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Asesora Metodológica:
Dra. Nelia Sánchez de Pérez
CI: 2.843.871
Dra. en Ciencias mención Investigación
Profesora Titular de LUZ.
RESUMEN
Rivas, Mari Angélica. Diaphragmatic injury conduct in chest trauma open for firearm
projectile”. Universidad del Zulia. Facultad de Medicina. División de Estudios para Graduados.
Postgrado de Cirugía General. Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo.
Maracaibo, Venezuela. 48 p.
ABSTRACT
There were evaluated the clinical histories of 61 patients who entered to the University Hospital of
Maracaibo with diagnosis of diaphragmatic injuries between January 1, 2010 to June 30, 2013, of
which 25 were wounds for firearm, 22 for wounds for knife, 12 for abdominal closed trauma and 2
iatrogenic injuries of the diaphragm. In 25 patients with diaphragmatic injuries wounds for firearm
the anatomical distribution were 10 (40%) in the right side and 15 in the left side (60 %). The most
frequent associate injuries were: Liver 11 (44 %), spleen 8 (32 %), gastric 4 (16 %). The most
frequent clinical manifestations were the presence of abdominal pain in 16 patients (64 %) and
the presence of thoracic pain in seven patients.
e-mail: mariangelicarivasr@gmail.com
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ÍNDICE
Pág.
1. Introducción.
adecuado a pesar de no disponer de recursos usados en otros centros para este tipo de
lesiones, como son la toracoscopia y la laparoscopia.
sexo masculino y cinco de sexo femenino, el grupo de edad más frecuente de 26-46 años; se
encontró como mecanismo de lesión por trauma abierto en 83.7% y en trauma cerrado
16.2%, en cuanto al tiempo de atención se encontró que 72.09% fue atendido dentro de las
primeras cuatro horas, 23.25% fue atendido en las primeras seis horas y 4.65% fue atendido
después de ocho horas de presentada la lesión; el diagnóstico preoperatorio se realizó en
20.9% de los casos, se encontró que 2.3% presentó lesión grado I de diafragma, grado II
48.8%, grado III 44.1%, grado IV 4.65% y ningún caso de grado V.
El órgano asociado más afectado fue el hígado; el hemidiafragma que con mayor
frecuencia se lesionó fue el diafragma derecho en 67.7% con respecto a 30.2% que
corresponde al hemidiafragma izquierdo; la morbilidad se reportó en 25.58%, la mortalidad se
registró en 11.6% de los casos. Conclusiones: Los resultados del estudio concordaron con
los resultados reportados en la literatura, que el trauma penetrante es más frecuente; sin
embargo, destaca que el diagnóstico se realizó en porcentaje más elevado en forma
preoperatoria en este estudio con respecto a las demás series y que la mortalidad se vio
afectada con respecto a las lesiones asociadas.
El diafragma es un músculo ancho y delgado con forma de cúpula, apoyado sobre el orificio
inferior del tórax, constituyendo un tabique músculo aponeurótico que separa la cavidad torácica
de la abdominal. (Laviña, 1998)
musculares de la pared dorsal y lateral invaden las membranas pleuroperitoneales, para formar
la parte muscular del diafragma. (Lagman, 1981)
En el diafragma se distinguen dos porciones una posterior o vertical, constituída por los
pilares y las arcadas del diafragma, y otra horizontal esternocostocondral con dos cúpulas; la
derecha más alta convexa y anterior que la izquierda, separados por una depresión central
donde descansa el corazón. (Crestanello, 1990). Esta disposición alta del diafragma, permite
definir la región toracoabdominal de Gregoire, delimitada por dos líneas horizontales la superior a
nivel de los mamelones y la inferior a nivel del reborde costal inferior. En la región
toracoabdominal los órganos supramesocólicos del abdomen están cubiertos por la parrilla
costal y por consiguiente dentro del tórax, de cuya cavidad están separados por el diafragma.
