev, y la griega:
Machaira, los cuales designan una daga o espada. En el medio oriente se utilizaban
diferentes tipos de espadas; Curvas, recta, corta y largas. La espada que usaron los israelitas
en la conquista de Canaán probablemente haya sido curva y de hoja larga (Jo. 6:21). Los
pueblos del mar introdujeron en Canaán la espada de doble filo hecha de hierro. Los filisteos
reservaron esta espada para uso propio por motivos militares y económicos hasta los tiempos
de David (1 Sam. 13:19). En la guerra entre filisteos e Israel, el pueblo de Dios no poseía la
espada de doble filo. (1 Sam. 13:22). La espada se guardaba en una vaina (1 Sam. 17:51),
colgaban de un cinturón (1 Sam. 25:13), en la cadera izquierda (2 Sam. 20:8).

Hay en la Biblia muchos usos simbólicos de la espada, el término se emplea como metáfora
para la guerra (Jer. 14:15; Mt. 10:34), es un instrumento de la justicia de Dios (Ez. 21:3 y
Ap. 1:16), las palabras imprudentes son comparadas a una espada que golpea (Pr. 12:18), la
lengua es como espada aguada (Sal. 57:4), las palabras malas son espadas desenvainadas
(Sal. 55:21). La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos (Heb. 4:12), la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, es parte de la armadura del cristiano de la
lucha contra el mal (Ef. 6:17).

Espada de Justicia en los orígenes: Después de la caída de la primera pareja dice la Biblia:
“Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una
espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la
vida” (Gn. 3:24). La Espada Encendida: que se revolvía por todos lados para guardar el
camino del árbol de la vida, era la espada de la justicia que separaba la verdad de la
mentira, la luz de la tinieblas, la justicia del pecado. Lo de encendida: se separa de la
apagada, porque el fuego en la espada es de purificación para los creyentes y retribución
para los pecadores (fuego de juicio). Lo de encendida: se separa de la apagada, porque en la
espada encendida está la revelación y la ciencia como cuando Jesús hablo la palabra a
Cleofás y al otro hermano camino a Emaus. Ellos dijeron: “¿No ardía nuestro corazón en
nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos habría las escrituras” (Lc.
24:32). La espada está encendida cuando se ministra conforme a la justicia de Dios, con
belleza, ciencia, visión y consejo como lo hizo Jesús, el hijo de Dios.

Regocíjense los santos por su gloria… exalten a Dios con sus gargantas y espadas de dos filos
en sus manos. (Sal. 149:5-6). Los sesenta valientes que rodean la litera de Salomón; todos
tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno su espada sobre su muslo por los temores de
la noche (Cant. 3:7-8). Son valientes guerreros que están a la orden del soberano. Y repite
lo de espada sobre su muslo por los temores de la noche, los peligros que implica el reino de
la oscuridad. El creyente está llamando a portar su espada espiritual defensora.

LA CONSAGRADA ESPADA DE GOLIAT


Cuando David fue a la ciudad sacerdotal de Nob huyendo de Saúl, le preguntó al sacerdote
Abimelec hijo de Abitob, ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi
mano ni espada, ni armaduras, por cuanto la orden del rey era apremiante y el sacerdote
respondió: “La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí
envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque no hay otra sino
esa. Y dijo David: ninguna como ella; dámela”. (1 Sam. 21:8-9). David le pidió al sacerdote
lanza o espada, pero el sacerdote no hablo de lanza, solo se refirió a la espada de Goliat con
la que David había cortado la cabeza al gigante. En la ciudad de los sacerdotes no de haber
otra arma ofensiva, sino la espada- símbolo de la palabra de Dios, solo que como era en los
días de la ley, la espada estaba envuelta en un velo, con los filos ocultos. Significa que no
había revelación de la palabra, por cuanto no habían sido desnudados los filos.

