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Paraíso.
tu puesto en la batalla.
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Prólogo de Eduardo Kovalivker
Fragmento del poema “De La Plata, al sur de Israel”
De “Los Ríos de mi sangre”
En ese entonces se escuchaba entre los gentiles, que los judíos eran cobardes, que no
peleaban y solo sabían ganar dinero.
El ejemplo que daban los detractores era simple:
“Cómo se dejaron matar seis millones de judíos sin pelear, sin defenderse.”
Así hablaban gran parte de los fieles de la iglesia que nos había estigmatizado y
perseguido durante veinte siglos.
En los años siguientes a la creación del Estado de Israel, fue cambiando la mirada del
mundo no judío y se fue enorgulleciendo el mundo judío.
Comenzamos a demostrarle al mundo que éramos valientes, muy valientes y que
sabíamos pelear como los antiguos macabeos, como los soldados de Bar Kojba.
Que éramos verdaderos leones de Judea.
Pasaron sesenta años desde aquel entonces, pero no olvide mis sentimientos de niño y
por eso quise hacer este libro con Yosi.
Aquí brindaremos datos y contaremos historias sobre luchadores judíos de todas las
épocas, porque quiero que los jóvenes de hoy los conozcan.
¡¡¡Porqué, fuimos somos y seremos hasta que se apague la luz de los días, un pueblo
de valientes!!!
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me resultó un emprendimiento apasionante y desafiante.
Mucho se ha escrito sobre la historia judía, especialmente en lenguas como el inglés y
el hebreo, importantes libros fueron traducidos al castellano, pero no existe un libro
destinado a jóvenes adolescentes y adultos que tenga como foco principal el “Heroísmo
judío”. Puede resultar obvio nuestro argumento sobre la importancia de los luchadores
judíos que han demostrado actitudes heroicas en el transcurso de la milenaria historia
del pueblo de Israel, pero de hecho no lo es. La necesidad de encarar la historia judía
desde una óptica del heroísmo nos pareció vital. No se trata de ensalzar la fuerza por sí
misma, en el libro rescatamos la idea de la auto defensa y el orgullo ante persecuciones
y odio sistemático. No argumentamos que este debe ser el único eje que se debe
estudiar y tomar en cuenta, sin duda la historia judía también está compuesta por el
desarrollo del espíritu y de la palabra, amén de la cooperación fructífera con otros
pueblos. Pero nos parece fundamental la importancia de los luchadores judíos que han
encarado desafíos colosales a lo largo de la historia del pueblo judío y del Estado de
Israel.
Nuestro libro está destinado a jóvenes y adultos interesados en la historia del pueblo de
Israel, y que precisan un relato novedoso e intrigante. Para todos ellos, que estimamos
son muchos, hemos escrito este libro.
Quisiera agradecer a mis colegas y estudiantes del Centro Melton-Escuela de
Educación de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y del Centro Recordatorio
Internacional del Holocausto, Yad Vashem, por sus aportes durante muchos años, que
han contribuido enormemente a mi carrera académica y pedagógica.
Dedico este libro a Ruti, a mis hijos Ariel, Tamara y Ben, y a mis nietos, Orí, Mijal y los
que están por venir. De generación en generación nuestra memoria crece y se
enriquece.
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Los Luchadores Judíos
Capítulos heroicos en la historia del pueblo judío
Introducción y presentación
El heroísmo judío fue una de las formas de afrontar las amenazas externas
impuestas al pueblo hebreo a lo largo de su historia. Frente a la imagen,
ampliamente difundida en la época moderna, de un judío diaspórico cobarde,
dependiente, odiado y expulsado, cuando no asesinado por gobernantes y
poblaciones hostiles, los movimientos políticos judíos en la era contemporánea
reivindicaron la imagen de un judío que puede auto-defenderse y utilizar la fuerza
cuando-- es necesario.
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predicador judío que lucho contra la opresión romana y la pobreza al que era
sometido el pueblo de Israel.
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Capítulo 8: Segunda Guerra Mundial, judíos en los ejércitos aliados contra
Alemania nazi
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Capítulo I
Sansón fue un héroe que estaba predestinado a cumplir un rol central para su
pueblo, pero debía ser criado con cuidado especial, por ejemplo, no debía
cortarse el cabello ni tomar alcohol. Su debilidad eran las mujeres, en especial
las filisteas como Dalila, quien descubrirá el secreto de sus superpoderes, le
cortará el pelo para debilitarlo y les avisará a los filisteos, para que puedan
capturarlo y ejecutarlo. Su muerte es descripta como un martirio, sintetizado en
la frase: “que muera mi alma junto a la de los filisteos”, al derrumbar los pilares
a los cuales estaba atado, lo que produjo su muerte y la de muchos filisteos. A
diferencia de Hércules, héroe central en la cultura greco-romana, Sansón no
era un semidiós (hijo de un dios y una mortal) sino un mortal con virtudes y
poderes especiales. Su heroísmo fue producto de su rol en la sociedad hebrea,
como juez y figura masculina todopoderosa. Pero sus virtudes no impidieron que
tenga defectos humanos, en especial frente a Dalila, su última mujer. No
obstante, ambos héroes tenían poderes sobrenaturales y demostraron valentía,
por ejemplo, venciendo con sus propias manos a leones.
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Sansón forma parte de una cadena de 48 profetas y 7 profetisas. Una de las
más prominentes fue Débora, jueza con rasgos militares heroicos. Ella fue una
de los primeros jueces, provenía de la tribu hebrea de Efraim y se destacó como
líder durante cuarenta años. El punto culminante de su carrera fue la batalla
contra el rey cananeo Iabín de Jatzor y su ministro de guerra Sisrá. Débora le
ordena a su general, Barak Ben Avinoam, que enfrente militarmente a este rey
que sojuzgaba al pueblo hebreo. Éste condiciona su partida a que Débora lo
acompañe, es decir a que comande también ella a las tropas hebreas. Juntos
logran una enorme victoria contra Sisrá en el Monte Tabor, eternizada en la Biblia
a través del “Canto de Débora”. Pero este canto es también una loa al heroísmo
femenino, pues invoca a la figura de Yael, mujer perteneciente a un pueblo amigo
(una tribu denominada Ceneos, descendiente del suegro de Moisés) que logra
matar a Sisrá, clavándole una estaca en la sien, cuando intentaba escaparse del
campo de batalla buscando refugio. De esa manera Yael se suma a la figura de
Débora como heroína bíblica.
A punto de ascender al Monte Nevó, donde falleció luego de observar desde lejos
la Tierra Prometida, Moisés se reunió con Josué y entabló con él, el siguiente
diálogo1:
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El diálogo es imaginario, pero se basa en los libros de la Torá (Pentateuco), el libro Shoftim (Jueces) en
el Tanaj (Biblia hebrea).
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derecha, mi heredero, es la voluntad de Dios que me sucedas en la cadena de
liderazgo. Eres un hombre de valor y de gran capacidad para entender y para
hablar lo que es apropiado; 2 Me has acompañado durante el largo éxodo en el
desierto y has luchado contra los pueblos que intentaron exterminarnos, en
especial los Amalecitas, estuviste a mi lado durante el ascenso al Monte Sinaí
para recibir las Tablas de la Ley, y compartiste mi estupor cuando descendimos
y vimos a nuestro pueblo venerar un becerro de oro. Ahora, nuestras doce tribus
deben consolidarse bajo tu liderazgo político y militar. La misión de espionaje en
las tierras cananeas te ha hecho saber que, si bien el desafío que afrontamos es
enorme, nuestro mandato es claro: regresar a la tierra de la leche y la miel.
Deberás confrontar ejércitos poderosos y conquistar ciudades amuralladas,
también tendrás que superar las brechas entre nuestras tribus y garantizar que
acepten y cumplan con los preceptos de la Torá.
Josué: Has sido mi maestro y mentor, tanto a nivel espiritual como a nivel militar
y de liderazgo. El combate que comandé contra Amalek me enseñó a confiar en
tus virtudes. Ésta primera victoria de nuestro pueblo, cuando fuimos agredidos,
nos permitió organizar y armar un poderoso ejército. Este triunfo nos trajo
prosperidad, nos otorgó confianza y provocó temor en los pueblos de la región.
Moisés: Josué, tus primeros pasos serán avanzar hacia la margen occidental
del río Jordán. Debemos iniciar la conquista de Canaán unidos en torno a nuestra
fe. Nuestro objetivo no es combatir, sino vivir en paz con nuestros vecinos, pero
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F. Josefo, Antigüedades, Tomo I, Libro III, Capítulo II, p. 137.
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no siempre sera posible, deberemos luchar si queremos recuperar la Tierra
Prometida.
El cruce del río Jordán, camino a Jericó, fue una hazaña en la cual los hebreos
demostraron mucha disciplina y una excelente organización. Josué condujo la
campaña de conquista de Canaán, destruyendo las murallas de antiguas
ciudades como Jericó, con el sonido de las trompetas (en alusión al apoyo
divino). Sus conquistas se extendieron a diversas ciudades cananeas,
estableciendo un pacto de cooperación con el Sumo Sacerdote, Eleazar, quien
le otorgaba legitimidad y a la vez garantizaba su autoridad. Josué falleció luego
de 25 años de liderazgo a partir de la muerte de Moisés.
Pasaron más de cuatro siglos hasta que surgieron líderes fuertes y carismáticos,
como Samuel, el profeta y general que recuperó el arca del Tabernáculo que
había sido capturada por los filisteos. Éste fue impelido por el pueblo a ungir un
rey. El elegido fue el humilde Saúl, de la pequeña tribu de Benjamín. Tuvo que
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demostrar su aptitud para gobernar, en especial su rectitud y liderazgo militar.
Salió victorioso de duras batallas contra los pueblos vecinos. Pero como explica
la Biblia, Saúl no cumplió con todas las órdenes del profeta Samuel, y su castigo
fue la pérdida de su corona, y la unción de David Ben Isaí (Ishai), un joven pastor
que tocaba el arpa y cantaba, como nuevo rey. Finalmente, Saúl cayó muerto
junto a sus hijos en la batalla de Guilboa, frente a los filisteos.
No podemos, en pleno Siglo XXI, tomar al pie de la letra todo lo que está escrito
en la Biblia Hebrea o en los libros de Flavio Josefo, pero aun considerándolos
como mitos o meras alegorías, notamos que en estas historias se refleja un claro
modelo de heroísmo: obediente al poder divino e implacable contra los enemigos
del pueblo hebreo.
El primer Templo de Jerusalén, fue erigido por su hijo y sucesor, el rey Salomón
en el inicio del último milenio antes de la era común. Fue un hito espectacular en
la historia del pueblo hebreo, pues logró asentarse definitivamente en la Tierra
de Israel, fijando su capital en torno al Monte Moriá, considerado como el lugar
del intento de sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham.
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Capítulo 2
Luego del fallecimiento del rey Salomón (Año 928 A.C.), se produjo una ruptura
y división entre dos reinos, el del sur con Rehoboam como rey de Judea, y el
del norte, llamado Reino de Israel, con Jeroboam Ben Nabat como monarca.
En el año 722 A.C el rey asirio Sargón logró conquistar la capital del Reino de
Israel y deportó a gran parte de su población hacia remotas provincias del
Imperio asirio – 135 años antes de la destrucción del Primer Templo de
Jerusalén. Según la leyenda popular este primer exilio generó la exclusión y
aislamiento de las 10 tribus del norte, aunque fueron consideradas como
perdidas, existen aún hoy en el imaginario popular.
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vecinos. La destrucción del Primer Templo, ocurrió en el año 586 A.C. con la
invasión babilónica, bajo el mando del rey Nabucodonosor.
En el año 538 A.C. el Reino de Babilonia sucumbió ante el poderío del Reino
Persa. Los ejércitos de Ciro el Grande (559 a 529 a.C.), el primer rey de la
Persia antigua, conquistaron la ciudad de Babilonia. Ciro liberó a los esclavos,
declaró que todas las personas tenían el derecho a escoger su propia religión,
estableció la igualdad racial, garantizó la paz, y permitió regresar a sus tierras a
los pueblos deportados a Babilonia, como el pueblo de Israel. el Rey Ciro
proclamó el derecho de retorno de los judíos a su tierra, y autorizó la
reconstrucción del Templo en el Monte Moriá, que sería inaugurado en el año
516 A.C. en tiempos del Rey persa Darío 1º.
Hacia el año 333 A.C. Alejandro Magno de Grecia (Macedonia) vence a los
persas y se convierte en el nuevo gobernante de gran parte del Medio Oriente,
lo que acarrea una fuerte penetración de la cultura griega-helénica en Judea.
Según el historiador judío-romano Josephus Flavio (Flavio Josefo) el
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emperador Alejandro Magno autorizó el culto judío y preservó la santidad del
Templo de Jerusalén. Alejandro falleció al poco tiempo, en el año 323 A.C. y su
gran imperio se dividió.
Las guerras entre los reyes Seléucidas y Ptolomeos continuaron hasta el triunfo
del rey Seléucida Antíoco III en el año 218 A.C. en la batalla del Baneas y la
conquista de toda la Tierra de Israel y de Jerusalén en el año 198 A.C. Pero la
política tolerante hacia los judíos continuó bajo el dominio sirio.
Este puede ser considerado como el punto bisagra que marca la enorme
diferencia entre dos épocas, la primera de tolerancia y convivencia, y la
segunda de coerción y persecución, la cual finalizará en rebeliones
populares judías. En el año 168 A.C. este rey decidió erigir en el Templo de
Jerusalén un altar a Zeus olímpico, y dio la orden de quemar los libros de la
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El Imperio Seléucida (312-63 a. C.) fue un imperio helenístico, es decir, un estado sucesor del Imperio
de Alejandro Magno. El Imperio Seléucida se centraba en Oriente Próximo, y en el apogeo de su poder
incluía Anatolia central, el Levante, Mesopotamia, Persia, la actual Turkmenistán, Pamir y algunas zonas
de Pakistán. Fue un centro de cultura helenística donde se mantenía la preeminencia de las costumbres
griegas y donde una élite macedonia grecoparlante dominaba las áreas urbanas. La población griega de
las ciudades que formaba la élite dominante fue reforzada por la inmigración desde Grecia.
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Torá. A ello se sumó la prohibición de mantener el culto judío tradicional,
como la circuncisión, lo que precipitó la reacción popular de rebelión
armada que fue encabezada por los macabeos.
Tiempo después Yojanan logró conquistar la ciudad filistea de Yaffo (Iafo), puerto
principal de la región, y entabló lazos de amistad con la república Romana,
enemiga del reino Seléucida, rompiendo el acuerdo con el rey Dimitiros I. La
respuesta de este, fue el asesinato de Yojanan y de sus hijos, por traición. El
hijo mayor de Matityahu, Shimón, se convirtió en el nuevo líder de Judea, con
la anuencia de los sirios, continuando de esta manera la dinastía Asmonea.
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Relato atribuido a Iosef el Macabeo descubierto entre los rollos
encontrados en una cueva cercana a Horón:
Me llamo Iosef, soy primo de Yehuda Asmoneo, tengo 18 años, soy un macabeo,
desde los 14 manejo espadas y puñales mejor que nadie.
Con la sangre de los griegos y sirios que derramé, podría haber hecho
manantiales para que abreve el ganado de muchas tribus.
Nací en Beit Horón, a los 12 años leí la biblia por primera vez y desde ese
entonces, fui a aprender con los guerreros como destruir al enemigo.
Junto a mis amigos, aprendimos a bajar y subir las montañas a toda carrera, casi
sin vestimentas, llevando sólo una pequeña espada delgada de un codo de largo
y doble filo.
Tenemos que ser muy rápidos, nuestro objetivo es bajar por las laderas a la
carrera y clavar nuestras espadas en la garganta o el bajo vientre de los soldados
invasores, pues en esas partes no tienen corazas.
Los más altos buscamos la garganta, saltamos a veces apoyándonos con una
mano en el hombro o en la cabeza del enemigo, otras veces damos un salto en
el aire y girando suspendidos para tomar impulso, hundimos o abrimos sus
gargantas con nuestras pequeñas espadas. Los más bajos se zambullen sobre
las piernas del contrincante, giran y ruedan, y desde el suelo hunden sus puñales
en el bajo vientre del enemigo destrozándole el sexo y los intestinos.
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Mañana iremos cinco columnas de cincuenta a emboscarnos en el paso de
Horón, es una cañada estrecha de paredes escarpadas, profunda y larga como
quinientos caballos.
Nuestros espías nos informaron que no son más de quinientos hombres, vienen
llevando ganado y alimentos para la guarnición cercana, ninguno escapará, y el
botín será grande, nosotros necesitamos sus cabras y su trigo.
