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Canto patrio
El 31 de diciembre de 1879, la sociedad literaria El Porvenir, que aglutinaba lo más
granado de los escritores de Centro América recibió el encargo de promover un
concurso para elegir el himno a la Patria. A juicio del jurado, ninguna de las 16
trabajos presentados mereció el título de himno nacional. “un canto nacional no se
improvisa es obra de mucha meditación y ensayo”, citó y agregó que había afectado el
hecho que sólo se había dado un mes de plazo para presentar trabajos desde la
convocatoria.
De 1879 a 1897, se cantó lo que se denominaba Himno popular, cuya letra fue
compuesta por el poeta totonicapense Ramón Pereira Molina, con música de Rafael
Alvarez Ovalle, originario de San Juan Comalapa, Chimaltenango. Los primeros versos
del canto decían: “Guatemala, en tu limpia bandera, libertad te formó un arrebol:
libertad es tu gloria hechicera, y de América libre en el sol.
En 1896 el general Reyna Barrios se interesó porque Guatemala contara con un canto
patrio. En las fiestas de la Exposición Centroamericana de ese año, convocó a un
certamen para elegir la música y letra del himno nacional. Se presentaron 12 trabajos,
de los cuales ganó el presentado con el pseudónimo “anónimo”, según quedó
registrado en el acuerdo presidencial del 28 de octubre de 1896, que firmaron
Francisco Castañeda, José Leonardo y J.J Palma, miembros del jurado. El autor no se
presentó a recibir el galardón ofrecido por el gobierno.
La música que más se ajustó a la letra del himno, fue la misma obra que diez años
antes había sido elegida para himno patrio, compuesta por el maestro Rafael Álvarez
Ovalle. “Me inspiré en los anhelos de libertad desplegados por la revolución francesa,
de la que había leído bastante. Debía ser pues un canto a la libertad, una expresión del
pueblo que se emancipaba. No se si pude cumplir cabalmente con mi propósito, de no
ser así me salva la sinceridad que puse en el desarrollo de la obra”, relató Alvarez,
años más tarde a un reportero del diario El Imparcial.
El Himno Nacional de Guatemala se cantó por primera vez la noche del domingo 14 de
marzo de 1897, interpretado por los estudiantes del Conservatorio Nacional de
Música, en el escenario del desaparecido Teatro Colón, dirigidos por el maestro Rafael
Álvarez Ovalle, autor de la música de este canto patrio.
El general José María Reyna Barrios, en ese momento primer magistrado de la Nación,
se puso de pie al escuchar los primeros compases de la canción patriótica y la escuchó
con respeto y atención. El acto concluyó con la entrega de una medalla de oro y
diploma de la presidencia de la República, a Álvarez Ovalle.
“La patria tenía su canto y el pueblo lo entonó con sus más sinceras voces. Cuando
terminó, yo no podía tenerme en pie, tal era la emoción que sentía. Dos buenos amigos
igualmente emocionados , llorando, fueron a abrazarme . Esto es algo que nunca he
podido olvidar y eso que ya he vivido mucho”, narró Álvarez, al periodista de El
Imparcial.
El 3 de agosto de 1935, durante un acto de exaltación del Día de la Raza, se cantó por
primera vez el himno modificado. En los primeros versos de la letra original del himno
se leía: “Guatemala feliz… ya tus aras/ no ensangrienta feroz el verdugo/ ni hay
cobardes que laman el yugo/ ni tiranos que escupan tu faz”. Se modificó a:
“¡Guatemala feliz…! que tus aras/ no profane jamás el verdugo/ ni haya esclavos que
laman el yugo/ ni tiranos que escupan tu faz”. (Con información del libro: Emblemas
nacionales, de María Albertina Gálvez, editorial del Ejército, 1981).
Merece respeto
Por ignorancia muchos ciudadanos asumen actitudes irreverentes en el momento de
cantar el Himno Nacional, pero existen decretos y normas claras de cómo
comportarnos al entonar nuestro canto patrio.
El acuerdo gubernativo 463-94, del 25 de julio de 1994, firmado por el entonces
presidente Ramiro de León Carpio, dispone: “Los actos solemnes de la vida cívica,
militar, política, cultural, educativa y deportiva del país deben iniciarse con la
interpretación del Himno Nacional. Los asistentes tienen que permanecer de pie. Los
ciudadanos civiles deben descubrirse la cabeza y poner la palma de la mano derecha
sobre el pecho, en el lado izquierdo.
¿Se aplaude o no?
Prahl comenta que al terminar de cantar el Himno Nacional, no se debe aplaudir,
porque no se aplaude a los emblemas, expresiones alegóricas o a ideales abstractos
del individuo y de la sociedad. “Se aplaude a un solista, a un director de orquesta, un
cantante, un declamador, pero no a un símbolo”, explica.
Las melodías patrióticas y los himnos religiosos no necesitan de aplausos, pues los
ideales son intemporales e inmateriales ajenos al elogio o la lisonja ”. Aplaudirle al
himno nacional es un acto vacío, innecesario. Sería como aplaudirle a los colores de la
bandera nacional o las figuras heráldicas del escudo de armas de la República, a la
estatua de la libertad o a la alegoría de la justicia, o en religión como aplaudirle a la
cruz, al pez, al áncora, a la palma, al cordero místico, a las imágenes religiosas o al
canto gregoriano”, explica el experto.
Pero en los últimos años se ha generalizado la costumbre de que al concluir el canto
patrio las personas aplauden. “El himno despierta emociones en los ciudadanos, y el
decreto 463-94 (emitido por de León Carpio), no prohíbe expresarlas con aplausos”
expresa Oliverio Orozco, embajador y encargado de protocolo del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Guatemala.
El coronel Abundio Maldonado, exdirector de la Escuela Politécnica, opina que “al final
de la canción nacional un aplauso luce, porque sale del corazón con mucho respeto y
agrega vivacidad al momento patrio”, pero aclara “los militares nunca aplauden al
entonar el canto patrio”.