Este es un elemento fundamental que debe tenerse presente, sobre todo en las heridas
penetrantes para sospechar la lesión de diafragma.
Desde el punto de vista anatómico, el diafragma está constituido por múltiples fascículos
digástricos, cuyo tendón central forma el centro frénico, alrededor del cual se dispone una
porción periférica músculo carnosa, que toma inserción en el reborde costal inferior y la columna
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lumbar. La unión entre el sector muscular y tendinoso constituye una zona débil, sitio donde
habitualmente se produce la rotura diafragmática, en los casos de trauma cerrado de abdomen,
debido a la hipertensión intrabdominal brusca y difusa que se genera por la violencia del impacto.
(Crestanello, 1990)
La porción más anterior del diafragma se inserta en el sector inferior del esternón sobre la
cara posterior de la unión xifoesternal (Asencio, 2000). El sector más posterior del diafragma se
inserta en la superficie perióstica de los cuerpos vertebrales de L1 a L3. Las inserciones
laterales se realizan en el reborde costal inferior desde la sexta costilla anteriormente a la
duodécima costilla posteriormente. El pilar derecho es el más voluminoso y se inserta en la
cara anteroexterna de los cuerpos y discos de L1 a L3, mientras que el izquierdo lo hace sobre
L2 y L3. Las fibras mediales de ambos pilares se entrecruzan en el sector prevertebral,
constituyendo el hiato aórtico que en realidad es un verdadero conducto, que forma la pared
posterior de la región celíaca de Luschka. Se proyecta sobre
D11 y D12 y por él pasa la aorta y el conducto torácico.
El orificio esofágico, situado por arriba, adelante y a la izquierda del hiato aórtico, se
proyecta sobre el cuerpo vertebral de D10. Actualmente se considera formado
fundamentalmente por el entrecruzamiento de fibras del pilar derecho, no del izquierdo, y por el
pasa el esófago, el vago derecho o posterior y el vago izquierdo o anterior. El orificio de la vena
cava inferior, se proyecta sobre el cuerpo de D9, y por el pasa la vena homónima y la rama
abdominal del frénico derecho. La superficie inferior del diafragma se vincula con el hígado, la
porción intrabdominal del esófago, estómago, bazo, suprarrenales, y riñón, así como también
páncreas y colon transverso.
El diafragma es inervado por los nervios frénicos. El hemidiafragma derecho e Izquierdo, son
inervados separadamente por su respectivo nervio frénico. Estos se originan en el plexo cervical
profundo C3, C4, C5, y se dividen a nivel del diafragma ó 1 a 2 cm inmediatamente por encima.
• 1.3 Etiopatogenia:
• Mecanismos Lesionales:
En el caso de las heridas penetrantes, la lesión es provocada por la acción directa del
agente agresor sobre el diafragma, sabiendo que en el caso de las heridas de bala, el daño
tisular se relaciona en forma directamente proporcional a la velocidad y energía cinética del
proyectil. (Calhoon, 1997)
• Sitio de la Lesión:
En las heridas de bala, se lesionan ambos hemidiafragmas con igual frecuencia, sin
embargo cuando la herida es provocada por arma blanca, existe un |franco predominio de las
lesiones del hemidiafragma izquierdo, debido a que el agresor es habitualmente diestro (Solda,
2000). Por ser lesiones generalmente secundarias a agresiones, la puerta de entrada es
habitualmente anterior, siguiéndole en frecuencia la entrada lateral y en el sector posterior
(Lenriot, 1994). Se debe sospechar siempre la lesión diafragmática, en toda herida penetrante
del sector toracoabdominal (Solda, 2000). Si bien esta afirmación es cierta para las heridas de
arma blanca, en el caso de las heridas por arma de fuego el trayecto adoptado por la bala es
muchas veces aleatorio, y pueden existir lesiones diafragmáticas con orificios de entrada en la
pelvis o en sectores altos del tórax. (Rosati, 1998).
