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En el verano del 2008 todos en la casa se fueron a veranear a Con Con, menos la
Gertru (mi nana) y yo.
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Anoté en un papel: “Señora Gallardo. 3 de la tarde, Café Paula”. Nos quedamos de
juntar en el café donde mi abuelo iba, el de San Antonio con Agustinas.
Salí a las 14:30 de mi casa en Ñuñoa y tomé la micro que me dejó en la Biblioteca
Nacional. Llegué al café y mi primer error fue ¿Cómo reconocería a mi cliente?
Para justificar mi estadía tuve que pedir una copa de helado de chocolate.
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La señora Gallardo me miraba dudosa.
– Déjeme empezar por el principio: mi papá Don Chemo se murió hace un año. El
comenzó con una micro hasta Cartagena, 3 años después tenía una flota, la
empresa Intermar ¿La conoce?
– Si – mentí.
– Una lástima
– Pero Don Chemo era un hombre astuto y dejó una clausura en el testamento, de
acuerdo a lo programado, si el Ferro salía campeón y ascendía en 3 años, todas
sus propiedades serían mías, de lo contrario se repartirían en obras de caridad.
– Se cumplen
– Falta solo un partido con Deportivo Malloco. El Ferro iba a la cabeza pero perdió
2 partidos y quedó igual que Malloco. Ahora el que gana el partido, sale campeón y
asciende a 2 ª
– No veo el problema
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La Gertru me estaba esperando con panqueques con mermelada de alcayota,
porque sabe que a mí me gusta.
Estaba regando pero a cada rato entraba a ver la teleserie donde sale un actor que
es igual al Manolo, su primer amor. Ella dice que a pesar de todos los novios que
ha tenido prefiere al Manolo, el Viajero.
Le conté lo que había hablado con la señora Gallardo y le mostré el cheque. Ella
no lo podía creer.
Debía encontrar a Cacho Ramírez ese sábado antes de las 5:30. Hacia 3 semanas
que estaba desaparecido y para el Ferro Quilín, no solo era un buen arquero,
también era una cábala para todo el equipo.
Luego de comer panqueques, nos quedamos callados con la Gertru, pensando cual
sería el paso a seguir.
La Gertru concluyó que mejor dejaba de detective y me iba a Con Con, yo en cambio
dije mi frase para el bronce:
Martes
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A la mañana siguiente, salí y tome la micro que me dejaría en Santa Familia.
Bajé en Irasu, que es la calle principal de Santa Familia y llegué a la sede del club
Ferro Quilín. Entré y observé las vitrinas con los trofeos ganados y algunas fotos.
En ellas aparecía don Anselmo Gallardo y decía “Fundador”.
También vi una del equipo completo, allí estaba Cacho Ramírez, alto, delgado y
ágil.
Llegue al final del pasillo y entré a una cancha de fútbol donde entrenaba
desganadamente el equipo.
– ¿Periodista?
No quise contradecirlo
– No
– Periodista joven. Martín Lucas es uno de los más importantes periodistas de este
país, cuando vio a Cacho, escribió en su columna que había conocido al “Arquero
Volador” porque Cacho no es como los de primera división, era carne dura, le daba
lo mismo caer en piedras, clavos o vidrios.
– ¿Conoció a Cacho?
– Perdido está el arquero, yo creo que está secuestrado por los de Deportivo
Malloco para subir a 2ª .
– Pero un arquero se puede reemplazar
– Cábala mocoso, en los últimos 3 años solo hemos perdido los partidos en los que
Cacho no ha jugado.
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En la sede me dieron la dirección que tenían de Cacho. Era una pensión
deprimente. La dueña me habló 15 minutos de lo que opinaba de la televisión
cuando le dije que era periodista y que buscaba información de Cacho. Finalmente
me dejó entrar a la habitación que era de él.
Me dejo sólo y observé que no faltaba ropa y todo estaba ordenado. Ahí en el cajón
del velador encontré una solitaria foto donde aparecía un grupo de jóvenes como
de mi edad con maletas y bolsos de viaje, atrás se veía un bus.
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No tenía nada. Me fui decepcionado a tomar el colectivo y mientras lo esperaba
apareció una niña de ojos claros. Me enamore enseguida. La niña me miró y dijo:
Preguntando llegué al descampado, que era una sitio lleno de escombros y que olía
muy mal.
