Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana.
Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987.
Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 1 EL PROBLEMA DE LA DEUDA EXTERNA DESDE UNA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA* ALEJANDRO FOXLEY** América Latina se encuentra hay en un impasse. Después de más de cuatro años en que los principales países deudores de la región se sometieron a rigurosos programas de ajuste, las perspectivas no se ven favorables. La tasa de crecimiento del PGB para el período 1984-90, considerando precios del petróleo alrededor de 18 dólares por barril y tasas de interés LIBOR de 8 %, no sería superior a un 3,7 % anual en promedio para la región1. Debido a que el PGB per cápita ha caído en un 8,8 % desde 1981, a este ritmo de crecimiento América Latina apenas recuperaría en 1990 el PGB por habitante ya logrado una década antes (CEPAL, 1986). Con este crecimiento, la deteriorada situación del empleo en la región no mejoraría en el resto de la década. El coeficiente de deuda sobre exportaciones sería superior a 300 % y la región todavía requeriría a fines de la década unos 30.000 millones de dólares anuales en financiamiento neto adicional por año2. Estas cifras son importantes porque refuerzan las dudas hay generalizadas acerca de la viabilidad de la estrategia seguida hasta ahora para resolver el problema de las deudas. En efecto, superada la crisis coyuntural de 1982 y 1983, las expectativas de una solución más permanente del problema estaban cifradas en un crecimiento rápido del comercio mundial, el que haría posible una expansión significativa en las economías de los países endeudados, fortaleciendo así su capacidad de pago de la deuda. Esta era la mirada optimista prevaleciente hasta comienzos de 1985. Ella estaba influida por la * Este documento ha sido preparado para el Diálogo Interamericano. Fue escrito en el Kellogg Institute of International Studies, U. of Notre Dame, octubre 1985. El autor agradece comentarios y sugerencias de J. P. Arellano, C. Bradford, R. Cortázar, J. M. Dagnino Pastore, R. Devlin, R. Feinberg, R. Ffrench-Davis, P. Hakim, C. Ossa y K. Stenzel. Pero la responsabilidad del contenido es del autor. ** Presidente de CIEPLAN, Profesor de la Universidad de Notre Dame y Miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional de Economía. 1 Proyecciones del Proyecto LINK, U. de Pennsylvania, marzo 1986. El BID llegó a resultados equivalentes en sus proyecciones efectuadas en igual fecha. 2 Estimaciones del BID, marzo 1986. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 2 visión que los propios bancos acreedores tenían acerca de la forma de salir de la crisis. La estrategia de los bancos consistía en intentar, gradual pero simultáneamente, el logro de dos objetivos: primero, mejorar rápidamente la posición financiera de los bancos, reduciendo su volumen de créditos en América Latina y capitalizando una fracción alta de sus utilidades de tal modo de cubrirse del riesgo de no pago por parte de algunos deudores. Este objetivo se ha ido cumpliendo exitosamente, al punto que a mediados de 1985 la posición financiera de los bancos era ya equivalente, en cuanto a la proporción entre créditos a países endeudados y su capital, a la que tenían en los años anteriores a la crisis de la deuda (Morgan Guaranty, 1986). El segundo objetivo era conseguir una mejora gradual en la capacidad de pago de los mayores deudores, concentrándose, la atención en tres países: México, Brasil y la Argentina. El desempeño de estas economías ha sido seguido minuciosamente por los bancos. Detallados estudios se emprendieron para evaluar sus perspectivas hacia fines de la década. Como es bien sabido, los bancos miden el “mérito al crédito” que un país tiene a través de algunos coeficientes agregados. Tal vez el más frecuentemente utilizado sea el coeficiente de deuda sobre exportaciones. Se considera que un país se hace solvente y sujeto de crédito cuando este coeficiente baja del 200 %. No es de extrañar entonces que cuando algunas instituciones financieras hicieron las proyecciones para Brasil y México y encontraron que, bajo supuestos que en su momento parecían plausibles, estos países podrían llegar a 1990 con una relación entre deuda y exportaciones inferior al 200 %, los bancos respiraron tranquilos. Mantenían aún preocupación por el caso argentino que resultaba particularmente impredecible tanto por las vacilaciones del gobierno de ese país frente al pago de la deuda, así como por la incertidumbre respecto de la aplicación de una política de ajuste económico interno, que la Argentina no parecía dispuesta a aceptar. Cuando este país se embarcó en junio de 1985 en una política de shock y mostró la voluntad de ponerse al día en el pago de intereses de la deuda externa, los principales obstáculos latinoamericanos a la resolución del problema de la deuda parecían superados. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 3 Por supuesto, los bancos estaban conscientes de que la situación del resto de los países latinoamericanos no era necesariamente equivalente a la de los ya mencionados. En realidad, las proyecciones mostraban que para los países pequeños y medianos, como Chile, Perú, Bolivia, Nicaragua, Jamaica y otros, los coeficientes de deuda a exportaciones no cruzaban el umbral de la solvencia. La posición de los bancos frente a estos otros países era afirmar que en esas condiciones, gobiernos y organismos multinacionales debían acudir al rescate de estas economías, a través de créditos blandos. La situación de los mayores deudores a fines de 1985 modificó la visión optimista de los bancos. Es así como el número de septiembre de 1985 de World Financial Markets revisa sus proyecciones anteriores respecto de las economías de la Argentina, Brasil y México. Según las nuevas estimaciones, ninguno de estos países aparece acercándose siquiera al umbral de solvencia en sus coeficientes de deuda sobre exportaciones (200 %) hacia fines de la década. Los valores proyectados para 1990 para Brasil y México se encuentran más bien alrededor del 300 % y en el caso de la Argentina, del 350 % (Morgan Guaranty, 1985). Las estimaciones no consideran el impacto de la reducción del precio del petróleo en la economía mexicana, la cual incluso en la actualidad está teniendo un devastador efecto en la capacidad de ese país de hacer frente a sus obligaciones. El deterioro en la economía de esos países no ha sido un hecho aislado. Los síntomas de un problema generalizado se encuentran a la vista. Según fuentes bancarias, hacia octubre de 1985, diez países latinoamericanos se encontraban atrasados en el pago de intereses, y seis países no habían logrado cumplir las metas de los programas de ajuste acordados con el FMI, mientras otros dos se negaban a negociar con este organismo. En 1985, Bolivia y Nicaragua, habían de hecho entrado en moratoria de pagos. Perú anunciaba unilateralmente un límite superior a los intereses que pagaría y rechazaba negociar con el FMI. República Dominicana y Jamaica hacían esfuerzos para mantener una precaria estabilidad política interna ante políticas de austeridad extremadamente severas. Chile entró en un nuevo período de estancamiento económico. México interrumpía el pago de casi 1.000 millones de dólares y solicitaba más de 6.000 millones adicionales para poder mantener sus pagos en 1986. Su programa con el FMI era Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 4 declarado por este último fuera de las metas. Brasil continuó pagando intereses, pero no estaba en condiciones de establecer diferencias con el FMI en relación a los programas de ajuste. Este cuadro económico estaba siendo acompañado por presiones políticas de los principales deudores latinoamericanos, solicitando un nuevo enfoque para una resolución del problema de la deuda que fuera compatible no sólo con el interés de los bancos de evitar crisis de insolvencia, sino con la posibilidad real de las economías latinoamericanas de reanudar un crecimiento económico vigoroso. Esta era apreciada más y más como una condición necesaria para mantener una capacidad de pago de la deuda externa por parte de estos países. Algunos analistas interpretaron estas reacciones políticas de los gobiernos como un síntoma de “fatiga de ajuste”. 