Desde el punto de vista morfológico, las heridas penetrantes del diafragma, tienden a ser
periféricas, muchas veces múltiples, así como difíciles de clasificar (Lenriot, 1994). En cuanto al
tamaño, son lesiones pequeñas entre 1 y 4 cm, (Murray, 1998) lo que tiene una importante
significación clínica, ya que son estas lesiones las que presentan un alto riesgo de pasar
desapercibidas clínicamente, y debutar a los meses e incluso a los años, bajo la forma de una
hernia diafragmática traumática estrangulada.
GRADO LESIÓN
I Contusión
II Laceración <2cm
III Laceración 2-10cm
IV Laceración >10cm
V Laceración con pérdida de tejido >25cm2.
Tabla 1: Moore-1994.
A diferencia de las injurias por trauma cerrado, las lesiones por trauma penetrante, si bien
tienen lesiones asociadas, se limitan fundamentalmente al sector toracoabdominal. Abrantes
(Solda, 2000), en una serie de 252 pacientes con heridas diafragmáticas por trauma penetrante,
encuentra un 65% de lesiones asociadas torácicas y/o abdominales. En la región abdominal, las
vísceras lesionadas son fundamentalmente el hígado 50%, el estómago 25% y luego colon
transverso, riñón y bazo 12% a 18%. En el tórax, el órgano más frecuentemente lesionado es el
pulmón.
La historia clínica, en particular el conocimiento del mecanismo de trauma y los hallazgos del
examen físico, carecen de suficiente sensibilidad y especificidad para diagnosticar una lesión
traumática del diafragma. Los signos y síntomas son variables, típicamente no específicos y
generalmente enmascarados por las injurias asociadas (Rosati, 1998). El diagnóstico de lesión
diafragmática, raramente es evidente y habitualmente se presenta como un verdadero desafío
diagnóstico para el cirujano de trauma, por lo que es válido decir que “el diagnóstico de esta
entidad requiere de un alto índice de sospecha ". (Asencio, 2000)
Por otra parte Lenriot, (Lenriot, 1994) divide a las hernias diafragmáticas traumáticas en
dos fases, aguda y crónica, según el tiempo transcurrido hasta el momento del diagnóstico.
• Fase aguda:
La presentación clínica de las roturas traumáticas del diafragma, abarca una amplia gama
de formas que van desde el paciente asintomático, con hemodinamia estable, hasta pacientes
con severo compromiso hemodinámico y múltiples injurias asociadas. Es fundamental la
información aportada por el personal de atención prehospitalaria, así como de ser posible por el
mismo paciente, para establecer el mecanismo lesional que nos permita sospechar una eventual
rotura diafragmática.
• Fase crónica:
Las hernias diafragmáticas traumáticas crónicas, eran frecuentes en publicaciones previas
a 1970, llegaban según Rosati (Rosati, 1998) a tener una incidencia de hasta 30%.Actualmente
el índice de lesiones diafragmáticas que pasan a una fase crónica ha disminuido. (Lenriot, 1994)
1.7 Paraclínica.
considerado el “gold standart”, con el cual puedan ser comparados otros métodos. El patrón de
comparación es el diagnóstico definitivo realizado al momento de la cirugía. Esto implica que una
vez que se sabe que el paciente tiene una lesión diafragmática, deberá revalorarse por ejemplo
si la tomografía axial computada realizada previamente presenta una anormalidad no detectada.
(Morgan, 1986)
• Estudios no invasivos:
• Radiografía de tórax:
Los hallazgos radiológicos, en las heridas diafragmáticas, varían desde estudios normales
hasta otros francamente patológicos y sugestivos de lesión diafragmática. Las imágenes quedan
muchas veces enmascaradas por la presencia de lesiones torácicas asociadas:
atelectasias, hemotórax, contusión o hematoma pulmonar, lo que dificulta el diagnóstico
radiológico. (Asencio, 2000). Son imágenes sugestivas de lesión diafragmática (Asencio, 2000):
• La visualización de burbujas gaseosas con nivel en un hemitórax, (evocadoras de
herniación de víscera hueca).