– Charo, pero lo que queremos que entiendas es que no deberías buscar a Cacho,
puede ser peligroso.
– Entonces no está secuestrado. ¿Ustedes saben dónde está el arquero?
– No, pero debe estar bien donde está. No te metas por el bien de Cacho y
comenzaron a desaparecer.
Miércoles
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Desperté tarde y la Gertru me esperaba con un plato de cereal con leche.
Me lo comí de mala gana mientras la Gertru preparaba sus teorías sobre lo que yo
le había contado la noche anterior.
– Creí que no querías seguir jugando a ser detective- le dije para molestarla
– Me dijo que Cacho hace solo 3 años que está en el barrio y que solo jugaba fútbol,
dime ¿de dónde salía la plata para mantenerse, pagar la pensión y gastos? Debía
andar en malos pasos, por eso lo mataron.
En eso tomé la fotografía y entre dos niñas la encontré – Charo – dije en voz alta.
Gertrudis abrió los ojos con una mirada de avión despegando que ella tenía cada
vez que se sorprende y no entiende nada.
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Homero Gavilán, entrenador del Ferro Quilín me esperaba en la sede del equipo.
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Caminé hasta llegar a la placita de Alférez buscando a Charo. Almorcé en el “Pollo
pechuga” un contundente plato de papas fritas con kétchup. A las 4 en punto como
estaba acordado, llamé a la Gertru que trató de sobornarme con un fantasmal para
que volviera pronto. Lo más importante: dijo que había recibido un llamado de una
tal Charo, me esperaba a las 5 en la estación de trenes de Santa Familia.
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La estación de trenes está abandonada hace años, llena de vagones oxidados. Un
escenario deprimente.
Esperé sentado como esperando el próximo tren, haciendo juego mentales para
pasar el rato. De repente a lo lejos escuché:
– Hola
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Caminamos por el vagón como una pareja.
– Te escucho
– Si deseas saber la verdad de Cacho Ramírez me tienes que contar por qué te
interesa el tema
Soy yo – dijo resignada – hace tiempo que no veía esa foto, es la última.
– ¿La última?
– La última de mi curso, el 2°B del Liceo Makario Cotapos. De eso hace 3 años.
Pero respóndeme lo que te pregunté.
– ¿Y quién te contrató?
– La dueña de la empresa de buses, la señora Gallardo necesita al arquero antes
del sábado para el último partido del Ferro Quilín.
Yo me quedé paralizado, pero Charo corrió y trató de saltar la pared, pero otros
hombres aparecieron y la atraparon.
– ¡Desaparece!
Jueves
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Al otro día la Gertru quería llevarme al médico por lo pálido que estaba, parece que
aún no se me pasaba el susto.
Nos pusimos a ver las teleseries donde salen los hombres peludos que le gustan a
la Gertru y comentábamos las teorías que teníamos del caso.
Yo no entendía nada
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Volví a Santa Familia y llegué al colegio Makario Cotapos, que tenía un letrero con
una leyenda no muy original: “La educación es futuro”. Una frase como las que le
gustan a papá, ideal para no terminar como el tío Jorge.
Me arrinconó en el pasillo, así que no tuve otra opción que subir a la sala de
nivelación.
Allí estaba yo, como en la peor pesadilla, en clases en pleno enero y maldiciendo
mi mala suerte.
– Debería haber salido hace 2 años, pero me gusta repasar las materias,
profundizarlas ¿me entiendes?
– Ese curso egresó el año pasado, los que pudieron después del accidente.
– ¿Qué accidente?
– No eres de aquí, se nota. Al final del 94 ese curso organizó un paseo a Algarrobo
y viajaron de noche. El bus se desbarrancó y murieron 3 alumnos y quedaron 10
heridos.
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Ya en el colectivo camino a casa, daba vueltas al asunto.
Al salir del barrio por Sargento Aldea, miré hacia la plaza y vi caminando por la
vereda al gordo de pelo largo que me recibió en el descampado de Bayer junto al
grupo de Charo.
Entró a una galería comercial y corría entre la gente, era muy hábil, hasta que entró
a una tienda de ropa interior femenina, allí acababa su carrera.
– ¿Algo especial?