Nos habíamos dividido, dos columnas atacaban el frente, dos el centro, y la mía
la retaguardia.
Pero esos hombres eran infalibles, quisimos trepar nuevamente por donde
habíamos bajado, pero éramos como ramas y sus flechas el viento que las
quebraba.
Les grité a los míos que se escondan entre los animales, nueve de ellos no me
escucharon, volvieron sobre sus pasos y al comenzar a trepar cayeron
atravesados por las flechas; nuestros honderos y arqueros no podían ayudarnos,
pues los que nos atacaban estaban apoyados contra las paredes del cañadón y
eran un blanco difícil desde las alturas. Entonces, les ordené a mis compañeros
que avancemos agachados entre los animales hasta los arqueros y que no
pierdan tiempo con los portadores, pues eran todos esclavos que no valía la pena
matar.
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No imaginaron que iríamos por ellos, les caímos como rayos, eran arqueros y no
manejaban bien las espadas; mi puñal, mis manos y mis piernas se tiñeron de
rojo con la sangre de los sirios.
Mis jóvenes soldados, Noah, Eli, Milo y León peleaban al lado mio también
cubiertos de sangre enemiga, enloquecidos de dolor y rabia habíamos visto caer
a muchos de nuestros amigos.
En el año 64 A.C., el líder romano Pompeyo (104-48 A.C.), conocido como “el
grande”, marchó a Siria, depuso al rey Antíoco XIII, y convirtió a ese país en una
provincia romana. En el año 63 A.C. marchó aún más al sur, para establecer la
supremacía romana en Fenicia y Judea.
En aquella época Judea estaba divida por la guerra civil entre dos hermanos
Hircano II apoyado por los fariseos y Aristóbulo II apoyado por saduceos.
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Ver detalles en Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos, Libro 14 capítulo 4.
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La dinastía Asmonea-macabea se mantuvo en el gobierno de Judea hasta el
último reino de Hircano II (63-40 A.C.). La independencia duró 77 años, hasta
su derrota en manos de Herodes, rey impuesto por los romanos; Era de origen
idumeo no hebreo, pero clamó por su legitimidad debido a su enlace con Miriam
de la casa Asmonea. Fue nombrado rey por el Senado Romano y asumió luego
de conquistar Judea con un ejército de mercenarios y el apoyo de tropas
romanas. Herodes reinó entre los años 37 A.C. y 4 A.C., fue conocido por sus
proyectos colosales de construcción, entre los que se destacan la ampliación del
Segundo Templo de Jerusalén (el Templo de Herodes), la construcción del puerto
de Cesárea Marítima y las fortalezas de Masada y Herodión. El "Muro de los
Lamentos" es el muro occidental del perímetro del Templo Herodiano.
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Durante esta guerra se manifestaron dos hitos importantes: La destrucción
del Segundo Templo de Jerusalén; y la caída de la fortaleza de Masada,
frente al Mar Muerto.
Les presentaremos a continuación, a través de un diálogo imaginario entre dos
figuras centrales de la época, Yojanan Ben Zakai y Flavio Josefo.
FJ: Veo que esta minoría guerrera que se ha atrincherado detrás de los muros
de la ciudad de Jerusalén, es muy valiente y se guía por la fe, basándose en el
sentimiento de que es mejor morir que vivir sometidos. Pero no son realistas creo
que podemos lograr una autonomía administrativa-cultural, si firmamos la paz
con los romanos, pero debemos renunciar a nuestras expectativas de retorno a
los tiempos del Reino de Judea. Confío en que el general Tito comprenderá
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Tito Flavio Vespasiano es más conocido como Vespasiano, comandante militar romano convertido en
emperador en el año 69 E.C., fue el creador de la dinastía Flavia, continuada por su hijo Tito Flavo Sabino
Vespasiano, más conocido como Tito, luego de su muerte en el año 79 E.C. Tito fue el comandante de la
represión de la rebelión judía y de conquista de Jerusalén, con la consiguiente destrucción del Segundo
Templo. Tito será coronado como emperador en el año 79 y dominó Roma hasta su muerte en el 81 E.C.
Será continuado por su hermano Domiciano, emperador entre los años 81-96 E.C.
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nuestras demandas realistas y permitirá la continuación de nuestro pueblo, con
Jerusalén como su capital espiritual.
Ribaz: Si así no fuere, sólo pido que se nos permita salir de Jerusalén y
asentarnos en la ciudad de Iavne, y desde allí continuar con nuestra profesión
docente y con nuestra misión de interpretar con autoridad la Torá, aportando a
la tradición oral que tanto nos caracteriza.
Las consecuencias:
Ribaz se dio cuenta al poco tiempo que los fanáticos dentro de los muros de la
ciudad de Jerusalén, no aceptarían ningún tipo de concesión o acuerdo con los
romanos. Por consiguiente, decidió fugarse en un ataúd, haciéndose pasar por
muerto, para encontrarse con el general Vespasiano, poco antes de que éste
regrese a Roma. Al encontrarse con él, le predijo que sería emperador y que el
Gran Templo sería destruido, tan solo le pidió que le conceda el derecho de
preservar a Iavne como centro de estudios de la Torá, deseo que fue concedido.
Ésta ciudad se convirtió en un nuevo centro espiritual, donde volvió a funcionar
el Sanedrín (Máximo tribunal de interpretación de las leyes de la Torá).
La caída de Masada:
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Autor de la fotografía: Cassius Ahenobarbus (2010).
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Paralelamente a estos eventos en Jerusalén, un grupo de judíos, liderado por
Eleazar ben Yair, tomó Masada – la fortaleza construida por el Rey Herodes en
el desierto de Judea frente al Mar Muerto –, destruyendo la guarnición romana
apostada allí. Los judíos encontraron en la fortaleza un arsenal suficiente para
equipar un ejército de miles de hombres, e importantes reservas de metal para
fabricar nuevas armas y municiones. Los almacenes estaban surtidos
de trigo, legumbres, aceite, dátiles y vino (bien conservados gracias al ambiente
árido del desierto circundante), los fértiles huertos de la cima podían
proporcionar alimentos frescos, y los canales excavados en la roca calcárea
capturaban y conducían el agua de lluvia a las cisternas subterráneas. La
fortaleza estaba por lo tanto preparada para resistir un sitio prolongado. Durante
tres años este grupo de luchadores judíos continuó con su vida comunitaria
independiente y resistiendo todo intento de los romanos de eliminar el último foco
de rebelión en Judea. En el año 71 D.C. Judea ya se había convertido en una
provincia romana, bajo el mando de un gobernador con sede en Cesárea.
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Capítulo 3: El Levantamiento de Bar Kokhba (Kojbá)
Por el apoyo a los partos los judíos de Cirenaica (Libia)--- fueron atacados por
comunidades griegas. En éste lugar se organizó un grupo de auto-defensa,
liderada por Lucas, que rápidamente pasó a un contra-ataque contra los greco-
romanos locales, destruyendo templos dedicados a dioses paganos como Apolo
o Júpiter. La rebelión judía se propagó a Egipto, en Alejandría destruyeron
templos paganos y la tumba de Pompeyo. Trajano envió tropas para reprimir
esta rebelión, en el año 117 E.C., objetivo logrado de inmediato.
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Partia fue un imperio en el territorio de la actual Irán fundado por los partos en el siglo III A. C. La re-
gión de Partia quedaba al noreste de Irán. El nombre latino Parthia deriva del antiguo persa, era la de-
signación que los partos se daban a sí mismos en su idioma y que significaba «de los partos». El imperio
parto fue disuelto en el año 224 E.C.
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118 E.C. declaró que permitiría a los judíos reconstruir su Gran Templo de
Jerusalén. Un tiempo después Adriano manifestó deseos de construir un templo
pagano sobre las ruinas del Segundo Templo, cambiando el nombre de
Jerusalén por el de Aelia Capitolina (en honor a su familia y al dios Júpiter
Capitolino). Además, instaló la prohibición de la circuncisión (Brit Milá) y de
respetar el Shabat. Éstos dos últimos hechos fueron los precipitantes de la
rebelión. Adriano pretendía imponerles la cultura greco-romana, eliminando su
centro de culto y los rastros de soberanía.
Akiva ben Iosef o Rabí Akiva, (50–135 D.C.) era una gran autoridad rabínica.
Según la tradición provenía de una familia modesta, se considera que fue pastor
de ovejas y un hombre común, ignorante de las fuentes judaicas hasta la edad
de 40 años.
Luego de su triunfo Bar Kojba gobernó con el título de Nasí y Rabi Akiva
presidió el Sanedrín. Durante este breve período de independencia --- se
celebraron los servicios religiosos, y se anunció la “Era de la redención de Israel”.
Se emitieron monedas de cobre y plata con la inscripción: “Por la paz de
Jerusalén”, y en el reverso se señalaba el “año de la libertad de Israel”.
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Dio Cassius, Historia Romana, 69.14.3
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El nuevo Estado conoció poco tiempo de paz. Adriano llamó a su General Sexto
Julio Severo de Britania y lo envió junto con doce legiones, lo que abarcaría casi
la mitad de las tropas del imperio, para reconquistar la Tierra de Israel. El
tamaño de las fuerzas militares era mayor que el ejército de Tito, durante la Gran
Rebelión. Las pérdidas romanas fueron muy grandes. A pesar de la inferioridad
numérica judía y sus considerables bajas, los romanos evitaron enfrentarse en
una batalla abierta y, usaron la táctica de “tierra arrasada” que desmoralizó a la
población judía, desintegrando lentamente la voluntad de seguir con la guerra.
Bar Kojbá se refugió en Betar, último bastión fortificado en el cual se
concentraron miles de judíos y se instaló el Sanedrín. Los romanos la capturaron
finalmente después de asesinar a sus defensores.
A casi tres años del inicio de la rebelión, las luchas culminaron brutalmente en el
verano del año 135 D.C.
De acuerdo a Dión Casio, historiador romano de fines del Siglo II-inicios del
Siglo III, 580.000 judíos fueron eliminados, casi mil aldeas fueron arrasadas. Y
para evitar el retorno de los judíos a Jerusalén, una nueva ciudad romana, Aelia
Capitolina, fue construida en su lugar. Bar Kojbá murió al ser tomada Betar y
Rabí Akiva fue capturado por los Romanos y torturado hasta morir
en Cesárea en el año 135 D.C.
Adriano intentó destruir de raíz la identidad judía, que había sido la causa de las
continuas rebeliones. Prohibió el estudio de la Torá, el calendario judío, la
circuncisión, el respeto al Shabat, y mandó ejecutar a numerosos rabinos
estudiosos y eruditos. Los rollos sagrados fueron quemados en una ceremonia
en el Monte del Templo. En la zona del antiguo templo, ordenó instalar dos
estatuas, una del dios romano Júpiter y otra de sí mismo.
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Capítulo 4
Las tres tribus judías – los Banu (Hijos de) Qurayza o Quraidah (agricultores
que cultivaban dátiles), los Banu Nadir (agricultores y guerreros), y los Banu
Qaynuqa (especializados en la joyería) – fueron vencidas paulatinamente por el
ejército de Mahoma.
Los Banu Nadir fueron vencidos y expulsados de Medina en el año 625 DC,
para asentarse en la ciudad del Oasis Khaybar (Jaibar) en el noroeste de la
Península Arábiga, a unos 150 kilómetros de Medina. Esta tribu se opuso a
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Mahoma aliándose con los enemigos del profeta, ofreciendo dos mil soldados y
300 luchadores de caballería para atacar a Mahoma.
Los Banu Qurayza eran una tribu muy rica y poderosa, apenas llegó Mahoma
a Medina se sumaron a un pacto de no agresión y una tregua entre las tribus
judías y musulmanas. Pero ante las presiones para sumarse al Islam, también
se opusieron a Mahoma y, luego de un duro asedio de su fortaleza, fueron obli-
gados a abandonar Medina para asentarse en Khaybar, que se convertirá en el
centro más importante de la presencia judía en la Península Arábiga. Muchos de
los hombres de esta tribu fueron ejecutados en la plaza principal de Medina.
Otra de las concubinas judías de Mahoma fue Rayhana quien nació en el seno
de los Banu Nadir, pero se casó con un hombre de los Banu Qurayza, y su
familia apoyó a Mahoma. Éste le ofreció convertirse al Islam para transformarse
en su legítima esposa, pero Rayhana se negó y continuó siendo concubina del
profeta, siendo consentida y predilecta. Su padre, Shimón Ben Zayd, más co-
nocido como Abu Rayhana, se convirtió en amigo, predicador y guerrero de
Mahoma, participó en la batalla de la conquista de Damasco, predicó en la mez-
quita de Al Aktza, en la ciudad de Jerusalén, en la Mesopotamia y luchó en varios
frentes de batalla, como en la fortaleza de Ashkelón.
La batalla del ejército musulmán contra las tribus judías en Khaybar se desató
en la primavera del año 628 DC. Los judíos tenían un gran poderío económico y
militar, con fortalezas y fuerzas de defensa propias, pero sucumbieron ante el
asedio. Mahoma aceptó su rendición a cambio de ceder la mitad de sus cose-
chas, convirtiéndose esta modalidad en impuesto permanente.
Esta batalla es un símbolo en la historia del Islam, dado que sentó el precedente
de tratar a los judíos como “Pueblo del Libro” o pueblo monoteísta que puede
permanecer en territorio islámico como protegidos, a cambio del pago de im-
puestos, pero a la vez como subordinados sin el derecho a la auto-defensa.
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La tolerancia hacía el pueblo judío por parte del mundo musulmán permaneció
intacta en el tiempo, salvo en algunos episodios esporádicos, hasta la llegada de
los inmigrantes judíos a Eretz Israel y al Estado de Israel durante el siglo XX.
La Edad Media, dominada en Europa por la teología cristiana, tuvo también sus
capítulos de heroísmo y esplendor judío. Según la Iglesia cristiana, los judíos
debían ser relegados a un rango inferior y humillados, por haberse negado a
aceptar la nueva religión. A partir del Siglo XIII fueron obligados a ser
intermediarios, pequeños prestamistas y recaudadores de impuestos para reyes
y príncipes feudales. El odio de la Iglesia hacia los judíos se manifestó a lo largo
y ancho del continente europeo, y llegó a su cúspide durante las “Cruzadas”.
Éstas fueron una serie de campañas militares impulsadas por los Papas y
llevadas a cabo por gran parte de la Europa cristiana, principalmente por Francia
y el Sacro Imperio Romano, con el objetivo de restablecer el control cristiano
sobre Tierra Santa. Se libraron durante un período de casi doscientos años,
entre 1096 y 1291. Se caracterizaron por la persecución de judíos en forma
sanguinaria, imponiendo la opción de conversión forzosa al cristianismo o la
muerte.
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La “Edad de Oro del Judaísmo Sefaradí” se extendió desde mediados del Siglo IX (nueve), hasta media-
dos del Siglo XII (doce), con la venida de los Almohades, dinastía de tribus musulmanas del Norte de
África que estableció un imperio entre mediados del Siglo XII y hasta la segunda mitad del Siglo XIII, y
que incluyó el sur de España.
31
Mientras los judíos de Europa sufrían por manos de la iglesia persecuciones,
conversiones forzadas o martirio debido a su fe judaica, aquellos que vivían en
Medio Oriente y norte de África comenzaban a convivir con el mundo islámico. A
fines del Siglo VII y principios del Siglo VIII los musulmanes se apoderaron de
todo el norte de África y de allí comenzaron la conquista de gran parte de España,
la cual caerá en sus manos rápidamente. Muchos judíos, perseguidos por
cristianos, recibieron con júbilo a las tropas árabes, en muchos casos
prestándole ayuda, y sirviendo como soldados en su ejército. Luego de ésta
conquista, los judíos del norte de África se asentaron junto con los árabes en
toda España, donde construyeron comunidades pujantes.
Este misterioso reino que adoptó la religión judía, fascinó a pensadores sefardíes
como Yehuda Haleví (1070/75- 1141), quien escribirá, en lengua árabe, su obra
más conocida titulada “El Kusarí”, Libro de la prueba y del fundamento sobre
la defensa de la religión menospreciada”, escrita entre 1130-1140, y
compuesta de cinco discursos. El nombre dado al libro, El Kusarí, se debe a que
el autor presenta en su obra al rey los Jázaros, quien busca conocer la
verdadera religión, y tras acudir a filósofos aristotélicos, cristianos y musulmanes,
solo encuentra la verdad en las fuentes bíblicas del judaísmo, de las que ya le
32
habían hablado, pero que solamente un sabio judío le revela en forma
convincente.