• Borramiento del contorno del diafragma.
• Elevación de un hemidiafragma.
• Irregularidad en el contorno del diafragma.
• Desplazamiento del mediastino hacia el lado contralateral.
Por otra parte, la radiografía al ingreso puede ser normal o tener alteraciones mínimas, en
un porcentaje elevado de las lesiones diafragmáticas. La sensibilidad de la radiografía de tórax,
varía según el mecanismo lesional. La probabilidad de falsos negativos es mayor en pacientes
con trauma penetrante, debido a que el defecto diafragmático habitualmente es menor que en el
trauma contuso. Pese a esta baja sensibilidad, la radiografía de tórax, continúa siendo el estudio
más solicitado en el manejo inicial de los pacientes traumatizados, dado su valor en la detección
de lesiones asociadas, costales, pulmonares, mediastinales y pleurales.
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• Ecografía:
Si bien, existen reportes, acerca de diagnóstico de heridas traumáticas de diafragma por
ecografía, este estudio tiene baja sensibilidad, y una alta tasa de dependencia de la pericia
del técnico que lo realiza, por lo que prácticamente no tiene indicación en la búsqueda de
lesiones diafragmáticas (Asencio, 2000). Somers (Somers, 1990) plantea que son signos
ecográficos sugestivos de lesión diafragmática:
• La visualización de una lámina de líquido por encima y debajo del diafragma, asociado a
una discontinuidad en el contorno de este.
• La visualización de migración de un sector del hígado a la cavidad pleural a través de una
brecha diafragmática.
• Tomografía
• Resonancia nuclear magnética:
Existen reportes recientes de diagnóstico de hernias diafragmáticas, por resonancia
magnética. Boulanger, (Boulanger, 1992) reporta 5 casos, pero este estudio al igual que la
Tomografía, tiene escasa sensibilidad cuando se trata de lesiones sin hernia, o son hernias
pequeñas.
• Estudios invasivos:
Los estudios invasivos, surgen ante la necesidad de diagnosticar lesiones del diafragma,
en un grupo particular, de pacientes con heridas penetrantes del sector toracoabdominal
izquierdo, generalmente por arma blanca, que se presentan sin signos de irritación peritoneal,
con hemodinamia estable y radiología normal. Estos pacientes llegan a tener una incidencia de
20
lesiones diafragmáticas del 20% al 24% (Murray, 1997), y son lesiones que de pasar
desapercibidas, exponen al paciente al riesgo de presentar en la evolución una hernia
diafragmática estrangulada, lo que provoca un radical salto en el índice de mortalidad que pasa
del 3%-7% al 25%-30% (Demetriades, 1988). El advenimiento de los procedimientos
mínimamente invasivos, parece haber hallado el camino para diagnosticar estas lesiones,
evitando la laparotomía innecesaria a muchos pacientes.
• Inducción de neumoperitoneo:
Fue el primer procedimiento invasivo, utilizado para el diagnóstico de lesión diafragmática.
Descrito por Clay (Clay, 1951) en 1951, la técnica consiste en la inyección de 300 cc de aire en
la cavidad peritoneal, con posterior realización de una radiografía de tórax. La presencia de un
neumotórax, luego del procedimiento, confirma la comunicación entre la cavidad abdominal y
pleural. Hoy en día, éste método es utilizado excepcionalmente.
• Lavado peritoneal diagnóstico:
Técnica introducida por Root (Root, 1965) en 1965, ha sido universalmente aceptada
como arma diagnóstica fundamental en trauma abdominal. Su principal valor está en el
diagnóstico de sangrado intrabdominal, y no en la detección de lesión diafragmática.
• Inyección intraperitoneal de radioisótopos:
La inyección de radioisótopos en la cavidad peritoneal, y la comprobación de su migración
al tórax, ha sido propuesta a partir de trabajos experimentales, realizados con éxito en modelos
caninos, a los que previamente se les provocaba una herida diafragmática (Rappaport, 1989). La
utilización del método en el hombre es limitada.