La mujer comenzó a buscarme algo especial, cuando de repente vi las zapatillas del
gordo bajo una puerta. Me acerqué para abrirla cuando la puerta se batió con fuerza
y me golpeó el pecho. Me caí y empuje a 2 maniquíes y una señora.
El gordo salto y volvió a huir a la calle. Lo seguí pero la ventaja era mayor y lo perdí.
Me detuve frente a una tienda de videos cuando 2 carabineros me miraban y
arrugaban la nariz, y la señora de la tienda decía:
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La Gertru lloraba mientras el Sargento Suazo la consolaba.
– Todo es mi culpa- decía- yo le dije lo del curso y ahora Quiquito está en la cárcel.
En casa la Gertru no me hablaba y me fui a acostar y a pensar en todo este lio del
Ferro Quilín.
– No lo sé muy bien, pero Charo lo sabe, pero creo que a ella la atraparon porque
hace 2 días que no aparece.
– ¿Viven allí?
– Es el hogar Isabelita Astaburuaga de Santa Familia. Charo llegó allí por que ha
tenido problemas en el liceo, no se ha podido recuperar de la muerte de su hermana.
– No lo sé, solo sé que son amigos. A Cacho todos lo conocemos, es un buen tipo.
Viernes
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Al día siguiente tomamos desayuno la Gertru, León y yo. Llegamos a la conclusión
que debíamos avisar a carabineros sobre el rapto de Charo, pero antes debía hablar
con la señora Gallardo para explicarle que el asunto se complicó y que no podría
cumplir mi parte de encontrar a Cacho.
“Es muy triste cuando tus padres se separan y tu quedas al medio, vivía una semana
con papá y una semana con mamá. No quería estar en clases y me escapaba a la
calle toda la tarde con mis amigos. Un día nadie me fue a buscar y me quede a
dormir en la calle. Al otro día los carabineros nos llevaron detenidos y llamaron a
mis padres. Ellos se encerraron a discutir y una semana después llegue al Isabelita
Astaburuaga. Charo fue la primera que me recibió con una sonrisa y conocí a Cacho
Ramírez”.
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La secretaria me dijo que debía esperar porque la señora Gallardo estaba en una
reunión muy importante. Esperé porque deseaba terminar con todo esto y olvidarme
del trabajo.
De repente una fotografía me llamó la atención y la comparé con la foto que tenía
en el bolsillo, aquella del paseo. Al fondo estaba el autobús con los mismos colores
de las fotos antiguas de Intermar.
Le pregunté a la secretaria apuntando las fotos antiguas
– Esos están obsoletos. Cuando llegó la señora Gallardo hace 3 años, se cambiaron
los colores de crema con azul a plateado amarillo.
– Es una camioneta de encomiendas. Viene todos los días 2 veces y se lleva sobres
y paquetes a la bodega centra en “La Granjita”
– Así se llama la casa donde vivía don Chemo y queda en Santa Familia.
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Con la Gertru nos juntamos en el metro Baquedano, venía muy elegante, como
cuando se junta con sus novios, el poeta o el carabinero.
Le conté todas las novedades de Intermar, pero ella dijo que tenía la solución en la
dirección que tenía anotada.
Caminamos por el Parque Bustamante y doblamos por una calle estrecha. La Gertru
tocó el timbre en un edificio.
– Estoy lista, empecemos ¿nombre del interesado? – dijo la señora Magaly con una
voz ronca y los ojos cerrados.
– Lo veo, está vivo. Está rodeado de mucho mar, en una playa del litoral central.
– No puedo detallar nada más – respondió la señora Magaly saliendo del trance –
eso sería todo. Por ser ustedes y lo difícil del encargo son cinco mil pesos.
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Decepcionados pasamos con la Gertru al Bravísimo. Me contó que ella era de
Temuco y que quería ser azafata, pero no le gustaba estudiar y no había tenido el
dinero.
– Me acordé de algo que puede ser importante sobre Cacho – dijo León por teléfono.
– ¿Qué?
– Un día Charo nos contó que Cacho había trabajado manejando buses durante 7
años, pero después lo había dejado por el fútbol.
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Llegue en un taxi que me dejó detrás de la Villa Lomas de San Clemente. En un
parque me senté a esperar y dormí por una hora. Al despertar le pregunté a un
señor que paseaba 10 perros dónde quedaba la oficina de encomiendas de
Intermar.