La palabra con los filos cubiertos con un velo no ministra. Por eso estaba detrás del efod
esperando a un ungido que le quitara el velo. Le fue ofrecida y entregada a David tipo
profético del Mesías, quien dijo:” Ninguna como ella dámela” (1 Sam. 21:9). No hay espada
como la palabra de Dios, la espada del Espíritu (Ef. 6:17), y más cortante que toda espada de
dos filos (Heb. 4:12). Y que Jesús usó con tanta maestría y espiritualidad.
En el desarrollo de la visión de guerra espiritual Pablo dice a los Efesios: “Y tomad… la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”, La metáfora se apoya en el ámbito militar.
La espada del soldado romano del siglo 1ro. Alude a aquellos pasajes de promesas que son
útiles y declaratorio aplicado a una situación determinada; es la Rhema antes que el logos,
es una palabra profética puntual. En (Ap. 2:12 y 16) dice: “Y escribe al ángel de la iglesia en
Pérgamo: el que tiene la espada aguda de dos filos dice esto”, y en el 16 “Pelearé contra
ellos con la espada de mi boca”.

El escritor a los hebreos declara: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante
que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” de (Heb. 4:12),
Eficaz: viene del griego Enages, energético, se refiere a algo en acción, activo y efectivo. Es
lo opuesto a argos, (ocioso, inactivo e ineficaz). Palabra-logos completa idea escritural.
Parte en dos las regiones del alma y del espíritu, penetra coyuntura y tuétanos. Discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón.

Miel: Es el producto de las abejas que consiste en una sustancia comestible dulce. En el
Antiguo Testamento se mencionan tres tipos de miel: la depositada por las abejas silvestres
(Dt. 32:13), la de abejas domesticadas (2 Cr. 31:5), y un almíbar preparado con jugo de
dátiles y uvas (2 R. 18:32). La miel servía de alimento (Gn. 43:11), y como objeto de
intercambio comercial (Ez. 27:17). En Canaán era abundante, al punto que esa tierra fue
descrita como un lugar que fluye “leche y miel” (Ex. 3:8). El salmista declara mediante una
metáfora la dulzura de la palabra de Dios al compararla con la miel cuando dice: “La ley de
Jehová es perfecta, que convierte el alma; los mandamientos de Jehová son rectos que
alegran el corazón… y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Sal. 19:7-8 y 10).

En tiempo de guerra Jonatán alargo la punta de su vara y la mojó en un panal de miel, y


llevo su mano a la boca y fueron aclarados sus ojos. (1 Sam. 14:27). Significa que el néctar
de la palabra de Dios aclara la visión y evita una mirada distorsionada de las cosas. Por otro
lado, el profeta Ezequiel aconsejado por Dios se comió el rollo, y dice que fue en su boca
dulce como miel (Ez. 3:1-3), y el apóstol Juan por voz de Dios fue al ángel del librito, lo
pidió y se lo comió, y fue dulce en su boca como la miel (Ap. 10:9-10). Amargo su vientre
porque el mensaje de salvación es para proclamarlo, para sacarlo de nosotros. La palabra de
Dios sigue con esa dulzura de miel que encanta al oyente, pero tiene que ser ministrada con
revelación, ciencia y belleza.

Pan: Las siete palabras hebreas que aluden a pan aparecen 384 veces en el Antiguo
Testamento, y las tres palabras griegas aparecen 108 veces en el Nuevo Testamento, la
frecuencia del uso indica que el pan era la comida básica de la mayoría de Israel, el pan de
cebada era menos sabroso pero también más barato, y por tanto más consumido por los
pobres.
Además, el pan se ofrendaba a Dios (Lv. 2:4-10), se utilizaba en el tabernáculo de Moisés y el
templo como símbolo de la presencia de Dios (Ex. 25:23-30 y Lv. 24:5-9). Es símbolo de
hospitalidad (Gn. 19:3), y de sabiduría (Prv. 9:5), y de unidad)1 R. 18:19). En el Nuevo
Testamento es símbolo de Jesús (Jn. 6:35), de su cuerpo (1 Co. 11:23-24), su reino (Lc.
14:15), y la unidad de la iglesia (1 Co. 10:17). También el pan es símbolo de la palabra de
Dios, cuando dice el Hijo de Dios citando a Dt. 8:3, en su contienda con satanás: escrito está
no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4).
Significa que el pan solo sustenta la vida corporal, pero que la vida de la palabra de Dios
alimenta y nutre el espíritu humano. Solo lo que sale de la boca de Dios alimenta el soplo de
Dios, (Gn. 2:7), que es nuestro espíritu.