1. La fatiga de ajuste Como se ha señalado anteriormente, las perspectivas de crecimiento no ofrecen expectativas, dentro de un horizonte razonable, de mejorar la condición de vida de la población latinoamericana. El esfuerzo de ajuste se percibe como inútil, desde este punto de vista. Ello genera una “fatiga de ajuste”. Es importante destacar que a pesar de esta situación la mayoría de los países no ha considerado la alternativa de la moratoria, como ocurrió en los años treinta. Ello se explica por una percepción por parte de los países de que el costo de esa alternativa podría ser muy alto. Por una parte, se asignaba un alto peso a la posible crisis de liquidez que enfrentaría el país si se interrumpiera bruscamente el flujo de créditos externos. Por otro lado, se tenía la expectativa de que el “buen comportamiento” en el puntual pago de la deuda crearía las condiciones para un pronto restablecimiento de los canales de crédito voluntario por parte de los bancos internacionales. Otra consideración que peso en ese momento se refería a la situación política interna. Por un lado, gobiernos autoritarios que habían visto debilitarse su base de apoyo interno procuraron afirmar lo que percibían como sus principales fuentes de apoyo político y económico externo: el gobierno de los Estados Unidos, los organismos multinacionales y los bancos acreedores. Por errada que hubiera sido esa apreciación, el hecho es que gobiernos como el de Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 5 Chile actuaron sobre la base de ese supuesto. Se convirtió este país en el más fiel cumplidor de las condiciones impuestas por el FMI y por los bancos. Este cumplimiento se dio independientemente de las catastróficas consecuencias sociales del ajuste impuesto. En el caso de las nuevas democracias latinoamericanas, paradójicamente se llegó a conclusiones políticas similares aunque por razones distintas: la fragilidad inicial de los nuevos regímenes democráticos y la necesidad de evitar a toda costa posibles desastres económicos, como consecuencia de una brusca interrupción de los flujos de créditos por parte de los bancos, llevó a gobiernos como los de la Argentina, Uruguay y Brasil a posiciones extraordinariamente cautas en sus enfoques respecto a la deuda y finalmente a seguir a regañadientes las conductas exigidas por el FMI y por los bancos. La percepción de estos costos, sin embargo, ha estado cambiando desde fines de 1984. Por una parte, a pesar de su buena conducta, algunas de estas economías se encuentran en una situación de iliquidez externa. Lo ocurrido recientemente con México así lo sugiere. Por otra parte, basta con observar las cifras para comprender en qué consiste la disyuntiva. El crédito neto de los bancos privados internacionales hacia los siete mayores deudores de América Latina creció apenas un 2,5 % en 1983 y un 1,6 % en 1984. Durante el primer trimestre de 1985 el flujo neto era negativo (Morgan Guaranty,1985). Por otra parte, el costo asociado a perder acceso a préstamos voluntarios tiende a perder relevancia ante la impresión generalizada, en los círculos financieros y políticos, de que los bancos no reiniciarán voluntariamente, al menos hasta fines de esta década, un flujo normal de créditos, excepto tal vez para aquellos países más grandes, como Brasil, que muestren una recuperación sostenida y sólida, incluyendo crecimiento económico significativo antes de esa fecha. El costo de acciones menos concertadas con los bancos y más concertadas entre los países parece menor, no sólo por las razones recién señaladas sino además porque, en varios casos, estos gobiernos democráticos han logrado fortalecer notablemente su base de apoyo político interno. Los ejemplos de Alfonsín, Sanguinetti, García y Sarney son bastante elocuentes al respecto. De hecho puede argumentarse que esta percepción de la crisis económica unida a la imposibilidad de mejorar la situación económica dependiendo, al igual que en el pasado, de altos niveles de Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 6 endeudamiento externo, harían posible que nuevos líderes latinoamericanos lleguen a acuerdos de movilizaciones nacionales a gran escala con el fin de resolver la crisis de la deuda a través de ahorro doméstico y esfuerzos internos. La experiencia argentina parece aleccionadora. Mientras la situación económica en ese país no se deterioró dramáticamente, no fue posible conseguir el apoyo político necesario para ajustar la economía. Fue el talento político de Alfonsín el que no sólo supo reconocer el momento de límite en la crisis, sino que además pudo convertir la crisis en una oportunidad. Cuando la percepción de crisis se hizo generalizada y no se vio otra alternativa que la que ofreciera Alfonsín, el gobierno tomó duras medidas económicas -el Plan Austral- y la población las apoyó más allá de consideraciones de su costo inmediato para cada grupo en particular. Alfonsín salió fortalecido de la crisis y pudo ganar tiempo para preparar un camino de salida más permanente. Lo mismo ocurrió posteriormente en Brasil con la puesta en práctica del “Plan Cruzado”, de amplio apoyo popular. Lo que estamos sugiriendo es relativamente obvio. Ello es que es posible para un país que enfrenta una severa restricción externa, lograr una dinamización de su crecimiento si existe un liderazgo capaz de movilizar a la población tras un proyecto nacional de desarrollo, que cautive la imaginación de la gente y la motive para un esfuerzo especial de ahorro y trabajo destinado a sacar al país de la crisis. Se trataría de buscar una forma propia, nacional, de superar las restricciones. Abundan las experiencias históricas que apuntan en esta dirección. Lo que restringe este camino para los países de América Latina en los años ochenta es la escasa o ninguna autonomía que los gobiernos tienen para definir un proyecto nacional de desarrollo que responda a su propia tradición institucional o a las lecciones extraídas de los propios aciertos y errores cometidos en su pasado inmediato o lejano. 2. ¿Una nueva condicionalidad? El reconocimiento de la necesidad del crecimiento económico para que la deuda pueda ser pagada por los países latinoamericanos ha llevado al gobierno de los Estados Unidos a cambiar el énfasis con Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 7 que se aborda el problema de la deuda. Se acentúa ahora la importancia de un cambio estructural para dinamizar el crecimiento. El ajuste estructural sería una condición necesaria para un buen use del capital que organismos como el Banco Mundial pudieran poner a disposición, en flujos más elevados, hacia los países deudores. Los mayores recursos se darían condicionados ahora a ciertas “políticas correctas” y del tipo de desarrollo “deseable” según los enfoques prevalecientes en dichos organismos o en los gobiernos que los influyen más decisivamente. Se trataría de una nueva forma de la condicionalidad que se superpondría a la aplicada hasta ahora por el FMI. La extensión del principio de la condicionalidad a los programas sectoriales o de cambio estructural que aborden los países en desarrollo, puede implicar una severa limitación a la posibilidad de cada país de buscar aquel esquema de desarrollo que le resulte más eficaz para movilizar sus energías creadoras. En el contexto actual, esta condicionalidad referida a las “buenas políticas” está cada vez más cargada de un contenido ideológico. Las buenas políticas no sólo consisten en manejar los instrumentos de la política económica de determinada manera, al estilo de la condicionalidad tradicional del FMI. Ahora se trataría además de exigir