El reino Kusarí se desarrolló en el Cáucaso norte a orillas del Mar Caspio, hacia
la segunda mitad del siglo VIII adoptando el judaísmo como religión oficial. Los
Jázaros fueron importantes aliados del Imperio bizantino cristiano, en su lucha
contra el Imperio musulmán sasánida. Y constituyeron una significativa potencia
regional en su momento de máximo esplendor. Emprendieron una serie de
guerras, todas victoriosas, contra los califatos árabes, evitando así posiblemente
la invasión musulmana de Europa oriental. Este reino judío continuó existiendo
hasta la segunda mitad del Siglo X, captó la imaginación popular, y demostró que
el judaísmo también puede surgir de culturas orientales y convertirse en religión
de un reino, por propia elección de sus gobernantes y de sus súbditos. A pesar
de haber prestado importantes servicios a los cristianos este Reino fue
traicionado conquistado y destruido por el cristiano Príncipe de Kiev. Su
población huyó hacia Ucrania actual entre el Mar Caspio y el Mar Negro – y
sur de Polonia, amalgamándose con los grupos Askenazíes pre-existentes
en Europa oriental.
Córdoba y Granada eran focos de atracción para judíos sefardíes, allí pudieron
prosperar, dominar la lengua árabe, estudiar el hebreo y destacarse en diversos
campos de la vida cultural y política. La conducción de la comunidad estaba en
manos de familias adineradas e integradas al entorno social de la diáspora,
traspasando el liderazgo al “Naguid”, una especie de presidente de la comunidad
judía, príncipe y conductor. No es casual pues que en este entorno haya surgido
la figura del estadista, poeta y militar, Shmuel Ha Naguid (Ibn Nagrella, 993-
1056), un estudioso de las fuentes hebreas que practicó el liderazgo militar.
La poesía de este líder es profana y religiosa, como la poesía de todos los poetas
judíos de la época, en su dimensión profana no expresa la superioridad de la
33
religión, más bien refleja la rica e intensa vida de una familia judía próspera. Cabe
acentuar que parte de los poemas de Shmuel Ha Naguid fueron escritos en los
campos de batalla. La conjunción de un liderazgo cultural y militar era muy rara
en esos tiempos. Su formación abarcó tanto las fuentes bíblicas como la lengua
hebrea, pero asimismo incluyó el dominio de la lengua y la literatura árabe, las
matemáticas, la lógica, la astronomía y las ciencias exactas. A la edad de 20
años Shmuel tuvo que abandonar Córdoba, destruida por la guerra contra tribus
norafricanas, y se asentó en Málaga. Teniendo 37 años – en el año 1027 – fue
nombrado como “Naguid” – príncipe, líder político, protector y representante de
los judíos ante la corte. Pocos años después, en 1038, fue nombrado vice-
gobernador del rey de Granada, asumiendo el cargo de ministro de guerra de
todo el reino, por lo cual tuvo que arriesgar su vida en diversas
oportunidades en el frente de batalla. Fue el comandante del ejército de
Granada por casi dos décadas. Estando lejos de su familia por las guerras del
reino, entabló una comunicación asidua con sus hijos, en especial Yosef. En las
cartas mostraba su orgullo por triunfos militares, considerándolos no
solamente como un logro personal, sino también como un orgullo para
todo el pueblo de Israel debido a la cantidad de judíos que formaban parte
de sus ejércitos.
El siguiente poema fue escrito por Shmuel Ha Naguid hacia 1038, sobre la
batalla contra los enemigos de Almería:
“Se alzó el enemigo, y se levantó la Roca contra como el fragor de las olas del mar al rugir la
él; tempestad.
Los ejércitos estaban alineados, cada sobre sus columnas, como ebria
escuadrón
Los caballos corrían y se revolvían
frente a un escuadrón del adversario;
cúal víboras sacadas de su cubil.
Los hombres pensaban, que, en día de cólera,
Las lanzar eran arrojadas como
violencia
rayos que llenaban el aire de luz
y envidia, la muerte era un premio
Las flechas eran como gotas de lluvia,
Todos trataban de conseguir la fama,
y los escudos, cribas;
vendían su vida para lograr su anhelo…
Los arcos eran serpientes en sus manos,
El griterío de las tropas era como el de Dios,
34
cada una escupía abejas por su boca; Seguir viviendo les estaba vedado.
Las espadas sobre sus cabezas eran antorchas ¿Qué podía hacer yo, si no había refugio, ni
sostén,
que al caer perdían su brillo;
ni apoyo, perdida la esperanza?
Varones valientes perdían el gusto
Los enemigos vertían sangre como agua
por la vida y elegían la muerte.
Aquel día angustioso, yo vertí mi plegaria
Los guerreros pensaban que las heridas
abiertas al Dios que, en la batalla,
De acuerdo con su fe, lo recto era morir, al corazón del enemigo que las prepara y lanza.”
Breve comentario sobre los judíos Sefaradim y los piratas del Caribe
La expulsión de los judíos Sefaradim de la Península Ibérica a fines del Siglo XV provocó
la dispersión de una gran parte de ellos, que optaron por no convertirse al cristianismo.
Muchos de ellos permanecieron en España y Portugal preservando costumbres judías
en forma secreta, a pesar de su conversión a la fe cristiana. Estos judíos se llamaron
genéricamente “cristianos nuevos”, despectivamente se los definía como “marranos”
(cochinos) pero ellos se definían a sí mismos como “judíos a quienes se le impuso por
la fuerza la fe cristiana”, o en lengua hebrea: “Anusim”. Parte de estos “Anusim” se
asentó en colonias españolas y portuguesas en las Américas, y en el Siglo XVII
prosperaron promoviendo el comercio internacional, a través de vínculos familiares y
redes basadas en la confianza y la solidaridad mutua. Holanda era la única potencia
europea que en esa época promovió la tolerancia y libertad de culto, lo que explica la
prosperidad de la comunidad judía Sefaradí de Ámsterdam. En 1624 Holanda conquistó
Bahía y posibilitó el establecimiento de la primera comunidad judía libre en las Américas,
pero rápidamente España y Portugal intervinieron para recuperar esta colonia,
imponiendo la Inquisición y la persecución de los cripto-judíos, los “Anusim”. En 1630
Holanda recupera Bahía y conquista Recife, iniciando un período de 24 años de vida
judía libre, en torno a una Kehilá (Comunidad) llamada “Tzur Israel” (Roca de Israel).
Los judíos se convirtieron en comerciantes de azúcar y recolectores de impuestos
incluyendo los de la piratería. En 1654 Portugal conquista nuevamente Recife, poniendo
fin a la única comunidad judía libre del nuevo mundo, las Américas. Los judíos del
nordeste brasilero pudieron partir de regreso a Holanda, pero un barco partió hacia el
norte, con rumbo a la colonia holandesa de “Nueva Ámsterdam” (luego Nueva York).
Una tormenta provocó que se refugien temporariamente en Jamaica, donde existía una
comunidad secreta de “Anusim”, los “portugueses”. Ante el peligro de que la Inquisición
llegue también a Jamaica, luego de haber diezmado la presencia de “Anusim” en México
y en Perú, estos judíos acuden a Oliver Cromwell, Lord Protector de Gran Bretaña, para
que conquiste la isla. Así fue como los ingleses pasaron a dominar la isla, y permitieron
el establecimiento de una comunidad judía libre, que se transformó en un polo de
atracción de judíos Sefaradim de la dispersión americana. Ante la tolerancia de
10
Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occiden-
tal durante los siglos xv y xvi. Fue un período de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad
Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo
una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas.
36
Cromwell hacia judíos como el Rabino Menashé Ben Israel, un entorno de espías y
combatientes judíos allegados al protector ve en el fortalecimiento de la presencia judía
libre en Jamaica un objetivo que va más allá de intereses económicos particulares. Entre
ellos se destacó Simón (Jacob) de Cáceres, poderoso comerciante de la isla de
Barbados, quien se auto-definió públicamente como un “hijo de la nación judía y de la
tribu de Judea”. De Cáceres le ofreció a Cromwell ponerse al frente de una flotilla con
combatientes judíos para navegar a Jamaica y comenzar la liberación del yugo español
de todo el Caribe. Si bien no obtuvo respuesta oficial, viajó a Ámsterdam y reclutó
jóvenes judíos para su expedición. Su nave portaba el nombre del “Profeta Samuel”,
bajo una misión de unificar a todos los judíos, liberando a los “Anusim” de su forzada fe
cristiana. De Cáceres logro forjar una alianza con la comunidad “portuguesa” de
Jamaica, y piratas del Caribe, para atacar a los españoles y defender a Jamaica de una
probable invasión española. En el año 1660 Jamaica se convirtió en el mayor refugio de
los judíos en el nuevo mundo y se transformó a la vez en el centro de la piratería inglesa,
los famosos “Bucaneros de las Islas Indias Occidentales”, en el Caribe. Comerciantes
judíos apoyaron este proceso, que se veía también como una forma de combatir contra
el Imperio español, vengándose por la expulsión del año 1492. La nueva capital de
Jamaica, Port Royal – dedicada al rey Carlos II, que reinstauró la monarquía luego del
breve período republicano de Cromwell, quien falleció en 1658 –, pasó a ser el corazón
de las operaciones anti-españolas, acumulando riquezas saqueadas de colonias y
barcos españoles. Esta capital lucía con orgullo una “calle de los judíos” y una sinagoga.
La mayor parte de estos judíos era comerciante, pero algunos de ellos también se
destacaron como piratas, como por ejemplo Bartolomeo (Baltasar) el “portugués”, muy
conocido por sus aventuras en el mar del Caribe, y su osadía en operaciones de
piratería. Otro pirata judío famoso fue Moshé Cohen Henríquez, hermano del prominente
comerciante Abraham Cohen, y durante años cercano al famoso pirata inglés Henry
Morgan. Los hermanos Cohen fueron buscadores obsesivos del supuesto “Tesoro de
Cristóbal Colón” en la isla, compraron tierras y aparentemente aumentaron su riqueza
gracias a minas de oro encontradas en ellas.
Los piratas judíos resurgieron un siglo más tarde como aliados de la rebelión contra el
dominio británico en América del Norte. Durante la Revolución Americana, apoyaron la
rebelión y actuaron a su favor cometiendo actos de piratería marítima, esta vez contra
la corona británica.
37
Capítulo 5
La Época Moderna
Hacia fines del siglo XV los reyes católicos lograron expulsar a los
musulmanes de toda la Península Ibérica completando de esa manera la
“Reconquista”. Hasta la Revolución Francesa del año 1789 los judíos
europeos siguieron siendo súbditos de segundo grado, en el mejor de los
casos tolerados por las autoridades. Con el surgimiento de ideas
racionalistas – centradas en el ser humano y su capacidad de pensar sin
filtros religiosos, como la censura de la Iglesia – y el desarrollo de una
revolución científica a partir del Siglo XVII, se abren las puertas para una
integración de los judíos europeos como ciudadanos de cada país. Las
ideas racionalistas y científicas impactaron en el mundo judío, generando
un movimiento “iluminista”.
38
podrían convertirse en verdaderos franceses y siempre desearían retornar a la
tierra de sus antepasados.
El caso más interesante de un luchador judío que peleo por su pueblo y por su
patria de nacimiento es el del coronel Berek Joselewicz (1764-1809), nacido en
el año 1764 en el distrito de Kovno, entonces perteneciente a la Unión Polaco-
lituana. Berek, fue el administrador financiero del príncipe Ignacio Massalski,
magnate y obispo de Vilna. Por sus negocios viajó a Francia, donde presenció la
etapa inicial de la Revolución Francesa y allí absorbió los valores libertarios e
iluministas. Finalmente se radicó en Varsovia, donde prestó servicios como
proveedor del ejército polaco y luego como oficial.
Esta unidad militar participó en la defensa del barrio varsoviano de Praha, donde
fueron derrotados y diezmados quedando pocos sobrevivientes, entre ellos
Joselewicz, que fue tomado prisionero por las tropas rusas, en noviembre de
40
1794. Al ser liberado viajó a Galicia (sur de Polonia) y luego a Italia, donde se
unió a las Legiones Polacas de Henryk Dąbrowski, que formaban parte del
ejército de Napoleón en 1797. Como comandante de una compañía de
combatientes con sables en unidades de caballería polacas, con el grado de
coronel, combatió en varias batallas de la época Napoleónica, como ser las
batallas de Trebia (junio de 1799), Novi (agosto de 1799), Hohenlinden
(diciembre de 1800), Austeriliz (diciembre de 1805) y Friedland (junio de 1807).
Recibió la Cruz de Caballeros por su “Virtuti Military” (Virtud Militar), y la medalla
de la Legión de Honor con la Cruz Dorada, por sus méritos en los frentes de
guerra. Permaneció como líder de un escuadrón polaco, el 5º Regimiento de
infantería montada, después de la constitución del Ducado de Varsovia en el
año 1807. Luego continuó combatiendo en Polonia y finalmente cayó muerto en
la Batalla de Kock el día 5 de mayo de 1809, durante un enfrentamiento con la
unidad de húsares austro-húngaros. Su monumento, en las afueras de Kock, en
un lugar estimado como el de su entierro, permanece en pie hoy en día y es
visitado por muchos turistas.
Su hijo, Josef Berkowicz (1789-1846) luchó junto a su padre en la batalla de
Kock, fue un voluntario del ejército polaco durante las guerras Napoleónicas y
recibió dos veces la condecoración de honor por su servicio en las fuerzas
francesas contra el Imperio zarista ruso y más tarde fue el líder de un escuadrón
de voluntarios judíos que combatió contra las tropas rusas durante el
levantamiento polaco de noviembre de 1830. Durante ese levantamiento intentó
convencer a soldados judíos del ejército ruso de desertar y pasar al bando
polaco. Más tarde se radicó en Inglaterra. Durante la fracasada rebelión polaca
del año 1863, combatientes judíos volvieron a pelear en un batallón que portaba
el nombre de Berek Joselewicz.
Berek fue honrado con una estampilla emitida conjuntamente por los servicios
postales de Polonia e Israel, como “Un combatiente judío por la libertad polaca”.
Es considerado hasta hoy en día como un héroe nacional, supo congeniar entre
ambas identidades la polaca y la judía y se consideró a sí mismo como un judío
polaco patriota. Su lucha fracasó mientras vivía, pero contribuyó a preservar el
fervor nacional que finalmente condujo a la independencia polaca al finalizar la
Primera Guerra Mundial, en el año 1918.
NB: Me alegra contar con su colaboración para la causa libertaria europea, que
la Francia revolucionaria está encarando frente a los regímenes reaccionarios,
liderados por la Iglesia Católica y las cortes reales europeas. La acción llevada
a cabo por Rusia y Prusia contra Polonia es una demostración más de su avidez
territorial y su actitud contraria a la existencia de Polonia como estado basado
en los derechos civiles de sus ciudadanos. Es muy grato descubrir que existen
patriotas israelitas11 en las filas de las Legiones Polacas comandadas por
Henryk Dąbrowski. Haremos todo lo posible por liberar a Polonia y — ayudarles
a difundir los valores de nuestra Revolución Francesa, es decir: Libertad,
Igualdad, y Fraternidad.
11
El término “israelita” es producto de la Revolución Francesa y hace alusión a la igualdad civil de los ju-
díos, renunciando a la nacionalidad judía y quedando solo con una fe judía, por lo cual en Alemania tam-
bién se los llamó “alemanes de fe mosaica” (de Moisés).
42
BJ: Estoy de acuerdo, mi general. Los judíos debemos integrarnos a cada país,
preservando nuestra libertad de conciencia y culto, renunciando a todo vestigio
mesiánico, pues la era mesiánica ha comenzado con la liberación iniciada por la
República Francesa.
3. Napoleón y el precio que exigió para otorgar la igualdad civil a los judíos
12
El Código Napoleónico fue ideado para dotar a todas las provincias francesas (incluyendo a las impe-
riales) de las mismas leyes civiles. Expone los grandes logros de la Revolución Francesa, con el Régimen
de Bonaparte como catalizador de estos:
a) Libertad individual.
b) Libertad de trabajo.
c) Libertad de conciencia.
Estipula la abolición del régimen feudal, haciendo imposible su resurrección.
43
La derrota de Napoleón y el éxito del Congreso de Viena fueron el triunfo de las
fuerzas conservadoras de Europa, pero este triunfo no se sostuvo en el tiempo.