Toracoscopía:
En 1993, Oschner (Oschner, 1993) realiza el primer reporte del uso de video toracoscopía
en pacientes con heridas penetrantes del sector bajo del tórax con la finalidad de descartar
lesiones diafragmáticas inadvertidas. Del total de 14 pacientes estudiados 9 presentaban
heridas diafragmáticas, el estudio tuvo una sensibilidad del 100%. Concluye que la
toracoscopía es una alternativa aceptable a la observación o la laparotomía para evaluar
heridas de arma blanca o de fuego, en las cuales la lesión diafragmática es posible, y la
laparotomía no está indicada.
Este procedimiento debe realizarse en block quirúrgico, bajo anestesia general y requiere
habitualmente la intubación selectiva. Si bien hay quienes consideran que puede realizarse con
la ventilación de ambos pulmones (Solda, 2000).
El paciente debe colocarse en posición decúbito dorsal modificada, con el hemitórax a
explorar algo elevado con un rollo en el flanco, y el miembro superior encima de la cabeza. Esto
se debe a que si se requiere de una laparotomía no hay que cambiar la posición del paciente.
Por otro lado sobre todo en trauma cerrado y del lado derecho, la colocación del paciente en
decúbito lateral, puede hacer bascular el hígado, con compresión de la cava y disminución
grave del retorno venoso (Oschner, 1993).
En la mayoría de los casos alcanza con la colocación de un trócar de 10 o 12 mm a nivel
del 5º espacio intercostal, línea axilar media. Pueden colocarse trócares adicionales para
movilizar el pulmón y el diafragma en el área sospechosa de lesión. (Oschner, 1993)
Ventajas de la toracoscopía:
• En pacientes con laparotomías previas, la toracoscopía es la mejor manera de
evaluar el diafragma, obviamente luego de descartar la posibilidad de lesiones
intrabdominales.
• En pacientes con hemotórax residuales permite la evacuación y toillete pleural.
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Desventajas de la toracoscopía:
• No puede descartar la existencia de lesiones intrabdominales.
• Requiere el uso de intubación selectiva (Solda, 2000).
• Fase aguda:
En la fase aguda, nos encontramos generalmente ante pacientes politraumatizados graves o
que presentan heridas penetrantes toracoabdominales. En ellos como en todo paciente
traumatizado se deben implementar, a su arribo al departamento de emergencia las maniobras
de evaluación y reanimación, siguiendo el protocolo de ATLS ( Advanced Trauma Life Support)
preconizado por el Colegio Americano de Cirujanos en el año 1997:
• Drenaje de tórax: igual cuidado se debe tener de ser necesaria la colocación de un drenaje
de tórax por toracotomía mínima, fundamentalmente si la radiología de tórax previa era
sospechosa. Se debe realizar una cuidadosa exploración digital, que descarte la presencia de
órganos herniados, para evitar su lesión en el momento de colocar el drenaje. (Lenriot, 1994).
Vía de abordaje:
El abordaje torácico, en la fase aguda, solo se realiza cuando es necesario realizar una
toracotomía de emergencia, generalmente por sangrado masivo y en el curso de ella se
diagnostica la lesión diafragmática (Asencio, 2000). Si bien por esta incisión se puede tratar
correctamente la lesión diafragmática, tiene algunas desventajas; la fundamental es que no
permite la correcta exploración y tratamiento de las lesiones abdominales asociadas, y muchas
veces ocurre que en realidad el sangrado que uno sospechaba como torácico, es en realidad
abdominal y la sangre pasa al tórax a través de la brecha diafragmática aspirada por la presión
negativa pleural. Otra desventaja es que la reducción de las vísceras herniadas puede ser más
dificultosa desde el tórax.