cambios en las instituciones y en las estructuras siguiendo una determinada preferencia ideológica. Así, por ejemplo, afirmaciones públicas del secretario Baker parecen señalar a las organizaciones multinacionales de desarrollo que su nuevo mandato es prestar a aquellos países endeudados que están deseosos de moverse hacia la “Reaganomics”: privatización de empresas públicas, políticas de libre mercado, prácticas de libre comercio, liberalización de mercados financieros, incentivos a la oferta a través de menores impuestos. No pareciera pesar en esta nueva forma de la condicionalidad una consideración adecuada de las experiencias -positivas o negativasque con dicha política hayan tenido algunos países, particularmente en el cono sur de América Latina. Jamaica, como otros países, ha pasado recientemente por la experiencia de la condicionalidad cruzada y simultánea del FMI y del Banco Mundial en cuanto a su política económica y programa de desarrollo. Su programa de ajuste estructural fue sometido a más de veinte condiciones simultáneas que abarcan aspectos tan variados como la privatización de los buses estatales y de las tierras del sector público, cambios en la organización del Stock Exchange, un programa Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 8 de reforma de la administración pública, las tarifas a cobrar por los hoteles nacionales o en la propaganda comercial por la radio estatal, las cuotas de reducción en la planta de empleados de empresas estatales específicas, además de las condiciones más conocidas en el campo de políticas de comercio exterior, tributaria, financiera y otras. Si se amplía esta forma de condicionalidad, los países se encontrarían sin autonomía para definir un proyecto de desarrollo, sin grados de libertad para aplicarlo, y empujados en algunos casos a cometer los mismos errores de aquellos países que liberalizaron irreflexiva y apresuradamente sus economías en los años setenta en América Latina. La alternativa para los países sería buscar deliberadamente la ruptura y el delinking alternativa atractiva para algunos pero incompatible con un desarrollo nacional en el marco de una democracia y de los valores que a ella la acompañan. Países aislados, autárquicos, con una “economía de guerra”, terminan inevitablemente restringiendo las libertades públicas y desarrollando una “política de guerra” de marcado sello autoritario. Retomaremos estos temas más adelante. Pero antes es preciso detenerse aún en el análisis de los supuestos básicos de la estrategia actual -de los bancos y del FMI, de los países industriales- para enfrentar el problema de la deuda. 3. Ajuste externo y ajuste interno Dos son los aspectos que hacen frágil la actual estrategia para resolver el problema de la deuda: el primero está en relación con la noción de que el crecimiento de los países industrializados será el principal mecanismo mediante el cual las naciones deudoras serán capaces de resolver el problema de la deuda, y el segundo, con la dificultad de sostener una estrategia en el tiempo que supone transferencias permanentes y masivas de fondos desde los países menos desarrollados a los más avanzados, lo cual ha estado ocurriendo desde la inception de la crisis de la deuda. La teoría de la locomotora El problema de la deuda se resolvería sin necesidad de intervención pública, según sus sostenedores, si se diera establemente un crecimiento robusto de las economías industriales. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 9 Por robusto se entiende normalmente tasas que superen el 3 % de crecimiento anual promedio para los países de la OCDE. Ese ritmo de crecimiento haría posible una expansión de las exportaciones de los países en desarrollo a tasas del orden de un 6 % anual3. Con tasas de interés real en los mercados internacionales proyectadas en valores que fluctuarían entre 4 y 5 %, el crecimiento superior de las exportaciones haría posible a los países destinar gradualmente una proporción cada vez menor de las exportaciones para mantener el servicio de la deuda. De esta forma, la resolución del problema puede tomar tiempo, pero un desenlace favorable -sin más intervención que la requerida para tener buenas políticas macroeconómicas- estaría garantizado. Las economías desarrolladas en 1984 crecieron a un respetable 5 %, explicándose esta alta tasa por la fuerte recuperación de la economía norteamericana, la que creció al 6,8 % ese año. Sin embargo, la situación se revirtió bruscamente en 1985. El conjunto de los países industrializados no creció sino a un 2,8 %. Este crecimiento fue acompañado por un continuo deterioro en el poder de compra de las exportaciones latinoamericanas. Este se redujo en un 4,6 % durante 1985 (CEPAL, 1986). Las perspectivas de recuperación de los deteriorados términos de intercambio del comercio latinoamericano no parecen promisorias (Proyecto Link, 1986). Las cifras anteriores no tienen otro objetivo que el de señalar la fragilidad del mecanismo en que descansa la posibilidad de pago de la deuda latinoamericana. El mecanismo de la “locomotora”, apoyado en el efecto de arrastre que un crecimiento rápido y estable de las economías industrializadas tendría sobre las exportaciones latinoamericanas y sobre los términos de intercambio enfrentados por la región, no parecería un mecanismo suficientemente estable ni confiable, como para dejar en las manos de él la superación “automática” -a través de las fuerzas del mercado- del problema de la deuda latinoamericana. Lo que se requiere es una intervención activa de gobiernos y organismos públicos multinacionales para “guiar” el proceso gradualmente, neutralizando los posibles “shocks” externos, hasta que las 3Ha habido una larga discusión acerca de la relación entre crecimiento económico de los países de la OCDE y expansión de las exportaciones de los países en desarrollo. La discusión más completa puede encontrarse en Dornbusch y Fisher (1985). Ver también Fishlow (1984) y Eaton y Taylor (1986). Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 10 economías recuperen su capacidad de crecer sostenidamente, y por lo tanto, de pagar la deuda. ¿Es sostenible el esfuerzo interno para pagar la deuda en América Latina? Como se ha señalado anteriormente, América Latina ha estado transfiriendo desde 1983 unos 30.000 millones de dólares anuales hacia los países industrializados. Esto representa alrededor de un 5 % del PGB de la región. Para efectuar esta transferencia, las economías latinoamericanas tienen que liberar recursos que alternativamente habrían incrementado el ahorro interno para la inversión. En efecto, la transferencia se hace posible al generarse un excedente de divisas, mediante un crecimiento de las exportaciones superior al de las importaciones. Si la economía se encuentra cerca del pleno empleo, ello se logra reduciendo el gasto interno. Esto permite generar ahorro que luego se transfiere al exterior. Para asegurar la capacidad de transferencia de recursos que permita pagan la deuda es que los países aplican programas de ajuste generalmente negociados con el FMI. La naturaleza de estos programas es bien conocida. Lo que nos interesa destacar aquí son dos aspectos: uno, la doble condicionalidad a que han estado sometidos los países desde la crisis; y segundo, que los programas del FMI han tendido a ignorar las particulares circunstancias y nuevas restricciones que afectan a las economías como consecuencia de la crisis de la deuda. La doble condicionalidad surge porque hay actores diferentes que imponen cada uno sus condiciones. El primero es el cartel de bancos y el segundo es el FMI. La condicionalidad impuesta por los bancos internacionales toma la forma del monto máximo de créditos que los bancos están dispuestos a conceder al país respectivo. Esta la determinan según tres criterios: la necesidad de reducir su exposición, de aumentar sus provisiones agregando recursos a su capital y de expandir los créditos sólo en el monto necesario