Los movimientos liberales continuaron luchando por la igualdad de derechos y la
anulación del viejo orden de clases. La exigencia de conceder igualdad de
derechos a los judíos, pasó a ser parte de las demandas de los movimientos
liberales en toda Europa. El proceso de democratización que se dio allí en el
siglo XIX estuvo acompañado por el otorgamiento de emancipación a los judíos
en varios países. Este fue un proceso largo, con intervalos y retrocesos, que
culminó con la caída del Imperio Zarista ruso en 1917.
44
Capítulo 6
En la era de la Emancipación, hacia fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo
XX, resurgen los combatientes judíos, por ejemplo, durante la Primera Guerra
Mundial (1914-1918). Por un lado, encontraremos en esta época a judíos
que se insertaron en los ejércitos combatientes, y por el otro surge también
la concepción del "nuevo judío", promovida por diversas corrientes, en especial
el Sionismo político, que ensalzaba al heroísmo y la lucha armada como
antítesis del judío tradicional, más concentrado en el comercio y las finanzas,
temeroso de toda acusación antisemita. Es por ello que hemos escogido como
ejes del presente capítulo a figuras como el Teniente Coronel Alfred Dreyfus,
del ejército francés; a David Green (Ben Gurión) como líder del Sionismo
Socialista, uno de los constructores y fundadores del Estado de Israel; a
Vladimir Zeev Jabotinsky, líder del Sionismo Revisionista a Sara
Aaronsohn, líder del grupo de resistencia anti-turco “Nili”, en Palestina durante
la Primera Guerra Mundial; a León (Leib) Trotsky, uno de los padres de la
Revolución Bolchevique en Rusia y fundador del Ejército Rojo soviético; a
Itzjak Sadé, forjador de la fuerza militar judía en Palestina-Eretz Israel bajo
Mandato Británico.
45
El antisemitismo europeo del Siglo XIX generó una voluntad de integración entre
los judíos emancipados – es decir aquellos que recibieron la igualdad ante la ley
y todo lo que el concepto de ciudadanía acarrea. Pero la enorme paradoja fue:
cuanto más querían integrarse, en muchos países occidentales, más oposición
y desconfianza generaban. En Francia, por ejemplo, la consecuencia de la
Revolución Francesa y del Imperio Napoleónico fue incorporar a los judíos
como iguales, pero exigiendo un alto precio de asimilación y eliminación de
rasgos particulares, sean religiosos o seculares (como ser costumbres,
vestimentas, la obligación del servicio militar, etc.). Hacia fines del Siglo XIX
encontramos a judíos franceses en todos los aspectos de la vida social.
13
Paz de Brest Litovsk: tratado de paz firmado el 3 de marzo de 1918 en la ciudad bielorrusa de Brest-
Litovsk (entonces bajo soberanía rusa, actual Brest) entre el Imperio alemán, Bulgaria, el Imperio aus-
trohúngaro, el Imperio otomano y la Rusia soviética.
47
Hablaremos ahora de la Primera Guerra Mundial, la cual fue el escenario de
una gran y sangrienta confrontación entre imperios y potencias, en el que
los judíos sirvieron en los diversos ejércitos y se vieron confrontados en
los frentes de batalla.
14
Se trata del lema central de la novela utópica de T. Herzl, Vieja y Nueva Patria (Altneuland), escrita en
alemán y publicada por primera vez en el año 1902.
48
2. Durante el Primer Congreso Sionista, (1897) declaró lo siguiente: “En
Basilea fundé un estado judío… Quizás en cinco años, ciertamente en cincuenta,
todo el mundo lo reconocerá.”15 En efecto, cincuenta años después, en 1947, las
Naciones Unidas aprobaron la creación de un Estado Judío.
15
Escrito en su Diario personal después del Congreso Sionista de Basilea, llevado a cabo en 1897.
49
periodista y militar, líder de la corriente nacionalista revisionista y principal
contrincante del sionismo socialista liderado por Ben Gurión.
La Legión Judía fue el primer ejército judío moderno – con bandera propia e
identidad nacional – y la fuente de inspiración de los grupos clandestinos de
defensa y combate creados en la época del Mandato Británico sobre Palestina-
Eretz Israel: la Haganá, el “Etzel”, “Organización Militar Nacional” ligada a la
derecha sionista revisionista –, y el Leji, (“Combatientes por la Libertad de
Israel”, organización anti-británica) y también del futuro Ejército Israelí, el Tzahal,
creado al establecerse el Estado de Israel en 1948.
Luego de la conquista británica del país y por votación en la nueva Liga de las
Naciones, se instituyó un Mandato Británico en Palestina-Eretz Israel, basado
en la aceptación de los derechos judíos sobre Palestina plasmados en la
Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917.16 El rechazo palestino a
esta declaración y a los objetivos sionistas, tuvo como respuesta la organización
de grupos de auto-defensa, como la Haganá, que reemplazó a otros anteriores
como el Hashomer, y a la Legión Judía.
16
Se conoce como Declaración Balfour a la manifestación formal del Gobierno británico, adoptada el 2
de noviembre de 1917, en la que el Reino Unido se declaraba favorable a la creación de “un hogar nacio-
nal judío” en Palestina. El formato del documento es una carta firmada por el secretario de Relaciones
Exteriores británico, Arthur James Balfour, y dirigida al barón Lionel Walter Rothschild, un líder de la co-
munidad judía en Gran Bretaña, para su transmisión a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda.
La declaración, considerada como el primer reconocimiento de una potencia mundial de los derechos
del pueblo judío sobre la “Tierra de Israel”, fue incorporada en el Tratado de paz de Sèvres de 1920, en-
tre Turquía y Gran Bretaña. El documento original se conserva en la Biblioteca Británica.
50
Durante la Primera Guerra Mundial surge el primer ejemplo de heroínas judías,
Sara Aaronsohn (1890-1917), fue una de las líderes del grupo de resistencia
clandestina anti-turca y pro-británica en Palestina-Eretz Israel, el “Nili”. Esta red
de espionaje actuó con el objetivo no sólo de expulsar a los turcos de la Tierra
de Israel, sino también para garantizar la creación de un estado judío soberano
e independiente. Sara nació en la colonia judía de Zijrón Yacob, estudió botánica
y agronomía y era asistente de su hermano Aarón en la granja familiar que
tenían en Atlit. Sabía cabalgar y disparar armas, algo extraordinario para mujeres
en su época. Desde la primavera de 1914 hasta otoño de 1915 vivió con su
marido en Constantinopla, y fue testigo de las deportaciones masivas de
armenios y el inicio de su asesinato sistemático. En noviembre de 1915
emprendió su regreso a Eretz Israel en un viaje en tren que duró tres semanas,
cruzando la Anatolia en trenes repletos de soldados turcos. Su testimonio
menciona miles de cadáveres. Como consecuencia del drama armenio, y por
temor a que suceda los mismo con los judíos de Palestina, Sara decidió sumarse
al grupo clandestino “Nili”, en el cual activaba su hermano, y que se convirtió en
el grupo de espionaje británico más grande de todo el Medio Oriente. Sara
supervisaba la transferencia de oro, donado por judíos norteamericanos a la
pequeña población judía de Eretz Israel, que sufría de hambre y expulsiones.
51
sufrir nuevas torturas que puedan conducir a delaciones de sus compañeros. Su
herida grave no permitió que la trasladen, falleciendo tres días después. En su
última carta, interrumpida por la aparición de los policías turcos, pidió ser
vengada.
Con la publicación del “Libro Blanco”17 en 1939, por el cual Gran Bretaña
establecía fuertes restricciones a la libre inmigración judía a Palestina, y grandes
trabas a la adquisición de nuevas tierras a manos de judíos, Ben-Gurión
abandonó su consabida política de cautela, para adoptar una firme línea activista
frente al Mandato británico. Durante la Segunda Guerra Mundial, frente al
conflicto creado entre la firme oposición hebrea a las restricciones británicas, y
el hecho de que Gran Bretaña combatía contra los alemanes nazis, dijo:
“combatiremos contra los nazis como si no existiera el Libro Blanco, y
combatiremos el Libro Blanco como si no hubiera guerra en Europa”. Al
término de la guerra, Ben Gurión desafió la autoridad británica organizando la
campaña masiva de inmigración ilegal, y buscó expandir las fronteras de facto
del futuro estado, creando rápidamente nuevos asentamientos en muchas partes
de Palestina. Asimismo, impulsó el desarrollo de una sólida y eficaz capacidad
de defensa, y presionó a los países occidentales amigos a vender a los judíos
armamento pesado, como artillería y aviones.
17
“Libro Blanco”, lineamientos de política exterior del gobierno británico. El primer “Libro Blanco” sobre
Palestina fue emitido por Winston Churchill, ministro de las colonias, en 1922; el segundo “Libro Blanco”
fue publicado por el ministro de las colonias, Lord Sídney Passfield en 1930 y el tercer “Libro Blanco” fue
publicado por el ministro Mac Donald en mayo de 1939, en nombre del gobierno británico encabezado
por Neville Chamberlain.
52
En 1921 Sadé fue comandante de la Haganá en Jerusalén y en 1929 participó
en la batalla de la defensa de Haifa ante los ataques árabes. En 1936 se
estableció en Jerusalén y se unió al “Nodedet” (“unidad de patrulla”) que
hostigaba al enemigo árabe en sus aldeas y bases. Sadé exigió que sus tropas
"dejen de defender" e inicien operaciones militares ofensivas. Escritor, educador,
oficial carismático de las fuerzas de defensa judía en la época del Mandato
Británico, fue uno de los fundadores del “Palmaj” y su primer comandante. Ésta
era una fuerza para-militar creada hacia el año 1941 ante la amenaza de invasión
alemana y de asedio nazi contra la población judía de Eretz Israel. Fue pensada
como una fuerza guerrillera anti-nazi, pero al desaparecer la amenaza de
conquista alemana se convirtió en una fuerza militar de elite al servicio de las
instituciones centrales judías, el Ishuv.
El apodo clandestino de Sadé fue “el viejo”, por sus largos años de experiencia
en combate en diversos marcos y comandos militares. En 1945 fue designado
Comandante General de la Haganá y estuvo a cargo de las operaciones contra
las fuerzas inglesas durante el Mandato Británico de Palestina y en
operaciones de inmigración clandestina de judíos a Eretz Israel.
Conclusiones:
53
Capítulo 7
Mi eterno reconocimiento
El principio del odio fue aquel atacaron por Europa a los judíos
que ensució para siempre las manos generando una inmensa matanza.
de apóstoles traidores
que el mensaje de Dios habían guardado. casi mil años de hermosa tradición.
Y con los años (nos cuenta así la historia) y quedó yerta la mente de los hijos de España
más oscura y rencorosa de los hombres. Después el odio quemó a miles de judíos
54
cuando la peste negra arrasó con Europa el día en que los ejércitos aliados
pues fueron acusados, por los clérigos, festejaban sobre el nazi, la victoria
También los hombres de la iglesia decían Pero el principio del odio fue aquel
que los hijos de Abraham amasaban que ensució para siempre las manos
de judíos a los nazis, muy piadosos; y me piden que acuse, que muerda
que de los campos de la muerte salieron y me desangro en los versos que escribo.
La era nazi comenzó con el ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania el día
30 de enero de 1933, poniendo fin a los años de vida democrática iniciados con
la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, y el establecimiento de la
República de Weimar. Poco más de medio millón de judíos alemanes,
sumamente integrados al país, se vieron obligados a escoger entre diversas
opciones al enfrentar las amenazas del régimen, como ser: emigración a otro
país, resignación y expectativa de que Hitler caiga a corto plazo y se retorne a la
vida democrática, o encerramiento en marcos judíos para soportar las presiones
y prácticas antisemitas del régimen.
55
alemana en esos años se focalizó en incitar a la emigración de los judíos,
implementando leyes antisemitas, y estableciendo un régimen de terrorismo de
estado para presionarlos a que abandonen esos países. Ejemplo de ello fue el
establecimiento de los primeros campos de concentración, destinados a suprimir
toda oposición política, y el gran pogrom antisemita instigado por las autoridades
nazis el 9 de noviembre de 1938; tristemente conocido en la historia como La
noche de los cristales.
56
¡Hermanos! ¡Es preferible caer como combatientes libres, que vivir por la
gracia de los asesinos! ¡Resistid! ¡Hasta el último aliento!18
18
Y. Arad, I. Gutman, A. Margaliot, El Holocausto en Documentos, Jerusalén, Yad Vashem, 1996, p. 478.
19
Y. Arad, I. Gutman, A. Margaliot, El Holocausto en Documentos, Jerusalén, Yad Vashem, 1996, p. 348.
57
mentiras alemanas y replicando el llamado de la resistencia armada judía en el
Gueto de Vilna, a “no entregarse como rebaño al matadero”.
“Ni un solo judío debe ir al tren. Las personas que no puedan resistir de
forma activa, deben oponer resistencia pasiva, es decir, esconderse…
Ahora nuestro lema debe ser: ¡Que cada uno se prepare a morir como un
ser humano!20
Mucho se ha escrito sobre esta emblemática rebelión armada, que estalló el día
19 de abril de 1943 y perduró hasta el día 16 de mayo del mismo año, día en el
cual los alemanes proclamaron la liquidación del Gueto de Varsovia.
20
Y. Arad, I. Gutman, A. Margaliot, El Holocausto en Documentos, Jerusalén, Yad Vashem, 1996, p. 333-
334.
58
En septiembre de 1943 el Frente Unido de Partisanos del Gueto de Vilna,
comandado por Abba Kovner, dirigió la resistencia armada contra los alemanes,
al iniciarse una liquidación final del gueto, invocando nuevamente el lema de “no
permitir que nos lleven como animales a la matanza”, asegurando que toda
evacuación del gueto implica una “muerte segura”, y que “Sólo la resistencia
armada puede salvar nuestras vidas y nuestro honor”. La proclama finaliza con
las siguientes palabras:
Kovner dirigió desde el Gueto de Vilna la fuga de jóvenes judíos a los bosques,
para unirse a los partisanos, estimándose que centenares de jóvenes lograron
esta meta, y terminó comandando una unidad partisana judía en el bosque de
Rudniki. Este gueto fue clausurado el día 23 de septiembre de 1943.
Hubo resistencia armada muy extensa de judíos que se escaparon de los guetos
y se incorporaron en los bosques de Europa Oriental a unidades partisanas, de
combate contra la ocupación alemana. El ejemplo más representativo de este
vasto fenómeno fue el de los hermanos Bielski – liderados por Tuvia Bielski
(1906-1987) – y su campamento de familias combatientes en los bosques de
Bielorrusia establecido para dar refugio a escapados de los guetos, y ofrecerles
un marco de combate junto a partisanos ligados a la Unión Soviética. Lo
particular de esta unidad especial de luchadores judíos fue su independencia, su
protección a familias enteras con niños y ancianos, y su lucha armada en forma
separada, si bien sincronizada con partisanos soviéticos.
21
Ibíd. Pp. 507-508.
22
El film se basa en el libro de Nechama Tec, “Los Partisanos Bielski”. Ver la ficha técnica, con una sinop-
sis y un tráiler en español en el siguiente enlace: http://www.cinefis.com.mx/desafio-/pelicula/1036
59
Cabe por último señalar que hubo resistencia armada judía en muchos guetos –
se estima que en total se establecieron bajo dominio nazi alrededor de 1.150
guetos, especialmente en Europa Oriental – como el de Bialistok, Cracovia,
Bendzin y otros. Hubo también resistencia armada judía en campos de
exterminio, como en Treblinka y Sobibor, e incluso en el campo más
representativo de la Shoá: Auschwitz Birkenau, en el cual el día 7 de octubre
de 1944 los judíos que trabajaban en el complejo de cámaras de gas y hornos
crematorios No. 4, se alzaron en armas, dinamitando las instalaciones y
enfrentando a los nazis hasta su muerte.
60
De esta manera comenzaban a construirse vínculos entre guetos, y a consolidar
las alianzas políticas. Jaika pertenecía al Hashomer Hatzair, movimiento juvenil
sionista socialista, y constituía un puente natural con los comunistas judíos de
otros guetos. Pero el relato humano de Jaika es conmovedor, al expresar lo que
sintió al estar regresando a su ciudad natal y con miras al reencuentro con su
familia directa:
"Esta vez... esta vez me invadía el temor. Nuestra casa había sido
incendiada, mi padre había desaparecido en manos de los nazis y mi
hermano todavía no había regresado del ejército. ¿Cómo encontraría a mi
madre y a mi hermana, solas, sin un centavo, peleando duramente para
sobrevivir? Tenía que sobreponerme y mantener la compostura a toda
costa. Y ya se aproximaba el control de salvoconductos y cédulas de
identidad". (p. 73).