Corrí hacia el interior sin que nadie me viera. Había cajas de todos los tamaños. La
bodega continuaba a un amplio patio. En las dependencias interiores vi el brillo de
un televisor y lo seguí. Llegue al rincón donde sobre un catre de metal estaba Charo
amarrada al catre de una mano y un pie. Al verme se sorprendió.
– ¿Tú? ¿No eres de los mismos? ¿los guardias? – preguntó con voz débil.
– Están adelante
Desaté los nudos y la ayudé, porque estaba muy débil. La única solución para
escapar era saltar un portón. Primero subió Charo y cuando yo logré poner los pies
en la tierra, Charo me indicó para adelante. Enfrente están los empleados y el
guardia sonriéndonos.
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Los guardias nos tenían amarrados en completa oscuridad lo que para mí es terrible
porque me da mucho miedo.
Se acercaron a nosotros:
Ellos se reían y nos sacaron para subirnos a un camión repartidor y otra vez en
oscuridad.
– Tenía que demostrar a los dirigentes y al Ferro que hacia todos los esfuerzos. A
ella no le conviene que aparezca Cacho, haría cualquier cosa para que no
apareciera nunca, eliminarlo si es posible.
– ¿Eliminarlo? ¿Dónde está Cacho en estos momentos?
– No estoy segura
De repente escuchamos que alguien golpeaba como el canto del Ferro “Dale Ferro,
pero dale Quilín”
– Quedamos de encontrarnos.
Un minuto después sentimos que alguien cerró la puerta de la cabina del camión y
encendió el motor.
Con Charo nos tiramos al suelo y el camión partió entre los disparos y gritos de los
empleados.
El camión se fue a toda velocidad contra el portón, saltando la puerta por los aires.
Sábado.
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Eran cerca de las 4 de la mañana cuando León se detuvo a la salida de Santa
Familia.
León abrió la puerta y nos desató. Se reía con su cara redonda y rosada. Nos contó
cómo llegó allí muy emocionado.
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La historia de Charo es la siguiente: en 1994 Charo y su hermana melliza Leticia,
estudiaban en el 2° medio del Makario Cotapos de Santa Familia, eran buenas
alumnas y su familia parecía normal. Siempre estaban unidas y se tenían confianza.
En esa ocasión Charo vio por primera vez a Cacho Ramírez que era el chofer del
bus.
Los primeros kilómetros fueron lentos y alegres. Fue en una curva donde el chofer
perdió el control y cayó a un barranco. Según Cacho Ramírez, fue un vehículo que
lo encegueció con las luces altas.
Para Charo la vida cambió, no hablaba con nadie, con su madre se culpaban de la
muerte de Leti. Finalmente sus padres se separaron y a Charo la internaron en el
Hogar Isabelita Astaburuaga de Santa Familia. Allí conoció nuevos amigos. Fue lo
mejor para ella.
Charo se enteró que Cacho Ramírez había pasado 6 meses en la cárcel, al salir
abandonó la empresa de buses y se dedicó a ser el arquero de Ferro Quilín, pero
seguía en la nómina de empleados del Intermar, recibiendo un sueldo.
Charo recordó más adelante, que antes del choque, ella se levantó para ir al baño
al final del bus y vio que Cacho Ramírez dormía en un asiento trasero, pero en el
sumario de investigación aparecía Cacho como el conductor al momento del
choque.
Charo lo presiono para que le dijera quien manejaba pero cuando Cacho había
aceptado contarle, desapareció. Según Charo la señora Rosaura estaba enterada
de todo y decidió hacer desaparecer a Cacho.
Charo sabía que Cacho tenía una tía que vivía en la Reina Alta, la tía Solicita y quizá
ella podía saber dónde estaba Cacho.
Los cuatro nos miramos, nadie dijo nada, hasta que la Gertru se atrevió:
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Nos dirigimos en el camión a la Reina. Charo guiaba al grupo por un camino en
subida, se acercó a una casa llena de gatos y abrió la puerta del antejardín. Golpeó
pero nadie contestaba, hasta que por atrás alguien respondió “adelante”.
En el patio estaba la tía Solicita tomando sol rodeada de más gatos y reconoció
enseguida a Charo.