para que el país siga pagando los intereses, ojalá sin deteriorar su “mérito al crédito”. El esfuerzo interno que el país tiene que hacer es determinado por el monto de su deuda y el valor que alcance la tasa de interés, así como el monto máximo a prestar por los bancos al país en cuestión, Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 11 el cual se deriva de los criterios antes mencionados (Dornbusch, 1986). El monto máximo de créditos nuevos, sumados a los recursos oficiales, constituye la restricción fundamental para el país, a partir de la cual y como “factor residual”, se obtiene la magnitud del esfuerzo de ajuste interno que éste debe realizar. Ese es el primer factor que condiciona al país. Un segundo tipo de condicionalidad se impone al especificarse cómo es que el país se va a ajustar a la restricción de recursos externos. Aquí el FMI plantea sus condiciones. Como se sabe, en lo que se refiere al ajuste del sector externo, el FMI propone dos caminos: reducir las importaciones contrayendo el gasto en la economía. Y desviar recursos hacia la producción de bienes exportables o sustituidores de importaciones, devaluando la moneda nacional. El ajuste efectuado a partir de 1982 en América Latina tuvo esas características. Sus resultados también fueron típicos: las importaciones cayeron fuerte y muy rápidamente y ello generó significativas disminuciones de la producción. Es importante destacar que la menor producción se debió sólo en parte a menores niveles de demanda interna. De hecho, estas disminuciones fueron al menos parcialmente compensadas por el aumento de la demanda por exportaciones. Las caídas en la producción se explican porque las economías latinoamericanas han dependido históricamente de materias primas y bienes de capital importados para ocupar plenamente su capacidad y expandir su producción interna. Cuando las importaciones caen un 40 % en dos años, como fue el caso en 1982-1983, se genera una escasez de insumos básicos para la producción provocando una menor oferta de bienes. Otro campo en el que las políticas de ajuste interno han generado enormes complicaciones es el del ajuste en el sector fiscal. El FMI siempre ha puesto especial énfasis en la reducción del déficit fiscal. La recomendación toma una forma simple: reducir el déficit a la mitad cada año, independientemente de su nivel relativo, ya sea que se esté en el nivel de dos dígitos, o aún si se encuentra más cercano al equilibrio. Después del período de liberalización financiera en América Latina ocurrieron dos cosas. El gobierno, las empresas públicas y el sector privado se habían sobreendeudado en el exterior. Esto obligó a Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 12 renegociar los créditos. En este punto, los bancos internacionales forzaron a que el Estado asumiera las obligaciones externas contraídas por el sector privado. Esto tomó la forma de un aval del Estado a la deuda privada o la de una desdolarización de dichas obligaciones, asumiendo el sector público el compromiso del pago en dólares. El pago de los intereses de la deuda externa pública obliga al gobierno a generar un excedente en recursos internos. Dado que los intereses han aumentado, esto lo hace reduciendo gastos, imprimiendo dinero o emitiendo bonos que coloca en los mercados financieros locales. Si escoge reducir el gasto, ello refuerza las contracciones ya impuestas por el FMI en cuanto a las metas de reducción del déficit no financiero. La rigidez del presupuesto fiscal tiene como consecuencia que lo que más se contrae son la inversión en general y los gastos en los servicios sociales. El otro mecanismo abierto para el fisco es el de endeudar más al gobierno o imprimir dinero. En el primer caso, la consecuencia es un alza en la tasa de interés, lo que acentúa la recesión. Lo segundo genera presiones inflacionarias, las cuales se amplifican por los mecanismos de indexación. Esto es lo que se ha observado en los casos de la Argentina y Brasil, donde la inflación se elevó por sobre niveles de tres dígitos. Por otra parte, la conversión de los recursos nacionales que capta el Estado para pagar la deuda en dólares, obliga al gobierno a comprar esas divisas creando una presión alcista en el mercado cambiario. Las expectativas de devaluación que ello genera sólo pueden atenuarse elevando fuertemente la tasa de interés interna. Este es el mecanismo escogido por el equipo económico de Alfonsín recientemente, pero en distintas variantes ha estado presente también en México, explicando así las altísimas tasas de interés real vigentes en esos países durante el ajuste. Lo que hemos descrito hasta ahora tiene obviamente repercusiones sobre el clima económico imperante en los países durante la fase de ajuste poscrisis. Las consecuencias no deseadas de las políticas de austeridad en un contexto de sobreendeudamiento pueden resumirse de la siguiente forma: paralización productiva con estancamiento en el crecimiento económico, agravamiento de la situación financiera de las empresas productivas, altas tasas de interés real, presión sobre el dólar y clima de incertidumbre permanente respecto de la economía. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 13 La incertidumbre es tal vez la característica más saliente. Ella se origina en la precariedad del ajuste por las razones ya señaladas. Esta se manifiesta en las repetidas desviaciones que durante el año sufren las principales variables macroeconómicas respecto de la trayectoria acordada con el FMI. Cuando ello ocurre, el FMI interrumpe el flujo de fondos externos hasta que se inician las conversaciones. Estas duran meses, durante los cuales los agentes económicos están paralizados y a la expectativa. En este ambiente, no hay continuidad posible en la política económica. Los frecuentes cambios hacen al público perder la confianza en la política. No hay inversión pero sí una tendencia permanente a la fuga hacia el dólar. La fuga de capitales es la válvula última de escape ante un clima de deterioro económico sin expectativas de resolución. Esta ha sido estimada, para los diez mayores deudores latinoamericanos, en 31.000 millones de dólares sólo durante la fase de ajuste 1983-1985 (Morgan Guaranty,1986). Lecciones acerca de la doble condicionalidad Nadie podría negar que desde el punto de vista de evitar un colapso del sistema monetario internacional, el FMI ha jugado un papel fundamental presionando a países y bancos para la mantención de los flujos de pagos y de una corriente mínima de créditos nuevos, sin los cuales la “bomba de la deuda” habría ya explotado. Tampoco puede desconocerse la necesidad de que los países sobreendeudados tenían de ajustar sus economías a las nuevas condiciones de escasez de créditos. Para ello era indispensable una mayor disciplina fiscal, un esfuerzo de ahorro interno y una orientación de la producción nacional hacia los mercados externos. También es claro que el logro de una mayor competitividad internacional es la mejor base para una salida sólida, de mediano y largo plazo, del problema de la deuda4. Pero lo que a menudo no es reconocido por las agencias acreedoras es que los enfoques de política económica en América Latina en los años ochenta son más sofisticados y pragmáticos que lo que los antiguos estereotipos podrían admitir. Muchos gobiernos y 4Krueger (1985) desarrolla ampliamente este punto. Enfatiza además que la mayoría de los países ya han ajustado sus políticas. Correspondería reducir ahora el debt overhang, para hacer posible expandir las exportaciones de los países deudores. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 14 autoridades en América Latina hoy en día pueden reconocer el importante papel que juega el mercado y su buen funcionamiento como condición necesaria, aunque no suficiente, para una eficiente asignación de recursos en estas economías. Este enfoque reconoce, al mismo tiempo, la realidad de una economía mixta, como una formación histórica válida en América Latina que ha estado y estará presente en el futuro, más allá de voluntarismos ideológicos de la extrema izquierda o de la derecha más ideologizada. Existe hoy en América Latina una comprensión mayor que en el pasado acerca de la necesidad de fomentar y dar un amplio espacio al desarrollo de la capacidad empresarial en estos países, lo cual supone indudablemente una empresa privada dinámica, eficiente en lo productivo y competitiva internacionalmente. También se recoge críticamente en América Latina hoy día la experiencia de aplicación de experimentos libremercadistas. Constatando sus limitaciones, se acepta ampliamente la necesidad de un rol activo para el Estado en estas economías, tanto en una función reguladora, como orientadora del perfil de desarrollo futuro del país y, desde luego, como protector de los sectores más pobres a través de un desarrollo vigoroso de programas sociales. La diferencia entre esta activa presencia estatal y el estatismo del pasado, consiste en que ahora se concibe al Estado como necesariamente abierto a la participación en las decisiones del sector privado y del trabajo organizado. Se habla más de desarrollo concertado y descentralizado hoy en América Latina, de pactos sociales y concertación económica, que del estatismo o de la exaltación ideológica de los libres mercados. Es interesante notar, como Hirschman lo ha hecho, que mientras el pensamiento latinoamericano acerca de estos tópicos se ha hecho menos ideológico y más pragmático, exactamente lo contrario ha ocurrido en los Estados Unidos, donde la ideología está nuevamente de moda y presente en la influyente administración Reagan. Hecha esta aclaración, es inevitable plantear algunas de las lecciones que desde América Latina se extraen a partir de la experiencia de la “doble condicionalidad”. El mandato del FMI es cautelar el orden financiero internacional, condicionando su apoyo financiero para países en problemas a que éstos tomen medidas que les permitan equilibrar su balanza de pagos. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 15 Más allá de las medidas de emergencia requeridas, el éxito del ajuste externo descansa necesariamente en el fortalecimiento de la capacidad de las economías para exportar y sustituir eficientemente importaciones. Un aspecto normalmente ignorado de esta reorientación productiva hacia la producción de bienes transables internacionalmente es que su éxito descansa en el impacto que a nivel microeconómico, a nivel de la empresa, tengan las políticas de ajuste macroeconómico. Vimos en la sección anterior que las políticas de ajuste se habían caracterizado por una reducción de la inversión de hasta un 30 por ciento, y por la persistencia de una tendencia recesiva en la economía: bajos niveles de ventas, capacidad ociosa crónica y alto desempleo de la fuerza de trabajo. El estancamiento en las ventas debilita la capacidad de pago de la deuda de las empresas. Hay que notar que la cara microeconómica de la deuda externa es la existencia de empresas productivas sobreendeudadas a tasas de interés del mercado doméstico, usualmente dos o tres veces más altas que las internacionales. El ajuste recesivo con restricción de crédito hace subir la tasa de interés y caer las ventas. Esto es lo que se denomina como la “crisis interna”: aumenta fuertemente la cartera de préstamos no recuperables para los bancos. Ello resulta en la quiebra de algunos bancos e instituciones financieras y en la intervención de otras por parte del Estado para evitar su quiebra. El intento de salvar empresas productivas de la quiebra lleva o a licuar la deuda vía inflación, como en el caso de Brasil y la Argentina, o a repetidas renegociaciones de la deuda con los bancos como en el caso de Chile. En este último caso, el gobierno a través del Banco Central termina subsidiando las tasas de interés renegociadas, y asumiendo el riesgo cambiario si acaso se desdolariza la deuda privada. Esta empresa privada sobreendeudada y sin capacidad de recuperación por las condiciones recesivas imperantes, sin interés en proyectos de modernización productiva o de ampliación de capacidad debido al efecto acumulado de la recesión y de la incertidumbre se vuelve hacia una estrategia puramente defensiva y de sobrevivencia. Presiona al Estado para que perdone sus deudas y reduce los salarios y beneficios sociales de sus trabajadores, así como el tamaño de su fuerza de trabajo. Cuando la situación se hace crítica, la empresa comienza a desprenderse incluso de sus trabajadores más calificados y con más larga experiencia en los procesos productivos. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 16 La empresa privada entra en un período de estancamiento y letargo. Tanto a nivel gerencial como de trabajadores cunde la desmoralización. La incertidumbre del empleo y de las condiciones salariales resienten los niveles de productividad. No hay, en estas condiciones, incentivos para la creatividad interna en la empresa, requisito esencial para su reorientación en la dirección del logro de competitividad internacional. ¿Podrían replicarse las experiencias exportadoras exitosas del este de Asia en un clima microeconómico que desestimula la innovación, la creatividad a incluso la modernización de los procesos productivos? La causa real del decaimiento de la empresa privada en América Latina en estos años no se encuentra tanto en un crowding-out por parte del Estado, ni tampoco se origina en un exceso de controles públicos. El clima económico ha sido más bien notablemente permisivo con la empresa privada en la década de los setenta. Su raquitismo actual se explica más bien por errores que se cometieron en el período de liberalización, tales como su sobreendeudamiento a tasas de interés que superaban con creces la rentabilidad de sus activos. Y, sin duda, la mayor fuente de problemas la constituye la política de ajuste, concebida como un proceso puramente macroeconómico, sin que sus repercusiones sobre la empresa reciban una adecuada consideración. La lección, entonces, es relativamente obvia. Si la condicionalidad del FMI se orientara a fortalecer a la capacidad exportadora, ella debería centrar su atención en las condiciones microeconómicas necesarias para recuperar a las empresas productivas de su debilitado estado actual. El primer requisito es el saneamiento financiero interno de las empresas. Pero, sobre este aspecto el FMI no provee respuestas. Se limita a imponer condiciones a nivel macroeconómico de contracción del crédito del Banco Central, una buena parte del cual se destinaba precisamente a mantener vivas las empresas, privadas o públicas, que de otra forma irían a la quiebra. Reducciones en los créditos tendrían negativos efectos en la posición de esas firmas. Naturalmente, la capacidad de pago de éstas depende de su rentabilidad la que a su vez está condicionada, en el corto plazo, por el nivel esperado de ventas. Una política de ajuste que no contemple la perspectiva de una reactivación de la demanda hace imposible a la empresa pasar de su estrategia de pura supervivencia a otra más activa en que normaliza su situación financiera y comienza a preparar Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 17 su readecuación a las nuevas señales del mercado que, a través de un tipo de cambio alto y aranceles relativamente bajos, le está indicando la necesidad de orientación hacia el mercado externo. Mientras la empresa privada se debate con los problemas de su deuda y la declinación de sus mercados, ¿cómo es posible reactivar? ¿Quién va a abordar los proyectos de inversión que pongan en marcha la economía paralizada? La empresa pública y el Estado en general tienen un papel inevitable en esta coyuntura, como por lo demás fue demostrado por la estrategia exitosa de salida de la Gran Depresión de los años treinta, en que la empresa privada sufría problemas similares a los que enfrenta hoy en América Latina y que le impedían convertirse en el factor activo para salir