61
nazi pero sólo logró obtener algunas granadas, que ingreso de contrabando al
gueto.
Meed, cuyo nombre y apellidos verdaderos era Feiguele Peltel, fue miembro de
la clandestinidad judía en el Gueto de Varsovia, desde sus primeros días, nació
el 29 de diciembre de 1921 en Varsovia. Pertenecía a la organización juvenil del
Bund, fundado en 1897. Este partido representaba a un tercio de los judíos
polacos, más un millón de judíos antes de la Shoá, se opuso al Sionismo y abogó
por el idioma y la cultura Ídish y el nacionalismo judío secular en la diáspora. En
el libro de sus memorias antes citado, cuenta que ella sirvió en la resistencia
pasando como cristiana fuera del Gueto de Varsovia. Tomó el nombre de Vladka
cuando fue asignada a vivir fuera del gueto, en el lado "ario" de Varsovia. Debido
a su apariencia típicamente "aria", la fluidez en polaco, y el ingenio, ella era una
mensajera clandestina apropiada. No sólo contrabandeó armas a través de la
pared a la “Organización Combatiente Judía”, establecida en Varsovia el 28
de julio de 1942, sino que también ayudó a niños a escapar del gueto para ser
62
protegidos en hogares cristianos. Además, ayudó a los judíos que se escondían
fuera del Gueto y estableció contacto con los que todavía sobrevivían en los
campos de trabajo y con los partisanos de los bosques. Su padre murió de
neumonía en el gueto, y su madre, su hermana y su hermano menor Jaim fueron
deportados a Treblinka y asesinados allí.
23
Archivo de Mujeres judías: https://jwa.org/encyclopedia/article/Sznajderman-Tema
64
distintas zonas de Polonia. En las aldeas relataban leyendas sobre una cristiana
joven de trenzas que traía ayuda y dinero, 'de parte de polacos buenos'. Armó
una red de oficiales de la Wehrmacht (Fuerzas Armadas alemanas, YG),
empleados del ferrocarril y gendarmes que nos pasaban dinero y materiales,
cartas y noticias - sin saber que estaban trabajando para judíos. [...] La última
vez, Tema partió a Varsovia llevando dinero y noticias que queríamos transmitir
a Londres [...] En Varsovia comenzó el último capítulo de la liquidación y el
primero de la oposición. Pese a todo, entró al gueto [...] si eso fue lo que debió
ser - lo juzgará la historia.”
LA CONDENA
que a lo largo de los siglos permitieron pues tienen los garfios del odio afilados
65
Quiero que un día se termine el odio entre los hombres
y poesías como éstas no tengan que ser escritas.
66
Capítulo 8
Ya fuera de los héroes que cayeron peleando por sus hermanos en los
guetos y las zonas ocupadas por los nazis tengo algo que contarles y de
lo que poco se habló:
Polonia 140,000
Francia 46,000
Canadá 16,000
Grecia 13,000
Checoslovaquia 8,000
Bélgica 7,000
Holanda 7,000
Total 1,404,000
67
En el Ejército Rojo soviético, de poco más de medio millón de luchadores
judíos, se estima que combatieron alrededor de 167,000 oficiales y que
perecieron en combate o en campos de prisioneros de guerra, unos 198,000
judíos (Casi el cuarenta por ciento de ellos). De un total de 800 mil
combatientes mujeres al menos 20 mil eran judías. En la cúpula máxima del
ejército soviético sirvieron 305 judíos en rango de general o almirante, 38 de ellos
cayeron en el frente de batalla. Quince oficiales judíos comandaron submarinos
soviéticos, 7 de ellos cayeron en combate, y tres de ellos recibieron la
condecoración más alta del ejército soviético: “Héroe de la Unión Soviética”. Pero
Stalin prohibió la creación de unidades judías de combate, con base nacional al
igual que prohibió a los batallones lituanos, polacos y armenios el uso de sus
banderas. Es por ello que encontramos un alto porcentaje de combatientes
judíos en otras unidades nacionales, por ejemplo, en la Primera División Lituana
201 eran un 17%. En algunas unidades donde los judíos eran la mayoría, se
hablaba Idish en forma amplia y oficial. En la División Lituana 16 se estima que
eran un 33% de los combatientes, y era común identificarla como “la División
más judía de todas.”
Maurice Rose (1899-1945) fue un general que ocupó el más alto rango de
oficiales judíos en el ejército estadounidense durante la Segunda Guerra
Mundial. Combatió como oficial de infantería en la Primera Guerra Mundial, fue
herido en combate en Francia. Luego de esta guerra se retiró del servicio militar
pero rápidamente se reincorporó para retomar una brillante carrera militar. Rose
participó en la invasión a Normandía, Francia en junio de 1944, desde agosto
de ese año comandó la Tercera División Blindada, destacándose por su
involucramiento en las batallas en el mismo frente de combate, avanzando
rápidamente hacia territorio alemán. El 31 de marzo de 1945 se topó con tanques
alemanes en una emboscada y cayó luchando con su revólver. Rose se convirtió
en un héroe de guerra popular en los Estados Unidos.
68
En Francia se estableció una “Organización Judía Combatiente” en el marco
de la resistencia francesa anti-nazi, que llevó a cabo más de dos mil
operaciones, incluyendo unas 750 acciones de sabotaje contra vías de ferrocarril
y 32 explosiones en fábricas militares alemanas. Muchos judíos combatieron en
las filas de las organizaciones de resistencia, entre ellos el famoso historiador
Marc Bloch, arrestado por la Gestapo y luego de ser torturado fue ejecutado el
día 16 de junio de 1944. En algunas unidades de la resistencia clandestina el
porcentaje de judíos era muy alto. No menos del 20% de los combatientes en
unidades partisanas que actuaron en territorio francés eran judíos.
69
combatientes con experiencia militar en la lucha contra las potencias del Eje, en
Grecia, Egipto y África oriental.
Mi Dios, mi Dios,
La arena y el mar,
El rayo en el cielo,
24
Fuente: http://popchassid.com/photos-holocaust-narrative/
25
Traducción de Y. Goldstein.
71
En octubre de 1941 escribió un poema que refleja cabalmente su compromiso
sionista y hacia su pueblo:
Cesárea
26
Fuente: Jordi Font Estela, Hannah Szenes (1921-1944): Heroína y Poetisa. En: Jinuj.net, publicado el día
30.10.2005. Ver: http://jinuj.net/articulos_ver.php?id=793
72
poesías, en lengua hebrea, la escribió a consecuencia del encuentro, por medio
de una partisana, con un vecino de su infancia, el día 2 de mayo de 1944:
Feliz...
Haviva Reik (1914–1944) fue también una de los paracaidistas enviados por la
Agencia Judía y la Dirección de Operaciones Especiales de Gran Bretaña (SOE)
a misiones militares en la Europa ocupada por los Nazis. Su destino fue-
Eslovaquia, país en el cual había nacido, llego allí en septiembre de 1944 y
trabajó con judíos locales para organizar la resistencia contra la ocupación
alemana. Estableció un campamento para prisioneros rusos de guerra que
habían huido, y ayudó a organizar una unidad de resistencia judía. Los alemanes
organizaron fuerzas para atraparlos, pero Reik y los otros paracaidistas huyeron,
acompañados de aproximadamente 40 judíos locales a las montañas. Sin
embargo, en noviembre de 1944, Reik y los otros paracaidistas fueron
capturados, ejecutados, y enterrados en una fosa común.
En 1939, Stalin se unió a Hitler para atacar Polonia. Era un tirano cruel, pero no
imaginé jamás que plegaría el destino del pueblo soviético a un asesino que
enarbolaba ideas salvajes y racistas, en las antípodas de los principios de justicia
e igualdad por los cuales millones de hombres habían entregado sus vidas en la
Unión Soviética. Por culpa de este dictador, los sueños socialistas quedaron en-
lazados con la más inhumana y hegemónica doctrina que había conocido el
mundo occidental.
Los hombres sin Dios, los ateos socialistas y humanistas, se aliaban con los
nazis y mataban, como tantas veces lo habían hecho otros hombres en nombre
de Dios y de las religiones. Incluso, los sobrepasaban.
73
El 22 de junio de 1941 Hitler atacaría a Rusia masacrando millones de hom-
bres y mujeres. Fue una lección para Stalin y sus secuaces pagada con un
océano de sangre. Por ironías del destino, fue en la misma fecha en que Napo-
león atacó al imperio de los zares, un siglo antes.
La locura de Stalin y Hitler le costó al pueblo soviético casi veintiún millones
de vidas.
Son cifras, pero las muertes hay que contarlas por el dolor que nos causa la
pérdida de un ser querido y multiplicarlo por infinito. Solo así se puede sentir la
dimensión de una tragedia semejante; pero los hombres no saben multiplicar por
infinito y no tienen interés en aprender.
Soy mexicano, nací en la capital de México cerca de la casa de Frida Kahlo.
Siempre viví ahí, en la mansión que heredé de mis ancestros.
Mi nombre es Víctor De León, soy doctor en medicina como lo fue mi padre.
Mi madre era descendiente de antiguas tribus aztecas que habitaban la zona
de Cuernavaca, iba ahí con frecuencia a reunirse con otros indígenas en las pro-
ximidades de la pirámide de Xochicalco; según ella pertenecía a la antigua no-
bleza azteca y se encargaba de las ceremonias que se realizaban en la pirámide.
Mi padre se llamaba Manuel de León y era descendiente de los antiguos
cripto judíos que llegaron a México con Hernán Cortez.
Su padre había decidido a principios de siglos abrazar públicamente la reli-
gión de Abraham. En ese momento decidió exhibir a quien quiera verlos dos
rollos de la Torá (Biblia) preservados en secreto durante más de trecientos años
por sus antecesores.
Teníamos una fortuna importante recibida de ambos lados de la familia; es-
taba compuesta básicamente de antiguos lingotes de oro de la nación azteca.
Pero si bien yo admiraba las historias de ambos, despreciaba toda proximi-
dad a los dioses de mi madre y al dios de mi padre; era anarco-socialista y sentía
una profunda admiración por León Trotski, quien en ese entonces estaba exiliado
en México. Yo trabajé con el hasta el día de su asesinato ocurrido a unos cientos
de metros de mi domicilio en mil novecientos cuarenta.
Después del asesinato de León decidí irme a Rusia, pues quería unirme a los
combatientes del Ejército Rojo, a quienes ahora les tocaba pelear contra el na-
zismo. Viajé en barco desde México hasta el puerto de Vladivostok y atravesé
Siberia pues era casi imposible, debido a la guerra, llegar a la Unión Soviética a
través de Europa.
Con un nuevo pasaporte mexicano a nombre de Luis Cárdenas, doctor en
74
medicina, me enrolé en los cuerpos médicos del Ejército Rojo.
No quise darme a conocer por mi antiguo nombre porque seguramente figu-
raría en los archivos de la policía secreta de Stalin como ex colaborador de
Trotsky y, por consiguiente, enemigo del régimen.
Necesitaban médicos desesperadamente y nadie me preguntó cómo había
aprendido el idioma.
Me pusieron al frente de uno de los tantos hospitales de campaña que acom-
pañaban la retirada del ejército soviético a través de las estepas rusas.
A fines de 1941 yo había entrado con los restos de las brigadas sobrevivien-
tes a la sufrida Stalingrado. Ya nuestros hospitales prácticamente habían desa-
parecido por falta de insumos.
Cuando llegué a la ciudad me encontraba deshumanizado, había visto dema-
siada muerte y sufrimiento en los campos de batalla, pero el sitio de Stalingrado
me conmovió profundamente. La lucha de ese pueblo por sobrevivir fue uno de
los momentos más heroicos que me tocó vivir.
Las tropas nazis habían alcanzado las puertas de la ciudad destruida y la
cercaron. La orden era resistir hasta el fin, no entregar la ciudad. En realidad, el
odio hacia los alemanes hacía innecesaria la orden, pues entre civiles y soldados
la determinación era no rendirse y, además, teníamos la esperanza de que al
intensificarse el invierno llegarían refuerzos a través del manto de hielo que cu-
briría al rio Volga a nuestra retaguardia. Todos estaban dispuestos a morir y yo
también.
Para los soldados había alimentos, para los civiles no.
Muchos habitantes murieron de inanición y de frío, otros apelaron a las ratas
y al canibalismo comiendo trozos de soldados, enemigos, caídos en la batalla.
Así estuvimos hasta que los alimentos comenzaron a pasar a través del río
congelado. Junto con ellos también llegaron nuestros soldados. Y finalmente
rompimos el sitio. Fue el tiempo en que les tocó morir a nuestros enemigos: co-
menzó el contraataque y la persecución. Cientos de miles de alemanes, italianos,
españoles y croatas del ejército nazi quedaron para siempre en las heladas es-
tepas de Rusia.
Yo ya tenía el grado de comandante de Hospitales de Campaña.
Y así, persiguiendo y matando, entramos nuevamente en Polonia. Yo creía
haberlo visto todo, pero cuando llegamos a los campos de concentración me di
cuenta de que todavía me faltaba conocer la maldad completa.
Había visto la maldad de la ignorancia, de la ambición, de los que esgrimen
75
a Dios para sojuzgar al prójimo. Pero nunca había visto a los hombres abandonar
todo atisbo humano para matar y torturar sin piedad a chicos, mujeres y ancia-
nos; iguales a sus hijos, sus esposas o sus madres.
Habían pasado mil novecientos años en los cuales la Iglesia Católica siste-
máticamente había sembrado el odio a los judíos, y los nazis lo cosecharon, pero
la semilla fue sembrada por la Iglesia.
Para los nazis, los judíos eran una inmensa plaga de insectos. Eran insectos
niños, rubios, morochos, con sonrisa de niños, con cariño de niños, con fragilidad
de niños, pero para ellos eran insectos propagadores de “la peste” del judaísmo.
Había jóvenes de catorce, quince, dieciséis años, maravillosos como todos los
adolescentes del mundo, como lo eran sus propios hijos. Pero debían ser elimi-
nados, junto con sus sueños, sus proyectos y amores porque también eran in-
sectos capaces de trasmitir la plaga del judaísmo.
Así con las madres, con los hombres sorprendidos, con los ancianos indefen-
sos, para ellos también hubo humillaciones, torturas y muerte. Debían destruir
su humanidad y exterminarlos. Tenían el deber supremo de acabar con la plaga.
Yo creía haberlo visto todo... y pensé que muchos murieron rezando arrodi-
llados, esperando la mano de un Dios que nunca vino.
Me puse a ayudar a los sobrevivientes.
Una tarde, en el campo de concentración de Auschwitz, estaba trabajando,
tratando de traer para el lado de la vida a los moribundos rescatados del cata-
clismo, cuando accidentalmente me encontré con un depósito donde se acumu-
laban las pertenencias de las víctimas asesinadas en las cámaras de gas.
Estaba todo lo que se les había permitido llevar a esos pobres infelices en-
gañados.
Había muchos objetos de culto, que provenían de hogares y sinagogas de
Europa. Antiguas Biblias, rollos sagrados, candelabros, estrellas de David y
tantas otras cosas. Los propios prisioneros se habían encargado de catalogar
e inventariar todo por orden de sus carceleros.
Rodeado de todos esos símbolos, mi memoria fue retrocediendo hasta recor-
dar que pocos días antes de su muerte mi padre me había entregado los antiguos
rollos de la familia y me había pedido que los conserve pues contenían la historia
de nuestro pueblo.
En ese campo de concentración comprendí que mi padre era un judío, des-
cendiente de antecesores (los criptojudios) que habían mantenido en secreto
durante trescientos años su antigua religión; y quise, con toda mi fuerza, ayudar
76
a estos hombres casi moribundos que tenían sus mismas creencias. Yo no era
creyente, pero sentí que aquellos que morían por respetar un libro (LA BIBLIA)
eran también mis hermanos.
En ese lugar aprendí cuáles eran las ideas modernas de mis nuevos herma-
nos hebreos:
Querían volver a Palestina, su vieja patria, ocupada por los británicos, y re-
fundar allí su antigua nación. En esas tierras predominaba el islamismo, que ha-
bía sido tolerante con los observantes de la religión judía a lo largo de mil tres-
cientos años.
Ellos consideraban ese lugar el último refugio ante las matanzas alentadas
por el catolicismo a lo largo de los siglos, que habían culminado en los campos
de exterminio masivos, en los que habían aniquilado a la mayor parte de los
judíos de Europa.
Muchos de aquellos que rescatamos del holocausto eran socialistas y todavía
creían en un mundo de justicia e igualdad.