La palabra de Dios es el pan espiritual que sigue usando el Espíritu Santo para nutrir a la
iglesia de Jesucristo. Con el fin de prepararla, equiparla y entrenarla para el servicio en toda
buena obra.

Semilla: En la palabra del sembrador Jesús dice: “La semilla es la palabra de Dios” (Lc.
8:11). Lo que significa que cada línea o texto de la palabra de Dios al ser predicada o
enseńada, es semilla verdadera que es sembrada en los corazones de los hombres con
disposición de recibir lo de Dios. (Es la buena tierra de la parábola del sembrador) que son
los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia
(Lc. 8:15).

Pablo dice a los Corintios: “Yo planté, Apolos regó. Pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así
que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Co. 3:6-7).
Pablo plantó la buena y preciosa semilla de la palabra de Dios, Apolos hizo el trabajo de
regar, (cuidar y dar seguimiento a las plantitas al nacer, echándole agua, abono, etc., muy
útil para el desarrollo de las plantitas). Pero el crecimiento lo da Dios, quien en fin de
cuentas es el dueńo de la semilla (la palabra de Dios). El cual la hace prosperar en los
corazones de los hombres. El salmista dice: “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo
segarán, ira andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con
regocijo, trayendo sus gavillas” (Sal. 126:5-6).

Leche: sustancia líquida nutritiva y sus derivados; alimento básico de la dieta de los
hebreos. El Antiguo Testamento emplea el término para referirse a la leche natural, leche
cortada, queso, manteca y simbólicamente a la bendición y abundancia. El Nuevo
Testamento solo usa el término para aludir al alimento básico de la vida cristiana. La palabra
se emplea 43 veces en el Antiguo Testamento, 20 de las cuales son simbólicas; en tanto que
en el nuevo testamento sólo aparece 5 veces.

La leche se obtenía mayormente de ovejas y cabras (Pr. 27:27 y Dt. 32:14), también se
conocía la leche de vaca (Is. 7:21-22). Los antiguos conocían la manteca y el queso (1 Sam.
17:18), así como la leche cortada, que después del pan sigue siendo alimento principal de los
pobres en Siria y Arabia Saudita. En el Antiguo Testamento se dice con frecuencia de
Canaán, que es la tierra que fluye leche y miel (Ex. 3:17; Num. 13:27 y Jo, 5:6), también se
emplea para simbolizar blancura (Lam. 4:7), y en Cantares se usa como figura de bendición
matrimonial. La profecía de Agur el hijo de Jaqué dice: “Ciertamente el que bate la leche
sacará mantequilla” (Pr. 30:33). La leche se bate usando casa grupo de libros de la Biblia:
mucho pentateuco, de los libros históricos, de los poéticos, de los profetas mayores y
menores, mucho de los evangelios y de hechos de los apóstoles, de las epístolas y de
apocalipsis. De tanto batirlo, pasar de un lado a otro, se sacara la mantequilla, que es un
sub- producto de la leche, y que simboliza la revelación de la palabra de Dios. Por eso dice
Isaías del mesías de Jehová: “Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo
y escoger lo bueno” (Is. 7:15). ¿Qué cosa hay más dulce que la miel, y más nutritiva que la
mantequilla? Es por eso que la gran satisfacción de dulzura y alimento para el espíritu
humano está en la bendita palabra de Dios.