de la recesión y reiniciar el crecimiento. Aún con una empresa privada en recuperación, subsiste el problema del fortalecimiento de la capacidad exportadora. Esta depende no sólo del saneamiento financiero y de un buen tipo de cambio. Requiere además de investigación en nuevos productos, de mejoras en la calidad de éstos y del acceso a nuevos mercados. Las condiciones de los mercados externos van a ser, por otra parte, difíciles en el resto de esta década: expansión más lenta del comercio mundial que en los setenta, mayor proteccionismo y un número más alto de países tratando de exportar más hacia los mismos mercados. Es difícil que esta estrategia pueda tener éxito si no es a través de una asociación estrecha entre exportadores -actuales o potenciales- y el Estado. Así lo hicieron los países europeos en la posguerra y los asiáticos más recientemente. Por último, las condiciones económicas de los años ochenta a nivel internacional configuran un cuadro de inestabilidad, de volatilidad en las tasas de interés y de posibles shocks externos causados por el ajuste de las economías industrializadas. La presencia de estos factores hace razonable plantear una acción estatal que reduzca la incertidumbre y estabilice las expectativas de los agentes económicos internos, como condición para que éstos tomen decisiones de inversión con la empresa privada. También la participación de organizaciones sindicales puede ayudar a reducir esa incertidumbre y a la estabilización de expectativas. Otras lecciones respecto de la condicionalidad del FMI se refieren al reconocimiento de algunas complicaciones estructurales que pueden resultar en consecuencias negativas para la recuperación de la Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 18 economía. Una es la alta incidencia del componente financiero -pago de la deuda externa- en los presupuestos públicos hoy en América Latina. Cuando ello no se reconoce y se impone mecánicamente la condición, sin base teórica, que cualquiera sea el nivel de gasto es preciso reducir el déficit del sector público a la mitad, se pone al gobierno en una camisa de fuerza. Este debe interrumpir los proyectos de inversión necesarios para la reactivación, y se ve forzado a reducir los gastos sociales destinados a compensar los peores efectos de la recesión sobre los grupos más pobres. Finalmente, la política va a producir en un último caso un alza en las tasas de interés necesaria para atraer recursos hacia el gobierno de modo que éste pueda financiar el pago de impuestos de la deuda pública5. El overkill en la reducción de gastos públicos incluso ha impedido en algunos países utilizar créditos del Banco Mundial, al no contar con los recursos públicos requeridos como contraparte. Otra lección válida en las políticas de ajuste reciente es que la combinación de políticas restrictivas del crédito interno, en condiciones de alto endeudamiento, acompañadas de liberación del mercado de divisas y del crédito externo, genera complicaciones severas al ajuste. Hay fuga hacia la divisa extranjera, la que debe compensarse con alzas desmedidas en la tasa de interés. La lección es que el Estado debiera controlar el mercado de divisas y regular activamente los flujos de capital, como forma de evitar el sobreendeudamiento y la fuga de capitales, así como de recuperar alguna autonomía en la política monetaria y financiera. Finalmente y volviendo al argumento inicial de la doble condicionalidad del FMI y de los bancos, ella sugiere una lección final: la estrategia de los bancos de reducir su grado de exposición aceleradamente obliga a los países a un sobreesfuerzo en cuanto a la magnitud y a la velocidad del ajuste requerido. La contrapartida de un ajuste intenso y rápido de los deudores significa generar fuertes excedentes de éstos en su balance comercial (el ajuste se produce a través de una reducción de las importaciones en el corto plazo, la cual tiene un impacto negativo en las exportaciones de los países industrializados). Ello destruye puestos 5México y Brasil parecen haber sido capaces de persuadir al FMI de no considerar al menos algunos de los componentes del pago de intereses en el déficit del sector público, como fue sugerido por un comentarista de este trabajo. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 19 de trabajo en los países acreedores6. La magnitud y velocidad de la pérdida de empleos que por este proceso se genera en los países desarrollados estaría en último análisis determinada por la velocidad a que los principales bancos privados internacionales decidieron salirse del mercado del crédito de los países deudores, porque ésta es la que regula la intensidad del esfuerzo de ajuste necesario de sus economías domésticas, y por lo tanto, la reducción requerida en las importaciones. En el esquema actual, esta tendencia de astringencia en los recursos externos disponibles obligaría a acentuar el carácter recesivo de los programas de ajuste con un debilitamiento adicional de las unidades productivas, comprometiéndose más severamente aún la capacidad de pago, de recuperación y crecimiento de las economías latinoamericanas en el mediano y largo plazo. 4. ¿Qué hacer? La preocupación de los bancos y del gobierno de los Estados Unidos ante una estrategia frente al problema de la deuda que no parece estar funcionando, se ha traducido en un cambio de énfasis en dicha estrategia. Se propone ahora un incremento en el rol de las organizaciones multinacionales, a través de una expansión de los créditos que otorgaría el Banco Mundial -por unos 9.000 millones de dólares en un período de tres años- y la extensión de mecanismos de cofinanciamiento por parte del Banco Mundial con los bancos privados. Se espera así atraer créditos privados hacia los países deudores por unos 6.000 ó 7.000 mil millones de dólares al año7. A esta mayor disponibilidad de fondos se agrega como requisito, por parte de algunos proponentes de estas medidas, que el Banco Mundial tal vez juntamente con el FMI condicione los nuevos créditos a la aplicación de reformas estructurales que los países deberían aplicar para estar sujetos a estos créditos. Se mencionan cambios como la privatización de empresas estatales, la liberalización del comercio y flujos financieros y, en general, la promoción activa de una política de libre mercado y pro empresa privada. Esta nueva forma de la condicionalidad sería una 6 El Chemical Bank ha estimado en 800.000 la pérdida de empleos en la economía norteamericana por este sólo efecto. Ver Washington Post, setiembre 29, 1985. 7 La cifra que se ha dado oficialmente es de 20 mil millones de dólares en tres años. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 20 tercera dimensión que se agregaría a las condiciones ya impuestas por los bancos (techo al monto de créditos nuevos y, por tanto, al monto de la transferencia neta anual de recursos desde los países endeudados) y a las condiciones del FMI que se refieren a la forma específica que debería tomar la política económica de corto plazo. La nueva condicionalidad tiene como antecedente lo que ya ha estado aplicando el Banco Mundial en sus programas SAL (créditos para ajuste estructural). Conceptualmente ello responde a la filosofía liberalizadora y privatizadora que predomina hoy en los círculos oficiales en Washington. No cabe duda de que las nuevas propuestas constituyen un progreso en lo que se refiere al aumento en la disponibilidad de fondos oficiales y posiblemente en los privados. Sin embargo, las nuevas formas propuestas para la condicionalidad merecen repararos, como se comentará más adelante. El desafío central, como es hoy aceptado casi unánimemente por todos, consiste en crear las condiciones para que las economías latinoamericanas puedan reanudar un crecimiento económico normal. Sin ello, su capacidad de pago de la deuda irá debilitándose en el tiempo. El crecimiento de América Latina está frenado por el insuficiente nivel de importaciones que la región puede