Pensé en sumarme como un refugiado más a las filas de aquellos desgracia-
dos que querían esperanzadamente volver a la tierra de sus antepasados.
Me acerqué entonces a los comandos clandestinos de la Haganá (el futuro
ejército de Israel, que ya operaba en Europa) y les conté de mis orígenes he-
breos, y también que en la actualidad era oficial médico del ejército Rojo y quería
colaborar con ellos en la evacuación de los sobrevivientes judíos a Palestina.
No me preguntaron nada, (pues nadie que no fuera judío podía estar tan loco
como para querer serlo después de esa masacre, incluso algunos de los sobre-
vivientes se habían convertido a otras religiones) me aceptaron directamente y
al día siguiente ya formaba parte de los comandos.
A los pocos meses, ya era jefe de un grupo que reunía refugiados y los em-
barcaba desde el puerto de Odesa.
Los servicios secretos soviéticos nos ayudaron y me permitieron que me
uniera a ellos pues para ellos Inglaterra y el capitalismo eran sus enemigos, no-
sotros éramos de ideas izquierdistas y pensaban que el establecimiento de un
país socialista en medio del feudalismo y el colonialismo reinante en el mundo
árabe era fundamental para la causa. De cualquier manera, actuaban como filtro
y trataban que no embarcáramos a judíos religiosos, pues los consideraban
enemigos de la doctrina.
Ninguno de nuestros barcos naufragó, ni cayó en manos de los ingleses,
77
quienes trataban por todos los medios de prohibir estas acciones por el compro-
miso contraído con los pueblos árabes.
Pragmáticos como siempre, los ingleses habían aprobado la declaración Bal-
four en 1917, que bregaba por el establecimiento de los judíos en Palestina, pero
en 1948 se ponían del lado árabe vislumbrando ya el poder del petróleo.
En marzo de 1948 desembarqué en la tierra de Israel. Ya formaba parte del
naciente ejército clandestino: la legendaria Haganá.
Fui inmediatamente enviado al sur, a la frontera con Egipto, donde se habían
instalado colonias agrícolas fortificadas. En caso de una guerra abierta, serían la
primera línea defensiva ante un ataque enemigo.
En mayo estalló la guerra, para mí la más gloriosa que vi; éramos miles, casi
sin armas, contra cinco ejércitos de países árabes perfectamente equipados.
Era la revancha judía, la revancha del gueto de Varsovia, la revancha de los
campos de concentración; era borrar el estigma de cobardes y pusilánimes in-
culcado por la Iglesia Católica a través de los siglos; era el homenaje a los igno-
rados miles de combatientes judíos que murieron peleando contra el nazismo en
los ejércitos y en la resistencia aliada.
Un millón quinientos mil soldados de ascendencia judía habían combatido en
los ejércitos aliados contra los alemanes. Y decenas de miles habían formado
parte de la resistencia en Francia, Italia y otros países ocupados por el
nazismo, pero no teníamos una nación judía, un ejército nuestro y no pudimos
evitar la masacre. Mujeres, niños y ancianos fueron llevados a los campos de
concentración, la realidad es que era gente engañada, sin capacidad de defen-
derse, incluso muchos hombres cayeron en la trampa creyendo que los alema-
nes los llevarían a campos de trabajo y los pocos judíos combatientes no tenían
posibilidades ni logística para evitar semejante masacre. La mayoría no creyó
que ese odio inculcado al judío a través de cientos de años por las iglesias cris-
tianas en Europa podía llegar a hacer tanto daño.
Esta era la oportunidad de acabar con la falsa vergüenza de haber ido como
corderos a los campos. Eso nos pasó porque no habíamos comprendido la mag-
nitud de la maldad humana, la magnitud de la complicidad indiferente de la ma-
yoría de las naciones del mundo.
Con el grado de capitán dejé los hospitales de campaña en manos de otros
médicos y enfermeros (había muchos, aunque contábamos con pocos elemen-
tos) y me fui a pelear. Me sentía parte de esos hombres dispuestos a morir para
recuperar su tierra perdida. Ni siquiera cuando ayudaba y sacaba refugiados de
78
los campos había sentido a ese pueblo como mío.
Hasta ese momento, la única sangre que consideraba propia era la de mi
madre, la sangre indígena de América, y así había vivido. Ahora me acompañaba
también la sangre de mi padre judío descendiente de aquellos que durante tre-
cientos años habían adorado al Dios de la Biblia en secreto en la antigua colonia
española. No me había guardado de él ni los recuerdos. Y ahora volvían.
La colonia donde me instalé era una de las más cercanas a la frontera egip-
cia; sabíamos que sería una de las primeras en ser atacadas. Evacuamos a los
niños y a algunas mujeres, el resto se quedó. Éramos alrededor de cuarenta,
teníamos treinta y cinco fusiles, algunas pistolas, varias granadas y bombas mo-
lotov fabricadas con botellas de combustible.
Nuestra misión era detener el mayor tiempo posible el avance del ejército
egipcio, mientras la Haganá preparaba la defensa unos veinte kilómetros dentro
del territorio, en un terreno más apto.
Estaban conmigo tres veteranos del Ejército Rojo y cinco muchachos judíos
estadounidenses que habían hecho la campaña de Italia durante la Segunda
Guerra Mundial. Los demás no tenían experiencia de combate, eran simples ha-
bitantes del kibutz fundado por ellos hacía pocos años.
Al amanecer del 20 de mayo de 1948 nos atacaron. El día anterior, la Haganá
(que sería en poco tiempo la base del futuro ejército de Israel) nos había man-
dado una bazooka y treinta proyectiles con un tirador experto. Era un hombre de
unos cincuenta años, sordomudo, que no pesaba más de sesenta kilos, de as-
pecto árabe. No nos alcanzaron a decir cuál era su nacionalidad, solo nos dijeron
su nombre: se llamaba Jaim. Debíamos dejarle hacer su trabajo y no olvidar de
acercarnos a él siempre por delante, pues si percibía una presencia detrás, se
daba vuelta con un filoso chuchillo en sus manos listo a defenderse de la su-
puesta agresión, ya había herido seriamente a un compañero que no tuvo en
cuenta la advertencia.
Le puse a Iván, el más fornido de los rusos, a su lado como colaborador; era
un simpático y alegre muchacho.
Unas horas antes del ataque, al anochecer, Jaim le indicó a Iván por señas
que lo siguiera con las municiones; le hizo cavar trincheras donde las fueron
dejando. Todas ellas a una distancia de alrededor de cuatrocientos metros de
nuestras fortificaciones. Cuando terminaron –ya comenzaba a amanecer– le or-
denó a Iván por señas que volviera, pero él se negó; Jaim sacó el cuchillo y lo
obligó a retirarse. Cuando el ruso volvió para recibir nuevas instrucciones, una
79
avanzada del ejército egipcio ya asomaba por el extremo sur del valle, aproxi-
madamente a dos mil metros.
Eran cinco tanques, dieciséis camiones con soldados y un jeep donde iba su
comandante.
Informé a la base del inminente combate, me contestaron que tratarían de
mandar ayuda y posiblemente un avión de apoyo, pero en esos momentos esta-
ban recibiendo informes de contactos con el enemigo en todos los frentes, y todo
dependía de las órdenes del comando central de Tel Aviv.
La columna llegó hasta cerca de doscientos metros del perímetro defensivo.
El primer disparo de los tanques pegó de lleno sobre uno de nuestros puestos
de observación. Dos combatientes que se encontraban ahí murieron en el acto,
era una pareja formada por un uruguayo y una argentina. No tenían más de
veinte años y hacía apenas dos meses que habían llegado a Israel.
Estábamos en las trincheras, los tanques avanzaban y era inútil tirarles con
armas livianas, pues los soldados egipcios se escondían detrás de los blindados;
igual disparábamos para distraer su atención y darle tiempo a Jaim. De pronto
nuestro hombre comenzó a disparar con la bazuca desde atrás de la formación
enemiga; fue increíble, pues con cinco disparos destruyó los cinco tanques en
menos de diez minutos. Iba cambiando de posición continuamente y las tropas
no lo podían localizar.
Salí de las trincheras con ocho combatientes para ayudarlo, en ese momento
él estaba atacando los camiones de transporte, pero ya los soldados egipcios
rodeaban la zona donde se encontraba. El resto de mis hombres salió de sus
escondites y contraatacó; matamos alrededor de treinta soldados en cuestión de
minutos.
El comandante egipcio dio orden de retirarse. Las tropas abandonaron el
campo de batalla en sus camiones, pero nos dejaron dos vehículos intactos,
también armas y municiones; en ese instante un pequeño avión de reconoci-
miento de la Haganá sobrevoló el kibutz. Fue la única e irónica ayuda que reci-
bimos.
Cuando regresamos, Jaim ya nos estaba esperando. Todos quisimos abra-
zarlo, pero no nos permitió hacerlo, aunque por primera vez levantó la vista y nos
miró a los ojos, sin sonreír, pero sin el rencor percibido en él la noche anterior.
Sabíamos de cualquier manera que el kibutz sería arrasado, pero el comando
central nos pidió tratar de resistir por lo menos cuatro o cinco días antes de aban-
donarlo y prometió mandarnos refuerzos lo antes posible.
80
El 21 de mayo por la mañana llegaron otros veinte combatientes. Eran hom-
bres y mujeres que pertenecían al legendario Irgun (la organización guerrillera
derechista responsable de la voladura del hotel King David de Jerusalén, donde
se alojaba el comando inglés); traían más armas, municiones y dos cañones an-
titanques. Su jefa, Jana, era una magnífica pelirroja de treinta y cinco años; ape-
nas la vi me gustó, su sola presencia imponía disciplina al grupo, siempre en
ropa de combate, sin el menor atavío femenino, igual desbordaba sensualidad.
Era la única persona a la cual Jaim miraba con respeto y admiración; supe más
tarde que durante diez años había estado bajo sus órdenes.
Formé con ella un comando conjunto y durante todo el día cavamos nuevas
trincheras e hicimos más fortificaciones fuera del perímetro defensivo, en direc-
ción sur. Allí ubicamos uno de los cañones antitanque, a Jaim con la bazuca y al
resto de los muchachos del Irgún con Jana a la cabeza. Mientras, yo me encar-
gaba de la defensa de las instalaciones del kibutz.
Contábamos con que el flamante ejército de Israel (Tzahal) impediría el
avance de las columnas egipcias por los pasos existentes al este y al oeste de
nuestra posición, mientras nosotros aguantábamos el ataque que vendría desde
el sur, directamente de la frontera egipcia.
Los dos camiones capturados y quince camellos comprados a unos beduinos
leales a Israel quedaron en la retaguardia, del otro lado de la colonia, para facili-
tar nuestra retirada. No contábamos con otros medios de transporte.
En la mañana del 22 de mayo, un rumor de motores se extendió por el de-
sierto; una hora antes de tomar contacto visual con las tropas egipcias el viento
nos traía su presencia.
Esta vez no venían cinco tanques, era una brigada completa formada por más
de doscientos vehículos motorizados y alrededor de mil hombres de infantería.
Cuando estábamos observando con los largavistas la primera columna, un
ruido más poderoso de motores nos sorprendió; era la aviación egipcia. Apenas
pudimos resguardarnos, no teníamos defensa antiaérea y en diez minutos arra-
saron las instalaciones de la colonia.
El bombardeo nos costó tres muertos y siete heridos a los que evacuamos
después del ataque hacia donde teníamos escondidos los camiones.
Un grupo de beduinos se acercó a nuestra retaguardia y se ofreció a llevar a
los heridos a las posiciones del ejército que se encontraban cercanas a la ciudad
de Beer Sheva. Confiamos en ellos y así lo hicieron.
Finalmente llegó el ataque. Destruimos más de veinte tanques. Jaim tuvo que
81
ir a buscarlos. Ya habían adquirido experiencia en el ataque anterior y no se
acercaban, bombardeaban desde lejos.
Casi sin nuevas bajas, nos mantuvimos peleando durante cuatro días contra
las tropas enemigas. Avanzaban de noche y combatían durante el día. Nos es-
tábamos quedando sin municiones. En la mañana del quinto día, el ruido de tan-
ques nos sorprendió nuevamente. Más columnas egipcias venían avanzado por
el oeste, habían sobrepasado las defensas de nuestros vecinos y ahora nos ata-
caban desde ese flanco; mis fortificaciones miraban preferentemente hacia el sur
y estábamos desprotegidos. El cañón antitanque del kibutz quedó sin municio-
nes, y Jaim, Jana y su grupo se encontraban a más de dos kilómetros de nues-
tras posiciones.
Al quedarnos sin proyectiles, nuestra táctica fue dejarlos entrar y atacar a los
tanques con bombas molotov, pero la infantería nos disparaba cuando nos des-
cubríamos demasiado.
Peleamos como leones de Judea. Los espíritus de los antiguos guerreros
macabeos flotaban en el aire del desierto apoyándonos. Solo cinco combatientes
heridos pudimos salir del kibutz, el resto quedó para siempre entre la arena y las
piedras de ese sitio que habían elegido para consumar sus sueños de un mundo
más justo.
Llegué casi desangrado a la retaguardia; un balazo me había atravesado el
omóplato y tenía otra bala incrustada en el muslo, también me faltaba la mitad
del dedo índice de la mano izquierda. Nunca sentí el impacto de las balas, tapoco
me di cuenta en qué momento perdí medio dedo, tal vez me lo había arrancado
la misma bala que me atravesó el omóplato.
Los egipcios se detuvieron sobre los restos del kibutz. Parecía que las colum-
nas querían reagruparse y ordenarse para continuar. Jana llegó al mismo tiempo
que nosotros a la retaguardia. Empleando tácticas de guerrilla había perdido so-
lamente tres hombres y el cañón antitanque. Alcancé a ver también a Jaim con
su bazuca antes de perder el conocimiento por efecto de la morfina.
La guerra terminó en pocas semanas. El Tzahal contraatacó en todos los
frentes y venció. No pude volver a participar en los combates. Una infección me
tuvo al borde de la muerte.
Cientos de episodios similares habían sucedido en todo Israel. Gracias al co-
raje y la determinación de esos hombres y mujeres, el pueblo judío saltaba de
las páginas de La Biblia a los llanos y montañas de esas tierras que volvían a
teñirse de rojo con la antigua sangre de los hebreos.
82
Algunos nacieron y disfrutaron de Israel antes de morir, pero otros, después
de haber soportado la guerra de Europa y los campos de concentración, habían
bajado de los barcos directamente para luchar y sucumbieron. Por unas pocas
horas habían sido israelíes, por unas pocas horas habían sido hermosos como
mariposas del mediodía y bravos como leones del desierto.
Después de veinte siglos de dispersión derramaban su sangre en la tierra de
la que un día salieron sus antepasados.
Jana me visitó muchas veces durante mi convalecencia. Ella continuó con su
carrera militar y cuando salí del hospital ya éramos una pareja formal. Una vez
repuesto de mis heridas, me uní a un grupo de voluntarios y refundamos el ki-
butz.
Allí viví durante cuatro años. Jana estuvo conmigo los dos primeros, trabaja-
mos arduamente en la reconstrucción y en los nuevos sistemas de riego. Era
una colonia joven, se había instalado por primera vez poco antes de la guerra de
la independencia en pleno desierto del Neguev.
Jana volvió al Ejército y llegó a ser la oficial de más alto rango de la época,
se casó y tuvo hijos. El tema de los hijos fue el motivo de nuestra separación,
pues yo no tenía deseos de ser padre y ella adujo que a los treinta y siete años
estaba en el límite de su fecundidad y tenía mucho miedo de no poder llegar a
ser madre. La dejé marchar; el nuestro no había sido un amor intenso, pero ha-
bíamos vivido en perfecta armonía. Recuerdo los compartidos atardeceres del
desierto. En el instante de la caída del sol todo tomaba un mágico tinte rojizo.
Rojo era el aire, rojas las piedras, roja su cabellera y roja la hermosa sonrisa de
Jana iluminando su rostro.
83
Capítulo 9
El liderazgo judío comenzó a presionar para que Gran Bretaña abra sus puertas,
y para que la nueva Organización de Naciones Unidas (ONU) reconozca y
legitime la creación de un estado judío soberano.
Etapa final del Mandato Británico sobre Palestina-Eretz Israel en los años
1945-1948.
84
esfuerzos militares hechos por voluntarios judíos de Eretz Israel que se
incorporaron al ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial.