En el Nuevo Testamento la leche se usa cinco veces de manera simbólica (1 Co. 3:2, 9:7;
Heb. 5:12-13 y P. 2:2). A los Corintios dice Pablo: “Os di a beber leche, y no vianda; porque
aún no erais capaces, ni sois capaces todavía” (1 Co. 3:2). En tanto, que el escritor a los
hebreos dice: “Habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento
sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque
es nińo” (Heb. 5:13). Y por otro lado el apóstol Pedro dice: “Desead, como nińos recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 P.
2:2). La leche espiritual es el alimento de la palabra de Dios que necesitan los nińos
espirituales, aquellos que son creyentes de poco tiempo en la fe y por tanto de poco
desarrollo espiritual. Demandan lo básico del alimento espiritual del cristiano, la leche que
son las predicaciones y enseńanzas más sencillas, una revelación muy básica de la palabra
de Dios.

Luz: El salmista dice: “Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la
luz” (Sal. 36:9). El Espíritu Santo es el espíritu de luz y de verdad (Sal. 43:3), y está
morando en el creyente (1 Co. 3:16), y por otro lado el mandamiento es lámpara y la
enseńanza es luz, alude a que la palabra de Dios es palabra de luz, Sagradas Escrituras del
reino de luz. En tu luz (luz del espíritu de Dios en el justo), veremos la luz (la luz de la
palabra de Dios), y la leeremos y estudiaremos con provecho porque el Espíritu Santo nos da
iluminación y luz en nuestro entendimiento. En tanto que el proverbista dice: “Porque el
mandamiento es lámpara y la enseńanza es luz” (Pr. 6:23). Significa que el mandamiento
ilumina, alumbra el espíritu y entendimiento del justo. Y en cuanto a la luz de la enseńanza,
sabemos que enseńando se aprende y el que aprende de la palabra de Dios, el Espíritu Santo
ilumina su entendimiento para llevarlo a la obediencia que Dios demanda. La enseńanza de
la palabra de Dios es luz y ahuyenta nuestras tinieblas, ilumina aun lo mas recóndito de
nuestro hombre interior, el reino de la luz se apodera de nuestro mundo interior.
CENTINELA INSOMNE
Dios le pregunto al profeta Jeremías: ¿qué ves tú Jeremías? Y dije: veo una vara de
almendro. Y me dijo Jehová: bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por
obra (Jer. 1:11-12). El almendro es llamado despertador en el oriente medio, porque es el
primero que florece en la primavera, después del invierno acuciante que deja los árboles
del campo sin hojas. El árbol de almendro es literalmente el que despierta la foresta porque
luego que echa hojas y florece entonces lo hacen todos los arboles del campo.

Significa que Dios hace una comparación del almendro en su florecer primero, con su
bendita palabra, puntualiza que apresura su palabra, la activa y le da velocidad en su obrar y
en su cumplimiento. Precisamente el salmista David dice: El envía su palabra a la tierra
velozmente corre su palabra. (Sal. 147:15), la velocidad de la palabra profética escrita tiene
un fluir tal que va delante de la iglesia y del mundo, de la prensa escrita y de las redes
sociales. La palabra de Dios es el centinela insomne, el guardián veloz del reino, que no
duerme, ella sigue siendo usada por el Espíritu Santo para despertar lo de Dios en los
corazones y conciencia de los hombres sin salvación. Despierta a la iglesia con
apresuramiento de cumplimiento profético para avance y desarrollo, despierta hambre y sed
de justicia en la iglesia verdadera, es el despertar de los avivamiento en las iglesias locales.
Despierta las familias y despierta la nación. No se detiene, el poder de Dios apresura su
voz.

REFLEXIÓN FINAL
El salmista David ruega al Dios de Israel, “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”
(Sal. 119:18). Que el seńor abra nuestros ojos para ver claramente las riquezas infinitas de su
palabra, y continuar cultivando el conocimiento de él y la obediencia puntual a la que nos ha
llamado, a fin de ser mejores creyentes para que el propósito de Dios en Cristo Jesús sea
cumplido en nosotros.

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