hoy financiar. Hacia 1981 las importaciones de América Latina eran del orden de 100.000 millones de dólares. En 1985 sólo llegaban a los 57.000 millones. Un nivel “normal”, considerando como tal el existente en la segunda mitad de la década pasada, estaría alrededor de los 80.000 millones de dólares de 1985. Para recuperar ese nivel habría que disponer de entre 20 y 25.000 millones de dólares adicionales por año. Ello haría posible aumentar las importaciones en un tercio. Usando las elasticidades estimadas por Lessard y Williamson, ello representaría un aumento posible en el PGB de la región de entre el 8 y 15 por ciento, con una reducción probable en la tasa de desempleo de alrededor de 5 puntos (Lessard y Williamson, 1985). La entrada neta de capitales en América Latina durante 1984 y 1985 fue del orden de los 8.000 millones de dólares promedio anual. Agregando entre 20 y 25.000 millones de nuevos recursos, se llegaría a una entrada neta de capitales similar a la existente inmediatamente antes del boom, es decir, antes del período 1978-81. De no mediar cambios de reservas, ello representaría un déficit en cuenta corriente Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 21 de balanza de pagos similar al de 1976 y 1977, período que podría caracterizarse de crecimiento “normal”, con tasas de alrededor de 5 por ciento anual del PGB. En realidad, una expansión de 30.000 millones de dólares en el financiamiento equivale a un 8 % de la deuda total de América Latina. Suponiendo un crecimiento del PGB anual del 5 % y una inflación del 3 %, la expansión aquí sugerida no representa más que una mantención de la relación entre la deuda y el PGB de la región en términos reales. ¿Cómo podría financiarse esta expansión de capital? Fishlow y otros han sugerido una fórmula que incluye dos componentes principales (Fishlow, 1984). El primero sería poner un límite máximo a la tasa de interés pagada sobre los créditos en un año determinado. El exceso sobre el máximo sería capitalizado, y como consecuencia de ello, el valor real de la deuda se mantendría constante. El segundo componente de la fórmula postula una expansión de los créditos oficiales. Si se aceptara una reducción de 4 puntos en la tasa de interés pagada por los países latinoamericanos y se capitalizara la diferencia, América Latina reduciría su actual transferencia neta de capital al exterior desde 30.000 a 18.000 millones de dólares. ¿Cómo financiar la diferencia hasta completar los 20.000 millones adicionales? En un clima de reanudación del crecimiento económico y de políticas económicas racionales y más estables sería posible esperar que los decaídos niveles actuales de inversión extranjera directa de alrededor de 2.000 millones de dólares anuales recuperaran los niveles anteriores. La inversión externa superó los 4.000 millones anuales para el conjunto de América Latina en el bienio 1981-82. Es decir, por esta vía podría obtener unos 2.000 millones adicionales por año. Aún quedaría por financiar un saldo de 6.000 millones. En el espíritu de las propuestas actuales, se sugiere aquí una expansión, por ese monto, de los créditos oficiales a la región. Como punto de referencia, podría señalarse que esta cifra es equivalente, en dólares de 1985, al promedio anual de financiamiento externo oficial disponible para América Latina en el período 1961-70 (los años de la Alianza para el Progreso). Como otro punto de referencia podría agregarse que el Plan Marshall implicó para el gobierno de los Estados Unidos un gasto equivalente a 14.000 millones de dólares de 1985 al año, entre 1948 y 1951. Más de un 85 % de estos fondos fueron donaciones. Este esfuerzo de financiamiento correspondió a un Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 22 1,2 % del PNB de los Estados Unidos por año. Un porcentaje equivalente del PGB de ese país hoy día representaría montos de ayuda anual promedio de 46.000 millones de dólares8. Aquí se propone la constitución de un Fondo para el Desarrollo de América Latina. Este fondo otorgaría créditos de largo, plazo a tasas de interés no superiores al 2 % real, los que se destinarían a cofinanciar en conjunto con los países, sus programas de desarrollo y en particular sus planes y proyectos de inversión. Las decisiones del Fondo se tomarían en conjunto por representantes de los organismos oficiales que aportaran recursos al Fondo y por representantes latinoamericanos elegidos en función de su capacidad técnica y significación política en la región. Los criterios de condicionalidad que deberían aplicarse a estos créditos deberían evitar las exageradas formas de “condicionalidad política” a menudo requeridas por las agencias multinacionales. Los criterios de condicionalidad deben ser diseñados para circunstancias específicas. Es legítimo y conveniente que el FMI continúe supervisando el ajuste del desequilibrio en el sector externo de las economías. Las formas de lograrlo deben variar, sin embargo, dependiendo de la naturaleza del desajuste y de las características estructurales de la economía respectiva. Como ha argumentado Bacha (1985), el FMI no debería aplicar una condicionalidad rígida al ajuste interno de la economía como lo hace habitualmente, sino dejar al país en libertad de diseñar su propio ajuste interno, en tanto las metas respecto de la balanza comercial o de la cuenta corriente de la balanza de pagos se vayan cumpliendo. Se ha argumentado, por ejemplo, que Brasil redujo su desequilibrio estructural de balanza de pagos a fines de los setenta mediante políticas económicas altamente heterodoxas en el plano interno (Carneiro, 1986; Cortázar, 1985). Este país aumentó y no redujo la inversión pública. Esta se orientó a sectores de bienes transables. Se crearon así las condiciones para la exitosa expansión posterior de las exportaciones y de sustitución de importaciones. Esto explica el que Brasil haya podido generar en los años recientes fuertes superávit en su balanza comercial (del orden de 12.000 millones de dólares) que le han hecho posible seguir pagando los intereses de su gigantesca deuda externa sin paralizar su crecimiento económico. 8 Estos datos fueron suministrados por Konrad Stenzel. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 23 Es legítimo también argumentar que en el ajuste interno los países deberían poder proceder más selectivamente. El punto es especialmente claro cuando se observa que las políticas -homogéneas de corte recesivo impuestas por el FMI terminan afectando más fuertemente a los asalariados (porque incrementan el desempleo) y a los más pobres (porque estos grupos son afectados por la caída general en el ingreso y recortes en el gasto público que reducen los servicios sociales). Hay, por lo tanto, un fuerte argumento basado en consideraciones de equidad para aplicar una política fiscal y de reducción de gastos que sea selectiva. La condicionalidad en un Fondo de Desarrollo, por otra parte, debería centrarse en la elevación de la inversión, particularmente en actividades exportadoras y sustituidoras de importaciones, y en la absorción del desempleo. Los instrumentos para lograrlo deberían respetar las especificidades de cada país. Estos criterios contrastan con el concepto actual de “condicionalidad política”. Este último supone que un determinado instrumento de política económica usado de una cierta manera producirá en cualquier contexto los mismos resultados. Albert Hirschman ha llamado a esta concepción la “monoeconomía”, argumentando que ella implica desconocer a ignorar la validez de todo el enfoque de la “economía del desarrollo”. Esta es una disciplina que surge en la posguerra precisamente a partir del reconocimiento de la característica especial y única de los problemas económicos de los países en desarrollo, de la necesidad de identificar cuáles son los factores más específicos que los diferencia -entre sí y respecto de las economías desarrolladas y, a partir de allí, diseñar estrategias y un use de los instrumentos de tal modo que sean efectivos para remover los obstáculos al desarrollo en una situación histórica y estructural determinada9. La teoría y práctica de la economía del desarrollo se plantea, como problema central, la movilización de los recursos existentes para un esfuerzo interno que dinamice la economía. Se plantea también el 9No es difícil ilustrar con un ejemplo cómo un mismo instrumento de política usado de igual forma en economías en desarrollo estructuralmente diferentes produce resultados también muy distintos. Dornbusch (1986) ha ilustrado el punto comparando el efecto de una devaluación del tipo de cambio en Corea y en Brasil, donde el mayor tamaño del sector productor de bienes transables en relación al PGB en Corea genera un mayor y más significativo impacto en el crecimiento de las exportaciones, a partir de una serie de medidas para estimular exportaciones, devaluación, créditos, subsidios a inversión en el sector de bienes transables. Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 24 problema de cómo combinar los factores productivos locales en una forma creativa, que haga posible un crecimiento “endógeno”, esto es, capaz de innovación tecnológica y en los métodos de producción. Cuando un país da con “su” fórmula de desarrollo, esto es, con un esquema capaz de movilizar y de promover la creatividad y la innovación, nos encontramos en una etapa de desarrollo que puede potencialmente autosostenerse a futuro, porque estarían dadas las condiciones para el logro de incrementos sostenidos y permanentes de productividad a través del tiempo. Si se entiende así el proceso de desarrollo, es posible comprender también lo indispensable que se hace el que la condicionalidad no ahogue la búsqueda de esa fórmula de desarrollo. Que no imponga, por ejemplo, condiciones económicas tales que, después de seguirlas, no le quede al gobierno nada que ofrecer, como motivación, a los agentes económicos. Ni le quede tampoco nadie a quien movilizar. La peor combinación, que debe evitarse como efecto de una condicionalidad excesivamente restrictiva, es la de políticas duras y uniformes, aplicadas por gobiernos débiles. A partir de la condicionalidad más rígida se generarán gobiernos más débiles. La condicionalidad no debería ser inconsistente con la idea de energizar a una sociedad, es decir, ponerla en tensión para el desarrollo. Debería aumentar sus grados de libertad, acrecentar su capacidad de resolver problemas y no reducirla. El argumento anterior apunta hacia la conveniencia de una condicionalidad que deje un margen para la no uniformidad de las políticas aplicadas en contextos institucionales, estructurales o incluso en coyunturas hist6ricas distintas. ¿Cómo sería posible recomendar por ejemplo liberalización adicional del comercio o de los flujos de capitales a los países del Cono Sur de América Latina, cuando precisamente su crisis económica actual está relacionada, al menos en algunos casos, con la aplicación irrestricta de las políticas recomendadas por las propias agencias acreedoras? ¿Qué sentido tiene, en algunos países, plantear la privatización de bancos o empresas públicas, cuando son estos bancos y empresas del Estado los que han tenido un desempeño más racional y eficiente que las empresas privadas ante shocks externos? Tómese el caso de Chile. Durante el boom, el Banco del Estado fue cuidadoso en prestar fondos sólo a aquellas firmas cuyos proyectos -luego de una evaluación rigurosa- probaron ser rentables. Adicionalmente, no se comprometió con la tradicional práctica Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 25 acostumbrada por la banca privada consistente en prestar fondos a quienes no cuentan con garantías. Puede ser útil también notar que muchas empresas públicas fueron capaces de proceder en mejor forma en relación a sus equivalentes del sector privado durante la recesión, para asegurarse que ésta fue una consecuencia de su posición cuasimonopólica que lea permitió poder seguir operando vía incrementos en sus márgenes de utilidad. El reconocimiento de situaciones diferentes y la flexibilidad en los criterios de condicionalidad son la contrapartida de una definición de lo que constituye una política económica adecuada. Esta debería ser más pragmática, en el sentido de aprovechar las lecciones -aciertos y errores del pasado y la experiencia de otros. En política económica el buen sentido y el pragmatismo no pueden ser sustituidos exitosamente por criterios simplistas a ideologizados. La condicionalidad aplicada al ajuste de corto plazo tiene que hacerse compatible con el desarrollo de largo plazo. Si la primera genera como consecuencia indirecta una caída de la inversión de un 25 ó 30 %, durante cuatro o cinco años seguidos, como lo que recientemente se ha observado en América Latina, claramente hay una inconsistencia entre ambos. El problema es en definitiva no sólo, ni siquiera primordialmente, una cuestión técnica. Si de lo que se trata es de movilizar recursos y talento humano para desencadenar un proceso dinámico de crecimiento, esto depende primordialmente de un gobierno que consiga un apoyo tan amplio que sea capaz de generar confianza en cuanto a su capacidad de orientar y conducir al país hacia la superación de sus restricciones de recursos como las que plantea la deuda; y, especialmente, en cuanto a su capacidad de incrementar esos recursos en el tiempo. La condicionalidad excesivamente rígida y prematura puede anular el proceso a través del cual un gobierno gana credibilidad para aplicar un determinado programa. Alternativamente, como lo sugiere el caso del presidente Alfonsín, es la ampliación en la legitimidad política -que no puede ser sino bajo una forma de plena democracia- la que hace posible a un gobierno conquistar los grados de libertad necesarios para aplicar después medidas económicas que puedan implicar agudos sacrificios para la población. La secuencia de estas acciones es fundamental, así como lo es la dinámica de consolidación y de ampliación de los grados de libertad Alejandro Foxley. El Problema de la Deuda Externa Desde una Perspectiva Latinoamericana. Desarrollo Económico. Vol. XXVII Nº 106. 1987. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 26 existentes para hacer exitosos el ajuste y el desarrollo de la economía de un país. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS BACHA, E. (1985): “The future role of the International Monetary Fund in Latin America”, Depto. Economía P.U.C., mimeo, junio. BERGSTEN, F. (1985): “The second debt crisis is coming”, Challenge, mayo. CEPAL (1986): “The economic crisis: policies of adjustment, stabilization and growth”, abril. CORTAZAR, R. (1985): “Employment, real wages and external constraint, the cases of Brazil and Chile”, mimeo, PREALC, septiembre. DORNBUSCH, R. (1986), “Tendencias y perspectivas de la economía mundial: aspectos de mayor interés para América Latina”. 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La política económica debe dejar de lado criterios simplistas e ideologizados y plantear pragmáticamente cómo combinar los factores productivos locales que hagan posible el crecimiento endógeno y sostenido, con capacidad de innovación tecnológica y en los métodos de producción. SUMMARY After making some brief reference to what the author calls the “fatique of adjustment” he analyzes the actual development of the debt problem and the transferences the main Latin American countries have made. He studies already existing conditionality criteria as well as the new tendencies in that respect. Thus, he concludes that conditionality applied to short-term adjustment policies must be compatible with the long-term development process. Economic policy should leave aside simplistic and ideologized principles and it should pragmatically put forward how to combine local productive factors in order to sustain an endogenous economic growth, increasing the innovation of its technological and productive capacities.