3. Fuerzas comando del “Palmaj”, creado en mayo de 1941 para combatir contra
una posible invasión nazi y luego convertidas ellas en una fuerza militar de élite
muy bien entrenada, que también dependía de la “Haganá”. Comenzó con 100
luchadores voluntarios y en 1948 llegó a incluir entre 2.000 y 3.000 combatientes,
insertados en los Kibutzim, y divididos en tres brigadas (incluyendo fuerzas
auxiliares y de inteligencia).
5. El “Leji”, que contaba con 3.000 miembros, pero con un reducido número de
combatientes muy bien preparados.
87
Asimismo, es importante recordar al “Reclutamiento del exterior” (“Gajal” por
sus siglas en hebreo: “Guius Jutz La Aretz”). Era una unidad compuesta por:
a) sobrevivientes del Holocausto de Europa y los campos de encerramiento
británicos en Chipre.
Esta unidad llegó a sumar miles de combatientes a las fuerzas de defensa. Con
un entrenamiento militar muy básico, muchos de ellos fueron enviados de
inmediato al frente de batalla (por ejemplo, en los sangrientos combates de
Latrún contra la Legión Jordana). En ese lugar se produjeron cinco
enfrentamientos, entre el 25 de mayo y el 18 de julio de 1948, para dominar ese
acceso estratégico que comunicaba Tel Aviv con Jerusalén. Allí jóvenes
sobrevivientes de la Shoá recién llegados y entrenados cumplieron un rol
decisivo y muchos de ellos sacrificaron sus vidas.
Igal Alón, comandante del Palmaj, dijo al respecto: “Ellos reforzaron las filas de
las unidades de combate que habían perdido muchas vidas, y hombro a hombro
con los “sabras” resistieron en el frente de batalla, y pagaron con sus vidas el
duro precio de la victoria militar”. Esta sangrienta Guerra de la Independencia
cobró las vidas de casi el 1% de los habitantes del joven Estado de Israel; es
decir unos 3.600 combatientes y 2.400 civiles murieron en la contienda. Se
estima que más del 20% de los soldados caídos – 858 eran Olim (nuevos
inmigrantes) que sacrificaron sus vidas por el joven estado, al que apenas habían
conocido.
La relación de fuerzas entre los combatientes judíos y las fuerzas árabes varió
en el transcurso de la Guerra de la Independencia. En abril-mayo, antes del
establecimiento del Estado de Israel, los árabes palestinos contaban con unos
88
18.000 combatientes, mientras que los judíos llegaban a 23.300 combatientes
(antes de la creación de Tzahal, incluyendo a las fuerzas disidentes, ex
combatientes de la Segunda Guerra Mundial y fuerzas voluntarias llegadas del
exterior).
Las fuerzas árabes no contaban con ejércitos bien preparados, pero estaban
muy bien pertrechadas, con apoyo de tanques, artillería, fuerza aérea egipcia y
siria, y la armada egipcia. El desafío para Israel fue enorme, no a nivel numérico,
pero sí a nivel de combatientes entrenados y cristalizados como un ejército
nacional. La brecha a nivel de armamentos era muy favorable a las tropas
árabes, por lo cual Ben Gurión tuvo que conducir operaciones de compra de
armamento en forma acelerada poco antes de la declaración de independencia,
e inmediatamente después al imponerse un embargo de venta de armas por
parte de las Naciones Unidas. Pero a medida que pasó el tiempo Israel logró
achicar la brecha, en especial gracias a la compra de armamentos
checoslovacos, con el aval de la Unión Soviética. Ello incluía aviones de
combate, a los cuales se sumaron aviones bombarderos traídos en forma ilegal
desde los Estados Unidos. Israel también poseía un mayor poder de movilización
de tropas combatientes.
27
Fuente: el historiador Asaf Agin (2003) citado en: https://he.wikipe-
dia.org/wiki/%D7%9E%D7%9C%D7%97%D7%9E%D7%AA_%D7%94%D7%A2%D7%A6%D7%9E%D7%90%
D7%95%D7%AA#.D7.99.D7.97.D7.A1.D7.99_.D7.94.D7.9B.D7.95.D7.97.D7.95.D7.AA (artículo en Wiki-
pedia en idioma hebreo).
89
Líbano 0 0 2.000 2.000 2.000 2.000
judíos
28
Ejército de voluntarios de países árabes, bajo la comandancia de Fauzi Kaukji de Siria, que invadieron
territorios del Mandato británico a partir de enero de 1948, con el objetivo de prestar ayuda a los ára-
bes palestinos en su lucha contra los judíos y anular la decisión de partición aprobada en las Naciones
Unidas.
90
mayo de 1948 – fue conducida contra unidades árabes irregulares, reforzadas
por voluntarios árabes del Medio Oriente.
29
Kibutz fundado en 1930, ubicado cerca de la ciudad de Rejovot.
91
La partición prevista por la ONU nunca se llevó a cabo, debido a la guerra
declarada por el lado palestino y a la posterior guerra árabe-israelí durante la
cual Jerusalén fue ocupada por las tropas de Jordania e Israel, haciéndose los
primeros con la ciudad vieja y los últimos con los barrios modernos. El conflicto
dejó la ciudad dividida en dos, hasta su reunificación tras la Guerra de los Seis
Días.
Durante la noche del 19 de mayo la legión jordana se sumó a los ataques de las
fuerzas irregulares árabes en el sitio de Jerusalem y en los combates que acon-
tecían en Latrún y en Gush Etsión. Esta fuerza estaba constituida por 6 mil sol-
dados jordanos comandados por el oficial británico John Glubb Pashá.
La ciudad vieja fue rodeada y sometida a un duro asedio. Los intentos del Pal-
maj de brindar ayuda a esta pequeña comunidad judía fracasaron. Los comba-
tientes judíos estaban a punto de claudicar ante la total superioridad jordana y
palestina, pero temían que se cometan actos de asesinato masivo de los civiles.
Debido a esto la orden fue rendirse solo ante las tropas jordanas, tratando de
impulsar un acuerdo de no beligerancia con el rey Abdala.
Uno de los héroes de esta dura batalla fue Nissim Guini, un niño de 10 años
que actuó como observador y correo de comunicación entre los puestos judíos;
el día 27 de mayo sucumbió ante el disparo de un francotirador árabe. El 28 de
mayo solo quedaban 43 combatientes judíos en condiciones de luchar. Los co-
mandantes de la Haganá, luego de un análisis frío y realista de la situación, die-
ron la orden a los defensores de presentarse ante el comandante de la Legión
Jordana, Abdala El-Tell, para negociar la rendición. Esté exigió que la rendición
sea incondicional, lo que fue aceptado por los judíos. Los combatientes debieron
entregar armamento y municiones; todo hombre sano o con heridas leves y en
condiciones de combatir fue llevado como prisionero de guerra a Jordania, y el
resto de los civiles fue llevado por la Cruz Roja a la parte occidental de Jerusalén.
Abdala El-Tell escribió en sus memorias: “Quedó claro que los celosos judíos
mostraron una enorme resistencia y supieron defenderse muy bien. Fui testigo
de que soportaron con altura y de una forma indescriptible el sufrimiento que les
causó la guerra”.
"Por primera vez en 1000 años no queda un solo judío en la Ciudad Vieja, y
ningún edificio se mantiene intacto. Esto hace que su retorno aquí sea imposi-
ble”. Dos días después, la Sinagoga Hurva, construida originalmente en 1701,
fue volada por la Legión Árabe de Jordania.
El 25 de enero de 1949, aún sin haber concluido la guerra, tuvieron lugar las
primeras elecciones al parlamento israelí, en las cuales Ben-Gurión fue electo
como Primer Ministro.
Ben Gurión lideró una diplomacia neutral y pragmática, lo que permitió transitar
de un coqueteo con la Unión Soviética y el bloque soviético entre 1948 y 1950
hacia una postura pro-occidental en el marco de la Guerra Fría. Los judíos del
bloque soviético no en vano fueron llamados "judíos del silencio" y hasta la
década de 1970 quedaron aislados y enfrentados a una asimilación forzosa
94
debido a la imposibilidad de preservar marcos comunitarios o una vida judía
activa; situación que existía desde los comienzos del Stalinismo.
Hasta mediados de los años 1960 habían emigrado a Israel alrededor de 123,000
judíos de Irak, 120,000 desde Marruecos, 75,000 desde Egipto, 68,500 desde el
resto del Magreb (Norte de África), 54,500 desde Yemen, 43,000 desde
Afganistán e Irán, 37,000 desde Turquía y 26,000 desde Siria. En total cerca de
550 mil nuevos inmigrantes, que sin duda contribuyeron a forjar una sociedad
polifacética, con un gran peso de las tradiciones orientales y la cultura judeo-
árabe.
Por sobre todo, Ben Gurión sentó las bases para la creación de un ejército
de defensa nacional (Tzahal) poderoso y capaz de afrontar amenazas de
países vecinos, y garante de la joven democracia israelí.
95
la tierra de la Biblia otra vez levanté,
96
Capítulo 10
En junio de 1960 el primer ministro israelí David Ben Gurión viajó a Francia en
visita oficial, por invitación del presidente francés Charles De Gaulle, quien
definió a Israel como “nuestra amiga y aliada”. Pero Israel fracasó en su intento
97
de unirse al Mercado Común Europeo, y su alianza con Francia se fue
debilitando lentamente, hasta el punto de quiebre en la Guerra de 1967. Esta
recomposición de fuerzas le impuso a Israel la necesidad de buscar una sólida
alianza a largo plazo con los Estados Unidos, país que había impuesto un
embargo a la venta de armamentos por motivos de la Campaña del Sinaí,
medida que canceló en el año 1962.
98
Damasco. Siria reclamó ante Egipto que ponga en práctica el pacto de defensa
entre ambos países, argumentando – con apoyo soviético – que Israel estaba
concentrando tropas a lo largo de su frontera, hecho desmentido tanto por Israel
como por la ONU.
9-10 de junio: Israel conquista las Alturas del Golán y la ciudad siria de
Kuneitra, territorio desde el cual se bombardeaba en los años anteriores a
poblados israelíes. A las 18:30 del 10 de junio entra en vigencia un cese del
fuego general, formalmente finaliza la “Guerra de los Seis Días”.
la abominación, el judío,
Nasser jugó un juego extremo de “suma cero” que resultó en su derrota, pero su
popularidad no mermó y cuando renunció a su cargo de presidente egipcio la
presión social de las masas lo llevó a que se mantenga en el cargo.
Para Israel fue esta una prueba de fuego, en la cual se movilizó también a
amplios sectores del judaísmo mundial, pues se despertó nuevamente el
fantasma del Holocausto. La opinión pública israelí tuvo que soportar un largo
período de espera hasta el inicio de la Guerra, con un grado de ansiedad enorme,
alimentado por las amenazas árabes de destruir al estado y de arrojar a los
judíos al mar.
Levi Eshkol, figura líder considerada poco carismática, demostró tener nervios
de acero pues fue una dura prueba adoptar la decisión de no precipitar la
escalada bélica, dar prioridad a negociaciones diplomáticas y tratar de evitar que
Israel aparezca ante el mundo como el país responsable de iniciar la Guerra.
101
encontraba sin una súper potencia aliada pues recién comenzaba su
acercamiento con los Estados Unidos.
30
Existen diversas versiones sobre los números presentados, con pequeñas variaciones como ser: Egipto,
entre 240 y 270 mil soldados; Siria-Irak-Jordania, entre 195 y 307 mil soldados. La coalición árabe contó
con entre 810 y 957 aviones de combate en el inicio de la Guerra. Los números con respecto a Israel son
más fehacientes y exactos: 264 mil combatientes (se estima que 214 mil eran de la Reserva civil).
102
basado en un reconocimiento formal del Estado de Israel, acuerdo rechazado
públicamente por el mundo árabe tal como ocurrió en la Cumbre de Jartum
(más conocida como la estrategia de los “tres no”).
Nasser vio una vez más colapsar su estrategia destructiva frente a Israel, y debió
afrontar serias divisiones internas en el mundo árabe, que lo llevaron a convocar
a una cumbre en El Cairo hacia fines de septiembre de 1970. En dicha cumbre
se impuso también un cese del fuego entre las tropas del rey Hussein de
Jordania y los palestinos perseguidos por el ejército jordano– episodio conocido
como el “Septiembre Negro”. Al finalizar esta cumbre Nasser sufrió un ataque
al corazón y falleció a las pocas horas.
Esta nueva guerra conmocionó a los habitantes del Estado de Israel, por su
sorpresa y el día fijado para iniciarla, y por la falta de previsión y preparación del
liderazgo israelí.”. Había indicios de un posible ataque árabe, por amenazas
previas de Sadat y por información recabada por un espía israelí en las altas
esferas de poder en Egipto, pero el liderazgo israelí desconfió de esas
informaciones y señales anticipadas.
No obstante, los largos días de combate marcaron nuevos logros heroicos del
Tzahal, y demostraron nuevamente su superioridad ante los ejércitos árabes.
31
También en el caso de esta guerra discrepan las fuentes en torno a las cifras de soldados, aviones y
tanques involucrados. Los números presentados por consiguiente son los más aceptados por historiado-
res. Según cifras oficiales de Israel-Tzahal: Aviones de combate: Israel 358 frente a la coalición árabe
998. Tanques: Israel 2.100, coalición árabe 4.350. Buques de guerra: Israel 37, coalición árabe 137.
Fuente: https://www.idfblog.com/spanish/guerra-de-yom-kipur-dia-dia/
104
del contraataque israelí del 11 de octubre y el avance sobre Damasco. Otros
países árabes enviaron refuerzos, como Marruecos, Irak, Túnez y Arabia Saudita
y además contaron con el apoyo militar simbólico de otros países como Cuba o
Corea del Norte. Otra diferencia fue que, si bien Sadat continuó apoyándose en
la Unión Soviética, su convicción era que sólo a través de la influencia
estadounidense lograría recuperar la Península del Sinaí. Israel por su parte
contó con un apoyo estratégico de los Estados Unidos, que le permitió
reabastecerse de armamentos durante la contienda.
El frente egipcio fue el más duro para Israel, dado que Egipto logró conquistar y
conservar una franja de 10 kilómetros en la margen oriental del Canal, con dos
grandes cuerpos de su ejército. El día 14 de octubre fue decisivo ya que en ese
día Israel logró contrarrestar un avance egipcio en el Sinaí, destruyendo 250
tanques. Al día siguiente comenzó el contraataque israelí, con el objetivo de
cruzar el Canal de Suez y rodear al tercer cuerpo de ejército.
En el frente norte Israel logró expulsar a los atacantes de las Alturas del Golán e
incluso avanzar en su territorio hasta unos 40 kilómetros de su capital, Damasco,
en los primeros días de la guerra. En el frente egipcio Israel logró rodear al tercer
cuerpo del ejército atrincherado en una franja de la costa oriental del Canal de
Suez, y con ataques comando conquistar aún más territorios egipcios al sur de
la ciudad de Ismailía. No obstante, las batallas en torno al Canal fueron
sangrientas y duras. Tomemos como ejemplo la batalla por la “Estancia China”.
El caso del Batallón No. 100 de tanquistas israelíes: Ehud Barak y Michael
Herskowitz:32
32
Basado en numerosas notas sobre la Guerra de Iom Kipur y la batalla de la “Estancia china”, el testi-
monio de Michael Herskowitz es real y corresponde a la documentación sobre la guerra de Iom Kipur.
105
“La defensa egipcia fue muy dura, y estaba bien organizada, con numerosas
raquetas y misiles anti-tanques. En el primer día se cobró muchas vidas – sólo
en la noche del 15 de octubre cayeron 122 soldados israelíes, en su mayor parte
de la brigada 14. La conquista de la “Estancia China” se logró luego de cuatro
días de combates, con la participación de paracaidistas y tanquistas israelíes. El
día 17 de octubre, cuando la situación en ese foco de combates se puso álgida,
se tomó la decisión de enviar refuerzos. Se envió un batallón de tanquistas
nuevo, el No. 100, comandado por Ehud Barak – creado el día 9 de octubre con
soldados reservistas que arribaron del exterior luego de iniciada la Guerra –, .33
Barak ya era considerado un héroe de Tzahal, por haber dirigido la unidad
comando de élite “Saieret Matkal”, que liberó el avión de la compañía belga
Sabena en mayo de 1972, y en junio del mismo año comandó la “Operación
Argaz” en la cual los combatientes de su unidad secuestraron a oficiales sirios
para negociar un intercambio de prisioneros de guerra. En abril de 1973 participó
en la “Operación Primavera Juvenil” durante la cual se ejecutó a varios líderes
terroristas palestinos en Beirut.