• Procedimiento:
La exploración quirúrgica, es como hemos visto el origen de uno de cada dos diagnósticos
de lesión traumática de diafragma (Lenriot, 1994). Es por esta razón que una vez completada
la valoración de las lesiones abdominales asociadas, y controlados los sangrados activos se
deben inspeccionar sistemáticamente ambas cúpulas diafragmáticas. A izquierda, se debe
liberar el fundus gástrico seccionando el ligamento gastrofrénico y movilizar el bazo en el plano
del mesogastrio posterior (Lenriot, 1994). Se debe valorar también la región del tendón central
del diafragma y el hiato esofágico, ya que el pilar izquierdo puede estar afectado por la ruptura,
para ello se debe seccionar el ligamento triangular del lóbulo izquierdo del hígado y movilizar el
esófago abdominal (Lenriot, 1994).
• Fase crónica:
Vía de abordaje:
En la hernia diafragmática crónica no complicada, el abordaje torácico es el de elección para
la mayoría de los autores (Lenriot, 1994). Esto se debe a que las vísceras herniadas tienen
adherencias firmes con la pleura y el pulmón, que son más fáciles de liberar por vía torácica
(Asencio, 2000). La única indicación de abordaje abdominal, la representa la rara hernia
frenopericárdica, que puede ser abordada por una mediana supraumbilical o por una
subcostal bilateral (Lenriot, 1994). La incisión estándar es una toracotomía posterolateral en el
7° u 8° espacio intercostal, ya sea derecho o izquierdo (Asencio, 2000).
• Técnicas de reparación
La reparación del orificio herniario, cuando la hernia es relativamente reciente puede ser
realizado por técnicas de herniorrafia, luego de realizar una reavivación económica de los bordes
del anillo. Sin embargo cuando la hernia es crónica y voluminosa, podemos encontrarnos ante un
diafragma átono, delgado, atrofiado, con un gran defecto que puede ser mayor a los 20 cms. En
dichos casos están indicados los procedimientos de hernioplastia, que habitualmente se realizan
con mallas de material protésico irreabsorbible (polipropileno, marlex, dacron) (Lenriot, 1994).
• Morbilidad y Mortalidad:
el rango de mortalidad varía entre 1% a 30%, dependiendo del mecanismo de la injuria, con
menor número de muertes ocurridas como resultado de heridas por arma blanca, y una mayor
mortalidad asociada a las heridas de bala de alta velocidad (Rosati, 1998).
La morbilidad relacionada con la lesión diafragmática puede dividirse en dos grupos: Uno
directamente relacionado con la lesión diafragmática y su reparación. Otro es el que se relaciona
con las injurias asociadas. La morbilidad del primer grupo incluye, deshiscencia de la línea de
sutura con falla de la reparación diafragmática, parálisis de un hemidiafragma por lesión del
nervio frénico o sus ramas, secundario al traumatismo o iatrogénico durante la reparación. Otras
son empiemas o abscesos subfrénicos. En la fase crónica la morbilidad está dada por la
complicación de la hernia diafragmática. La tasa de morbilidad en roturas diafragmáticas por
trauma cerrado es alta, llegando al 50 a 100% (Van Vugt, 1989).
28
2. Materiales y Métodos.
Para esta investigación, la población a objeto de estudio estuvo conformada por todos los
pacientes de 15 ó más años de edad, de sexo masculino y femenino que acudieron a la
emergencia del Hospital Universitario de Maracaibo desde el 01 de enero de 2010 hasta el 31 de
julio de 2.013 con lesión diafragmático penetrante por proyectil de arma de fuego posterior a
trauma toracoabdominal, a los cuales se le ofreció manejo conservador y/o quirúrgico.
Se recolectaron los siguientes datos: signos y síntomas a su ingreso, métodos diagnósticos
de laboratorio y radiológicos, sitio de la lesión, lesiones asociadas, conducta utilizada, manejo
conservador y/o quirúrgico, hallazgos operatorios, complicaciones médicas y/o quirúrgicas,
evolución trans y post-operatoria. En el análisis de los datos se utilizaron técnicas de análisis de
estadística descriptiva mediante el uso de cifras absolutas y porcentajes representadas a través
de tablas y cuadros, mediante un programa de estadístico computarizado.