– Viene cada cierto tiempo, me trae “El Condorito”, creo que la última vez que vino
fue hace 3 o 4 días.
– Él es muy reservado pero yo lo noté cansado y deprimido. Debió hacer lo que una
hace cuando está cansado de la vida.
– Se vuelve al lugar de donde se salió. Cachito vivió toda su niñez en un pueblo del
Cajón del Maipo. Todos lo conocían porque era el arquero del equipo del pueblo.
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Nos fuimos por Av. La Florida hacia el Cajón del Maipo.
Ya en San José, nos separamos para preguntar por Cacho Ramírez, pero resultó
que había Ramírez por todos lados y nos enviaron a hablar con don Reinaldo que
era el hombre más viejo del lugar. Los sábados se sentaba en las graderías del
estadio o en la plaza a tomar sol.
Lo encontramos en la plaza y como nos dijeron que era medio sordo, dejamos a
Charo que hablara con él.
– Buscamos a Cacho Ramírez, don Reinaldo, fue el arquero de San José hace
algunos años.
– Espéreme jovencita, déjeme acordar. Había un niño que decía que se llamaba
Carlos Ramírez y decía que era tan bueno al arco como Cacho Ramírez del Colo-
Colo.
– Charo miro la dirección que había señalado don Reinaldo y le dio un beso.
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Nos indicaron como cruzar el río. Llegamos cansados y transpirando y con León
apunto de vomitar.
Era una casa con dos Silos a los lados, pero el cruzar la reja, una voz potente nos
advirtió:
Y lo vimos salir con la mirada baja y tristona. Charo corrió y abrazó a Cacho
Ramírez.
– Falta aclarar algunas cosas – dijo Cacho – no dije toda la verdad con respecto al
accidente.
Esa tarde del 94 con don Chemo fuimos a Algarrobo a un viaje de estudiantes.
Unos kilómetros antes de llegar, don Chemo decidió manejar y yo me fui a dormir
atrás. En el momento del choque, yo no era el que manejaba, era don Chemo.
Pensé que eso era lo que don Chemo quería decirme, dos años después salimos
campeones consecutivos, pero comencé a recibir amenazas y después de la
balacera en el último partido, me vine a esconder aquí.
Una tarde aburrido, revisé algunas fotos de mi madre y encontré esto. Sacó de su
bolsillo una fotografía antigua, donde aparecía una pareja muy feliz. Uno era don
Chemo.
– ¿Qué hora es? – preguntó Cacho – tengo que jugar un partido de fútbol en
Santiago – y sonrió con una sonrisa de colgador de ropa que algún día explicaré.
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A las 5:30 se realizaría el partido enfrentando el local Ferro Quilín contra Deportivo
Malloco. El ganador subiría a segunda división. El camarín del Ferro parecía un
funeral. Sin la cábala Cacho Ramírez, el destino del equipo se veía oscuro.
A las 5:15 nadie notó el camión estacionado a fuera del estadio. El vigilante, sin
embargo, reconoció enseguida a Cacho cuando lo vio parado en la puerta vistiendo
su casaquilla negra y guantes.
Entró y salió con el cafetero. Cacho se vistió con el delantal, la gorra y la cafetera
por delante.
Con Cacho bajamos las graderías y saltamos la reja. Cacho corrió despojándose de
su disfraz. El público lo reconoció y la barra comenzó a cantar “Dale Ferro, pero dale
Quilín”. La señora Gallardo discutía con los guarda espaldas y llamaba por celular.
Los jugadores del Ferro rodearon a Cacho. Una gran ovación lo recibió.
Allí estaba Cacho, bajo los 3 palos. Sabía que era su último partido con Ferro y eso
lo hacía estar triste y alegre a la vez.
Domingo
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Hoy domingo nos quedamos en casa con la Gertru tomando sol y repasando la larga
semana.
La tarde anterior el arquero del Ferro Quilín fue figura. El Ferro pasó a segunda
división con dos goles. Se entregó la copa y Cacho dio la vuelta olímpica.
– Tiene que acompañarnos a la comisaria, hay una denuncia contra usted por el
secuestro de 2 menores.
Con Charo hablamos del futuro y yo le digo que sigo esperando un llamado
telefónico que pregunte por el detective privado, entonces responderé: “Quique
Hache detective, ¿en qué puedo ayudarla?”
FIN