Este batallón No. 100, es poco conocido hoy en día pues fue disuelto después
de finalizada la guerra, pero fue de suma importancia para mí – Michael
Herskowitz – dado que me incorporé al mismo, a pesar de que podía haber
exigido no ser enviado al frente de combate por haber sido herido en acción un
año antes y haber tenido por consiguiente un perfil muy bajo de salud. El día que
comenzó la Guerra fue extraño salir a la calle y ver automóviles circulando en
pleno Día del Perdón. Sin dudar, y pesar de las objeciones de mis padres, me
puse el uniforme de tanquista, tomé mi mochila y comencé a hacer dedo para
llegar al sur y sumarme voluntariamente a la lucha. Luego de pelearme para que
me suban el perfil y poder convertirme nuevamente en apto para combatir, me
asignaron a la base de tanques, pero éramos muchos tanquistas y pocos
tanques disponibles. Allí conocí al joven coronel Ehud Barak, que me informó
sobre la formación del nuevo batallón, pude subir a un tanque y por mi
experiencia previa convertirme en comandante. Un día entero nos llevó el viaje
33
Ehud Barak nació en 1942 en el kibutz Mishmar Ha Sharón, es más conocido por haber sido el Coman-
dante No. 14 de Tzahal en los años 1991-1995, Primer Ministro en 1999-2001, y Ministro de Defensa en
los años 2007-2013. Le concedieron la Medalla por Servicio Distinguido y otras cuatro condecoraciones
por el coraje y la eficiencia operacional. Se le considera el soldado más condecorado de la historia de
Israel. Barak obtuvo la licenciatura en Física y Matemáticas por la Universidad Hebrea de Jerusa-
lén en 1976, y un máster en sistemas ingeniero-económicos en 1978 por la Universidad Stanford en Palo
Alto, California, Estados Unidos.
106
con los tanques sobre los caminos de Israel, para llegar a nuestra base en el
Sinaí. Ya sobre territorio enemigo vimos pasar aviones egipcios y les disparamos
con nuestras ametralladoras, sabiendo que era inútil. Nuestra fuerza aérea, que
considerábamos invencible, los persiguió y derribó a dos de ellos, pero nuestra
alegría fue corta dado que al rato vimos cómo un misil egipcio derribaba a un
avión nuestro. El piloto logró saltar y abrir su paracaídas, y por suerte pisó tierra
cerca nuestro por lo cual pudimos protegerlo. Era muy joven y estaba shockeado,
por haber perdido su avión en su primer vuelo de combate.
107
un fuego infernal, nuestro tanque se detiene luego de recibir dos impactos.
Tuvimos que descender y continuar combatiendo como soldados de infantería,
con granadas de mano y nuestros rifles “Uzi”. Paracaidistas de nuestras fuerzas
asediadas se sumaron a mi equipo del tanque y comenzamos a repeler a las
fuerzas egipcias que nos atacaban con intenso fuego. Corrimos con todas
nuestras fuerzas hacia un canal de riego y allí nos atrincheramos. En momentos
de calma relativa los paracaidistas nos relataron la sorpresa que tuvieron al
descubrir una enorme cantidad de soldados egipcios que los esperaban, esta
emboscada les produjo enormes pérdidas. Su única preocupación era no dejar
heridos o muertos, demostrando una confraternidad verdadera. Su reacción
emotiva ante nuestra incursión fue llamarnos “sus salvadores”. A pesar de no ser
enfermero, tuve que ayudar para salvar a los heridos, viendo escenas que nunca
podré olvidar. Todo el tiempo volaban balazos encima de nosotros, y recibíamos
esquirlas por el estallido de granadas y misiles cerca. Estábamos cubiertos de
polvo y arena. Pude aproximarme a uno de nuestros tanques y comunicarme por
radio con nuestro comandante; le informé sobre nuestros tanques averiados y
nuestra resistencia, junto a los paracaidistas liberados. Nos prometió ayuda
inmediata, en la medida de lo posible. Estábamos con dos altos comandantes de
la unidad de paracaidistas, y con ellos avanzamos por el canal de riego, bajo una
nube de balas.
Luego de varias horas fuimos rescatados y pudimos retornan a nuestra base, allí
encontramos a otros paracaidistas que me relataron los duros combates que
ellos también habían mantenido en la “Estancia China”. Al poco tiempo me
incorporaron a otro tanque y salimos nuevamente al frente, esta vez para cruzar
el Canal junto a mi batallón No. 100, y completar la derrota de las fuerzas
egipcias, en la noche del día 17 y madrugada del día 18 de octubre. Desde
entonces no volví a ver a la mayoría de los soldados que conocí en esos duros
días. Pude salir del infierno sin heridas, en esa terrible guerra que fue crucial
para la historia de Israel.
108
Tanques israelíes cruzando el Canal de Suez. Getty Images, GettyImages IL
En la arena internacional Israel sumó un fuerte aliado, los Estados Unidos, pero
no logró evitar que el Consejo de Seguridad de la ONU, por fuertes presiones
soviéticas, adopte el día 22 de octubre la resolución No. 338 que reclamó el cese
del fuego y la implementación de la resolución No. 242 adoptada luego de la
Guerra de 1967, basada en el principio de negociaciones de paz a cambio de
devolución de territorios conquistados por Israel. En el plano militar recién el día
24 de octubre se adoptó un cese del fuego formal. De hecho, esta guerra
finalizará recién el día 11 de noviembre cuando Israel y Egipto realmente
pusieron en práctica el cese del fuego.
La Operación Entebbe:
Una de las consecuencias de la Guerra de Iom Kipur fue la caída, en 1974, del
gobierno de Golda Meir, abrumado por las críticas masivas contra la política
implementada durante esa guerra. Fue reemplazada por Itzjak Rabin, héroe
militar con una larga e impresionante carrera culminando como comandante en
Jefe de Tzahal en los años 1964-1967. Éste entró en funciones en abril de 1974
y fue uno de los jefes más populares y reconocidos, por su agenda social de
reformas a favor de poblaciones pobres o carenciadas. El 1 de septiembre de
1975 se firmó un acuerdo intermedio en el cual Tzahal se retiraba de parte del
109
Sinaí. El sector desocupado por Israel pasó a ser supervisado por las fuerzas de
observación de las Naciones Unidas, y solo a algunas unidades del ejército
egipcio se les permitió permanecer allí. Asimismo, Rabin impulsó un
acercamiento hacia Siria dando la orden de retirada israelí de la ciudad siria de
Kuneitra en las Alturas del Golán. Se puede considerar a Rabin como a un
eslabón necesario e inicial hacia el acuerdo de paz que firmará el primer ministro
Menájem Beguin con el Presidente egipcio Sadat en 1979.
La Operación Entebbe fue una misión de rescate de rehenes llevada a cabo por
las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI-Tzahal), por decisión del gobierno
encabezado por Rabin y por Shimón Peres como ministro de Defensa, en el
Aeropuerto de Entebbe en Uganda el 4 de julio de 1976. Una semana antes, el
27 de junio, un avión comercial de Air France en su ruta Atenas-París, con 248
pasajeros y 12 tripulantes, fue secuestrado por terroristas palestinos y alemanes,
y obligado a tomar rumbo a Entebbe, cerca de Kampala, la capital de Uganda.
Poco después del aterrizaje todos los pasajeros no judíos fueron liberados.
110
Golán. En junio de 1975 pasó a ser el comandante de esa unidad de élite, y más
tarde fue elegido para dirigir la “Operación Entebbe”.
111
Capítulo 11
Pero el Beguin de 1977 es muy diferente a aquel líder derechista del "Etzel" o
de "Jerut", es más pragmático y atento a las nuevas realidades, se había
acercado al centro político a través de una alianza con los sionistas liberales en
la década del 60 y adoptó posiciones moderadas tanto en el frente externo como
en el interno, formó una coalición y convocó a Moshé Dayán (1915-1981)34 a
su gabinete nombrándolo ministro de Relaciones Exteriores, iniciativas que
rápidamente se reflejaron en las negociaciones con Sadat, su visita a Jerusalem
en noviembre de 1977 y en el inicio de conversaciones de que culminarían con
la firma del tratado de paz de Camp David en 1979.
34
Oficial combatiente en las guerras de Israel, cuarto comandante en Jefe de Tzahal, general de la re-
serva, ex-ministro de Defensa en la Guerra de 1967, la Guerra de Desgaste y la Guerra de Iom Kipur,
uno de los líderes más identificados con la victoria de 1967 pero a la vez considerado responsable de las
complicaciones de la Guerra de 1973, era hasta entonces un líder del partido laborista Avodá.
112
a Israel. Visitó el parlamento y brindo un discurso de paz. Sadat asumió de esa
manera que existían intereses en común con Israel, y que la paz sería posible a
cambio de la devolución de toda la Península de Sinaí a Egipto, con sus
infraestructuras turísticas y pozos de petróleo. El público israelí lo recibió con
entusiasmo y aplausos, a pesar de las heridas generadas por la Guerra de Iom
Kipur de 1973. Beguin retribuyó la visita viajando a El Cairo en el mes de
diciembre de 1977, e impulsando las conversaciones con miras a la obtención
de un acuerdo de paz, bajo la tutela de los Estados Unidos y de su presidente
Jimmy Carter. Sin la mediación de los Estados Unidos difícilmente hubiera sido
posible este logro, que se plasmó en forma concreta en Camp David, en marzo
de 1979. La ceremonia oficial de firma de los acuerdos se llevó a cabo en
Washington DC el día 27 de marzo.
Los Acuerdos de Camp David de 1979 no sólo garantizaron una paz duradera
con el principal enemigo militar de Israel en el Medio Oriente en ese entonces,
Egipto, sino que también condujeron a un nuevo posicionamiento de Israel en
todo el mundo. Sadat y Beguin, los artífices del acuerdo, recibieron el Premio
Nobel de la Paz por semejante logro. Israel se comprometió a devolver toda la
Península de Sinaí a Egipto en forma gradual durante tres años, lo que sentó el
antecedente de que la paz demandaba un desmantelamiento de poblaciones
israelíes – como ser la ciudad de Ofira en Sharm A-Sheij.
Pero los logros de Sadat fueron rechazados por gran parte del mundo árabe,
especialmente por extremistas islámicos dentro de su propio país. De las filas de
estos movimientos surgieron los oficiales del ejército que asesinaron a Sadat
durante el desfile militar en conmemoración de la “Guerra de Octubre”, el día 6
de octubre de 1981.
Beguin y Rabin son los dos líderes claves de la paz en Medio Oriente. A pesar
de las enormes diferencias existentes entre ellos tienen también rasgos en
común, el principal de ellos fue la adopción de una estrategia de paz como una
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de las metas principales del estado de Israel. Pero ambos entendieron en forma
muy diferente el significado de este proceso, para Beguin el foco principal era
Egipto, y si bien los acuerdos de Camp David garantizan que Israel respetará
"los legítimos derechos del pueblo palestino", Beguin pretendía a lo sumo
otorgar a los palestinos una autonomía restringida y sin rasgo alguno de
soberanía, a la par de que negó todo negociación con la OLP y su líder Arafat e
invadió el Líbano en 1982 con miras a intentar eliminar la amenaza palestina
desde territorio libanés. Ya en 1978 Beguin dio la orden de cruzar la frontera con
el Líbano y ocupar una franja de seguridad hasta el río Litani, con el fin de impedir
ataques de organizaciones palestinas contra Israel. El Consejo de Seguridad de
la ONU le impuso a Israel una retirada de esos territorios, pero luego de un
acuerdo según el cual fuerzas de observadores de las Naciones Unidas
ocuparán ese territorio y supervisarán que no se lancen ataques de misiles
contra Israel desde el mismo, política que fracasó a largo plazo y desencadenó
la invasión israelí al Líbano en 1982, conocida como la Primera Guerra del
Líbano.
Rabin retornó a la arena política activa en los años 80 en el marco del gobierno
de unidad nacional del premier Itzjak Shamir, como ministro de Defensa (1984)
y tuvo un rol muy activo en la represión de la rebelión palestina denominada
"Primera Intifada", que comenzó en la Franja de Gaza en diciembre de 1987.
Es decir que también Rabin soportó la misma dualidad que Beguin, el giro
pendular entre la guerra y la paz.
Beguin quedó muy desgastado por la primera guerra del Líbano, renunciando a
la jefatura de gobierno y a la vida política en el año 1983. Rabin tomó la jefatura
de su partido en 1992, obteniendo en ese año una victoria electoral que le
permitió retornar al puesto de primer ministro y darle un enorme ímpetu al
proceso de paz con los palestinos (acuerdo de Oslo en septiembre de 1993) y
con Jordania (acuerdo de paz en septiembre de 1994).
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autoridad rabínica, entre la lealtad a una ideología religiosa y la definición del
opositor a la misma, como un traidor, que merece ser asesinado.
Rabin fue un héroe trágico, un militar de carrera que luchó por Israel, y que
finalmente sucumbió no por obra de los enemigos contra los cuales había
luchado toda su vida sino por el odio despertado por el fundamentalismo político
y religioso judío.
Apartado:
David Ben Gurión (Plonsk, Imperio Ruso, 1886, fundador del Estado de
Israel y su primer ministro en los años 1948-54, y 1955-63), Moshé Sharet
(1894, Kherson, Imperio Ruso, segundo primer ministro de Israel entre
cadencias de Ben Gurión, en 1954-55), Leví Eshkol (1895, Oratov-Kiev,
Imperio Ruso, tercer primer ministro de Israel en 1963-1969), Golda Meir
(1898, Kiev, Imperio Ruso, cuarta primer ministro de Israel en los años 1969-
1974), y Menájem Beguin (Brest Litovsk, Imperio Ruso, 1913, sexto primer
ministro en los años 1977-1983); Itzjak Shamir (1915, Ruzhany-Grodno,
Imperio Ruso, fue líder del grupo militar Irgún, y séptimo primer ministro
de Israel en los años 1986-1992); Shimón Peres (Wiszniew, Polonia, 1923,
ministro de Seguridad, ministro de relaciones exteriores, primer ministro
en los años 1984-1986, 1995-1996, y noveno presidente de Israel en los
años 2007-2014). Todos ellos militaron en movimientos sionistas en sus
países de origen y luego de su arribo a Eretz Israel se incorporaron a
partidos políticos, cumpliendo funciones civiles de alto rango, también en
el campo de la seguridad y la lucha armada. Todos ellos ejercieron como
primer ministro del Estado de Israel. Fueron héroes de la democracia israelí
y de un estado judío asediado por los países vecinos, y por la amenaza
permanente del terrorismo palestino.
Haim Herzog (1918, Belfast, Irlanda, sexto presidente de Israel en los años
1983-1993), fue otro caso ejemplar de un líder dedicado a la carrera diplomática
y política, pero que también tuvo roles destacados en la Haganá, como oficial
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británico durante la Segunda Guerra Mundial, y como oficial de Tzahal en la
Guerra de la Independencia de 1948.
Moshé Dayán (Kibutz Degania Alef, 1915); Igael Yadín (Jerusalén, 1917); Itzjak
Rabin (Jerusalén, 1922, primer ministro de Israel en los años 1974-1977, 1992-
1995); Ezer Weizman (Tel Aviv, 1924, comandante de la fuerza aérea de Tzahal,
jefe del Estado Mayor de Tzahal, y séptimo presidente de Israel en los años
1993-2000); Ariel (Arik) Sharón (nacido en 1928 en Kfar Malal, Mandato
Británico de Eretz Israel-Palestina, ministro de Defensa bajo el gobierno de
Beguin, undécimo primer ministro de Israel en los años 2001-2006); Ehud
Olmert (1945, Biniamina, Mandato británico de Eretz Israel-Palestina, intendente
de la ciudad de Jerusalén en los años 1993-2003, primer ministro israelí en los
años 2003-2006); Benjamin Netanyahu (Tel Aviv, 1949, Primer Ministro en los
años 1996-1999, y 2009 en adelante). Todos ellos hicieron carrera militar y
combatieron en las guerras de Israel antes de convertirse en políticos y
estadistas.
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Resumiendo, podemos acentuar la transición clara de un liderazgo diaspórico a
un liderazgo de políticos sabras, nacidos en Israel
Mencionamos a estos dirigentes, pero no olvidemos que por ultimo son solo
una pequeña parte de los hombres y mujeres israelíes que casi sin excepción
han peleado en todas las guerras desde 1948 a nuestros días
Ellos son nuestros queridos “luchadores judíos” de los últimos setenta años.
Para ellos nuestra gratitud por habernos devuelto el orgullo de ser parte de un
pueblo de valientes.
Para mis hijos y para los hijos de mis hermanos judíos y no judíos del mundo.
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