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3. Resultados
Edad
Sexo
Mecanismo de la lesión
Signos y síntomas
Los síntomas más frecuentes fueron. dolor abdominal (64%) y dolor torácico (32%). Entre otros
síntomas comunes presentes tenemos: sudoración (28%), palidez (12%) y disnea (4%)(Figura
3). El dolor abdominal fue de carácter difuso en 19 pacientes (76%) y localizado en epigastrio en
3 pacientes 812%), hipocondrio derecho en 2 pacientes (8%), y en epigastrio e hipocondrio
derecho en 1 paciente (4%)
Al examen físico de ingreso, el promedio de las cifras tensionales arteriales sistólicas fueron de
124 mmHg± 25.62, diastólicas de 75.5 mmHg ± 14.31 y el pulso de 102.66 ± 16.55 p/min. Se
observó a la auscultación pulmonar una disminución del murmullo vesicular en el 52% de los
pacientes y una disminución de la expansibilidad torácica, con respiración superficial en el 44%
de los casos. .
Laboratorio
Las cifras promedio de los valores de hemoglobina y hematocrito al ingreso, fueron de 11.19 ±
2.31 gr/dl y 36.96 ± 7.53 respectivamente; observándose además como hallazgos de laboratorio
frecuentes la presencia de leucocitosis (11188 ± 5628 ceVmm3) e hiperglicemia (128.142 ±
59.84 mg/dl).
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Las lesiones asociadas más frecuentes asociados a los traumatismos penetrantes por arma de
fuego fueron hígado en 11 pacientes (44%) (Grado I: 8(32%), Grado II: 2(8%) y Grado III: 1(4%),
bazo en 8 pacientes (32%)( Grado I: 2(8%), Grado II: 2(8%) y Grado III: 4(16%)), estómago en 4
pacientes (16%), pulmón en 3 pacientes (12%), colon en 3 pacientes (12%), riñón en 2 pacientes
(8%), páncreas en 2 pacientes (8%), intestino delgado en 1 paciente (4%), ligamento
esplenocólico en 1 paciente (4%) (Figura 5).
Complicaciones postoperatorias.
4. Discusión
Las causas de las lesiones diafragmáticas pueden ser directas o indirectas. Entre las
causas directas tenemos las producidas por arma de fuego, blanca, iatrogénicas e
indirectas producidas por trauma toracoabdominal cerrado o lesiones por
desaceleración (Orringer, 1975)(Symbas, 1986), que son consecuencia del aumento de
la presión intraabdominal que es transmitida a ambos hemidiafragmas y que se
distribuye en dirección radial a las áreas posterolaterales (De La Rocha , 1992). La
incidencia de lesiones diafragmáticas pueden variar desde el 5% en pacientes con
trauma abdominal cerrado hasta el 19% en pacientes con trauma abdominal penetrante
y cuando las lesiones ocurren por debajo del sexto arco costal puede variar entre un 43
a 73% de los casos (Moore, 1980). En 61 pacientes quienes ingresaron al Hospital
Universitario de Maracaibo con diagnóstico de lesiones diafragmáticas entre el 1 de
enero del 2010 al 30 de junio del 2013, de las cuales 25 pertenecieron a heridas por
arma de fuego, 22 por heridas por arma blanca, 12 por trauma abdominal cerrado y 2 a
lesiones iatrogénicas del diafragma.
Es frecuente en las lesiones traumáticas del diafragma producidas por heridas por
arma de fuego la presencia de lesiones concomitante y complicaciones asociadas, y los
órganos más frecuentemente afectados son el hígado, bazo y estómago como lo
señalan las investigaciones de Wiencek (Wiencek, 1986). Estos resultados son
similares a los obtenidos en esta investigación en las cuales las lesiones hepáticas,
esplénicas y gástricas se presentaron respectivamente en el 44%, 32%, 16% de los
casos respectivamente.
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